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POBREZA Y EXCLUSION SOCIAL

UNIDAD Nº I
Paradigmas y enfoques sobre la pobreza, justicia, igualdad y bienestar.

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SEMANA 1

Introducción
En la primera semana de estudio de la asignatura de pobreza y exclusión social se
presentan los distintos paradigmas que estudian el fenómeno de la pobreza a través de
diferentes autores del siglo XX y XXI que han sido influyentes sobre este tema tan
importante y perenne para el trabajo social.

En este sentido en esta unidad, se conocerán los distintos planteamientos de los


autores como Norberto Bobbio quien desarrolla su obra libertad e igualdad, Jhon Stuart
Mill, quien funda el paradigma del utilitarismo, Jhon Rawls quien crea la teoría de la
justicia y Amartya Sen y su punto de vista sobre el desarrollo. Son autores
preponderantes del último siglo que han postulado diversos paradigmas sociales que
dan cuenta de la pobreza como un fenómeno multidimensional que es imperante que
pueda ser estudiado de diversos paradigmas que le den un sustento teórico con el fin
de que se puedan fundar nuevas y mejores modelos de intervención social desde el
trabajo social. Es importante para el trabajo social poder tener una visión sistemática y
multidimensional para entender el fenómeno de la pobreza y la exclusión social desde
paradigmas epistemológicos que sustentan la vida de los individuos y grupos en la
sociedad, y como está se encuentra articulada política y constitucionalmente para el
desarrollo de la vida en sociedad.

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Ideas Fuerza

1. Norberto Bobbio (1909-2004) autor italiano quien desarrolla su obra libertad e


igualdad, donde efectúa una revisión sistemática y analítica desde la doctrina del
derecho, sobre la igualad y la libertad de las personas en la sociedad y como estos
principios deben de ser respetados por los Estados.

2. Jhon Stuart Mill, (1806-1873) quien funda el paradigma del utilitarismo donde enseña
que la finalidad de la conducta humana es la felicidad, y que en consecuencia la
norma discriminatoria que diferencia entre el comportamiento bueno y malo es el
placer y el dolor.

3. Jhon Rawls (1921-2002) desarrolla la teoría de la justicia y la define como la


capacidad moral que tenemos para juzgar cosas como justas, apoyar esos juicios en
razones, actuar de acuerdo con ellos y desear que otros actúen de igual modo.

4. Amartya Sen (1933) y su punto de vista sobre el desarrollo donde según palabras del
autor consiste en la eliminación de algunos tipos de ausencias de libertad que dejan
a los individuos pocas opciones y escasas oportunidades para ejercer su agencia.
Radica en concebir la libertad individual como compromiso social. Sen inicia su obra
analizando el hecho de que nos encontramos en un mundo de una opulencia sin
precedentes, y a la vez, lleno de notables privaciones, miseria y opresión.

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Desarrollo

1 Paradigmas y enfoques sobre la pobreza, justicia, igualdad y bienestar

1.1 Libertad e Igualdad según Norberto Bobbio.

1.1.1 Igualdad y Libertad

La igualdad, como valor supremo de una


convivencia ordenada, feliz y civil, y por
consiguiente de una parte, como aspiración
perenne de los hombres que viven en sociedad, y
de otra, como tema constante de las ideologías y
teorías políticas, queda emparejada a menudo
con la libertad. Respecto al termino libertad, la
dificultad para establecerlo estriba sobre todo en
su ambigüedad, puesto que en el lenguaje
político se habla de “libertad” al menos en dos significados distintos, la dificultad de
establecer el significado descriptivo de “igualdad” estriba sobre todo en su
indeterminación, de modo que decir que dos entes son iguales, sin otra determinación,
nada significa en el lenguaje político, si no se especifica de qué entes se trata y
respecto a qué cosa son iguales, es decir si no se está en condiciones de responder a
dos preguntas: a) ¿igualdad entre quienes?, y b) ¿igualdad en qué?

De manera más precisa, mientras que la libertad es una cualidad o propiedad de la


persona (no importa si física o moral), y por lo tanto sus diversos significados dependen
del hecho de que esta cualidad o propiedad pueden referirse a distintos aspectos de la
persona, sobre todo a la voluntad o la acción, la igualdad es pura y simplemente un tipo
de relación formal, que se puede colmar de los más diversos contenidos. Tanto es así
que, mientras X es libre es una proposición dotada de sentido, X es igual es una
proposición sin sentido, antes bien remite, para adquirir sentido, a la respuesta a la
pregunta ¿igualdad a quién? De ahí el efecto irresistiblemente cómico del célebre dicho
orwelliano; “todos somos iguales, pero unos más iguales que otros”, mientras que sería
perfectamente legítimo decir que en una sociedad todos somos libres aunque algunos
lo son más, porque simplemente se querría decir que todos gozan de ciertas libertades
y que un grupo más restringido de privilegiados goza además de algunas libertades
especiales. Por otra parte, mientras X es igual en una proposición sin sentido, todos los

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hombres son iguales en una proposición sensata, incluso muy utilizada, si bien genérica
en extremo, precisamente porque en tal contexto el atributo de la igualdad se refiere no
a una cualidad del hombre en cuanto tal, como es o puede ser en ciertos contextos la
libertad, sino a un cierto tipo de relación entre los entes que forman parte de las
categorías abstracta de humanidad.

1.1.2 Igualdad y Justicia

Mientras que libertad e igualdad son términos conceptual y axiológicamente muy


diferentes, aunque a menudo estén ideológicamente unidos, el concepto e incluso el
valor de la igualdad no se distinguen del concepto y del valor de la justicia en la mayor
parte de sus acepciones, hasta el punto que la expresión libertad y justicia se usa con
frecuencia como equivalente de la expresión libertad e igualdad.

De los significados clásicos de justicia que pueden seguirse hasta Aristóteles, uno es el
que identifica justicia con legalidad, de donde se dice justa la acción llevada a cabo en
conformidad con las leyes (no importa que sean leyes positivas o naturales), justo es el
hombres que observa habitualmente las leyes, y justas son las mismas leyes (por
ejemplo, las leyes humanas), en tanto que corresponden a leyes superiores, como son
las leyes naturales o divinas, el otro es el que identifica justicia precisamente con
igualdad, de donde se dice que es justa una acción, un hombre, una ley que instituye o
respeta, una vez instituida, una relación de igualdad.

