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I. Sobre el mecanismo psiquico de fendmenos histéricos: comunicacion preliminar* (Breuer y Freud) (1893) Movidos por una observacién casual, desde hace una serie je aiios investigamos, en las més diversas formas y sintomas de la histeria, su ocasionamiento: el proceso en virtud del cual el fenémeno en cuestién se produjo la primera vez, hecho este que sucle remontarse muy atrés en el tiempo. En Ia gran mayorfa de los casos no se consigue aclarar ese punto inicial mediante el simple examen clinico, por exhaustivo que sea; ello se debe en parte a que suele tratarse de viven- clas que al enfermo le resulta desagradable comentar, pero, principalmente, a que en realidad no las recuerda, y hartas veces ni vislumbra el nexo causal entre el proceso ocasio- nador y el fenémeno patoldgico. Casi siempre es preciso hip- notizar a los enfermos y, en ese estado, despertarles los re- cuerdos de aquel tiempo en que el sintoma afloré la primera vez; asi se consigue evidenciar el mencionado nexo de la manera més nitida y convincente. Este método de indagacién nos deparé en gran ntimero de casos unos resultados que parecen valiosos tanto en el aspecto tedrico como en el prictico. En el aspecto ¢edrico, porque nos han probado gue el factor accidental comanda la patologfa de la histeria en una medida que rebasa en mucho Ia notoria y admitida. En el caso de la histeria «traumédtica» es evidente que fue el acci- dente el que provocé el sindrome; y si en unos ataques his- téricos se infiere, de las exteriorizaciones de los enfermos, 1 [{Corresponde a la llamada que aparece en el titulo, supra, pag. 27.) Segiin lo explicita la nota al pie del «Prdlogo a la ‘primera edi cién», este primer capitulo habfa aparecido primitivamente, en 1893, como’ trabajo separado. Fue reimpreso no solo en el presente libro, sino también en el primer volumen de la recopilacién de escritos bre- ves de Freud titulada Sanrmlung kleiner Scbrifien zur Neurosenlebre (1906); en este tiltimo caso se afiadié Ia siguiente nota al pie: «lm- preso también como introduccién a Estudios sobre la histeria, 1895, obra en la cual Josef Breuer y yo desarrollamos las concepciones aqui expuestas y las ilustramos mediante historiales clinicos».] 29 que en cada ataque ellos alucinan siempre el mismo proceso que provocé al primero, también en este caso es patente el nexo causal. Mas oscuro es el estado de cosas respecto de otros fenémenos. Ahora bien, nuestras experiencias nos han mostrado que los sintomas mds diferentes, tenidos por operaciones espon- téncas, por ash decir idiopéticas, de la histeria manticnen con el trauma ocasionador un nexo tan estricto como aque- Hos otros fenémenos mds trasparentes en este sentido. Ue. mos podido reconducir a unos tales traumas ocasionadores tanto neuralgias como anestesias de la mds diversa indole, y que a menudo databan de aftos atrds; también, contracturas y pardlisis, ataques histéricos y convulsiones epileptoides que segtin todos los observadores eran epilepsias genuinas, petit mal y afecciones del tipo de los tics, vémitos permanentes y anorexia hasta Iegar al rehusamicnto de toda comida, las mds diferentes petturbaciones de la visién, alucinaciones visuales recurrentes, etc. La desproporcién entre los. afios que dura el sintoma histérico y su ocasionamiento Unico es la misma que estamos habituados a ver de una manera re gular en Ja neurosis traumdatica; con harta frecuencia son sucesos de la infancia los que han producido para todos los afios subsignientes un fendmeno patoldgico mas. o menos grave. El nexo suele ser tan claro que es bien visible cémo el suceso ocasionador produjo justamente este fendmeno y no otro, Este ultimo, entonces, esté determinado {(detersinic- ren} de maneta totalmente nitida por su ocasionamiento Asf, para tomar el ejemplo més trivial: un afecto dolorido, generado en el curso de una comida, pero sofocado, produce