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TODA LA ARMADURA DE DIOS

Vestíos de toda la armadura de Dios… (v. 11)


… tomad toda la armadura de Dios… (v. 13)
Notemos qué es la armadura de Dios. No son armas humanas ni materiales; son armas
divinas y espirituales. En 2 Corintios 10:4 señala que son armas poderosas en Dios para la
destrucción de fortalezas.
Pablo, estando en la prisión, tenía cerca soldados romanos que le sirvieron de modelo
para hacer una alegoría.

1 – El cinturón
…ceñidos vuestros lomos con la verdad…
El cinturón era lo primero que se colocaba el soldado. De él enganchaba la coraza y
colgaba la espada. En la alegoría Pablo compara el cinturón con la verdad. Es lo primero que
necesitamos conocer y experimentar. Debemos estar bien ceñidos con la verdad de Dios.
Su verdad debe envolvernos firmemente. No podemos andar con pensamientos flojos o
cambiantes. Necesitamos ser personas que demuestren convicciones firmes. Y esas
convicciones no pueden basarse en argumentos o razonamientos humanos; tienen que
fundamentarse en la Palabra de Dios. El arma principal del enemigo es la mentira; de allí la
importancia de estar fuertemente ceñidos con la verdad. Conoceréis la verdad, y la verdad
os hará libres (Juan 8:32).

2 – La coraza
…vestidos con la coraza de justicia…
Coraza viene de la palabra corazón, porque era lo que protegía el corazón y el pecho del
soldado. El corazón es uno de los lugares predilectos de ataque para el enemigo. El diablo
constantemente nos acusa para crear en nosotros conflictos de conciencia, sentimientos de
culpa y condenación a causa de nuestras fallas, errores y pecados.
Para protegernos de esos ataques debemos hacer tres cosas:
1) Reafirmar nuestra sujeción a Jesucristo, nuestro Señor.
2) Recordar que nuestra justicia es Cristo; que somos salvos por gracia, por los
méritos de Cristo, y no por nuestras obras.
3) Confesar nuestros pecados cada vez que los cometemos, y vivir con limpia
conciencia ante Dios.
Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría,
justificación, santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese
en el Señor (1 Corintios 1:30–31).
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no
andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu (Romanos 8:1).
3 – Las botas
…calzaos los pies con el apresto del evangelio de la paz…
El calzado del soldado es muy importante porque debe permitirle marchar, avanzar y
conquistar. Donde lleguemos nosotros debe llegar el evangelio. Por ello debemos estar
siempre listos, y bien dispuestos a anunciar el evangelio dondequiera que vayamos. La
orden de Cristo es Id por todo el mundo, y predicad el evangelio a toda criatura… (Marcos
16:15). Somos soldados; no podemos andar descalzos. Un ejército descalzo no puede
avanzar ni conquistar. El predicar el evangelio en todo lugar, a tiempo y fuera de tiempo, es
el calzado de nuestros pies. Además de ser una protección para nosotros, hace posible que
otros entren al reino y sean salvos.

4 – El escudo
Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todo los dardos del fuego
del maligno.
El enemigo dispara dardos de fuego. Son como flechas incendiarias, pensamientos
mentirosos, sentimientos engañosos, que, si hacen blanco en nosotros, comienzan a
destruirnos. Dios nos ha provisto un escudo que nos protege de todas las mentiras del
enemigo. Ese escudo es la fe. Fe es creerle a Dios. Creer su Palabra. Satanás aprovecha
ciertos momentos difíciles, de conflicto o de desaliento, para dispararnos sus flechas
mentirosas. Usemos el escudo que Dios nos ha dado. Usemos la fe. En el nombre de Jesús
rechacemos toda mentira. Creamos la palabra de Dios. Si en algún momento descubrimos
que nos hemos deprimido, revisemos si no nos ha alcanzado algún dardo del enemigo.
Mediante la fe apaguemos cualquier dardo de mentira que haya tocado nuestra vida.
Creámosle a Dios en todo tiempo y bajo cualquier circunstancia; entonces las dudas y las
mentiras rebotarán en el escudo de la fe.

5 – El casco
Y tomad el yelmo de la salvación…
El yelmo es el casco que protege la cabeza del soldado. En una guerra lo primero a lo
que apunta el enemigo es la cabeza. Satanás apunta a nuestros pensamientos. Debemos
tener la cabeza protegida por la salvación de Dios, y nunca estar sin cobertura. Ponernos el
casco significa que reconocemos a Cristo como nuestra autoridad, y que él es nuestra
verdad. Por eso la Palabra nos insta a llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia a
Cristo (2 Corintios 10:5). No debemos abrirnos a cualquier clase de pensamientos.
Necesitamos mantener nuestra mente protegida, tener la mente de Cristo.

6 – La espada
…y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;
La espada es el arma principal del soldado. Las otras armas tienen más bien una función
protectora. La espada se puede utilizar tanto para la protección como para el ataque. Un
soldado entrenado la sabe manejar con mucha destreza. En la lucha espiritual la espada es
la palabra de Dios. Debemos conocerla muy bien, y creerla de todo el corazón, para poder
proclamarla con nuestra boca bajo la unción del Espíritu Santo. Ningún enemigo puede
resistir a la palabra de Dios. Cristo usó esta espada en el momento de la tentación.
Respondió al enemigo: Escrito está. Santiago 4:7 dice: someteos, pues, a Dios; resistid al
diablo, y huirá de vosotros. ¿Con qué elemento contamos para ofrecerle resistencia si no es
con la palabra de Dios? ¡Qué importante resulta conocerla! Es muy útil memorizarla y
valioso meditar en ella. Emociona compartirla con los que no la conocen. Pero por sobre
todo es fundamental creerla para poder resistir con ella los avances del enemigo.
¡Proclamarla con fe nos convierte en vencedores!
Notemos que todas las armas se relacionan con la palabra de Dios. 1

1
Jorge Himitian, El Proyecto del Eterno (Buenos Aires, Argentina: Editorial Logos, 2006),
317–321.

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