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Lectura 3. PARAMETROSDENUTRICIONENTERALDELADULTOENUNIDADDECUIDADOSINTENSIVOS
Lectura 3. PARAMETROSDENUTRICIONENTERALDELADULTOENUNIDADDECUIDADOSINTENSIVOS
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Angelica Pachon-Bueno
Los Andes University (Colombia)
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Angélica Pachón-Bueno*
*Nutricionista Dietista Universidad Nacional de Colombia. Diplomado en Soporte Nutricional
CEC-SNC. Bogotá. Colombia.
Correo electrónico: dapachonb@hotmail.com
INTRODUCCIÓN
De acuerdo con la guía de terapia nutricional para paciente crítico SCCM-ASPEN 2016, se
recomienda el uso de las herramientas de tamizaje NUTRIC SCORE o NRS 2002 para la
clasificación de riesgo de estado nutricional del paciente en cuidados intensivos, idealmente
dentro de las primeras 24 horas posteriores al ingreso.
0 0
Estado nutricional normal Enfermedad no severa
Leve: Pérdida de peso >5% en 3 meses Leve: Enfermedad crónica, admitido por
o Ingesta del 50-75% de 1 complicación. Débil pero autosuficiente, 1
requerimientos en la última semana deambula, consume alimentación vía oral
<50 0
Edad (años) 50 - 74 1
≥75 2
APACHE II <15 0
15 - 19 1
20 - 27 2
≥ 8 3
<6 0
SOFA 6-9 1
≥ 2
0-1 0
No. De comorbilidades
≥ 1
Días de estancia 0 0
hospitalaria antes de
ingresar a UCI ≥ 1
0 a 399 0
IL - 6
≥ 1
TOTAL
* Clasificación con IL - 6:
0 - 5: riesgo bajo
6 - 10: riesgo alto
* Clasificación sin IL - 6:
0 - 4: riesgo bajo
5 - 9: riesgo alto
A partir de la aplicación de alguna de las dos herramientas para clasificar el riesgo nutricional
de los pacientes en cuidados intensivos, se considera pertinente iniciar manejo nutricional
especializado cuando se evidencie riesgo nutricional (NRS 2002) o riesgo alto (NUTRIC); ya
que los pacientes en estas condiciones según la literatura, presentan mayor riesgo de
complicaciones, mayor tiempo con requerimiento de ventilación mecánica e incluso mayor
riesgo de mortalidad. La guía ASPEN 2016 para nutrición enteral sugiere tener en cuenta
además del riesgo nutricional, la evaluación de factores de comorbilidad, función del tracto
gastrointestinal y riesgo de bronco aspiración. (La ausencia de ruidos intestinales y flatos no
contraindica el inicio de la NE). (3).
Dicha fuente sostiene también, que aquellos pacientes clasificados con bajo riesgo o sin
riesgo, con estado nutricional normal y baja severidad de la enfermedad (NRS ≤ 3 o NUTRIC
≤ 5), no se benefician de soporte nutricional especializado durante la primera semana de
hospitalización en UCI. Sin embargo, requieren seguimiento diario, ya que su estado clínico
se puede deteriorar y el riesgo nutricional puede incrementar rápidamente. (3). En caso de
que la alimentación vía oral sea posible en estos pacientes, el seguimiento se realiza a partir
de la supervisión de ingesta, aplicando modificaciones en la dieta de acuerdo con las
necesidades individuales del paciente.
Se debe procurar en primer lugar el consumo de alimentos vía oral (cuando sea posible), y
reducir al máximo los tiempos de ayuno, con el fin de mantener la integridad intestinal,
funcionamiento gástrico, regulación del apetito y mantenimiento de la función deglutoria
(masticación y deglución).
