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ROSA NIDIA BUENFIL,

SILVIA FUENTES Y ERNESTO TREVIÑO


C O O R D IN A D O R E S

GIROS TEORICOS n
DIÁLOGOS Y DEBATES EN LAS CIENCIAS
SOCIALES Y HUMANIDADES

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS


UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
Conocimiento y Universidad en el escenario global.
La crítica al universalismo y la dimensión de la experiencia

•SANDRA CARLI

Introducción

En el presente texto planteo problem atizar la relación entre cono­


cimiento y Universidad en el escenario de la globalización, a partir
de la exploración de aportes del pensamiento feminista, los estudios
poscoloniales y los estudios culturales. Esta selección se asienta en
el tratamiento particular que estas corrientes han dado a cuestiones
referidas a la tradición de la Ilustración y al carácter universalista del
conocimiento, a la dimensión de la experiencia y al peso de los contextos
y a la dimensión política del conocimiento.
M e interesa recuperar la fertilidad de la tesis acerca del carácter
siempre perspectivo del conocimiento, como un camino que habilite
un debate acerca de las formas, modos y horizontes de la tarea inte­
lectual, en tiempo de crisis paradigm ática, transdisciplinariedad y
reconfiguración universitaria. Pero al mismo tiempo identificar los
dilemas emergentes en el terreno de la formación y la producción de
conocimiento en sistemas universitarios atravesados por tendencias
a la diferenciación y por problemáticas sociales, culturales y gene­
racionales que demandan una nueva interrogación de su dimensión
teórica y política.

Universidad y los lím ites históricos de la tradición ilustrada

Las universidades públicas se han tomado ámbitos complejos, atrave­


sados por prácticas y signos que corresponden a distintas temporalidades
del siglo XIX y del siglo x x , pero reposicionadas de una manera crítica

319
320 • Conocim iento y Universidad en el escenario global

en el siglo XXI caracterizado por la globalización cultural y por la batalla


desigual por el acceso y circulación del conocimiento.
Si en el pasado las universidades públicas se sostenían en el mandato
de retomar las tradiciones de un conocimiento universal, a partir de
una creencia que les permitía aspirar a un saber común y para todos
a pesar de sus raíces culturales, geográficas y económicas locales, en
el presente están atravesadas por la incertidumbre creciente acerca del
sentido del conocimiento y sobre los dilemas que inscriben las nuevas
perspectivas teóricas en los modos de construcción del mismo.
La combinación en el ámbito de la producción y transmisión dé
conocimiento de la pervivencia compleja de tradiciones del pasado y
la emergencia de nuevas experiencias y perspectivas, puede vincularse
más ampliamente con la tensión que Agamben sitúa entre tradición y
lenguaje. El filósofo italiano sostiene que “toda reflexión sobre la tra­
dición tiene que empezar con la constatación, en apariencia trivial, de
que antes de transmitirse algo, los hombres deben ante todo transmitirse
el lenguaje” y que “lo que siempre es transmitido en toda tradición [...]
es la cosa del pensamiento”.1 Al situar el lugar del lenguaje, reconoce
que en la transmisión de la tradición no sólo están enjuego contenidos
del pasado, la memoria del conocimiento, su estructura anamnésica,
sino la transmisión de lo que llam a ilatencia, como apertura histórico-
epocal, el legado inmemorable. En relación con la Universidad invita
a analizar cómo a partir del lenguaje se congelan, renuevan o reactivan
los contenidos de la tradición, sea el lenguaje entendido como aquello
que nombra y presupone significaciones que anteceden al discurso-logos
como plantea Agamben, o desde una reflexión sobre el lenguaje que
atienda a las nuevas formas y usos del mismo (generacionales, institu­
cionales, epocales, tecnológicos, etcétera), en la enseñanza universitaria
o en la escritura académica. Pero también analizar la apertura universi­
taria hacia lo nuevo que excede la cuestión del conocimiento heredado.
H ablar de tradición en la Universidad, supone invariablemente
interrogar el concepto de ilustración, en tanto la tradición ilustrada
moderna signa los derroteros de la transmisión universitaria a lo largo 1

1 Giorgio Agamben, ‘Tradición de lo inmemorable”, en La potencia del pensa­


miento. Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2005, p. 189.
Sandra Carli # 3 2 1

