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uicuilco ss ue Groce, votunen 15, sto 43, eavo costo, 2008 Aportaciones en el marco de las ciencias antropolégicas Homenase A Marcarira NoLasco Armas nemo Naoomto€ ormoroioin HSToas ‘nso de Mariny Coot Direociin Genera) fale Payee Mind Seortans Teeics, io bo Coorunacidn Naconl de Dussn rection de Publicaciones sce Naciona ‘Aimorctois Histon ot Alert isles ree Deecsion Saml Herik Harner Sevetana teademica ‘ona Goycole is ‘Selon de ExtensinAcadice Marana Matos Reo Subaioccisn oe Sermcisy Apoyos Acadbicos Departamanta de Publicaciones CGrcutcomeunn ooo ce ‘tuto Mora) Jevara (uta) ) (om astitution, Estaios Unidos ‘idad Complutense de Madhid, Espana Jclonal Auténoma de México, México Extatal de Tarleton, Estados Unidos | Houston, Estados Unidos nal Autonoma de Mexico, México Ie de fowa, Estados Unidos ional de Colombia, Colombia {clonal Autonoma de México, México pone [Altos Estudios en Ciencias Sociales, Francia dod Auténoma Metropolitana, México bre de Bruselas, Beiica Chicago, Estados Unidos ‘olumbia, Estados Unidos fad Nacional Auténoma de México, México le Binghamton, Estados Uniios ‘nal de Antropologla e Historia, México dad de Costa Rca, Costa Rica Versidad de Buenas Aires, Argentina tio de Mexico, México elo, Fotografia digital ola Nacional de Antropologia «stra, Certficados de lita de contenido: tle: 9606, Reserva de derachos be uso excusivo del ule: 1405-7778 de fecha Gobo 45, col. Roma, CP 08700, delegacion Cusuhtémoc, México, OF ‘onsabildad exclusiva de su autres. 04.8 2000 exert 2 Historia PeriféricoSury2apote s/n, cal sro Fabela, CP 14030, dlogacién 536089269 y 9608 0487, ent. 239. Ciicuileo Consejo Editorial «Margarita Nolasco Armas (ni) + Francisco Ortiz Pedraza (ar) * Gabriela Cano Ortega (usw) + Alberto del Castillo Teoncoso (Instituto Mora) + Maria Eugenia Pera Reyes (nae) * Gabriela Ururuela Ladtn de Guevara (ua) + Jorge Tizo Gémez (ur) + Walburga Wiesheu Forster (ma) + Pablo Yankelevich (hah) * Carls Serrano Séncher (uw) + Sal Milén Valenzuela (9A) + Sergio Bogard Sierra (cum) * Maria Eugenia Olavarra Patino (aus) + Ronald L. Bishop, Smithsonian Institution, Estados Unidos * Antonio Gonzalez Martin, Universidad Complutense de Madrid, Espana Editora Patricia Fourier Garcia Consejo Editorial Consultive * Lindo Manzanila, Universidad Nacional Auténoma de México, México + Robert M, Malina, Universidad Estatal de Tarleton, Estados Unidos + Rebecca Storey, Universidad de Houston, Estados Unidos + Roger Barta, Universided Nacional Autsnoma de México, México ‘ Thamas H. Charlton, Universidad ee lowa, Estados Unidos + Horacio Bonila, Universidad Nacional de Colombia, Colombia + Johanna Broda, Universded Nacional Auténoma de México, México * Camila José Cela Conde, us, Espana * Christian Duverger, Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, Francia + Néstor Garcia Cane, Universidad Auténoma Metropolitana, México * Michel Gaulich, Universidad Libre de Brusels, élgies + Friedrich Katz, Universidad de Chicago, Estados Unidos + Horbert Klein Universidad de Columbia, Estados Unidos + Alfredo Léper Austin, Universidad Nacional Auténoma de México, México + Randill McGuire, Universidad de Bringhamton, Estados Unidos + Eduardo Matos, Instituto Nacional de Antropologia © Historia, México + Héctor Pérez Brignol, Universidad de Costa Rica, Costa Ries + José Antonio Pére2 Gollén, Universidad de Buenos Aires, Argentina + Rodbalfo Stavennagen, El Colagio de México, Mexico Portada ‘Autor: Diego Narvse2 Herat, Vuelo, Fotografia digit Publicacincustimestral ela Escuela Nacional de Antrapologia e Historia, Cetficados de icitud de contenido: 1699, Cortfcador do letud de tuo: 9606, Reserva de derechos de vro exclusiva del titulo: 1405.7778 de fecha de 17 do marzo de 1999, sw, Cordeba 45, cal. Roma, CP 06700, delogacén Cuauhtémoc, México, DF I contenido de los artcules es ceponsabildad excusva de sus autores. 0.40 2000 susu/na 's0:1405-7778 Eseyla Nacional de Antropologiae Historia + Perfrico Sur Zapote s/n ca. IidroFabela,C.P 18030, delagacion Tlalpan, México, DF « Teletonos: 5566 9269 y 5606 0487, ext. 239 uicuilco NNuevs Groen, vow 15, nono 43, wavo-ccosro, 2008 Aportaciones en el marco de las ciencias antropolégicas Homenase « Marcarrta Nolasco ARMAS Indice MiscetANes, + Para una antropologia del parésito social Marcos Cueva Perus ‘© Jurez: la construccién del mito ‘Alma Silvia Diaz Escoto + El significado politico del homicidio en México en el siglo xx Pablo Piccato + Discurso y comunicacién en los museos de Querétaro. Una propuesta de anslisis sobre sus practicas discursivas Luz Maria Lepe Lira ‘= Imaginacién y cartogratia: un estudio sobre el proceso del descubrimiento americano Enrique Delgado Lopez y Miguel Nicolés Caretta ‘+ Eulalia Guzman y la imposibilidad de excavar en suelo nacional Apen Ruiz Martinez «© Elaspecto masculina del arcofris prehispanico Gabriel Espinosa Pineda * Elencuentro de dos culturas: los mayas de la regién oriental de las tierras bajas y su trénsito ala modernidad Miguel Angel Hernandez Garcia Resenia + Exilios. Destinos y experiencias bajo la dictadlura militar Luciano Alonso ‘© Las mujeres en Mesoamérica prehispanica Rocio Garcia Valgafion u 3 o7 81 137 29 223) Imaginacién y cartografia: un estudio sobre el proceso del descubrimiento americano Enrique Delgado Lépez Miguel Nicolés Caretta Resumen: El presente trabajo ex um acercumiento ala iden de que el espacio earogifico se conforma fanto por los mils y la leyenda, como por la historia y la realidad. Pare elo, part de una sre de mapas que describe ls contrnas continents, elaborados en ls primera cades del descubrimiento “americana En arias de ellos eapeca al mapa como resultado de un apc conociovento de acuerdo fon los asancesy la tenalogta de a pce, pero también sgn Tos eacismesy precepts ieogicas gente en el momento ‘Assim. This pper presents an epproc fo te id that cartographic pace the resi of mye ant legends as much ishislory and ality As suc, present work stars ith serio maps th