Existe una serie de condiciones en las cuales se contraindica el soporte nutricional enteral,
algunas absolutas y otras relativas. Las del primer grupo abarcan: obstrucción intestinal
completa, íleo paralítico, incapacidad total de absorber nutrientes por el tracto
gastrointestinal, insuficiente superficie absortiva, perforación gastrointestinal, hemorragia
gastrointestinal e isquemia intestinal. En las contraindicaciones relativas se encuentran:
periodo post operatorio inmediato, fístulas, pancreatitis aguda, infarto mesentérico,
enfermedad inflamatoria intestinal en fase aguda, vómito, diarrea incoercible, distensión
abdominal y drenaje elevado por sonda. (5)
En la primera fase del soporte nutricional, el objetivo consiste en apoyar las vías metabólicas
celulares sin generar una reacción adversa secundaria, la cual, sería la incapacidad para
utilizar el exceso de nutrientes, produciendo fallas orgánicas en el paciente.
Cuando sea seguro el inicio de soporte nutricional especializado, los expertos sugieren el
uso de nutrición enteral por encima de nutrición parenteral. La evidencia no ha demostrado
diferencias en tiempo de estancia o mortalidad del paciente al comparar la infusión de la
nutrición a estómago versus infusión en intestino delgado. Aunque la administración enteral
avanzada si reduce el riesgo de neumonía, no se considera necesario esperar el avance de
la sonda para iniciar la nutrición. En caso de no estar rápidamente disponible, se puede
iniciar en estómago con bajo nivel de infusión en los pacientes que presenten alto riesgo de
aspiración. (3)
1
Días de ventilación mecánica, estancia hospitalaria en UCI, mortalidad a los 60 días e infecciones
nosocomiales.
pulmonar aguda y aquellos en que se prevé requerimiento de intubación mayor o igual a 72
horas. (3)
En pacientes que presenten alto riesgo nutricional (determinado mediante NRS o NUTRIC
SCORE), se debe iniciar la nutrición enteral lo más pronto posible. Si se inicia a bajo goteo,
se debe procurar alcanzar su meta calórica en un lapso de 24 a 48 horas si presentan
adecuada tolerancia (monitoreando síntomas de síndrome de realimentación). De lo
contrario, se debe procurar alcanzar al menos un aporte mayor al 80% de los requerimientos
energéticos y proteicos del paciente dentro de las primeras 48 a 72 horas posteriores al inicio
del soporte nutricional. (3)
Generalmente, la sonda naso duodenal o naso yeyunal se utiliza por tiempo cortos (menos
de 4 semanas). Está indicada en pacientes con riesgo de bronca aspiración (pacientes con
dosis altas de inotrópicos, altas dosis de sedante narcótico, relajantes musculares, entre
otros), pacientes que presenten vaciamiento gástrico retardado y reflujo gastroesofágico
severo. Debe ser administrada con bomba de infusión en modo continuo.
Las vías definitivas o de larga duración como la gastrostomía o yeyunostomía, son aquellas
diseñadas para una duración mayor a 6 semanas. Actualmente, la gastrostomía se realiza
por vía endoscópica. La vía quirúrgica está en desuso.
Las fórmulas enterales son productos que se encuentran en presentación líquida o en polvo
para reconstituir y que han sido diseñados para ser administrados vía enteral. Estos
productos aportan proteínas, grasas y carbohidratos en proporciones diferentes de acuerdo
con la orientación terapéutica para la cual estén indicadas. La mayoría tiene adición de
vitaminas, minerales y electrolitos en dosis basales.
Los criterios que se deben tener en cuenta para realizar una adecuada selección de la
formula nutricional a emplear son principalmente: la edad del paciente, antecedentes de
alergias e intolerancias, ruta de administración, función gastrointestinal, osmolaridad de la
fórmula, estado nutricional, patología de base y comorbilidades.
Las fórmulas enterales existentes en el mercado, pueden varían en aspectos como densidad
calórica, viscosidad, osmolaridad, contenido de lactosa, fuentes de proteína y grasa, forma
molecular de los sustratos, volumen de la presentación comercial, entre otros. La principal
clasificación se basa en la forma en que se encuentran los nutrientes.
