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Johann Gottfried von Herder 1. GENIO NACIONAL Y MEDIO AMBIENTE* EI cuadro hasta ahora esbozado de las diversas naciones no quiere ser otra cosa que el telén de fondo sobre el cual destacamos algunas partes con las observaciones respectivas, asi como los grupos designados no pretenden ser mis que 1o que eran los “templa” de los augures en el cielo, a saber, sec: ‘ores supuestos para facilitar la orientaciGn de nuestra mirada, instrumental auxiliar para ayudar nuestra memoria, Veamos ahora lo que nos brindan con miras a la antropologia filos6fica POR DIVERSAS QUE SEAN LAS FORMAS EN QUE LA ESPECIE HUMANA APARECE EN LA TIERRA, EN TODAS PARTES ES UNA MISMA ESPECIE Si en la naturaleza no hay dos hojas iguales en un érbol, menos lo son * Para la taduccién se consult la ediciGn inglesa publicada en Chicago por The University of Chicago Press: Reflections on the Philosophy of the History of Mankind etlexiones sobre la filosofia de la historia de la humanidad) en 1968. Se decidis mantener el titulo del capftulé de la edicién norteamericana, pp. 3-33. También se ‘confront6 con a edicién castellana de J, Rovira Armengol: Ideas para una filosofia de la historia de la humanidad, publicado por la editorial Losada de Buenos Aires en 1959. Herder (1744-1803) publicé su libro bajo el titulo Ideen zur Philosophie der Geschichte der Menschhet entre los aos 1784 y 1791. 28 LA INVENCION DELA NACION 4s rostros humanos y dos formas de organizacién humana. ;De qué varic- dad es capaz la obra de arte de nuestra estructura! Sus partes tijas se disuel ven en fibras tan finas y enlazadas de manera tan mltiple que ningtn ojo es capaz de seguir su curso, pues deben su cohesidn a un aglutinante cuya del cada férmula de mezcla se sustrae a todos los céleculos. ¥ eso que estas par- tes son todavia lo menos que tenemos, nada mis que el dnfora, la envoltura, el soporte de multtud de savias y humores bulliciosos y animadores que la ten en nosotros en cantidad muy superior ala de aquélios, otorgandonos los goces vitales. “Ningtin hombre ~dice Haller—! es completamente similar a otro en su estructura intern; se dstingue por el curso que siguen sus haces nerviosos y sus arterias, formando tantos millones de casos distintos que apenas es posible hallar en medio de tanta diversidad de partes delicadas cuanto tengan en comin”. Ahora bien: si semejante variedad se presenta ya al ojo del anatomista y disector, jcudnto mayor no debe ser la que informa Jos dinamismos invisibles de un organismo tan artificioso! De suerte que, al fin de cuentas, todo hombre acaba por constituir su propio mundo, semejan- te, sf, en su manifestacin externa, pero estictamente individual en su inte rior ireductible ala medida de otto individu. ‘Ningiin hombre, por lo demas, es una sustancia independiente, sino que se encuentra en constante intercomunicacién con todos los elementos de la naturaleza, Vive del soplo del aie lo mismo que de las més diversas criaturas de la Tiera, de alimentos y de bebidas; emplea el fuego lo mismo que absor- be la luz inficiona el ambiente; en el suefio como en Ia vigilia, en reposo como en movimiento, contribuye a la transformacién del Universo; ,cémo, pues, no habrfa de ser modificado por él? Demasiado poco se dice del hom: bre al compararlo con la esponja empapada en agua, 0 con la yesca penetrada por la brasa; él mismo es una armonia infinita, un mundo viviente, sobre et cual actéan Tas armontas de todas las fuerzas dindmicas que lo rodean. El eitculo completo de la vida humana es toda una transformaci6n cuyos simbolos son las diversas edades del hombre; todo el género humano, pues, se halla en continua metamorfosis. Unas flores se marchitan y caen al suelo; ‘otras brotan y florecen; el gigantesco tbol realiza en sus mltiples ramas to- das las cstaciones del ano a la vez. Si suponemos el céleulo de péréida de sustancia por evaporacién, segin el cual un hombre al llegar a los ochenta afios ha renovado todo su cuerpo veimtcuatro veces? ;quién se anima a seguir a transformacién de a materia yy sus formas a lo largo de todo el seinado del hombre sobre la Tierra y con todas las causas modificantes, siendo asf que no hay un punto sobre nuestro 1. Prefacio a Butfon, Historia Natural, 3. 