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un viaje que nos conducirá a Berlín, a lena, a Dr~sde, donde los ro- través del fantástico paisaje alemán del espíritu termina en la, por ahora,
mánticos instalaron sus cuarteles generales y donde dispararon los fue- última irrupción de lo romántico: el movinlÍento estudiantil de 1968
gos artificiales de sus ideas; donde soñaron, criticaron y fantasearon. y sus consecuenCIas. <_o/
La época del Romanticismo en sentido estricto ~ermina con Eichen- La mejor definición de 10 romántico sigue siendo la de Novalis: (
dorff y E.T.A. Hoffmann, artistas románticos del desencadenamiento «En cuanto doy alto sentido a lo ordinario, a lo conocido dignidad de .-.;2.\
y, sin embargo, atados según otros aspectos. El primero era un buen desconocido y apariencia infinita a 10 finito, con todo ello romantizo Q_/
católico y consejero gubernamental; el segundo, un consejero liberal (Ich romantisiere)>>...J-
del tribunal iInperial. Ambos compaginaban una existencia doble, no En esta formulación se advierte que .él Romanticismo mantiene
fijada a lo romántico. Era una forma de Romanticismo prudente y lle- una relación subterránea con la religión. Pertenece a esos movimientos
vadera. de búsqueda que, durante doscientos años de perseverancia, quisieron
Este libro trata del Romanticismo y de lo romántico. El Romanti- contraponer alguna cosa al mundo desencantado de la secularización.
cismo es una época. Lo .romántico es una actitud del espíritu que no El Romanticismo, entre otras muchas cosas, es también una continua-
se circunscribe a una época. Ciertamente halló su perfecta expresión ción de la religión con medios estéticos, por lo que lo imaginario ha
en el periodo del. Romanticismo, pero no se limita a él. alcanzado con él una altura sin precedentes. El Romanticismo triunfa
Lo romántico sigue existiendo hoy en día. No es un fenómeno ex- sobre el principio de realidad. Es bueno para la poesía y malo para la
clusivamente alemán, aunque experimentó una acuñación especial en política, en el caso de que se extravíe en lo político. Ahí comienzan
este país, hasta tal punto que fuera de Alemania a veces se equipara los problemas que nos plantea lo romántico.
la cultura alemana con el Romanticismo y con lo romántico. El espíritu romántico es multiforme, musical, rico en prospeccio-
Lo romántico se encuent1lll en Heine, que a la vez quiere superar- nes y tentaciones, ama la lejanía del futuro y la del pasado, las sorpre-
lo, lo mismo que en su amigo Karl Marx. El periodo previo a la revo- sas en 10 cotidiano, los extremos, 10 inconsciente, el sueño, la locura,
lución de marzo (1848) lo llevó a la política y a los sueños nacionales los laberintos de la reflexión. El espíritu romántico no se mantiene
y sociales. Luego vienen Richard Wagner y Friedrich Nietzsche, que no idéntico; más bien, se transforma y es contradictorio, es añorante y cí-
querían ser románticos, pero que, como discípulos de Dioniso, en rea- nico, alocado hasta 10 incomprensible y popular, irónico y exaltado,
lidad lo fueron. El movimiento de juventud en torno al año 1900 fue enamorado de sí mismo y sociable, al mismo tienlpo consciente y di-
romántico sin trabas. En 1914, al comienzo de la guerra, Thomas solvente de la forma. Goethe, cuando ya era un anciano, decía que lo
Mann y otros se sintieron obligados a defender la cultura romántica de romántico es lo enfermizo.
Alemania frente a la civilización occidental. Los inquietos años veinte Pero lo enfermizo tampoco era demasiado extraño para él.
son un suelo nutricio para las excitaciones románticas; lo son en sus
santos inflacionarios, en las sectas y ligas, en los viajeros al Oriente; se
espera el gran momento, la redención política. La visión de una polí-
tica adecuada al ser que encontramos en Heidegger desemboca en un
fatal Romanticismo político, que le hace tomar partido por la revolu-
ción naciona1socia1ista. ¿Q!¡é grado de Romanticismo era inherente al
nacionalsociaHsmo? ¿No era un raciona1islno pervertido más que un ¡l
Romanticism~ salvaje? ¿No es el Doktor Faustus, de Thomas Mann, una 1!::
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no conocía la empresa real de la sociedad y er solalnente su bene~- lo «v~r~adero y lo moral». Así se llegó entonces, en la época del Ro-
ciaria. Estamos de nuevo ante la antigua dis ta: los realistas se remI- mantICIsmo, al grandioso desencadenamiento de lo romántico.
