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Memorar, Entender y Amar del Amigo

La tríada trinitaria en Ramón Llul

Nombre del autor: Mariano Olivera

E-mail: marianoo.74_90@outlook.com

Institución a la que pertenece: Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP)

País: Argentina

Resumen

El hombre recuerda, entiende y quiere; el Amigo suspira en la nostalgia, se eleva en la


ciencia que ennoblece el entendimiento y apuesta aún más al Amor, con gozo y
aflicción, allí donde desborda la fe por no bastar la razón.

La presente exposición, pretende caracterizar tal figura del Amigo (Ramón Llul), que,
por ser humano: olvida o se acuerda y retiene por la memoria cierto pasado; yerra e
ignora en lo falso o entiende, conoce y busca la verdad por su entendimiento; y tiene
anhelo e inclinación a amar o aborrecer, ordenada o dispersamente gracias a su
voluntad. Atribuiremos, por lo tanto, las tres potencias del alma racional, por las cuales
se sostiene el Amigo en busca del Amado (o se desvía hacia otros bienes inferiores):
Memoria, Entendimiento y Voluntad. Trataremos en tal tríada exclusivamente humana o
análogamente divina, su igual importancia, sus funciones, su degeneración o sus
excesos, la orientación u ordenación, la compleja relación y el método o camino que
corren para dirigirse al Amado. Sin más, las tres potencias racionales en el salto
amoroso de la creatura al Creador, del Amigo al Amado. Pondremos el acento en este
fin último, en el Ser trinitario de Dios, por las cuales memoria, entendimiento y
voluntad del hombre se le asimilan, en cuanto son a imagen y semejanza de la
divinidad. Padre que es Memoria y contemplación del Hijo, Hijo que es Entendimiento
y Verbo del Padre, Espíritu Santo que es unión amorosa y Voluntad del Hijo y del
Padre. Nuestro recorrido expondrá metódicamente la relación de la tríada humana a la
Trinidad divina.

Palabras clave: Memoria- Entendimiento- Voluntad- Trinidad

Introducción:

El hombre y las tres potencias:

El hombre recuerda, conoce y quiere; lo hace retrayéndose al pasado a través de la


memoria, orientándose en el presente a través de la atención del entendimiento e
inclinándose al futuro a través del anhelo, la expectación y previsión de la voluntad. Así
como por privación de estas funciones olvida, ignora y permanece impasible. Todo esto
en lo que se manifiesta el hombre como tal, es el despliegue y el movimiento de las tres
potencias o fuerzas de su alma racional, las ya mencionadas: memoria, entendimiento y
voluntad. En razón de la mutua relación de estas manifestaciones temporales, que son
aparentemente exclusivamente humanas, podemos interrogarnos como el maravillado
Félix: ¿qué es el hombre? ¿por qué y para qué es el hombre? Relegando las dos últimas
cuestiones, con respecto a la primera podemos responder casi taciturnamente con la
figura del filósofo ermitaño:

“El hombre es un ser unido de alma y de cuerpo, en el cual hay vegetación, sensación,
imaginación, razón y movimiento […] Esta ánima racional o raciocinativa tiene tres potencias,
que son memoria, entendimiento y voluntad, que, juntas, componen un alma racional. Por la
memoria se acuerda el hombre de las cosas pasadas; por el entendimiento, entiende y conoce, y
por la voluntad tiene inclinación a amar o aborrecer [las cosas]”. (Ramón Llul, Félix de las
Maravillas, Capitulo XLIV- Qué es el hombre, pp. 758-759)
Como se puede ver por el precedente fragmento, la psicología luliana se inspira y está
basada en la adopción de la psicología aristotélica y sobre todo agustiniana, como bien
demostraremos posteriormente.

Si hemos callado acerca de la vegetación, la sensación e imaginación es porque tales


propiedades son específicamente corpóreas o no pueden darse sin concurso corpóreo,
mientras que la memoria, el entendimiento y la voluntad según Llul no parece
compartirlas el hombre con otros seres materialmente extensos, y pueden darse
separadas del movimiento corporal. En ello radica la superioridad, jerarquía y el
gobierno del alma racional, tal como se desprende de considerar al alma en su conjunto
y en su actividad.

