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‘como zombis, por tomar una imagen del notable libro de John Quiggin®. La conclusién que debemes recalear de nuevo més es que el funcionamiento dal capitalism conduce la polar. ‘zacién de la riqueza y que sé la presién social puede modi. fear esa tendeneia xnatarae [Angus Maddison, Contours of the world Economy, 1-2080 AD: Essays in Macroeconomic History, Oxford University ross, Oxford, 2007, Richard Wilkinson, Ligalité c'est la santé, Demopolis 2010, ‘Thomas Pikety, Les Haute revenus en Prance au XXe siete inégalités et redistribution, 1901-1998, Hachette, Paris, 2006. Paris, ‘1 John Quiggin, Zombie Beonomice: How Dead Ideas Stilt Walk among Us, Princeton University Press, Prineston, 2010, m2 4 qQué necesitamos (realmente)? La produccién produce, pues, el consumo, 1) creando ol material do ste; 2) determinando of ‘modo de consumo: 8) provocando en el eansumi: or Ia necesidad de productos que ella ha creado originariamente como objetos. En consecuencia, el objeto de consumo, el modo de consumo y el ie puso al consumo Karl Mars, Grundrisse, 1857 ‘Us aoron 0p nos mros: senticos v Mencanos Bl dnieo erterio de eficacia del capitalismo es el beneficio. Pero, como es preciso vender, también necesita salidas (mer- cao) Asl pues, au reproduccién est sometida a ciurtas con diciones, Bs preciso, por supueste, que exista una domanda solvente en otras palabras, provista de poder adquisitivo— fla altura dol valor de las morcaneias producidas, Tiene que haber consumidores quo compren los bienes de eoneumio y fempresas que compren bienos do inversién. Estas condico hes de reproduccion fueron estudiadas por Marx en El Ca pital, y esje anslisis anticipaba la macroeconomis moderns, ome reconocis Paul Sarauelson: «Marx invent6 realmente lo modelos de reproduccién de dos sectores. Son antieipaciones ‘tiles de los trabsjos actuales (..). Sinceramente, no creo que loa desarrollos contempordnoos hayan sido influenciados, di- recta 0 indirectamente, por los escritos de Marx. Pero todos ‘nos habriamos podido beneficiar antes con el estulo de las ‘descripeiones de Maro»®, Tambidn lo Joan Robinson: «Keynes ‘nunea comprendié nada do Marx (..) poro si hubiera partido ‘de Marx, en vex de la economia ertodoxa, se habria ahorrado muchos esfuerzoss™ 92 Paul Samasion, Marsan Lenore a Lomemion,Amarcan Benoni ese vl i, aed 087, Mepis ron rb pa {Jao Hoban, Kale ont Reyne, Clee Bronomte Paper vl, _ Melval, Oxor, 196 105 ‘Sin ombango, las condiciones de repreducein nose reducen 4 la nocoaaria correspondencia entre la oferta y la demanda tefectiva medidas en términoa monetarios. Esta correspanden ‘ia también tiene que existir desde el punto de vista de la raturaleza de los bienes y servicios ofertadea. Imaginemes ‘aue, por parte de las emprosas, la oferta se eomponga slo de foches, pera que los consumidores deseen coniprar teléfonos ‘oviles. Incluso si las eumas afeetadas son equivalentas, si el poder adguistivo de los hogares es igual al valor virtual de les ‘coches, es evidente que la reproduccién del capital no est ase gurada, La correspondencia debe darge no aslo en las suas slobales,cino también on su estructura ‘Aqui aparece de nuevo la distineiénelfsica entre valor de ‘cambio y valor de uso, 0 més sencillamente entre valor mo- netario y capacidad de responder a una necesidad, Lis dos Jdinensiones intervienen eanjuntamente™. Esta necesaria adecuacién entre la produceisn y Tos bienee cconerotos que msterializan les necesidades sociales aparece ‘atin més claramente si ge razona dinémicamente, Porque en- ‘onces have falta que la estructura de las necesidades sociales (Golventes) evolucione eorrelativamente con Ia oferta, no eélo, Aeedo ol punto do vista de las masas de valores, sin tambign do Ia estructura de los valores de uso que slleven on st seo teste valor de cambio global. Se trata de algo més que de una ceondicién de proporcionalidad muy global entre grandes eee: ciones, entre acumulacin y consumo. Bsta adecuseién estruc tral debe reproducirse constantemente en e interior de cada una de ellas. {94 Buco scan pare romper con uo vsdn sequin ue ane «on ‘arm vo tees ks usps ales deans opra un oo este donde tt ep el ape cote Abs one var Uo enen a importa tan rn del msc org ost {cr dis engoanede epedansin spore una careapandencn ont > ‘quae predacny fo quote conscns, Mars ecb yor fale gos part na ereancin sevens as aor denen edo sn lein cone tsb Jovedslmans nasa moni esl cntdad lal debe sal ‘Son eple part emanate e mrencas eke corpse 2 canted Ges pecsdnder nnn, ez dr 9 as mseaie sles {elven art Ma loop op ct Rvtsecemone onan? Bn resumen, trvinta monjes y un absd no pueden hacer ‘ober a un atmo contra su voluntad, Be precisa que la eséruce tura de consumo sea compatible con la orientacién de la act mulacion ease Soci ¥ ABNTABIADAD: 14 GRAN BCH Bn lo que respecta a nuestra situacin actual, desde el fin del fordiamo se ha abierto una erecionte brocha entre ol modo en. ‘tue ce manifiestan y co satisfacon Ins necesidades sociales y las exigencias del régimen de acumalacidn. Bsto se debe prin- ipalmente a un desplazamiento de la demanda social de los biones manufactarados a los servicios, Esta tess de una di ‘yergencia creciento entre demanda social y bsqueda de hene- Selo puede ser ilustrada a partir