El primer grupo corresponde a las fórmulas modulares. Tal como su nombre lo indica, se
trata de módulos individuales de macronutrientes (proteínas, grasa y carbohidratos). Se
utilizan para modificar las fórmulas comerciales existentes, enriqueciendo el contenido de un
nutriente específico o para mezclar varios módulos con el objetivo de crear una fórmula
enteral para pacientes con requerimientos particulares.
Por otra parte, se encuentran las fórmulas elementales, las cuales son fórmulas de bajo
residuo. Sus nutrientes se encuentran en forma simple, por lo tanto, son de fácil digestión y
absorción. En la mayoría de los casos su composición química puede ser de la siguiente
manera:
Un subtipo de fórmula especial que tiene gran relevancia en el manejo nutricional del
paciente en cuidados intensivos, son las ya mencionadas, fórmulas para inmunonutrición.
Estas, son fórmulas enriquecidas con arginina, ácidos grasos omega 3, ribo nucleótidos,
glutamina y antioxidantes que tienen un uso específico. Están indicadas en el manejo de:
cirugía electiva del tracto superior GI, sepsis leve, trauma severo, trauma craneoencefálico,
quemaduras (>30% de la superficie corporal), cáncer en cuello y cabeza, ventilación
mecánica sin sepsis severa. No se recomiendan en pacientes que presenten sepsis severa
o tengan un APACHE< 10 por cuestión de costo-efectividad. Para obtener el beneficio de la
Inmunonutrición se requiere que el paciente reciba del 50 al 65% del aporte calórico a
expensas de este tipo de fórmula. En dosis menores, el tratamiento no ha demostrado
efectividad. (5)
ENERGIA: En caso de no ser posible la medición de calorimetría indirecta, las guías ASPEN
2016 sugieren utilizar una ecuación predictiva publicada o la simple fórmula del pulgar
basada en el peso de la siguiente manera:
Actualmente se conocen distintos tipos de fórmulas predictivas cuya precisión puede ir desde
el 40 al 75% en comparación con la calorimetría indirecta y aún no hay consenso entre cuál
sería la más acertada para estimación de gasto energético para pacientes en UCI. Se sabe
que este método resulta más impreciso cuando se aplica para pacientes en bajo peso y
obesos. (3)
Un estudio publicado en el Journal of Parenteral and Enteral Nutrition en el año 2009, realizó
la medición de gasto energético por calorimetría indirecta en 202 pacientes ventilados y
comparó los resultados con la estimación de la tasa metabólica en reposo dada por las
ecuaciones predictivas más conocidas demostrando que las más acertadas fueron las
fórmulas de Penn State University 2003 y 2010 (paciente adulto ventilado con IMC entre 20.5
- 30, y paciente adulto mayor ventilado obeso respectivamente), con márgenes de error
menores que la ecuación de Harris y Benedict e incluso la fórmula de ACCP o “del pulgar”
(25-30 kcal/kg/d), teniendo esta última el más bajo nivel de exactitud y el máximo nivel de
error. (9)
La valoración del gasto energético durante la fase crónica o tardía de la enfermedad crítica
definiría realmente una ingesta calórica máxima, cuando la producción endógena de calorías
se atenúa y llega a ser incluso insignificante. Por el contrario, durante los primeros días del
episodio crítico de la enfermedad, el riesgo de sobrealimentación es probablemente mayor,
cuando la producción calórica endógena (principalmente de glucosa) alcanza entre el 50 y
75% del gasto energético. Desafortunadamente, la necesidad calórica real, no se puede
deducir a partir del gasto energético únicamente (calorimetría indirecta), ya que la producción
calórica endógena no es cuantificable2. (11)
El estudio INTACT (Intensive Nutrition in Acute Lung Injury: A Clinical Trial) fue diseñado
para evaluar el impacto de la terapia médica nutricional intensiva desde el diagnóstico de
síndrome de distrés respiratorio hasta el alta hospitalaria, en comparación con los resultados
2
Su medición requeriría el uso de isótopos estables, técnica que no puede realizarse en la práctica clínica
fuera de un escenario investigativo.
