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AORN q Henry Ford y la magica soja Todo puede esperarse del genio si lo impulsa el entusiasmo Por Robert Strother ‘ACE UNos 30 afios fui invitado H junto con otros seis periodistas de Detroit, a un almuerzo en Dear- born. Nuestro anfitrién era Henry Ford. Condensado de “Quest” Sirvieron el almuerzo en el co- medor revestido con paneles de pi- no contiguo al laboratorio de inge- nierfa del sefior Ford. A. los 71 afios, el anciano magnate de la in- 68 SELECCIONES DEL READER'S DIGEST _dustria automovilistica, atin vigoro- so y vivo de genio, sostenfa sus con- vicciones con firmeza. En cuanto tomamos asiento puso frente a ca- da uno de nosotros lo que a la sa- zén era su tema favorito: la soja. El fruto de esta leguminosa, pa- recido al frijol, ha*sido desde hace miles de afios fuente de proteinas en la alimentacién de los pueblos asidticos, aunque por aquel. enton- ces era poco conocido en otros: pai- ses. La Secretaria de Agricultura de los Estados Unidos estaba tra- tando de cultivar variedades apro- piadas a las condiciones del pais, mas el objetivo principal que se perseguia con la soja era que sir- viera como planta forrajera o ferti- lizante. Henry Ford se proponia, en cam- bio, hacer de la soja fuente princi- pal de materias primas para la in- dustria, “Hoy ya no nos hacen fal- ta plantas que sirvan de forraje pa- ra las bestias de tiro; lo que necesi- tamos es cultivar plantas que pro- porcionen materiales basicos para las f4bricas”, nos dijo cuando em- pezdbamos a paladear recclosamen- te las primeras cucharadas de una sopa de soja. En las investigaciones que le Ile- varon a ver en la soja una materia prima para la industria habia em- pleado nuestro anfitrién sus carac- teristicos procedimientos indirectos. Siendo de parecer que las ensefian- zas del aula predisponen a la rutina mental, Ford desconfiaba de los ex- pertos que no se hubiesen formado en sus propios laboratorios. En con- Junio secuencia, para dirigir Jas investiga- ciones encaminadas a determinar cuales productos agricolas podrian emplearse en las fabricas, designé a un brillante alumno de la Escuela Industrial Ford, ajeno a toda idea preconcebida en lo tocante a la agri- cultura y a la quimica. Conforme a las instrucciones que le impartie- ron, el joven investigador debia en- sayarlo todo, de la misma manera como Tomas Edison (el fdolo de Henry Ford) habia procedido al cortar y probar miles de diversos materiales hasta encontrar el fila- mento para su ld4mpara incandes- cente. El método dio dptimos resulta- dos. En un laboratorio construfdo con asombrosa celeridad en el vi- llorrio de Greenfield, 30 entusiastas jovenes experimentaron en prensas y en retortas con toda clase de plan- tas, tanto comunes como exéticas, enviadas de diferentes paises por los agentes de Ford. El haba de so- ja —por lo rica en un aceite de mil- tiples aplicaciones, por su gran con- tenido de proteinas y por su bagazo, aprovechable de muchas maneras— resulté la mds a propésito para el fin que se buscaba. Henry Ford Ilevaba gastados 1.250.000 délares en perfeccionar un plastico de soja que empleaba en la fabricacién de mangos para la palanca de velocidades, pedales de acelerador, embragues y botones de claxon para sus automéviles. Con Ja mira de animar a los agriculto- res a que cultivasen la soja, exhibid en la exposicién Cien Afios de Pro- 4962 HENRY FORD Y LA MAGICA SO]A 69 greso, que se efectué en Chicago, una pequefa fabrica para mostrar los usos ‘de la planta. Ademis, cul- tivaba la soja en su propia granja y exigia que los jefes de la Ford la cultivasen en las suyas. El almuerzo a que nos habja in- vitado se compuso de 16 platos di- versos, todos preparados con la ma- gica leguminosa: empezé con habas de soja saladas y termind con hela- dos y galletas de lo mismo. Hubo para beber “leche” y “chocolate”, y hasta “café”, que era una infusién de habas de soja tostadas y molidas. Con harina de la misma planta hi bian hecho pan que tenfa la ventaja de conservarse fresco durante nueve dias, segdn afirmé nuestro anfitrién en tanto que bajo la penetrante mi- rada de sus ojos azules consumia- mos cortésmente la extrafia comida. Aun cuando los jefes de la Ford parecfan hallar muy apetitosas las viandas, nada de lo que comimos aquel dia nos hizo vislumbrar si- quicra que la soja llegaria a consti- tuir un ingrediente bdsico en tan- tos productos alimenticios, algunos realmente