“Por el movimiento que es en el todo del hombre, se entiende la potencia motiva, esto es, aquel
movimiento unido de vegetación, sensación, imaginación y raciocinación; y la razón o
potencia racional es en él mejor y más noble forma que todas las otras, y señorea al
movimiento de ellas, moviéndose todas por su bondad y virtud. Y por esto se dice que el alma
es forma del cuerpo, pues señorea todo lo que hay en él por vegetación, sensación e
imaginación moviendo la razón la imaginativa a imaginar, la sensitiva a sentir y la vegetativa a
vegetar; y debajo de la razón o potencia racional, esto es, del alma intelectiva, se mueve la
sensitiva, vegetativa e imaginativa”. (Ramón Llul, Félix de las Maravillas, Capitulo XLIV-
Qué es el hombre, pp. 759-760)

La triada protagonista de nuestro trabajo se destaca por la superioridad de su función


univoca entre las demás potencias del ánima. Para Ramón entre las tres no hay
desigualdad de naturaleza o primacía alguna, su concepción no desemboca y es
independiente de las dos corrientes, voluntarista e intelectualista, que en su tiempo
dividían a la escuela franciscana y dominica. Las tres potencias cooperan y se
comprenden recíprocamente entre sí, con sus limitaciones e infinitud propias, ocupando
su función y destinadas hacia un mismo fin. ¿Cuál es el fin específico en el que se
reúnen, y que camino o recorrido atraviesan para alcanzarlo? En este momento aparece
el Amado y la tríada potencial debe superar su temporalidad. Sin más, ya no es solo el
hombre, unión de alma y cuerpo, sino la contemplación amorosa del Amigo que empeña
todas sus fuerzas o potencias finitas en la infinitud del Amado.
El alma y la divinidad, la triada trinitaria:

¿Por qué y para que el hombre? ¿Hacia qué fin decisivo se dirigen sus fuerzas
puramente humanas? En palabras de Llul:

“—Amado hijo—dijo el ermitaño—, Dios es memorable, inteligible, amable […] Y para ser
memorado, conocido, amado […] creo al hombre, el cual tiene ser para memorar, entender,
amar […] a Dios. Amado hijo, esta que he dicho es la principal razón por que y para qué es el
hombre; e inferior a ésta hay otra, que es la de que el hombre es para que goce de la gloria en el
cielo, memorando, conociendo y amando a Dios perdurablemente y sin fin”. (Ramón Llul,
Félix de las Maravillas, Capitulo XLVI- Por qué o para qué es el hombre, pp. 762-763).

Pero memoria, entendimiento y voluntad no son únicamente los dones que se les ha
dado al hombre para alcanzar su “para que” o fin último, sino también las potencias
eternas por las cuales la divinidad ha creado y dado origen y continuo sustentamiento a
toda creatura, incluso el mundo y el hombre. El “porqué” o fundamento del hombre.

Nos referimos al Ser trinitario de Dios (Memoria) que ha creado el mundo teniendo
como modelo al Verbo eterno (Entendimiento), en la que ambos otorgan su constante
Providencia en el Espíritu (Voluntad). Padre que es Memoria y contemplación del Hijo,
Hijo que es Entendimiento y Verbo creador del Padre, Espíritu Santo que es unión
amorosa y Voluntad del Hijo y del Padre. En tal relación divina se refleja la análoga
correspondencia en las potencias del alma racional del hombre, que es a imagen y
semejanza de la divinidad. Aquellas fuerzas eternas por las cuales el hombre ha sido
creado y es sostenido, son las mismas por las que el Amigo retorna a su fundamento y
origen. El hombre como imagen de Dios es imagen de la Trinidad (cfr. Gen 1, 26 ss.).
Por eso él puede encontrar en sí a Dios como Trino, como memoria, intelligentia et
voluntas o amor. De la Trinidad a la triada humana, del origen al fin. De aquí Llul
rescata la imagen agustiniana del hombre. Remitiéndonos al hiponense y acompañando
con el mallorquino:
“He aquí por qué cada hombre individual es imagen de Dios según la mente, no según toda la
amplitud de su naturaleza, y es una persona y en su mente está la imagen de la Trinidad. Y esta
Trinidad, cuya imagen es la mente, es toda entera Dios y toda entera es Trinidad […] Si en el
hombre consideramos la mente, la noticia y el amor -o la memoria, inteligencia y voluntad-,
ninguna parte de la mente recordamos si no es por la memoria, ni comprendemos sino por la
inteligencia, ni amamos sino por la voluntad” (Agustín de Hipona, La Trinidad, Capitulo VII,
Libro XV).

