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RELACIONES

INTERNACIONALES

Régimen anual – 2022


Tema Nº3
La evolución del sistema westfaliano en las
Relaciones Internacionales

Mág. Jonathan Riveros Ramos


LA EVOLUCIÓN DEL SISTEMA
WESTFALIANO EN LAS RELACIONES
INTERNACIONALES

Mapa de Europa del siglo XVII

(Mingst y Arreguín-Toft, 2017, p. 24).


LA EVOLUCIÓN DEL SISTEMA
WESTFALIANO EN LAS RELACIONES
INTERNACIONALES

I. El mito en RR.II.

Weber, 2010,pp. 6-7).


L A E VOL UCI ÓN DE L SI ST E MA W E ST FALIANO
E N L AS R E L ACIONES I NT E R NACIONALES

2. El Sistema Estatal de Westfalia

Se dice comúnmente que la Paz de Westfalia (1648) marca el comienzo de la política


internacional moderna. La Paz fue una serie de tratados que trajeron fin de la Guerra de
los Treinta Años (1618-1648), que consistió en una serie de guerras declaradas y no
declaradas en toda Europa central involucrando al Santo Imperio Romano y varios
oponentes, incluyendo los daneses, holandeses y sobre todo, Francia y Suecia. Aunque la
transición se produjo durante un período de tiempo mucho más largo, estos tratados
ayudaron a transformar una Europa medieval de autoridades superpuestas, lealtades e
identidades dentro de un sistema estatal moderno. El llamado ‘Sistema de Westfalia’ que
se basó en dos principios claves:
• Los Estados gozan de jurisdicción soberana, en el sentido de que tienen control
independiente sobre lo que sucede dentro de su territorio (todas las demás
instituciones y grupos, espirituales y temporales, están por lo tanto subordinados al
Estado).
• Las relaciones entre los Estados están estructuradas por la aceptación de la
independencia soberana de todos los Estados (lo que implica que los Estados son
legalmente igual) (Heywood, 2011, p. 5)
LA EVOLUCIÓN DEL SISTEMA
WESTFALIANO EN LAS RELACIONES
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2. El Sistema Estatal de Westfalia


La mayoría de los teóricos de las relaciones internacionales ubican los
orígenes del sistema de estados contemporáneo en Europa en 1648, el año en
que los Tratados de Westfalia terminaron la Guerra de los Treinta Años. Estos
tratados marcaron el fin del dominio de la autoridad religiosa en Europa y el
surgimiento de autoridades seculares. Con la autoridad secular llegó el principio que
ha sentado las bases de las relaciones internacionales desde entonces: la noción de
integridad territorial de los estados: participantes legalmente iguales y soberanos en
un sistema internacional.

La formulación de la soberanía, un concepto central en las relaciones internacionales


contemporáneas, fue uno de los desarrollos intelectuales más importantes que
llevaron a la revolución Westfaliana. Gran parte del desarrollo de la noción se
encuentra en el escritos del filósofo francés Jean Bodin (1530-1596). Para Bodin, la
soberanía es el "poder absoluto y perpetuo conferido a una mancomunidad". No
reside en un individuo sino en un estado; por tanto, es perpetuo. Es “la marca
distintiva del soberano que no puede de ninguna manera estar sujeto a las órdenes de
otro, porque es él quien hace la ley para el sujeto, deroga la ley ya hecha y enmienda la
ley obsoleta “ (Mingst y Arreguín-Toft, 2017, p. 23).
LA EVOLUCIÓN DEL SISTEMA
WESTFALIANO EN LAS RELACIONES
INTERNACIONALES

2. El Sistema Estatal de Westfalia

La formulación de la soberanía, un concepto central en las relaciones


internacionales contemporáneas, fue uno de los desarrollos intelectuales
más importantes que llevaron a la revolución Westfaliana. Gran parte del
desarrollo de la noción se encuentra en el escritos del filósofo francés Jean
Bodin (1530-1596). Para Bodin, la soberanía es el "poder absoluto y perpetuo
conferido a una mancomunidad". No reside en un individuo sino en un estado;
por tanto, es perpetuo. Es “la marca distintiva del soberano que no puede de
ninguna manera estar sujeto a las órdenes de otro, porque es él quien hace la ley
para el sujeto, deroga la ley ya hecha y enmienda la ley obsoleta (Mingst y
Arreguín-Toft, 2017, p. 23).
LA EVOLUCIÓN DEL SISTEMA
WESTFALIANO EN LAS RELACIONES
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2. El Sistema Estatal de Westfalia


En primer lugar, los Tratados de Westfalia abrazaron la noción de soberanía.
Con un solo golpe, prácticamente todos los estados pequeños de Europa
central alcanzaron la soberanía. El Sacro Imperio Romano estaba muerto.
Los monarcas—y no la iglesia supranacional—ganaron la autoridad para
decidir qué versión del cristianismo era apropiada para sus súbditos. Con el
Papa y el emperador despojado de este poder, la noción del estado territorial
entró en foco y la gente la aceptó cada vez más como normal.