2. Segtin Bemoulli, en Haller, Physiol. . Vit, 1, 30, donde se encuentran muti- tud de observaciones sobre los cambios en la vida humana. JOHANN GOTTFRIED VON HERDER » lobo terréqueo tan multiforme, ni una ola en ta corriente del tiempo, que Scan todos iguales entre sf? Los habitantes de Alemania fueron, hace pocos sigos, hombres cuyo de- sarrollo correspond al de los habitantes de la Patagonia, y hoy ya nolo son; 4 la misma manera, los habitantes de climas futuros no se asemejarén a no- sottos. Si nos remontamos ahora a aquellas épocas en las que toda la vida so- bre la Tierra parece haber sido tan diferente de Ia que hoy conocemos; la época, por ejemplo, en que vivian elefantes en Siberia y América del norte, y cuando existian los animales gigantes cuyos esqueletos se encuentran ahora en el rfo Ohio, etc., podemos afirmar que, si en aquel entonces habitaban hhombres en estas regiones, deben de haber sido muy diferentes de los que ahora viven alli. Asf, pues, la historia de Ia humanidad se convierte al fin y al cabo, en un teatro de transformaciones cuya visién completa posee sola- ‘mente Aquel que inspira todas estas formas y se complace en su variedad. El edifica y destruye, retoca las figuras y las modifica, cambiando el mundo 4que las rodea, El peregrino sobre la Tierra, el hombre de vida efimera no puede hacer mas que admirar los prodigios de este gran Espiritu en una parte {nfima de su extensi6n, gozar de la propia figura que le ha sido otorgada en el conjunto de sus congéneres, hacer un acto de adoracién y desapareeer Iue- 4g0 con ésta su figura, “;También yo he visitado Arcadiat” es el epitafio de todos los mortales en medio de fa Continua transformacién y renacimiento de Ja creacin Siendo asf que 1a razén humana insiste siempre en hallar la unidad en medio de la multiplicdad y que el intelecto divino, su modelo, supo conci- liar en todas partes la infinta variedad con la uniformidad, nos es lieito vol- ver del inmenso reino de las transformaciones ala mas simple de las afirma- ciones: los hombres en toda la Tierra constituyen una sola especie. 1Cuintas fabulas de la Antigtiedad sobre monstruos humanos y deforma- dos han desaparecido a la luz de Ia investigacién histérica! Y donde todavia quedan reliquias de tales leyendas, estoy seguro de que la luz clara de poste- riores investigaciones acaba por convertilas en una verdad més bella. Ya se conoce ahora al orangutén y se sabe que no le corresponde alma humana ai Jengua racional; una informacin més cuidadosa acerca del orang-cubub orang-guhu en Borneo, Sumatra ¢ Islas Nicobar acaba también con el hom- bre selvstico dotado de cola Las noticias sobre Ios hombres con los pies invertidos de Malaca; la no- 3. Todavia Marsden lo tiene en cuenta en su descripeién de Sumatra; pero se basa solamente en leyendas. Mobeddo cn su obra sobre el origen y evolucisn del lenguaje jum toda la tradici6n a su alcance (tI, p. 219, ete.) El profesor Blumenbach en De varietate generis humani ha demostrado cues son las fuentes a que se remontan los retratos del hombre selvitico dotado de rab. » LA INVENCION DELA NACION ign, probablemente raquitica, de los enanos de Madagascar; los varones con vestidos de mujer de Florida, etc., requieren la misma revision que ya han rmerecido los albinos, os dondos, los patagdnicos y los taparrabos de fas mi- jeres hotentotes.* Los hombres que consiguen exterminar aparentes defectos de la ereaciéa, rmentira del acervo de nuestros conocimientos y deshonra de nuestra natura- Teza, estén en la verdad y vienen a ser como los héroes en las fabulas mitols gicas del mundo antiguo: matan a los monstruos sobre la Tierra No quisiera que la aproximacicn genética del hombre al mono se lieve tan lejos que al tratar de construir una evolucién escalonada de todas las cosas se desconozca la verdadera gradacién y los intervalos de la escala, sin los cuales ésta no puede existir. ;Qué explicacién, por ejemplo, nos brinda- ria el sétiro raqutico para la figura del camachadal, el petiso silvano para la altura del groenlandés o el pongo acerca del patagénico, ya que todas estas conformaciones se derivan de la misma naturaleza humana, aun en la hip6- tesis de que no existieran monos en este mundo? Y quienes tratan de i mais allé todavia, pretendiendo explicar ciertas deformaciones de la raza huma- na con su origen genético en los simios, creo que se aventuran a una hipd= tesis tan improbable como deshonrosa. La mayor parte de estas aparentes semejanzas con los monos hacen su aparicin en regiones donde nunca hen texistido los monos, como, por ejemplo, el crineo huidizo de los calmucos y ‘mancoleses, las orejas gachas de los pevas y