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Erving Goffman Internados Ensayos sobre la sitnacién social de los enfermos mentales Amorrortu /editores De Erving Goffman en esta biblioteca stigma, La identidad deteriorada La presentaci6n de la persona en la vida cotidiana Internados Ensayos sobre la situacién social de los enfermos mentales Erving Goffman Amorrortu editores Biblioteca de sociologia Asylums. Essays on the Social Situation of Mental Patients and Other Inmates, Erving Goffman, 1961 Primera edicién en castellano, 1970; primera reimpresién, 1972; segunda reimpresién, 1984; tercera reimpresién, 1988; cuarta reimpresidn, 1992; quinta reimpresién, 1994; sexta reimpresiGn, 1998; séptima reimpresién, 2001 ‘Traduecién, Maria Antonia Oyuela de Grant Revisién técnica, Maria Celia Bustelo ‘Unica edicién en castellano autorizada por Doubleday & Com- pany, Inc., Nueva York, y debidamente protegida en todos los paises. Queda hecho el depésito que previene la ley n° 11.723. ‘Todos los derechos de la ediici6n en castellano reservados por Amorrortu editores 8. A., Paraguay 1225, 7° piso (1057) Buenos Aires, La reproduccién total o parcial de este libro en forma idéntica 0 modificada por cualquier medio mecéinico 0 electrénico, inclu- xyendo fotocopia, grabacién o cualquier sistema de almacena- ‘miento y recuperacién de informacién, no autorizada por los edi tores, viola derechos reservados. Cualquier utilizacion debe ser previamente solicitada. Industria argentina. Made in Argentina ISBN 950-518-098-4 305,908 24 Goffman, Erving GOF Internados: ensayos sobre la situacién social de los enfermos mentales.- 1a ed. Sa reimp.- Buenos Aires : Amorrortu, 2001 384 p. ; 20x12 cmn,- (Biblioteca sorislogia) ‘Traduceién de: Maria Antonia Oyuela de Grant ISBN 950-518-028-4 I. Titulo - 1. Enfermedades 2. Sociologia Impreso en los Talleres Graficos Color Bfe, Paso 192, Avellaneda, provincia de Buenos Aires, en noviembre de 2001. ‘Tirada de esta edieién: 1.500 ejemplares. Erving Goffman nacié en Canada en 1922. Obtuvo su pris ‘met titulo universitario (Bachelor of Arts) en la Universidad de Toronto en 1945, y estudié después en la de ‘Chicago, donde se gradué de Master of Arts en 1949 y de Philosophi cal Doctor en 1953. Vivié por espacio de un aio en una de las pequefasislas Shetland, reuniendo material para una te- sis sobre esa comunidad. Més adelante actus como cientifico invitado en el Instituto Nacional de Salud Mental de Wash. ington. Goffman es autor de varios articulos y resefas biblio- stificas, aparecidos en Psychiatry, American Journal of So- ciology y otras publicaciones periédicas, y de ias obras Estig- ma, La identidad deteriorada y La presentacién de la persona on la pda cotiiana (publcadas por Amoerorta editors). Bs miembro del Departamento de Sociologia de fa Univers de California, con sede en Berkeley. ed Prefacio Desde el otofio de 1954 hasta fines de 1957, actué como miembro visitante del Laboratorio de Estudios Socicam- bientales perteneciente al Instituto Nacional de Salud Men- tal (NEMH) de Bethesda, Maryland. En el curso de esos tres afios hice algunos breves estudios sobre comportamiento de sala en los Institutes Nacionales del Centro Clinico de la Salud. Entre 1955 7 1956 cumpli un afio de trabajo de campo en e! Hospital St. Elizabeth, de Washington, iastitu- ign federal que cuenta con més de 7000 internos, proce- dentes en sus tres cuartas partes del distrito de Columbia, Me facilitaron el tiempo adicional para poner por escrito Jos resultados de mi investigacién, una beca NIMH y fa rticipacién en el Center for the Integration of Social cience Theory de la Universidad de California, en Berkel El objetivo inmediato de mi trabajo de campo en St. El zabeth fue tratar de aprender algo sobre el mundo social de los pacientes hospitalizados, segiin ellos mismos Jo experi ‘mentan subjetivamente. Me inieié en el rot de asistente del director de gimnasia; si me apuraban, confesaba ser en realidad un estudiante de las actividades recreativas y la vida de comunidad. Be este modo podia pasar el dia con las pas cientes, evitando todo contacto social con el personal y press cindiendo de llevar una llave conmigo, No dormia en las salas, y la direccién del hospital estaba enterada de mis fi nes. Crefa entonses, y sigo creyendo, que cualquier grupo de personas —sean presos, integrantes de un nticleo primi ‘dvo, miembros de una tripulacién o enfermos hospitaliza- dos— forma una vida propia que, mirada de cerca, se hace significativa, razonable y normal; y que un buen modo de aprender alge sobre cualquiera de esos-Hundor Consint en someterse personalmente, en compaiifa de sus miembros, a Ja rutina diaria de las menudas contingencias a la que ellos ismnos estén sujetos, Los limites, tanto de mi método como de su aplicacién, sal 1 teckiles Ae tan a la vista, No me permitt comprometerme, ni siquiera rnominalmente: de haberlo hecho, mi radio de acci6n y mis roles —y por lo tanto mis datos— habrian sido més restrin- gidos atin de lo que fueron. Para obtener los pormenores ttnogrificos deseados sobre determinados aspectos de la vida fil del pagent, no apiqué [os thos utes de medias Frcomfroles Supuse que el rol y el tiempo requeridos para Tecoger pracbas estadisticas de solo unas pocas afirmaciones te impediria reunir datos generales sobre la estructura ine tima_de Tavita tet_Paclens "Mi meteter ene, emis, tras Timitaciones. La visin_que del mundo tiene_un_grupo tiende a sostener a sus miembros, y prsuntaments_les pro- porcona una definicgn de su propia siuscién-que-los auto Justifiea, y una vision prejuiciada de los que_no-pertenecen al grupo (en easy fr edo, enfermeros,asstentes eet Trxpital y familiares). Para describir la situacién paciente con fidelidad es imprescindible presentarla en una perspectiva parcial. (Personalmente me siento, en cierta me- ida, eximido de esta parcialidad por un criterio de equi- Iibrio: casi todos los trabajos profesionales sobre los enfermos mentales han sido escritos desde el punto de vista del psi- quiatra que, hablando en términos sociales, esti ubicado Tespecto a mi perspectiva en el bando opuesto.) Quiero ad- vertir, ademés, que mi punto de vista probablemente co- rresponda demasiado al de un hombre de clase media; quizd suftt més, sustitutivamente, ciertas situaciones, que los pa- cientes de clase baja expuestos a elas. Por iiltimo, a diferen- cia de algunos pacientes, cuando Megué al hospital no me inspiraba gran respeto la disciplina psiquidtrica ni las insti tuciones que se limitan a su practica consuetudinaria. Deseo reconocer en forma especial el apoyo que recibi, de las instituciones patrocinantes. La autorizacin para estudiar en St. Elizabeth fue tramitada por intermedi del doctor Jay Hoffman, hoy fallecido, a la sazin primer médico asis- tente, Se convino con él que el hospital se reservaba el de~ echo de ejercer una eritica previa a la publicacién, pero que la censura definitiva, ast como todo privilegio de for- mular aclaraciones incumbian exclusivamente al NIMH de Bethesda. Quedé entendido que no se le informaria a él ni ‘a nadie ninguna observaci6n referente a cualquier miembro identificado del personal 0 de los internos, y que en mi ca- rrcter de observador yo no estaba obligado a interferir en ninguna forma en lo que ocurria en derredor, observara Io 10 que observase. El doctor Hofinan convino en abrirme cual- quier puerta del hospital, y asi lo hizo cada vez que le fue requerido en el curso de la investigacién, con una cortesia, una celeridad y una eficiencia que no olvidaré nunca. Guan: do el superintendente del hospital, doctor Winifred Over- holser, repas6 ulteriormente los borradores de mis estudios, hizo algunas tities rectificaciones concernientes a ciertos no- torios errores de hecho, » sugirié atinadamente la convenie cia de que expusiera ‘de modo explicito mi enfoque y mi método, Durante la investigacién, el Laboratorio de Bstu- dios Socioambientales, entonices encabezado por su director fandador, John Clausn, me proporcioné remuneracién, ayu- das auxiliares, critica versada y aliento para observar el hospital con genuino criterio sociolégico, y no de psiquiatra rincipiante. Si el Laboratorio o el organismo al que perte- hece (e! NIMH) ercieron alguna vez sus derechot de acla- racién, yo lo adverti solamente en una oportunidad en que ‘me insinuaron la conveniencia de sustituir por sendos sinéni- ‘mos uno 0 dos adjetivos descorteses. Quiero destacar que esta libertad y esta oportunidad de emprender una investigacién Pars me fueron proporcionadas por una istituciém del go- emo, mediante el apoyo financiero de otra; que ambas debian actuar en la atmésfera presumiblemente delicada de Washington, y que esto se hizo en un tiempo en que varias universidades del pais, baluartes tradicionales de i6n libre, habrian impuesto més restricciones a mis es- jerzos. Debo agradecer a los psiquiatras ¢ investigadores sociales del gobierno su rectitud de juicio y su amplitud de citerio. Exving Goffman Berkeley, California, 1961 n Introducci6n Una institucién total puede definirse como un lugar de feidenca y trabajo) donde wn gran nimero de indviduos en igual situacién, aislados de la sociedad por wn periodo apreciable de tiempo, comparten en si enciecro una rutina diaris, administrada formalmente. Las cérceles sirven como ejemplo notorio, pero ha de adverlire-que-ehmismo cardc- ter intrinseco de prisién tienen otras instituciones, cuyos miembros no han quebrantado ainguna ley. Este libro se refiere a las instituciones totaies en general, y a un caso particular de ellas: 'os hospitales psiquidtricos. Enfoca prin- Gipalmente of suunda ge interno, “get interno nb el del personal, y se propone, cotho uno de sus Objetivos basicos, exponer una versiOn sociol6gica de la es 7 Los cuatro ensiyos contenidos en este libro fueron escritos asigndndoles cardcter independiente, y los das primeros se publicaron por separado. Todos apuntan a esclarecer el mis- ‘mo problema: la situacién del paciente inernado, Por lo tanio el lector encontrari algunas repeticiones inevitables. Pero cada uno de ellos aborda el tema central desde dife- rente punto de vista; cada uno de ellos parte de una fuente sociologica distinta, y tiene escasa relacién con los demas. Este método de presentar el material, que acaso resulte fas- tidioso, me permite desarrollar analitica y comparativamente el tema central