ten a las leyes férreas de la producción, a sentido de las instituciones ~~ tensión entre lo romántico y lo político se halla inmersa en la
y de las costumbres, y tachan a los ra ICales de ser un irresponsable t~n.sIOn lná.s amplia entre lo que puede representarse y lo que puede
grupo de aficionados entre los enam radas del yo y los soñadores des- VlVIrse. El Intento de conducir esta tensión a una unidad sin contra-
piertos, es decir, los tachan de ro ánticos. . d~ccio~es puede llevar al empobrecimiento o a la desertización de la
Esta disputa aflorará con ecesidad siempre que el Impulso ro- VIda. Esta se empobrece cuando no somos capaces de representarnos
mántico no sólo haga estall el realismo cotidiano, cosa que es de de- nada más allá de lo que creemos que es posible traducir a una realidad
sear, sino que además irr pa desenfrenadamente en la p~lítica, cosa vivi~a. -: la vida se d~sertiza cuando queremos vivir algo a cualquier
que no es buena ni pa el Romanticismo, ni para la polítICa. ~reCIo, Incluso al preCIO de la destrucción y de la propia destrucción,
SImplemente por el hecho de habérnoslo representado. En un caso la
vida se eInpobrece porque se renuncia a lo representable en aras de
Nos acercamos al final. El Romanticismo es una época resplande- la ~mada ~az; y en el otro caso se rompe bajo la violencia con que se
ciente del espíritu alemán; sus rayos llegaron con fuerza a otras cultu- qUIere realIzar lo representable sin ningún tipo de reducción. En nin-
ras nacionales. Ha pasado ya el Romanticismo como época, pero nos guno de los dos casos somos capaces de soportar la contradicción en-
ha quedado lo romántico como actitud del espíritu. Cuan~o hay d~- tre lo que se puede representar y lo que se puede vivir, y, por tanto,
sazón por lo real y acostumbrado y se buscan salidas, cambIOS y POSI- en ambos se aspira a una vida de una sola pieza. Pero una vida así es
bilidades de superación, casi siempre entra en juego lo romántico. Lo solamente un sueño ronlántico.
romántico es fantástico, inventivo, metafísico, imaginario, tentador, Aun,qu~ lo romá?tico forma parte de una cultura viva, una políti-
exaltado, abismal. No está obligado al consenso, no necesita ser útil a ca romantlca es pelIgrosa. Para el Romanticismo, que es una conti-
la comunidad, y ni siquiera ser útil a la vida. Puede estar enamorad? nu~~i?n de la reli~ió? con medios estéticos, rige lo mismo que para la
de la muerte. Lo romántico busca la intensidad hasta llegar al sufn- relIgIOn: ha de reSIstlr a la tentación de recurrir al poder político. «La
miento y la tragedia. Con todos esos rasgos 10 romántico no es parti- Ílnaginación al poder» no era precisamente una buena idea.
cularmente apropiado para la política. Cuando desemboca en ella, ha- Por otra parte, no podemos perder el Romanticismo, pues la razón
bría de tener un suplemento de realismo. La política, en efecto, debería política y el sentido de la realidad no son suficientes para vivir. El Ro-
fundarse en el principio de evitar los dolores, el sufrimiento y la cruel- manticismo es la plusvalía, el excedente de hermosa extrañeza frente al
dad. Lo romántico ama los extremos; en cambio, una política racional mund~, e.lexcedente de significación. El Romanticismo despierta nues-
ama más bien el tompromiso. Nosotros necesitamos ambas cosas: la tra curIOsIdad para lo completamente diferente. Su imaginación desen-
aventura del Romanticismo y la sobriedad de una política adelgazada. cadenada nos otorga los espacios de juego que necesitamos, siempre y
Si no entendemos la razón de la política y las pasiones del Romanti- cuando compartamos la observación de Rilke:
cismo como dos esferas, y no sabemos separarlas en cuanto tales, si en
lugar de ello deseamos la unidad sin quiebra y no tenemos la ha?ili- no estamos muy seguros, no nos sentimos en casa
dad de vivir por 10 menos en dos mundos, entonces surge el pelIgro en el mundo interpretado.