de los siglos x ix y XX y da forma en forma más amplia a un lenguaje de la


universidad. En el campo de estudios sobre la universidad se ha debatido
acerca del concepto de universidad en la búsqueda de desentrañar, entre
otros elementos, el peso histórico de la asociación entre modernidad,
conocimiento y razón.
A partir de las tesis de Nietzsche acerca del carácter perspectivo del
conocimiento, del vínculo con lo instintivo y del rechazo a la idea de la
verdad, se desacraliza una tradición universalista que, sin embargo, pervi­
ve con otras manifestaciones en el presente y en nivel teórico y discursivo.
Las nuevas problemáticas, lenguajes y horizontes de la vida universitaria
y de sus actores, atravesadas por dimensiones globales y locales, requieren
modular nuevas perspectivas de lo común o general a partir una valoración
de la experiencia en tomo al conocimiento.2 Experiencia que habilite
un reconocimiento de los lazos que articulan a instituciones, sujetos y
tradiciones en los procesos de construcción del conocimiento, de las as­
piraciones políticas y epistemológicas de construir totalidades — aunque
precarias— que excedan lo fragmentario y de los componentes singula­
res y contextúales del conocimiento. La construcción de nuevos conceptos
totalizadores como los de “sociedad del conocimiento”, “sociedad de la
información” o “sociedad del saber”, indican la sobrevivencia en pleno
siglo XXI de un falso universalismo que no reconoce el conflicto cultural
que atraviesa a las sociedades y las instituciones, que soslaya una mirada
de los contextos y de las situaciones, que niega la multitemporalidad de
los fenómenos educativos y que no lee los modos sociales de producción,
circulación y consumo de la información. L a reactivación en el escenario
global de tesis'universalistas o unlversalizantes sobre el conocimiento
se produce, por otra parte, en un escenario con sistemas universitarios
crecientemente segmentados y con condiciones y capacidades desigua­
les y diferenciales en relación con el conocimiento.
Las perspectivas que retomaremos aquí, interrogan y favorecen
nuevas formas de pensar, cuestionar y experimentar el conocimiento
y revisar el papel de las instituciones universitarias. También ofrecen

2 En palabras de Nietzsche: “el saber exige hoy hacer experiencia sobre nosotros
mismos”, apud Michel Foucault, “Friedrich Nietzsche la genealogía, la historia”, en
El discurso del poder. Buenos Aires, Folios, 1985, p. 156.
322 • Conocim iento y Universidad en el escenario global

elementos para indagar los posicionamientos políticos, éticos y epis-


témicos de los sujetos universitarios en América Latina. Al mismo
tiempo que ofrecen elementos polémicos que intentaremos plantearen
las conclusiones de este trabajo.

Los estudios fem inistas: la inscripción de la diferencia


y la dim ensión de la experiencia en la producción de conocimiento

Los estudios feministas tienen una historia y sus derroteros revelan dis­
tintas concepciones y polémicas sobre el tema del conocimiento. Algunos
aportes contemporáneos se detienen a analizar tópicos claves: la relación
entre lo universal y lo particular, el lugar de la escritura, el papel de la voz
propia en el lenguaje, la relación entre lo emotivo y el saber, la cuestión del
cuerpo. Nos interesa en particular el debate universalidad-particularidad
en el terreno del conocimiento en tanto condensa la problematización
de la relación totalidad-diferencia, dando lugar a distintas tesis sobre la
posición sexuada en el terreno del conocimiento que dan lugar a su vez
a nuevos modos de plantear el trabajo intelectual en el terreno de la lec­
tura y de la escritura universitaria. Para ello, recuperaremos los aportes
de Françoise Collin, Rosi Braidotti y Judith Butler, que desde distin­
tas perspectivas enriquecen ese debate en curso.
El reconocimiento de una posición sexuada en el terreno del co­
nocimiento, que se expresa entre otros espacios en el de la escritura,
constituye una tesis central del pensamiento feminista. Desde este
punto de partida la revisión crítica de la construcción de la universali­
dad masculina y del carácter sexuado del conocimiento inaugura una
serie de tendencias y posiciones al interior del feminismo que dirimen
acerca de la posición de la mujer en el terreno del conocimiento y del
trabajo intelectual.
De modo sintético distintos autores reconocen en el pensamiento
feminista tres grandes perspectivas. Una liberal, cuyo referente más
importante fue Simone de Beauvoir, en la cual según Collin “no se im­
pugna la form a que los hombres han otorgado a lo universal sino su
apropiación'por parte de éstos” y en la que la escritura femenina ma­
nifestaría una ausencia de representación del mundo y por tanto de lo
Sandra Carli # 323

simbólico.3 Un feminismo de la diferencia, centrado en figuras como


Luce Irigaray y Antoinette Fouque, que afirma la existencia de dos
sexos y no uno y que reconoce en las mujeres un modo de simboliza­
ción propio y original que se expresa en la escritura.4 Y, por último,
el feminismo posmodemo o deconstruccionista, ligado a figuras como
Hélène Cixous y Judith Butler, que plantea que “la indecibilidad del
sexo se decide-se construye-en cada situación y a partir de ella” y que
por tanto no hay ni un sexo ni dos,5 planteándose lo femenino como un
componente estructural que supera binarismos o dualismos.6
La reflexión sobre la tensión entre universalidad y particularidad,
tan presente en las tres perspectivas del feminismo contemporáneo,
resulta central en la medida en que la cuestión de la diferencia sexual
parece haber desembocado en nuevos sustancialismos. Collin destaca las
limitaciones del feminismo de la diferencia “al conducir prácticamente
a la yuxtaposición de dos registros sexuados y dos universos simbólicos,
la insistencia en la especificidad elude la cuestión de las relaciones entre
especificidad y universalidad o concretamente del valor para todos de lo
que genera lo femenino” y agrega que esa tendencia, si bien introduce una
destotalización en la lectura de las obras de los hombres, “no se hace car­
go de la cuestión de la universalidad o de la comunicabilidad de lo
específico”.7 Pero también se han reconocido los problemas propios
de la perspectiva deconstructivista, Butler sostiene que: “son muchos
los que han expresado su temor a que las descripciones constructivis-
tas y postestructuralistas no consigan una firme descripción sustantiva
o procesal de lo que es común a todos los sujetos-ciudadanos dentro