“«¡Trinidad santa!: si tú no fueras, ¿en qué sería Dios semejante al hombre? Y ¿en qué haría
ser verdadera su palabra cuando dijo: «Hagamos al hombre a imagen y semejanza nuestra?»
[Gén. 1, 26]. Y si hay Trinidad, no es desemejante a la nuestra en aquesto que se la pueda
asimilar, aunque sea aquélla un infinito y eterno poder, sabiduría, perfección, etc.» De esta
manera, contemplaba Blanquerna la Santísima Trinidad de Dios, y a ella elevaba todos los
poderes de su alma, cuanto podía para que así fuese obediente al precepto de Dios que manda
que el hombre ame a su Dios, Creador y Señor, con todas sus fuerzas y con todos sus
pensamientos y con toda su alma en quien son la memoria, entendimiento y voluntad”.
(Ramón Llul, Libro de Evast y Blanquerna- “Arte de Contemplación”, Capitulo V- De la
Trinidad, pp.543-544)

Sin más, señalamos que las tres formas racionales en el hombre son espiritualmente
análogas y asimilables a las potencias eternas de la Trinidad, y es por ellas que se puede
lograr el salto amoroso de la creatura al Creador, del Amigo al Amado en la
contemplación.

Las potencias en la contemplación mística:

Llul concibe a partir de las tres potencias un método o camino de la contemplación, un


ascenso que se sucede en un orden casi sistemático: Memoria-Entendimiento-Voluntad.
Pero no sin accidentes, desviaciones, postergaciones y padecimientos del Amigo, que
requiere de la ayuda de su Amado. Como bien lo patenta la oración en la figura de
Blanquerna:
“Contemplar quiso Blanquerna la Santísima Trinidad de nuestro Señor Dios, y, por eso, en el
principio de su oración, rogó a Dios le exaltase las potencias de su alma para poder ascender a
contemplar sus divinas virtudes y dignidades para que por ellas pudiese contemplar su
Trinidad gloriosa” (Ramón Llul, Libro de Evast y Blanquerna- “Arte de Contemplación”,
Capitulo V- De la Trinidad, p. 540)

Es inevitablemente una carrera, en la que el hombre esfuerza angustiosamente todas sus


potencias finitas:

“[314]. Por las sendas de vegetación, sentido, imaginación, entendimiento y voluntad iba el
Amigo buscando a su Amado, en estas sendas padecía el Amigo peligros, enfermedades,
trabajos y muchas dificultades para que exaltase su entendimiento y su voluntad lo que le era
muy gustoso, porque su Amado quiere que sus amadores le entiendan y amen altamente”.
(Ramón Llul, Libro de Evast y Blanquerna- “Libro del Amigo y del Amado”, p. 516)

“[131]. Atábanse los amores del Amigo y del Amado con memoria, entendimiento y voluntad,
para que el Amigo y el Amado no se dividiesen ; y la cuerda con que estos dos amores se
ataban era de pensamientos, suspiros, enfermedades y llantos”. (Ramón Llul, Libro de Evast y
Blanquerna- “Libro del Amigo y del Amado”, pp. 493- 494)

Ahora bien, antes de esclarecer la metódica, aunque tortuosa travesía del Amigo a su
Amado, resulta oportuno precisar tales funciones recíprocas del alma humana y con ello
los excesos o desviaciones que pueden perturbar su itinerario. Lo haremos a través de
los consejos y la autoridad de la abadesa sor Cana a sus monjas, acerca del uso
conveniente de las potencias.