de cada trabajo con mayor profundidad de Jo que podria hacerlo en los capftulos de un libro orgénico. ‘Alego en mi descargo el estado de nuestra disciplina. Pienso aque si actualmente se desea manejar los conceptos socioléei- ‘os con alguna consideracién, es preciso remontarse hasta l punto en que mejor se aplica cada uno, seguir su itine- rarlo hacia donde parezca conducir, y urgitlo a que nos revele todas sus otras concatenacionts. O, para expresarlo con una imagen més exacta, quid convenga vestir a cada uno de sus vastagos con un abrigo individual, en vez de alojarlos a todos juntos en una suntuosa tienda de campafia 13 donde estarin muertos de frio, El primer ensayo, «Sobre las caracteristices de las instituciones totaless, es un examen general de la vida social en estos establecimientos, fundado Sobre todo ex dos ejemplos en los que el ingreso de los inter- rados no ¢s voluntario: los hospitales psiquiétrices y las chrceles. Se enuncian en este trabajo los temas desarrollados en detalle en los demés, y se sugiere su ubicacién e impor- tancia dentro del conjunto. El segundo, «La carrera moral el paciente mentals, considera los primeros efectos de la institucionalizacién sobre las relaciones sociales que el indi- viduo mantenia antes de convertirse en internado. El tercer ensayo, «La vida intima de una institucién péblicas, se re- fiere a la adhesin que se espera que manifieste el internado hacia su celda, y en detalle a la forma en que los internados pueden establecer cierta distancia entre si mismos y aquellas expectativas. El tltimo de la serie, «El modelo médico y la hospitalizacion psiquiatrica» dirige la atencién hacia, los ‘equips profesionales para considerar, en el caso de los hos- pitales psiquidtricos, el rol de la perspectiva médica en lo que se refiere a dar a conocer al internado la realidad de su situacion. 4 = Sobre las caracteristicas de las instituciones totales’ 1 Una version abrevinds de ete eno sparse onl Symi ‘on Preventive and & hiatrys, Tastituta de Investigaciones “Walter Reeds del -Ejército,. Washiagion, D.C, 15-17 de abril 1857, plas 45-84, La que damon ch una reraduccin de The Pricon, compilada pot Donald R. Cressey, copyright © 1961, Holt, Rinehart and Winston, Ine. baal Introduccién I Se aman establecimientos sociales —o Jnstituciones en el sentido corriente de la palabra— a sitios tales como habita- ciones, conjuntos de habitaciones, edificios o plantas indus- triales, donde se desarrolla regularmente determinada acti- dad Fatt erwocotgtr-r crit adecuado pare su cl fficacién. Algunos de ellos, como la. Grand Central Station (Estacién Central) , son accesibles a cualquier individuo que Se comporte correctamente; otros, como el Union League Qlub de Nueva York, o los laboratorios de fisiea nuclear de Los Alamos, parecen un poco exigentes en lo relativo al acceso. En imnos, como en las casas de comercio y en las oficinas de correos, hay un nimero reducido de miembros fijos que presian un servicio, y una afluencia continua de miembros que lo reciben. Otros, como los hogares y fabricas, ‘comprenden un conjunto de participantes mas estable. Cier- tas instituciones proven el lugar para actividades que P: suntamente confieren al individuo su status social, por fé- Giles y agradables que tales actividades puedan ser; otras, por el contrario, brindan la oportunidad de contraer rela- ciones que se consideran electivas e informales, reclamando parte del tiempo que dejan libre otras exigencias més serias. En este libro se deslinda otra categoria de instituciones, y se sostiene que dicha categoria es natural y fecunda, porque tus miembros tienen tanto en comin que, en realidad, para conocer una cualquiera de tales insticuciones es aconsejable echar una mirada a Jas demés, nt “Toda insttucién absorbe parte del tiempo y del interés de tus miembros les proporciona en eiero modo un mundo Propio; tiene, en sine, tendenciar absorbentes, Cuando 7 repasamos las que componcn nucstra sociedad occidental, Cceontramos algunas que presentan esta earactersica en un grado mucho mayor que las que se hallan proximas a ells fen la serie, de tal modo que se hace evidente la discontinui. dad. La tendenciaabsorbente o totalzadora esth simbolizada por los obstéculos que se oponen a Ia interacci6n social con Elextrior yal €xodo de lot miembros, y que suelcn adquicie forma material: puertas cerradas, altos muros, alambre de Pia, acantlados, do, bosques © pantanee, Mf interes ox: Pltar aquf las caracteristeas generals de estes establec Inientos, 2 lo que lamaré insifuciones fofales? Las instituciones totales de nuestra sociedad pueden clasifi- cane, a grandes rasgos, en cinco grupos, En primer terming hay inltucones erigiias pare collar de las personas que paTecen ser a la vez incapaces 6 olenvas: son Tos Rogares pate ccgos; anclanus,NueTTanOe ¢ indigentes. En un segendo Eripo estin las ergidas para cuidar de aquillas-petsonas fue, incapaces de cuidarte por a Tsmas, consfeayen ade- tds una amenaza involuntarir-Dara-ta- comunidad, son los hospitales_de-enfermos infeccions, Tos hompitalespsiquidtr= cis teproain Ui ere io de iru ta, or ganizado para protege a la comunidad contra quiones cons. tyes Ssheneignaltente-an peligro para ella se propone ‘como fnaldad inmedhata et biewetar de los relusos: perte- neon a este po las eérceley los preside, lor campos de itabajo y de concentracign. Corresponden aun euarto grupo Gert lasttuciones deliberadamente destinadas. al tmefor camplimiento de una tarea de cardcter labora, y que slo te jotlcan por fies handamnentar tetirimentales: Ws cuac- {slay lor bareon, las escuelas de interes, le campos de tra- 2 Bn la literatura socioldgica se ha aludido una que otra ver, bajo muy diverios nombres, ala categoria de las instituciones totals, yy tasta ge han sugerido algunos de los rasgos de esta clase de es. Lablecimientos. Quizis el aporte més notable en este sentido sea el artiealo de Howard Rowland: Segregated Communities and Me tal Health, incluido en «Mental Health Publicat , comp. por E.R. Moulton, 1939. Un esbozo previo de nucitras conclusiones figura en Group Proceses (Transactions of the Third Conference, comp. por Bertram Schaffner, Josiah Macy, Jr, Foundation, Nueva York, 1957). Amitai Ewioni usa 1a designacién «total» en’el mis ‘mo fentido, en: The Organizational Structure of «Closed Edu- ational Insitutions in Ievael, «Harvard Educational Reviews, XXXVI, 1997, pag. 115. 18 bajo, diversos tipos de colonias, y las mansiones sefioriales dende el punto de vista de lor que viven en las dependencias de servic. Finalmente, hay establecimientos conscbidos co. imo refugios del munde, aunque con frecuencia sirven tazt- ign pate Tr Tormacin de religiosos: entre ellos las abadias, Mondierion conventos y otros caustros Esta clasificacion df las inodtucrones totales noes precisa, exhaustiva, ni tam poco para su inmediata aplicicioa analitia; aporta, no Postanie, una definiciéa puramente denotativa de la cate fori, como punto d> partida conereto, Fjada asi na defi Bicion inicial de las instituciones totales, espero poder exa- Minar sin tautologia las caracteristicas generalce Ge su tipo. ‘Antes de intentar un petil general de eta serie de establen- mmientos,permitaeme desacar un problema conceptual: nin- ifuto de los elementos que voy a dcxcibir parece perteneort Ritrinsecamente a las instituciones totales, y ninguno parece compartido. por todas; sin embargo cada na presenta, en grado eminente, varios atibutes dela misma fans, y Gate ‘el rasgo general que las distingue. Al hablar de © «chinches», en la jerga de los asistentes— a ‘menudo trataba de pasar por encima del mediador, pero se Te aplicaban procedimientos muy expeditivos cuando lo in- tentaba® ‘Asi como la conversacién entre un grupo y otro se restringe, también se restringe el paso de informacién, especialmente fn lo relativo a los planes del personal con’ respecto a los {nternos. Es caracteristico mantenerlos en la. ignorancia de Jas decisiones que sc toman sobre su propio destino. Ya responda a motivos de orden militar, como cuando se oculta 4 las tropas el punto hacia el cual se dirigen, ya se funde fn razones médicas, como cuando se reserva el diagnétco, el plan de tratamiento, y el tiempo de internacién apro: Sols del pacientes uberis? dicha exclusion prow jona al personal una sélida base para guardar las dis- (is 9 eject dominio sobre Tos Interns ‘Todas estas restricciones de contacto ayudan presumiblemen- ie a mantener los estereotipos antagénicos.* Poco a poco se 6 Yvan Belknap, Human Problems of @ State Mental Hospital, McGraw-Hill, Nueva’ York, 1956, fg. 177 : 7G informe completo tobre esta cucstidn se da en el capitulo ti- fulado Information and the Control of Treatment, de la. monogra- fia de préxima sparicin de Julius A. Roth, sobre el hospital de fubereuloson, Su trabajo promete ser un estudio modelo de una {anitueién total, Afirmaciones preliminares pueden encontrarse en tus arieuloss What is an Activity?, etc, XV, otofo de 1956, pags. 13436, 7 Ritual ond Magic in the Control of Contagion, «American Sociological Reviews, XXIT, 1957, pgs. 810-14 B'Sugerido en Oblin, op. cit, pég.'20. 