describe ‘he continental contours made thin te frst decades ofthe scoery of Amerie In sceal of hese maps ‘am be obserced the apie hneaadge im agreement withthe adeancs andthe technol ofits tie, but et {some tine they ls cad the atvisns a efetoe deco rules ofthat histori moment. Pavasnas cLavts descubimiento, historia de América, cartografi, maps. Kev worms: Disconery, History of Americ, cartography, maps. J.B. Harley y D. Woodward dicen que los mapas no constituyen solamente una ‘mera pintura en la eval tierras y mares se delinean de acuerdo con las coorde naclas de latitud y longitud [Harley y Woodward, 1987:XVIM] sino que son un “ mediador entre un mundo mental interno y un mundi fisico externo”, mismo que revela el sentimiento del hombre sobre su universo en varias scalas, por lo {que nos facilita percatarnos de las formas e ideas que dicho hombre ha tenido sobre su entomo y su planeta, Paul Zumthor acierta al sefialar que el mapa ico~ niza el espacio; por su valor historico, es contemplado como un testimonio del pasado, en el que aparecen reflejadas concepciones intelectuales y cualidades festéticas que permiten imaginar el ingenio, el talento y la creatividad de algunos autores 0 protagonistas [Zumthor, 1994304}. izes volamen 15, nimero 43, mayo-agost, 2008, Mic, 5 1405-778. Culetco vlumen 15 nimere 4, may agosto, 208, Ma 2 Ewncue Decavo * Miguel Nicolés Ciertas aptitudes humanas han sido determinantes en la elaboracién de los documentos cartograficos, y entre ellas est la habilidad innata de la conciencia, «que da lugar a la exploracién como una accién pensada. En este marco, la vista pprovee bases sensoriales necesarias para un esquema mental del espacio y, de- rivado de ello, para la especializacién, uno de los mas primitives aspectos de la conciencia. A la lista se suman los atributos del entamo, tales como distancia, localizacién o rea contigua, impregnando a los terttorios de pensamiento hu- mano. No se deja de lado la capaciclad para relatar la informacién adquirida, ast como la abstraccién y la generalizacion de las cosas. Con esto et hombre orcienael entorno dndole valores ysignificados propios, ala ‘vez que inicia una exploracin o reconocimiento, que por lo demés no ha tenido fin, para su posible mejor uso y conocimiento de “la realidad del planeta” {Leén-Portilla, 19893 Jen que vive. Entonces, el mapa “establece un vinculo directo entre percepcién yy representacién del mundo” y ofrece “informacin sobre un espacio dado {reducido ' formas mis omenas elementales), su descriptor y los destinatarios del documento” [Musset y Val Julian, 1998], a la vez que archiva conocitrientos del grupo humano y “si éste convierte su propia historia en un objeto de reflexion, el mapa memoriza de ‘una wotra forma esta historia” [Zumihor, op. cit 305}. ‘Cuando se elabora “un mapa, por rudimentario que éste sea, 1o que hace- ‘mos es tener presente la forma de una parte de la tierra” [Crone, 1956:15]; esta representaci6n encuentra eco en la capacicad del relato y aimbus deja ria des- cripeién del terrtorio. Por ejemplo, en los poemas homnéricos se puede encontrar la unidad humana enfatizada por el circulo ocenico, el Todo protegido, el mun- do interpretado como una isla [Harley, 1987:132]. Los mitos griegos primitivos —habla Carlos A. Turco Greco— consideraban ala tierra “como un disco flotan- tecizcundado por un ro caudaloso, el Océano”, idea que bien pudo ser introdu- cida por marinos que posiblemente legaron al Atiniico [Turco Greco, 1968]; la concepeién del mundo griego afiadi6 una gran techumbre céncava apoyada en pilares que sostenfa el poderoso Atlas y esta imagen homérica perdur6 por mu- hos siglos, los necesarios para que el modelo quedata en el colectivo europeo. Por largo tiempo muchas cuestiones que sobre laestructura del planeta fue~ ron discutidas superaron el terreno del mapa y se integraron a una conciencia colectiva que fue recente a desecharlas. Es casi seguro que desde la antigiiedad se concibiera la forma esférica de la Tierra y del Universo; Aristoteles llega a la conclusion de la esfericidad por medio de argumentos filos6ficos, pues el mun- do tendria que ser “la més perfecta y bella de todas las formas posibles”, es decir —coneluye— la esfera. La concepcién de la esfericidad perduré por siglos en contraparte al mundo plano que obedece a argumentos de la cristiandad. Ptolomeo (tr AC) desarrollé su obra cartogriifica y astrénomica a través de ‘una monumental recopilacién de datos proporcionades no solo por Viajeros, sino Iwainacin veonronsea 113 también por sabios contemporineos a él y, sobre todo, obedeciendo a herencias culturales, Al tener como base las fajas climéticas y la concepcién previa de las zonas t6rrida y gélida, ampar6 su inhabitabilidad. Tal idea, como muchas otras, teniendo a él como autoridad, persisti6 por largo tiempo a pesar de que muchos viajeros y exploradores demostraron con su experiencia lo contrario. La cultura medieval recibié una explicaci6n dogmética no s6lo sobre la con- figuracién de tierras y mares, sino también sobre las condiciones de habitabili- dad de las regiones o fajas climaticas que componen el orbe. Tales esquemas se ‘mantuvieron sin cuestionamiento alguno por parte de la religi6n cristiana. Una autoridad en las geografias del siglo XV como lo fue Pierre D’Ailly, en su Imago Mundi, dice: Fl mundo es de forma esférica 0 redonda y ofrece gran variedad en sus diversas partes. En primer lugar, se compone de 4 elementos: terra, agua, aire y fuego; en se- ‘gundo lugar de 9 esferas..] sobre ellas se dice que est la esfera cristina y después ‘de todas la éiltima esfera, Fmpirea, donde se halla la sede de Dios y la morada de los ‘santos, Después de este cielo est la octava esfera que se llama firmamento, estos, el elo estellado [D’Ailly,1991:29-30] Y sobre las cualidades de la tierra, sefiala que La tierra, como el cielo, se divide proporcionalmente en cuatro circulos menores y cinco partes desiguales[.] la primera eoté entre el polo Artic y el eleculo dtico; La ‘eguntlo