luego nduseas y vémitos, y estos tiltimos duran meses como vémitos histéricos, Una muchacha que en martirizadora an- gustia vela ante el lecho de un enfermo, cae en un estado crepuscular y tiene una alucinacién horrorosa en el momento en que se le adormece el brazo derecho, pendiente del res paldo de [a silla; desde ahi se le desarrolla una paresia de ese brazo con contractura y anestesia. Quiere rezar y no cuentra las palabras: pot fin consigue pronunciar una o cién infantil en inglés. Cuando mds tarde se le desarrolla una histeria grave, en extremo compleja, habla, esctibe comprende sélo inglés, mientras que su lengua matern resulta ininteligible durante un afio y medio.” — Un nifio gravemente enfermo se duerme al fin; la madre tiende toda 1 2 [Sobre el caso de esta paciente versa el primer historial clinico; cf. infra, pigs, 47 y sigs.) 30 su fuerza de voluntad para mantenerse silenciosa y no des- pertarlo; y justamente a causa de este designio produce un chasquido con ta lengua (;voluntad contratia histérica! ), Ese chasquido se le repite luego en otta oportunidad en la que de igual modo quiere mantenerse completamente en silen- cio, y desde abi se le desarrolla un tic: durante muchos aiios, a raiz de cada emocién se le produce un chasquido de len- gua.” — Un hombre de elevada inteligencia asiste a la ope- racién a que es sometido su hermano: en estado de narcosis Ie estiran Ja articulacién anquilosada de la cadera. En el momento en que esta cede con un crujido, siente un dolor violento en su propia articulacién de la cadera, dolor que le persiste casi un afio; etc. En otros casos, el nexo no es tan simple; sdlo consiste en un vinculo por asi decir simbélico entre el ocasionamiento y el fenémeno patoligico, como ef que también las personas Sanas forman en el suefio: por ejemplo, si a un dolor animico se acopla una neuralgia, 0 vémitos al afecto del asco moral. Hemos estudiado enfermos que solian hacer el mas amplio uso de una simbolizacidn asf." — Y en ottos casos, un de- terminismo de esa indole no se ofrece al entendimiento de primera intencién; entre ellos se cuentan justamente los sin- tomas histéricos tipicos, como hemianestesia y estrechamien- to del campo visual, convulsiones epileptiformes, etc. Nos vemos precisados a reservar para un comentatio mds deta- lado sobre el tema la exposicién de nuestras opiniones sobre este grupo. Tales observaciones parecen demostrarnos la analogia pa- tégena entre la bisteria corriente y la neurosis traumética, y justificar una extension del concepto de chisteria traumati- ca». En el caso de la neurosis traumética, Ia causa eficiente de la enfermedad no es la infima lesidn corporal; lo es, en cambio, el afecto de horror, el trauma psiquico. Anéloga- mente, nuestras pesquisas averiguaron para muchos sintomas histéricos, si no para los mds, unas ocasiones que es preciso designar «traumas psiquicos». En calidad de tal obrard toda vivencia que suscite los afectos penosos del horror, la angus- tia, la vergtienza, el dolor psiquico; y, desde luego, de la sensibilidad de 1a persona afectada (asi como de otra con- dicién, que mencionaremos més adelante) dependeré que la 5 [Véase el segundo historial clinico, infra, pags. 71 y sigs. Estos episodios fueron mencionados con cietta extensién en «Un caso de curacién por hipnosis...» (Freud, 1892-93), AE, 1, pags. 157-8, don de se examina asimismo el concepto de «voluntad contraria histérica».] + [Véase la descripcidn del caso de Cicilie M., infra, pigs. 189 y sigs.J 31 vivencia se haga valer como trauma. No es raro que en la histeria corriente hallemos, en lugar de un gran trauma, varios traumas parciales, unas ocasiones agrupadas que sélo en su sumacién pudieron exteriorizar efecto traumatico y forman una trama en la medida en que constituyen los capf- tulos de una historia de padecimiento. En otros casos, en cambio, son circunstancias al parecer indiferentes en si mi mas las que por su