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14 LA MANO Y SU LENGUAJE

cido por la medicina moderna; pero estas excepciones sólo acen-


túan la general indiferencia de los médicos frente a las indica-
ciones que la mano del paciente puede ofrecerles. Si se admite
— como se hace — que el funcionamiento anormal de la glándula
pituitaria puede ser descubierto en la mano, que el mogolismo
coincide con una estructura inconfundible de la mano; que a las
psicosis acompañan unos gestos típicos y coloración azulada; que
el agarrotamiento de los dedos y las uñas abombadas (en forma
de cristal de reloj) se enlazan con ciertas enfermedades circulato-
rias y pulmonares, de todo ello debe deducirse que la mano está
profundamente enlazada con otras partes del cuerpo, así como
con la mente. Sin embargo, éste es un hecho que la medicina
moderna insiste en ignorar.
No siempre ha sido así. En los tiempos antiguos, la mano es-
taba considerada, tanto por los filósofos como por los médicos,
como un órgano destinado a asumir una parte importante en el
diagnóstico. Platón, Anaxágoras y Aristóteles pueden ser men-
cionados entre otros muchos que han dejado luminosas observa-
ciones sobre la importancia de la mano para el conocimiento de
la salud y del temperamento humanos. Estamos acostumbrados
a considerar a estos grandes hombres exclusivamente como filó-
sofos y metafísicos, pero en aquellos días la medicina no consti-
tuía una rama especializada de conocimientos; era sólo una parte
del amplio conjunto de la filosofía natural. Incluso Hipócrates,
cuyas famosas obras se refieren al arte de curar, no era un mé-
dico en el sentido moderno de la palabra. Su tratado Sobre el
aire, el agua y los lugares, que hoy nos parece muy arcaico y te-
ñido de superstición, es una obra primitiva de filosofía científica.
Para nuestro objeto es particularmente importante por su descu-
brimiento de la correlación entre la mano y el pulmón, testimo-
niado por lo que desde entonces se ha venido llamando «el dedo
hipocrático». Otro médico famoso de la antigüedad, Galeno,
destacó, no sólo la importancia fisiológica de la mano como ór-
gano de aprehensión y tacto, sino también como órgano con el
que el hombre desarrolla su inteligencia.
LUGAR DE LA MANO EN LA CIENCIA 15

En los tiempos moderaos, ramas de la ciencia tales como la


histología, la zoología y la anatomía han continuado teniendo en
cuenta la mano en sus investigaciones, y en realidad, de estas
fuentes han salido todos los estudios preparatorios para una psi-
cología de la mano. Pero la psicología, por su parte, ha ignorado
constantemente la mano, temiendo asociarse con los que tienen
fe en las lucubraciones de los charlatanes pseudopsicólogos.
Una dirección más audaz ha sido recientemente iniciada por
dos psiquiatras, E. Kretschmer y A. Friedemann, profesores en
las Universidad de Tubinga y Friburgo, que han estudiado las
correlaciones entre la forma de la mano y las enfermedades
mentales.
Kretschmer (Korperbau und Charakter) estableció que el tipo
pícnico del hombre con predisposición a la psicosis maníacode-
presiva tiene una mano amplia y más bien corta, con dedos ro-
bustos, mientras que el hombre asténico, predispuesto a la psicosis
esquizofrénica, posee una mano larga y fina.
Friedemann limitó sus investigaciones a las manos de los es-
quizofrénicos, y encontró ciertos tipos de manos asociados con
distintas formas de la enfermedad.
Mi contribución personal a la psicología de la mano tiene
sólo dos precedentes, que son la obra del doctor Cari Gustav
Carus y la del doctor N. Vaschide.
Carus era médico particular del rey de Sajonia a mediados
del siglo pasado. Publicó varios libros sobre la significación psi-
cológica del cuerpo y en particular de la mano. Para nuestro pro-
pósito, los más importantes son: Die Simbolik der Menschli-
chen Gestalt y Ueber Grund und Bedeutung der Versehiedenen
Formen der Hand (1848). Alcanzó una reputación internacional
que le llevó a ser miembro de las Academias de San Petersbur-
go, Londres, Filadelfia, Estocolmo, Napoles y Florencia.
Vaschide, que era director adjunto en el Laboratorio de Psi-
cología Patológica de la «École des Hautes Études», dejó sola-
mente un libro, publicado por su mujer dos años después de su
muerte: Essai sur une Psychologie de la Main. Consta, aparte
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de unas páginas sobre su teoría de la imagen motriz, de una ex-