entre el circulo drticoy el trépicaestival a tercera entreel tropico de verano ¥yel tropico hiemal; Ia cuarta entre ol tr6pico hiemal y el circulo antrtico. La quinta ‘entre el citculo antticoy el polo antartco. La primera y la iltima de estas zonas o regiones de la tierra, segtin algunos, debido a la gran lejania del Sol, son inhabitables por culpa del mucho fri. La terce~ ra se encuentra enmedio del camino del Sol y demasiado cerca de él. Por eso se Ie llama zona torrida y se le tiene por inhabitable a causa de su excesivo calor. Las otras dos, o sea la segunda y la cuarta, ni estin demasiado cerca del Sol ni dema~ siado lejos de él. Por eso estén afemperadas entre el calor y el frfo. Por consiguien- te, segiin esto, sino tienen ningiin otro impedimento, son habitables. [2bid.:39] Sita al tan ansiado paraiso terrenal en la “tercera zona", en la torrida; ls antipo- das estin ubicados en la “cuarta zona’, habitable, como la segunda en la que viver los ‘europeos, “pero no existe comunicacion entre nasotros y ellos”, dice D’Ailly,“ya que seria menester pasar por la Zona t6rrida y especialmente bajo los trépicos” iid. 40- 41}. Al tropico de Capricornio Io ubica en “la parte superior y més noble de la tierra”, sogtin lo hace también el Filbsofofrabe-espatiol Averroes[ii:50) El trabajo del cardenal francés es de sumo valor para entender la geografia ‘medieval, Es en esta autoridad en Ia que se basa Colén para justificar st proyec- {o, por lo que es preciso tomarla para entender, en términos generales, el periodo veo 83 myo gosto, 28, 207, Mio, 0 1405778 Ciaieovelumon 5, nero 4, mayo agoste 208, Misc, 57778 Evmcue Oncano * Miguel Nicolés ‘medieval, en el que cabe la realidad, lo mitico, lo fantistico, los monstruoso y lo ‘maravilloso, Este tltimo término no esta referido tinicamente a las cosas que el hombre es capaz de admirar con el sentido de la vist, ya que "todo un mundo imaginario puede ordenarse alrededor de esa apeladén en un sentido, el de la vista”, pero también se deben agregar imiigenes y etéforas, que son igualmente “metiforas visuales” (LeGoff, 19863}. Los tres continentes que conformaron el orbe establecido no se conocieron plenamente. Las remotas zonas de Asia y Africa, las que no convivieron direc- tamente con Europa, fueron sede de imagenes y leyendas; lo mismo pas6 con el Atlantico, este mar tenebroso que fue fermento para la imagineria [Lois, 2005- 2006-20071, En cuanto a la estructura simb6lica, el mundo se compuso con base en prin- cipios religiosos reflejados en los mapas T en O (Orbis Terrarum). Dominé enton- ces una cosmografiareligiosa, esa que defendi la forma plana del mundo con Jerusalén en el centro y el Paraiso literalmente orienando el mapa; por conse cuencia, las representaciones paradisiacas alimentaron aventuras en busca de la afiorada Edad de Oro. Ubicado primero en el oriente, el Paraiso cambi6 de residencia cuando la apertura de las fronteras del mundo; Gerardo Mercator (en 1569) lo cambié nada mas y nada menos que al Polo Norte [Bux6, 1988]. La forma orbicular de los T en O encerré a los tres continentes divididos por ‘un mar interior, ef Mediterréneo; un ee transversal adicho mar configur6 Ia T, formada por el Nilo con prolongacién hacia el Don; en algunos casos esta barra Ja componen los Dardanelos, el llamado Helesponto, con la continuacién hacia Ja Mare Indicum. En este tipo de mapa, el Mediterréneo como eje de referencia no varia, pero los otros dos mares cambian con frecuencia [Kapler, 1986225], En este contexto el mar Mediterréneo fue el eje de un mundo conocido, habi tado y habitable; el alma de la antigtiedad y del medioevo. En toro a 6l se ubi «arom las tierras templadas, el ectimene, los lugares en donde los climas gélidos del invierno y los intensos calores del verano forjan la personalidad, la inventiva de los hombres; esa variedad de climas se traciuce en la condicién esencial para el correcto desarrollo del hombre. FI Mediterrineo es el punto de partida para toda concepcién sobte lugares distantes y la nocién seelabora sin el més minimo cuestionamiento; tal criterio, al fin y al cabo, es una de las fuentes que servirdn para alimentar el "imaginario geografico” [Lois op. cit}, de tal forma que el orbe medieval —dice Weckman— se rodeé de un cinturén de islas reales 0 imagina- #ias, forjando una “geografia visionaria” [Weckman, 1984] que se encarg6 del disefio del mundo. Las islas se contaron a montones y habitaron en ellas, entre otros seres, las amazonas; por su parte, los mares fueron précticamente intermi- nables. Con este supuesto se alimenté no sélo el mar, sino el desierto, las tierras distantes, simplemente... lo ljano. M feaucionv cxeToRara D to tipo de documento cartogrfico es el portulan, que “determing un canbe aghast en cl odenamient dels cementesgogrfco que cons Gin al content de os mapas” inspir evae ruta hacia Todesconoce aaa shad de tertararavegantes y exploradores Turco Gren 33 se reetjtve fel ryt de ponble ras para tomaral momento de ls Fees pent ened oxano mejor cho en el Msterénc, Enel potlan se ely costs contnentlese insures prfectamente delineadasn0 par tend tas anager snbolismo alguno sno que resultan de a experiencia en eAeidemaear"y perigen un mayor seguridad en las aguas navegables Sua Se hata al mar Mediterraneo ans cosas ecientaes del oxéano sNulnticn que smperaban aconocerse” ii], Las cots fueron elaboradas cee ibn pores nota a asencia de meridianesy parle, as como de serseeion de toren adeno, Ejemple de clos sa carta abuida a Fizigano irene de 2s donde es interesante nota que itd dl océano secibuian ts ils lamadas Anil tc precza de as eas Segui su curso yaplicrt mas tare enol dese brinientby colonieacténde Americ, concbida al principio como aquel terra seared dal Gran Can teritorio verdadero, re, pero gue ambien e cons saat sabrade Marco Fotval sentra la aforanza dels sitics La wisn red angs deel de América, se confunde con Heras asia taly como lo we ab ensue econ Cristal Colin Mat, 190397. No en bale os = sta erplsndores buscar no Toque se anja