Los Tratados no sólo legitimaron la territorialidad y el derecho de los


Estados —como los principados soberanos, territorialmente contiguos
llegaron a ser cada vez más conocidos— a elegir su propia religión, pero los
Tratados también establecían que los estados tenían derecho a determinar
sus propias políticas internas, libres de presiones externas y con jurisdicción
plena en su propio espacio geográfico. Los Tratados introdujeron así el
principio de no injerencia en los asuntos de otros Estados “ (Mingst y
Arreguín-Toft, 2017, pp. 23-24).
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2. El Sistema Estatal de Westfalia


En segundo lugar, debido a que los líderes de los países más poderosos de
Europa habían visto la devastación provocada por los mercenarios en la
guerra, después de los Tratados de Westfalia, estos países buscaron
establecer sus propios ejércitos nacionales permanentes. El crecimiento de
tales fuerzas llevó a un control cada vez más centralizado, desde que el
Estado tenía que recaudar impuestos. para pagar estos militares y los líderes
asumieron el control absoluto sobre las tropas. El Estado con un ejército
nacional surgió como una fuerza poderosa, su soberanía reconocida y su
base secular firmemente establecida […]. Las unidades territoriales más
grandes obtuvieron una ventaja a medida que los armamentos se volvieron
más estandarizados y más letales (Mingst y Arreguín-Toft, 2017, p. 24).
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2. El Sistema Estatal de Westfalia


En tercer lugar, los Tratados de Westfalia establecieron un grupo central de Estados
que dominaron el mundo hasta principios del siglo XIX: Austria, Rusia, Prusia,
Inglaterra, Francia y las Provincias Unidas (el área que ahora comprende los Países
Bajos). Aquellos del oeste (Inglaterra, Francia y las Provincias Unidas)
experimentaron un renacimiento económico bajo la égida del capitalismo liberal,
mientras que los del este (Prusia y Rusia) volvieron a las prácticas feudales. En
Occidente la empresa privada fue fomentada. Los Estados mejoraron su
infraestructura para facilitar el comercio y surgieron grandes empresas comerciales
y bancos. Por el contrario, en el este, los siervos permanecieron en la tierra y el
desarrollo económico fue ahogado. Sin embargo, en ambas regiones los Estados
estaban dirigidos por un monarca con poder absoluto (llamados Estados
"absolutistas"), con Luis XIV gobernando en Francia (1643-1715), Pedro el Grande
en Rusia (1682-1725) y Federico II en Prusia. (1740-1786) (Mingst y Arreguín-Toft,
2017, p. 25).
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3. La política del Sistema Westfaliano: El Equilibrio de poder


Lo que los historiadores describen hoy como el sistema europeo de
equilibrio del poder surgió en el siglo XVII del derrumbe final de la
aspiración medieval a la universalidad, concepto del orden mundial que
representaba la fusión de las tradiciones del Imperio romano y de la Iglesia
católica. Se creía que el mundo era como un espejo de los cielos: así como
un Dios gobernaba el Cielo, un emperador gobernaría el mundo secular, y
un papa, la Iglesia universal. Con este ánimo, los Estados feudales de
Alemania y de la Italia septentrional se agruparon bajo el trono del sacro
emperador romano-germánico. Al llegar el siglo XVII, este imperio tenía
poder suficiente para dominar Europa. Francia, cuya frontera se hallaba muy
al oeste del río Rin, y Gran Bretaña eran Estados periféricos en relación con
éste (Kissinger, 1994, p. 56).
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3. La política del Sistema Westfaliano: El Equilibrio de poder

Con el concepto de unidad colapsando, los Estados emergentes de Europa


necesitaban algún principio para justificar su herejía y regular sus relaciones.
Ellos lo encontraron en los conceptos de raison d’état y el equilibrio de poder.
Uno dependía del otro. Raison d’état reafirmaba que el bienestar de un
Estado justificaba cualquier medio para alcanzarlo; el interés nacional
suplantó la noción medieval de una moral universal. El equilibrio de poder
reemplazó la nostalgia por una monarquía universal con la consolación de que
cada Estado, persiguiendo sus propios intereses egoístas, de algún modo
contribuiría a la seguridad y el progreso de todos los demás (Kissinger, 1994,
p. 58).
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3. La política del Sistema Westfaliano: El Equilibrio de poder