amicuanes, las manos estre- chas de algunos salvajes de las Carolinas, etc. Tan poco simiescos son estos rasgos que, superado el engafo inicial de una observacién superficial, se descubre que el calmuco y el negro siguen siendo hombres en el pleno sen- tido de la palabra, también en To que toca a la formacién de su créneo, y que el malicolese hasta demuestra poseer facultades que muchas otras na- ciones no tienen. A la verdad, hombre y simio nunca han constituido una misma especie, y yo quisiera Ver extinguidas, por fin, las ultimas reliquias de la leyenda que los hace convivir, en algtin lugar de la Tierra en fecunda unién generadora. La naturaleza ha dotado a cada especie de su propia he- edad? 4. Sonnerat todavia hace mencién de los hombres de Malaca (Voyages au Indes, 1.Il, p. 103), pero tambign él se basa sélo en leyendas. La informacién sobre los ena- ros de Madagascar ha sido reiterada por Fiacourty luego por Commerson, siendo, sin embargo, desechada por exploradores posteriores. Sobre los hermafroditas de Flo- rida véase Hehne, Tratado critico en Comment. Socitat. Reg. Goetting (Memoria be la Real Sociedad de Gottingen). 1778, p. 993. Sobre hotentotes véase Sparrmann, Reisen, p. 177 5. En los extractos del diario de un reciente explorador que viajé por el Asia (Leipz. 1784), p. 256, se afirma todavia la comunidad de vida con los monos, pero sélo basdndose en leyendas. JOHANN GOTTFRIED VON HERDER u ‘Al mono lo han subdividido en tantas clases y familias, y propagada cada una de ellas cuanto pudo; td, empero, oh hombre, rinde honores a tu linaje: ni el pongo ni el longimano es tu hermano pero s{ lo son el americano y el, negro. No los oprimiras, pues, no los asesinards ni has de robarles su propie- ddad, porque hombres son lo mismo que td. Con el mono, en cambio, no te es lieito confraternizar. Por titimo, desearia que no se Heven més alld de los justos limites las subdivisiones que un celo por la sistematizaci6n cientfica, del todo laudable, hha querido atribuir al género humano. Asi, por ejemplo, algunos se han atre~ vido a suponer cuatro o cinco divisiones que denominan razas, originalmen- te hechas por regiones 0 por el color de la piel. Yo no veo una raz6n sufi ciente para semejante denominaciGn. La palabra raza induce a pensar en una diversidad de origen que agu no conesponde, o, por lo menos, comprende & las razas mas distintas en cada una de esas diferentes regiones 0 colores. To- do grupo étnico homogéneo es ya un pueblo, tiene su cultura nacional lo ‘mismo que su idioma, aunque la zona donde habita le imprime unas veces un cardctet propio, otras sélo una ligera modaliéad peculiar, sin que ni lo uno ni {o otro basten para destruir la conformacin original y tipica de una nacién, Esta evolucién se puede seguir hasta en las familias y sus transiciones son tan imperceptibles como variables. En una palabra: no hay en la Tierra cua- tro o cinco razas ni variedades exclusivas. Un color pasa a otro en transicién imperceptible; toda formacién particular esté en la linea del carécter genéti- 0, y mirando las cosas en conjunto, todo viene a ser una infinita escala de ‘matices de una sola pintura que abarca todos los lugares y tiempos de la Tie- Fra, Como tal no forma objeto de la historia natural sistemstica nj de la histo- ria fisico-geografica de la humanidad ESTA UNICA ESPECIE HUMANA SE HA ACLIMATADO EN TODOS LOS LUGARES DE LA TIERRA Contemplemos a esas langostas de la Tierra los calmucos y mongoles no euadran en ninguna otra regién de! mundo sino en sus estepas y monta- jas, Montando su pequefio caballo, el hombre de baja estatura y poco peso recorre inmensos desiertos y feritoros; abe reanimar la cabalgadura que es- ‘a punto de sucumbir, y cuando amenaza morir de sed le da fuerzas con tuna sangrfa, abriendo una vena en el cuello del animal. Buena parte de estos parajes no conocen la lluviay s6lo los refresca el roc‘, y una fectilidad ina- gotable de la tierra que se reviste de siempre renovado verdor. Por amplias cextensiones no se encuentra un stbol ni una fuente de agua dulee. Estas tri- bus salvajes y gobemnadas por una férea disciplina recoren aquellos campos de pastoreo apacentando sus rebafos. El compafero que comparte su forma de vida, el caballo, conoce la voz del amo, viviendo, como éste, una existen 2 LA INVENCION DE LA NACION, cia pacifica, El ocioso calmuco ests sentado allf con embrutecida indiferen- cia y contempla su cielo siempre azul, atento slo alos ruidos que le legan a través de las infnitas extensiones del desert, En cualquier otra 00a, les ‘mongoles han evolucionado y se han diferencia; pero mientras permane cen en sus tierras son y siguen siendo lo que por milenios han sido, y nada cambiaré su exstencia mientras su regién no sea modificada por obra de la naturaleza o del hombre.