de que en lo político busquemos una aventura, que s~rÍa me~~r hallar
en la cultura, o bien de que exijamos a la cultura la mIsma utIlIdad so~
cial que a la política. Pero no es deseable ni una política aventurera, nI
una cultura políticamente correcta. Fue Friedrich Schlegel quien resal-
tó la necesidad de la sep-aración de las esferas. Afirmó Que es necesa-
rio empezar «c~n la autonomía de lo bello» y mantenerlo separado de
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El l1zétodo psicológico
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La pérdida de la realidad 83
~lidad, ~e hasa eh una gehefalizaci6n HpléSUluaa. tía de redención, pero no como la realización de
El arte no responde a una actitud espiritual unívoca'" posibilidades desaprovechadas o inalcanzables.
e invariable, y si queremos cOluprender adecuada- La idea de la pérdida de la realidad como pre-
111ente sus distintas formas, tenen10S que prestar suposición de la creación artística es incluso incom-
atención a sus fines singulares, variables histórica y patible con las condiciones de vida del n1undo an-
socialmente. En la historia del arte hay largos perío- terior al rOluanticismo; antes del romanticismo hu-
dos -los cuales cubren la mayor parte del pasado-, biera sido simplemente imposible llegar a una idea
que no conocieron más que un arte práct~ _y útil selnejante. La luera representación de una vida fra-
desde el punto de vista social, y en los cuales sería casada se hallaba luás allá de la imaginación del
a surdo pensar siq~ -en ún extrañamiento del .artista prerrolnántico. Esta representación seintro-
f artista respecto a la realidad. La incompatibilidad duce sólo en conexión con la idea de una elección
l. de las aspiraciones personales del artista con las entre arte y vida, obra y mundo, entre un yo estili-
exigencias de la sociedad, en el sentido mantenido zadoartísticamente y un yo espontáneo. Mientras
vencia de la época romántica y tiene presuposiciones no tenía. ningún derecho a poner barreras' a sus
más bien históricas y sociales que psicológicas. La irnpulsos. Un individuo lleno del sentido de la segu-
I~ustración y la Revolución hicieron prender en los ridad y del éxito que se abre ante él está siempre
intelectuales esperanzas desmedidas, como si estu- mucho más dispuesto a responder a las exigencias
viera ya a las puertas la nueva época universal de la sociales y a renunciar a sus reacciones instintivas,
soberanía de la razón y del genio. Las consecuencias que un individuo insatisfecho de la vida, ávido de
de la Revolución hicieron cambiar la situación de reconocÍlniento y que, desde un principio, está dis-
arriba abajo. Los escritores y filósofos que hasta en- puesto contra todo lp público y social. Es en este
tonces habían sido los guías espirituales de los estra- pun to donde la psicología depende eviden temen te
tos' sociales progresivos, son hechos responsables de de la sociología, es decir, donde los conflictos inter-
repente, unas veces de las «tristes consecuencia~» , nos adquieren una forma que responde a la posición
otras veces de las «imperdonables debilidades» de la y a la función que el individuo reviste en la sociedad.
Revolución, es decir, unas veces de que habían ido El ansia de' originalidad, el exagerado concepto de sí,
demasiado lejos y otras de que no habían ido bas- el subjetivismo desmesurado, no son, desde el punto
tante lejos. En la época siguiente, de reacción políti- de .vista 'sociológico, más que armas para la lucha
ca y de paralización cultural, los intelectuales no dentro del gremio artístico, de un gremio que ~a
pudieron mantener en pie su prestigio; se vieron con- perdido.sus antiguos patrocinadores y que,. por ello,
denados a perder todo influjo y ellos mismos se sin- se . siente ..ahora expuesto a los riesgos del mercado
tieron totalmente superfluos. Su sentimiento. de libre. El. ánimo rómán tico es un resultado de la
«inutilidad» se expresa en numerosas formas de hui- . inmersión en una rivalidad constante y expresión
da:" en la huida al pasado y a la utopía, al incons- del pavor a salir derrotado en la lucha permanente
ciente y a 10 fantástico, a 10 angustioso y cargado por la existencia n"laterial, por el éxito y por el poder.
de misterio, a la infancia y a la naturaleza, a sueños Se trata del síntoma primerO' e inequívoco de la
y anormalidades psíquicas, en suma, a formas. de neurosis de nuestro tiempo.