posición general del tema, incluyendo las supersticiones. Murió a
la temprana edad de treinta y siete años, y, por una ironía del
destino, quien había trabajado con tanta actividad para situar la
interpretación de la mano sobre una base científica tuvo su muerte
exactamente anunciada, años antes de que ocurriese, por un de-
cidor ambulante de la buena ventura.
La psicología de la mano es, como la medicina, un arte tanto
como una ciencia y, por consiguiente, la intuición asume una parte
importante en ella. No hay nada sobrenatural en esto. La exis-
tencia y el poder del subconsciente están reconocidos incluso por
los que no aceptan en su totalidad la psicología freudiana, y
nuestro conocimiento de los sueños nos muestra cuan rápida-
mente se realizan los procesos subconscientes del pensamiento y
cuan veloces y sutiles son las asociaciones formadas. La intuición
no es más que el aprovechamiento por el individuo de estos pro-
cesos y asociaciones. Es significativo, como mostraré más tarde,
que las manos de la gente muy intuitiva muestran un predominio
de la zona del subconsciente y la de la imaginación sobre la que
corresponde al pensar consciente y al yo. Poseer intuición en un
grado elevado no es imprescindible para la vida y no a todo el
mundo le está concedida. Los que la poseen en grado elevado son
los grandes artistas, los buenos doctores, los más profundos psi-
cólogos.
El intento de este libro es proponer un método de interpretar
la mano que toda persona cultivada pueda entender. Habría sido
posible exponer este método en un vocabulario de técnica psico-
lógica, pero he creído que la exposición más simple sería la más
valiosa, aunque sea ineludible el uso de ciertos términos que pue-
den no ser familiares al profano. De todos modos, el éxito en la
utilización de este método depende, como ya he dicho, de la po-
sesión de un cierto grado de intuición, de algo que es una gracia
y no fruto del estudio.
La psicología moderna se basa en experimentos y estadísticas
e incluye entre sus objetivos la investigación de los rasgos físicos
LUGAR DE LA MANO EN LA CIENCIA 17

y su correlación con la personalidad. Carus, Vaschide y yo mis-


ma hemos mostrado que la mano contiene un gran número de
tales rasgos que pueden contribuir a interpretar la personalidad.
Por un procedimiento muy simple de obtener huellas de la
mano he recogido una masa considerable de materiales. Uso para
ello la siguiente técnica. Extiendo una pequeña cantidad de vase-
lina o crema grasa sobre la palma y los dedos y oprimo la mano
engrasada contra una delgada hoja de papel fino sobrepuesto a
una almohadilla de goma que tiene una ligera prominencia en el
lugar correspondiente al hueco de la mano. Así se obtiene lo que
puede llamarse una impresión grasa, que para hacerla visible
basta espolvorear con un polvo negro (óxido de cobre). El resul-
tado es una reproducción de las líneas de la mano que no necesita
más que ser fijada como un dibujo al carbón para convertirse
en un testimonio más o menos duradero. He aplicado este proce-
dimiento en diferentes dispensarios, en clínicas y hospitales de
París y Londres, en mi trabajo en el Jardín Zoológico y en con-
sultas privadas.
He elegido principalmente para la investigación las manos de
los afectados por alguna anormalidad psíquica, ya que es un
axioma tradicional en psicología que lo anormal proporciona la
raejor evidencia sobre la naturaleza de lo normal. Trabajé en Pa-
rís con el profesor Wallon y el doctor G. Robín, a cuyas consul-
tas de niños retrasados, nerviosos y difíciles concurrí con regula-
ridad. Mis interpretaciones de las manos de estos niños fueron
hechas naturalmente con independencia de los doctores y sin nin-
guna información previa sobre los pacientes.
Investigué la correlación entre:
l. La mano y la enfermedad.
2. La mano y la constitución psíquica.
3. La mano y el temperamento.
Los doctores compararon mis interpretaciones con sus propios
diagnósticos y los hallaron concordantes en un elevado número
de casos. Los resultados se publicaron en un artículo titulado Los
principios de la Quirología (Encyclopédie Franfaise, v. VIII, «La
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vie mentale», 1938). Además, estudié en un reformatorio de Pa-