conjugacién con el suceso de genuina eficacia, 0 con un momento temporal, particularmente sen- sible, han adquirido la dignidad de traumas, que de otro modo no les corresponderia, pero que conservan desde en- tonces. Sin embargo, el nexo causal del trauma psfguico ocasio- nador con el fenémeno histético no es tal que el trauma, como agent provocateur {agente provocador}, desencadena- tia al sintoma, el cual subsistiria luego, ya devenido auténo- mo. Antes bien, debemos aseverar que el trauma psiquico, o bien ef recuerdo de él, obra al modo de un cuerpo extraiio que atin mucho tiempo después de su intrusién tiene que ser considerado como de eficacia presente; y vemos la prueba de ello en un fendmeno en grado sumo asombroso que, a la vez, confiere a nuestro hallazgo un significativo interés practico. Descubrimos, en efecto, al comienzo para nuestra maxima sorpresa, que los sintomas histéricos singulares desaparectan enseguida y sin retornar cuando se conseguia despertar con plena luminosidad el recuerdo del proceso ocasionador, con- vocando al mismo tiempo el afecto acompatante, y cuando luego el enfermo describta ese proceso de la manera mas de- tallada posible y expresaba en palabras el afecto. Un recordar no acompaiiado de afecto es casi siempre totalmente inefi- caz; el decurso del proceso psiquico originario tiene que ser repetido con la mayor vividez posible, puesto en status nascendi y luego «declarado» {«Aussprechen»}. En tal ca- so, cuando los fenémenos respectivos son de estimulacién, como convulsiones, neuralgias, alucinaciones, ellos afloran una vez mas con intensidad total y luego desaparecen para siempre. Deficiencias funcionales, pardlisis y anestesias, des- aparecen de igual modo, desde luego sin que sea nftida su agudizacién momenténea.> 5 La posibilidad de esta terapia ha sido claramente reconocida por Delboeuf y Binet, como fo muestran las siguientes citas: «On s’ex- pliquerait dis lors comment le magnétiseur aide & la guérison, IL remet le sujet dans Vétat oi le mal s'est manifesté et combat par la parole le méme mal, mais renaissant» {eAhora se explicaria de qué manera el hipnotizador promueve a curacién. El vuelve a colocar al 32 Aqui surge la sospecha de que pudiera tratarse de una sugestién involuntaria; el enfermo esperaba ser librado de su padecer mediante aquel procedimiento, y esa expectativa, no el declarar como tal, seria el factor eficiente. Sin’ embar- g0, no es asi: Ja primeta observacién en que se analizé de esta manera un caso de histeria en extremo complicado (cu- yos sintomas, de causacién separada, se resolvieron también separadamente) data de 1881, vale decir, de una época «pre- sugestivay; fue posibilitado por autohipnosis espontneas de la enferma y deparé al observador Ja maxima sorpresa.° Por inversién del apotegma «cessante causa cessat effec- tus»,* tenemos derecho a concluir de estas. observaciones gue el proceso ocasionador produce efectos de algtin modo durante aiios todavia, no indirectamente por mediacién de una cadena de eslabones causales intermedios, sino de ma- nera inmediata como causa desencadenante, al modo en que un dolor psiquico recordado en la conciencia despierta sus- cita en un momento posterior Ja sectecién lactimal: ef histé- rico padece por la mayor parte de reminiscencias.” A primera vista parece asombroso que vivencias hace tiem- po trascurridas puedan producir efectos tan intensos, que Jos recuerdos de ellas no sucumban al desgaste en que vemos sujeto en el estado en que el mal se manifests, y combate mediante la palabra ese mal, pero en su recmergenciay} (Delbocuf, 1889). — <...peubére verraton qu'en reportant le malade par'un artifice nicntal au montent méme oi le symptéme a apparu pour la premicre fois, on rend ce matade plus docile & une suggestion curativer fa. .quizd se comprucbe que reconduciendo al enfermo, mediante un attificio mental, al momento mismo en que el sintoma aparecid. por primera vez, se vuelva a ese enfermo mis décil a una sugestion corativay} (Binet, 1892, pag. 243). — En el interesante estudio de Pierre Janet sobre el automatismo psicoljgico (1889) hallamos des- rita una curacién de una muchacha histérica, obtenida por apli- cacién_de un procedimiento anilogo al_ nuestro. © [En pig. 58 se informa sobre el primer suceso de esta indofe.] * {acuando cesa la causa, cesa el efector.