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UCATECI

Nombre:
Pamela Rodríguez Rodríguez
Matricula:
2021-0947
Carrera:
Medicina
Facilitadora:
Zonia Castillo
Asignatura:
Sociología Medica
Cuatrimestre V
INTRODUCCIÓN
Envueltos de manera repentina, y en primera instancia inexplicable, en una situación sin
precedentes y totalmente destructora, el mundo se ve en la urgencia de dar cara y todo de si
para enfrentar una desconocida enfermedad. Sin aviso o signos previos, las diversas naciones
del planeta ven darse el surgimiento de un nuevo mal poseyente de una fuerza increíble y
peligrosa para afectar a la población como la que no se había visto desde hace muchos años
atrás, como la Peste Negra o la Gripe Española; y fue tal la situación que la humanidad se vio
amenazada y bajo un gran colapso de salud de tan inmenso calibre, que arraso con cantidades
aun inexactas de personas, todo esto cuando el acontecimiento apenas iniciaba. Pero no
simplemente basto al nivel de salud, pues los sectores económico y social sufrieron un gran
daño nunca previsto.
Recurriendo a un cierre total a un alcance mundial y la clausura temporal de actividades
sociales y económicas, la población del mundo sufrió inmensos descensos en este último
aspecto de manera grave y alarmante, en su mayoría para aquellos que son de bajos recursos.
Teniendo que adaptarse al encierro, la sociedad desarrollo las medidas que consideraban
adecuadas para lograr continuar con la vida sin tener que exponerse, siendo que se
desarrollaron plataformas virtuales y otros medios de comunicación vía servicios tecnológicos
que en parte han sido de total ayuda para cumplir el cometido inicial, pero que, a pesar de las
buenas intenciones, terminaron volviendo a las personas adictas a la tecnología a un nivel más
alto del antes presentado, lo que a su vez condujo a la gente a desarrollar grandes características
antisociales que a su vez dieron paso a problemáticas de salud mental como la ansiedad y la
depresión, algunos usando ciertos medios y sustancias no legales, para poder sobrellevar la
situación.
En el extenso y presente informe se han desglosado los detalles referentes al inicio y desarrollo
de la pandemia de la enfermedad originada por el virus SARS-COV-2 y las diversas
repercusiones que esta ha tenido en el territorio mundial. Se espera que el material planteado
sea de total utilidad, sea cual sea el caso para el que se esté adquiriendo el mismo. Con la
investigación realizada se puede dar a notar, que a pesar de poseer poca preparación para
soportar la magnitud de la aun presente afección, se logró resurgir y encontrar las medidas y
la disposición necesarias para salir adelante, nunca olvidando claro, todos aquellos que fueron
arrastrados sin retorno alguno por esta monstruosa epidemia sanitaria.
Enfermedad viral del Covid-19
CUERPO DEL TRABAJO
El coronavirus es un grupo de virus que causan enfermedades que van desde el resfriado
común hasta enfermedades más graves como neumonía, síndrome respiratorio de Oriente
Medio (MERS) y síndrome respiratorio agudo grave (SARS).
La enfermedad por coronavirus de 2019, más conocida como COVID-19, covid-19 o
COVID, e incorrectamente llamada neumonía por coronavirus, coronavirus o corona, es
una enfermedad infecciosa causada por el SARS-CoV-2.
Produce síntomas que incluyen fiebre, tos, disnea (dificultad respiratoria), mialgia (dolor
muscular) y fatiga. En casos graves se caracteriza por producir neumonía, síndrome de
dificultad respiratoria aguda, sepsis y choque circulatorio. El choque séptico es la forma más
común en estos casos, pero los otros tipos también pueden ocurrir. Por ejemplo, un choque
obstructivo puede ser el resultado de una embolia pulmonar, complicación también posible.
Según la OMS, la infección es mortal entre el 0,5 % y el 1 % de los casos. Se han autorizado
varios tratamientos antivirales por la FDA como el paxlovid, remdesivir o molnupiravir en
pacientes con un curso de la enfermedad de leve a moderado, con factores de riesgos en los
que se quiera evitar una evolución grave de la enfermedad.
La transmisión del SARS-CoV-2 se produce mediante pequeñas gotas (microgotas de
Flügge) que se emiten al hablar, estornudar, toser o espirar, que al ser despedidas por un
portador (que puede no tener síntomas de la enfermedad o estar incubándola) pasan
directamente a otra persona mediante la inhalación, o quedan sobre los objetos y superficies
que rodean al emisor, y luego, a través de las manos, que lo recogen del ambiente contaminado,
toman contacto con las membranas mucosas orales, nasales y oculares, al tocarse la boca, la
nariz o los ojos. También está documentada la transmisión por aerosoles. La propagación
mediante superficies contaminadas o fómites (cualquier objeto carente de vida, o sustancia,
que si se contamina con algún patógeno es capaz de transferirlo de un individuo a otro) no
contribuye sustancialmente a nuevas infecciones.
Los síntomas aparecen entre dos y catorce días (período de incubación), con un promedio
de cinco días, después de la exposición al virus. Existe evidencia limitada que sugiere que el
virus podría transmitirse uno o dos días antes de que se tengan síntomas, ya que
la viremia alcanza un pico al final del período de incubación. Mas sin embargo, cabe resaltar
que la mayoría de las personas infectadas desarrollarán una enfermedad de leve a moderada y
se recuperarán sin necesidad de hospitalización. Los síntomas presentados en esta enfermedad
son variados, y pueden ser:
Síntomas más comunes:

• fiebre
• tos
• cansancio
• pérdida del gusto o el olfato.

Síntomas menos comunes:

• dolor de garganta
• dolor de cabeza
• dolores y molestias
• diarrea
• erupción en la piel o decoloración de los dedos de las manos o pies
• ojos rojos o irritados.

Síntomas graves:

• dificultad para respirar o falta de aire


• pérdida del habla o la movilidad, o confusión
• dolor en el pecho.

Por otro lado, el contagio se puede prevenir con el lavado de manos frecuente, o en
su defecto la desinfección de las mismas con alcohol en gel, cubriendo la boca al toser o
estornudar, ya sea con la sangradura (parte hundida del brazo opuesta al codo) o con un
pañuelo y evitando el contacto cercano con otras personas, entre otras medidas
profilácticas, como el uso de mascarillas. La OMS desaconsejaba en marzo la utilización
de máscara quirúrgica por la población sana, en abril la OMS consideró que era una
medida aceptable en algunos países.
No obstante, ciertos expertos recomiendan el uso de máscaras quirúrgicas basados en
estudios sobre la Influenza H1N1, donde muestran que podrían ayudar a reducir la
exposición al virus. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC)
de Estados Unidos recomiendan el uso de mascarillas de tela, no médicas.
Historia
 Antecedentes
Desde décadas antes de 2020, varias autoridades científicas y figuras mediáticas
advertían sobre la posible aparición de un virus con capacidad de generar una pandemia
que tuviera consecuencias devastadoras para el mundo. Exitosos libros como A Dancing
Matrix (1994) de Robin Marantz Henig, The Coming Plague (1994) de Laurie
Garrett y The Hot Zone de Richard Preston (1995) tocaron este tema y coincidieron en
que mundialmente no existía la preparación suficiente para lidiar con algo así.
En el siglo XXI las advertencias continuaron, y aunque durante ese tiempo surgió
la pandemia de gripe A (H1N1) de 2009-2010, muchos autores y autoras continuaron
centrando su preocupación en la aparición de una pandemia similar a la pandemia de gripe
de 1918, que ha sido la más letal del siglo XX. Mientras que, por otro lado, la de 2009-
2011 fue la menos letal de ellas, con un número de contagios y muertes estimadas que
coincidieron en buena parte con los que una gripe estacional puede causar anualmente, y
con un nulo impacto social e económico al nivel mundial. Algunos de los expertos que
advirtieron sobre una posible pandemia fueron:

• El científico Vaclav Smil: escribió en su libro Global Catastrophes and


Trends (2008) que «la posibilidad de una pandemia de influenza durante los
próximos 50 años es virtualmente del 100 %».
• El científico David Quammen: habló en su libro Spillover (2013) que el
siguiente «cataclismo» provocado por una pandemia, similar a las de 1918 sería
más probablemente debido a un virus de origen animal.
• El virólogo y experto en influenza Robert Webster: escribió en su libro Flu Hunter
Unlocking the secrets of a virus (2019) que «una pandemia mortal y disruptiva» era «solo
cuestión de tiempo», y que «la naturaleza eventualmente va a desafiar de nuevo a la
humanidad con un equivalente al virus de la influenza de 1918».
• Jeremy Konyndyk, exdirector de la Oficina de USAID de Asistencia para Desastres
Externos de Estados Unidos: escribió en un artículo de 2017 que «una nueva gran crisis
sanitaria global es una cuestión de 'cuándo', no de 'si'», y añadió que el virus sería comparable
al de la pandemia de 1918.
Otra de las advertencias, que se popularizó durante la actual pandemia, fue la
charla TED que dio Bill Gates en 2015, donde habló sobre la falta de políticas de preparación
ante una posible pandemia causada por algún virus altamente infeccioso y bajo circunstancias
que alienten su diseminación; y una vez más, presentó un modelo de los contagios que
provocaría un virus como el de 1918. Según dijo Bill Gates, para un reportaje a The Wall
Street Journal, también instó a los candidatos presidenciales de las elecciones de Estados
Unidos de 2016 a priorizar esfuerzos en preparativos ante una posible pandemia.
Durante la actual pandemia, también cobraron notoriedad obras que trataron temas
relacionados con epidemias, especialmente la película Contagion (2011), basada en eventos
como la pandemia de 2009 y la epidemia de SARS de 2002-2004, y que fue bien recibida por
la comunidad científica por su cercanía con la realidad; o la novela The Eyes of
Darkness (1981), donde se relata la creación de un virus con 100 % de letalidad, llamado
«Wuhan-400» en algunas ediciones de este libro.
 Brote epidemico en Wuhan
Los hospitales de Wuhan detectaron los primeros casos de la nueva enfermedad a
mediados de diciembre de 2019. Estos primeros contagios detectados se dieron en el ámbito
del Mercado Mayorista de Mariscos del Sur de China de Wuhan.
Diagnosticados en un principio como una neumonía de origen desconocido, los primeros
contagios fueron los que iniciaron las alertas sanitarias que llevaron a que en la primera semana
de enero se identificase como causante de la enfermedad desconocida a un nuevo coronavirus,
al que se denominó al principio 2019-nCoV.
Cuando se expandió el 9 de febrero de 2021, una comisión internacional de la OMS
enviada a China para investigar los orígenes de la pandemia in situ concluyó que el foco inicial
de la pandemia fue el determinado desde un principio, el mercado mayorista de Wuhan. No
obstante, no pudo determinar cómo llegó a él el virus, existiendo casos en los que no se ha
podido hallar relación con el mercado: «No hemos encontrado pruebas de grandes brotes que
pudieran vincularse antes del 19 de diciembre en Wuhan o en otros lugares. También podemos
estar de acuerdo en que encontramos una circulación más amplia del virus en Wuhan en
diciembre, no solo limitada al mercado de Huanan», descartando un origen distinto al salto
animal-humano y, descartando igualmente, la existencia de casos anteriores a aquel diciembre
de 2019.
Los coronavirus circulan principalmente entre animales, pero han evolucionado e
infectado a los humanos (convirtiéndolos así en virus zoonóticos), como se ha visto en
el SARS, el MERS y otros cuatro tipos de coronavirus encontrados en humanos que causan
síntomas respiratorios similares a los del resfriado común. Los seis tipos de coronavirus
conocidos hasta ahora se pueden contagiar de humano a humano.
Propagación internacional de la enfermedad
La alerta de la Organización Mundial de la Salud, aun sin conocerse todavía si era
posible el contagio de persona a persona, hizo que se dispararan las alarmas en otros países
asiáticos en los que en 2003 sufrieron el brote de SARS. Regiones y países cercanos a
China pusieron en marcha los escaneos por infrarrojos a viajeros.
El 13 de enero la OMS informó sobre el entonces primer caso confirmado fuera de