A menudo, los teóricos del equilibrio del poder nos dan la impresión de que ésta
es la forma natural de las relaciones internacionales, pero de hecho sólo rara vez
han existido sistemas de equilibrio del poder en la historia humana. El
hemisferio occidental nunca ha conocido uno, ni tampoco el territorio de la
China actual desde fines del período de los Estados guerreros, hace más de dos
mil años. Para la mayor parte de la humanidad y en los más largos períodos de la
historia, el imperio ha sido la forma habitual de gobierno. Los imperios no
tienen ningún interés en operar dentro de un sistema internacional; aspiran a ser
ellos el sistema internacional. Los imperios no necesitan un equilibrio del poder.
Así es como los Estados Unidos han dirigido su política exterior en América, y
como China lo ha hecho durante la mayor parte de su historia en Asia
(Kissinger, 1994, p. 21).
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3. La política del Sistema Westfaliano: El Equilibrio de poder


Las naciones de Europa no eligieron el equilibrio del poder como medio para
regular sus relaciones, dominadas por una belicosidad innata o por un amor a la
intriga, muy propio del Viejo Mundo. Si la insistencia en la democracia y en el
derecho internacional fue producto del sentido norteamericano de la seguridad,
la diplomacia europea se forjó en la escuela de los duros golpes. Europa se
enfrascó en la política del equilibrio del poder cuando se desplomó su primera
elección, el sueño medieval de un imperio universal, y de las cenizas de aquella
antigua aspiración surgió un puñado de Estados de fuerza equiparable. Cuando
diversos Estados así constituidos tienen que enfrentarse entre sí, sólo se pueden
dar dos resultados: o bien un Estado se vuelve tan poderoso que domina a
todos los demás y crea un imperio, o ningún Estado es lo bastante poderoso
para alcanzar esta meta. En el último caso, las pretensiones del miembro más
agresivo de la comunidad internacional son mantenidas a raya por una
combinación de los demás; en otras palabras, por el funcionamiento del
equilibrio del poder (Kissinger, 1994, p. 20).
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3. La política del Sistema Westfaliano: El Equilibrio de poder

En Occidente, los únicos ejemplos de eficientes sistemas de equilibrio del poder


se dieron entre las ciudades-Estado de la antigua Grecia y de la Italia
renacentista, y durante el sistema de Estados europeos que surgió de la Paz de
Westfalia, en 1648. El rasgo distintivo de estos sistemas consistía en elevar un
hecho de la vida, como la existencia de cierto número de Estados de fuerzas
sustancialmente equiparables, a la categoría de principio rector del orden
mundial (Kissinger, 1994, p. 21).
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3. La política del Sistema Westfaliano: El Equilibrio de poder

Tras los trastornos causados por la Revolución francesa y las Guerras


Napoleónicas, los dirigentes de Europa restauraron el equilibrio del poder
en el Congreso de Viena de 1815 y redujeron su brutal dependencia de la
fuerza, tratando de moderar la conducta internacional por medio de tratados
morales y jurídicos. Y sin embargo, al finalizar el siglo XIX, el sistema europeo
de equilibrio del poder retornó a los principios de la política del poder, y en un
medio mucho más implacable. Eliminar al adversario se convirtió en el método
habitual de la diplomacia, y llevó a una prueba de fuerza tras otra hasta que en
1914 surgió una crisis ante la que nadie retrocedió. Europa nunca recuperó
por completo el liderazgo mundial tras la catástrofe de la Primera Guerra
Mundial. Los Estados Unidos surgieron como país dominante, pero
Woodrow Wilson pronto manifestó que su país se negaba a jugar según
las reglas europeas (Kissinger, 1994, p. 21).
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3. La política del Sistema Westfaliano: El Equilibrio de poder

En ningún momento de su historia los Estados Unidos han participado en un


sistema de equilibrio del poder. Antes de las dos guerras mundiales se
beneficiaron del funcionamiento del equilibrio del poder sin verse atrapados en
sus maniobras, mientras se permitían el lujo de censurarlo a su gusto. Durante la
Guerra Fría, los Estados Unidos participaron en una lucha ideológica, política y
estratégica contra la Unión Soviética, en un mundo dominado por dos potencias
que operaba siguiendo principios totalmente distintos de los establecidos por un
sistema de equilibrio del poder. En ese mundo dominado por dos potencias,
nadie puede decir que el conflicto conducirá al bien común puesto que todo lo
que gane un bando lo perderá el otro. De hecho, lo que los Estados Unidos
lograron en la Guerra Fría fue una victoria sin guerra, una victoria que ahora los
ha obligado a enfrentarse al dilema que describió George Bernard Shaw: «Hay
dos tragedias en la vida: una consiste en no lograr lo que más se desea, la otra,
en lograrlo» ((Kissinger, 1994, p. 22).
BIBLIOGRAFÍA

Heywood,A. (2011). Global Politics. Reino Unido: Palgrave Mcmillan.

Kissinger, H. (1994). Diplomacy. Estados Unidos: Simon & Schuster.

Mignst, K. A. y Arreguín-Toft, I. M. (2017). Essential of International Relations.


(7°). Estados Unidos: Boston University.

Weber, C. (2010). International Relations Theory. (3°), Nueva York: Ed.


Routledge

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