1.1.3 La situación de justicia

Que dos cosas sean iguales entre si no es justo ni injusto, es decir, no tiene por sí
mismo ni social ni políticamente valor alguno. Mientras que la justicia es una ideal, la
igualdad es un hecho. No es por sí mismo ni justo ni injusto que dos bolas de billar sean
perfectamente iguales entre sí. La esfera de aplicación de justicia, o bien de la igualdad
social y políticamente relevante, es la de las relaciones sociales, o de los individuos o
de los grupos entre sí, o de los individuos con el grupo (y viceversa), según la distinción
tradicional que se monta hasta Aristóteles, entre justicia comunicativa (que tiene lugar
en las relaciones entre las partes) y justicia distributiva (que tiene lugar en las
relaciones entre el todo y las partes, o viceversa). Mas específicamente, las situaciones
en que es relevante que haya o no igualdad son sobre todos dos; a) aquella en la que

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uno se encuentra frente a una situación de dar (o hacer), de la que haya que establecer
la correspondencia antecedente con un tener o subsecuentemente con un recibir, de
donde la secuencia tener-dar-recibir-tener, b) aquella en la cual uno se encuentra frente
al problema de asignar ventajas o desventajas, beneficios o gravámenes, en términos
jurídicos, derechos o deberes, a una pluralidad de individuos pertenecientes a una
determinada categoría.

1.1.4 Los criterios de justicia

Una vez delimitada la esfera de aplicación de la justicia como igualdad, nada se ha


dicho aun sobre lo que distingue una igualdad justa de una injusta, que es además la
diferencia esencial en un discurso político entre la igualdad deseable y aquella que no
es tal. Nada se ha dicho aun en torno a lo que hace deseable que dos cosas o dos
personas sean iguales. Al llegar aquí el problema de la igualdad remite al problema de
los así llamados criterios de justicia, es decir, a los criterios que permiten establecer
situación por situación en qué dos cosas o dos personas deban ser iguales con el
objeto de que la igualdad entre ellas pueda considerarse justa. Dos cosas o dos
personas puede ser iguales o igualadas en muchos aspectos; su igualdad o su
igualación tiene que ver con la justicia solo cuando corresponde a un determinado
criterio (que se denomina criterio de justicia), basándose, en el cual se establece cuál
de los criterios ha de considerarse relevante con el fin de distinguir una igualdad
deseable de una igualdad no deseable.

1.1.5 La regla de justicia

Más allá de las dos formas de justicia retributiva y atributiva, la igualdad tiene que ver
con la justicia también en otro sentido, a saber, respecto de la llamada regla de justicia.
Por regla de justicia se entiende la regla según la cual se deben de tratar a los iguales
de modo igual y a los desiguales de modo desigual. Seria superfluo subrayar cual es la
importancia que asume una regla tal en relación con la determinación de la justicia,
concebida como el valor que preside la conservación del orden social. Lo que si
conviene subrayar, en cambio, es que el problema de la justicia como valor social no se
reduce hasta agotarse, como en general creen los juristas, a la regla de justicia. La
regla de justicia presupone en efecto, que están ya resueltos los problemas
comprendidos en la esfera de la justicia retributiva y atributiva, es decir, presupone que

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se han elegido los criterios para establecer cuando dos cosas deben considerarse
equivalentes y cuando dos personas deben considerarse equiparables.

1.1.6 La igualdad de todos

Contrariamente a lo que se podría inferir de lo que se ha dicho hasta aquí sobre la


relación entre justicia e igualdad, donde justicia ha aparecido siempre como termino
axiológicamente significante e igualdad como termino axiológicamente neutral, más que
descriptivamente indeterminado, en el debate político la igualdad constituye un valor,
mejor, uno de los valores fundamentales en los que las filosofías o ideologías políticas
de todos los tiempos se han inspirado. Para ello depende del hecho de que en todos los
contextos en los que la igualdad se invoca (y naturalmente también en aquellos en que
es condenada), la igualdad de que se trata es siempre una igualdad determinada.

1.1.7 La igualdad ante la ley

De las diversas determinación históricas de la máxima que proclama la igualdad de


todos los hombres, la única universalmente recogida, cualquiera sea el tipo de
constitución en la que esté inserta y cualquiera que sea la ideología sobreentendida, es
la que afirma que “todos los hombres son iguales frente a la ley”, o, con otra
formulación, la ley es igual para todos. El principio es muy antiguo y según palabras de
Eurípides en el pensamiento político griego, “no hay peor enemigo de una ciudad que
un tirano, cuando no predomina las leyes generales y un solo hombres tiene el poder,
dictando las leyes para sí mismo y sin ninguna equidad”. Cuando hay leyes escritas, el
pobre como el rico tienen igualdad de derechos ante la ley.

1.1.8 La igualdad de oportunidades

Los fundamentos del Estado de democracia social, así como el principio de igualdad
ante la ley ha representado un fundamento del Estado liberal; el principio de igualdad
de oportunidades, o de puntos de partida es primordial en los Estados de democracia
social. El principio de igualdad de oportunidades no tiene nada de particularmente
nuevo; no es sino la aplicación de la regla de justicia a una situación en la cual hayan

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personas en competición entre sí para la consecución de un objetivo único, es decir, de
una objetivo que no puede ser alcanzado más que por uno de los concurrentes (como
el triunfo en una competición, la victoria en un juego o duelo).

1.1.9 Igualdad de hecho

Del principio de la igualdad frente a la ley y del de la igualdad de oportunidades se


distingue la exigencia o el ideal de la igualdad real o sustancial o, de hecho. Lo que se
entiende genéricamente por igualdad de hecho es algo bastante claro; se entiende la
igualdad respecto de los bienes materiales, o igualdad económica, viniéndose así a
distinguir de la igualdad formal o jurídica, y de la igualdad de oportunidades o social.

1.1.10 El Igualitarismo

Limitando el criterio de especificación a la pareja todo-parte, las respuestas posibles


son cuatro; a) igualdad entre todos en todo; b) igualdad entre todos en alguna cosa; c)
igualdad entre algunos en todo; d) igualdad entre algunos en alguna cosa. El ideal-
límite del igualitarismo se reconoce en la primera respuesta: igualdad de todos los
hombres en todos los aspectos. Pero, precisamente se trata de una ideal-limite
prácticamente inalcanzable. Todo lo más se puede volver a definir el igualitarismo como
la tendencia a la consecución de este ideal por sucesivas aproximaciones. Una doctrina
igualitaria es una doctrina que sostiene la igualdad para el mayor número de hombres
en el mayor número de aspectos.