novedoo, sino ms bien Ia weerdvoeldn den exstenladelo marino” [Weckman, oct: 28). | Sone expict eta neve raid, cOmo enendera sobre todo, como ongesrare fy tomar de el para un posible benef? Fara responder ets Imlarugante ace imprescinable consular la bra de cenistas que veton er urmerecte ovo mundo,yla respuesta esarématzadasiempre no Slopor cereale caltura que los acompaf, sino también por los interes propios que cada un perseua ™ “ere Cor Geri, 1978265] sf que con asd sn “un ens counted nd coreldo” que rompié los aque expaciles extent, @ race psi "la contemplacn de a esfra sin ms regione incdgias ae nelle” puesel hecho istic de la"Nuevas Inia” marca Tino de un proces, l pens, por ejemplo, que ea egones hasta enonces Fees ctr vigertes hast go, cud se explore la parte veil dl plant, German Ariegs[Arireges 195.1] hace vera masa Thmenan queoma la vida con el deseubinient, pus del ao "1500hacia ats rebhabrese ever en pequetio slates, extn en un coral naveganen gos. te 100 cis adelante surgencontinentesy mares oars” Su concimiento Flento pace pea mas prescupactn por exagerarTa fetid yHiquea” cuieicovlumen 5, ners 4, moyoagest 2008, 2007, Masco sv 405778 5, rr, myo goto, 2008, Misc, 140-7 116 Ennaue Dexstvo # Miguel Nicolés de las terras que “proporcionar los datos geogréficos exactos”. Carmen Veléz- quer [Velézquez, 19803] dice que los cartografos espatioles elaboraron multitud de cartas de los contomes del continente después del descubrimiento; esto se explica, dice, por el nimero de viajes “autorizados y no autorizados” que se Tevaron a cabo. Aun més: la cartografia que se ocupé de la configuracion del espacio americano quedé sefialada tanto por el cart6grafo que trabaj6 en el sitio, como por aquél que realiz6 su trabajo de gabinete en los alles europeos, por lo que el resultado muestra una peculiar postura ideol6gica. Cada mapa es testigo fiel de esta aseveracin. El océano Actntico se poblé de isas yseres fabulosos durante siglos; en las centurias del xv y del xvt, ese mar da un giro y la frontera del imaginario geo- grfico s6lo se mueve de lugar, pues el Atlintico se convierte en un espacio de comunicacién, y el carter fantistico que ostentaba lo cede al Nuevo Mundo y luego a los terttorios no explorados dentro de él Este cardcter fantastico o extraordinario estaré plasmado tanto en las ex6ni- «as de la época, como en los primers mapas que se claboraron del continente Es a Colén a quien le tocard describir esa primiciay se sabe de sobra que el na- ‘vegante no logré asimilarla novedad que'se le presentaba ante sus ojos. Se habl6 de un géneroliterario ineas atrs y ahi mismo aludimos a los mapas. Hay que ser enfiticos en que ambos son marcos de referencia Fara plasmar las quimeras de Ia época. En un ejemplo concreto, cuando se obse:va el teritorio represen- tado en un mapa atribuido a Cristobal Colén (Mapa 1), se puede apreciar de ‘manera confusa la delineacién del terrtorio de la isla La Espaiiola. Como una cuestin aparte, si verdaderamente el almirante reali este mapa, es sin duda y de acuerdo con Nebenzahl, el primero del Nuevo Mundo [Nebenzahl, 1990:26. Poco después del viaje de Colén, en 1493, se imprimen en la ciudad de Bar- celona las Cartas del Almirante que Iuego serin editadas en varios lugares de Europa. En una de estas ediciones, lade Basilea de 1493, los escritos de Colén se acompafiaron con ilustraciones de las isla Isabela, Espaiola, Fernanda y San Salvador, entre otras. En un primer plano (Imagen 1), esté una carabela y en las as se dibujan casillos medievales. Inscnscion vcaRrowarte Mapa 1. Atribuido a Cristobal Colon Ww uiescovhimen 15, nbmers 4, mayo agent, 2008, 2007, Masco so 14052778 ica volunen 15 118 Eimour DavsAco + Miguel Nicolés Imagen 1. El mundo descubierto por Cristébal Colén ; a Inasnacionv cARTORara Es conveniente tomar en consideracién la manera en que Col6n describié el paisaje americano,teniendo siempre en cuenta que la descripcién en geogratia oo qute nos permite valorar Ios elementos que son motivo de andlisis (Doll fas, 1982-12) En fal sentido, Gerbi subraya el interés de Cold por la flora y la fauna de América [op cit-25)y sutilmente, también lo considera Morison [Mo- sna, 1992.73; O'Gorman, 1992}, biografo del genovés, cuando escribe que “el ‘Rlmivante comenz6 a coleccionar muestras de plantas, con Jas cuales esperaba convencer a la gente de Espafia de que, al fin, habia Tegado a los linderos de shai” El padro Las Casa, al hablar del primer desembarco de viaje colombino, dstaca que la tera era “toda baja, sin montaia alguna, como una huerta lena ‘Je arbolda verde y fresquisima, como son todas las de los lucayos que hay por Si [1092.200} de la isla Fernandina diré que es “Ilana, muy verde y fertiisima” {iid 212], Ot forma de apreciar la vegetacén la muestra cuando describe un aioten la isla de Ciba, el cual “nunca cosa tan hermosa vio; todo el ro cercado Je arboles verdes y graciosisimos, diversos de los nuestros, cubiertos de lores y ‘ros de frutos...a hierba grande como en Andalucia” ibi:221}. “También por medio de los escritos del padre Las Casas, Colén muestra resa- bios de l vision medieval sobre el mundo que vive, el cbdigo vicaial, como di- Joaquin Sanchez Macgregor [1991.27] estoes, “el cédigo dela época, de la r= presentatividad histérca”, pues cuando navega por Cube, més tarde bautizada aime Jum creeré que ee Cipango y en ella anhela encontrar grandes naves. En Tesla quclosindigenas Ilamaban Bohio espera descubrr el deseado oro y la aor ‘hada eapeciera al tiempo de cumpli las (rdenes reales en la ciudad de Quinsay para mostrar la embajada de los Reyes Cattios al Gran Khan op i221} TEs nevesario enfatizar que en el navegante no cabia otra forma de pensar fue um hombre de su época. Haciendo a un lado cualquier otra explicacion, es justo indicar que Colén “lego” ala tierra que Marco Polo describ, y que sola ‘experiencia le demostrard st error ‘Una de las particularidades sobre el nuevo espacio que se tiene ant los os, cessin duda ol punto de parangon, que comienza al mismo