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Ponencia - Walsh.Montevideo - Final Sept2017
Ponencia - Walsh.Montevideo - Final Sept2017
de la palabra contraria
Resumen:
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“Es posible que, al fin, me convierta en un revolucionario”
Rodolfo Walsh, 1968
Voy a permitirme una salida (una más) del registro habitual adecuado a los
géneros académicos, para contarles, que una noche, la última de una cena de
trabajo antes de entrar en las vacaciones del verano 2017, dos integrantes de la
Dirección de Cultura de la Secretaría de Extensión Universitaria de la UNQ, nos
recordaron a Manuel Eiras y a mí, que ese año que comenzaba, el 2017,
significaba los 40 años del secuestro y “la desaparición” de Rodolfo Walsh 1.
Inevitable escuchar: “Hay un fusilado que vive” 2. Ahora el fusilado es él; es Walsh.
Y ahora nos toca de nuevo, una vez más, y todas las veces que sea necesario, es
decir, siempre, volver a él. No alejarnos de su cuerpo. Quedar vivos, es decir,
adheridos a su escritura.
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Rodolfo Jorge Walsh (Lamarque, 9 de enero de 1927 - desaparecido por la última dictadura
argentina en Buenos Aires, 25 de marzo de 1977) fue un periodista, escritor y traductor argentino.
Integró las organizaciones guerrilleras FAP y Montoneros.
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"Hay un fusilado que vive" fue el detonante que escuchó Rodolfo Walsh una tranquila noche de
verano de fines del 56, mientras jugaba ajedrez en un bar de La Plata. Se trataba de Juan Carlos
Livraga, un hombre que recibió dos balas policiales en pleno rostro y que ahora, sentado frente a
él, le contaba su versión de los hechos acerca del levantamiento cívico-militar contra Aramburu en
junio de ese año. http://www.revistacontratiempo.com.ar/walsh1.htm
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nombre, que finalmente fue “Nosotros, Rodolfo”. La Universidad brindaría a los
artistas los soportes y los materiales para la realización de las obras.
Nuestra propuesta:
la reescritura de la Carta Abierta
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nos brindó anécdotas3 de sorprendente peso sobre los efectos de la micro política
de los 70 sobre el regreso de la democracia; su hija, artista plástica, pero
principalmente la filiación de generación en generación (el orgullo, la memoria);
militantes de la agrupación “La Walsh”, de la Universidad Nacional de Avellaneda;
profesores de Literatura; personal académico de la UNQ. Muchos talleristas
diversos en edades, profesiones, roles en la sociedad actual.
En el primer encuentro lo que hicimos fue presentar el taller y la figura de
Walsh, y arrancamos con la lectura a viva voz desde la Autobiografía hasta la
lectura rotativa de la Carta Abierta.
Luego, nos preguntamos cómo definir el género discursivo “carta abierta”
teniendo en cuenta el tema, el estilo y la estructura (M. Bajtín) y armamos una
definición colectiva. Esto albergó preguntas e hipótesis sobre por qué Walsh
había elegido este género para decir lo que dijo. La elaboración colectiva de la
definición sobre “carta abierta” pudimos formularla a través de lo que la misma no
es: ni crónica, ni ensayo, ni cuento. Este recorrido por los géneros discursivos nos
habilitó a estar cada vez más cerca de la finalidad de la misma, del propósito de su
autor, por lo tanto, de su subjetividad.
Fue pertinente compartir un conjunto de Cartas Abiertas: la Carta Abierta
del general Juan José Valle al general Aramburu antes de ser fusilado por su
decreto (1956); la Carta Abierta de Cristina Fernández de Kirchner a David
Cameron al cumplirse los 180 años de la ocupación británica de nuestras islas
Malvinas; la Carta Abierta de una de las hijas del reportero gráfico José Luis
Cabezas a 20 años de cometido el crimen de su padre; La Carta Abierta del
escritor argentino Félix Bruzzone, titulada “Paciencia de tenedores y cucharas”, en
la que dialoga con sus padres detenidos-desaparecidos por el terrorismo de
Estado, y con sus hijos.
Vueltos a Walsh, al acercarnos a observar la finalidad de su carta, dimos en
que había que analizar su naturaleza argumentativa: la reproducción, al menos
virtual, potencial, de una escena de diálogo.
¿A quiénes buscaba Walsh influir con su argumentación? ¿A quiénes iba
dirigida? ¿Cómo construye discursivamente a sus interlocutores? ¿Cómo diseña
el contradiscurso? ¿Hay “terceros” en la Carta? ¿Alguien puede quedar afuera?
Y él… ¿Qué construcción de enunciador elabora? ¿Cuál es su ethos? ¿Cómo
es su presencia explícita?
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Eduardo nos contó, por ejemplo, cómo un médico obstetra reconocido y juzgado por haber
participado en la represión ilegal fue rechazado, ya en democracia, por asambleas del Colegio
Médico de la Prov. De Buenos Aires cuando solicitó su reingreso a esa institución por haber faltado
a la ética profesional.
