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fea que Una ciudad vive, e crear expacios we se vean petfedo para que se tenga todo en eqitivrio, of Gea un espacio gra 10s Peatonet, pero en Os Utimos anos como 1h automa BB el sistema principal de Movitinacion y Gto ha je gence ENG vide peatonal, ya que ot genera mayor querte- OY Si ce Piede que la yente vaya caminacde por vereded ation, ta mole vitvay hace qe ciudad ce ved afectde, Na pewica 9 to scciowwhurar Y eH elo SeAPArELED IE Pero, Tiempo 6 confianza ce tom a autores diarios como vitores, Btectores | sin ningin tipo de cesigquenso tol se los costa como actoces meng es Beery IES pets0nan vem Yeniends més confianra entces BE confiania Muchas veces \a persor Y 0M lor alrededores vc preFicten menor interoe ° fF on morgen mas ptivede wna otmosfera Unido. esto se ver €\ libro PMH 10s Angeles al sex ccpacios } esto cree t eM 109 civdades. algo, el ballet no se detiene, pero el efecto general és pacifico y la ‘nica general incluso relajada. La gente que conozca bien este tipo de calles animadas de la ciudad sabré lo que es. Me temo que la {gente que no lo sepa se hard siempre una idea equivocada, como los viejos grabados de los rinocerontes que se hacian a partir de las descripciones de los viajeros de los rinocerontes. En Hudson Street, al igual que en el North End de Boston 0 ‘en cualquier otra animada vecindad de una gran capital, ninguno de los vecinos somos mas competentes por nacimiento para con- servar la seguridad en nuestrasaceras que todas esas personas que intentan sobrevivir en medio de las hostiles treguas interterrito- riales de las ciudades ciegas. Somos los afortunados poseedores de tun orden urbano que nos hace relativamente ficil mantener la paz porque hay muchos ojos en la calle. Pero el orden como tal no es simple, ni lo son la enorme cantidad de sus componentes. La ma- yoria de esos componentes se especializan en uno wotro cometido. Se unen en un efecto conjunto sobrela acera, que no estéen lo mis ‘minimo especializada En esto reside su fuerza, oy 03 Usos de las aceras: contacto 0s reformadores evan tempo observando a las gentes de unt tudad deambular por esquinas concurrids, paar el rato en pastelerias y bares, beberreftescos en las barras de estos y han emi- tido un jucio, cuyo argumento es: «Esto es deplorable! ;Si estas personas tuvieran hogares decentes y un espacio privado junto a su cas no estarian en la calle ste juicio supone que no se ha entendido absolutamente nada delo que es una ciudad, Es como iraun banquete conmemorative en un hotel yconcluir que: «i todas estas personas tuviesen esposas ‘que supieran cocina darian la fiesta en su casa». Lo importante del banquete conmemorativ y de a vida social ddelasaceras de una aglomeracion urbana esjustamente que son pi- blicos. Reinena gente que no se relacioa de wna forma intima y pri vada y que, en la mayoria de los caso, no pretende llegar a hacerlo. Nadie tiene su casa abiera en una gran ciudad, Nadie quiere hacerlo, Sin embargo, significant entre las personas se reducen a amistades adecuadas para la vida privada, las ciudades acabarian totalmente embruteci- das, Las cludades estn llenas de gents con las que, desde el punto de vista de ustedes, del mio del de cualquiera, es til y divertido «stablecer un determinado grado de contacto, pero con las que no se quiere estar a partir un pin. ¥ ellastampoco quieren partirlo contigo. Alhablar de leiden lasaceras de una ciudad, dijo nece- sario que era que, en la mente de cada par de ojos presentes hubiera ‘una conviceidn casinconsciente que lacalleen generale apoyaria cuando se presenta una ocasin para ello: es decir, cuando un cu dadano ha de escoger, por ejemplo, si asume u obvia su responsa- bilidad ala hora de combatir la barbarie y proteger alos extraios, 8 Esta conviccin tiene un nombre: confianza. La Gon ina calle se hace con el tiempo a partir de muchos y muy ligeros con- ‘actos