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GÓMEZ Serrano, Jesús, Haciendas y ranchos de Aguascalientes.

Estudio regional sobre la


tenencia de la tierra y el desarrollo agrícola en el siglo XIX, México, Universidad Autónoma de
Aguascalientes, 2000.

[Después de la Independencia el abandono de las minas propició la inundación de los tiros y la


ruina de la que era la actividad más rentable en la antigua colonia; el comercio exterior sufrió
serios trastornos y el interior se vio desarticulado por completo; la agricultura, que tenía en la
minería su más importante fuente de estímulo sufrió un serio desaliento; el flujo de capitales se
colapsó y los réditos generados por las fundaciones piadosas se acumularon, sin que los
deudores pudieran atacar seriamente el problema.

p.61

Durante la revolución de Independencia varias haciendas se vieron en la necesidad de costearse


pequeños ejércitos para defender sus tierras, ya fuera para protegerse de los alzados o bien de los
bandidos de la región.

p.63

Al término de la guerra la actividad en las minas se restableció parcialmente, [pero] los


propietarios evaluaron con prudencia la conveniencia de seguir explotando en forma directa sus
haciendas, asumiendo los riesgos y las pérdidas, que entre 1810 y 1821 fueron muy cuantiosas.
Muchos hacendados, sobre todo aquellos que vivían en la región, decidieron entonces que la
aparcería y el arrendamiento constituían sistemas más ajustados a las nuevas condiciones
imperantes en los mercados, aunque claro que no todos van a optar por esta medida, como es el
caso de los Murguía, que ellos seguirán dirigiendo su hacienda principal.

p.65

Los medieros: […] por lo general los contratos de mediería afectaban las mejores tierras de las
haciendas y tenían una duración de cinco años agrícolas […] también era frecuente que la
hacienda le permitiera al mediero aprovechar los pastos, e incluso el rastrojo que quedaba en los
campos después de cortado el fruto. A veces se facilitaban también semillas y otros efectos.

pp.70-71.

Después de la guerra de Independencia varias haciendas van a quedar gravadas en deudas, pues
durante el conflicto no se pagó lo que se debía, por lo cual algunas se van a fraccionar para
venderse en partes, y otras se van a subastar para poder pagar. Todo esto va a propiciar la
desintegración de los latifundios.

P78-80
Algunos hacendados van a arrendar las tierras que no les era conveniente o no podían trabajar
directamente.

p.82

El fraccionamiento de las haciendas se tradujo en el fortalecimiento de las clases medias rurales,


ese sector dinámico y heterogéneo que incluía pequeños arrendatarios en el límite de la
subsistencia, administradores de haciendas y prósperos comerciantes que se desplazaban entre
las haciendas, los ranchos y las ciudades.

p.87

[En Zacatecas]tuvo el proyecto de comprar tierras con recursos del erario y repartirlas entre
labradores pobres. Intentó comprar la gran hacienda de Valparaíso, que lo mismo que tantas
otras estaba ahogada por las hipotecas, hasta el punto que sus productos no bastaban para
cubrir el monto anual de los intereses. El proyecto se interrumpió en 1835, pues Zacatecas
perdió ante Santa Anna, serán casí 30 años después que los arrendatarios del lugar se juntaran
para comprar la hacienda y formar un municipio.

p.88

La revolución de Independencia afectó seriamente el equilibrio financiero de las haciendas. En


algunos casos específicos estas tendencias fueron impulsadas por los gobiernos liberales,
convencidos de que el latifundio era una de las principales causas de los males del país y de que
sólo la pequeña propiedad podía garantizar el desarrollo de la agricultura y la prosperidad de la
nación.

p.89

[En Aguascalientes durante el siglo XIX] los peones ganaban un salario diario de un real, aunque
había algunos que ganaban uno y medio o hasta dos reales diarios. […] Los administradores y
capataces […] podían ganar sueldos mucho más elevados: desde los mil pesos al año […], hasta
los 10 o 15 pesos mensuales que ganaban por lo general los mayordomos y jefes de cuadrilla.

p.96

Durante el siglo XIX varias haciendas van a perder tierras, las cuales van a dar vida a nuevas
unidades de producción, van a empezar a proliferar los medianos propietarios.

pp.152-153.
Ley Lerdo: todas las fincas rústicas y urbanas que hoy tienen o administran como propietarios las
corporaciones civiles o eclesiásticas de la República, se adjudicarán en propiedad a los que las
tienen arrendadas, por el valor correspondiente a la renta que en la actualidad pagan, calculada
como rédito al 6% anual.

p.168

Bajo el término de corporación quedaban comprendidas las comunidades religiosas de ambos


sexos, las cofradías y archicofradías, las congregaciones, hermandades y parroquias, los
ayuntamientos, los colegios, y en general todo establecimiento o fundación que tenga el carácter
de duración perpetua o indefinida. Lo que el gobierno trataba de hacer al desamortizar los bienes
era reactivar la economía y ¨fortalecer a la clase propietaria”

p.168

Varios hacendados aprovecharán esta ley para recuperar las propiedades que estaban grabadas a
favor de la iglesia.

p.171

Al inicio del porfiriato la hacienda mantenía en el ámbito de la economía rural un papel


hegemónico, pero de ninguna manera eran desdeñables los avances de los rancheros […] La
pacificación del país, la introducción de los ferrocarriles, la abolición de las alcabalas y la
industrialización, lejos de ser para las haciendas herramientas que les permitieran retomar la
ofensiva y recuperar los terrenos que habían perdido, fueron palancas aprovechadas por la
mediana propiedad para seguir avanzando y tomar nuevas posiciones.

p.254.

La mayor parte de las haciendas que había en la región a fines del siglo XVIII vieron disminuida su
superficie e hicieron su contribución al desarrollo de la mediana propiedad. En algunos casos
perdieron más de la mitad de la superficie que alcanzaron al término de la época colonial.

p.291

En el Bajío, en la región de los Altos de Jalisco, en San Luis Potosí y en el sur de Zacatecas parecen
estar reunidas las mismas condiciones que en Aguascalientes detonaron el desarrollo del
parvifundismo.

p.292.

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