2 van formando dos mundos social y culturalmente distintos, que tienen ciertos puntos formales de tangencia pero muy escasa penetracién mutua. Es significative que el edificio y.el nombre de la institucién leguen a identificarse, a los ‘ojos del personal y también de los internos, como algo per- tenecienie a aquél y no a éstos, de modo que cuando cual- quiera de ambos grupos se refiere a los fines 0 intereses de ‘la institucién», se refieren implicitamente (como yo mismo he de hacerlo) 'a los fines e intereses del personal La escisién entre personal e internos es un grave problema para el manejo burocritico de grandes conglomerados hue ‘manos; un segundo problema concierne al trabajo. En el ordenamiento ordinario de la vida dentro de nuestra sociedad, la autoridad que rige en el lugar de trabajo cesa en el momento que el trabajador recibe su paga; la forma en. que gaste éste su dinero en un ambiente doméstico y recrea- tivo, es asunto privado suyo y constituye un mecanismo que pemnite mantener dentro de limites estrictos la autoridad vigente en el lugar de trabajo, Pero decir que los internos de las instituciones tienen todo su dia programado, significa que también se habrén planificado todas sus necesidades cesenciales. Cualquiera sea, pues, el incentivo propuesto para el trabajo, carecerd de Ia’significacién estructural que tiene fen el exterior. Seré inevitable que haya diferentes motiva- clones para el trabajo y dstintas acitndes hacia dl. Ete ex ‘un ajuste bésico que se requiere de los internos y de quienes eben induciros a trabajar. ves ‘A veces se les exige tan poco trabajo que los internos, con frecuencia no habituados a los pequefios quehaceres sufren crisis de aburrimiento. El trabajo requerido puede efectuarse con extrema lentitud, y a menudo se conecta con un siste- ma de pagos minimos, muchas veces ceremoniales, como la racién semanal de tabaco y los regalos de Navidad, que inducen a algunos pacientes mentales a permanecer en sus nuestos. En otros casos, por supuesto, se exige més que una Jomada ordinaria de trabajo pesado, y para estimular a cumplirlo no se ofrecen recompensas sino amenazas de cas- tigo fisico. En algunas instituciones, tales como los campos de lefiadores y los barcos mercantes, la préctica forzada del ahorro pospone la relacién habitual con el mundo que puede comprar el dinero; todas las necesidades estn orga~ nizadas por la institucién, y el pago se efecttia solo cuando ha terminado el trabajo de una estaci6r, y los hombres que- 3 dan en libertad, En algunas instituciones existe una especie de esclavitud, por la que el horario completo del interno se ha establecido segiin la conveniencia del personal; aqui el sentido del yo y el sentido de posesi6n del interno pueden llegar a alienarse de su capacidad de trabajo. T. B. Lawren- ce da un ejemplo en el informe de su servicio en una esta- cién de entrenamiento de las RAT. Los hombres que levan seis semanas de fajina se mueven ‘con una pereza que hiere nuestro sentido moral «Son ton- tos, ustedes, reclutas, en sudar la gota gorda.» Es la nuestra tuna diligencia de novatos 0 un resto de modalidad ci Porque las R.A.F. nos pagardn las veinticuatro horas del dia a razin de tres medios peniques por hora; pagados por tra- bajar, pagados por comer, pagados por dormir, esos peniques se apilan siempre. Es imposible, por lo tanto, dignificar una tarea cumpliéndola bien. Hay’ que perder todo el tiempo que se pueda, ya que después no nos aguarda descanso junto al fog6n, sino otra tarea.* Haya demasiado trabajo, o demasiado poco, e! individuo que internaliz6 un ritmo de trabajo afuera, tiende a desmorali- zane por el sistema de trabajo de la institucién total. Un ejempio de desmoralizacién es la. prictica corriente en los hospitales psiquidtricos estatales de andar «mangoneando» © «trabajando a alguno» de modo de conseguir unas mone- das para gastar en la cantina. Giertas personas que lo hacen a menudo con cierto descaro— en el mundo exterior se despreciarian a sf mismas por actos semejantes. (Los miem- bros del personal, interpretando esta pauta de mendicidad segiin su propia orientacién civil hacia la ganancia, tienden a Verla como un sintoma de enfermedad mental y una prue- ba més de que los internos estén realmente enfermos.) Hay incompatibilidad, pues, entre las instituciones totales y Ja extract bisien dt trabajo remunerado en nucst20- ciedad. Otro elemento fundamental de ella con el que son Incompatibles es la-famifia La-vida Tamar sueteContra- P it 70 en realidad el contraste més pertinente es con la vida de cuadrilla, porque los que comen, y duermen en el trabajo, con un grupo de compaiieros, difi- 9.7. B Lawrence, The Mint, Jonathan Cape, Londres, 1955, ig. 40, 2 cilmente pueden levar una existencia doméstica significati- va." Trversamente, el hecho de que sus familias se manten- gan fuera de la institucién suele permitir que los miembros del personal permanezcan integrados en la comunidad ex- terior y se sustraigan asi a la tendencia absorbente de la titucion total ‘Que una institucién total determinada acttie como una fuer- za benéfica o maléfica en la sociedad civil, de todos modos tendré fuerza, y éta dependerd en parte de la supresion de todo un circulo de familias reales o potenciales. La forma- ci6n de familias proporciona, por el contrario, una garantia ‘estructural de resistencia permanente contra las instituciones totales. La incompatibilidad de estas dos formas de organi- zacién social deberia ensefiarnos algo sobre las mas amplias funciones sociales de ambas. La institucién total es un hibrido social, en parte comunidad residencial y en parte organizacién formal; de ahi su parti- cular interés sociolégico. Hay también otras razones para interesarse en estos establecimientos. En nuestra sociedad, son los invernaderos donde se transforma a las personas: cada una es un experimento natural sobre lo que puede ha- cérsele al yo. ‘Se han sugerido ya algunos rasgos claves de las instituciones totales. Debo considerar ahora estos establecimientos desde ddos perspectivas: primero, como el mundo del interno; luego el mundo del personal. Por iiltimo, quiero decir algo sobre los contactos entre ambos. El mundo del interno I Es caracteristico que los internos lleguen al establecmiento con una «cultura de presentacién> (para modifiear una frae iquitrica) derivada de un «mundo habituals, un esti fa y una rutina de actividades que se dan por supues- de 10 Un caso marginal interesante aquf es el kibbute israeli. Véase Melford “E. Spiro, Kibbute, Venture ix Utopia, Harvard Uni vensty Press, Cambridge, 1956, y Etioni, op. ef. 2B tas, hasta el aromienta del ingreso en la instituci6n. (Se just fica, por lo tanto, excluir los orfanatos y las casas de nifios ex- pésitos de la lista de insituciones totales, salvo en la me- Sida en que el huérfano Dege a socializarse en el mundo ex- terior, mediante ciertos procesos de ésmosis cultural, aunque se le niegue sistematicamente este roundo.) Cualquiera sea Ja estabilidad de la organizacén personal del recién inter- zado, ella formaba parte de un marco de referencia mas ampli, ubicado en si entorno civil: un ciclo de experiencia que confirmaba una concepcién tolerable del yo, y le, per- ritia un conjunto de mecanismas defensivos, ejercidos a diserecién, para enfrentar conflicts, descréditos y fracasos. ‘Ahora se echa de ver que las insttuciones totales no reem- plazan Ta peculiar cultura propia del que ingresa, por algo ya formado; confrontamos algo més restringido que una aculturacién o asimilacién, Si algtin cambio cultural ocurre fectivamente, derivard tal vez de la eliminaci6n de ciertas oportunidades de comporeamiento y la impotencia de man- fenerse al dia con los cambios sociales recientes del exterior. [De ahi que sila esadia del interno es larga, puede ocomir 'o que se ha denominado «desculturaci6n»;# 0 sea, um gue To incapacita temporariamente para en- ar ciertos aspectos de la vida diaria en el exterior, si es ue vuelve a él y en el momento que lo haga. Estar eadentro> 0 sencerrado» son’ circunstancias que no tienen para cl interno un significado absoluto, sino depen- Giente el significado especial que tenga para él «salir» 0 squedar libre». En este sentido, las instiniciones tocales no persiguen verdaderamente una victoria cultural. Crean y Sostenen un tipo particular de tensién entre el mundo ha- biual y el institucional, y usan esta tensiém persistente como palanca estratigica para e! manejo de los hombres. i El futuro interno llega al establecimiento con una concepcién de sf mismo que ciertas disposiciones sociales estables de su 11 Término wtilizado por Robert Sommer, Patients who Grow Old fin q Mental Hospital, «Geriatrices, XIV, 1959) pgs. 586-07. Bl témino. edetocialzaciéne, a veces’ usade en el mismo context patsceria demasiado fuerte, pot cuanto typone pérdida de capaci- Gades fundamentales de comunicarse y co-operat. 26 ‘medio habitual hicieron posible, Apenas entra se le despoja inmediatamente del apoyo que éstas Je brindan, Teadtacido al Jenguaje exacto de algunas de nuestras instituciones totales ‘ms antiguas, quiere decir que comienzan para él una serie dk depresionts,degradacines, humillacioes y profanadi es del yo, La movtificacién del yo es sistemética aunque a ‘menudo no intencionada. Se inician ciertas desviaciones Ta- dicales en su carrera moral, carrera computsta por los cam- bios progresivos que ocurren en las ereencias que tiene sobre si mismo ¥ sobre Ios otros significativos. Los procesas mediante los cuales se mortifica el yo de una etsona son casi de rigor en las instituciones totales;"? su anilisis puede ayudarnos a ver las disposiciones que los es- tablecimientos corrientes deben asegurar, en salvaguardia de los yo civiles de sus miembros. La barrera_que intetma fe exterior marc yo. En la vida civil, la programacién sucesiva de los roles del \dividuo, tanto’en el ciclo vital como en la repetida rutina iaria, aseguta que ningtin rol que realice bloqueard su des- empefio y se ligaré con otro. En las instituciones totales, por cl contrario, el ingreio ya rompe autométicamente con la programacién del rol, puesto que la separacién entre el in- temo y ef ancho mundo «dura todo el diax, y puede con tinuar durante afios. Por lo tanto se verifica el despojo del rol. En muchas instituciones totales, se prohibe al principio el privilegio de recibir visitas 0 de hacerlas fuera del estable- cimiento, asegurdndose asi un profundo corte que aisia los, roles del pasado, y una apreciacién del despojo del rol. Un relato sobre la vida de los cadetes en una academia militar proporciona ef ejemplo siguiente: leventerr entre ef Esta ruptura neta con el pasado debe cumplirse en un pe- rfodo relativamente corto. Por elfo durante los dos primeros ‘meses no se permite al novato abandonar la base, ni inter- actuar socialmente con no-cadetes. El aislamiento total ayu- daa formar un grupo unificado de novatos, en sustitucién de un conjunto heterogéneo de personas de status superiores © inferiores. Los uniformes se entregan el primer dia, y las 12 Un ejemplo de Je deseripcida de estos procesos, puede encon- trans en Gresham M. Sykes, The Society of Captives, Princeton University Press, Princeton, 1858, cap, IV, The Pains of Imprison- ment, pSgs. 63-83. 2 discusiones sobre la fortuna y la posicién social de la famiha son tabi. Aunque la paga del cadete es insignificante, no se le permite recibir dinero de su casa. El rol del cadete debe climinar todos los otros roles que solia desempentar el indive duo Tastros Teveladores nF Social en el mundo exterior.!