piblicos en sus aceras. Sale de las personas que se paran en, tun bar para beber una cerveza, als que el tendero aconseja y que aconsejan al quiosquero de la esquina, confrontan opiniones con Jos otros clientes dela panaderia y saludan a los dos chavales que bbeben limonada en el portal y miran a las nis esperando la hora, de cena, setmonean a los nis, reciben una oferta de empleo del ferretero y toman prestado un déar del camarero, admiran al bebé recién nacido y lamentan lo viejo que esté el abrigo de otro. Las costumbres varia: en algunas vecindades la gente compara los p- ros; en otras los caseros La mayoria de esto es ostensblemente trivial, pero su suma no les en absolut. La suma de todos estos contacias casuals y pic bcos en un nivel loca, la mayoria de ellos fortuitos, la mayoria, propiciados por recados que la gente hace para si misma, no por tencargo, es un sentimienio de identidad publica dele gente, una red de respeto piblico y de confianza, yun recurso en los momien- tos de necesidad personal o vecinal.Lavausencia de esta eonfanza sun dessstre para las calles de una ciudad. Sw eultivo no puede Insttucionalizarse.Y, por encima de todo, no implica ningin com promiso privado He podido aprecar la gran diferencia entre que haya 0 no haya, esta conianza pbc y casual en los das lados de una misma ancha «alle situada en el Eat Harlem, habitada por vecinos més o menos, de a misma raza y del mismo nivel de ingresos, Enellado dela calle ‘contigua al sector viejo de la ciudad, totalmente leno de estableci- ‘mientos pablices y con Su acera siempre concurtida én ésa forma tan deplorada por los utopstas preocupados por el ocioajeno, los, nis estaban perfectamente controlados. Al otro lado dela calle, la parte urbanizada los nis, que tenian una boca de riego junto a ‘dea de juegos, se comportaban vandilicamente,inundando las casas através de sus ventanas abiertas,regando a los adultos que transtaban inadvertidamente por aquella parte dela calle, y tam- bien alos coches que pasaban. Nadie se atrevia a detenerlos. Eran nilos andnimos, de identidad desconocida, ,Y silos regafabas 0 los detenias? Quien te respaldara en ese Terrtorio ciego? 2¥ sien lugar de ello, se vengaban? Mejor no meterse, Las calles imperso- rales hacen gente andnima; nose trata aqui de cualidadesestticas “ tl de efectos emocionales misticos a escala arquitectOnica. Se trata las funciones reales y tangibles que tienen esas aceras,y, por consi {gulente, dela manera como la gent [as utiliza en la vida cotidiana. ‘La vida publica y casual de una acera est en estrecha relacion on otros uposide vida publica, de los que mencionaré uno, sdloa titulo ilustrative, aunque su variedad es infinita Losurbanistas—y también algunos trabsjadores sciales— spo= fieh que las asociaciones urbanas de carécter formal surgen direc- tamente del anuncio de unas reuniones, de la presencia de lugares de reunién y dela existencia de problemas de obvio interés publi= ‘0, Es posible que sea as en la érea residenciales yen lascudades de provincia, Pero no lo es, desde luego, en las grandes ciudades. ’Para que en las capitales surjan formas de organizacién publica es necesario que por debajo de ellas se desarrolle una intensa vida publica informal que medie entre ellas y la privacidad de la gente de la ciudad. Podemos hacernos una idea de lo que sucede en la ‘ealidad sicontrastamos, de nuevo, un drea urbana con aceras ani madas y concurridas y un érea urbana que carezca de éstas, segin cl informe de un investigador social que estudiaba los problemas de las escuelas pablicas en un sector dela ciudad de Nueva York: reguntamos al St. W.