momento del encuen- ‘too descubrimiento, El punto de comparacién lo establece el mundo del que so- nos parte, pues simplemente no existen pardmetros para seialar * “eualidades” 5 "deficiencias” en aquello que escapa a nuestra cotidianeidad. El cotejo para SiNueve Mundo es Europa y, de manera particular, Expaia, es decir, el mundo Conovido. Catherine Smith, escribe que América nace europea y no india, ‘Desde Iuego que con toda la maravilla que observa no deja de mostrar su vistén prictica de la tierra al describirla también como “tierra Tena de puertos Jraravillosos y grandes rfos”, yel interior de Ia isla leno de “montafias muy her- mosas aunque no muy altas” y, de acuerdo con los indfgenas entrevistados, con vier ros grandes”, Su afén mercantilista, de igual modo propio de la époce, le culeico volun 15, nero 4, mayest, 2008, 007, Masco 407778 isco vohenen 15, nimor 4, mayo eget, 2008 Msi, 105-7778 Evque Darcave # Miguel Niclés hace ver que en esa tierra “haba minas de oro y petlas” [iid.: 222}. En la relacién de su cuarto viaje habla de la provincia de Clam y dice que alli supo de “las rminas de oro..] que yo buscaba”; Consuelo Varela observa que Cian es para CCotén la Conchinchina de Marco Polo [Varela, 1982296} ‘Ante el tamafio de Cuba, el Almirante queda sorprendiido y piensa que pisa tierra firme, por lo que no debe de haber més isls al rumbo del occidente. La punta oriental de esta parte del teritoro la bautiza con el nombre de Alpha et Omega, “que quiere decir principio y fin’, pues ereyé que aquel cabo era el fin de la tierra firme. Seri comiin entre los exploradores y conquistadores que lleguen a estas nue- vas tierras que su propio lengua les fuera insuficiente para describ la nueva realicad. Esto le sucede al mismo Colin y més tarde a Cortés e incluso al des- criptivo y ameno Bernal Diaz del Castillo. Colon esribe a los Reyes Espaiioles, cen “palabras formales”, sus vivencias en la isla espatiola: ‘Crean Vestas Altezas que estas terras son en tara cantidad buenas y ft, en ‘special estas desta isla epatiola, que no hay persona que lo sepa deci, y nadie lo puede creer sino lo vies. Y crean que esta isla y tos las ottas som as suyas como Castila El paisaje que le toca describir a Colén en los viajes que realizb, se convier- te en un tema amplio; sin embargo, me obliga a dejarlo porque no es lo que ‘ocupa mi atencién en un primer plano. Tengo que reconocer que es de sumo valor considerar sus observaciones y subrayar esos rasgos caracteristicos de sus descripciones; pero quiero centrar mi atencién en ol hecho de que a partir de él se desencadenan toda una serie de exploraciones y —msatin—, de obras cat~ tograficas, que de igual manera revelan la ideologia de la época. En su mayoria sélo configuran los contornos del continente y subrayan en més de un caso la Terra incdgnita que tanto alimentaria las ansias de exploraci Enel aio de 1500, uno de los pilotos de Colén, Juan de la Cosa, elabora un interesante documento cartografico (Mapa 2). Como un claro ejemplo de mapa colombino, se configura el mundo conocido y comienza a delinearse el Nuevo; se aprecian muy bien las islas del Caribe y algun que otto rasgo de terra firme, principalmente de las costa del norte le América cel Su; la “costa de perlas” en Jo que actualmente es Venezuela, yun poco més al sur se aprecia un “mar dulce” ademés de ciertos cauces del Orinoco y Amazones. La técnica empleada es la del portulano medieval, visualizando las lineas de rutas en el mar asi como la costa con los innumerables puertos en potencia cen los respectivos estandartes de Portugal y Espaii Inwanacn asronass Mapa 2. Juan de la Cosa, 1500. oy a a q 3 i Cisco wore 15, mer 4, may-agoto, 208 Meno, sw 105-7778 12 Exmout Davcxvo + Miguel Nicolés Se debe enfatizar que en el mapa el Mediterréneo, como es tipico en el por- tulano, esté muy bien delineado. Como otros, no incluye latitud ni longitud y la escala no es la misma para Europa que para el Nuevo Mundo. Al parecer este ‘mapa es el primero que incluye los descubrimientos levados a cabo por Colén, pues st autor lo realizé con conocimientos propiosde la experiencia del viaje, asi camo lo que pudo recoger en las expediciones de Ojeda y Vespucio, ademas de datos del viaje de Juan Caboto en América del norte [Nebenzahi, op. i:30) Elmunclo que se representa contiene referencias dela época. En primer lugar, seflala la division que de 6l se hacen entre las potenciasibéricas. Africa aparece tun poco ancha y los océanos se comunican entre s{dejando de lado las tenden- cias ptolemaicas sobre la existencia de un mar interior que seria el océano Indico; ppor supuesto que la elaboracién del mapa implica yael conocimiento que vino a Ja luz come fruto de los viajes que los portugueses hicieron ala Ina Y asf como Juan de la Cosa esquematizé lo descubierto por Col6n, el pla- nisferio llamado Cantino (Mapa 3) expuso para Europa las navegaciones que Jos portugueses realizaron por el mundo, destacando desde Iuego los viajes de ‘Vasco de Gama, Cabral y los hermanos Corte-Real {ibi.:34] Se esquematizan las costas de América del Sur, las “Antillas del Rey de Es- paiia”; la peninsula de la Florida y las islas Azoresestin como “tierra del Rey de Portugal”; igualmente sefiala el meridiano que indica la reparticién del mundo entre los paises tbéricos. in el caso de América del Sur, en la costa brastena, el paisaje tropical despierta una sensibilidad de quien expuso el dato y, més atin, de quien lo plasm6 en el papel. Las aves y la vegeracién son motives que domi- nan en el documento, Por su parte, dentro de Altica, las obras arquitectonicas, al unfsono con el verdor de la vegetacién, hacen resaltar el entorno. En lo que ppudiera ser el desierto del Sahara, hay un verdadewo Edén y perfectamente se lee |a frase: “Tos montes claros en Africa”. La porcién norte del continente asitico es una tierra desconocida; sobresale por su escala Jerusalén, asf como una gran peninsula ms ali del subcontinente indio. En Europa, como dict6 la tradicion del portulano, los estandartes