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Arquitectura románica

El arte románico se desarrolla en los diferentes reinos de la Europa cristiana desde finales del
siglo X hasta principios del XIII. Es el primer estilo artístico internacional desde la caída de
Roma, ya que posee características comunes en los distintos territorios; no obstante,
desarrollará características regionales.

Centrándonos en el contexto histórico, en el siglo XI cesaron las invasiones de vikingos,


musulmanes y húngaros. Esta estabilidad permitió a los reinos europeos salir de su
estancamiento económico y político: la población creció, se recuperó el comercio y se reactivó
la vida urbana. Todo esto estuvo en la base de la fiebre constructiva del románico.

El arte románico está influenciado por el teocentrismo y la religiosidad de la época, por lo que
la arquitectura románica es principalmente religiosa. Esta nueva mentalidad religiosa propicio
dos fenómenos muy importantes dentro del románico:

- La extensión de la vida monástica en el medio rural. Fueron los benedictinos quienes


establecieron un prototipo de iglesia y de monasterio con la abadía de Cluny, basada, a su vez,
en el monasterio carolingio de Saint Gall. Las características de esta se extendieron por toda
Europa.

- Las peregrinaciones para la veneración de reliquias y lugares santos. La afluencia de fieles que
acudían por las grandes rutas de peregrinación a Roma, Tierra Santa y recientemente Santiago
de Compostela traía consigo grandes ingresos económicos que permitían la construcción y
reforma de templos en estilo románico.

Entre las características principales de la arquitectura románica, encontramos sus precedentes


en el arte asturiano, carolingio y otoniano. Pero sus fuentes primarias fueron la arquitectura
paleocristiana, bizantina y, sobre todo, la romana. Aunque no introduce ningún elemento
nuevo, sí era novedosa su forma de combinarlos e integrar la escultura y pintura.

Aunque las iglesias no siguieron un modelo único, las principales características más comunes
de los templos son:

- Se utiliza la piedra para mayor durabilidad y evitar incendios. Gruesos muros de sillería.

- Se emplea la planta de cruz latina (planta basilical con transepto) con la nave central más
ancha que las laterales y uno o más ábsides en la cabecera. Esta planta, cuyo precedente
encontramos en las iglesias paleocristianas, tiene un gran simbolismo, pues representa a Cristo
crucificado: la cabecera corresponde a la cabeza, sus brazos son el transepto y el lugar en que
está el corazón, la parte más importante, es donde está el altar. Además, las cabeceras se
orientan al este, lugar por donde sale el sol, pues en los Evangelios se dice que Jesús es la luz
del mundo. De este modo, el templo se transforma en camino de salvación, desde la oscuridad
y el pecado a la verdad de Dios.

- La nave central se cubre con bóveda de cañón sustentada por arcos fajones y las laterales con
bóveda de arista, apoyadas sobre muros y pilares. La separación entre naves se realiza
mediante arcos de medio punto, muchas veces doblados (arcos formeros)

- El pilar cruciforme se convierte en el elemento sustentante del interior. Tienen columnas


adosadas que recogen los arcos fajones, las columnas de apoyo de la bóveda de arista y de los
arcos de medio punto.
- Las columnas son menos frecuentes y pierden la proporción de los órdenes clásicos.

- Empleo de grandes contrafuertes exteriores para soportar el peso de las bóvedas.

- Los ábsides se cubren con bóvedas de horno y el crucero con cúpula semiesférica o
octogonal, que en el exterior levanta un cimborrio. Para solucionar el paso de la planta
cuadrada a la circular se emplean las trompas. La zona del crucero adquiere gran importancia:
es el lugar donde se unen simbólicamente la tierra y el cielo (cúpula).

- La iluminación interior es escasa, ya que la función sustentante de los muros impide realizar
grandes vanos, que son escasos y suelen estar abocinados. Esto crea un ambiente oscuro que
invita al recogimiento religioso.

- La decoración interior se lleva a cabo mediante pinturas murales. También destacan los
relieves de los capiteles, las líneas de imposta y los canecillos exteriores.

- Las portadas se sitúan en los extremos de los brazos de la cruz y suelen estar abocinadas. Las
más monumentales tienen en las jambas columnas adosadas que se prolongan por las
arquivoltas. Entre estas y el dintel de la puerta se delimita el tímpano, decorado con
esculturas. También se puede dividir la puerta en su centro con un parte luz o mainel. La
fachada principal es la occidental, a veces enmarcada por torres campanario.

Por su parte, en las iglesias de peregrinación se desarrollan otros aspectos, derivados de la


afluencia de peregrinos. Se les añade una cripta subterránea bajo el altar donde se exponen las
reliquias y una girola (deambulatorio que rodea el ábside principal). En la girola y la parte
contigua del transepto se construyen pequeñas capillas o absidiolos. Sobre las naves laterales y
con vanos abiertos a la nave central se sitúa una tribuna que aloja a los peregrinos, cubierta
con bóvedas de cuarto de esfera.

En Francia se desarrollaron diferentes escuelas regionales, de las que destacó la de Borgoña,


cuyo ejemplo más singular es Santa María de Vezelay. En Alemania se integraron las
influencias francesas, lombardas y del prerrománico otoniano, catedral de Worms. En
Inglaterra dominó la influencia normanda, catedral de Ely. En Italia se combina lo románico
con influencias clásicas y bizantinas, destacando las regiones de Lombardía (bandas toscanas) y
de la Toscana (Pisa)

En España el románico se divide en tres periodos: primer arte románico (X-XI), románico puro
(XI) y románico hispano (XII-XIII).

El románico entró en la península por Cataluña, pues los condados catalanes mantenían
intensas relaciones con Francia e Italia. Las iglesias catalanas suelen ser sobrias, elaboradas en
sillarejo y cuentan con elevadas torres y decoración de arcos ciegos.

Las obras más destacables del románico puro las encontramos en el Camino de Santiago, como
la catedral de Jaca, de Santiago o la iglesia de San Martín de Frómista.

En el románico tardío o hispano se desarrollaron distintas escuelas regionales: Galicia, Castilla


y León y Cataluña. Además de construcciones religiosas, también destacan las murallas de
Ávila, el castillo de Loarre o el palacio de los Reyes de Navarra.

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