1.1.11 Igualitarismo y Liberalismo

Mientras el inigualitarismo niega la máxima del igualitarismo, según la cual “todos los
hombres deben de ser (en el límite) iguales en todo”, respecto de la totalidad de los
sujetos, ya que afirma que sólo “algunos hombres son iguales”, o en el límite “ningún”
hombre es igual a otro, el liberalismo niega la misma máxima no respecto de la totalidad
de los sujetos sino de la totalidad (o casi totalidad) de los bienes y males respecto de
los cuales los hombres habrían de ser iguales, es decir, admite la igualdad de todos no
en todo (o casi todo) sino sólo en alguna cosa, y este “alguna cosa” suelen ser

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habitualmente los así llamados derechos fundamentales, o naturales, o, como se dice
hoy, derechos humanos, que son además las diversas formas de libertad personal, civil
y política, haciendo acto de presencia en documentos internacionales como la
declaración universal de los derechos del hombre (1948).

1.1.12 El ideal de la igualdad

El igualitarismo es uno de los grandes resortes del desarrollo histórico; la igualdad


entendida como igualación de los diferentes es una ideal permanente y perenne de los
hombres que viven en sociedad. Cada superación de esta o aquella discriminación
representa una etapa del progreso. Nunca como en nuestra época se han puesto en
discusión las tres fuentes principales de desigualdad entre los hombres; la raza o más
en general la pertenencia a un grupo étnico o nacional, el sexo y la clase social.

1.1.2 Libertad

1.1.2.1 Libertad negativa

Por libertad negativa se entiende, en el lenguaje político, la situación en la cual un


sujeto tiene la posibilidad de obrar o de no obrar, sin ser obligado a ello o sin que se lo
impidan otros sujetos. La libertad negativa suele llamarse también “libertad como
ausencia del impedimento” o “libertad como ausencia de constricción”; si por “impedir”
se entiende no permitir a los otros hacer algo, y así por “constreñir” se entiende obligar
a los otros a hacer algo, ambas dicciones son parciales, desde el momento en que la
situación denominada “libertad negativa” comprende tanto la ausencia de impedimento,
es decir, la posibilidad de hacer, cuanto la ausencia de constricción, es decir, la
posibilidad de no hacer.

1.1.2.2 Libertad positiva

La “libertad positiva” se entiende en el lenguaje político la situación en la que un sujeto


tiene la posibilidad de orientar su voluntad hacia un objetivo, de tomar decisiones, sin
verse determinado por la voluntad de otros. Esta forma de libertad se llama también
“autodeterminación” o, de manera más apropiada, “autonomía”.

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Pregunta de reflexión:
¿Qué tan iguales y libres somos en la sociedad actual chilena?

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Para profundizar más sobre la Libertad e Igualdad según Norberto Bobbio
visita la siguiente página web:
https://www.youtube.com/watch?v=z5ihumqXJxQ&list=PL50YqZe9SnqzUJp
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1.2 El Utilitarismo según Jhon Stuart Mill

1.2.1 ¿Qué es el utilitarismo?

El utilitarismo es una forma moderna de la teoría


ética hedonista que enseña que la finalidad de la
conducta humana es la felicidad, y que en
consecuencia la norma discriminatoria que
diferencia entre el comportamiento bueno y malo
es el placer y el dolor. En palabras de uno de sus
más distinguidos defensores, John Stuart Mill:
“La doctrina que acepta como fundamento de la
moral a la utilidad o principio de la máxima
felicidad, sostiene que las acciones son correctas
en proporción a su tendencia a promover la felicidad, e incorrectas si tienden a producir
lo contrario a la felicidad. Por felicidad se entiende el placer y la ausencia de dolor; por
infelicidad al dolor y la privación del placer “.

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Esta es una doctrina del bien individual y del bien social, desarrollada por autores como
Benthman en el siglo 18 y Mill, Sidwick, Edgeworth y Marshall en el siglo 19. El
utilitarismo postula que el bien del individuo reside en la satisfacción de sus
preferencias individuales; mientras que el bien social consiste en maximizar una función
de bienestar social construida a partir de la agregación de las preferencias individuales.
El utilitarismo ha tenido una fuerte influencia en el pensamiento filosófico moderno, así
como en los postulados normativos en que se basa la teoría económica. El utilitarismo
es una teoría perteneciente a la categoría teleológica. Las teorías teleológicas tienen
por común denominador definir en primer lugar lo bueno por ejemplo, maximizar la
suma de las utilidades individuales, para después definir como correctas las acciones
que favorecen el avance de tales fines. En este sentido, el utilitarismo es una teoría con
una fuerte base racional, puesto que busca las mejores acciones para conseguir los
objetivos definidos. De esta manera, las reglas de comportamientos que cada sociedad
establece son aquellas más favorables a su propio desarrollo.

El utilitarismo supone que todos los conceptos que importan a los individuos (derechos,
ideales, etc.), pueden ser representados (reducidos) en preferencias. Éstas deben estar
basadas en juicios informados de la realidad, realizadas por individuos autónomos, en
pleno uso de sus facultades mentales, y excluyen a preferencias antisociales. La
utilidad o bienestar de los individuos no es una variable observable ni cuantificable. Sin
embargo, se postula que la utilidad es una función de variables observables, como es el
caso del ingreso. El ingreso “produce” utilidad en la medida que representa capacidad
de compra para adquirir los bienes y servicios que satisfacen las preferencias de las
personas. En el enfoque utilitarista la pobreza se definiría en términos de un nivel de
bienestar mínimo a alcanzar por parte de cada persona, cuyo equivalente en términos
de ingresos es la línea de pobreza. El enfoque utilitarista también podría acomodar la
inclusión de dimensiones distintas al ingreso, considerando que el bienestar de las
personas depende de bienes que no se compran con ingresos, como son la salud,
educación y vivienda cuando son distribuidas en forma gratuita o subsidiada a través de
la política social.

Sin embargo, hay dos problemas que el enfoque utilitarista debe resolver para
representar un marco razonable para la evaluación social: la comparación interpersonal
de las utilidades y una función objetiva (pública) de bienestar social.

En primer término, el bienestar social definido como la suma de las utilidades


individuales supone la comparación interpersonal de las preferencias individuales. Éste
es un postulado que la teoría económica abandonó en la década de 1930, cuando
descubrió que podía construir una teoría de decisiones económicas sin necesidad de

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recurrir a la citada comparación de utilidades. Así, para la teoría de la demanda es
suficiente suponer consumidores racionales con preferencias ordinales sobre bienes y
servicios; no es necesario que las preferencias sean cardinales ni comparables entre
consumidores. Posteriormente, a inicio de los años cincuenta, Arrow (1951) demostró
que no era posible construir funciones de bienestar social sin tener que recurrir a la
comparación interpersonal de las utilidades.