rís las manos de cuarenta y cinco muchachos delincuentes que
habían comparecido ante los Tribunales de menores. También aquí
mis hallazgos fueron comparados con los diagnósticos clínicos. Y
durante los últimos cinco años he coleccionado huellas de cerca
de 900 manos de anormales mentales y esquizofrénicos en una
clínica mental, con la intención de establecer correlaciones entre
la mano y los tipos de dichas enfermedades.
A pesar de esto no he prescindido de los normales. He hecho
investigaciones estadísticas de sujetos normales en el departa-
mento psicológico del University College de Londres, de las que
algunos resultados se han publicado en «Carácter y mentalidad
en relación con las huellas de la mano» (British Journal of Me-
dical Psychology, 1941).
Finalmente, se me ocurrió que para comprender al hombre
como individuo era necesario colocarlo en la perspectiva de su
evolución. Esta idea me condujo a estudiar pies y manos de an-
tropoides y monos. Utilizando la misma técnica descrita, obtuve
gran número de huellas. Era la primera vez, que yo sepa, que se
hacía un estudio comparativo de manos simiescas sobre material
vivo. Publiqué dos notas sobre ello en los «Proceedings of the
Royal Zoological Society of London» (1937 y 1938).
A base de estas variadas investigaciones y de una teoría psico-
fisiológica he elaborado un método para interpretar el significado
de la mano.
En la psicología contemporánea pueden distinguirse dos mé-
todos amplios de investigación; uno dirigido más a la compren-
sión de las tendencias constitucionales, otro que tiende con pre-
ferencia hacia la comprensión de las tendencias adquiridas. El
individuo tiene aparentemente dos estratos en su personalidad,
el estrato fundamental o constitucional y el estrato sobrepuesto o
adquirido, que es producto del contacto con el medio. Mi mé-
todo de interpretación a través de la mano está dirigido prin-
cipalmente a comprender la constitución del hombre, a conocer
la estructura de su personalidad.
LUGAR DE LA MANO EN LA CIENCIA 19

La psicología moderna ha producido valiosos tests de inteli-


gencia, desde Binet a los «matrix tests» de Raven; pero hasta aho-
ra no ha logrado encontrar un método seguro de probar el tempe-
ramento y el carácter. Personalmente creo que este vacío puede
en gran parte llenarlo la psicología de la mano.
CAPÍTULO II

LA TEORÍA

Mucha gente utiliza instintivamente el rostro como el prin-


cipal indicio sobre el carácter, y quizá sentirán dudas si se les
sugiere que la mano es el indicador más seguro del carácter. La
forma, la contextura, las líneas y los gestos inconscientes reali-
zados con la mano están, sin embargo, al contrario que la expre-
sión facial, fuera de nuestro control y, por tanto, poseen el
valioso atributo de ser imparciales. Trataré de probar que son
también reveladores más profundos, más sutiles y más compren-
sivos de la personalidad.
Toda teoría psicofisiológica de la mano es deudora, en gran
parte, al trabajo de Cari Gustav Carus y N. Vaschide, y antes
de avanzar en mi propia teoría debo esbozar la notable contribu-
ción de estos dos hombres.
Carus era un pionero de los estudios sobre las correlaciones
entre el cuerpo y el alma, y su atención se dirigió especialmente a
la mano. En Ueber Grund und Bedeutung der VerscMedenen For-
men der Hand expuso una teoría a la vez evolucionista y fisioló-
gica para explicar las diferentes formas de manos.
Desde el punto de vista evolucionista consideraba la mano
como un órgano intermedio entre la aleta y el ala. Sostenía que
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la palma es la parte elemental de la mano y que a partir de ella


se desarrollaron los dedos. Hacía notar que el desarrollo más
significativo de los dedos se encuentra en las manos de los mamí-
feros. En los animales plantígrados la palma constituye la mayor
parte de la mano; la palma de un cuadrúmano plantígrado, por
ejemplo, es mucho mayor que sus dedos. De estas observaciones
dedujo que los hombres con palmas anormalmente grandes tenían
rasgos atávicos de carácter. Y, generalizando, estableció que la
palma es el índice del subconsciente, y los dedos, desarrollándose
paralelamente con la inteligencia, son el índice de la mente cons-
ciente.
Caras fué el primero en clasificar las manos. Distinguió dos
tipos principales, las adaptadas primariamente para la prensión y
las adaptadas primariamente para la utilización del sentido dd
tacto. Estos tipos primarios se subdividían: el prensil, en ele-
mental y motor; el táctil, en sensitivo y psíquico; cada una de
esas cuatro clases en correspondencia con temperamentos particu-
lares y tipos de mentalidad.
Vaschide era continuador de los fisiólogos Duchenne (de Bo-
lonia), sir Charles Bell, Landry, Weber, Wundt y otros. Su espe-
cialidad era la sensibilidad muscular. Es evidente que el desarro-
llo muscular de la mano de un individuo y sus líneas de flexión o
pliegues están determinados por sus movimientos. Vaschide inten-
tó mostrar que la mano y una cierta parte del cerebro retienen a
la vez impresiones o «recuerdos» de las huellas musculares for-
madas por las innumerables repeticiones habituales de movimien-
tos. Llamó a estas impresiones «imágenes motrices».
Esta teoría está confinada a la sensibilidad muscular y Vas-
chide la aisló netamente de cualquier otra función sensorial de la
mano. Pero, de acuerdo con la fisiología cerebral moderna, no es
posible discriminar entre sí las diferentes funciones del sentido
táctil. Son interdependientes en su función como lo son en su re-
presentación cortical.
Mi teoría es complementaria de la de Vaschide y se basa
basa también en la relación evidente entre la mano y el cerebro.
LA TEORÍA 23