China. Una mujer china de 61 años vecina de Wuhan que el 8 de enero viajó en vuelo
directo de Wuhan a Tailandia en compañía de cinco miembros de su familia en un grupo
de dieciséis personas. Fue detectada en el aeropuerto de Suvarnabhumi (BKK) al
presentar fiebre alta. Hospitalizada, el 12 de enero dio «positivo por coronavirus
por reacción en cadena de la transcriptasa-polimerasa inversa (RT-PCR)». «Informó de
que había visitado regularmente un mercado local de productos frescos en Wuhan antes
de la aparición de la enfermedad el 5 de enero de 2020. Sin embargo, no informó de que
hubiera visitado el Mercado Mayorista de Mariscos del Sur de China, donde se detectaron
la mayoría de los casos».
Según posteriores informaciones en medios de comunicación, el COVID-19 ya
estaría presente en Europa en diciembre: en París según El Periódico y
en Milán y Turín según El País.
La Comisión Nacional de Salud de China confirmó el 20 de enero de 2020 que el
nuevo coronavirus se transmitía entre humanos. Al mismo tiempo, empezaron a darse
casos de la enfermedad entre personal sanitario y el virus saltó a Corea del Sur.
La OMS advirtió de que podría originarse una epidemia internacional, temor que se
incrementó por la cercanía de las celebraciones del Año Nuevo Chino, durante las cuales
muchos millones de personas se desplazan de una provincia a otra.
Declaración de Pandemia
La Organización Mundial de la Salud declaró el 30 de enero de 2020 la existencia de
un riesgo de salud pública de interés internacional, bajo las regulaciones del Reglamento
Sanitario Internacional, y, posteriormente, el 11 de marzo de 2020 que la enfermedad se
consideraba ya una pandemia por la alta cantidad de personas infectadas (118.000) y
muertes (4.291) que había causado alrededor del mundo (114 países).
Porcentajes de Contagio
Cada país está informando sobre los casos de COVID-19 verificados en su territorio
en base al análisis genético de muestras en laboratorio. Sobre todo en los primeros meses
de la pandemia, estas cifras no eran necesariamente representativas de la propagación real
del virus porque la cantidad de pruebas de COVID-19 realizadas varía mucho de un país
a otro, según los medios disponibles y las estrategias de contención adoptadas.
Durante los primeros días de la pandemia, Corea del Sur fue el único país donde se
realizaron análisis sistemáticos de grandes conjuntos de población, unos 10.000 al día,
con 210.000 contabilizados hasta el 10 de marzo. En el extremo contrario, Japón solo
había analizado 10 000 muestras en total hasta el 10 de marzo y el Reino Unido estaba
haciendo 1500 análisis hasta el 11 de marzo, cuando su gobierno ordenó aumentar la
cadencia un 500%. Estados Unidos había analizado solo 1.583 muestras hasta el 5 de
marzo. En España, a 25 de marzo de 2020 se calculaba que podría haber entre 300 000 y
900.000 personas infectadas frente a los 39 000 casos registrados oficialmente. La
importante diferencia se debe a que la mayoría de los portadores del virus pasan la enfermedad
sin ningún tipo de síntomas. En China no se reportan los pacientes asintomáticos como casos
de COVID-19 incluso si dan positivo en la prueba. La situación cambió en los meses
siguientes, a medida que cada país se fue equipando en sistemas de pruebas de COVID-19,
principalmente por PCR. Es posible que se pasase al extremo contrario, en el que los positivos
reportados eran superiores a los casos reales de la enfermedad porque la excesiva sensibilidad
de las pruebas PCR señala como positivos a personas que ya han pasado la enfermedad pero
tienen aún en su cuerpo restos de ARN no viable, es decir, de virus muertos que ya no infectan.
En cuanto a las cifras de fallecidos, los criterios son también dispares según los países.
En Italia se cuentan como víctimas de la pandemia a los muertos que habían dado positivo
pero no a muchos ancianos fallecidos en residencias sin haberles hecho la prueba; mientras
que en Bélgica se contabiliza en las cifras de fallecidos a todos los muertos en residencias con
síntomas similares a los de COVID-19, aunque no se les hayan hecho tests. En España se ha
constatado que la sobremortalidad durante la epidemia es entre un 50 y un 70% más alta que
las cifras oficiales de fallecidos por COVID-19 verificados por prueba PCR.