En segundo lugar, la evaluación social con fines de política pública debe realizarse
sobre un concepto objetivo (público) del bienestar, el cual no considera las preferencias
de cada individuo. De otra manera la pobreza dependería de las preferencias; una
persona con gustos caros podría ser pobre aun cuando tiene altos ingresos; una
persona con gustos baratos podría ser no pobre a pesar que tuviera ingresos muy
bajos. Ello configura una representación de la pobreza que no tiene relevancia para la
política pública; puesto que la sociedad no tiene por qué asignar mayores recursos a los
individuos con gustos caros. Ciertamente, no habría una base moral ni política para
transferir ingresos o recursos a pobres que no califiquen como tal en base a un criterio
socialmente aceptable.

1.2.2 Características del Utilitarismo

Cinco principios fundamentales son comunes a todas las versiones del utilitarismo:

• Principio de utilidad o de bienestar: El utilitarismo promueve que las instituciones,


sean del tipo que sean deben promover la máxima felicidad o bienestar, para el máximo
número de individuos. Se dice que el objetivo en toda acción moral se constituye por el
bienestar físico, moral e intelectual.
• Consecuencialismo: Las consecuencias de una acción son la única base permanente
para juzgar la moralidad de esta acción. El utilitarismo no se interesa de esta forma por
los agentes morales. En las acciones morales, las calidades morales del agente no
interfieren en el “cálculo” de la moralidad de una acción, siendo entonces indiferente si
el agente es generoso, interesado o sádico. Así, para el utilitarismo, dentro de
circunstancias diferentes un mismo acto puede ser moral o inmoral, dependiendo si sus
consecuencias son buenas o malas.
• Principio de la agregación: Lo que es llevado en cuenta en el cálculo es el saldo
líquido (de bienestar) de todos los individuos afectados por la acción,
independientemente de la distribución de este saldo. Lo que cuenta es la cantidad
global de solaz producida, cualquiera que sea el reparto de esta cantidad. Siendo así,

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es considerado válido sacrificar una minoría, cuyo solaz será disminuido, a fin de
aumentar el bienestar general. Esta posibilidad de sacrificio se basa en la idea de
compensación: la desgracia de unos es compensada por el bienestar de los otros. Si el
saldo de compensación sea positivo, la acción es juzgada moralmente buena. El
aspecto de dicho sacrificial es uno de los más criticados por los adversarios del
utilitarismo.
• Principio de optimización: El utilitarismo exige la maximización del bienestar general,
lo que no se presenta como algo facultativo, pero sí como un deber.
• Imparcialidad y universalismo: Los placeres y sufrimientos son considerados de la
misma importancia, cualesquiera que sean los individuos afectados. El bienestar de
cada uno tiene el mismo peso dentro del cálculo del bienestar general. Este principio es
compatible con la posibilidad de sacrificio. A principio, todos tienen el mismo peso, y no
se privilegia o se perjudica nadie, la felicidad de un rey o de un ciudadano común son
llevadas en cuenta de la misma manera. El aspecto universalista consiste en una
atribución de valores del bienestar que es independiente de las culturas o de las
peculiaridades regionales. Como el universalismo de Kant, el utilitarismo pretende
definir una moral que valga universalmente.

1.2.3 Utilitarismo y dignidad humana

Para Jhon Stuart Mill, la fundamentación del utilitarismo es la dignidad humana. Es


conocida la frase que el utilitarismo dedica a esta cuestión: “Es mejor ser un humano
insatisfecho que un cerdo satisfecho; mejor ser un Sócrates insatisfecho que un necio
satisfecho”. Sólo puede ser útil lo que nos resulte auténtico y no falseado. Para que los
humanos seamos felices es imprescindible que haya:

a). Autodesarrollo: es decir, “capacidad de crecer", capacidad de conocer y, por tanto,


de modificar nuestras opiniones.
b) Individualidad: si la presión de la sociedad (y especialmente de la clase media) sobre
los individuos es muy fuerte, nos encontramos ante una coacción y, por tanto, no puede
haber libertad.

Estos dos elementos forman la dignidad humana, sin la cual no puede haber felicidad.
Un mundo de seres pasivos y satisfechos en su obediencia no puede ser un mundo
feliz porque, para Mill, la felicidad es una función de la diversidad. Incluso cuando
alguien oprime otro (caso del machismo) de hecho se degrada a sí mismo, porque se
acostumbra a vivir en un mundo de sumisiones meramente vacunas y se pierde la

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ganancia intelectual y social que significa la diversidad. La felicidad qué propone Mill, no
tiene nada que ver con la caricatura que frecuenta: el aprovechamiento grosero de las
ventajas a cualquier precio. La felicidad implica, como primera condición, la dignidad o
auto respeto. La parte más valiosa de la felicidad es, precisamente, el sentido de la
propia dignidad. En este sentido es básica la distinción que propuso Mill entre "felicidad"
y "contento".

1.- La felicidad supone un disfrute solidario. Sólo se puede llegar a ser plenamente feliz
cuando se vive rodeado de gente que también es.
2.- El contentamiento como disfrute puramente personal, es "no moral". Consiste en el
puro “estar bien” que no es aún “vivir bien" y pertenece a individuos que no han
alcanzado aún la autonomía moral. En definitiva, se puede estar contento en la
desgracia, pero no ser feliz.

Mill considera la felicidad, entonces, como cosa muy concreta para cada quien y para la
sociedad en tanto y en cuanto está atada al desarrollo de la personalidad humana. Por
ello surge aquí otro valor fundamental para el autor: la libertad. Afirmaba con aires más
que proféticos en las primeras líneas de su obra sobre la libertad: “El objeto de este
ensayo no es el llamado libre arbitrio, sino la libertad social o civil, es decir, la
naturaleza y los límites del poder que puede ejercer legítimamente la sociedad sobre el
individuo, cuestión que rara vez ha sido planteada y casi nunca ha sido discutida en
términos generales, pero que influye profundamente en las controversias prácticas del
siglo por su presencia latente, y que, según todas las probabilidades, muy pronto se
hará reconocer como la cuestión vital del porvenir”. Intuyó muy bien lo que sucedería
con la libertad: El industrialismo de la mano del nacionalismo, los planteamientos de
Darwin (equivocadamente trasplantados al ámbito político) y el pensamiento de Karl
Marx hicieron que los ciento cincuenta años que siguieron a la publicación de On
Liberty, se convirtieran en siglo y medio de lucha a favor de la libertad individual. La
cuestión para Mill era muy simple: No se puede hablar de un ideal antropológico a
perseguir; no puede verse la vida humana como una empresa a efectuar, si no se
reconoce un ámbito privado individual inexpugnable. Es más, únicamente evitando que
la fuerza intervenga en la vida privada de la persona puede tener sentido sujetar la
conducta a principios morales. Mill fue aún más lejos: al reconocer un ámbito moral
privado, personal, y otro público, en el que la convivencia y la cooperación eran
esenciales, reclamó que el primero quedara fuera del poder coactivo del Estado y de las
presiones de grupo que, aunque no equiparables al poder estatal, igualmente lesionan
la libertad individual.