gobiernan la imagen y una enorme construcci6n, localizada al norte del Adridtico, despunta en el esoacio (quiz4 aluda ala ciudad de Ferrara), En suma, Hércules de Este, duque de Ferrare, al extender el mapa, segiin Isabel Soler “pudo observar el rigor y Ia firmeza de la mano que habia dibujado una imagen del munclo que empezaba a aproximarse ala realidad. La carta con- centraba el saber occidental del mundo al yuxtapcner, sin perspectiva hist6rica, la concepcién geogréfica del pensamiento cldsice, la representacién simbélica medieval y la lectura renacentista del espacio ya conocido [Soler, 2003; 85]. Ha- bri que agregar, como veremos adelante, la confasién del espacio que se esti ‘conociendo. accion ¥ camTowarts Mapa3. Alberto Cantino, 1502. we Cubic wohenan 15 nimero 4, mayo epee, 705, 2007, México, 4052778 ‘Cuicueo whimen 18, nner 49, mayo-sgote, 2008, Mio, 140.7778 14 Enncue Ducane * Miguel Nicolés Soler aprecia que en el Cantino hay “una mezcla de informaciones, conoci- ilentos geogrificos y técnicas de navegacién”; subsisten en él “espacios trata dlos segiin los procedimientos de navegaciOn estimada que los primeros portula- znos habian establecido”, al tiempo que presenta, “por primera vez en una carta nétutica”, las lineas “del ecuador y de los trépicos”, indicando con ello que los navegantes ya se movian por el océano por medio del célculo de latitudes y no solamente con rumbos y distancias como en el portuilano [bi 86). Es necesario sefalar que los primeros mapas americarios plasmaron for- ‘mas teritoriales muy controvertidas debido précticamente al desfasamiento en ‘reel relato, el mapa y la asimilacin de la informacién, En este caso, en el mapa se representa el hecho geogréfico llamado Florida que ro “existia” en 1502. Apa- rece en el norte de lo que pudiera ser Cuba una saliente de terrtorio que —para algunos—crea la presencia de la peninsula aludida, y —para otros— forma parte de Asia. Algunas ideas existen al respecto, que son presentadas por Nebenzahl lop. cit:34]. Una de ellas dice que tal punto no es la Floridae indica que es resultado de una confusién, pues los cart6grafos portugueses interpretaron erroneamente reportes espafioles de la configuracién de nuevas islas y ampliaron Cuba, pri- ‘mero como isla y Iuego como un érea explorada parcialmente al noroeste. Otra {nterpretaci6n considera a la isla Isabella como Cuba, pero aqui como una pentn- sula de Asia de acuerdo con Colén y Cabot. Se tiene que sefialar que la Florida fue formalmente descubierta en 1513, y recordar que el mapa Cantino se elabord en 1502. Es nacesatio tener en cuenta Ja especulacién de que Américo Vespucio realiz6 un viaje temprano y asi expli- car tal apariciOn. Al respecto, Miguel Leén Portilla dice que este primer viaje, “cuya veracidad se ha discutido’, se realizaria entre 1497 y 1498, y que “en su. relacién se describe lo que parece haber sido un recorrico alrededor del golfo de México, la Florida y una parte de la costa atlintica septentrional” (Leén Portilla, 2007.26}. Una hipétesis mas habla de un desconocido piloto portugués que pudo ha- ber realizado un viaje no oficial por parte de Espafia antes de 1500, y costeado Ja Florida [Nebenzahl, op cit.34}; otra considera que Cuba y Florida fueron pin- tadas con dosis de imaginacién, obedeciendo a los prototipos para los mapas ‘importantes de las series lusitano-germénicas, al ser enteramente configurados por europeos, es decir sin que hayan pisado estos cartégrafos alguna vez suelo americano. Y con dosis de imaginacién abundan los casos de mapas, como el de Bartolomé Colon, 1503-1506 (Mapa 4), que representa tierras mis bien amorfas 0 sencillamente inexistentes; una isla en el Caribe con el nombre de Canibali; Flori dda como parte de Asia; y nombres de tradicién ptolemaica como “Serica”, o bien “Serci Montes”. En las costas brasilefias, se lee anthipodi y ademas Mondo Novo. Mapa 4. Bartolomé Colén, 1503-1516. usec wtumen 15 nmaro 4, may sgot 208, 207, Msc 14057778 Cuca waren 1, mer 48, may-agots, 208, Mini, 0 IS 7778 16 Evmoue Dacsvo # Miguel Nicolés Mapa 5. Nicolés Caveri, 1504. Nicos Caver labora ene 1504 y 1505, en Génova, su Carla del Munio (Mapa), Nofay en lrazo de los Tropics y del Ecuador yes més bien un por fuano en el que representa las costs de Noteamérc, yl golf ce Mexico {sti plagndo de as. En términos generals, em el apa n se pesenta un ca io tasendental respect al Cnt, Es necesriodetenermos par habla de I forma ena qu los descbrinien tos se agregaron ala cartografa universal ales conosmientosreestrucarron tlimundo entero, ala ver, como resultado de propagar ete oto entender todavia poco conreto ecrearon formas e imagenes desligadas del realidad Himundo asic y medicral ey con los descubriienony con wherein rilenaia pr lo mismo, sult extemadamente dif dgeripidamente es Iaxcnacion veanronare 1 cambios y ese atavismo determiné la postura ante lo nuevo. Ese es el proceso de invencién de América: se parte del hecho ce “una imagen estiticay fnita de un uuniverso que, cteado en perfeccién, est ya hecho” [O'Gorman op. cit]. Sin ‘embargo en ese mundo el hombre, “huésped extrafo...siervo temeroso agrade- ciddo”, se libera “cle su antigua circel césmica y de sit multisecular servidumbre impotencia” o, si se prefiere, de esa “arcaica manera de concebitse asi mismo” {ibi:95] en la isla que le toca vivir como servidor de Dios. Entonces, de objeto que esté a las 6rdlenes del Creador cristiano, el hombre pas6 repentinamentea ser suelo activo del escenario césmico; aqui su problema y aqui también su reto. En los mapas la cuestion esté vista de esta manera: se represent6 una uni- dad cristiana determinada por el Orbis Terran, circunserito por una sola isla situada también en un s6lo hemisferio y, dentro de esa conformidad que aboga la cristiandad, se oblig6 al ser humano a pensar una tierra lejana y meridional habitada por seres antipodas, vetada a cualquier posible “visita” debido a las condiciones naturales adversas. Con toda esta carga se lega ala necesidad de elaborar