Tiene, sin embargo, un alcance más amplio porque a la idea de la


imagen motriz une la de una imagen táctil producida por todas
las características de este sentido y representada en diferentes
áreas de la corteza, extendiéndose incluso a su totalidad.
Las localizaciones cerebrales son hoy en día un hecho estableci-
do. Esto importa a nuestro tema por la parte predominante que
asume la mano en la realización de las más importantes funciones
del cerebro. Debido en gran parte a las dos funciones de la mano,
prensión y tacto, el hombre adquiere la capacidad de conocer
y pensar. Los medios de expresar el pensamiento (hablar y es-
cribir), así como los de recibirlo (oír y leer), están en gran par-
te en conexión con la mano, como voy a ilustrar más adelante
con demostraciones tanto prácticas como teóricas.
Pero la personalidad no se limita a las facultades mentales.
Instintos y emociones son los factores capitales en la formación
del carácter, y las vías sensoriales que relacionan la medula oblon-
ga y la región de los tálamos (ambas pertenecientes a la parte
más antigua en la evolución del cerebro) con la corteza, asocian
toda clase de estímulos instintivos y emocionales con la representa-
ción de la mano en el cerebro. Insistiré sobre esto más tarde.
Muy pronto en la vida, alrededor de los cuatro meses después
del nacimiento, la mano deviene en el principal instrumento de la
investigación táctil. El niño se adueña de su mundo circundante to-
cando los objetos con sus manos. Sin la evidencia adquirida por
las manos, su concepción de los objetos, incluso cuando son
partes de su propio cuerpo que tienen nervios sensitivos que le
proporcionan evidencia directa, es incompleta. Un niño juega con
su pie, sabe directamente que su pie existe, pero ha de examinar-
lo también con sus manos para que su mente, provista de estas
imágenes manuales táctiles, desarrolle una idea tridimensional del
pie, en este caso el suyo propio.
El estudio del niño en los primeros estadios de su desenvol-
vimiento muestra claramente la parte que asume la mano en la
formación de la imagen, pensamiento y expresión. Durante los
primeros meses de su existencia, el lactante es incapaz de comu-
24 LA MANO Y SU LENGUAJE

nicarse coa el mundo circundante de otra forma que por gestos


y sonidos sin sentido. Al acercarse a los 15 meses empieza a dar
muestras de reconocer los objetos y a usar un lenguaje más diferen-
ciado de gestos. Las deficiencias del vocabulario se compensan
con movimientos de las manos. Cuando, por ejemplo, se le
cae la comida de la boca, intenta atraer la atención tocándose
ésta y apuntando al bocado deseado con el dedo índice. El len-
guaje de los gestos, como medio primario de expresión, pasa a
un lugar secundario a medida que se desarrolla la facultad de
hablar, pero subsiste durante toda la vida acompañando a las
palabras. Así, palabras y gestos mantienen una íntima relación
entre sí que prueba la conexión de la mano con los centros ver-
bales del cerebro.
La escritura, que es uno de los más notables medios de ex-
presión del pensamiento, depende por completo de la mano y ofre-
ce la prueba más directa de la cooperación entre la mano y el cere-
bro. Los sentidos, que sirven para recibir el pensamiento oyendo
y leyendo, están conectados también con la mano. Un ejemplo de
esto es el método empleado para contar cuentos a los niños muy
pequeños. Para dar énfasis a una lección o un ritmo infantil, el
maestro emplea gestos apropiados para ilustrar el sentido de la
historia o canción, formándose así imágenes en la mente infantil
que ayudan a su retención en la memoria. Cómo los movimientos
de la mano cooperan al ritmo se advierte aún más claramente
en los gestos de los directores de orquesta. Igualmente pueden
ser de gran valor en la educación musical. Para ayudar a un
niño que era incapaz de cantar en el tono debido, su maestro
utilizó un lenguaje de signos que correspondían a las diferentes no-
tas, y a la vez movía sus manos de acuerdo con los intervalos del
canto. De este modo, por medio de la cooperación de mano y
ritmo, acostumbró al niño a cantar correctamente. El lenguaje
musical de los sordomudos es un ejemplo de ritmo reemplazado
totalmente por la mano.
La lectura y sus localizaciones en el cerebro está también en
conexión con la mano. Para el ciego, el único medio de leer es
LA TEORÍA 25