® Elrabe con su noble caballo y su camellopacientey resistete, pertene- ce al desierto.” Como el mongol en sus estepasyaltas meseas, asi recor el més esbelto beduino su amplio desieroafro-asidtico, némada también él de su territorio exclusivo, con el cual estén en consonancia su manera sencilla de ves, sa modo de vid, sus costombresy su carfcter,ysu misma tienda que conserva tl aspecto que sus antepasados le imprimieron hace miles de as. Amante de la libertad, desprecia las ciquezas y tos placeres. Siempre listos para las répidas coridas en sus caballos qu cuidan como a s mismos, ¥ no menos pronto para la guera. Su figura es delgada y nervuda, su color marcén, sus hhvesos fuertes.Infatigables y sufridos para las moleaias, unidos por el de- sierto que es su patria, se dan uno por todos y todos por uno lesa su pala- bya, hospitalaris y nobles, audaces y emprendedores. Su via lena de peli- gros los ha habitvado a la prudencia y al recelo, el desierto solitario ha Gecarollado su tendencia vengativa, pero también el entusiasmo, el eulto de Ia amistad y el orgulloindomable. Dondequiera que aparezca un Srabe, sea cen el Eufrates oen el Nilo, en el Libano o en el Senegal, asta Zanzibar y el Océano Indic, siempre se muestra con su peculiar eardcterérabe, a no set aque un cima extrano lo haya modifiado pavlatnamente. El ealforniano que vive en los confines del mundo, perdura en sus terras estériles, con su estilo de vida parco y frugal y las inclemencas de un clima Siempre variable, No se quej del calor ni del fr, se salva del hambre,aur- aque a duras pends, yes Feliz sobre su tera, Sélo Dios sabe dice cierto misionero-F cusntas miles de millas ha recorrido un californiano que llega a los ochenta afos durante su vida errante, hasta que ‘encuentra su éItimo reposo en el sepulero. Muchos de ellos cambian de morada ‘como cien veces al aflo, de manera que apenas duermen tres veces seguidas en cl 6, Para determinadas regiones, véase Pallas y otros antés nombrados. Acerca de la vida y las costumbres de una tribu de calmucos junto al rfo Lauk, la autobiografia de su cautiverio de G, Opitz serfa un cuadro muy pintoresco si no fuera adornada ée tantas observaciones del autor que le confieren caricter novelesco. 7, Ademis de mumerosos viajes antiguos ala Arabia, véase Voyages, de Pagés, M, pp. 62-87, '8, Noticias de California, Mannheim, 1773, varios pasajes JOHANN GOTTERIED VON HERDER 3 mismo lugar y pare, Se dejan caer donde los soxprende la noche, sin preacupae: se de las alimafia ni de la suciedad del suelo, Su piel martén negruzca les sive e abrigo, Arco y flecha hacen de utenslios domésticos, una piedra sustituye el ‘cuchillo, un hueso 0 palo puntiagudo sirve para desenterrar las rafces; una cora za de tortuga hace de cuna para los nifios, una tripa o vejiga de recipiente de agua, y, sila suerte les fue propicia, cienen una bolsateida de hilo de aloe a ma- nera de red de pescador donde meter sus provisiones y andrajos. Comen rafces y diversas semillas asi como heno seco, todo lo cual recogen con dificultad y lo vuelven a sacar de sus propias deyecciones cuando apremia el hambre. Todo lo {que sea carne o se le parezea, incluso murciélagos, orugas y gusanos, tiene cate- Bora de festin, y hasta las hojas de algunos arbustos, maderas y brotes, cueros, correas y huesos tiemos no se excluyen de la dieta cuando la necesidad los obli- 2. Y a pesar de todo, estos miserables gozan de buena salud; Megan a una edad avanzada y son de fuerte constitucién, de suerte que es milagro que algun entre ellos legue a encanecer, y esto muy al Glo dela vida. Siempre estén de buen hu: ‘mor; risas y bromas estén ala orden del dfa entre ellos; su figura es esbelta, su cuerpo dgil y veloz; con dos dedas del pie saben levantarpiedras y otros objetos del suelo, y se mantienen erguidos a la perfeccién hasta muy vies; sus hijos se pponen de pie y aprenden a caminar antes de cumplir un afio, Cansados de parlo- tear se acuestan y duermen hasta que los despierta el hambre; apenas despiertos, vuelven a chariar y bromear: y de esta manera continian por todos sus caminos hhasta que, por fin, el caiforniano agotado