3 Françoise Collin, Praxis de la diferencia. Liberación y libertad. Barcelona, Icaria,


2006, p. 172.
4 Según Collin “L a creación de las mujeres recurrirá con frecuencia a los caracteres
atribuidos a la feminidad tradicional para despojarlos de su indicio negativo, positivarlos
y reivindicarlos: el no-uno, la fluidez, la porosidad, la plasticidad, la sensualidad gene­
ralizada, la particularidad, la dispersión temporal, etcétera”. (F. Collin, op. cit., p. 175.)
5 Ibid., p. 46.
6 “Lo femenino es entonces un modo de relación con el mundo que manifiesta
la escritura: un movimiento que rechaza toda identificación de su autor y su forma”.
(Ibid., p. 176.)
1 Ibid.,p. 177.
324 • Conocim iento y Universidad en el escenario global

del dominio de la representación política”.8 Énfasis en la dualidad y


ausencia de registro de lo procesual, son los elementos que se destacan
en la crítica de las perspectivas mencionadas.
A partir de este reconocimiento, tanto F. Collin como R. Braidotti
sientan posiciones críticas frente al universalismo y sugieren otros mo­
dos teóricos para pensar el trabajo intelectual. L a misma Butler, desde
una posición postestructuralista, ha entablado una discusión crucial
sobre el tema. M ientras Collin sostiene lo universal como aspiración;
Braidotti destaca la dimensión constitutiva de la particularidad (en este
caso de género) en el conocimiento, concebido por definición como
parcial, y Butler asume lo universal como un acto de traducción cultural.1
D esde la perspectiva de Collin, la universalidad radicaría en su
construcción potencial, habiendo en la singularidad de una obra un
mensaje potencialmente universal. Rechaza la lógica identitaria y presta
atención a la inscripción de la diferencia en la escritura, convirtiéndose
la cuestión de la diferencia en un debate ético-político sin predeterminar
a los diferentes en claves de unidad o dualidad:

Sostener el carácter potencialmente universalizable de toda obra


—de hombre o de mujer— en su propia singularidad, es decir, co­
municable, no impide el poder asumir como hipótesis de lectura que
la sexuación, al igual que la pertenencia a una cultura nacional o a
una época determinada, impregna la materia y la forma de una obra,
aunque no bajo un aspecto determinista, sino según una modalidad
particular para cada ocasión.9

L a sexuación más que como una tesis se plantea como una tensión10
que opera entre lo particular y lo universal.
Desde la perspectiva de Braidotti, la discusión sobre el universalismo se
enriquece a partir de la recuperación de algunas tesis del feminismo
como la teoría del punto de vista (Sandra Harding), la idea de saberés
situados (Donna Haraway) y la atención al lugar de la propia enun-

8 Judith Butler, “Reescenificación de los universal”, en J. Butler, Ernesto Laclau y


Slavoj Zizek, Contingencia, hegemonía, universalidad. Buenos Aires, FCE, 2004, p. 20.
9 F. Collin, op. cit., p. 195.
10 Idem.
Sandra Carli • 325

dación (Mike Ball), pero en particular de la noción de “política de la


localización” de Adrienne Rich que le permite considerar el lugar del
cuerpo en la producción intelectual: “La política de la localización
significa que el pensamiento no es abstracto, universalizado, objetivo,
ni indiferente, sino que está situado en la contingencia de la propia
experiencia y, como tal, es un ejercicio necesariamente parcial”.11
El reconocimiento de la dimensión material del cuerpo en la expe­
riencia en general y en particular en la experiencia de conocimiento, no
sólo implica una discusión con el universalismo sino en particular con
la dimensión de abstracción y objetividad del conocimiento.
Estas dos posiciones, centradas de diversa manera en cuestionar el
universalismo aunque enfatizando distintas dimensiones en el trabajo
de conocimiento (histórica, singular o experiencial), tiene puntos de
contacto con la tesis de Butler sobre la “universalidad”. En su discusión con
Laclau y Zizek, Butler plantea repensar “la universalidad como un acto
constitutivo de traducción cultural”1112 y destaca:

Al poner énfasis en la localización cultural de la enunciación de


universalidad, se ve no sólo que no puede haber una noción operativa
de la universalidad que no asuma los riesgos de la traducción sino
que el propio reclamo de universalidad está ligado a varios esce­
narios sintácticos dentro de la cultura, que hacen imposible separar
lo formal de los rasgos culturales de todo reclamo universalista.13

Además señala que “la universalidad no es pronunciable fuera de


un lenguaje cultural” y por tanto se hace necesario asumir “los riesgos
de la traducción” 14 desde esta perspectiva converge con Collin y
Braidotti — más allá de sus diferencias teóricas— en la atención a la
enunciación, a través de una constelación de conceptos afines (desde
saberes situados hasta la idea de traducción cultural). Quién habla,