dela evolucién comparada do las extructuras del consumo de las familiss y de la produccién, ‘quo saca a La Ius tres grandes tendencias Le primera tendencia es paraddjca: Ia parte del consumo privado, es decir satisfecha por el emercador, decrece regular- heats, En Francia, esta forma de consumo supone slgo mis de Ia mitad del consumo de las familias, frente a los mas do tes cuartos de 1950 (cuadro 5). La contrapartida de este re froceso est on la vivienda (que pasa del 2 al 16 % del total fon el caso cepatil co pasa del § al 31,3% entre 1958 y 2011) yen lo que aqui se ha bautizado sconsumo colectivor, Esta ca- togoriaeortiene en primer lugar servicios —como edueacin, sanidad, trabajo social ofrecidos por los aervicios pablicas! representan un 22 % del consumo de las familias, frente a un 18 en 1950. Se ha afiadido ahi la energia, los transportes y las telecomunicaciones quo cludian o ain eluden en parte un fancionamiento puramente mereantil war 5. Erucién d a estructura dl consumo Franca 19501980 _ 2008 a a Cont pin + Seviee pblins ae am ‘Vonenda 11% wet INSEE Uta Renin 2 Estat Henin por oie a. 105 Enotras palabras, los bionesy servicios mercanties indivi dualisables ceupan un lugar decreciente en el consumo. Los Denes servicisecolectivos © no mercantiles euponen, por el contrario, una parte ereciente y que hoy supone aproximada mente la mitad. Esta constatacign invita a matieg la imagen fesponténes del eonsumidor yendo wal mereadoo: en efeto, Ia raitad de su consume se efectia on bienes o servicios que son russtra de una oferta y un consumo colectivos. Las privat zaciones, que pretenden sustitir Ia dieponibilidad de bienes publicos por una oferta privada, suponen evidentemente una fuerte contra-tendencia. ‘Ya se trate de la vivienda, la encrgia, los transportes cole tivo, Ins tlecomunicaciones, le sanidad o la edueacién, este- ‘noe ante un tipo de consume que no depende de un acto indi. vidual de compra y que de hecho esté eometido, no al juego Clisico del meteado, sino a una intervencién pibliea, yo sea fen forma dircota 0 por medio de polticas y reglamentaciones. [Esta distincidn ve importante: del mismo modo on que la na ionalizacién de la industria del ealzado no es forzasamente ‘una alternative efca, la mitad de la demanda social aaociad ‘a consumos coletivos af ce prestaria bien @ una oferta soca: encia de as necesidadessociles ala mercantilize también medirso a partir de una segunda tendon. ‘ia, la del indice de cargas Bscales, que ae obtiene refirendo al PIB el total de los impuestos y cotizaciones sociales. Por otra parte, habria que rechazar esa expresién que lleva a asimilar- las a sangrins forzoaag;e@ una medida aprosimeda del grado de sociaizacién de In economia, en otras palabras: de todo lo ‘que elude a la iniciativa privada. Bs pues logico que uno de los bjetivos prioritarios do las politicas neoliberales sea hacerlo bajar. Paro estas politicas no lo han eonseguido realmente. Es certo quo la prosiém fiscal tionde a bajar un poco a partir Adel iniefo de este siglo, pero, 2 pesar de todo, se mantiene en niveles elovados. La subida que se produjo entre 1975 y 1985, dista mucho de haber sido borrada y si bien Francia se sitia por encima dela media europea, su evolucin permanese en la ‘norman (gréfico 1), Season teiaee? ‘reo 1. Proporcion de Ingreses scales (resin Fiscal) en Franca yen Europa ts OCDE, Soin ert pubis, 20 INSEE La tervera tendeneia trata de In evoluciin de la productivi- dad. El fonémeno més notable, ya sefalado, es a diaminucion registrada entze los oTreinta gloviosos» yel periodo neoliberal entre 1949 y 1974 la produetividad per edpita orecé on Pram tia al excepoional ritmo de easi un 6% anal; pero entre 1982 1 2007 la progresién se queda en apenas un 2% anual, recupe- rando asj su fendencia en el conjunto del siglo XX (euadro 6). (unto 6 es aumento de predated por grandes sctres en Francia 168.914 1982.20 Dien ‘exjunta ds econ wonton 3 ee Idan 2 G2 oy SecoaeereanesaloEndotrin 8918 4 Pero, sobre todo, esta disminucién noes uniforme: es mucho nda notable en los sectares no industriales (-4,4 puntos) que en la industria (2,6 puntos). En otras palabras, el desplaze 107 smiento de Ta demanda social desde la industria hacia los sex vicios eontribuye a Ia distsinuicin de las gananeias de produe tividad on el conjunto do le economia. Rstas tres tendencias ‘explican la configuracién general que aparece: la demande ‘social es cada vox menos conforme con las exigencias de rem ‘abilidad. Bsta evolucion revela una caracteristiea fundamen: ‘al del capitalism: eu objetiva no os la satisfaecin dptima de Jas necesidades humanas, y la exigencia de adecuarse a esas ‘nevesidades es un obstaculo que el sistema intontaré salt, Hacia 14 cass stortanca Esta transformacién de las necesidades sociales entra en con tradiceiin con las exigencias de aeumulacién porque equivale un desplazemiento hacia seetores produetivos (de bienes o de servicios) de menor potencial produetivo y, enconseeuencia, {de menor potoncial en términos de beneficio. Sin contar eon (que, del mismo modo, en los bastidores del aparato productivo la parte de servicios utilizades por la industria también tiende a aumentar. Esta modificacién estructural de la demanda social es und de Tas causas de le disminucién de la productividad y sta {enrarece a continuaciGn las ocasionos de inversin rentables, Peto al mismo tiempo, le productividad no disminuye porque ‘ohhaya hecho la acumulacin de capital. Al contrario, Ia sew rmulacién dismaimuye y el crecimiento se frena, eon efecto re ote sobre la productividad, porque la producividad ha dix La formacion de una economia globalizads refuerza eate ‘mecanismo, porque le confrontacién de las neceridades ele- ‘mentales en el Sur con las normas de competencia en el Norte tiende a excluir a una parte de los productores(s, op conse- ‘uoncis, de las necosidades) del Sur. En estas condiciones, la Aistribucién de ingresos a los asalariados no erea los merca: dos adecuadas (en términos de demands), en In medida en ‘que esos ingresos so gastan prineipalmente en abctores cuya roduetividad —inferior 0 menos rdpidamente creciente afec ta la condiciones generales dela productividad y, en conse: cuencia, ala rentabilidad, Como la tranaferencia no ce frena o compensa, a causa de una relativa safuracién de ia demanda ‘como mereancins de gran productividad. La vealizacin sil esas pt ‘adecuada, el salar deja parcialmente de ser una salids ade- funda y debe, pues, ser bloquoado, La desigualdad del reparto Gn benefcio de las eapaa sociales acomodadas (también a una {seala mundiad) supone hasta cierto punto una solucién a la ‘euetién de [a realizacin del beneficio. "Pero si el estancamiento del capitalismo en una fase reco. siya 9 resultado do una brecha creciente entre la transforma tin de las necesidades sociales y el modo eapitalista do reco. bocimiento y satisfaccin de esas necosidades, esto significa ntonces que el perfil particular de Ia fase actual moviliza, ‘quizde por primera en au historia, los elomentos de una en ss sstémica del capitalismo. Bste habria agotado su cardcter progresista, en el sentido en que su reproducsin pasaria de lahora en adelante por una involucisn socil generalizada, “ste Ioctura de la crisis permite elarificar retrospective: mente la trayectoria de la economia capitalista desde hace ‘medio siglo. 1 movimiento do fondo motifea Ia demand so- cial y Ia deevia de los biones manufacturados, a los que es ‘tn asociadas importantes gananciaa de productividad,a una demanuda de servicios a menudo colectivos y poco susceptibles de ser eatisfachos on forma de meroaneias comparables al au tomévil. En la medida en que la satisfaccién de las necesida- tts sociales afectaria a la ventabilidad del eaptal, se tratan ‘como un impedimente y, en consccuencia, se satisfacon en la ‘menor medida posible. ¥ como las necesidades soviales proce ddentes de buens parte de la humanidad pobre entran en esa ‘eavegoria,asiatimos a uns gigantesca negativa a produci = tescala mundial: ma vale no producir que producir por debajo de la norma del benefcio, Evidentamente, esto tipo de proceso 22 desarrolle en ol largo plazo de las tranaformaciones estruc- tarales y no ee puede tomar como expliacién del desencad namionto dela crisis. Pero os ol que sustenta la gran transi én hacia un capitalisme que acumula poco y profundiza las desigualdaces, Se puede, en efecto, plantear le hipétesis de quo el eapi- talisme ha visto restringidas —al menos provisionalmente— ‘us posibilidades de ajuste, en sus diferentes dimensiones tec- noldgica, social y googréfica. En primer lugar, la tecnologia: ya no permite modolar Ia satisfeccidn de lee nocesidades social 109 posible a condicién de una desigualdad creviente de les ingr 08,7 por elo, en su dimensin social, el eaptalismo es ineapaas de proponer tn scompromiso institucionalizadion ceptable; en ‘otras palabras, un reparto equitativo de loa frutos del ereic rmiento, Reivindica, de una manera totalmente contradictoria com el discurso elaborado durante su «Edad de Oro, le neces ‘dad de una regresin socal para sustentar el dinamiamo de la facumulacién. Sin una modifiacién profunda de las relaciones de fuerza, parece ineapaz de velver por si mistno a un reparto ‘mas equilibrado de le viquess, Por iltimo, desde el punto de vista geogeéfico, el papel de los paises emergentes es ambivalente: si bien pera los pa ses més avanzados suponen importantes mercados que ssti tuyen a sus mereados interires y un yacimiento de mano de obra barata, ol efecto bumerdn dela globalizacién debilta los niicleos de benfcio y de acumulacién de le patees del Centro, Resumiendo: las: posibilidades de remedelacién de estas tres dimensiones (toonolégics, social, geografca) susceptible ide proporcionar ol marco institucional de una nueva fase ex- pansiva, parecen limitadaa. Parafraseando una eélebre expre sidn, el fordismo represents sin duda el estado supremo del capitalisma», lo mejor que tenia para ofrecer. La reirada os- tensible de esta oferta indica, por su parte, la reivindieneién den verdadero derecho a la regresion soci Bi onan vuston Desde un punto de vista racional, la eoonomia no deberta ser Indi que una «tecnologia sociab al servicio de In aatisfaceiin ddo las necesidades humenes, teniendo en eventa los recursos disponibles, Pero no todas las necesidades son iguales pera el capitalismo, que hard todo Io posible por modelerlae en funcién de sus propiaa exigencins, Esta cuestiin so planted partie do Ia recesidn de modiados de los ais 70, gue mar ‘eaha el final del sfordismor por agotamiento del papel motor del