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Al respecto resaltan como talladas en alto relieve y cubiertas con tinta roja sus palabras:
“Este principio consiste en afirmar que el único fin por el cual es justificable que la
humanidad, individual o colectivamente, se entremeta en la libertad de acción de uno o
cualquiera de sus miembros, es la propia protección. Que la única finalidad por la cual
el poder puede, con pleno derecho, ser ejercido sobre un miembro de una comunidad
civilizada contra su voluntad, es evitar que perjudique a los demás. Su propio bien,
físico o moral, no es justificación suficiente. Nadie puede ser obligado justificadamente
a realizar o no realizar determinados actos, porque eso fuera mejor para él, porque le
haría feliz, porque, en opinión de los demás, hacerlo sería más acertado o más justo.”

Hasta este momento tenemos que Mill:

a) Defiende el principio de la utilidad;


b) Propone la perfectibilidad de la naturaleza humana; y,
c) Sostiene la libertad individual, todo como fundamento de su teoría moral.

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Pregunta de reflexión:

Desde un punto de vista analítico ¿Somos seres felices en nuestra


sociedad?

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Para profundizar más sobre la el Utilitarismo según Jhon Stuart Mill visita la
siguiente página web: https://www.youtube.com/watch?v=hYF8P64xcN8

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1.3 La Teoría de la Justicia Social de Jhon Rawls

1.3.1 Reacción contra el utilitarismo

El autor Jhon Rawls plantea que la idea principal del


utilitarismo es que cuando las instituciones más
importantes de la sociedad están dispuestas de tal
modo que obtienen el mayor equilibrio neto de
satisfacción distribuido entre todos los individuos
pertenecientes a ella, entonces la sociedad está
correctamente ordenada y es justa. Para Rawls es
especialmente importante mostrar la superioridad de
su teoría de justicia frente al utilitarismo. El principio de
utilidad termina por identificar las nociones de lo bueno
y de lo justo, al ver como justa la distribución de
beneficios que maximice el bien, el cual el utilitarismo clásico asocia con la satisfacción
del deseo. Así como un hombre, para realizar su propio bien, hace siempre un balance
de pérdidas y ganancias de modo que en un momento pueda resultarle racional
imponerse un sacrificio para obtener ganancias en el futuro, de la misma manera sería
racional para una sociedad maximizar su bien, aun cuando en aras de lograr el mayor
balance neto de satisfacción posible imponga sacrificios a una parte de sus miembros.
Al hacer extensivo a la sociedad el principio utilitarista de elección individual, este
principio se vuelve indiferente al modo de distribución de la suma de satisfacciones
entre los individuos, lo que terminaría por justificar instituciones como la esclavitud, si
los sacrificios de unos cuantos se vieran compensados ampliamente por la satisfacción
de otros en el balance total.

En este sentido, no hay, en principio, razón por la cual las mayores ganancias de
algunos no han de compensar las menores pérdidas de otros, o lo que es más
importante, por qué la violación de las libertades de unos pocos no pudiera ser
considerada correcta por un mayor bien compartido por muchos. Rawls plantea que, sin
embargo, en un estado razonablemente avanzado de civilización, la suma mayor de
ventajas no se alcanza de este modo ya que sin duda lo estricto de los aspectos de
justicia del sentido común tiene cierta utilidad para limitar las propensiones humanas a
la injusticia y a las acciones socialmente dañinas, aunque los utilitaristas crean que es
un error afirmar esta severidad como un primer principio de la moral.

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En el utilitarismo el bienestar social depende directa y únicamente de los niveles de
satisfacción e insatisfacción de los individuos. Además, la satisfacción de los deseos
tiene un valor por sí misma y necesariamente se toma en cuenta cuando se decide lo
que es justo. De esta forma, al calcular el equilibrio mayor de satisfacción no importa
sobre qué son los deseos, sino únicamente cómo su satisfacción afectaría el nivel de
bienestar, primero de los individuos y luego de la sociedad como una suma de la
satisfacción de los individuos.

Las críticas que se volvieron sobre el principio utilitarista de maximización de la utilidad


reconocen tres núcleos temáticos En primer lugar, se objeta la presunción de la
comparabilidad interpersonal de la utilidad que subyace a la noción de suma de
utilidades. En segunda instancia, esta suma de las utilidades no atiende a la forma en
que el bienestar está distribuido en la sociedad, de modo que este criterio sería
compatible con la coexistencia de pobreza y opulencia. Por último, se impugna la
reducción del juicio moral a la utilidad, porque ésta, como experiencia subjetiva, puede
adolecer de un desajuste con la realidad, o reflejar una concepción errónea acerca del
bien, sea por falta de información o por creencias equivocadas. La principal crítica que
Rawls hace al utilitarismo es su falta de respeto por los individuos ya que en la versión
más clásica, una persona no es considerada como valiosa y digna de protección por
derecho propio. En lugar de ello es sólo una gota en el océano de la utilidad social
general. Esto significa que algunas veces tendríamos que aceptar niveles muy bajos de
utilidad para algunas personas si eso forma parte del esquema que maximiza la utilidad
total.

Rawls plantea que, al contrario de lo que ocurre con el utilitarismo, las personas
aceptan por anticipado un principio de igual libertad y lo hacen sin un conocimiento de
sus fines más particulares y convienen en adecuar las concepciones de su bien a lo que
requieren los principios de la justicia o, al menos, en no insistir en pretensiones que los
violen directamente. En palabras de Rawls “un individuo que se dé cuenta de que
disfruta viendo a otras personas en una posición de menor libertad entiende que no
tiene derechos de ninguna especie a este goce. El placer que obtiene de las
privaciones de los demás es malo en sí mismo: es una satisfacción que exige la
violación de un principio con el que estaría de acuerdo en la posición original”. Así pues,
Rawls construye una teoría alternativa que da respuesta al utilitarismo y, a la vez critica
la falsedad detrás de los conceptos utilitaristas que no necesariamente resultan
éticamente correctos y que mientras apelan al principio de mayorías, dejan fuera a
muchos miembros de la sociedad (las minorías por ejemplo) lo cual es contra intuitivo
en las democracias liberales modernas caracterizadas por el pluralismo.