} 7 No nos resulta posible ‘distinguis, en el contenido de esta co- ‘municacién preliminar, qué parte es nueva y cudl se encuentra en otros autores, como Moebius y Striimpell, que han sustentado pare- cidos puntos ‘de vista respecto de Ia histeria, Hemos hallado la mé- xima aproximacién a nuestros desarrollos en materia de teorfa y de terapia en algunas puntualizaciones de Benedikt, publicadas en forma esporidica. [Cf. Andersson 1962, pag. 114, n.3.} Nos ocupa- remos de ellas en otto lugar [cf. infra, pag. 221, n. 14}. 33 caducar a todos nuestros recuerdos, Acaso mediante las elu- cidaciones que siguen estos hechos nos resulten algo inr=- ligibles.. El empalidecimiento 0 pérdida de afectividad de un re- cuerdo depende de varios Factores. Lo que sobre todo im- porta es si frente al suceso afectante se reacciond enérgica mente o no. Pot «reaccién» entendemos aqui toda la serie de reflejos voluntatios ¢ involuntarios en que, segin lo sabemos por experiencia, se descargan los afectos: desde el Manto hasta la venganza. Si esta reaccién se produce en la escala suficiente, desaparece buena parte del afecto; nuestra lengua testimonia este hecho de observacién cotidiana me- diante las expresiones «sich austoben {«desfogarsen), «sich ausweinen» {adesahogarse Morando»}, etc. Si fa reaccién es sofocada, el afecto permanece conectado con el recuerdo, Un ultraje devuelto, aunque sdlo sea de palabra, es recordado de otro modo que un ultraje que fue preciso tragarse. El lenguaje reconoce también ese distingo en las consecuencias psiquicas y corporales, y de manera en extremo caracteristica designa «Krinkung» {aafrenta; en el sentido de «morti- ficacién») al sufrimiento tolerado en silencio. ~- La reaccién del dafiado frente al trauma sélo tiene en verdad un efecto plenamente «catdrtico» si es una reaccién adecuada, como la venganza. Pero el ser humano encuentra en el lenguaje un sustituto de ‘a accidn; con su auxilio el afecto puede ser «abreaccionado» casi de igual modo.* En otros casos, el de- cit mismo es el reflejo adecuado, como queja y como decla- tacién en el caso de un secreto que atormenta (jla confe sién!). Cuando no se produce esa reaccién de obra, de pa- labra, o mediante el Ilanto en los casos mas leves, el recuerdo del hecho conserva en principio su tinte afectivo La «abreaccién» no es, empero, el tinico modo de trami- tacién de que dispone el’ mecanismo psiquico normal de la persona sana cuando ha experimentado un trauma psiquico Su recuerdo, aunque no se lo abreaccione, entra en el gran complejo de Ia asociacién, se inserta junto a otras vivencias que acaso lo contradicen, es rectificado por otras represen- taciones. Por ejemplo, tras un accidente, al recuerdo del peligro y_a la repeticién (debilitada) del terror se acopla el recuerdo de Io que luego sobrevino, el rescate, la con- ciencia de la actual seguridad. El recuerdo de una afrenta es rectificado poniendo en su sitio los hechos, ponderando 8 [En este pasaje, los términos «catarsis» y «abreaccidn» hacen su primera aparicién en ‘una obra impresa. Freud habia empleado , «intencio- nalmente> («absichtlich», «willkiirlich»). Freud explicita esto en uno de sus escritos (1894a), al aseverar que el acto de la represién «es in- troducido por un empefio voluntario, cuyo motivo es posible sefialar. Asf pues, la palabra «intencionalmentes no hace sino indicar la exis. tencia de un motivo, y no implica que haya una intencién conciente. En verdad, al comienzo de sus «Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa» (1896), AE, 3, pag. 163, califica expre- samente de «inconciente» al mecanismo psiquico de'la defensa, — En mi «Introduccién> al presente volumen, (supra, pdg. 16) se ha Mardn algunos comentarios con respecto al origen' del concepto de represion.] 