La mayoría de los teóricos de la sexualidad humana coinciden en reseñar la
enorme dificultad del establecimiento de los límites del concepto de sexualidad. En la actualidad ha sido estudiada y descrita desde diferentes miradas. Estas ópticas vienen a ser como las diversas vistas de una escultura. Todo depende del ángulo del que se mire, pudiendo ser pertinentes y complementarios los diferentes enfoques de una misma realidad (Carrobles, 1990).
La humanidad, como último peldaño de la evolución filogenética de las
especies, es esencialmente sexuada. No se puede entender las relaciones entre los seres humanos sin su condición de seres sexuados. El origen de la sexualidad se inicia cuando la evolución de la vida opta por la diferenciación de seres complementarios de cada especie, como forma óptima de reproducción, y por tanto de supervivencia: desde ese momento se puede hablar de sexo, de sexualidad. Todo lo relacionado con este hecho básico es sexualidad.
Por tanto, no es posible llegar a un concepto cerrado y definitivo de sexualidad.
Sin embargo, es necesario establecer los parámetros esenciales del marco conceptual donde el estudio de la sexualidad humana se desarrolla.
Algunas definiciones
Para Germán Jara y Ramiro Molina (1993): “La sexualidad es el conjunto
de manifestaciones comportamentales, propias de la especie humana, influida por factores biológicos, psicológicos y socioculturales, por medio de los cuales los individuos se manifiestan conforme a su identidad, sus roles y su orientación a lo largo de toda su vida”. Según Beatriz Goldstein y Claudio Glejzer (2006): consideran la sexualidad “al conjunto de procesos emocionales y comportamentales en relación con el sexo que interviene en todas las etapas del ciclo de la vida de un individuo, a lo largo de su desarrollo”. OMS (2006): “La sexualidad es un aspecto central del ser humano, presente a lo largo de su vida. Abarca el sexo, las identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual. Se vivencia a través de fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, conductas, prácticas, papeles y relaciones interpersonales. La sexualidad puede incluir todas estas dimensiones, no obstante, no todas ellas se vivencian o expresan siempre. La sexualidad está influida por la interacción de factores biológicos, psicológicos, socioeconómicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos, espirituales”. Como puede verse en las anteriores definiciones, la sexualidad es un campo amplio que atraviesa al sujeto a lo largo de toda su vida. Hay un entrecruzamiento de dimensiones que configuran la sexualidad de las personas, esto, acorde al tiempo histórico y social que el sujeto transita.
Dimensión biológica Abarca los determinantes genéticos, áreas del sistema
nervioso central, el sistema endócrino (hormonal), nervios periféricos, músculos del piso pelviano, vasos sanguíneos, etc. Todas las estructuras y funcionamientos correspondientes confluyen para generar la respuesta sexual humana. También son parte de esta dimensión los umbrales de estimulación y respuesta, a los impulsos, a la capacidad de sensibilizarnos frente a los estímulos, a la acción de las moléculas, los neurotransmisores, etc. El hombre no es mente por un lado y cuerpo por otro, sino que es un todo dinámico e integrado, por lo tanto no puede pensarse sin la articulación correspondiente con las otras dimensiones.
Dimensión Psicológica Cada persona va perfilando a lo largo del tiempo una
actitud propia sobre la sexualidad que será facilitadora o inhibidora de su expresión sobre sus propias experiencias, las referidas por otras de su entorno, el ambiente social y cultural en el que está inmersa su formación y su información, etc. A la vez y de forma inevitable, transmite a su entorno una imagen basada en su conducta y opiniones, que pueden ser coincidentes o no de su íntima realidad. Desde la infancia, las primeras actitudes hacia el sexo, que a menudo permanecen inalteradas, se basan en lo que oímos de nuestros padres, educadores, compañeros. En definitiva es indudable que el medio social mediatiza de manera importante tanto nuestra actitud como nuestras conductas hacia la sexualidad propia y ajena. La dimensión psicosocial conjuga factores psicológicos (emocionales, ideas, actitudes personales) con factores sociales (influencia del entorno) y su evaluación es muy importante porque con ella pueden llegar a explicarse el origen de numerosos trastornos sociales. En esta dimensión podemos incluir la identidad de género, que refiere a los aspectos psicológicos de la conducta y por supuesto de la trama subjetiva relacionada con la masculinidad, la feminidad o cualquier otra forma identitaria. Si bien la identidad sexual es el aspecto más importante de esta dimensión psicológica, no podemos restar importancia a las condiciones que acompañan a las personas a la hora de autoafirmarse, de sentirse constreñidas o libres como seres sexuados. Junto a los cambios acaecidos desde la dimensión biológica, como ser las hormonas sexuales, que modelan en cuerpo, sirviendo de guía fisiológica para la identidad sexual, desde la dimensión psicológica, se refuerza la subjetividad asociada al género, dando mayor solidez al marco de la personalidad. Será la identidad de género pieza clave en la fase de socialización.
Dimensión Cultural Está en íntima relación con la dimensión psicosocial. Es el
molde que nos impone el entorno, los valores éticos y morales que hacemos propios y que pueden ser variables, dinámicos y de ninguna manera tienen una validez universal, ya que, no pueden aplicarse a todas las personas. La familia es el primer molde o matriz de identidad, luego vendrá la escuela, la socialización, las creencias religiosas, los adelantos y cambios que impone la ciencia, etc. En los últimos años, algunos expertos señalan una nueva dimensión de la sexualidad, la medioambiental, movidos por la certeza de que los factores medioambientales influyen de manera clara en ella. Estos cambios provienen de modificaciones diferenciales en la sexualidad de los seres vivos, interdependencia entre estos y el ambiente es la base de la evolución y de la biodiversidad.