por el tacto de tipos en relieve, un ejemplo contundente de la


gran influencia de la mano en esta facultad. Las manos son los
ojos de los ciegos. María Montessori, uno de los adelantados
de la educación moderna, basó sus métodos para enseñar la lec-
tura y la escritura en el sentido del tacto. Para ello colocaba letras
de madera en la mano del niño, de tal modo que éste se for-
maba una imagen concreta de cada letra por el tacto. De esta ma-
nera, la figura y el recuerdo de cada letra se establece mucho
más rápidamente que por el antiguo método, que dependía por
entero de los ojos.
Antes de dar una prueba directa y puramente teórica de la
conexión entre la mano y el cerebro quiero citar un pasaje del
libro de Richard Gill «Agua blanca y magia negra», que muestra
en forma clara el extraordinario papel desempeñado por el
sentido táctil en general y por la mano en la vida del hombre.
A causa de un grave accidente, Gill pierde el sentido del tacto,
y dice:
«No me había dado cuenta antes (hasta que me sucedió y el
eminente especialista me ayudó a comprenderlo) de cómo depen-
den por completo del sentido del tacto la finura y la precisión de
nuestros movimientos y la coordinación. El andar y el moverse en
la obscuridad, los movimientos más instintivos para levantarse,
sentarse o prender con la mano serían imposibles si no pudiésemos
sentir los objetos que tocamos. Sin embargo, el ser capaces de
verlos produce una recoordinación de todos los movimientos
desde un punto de vista puramente visual. Pero es un mundo
extraño y nuevo el que debe aprenderse si por cualquier razón
una persona pierde el tacto. Además, en cuanto se da cuenta de
que todos sus movimientos corporales se basan exclusivamente en
su facultad visual, siente el terror de quedarse ciego. Así estuve
yo todo el tiempo hasta que recobré el sentido del tacto» (pági-
nas 208, 209).
Esta experiencia que Gill describe, ayuda, más que cualquier
experiencia teórica, a comprender el hecho de que, a través de
un período evolutivo de centenares de años, las fibras sensitivas
26 LA MANO Y SU LENGUAJE

de la palma y de los dedos han llegado a estar intrincadamente ela-


boradas, y que no hay exageración al decir que una parte con-
siderable del conocimiento humano del mundo exterior se adquie-
re a través de ellas.
En la actualidad hay pruebas de que la respuesta del cerebro a
los estímulos ha de ser localizada con toda probabilidad en el
órgano en que han sido producidos, en este caso la mano. Y esta
respuesta, que consiste en nuestras reacciones nerviosas, emo-
cionales y mentales, forma, finalmente, después de repeticiones
incesantes, la personalidad (1).
Me doy cuenta de la dificultad que representa para el lector
corriente abarcar los sutiles y complejos fenómenos de la fisiolo-
gía cerebral. Quizá podrían éstos hacerse más claros con una
serie de diagramas mostrando la representación motriz y táctil
de la mano en las diferentes áreas de la corteza del cerebro, pero
probablemente la profusión de diagramas enturbiaría más que
aclararía las ideas. Presento tan sólo una que reproduce a grandes
rasgos algunas de las principales áreas de representación de la
mano en el cerebro.

ÁREA MOTRIZ I

(Área de Rolando)

El área cortical del cerebro que representa las funciones mo-


trices de la mano derecha está situada en el hemisferio izquierdo,
alrededor de la fisura de Rolando. Esta área, que es relativamente
extensa, se junta con el área facial. Esto nos ofrece una prueba de
la historia de la evolución del hombre. La proximidad cortical
de estas dos áreas muestra que el área facial, en estrecha relación
con el sentido del olfato, se ha desarrollado antes que el área de

(1) Pragmáticamente puede definirse la personalidad como el resul-


tado de la acción recíproca de los elementos psíquicos innatos y heredi-
tarios con el mundo externo.
LA TEORÍA 27

la mano, que representa el sentido del tacto, y es, por tanto, la


más antigua. Por esto el sentido del olfato puede ser considerado
como el más primitivo. La nariz es el órgano por el que el ani-
mal primitivo recibe la mayoría de las impresiones del mundo
circundante, mientras el hombre las adquiere por la mano y el

ÁREA INMEDIATA PRECENTRAL


Y ÁREA DE ROLANDO (MOTORA)

SURCO DE ROLANDO

ÁREAS POSTCENTRALES (SENSITIVAS)

ÁREA SENSITIVA VERBAL


( ÁREA DE WARWICK)

