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LECTURA, TEMA 3 (Terapias conductuales):

La terapia de conducta se desarrolla a partir de la investigación experimental del


comportamiento y los procesos de aprendizaje realizados en animales y humanos.

El pionero de la terapia de conducta es Ivan Pavlov (1849-1936). Sus estudios


demostraron que la respuesta normal de salivación que se produce en un perro en
presencia de comida puede ser también desencadena por el sonido de una campana,
cuando comida y sonido le han sido presentados al animal al mismo tiempo en una
serie de ensayos. Este es el principio de aprendizaje más básico y se denomina
condicionamiento clásico.

Edward Thorndike (1911) estudia las leyes de asociación-estímulo respuesta


(condicionamiento instrumental). Su aportación más importante es la ley del efecto: toda
conducta está controlada por sus consecuencias. Este es el primer paso hacia lo que
más adelante se llamará condicionamiento operante, la propuesta de Burrhus F.
Skinner (1953): la probabilidad de ocurrencia de una conducta puede modificarse
manipulando las consecuencias que la siguen.

En los paradigmas de condicionamiento clásico y operante no se concede demasiada


importancia al aspecto cognitivo del que aprende, conducta (respuestas) y ambiente
(estímulos) son las dos variables importantes.

Los conductistas más radicales entienden que la personalidad no es más que la forma
característica de responder a estímulos que tiene una persona concreta. Este estilo de
respuesta puede estar determinado por nuestra biología (nuestra capacidad intelectual,
por ejemplo) y por nuestra historia de aprendizaje.

 Joseph Wolpe, utiliza la desensibilización sistemática: exposición gradual a la


conducta problemática (habitualmente en imaginación) asociándola a una
respuesta antagónica a la ansiedad (relajación progresiva de Jacobson, por
ejemplo).
 Skinner, con su obra de 1953 Ciencia y conducta humana y las primeras
aplicaciones del condicionamiento operante en el trabajo con niños.
 Hans Eysenck publica un artículo en el que critica los resultados del psicoanálisis
y declara la necesidad de aplicar técnicas experimentales. A partir de él se
concibe al psicólogo clínico como un investigador que aplica en sus tratamientos
los avances de la psicología experimental.

Algunas de nuestras conductas se aprenden simplemente por asociación. La respuesta


de miedo a la altura, por ejemplo, puede condicionarse porque cada vez que un niño se
asoma a la terraza recibe un grito de sus padres solicitándole que se separe.

El tercer tipo de aprendizaje es el observacional que, como ya se adelantó,


defiende que un observador puede aprender una conducta compleja cuando se la
ve realizar a un modelo.

El síntoma es el problema, por lo que no se hace necesario que el cliente tenga ningún
tipo de insight sobre qué significa, basta con cambiar la conducta problemática.

Objetivo: La meta de la terapia es el cambio conductual, que es entendido como la


desaparición de las conductas desadaptativas y su sustitución por otras más
adecuadas. El terapeuta establece con cada usuario una serie de objetivos concretos
definidos conductualmente, esto es, con claridad y precisión (por ejemplo, para una
pareja: disminuir discusiones, aumentar conductas de refuerzo recíprocas, aumentar
relaciones sexuales).
Terapeuta: investigador que aplica los avances de la psicología para el cambio de los
comportamientos. El conductista es un terapeuta activo y directivo, evalúa y decide cuál
es el problema o los problemas que se han de tratar y sus componentes, establece qué
técnicas usar y cómo implementarlas.

Técnicas: Se agrupan las técnicas según sus indicaciones: control de ansiedad,


establecimiento de nuevas conductas, incremento o disminución de conductas y trabajo
con pensamientos.

 Control de ansiedad: se usan preferentemente técnicas basadas en los principios


de condicionamiento clásico. El objetivo de cambio es romper la asociación
existente entre estímulos y respuestas ansiógenas, sustituyéndolas por
respuestas más adecuadas.

Dentro de ellas:

a) Intención paradójica: Consiste en pedir a las personas que realicen


voluntariamente la conducta que se pretende eliminar. El objetivo final es que, al
suspender los intentos de controlarla, aumenten las posibilidades de que
realmente desaparezca. Esta técnica funciona en aquellas situaciones en las que
el síntoma es provocado por los propios intentos que la persona hace para
controlar algo que solo se puede producir automáticamente.

 Técnicas para establecer conductas: a) Modelado: El cliente observa a un


modelo (generalmente el propio terapeuta) realizando una conducta y después la
repite y recibe el feedback del terapeuta sobre lo que hace bien y lo que hay que
mejorar. Las características del modelo (cercano o inalcanzable), del observador
(sus habilidades previas) o del formato de trabajo determinan la eficacia del
aprendizaje.

 Técnicas para incrementar conductas: a) refuerzo positivo; consiste en asociar a


la conducta que queramos aumentar un programa de refuerzos. Hay programas
de refuerzo fijo: se asocia un premio a cada aparición de la conducta diana (un
elogio cada vez que el niño recoja la habitación), y programas de refuerzo
variable: un premio de vez en cuando si la habitación está ordenada.

b) Contrato de contingencias: Un acuerdo entre personas en el que se especifican


las conductas deseadas e indeseadas y las consecuencias que las acompañarán
(por ejemplo: «Si apruebas todo podrás ir al campamento de verano, si no
tendrás que quedarte en una academia»). Cuanto mejor definidas estén las
conductas diana y más claras las consecuencias, más potente resultará la
técnica.

En cuanto al proceso terapéutico, la evaluación permite establecer el problema y


decidir técnicas de modificación de conducta, el caso se planifica desde el primer
momento. La evaluación de resultados permite decidir si los progresos son adecuados
o hay que replantear el caso.

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