automévil, Cierto nimero de teérioos spostaron entonces por que el desarrollo de nuevas necesidades haria emenger un 95 Pc retain oxprein de Yevgeni Proteabinehen a ute oom, 1a akan Te, 10 Ree corer geen? sneofordismon"®, La idea, tan del gusto de Jacques Attai, era fencilla: la xmercantlizacin» de la salud y de In educaeién iba a sostener un nuevo periodo de erecimiento™. Bate pro- ‘stieo se apoya en atta idea, sogtin la cual es el constmo iquien debe adaptarse a as necesidades de la ezonomia ¥ no a Is inversa. Michel Aglietta y Antén Brender Ia formulan muy cexlicitamente: eLe directrix para la renovacién de la indus: tha francesa es la transformacién de los hdbitos de consumo (C2). Por es0, invertiren el consumo, ea decir reunir las condi cones culturales que permitan esta iavencién, es el principio fesencial quo enlaza el enrigueeimiento dea democraci con la oouperacién de le inversigm™ iavertir en el consumo! Esta expresinilustra a las claras ‘el gran vuole: ya no of Ia produccién quien debe orientarse fen funcion de las nesesidades; es precisamente lo contrario. ‘Sin embargo, se vio bastante répido que esta produccién de Ig demand no podia funcioner plenamente, Robert Boyer y ‘Jacques Mistral constataban que no se veia eo inicio do una ‘ecomposiciin signifieativa de los gestoe familiares, aunque ro fuara mis quo porque la penetracion de los nuevos produc- toa tarda en cambiar a fondo Tae aapectos colectivos de la re produccidn de la fuerza de trabajo (sanidad, educacién) y mas fdavia en diseiar una nueva forma de organizacién espacial de le actividades" _ectivamente, Ins transformaciones de la demands, de las aque tanto se esperabe, no afectaban més que a una masa de ‘alor relativamente débil: en ese époce, un video valia unas diez veees menos que un automévil, y esto precio relative osta- ba destinado a bajar, Lo mismo sucedié con todos los produc- tos high-tech posteriores, que nunca supusieron wn volumen suficionto como para tomar ol relevo del automévil y tirar el conjunte de la méquina econémica. La multiplicacién de len Dslr, as rahe donoiqns eI barbaric Tait tls rite deniers information, Centre Gear {> Pomndon 1964, up oweone eee Sr Jaoyne Ata, Lanowelsonome fongie, Pammarin, Pes, 108, ‘Mil Apes Ann Brent, Lor matamarphows desc ola, (Calan Lar. Po 1 bre Boyar y Jans tmp pan Irie, Anoles, 0°3, TB het ta fe oye pe m Dienes imnovadares no ha bastado para constituir un nuewo rmereado comparable por su volumon y efectos de arrastre con la industria del automévil. Las bajadas de procioe inducidas por los aumentos de productividad no fueron suficente: a tlasticidad de In demanda de mumerosos bienes de consumo duraderos en relacién a los procios se ha relajado con el tiem. po, © medida que las familias so haeian més présperas y, on fonsecuencia, habian acumulado mas bienes de ese tipo»100. [Ls rien pet. coneunipon El capitalism es capar de modelar Ins necesidades para con ‘seguir mereados adecuados pera sus productos? Toda una co- sriente ertion reaponde afirmativamente © este progunta: el ccapitaliamo, gracias al marketing y a la publicidad, lograria ‘obtener consumidores cuya demanda se dria asus productos, Pero esta critica supone una malvabilidad de las necesidades yuna eapacidad de manipulacién de los consumidores limita ‘das, Por supuesto, se pueden presentar numerasos ejemplos fen este sentido; pero este enfogue es, peae a todo, reducro nista: no es cierto quo se pueda vender cualquier cosa a eval- ‘quiers,y le éxitos eamorciales ocultan Jo fracasos yflascos, Pero eat afirmacin es sobre todo unilateral: convierte alos consumidores en meros ectoplasinas totalmente alienados y tometides a todos los eaprichos de la publicidad, En realidad las cosas son més complicadas y hay que dis- tinguir las necesidades bumanas y su modo de satisfaccién Pero, sobre todo, hay quo subrayar que esta distincién pres- tenta el riesgo de conducir a un juicio de valor consistonte en ‘iferenciar entre necesidadee wordaderasyy efalsasy, uscita {das por el eapitaiamo. El peligro es evidente: para hacer esa Clasificacién habia que situarse como juea supremo, imper- reable a cualquier influencia comercial, eapaz de decidir lo que es bueno (pare los demas). Lo expresa muy bien la filésofa Imdngara Agnes Helles «Sélo se puede distinguir entre las ne 100 een Appltous y Roald butt ol ele la producti en lus eno nucle, Revs Itarnotnal del Trae 190, Ret somca eit cesidades reales y las imaginarias asumiendo que se conace teuiles gon las "Yeales", Ins “verdaderas”. Cuando la no reali- Gad do las necosidades os explicada mediante la teorfa de la ‘manipulacién, el conocimiento del teérico quo realiza el juicio sélo puede tener su origen en el hecho de que su conciencia noha sido fetichizada, de que es “ia” coneiencia correcta, Pero {gémo sabe el tebrico que su conciencia es Ia” correcta? Si al {eérico asume que la sociedad esté fetichizada objetivamente, Aescalifca su propio conocimiento como “el” carrecto, puesto {gue su conciencia, tambin, es un producto de la seciedad. En ‘onsecuencia, la divisién de las necesidades en “verdaderas” y “faleas” c& muestra earente de gentido. (J Todas las divi Siones de Ins necesidaces en verdaderas y falats basadas en Ia teoris del fetichismo presuponen que I posicin de las per- sonae que juzgan esta més allé