11 Rosi Braidotti, Feminismo, diferencia sexual y subjetividad nómade. Barcelona,


Gedisa, 2004, p. 15.
12 J. Butler, “Reescenificación de los universal”, en J. Butler, E. Laclau y S. Zizek,
en op. cit., p. 27.
13 Ibid., p. 44.
14 Ibid., p. 48.
326 • Conocimiento y Universidad en el escenario global

cómo, en qué cultura, desde qué puntos de vista, cómo se inscribe la


diferencia en la escritura, cuál es la presencia de la experiencia del
cuerpo en el conocimiento, etcétera, son preguntas que permiten una
autointerrogación sobre la experiencia de conocimiento y su manifes­
tación pública.
El debate acerca de la relación entre lo universal y lo particular está
ligado más ampliamente al tipo de relación con el conocimiento en las
prácticas intelectualesfemeninas. Las prácticas de escritura y de lectura
han sido problematizadas y analizadas por los estudios feministas en
tanto ellas también están marcadas por la diferencia sexual.
La cuestión de la escritura femenina ha sido un tópico muy inves­
tigado y explorado y mientras en el feminismo de la diferencia se la
recupera como lugar de expresión del genio femenino, en el caso del
deconstruccionismo lo femenino pasó a ser considerado como una
categoría que se expresa en la escritura15 con rasgos particulares.16
Desde el punto de vista del conocimiento, se afirma que “la escritura
(femenina) es aquello que mantiene el pensamiento en los límites de la
tesis dogmática” y supone un camino interrogativo y no instrumental
caracterizado por una pelea en el campo de lo simbólico que se mani­
fiesta en el atar/desatar.17
En cuanto a la lectura y a la investigación académica, Collin sostiene
que “la subversión de lo simbólico supone una manera de enfocar el
texto, de ver, por así decirlo, en medio de la noche, de ver con mirada de
invidente, de ver aquello que no resulta aún visible”.18 En el terreno
de la institución universitaria esto implicaría leer aquello que no ha

15 Nora Domínguez, ‘T eoría literaria feminista”, en S. Gamba, coord., Diccionario


de estudios de género y feminismo. Buenos Aires, Biblos, 2007.
16 Hélène Cixous, señala que “la feminidad en la escritura creo que pasa por un
privilegio de la voz” e “inscribe (con el cuerpo) lo que dice, porque no niega a la pulsión
su parte indisciplinable, ni a la palabra su parte apasionada”. (H. Cixous, La risa de
la medusa. Ensayo sobre la escritura. Barcelona, Anthropos, 2001, pp. 54-55.) Desde
esta perspectiva plantea una relación con el canto y con lo materno y lo infantil y una
relación con el cuerpo y la pasión, al mismo tiempo que “hace de repente circular otra
manera de conocer, de producir, de comunicar”. (H. Cixous, La llegada a la escritura.
Buenos Aires, Amorrortu, 2006, p. 60.)
17 F. Collin, op. cit., pp. 90-188.
18 Ibid., p. 190.
Sandra Carli • 327

sido leído aún por un lado, volver a leer lo ya leído pero de otra manera y
leer lo emergente. En el mismo sentido, Braidotti postula al feminismo
como contramemoria, como un sentido diferente de la genealogía.19
Si como señala Agamben en la tradición (o en el conocimiento)
entran enjuego una estructura anamnésica y el lenguaje, el feminismo
replantea las dos cuestiones al postular otra memoria del conocimien­
to, la atención a lo prelingüístico20 y otra experiencia de escritura. Los
aportes del feminismo resultan centrales en tanto ofrecen otros mo­
dos de vinculación con el conocimiento, que deberían ir más allá de una
institucionalización segmentada al interior de las universidades, sino
atravesar y enriquecer el debate acerca de la producción de conocimien­
to en general a partir de la recuperación de la dimensión de la experiencia
y de la diferencia sexual.

Los estudios poscoloniales: la geopolítica


del conocimiento y las fronteras culturales del conocimiento

¿Es posible, en el escenario global, seguir sosteniendo una mirada uni­


versal y unlversalizante del conocimiento que soslaye la pregunta por
quiénes y desde qué lugares se produce conocimiento y se recepciona
el conocimiento postulado como “universal”? Una investigación sobre
los contextos y los usos del conocimiento revelaría que esa ambición
resulta siempre frustrada. La pregunta de resonancia antropológica por
la apropiación permitiría atender a los modos de selección y uso del
mismo, pero también explorar la disponibilidad de la cultura. Si bien
las nuevas tecnologías introducen la ilusión de un acceso universal, los

19 R. Braidotti, op. cit., p. 65.


20 El privilegio de la voz en la escritura femenina que reconoce Cixous coincide con
Agamben cuando plantea en su relectura de la obra de Heidegger que: “si el hombre
pudiera captar el origen mismo de la función significante que siempre lo anticipa, se
abriría para él la posibilidad de una palabra libre, de un lenguaje que fuese verdadero
e integralmente su lenguaje. Sólo en tal palabra el proyecto filosófico de un pensa­
miento sin presupuestos y el proyecto poético de una palabra absoluta propia y original
podrían encontrar sentido y realidad”. (G. Agamben, ‘Tradición de lo inmemorable”,
en op. cit., p. 113.)
328 • Conocim iento y Universidad en el escenario global