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1.3.2 Ideas fundamentales sobre la justicia social

La teoría de la justicia social de Rawls se propone jugar un papel esclarecedor, crítico y


orientador de nuestro sentido de justicia. El sentido de justicia es definido por Rawls
como la capacidad moral que tenemos para juzgar cosas como justas, apoyar esos
juicios en razones, actuar de acuerdo con ellos y desear que otros actúen de igual
modo. Sin embargo este proceso se da a nivel de los individuos en el marco de la
sociedad y su estructura básica. Para Rawls, la sociedad es una asociación más o
menos autosuficiente de personas que en sus relaciones reconocen ciertas reglas de
conducta como obligatorias y que en su mayoría actúan de acuerdo con ellas. Estas
reglas especifican un sistema de cooperación planeado para promover el bien de
aquellos que toman parte de él. Se trata de una empresa cooperativa para obtener
ventajas mutuas, caracterizada por el conflicto y la identidad de intereses. El conflicto
surge de la diversidad de los intereses enfrentados de individuos que desean los
mayores beneficios posibles en tanto éstos son medios para alcanzar sus propias
metas, y la identidad tiene que ver con el reconocimiento de que la cooperación
posibilita un mejor modo de vida que el que tendríamos si tuviéramos que valernos
solamente de nuestros propios esfuerzos.

El objeto primario de la justicia es la estructura básica de la sociedad, o sea, el modo en


que las grandes instituciones sociales distribuyen los derechos y deberes
fundamentales y determinan la división de las ventajas provenientes de la cooperación
social. Por grandes instituciones, Rawls entiende la constitución política y las
principales instituciones económicas y sociales (protección jurídica, competencia
mercantil, propiedad privada, familia monógama). Las grandes instituciones definen los
derechos y deberes del hombre e influyen sobre sus perspectivas de vida. El concepto
intuitivo de esta estructura básica de la sociedad es que contiene varias posiciones
sociales y que los hombres nacidos en posiciones sociales diferentes tienen diferentes
expectativas de vida. Determinadas tanto por el sistema político como por las
circunstancias económicas y sociales.

Rawls reconoce que el concepto de estructura básica es algo vago. No está siempre
claro qué instituciones o cuáles de sus rasgos deberán ser incluidos. Sin embargo,
basta que se apliquen a los casos más importantes de justicia social. En el marco de la
estructura básica de la sociedad concebida por Rawls, las reglas que los asociados
comparten están dictadas por instituciones como la constitución política o las
principales disposiciones económicas y sociales. Tales instituciones definen cargos y
posiciones, cargas y beneficios, poderes e inmunidades, para todos aquellos que se

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rigen por ellas. Una teoría de justicia social como la de Rawls se ocupa, pues, de la
adecuada distribución de derechos y deberes por parte de las instituciones que
conforman la estructura básica de la sociedad.

1.3.3 Los principios de la justicia social

Para el autor es posible la existencia perdurable, durante un tiempo prolongado, de una


sociedad justa y estable de ciudadanos libres e iguales, los cuales permanecen
profundamente divididos por doctrinas razonables, religiosas, filosóficas y morales,
debido a que existe un procedimiento de naturaleza contractualista en el cual conviven
una serie de individuos sobre los cuales ha caído un grueso velo de ignorancia
situándolos en una posición original donde nadie sabe quién es, y lo único que
conservan, además de la capacidad de razonar, son las nociones económicas (bienes
escasos) y sociológicas (clases sociales) más elementales. Así, mediante un contrato
social hipotético, establecerán la estructura básica de la sociedad en que vivirán. Así
pues, por medio de este hipotético contrato se establecerán los principios de justicia
que regirán la vida social, a través de un método que es justo por sí mismo. Es decir,
Rawls establece a partir de su lógica contractual, dos principios que deben caracterizar
a una sociedad justa. Estos dos principios están basados en la posición original según
la cual los individuos bajo un velo de la ignorancia elegirían los principios de la justicia.

Así pues, los dos principios de la teoría de la justicia social de Rawls son.

1. Principio de libertades o de distribución de igual número de esquemas de libertades


para todos. Cada persona debe tener un derecho igual al esquema más extenso de
libertades básicas que sea compatible con un esquema semejante de libertades
para los demás.
2. Principio de diferencia. Las desigualdades económicas y sociales habrán de ser
conformadas de modo tal que a la vez que: a) se espere razonablemente que sean
ventajosas para todos, b) se vinculen a empleos y cargos asequibles para todos.

Dentro de la concepción especial el primer principio tiene prioridad sobre el segundo y


la segunda parte del segundo principio o principio de la justa igualdad de oportunidades
tiene prioridad sobre la primera, a la que Rawls ha denominado principio de la
diferencia. Esto significa que no pueden intercambiarse las libertades aseguradas por el
primer principio para obtener mayores ventajas económicas. Las desigualdades
económicas deben apoyarse, por su parte, en el principio de la justa igualdad de

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oportunidades. En Rawls, este principio de la diferencia expresa un sentido de amistad
cívica y de solidaridad moral que incluye la igualdad en la estimación social y excluye
todo tipo de hábitos de privilegios o servilismos. El principio de la diferencia
corresponde a la idea de la fraternidad porque incluye la necesidad de no querer
mayores ventajas a menos que beneficien a los peor situados.

El primer principio se encarga de la distribución del bien primario de la libertad, y tiene


dos pretensiones: igualdad y maximización de las libertades básicas. Estas libertades
son la libertad política, que es el derecho a votar y a desempeñar cargos públicos; la
libertad de expresión y de reunión; la libertad de conciencia y de pensamiento; la
libertad personal, que es la libertad frente a la opresión psicológica, a la agresión física
y a la integridad de la persona; el derecho a la propiedad personal, la libertad frente al
arresto y a la detención arbitrarios. De acuerdo con el primer principio, todos deben
tener igual derecho a estas libertades, ya que son prerrequisito para lograr la
realización o modificación de cualquier plan de vida y son condición necesaria para el
autorespeto. Sin ellas uno no podría tener el sentido del valor propio ni la capacidad de
llevar a cabo las propias intenciones. Rawls considera que las libertades básicas son un
bien de tal importancia, que las personas en la posición original no estarían dispuestas
a arriesgarlas. Es por eso que, dada su ignorancia de sus circunstancias particulares,
establecerían libertades iguales para todos. La regla de prioridad de la libertad tiene su
origen en el hecho de que nadie aceptaría una libertad desigual o menor a cambio de
mayores beneficios económicos. Solamente en caso de conflicto con otras libertades
básicas sería restringida una libertad, es decir, se haría desigual o menos extensa de lo
que podría ser.