En relación con la incidencia, los casos de COVID-19 comprobados mediante análisis
genético (PCR) ascienden a 535 millones al 6 de junio de 2022, pero la OMS estima que la
cantidad real de infecciones es probablemente mucho mayor, en torno a 780 millones o 10%
de la población mundial actual.
Medidas preventivas
Las medidas básicas para prevenir la transmisión de la enfermedad incluyen: lavarse las
manos con agua y jabón, llevar mascarillas, el distanciamiento social, no tocarse los ojos, la
nariz ni la boca con las manos sin lavar, y toser y estornudar en un pañuelo desechable o en el
pliegue del codo.
 Mascarillas
Muchos países, gobiernos, y asociaciones como la CDC y la OMS, recomiendan usar
mascarillas o coberturas faciales de tela quirúrgica, especialmente en lugares públicos donde
haya mayor riesgo de transmisión y donde las medidas de distanciamiento social sean difíciles
de mantener. Esta recomendación busca reducir la propagación de la enfermedad entre
personas con síntomas y sin síntomas, y es complementaria a otras medidas preventivas como
el distanciamiento social. Utilizar cubiertas faciales limita el volumen y la distancia de viaje
de las gotitas que se dispersan al hablar, respirar y toser.
Las mascarillas se recomiendan, más a quienes puedan haber sido infectados, y a los
cercanos a alguien que pueda tener la enfermedad. Y se recomienda a los profesionales de la
salud que interactúan directamente con pacientes con COVID-19 que utilicen mascarillas que
sean al menos tan protectoras como la mascarilla N95, o las certificadas por NIOSH u otro
organismo equivalente, además de que usen otros complementos de protección personal.
Cuando no se usa mascarilla, el CDC recomienda cubrirse la boca y la nariz con un pañuelo al
toser o estornudar, o con la parte interna del codo si no se dispone de pañuelo. Se recomienda
la higiene adecuada de las manos después de toser o estornudar. Hay mascarillas que llevan
alguna válvula de exhalación (es decir, de salida) para expulsar el aire de la respiración sin
filtrar. Por ello, si su portador estuviese infectado (y puede estarlo sin saberlo), transmitiría el
virus a través de la válvula, incluso estando la mascarilla certificada. Así que las mascarillas
con válvula de salida no están recomendadas para controlar la pandemia.
 Vacunas
Las vacunas contra la COVID-19 comprenden al conjunto de vacunas que tratan
de prevenir la enfermedad provocada por el SARS-CoV-2, virus responsable de la
pandemia de coronavirus iniciado en diciembre de 2019 y actualmente en curso. Según
un artículo publicado por la BBC en 2022, «las vacunas no son muy efectivas para evitar
la infección de personas vacunadas o que propaguen la infección». El mismo año, un
estudio de The Lancet de una variante del virus concluyó que si bien la vacuna disminuía
la probabilidad y severidad de la infección de los vacunados, los vacunados podían
«eficientemente contagiar en hogares, incluyendo a los vacunados» Para contrarrestar la
caída aparente de eficacia de las vacunas con el tiempo, los fabricantes propusieron la
inyección de dosis de refuerzo regulares.
Para febrero de 2021, diez vacunas han sido autorizadas para uso público por al
menos una autoridad reguladora competente. Además, hay unas 70 vacunas candidatas
en investigación clínica, de las cuales 17 en ensayos de fase I, 23 en ensayos de fase I-II,
6 en ensayos de fase II y 20 en ensayos de fase III. Las vacunas contra la COVID-19, se
pueden clasificar según el vector que utilizan para introducir el material del SARS-CoV-
2. El vector puede ser una versión inactivada del propio coronavirus, otro virus
(generalmente un adenovirus) al que se le ha insertado ARN del SARS-CoV-2, o
bien ARN mensajero solo.
 Las vacunas que se encuentran en uso en la actualidad son las:
• Vacunas de ARN mensajero
• Vacunas de coronavirus inactivado
• Vacunas de otros vectores virales
• Vacunas de subunidades o vacuna de antígenos peptídicos
Las diferentes vacunas precisan de diferentes temperaturas de conservación. En 2021,
debido a la capacidad de producción inicialmente limitada de los fabricantes de vacunas,
los Estados tuvieron que implementar planes de distribución por etapas que daban
prioridad a la población de riesgo, como los ancianos, y a las personas con alto grado de