ámbitos institucionales se hallan marcadas por particularidades socio-


históricas y por desiguales ubicaciones en los circuitos académicos
internacionales y regionales que inciden tanto en las posibilidades y
modos de acceso como en las formas de apropiación del conocimiento.
Los estudios poscoloniales han generado una serie de reflexiones
teóricas sobre el conocimiento a partir de la diferencia colonial. Walter
Mignolo ha desarrollado la noción de geopolítica del conocimiento para
llevar adelante una crítica a la producción de conocimiento de matriz
europea y para plantear la situación de América Latina y en particular la
situación de los países andinos en el terreno del conocimiento. El autor
argumenta que la “historia” del conocimiento está marcada geopolítica-
mente y además tiene un valor y un lugar de “origen” , el conocimiento
“no es abstracto ni deslocalizado” y “está — como la economía— orga­
nizado mediante centros de poder y regiones subalternas”.21
Desde esta perspectiva, y en coincidencia con el pensamiento femi­
nista, la universalidad del conocimiento resulta abiertamente impugnada
a partir de la atención a la enunciación, en tanto “aunque sea la histo­
ria universal de Hegel, la historia universal es universal pero local en
la enunciación. No hay otra, la enunciación está siempre localizada”.
Pero en este caso la crítica refiere a la diferencia colonial inscripta en la
construcción del conocimiento: “el conocimiento no es uno ni universal
para quien quiera ingresar en él, sino que está marcado por la diferen­
cia colonial”.22 El interés por las geopolíticas del conocimiento y la
atención a los lugares epistémicos, éticos y políticos de enunciación re­
sulta central, conduciendo a ciertas preguntas que orientan la producción
de conocimiento.23 El cuestionamiento del universalismo está ligado

21 W alter Mignolo, “Las geopolíticas de conocimiento y colonialidad del poder.


Entrevista a W alter Mignolo” , en C. Walsh et a i, Indisciplinar las ciencias sociales.
Geopolítiéas del conocimiento y colonialidad del poder. Perspectivas desde lo andino.
Quito, Abya-Yala, 2002, pp. 18-19.
22 Ibid., p. 21.
23 ¿Qué tipo de conocimiento/comprensión (epistemología y hermenéutica) que­
remos, necesitamos producir y transmitir? ¿A quiénes y para qué? ¿Qué métodos/
teorías son relevantes para el conocimiento/comprensión que queremos/necesitamos
producir y transmitir? ¿Con qué fines queremos/necesitamos producir y transmitir tal
conocimiento/comprensión? (Ibid., p. 39.)
Sandra Carli • 329

con una crítica más amplia al europeísmo y con tesis más recientes
acerca del postoccidentalismo.
La impugnación del universalimo europeísta y la atención al lugar
de la enunciación, conduce a una revisión del papel de la universidad,
en tanto según Mignolo “a la institución educativa que se concibió en
términos de universidad le fue consustancial la conceptualización epistémica
que hoy conocemos como univers(al)idad”.24 L a postulación de nuevas
figuras de universidad, como la Universidad Intercultural Indígena o
la Universidad Popular de los M ovimientos Sociales, o la reflexión
sobre la universidades colocadas en la periferia25 indican el peso del
multiculturalismo.y la puesta en juego de la noción de frontera para
indagar los fenómenos universitarios.
Se destacan en este sentido los aportes de Zulma Palermo sobre
la cuestión universitaria, quien señala la necesidad de pensar el rol
de la universidad o de otras instituciones en espacios socioculturales no
centrales a partir de una visión contextual del conocimiento:

En el temeno del conocimiento, por su parte, surge prioritaria la emer­


gencia de su dimensión ética pues le compete establecer la validez
epistemológica de las varias maneras de conocer, la defensa de los dis­
cursos contextualizados frente a los abstractos; el tendido de redes que
—a la manera de las que implementa el actual poder— establezcan
un diálogo epistemológico paralelo; y fundamentalmente, que se
mueva en la dirección de hacer conscientes en la sociedad las formas
inconscientes de su propia memoria.26

La postulación de “epistemologías fronterizas o a través de fronteras


culturales”, la noción de “liminalidad”,27 la reivindicación de una “forma

24 Ibid., p. 36.
25 Zulma Palermo, “Políticas de mercado/políticas académicas: crisis y desafíos
en la periferia”, en C. Walsh et al., eds., Indisciplinar las ciencias sociales. Geopolí­
ticas del conocimiento y colonialidad del poder. Perspectivas desde lo andino. Quito,
Abya-Yala, 2002.
26 Z. Palermo, Desde la otra orilla. Pensamiento crítico y políticas culturales.
Córdoba, Alción, 2005, p. 39.
27 “El concepto de liminalidad borra separaciones jerárquicas [...] y su presencia
es un síntoma de la tendencia histórica a la hibridación de las culturas, de los géneros
330 • Conocimiento y Universidad en el escenario global