Sexo y Genitalidad
La sexualidad, el sexo y el género se encuentran relacionados, pero no son lo
mismo. El sexo de las personas se reconoce por sus órganos genitales internos y externos (en las mujeres: vagina, útero, trompas de Falopio y ovarios; en los varones: pene y testículos). El sexo es definido por Héctor Seguí (1992) como: “Todo aquello que en la dimensión sexual humana que corresponde al campo de lo biológico, anatómico, fisiológico, genético, endocrinológico, etc.”.
Es decir, el sexo son las características biológicas en general no sólo a nivel
genital que nos diferencia como hombres y mujeres. Por ello podemos hablar de diferentes características sexuales o tipos de Sexos:
Sexo cromosómico o genético: hombres y mujeres tienen diferentes
dotaciones cromosómicas, determinadas genéticamente. Básicamente existen dos configuraciones: masculino (XY) y femenino (XX).
Sexo hormonal: hombres y mujeres tienen diferentes tipos de hormonas
implicadas en la actividad sexual o en la reproducción. La testosterona predomina en el hombre y en la mujer, la progesterona y los estrógenos.
Sexo gonadal: las glándulas sexuales en la mujer son los ovarios y en los hombres los testículos.
Sexo genital: radica en la diferencia anatómica, los hombres poseen pene y
las mujeres vulva.
Sexo asignado: refiere a la etiqueta sexual que se asigna a una persona al
nacer, dictaminada por la observación de los genitales externos. Sexo legal: el sexo que ha sido asignado legalmente a una persona desde su nacimiento en función de sus características sexuales manifiestas.
El Género se refiere a los conceptos sociales de las funciones,
comportamientos, actividades y atributos que cada sociedad considera apropiados para los hombres y las mujeres. Las diferentes funciones y comportamientos pueden generar desigualdades de género, es decir, diferencias entre los hombres y las mujeres que favorecen sistemáticamente a uno de los dos grupos. Es una categoría construida, no natural, que atraviesa tanto la esfera individual como la social, influye de forma crítica en la división sexual del trabajo, la distribución de los recursos y la definición de jerarquías entre hombres y mujeres en cada sociedad.
Estereotipos de género Los estereotipos son suposiciones generalizadas
sobre cómo es o debe ser una persona a partir de una característica concreta. Los estereotipos de género son suposiciones sobre el valor de una persona basadas en su sexo biológico, su orientación sexual o su identidad o expresión de género. Pueden estar o no basados en hechos, y ser positivos o negativos.
La perspectiva de género: La perspectiva o visión de género es una
categoría analítica que toma los estudios que surgen desde las diferentes vertientes académicas, desde esa plataforma teórica, cuestionar los estereotipos y elaborar nuevos contenidos que permitan incidir en el imaginario colectivo de una sociedad al servicio de la igualdad y la equidad.
Cuando se habla de perspectiva de género, se hace alusión a una
herramienta conceptual que busca mostrar que las diferencias entre mujeres y hombres se dan no sólo por su determinación biológica, sino también por las diferencias culturales asignadas a los seres humanos.
La sexualidad es un proceso dinámico, ligado a nuestra identidad,
nuestra forma de mover nos, de sentir, de expresarnos. La sexualidad no es sinónimo de genitalidad ni de relaciones sexuales, si no que se despliega en una forma de expresión mucho más amplia. Con respecto a los conceptos de sexo y genitalidad, estos son sólo la expresión de la sexualidad que es un concepto más amplio que los incluye.
Funciones de la sexualidad
La sexualidad desarrolla diversas funciones en el desarrollo personal.
Destacamos las siguientes: En el ámbito intrapsíquico: la sexualidad es uno de los móviles más importantes en la estructura de la personalidad. La identidad sexual, forma parte del concepto general de identidad, es decir, de la consciencia de sí mismo (Erikson, 1968).
En el ámbito relacional: la sexualidad es uno de los factores, junto con el
apego, que impulsa al individuo al encuentro con el otro. A nivel relacional la sexualidad constituye una de las formas privilegiadas de comunicación en el ámbito de la intimidad, en donde se transmiten los principales afectos humanos como el amor, el enamoramiento, la atracción, el cariño y el apego.
En el ámbito de la reproducción: la reproducción debe entenderse no como
una obligación de las mujeres, sino como una opción libre y voluntaria. La posibilidad de tener hijos es una de las funciones de la sexualidad, que produce una de las experiencias humanas más intensas, aunque en una valoración global del deseo sexual, la intencionalidad de tener hijos ocupa una porción reducida en relación con la satisfacción sexual propiamente dicha. En la sociedad moderna, la fecundidad es una opción libre y voluntaria de las mujeres, también de los hombres, es una realidad que compromete a los hombres en la crianza de los hijos.
Educar en sexualidad: es el de bate actual .A partir de la reforma
constitucional, la posterior sanción de la Ley Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable (Ley No 25.673) y la Ley Nacional de Educación Sexual Integral (Ley Nº 26.150), el marco normativo de nuestro país no sólo habilita el tratamiento de la sexualidad en la escuela, sino que también establece la responsabilidad del Estado de llevarlo a cabo. Este abordaje permite distintas modalidades para trabajar la cuestión de la sexualidad en las escuelas, desde la incorporación de contenidos específicos en los diseños curriculares de diversas asignaturas, hasta el desarrollo de talleres dirigidos a estudiantes de distintas edades.