do la sociedad on euestién™! ‘La contrapartida de este punto de vista excentrado es que percibo a Tos ciudadanos-consumidores como simples mario. netas, manipwables y manipuladas, incapaces de elevarse al tango de seres racionales, y que sélo pueden ser salvadas por ‘medio de una toma de conciencia venida desde arriba. Veamos tun ejemplo, en el que Nicolas Bavere2 retomaba, a propésito de las 85 horas, la argumentacin elésica de los moralistas ppatronales del siglo XIX contra la reduecién de la duracién {el trabajo: wEn cunts al tiempo libre, e2 la pendionte hacia Incatéstrofe socal. Porque a la ves que se dicfruta para ir de viaje al Lubéron [sierra ealiza de los Alpes: N-1, en el caso de las capas modestas ol tiempo libre es aleoholismo, desa- solo de la violencia, delinewencia, hechos dosgraciadamente probados por estudiose™. Abt queda la versiin de la deresha. Pero también en la izquierds hay quien se plantea la cuestion de saber si el tiempo liberado por las 38 horas seria bien uti- lizado,c¥ si se empleara en conaumir ain mas? Seria posible responder esta pregunta con una ocurrencia, reclamando et 101 Agnes Hell, 8 puede hablar de neces “odors 7d “aes? ‘cela en Una Fan da nota deo aca, Pai, Bar Hen, 196 pp 8838. 101 Noli Bavere, 35 howe ure cataope conmigo 20 ete, 1102008, hpsged oe lbaveret2 pl 8 derecho a utilizar el tiempo libre del modo mis desolador po- sible, por ejemplo tragando series tolevisves™, Estos exagerados ejemplos muestran que la critica de Ia vida cotidiana debe adoptar un punto de vista materialista ‘que en el fondo consiste en tener un poco de eonfanza en Ia ‘specie humana y en decir que sobre la baso do las condiciones ‘de existencia (el empleo dal tiempo, en este caso) pueden for- jarse nuevas relaciones con la actividad, la vida en la ciudad, tl reparta de las tareas doméstica, la erianza, ete. «La ex tencia determina la cancieneia» decia Mars, y podemos deter {der que es el empleo del tiempo quien determina la visién del ‘mid: vel empleo del tiempo es la infraestructura real dela personalidad desarroladas™. ‘No sive de nada, por ejemplo, predicar que wdebemoe con ‘sumir menosy; se trata de erear las bases materiales que pex- rmitan efectuar otras opeionos, tanto en as condiciones de vida ‘como en el control de las grandes eleciones sociales. Esto ou- [pone adoptar una actitud matevialiste basada en tres ideas faencialen ‘La primera os quo hay que distinguir varios niveles de ne cesidades y comenzar por la identificacién de las necesidades fundamentales de la especie humana. Algunas caen por su propio pee0, como par ejempl Ia necesidad de comida, ropa y tacho. Otras reflejan determinaciones menos materiales, pro tambign objetivas, como In necesidd de realizar todas la po: teneialidades individusles de eda cual, encontrar un lugar propio en Is sociedad de nuestros semejantes, construir una Jmagen digna de al mismo, etc. Podriamos enumerar estas ne cosidades, a rieago de producie una lista demasiado codificada, ‘Mis interesante, y deta es la cegunda idea, resulta que os ‘tas nocesidades gonerales ce expresan de menera diferente segiin el lugar que cada cual ocupa en la sociedad y segin el nivel de desarvollo de esta sociedad. Dicho de otra forma, el modo de expresién de las necesidades esta historca y aoval- mente determinado, Aunque de poco sirve andar otorgando positives ¥ negativos, en cambio es esencial asir bien la dife 108 Chetan Bree ek Bo, Rouge, 1680, 28081985, huss, et ie vec pal 14 ton Sine Mariam y toi de a peremaidad, Amor osnae 4 etme ton? rencia entre necosidades y modo do expresiin de las necesi- dades, as{ como Ia jerarquia socialmente instituida entre las C>A; 107 Agnes Her, ot 061-2 108 owe Maren Hanan, Porta Age: voyage en ler, Sages, Pa 200 10d tenaath J Aone iultad on ep de bens sia om Bneno sobre ls eens de Senet soil Kenneth Ao Tibor St. / way wpa) POP esc, 378. 119 Hl individuo 3 elige C>A>B, Hay una mayorfa (compueste por los individuos 1 y 2) que prefiere A sobre B y otra Gndividuor 1 y 2) que prefire B s9bre ©. De ahi se deberia inferir que la mayoria prefiere A sobre C. Pero es falso, ya quo hay otra mayorla, eompucnta esta vex por los individuos 2 y 3, que prefiere C sobre A. Arrow szeneraliza este ejemplo introducienda varias condiciones, em pecialmente ls ausencia de eleccionos impuestas, Su taorema ‘establece entoncos que ninguna funcién de bienestercolectivy unde satisfacer esas condiciones, que sin embargo son raz ‘ables y, ademas, coherentes con la visin de una sociedad ccompuesta por individuos. La tiniee vie de eecape te renune ciar a una u otra do las doa titimas condiciones: 0 bien ua individuo impone sus opciones, o bien el abanico de posibles opciones ae reduce. Bl interés de esta discusin reside ante toda en recalear ta cesterilidad formalista de determinadas formulationes ted ‘as, Pero va més alld: para los defoneores mas drtodoxos del mercado, el teorema,o paradoja, enneiada por Arvow demves tra que la opeién colectiva (es decir, en el fondo la economia demoerstica) es inaleanzable, Las elocciones sociales son en el fondo imposibles. La tnica salide es remitirse al mereado ¥, por ejemplo, privatizar laa concesiones municipales encar- iadas de Ja luz y el alumbrado (por hacer una ver més rete Fencia a Porto Alegre) para dejar a cada individuo