espera la muerte tranquil ¢ indferen. te. Los que viven en Europa pueden envidiarles su felicidad a los californianos, ‘mas no pueden hallarlaaguf, sino vienen armados de la mas completa indiferen cia de poseer mucho o poco en este mundo y de someterse a la voluntad de Dios en todas las continencias. Podirfa yo segur ofteciendo cuadros climsticos de varias naciones de di tintas regiones del mundo, desde tos camchadales hasta los habitantes de Tierra del Fuego; pero, cpara qué trazar estos breves bocetos, cuando cada Viajero que observa con precisidn o siente como un hombre nos proporciona descripciones del clima en cada una de sus pinceladas? En la India, gran cen: tro de los pueblos mercantes, se distinguen el arabe y el chino, el turco y el ppersa, el cristiano y el judio, el malayo y el negro, el japonés como el gent, porque cada cual lleva consigo, también hasta las costas mas lejanas, el ca- récter de su regién y de su estilo de vida. La antigua tradicién, hablando en lenguaje figurado, dice que Adan fue formado del polvo de las cuatro partes del mundo y que le inspiraban los espiritus y las fuerzas de toda la faz de la ‘Tierra, Dondequiera que sus descendientes hayan emigrado en el transcurso de los milenios para radicarse allf cual Arboles, echaron sus raices y dieron hojas y flores conforme al clima respectivo, Permitasenos sacar de aqui algu nas conclusiones que al parecer explican algunos hechos notables de La his- toria antropolégica, que de lo contrario causarfan asombro, En primer lugar resulta claro por qué todos los pueblos adaptados al sue- lo que habitan, le sean tan fieles y no acierten a separarse de él, La estructura 3M LA INVENCION DELA NACION de su cuerpo y su estilo de vida, sus alegrfas y sus quehaceres a los que se habituaron desde su infancia, todo cl Ambito de intereses de su psicologia es condicionado por el clima. Privindolos de su tierra, se les ha quitado todo absolutamente. Crana,? narra la triste suerte de los seis groenlandeses «los que se condujo por vez primera a Dinamarca, notindose que a pesar de to- os los cuidados y una abundante provision de bacalao y aceite de ballena que se les prodigaba, drigian a menudo sus miradas enristecidas con lamentos y suspi- ‘ros hacia el norte, la patria lejana, para Finalmente darse a la fuga en sus cajaks. Un fuerte viento los arrojé a la costa de Schonen, y conducidos de vuelta a Co- penhague, dos de ellos murieron de pesar y nostalgia. De los restantes, dos vol viecon a hui, padigndose eaptorar slo a uno de ellos. Este, cada vez que vefa un nif pequeto abrazéndose al cucllo de su madre, prorrumpfa en amargo Hanto (de donde se coligié que deberfa de tener mujer ¢hijos; no hubo forma de enten= erse con ellos ni prepararlos para el bavtismo), Los iltimos dos de este grupo permanecieron durante unos diez 0 dace afios en Dinamarea y fueron aprovecha- {dos para la pesca de perlas en Coldigue; pero durante el inviemo se les sobrecar 26 de trabajo en tl forma que uno murid, mientras que el oto, haciendo otra ten- tativa de huir, fue aleanzado cuando ya se encontraba a treinta 0 cuarenta millas de la costa, muriendo luego tambien ét de tristeza Las palabras no bastan para expresar la tristeza desesperada con que un esclavo negro, comprado o raptado, deja la costa de su patria para no volver a verla jamas, Réner dice"® que hay que emplear una estrecha vigitancia para que los esclavos no se apoderen de tun cuchillo tanto en el fuerte como en el barco. Durante la travesta alas Indias ‘occidentales hay bastante que hacer para mantenerlos de buen humor. Por eso hay provisién de arpas europeas, como también de tambores y de Mautas a cuyo son se los hace bailar, aseguréndoles que son llevados @ un hermoso pais donde tendrén mujeres en abundancia y buena comida y cosas por el estilo, A pesar de esto, no faltan lamentables ejemplos de navegantes a quienes asaltaron y asesina- fon, dejando luego el barco a la deriva en dreccién ala costa. Y cuantos ejem= plos mucho mas tristes aun se han visto de suicidios por desesperacién de estos infelices secuestrados. Cuenta Sparrmann'! por boca de un propietario de tales esclavos, que de noche suelen caer en una especie de delirio que los impulsa a asesinar a al- 9 Gesch. von Grénland (Historia de Groenlandia), p. 355, 10, Romer, Nachrichten von der Kilste Guinea (Relato de a costa de Nueva Gui ea), p. 279. 