híbrida de teorizar” desde un “lugar entremedio” que reconoce la “plu-


riversalidad del saber”28 es consustancial a la prioridad otorgada al
lugar de enunciación y encuentra en aportes de Homi Bahbha una refe­
rencia importante. Este autor ha señalado que “lo enunciativo es un
proceso más dialógico, que intenta rastrear desplazamientos y realinea­
mientos que son los efectos de antagonismos y articulaciones culturales,
subvirtiendo la razón del momento hegemónico y reubicando sitios al­
ternativos híbridos de la negociación cultural”.29 La cultura como “sitio
enunciativo” implicaba reconocer el lugar enigmático y ambivalente
desde el que habla la teoría, convirtiéndose la crítica en un espacio de
traducción y en un lugar de hibridez, pero también replanteando los
vínculos entre teoría y política en el terreno de la escritura.30
Esa exploración de lo político en la escritura en la trama de un
pensar híbrido31 y fronterizo, debe acompañarse según Palermo con
un análisis crítico de los ismos y una particular atención a las forma­
ciones microculturales, rastreando los emees entre diseños globales
e historias locales y estudiando problemas y no temas. En el terreno
universitario implicaría explorar las problemáticas específicas de ám­
bitos institucionales ubicados en la periferia. Esa tarea podría hacerse
adecuadamente a partir del uso de un método de lectura comparada,
que según la autora permite la contrastación y favorece la búsqueda, ya
no de la universalidad sino de la “diversalidad” en la heterogeneidad
emergente de América Latina.32 El énfasis de Palermo está puesto en
buena medida en la dimensión epistemológica y teórico-metodológica
de la producción de conocimiento.
Las tesis de los estudios poscoloniales respecto de desplazar la mira­
da a los lugares de enunciación y favorecer formas híbridas del pensar

literarios y de los lenguajes, todo lo cual es consecuencia indirecta del multiculturalis­


mo”. (Zabala, apud ibid., p. 99.)
28 Idem.
29 Homi Bahbha, “El compromiso con la teoria”, en El lugar de la cultura. Buenos
Aires, Manantial, 2002, p. 218.
30 Idem.
31 Que es acompañado por una crítica a la formulación de la noción de hibridación en
García Canclini por oscurecer las historias locales. (Z. Palermo, op. cit., pp. 134-135.)
32 Ibid., p. 173.
Sandra Carli • 331

en escenarios interculturales, constituyen un aporte teórico que alienta


la discusión sobre el trabajo intelectual en los países andinos, pero que
permite problem atizar todo lugar de enunciación desde lugares peri­
féricos33 e identificar los movimientos del pensar entre tradiciones,
lenguas y disciplinas. Sin embargo, abre también el debate acerca
del estatuto de lo común en la producción de conocimiento (qué es lo
propio-común en un mundo globalizado) y sobre la batalla cultural
que se plantea siempre en el terreno de la hegemonía y que excede
las fronteras de una enunciación localizada en una comunidad, grupo
o región.

Los estudios culturales: la globalización académica


y su impacto en el terreno universitario

La perspectiva de los estudios culturales resulta de interés para nuestro


tema, no sólo en tanto ha planteado nuevos enfoques acerca del cono­
cimiento a partir de la ampliación de la idea de texto, de un pensar por
fuera de las disciplinas, de la modulación de nuevos objetos de inves­
tigación vinculados con el campo de la cultura, etcétera, sino porque
en su seno — y en particular en el caso de América Latina— se han
producido en los últimos años una serie de debates acerca del propio
derrotero de este campo de conocimiento. Los debates en curso in­
terpretan los diversos procesos atravesados por los cultural studies en
Europa y Estados Unidos y los estudios culturales en América Latina,
caracterizados en el prim er caso por la combinación entre exigencias
institucionales y proyectos intelectuales y en el segundo por la cen-
tralidad de los proyectos intelectuales y el protagonismo de ciertos

33 W. Mignolo, formula nuevas preguntas para guiar los proyectos intelectuales


futuros en el escenario latinoamericano: “¿Cuáles son los problemas y asuntos que
exigen nuestra atención, que nos llaman, que nos invaden el cuerpo?, ¿qué tipo de
conocimiento/comprensión nos exige la historia, la docencia y las genealogías inte­
lectuales en las que deseamos inscribimos?, ¿desde qué perspectiva (disciplinaria,
étnica, genérica, sexual, nacional, etcétera) produciremos conocimiento y compren­
sión? (Ibid., p. 413.)
332 • Conocim iento y Universidad en el escenario global

autores.34 Varios autores ensayan una especie de balance en el que


destacan cierto particularismo predominante en los productos y una
heterogénea calidad crítica y estética de los mismos.
El concepto de globalización académica que acuñó Nelly Richards,
condensa un diagnóstico sobre el proceso recorrido por los estudios cultu­
rales y en particular sobre el impacto del escenario global sobre la pro­
ducción, de conocimiento. Nos interesa recuperarlo aquí en tanto da
un paso más respecto de la atención feminista en la diferencia sexual
en el terreno del conocimiento y de la preocupación poscolonial sobre las
dimensiones geopolíticas en el terreno del saber, al ubicar el escenario
global en el que todas las prácticas intelectuales se desarrollan y que
imponen relaciones complejas con lo local.
La autora sostiene que:

[...] el dispositivo de la globalización también atañe a la produc­


ción de saberes y teorías, ya que entre sus agentes figura una red
transnacional de universidades e instituciones del conocimiento
que administra recursos para la circulación de las ideas a la vez que
programa las agendas de debate intelectual. Los territorios de lo
universitario y de lo académico son uno de los sitios marcados por
la división entre lo global y lo local, la especificidad de los campos
de producción intelectual y las articulaciones contextúales de sus
dinámicas de pensamiento.35

Con especial atención al impacto de la academia americana en tanto


poder representacional y codificador de lo latinoamericano en la trama
de los estudios culturales, la autora sugiere prestar atención a la relación
entre localidades geoculturales (Estados Unidos, América Latina),
localizaciones institucionales (la academia norteamericana, el campo

34 W. Mignolo, “Los estudios culturales: geopolítica del conocimiento y exigen-


cias/necesidades institucionales”, en Revista Iberoamericana, vol. LXIX, núm. 203,
abril-junio, 2003.
35 Nelly Richards, “Globalización académica, estudios culturales y critica latinoa­
mericana”, en Daniel Mato, Cultura, política y sociedad. Perspectivas latinoamerica­
nas. Buenos Aires, CLACSO, 2005.
Sandra Carli • 333

intelectual de la semiperiferia) y situaciones de discursos (hablar “desde”,


“sobre”, “cómo”, etcétera):

El manejo necesariamente localizado de las operaciones que de­


manda el conocimiento-en-situación de los estudios culturales,
tal como Hall los concibe, supondría la microdiferenciación de
las especificidades de contextos de lo latinoamericano a través del
detalle práctico de cómo se trama la relación —material y contin­
gente— entre discursos, sujetos, prácticas e instituciones, en cada
sitio de intervención.36

En el análisis de las operaciones del conocimiento — en situa­


ción— que reclama Richards, se reconoce un desplazamiento hacia la
dimensión de fabricación del conocimiento, que puede vincularse con
el énfasis en la apropiación (García Canclini) o en las operaciones de
los usuarios (De Certau) de los estudios sobre el consumo cultural.
Si bien Richards defiende el papel desempeñado por los estudios
culturales en el terreno académico, en tanto favorecieron la demo­
cratización del conocimiento, la pluralización de las fronteras de la
autoridad académ ica y el ingreso universitario de nuevos saberes,
oponiéndose “contra el modelo de trascendencia filosófica de la uni­
versidad moderna” y repolitizando la cuestión del saber, reconoce en
este mismo campo un proceso de burocratización del conocimiento
y de reproducción del m apa de la globalización. Ningún campo de
estudios — podríamos decir que tampoco el campo de los estudios
feministas o de los estudios poscoloniales— podría sustraerse al atra-
vesamiento de la globalización académica que impone diferencias y
desigualdades en la producción y circulación del conocimiento entre
países centrales y periféricos, pero también en los propios sistemas
de universitarios nacionales.
D efendiendo tam bién una práctica fronteriza de la escritura,
Richards sugiere evitar el refugio academicista a partir de pensar los
bordes de intervención extradisciplinarios. Pero plantea una crítica al
“modelo de hibridación del conocimiento” que acompañó el proceso

36 Idem.
334 • Conocim iento y Universidad en el escenario global

de transdisciplinarización de los estudios culturales, postulando “rein­


troducir las dimensiones trágicas, contestarlas y utópicas del pensar” y
“una palabra densa y tensa” en el terreno de la crítica.37 En este sentido
se estaría admitiendo cierta neutralidad valorativa en el proceso de
hibridación del conocimiento en el reclamo de una mayor densidad y
politicidad del pensamiento y la palabra intelectual.
La perspectiva de Richard, que combina el balance crítico de la
trayectoria de un campo y una lectura contextual e histórica, repone
en el debate sobre el conocimiento la situación de América Latina en
el terreno académico pero también la particular tensión entre teoría*;
política e instituciones en escenarios caracterizados por la inestabilidad,'
la conflictividad y la emergencia de problemáticas sociales. El papel
de los intelectuales se plantea entonces desde un lugar complejo, que
tendría que ver en América Latina con “la mayor porosidad de fronteras
y movilidad de tránsitos entre la universidad y sus afueras”.38
En tanto los estudios culturales en América Latina tuvieron su expe­
riencia propia en el terreno del conocimiento (tanto institucional como
intelectual), ofrecen una perspectiva que, a la vez que agudiza la mirada
sobre la cuestión de la hegemonía y del poder en el terreno de las polí­
ticas del conocimiento, reivindica la perspectiva y la ampliación de los
objetos de conocimiento encamados en los contextos culturales de una
época. La dimensión del poder queda en primer plano en la reflexión de
Richards, danto cuenta del atravesamiento de desigualdades y jerarquías
de diverso tipo en el terreno académico pero también de la penetración en
el debate intelectual de las problemáticas latinoamericanas.