36 un trauma en sf eficiente sobreviene en un estado de afecto grave y paralizante, o de conciencia alterada. Pero parece también que en virtud del trauma psiquico en muchas per- sonas se suscita uno de esos estados anormales, el cual a su ver imposibilita la reaccién. Ahora bien, ambos grupos de condiciones tienen en co- mtin que los traumas psiquicos no tramitados por via de reaccién no lo son tampoco mediante procesamiento asoci tivo. En el primer grupo es el designio del enfermo el que quicte olvidar las vivencias penosas y excluirlas en lo posi- ble de Ia asociacisn; en el segundo, ese procesamiento aso- ciativo no se produce por falta de un vasto enlace asociativo entre cl estado de conciencia normal y el patolégico en que se generaron aquellas representaciones, Enseguida tendremos ocasidn de considerar con més detalle estas constelaciones. Cabe decir, pucs, que las representaciones devenidas pa- tégenas se conservan tan frescas y con tanto vigor afectivo porque les es denegado ef desgaste normal por abreaccion y por reproduccién en estados de asociacibn desinbibida. Ya cuando comunicamos las condiciones que segtin nues- tras experiencias son decisivas para que desde traumas ps{- quicos se desarrollen fenédmenos histéticos, nos vimos pre- cisados a hablar de unos estados anormales de conciencia en que se generan esas reptesentaciones patégenas, y a desta- ar el hecho de que el recuerdo del trauma psiquico eficien- te no se halla. en la memoria normal del enfermo, sino en Ja memoria del hipnotizado. Pues bien; mientras mds nos ocupabamos de estos fendmenos, més seguro se volvia nues- tro convencimiento de que aquella escision de la conciencia, tan Iamativa como double conscience en los casos_clési- cos consabidos, existe de manera rudimentaria en toda his- teria; entonces, la inclinacién a disociar y, con ello, al sur- gimiento de estados anormales de conciencia, que resuntire- mos bajo el nombre de «hipnoides», seria el fendmeno ba- sico de esta neurosis. En esta opinién coincidimos con Binet y con los dos Janet,?” acerca de cuyo descubrimiento, en extremo notable, hecho en pacientes anestésicos, carecemos por otra parte de experiencia propia, Por eso, a la tesis a menudo enunciada: «La hipnosis es 3 [Pierre y Jules.] una histeria artificial», nos gustaria adjuntar esta otra: «Base y condicién de la histeria es la existencia de estados hipnoi- des». Estos ultimos, a pesar de su diversidad, coinciden entre si y con la hipnosis en un punto: las representaciones que en ellos afloran son muy intensas, peto tienen bloqueado el comercio asociativo con el restante contenido de la concien- cia. Esos estados hipnoides son asociables entre s{, y su con~ tenido de representacién puede alcanzar por este camino grados més 0 menos elevados de organizacién psiauien Por Jo dems, la naturaleza de esos estados y el grado de su segregacién de los restantes procesos de conciencia pueden variar de un modo semejante al que vemos en la hipnosis, que se extiende desde la somnolencia ligera al sonambulis- mo, del recuerdo pleno a la amnesia absoluta. $i tales estados hipnoides existen antes que se contraiga la enfermedad manifiesta, ofrecen el terreno sobre el cual el afecto instalard al recuerdo patégeno junto con los fend menos somdticos que son st consecuencia. Este comporta- miento corresponde a la histeria de predisposicién. Pero de nuestras observaciones se sigue que un trauma grave (como el de Ja neurosis traumética), una sofocacién trabajosa (p. cj. del afecto sexual), pueden producir una escisin de gru- pos de representaciones aun en quienes ese fendmeno no preexistia, y este serfa el mecanismo de la histeria adquirida psiquicamente. Entre los extremos