la cuestiGn do decidir si estd dispuesto o no @ pagar por e908 servicios, As, las elucubraciones sobre los obatulos a cualquier opciin coleetiva servirdn para justifiear un modo de satisfaecin indi- Vidual y mercantil de las necesidados sociales, ‘Las VigTvDES DB La peocRActA soctAL Bn la experiencia de los presupuestos partcipativos se puede encontrar uns concreta puosts en prdvtica de una logics al. ternativa, que se puede ealificar de socilista. El objetivo ws claramente maximizar al bienestar, dicho de otro modo, los valores de uso, bajo los eondicionantes presupuestarios Lats notas o la clasiicacién que cada barrio atribuye a sus dife- rentes proyectos eon, efectivamente, Ia treducriSn préctioa do lanocién de valor de uso ode intensidad relativa de las neces 20 ‘ese anual? ‘dades. Los valores de cambio intorvienen come constrictiones {el presupuesto viene dado, asi como al cose de cada proyecto) {no como objetivo a maximizar. En loe albores del siglo XX {$e dio un Intenso debate entre neoclésieos y marxistas para {aber si ese eprogramay lleva al mismo resultado que el pro igrama capitalista, o mojor ai la planificacién podia conducts, fanto como el moreado, al famoso equilibrio'®. Resurionds ‘mucho, ¢ coneluyé en una posible equivalencia. En realidad, Tes dos programas son muy diferentes. ‘Tomomos el ejemplo de una sociedad que, en un momento dado, produce tres tipos de biones: alimentos, easas y tele- ‘isores. Se puode clasificar de dos maneras estos diferentes bienes. Sogtin su rentabilidad, o mas exactamente segin la dindmica probable de esa rentabilided: en virtud de esto er: tro, que en buena medida remite alos posibles auimentos de productividad, se privlegiardn los televisores y toda la ma- ‘Guinaria social capitalista intentaré dar Ia prioridad a este ‘amo, Bsto no significa que loa emprendodorce vayan a crear inecesidades ex nihilo: como ya hemos visto, todavia faltaria ‘gue Tos oonstimidores tengan ganas de comprar televisores ‘que, en cierto modo, reeponden puvs e una necesidad, aunque no sea forzosamente la mis urgente. El capital va a invertir fobre todo en la industria de los televisoves yes abi donde los progrosoe de productividad se realizarén més répidamente [Bl precio relative de los televisores bajard, poniéndolcs al a ‘ance del mayor niimero de personas, y este movimiento de procice reforzaré el cardeter «prioritarion do este sector. Al mismo tiempo, el presio de la viviende tenderé a aumentar ‘en términos relativos y, en consecuencia, para una cantidad ‘reciente de personas sera tna nevesidad peor satifecha. tl eireulo oe cerra, ademas, cuando la inacoesibilidad relativa ‘ama mejor vivienda euscita la necesidad compensatoria de tun televisor? ‘Una vor mas, en esta deseripeiém no nos remitimos a valo- raciones que opongan nooesidaides nebles frente 2 otras info roves, La constatacién esencial, yeuficiente, et que el eapita- 110 Vase Thomas Coto, socom, moves autgetn : um sat dia sninar Mate cadence de 208 Mts he. esa m Iiemo decide el orden de prioridades y selecciona a partir de ‘us propios eiterios las necesidades que tiene inteneién de satisfacer. Si se apliea esin perspectiva a la realidad eapita- Tista, ce verificaré feilmente que la sociedad en su conjunto no dediea el mismo esfuerzo a todas las mecesdades, La scar ‘sa banearin 0 la escuela infantil son dos formas d iqueza sorely por fuorza hemos de constater que ro compete al sckidadano-consumidor. Se puede pensar, ade- ‘és, que sin duda preferiria un escenario més sencillo para sucha (sies que tiene... yun entorno mas estimulaate para sue nifios, pero de momento la euestidn no ee ea: lo que im porta es que no hay forma de emitir opinidn alguna sobre este tipo de elacciones Ee cierto que numerceas nacesidades, generalmente colec ‘vas, eluden mas 0 menos la lgica de la rentabilidad. Bn este sentido, hay una légien en la economia de mercado: el eapi+ talismo se moders, pero no por ello deja de ser la légica de la rontabilidad le quo imprime su marea a la dindmmica de la acumulacién, Se habla de reducir los gastos en salud, no las ‘ompras de coches, También hay una Iigica en Tas grandes ‘empresas, pero se trata de Iogicas individuals, quo so oponen 4 las de los competidores. La racionalidad resultante existe, ‘aunque su aleance ea limitado: la produecién se planifica en ol seno de los grandes grupos, pero esto no los puede sustracr a Tos azares resultantes de la competencia entre capitales EL soctaLisuo 0 La uo«ich ve Las NRcesIDADES En una sociedad racional, Is nocasidades ya no seria slo una condicién vacfa de contenido que garantizase la realiracibn del volor: la intensidad de cada necesidad definiia sna jerarquia conforme a las priordades de la sociedad. En el eapitaliamo, por contra, el objetivo es maximizar ol beneficio, y la propor ‘én en que te ofrecen los diversos bienes ea un subproducto, y no una condicién previe, del proceso de maximizacién, El feconomista ruso Kantorovitch expresé bien esta légiea on td ‘mines matematiooe. El funcionamiento de Ia sociedad accia lista se formaliza asi: hay que producir, teniendo en cuenta los recursos disponible, In rayor centidad de un conjunto de rmercancias sogtin proporciones quo son directamente fjadas ry {essen ese por Ia sociodad y que expresan sus preferencias. Bl principio {fgwrentabilidads no deeaparece, pero su papel se subardins ten la sociedad socilista, une alta rentabilidad no debo eer ‘én af misma un fn (como en el capitalism), sino un medio de aleanzar el mejor resultado o el minimo de gastos para el ‘onjunto de Is socindad, En eonseeuencia, lus aplicaciones de tte principio (la) subordinarén a las exigonsias do le mejor realitacion de los objtivos dl plan generals ‘Asi pues, Ia diferencia eaencial entre capitalism y socia- lismo reside en el modo de asignaciOn de los recursos, y sobre {edo on el destino del excedente, No s6lo cambian Ins moda. Tidades del edlealo ecandmico, sino su propia funcién. Bajo el ‘apitalismo, ls exigencia de maximizacién del beneficio detor- "mina hacia qué eectores dirigiré In economia el esfuerzo in ‘eroor ae priordades del desarrollo eocial son conatriceiones para este eeulo econémico, Por el contrario, el sovalismo se define como el domin‘o ejrcido por el conjunto de la sociedad sobre sus propiae prioridades, a las que queda suberdinads el cileulo exondmico. TEa razén par Ia que la economia desempeia un papel des- mosurado on ol sietoma capitalista es que no se limita a selec ionar los medios, sino que contribuye do una forma central ‘s identifier, aleccionar y calbrar los fines. Por su parte el {oviliamo conllevaria una limitacin de la eafera de lo ccond- ‘nico, rigurosamente reservada a una funcién de ajuate de los tmedios a objetivos determinados en otras esteras. Préobra- jensky insistia particularmente en este vuole, cuando expli faba: acon la desaparicién do la ley del valor en el dmbite dela realidad ceondmica, también desaparoce la vieja seanomia po Tiica. Ahora, una nueva ciencia oeupa su lugar, la eiencia de laprevisidn dela necesidad eoonémiea como economia organi ada, la cieneia que trata de obtener Io quo es aozeeario de Ia ‘manera mas tacional, Es una eiencia completamente distints, tesla teenologia socal, la ciencia de la produccin organizada, {el trabajo organizado, Ia ciencia de un sistema de relaciones 4e produccién donde Ids regulaciones de la vida eaonémica se ‘ionifestan bajo nuevas formas, donde ya no hay objetivacion 11 Lesnid Kertrviah, Clea nomiguc et tiation de resoures Du ‘Pri 1892, ia desaparece con la mereanciay ‘is idea de una gestidn de la economia que tomara la aa: tisfaccidn maxima de Ina necesdades socials como criterio de cficacia ya estaba presente en los clésios del marxismo, espe. tialmente on up breve pasaje dol Anti-Diihring en el que En. gels esboea una veoria de Ia economie socialista: «Certo que la sociedad tendra tambien entoncos que saber eudnto trabajo rrequiere la produccién de cada objeto de uso, Pues tend que ‘establecer el plan de produceidn atendiendo a los medios de ‘produccign, entre los cualea ze encuentran sefaladamente lag fueraas de trabajo. Bl plan quodara finalmonte determinada por la comparacin de los efectos tiles de los diversos obe. tos de uso entre ellos y con Ine cantidades de trabajo neee. sarins para su produccién. La gente hace todo esto muy sen cillamente on su cass, sin necesidad de meter de por medio el ‘célebre “valer"»™, El texto de Kantoroviteh tiene el valor de destacer la dso. tacién que supone el modo de funcionamiento de I economia bovilista, En cierta manera, sus objetivos son determinadoe fextra-esondmicamente, on oposicién a las leyes del merendo ‘apitalista que, al siamo tiempo que aseguran su regulacin, ‘modelan sus propios fines, segin un proceso no controlado so- Cialmente, La posiblidad misma de esta diaociacibn oe basa en Toque podriarios lamer le hipétesis de la demooracia socialis ta: pars funcionar segin esta logica superior, la sociedad debe dotaree de los medios de objetivar cus propias opciones colee tivas a través de un plan estableeido democrdticamente, en ceuya ausencia el edleulo econémioo fancionar4, en resumidas feuentas, con datos falas, Incluso sin entrar en la dictadura ‘urocrétien, el fracaso eeonémico de ios paises del Este remite ante todo a que se suprimicra aquollo que permite funcionar al capitalisino, sin poner en marcha la condicion de existencia rnecesaria del sovilismo: est es, la democracia social!" 112 Bags Pekbreniy, a nut eonamioe EDL Par, 186.0. 13 Frecch pel suet de la sen de Bugero Debving Ate {Dating Progress, ows, 2008p. U7 tama en Mari feet hse. Lt cathciw Samay, «Paniecin, mecade y damocrac: La experience sto ladon pls alsa en Condernot deat tvesignain Rt cee ia ese a que a menudo la distincin entre capitalism y s0- slismo queda reducida por algunos a una oposiciin entre tpereado y planificaién, el binomio pertinente seria més bien propiacién privada por un lado, y democracia social por el tire. Bs le gran leccién do la experiencia eetaliniana: la plan ficacin sin democrseia social desemboca en burocratizacién jeficacia. Lo sucedido en los paises del Hste muestra que la funcién de asignacién del excedente, que les habia sido reti- rada a los captalistas privados, era elercida en realidad por tuna pequefia eapa social autoproclamada 6rgano de expresion de las necesidades oociales, Ciereo es que se habla suprimido fel mercado de inversiones, pero no habia sido reomplazado por ‘algo diferente. La barrera de conteneién eaencial del capita: -fismo, segin la cual hay que vender lo que se produce, habia slo euprimida haciendo