nuevos esquemas que permitan dar cuenta ce To que asus ojos y conceptos resulta inaudito, Sin base en las autoridacles biblicas o grecolatinas cualquier explicacin resulta titubeante. Resumiendo, y para poner el caso de América, el continente no puede ser visto s6lo como una ampliacién de horizontes (geogréficos), pues era ante todo —dice ‘Gonzalo Menéndez Pidal— “un mundo con personalidad propia” y pasar de un ‘mundo tripartito a uno formado por cuatro porciones “no se hizo sin tener que revisar descle Tas mismas raices el concepto que el hombre tenia de su mundo” [Menéndez Pidal, 19443]. Elnuevo esquema tardaré algtin tiempo en ser admitido, Asi también se ha visto en los documentos cartogréficos que aludimos hojas atras y también esta ‘en uno elaborado por Juan Mateo Contarini (Mapa 6) en 1506. En esta carta hay tuna diferente visién de América, pues no sigue la linea de conocimiento que presentan las otras, EI Nuevo Mundo, o mas concretamente las islas caribefas, se ubican en medio de dos masas continentales y en direccién al poniente se encuentra la isla de Zipango; muestra la inmensa peninsula del extremo oriente llamada por los antiguos Quersoneso Aurev, y que no es sino la terra que Col6n crey6 encontrar en su viaje alas hoy costas venezolanas. En la masa que esté al sur, la tierra interior es completamente desconocida, pero de mayor sorpresa resulta, independientemente de las razones, el hecho de que no brinda cuenta de pporciones continentales ubicadas en Norteamérica como la Florida o Yucatén. Continuando con la lista de mapas publicados en Europa y que exponen la imagen del mundo americano, en 1507 se edita en Estrasburgo uno del mun- do conocido hasta la época y cuyo autor es el cart6grafo Martin Waldseemiiller (Mapa 7) Este mapa representa un parteaguas en la historia de la imagen ame- ' ' 2 a i : : i cleo volunan 5, neo 4, yo gato, 008, Mésic, 405.78 Mapa 6. Mateo Contarini, 1506, Exmaue Dacano * Miguel Nicolés aceon ¥ ca¥ronare 19 ricana al ser el primer documento en el que aparece la palabra América, partcu- Tnrmente en referencia a la porcién sur, gracias al uso como fuente, entre otras cosas, del Mundus Novus de Américo Vespucio. Si bien est latente la tradicion Ge Ptolomeo, se registraron los entonces recientes descubrimientos de espafioles ¥ portugueses, y las tradiciones del alejandrino se hacen patentes en esa sobre= Zatiente peninsula asidtica y en el registro de lugares e informacién atiborrados particularmente en lo correspondiente al viejo mundo. El objetivo de los que participaron en el Gimnasio Vosguense (Le6n Portilla, 2007:10] y que por cierto fograron, era una “nueva edicion de Ia Geografia de Pflomeo que superara alas anteriores, dando entrada al mayor niimero posible de noticias derivadas de los descubrimientos geogrificos. ‘Basado al parecer en datos portugueses, en Jo que corresponde al Caribe presenta la islas Espafiola y Cuba con proporciones exageradas y recoge una i> Pea de costa continental incompleta. América, ya literalmente dicha, es alargada pero interrumpida en dos partes, aunque aparece para Europa una parte desl: gada del conjunto asitico; se nota en é1 la forma de lo que ser el seno mexicano J Florida es peninsula, hecho que hace recordar el tan controvertido viaje de Ves- pusio: Yucatin la peninsula, esté dividida en dos islas;y en lo que corresponde asia sigue latente la presencia de la peninsula de Malaca con proporciones que la ubican més alla del trépico de Capricori. Mapa 7. Martin Waldseemiiler, 1507. volun 1 mer 43, maye-ngat, 008,207, Mi, 4 M0578 Casco ohana 15, nimers £9, may apes, 208, Msi, 105-7778 Evmoue Dexcaco + Miguel Nicolés Gonzalo Menéndez Pidal habla acerca de la informacin geogrfica de la €poca, misma que se convierte en algo absolutarsente secreto, pues su fin esti ‘mezclado no solo con objetivos mercantilistas 0 geopolitcos, sino también bé- licos. Por si fuera poco, ala par de estas tareas, es informacion desempefia un papel en el seno de las civilizaciones y nos ubica en un periodo hist6rico deter ‘minado. Por ejemplo, hay que tener en cuenta la tarea con la que fue creado en. los albores del siglo xvr el Padron Real, instituci6a perteneciente al Consejo de Indias, Su creacién sobre todo indica que nunca antes los confines del mundo habian crecido en forma tan répida como lo hacfan en esos momentos; “muchas gentes no se encontraron capacitadas para adaptarse alas nuevas condiciones de Ja vida cienifica”. Gedgrafos, cosmégrafos, historiadores y filésofos, “temerosos ante lo incierto y desconocido de los caminos que se ofrecian a sus respectivos studios, prefirieron proseguir sin sobresaltos en el multisecular derrotero de sus concepciones” [Menendez Pidal, op. cit:"Prélogo" Para 1540 otro cartOgrafo de gran fama, Sebastién Minster (Mapa 8), edita la Noowe fusula con wna forma singular en el trazo. Estan ya la tres partes del con- tinente, América del Norte, del Centro y del Sur, conformando ast una unidad y sélo su literal oriental bien delimitado. Yucatan es una isla muy cercana a Cuba y tierras colombinas como Veragua y Paria estructuran el istmo americano. A poca distancia del continente se esquematiza la isla de Zpangri. Hay en el documento conceptos que fueron comunicados por los primeros exploradores cuando se destaca la tierra de canfbales y la region de los gigantes. Desde luego que a la par que se presentan mapas con elaboraciones fanta- siosas, se tiene que echar mano de documentos cuya elaboracién implica estar al tanto de las itimas noticias que se tienen de los descubrimientos. La imagen de América se distorsiona o se aclara; aunque con pasos cortos ttubeantes, se avan- zaen el conocimiento de las tierras hasta entonces desconocidas para occicente. Independientemente de los diversos motivos cor los que se represent6 el. cont zente, sehablaré aqui del Mar Caribe como un espacio ya definido en laconcepcién «europea (baste revisar nuevamente los mapas para darse cuenta que en todos ellos aparece esquematizada la figura caribela). Las islas