® Podria afiadir que cuando el ingreso es voluntario, el recluta ya se ha separado en parte de su mundo habitual; Ia institu- cién reprime severamente algo que en realidad ya ha co- menzado a decaer. Aunque el interno puede retomar algunos roles si vuelve al mundo, y cuando lo haga, no hay duda de que otras pérdi- das son irrevocables y como tales pueden ser dolorosamente experimentadas. Acaso no resulte posible compensar en una etapa més avanzada del ciclo vital, el tiempo que a la sazén no se dedica a adquirir mas instruccién, a progresar en el trabajo, a cortejar muchachas 0 a educar a los hijos. Un aspecto juridico de este despojo permanente se lo encuentra en el concepto de muerte civilSs los reclusos pueden en- frentar, no ya solo wha péraida temporal de los derechos a testar dinero y girar cheques, a litigar procedimientos de vorcio o adopcién, ya votar, sino que, ademés, pueden suftir Ja anulaci6n permanente de algunos de ellos. El interno descubre asi que ha perdido ciertos roles en virtud de la barrera que lo separa del mundo exterior. El proceso mismo de admisin acarrea tipicamente otros tipos de pérdi- da y mortificaciones. Es muy frecuente encontrar al personal ocupado en lo que se llaman procedimientos de admisiOn, entre los que se in- cluyen, por ejemplo, historia social del individuo, tomar fotografias o impresiones digitales, controlar el peso, asignar Senford M Dornbusch, The Miltary Academy as an Auiilet- ing Institution, eSoeiat Forces, XX, 1959, pe 317. Para SF ejemplo de’ restrceén ‘quiktico,véae D. Mel. Josnuon y N. Dodds, compa, The the Sen Christopher Johnsen, Londres, 195%, pls. 16. Com pare la rgla que prot seer visas a for ervkores dométces Frovchas vec lor ata ws innit total Weaxe f Jean Hee, The Domessc Servant Clas in FighternthCentry Pnglond, Rost Tedge’ and Kegan Pah, 1956, pig 191-28. {Una reeBa Gl en'el cant de pines americana puede encon- tune eo Paul W. Tappan, The Lapel Right of Prisoners, The Kanain, COXCMT, maye, 1954, plge. 98-11 28 niimeros, efectuar registros, hacer una némina de los efectos personales para enviarlos a depésito, desvestir al nuevo in- temo, bafiarlo, desinfectarlo, cortarle el pelo, entregarle la ropa de la instituci6n, instruirlo en las normas y asignarle Jos cuartos.® Los procedimientes de admisién podrian lla~ ‘marse mejor «de preparacién» o «de programacin», ya que al someterse a todos esos manoseos el recién llegado permite que lo moldeen y lo clasifiquen como un objeto que puede introducirse en la maquinaria administrativa del estableci- miento, para transformarlo paulatinameme, mediante ope- raciones de rutina. Muchos de estos procedimientos se basan en caracteristicas (como el peso o las impresiones digitales) gue el individuo posee simplemente por pertenecer a la ca- tegoria social mas extensa y abstracta, la del ser humano. ‘Toda accién que se emprenda sobre la base de esas caracts- risticas tiene necesariamente que ignorar, en su mayor parte, Jos fundamentos anteriores de la autoidentificacién. Una institucién total atiende a tantos aspectos de las vidas de sus internos, que la tarea de confeccionar sus fichas in- dividuales en el ciclo de admisién se hace complejisima y crea la necesidad de contar inicialmente con la cooperacién de cada uno. El personal suele suponer que la disposicién mntinea a mostrarse correctamente respetuoso en estas primeras entrevistas cara a cara, indica que el interno serd, fn lo sucesivo consuetudinariamente décil. La primera oca- sion en que los miembros del personal instruyen al interno sobre sus obligaciones de respeto puede estar estructurada de tal modo que lo incite a la rebeldia 0 a la aceptacién permanentes. De ahi que estos momentos iniciales de socia~ lizacién puedan implicar un test de obediencia> y hasta una lucha para quebrantar la voluntad reacia: el interno que se resis recibe un castigo inmediato y ostensible cuyo igor aumenta hasta que se humilla y pide perdén. Brendan Behan presenta un atractivo ejemplo en el relato sobre el incidente que tuvo con dos guardianes, inmediata- ‘mente después de su ingreso en la prisién de Walton: 15 Véase, por ejemplo, J. Kerkboff, How Thin the Vail: A News. paperman’s Story of Hits Own Mental Crackup and Recovery, Greenberg, Nueva York, 1952, pig. 110; Elie A. Cohen, Human Behaviour’ in the Concentration’ Camp, Jonathan Cape, Londres, 1954, ‘pigs, 118-225 eof Hell, Berkley Pul AY levante fo cabeza cuando te hablo. ‘Levante la cabeza cuando el Ss. Whitbread le habla —-di- ig Hone, iré a Charlie. Sus ojos encontraron los mfos y los bajé ‘enseguida, —¢Para qué vuelve la cabeza, Behan? Mireme a mi. Miré al Sr. Whitbread. —Lo estoy snirando —dije ——Esté mirando al Sr. Whitbread... zy qué més? —dijo Holmes. Estoy mirando al Sr. Whitbread. BI Ss. Holmes micé gravemente al Sr. Whitbread, eché hacia atrés la mano abierta y me pegé en Ja cara; me sostu- vo con la otra mano y volvié a abofetearme. Mi cabeza daba vuelias y ardia y dolia, y yo me preguntaba si ocurtiria de nuevo. Me olvidé, y senti otra boletada; y me olvidé y otra; me movi, y me sostuvo tuna mano firme, casi carifosa, s otra mis. Vi estrellas rojas, blancas y de colores lamentables pests itando al St. Whiread. bm dijo, Behan? ragué saliva y recuperé mi vor; y voivi a tragar saliva hasta sae pe abla. i 7 Yo, sefior, por favor, sefior, lo estoy mirando, quiero de- Gir, coy mitindo a) Sc Waiibread, alors? ‘Los procedimientos de admisién y los tests de obediencia pueden considerarse una forma de iniciacién, Uamada o «Basuras, destimados-a-recorslarle- que es 16 Brendan Behan, Borstal Boy, Hutchison, Londres, 19:2, pig 410, Vase ambit “Anthony Heekuall- Smith, Eightcen, Month, ‘Mian Wingate, Londres, 1954, pag 25 17" Para una verti de’ ete proosio em lon campor de concetes- cléa, veae Cohen, op. ity pig, 120, 7 Kogony op. cit, pags 6f- &, bara un trataicnio novelago de la bienvenida en tn reforms: io de oifat, veawe Sara Hani, The Wayward. Onvy, New Ame tiean Library, Nueva ‘York, 1952, page. 1-24, Una vraiin de la {bral menor enpicta a ehcuentia et Geacge Densciooy S3e- Setck Thomas, The Fruk about Derinowr, Collanc, Lovers, 1954, plas 257, 30 simplemente un interno, y peor ain, que tene un status es peclalmente bajo alin eentto de este grupo inferior ET procedimiento ‘de admision puede caracterizare_come ‘wna dexpedida yun comiengo, con ef punto medio sefialadr por la desnuder fisia. La despedida implica el desposeimien- {o de toda propiedad, importante porque las personas ex- tienden su sentimiento del yo a las cosas que les pervenecen. ‘Quiza la mds significaiva de estas pertenencias el propio ombre—~ no eg del todo fisea, Como quiera que usa Corte Tamado en adelante, la pérdida del propio nombre puede representar una gran magilaclan Gel yoo ‘ha ver-quese-Gespoja al interns de sus powesones, el esta- blecimiento debe hacer, por lo menos, reemplazos, pero éstos revisten la forma de entregas comunes, de cardc ter impersonal, distrbuidas wiifoomenente. Eatas pestenen Gias sucedaneas llevan mareas ostensible, indicadoras de que pertenecen en realidad a la institucién, y en algunos casos fe retiran a intervalos regulases para ser, como quien dice, desinfectadas de identificaciones. Puede exigirse del interno que devuelva los restos de los objetos que pueden gastarse hor ejemplo, lapices— antes de obtener el nuevo pedido.* La falta de gavetas individuales, asi como los registros y las confiscacioues periilicas de objetos personales ™ acumula- dos, refuervan gl sentimiento de desposeiminto, Las 6rdenes religiosas han valoredo las consecaencias que ene para el yo esta teparacién de cuanto le pertenece. Sucle obigarse ox weclugn a cambiar Ge celda Una vez por ao, para que ho se encarifen con ella. La Regia Beneditina eemplicita: ‘A modo de lecho, que un jergén, una sébana, una manta, ¥ ‘una almohada basten. Estos lechos deben. ser inspeccion: ddos frecuentemente por el abad, por las pertenencias parti- culares gue pueden encontrarse alli ocultas. Si se descubre que alguien tiene lo que no ha recibido del abad, castiguese- {e severamemte. Y, para que este vicio de Ia propiedad pri- vada pueda extirparse de raiz, hdgase que todas las cosas ‘necesarias sean proporcionadas por el abad: es decir, ca- 18 Por ejemplo, Thomas Merton, The Seven Storey Mountain, Harcourt, Brace’ & Co, Nueva York, 1948, pags. 290-91; Cohen, 9p. cit, bags. 145-47. 19 Dendrickson y Thomas, of. cit, ples 85-84; también The Holy Rule of Saint Benedict, cap. 58. 20 Kogon, op. eit, pae- 69 31 pucha, tinica, medias, zapatos, cinto, cuchillo, lapiz, aguja, pafiuelo y tablllas. Av( toda excusa de necesidad quedart eliminada. Y que ei abad rcflexione siempre sobre aquel saje de los Hechos de los Apéstoles: «Se hizo la distribucion entre todos, segiin Ins necesidades de cada uno»? Un conjunia de pertonencias de-un individuo tiene espesial relacién con su-yo. El individuo espera generalimeite contro- lar de algin modo el aspecto que presenta ante los. demis, Para esto necesita varios articulos de tocador y varias mus das de ropa, elementos para adaptarlas, disponerlas y repa- rarlas, y un lugar accesible y seguro donde guardar estas reservas. En siniesis, el individuo necesitard un_« de identficacién> para el manejo de su aparicicia pero ‘También necesitaré recurrir a personal especializado, como Darberos y sastres Empero, al ingresar en una instituci6n total, probablemente se le despoje de su acostumbrada apariencia, asi como de log instrumentos y servicios con los que la mantiene, ¥ que sufra asi una desfiguracién personal. Ropa, peines, hilo y aguja, cosméticos, toallas, jabén, mSquinas de afeitar, ele- zmentos de bafio —todo esto puede serle arrcbatado 0 ne- gado, aunque algo acaso se conserve en un depésito inac- eesible, con el propésito de restituirselo cuando salga, si sa- le. Para decirlo con las palabras de la Sagrada Regla de San Benito: % Desde entonces y para siempre le seran quitadas, alli en el oratorio, sus propias prendas con las que se cubre, y se le vestiré con Ja ropa del monasterio, Fsas prendas que se le {quitan se colocaran en la guardarropfa, y alli se conservarin, de tal manera que si, por acaso el demonio lo persuadiese algiin dia a dejar el monasterio (;No lo permita Dios!) pue- da despojirsele del habito mondstco antes de arrojarlo fuera Como se ha sugerido, el ajuar de la institucién que se en- trega al nuevo interno para sustituir sus efectos persona- les, pertenece a la calidad