11, Viajes de Sparrman, p. 73; el explorador filéntropo tiene diseminadas en su ‘obra muchas trstes noticias sobre el tratoy la caza de los esclavos; pp. 195, 612 y si- spuientes. JOHANN GOTTFRIED VON HERDER 3 guien, cuando no a si mismos, “porque el recuerdo cargado de nostalgia de la Tan cierto como sé que 25. HipScrates, Aristoeles, Galeno, Harvey, Boile, Stahl, Glisson, Gaubius, AF. bin y tantos otros de los mas grandes observadores 0 sabios del mundo, obligados por la experiencia, admitieron est principio vital activo, si bien lo denominaron de diver- sa manera y no distinguieron siempre lo bastante la denominacién respectiva de otras, fuerza limitofes, “a LA INVENCION DELA NACION pienso sin conocer empero la potencia de mi naturaleza intelectiva, tan cierto siento y veo que vivo aunque no sepa nunca qué ¢s la fuerza vital. Es una cenergia congénita, orgénica, genética; es el origen de mis fuerzas naturales, el genio interno de mi existencia, Si el hombre es el ser més perfecto de la ‘ereacién terrena, ello no tiene otra raz6n sino que las fuerzas orgénicas mis sutiles que conocemos operan informéndolo sobre los instrumentos de prec sin més delicados de su organismo. Asi es como el hombre representa el 706fito, la planta animal més perfecta: un genio nativo en forma humana, ‘Si nuestros principios son verdaderos, como quiera que se basan en Ia ex- periencia irrefutable, no puede tener lugar ninguna mutacin de nuestra espe- cie si no es con intervencién de estas fuerzas orgdnicas. Cualquiera que sea el efecto producido por el clima, todo hombre, todo animal, toda planta tiene su propio clima, pues cada cual recibe Ios influjos externos y los asimila or- ‘génicamente a su manera individual, Ni en su fibra més diminuta sufre el hombre a la manera de una piedra 0 de una burbuja. Veamos ahora algunos sgrados 0 matices de estas mutaciones. El primer grado de mutaciones en Ta especie humana se muestra en las partes externas; no como si éstas fueran afectadas y actuaran por sino porque la fuerza que nos informa opera desde adentro hacia afuera. Me- diante un mecanismo prodigioso se empefa en expulsar del cuerpo cuanto pudiese obstaculizarlo 0 serle extrafio; de ah que las primeras mutaciones de ‘su estructura orgénica habrin de manifestarse en los limites externos de su dominio, y asi, efectivamente, las variaciones més Ilamativas del género hu- mano no afectan més que la piel y el pelo. La naturaleza protege el nucleo esencial de su creacién y expulsa tan lejos como le es posible el lastre que estorba. Donde la accién del factor externo mortificante iba mas alld, los efectos ro se manifestaron por otros conductos que los de la misma fuerza vital, a saber, 1os de la alimentacién y procreaciGn. El negro nace blanco; las partes que primero se colorean son una sefial manifiesta de que el miasma de su ‘mutacin opera genéticamente, mientras que el aire tan s6lo lo desarrolia, ‘Ahora bien: el estudio de los afios de la pubertad, lo mismo que un crecido nmero de experimentos con enfermos, nos demuestran que las fuerzas de nutricién y procreacién ocupan un amplio sector en el cuerpo humano. Por ‘medio de ellas se comunican Ios miembros mas distantes entre sf, y precisa mente son estos miembros los que son afectados en su conjunto por las mu- taciones de los pueblos. Asf, pues, fuera de la piel y los Srganos genitales son las orejas, el cuello y la voz, la nariz, los labios, la cabeza, etc., justa- mente a regidn donde en mayor escala se manifiestan las mutaciones. Finalmente, puesto que la fuerza vital aglutina todas las partes en un con- junto orgénico cuya organizacién forma un circulo sin principio ni fin a cau- ‘sa de sus miltiples correlaciones, se entiende que las mutaciones principales JOHANN GOTTFRIED VON HERDER 4s {y mas intimas acaban por manifestarse también en las partes mas impermea: bles, las cuales entran en una nueva relacién con el todo, desde la cabeza hasta lo pies, por razén de la fuerza intrinseca afectada. Con dificultad pro- cede la naturaleza a la mutacién; hasta en los monstruos donde su obra de ar- te ha sido alterada violemtamente, encuentra maravillosos medios de com- pensacién, asf como un estratega vencido muestra su mayor sabidurfaen la retirada, Mas la diversa formacién de los pueblos enseiia que también esta ‘mutacin, la més dificil, ha sido posible en el ser humano, pues precisamente Ja composicién de miles de partes y la delicada adaptabilidad de nuestra mé 4quina junto con los innumerables y variados factores que ejercen su influjo sobre ella, la hacen