Diagrama del hemisferio izquierdo del cerebro, mostrando


el esquema de algunas áreas corticales

ojo. Por esto el sentido del tacto y el de la vista han llegado a


ser los polos y el compás de la orientación del hombre.
El área de Rolando está en conexión con las vías (surcos)
piramidales, que controlan nuestros movimientos voluntarios y
puede ser llamado un centro motor primario. Las características
más salientes de esta región son:
I, Su significación evolutiva.
II. La amplia localización de las funciones motoras de la
mano.
28 LA MANO Y SU LENGUAJE

ÁREA MOTRIZ II

(Área intermedia precentral o psicomotriz)

Esta región registra funciones más elevadas que el área de


Rolando. Todo movimiento volitivo se efectúa según un esque-
ma llamado fórmula motriz, que tiene un efecto selectivo sobre
los grupos musculares, eligiendo los requeridos para la realiza-
ción de un acto motor determinado. Como indican Frederick Til-
ney y Henry Reley:
«Todos los actos diestros requieren este esquema. Esta fórmu-
la, sin embargo, no es inherente a las células cerebrales, sino que
debe ser adquirida por la repetición y la realización persistentes.
El niño que aprende a escribir nos ofrece una demostración clara
de los procesos internos necesarios para el desarrollo de la escri-
tura. Alguna vez, después de muchos intentos y errores que con-
cluyen en torpes y a menudo ineficaces resultados, la fórmula
para la escritura manual se desarrolla en el cerebro, y desde en-
tonces, mientras dura la salud y se mantiene intacta la corteza,
esta fórmula permanece como uno de los caracteres motrices de
la personalidad. Todos los movimientos hábiles se adquieren
de esta forma, y una vez adquiridos determinan una fórmula defi-
nida de movimiento impresa en el cerebro. Al ocupar las células
corticales un gran espacio, son capaces de adquirir numerosas
fórmulas motrices para realizar actos diferentes.»
Esta cita da idea de algunos de los numerosos enlaces entre
la mano y el cerebro. Y, al mismo tiempo, referida a algunos
tipos especiales que realizan los movimientos útiles, confirman la
imagen motriz de Vaschide.
LA TEORÍA 29

ÁREA SENSORIAL I

(Área postcentral)

Esta región ha sido definida recientemente como área sensi-


tiva. La representación en ella de las diferentes partes del cuerpo
es paralela a la del área de Rolando. De acuerdo con las elabo-
radas investigaciones del neurólogo inglés Head, siete corrientes
de impulsos sensitivos están dirigidas hacia esta región del ce-
rebro. La corriente táctil, por ejemplo, llega de todas las partes
del cuerpo, pero principalmente de las manos, siendo éstas la
fuente más importante de las impresiones táctiles. Las sensa-
ciones se registran en forma bruta e indiscriminada y podemos
considerar esta parte del cerebro como una estación receptiva
primaria. Es una área sin memoria especial y, por tanto, sin
«imágenes». Las sensaciones recibidas han de pasar a otras par-
tes de la corteza para ser seleccionadas y asociadas con otras
funciones.

ÁREA SENSORIAL II

(Área psicosomatoestésica)

Está íntimamente relacionada con la precedente. Es una región


de transición entre el área sensorial y las parietales. Poco se
conoce, hasta la fecha, sobre el significado real del área psico-
somatoestésica, pero los experimentos han demostrado que sus
lesiones producen alteraciones en ciertas sensaciones corporales,
como, por ejemplo, la pérdida del sentido del dolor o de las
sensaciones cinestésicas. Cuando estas últimas están afectadas,
el individuo pierde el conocimiento de la situación de su cuerpo
30 LA MANO Y SU LENGUAJE

en el espacio, y es incapaz de distinguir entre su mano derecha


e izquierda, e incluso de advertir que tiene manos.
Tilney y Reley señalan que esta área, así como las áreas
parietales, con las que comparte muchas de sus funciones, sumi-
nistran gran parte de las sensaciones corporales, tales como la
sensibilidad térmica, las sensaciones de peso, la percepción de
la forma, del tamaño y de la consistencia de un objeto, la percep-
ción táctil de la distancia entre dos puntos. El área psicosomatoes-
tésica y la parietal guardan también las huellas de las sensaciones
repetidas y en ellas se imprimen las imágenes táctiles de la mano.
Una consecuencia directa de la representación de las imágenes
táctiles de la mano en las áreas parietales de la corteza es su
conexión con las regiones del lenguaje, la visión y la audición
por medio de las áreas de asociación. Estos enlaces constituyen
la base anatómica, que explica el hecho de que la mano pueda
ayudar al ojo, y en la instrucción y ejecución musical.
La existencia en el cerebro de imágenes motoras y táctiles
de la mano proporciona demostraciones suficientes para una psico-
logía de la mano. Mientras las imágenes motoras hacen posibles
los movimientos intencionados, las táctiles están más en cone-
xión con los movimientos reflejos e involuntarios como los que
en su mayor parte componen el lenguaje de los gestos.
Las imágenes táctiles, así como las motoras, se traducen en
las líneas de los pliegues de la mano, las primeras sobre todo
en ciertas líneas accesorias, que, como mostraré más tarde, están
más directamente relacionadas con el sentido táctil y registran
los movimientos involuntarios. Las imágenes táctiles, sin em-
bargo, no se reflejan sólo en las líneas de pliegue, sino que pare-
cen ser responsables también del desarrollo táctil de la mano, de la
forma y calidad de los bulbos sensitivos, e incluso, en sentido
amplio, de la forma total de la mano. Están también en conexión
con sus cualidades físicas, color, humedad y temperatura. Y tal
como implican sus enlaces con las posibilidades «receptivas»
y «expresivas» de la mano, están asimismo en amplia conexión
con los impulsos emocionales.
LA TEORÍA 31