més grosera, no corresponde a su medida, y a menudo consiste en prendas viejas, iquales para muy diversas clases de internos. El impacto de esta 21 The Holy Rate of 22 The Holy Rule of Sei int Benedict, cap. 55, 32 sustitucién se describe en wm informe sobre prostitutas de- tenidas: Primero, pasan por la encargada de las duchas gite las obliga a desvestise, refira sus ropas y cuida de que todas se duchen y reciban los uniformes de la cdrcel: un par de zapatos ne- {gros de tacos bajos, dos pares de zoquetes muy remendados, tres vestidos y dos enaguas de algodén, dos bombachas y tun par de corpitios, Pricticamente todos los corpifios son chatos ¢ inservibles. No se entregan fajas ni portaligas, No hay especticulo més triste que el de algunas presas gordas, que afuera habfan conseguido presentar por lo menos, tuna apariencia decente, al enfrentarse con la primera ima- gen de si mismas vestidas con el uniforme de la casa * Al deterioro personal consiguiente al retiro de! equipo de identificacién puede sumarse una desfiguracién més grave por mutilaciones del cuerpo directas y permanentes, tales famantes © pérdida de miembros. Aunque esta mortficacin, del yo a través del cuerpo se encuentra en pocas instituciones'totales, suele perderse en ellas el sentido de seguridad personal, y esto fundamenta ciertas angustias relativas a una posible’ desfiguracién. Los golpes, la terapia de shock 0, en los hospitales psiquistricos, la ciru- gia —cualquiera sea la intencién del personal al administrar estos servicios a algunos internos— suelen provocar en mu- cchos Ia impresién de encontrarse en un ambiente que no garantiza su integridad fisica, Desde el ingreso, la pérdida del equipo de identificacién puede impedir que el individuo se muestre ante los demés .con su imagen habitual. Después del ingreso, la imagen del yo que. presenta es atacada de otra forma. De acuerdo con a modalidad expresiva de una determinada sociedad civil, Ciertos movimientos, posturas y actitudes «ransmiten imége- nes deplorables del individuo y deben evitarse como degra- dantes, Todo reglamento, orden o tarea que obligen al in- ividuo a adoptar estos’ movimientos actitusies pueden 23 Joha M. Murtagh y Sara Hi st the First Stone, Pocket Docks, Nueva York, 1358, pégs. 288.40. Sobre hospitales psiquise tuicos véusr, por ejemplo, Kerkhotl, oP. city pag. 10, Ward, of. ef fg. 69, suglere razonablemente que los hombres de muesea #0 ad suteen uo humillacion menor que Tas mujerts en las institu flonet torales 33 jrtificar su yo. En las instituciones totales abundan tales Indignidades fisicas. En los hospitales psiquistricos, por ejem- plo, puede obligarse los pacientes a comer todo tipo de alimentos solo con cucharas.# En las prisiones militares, puede exigirse que los internos se cuadren cada vez que fentra.un oficial." En las instituciones religiosas, existen ges tos clasicas de penitencia, como besar los pies, y la posicién recomendada a un monje descarriado como castigo: que permanezca tendido a la puerta del oratorio en. Silencio; y asi, de cara al suelo y el cuerpo doblegado, que se arroje los pies de todos, a medida que vayan saliendo del oratorio? En algunos institutos penales encontramos fa humillacién de inclinarse para recibit una azotaina™ Asi como se puede exit al individuo que mantenga su cuerpo en una’ posi= cién hurnillante, puede obligarsele a dar respuestas humi- ilantes, Un ejemplo inequivoco es la norma de forzada de- ferencia que rige en las instituciones totales, donde a me- sudo los internos deben subrayar su interaceién social con el persona, mediante aco eras de sumisin: doe ear Eade ver que les dirigen la palabra, rogar, instar 0 pedir hu- milderente cosas tan insigaficantes come lumbre para el Ci garillo, un poco de agua, 0 permiso para usar el telefono. as palabras y los actos indignos requerides del interno co- ren parejas con el ultrajante trato que_reciben, Ejemplos tipicos aon las protanacioncs verbales 0 de actitud: el per- sonal o tus compafieros de intemade lo llaman con apodos fobscenos, lo maldicen, ponen en evidencia sus falas, se mo- fan de €l 0 conversan sobre élo sobre sus compasieros como si no estuviera. presente Sea cual fuere el origen o la forma de tales escarnics, e] 24 Johnson y Dodds, of. ct, pg. 18; para una version sobre la prsién, véase Alfred Hasler, Diary of Self-Made Concict, Reg- nery, Chicago, 1954, pig. 33, z 20'L, D. Hankoll, ‘Interaction Patterns Among Military Prison S. Armed Forces Medical Journals, X, 1859, pig. 26 Kathryn Hulme, The Nun's Story, Muller, Londres, 1957, lg. 52. (Hay versién cattellana: Historia de una monja, Ediciones Selectas, Buenos Aires, 1954, NV. del T. 27 The Holy Rule of Saint Benedict, cap. 4. 20 Dendrickton y Thomas, op. eit, pag. 76. I ( individuo tiene que partcipar en una actividad de la que derivan consecucncay simbolicas incompatible con su com. cepeign del yo. Un ejemplo mas difuso del mime po de ‘mortificacion conte en impontri una rutina diaia, que Considera ena, forsandolo de tal modo a asumir un papel gque lo desdentifica, En las cdrceles la falta de oportuniie- AS feterosemualer puede ingpirar el temor de"perder. la Sirfded En lor stablecimientos militares, el tabajo no. toriamentefieteio que se impone.a veces a las tropa, obt gandolas a ocuparse en innecesarios detalles, durate laf Jina puede hacerles sentir que su dempo ¥ esfacrzo no valen rada0® En las insitciones religiosas hay cisposciones e- Pecales para asegurar que todos los intermos cumplan, por fimo la tareas ds serves Un caso extrema es la prictica en los campos de concentta- cid, donde se request que los prifoneren se apliquer. l= tigazos entre si Una forma de morificacién ulterior propia dela isttucio- nes totales se matifesta ya en el ingreso, bajo la fora, de tina especie de exposiign contaminadora, Afuera, el indivi duo puede mantener ciertos objetesligados a Ia concienia de'nd yo ~-por ejemplo su cuerpo, sutactes inmediaton, fa Pensamientor y algunas de sus’ pertenencias a 3I¥0 el Eontacto con cosas exraias y contaminadoras. En ls Gtacionestotales se violan estos limites personales! se tras pasa el linde que el individuo ha trazado entre su ser ye medio ambiente, y se profanan la encarnaciones del yo Se viola, en primer término, Ja intimidad que guarda sobre si tntsmé-Drurante ol process de admision, fos daton concer: nfentes“a sus status sociales y a su conducta en el pasado especialmente en lo que se refieve a los hechos que lo desacreditan— se recogen y registran en un legajo, que que- da a disposicién del personal. Mas adelante, en la medida en que el establecimiento supone oficialmente haber modifica- do las tendencias internas de los pupilos a la autorregulacién, puede haber confesiones en grapo 0 individuales, de carscter iquidtrico, politico, militar o religioo, segiin el tipo de instituci6n de que se trate. En estas ocasiones el interno debe exponer hechos y sentimientos acerca de su yo ante 29 Sykes, of. cit pags. 10-72, 50 Por ejemplo, Lawrence, op. city pgs. 34-3. BI The Holy Rule of Saint Benedict, cap, 35. 32 Kogon, op. cit, pba. 102. 35 otros tipos de piblico. Les ejemplos més espectaculares de tal exhibicién nos legan de los campos de proselitiswno co- imunistas, y de las sesones de confesién que forman parte de fa rutina en las 6rdenes religiosas cat6licas* ‘Todos los que se dedican a la llamada terapia ambiental han considerado explicitamente la dinémiica del proceso. : ‘Los nuevos piblicos no solo se enteran ast de hechos —ordi- nariamente ocultos— que desacreditan al yo, sino que pue- den percibie ditectamente algunos de ells. Ni los presos ni los enfermos mentales estn en condiciones de evita que sus vstantes los vean en circunstanciae uc millantes** Otro ejemplo es la marca de identificacién étni- fea que llevan en el hombro los internos de los campos de coneentracién.®® Los exdmenes méticos y las inspecciones con fines de seguridad exhiben a menudo fisicamente al in- terno, a veces ante personas de ambos sexos; una exhibi- cién similar resulta de la disposicién de los dormitorios colectivos y los retretes sin puertas.®* Quiz represente un extremo en este aspecto la situacién del paciente mental autodestructor, @ quien se despoja de todo lo que siente como una proteceién propia, para encerrarlo desnudo en un uartita constantemente iluminado, por cuya claraboya pue- Ge atisbar cualquiera que pase por Ia sala. Por lo demés, el interno asi_nunca esta completamente sola; siempre hay alguien que puede verlo y cirlo, siguiera se trate de sus Sompafieros de internado2" Las celdas con barrotes en vez de paredes cumplen éptimamente este exhibicionismo. Quizis el tipo nvis notorio de exhibicién contaminadora sex el de caricter directamente fisico, que mancha o salpica el cuerpo u otros objetos intimamente identificados con el yo. 38 Hulme, of. ety pgs, 4851 34 Por aubuest, comunidades tds vastas de Ja sociedad occidental hhan empleado también esta téenica bajo la forma de flagelaciones y ejecutlones pablicss, Ia picota y cl cepo, Funcionalmesne corre- Inve con el relieye dado & las mortificaciones piblicas en los ins titucioner totale, cs la eatricta prohibieién de que el personal hu: nnlle'a cualquiera de sur miembros en presencia de los internos, 385 Kogon, of. city pags, 41-42. 38 Behan, op. ct," pag 25, 3) Per ejemplo, Kogon, op. cit, pig. 128; Hassler, of, elt, phe: 16, Sobre la sfuacion tn tin instituto religioso, véase Hultie, of cit, pg. 48. Describe también la falta de una atméafera de’ inti- mnidsd, ya que las celdas ind vidusles destinadas a. dormitorios 0 tenfan mas puertas que naa Ortinas de fina tela de algodén. 36 Esto supone a veces la intcrrupcidn de las disposiciones or- dinatias que permiten el aislamiento de las propias fuentes de contarninacién. Ocurre asi cuando el individuo tiene que vaciar el balde de sus excrementos,* 0 someter sus funciones de evacuacién a un estricto régimen colectivo, seytin se in- form de criss prions poltias chaste Un aspecto de su régimen carcelario singularmente duro para los prisioneros oceidentales consiste en las disposiciones vvigentes para la evacuacin de la orina y las materias feca- les. El ebalde> que por lo general se encuentra en las celdas rrusas, falta en las de la China. Alli se acostumbra asignar un horario fijo para que los prisioneros orinen 0 defequen solo una o dos veces por dia, habitualmente por la mafiana, después del desayuno, Un guardién Jos lleva por un largo corredor hasta wna lecrina abierta y les da dos minutos para atender a sus necesidades. La prisa y la. presencia de espec- tadores resultan especialmente intolerabies para las mujeres. Si los prisioneros no pueden completar la evacuacién en el término aproximado de dos minutos, son arrastrados a ti- rones y conducides por la fuerza a sus celdas.