37 N. Richards, “El conflicto entre las disciplinas”, en Revista Iberoamericana, voL


l x ix ,núm. 203, abril-junio de 2003, pp. 445-446.
38 Ibid., p. 445. Algunos autores apelarán a la metáfora del “intelectual anfibio”
como aquel que “desarrolla la capacidad de habitar y recorrer varios mundos, ge­
nerando así vínculos múltiples, solidaridades y cruces entre realidades diferentes”.
(Svampa Maristella, “¿Hacia un nuevo modelo intelectual?”, en Revista Ñ. Buenos
Aires, 2007, p. 42); otros abogarán por una ciudadanía cultural crítica (Dominick la
Capra, ¿La universidad en ruinas?, en Pensamiento de los Confines, núm.10. Buenos
Aires, diciembre de 2006, p. 327.)
Sandra Carli • 335

Algunos reflexiones finales

Después de este recorrido nos interesa cerrar esta exposición con algunas
preguntas e inquietudes:

1) L a coincidencia del pensam iento fem inista, de los estudios


poscoloniales y de los estudios culturales en la defensa de un
conocimiento perspectivo, reedita con otros lenguajes lo mejor
del gesto nietzscheano y suspende la tentación totalizante con
que cada nuevo campo de conocimiento pretende colonizar el
mundo y en particular los ámbitos universitarios. Sin embargo,
las derivaciones en el tiempo de ciertos enfoques expresan que la
defensa de una perspectiva puede devenir en nuevos esencia-
lismos y disputas por imponer una verdad que ha olvidado sus
“comienzos históricos”. El reconocimiento del punto de vista, de
la propia genealogía y de la dimensión de la experiencia, trazan
una perspectiva que debe poder dialogar y comunicarse con otras
para mantener la dimensiónplástica del trabajointelectualy más pre­
cisamente la libertad intelectual. Pero también para promover el
debate público sobre el conocimiento como arena política para
favorecer, no la guerra de religiones, sino mayores intercambios y
polémicas y la puesta en común de diversas maneras de interpretar
las problemáticas contemporáneas en ámbitos universitarios cada
vez más segmentados desde el punto de vista académico.
2) El reconocimiento de la existencia de una forma de pensamiento
híbrido que hace juego a su vez con las características híbridas
de la cultura contemporánea, ofrece aristas polémicas. Una de
ellas se refiere a la enseñanza universitaria. El contacto con una
historia del conocimiento, aun en el marco de un relato parcial
y no universal, es un derecho del estudiante que desembarca en
las aulas universitarias después de un siglo de desarrollos de las
disciplinas, de pensamientos posdisciplinarios, de epistemologías
y teorías, para com prender las propias condiciones de produc­
ción de distintos campos de conocimiento. Pero también es un
deber del profesor que la transmisión universitaria no devenga
en un refugio erudito demasiado atado a la propia experiencia
336 • Conocimiento y Universidad en el escenario global

y poco atento a la experiencia de las nuevas generaciones. Si se


ofrecen pocas señales a través de la enseñanza y de la transmisión
en sentido amplio, para orientarse en procesos harto complejos y
densos (cuestión que excede las preocupaciones de la didáctica
universitaria), se corre el riesgo del encierro de lo teórico.39 Es
en el nivel de la intersubjetividad (relación con los otros, con la
realidad, etcétera) que el pensamiento híbrido puede encamarse y ■
apasionarse y en el que la narración y el relato asumen un papel;
central en la enseñanza.
3) Por último, la reflexión que estas corrientes plantean respecto de l
quién habla, cómo y desde qué lugar en el terreno del conoci- •
miento, no sólo permiten desmontar un universalismo abstracto
y deslocalizado recuperando la dimensión de la experiencia (de
género, colonial, universitaria, académica, política, etcétera), sino
que sitúan algo del orden de la decisión. El instrumental teórico
que la crítica feminista y cultural ha ofrecido para el análisis de
los textos y de la actividad del pensamiento, revierte sobre otro re­
gistro que es el que compete a las decisiones político-intelectuales
y que se vincula con la relación entre conocimiento y conciencia,
tal como ha destacado Bleichmar.40 A quién le escribo, cuáles son
las referencias a las que quiero otorgar visibilidad, qué problemas
interesa plantear, cuál es el horizonte de mi intervención crítica,
con quiénes dialogo, con quiénes construyo una perspectiva co­
mún, cómo me comunico; preguntas que permiten indagar la di­
rección del trabajo intelectual en escenarios universitarios a la
vez localizados y globalizados. ;

39 H. Bahbha, “El compromiso con la teoría”, en op. cit., p. 51.


40 Como ha destacado Silvia Bleichmar, “el descubrimiento psicoanalítico no con­
siste en haber reemplazado la intencionalidad de la conciencia por la intencionalidad
del inconsciente, ya que la única que puede ser intencional es la conciencia, conciencia
intencional, conciencia reflexiva, todo lo que conocemos sobre eso”. (S. Bleichmar,
“Inteligencia y simbolización: una perspectiva psicoanalítica”, en Actualidad Psico­
lógica, año xxxn. núm. 357, octubre de 2007, p. 4.) La conciencia, diríamos, como
lugar de toma de decisiones en el terreno del conocimiento que se expresan entre otros
espacios, en la escritura.

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