Comenzamos con la Memoria, cuya orientación es retener el recuerdo en la constante


vigilia del Sumo Bien y las virtudes, al sumir en el olvido las vanidades del mundo. El
mal uso de este don es cuando el hombre se olvida de lo primordial y se deja arrastrar
voluntariamente en la dispersión de los bienes superfluos. La Memoria es vigilia de lo
bueno para el alma.
“—La memoria—dijo 'la abadesa—fue dada a nuestra alma para que nos acordemos del
Soberano Bien, de donde tienen principio y se derivan todos los bienes, el cual nos creó […] Si
sabemos memorar, sabremos olvidar, y si sabemos olvidar, sabremos memorar, y en sabiendo
memorar y olvidar, sabremos entender y amar. Consideremos nuestros pecados, para
acordarnos de la justicia y misericordia de Dios, y tengamos en la memoria las virtudes, para
que las amemos. No es conveniente acordarnos de lo que hacíamos en el mundo, pues con este
recuerdo se mueve la voluntad a desear el mundo”. (Ramón Llul, Libro de Evast y
Blanquerna- “Libro II, que trata del estado religioso”, Capitulo XXXVII- De la Memoria,
págs. 249-250).

El Entendimiento en compañía de la Fe, ilumina los pasos del Amigo, para no errar en
la ignorancia de lo falso, ante el riesgo de abandonar y desertar a lo que se memora y
ama como Bien Supremo, inteligible como Verdad.

“La abadesa sor Cana dijo a sus monjas que el entendimiento era luz espiritual que iluminaba
el alma para entender verdad de su Creador y de sus obras, y que la voluntad, antes de moverse
a querer o no querer alguna cosa, recibía luz del entendimiento para no errar en sus
operaciones; porque así como los ciegos yerran el camino por donde van por faltarles la vista
corporal, del mismo modo el alma yerra en su memorar y querer cuando no recibe luz del
entendimiento. —'Muchas veces acontece [—dijo—] que por el demasiado memorar y querer
se turba el entendimiento, y por esto, quien desea recibir de él la luz espiritual, conviene que
tenga templanza en su memorar, querer y entender; por lo cual, el hombre que desea entender,
sepa memorar y querer, y el que desea memorar y querer, sepa entender; […] Pues cuanto más
el entendimiento entiende las cosas dificultosas y altas, tanto es mayor y más noble y más
elevado por su inteligencia, lo que no sucede siempre así en las otras potencias, pues, por
acordar demasiado, puede ser la memoria menor en su acto, como también puede la voluntad
ser menor en su querer por el demasiado amar o aborrecer. […] Y cuando el entendimiento
entiende la verdad, debe la voluntad amarla, y si la falsedad, aborrecerla, y si el entendimiento
entiende a la voluntad, debe ésta apreciarle y amarle, porque así como fué hecha la voluntad
para amar al entendimiento, así también el entendimiento para entender a la voluntad, y
cuando la memoria recuerda con frecuencia sin entender ni querer, entonces la imaginación se
acostumbra a imaginar en tal manera, que el hombre suele volverse loco”. (Ramón Llul, Libro
de Evast y Blanquerna- “Libro II, que trata del estado religioso”, Capitulo XXXVIII- Del
Entendimiento, pp. 251-252).
Por último y no menos importante, la Voluntad es aquella fuerza que moviliza el alma
hacia el bien mayor, siempre y cuando se halla guiada por la luz inteligible del
Entendimiento y la vigilia de la Memoria.