—director de una escuela elemental — por los efectos que ha tenido sobre la escuela la construccin de Jas}. Houses ya desaparicin dela vija comunidad que rodeaba lesa, Dijo que ls efector haban sido muchos yla mayoria de ellos negativos. Mencioné que la nueva urbanizacin baba des ‘ruido completamente numeross instituciones de soclalizacin. a stméstera que ahora se respira en estas nuevas Vviendas es diferente dea slegria que animaba las calles dela vecindad antes ‘que se construyran esos blogues. Aiadié que, en general, habia ‘menos gente ena clle porque habla menos lugares pra reunir se Antes de que se construyeran los nuevos bloques de vilendas Ja Asociacin de Padres era una organizacién muy sélida, pero _que ahora tenia pocos miembros actives. I Se. W-se equivocaba s6lo en una cosa, No habia menos lugares de reunin que anies (0, en cualquier caso, menos espacio), si conta- ‘mos los lugares deliberadamente planificados para la socializacion ‘constructiva, Por supuesto en la urbanizacién ya no habia bares, tiendas de caramelos, bodegas ni restaurantes. Pero el conjunto as ‘en cuestién contaba con un modélco complemento de salas de reuniones espacios de artesania y juegos, ancos al aie libre, ala- rmedas, etc, capaz de regocijar incluso el corazin de los partidarios dela Ciudad Jari ‘Por qué estos lugares estin muertos einutlizados sino se in- vierten ingentes esfuerzosy sumas para atraer aos usuarios ydes- ‘pués para mantener el contro sobre estos usuarios? Que servicios prestan las aerasy sus estabecimientos y no ls higares de reu- nidn planeados? z¥ por qué? sCémo segura luna acer piblica’é {formal una vida pblics mucho ms formal eorganizada? Para comprender estos problemas —es decir, para comprender las diferencias exstentes entre beberse una limonada junto al por- tal de casa oen un salon de juegos, por qué es distnto recibie un conse del tendero o del camarero que recibrlo del vecino de des- cansillo o de una seforafuncionaria que puede estar conchabada con el casero—, hay que hablar del atnto dé a Intimidad urbana, a intimidad es algo muy preciado en una capital. Es indispen- sable. Es posible que sea apreciada e indispensable en todas partes, ‘pero en muchos lgares no puede conseguirse. En los asentamien- tos pequetios todo el mundo conoce tus asuntos. i la cada no todos, slo aquellos alos que elijs contrseos sarin tanto sobre Ii Este es uno de los atebutos de las cludades grandes que més valora la mayorla de sus moradores ricos © humildes, blancs © de color, viejs vecinoso reciénlegados; es un regalo de a vida en tuna gran ciudad muy querido y muy celosameate conservado. a literatura urbanistica y arquitectonic trata el problema de Ja intimidad en términos de ventanas, panorimica, trayecorias suales, La idea es que si nadie puede cotillear el interior de la vivienda se mantiene la privacidad, Esto es una simpleza. Lograr {ntimidad ante una ventana e lo mis facil del mundo. No hay mas aque echar los vsills ocerrr las persanas. Sin embargo la priva- cidade limitar el conocimiento de tus asuntos privados& slo los escogidos para ello y la privacidad de tener un control razonable sobre quién y cuindo ocupa tu tiempo son artculos realmente es- «casos en este mundo yl orentacin y dsposicia de as ventanas no tiene absolutamente nada que ver con ell, En Up from Puerio Rico laantropélogs Elena Palla al desc bir la vida portorriquefia en un barcio pobre y miserable de Nueva 86 York, nos relata cudnto saben nos de otros —quién es de con- fianza y quién no, quién desafa la ley, quién la respeta, quiénes son competentesy estén bien informados, quignes son ignorantes ce incapaces-— y cimo estas cosas se saben por las acerasy us cO- :mercios. Son asuntos de caricter pico Pero nos dice igualmente lcuidado con el que se seleccionan las personas invitadas tomar tun café en la cocina, cuan fuertes son los lazs con ellos, el muy limitado nimero de confidentes autgnticos de una persona, los que comparten la vida los asuntos privados de esa persona. Nos dice que no es digno que alguien sepa todos tus asuntos. Si es digno cotillear de otros mis alla dela cara que ests presentan en publi- 0, Eneste sentido, las gentes que nos describe son esencialmente Jules alas