del cuidado clínico estándar. El resultado fue que un mayor aporte calórico (kca/kg) desde
el ingreso hasta el egreso hospitalario, se asocia con mayor probabilidad de muerte. En
general, los grupos de pacientes que recibieron un aporte calórico superior a 11.6 Kcal/kg
entre los primeros cuatro días de estancia hospitalaria, tuvieron un mayor chance de muerte
luego del cuarto día, comparado con el grupo de pacientes que recibió un aporte menor o
igual a 11.5 kcal/kg durante el mismo periodo de tiempo. El modelo de regresión de Cox
empleado en este estudio reveló un riesgo significativamente mayor de mortalidad con un
aporte calórico incrementado en los primeros 7 días de UCI, y menor riesgo de mortalidad
con el aporte calórico incrementado, después del séptimo día (NE tardía). (12)
PROTEINA:
(5)
LIPIDOS: 20 - 30% VCT, rango entre 0.7 a 1.5 g/kg/d. Por vía parenteral no debe superar
1.0 g/kg/d. Se recomienda una relación de Ꙍ-3/Ꙍ-6 entre 1:2 a 1:4.
Los signos clínicos que sugieren alto riesgo de SRA son principalmente: pérdida involuntaria
de peso (> 5% en un mes, > 7.5% en tres meses o > 10% en 6 meses), disminución del
aporte de nutrientes (ayuno > 7 días, dieta hipocalórica prolongada, alteración crónica de la
deglución y otros trastornos neurológicos, anorexia nerviosa, alcoholismo crónico, paciente
oncológico, SIDA y TBC, paciente post quirúrgico, estado diabético hiperosmolar, obesidad
mórbida con pérdida de peso súbita) y aumento en la pérdida de nutrientes y/o disminución
de la absorción (diarrea y/o vómito severo, disfunción o inflamación del TGI, pancreatitis
crónica, uso crónico de antiácidos y/o diuréticos, post operatorio de cirugía bariátrica.
El manejo de paciente identificado con riesgo de SRA está compuesto por los pasos
descritos a continuación:
En caso de que el paciente presente SRA, pese a los cuidados previamente descritos se
debe:
1. Suspender la nutrición de inmediato
2. Corregir las anomalías electrolíticas
3. Administrar tiamina IV y diuréticos en caso de sobrecarga hídrica
4. Re iniciar nutrición solo cuando el paciente esté asintomático y estable
5. Re iniciar al 50% de la infusión previa
6. Realizar incrementos según estabilidad metabólica a lo largo de 4 a 5 días con monitoreo
estricto. (5)
Lesiones por presión: cambiar diariamente el punto de apoyo, hacer limpieza externa.
Irritación esofágica: utilizar únicamente sondas de poliuretano o silicona, calibre
pequeño (máximo 12 fr.)
Otitis media: utilizar únicamente sondas de poliuretano o silicona, SNG por periodo
no mayor a 6 semanas
Obstrucción de la sonda: lavado con 20 ml cada 6 horas y antes y después de
administrar medicamentos
Desplazamiento de la sonda: verificar constantemente marca de posicionamiento
FALLA PULMONAR
FALLA RENAL
Suministrar fórmula de nutrición enteral estándar, con aporte normal de proteína (1.2-2
g/kg/d) y energía (25 – 30 Kcal/kg/d) en paciente con falla renal aguda en UCI. Solo
considerar fórmulas renales según restricción de electrolitos. Se recomienda incrementar el
aporte proteico hasta un máximo de 2.5 g/kg/día en pacientes con terapia de reemplazo renal
frecuente o continua. No se debe restringir la proteína en pacientes con insuficiencia renal
como mecanismo para evitar o retrasar el inicio de terapia dialítica. (3)
FALLA HEPATICA
Se sugiere utilizar peso seco o peso usual en ecuaciones predictivas para determinación de
gasto energético en pacientes con cirrosis y falla hepática.
