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Estigma común

Por Leandro Valencia

“Atrevidas” es una exposición colectiva que reúne las propuestas de 21 artistas de


diferentes regiones del país como Medellín, Cartagena, Boyacá, Santa Marta y
Bogotá, estableciendo un discurso crítico y de denuncia desde las artes plásticas
ante las injusticias y violencias de género, la maternidad y los cuerpos
silenciados. El colectivo de arte y revista Cromático organizó y materializó la
exposición que está abierta al público desde el 3 de marzo hasta el próximo
martes 14 de abril de 2023 en la sala Eladio Vélez del Palacio de Bellas Artes en
Medellín.

Considero muy acertado el momento y el contexto en el que se decide organizar


esta exposición dada la coyuntura y la problemática de las violencias basadas en
género, las cuales han estado presentes desde hace demasiado tiempo en
nuestra sociedad pero que ahora con el surgimiento de nuevas formas y medios
de protesta se ha buscado con mucha más fuerza la visibilización de esta, del
mismo modo contra la desigualdad, los prejuicios, el paradigma de los roles de
género tan presentes en la sociedad, lo que estos nos “exigen” o nos reclaman
por el simple hecho de nacer de un sexo u otro y de cómo esto se torna en un
gran condicionante para el pleno desarrollo de nuestro ser.

“La piel que habito”


Artista: Luz Adriana Vera
Tecnica: Fotoperformance
Dimensiones: 15cm x 15cm (7)
Año: 2018

Entre varias de las obras allí expuestas, en el recorrido me llamó especialmente


la atención una, la cual nada más entrar a la sala de exposiciones se llevó toda mi
atención en ese momento; “La piel que habito” de la artista Luz Adriana Vera, es
una serie de 7 registros visuales fotográficos de un gesto performativo realizado
por ella en 2019 en donde nos presenta una metáfora visual que consiste en una
secuencia en la que la artista juega con la percepción visual y su significado
haciendo dialogar entre sí tres elementos con una alta carga simbólica; el hilo,
asociado casi inevitablemente al acto de reparar, al crear, al unir, al guiar, al tejer,
al sellar y al cuidar, en la obra, Luz Adriana Vera nos muestra el recorrido del hilo
siendo hilo, cosido y entrelazado a través del segundo elemento simbólico; las
manos o más específicamente las líneas de los pliegues que tenemos en las
palmas de las manos, también conocidas popularmente como líneas del amor, de
la salud y del destino, y que han sido objeto de interés y de análisis en diversas
practicas espirituales o esotéricas a lo largo de los años, por esto mismo su
significación puede variar bastante pero el interés central de esta práctica de la
quiromancia por lo general siempre termina siendo el mismo; el destino. Por
último, como elemento significante también encontramos la huella de la presión
hecha por un crucifijo en la palma de su mano.

Pese a que el dialogo entre estos dos elementos podría haber sido expuesto en
solo dos o tres imágenes y su mensaje final no cambiaría, la artista decide
presentarlo en siete, de una manera lenta, tanto así que se puede tornar incluso
en doloroso de ver, a su vez que poético, bello e impactante.

Al hacer la relación de ambos elementos y sumado al concepto de la feminidad y


el rol de genero impuesto como eje central en el que gira la obra, el cual en este
caso se encarga de recordárnoslo el contexto de la exposición, la sintonía y el
dialogo de esta con las demás obras en el salón, la obra se convierte en una
suerte de invitación a ponerse en la piel de las mujeres mostrando de cierta
forma la incomodidad que habitar esa piel puede conllevar, generando una
reflexión sobre la sexualidad y la mujer y como su destino o su rol
históricamente se ha adjudicado a la reproductividad y al cuerpo que por tener
la capacidad de engendrar marca su destino a las labores del hogar y los oficios
del cuidado y en el cual la religión ha jugado un papel ciertamente decisivo al
infundirnos sus “ideales” por generaciones. En la imagen final de la serie
podemos ver como se desprende por completo de los hilos y ataduras en su
mano, pero quedan las marcas por donde cruzaron las puntadas y también la
huella del crucifijo marcado haciendo alusión al hecho de que por más que
queramos desprendernos de los ideales impuestos de los roles de género es más
que evidente la huella que haber crecido rodeadxs y presionadxs por estos nos
deja, dando a entender que es complicado lograr desligarse por completo de
estos estigmas. Todo esto expuesto mediante un gesto ciertamente sutil pero
contundente en su mensaje

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