“Prosiguió la abadesa diciendo a las monjas que Dios había dado al hombre la voluntad; y a los
peces, y a las aves, y a los brutos, y a los demás vivientes, el apetito natural, que es muy
semejante a la voluntad; y, según esto, dijo que la voluntad del ¡hombre era más noble que la
de todas las demás criaturas que carecen del uso de razón, y esto a fin de que la voluntad
humana no quiera cosa alguna sin razón, y de aquí que si el hombre o la mujer ama o aborrece
alguna cosa sin razón, entonces tiene peor voluntad que ninguna otra criatura. El amar lo
bueno y desamar lo malo [-dijo-] conviene a la voluntad; pero cuando el hombre ama más el
menor bien que el mayor, entonces dispone su voluntad para amar lo malo y desamar lo bueno
[…]para que más exaltase en su inteligencia y mejor pudiese la voluntad contemplar y amar a
Dios y a sus obras, porque si Dios no quisiese ser contemplado por el entender y amar de las
criaturas, no les hubiera dado tan gran virtud como les dió en su memorar, entender y amar, a
fin que sea de ellas más entendido y por la mayor inteligencia sea mayor el amor. […] En fin,
pues cada cual de nosotras tiene voluntad y entendimiento, tenga cada una su voluntad sujeta a
su entendimiento” (Ramón Llul, Libro de Evast y Blanquerna- “Libro II, que trata del estado
religioso”, Capitulo XXXIX- De la Voluntad, pp. 253-254).

En síntesis, la Memoria recuerda persistentemente lo que es bueno y verdadero,


olvidando lo malo y lo falso, para mantener en la vigilia al Entendimiento ligado con la
Voluntad (mayor la verdad del entendimiento, mayor el bien del amor y viceversa). El
Entendimiento se dirige a la Verdad y para ello entiende al motor que lo alimenta, la
Voluntad, mientras está ama al Entendimiento para alcanzar sin extravió su Bien
Soberano, aborreciendo toda maldad y falsedad.

De tal forma es la mutua comprensión y de esta complejidad de relaciones, se puede


inferir, entonces, cual es el procedimiento de la contemplación del Amado: En la
vanguardia se adelanta el Entendimiento, escoltado en la retaguardia por la Voluntad,
mientras que la Memoria se halla en zaga constante de sus guías.
[19]. “El Amigo preguntó al entendimiento y a la voluntad cuál de los dos era más cercano de
su Amado. Y corrieron los dos, y el entendimiento llegó mucho más presto a su Amado que no
la voluntad.” (Ramón Llul, Libro de Evast y Blanquerna- “Libro del Amigo y del Amado”, pp.
481-482)

El intelecto abre y prepara el camino de la intelección, pero la Voluntad que ama lo


realiza, si la Memoria no olvida al Amado. Ya que, al desfallecer el Entendimiento en
las alturas, una vez que ha conducido el alma al umbral del misterio divino, se retira y
tiene que ceder paso a la Voluntad y la fe. Por lo que cesa el discurso y queda solamente
el Amor y la Memoria de su Amado.

“[79]. —¿Qué te trajo Amor? —Hermosas facciones, honores y valores de mi Amado. —¿En
dónde vinieron? —En la memoria y en el entendimiento.” (Ramón Llul, Libro de Evast y
Blanquerna- “Libro del Amigo y del Amado”, p. 488).

“[123]. Iluminó el amor el nublado que media entre el Amigo y el Amado, e hízole así claro y
resplandeciente como la luna en la noche, como la aurora en la alborada, como el sol en el día
y como el entendimiento en la voluntad, y por aquella nube así resplandeciente y clara se
hablaban el Amigo y el Amado” (Ramón Llul, Libro de Evast y Blanquerna- “Libro del
Amigo y del Amado”, p. 493).