™ Una forma de contaminacién fisica muy comin se refleja en las protestas frecuentes por la comida en mal estado, los alo- jamientos en desorden, las toallas manchadas, los zapatos y Ja ropa impregnados con el sudor de los anteriores usuarios, los retretes sin Jetrinas y las instalaciones sanitarias sucias.® Los comentaries de Orwell sobre su internado escolar pue- den servir de ilustracion: Por ejemplo, habfa tazones de peltre en los cuales tomé- amos nuestro cocimiento de avena. Tenian bordes salien- 38 Heckstall-Smith, op. cit, pig, 21; Dendrickton y Thomas, op. eit, pag 33 39°LE Hinkle (h.) y H. G. Wolff, Communist Interrogation and Indoctrination o} «Bnemivs of the Staten, A.M. Ay «Archives of Neurology and Paychiatrys, LXXVI, 1996, pe. 153, Un informe sumamente itl sobre el ral profanador de la materia fecal, y 32 fecesidad. social de. control” personal. y ambiental, proporciona GE. Onbach y ‘otros, en Fears and Defensive Adaptations to the Loss of Anal Sphincter Control, +The Psychoanalytic Reviews, XLIV, 1957, pie. 75 40 Por ejemplo, Tohnson y Daddy op. cit, pag, 755 Heckstall- Smith, of. cx 5 Bag. 15. 37 tes,y debajo se acumulaban restos de cocimiento agrio, que oud Gegenderse en tras largas. Por lo demi, el cock Pinto mismo contenia mas grumos, pelos y cosas negras nO Hdentificadas, de lo que se hubiera’crefdo posible a »tenos {gue alguien Tas hybiera puesto a propésito, No era aune {io Iniciar el cocimiento sin haberlo analizado previa mente, . _ "También hay que mencionar el agua pegajosa de Ia piscina detnmersions tenia doce o quince pies de largo, y se suponia, aque la escuela entera se baa al todas le maa, pero ‘dudo que el agua se cambiase con cierta frecuencia a ae yer aio {yGlor a sudor del cuarto de cambiarse, con sus lavatorios Chorreados, y enfrente, la fila de retretes inmundos y rui- hhosor, an ninguna clase de cerradura en las puertas, de modo {que cada vez que uno estaba sentado alli podia tener la se- furidad de que alguien iba a irrumpir violentamente. Me Praulla rauy eiffel evocar mis dias escolares sin la sensacién Ue aspirar una bocanada de algo fro y maloliente —un tufo Srowte de medias sudadas, toallas sucias, olores fecales flo- tando por lo Pall, tenedores con comida vieja entre ls fentes, guiso de camer, y sin ofr los portazos en los re- Gila ¥ el eco resonante’ de las bacinillas en los dormito- ay ain ota fuentes de contaminacin fica, como sugiere Bey aula al desrbir el hospital de un campo de con entrain: Estibamos acostados de a dos en cada cama, y resultaba muy desagradable. Por ejemplo, si un hombre morta, no se Jo sacaba antes de que se cumpliesen las veintiguatro horas, porque el encargado del hospital no. queria perderse, por supuesto, la racién de pan y sopa asignada a, esa persona. Pur tal motive se comunicaba el deceso veinticuatro horas Gespués, para contar con su facién diaria, Y¥ nosotros tenia~ not que pasarnos todo ese tiempo en la cama, junto con el muerto. 41 George Orel Such, Such Ware the Toy, «Partin Revie, XO, septembre-octubre, 1952, pls. 523. ep Boden 1 Did Noi Interview the Dead, University of Miinois Pres, Urbana, 1949, PAs. 90 38 Estébamos al nivel del entrepiso, y era una situacisn. et peluznante, especialmente por la noche. En primer término, fos muertos estaban consumidos y tenfan un aspecto ate- rrador. En la mayoria de los casos se haban ensuciado ea el momento de meri, y el episodio no era muy extético. Vi ‘muchos casos semejantes al final, en los galpones destinados a los enfermos. La gente que moria de herias flemonosas y supuradas, en canias que chorreaban pus, solian compar tla 'con otro que aeaso tuvieran males més benighos 4quiza solamente una pequefia herida, que ahora no podsia dejar de infecacse™ a 7 La contaminacién resultante de estar acostado junto a un ‘moribundo también se menciona en los informe? sobre hos- Pitales psiquidtricos;# y la contaminacién quirérgica se cita en documentos sobre la prisin: El instrumental quirirgico y las vendas se encuentran ex- puestos al aire yal polvo en la enfermeria. George, que Fabia ido a que un atistente médico le curara un fordnculo en el cuello, fue operado con un Wisturi usado minutos antes en el pie de un hombre, y que no habia side esterlizado.*® Por ditimo, en algunas instituciones totales se obliga al in- terno a toniar medicamentos por via oral endovendea, qule- fo 0 quiera, ya comer pu comida, por desagradable que Sea, Guan algino se niega a comer, eu aparato digestivo puede sult tna contaminacién foreom. debida a la cal Fentaciin forradas, He indicado que el intemo soporta la mortficacin del gue deriva de'una exhibieién contaminadora de tipo {isic, Dero hay que aclarar algo més: cxnndo el agente de con {tminactén es otro ser humano, se proce una contamina- ‘uplesentaria, por el contacto interpertonal foreado 3, fen consecuencia, por wa relacion socal foreada, (Andloga: mente, cuando el interno carece de control sobre quienes To observan en su desgraciay © eobre. quienes gonoven, gu prado, sue la contaminacion que comporta una relacion forrada con esta gente ya ue por medio de dicha per: cepcién y conochniento se expresan lar relacionss.) 48 Ibid, pag. 50 44 Tohnion y Dodds, op. cit, pas. 16 45 Dendrickton y Thomas, of. cif, pig. 122, 39 E] modelo de contaminacién interpersonal en nuestra sotie- dad es, presumniblemente, la violacién; en las instituciones folales, hay otros ejemplos mucho menos draméticos, aun- que certamente no falten las vejaciones de orden sexual. luego de la admisién, los efectos personales que wn indi- viduo lleva contigo son manoseados por un empleado que Jos mgistea y prepara para el depésito. El interno mismo puede ser palpado y reqistrado hasta el extremo —que a Fyenudo se'menciona en la literatura— de sometérselo a un examen rectal. En el curso subsiguiente de su estadia puede Itacérselo objeto de inspecciones personales y de su aloja- miento, ya como elemento de rutina, ya en forma ocasional, quando surge algén inconveniente. En todos estos casos no Solo el que inspecciona, sino la inspeccién en si, invaden la intimidad del individuo y violan el campo del yo. Aun las ingpecciones de rutina pueden tener este efecto, como Law. rence sugiere: En Jos viejos tempos los hombres tenian que sacarse las botasy las medias tma vez por semana, y presentar los pies 2 la iaspeccidn de un oficial, Cualquiera que se inclinase a qnirar recbia en plena cara el puntapié de algin boy na- Tro. Asl se levaba también el registro de los bafios: habia fue tener un certifiado del NCO." que atestiguara el Behe semanal. ;Un solo bafio! ¥ de igual modo se efectua- ban las inspecciones de equipes, habitaciones y grupos:,pre- Teton todo para que los oficiales més dogindticos cometieran torpezas, y los mirones desocupados se permitieran groserias. Tafea ain eres lea nr cn ia persona de un pobre tipo sin ofenderio! P* ‘Ademfs, la costumbre de mezclar los grupos de edades, pueblos y razas diferentes en las prisiones y en los hospita- Fes psiquiétricos puede hacer que un interno se sienta con- taminado por el contacto de compafieros indeseables. Un i formado en un colegio estatal proporciona un ejemplo, RI describir su ingreso a la cfroel: 46 Por ejemplo, Lowell Nacwe, A Field of Broken Stones, Liber- tee Piose Glen Gardner, Nueva Jersey, 1950, pie.t7; Kogon, oP. wee Rae gi; Holley, Cantine y Dachine Rainer, Prison Etiquette, Relore Breas, Bearsville, Nueva York, 1950, pag. 46 NEO. Siglas de moncommisioned officer ad) 47 Lawrence, op. cit, pig. 196, ‘uboficial. (N 40 Otro guardién se 6 aparecié con un par de esposas, y me encadené con un judio esmirriado, que gimoteat ore i » que gimoteaba en De pronto, se me ovurrié Ia espantorm idea de que tal vex tuviera que compartir una celda con él, y me sobrecogié el fiacs EROS ae Ge oe LTO Evidentemente la vida de grupo necesitard contacto mutuo y exhibicin entre los interacs. En el caso extrema, como eh las celdas para presos politicos de la Ching, ef contacto puede ser muy grande: En cierta etapa de su encarcelamiento el preso puede es pperar que lo ubiquen en una celda con otros ocho reclusos aproximadamente. Si al principio lo habian aislado e inte- roado, ete puede ecurt poco deputs de acess su nrimera confesién; pero a muchos presos se los aloja ¢ Elias olectons dete al primer mdeento La ced es hhabitualmente desmantelada y apenas alcanza para conte- nner al grupo, Puede haber una tarima para dormir, pero los presos duermen en el suelo y cuando todos estan tendidos no queda una pulgada libre en el piso. La atmésfera es promis- ua en extzemo, No hay posiblidad de intimidad alguna.® Lawrence ofrece un ejemplar militar, comentando sus pro- Piss difcultades con sus compatieros de vuelo, en las ba- Lo cierto es que no puedo confraternizar con nadie; una Gnesi me eae dn franenasoer pe ome compartir sus torpecsy us roma os poquedin pres oe peer YO AOR Ria fe ee Gouan. Teevtatlcnente coup alojamicato tan Crecha, de. eos compartir hasta cau Inunidades fiseas que a vida cis a ae La actividad sexual se convierte en tm ingen alade, cualquier anormaldad de” ape ’9 de funcionamiento’se exhibe con un exirafio impudor. Las 48 Heckstall Smith, op. cit, ph 49 Tait pues tr? Oe ee 50 Hinkic'y Wolif, op. cit, pig. 158 “a sun omen, one, te eae Spartan ecto tur in eve Joo Mackay, instructor superior, y conteguiremos disciplinar- wea ns Un ejemplo nora contacto contaminador es el Reem eee} personal y los comapaferos de tater~ Sega. de apes Taamente cl derecho de dirgrse a los Dares por medio de sobrenombres o diminutivos: a una per- fona Ue la clase media, por lo menos, se le niega asi el derecho a mantenerse aialado de los demés medianfe un tra- to formal.