posible. Pero también esta mutaciGn tan trabajosa s6lo pudo producitse de adentro hacia afuera. Por siglos, las naciones han form: 4do sus crdneos, perforado sus narices, forzado sus pies, alargado sus orejas: Ja naturaleza no se dej6 desviar de su curso, y si por un tiempo se vio violen- Lada, teniendo que suministrar Ia savia vital a los miembros dislocados, ape nas pudo tomé el camino de la libertad para pesfeccionar el tipo de su prefe- rencia. Muy de otra manera sucedian las cosas cuando la deformacién era de origen genético y se operaba por los conductos naturales: aqui las deforma: ciones eran hereditarias hasta en determinados miembros. No se diga que al sin atifcio, oacaso el Sol, hayan achatado la nariz del negro. Siendo asi que la conformacién de este érgano esté en relacién con la de todo el créneo, 4e la barbilla, del cuello y las espaldas, Y haciendo de la médula espinal el papel de un tronco de érbol a partir del cual el térax y las extremidades se van formando como ramas, se demuestra ampliamente por la anatomia com- prada que la mutacién afect6 a toda la figura y que ninguna de las partes fi- {jas pudo cambiar sin mortficarse el todo. Por esto, también, ta figura del ne {10 ostenta transiciones de matices segdn la region y no podrd volver a su formacién original sino es por via genética. Llevad al negro a Europa y ve- ris que sigue siendo lo que es; casadlo con una mujer blanca, y en una gene- racign cambiara lo que el clima de efecto de colorante no hubiera realizado en sigos. Asf también acontece en la formacién de los pueblos: el ambiente regional los modifica con extrema lenitud; en cambio, usa mezcla con na- ciones extrafias hace desaparecer en pocas generaciones todos los rasgos ‘mongdlicos,chinos y americanos, Con la venia del lector daremos unos pasos ms por esta via: 1. Un observador atento no puede dejar de notar que en la infinita varie- dad de figuras humanas, ciertas formas y proporciones no sélo se repiten si no que también se combinan unas con otras en relaciones exclusivas. Para los artistas, esto ya es cosa sabida, y las estatuas de la antigiiedad nos ense- jian que los artistas de aquellos tiempos aplicaban la proporcién o simetria, ‘como la llamaban, no s6lo al ancho y largo de los miembros, sino también {que Ia formacién de éstos estuviese en armonfa con el espiritu de toda la 46 LA INVENCION DELA NACION obra. Fl cardcter de sus dioses y diosas, de sus adolescentes y héroes queda- baa tan definido en toda su postura que a algunos se los puede conocer con no ver mas que un miembro aislado, y no es posible en ningin caso intercam- biar entre ellas un brazo, un pecho ni un hombro. En cada una de estas figu- ras vive el genio de un ser individual que comunica su alma inspirando su envoltura material y dando a la més pequefia medida y posicién de los movi- _mientos un cardcter similar al que tiene el conjunto. Entre los artistas de épocas mas recientes es el Policleto de nuestra patria, Albrecht Direr, quien ha investigado cuidadosamente la medida de las diver- sas proporciones del cuerpo humano, y cualquiera advierte aquf que la for- ‘macién de todas las partes cambia con las circunstancias de la vida. ;Y qué sucederfa si combinéramos la precisién de Durero con la intuicidn psicol6gi- cca de Jos antiguos para estudiar as{ la diversidad de las principales formas y caracteres humanos en su conjunto armGnico? Me parece que la ciencia fiso- rnomista volverfa con esto a su antiguo cauce natural que indica su nombre, segiin et cual no tiene la finalidad de ser intérprete de capacidades técnicas 0 ‘morales, sino de Ia naluraleza viviente de un hombre, algo asf como la tra- ductora de su genio hecho visible. Ajustindose asf a los limites de la analo- zgia del conjunto que se expresa siempre con mayor fidelidad en el rostro, tendré la patologia por hermana y la fisiologia y semiologfa por auxiliares y amigas. La figura del hombre no es més que una envoltura para el mecanis- ‘mo interno, un conjunto arménico donde cada letra es parte de una palabra; pero solamente la palabra entera da el sentido verdadero. En la vida comin ttilizamos la ciencia fisonomista de la siguiente manera: el médico experi- ‘mentado Ve cules son las enfermedades que més fécilmente pueden afectar al hombre segin su estructura y figura, y hasta el ojo fisonomista de los ni- ios percibe Ia manera de ser (physis) del hombre en su conformacin, es de- cir, su figura en la que se manifiesta el