de ambas formas es pre ciso admitit una serie, dentro de la cual la proclividad a la disociacién en el individuo considerado, por una parte, y la magnitud afectiva del trauma, por la otra, varian en sen- tidos contrapuestos. No sabemos decir nada nuevo acerca del fundamento de los estados hipnoides predisponentes. Nos inclinamos a creer que se desarrollan a menudo desde los «suefios diurnos», tan frecuentes también en personas sanas, y a los que tanta ocasién ofrecen, por ejemplo, las labores manuales de la mujer. El problema de averiguar por qué las «asociaciones patolégicas» que se forman en esos estados son tan sdlidas ¢ influyen sobre los procesos sométicos con esa intensidad, mucho mayor de la que solemos hallar en las representacio- nes, coincide con el problema de la eficacia de las sugestiones hipnéticas en general. Nuestras experiencias no aportan nada nuevo sobre esto; en cambio, echan luz sobre la contradic- cidn entre la tesis «La histeria es una psicosis» y el hecho de que entre los histéticos uno encuentra a los seres huma- nos de més claro intelecto, voluntad més vigorosa, mayor cardcter y espiritu critico. En tales casos, esta tiltima carac- terizacién es correcta pata el pensar despierto de estas per- 38 sonas; pero en sus estados hipnéticos son alienados, como todos nosotros lo somos en el suefio, Nuestras psicosis oni- ricas no influyen sobre nuestro estado de vigilia, mientras gue los productos de los estados hipnéticos penetran en la vida de vigilia como fenémenos histéticos.”” 4 Respecto de los ataques histéricos podemos repetir casi las mismas aseveraciones gue hemos formulado para los sin tomas histéricos permanentes. Como es sabido, poseemos una descripcién esquemitica, dada por Charcot, del «gran» ataque histérico, que en la secuencia de un ataque completo permite discernir cuatro fases: 1) Ia epileptoide; 2) In de los grandes movimientos; 3) la de las attitudes passionnelles (ta fase alucinatoria), y 4) la del delitio terminal. De la abreviacién y alargamiento, de la falta y el aislamiento de cada una de esas fases hace surgir Charcot todas aquellas formas del ataque histérico que de hecho se observan con mayor frecuencia que el grande attague completo." Nuestro intento de explicacién se refiere a la tercera fase, la de las attitudes passionnelles. Toda vez que ella aparece de manera marcada, contiene meramente la reproduccién alucinatoria de un recuerdo sustantivo para el estallido de la histeria: el recuerdo del gran trauma nico de Ia histeria Hamada at’ €Soyiv {por excelencia} traumatica, o de una serie de traumas parciales afines, como los que estén en Ia base de la histeria cortiente. O, por wiltimo, el ataque espeja aquellos sucesos que se clevaron a la condicién de traumas en virtud de haber sobrevenido en un momento de particular predisposicién. Ahora bien, existen también ataques que en apariencia consisten sdlo'en fendmenos motores, y a los que les falta una phase passionnelle, Si en uno de esos atagues de con- vulsiones generales, rigidez cataléptica, o en un attague de sommeil, se consigue establecer un rapport con el enfermo, o, todavia mejor, si se logra suscitar el ataque en estado de hipnosis, se descubre que también fe subyace ef recuerdo del trauma psiquico o de una serie de traumas, el mismo que de ordinario cobra relieve en una fase alucinatoria. Una nifia sufre hace afios de ataques de convulsiones gene- 11 [Un borrador previo de esta seccidn del trabajo ha sobrevivido en el bosquejo péstumo titulado «lll» (Freud, 1941b [1892]).] 12 [Cf. Charcot, 1887, pag. 261.] 