posible una deriva eada ves ms in ‘eontrolada. ‘Asi pues, el problema des eficacia de una economia soci lista n0 28 téenico-econdmico, sino eminente y directamente politico. Ba 6), ls prioridades de las que la sociedad se dota fon determminadas de manera extra-econémica y se imponen ‘como objetivos a las leyes de la téenica econémica; mientras ‘que, al contrari, los fines aoeialea del eapitaligmo e6lo apare- ‘eon después, como subproducto de laa transacciones mercan tiles. La democracia os pues la condiciin misma de funciona ‘miento de una organizacién social semejante; eoncepeién que ‘conduce a plantear de otro modo la artculacién entre planif- cacién y moreada, ‘La planifieacin no implica la supresin del mercado como instrumento de regulacidn, Ya que no ¢@ el mercado en si ‘quien mpone Ia légica dela rentabilidad, sino esencialmente ‘et hecho de que son personas privadas, o en todo caso cate forias sociales liritadas, quienes deeiden sobre la inversion, fen funcién de estrategiae de eapitalee individuales. Asi, una funcign eminentemente social, la de saber hacia qué prior dadea dirige In sociedad sus eafverzos, es eercida por enti dades privadas, y do manera enda vox mis concentrada, Por "1 BHD Dun edo snes ov, rand Spor dove on a Plots (Gate & Fabry 3010 coo a eorae bats sng ge ab ‘Greraions fini de Kantor ano debs prone de os Dove nec hice ald ello, la planificacién se manifesta exencialmente come el mody de socializar la inversin, retomando la famooa expresion de ‘Keynes. Si imapinamos que 60 pone en marcha un sistema de institueiones democraticas de expresién y definicin de las necesidaues, geudles podrian ser las modalidades de funciona. ‘miento do la planifcacién? Con seguridad, el primer princnis seria no suprimir el mercado, si por moreado se entiende lag tienda de bienes de consumo. La regulacién por medio de los precios sigue siendo el medio més sencillo de realizar la asi snaciOn del ingroso no sosilizado ¥ modular el ajusta entre oferta y demanda. Pero, y es agut donde se encuentra la dis tincién fundamental entre equilibrioy dindmies, e= completa mente distinto para les dienes do inversién. Bl acte de inver tir es el ejerviio de un poder de decision sobre In dineceién tomada por una economia en evelucién. Bn consecvencia, na debe existir un ejorecioindividualizado de esta funcion esta: tégies. Ninguna persona o grupo de personas, por poseer una empresa y que ésta les de beneficios, deberia poder invertir sin considerar las prioridades eociales esenciales,E] meteads es un mal cucedéneo de la demoeracia Desde el punto de vista dela toma de decisincolectiva, las conferencias de ciudadanos son una experiencia spasionante, EI principio consiete on rounir un grupo de ciudadanos, n0 fexpertos, pero que tienen a su disposicién eapecialistas quo les inician en un émbito. Tras estos primeros intercambioe, el ‘rupo ciudadano interpela a nuevos expertos 9 esponsabies elegice por ellos mismos; después dliterany labora sox ‘Como explica Jacques Testart, promotor entusiacta dé os tas experiencias, cahi se constrayo un intelectual calectivo y transitorio, ol margon de presiones de militantea y lobbies, ‘como modeio redueida de la democracia que podtia Mega sito. {os los sores humanos tuviesen por fin aeese sl conoeimiento ¥y.a.una educacién en la alteridad, Por aupussto, esta alquimia ‘40 8 realizable respetando escrupulosamente wn protacala convenido, donde predominen la calidad y Ia objetividad de las informaciones proporcionedas, Ia proteccién intelectual el grupo y condiciones materiales favorables a su éxiton® 118. Jacques Tetra nf thumitGoxsb, Libération 28092008, 126 vesmesce onus? Estas experiencias dan indicaciones muy valiotas sobre fa democracia partcipativa come medio de reapropiacin de Ios debates de expertos y do soslayar a los grapos de presi, [No se trata de un sustituto de la democracia parlamentaci, pide una instancia de decisiin que pueda cumplir en unce ‘fas un Tango v comple trabajo de deliberacion de la sociedad gabre sus opciones priximas. Pero af quo revela Ia dec Jmportencia do Ins reglas institucionales y del proceso de in jwrcamibio y confrontaciin. De forma casi natural, de abi our- fon orientaciones favorablesa soluciones no mercantiles ola puta en marca de bienes pablicos, por ejemplo un proyecto fhundial de fondos de indemnizacion pare catdstrofes natura Tes ola idea de que wae referee el control de Ia ONU sobre el FOI, ol Banco Mundial y la OMCs Brio leva a Jacques Testart a esta optimista conclusin: ten too eas, Jo que proponen los eiudadanos, liberados de rereaderes do ilusiones y situades en lugares de responsa- bilidad, ee més Ia eelidaridad que la competitividad, més la ‘comunidad de la espocie humana que el chauvinismo, mas el ‘desarrollo sostenible que el productivismo. Una prueba seme- | jante de que en medio de las modioeridades eotidianas, las ‘que fomentan las seducciones electorales, permanece oculto tin verdadero patencial humana, es una de las poeas ocasiones serine de creer que otzo mundo es posible», Leerutas couPLanaRias Attac, Le eapitalisme contre lee individus, Textuel, Poris, ‘010, ‘Thomas Coutsot, Démocratie contre eapitaliome, La Dispute, Paris, 2008 ‘Teeques Généreur, Autre Soviet, Le Soul, Paris, 2011 1a

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