de este mar se convirtieron no sblo en las primeras tierras americanas que guardaban el codiciado oro, sino tam- biénen el puntoal que llega ls flotas europeas paraluego desparramarse en expe- lciones hacia nuevas tierras. Este mar, por decirlo de alguna manera, se ensancha constantemente, yde la misma forma se abren posiblidades para extenderlo El Caribe reflejaliteralmente otro orden. Sien el principio de la cultura occi- dental fue el Mediterréineo el que dio sustento a las pueblos clisicos, de acuerdo con la idea de Germin Arciniegas el nuevo mar americano sirve como punto de atraccién para empresas que tienen exactamente el mismo fin: mutrir a Europa de diferentes productos e incluso ideas (Arciniegas, 1593:19] Inscnncion ¥ cartons ‘Mapa 8. Sebastian Miinster, 1540 131 i g 5 ; i i q 4 i 3 4 3 132 Binoue Drcavo + Miguel Nicolés América, con tna personalidad propia, tardaria en conformarse, Se mostr6 en diversos mapas con rasgos muy diferentes a los reales a pesar de las fechas ya muy “tardias” al descubrimiento. Para 1856 (Mapa 91 América todavia es repre- sentada como una peninsula de Asia. La traza del mapa, juicio de valor aparte, es simplemente grotesca. En el hemisferio norte de este continente aparece la Nueva Espaiia, México y, al septentrin, la Florida Siguiendo la linea continen- tal, después de una cadena montatiosa, se ubican la India y Asia oriental unto se distingue la Tierra de Bacalaos. Se marca un “mar rojo” en litorales novohis- panos, quizé el golfo de California en su apelative demar Bermejo; luego, como ‘una forma de estuaro, las especierias Molucas. Fl Viejo Mundo Ie reclama al Nuevo todo lo que pueda darle, Las expedi- ciones son para todos los rumbos: “aqui estn las isles. Al frente la Tierra Firme gue no es sino un trazo de Ia costa, al principio “el aontinente no existe, es s6l0 un presentimiento [..existen] ries, montafias, ciudades, minas, reyes, que no se saben pero se imaginan” [iid 49. Junto con los mapas, o mejor atin, antes que los mapas, est los viajes de los cexploradores que con sus nombres identifcarén los Ingares descubiertos. Sélo pot mencionar algunos: Balboa y el Mar del sur; Orellana y la travesta por el Amazonas, lo mismo que Cabeza de Vaca através del ahora septentrién mexica- ‘no. Otros, como Ponce ce Lebn en la Florida y, ya para particularizar, los tres que esti relacionados con las primeras visiones no solo de las costas de lo que sera “México, sino del interior del continente, Hemandez de Cordoba (1517), Grijalva (1518) y de alguna manera todavia més definida, Hemnén Cortés (1519). Desde luego, no son los doctos hombres los que elaboran la primitiva ima- sgen del Nuevo Mundo para Europa. Es de sobra sabido que a los aventureros y a los exploradores les tocé escribir este espacio que se abre ante sus os, y que Ja mayoria de las veces el propio lenguaje traicionara sus sentidos al relatar las “‘maravillas” vistas. Es posible seguir el ritmo de los descubrimientos y de la contiguraci6n del Nuevo Mundo por medio de los mapas, en tanto son un lenguajeelaborado por ‘medio de imégenes que muestran més que formas, nombres de lugares, sitios ‘muchas veces estigmatizados por la tradici6n y vistos con motivos canibalezcos; tales imagenes munca podrin se leidas como un textos escrito, pero al igual que ellos requieren de una interpretacion, EI mapa queda lejos de ser solamente una configaracién elaborada por mé- todos matemticos. Si bien implica producirlo huego de un conjunto de actvida- des, como la misma exploraciOn o Ia recopilacion de informacién de incursiones anteriores, su propésito queda lejos del punto referenciado y, dado que es ledo como imagen, no niega su aspecto humanista, Mapa 9. Jerénimo Girava, 1556 1B a i e i Cul oan 15,rimars 4, may agosto, 2008, sco, 0108-778 134 Exmaue Dacano # Miguel Nicos En el conjunto de mapas que mostramos se represent6 una peculiar concep- ci6n que Europa forj6 del Nuevo Mundo. En el contexto de los descubrimientos americanos los mapas mostraron un continuo vaivén de imagenes que dibuja- ron los descubrimientos, pero que trazaron también la reticencia por aceptarlos Quienes elaboraron esos documentos cartograticos partieron de una idea, de una percepcin de espacio, al fin y al cabo de una histeria, EI proceso de lectura cle un mapa es distinto que el de un texto escrito, porque el acceso resulta restringido. Pensando por ejemplo en el de Colén, 0 el del Cantino o l elaborado por Miinster, lo que vemos es la vision de un grupo de cespecialistas que tienen informacién, que estén sumido en un enredado social y cultural. El mapa brinda una imagen que despierta y altera los sentidos y con- ‘ribuye a la conformacién de un concepto de lo que expone; deja de ser un tes- timonio netamente geografico y se convierte en un documento que desvela las, cualidades de la sociedad que lo crea, sus actitudes, valores y sentimientos. De esta manera hay que pensar que el "nuevo" continent» fue, primero, una parte de Asia, pues era esa la concepcién que se imponia; que se transforma luego en un archipiélago; y que s6lo después figura como un continente. Ya continente, ‘América se convierte en un espacio de explotaci6n y de atraso, Biaiocraria ‘Acosta, Joseph de 1985 Historia natural y mora dels adi en que se fate las sas notables de cielo elemen= tos, metals, plantas y animales de ellasy ls tos y cereonias, lees y gobierno de los indies, Eicién preparada por Edmundo ’ Gormar, México, Fondo de Cultura conémica, 2* edicin (Biblioteca americana # 38, Serie cronistas de Indias), Antochiw, Michel 1994 Historia cariogréfin de la pentusule de Yucatn, México, Centro de Investigacién yy Estudios Avanzados del 1px / Gobierno del Estado de Campeche. Arciniegas, Germéin 1983 Lo biagrafia del Caribe, México, Editorial Porn (Sean cuéntos... #406). 1992 Cartografahistéricn de} encuentro de dos muro, México, INEGI / Instituto Geo- sréfico Nacional. Crone, GR 1956." Historia de los mapas, México, rox (Brevirios #120). 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