Metáforas del Amor, el Amigo y el Amado

Habiendo rematado nuestro recorrido expositivo en el Amor, me parece pertinente


aportar en el orden de un respectivo sentido, algunas citas cuyo ímpetu poético y
sublime o padeciente belleza, son metáforas vivas que reflejan las vivencias
esperanzadoras y desgarradoras del Amigo Ramón Llul en busca de su Amado. Tales
fragmentos representan y contienen la tríada fundamental de nuestro trabajo, patente en
su itinerario hacia el Amado, y comprendida en el culmen del Amor.
“[103] Juntáronse la Memoria y la Voluntad, y subieron en la montaña del Amado, para que el
Entendimiento se exaltase y el amor del Amigo se duplicase en amar a su Amado” ( Ramón
Llul, Libro de Evast y Blanquerna- “Libro del Amigo y del Amado”, pp. 490-491).

“[226]. Muy alto quiso subir la voluntad del Amigo para poder amar mucho a su Amado, y
mandó al entendimiento que subiese con todo su poder. El entendimiento mandó a la memoria,
y los tres subieron a contemplar al Amado en sus honores” (Ramón Llul, Libro de Evast y
Blanquerna- “Libro del Amigo y del Amado”, p. 504).

“[348]. Contemplando el Amigo a su Amado, se sutilizaba en su entendimiento y se


enamoraba de él en su voluntad. Y es cuestión por cuál de estas dos cosas se sutilizaba y
fecundaba más su memoria en recordar a su Amado” (Ramón Llul, Libro de Evast y
Blanquerna- “Libro del Amigo y del Amado”, p. 521).

“[184]. Elevó el Amado el entendimiento del Amigo a entender a sus alturas, para que el
entendimiento inclinase la memoria a memorar sus propios defectos, y la voluntad los
aborreciese y subiese a amar las perfecciones del Amado” (Ramón Llul, Libro de Evast y
Blanquerna- “Libro del Amigo y del Amado”, pp. 499-500).

“[335]. Oía el Amigo las palabras de su Amado, en las cuales le veía su entendimiento, puesto
que placíase la voluntad en oírlas; y la memoria recordaba las virtudes de su Amado y sus
promesas” (Ramón Llul, Libro de Evast y Blanquerna- “Libro del Amigo y del Amado”, p.
519).

“[331]. Trasnocharon y hacían romerías y peregrinaciones los deseos y los recuerdos del
Amigo en las noblezas de su Amado, y llevaban al Amigo facciones, y llenaban su
entendimiento de resplandor, por la cual la voluntad multiplicaba sus amores” (Ramón Llul,
Libro de Evast y Blanquerna- “Libro del Amigo y del Amado”, p. 518).

“[138]. Preguntaron al Amigo de dónde nacía el amor, de qué vivía y por qué moría.
Respondió el Amigo que amor nacía de recuerdo, vivía de inteligencia y moría por olvido”
(Ramón Llul, Libro de Evast y Blanquerna- “Libro del Amigo y del Amado”, p. 494).
“[139]. Olvidó el Amigo todo cuanto está bajo el alto cielo, para que el entendimiento pudiese
subir más alto a conocer al Amado, a quien la voluntad deseaba entender, contemplar, alabar y
predicar” (Ramón Llul, Libro de Evast y Blanquerna- “Libro del Amigo y del Amado”, p.
494).

“[249]. Destruía el Amor todas las cosas en el corazón de su verdadero Amigo para poder
caber y vivir en él, y hubiera muerto al Amigo a no tener éste memoria de su Amado” (Ramón
Llul, Libro de Evast y Blanquerna- “Libro del Amigo y del Amado”, pp. 507-508).

“[210]. Probó el Amigo si el Amor podía conservarse en su corazón sin memorar a su Amado;
y cesaron el corazón de pensar y los ojos de llorar, y aniquilóse el Amor y quedó el Amigo
desamparado del Amor; y preguntó a las gentes si habían visto al Amor o en dónde podría
encontrarle” (Ramón Llul, Libro de Evast y Blanquerna- “Libro del Amigo y del Amado”, p.
502).

“[127]. —¡Oh entendimiento y voluntad! Gritad y despertad los perros grandes, que duermen
olvidando a mi Amado. ¡Oh ojos! Llorad. ¡Oh corazón! Suspira. ¡Oh memoria! Acuérdate del
deshonor grande que a mi Amado hacen aquellos a quienes él tanto ha honrado en este mundo”
( Ramón Llul, Libro de Evast y Blanquerna- “Libro del Amigo y del Amado”, p. 493).