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¿Cómo “trae” al discurso “el mundo exterior”, lo referencial? ¿Qué lenguaje
escogió? ¿Con qué autoridad valida las pruebas? ¿Cómo estructuró el texto: la
tesis, los argumentos, la conclusión? En síntesis, ¿cuáles fueron sus estrategias
discursivas en el contexto situado en el que le tocó, o mejor dicho, eligió “dar
testimonio en tiempos difíciles”?
Y, principalmente, hoy, a nosotros, aquí, en este tiempo y espacio, su nuevo
auditorio, ¿qué nos dice la Carta Abierta de Rodolfo Walsh? ¿Qué más nos dice
cada vez?
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Hubo dos prólogos al informe Nunca Más, elaborado por la Comisión Nacional sobre la
Desaparición de Personas en 1984. El primero, escrito por la Comisión, expuso la interpretación
del gobierno de Alfonsín sobre el pasado de violencia política y horror y postuló una nueva lectura
sobre la identidad de los desaparecidos y el papel de la sociedad argentina en esos hechos. El
segundo, elaborado por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación fue añadido en 2006.
Ambos ilustran los cambios y continuidades en la memoria del pasado reciente en el país.
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-La no escisión entre literatura de ficción y de no ficción: hay política en la
ficción/ hay literatura en el periodismo.
De algún modo se concluyó en el carácter indiscernible de estas dimensiones
en toda su escritura.
En la segunda parte del segundo encuentro a partir de la lectura de
fragmentos de La palabra contraria, del escritor italiano Erri de Luca, promovimos
la discusión sobre si cada uno de los integrantes del taller consideraba que el
intelectual tiene no solo el derecho a ejercer la libre expresión sino también la
obligación a ejercer la palabra contraria al poder dado el alcance de su llegada
debido a la “potencia” de su voz, su multiplicación en los medios, su prestigio
social.
Algunos argumentaron a favor y otros en contra de esta posición. Hay quienes
afirmaron el deber de los intelectuales respecto de su intervención en el espacio y
tiempo de su época. Hay quienes sostuvieron que no podría ser obligatorio a costa
a de su vida.
Luego, nos preguntamos qué “formas” puede asumir hoy el ejercicio
ciudadano del derecho a la palabra contraria en democracias de tan diferentes
intensidades como las actuales –a diferencia de lo que ocurre en tiempos de
dictaduras- y en escenarios de convergencia digital.
La carta
Los últimos meses del año 1976 y los primeros de 1977, Walsh se los pasó en
la clandestinidad. Vivía con su mujer, Lilia Ferreyra, en una casa en San Vicente y
se hacía pasar por profesor de escuela. En ese período, entre otras cosas, se
dedicó a escribir la “Carta abierta de un escritor a la Junta Militar” y un relato que
venía dando vueltas en sus planes literarios hacía años. Casi una década antes
pensaba en escribir una novela que en ese momento concluía como el cuento que
nunca pudimos leer. “Juan se iba por el río” es el último cuento que Walsh escribió
y que desapareció después de que los militares se lo llevaran cuando allanaron su
casa, el mismo día que lo asesinaron. Ese relato sólo tuvo dos lectores: Lilia
Ferreyra y Martín Grass (que encontró el manuscrito de casualidad en la ESMA).
Hasta en ese plano puede pensarse la relación entre literatura y política en los
textos de Walsh. La “Carta abierta” se escribe contaminada de ese clima: Walsh
vive en la clandestinidad (con un nombre y una personalidad falsos), mientras
escribe un cuento que viene procesando durante años.
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La “Carta abierta de un escritor a la Junta Militar” marca un antes y un
después de la literatura política argentina. Como todo manifiesto, inserta a la
literatura en nuevos terrenos. El escritor sigue reconfigurando el lenguaje para
decir de otro modo, y ahora además se encarga de denunciar atrocidades. Bajo la
fórmula “Lo que ustedes llaman…”, Walsh (nos) traduce. Ahí está el mayor poder
intelectual, en decir de una forma novedosa, original, segura, comprometida. En
las escrituras aparecen los modos de leer: realidades, textos, declaraciones,
artículos periodísticos, estadísticas. Su carta procesa esa bibliografía y la vuelve
texto que, a pesar de ser clandestino, es necesario que todos lean. Es esa
dimensión social de la escritura la que nos interesa.
En Walsh, lo que pasa adentro de sus textos termina afuera. Lo que empieza
como argumento termina como documento.
Con sus relatos Walsh modifica la realidad de la que se basó para escribir.
Juan Villoro dice que “toda ficción deriva del mundo de los hechos y vuelve a él,
completándolo, a través de la representación. En ocasiones, esa construcción de
sentido es la mejor forma de entender los caóticos datos de la realidad que fueron
su origen primero” (Villoro, 2016). Walsh cada vez más fue eligiendo a la escritura
como forma de presentación. En esta idea de la literatura como búmeran, lo que
vuelve en lecturas modifica la realidad.