Revisemos ahora el segundo principio. Las personas en la posición original optarían,


una vez garantizadas las libertades básicas y la justa igualdad de oportunidades, por
una distribución desigual de los otros bienes primarios como son la riqueza, la autoridad
y el ingreso, si esta distribución desigual mejorara las expectativas de los menos
favorecidos, es decir, les otorgara mayor bienestar que el que obtendrían con una
distribución equitativa. El principio dice que las desigualdades estarían justificadas si
incidieran a favor de los peor situados. Con el segundo principio, es decir, la
combinación del principio de la diferencia con el principio de la justa igualdad de
oportunidades, Rawls pretende dar una alternativa tanto al sistema de libertad natural
como al principio liberal de igualdad de oportunidades. En el sistema de libertad natural
se da un principio meramente formal de igualdad de oportunidades, consistente en que
personas con igual capacidad tengan igual acceso a cargos y empleos. Rawls critica
esta interpretación por no proponerse la igualación de las condiciones sociales. Puesto
que nuestras capacidades pueden ser habilidades naturales o ventajas que adquirimos

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en razón de nuestra situación social, el sistema de libertad natural se ve fuertemente
determinado por contingencias naturales y sociales.

La prioridad del principio de la justa igualdad de oportunidades frente al principio de la


diferencia hace que al prestar gran atención a las oportunidades de aquellos con
menores posibilidades se les abra un abanico de alternativas más amplio que el que
hubieran tenido con una distribución estrictamente igualitaria. Es así como la
desigualdad de oportunidades ocasionada por las desigualdades económicas que
permite el principio de la diferencia debe, según este mismo principio, aumentar las
oportunidades de aquellos que tengan menos.

Este segundo principio da, además, prioridad a la justicia sobre la eficacia, aunque es
compatible con ella. El principio de eficacia o criterio de Pareto dice que el bienestar de
un grupo está en su punto óptimo cuando es imposible que ninguno de sus integrantes
mejore sin que al menos otro se vea perjudicado. Este principio de eficacia permite
grandes desigualdades y por lo tanto distribuciones injustas como las que se darían, por
ejemplo, en el caso de un sistema de servidumbre que no pudiera ser reformado para
mejorar la condición de un siervo sin empeorar la condición de un terrateniente. El
principio de la diferencia impediría estas desigualdades profundas al hacer trabajar toda
desigualdad a favor de los menos favorecidos, optando por una distribución eficaz, a
saber, aquella que no es posible reformar sin empeorar las expectativas de al menos
uno; el peor situado. La igualdad de oportunidades, por su parte, garantizaría la justicia
de esta distribución.

La teoría de justicia de Rawls (1971), se centra en la distribución de los bienes


primarios, definidos como aquellos recursos de uso amplio, que las personas desean
cualesquiera que sean los proyectos de vida que tengan. En este sentido la teoría de
Rawls difiere de aquellas que se centran en los resultados antes que en los medios o
insumos. Ejemplos de estas últimas son la economía del bienestar y las corrientes
utilitaristas, las cuales consideran el bienestar subjetivo de las personas como el criterio
para evaluar los estados sociales.

La elección de los bienes primarios como guía de las evaluaciones sociales tiene dos
ventajas respecto de variables de resultado final como la utilidad o el bienestar.
Primero, evita el problema de las comparaciones interpersonales de utilidad, el cual
provoca serias dificultades metodológicas a las diversas teorías que surgen de la
escuela utilitarista. Segundo, trabajar con una dimensión objetiva como los bienes
primarios, permite eludir la discusión sobre la pertinencia de variables subjetivas
(preferencias) como guía del bienestar de las personas y/o de las sociedades.

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La definición de los bienes primarios en Rawls (1971), es amplia y abarca tanto las
libertades y las oportunidades, el ingreso y la riqueza, el poder y el autorespeto. Este
último constituye el principal de los bienes primarios en Rawls (1971), puesto que está
referido a la capacidad que poseen las personas para tener y desarrollar sus proyectos
de vida. Los principios de justicia deben asegurar que están presentes las bases
sociales conducentes al desarrollo del autorespecto en todos los integrantes de la
sociedad. En particular, se requiere que la persona y su proyecto de vida sean
reconocidos y apreciados por sus semejantes, a través de las distintas asociaciones
que los reúnen en una sociedad bien ordenada; el autorespeto es favorecido por el
status de igual ciudadano para todos y por el sentido de justicia que desarrollan los
propios integrantes de la sociedad.


Para profundizar más sobre la Teoría de la Justicia de Jhon Rawls visita la
siguiente página web: https://www.youtube.com/watch?v=TxoT40y__u8



Pregunta de reflexión:

Desde un punto de vista analítico ¿Qué tan justa en nuestra sociedad con
las personas que viven en situación de pobreza?


1.4 Punto de vista de Amartya Sen sobre el Desarrollo

El autor (1933) es un gran filósofo y economista


hindú. Obtuvo su PhD en Economía por la
Universidad de Cambridge. Fue galardonado
con el Premio Nobel de Ciencia Económica en
1998 por sus contribuciones a la economía del
bienestar. Actualmente es profesor en la
Universidad de Harvard.

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La hipótesis que plantea el autor, es que el desarrollo consiste en la eliminación de
algunos tipos de ausencias de libertad que dejan a los individuos pocas opciones y
escasas oportunidades para ejercer su agencia. Radica en concebir la libertad
individual como compromiso social. Sen inicia su obra analizando el hecho de que nos
encontramos en un mundo de una opulencia sin precedentes, y a la vez, lleno de
notables privaciones, miseria y opresión. En ese sentido, plantea que el desarrollo
debería propender a superar estos problemas, y ello solo se conseguirá aumentando la
libertad de los individuos, lo cual mejora la capacidad para ayudarse a sí mismos,
incrementando su agencia, así como, para influir en el mundo.

Se considera que la expansión de la libertad es: 1) el fin primordial, y 2) el medio


principal del desarrollo. A ambos los define como el papel constitutivo y el papel
instrumental de la libertad en el desarrollo, respectivamente. El primero está
relacionado con la importancia de las libertades fundamentales para el enriquecimiento
de la vida humana. Por otro lado, el papel instrumental se refiere a la forma en que los
diferentes tipos de derechos y oportunidades contribuyen a expandir la libertad. El autor
considera cinco libertades principales desde una perspectiva instrumental: i) las
libertades políticas; ii) los servicios económicos; iii) las oportunidades sociales; iv) las
garantías de transparencia; y, v) la seguridad protectora.