William James define la emoción como una sensación entre


el instinto y el sentimiento. Un instinto lleva consigo la necesi-
dad de actuar, un sentimiento el placer de la contemplación. Una
emoción es al mismo tiempo una sensación física tal como el ins-
tinto, pero sin la compulsión al acto, y una sensación tal como
un sentimiento, pero sin el remanso de la contemplación. James
distingue entre las emociones groseras y las superiores, colocando
las últimas más cerca del sentimiento, de acuerdo con su carácter
menos físico. Entre las emociones inferiores basta con referirse al
miedo para que el lector advierta la fuerza de las reacciones físicas
que acompañan, en este caso, notablemente, la palidez y el
sudor frío. En cuanto al otro tipo, una emoción superior puede
ser inspirada a un escritor, por ejemplo, por el contacto y la
forma de su pluma preferida.
Las emociones provienen en unos casos del mundo circun-
dante, como en los ejemplos referidos, y en otros se originan en
el propio cuerpo. De estímulos orgánicos nacen emociones pura-
mentemente somáticas, tales como las producidas por las glándu-
las endocrinas. El sistema nervioso autónomo, que pone en rela-
ción los órganos internos con el sistema nervioso central, es el
instrumento a través del cual las emociones se hacen sensibles. Sus
fibras están en estrecha relación con la medula espinal y con las
partes primarias del cerebro (los tálamos y la medula oblonga),
y hay un intercambio constante entre estas partes y la corteza, la
región más desarrollada. Así, el sistema nervioso autónomo, la me-
dula espinal, la medula oblonga, el tálamo, la corteza del cerebro
y la mano participan en la aferencia, transferencia, representación
y expresión de las emociones. Todo el mundo sabe que cuando
siente ira, miedo, alegría o expectación, experimenta ciertas reac-
ciones físicas tales como palpitaciones del corazón, sudor de las
manos, rubor, cortes de la voz, etc., todo producido por el fun-
cionamiento del sistema nervioso autónomo y la región de los
tálamos.
La región de los tálamos es una de las partes más antiguas en
la evolución del cerebro. Su función en los animales y en el hom-
32 LA MANO Y SU LENGUAJE

bre es producir el «tono afectivo», y es la sede principal de las


emociones primarias. Está en estrecho contacto con el sistema
nervioso autónomo, a través del cual recibe los estímulos orgáni-
cos, tales como los impulsos sexuales, para transmitirlos al cere-
bro. Las lesiones en los tálamos originan cambios definidos en la
actitud y en el comportamiento emocional.
Tilney y Reley establecen que:
«La personalidad y el comportamiento en sus formas más
complejas conservan aún sus relaciones básicas con las emociones
primarias. La corriente del «tono afectivo» provinente de los
tálamos invade todas las facultades psíquicas superiores y las
tiñe con cierto grado de placer o de dolor.»
Y que:
«La sensación primitiva del sentimiento básico, probable-
mente originada en los tálamos, es capaz de una gran expansión
en sus combinaciones psíquicas en el interior de la corteza cere-
bral, donde se desarrollan los sentimientos de simpatía y frater-
nidad. De esta forma, los elementos simples del tono afectivo
pueden entrar en combinaciones secundarias y terciarias y deter-
minar así las más complejas emociones y sentimientos.»
Por otra parte, la corteza, a través de las fibras nerviosas
que la relacionan con los tálamos, ejerce a su vez un control
sobre las emociones primarias. Por ejemplo, la influencia de la
imaginación, que está probablemente localizada en el lóbulo
frontal de la corteza, en la región de los tálamos y en el sistema
nervioso autónomo, se hace evidente cuando, en ausencia de una
persona querida, su recuerdo evoca, no sólo representaciones
emocionales, sino también las reacciones físicas conectadas con
ellas. La memoria, surgiendo en la corteza, revive en los tálamos
el «tono afectivo» que acompaña a nuestras relaciones con la
persona amada, y el tono afectivo suscita en el sistema nervioso
autónomo la reacción física. Tal es, en conjunto, el proceso
general, pero hay que tener en cuenta que no es un proceso com-
puesto de etapas sucesivas, sino instantáneo, como el funciona-
miento de una máquina eléctrica cuando se establece el contacto.
LA TEORÍA 33