Se recomienda priorizar el aporte oral o enteral en paciente con enfermedad hepática aguda
o crónica, ya que el uso prolongado de NP puede asociarse con complicaciones. (3)
PANCREATITIS AGUDA
Se sugiere iniciar soporte nutricional enteral con fórmula polimérica estándar a dosis trófica
en pacientes con pancreatitis moderada o severa, y aumentar a meta de infusión al
completar reanimación hídrica (24-48 horas posteriores a la admisión). Efectos negativos se
han observado cuando en este caso se inicia NP.
La infusión puede realizarse a nivel gástrico o yeyunal. La evidencia no muestra diferencia
en la tolerancia entre estas dos vías de infusión en relación con dolor, diarrea o balance
energético.
Se sugiere considerar el uso de probióticos en pacientes con pancreatitis aguda severa que
reciben NE temprana.
CIRUGÍA
TRAUMA: Iniciar NE hiperproteica dentro de las primeras 24-48 horas del evento cuando
el paciente se encuentre hemodinámicamente estable. Se sugiere considerar uso de
fórmulas inmunomoduladoras con arginina y FOS en pacientes con trauma severo
TCE: Iniciar NE dentro de las primeras 24-48 horas del evento cuando el paciente se
encuentre hemodinámicamente estable. Se sugiere utilizar: fórmula inmunomoduladora
con arginina o suplemento EPA/DHA junto con una fórmula estándar.
ABDOMEN ABIERTO: Iniciar NE hiperproteica dentro de las primeras 24-48 horas del
evento cuando no haya injuria intestinal. Se sugiere aporte adicional de 15-30 g de
proteína por litro de drenajes.
QUEMADURAS: Iniciar NE si no hay compromiso del TGI dentro de las primeras 4 a 6
horas del evento. NP se debe iniciar en aquellos pacientes en quienes no es posible o
no es tolerada la NE. Proteína 1.5 – 2 g/kg/d. (3)
SEPSIS
Idealmente, iniciar NE dentro de las primeras 24-48 horas cuando el paciente se encuentre
completamente reanimado y hemodinámicamente estable. No se sugiere nutrición
parenteral (NP) exclusiva ni suplementaria junto con NE en la fase aguda de sepsis severa
o shock séptico sin importar el estado o riesgo nutricional del paciente.
Cuando sea seguro iniciar el soporte nutricional, lo más recomendable es iniciar NE a dosis
trófica (10-20 kcal/h o máximo 500 kcal/d) en la fase inicial de sepsis, avanzar según
tolerancia después de 24-48 horas hasta superar el 80% de la meta energética en la primera
semana.
Se sugiere tamizar (NRS o NUTRIC) a todo paciente que ingrese a UCI por POP. No se
deben considerar como marcadores de estado nutricional: albúmina sérica, pre albúmina y
transferrina. Se recomienda iniciar NE cuando sea posible, dentro de las primeras 24 horas
posteriores a la cirugía. Esta práctica presenta mejores resultados que el uso de NP.
La nutrición enteral puede utilizarse en pacientes que presenten complicaciones como íleo,
anastomosis intestinal, abdomen abierto, necesidad de vasopresores y soporte
hemodinámico, evaluando cada caso de manera individualizada y considerando la seguridad
y juicio clínico de la situación del paciente.
Se sugiere permitir a los pacientes el consumo de alimentos sólidos según tolerancia luego
del procedimiento quirúrgico. No se requiere dieta líquida clara como primera comida
necesariamente. (3)
Las guías recomiendan iniciar NE temprana (24-48 horas posteriores a la admisión en UCI)
en aquellos pacientes obesos sin vía oral. La valoración nutricional de estos pacientes debe
enfocarse en bio marcadores de síndrome metabólico, evaluación de co morbilidades,
determinación del nivel de inflamación, identificación de adiposidad central, sarcopenia y
SIRS, además del resto de parámetros establecidos para paciente en UCI.
CONCLUSION
REFERENCIAS
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