** ‘Cuando el individuo tiene que comer alimentos que consi- dera ajenos ¥ contaminados, la contaminacién suele proce- der del contacto de otras personas con ia comida, como bien Jo demuestra la penitencia de emendigar sopa», que se prac- tica en algunos Conventos: «ella colocaba su escudilla de barro a la izquierda de ta Madre Superiora, se arrodillaba, juntaba las manos, y espe- raba hasta que le echaban dos cuicharadas de sopa; después fseguia pasando su escudilla de mendiga a todas las hermanas, por orden de edad, hasta que se llenaba... Cuando por filtimo, estaba lena, volvia a su lugar y tragaba la sopa, como tabla qu debla hacerlo hata Ia ima go. ¥ Pre, euraba no pensar qué habja pasado a su escudilla, desde tina docena' de tazones en los que ya st habfa comido. ..%° Otzo tipo de exhibicién contaminadora introduce a un ex- traio en la relacién intima de un individuo con los otros fignificativos. Un interno puede tener que soportar, por ejemplo, que se lea y censure su correspondencia personal, J hasta que sc haga burla de ella en su propia cara. Otro Zjemplo es el caricter obligatoriamente pablico de Tas visi- fas, mencionado en muchos testimonios de presos: reo qué reglamentacién sidica tienen para estas visitas! Pree eater no dos medias horas’ en una habita- 1 Laweence, of city pig, MT. 3 a Stmpio,véase Hasler, op. cit, ple. 108 35 Hume, op. city pcs S258. 3 Dendretson y ‘Thoms, op. cit, pig. 128. 2 cin grande, probablemente con un montén de parejas mas, y con guardianes que van y vienen para asegurarse de que no haya intercambio alguno de planes ni de instrumentos de fuga. Nos vemos por encima de una mesa de 1,80 metros de anche, en cuya parte central una especie de enrejado de proteccién, de 15 centimetros de altura, impide presumible- mente que nuestros gérmenes se mezclen. Se nos permitia tun higiénico apretén de manos al comenzar la entrevista y uuno al final; el resto del tiempo solo podfamos permanecer sentados miréndonos, mientras nos gritibamos a través de esa distancia inmensa.® Las visitas se efecttian en un locutorio préximo a la entra- da principal. Hay una mesa de madera, a un lado de la cual se sienta el preso y al otro sus visitantes. El guardian ‘ocupa la cabecera; oye cada palabra que se pronuncia, vigi- la cada gesto y cada matiz de expresiOn. No hay intimidad alguna —ni siquiera cuando un hombre se encuentra con su mujer, a quien acaso no ha visto desde have afios—. Tam- poco Se permite ningin contacto entre el. presidiario y el Visitante, ni, por supuesto, el intercambio de objetos."* Una forma aiin més pronunciada de este tipo de exhibicién contarinadora occrte, corno.ya se ha. insinado, en as confesiones dispusstas institucionalmente. Cuando hay que denunciar al otto significative, y en particular cuando éste esté fisicamente presente, la confesion de la relaciOn ante fxiafos puede scarear una coniaminacién inensa de Ik relacién misma, y a través de éta, del yo. Una descripcién de tales pricticas en tn convento lo ejemplifca Las més valeronas entre lg emocionalmente vulnerable eran i hermanas que s¢ levantaban juntas para confesar su cul- pa: haberse apartado de sus obligaciones para estar cerca fa una de la otra, 0 quizds haber hablado, en el recreo, de tun modo que exclufa a las demés. La atormentada pero inequivoca denuncia de una afinidad naciente asestaba a su relacin el golpe de gracia que por si mismas acaso no hubie- ran sido capaces de asestarle, ya que toda la comunidad se cuidarfa en lo sucesivo de que esas dos se mantuvieran aleja~ das, La pareja recibiria ayuda para liberarse de una de esas 55 Masser, op. cit, pligs. 62-68. 56 Dendrichson y Thomas, oP. city pig. 175. 8 vinculaciones intimas que a menudo surgen en el seno de tuna comunidad, tan imprevistamente como las flores sil- vvestres que una y otra vez alteran el esquema geométrico formal en los jardines del claustro.®* Un ejemplo correlative se encuentra ocasionalmente en los hospitales psiquidtsicos destinados a a terapia ambiental in- tensiva, donde se puede obligar a las parejas de pacientes, que mantienen relaciones personales, a diseutirlas en las reuniones del grupo. En las instituciones totales, la exhibicién puede ocurrir en formas ain més dristicas, dada la probabllidad de que un individuo presencie e] atropello fisico de que es victima alguien a quien est vinculado, y sufra Ia mortficacién per- manente de no haber intervenido (y de que esto se sepa) E] informe que sigue se refiere a un hospital psiquigtrico: Este conocimiento (de la terapia de shock), se basa en el hecho de que algunot pacientes de ia sala 30 han ayudado al equipo de shock en la administracién de la. terapia a otros, sujetdndolos y ayudando a atarlos a la camilla, 0 vi Vindolos después que 2 tranquilizan, La administraciin del shock en Ja sala suele efectuarse a plena vista de un «grupo de espectadores interesados. El paciente es presa de convulsiones que a menulo parecen las de un accidentado en agonia, los estertores lo sacuden, y a veces lanza espuma- rajos de saliva por la boca. Poco'a poco se va recuperando, y no conserva recuerdo del trance, pero ha servido a los mo un especticulo aterrador de lo que puede ha- El relato de Melville sobre Ia flagelacién practicada a bordo de-un barco de guerra del siglo xix aporta otro ejemplo Por més que uno quiera sustraerse a Ia escena que se des- arrolla, debe presenciarla; 0, por I menos, permanecer cer- ca, ya que los reglamentos exigen la presencia de casi toda la 'iipulacién, desde el corpulento capitén en persona, hasta el mis pequefio de los grumetes que toca la campana.!® 37 Rule, of. cit, pigs. 5051 58 Belknap, oP. cif, pag. 194 59 Herman’ Melville, White Jacket, Grove Press, Nueva York, 6 f lig. 185, Y¥ lo inevitable de su propia presencia en el espectéculo: el fuerte brazo que lo arrastra a mirar es0, y lo mantiene alli hasta que todo acaba, imponiendo a sus ojos y a su alma rebeldes los sufrimientos y gemidos de hombres con quienes ha compartido familiarmente los momentos de las comidas y Jas guardias —hombres de su propia estirpe y categoria— todo esto comporta una terrible visualizacién de la autori- dad omnipotente bajo la cual vive.” Lawrence brinda un ejemplo militar: Esta noche el estado del bastonazo en la puerta de la ba- rraca en el acto de pasar lista fue tremendo; y la puerta se abrié de golpe, saliéndose casi de sus goznes. Baker, V. C., Jun cabo que se tomaba muchas libertades en el campamen- to debido a su condecoracién de guerra, irrumpié a. plena luz, Recorrié mi lado de la barraca inspeccionando las ca- ‘mas. El pequeiio Nobby, tomado de sorpresa, tenia una bota puesta y Ia otra no. Bl cabo Baker se detuvo. «Qué diablos le pasa a usted?» «Estaba aplastando un clavo que sme lastima el pie>. «Péngase la ota inmediatamente. Su nombre?» Siguid hasta la puerta del fondo y desde alli se dio vuelta como un torbellino, vociferando «jClarke!» Nob- by grit6 correctamente «;Gabof> y avanzé renqueando por el pasillo, a la carrera (debemos correr siempre que se nos Iiama), para cuadrarse rlgidamente ante él. Una pausa Luego, con voz cortante: «Vuelva a su cama>. E! cabo aguard6 atin, y también tuvimos que aguardar nos- otros, formados junto a nuestras respectivas camas. Un nue- vo grito seco: jClatke!s La escena se repitié, una y otra vez, mientras nuestras cuatro filas miraban, inmovilizadas por la vergiienza y la disciplina, Eramos hombres, y alli habia tun hombre que estaba degradandose a si mismo y a su espe- sie, al degradar a otro. Baker buscaba camorra evidente- mente, y esperaba provocar en alguno de nosotros un acto 0 una palabra que le permitieran fundar un cargo. El limite extremo de esta clase de mortificacién experimental se encuentra, por supvesto, en la bibliografia sobre los cam- pos de concentracién: 60 Z6ia., pag, 135. 61 Lawrence, op. cit, pig. 62. 45 Un judio de Breslau lamado Silbesmann tuvo que mantener- se inmévil mientras el sargento Hoppe, de la S.S., sometia ‘a su hermano a brutales torturas hasta provocarle la muerte, Silbermann se volvié loco al verlo, y en altas horas de la noche desencadené el pAnico anunciando con alaridos fre- néticos que las barracas se incendiaban.® il He considerado algunas de las agresiones més elementales y direetas contra el yo, varias formas de desfiguracién y contaminacién a través de las cuales el significado simbé- ico de los hechos que ocurren en la presencia inmediata del interno refuta dramdticamente su autocoucepein anterior. Quena examinar ahora tna fuente de mortficacién me nos directa en sus efectos, y cuya significacién para el in- Gividuo no es tan fell determinar: una ruptura de la re lacién habitual entre el individun actor sus actos. Tavpeimers rupture que debemos considerar aqui es el Toophrg: un estimulo que origina ima reaccién defensiva por parte Gel interno, toma esta misma reaecién como objetivo Be su préxime atague. Fl individuo comprucba que su res- puesta defensiva falla en la nueva situacién; no. ede ya MUfentene or tron We-costumBe, poniendo casa di tania eng i Sic. manifeanie ESL 30, Las pautas de déerencia vigentes en las instituciones totales asta cl cfecto de looping. En la sociedad civil, cuando lin individuo tiene que aceptar circunstancias y rdenes que Ultijan su congepelén del yo, se Te concede Un margen de Chpeién reactiva para salvar las aparioncias: estos de nut'humor, omisin de las manifestaciones de respeto ha- Eitales, maldiciones entre dentes, o expresionesaisladas de Alespecho, ironia y sarcasmo, El sometimiento en tales oca- Siones puede asociarse a una aciitad manifiesta, que en si misma ‘no esté oblizada al mismo grado de sometimiento. ‘Aungue estas reacciones expresivas de autoproteccién frente 2 las exigenciag hunillantes tampoco fallan en las institi- iones totales, el personal puede repriminlas en el acto por wa punitiva, alegando explcitamente el enfurrufiamiento 0 62 Kogon, of. cit, pig. 160. 