exposición y transmisión, como los trabajadores sanitarios. Para finales de 2022, la
expansión de la capacidad de producción industrial y la caída en la demanda llevó por el
contrario a disputas para deshacerse de lotes de vacunas.
Hasta diciembre de 2020, los países habían comprado por adelantado más de 10 mil
millones de dosis de vacunas; de ellas, aproximadamente, la mitad habían sido adquiridas
por países de ingresos altos que representaban el 14% de la población mundial. Para el 6
de enero de 2022, se habían administrado 9 370 millones de dosis de las vacunas contra
la COVID-19, distribuidas entre el 59% de la población mundial. A fecha de marzo de
2023, la Organización Mundial de la Salud aconseja priorizar la administración de dosis
de refuerzo a las personas de riesgo, principalmente personas ancianas, inmunodeprimidas
o con comorbilidades graves. Por el contrario, para los menores de 17 años sanos la OMS
insta a los estados a que reconsideren la necesidad de vacunarlos dado el escaso beneficio
sanitario que les aporta la vacuna.
CONCLUSIÓN
Tras haber dispuesto, leído y analizado la previa información planteada, se puede concluir el
vigente documento de la siguiente manera. Lamentablemente la llegada de la pandemia por el
SARS-COV-2 simbolizo una exuberante cantidad de afectados que desemboco en una
acrecentada pérdida de vidas en la población de los diversos continentes del mundo, algunos
otros culminando con repercusiones que, a pesar de que siguen vivos, les son limitantes y
atentan contra su vida en el diario vivir. Este ha sido un pesar no solo sanitario, pues se
adiciono a lo del sector de salud, un gran colapso económico que se vio precedido por la baja
en picada en los ingresos de los diferentes sectores de producción, ya sean industriales,
alimentarios, etc. Además, de que broto el desarrollo de un gran déficit comunicativo en la
sociedad como tal, en algunos casos, lo que se provoco fue un empeoramiento de los problemas
ya existentes.
Esta fue una situación que nunca se vio venir y para la cual nunca se establecieron medidas
preventivas que ayudaran a amortiguar las terribles consecuencias. La Organización de las
Naciones Unidas (ONU), como entidad protectora y que resguarda el bienestar de todas las
personas del mundo, recurrió a medidas preventivas extremistas en la búsqueda de la
regulación de la enfermedad pero, lamentablemente algunas de las mismas no surtiendo el
efecto esperado o simplemente no siendo respetadas, lo que provocó que se agravara la
situación.
Cabe resaltar que, esto simbolizo una vía de aprendizaje y fortalecimiento estratégico y más
en todos los ámbitos mencionables de la sociedad. La pandemia provoco una gran pérdida
poblacional y sentimental de los gentíos mundiales, más sin embargo ayudo a reforzar los
sistemas de salud en medidas aun no definidas con totalidad, potenciaron las metodologías
tecnológicas de comunicaciones que han servido para que nadie en el mundo quede olvidado
a pesar de la distancia; y finalmente ayudo a idear nuevas ideas de recuperación e incremento
económico, visualizándose aquí una alta gama de servicios y negocios vía plataformas y redes
sociales que facilitan la continuidad de ventas y negocios que sostengan la economía en un
alto porcentaje.
Actualmente se sigue luchando contra esta dolencia, y constantemente se visualizan nuevos
brotes de la misma que amenazan con ser peores que la plaga original, pero se están realizando
estudios intensivos en algunos países del mundo que se han dedicado a la investigación
profunda de esta enfermedad. Se es de conocimiento universal que, una vez una enfermedad
surge no es posible erradicarla en su totalidad, no obstante las luchas contra este destemple
continúan y las alternativas de medidas preventivas y de tratamiento post padecimiento del
mismo siguen siendo preparados. Las diversas organizaciones de salud y preservación mundial
aún no se rinden, y siguen haciendo grandes esfuerzos por contener la maleza de este suceso
y para buscar las metodologías y tácticas que fortalezcan a cada una de las personas del globo
terráqueo.
Bibliografía
https://www.bupasalud.com/salud/coronavirus
https://es.wikipedia.org/wiki/Pandemia_de_COVID-19
https://www.who.int/es/health-topics/coronavirus#tab=tab_1

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