Tampoco debe olvidarse que el tipo, intensidad y expresión de las


emociones, así como su ramificación en los procesos imaginativos
e intelectuales, no son idénticos en todos los sujetos, sino que se
ordenan en tipos individuales.
Las conexiones entre las diferentes vías nerviosas, la medula
oblonga, los tálamos y la corteza para el registro de las emocio-
nes en la mano, pueden resumirse así:
1. La propia mano como instrumento del tacto asume un
papel esencial al conducir al cerebro las sensaciones corporales
y las emociones que las acompañan.
2. La representación de la mano en el cerebro está, como
he indicado, dispersa por la totalidad de la corteza y en contacto,
además, con las vías nerviosas que relacionan la medula oblonga
y la región de los tálamos con la corteza.
3. El sistema nervioso autónomo que inerva la circulación
sanguínea y estimula las glándulas sudoríparas, afecta intensa-
mente a la mano a través del complicado sistema capilar de los
dedos y las abundantes glándulas sudoríparas de la mano.
4. En los gestos del individuo pueden observarse repercu-
siones de las diferentes emociones, tanto intensas como débiles,
cuando los innumerables movimientos conscientes y principal-
mente inconscientes de su mano ofrecen un «psicograma» de su
estado mental. La localización del origen de los gestos es discu-
tida, pero parece que puede hablarse en este sentido de los tála-
mos y de los ganglios básales.
5. Siendo la mano la parte más móvil, más sensitiva y más
expresiva del cuerpo, no es extraño que por su especialización
funcional, así como a través de su representación en el cerebro,
refleje todas las emociones que experimenta el individuo. Incluso
en posición de completo abandono hay siempre en la mano la
huella del proceso emocional. Durante el sueño, la mano indica
con su postura el estado del subconsciente. Es como si en cada
instante de la existencia experimentase innumerables variaciones.
No es, sin embargo, el movimiento la única forma de expre-
sión de la mano. Las manos pálidas de los melancólicos, las
34 LA MANO Y SU LENGUAJE

rojas de los coléricos, las húmedas de Jos adolescentes inhibidos,


las frías de los atemorizados, todas muestran repercusiones de la
emoción producida por el funcionamiento del sistema nervioso
autónomo.
La mano es el sismógrafo de las reacciones emocionales.
Los quirománticos han sostenido siempre que la mano, y los
dedos en particular, están relacionados con otros órganos del
cuerpo y revelan las enfermedades de estos órganos. Las inves-
tigaciones de Head suministran una cierta base a esta creencia.
Este autor observó que el pulgar y el índice resultan paralizados
cuando el nervio facial se inmoviliza por una lesión cerebral, ob-
servación que está confirmada por nuestro conocimiento de que el
área cortical de la mano recubre el área facial. Head observó
análoga correlación entre el pie y el meñique, siendo afectado
éste cuando se paraliza el pie por una lesión cerebral. Wood
Jones saca la conclusión de estas observaciones de Head que cada
área de la región cortical está en relación con la sensibilidad de
uno de los cinco dedos. Si el pulgar parece estar en relación con la
cara y el meñique con el pie, podemos suponer que otras partes
del cuerpo se correspondan con los otros tres dedos.
Las asociaciones quirománticas entre los cinco dedos y los
diferentes sistemas orgánicos del cuerpo son: El pulgar con la
vitalidad y el estado general de la salud; el índice con el sistema
nervioso y el estómago (el diagnóstico diferencial depende de
otros signos de la mano, principalmente de la forma y caracterís-
ticas de las uñas); el dedo medio con los intestinos y, especial-
mente, con el hígado; el anular con los ríñones, el hueso sacro y la
circulación de la sangre (aquí también el diagnóstico diferencial
depende de las uñas), y el dedo meñique con los órganos sexuales
y los pies.
Que el pulgar indica la vitalidad, el índice las enfermedades
del sistema respiratorio, y que el meñique está en relación con
las glándulas sexuales, puede razonablemente aceptarse, pero no
he encontrado aún pruebas para admitir el resto de las afirma-
ciones de la quirología sobre la salud en relación con los dedos.

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