2S rales que podian creerse epilépticos, y de hecho se los tuvo por tales. A fin de establecer el diagndstico diferencial se la hipnotiza y enseguida sufre su ataque. Ahora bien, pregun- tada: «¢Qué ves ahora?», responde: «jEI perro, viene el pe- rro!»; y efectivamente se averigué que el primer ataque de esta indole le sobrevino cierta vez tras ser perseguida por un perro salvaje. Después, el éxito de la terapia perfecciond la decisién diagndstica. Un empleado, que se ha vuelto histérico a consecuencia de maltratos que le infligié su jefe, padece de ataques de descontrol en los que rabia y se enfurece sin pronunciar pa- Jabra ni dejar traslucir alucinaciones. Se logra provocar el ataque en estado de hipnosis, y el enfermo manifiesta que revive esta escena: su jefe lo insulta por la calle y lo golpea con un bastén. Pocos dias después regresa con la queja que ha vuelto a tener el mismo ataque, y esta vez se aver gua en la hipnosis que ha revivido Ia escena a la que en verdad se anudé el estallido de Ja enfermedad; es Ia escena ocurtida en el tribunal cuando no consiguié satisfaccién por el maltrato, ete. Por otra parte, los recuerdos que afloran en los ataques histéticos, o que pueden ser evocados en medio de ellos, se corresponden en sus restantes aspectos con las ocasiones que dilucidamos como los fundamentos de sintomas histéricos permanentes. Igual que estos, atafien a traumas psfquicos que no se tramitaron por via de abreaccién ni por un trabajo asociativo del pensar; ¢ igual que ellos, se sustracn entera mente, 0 en sus partes esenciales, a la capacidad mnémica de la conciencia normal y muestran pertenecer al contenido de representacién de estados de conciencia hipnoides con asocia- cidn restringida. Por tiltimo, admiten también la prucba tera- péutica. Segtin nos lo ensefiaron a menudo nuestras obser- vaciones, un recuerdo de esta clase que habfa provocado ataques queda inhabilitado de hacerlo si en la hipnosis se lo lleva hasta Ia reaccién y rectificacién asociativa. Los fenémenos motores del ataque histérico se pueden in- terpretar en parte como unas formas de reaccidn genctales para el afecto acompafiante del recuerdo (como la agitacién de todos los miembros, de la cual ya el lactante se sirve), en parte como unos movimientos expresivos directos de ese recuerdo; pero en otra parte se sustraen de esta explicacién, iguales en esto a los estigmas histéricos® en el caso de los sintomas permanentes. 38 [Nombre que dio Charcot (1887, pég. 255) a «los sintomas permanentes de la histeria», Breuer hace algunas consideraciones so- bre ellos infra, pags. 254-5.] 40 Una particular apreciacién del ataque histérico se obtiene, ademds, si uno toma en cuenta la teorfa antes indicada, a saber, que en Ja histeria estén presentes grupos de represen- taciones generadas en estados hipnoides, excluidas del comer- cio asociativo con los restantes grupos peto asociables entre si, y que de ese modo constituyen, con una organizacién mas © menos alta, el rudimento de una conciencia segunda, de una «condition seconde». Segin eso, un sintoma histérico per- manente corresponde a una penetracidn de ese estado segun- do en la inervacién corporal gobernada de ordinario por Ia conciencia normal; en cambio, un ataque histérico atestigua una organizacién ms alta de ese estado segundo, ¢ indica, cuando nace, un momento en que esa conciencia hipnoide se ha apoderado de 1a existencia total, vale decir, una histeria guda; pero, cuando es un ataque recutrente en el que esté contenido un recuerdo, indica un retorno de este tiltimo. Charcot ya ha formulado la idea de que el ataque histérico acaso sea el rudimento de una «condition seconde». En el curso del ataque, el gobierno sobre el conjunto de la inerva cién corporal ha traspasado hacia Ja conciencia hipnoide. En tales casos, como lo muestran consabidas experiencias, la conciencia normal no siempre esta por completo reprimida {suplantada}; ella puede percibir los fenémenos motores del ataque, en tanto los procesos psiquicos de este se sustraen de su noticia, La trayectoria tfpica de una histeria grave es, como sabe- mos, la siguiente: primero se forma en estados hipnoides un contenido de representacién que luego, cuando ha tomado el suficiente incremento, se apodera, durante un periodo de «histeria aguda»; de la