que viven en mi calle, procedentes de muchos pases y ;perfectamente americanizadas, son también esencialmente iuales «sas personas que viven en apartamentos de alquiler muy alto 0 cen as mejores casas dela ciudad, ‘Una vecindad en armonialogra un milagroso equiibrio entre la decisibn de sus moradores de conservar su intimiad y su simulté- neo deseo de establecer diversos rads de contacto, esparcimiento y ayuda con los vecinos. Este equilibrio se compone principalmente de infinidad de pequefios detalles aministrados con sensibilidad, practicados y aceptados tan espontaneamente que habitualmente se pasan por alto. Quiz’ se explique mucho mejor este sul e indispensable equ brio ustrindolo con la costumbre, extenddisima en Nueva York, de dejar las laves del piso en una tienda cuando vienen amigos de vi- sita. En nuestra familia, po ejemplo, cuando un amigo precisa utilizar Jacasa mientras nosotros estamos de finde semana, oen caso de que ppasemos fuera todo el dia, ono queremos que nos espere,decimos a «ste amigo que puede recogerl lave en la mantequeria de enfrente. El ‘duet de ls tienda, oe Cornacchia, tiene muchas veces una docena ‘omis de aves al mismo tiempo, Tiene un cajén especial para elas {Por qué hemos escogido todos nosotros a Joe como el custo~ Alo legico de nuestras Haves? Porque tenemos confianza en él, en primer lugar en tanto custodio responsable, pero también porque sabemos que combina su buena voluntad con una actitud de no hacerse personalmiente responsable de nuestros asuntos privados. Joe considera que no leincumbe en absolto la cuestién de a qué personas dejamos entrar en casa y por qué ‘Ala vucta dea esquina la gente deja slaves en a futeria his, pana, Frente a la manzana de Joe, la gente las deja en la tienda de caramelos. Los vecinos de un poco mas abajo han escogido al dduefio de la cafeteria y, la vuelta de esa manzana, una barbera, Doblando la esquina de dos modernas colonias de chalecitos en, cl Upper East Side, la gente deja su laves en una carniceriay una libreria; en otra esquina, en la lavanderia, En el decadente East Harlem, las laves se dejan al menos en una floistera,en panade ras, restaurantes ¢ ultramarinos italianos hispanes ‘Lo importante noes la clase de servicio que los establecimien- tos tiendas prestan, sino el cardcter de su propietari. Es imposible formalizar estos servicios. Idenificaciones, pre sguntas,seguros contra deslices..Insitucionalizalos transgredirla ellimiteesencial entre el servicio pablic ylaintimidad. Nadieen sus cabales dejaria su llave en un sitio semejante. El servicio ha de prestarse como un favor, y quien lo presta ha de ser una perso za con una s6lida comprension de la diferencia existete entre las llaves de una familia y la vida privada de esa misma familia; 0 no prestarseen absoluto. © consideremos la linea trazada por el Sr. Jaffe en la confitria cercana a nuestra esquina; una linea tan perfectamente compren- dida por sus clientes y otros tenderos que pueden pasarse toda la vida deante de ella sin erla ni serconscientes de ella. Una mana de un dia cualquiera del pasado invierno, el Sr. Jaffe —cuyo nom bre comercial es Bernie~ y su esposa —cuyo nombre comercial es Ann observaron atentamente a unos cuantos nfios pequetios ‘ruzar la esquina en direccidn a la Escuela Piblica 41, cosa que Bernie hace siempre porque sabe que es necesari; dejaron un pa: raguasa una cliente y prestaron un délar a otra; se hicieron cargo de dos Haves; guardaron unos paguetes de unos vecinos que esta- ban de visi; sermonearona dos mozalbetes que pedian cigarilo; dieron drecciones de calles; se encargaron de leva al relojero de Ja esquina, cuando abriese, un relojaveriado; informaron sobre el Importedelosalquilees a alguien que buscaba piso; escucharon pa (son palabras suyas), me dijo que estaba trabajan- ‘do para remediar es stuacin Preside un comité encargado de re-

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