“[206]. Eclipse hubo en el cielo y tinieblas en la tierra, y por esto el Amigo se acordó que la
culpa había apartado por mucho tiempo a su Amado de su querer, por cuya ausencia las
tinieblas habían desterrado de su entendimiento la luz, con la cual se representa el Amado a sus
amadores” (Ramón Llul, Libro de Evast y Blanquerna- “Libro del Amigo y del Amado”, p.
502).

“[208]. Enfermaba el Amor porque el Amigo había olvidado a su Amado, y enfermó el Amigo
porque, por sobras del mucho memorar, le dió el Amado trabajos, ansias y languores” (Ramón
Llul, Libro de Evast y Blanquerna- “Libro del Amigo y del Amado”, p. 502).
“[343]. Quejábase el Amigo con su Amado de las tentaciones que cada día le venían
disturbándole sus pensamientos, y respondióle el Amado que las tentaciones son ocasión de
que el hombre recurra con su memoria a acordarse de Dios y a amarle” (Ramón Llul, Libro de
Evast y Blanquerna- “Libro del Amigo y del Amado”, p. 520).

“[365]. El Amor calentaba e inflamaba al Amigo en el recuerdo de su Amado. Y el Amado lo


enfriaba con lágrimas y llantos, y con olvido de los deleites de este mundo, y con
renunciamiento de los vanos honores” (Ramón Llul, Libro de Evast y Blanquerna- “Libro del
Amigo y del Amado”, p. 522).

Conclusión:

De la tríada humana a la Trinidad divina, del Amigo al Amado, todo nuestro recorrido
radica en la importancia de las tres potencias racionales del alma: Memoria,
Entendimiento y Voluntad. Sin las cuales el ser humano no podría ser activamente ser
humano y sublimarse como Amigo en la contemplación de su Amado. La presencia de
nuestras protagonistas y su complejo concurso, es condición de posibilidad de la mística
luliana, que se orienta en el conocimiento y culmina en la plenitud del Amor. Ramón
Llul concibe este último desde una visión teórico-práctica, como la complementación de
dos ámbitos o campos: la ciencia y la “amancia”. La primera es ejercida gracias al
entendimiento, y la segunda es correspondiente a la voluntad. Sin embargo, pese a tal
distinción ambos campos están íntimamente relacionados, empleando los mismos
instrumentos, las tres potencias racionales que tienen que obrar cooperativamente en
tales ámbitos, cuyo resultante es la unión mística. Y aquí el hombre y sus fuerzas finitas
se transfiguran en la perpetua contemplación amorosa del Amado. Ya no solo recuerda,
entiende y quiere, sino que se eleva en la ciencia que ennoblece el entendimiento para
captar la Verdad, y desborda la voluntad plena de Amor. Sin más en ello se agota todo
el camino inconmensurable del Amigo.
Bibliografía:

-Agustín de Hipona. La Trinidad. Traducción de Luis Arias. Disponible en:


http://www.augustinus.it/spagnolo/index.htm.

-Pring-Mill, R. D. F. “Ramón Llull y las tres potencias del alma”. Estudios Lulianos,
ISSN: 2340-4752, vol. XII, n° 2-3, pp. 101-130, (1968). Disponible en:
studialulliana.uib.cat. o
http://ibdigital.uib.es/greenstone/collect/studiaLullianaVolums/index/assoc/Studia_L/
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-Ramón Llul. Obras Literarias: Libro de Caballería; Blanquerna; Félix; Poesías.


Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), Madrid, (1958).

-Villegas,M e Ibarz,V. “La Psicología Luliana”. Revista de Historia de la Psicología,


ISSN: 0211-0040, vol.XVI, n° 3-4, pp. 163-168, (1995). Disponible en:
http://www.revistahistoriapsicologia.es/revista/1995-vol-16-núm 3-4/.

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