inervacién corporal y de la existencia del enfermo, crea sintomas permanentes y ataques, y luego sana, salvo algunos restos. Si la persona normal consigue cobrar de nuevo el gobierno, lo que ha sobrevivido de aquel contenido de representacidn hipnoide retorna en ataques his- téricos y de tiempo en tiempo devuelve a la persona a esos estadog, que a su vez son influibles y receptivos para even- tuales traumas. Luego es frecuente que se establezca una suerte“de equilibrio entre los grupos psiquicos que se en- cuentran reunidos en la misma persona; ataques y vida normal se suceden los unos a Ia otra, sin influirse entre sf. E] atatue sobreviene entonces de manera esponténea, como a nosotros mismos suelen acudirnos los recuerdos. Pero tam- bién puede ser provocado, al modo en que los recuerdos despiertan siguiendo las leyes de la asociacién. La provoca- cién del ataque se produce por Ja estimulacién de una zona 41 histerdgena"* o por una vivencia nueva que hace resonar a la vivencia patégena en virtud de su semejanza con ella. ésperamos poder mostrar que no hay una diferencia esencial entre esas dos condiciones tan diversas en apariencia, pues en ambas es tocado un recuerdo hiperestésic En otros casos, aquel equilibrio es muy libil, y el ataque aparece como una exteriorizacién del resto de conciencia hip- noide todas las veces que la persona normal se agota y picrde apacidad de operacién, Tampoco cabe desechar que en tales 1sos el ataque pueda desvestirse de st significado originario y retornar como una reaccién motriz carente de contenido. Quede como tarea para una ulterior indagacién averiguar las condiciones que deciden si una individualidad histérica ha de exteriorizarse en ataques, cn sintomas. permanentes © en una mezcla de ambos. Ahora se entiende el modo en que produce efectos cura- tivos el método de psicotetapia pot nosotros expuesto. Can- cela la accion cficiente de la representacién originarianente no abreaccionada, porque permite a su afecto estrangulalo el decurso a través del decir, y la Neva hasta su rectificaciou asociative al introducirla en la conciencia normal (en estado de bipnosis ligera) o al cancelarla por sugestion médica, co- mo ocurre en el sonambulismo con amnesia. Consideramos sustantiva la ganancia terapéutica que se logra aplicando este procedimiento. Desde luego, no curamos la histeria en tanto ella es predisposicidn; tampoco_conse- guimos nada contra el retorno de estados hipnoides. Y aun, durante el estadio productivo de una histeria aguda, nuestro procedimiento no puede ptevenit que los fenémenos labo. riosamente eliminados sean sustituidos enseguida por otros nuevos. Pero trascurrido ese estadio agudo, y cuando quedan pendientes los restos de él como sintomas permanentes y ataques histéricos, nuestro método los elimina a menudo y para siempre, porque lo hace radicalmente; cteemos que en esto Heva mucha ventaja, por su eficacia, a la cancelacién sugestiva directa como hoy la ejercitan los psicoterapeutas 14 [Expresién usual en Charcot (v. gr, 1887, pags. 85 y sigs.).] 35 [Un borrador de este examen de los ataques histéricos, escrito en noviembre de 1892, se publicd en forma pdstuma (Freud, 1940d) Freud se ocupé del tema, mucho mds tarde, en «Apreciaciones gene: rales sobre el ataque histérico» (19094). 42 Si con el descubrimiento del mecanismo psiquico de fend menos histéricos hemos avanzado un paso por la via que Charcot inauguré tan fecundamente al explicar y obtener Ja imitacién experimental de pardlisis histerotraumaticas, no se nos escapa, empero, que asi sélo nos hemos acercado al conocimiento del mecanismo de sintomas histéricos, y no al de las causas internas de In histeria. No hemos rozado mis que la etiologfa de fa histeria, y en verdad podemos iluminar Tinicamente las causas de las formas adquiridas, el valor del factor accidental para la neurosis. Viena, diciembre de 1892 43

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