Lo que más nos interesaba pensar en las clínicas tenía que ver con ese gesto
periodístico que en Walsh incluye la política y la literatura. Preguntarnos por la
intencionalidad implicaba ver por qué escribe (en general, pero sobre todo la
“Carta abierta”), y qué hay atrás de la necesidad de decir. Comenzamos, como ya
dijimos, contestándonos a partir de la construcción colectiva de la definición del
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género discursivo “carta abierta”. Las conclusiones tuvieron que ver con encontrar
la forma adecuada de decir lo que no se dice para que la mayoría pueda leer eso
que no aparece en ningún lado. Cómo dialogar con el poder informando al pueblo,
o algo así. Y en el intercambio nos dimos cuenta de que hoy pasaba algo similar y
distinto. El presente aparece como el lugar en donde “todo se puede decir” pero a
la vez no se dice todo. A partir de esa ambigüedad es que los talleristas
escribieron sus propias cartas.
Las cartas
Las cartas tienen muchos climas. Los contenidos y los enfoques son distintos
pero todas contienen una seriedad emotiva y una sinceridad discursiva que las
transforma en una obra en sí misma. Si bien fueron escritas de manera individual
puede verse en la lectura de la totalidad un resultado que habla de lo colectivo de
la escritura.
Los talleristas trajeron la primera versión de sus cartas al segundo encuentro.
Después de ese tuvimos varios intercambios y también en la reescritura surgieron
descubrimientos interesantes. Una participante llegó a decir que en la tercera
corrección se dio cuenta de lo que realmente quería decir. En realidad, lo que
pasó fue que había encontrado el modo que a ella le parecía adecuado.
Resultaría imposible resumir todas las cartas. Tampoco tiene mucho sentido
hablar de lo que dice cada una por separado. Tal vez lo más interesante sea
buscar el hilo que las conecta a partir de las diversidades que fuimos encontrando.
Esas diversidades (en temas y palabras) motivadas por una misma inquietud, la
de querer decir, expresarse, compartir es la que logra una maravillosa unidad.
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gran sacrificio descubrir la verdad o la mentira de los relatos que nos transmiten”
(Eduardo).
Resaltan las preocupaciones compartidas con Walsh: “la solidaridad con la
gente que es sometida y esclavizada. Con los humildes, con los perseguidos, con
los que sufren injusticias” (Eduardo).
Hablan de y por los que no están pero también hablan en tanto sobrevivientes.
“¿Cómo se curan todos esos años de atrocidades?”, parecen preguntarse. El
miedo de una época se transforma con el tiempo en un dolor que es parte de una
cultura, de una forma de vivir en comunidad.
La escritura les sirve para repasar la historia reciente Argentina, como si la
Carta de Walsh fuera el comienzo y disparador de un montón de verdades que
suelen ocultarse.
Coinciden en que el mejor anclaje que puede realizarse tiene que ver con leer
a Walsh como una forma de entender el pasado para pensar el presente.
Piensan a lo económico de un modo distinto, alejado de la sección que los
grandes medios gráficos suelen dedicarle. “La economía es el objetivo ahora de
una democracia falsificada. Volvió el tiempo de los ricos, del neoliberalismo, del
aumento de la deuda externa, de las importaciones que destruyen la industria
nacional, de los trabajadores en la calle pidiendo trabajo. Cuarenta años después
me duele el cuerpo de nuevo un poco porque está más viejo y un mucho porque
ya sabe, ya conoce el significado de la lujuria del poder, la exclusión, el desprecio
hacia los trabajadores” (Raquel).
Recuerdan un dolor que vuelve y se hace carne en el presente. Transformado,
tal vez más inteligente, tal vez más fuerte, distinto. Pero el mismo. El mismo dolor
que se combate con el mismo compromiso. “La dictadura terminó, pero todavía
nuevas causas nos siguen movilizando, y siempre las habrá, porque cada vez que
exista una necesidad, emergerá de lo más profundo de cada uno de nosotros la
lucha por alcanzar un país mejor” (Florencia).
Walsh empieza su Carta con una enumeración de las cosas que lo llevan a
escribir y difundir su texto de esa manera. Unas de las cartas de los participantes
retoma esa lista, modificándola con las cosas que al autor lo hacen escribir en el
presente: su carta está dirigida al presidente argentino.
Coinciden en algunos actores sociales que aparecen como los protagonistas
más vulnerables.
Buscan justicia a través de la denuncia.
Están atentos a la perversa relación del poder con la justicia. “Estoy a favor de
una justicia justa, que sea capaz de aplicar la ley a todos y no a solo a unos
pocos” (Ludmila Achucarro).
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Se encargan de hacer dialogar las luchas y las injusticias del presente.
Traen las denuncias del pasado para renovarlas en cuestionamientos de
problemáticas actuales. “En estos tiempos en donde la violencia y la desigualdad
rigen y reinan, en donde las mujeres son torturadas, violadas y asesinadas a
plena luz del sol sin que nadie vea nada, ni mucho menos diga nada” (Roxana).
Ahí es donde se nota la necesidad de decir lo que en lo que solemos leer a diario
no se dice.
Conclusión
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Referencias
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