6 la insolencia de los internos como fundamentos de castigo adicional. Asi, al describir la contaminacién del yo resultante de haber tenido que tomar la sopa en su escudilla de men- diga Kathryn Hulme comenta, a propésite del sujeto de su observacién: simpidié que la expresién de su rostro traicionara la ebeldia que encrespaba su alma mortificada al beber las sobras. Sabfa que bastaba una sefial de rebelién, para pro- vocar por segunda vez la humillacién espantosa que estaba sequra de no poder soportar munca més, ni squiera por amor El proceso de integracién caracteristico de las instituciones totales crea otras clases de looping. En el curso normal de Jos acontecimientos, la segregacién de pablicos y roles que 1 propia de la sociedad civil, impide. que las confesiones 4 reclamos implicitos que se hagan respecto al yo en un esce- fisico de actividad, sean cotejados con’ el comporta- 10 demostrado en otros ambientes* En las institucion nes totales tienden na juntarse das diferentes esferat-de vida, de mode que la condweta del interno en un campo de la actividad es echada en cara, por parte del personal a modo de comentasio y control sobre su Conducta én otro contexto. El esfuerzo que hace el enfermo mental por presentarse en forma bien orientada y sin antagonismos en el curso ce una consulta que determinaré su diagnéstico 0 su tratamiento, puede malograrse, si se introducen pruebas de su apatia en fos recreos, 0 se ‘mercionan los amargos comentarios que hizo a su hermano, en una caftay que este facilité al direc- tor del hospital, para que we afiadiera a la historia clinica del paciente, y se considerara durante la consulta. Les establecimientos psiquidtricos mAs adelantados proveen cexcelentes ejemplos del proceso de looping, ya que en ellos, la retroalimentacién didactica puede erigise en una doctri- nna terapéutica fundamental. Se siente que una atméslera de tolerancia alienta al interno a «proyectar> o sacar a 63 Hulme, of. cit, pi. 98 64 En Ia sociedad urbana, los erimenes y otros tipos de desviacién ‘Mectan 1a aceptacion del detviado en todas lap areas de a vida pero esta confusin de esferas se aplica especialmeate a los delin fuentes, no 2 la masa de la poblacién, que no deliaque en estas formas, 0 delingue sin ser detectada. a7 luz» sus dificultades caractersticas en la vida, hacia las que se puede luego atraer su atencién en las sesiones de terapia de grupo? sa veaccién del i {A tavés del proceso de looping, pues, la teaccién del inter- ho ante su propia situacion recae necesariamente sobre la situacién misma, y no le es dado mantener la separecién habitual de estas fases de accidn. Puede citarse ahora un segundo ataque contra el status del interno como actor, ataque destripto, en forma muy ge- heral, con las categorias de regimentacién y tiranizacion, En la sociedad civil, cuando el individuo lega a la edad adulta, ha asimilado esténdares socialmente aceptables para ti desempefio de casi toda su actividad, de modo que el problema de la correccién de sus actos solo se plantea en Acteriinados momentos, como, por ejemplo, cuando se juzga s capacidad prodctiva. Fuera de elo, se le permite proce- der a su arbitrio.% No tiene que mantenerse constante- mente al acecho para ver si hay sefiales de criticas u otras sanciones, Ademés, muchos actos se le presentaran como asuntos de gusto personal, en los que goza de opcién dentro de toda wna gama de posbilidades especifica. May un vasto sector de fa actividad individual en que la autoridad se abstiene de juzgar o de intervenir, y cada uno queda librado a si mismo. En tales circunstancias, puede uno programar sus actividades concertindolas entre si para su mayor provecho, en una eapecie de «economia personal &e Tor propios actos. Es lo que hace una persona’ al pos poner tnot minutos la comida para terminar una tarea, 0 bien al dejar una tarea poco antes de terminarla para it a comer con un amigo. En una inaitucion total, en cambio, el personal puede someter a reglamentos y a juicios, sex mentos mintisculos de la inea de accién de una persona; Ja permanente interaccién de sanciones emanadas dela 65: Una declaracién clara puede hallarse en R. Rapoport y E. Ske Ilera, Some Therapeutic Functions of Administratios Disturbance, Administrative Science Quarterly», TI, 1957, pags, 8485. 66 El tiempo que el empleado.trabaja discrecionalmente, sin eu pervisién, puede en realidad tomar como medida de su page y 0 status'en una organizacion. Véase Bliott Jaques, The Measu ment of Responsibility: A Study of Work, Payment, and Indiot- ‘dual Capacity, Harvard University Press, Cambridge, 1956, Y ast tomo «la duraciOn de la responsabilidad» ex un indice de status, tun periodo prolongado libre de Hates. superioridad invade la vida del intemo, sobre todo durante cl periodo inicial de su estadia, antes de que acepte sin pen= sar los reglamentos. Cada especificacién priva al individuo de una oportunidad de equilibrar sus necesidades y sus ‘objetivos en una forma personalmente eficiente, y expone su linea de acci6n x las sanciones. Se viola la autonomia mis- ma del acto. ‘Annque este proceso de control social est en vigencia en toda sociedad organizada, tendemos a olvidar hasta qué punto puede hacerse minucioso y estrictamente restrictivo en las insttuciones totales. El informe sobre la rutina diaria cn una cércel para delincuentes juveniles presenta un ejem- plo impresionante. A las 5.30 nos despertaban y teniamos que saltar de la una y permanecer en actitud de firmes, Cuando el gar dign gritaba «Uno!» habia que sacarse la camisa de dor mit; al grito de «Dos», doblarla; al de «;Tres!s, hacer Ia (Solo dos minutos para tender la cama de un modo y complicado,) Entre tanto, tres celadores solian atur- dirnos con sus atronadores: «ApGrensel» y «A ver sh se También nos vestiamos al compés de némeros: «jUno!», y habia que ponerse Ia camisa; «;Dos!», los. pantalones; <;Tres!>, fas medias; «;Cuatro!s, los zapatos. Cualquier rui- do, como el de un zapato al caer y hasta su roce contra cl suelo, bastaba para que lo llamaran a uno al orden Una vez abajo, todos mirébamos hacia Ja pared, rigi- cs, con los brazos caidos, los pulgares al nivel de las cos- turis del pantalén, la cabeza Ievantada, los hombros hacia atris, el est6mago hacia adentro, los talones juntos, la vista ai frente, sin rascarse ni levarse las manos a la cara o a la cabeza, sin mover siquiera los dedos.®* Gj De una cArcel para adultos proviene otro testimonio: El régimen de silencio era obligatorio. No se podia hablar fuera de la celda, ni en las comidas ni durante el trabajo. No se permitian imAgenes en las celdas, ni micar de un lado a otro en las comidas. Las cortezas de pan no podian dejarse sino al lado izquierdo. del plato. Se exigia que los internos permanecieran en posici6n de firme gorra en mano, 67 Hassler, op. cit, pig. 155, citando a Robert MeCreery. 9 a hhasta que, cualquier oficial, vistante © guardin se perdiera de vista. Y de un campo de concentracién se informa: En Jas barracas una enormidad de impresiones nuevas y confusas abrumaba a los prisioneros. Hacer las camas era tun motivo de chicana particular para los S.S. Jergones de paja informes y estropeados debfan quedar lisos como una tabla, Ia orilla de las s4banas paralela a los bordes, las al- mohadas dispuestas en los Angulos correctos. ..°° Los $S. aprovechaban las faltas més insignificantes pa- ra aplicar castigos: tener las manos en los bolsllos cuando hacia frio; levantarse et cuello del saco bajo la lluvia o el viento; perder os botones; un minimo desearrén una mota de polvo en la ropa; los zapatos sin lustrar...3 lot zapatos demasiado bien lustrados indicaban a su vez que el duefio desatendia otras vcupaciones; cualquier negligen- cia en el saludo, inclusive la llamada’ postura de zinga- nos»; la mas leve desviacién al formar escuadras filas o al disponerse los prisioneros por orden de estaturaj la sombra de un balanceo, tos, © estornudo... podian provocar un salvaje estallido de los $.$.° Del ambiente militar prooede el siguiente ejemplo de las sutilezas que podian exigie: Primero la tinica, doblada de modo que el cinturén que- @ara chato; cubriendo Ia tinica, los pantalones, reducidos a la superficie exacta de aquélla, con cuatro pliegues de acordeén mirando hacia adelante. Las tcallas se doblaban tuna, dos, tres veces, y flanqueaban a torre azul. Frente 2 61a, se asentaba un chaleco de punta rectangular. A cada lado, una polaina enrollada. Las camisas estaban empaque- tadas y adosadas por pares como ladies de tranela; De- lante de éstas, Jos calzoncillos. Entre éstos se apretujaban Jos zoquetes en bultitos esféricos, Nuestros maletines estaban 68 T. E Gada Birdman of Aleatras, New American Library, Nueva York, 1988, pég- 25. Para una norma. de alenclo silat fen uma prsion britanca, véae Frank Norman, Beng to Rights, Se ter and) Warburs, Londres, 1958, pag: 27. 69 Kogon, op. cit, pi. 68 70 Ted, pig. 99°100. 50 abiertos, y exhibfan cuchillo, tenedor, cuchara, navaja, pel ne, cepillo de dientes, cepillo de bafio y abrochador, di puestos en el orden mencionado,”? De una ex-menja se cuenta que debio aprendey a evar las manos quietas # y escondidas, y aceptar que solo se permi fern evar en ef bolsllo sek objetos determinados* Una ex-paciente habla de la humillacién de recibir una can- tidad limitada de papel higiénico cada vez que lo pedia."* Como se ha sugerido anteriormente, uno de los medios mas efectivos de desbaratar la economia de accién de una pe tona cs obliga a pedir permis o elements para ls vvidades menores que cualquiera puede cumplir por su cuenta tn el mind exterior, tales como fumay feta, ital bao, hablar por teléfono, gastar dinero o despachar cartas. Esta obligacién no solo impone al individuo un rol de someti- miento ¢ invalidez antinatural en un adulto, sino que, por afiadidura, deja su linea de accién expuesta a las intromision nef del personal. En vez de obtener inmediata y automiética- mente lo que solicita, lo més probable e& que el interno tenga que soportar bromas, negativas, largos interrogatories, faltas de atencién o simplemente, como sugiere una ex-en- ferma mental, que la saquen del paso. El que no ha estado nunca en una pescién de desamparo Similar quizé no aleance a darse perecta, cuenta de la hue millage que fufren quienes, sn tener tingiin aopedimen to fico, pero sin auterdad pare desempefiar por 8 mismas Is ocapatlones inde eteencae, hon eure awa cae cst intstencia para lograr cost tan minésculas com una Siuda Iimpla o'un iGdore para encender el cigarrillo; para eo importunan constamtemente 2 las enfermeras que Eos sacan de encima prometiendo complacerlas eal’ cbo de un minutor yo marchan dejandolas sin lo pedo. Has- ta el personal de In cantina pareta compari la opinion ge- peral’de-que era un desperdicio gastar miraiientns con las 71 Lawrence, of: cit, pig, 89. Véanse, a propérito de esto, lot comeatarice de"M. Brera Smith sabre C"eoneepto de chicken tn Samucl Stouller y trem The American Soldier, val, Prince. ton University Pres, Princeton, 1949, val T, pig. 390 22 Hales, 09. cit, pag. 3 73 Told big 99. 75 Ward, op. ct, pig. 29. BL

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