exquisitos, Sin embargo, estuvimos de acuerdo en que po- drfa ser un buen alimento para el ganado o servir como elemento pri- mario para la industria. Concluida la sobremesa pasamos al espacioso laboratorio del sefior Ford, que recorrimos guiados por él. Caminaba éste con paso firme, a estilo de los indios. Calzaba za- patos de anticuado estilo que encar- gaba a un zapatero que él mismo habfa instalado en una tienda de antigtiedades. En la barra horizon- tal podia Ford izarse cinco veces se- guidas, sin tomar resuello, hasta to- carla con la barbilla. Segin sa- bfamos varios de nosotros por expe- riencia anterior, le agradaba desa- fiar a los periodistas, sobre todo si eran obesos, a competir con él en carreras de 45 metros. Mientras recorriamos el laborat. tio nos hablaba de su tema predi- lecto: la soja. Acababa de decirnos que el aceite de soja entra en la preparacién de pinturas y barnices muy durables, cuando, como si obe- deciese a repentino impulso, tomé de una caja con tapa de vidrio que colgaba de la pared, la roja hachue- la para caso de incendio, y descar- go recio golpe de plano contra la cubierta trasera de un flamante cu- pé Ford. Oimos un retumbo y la hachuela reboté con tal fuerza que hizo tambalear ligeramente al an- ciano, pero la cubierta del coche, que era fabricada de soja, segtin se- fial6 Henry Ford vivamente, no mostraba la mas leve huella. —He hecho esto para demostrar- les lo que estaba diciendo —comen- t6 sonriendo el sefior Ford—. Bien valdrd que anoten ahi —afiadié se- flalando a la libreta de apuntes de uno de nosotros— que la soja es la planta mds Util de cuantas se han introducido en este pais. Aumenta- r4 en millones de dolares el ingre- so de los agricultores, mejorara sus tierras, proporcionard a la industria materiales para la fabricacién de objetos necesarios de los que hoy no tenemos la menor nocion. amen 70 SELECCIONES DEL READER'S DIGEST El rey de la industria del automd- vil, propenso a hacer predicciones precipitadas, a menudo se habia equivocado de medio a medio en su papel de profeta, mas en aquella ocasién no pudo estar més acertado. El haba de soja es actualmente una de las principales materias pri- mas de las margarinas y aceites co- mestibles; entra en la preparacidn de adhesivos, revestimientos y en- coladuras; en aditivos para lubri- cantes; en barnices y esmaltes, y en ciertos plasticos; se emplea como re- sina industrial y como agente para densificar las modernas pinturas pa- ra cielo raso que no se escurren. Para 1941 ya se utilizaba mayor cantidad de soja para fines indus- triales que como alimento para el ganado, En 1959 su cultivo ocupa- ba el quinto lugar en la produccién agricola de los Estados Unidos, con un rendimiento de 190 millones de hectolitros. Mas todo esto no es sino parte del desarrollo de la quimica agrico- la, de la que Ford fue precursor. De acuerdo con sus predicciones hoy se cultiva una gran variedad de productos para uso industrial. “Cuando utilizamos recursos mine- rales estamos viviendo de nuestro capital”, decia; “jamds los podre- mos recuperar. En cambio, los pro- ductos agricolas se renuevan, y su aprovechamiento crea riquezas pa- ra todos”. El dltimo episodio del anciano magnate relacionado con la soja tu- vo caracteres irénicos. Fue en Wil- low Run, un dia de abril de 1941, en que con un afirmativo movi- miento de cabeza, apenas percepti- ble, dio la orden para que las nive- ladoras arrasaran un plantfo de so- ja. A los 10 meses de esto, se alzaba alli la fbrica de aviones mayor del mundo, de la cual Ilegé a salir, du- rante la época de mayor actividad de la guerra, un bombardero por hora. En los libros de historia figura Henry Ford como el precursor de la técnica de fabricacién en serie, Apenas se menciona en ellos el pa- pel que desempefié en el fomento de la agricultura con fines indus- triales. Sin embargo, pese a sus grandes aportaciones al progreso, acaso le hubiera complacido por en- cima de todo el reconocimiento de que le cupo a él demostrar la magia industrial que encierra la soja. Ultimo consuelo Uw rico comerciante, estando al borde de la muerte, mandé lla- mar al chofer que le haba servido fielmente —Voy a emprender un largo y penoso or muchos afios. je —dijo el moribun- do— peor que todos los que he hecho contigo al volante. —Menos mal —dijo por consolarlo el chofer— que el viaje esta vez ser4 todo cuesta abajo.

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