Estas libertades instrumentales mejoran directamente las oportunidades de los


individuos, pero también se complementan y pueden reforzarse mutuamente. Una de
las principales preocupaciones del autor, relacionado con el bienestar, es la definición
de pobreza. Sen considera que en lugar de centrar la atención solo en la escasez de
renta, se debería enfocar la idea más global de pobreza como una carencia de
capacidades.
.
Tres puntos sustentan su posición:

i) El enfoque centra la atención en privaciones que son intrínsecamente importantes,


a diferencia de la renta baja, que solo es instrumentalmente importante.
ii) hay otros factores que influyen en la privación de capacidades, además de la falta
de renta.
iii) Y la relación instrumental entre la falta de renta y la falta de capacidades es
contingente y condicional. Como resultado, el análisis de pobreza traslada la atención
principal de los medios, como la renta a los fines que los individuos tienen razones para
perseguir y, por lo tanto, a las libertades para poder satisfacer estos fines.

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Para Sen el desarrollo y fortalecimiento de un sistema democrático constituye un
componente esencial del proceso de desarrollo, y su relevancia se resume en tres
virtudes: i) importancia intrínseca; ii) contribución instrumental; y, iii) papel constructivo
en la creación de valores y normas. Sin embargo, la democracia es necesaria, pero no
suficiente para expandir libertades. Ello depende del uso de las oportunidades de
expresión y participación que existan. En ese sentido, las discusiones y los debates
públicos, permitidos por las libertades políticas y por los derechos humanos, son
fundamentales para formar valores. Como ejemplo, Sen aborda el tema de las
hambrunas en los países con regímenes autoritarios y su diferencia con los países en
democracia. La principal divergencia se encuentra en que en los primeros no hay
grupos organizados de oposición y el mandatario no tiene que rendir cuentas de forma
periódica, como elecciones, para satisfacer las necesidades de la población. Ello se
traduce en una violación de libertades que solo disminuyen a medida que se expande la
democracia y la participación social.

En su análisis Sen considera que no es suficiente la información en la que se basan


algunas teorías convencionales de la ética y la justicia social, en particular, el
utilitarismo, el pensamiento libertario y la teoría rawlsiana de la justicia social. Como
solución se propone el enfoque de capacidades debido a su amplia gama de
información. Con ello, se deduce que en el análisis de la justicia social existen
poderosas razones para juzgar la ventaja individual en función de las capacidades que
tiene una persona, es decir, de las libertades fundamentales de que disfruta para llevar
el tipo de vida que tiene razones para valorar.

Finalmente, Sen afirma que la libertad individual es esencialmente un producto social.


Hay una relación de doble sentido entre los mecanismos sociales para expandir las
libertades individuales y su uso, no solo para mejorar las vidas respectivas, sino
también, para conseguir que los mecanismos sociales sean mejores y más eficaces. En
ese sentido, el autor trata la responsabilidad individual para mejorar la realidad propia y
el entorno, y esa responsabilidad exige libertad. De ahí la importancia del desarrollo ya
que es un compromiso trascendental con las posibilidades de libertad.

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Pregunta de reflexión:

Desde un punto de vista analítico ¿Chile es un país libre y desarrollado?

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
Para profundizar más sobre el concepto de desarrollo de Amartya Sen visita
la siguiente página web: https://www.youtube.com/watch?v=iI9hiB1Tveo



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Conclusión
Al cerrar la primera semana de la asignatura es importante señalar que para estudiar y
entender el fenómeno de la pobreza y exclusión social, es necesario que el trabajo
social, base su análisis en paradigmas epistemológicos que nos entregan una mirada
multidimensional al este estudiar este fenómeno.

Los aportes desarrollados por Norberto Bobbio sobre la libertad e igualdad enseñan
como las libertades e igualdad de los hombres en sociedad deben de ser respetados
por las sociedades, independientemente del sistema social y político imperante, ya que
las libertades son un derecho humano de las personas, sobre todo al amparo de la
igualdad ante la ley y las oportunidades de las personas que viven en situación de
pobreza o excluidas socialmente.

Por otro lado el Utilitarismo de Jhon Stuart Mill, nos invita a reflexionar sobre la finalidad
de nuestras acciones en la sociedad como una ética hedonista que busca la felicidad
mediante acciones buenas que retribuyan beneficios a las personas en relación a la
solidaridad y como las instituciones deben de resguardar y fomentar una sociedad más
justa y feliz.

En contraposición al Utilitarismo, la teoría de justicia de Jhon Rawls indica como la


sociedad y su estructura social debe fomentar la igualdad y justicia social de las
personas, sobre todo de los más excluidos y desfavorecidos socialmente mediante la
incorporación y respeto de los derechos fundamentales de las personas, y finalmente
Amartya Sen analiza el desarrollo en la sociedad, con un marcado acento sobre el
respeto de las libertades de las personas y la importancia de la institución de la
democracia para avanzar en una sociedad más justa e igualitaria, y en sentido invita a
que los Estados no estudien el fenómeno de la pobreza como la escasez de recursos o
de renta, sino más bien se centren en las capacidades de las personas para que
puedan superar este fenómeno. En la segunda semana de la asignatura se
profundizará sobre la teoría de las capacidades que plantea el autor.

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Bibliografía

Bobbio Norberto, Igualdad y Libertad introducción de Gregorio peces-barba, 1993,


capítulo I y II, impreso en ediciones Paidós ibérica S.A, recuperado en: 65206640-
bobbio-igualdad-y-libertad.pdf (wordpress.com)

Mill stuart Jhon et al. Molera Eugenio (Licenciado en Filosofía y ciencias de la


educación), El utilitarismo, la virtud en Mill, capítulo I, II y III, recuperado en:
UTILITARISMO (website-editor.net)

Caballero García, Francisco, La Teoría de la Justicia de John Rawls, Iberóforum.


Revista de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana, vol. I, núm. II, 2006,
recuperado en: Redalyc.La Teoría de la Justicia de John Rawls

Sen, Amartya, et al. Rivera, Jairo Desarrollo y Libertad (11ª edición) Revista
Latinoamericana de Políticas y Acción Pública Volumen 2, Número 2 - noviembre 2015,
recuperado en: RFLACSO-MP2(2)-08-Rivera.pdf (flacsoandes.edu.ec)

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