vida y comportamientos que respondían a su' deseo El psicoanálisis es, él lnismo, una forma del ro-
de irresponsabilidad y que les liberaban del sen ti- manticismo; se trata de una doctrina inconcebible
lnü~nto de su derrota. Los escritores y artistas de sin la herencia espiritual del romanticismo y sin el
generaciones anteriores podían conformarse con es- senti~iento vital romántico. Los más importantes
tar dominados por otros, porque ellos mismos se predecesores de Freud hay que buscarlos entre los
dominaban y porque creían en la' posibilidad de románticos, y las presuposiciones decisivas de la in-
dominar la vida. Los románticos, en cambio, no terpretación psicoanalí tica de los fenómenos aními-
respetaban ninguna vinculación externa, porque' ha- cos proceden de la antropología romántica. De igual
bían perdido en absoluto la fe en vinculaciones y rnanera que para el romanticismo, también para el
porque a su entender una sociedad que les negaba psicoanálisis representa lo inconsciente una fuente
todo influjo sobre el curso de los acontecimientos 111ásauténtica y lnás profunda de la verdad. El prin-
90 El 11'zétodo psicológico El arte COlno compensación 91
CIpl0 de la «libre asociación», que constituye no sólo J20ur l'art». En todo caso, es preCISO co eder que,
el fundamento de su terapia, sino el criterio de la sea cual sea su objetivo práctico, la o ra de. arte
espontaneidad espiritual, es en cierto sentido sólo una sólo puede cumplir una función ext na si posee
variante de la «voz interna» del romanticislTIO. La una serie de excelencias internas for ales. No obs-
idea de la convertibilidad de las energías y facUlta- tante lo cual, Freud tenía en el ndo razó1i: .~
des espirituales, sobre la que reposa toda la teoría arte es un ran consolador el an calmante; .es
psicoanalítica, con sus reacciones, mecanismos de de- posible que no sea la .fuente una satisfacción
fensa, racionalizaciones y sublimaciones, procede de «sucedánea», pero .es siem re a corrección de la
]a vivencia romántica de la insuficiencia v de la ne- vida y.representa la coro ensac.ón má~ valiosa~a las
~esidad de compensaciones; se trata de un~ estructura insuficiencias de la existenci .
que domina toda la época y que Freud n11sn10 de- Prescindiendo de los efe os fáciles por .los que
signa como el sentimiento de «malestar en la cul- el arte embellece la vida al velar sus problemas a al
tura», aun cuando él no. perciba la detern1inación presentárnoslos menos dif" iles de lo que en realidad
y la limitación históricas de este sentimiento y aun son, el arte dispone de na serie de medios capaces
cuando. 10 tenga por mucho más general de In que de reconciliarnos con 1 existencia, aunque sólo,. sea
en reahdad es. Sea de ello 10 que sea, el psicnanáli- transitoriamente. El rte tran uiliza, aun ue sólo
sis: plismo no es más que un productó de'. es ta situa-: sea or ue resta se tido ..... fin al caos que amenaza.
ción histórica, en la que la vida y la obra, la exis- con dev~¡'~rnos. "El rte" -~ne .la- crueldad de la .vida .en
tencia personal y la función pública del Índi viduo conexión con un rden universal liberándola ;asÍ: de
se escinden en dos sectores. separados entre sí . .su apariencia de capricho y quebrando a .la .vez. el
dardo que.,; par cía estar dirigido contra 11.osotros.
Por la mera presentación, el arte mitiga laconsi-
deraci6nobj tiva y atenta de las cosas que en la
vida se no ofrecen azoran tes, atormen tadaras y ~ a
3 veces iris partables. En ocasiones logra convencer-
nos de e nuestro sufrimiento es una especie. de
EL ARTE COMO COMPENSACION tributo uc tenemos que pagar por el hecho de exis-
tir. Pe o puede también aplacar la violencia de.:nues-
Quien tiene conciencia e la cOInplejidad de la tro olor, convirtiéndose en acusación viva contra
vivencia artística, es dif" i1 que se muestre total- la .otencia a la que se hace responsable de todo
l~el:te de acuerdo c.on a descripción del goce ar- el mal. Aplaca y mitiga, sobre todo, gracias a la
tlstlCO' como una SI pIe compensación como un f cultad del artista de elevar su voz contra la fuerza
narcótico o un calm n te. Ni siquiera los' menos fo1'- bru11.1adora del destino, de enfrentarse crudalnente
n1alistas_excluirán ln-más-la-au tonomía-de-la-()bra -con-el-,do101"-y-de-d@sGt:ibir-su-desdicha-en ugaL.-d..e.
de arte y eliminar "n en absoluto el"princi~o de «l'art soportarla mudamente. Todo ello tiene su parte. en