genio hasta la sepultura ‘Ademés: no serd posible registrar estas formas, esta armonta de partes convergentes y ordenarlas como las letras de un alfabeto? Verdad es que es- te abecedario nunca llegarfa a ser completo, ni lo serfa de algiin idioma de- terminado; mas no cabe duda de que un estudio conciencudo de este orden vivo, columna y base de nuestra especie, abrirfa un ancho campo para fijar las caracteristicas fundamentales de Ia naturaleza humana en sus exponentes, principales. Si no se limita esta labor a Europa y se evita erigir nuestro acostumbrado ideal de belleza en prototipo de toda sanidad y hermosura, si- guigndose a la naturaleza viva tal como se presenta en las diversas zonas de la Tierra, cualesquiera sean las armontas de las partes convergentes y sus va- riantes, se Ilegaria indudablemente a nuevos descubrimientos sobre el con- sensus partium y la melodia de las Fuerzas vivas en la estructura del hombre, ue serfa el mejor de los premios para semejante labor. Mas atin: tal vez es- te estudio del consenso natural de las formas nos llevaria mds lejos que la doctrina de las complexiones y temperamentos tantas veces (ratada, y casi JOHANN GOTTFRIED VON HERDER a siempre con eseaso fruto. Ni siquiera los observadores mas agudos adelanta- ron gran cosa por esta via porque les faltaba la terminologta para designar la pluralidad de formas que hallaron 2° 2. Sila fisiologta deberfa servir siempre de faro y norte en semejante his- toria gréfica de las formaciones y mutaciones det génera humano, también se haria patente en ella la sabiduria de la naturaleza que forma y modifica sus obras conforme a una ley de prédiga compensacién. ;Por que, por ejem- plo, la madre naturaleza crea y separa sub-grupos y familias? La finalidad no es otra que el mayor perfeccionamiento del tipo respectivo, No sabemos cudntas de las especies animales actuales tuvieron un mayor grado de paren- tesco entre sf en épocas pasadas, pero sf vemos que ahora estén separadas por lindes genéticos. Ningin animal en estado salvaje se aparea con otra es- pecie: y donde los artficios del hombre o Ia opulenta ociosidad de! animal cebado hacen degenerar su instinto de por si tan bien orientado, ni siquiera alli 1asleyes inmutables de la naturaleza pueden ser superadas por la técnica artificiosa. 0 la unign resulta estéril,o el bastardo producido a la fuerza solo se reproduce con animales de las especies que intervinieron en su propia gé- nesis, Lo que es més: vemos en estos mismos bastardos que las variantes no aparecen sino en los limites exttemos del organismo, tal como lo hemos des- crito de las mutaciones de la especie humana; si el tipo esencial intinseco hubiera sido afectado, no se habria obtenido un ser vivo capaz de subsistir Ni un Centauro ni un Sétiro, ni Escila ni ls Medusa pueden generarse sein las leyes internas de la naturaleza y del tipo genético esencial de cada espe- 3. El medio més sutil, finalmente, por el cual la naturaleza combina la pluralidad de las formas creadas con su conservacién en las especies, es la creaci6n y apareamiento de dos sexos. ;De qué manera tan sully espiitual se combinan los rasgos de ambos padres en la faz y estructura corpérea de sus hijost Como si sus almas se hubieran derramado en la prole segin diver- sas proporciones distribuyéndose sobre ella las mailtiples fuerzas naturales de ‘organizacién, Sabido es por todo el mundo que los rasgos y enfermedades, y hasta inclinaciones y predisposiciones, son hereditarios; més alin: con fre- cuencia sucede que la figura de algtin antepasado, muerto desde tiempos re- ‘motos, vuelve a emerger de manera maravillosa de la corriente de las gene- raciones, No menos cierto, aunque dificil de explicar, es el influjo prenatal de los estados animicos y corpéreos de la madre sobre el embrién, de lo que hay tristes ejemplos que cargan durante una vida con los efectos. La natura- leza ha juntado, pues, dos corrientes vitales para dotar al nuevo ser en forma- ign con un caudal completo de fuerzas naturales, que evolucionarén ahora 26. Encuentro esta doctrina muy simplificada en la Misceldnea de Merger, . | ‘También Platner y otros hicieron sus mvéitos en este campo, 8 LA INVENCION DE LA NACION hasta una vida propia a imagen y semejanza de los padres. Més de un drbol gencalégico decaido ha recibido nueva savia por el advenimiento de una ma- dre sana y vital; mas de un joven agotado no despert6 hasta que en brazos de su mujer lleg6 a ser un hijo viviente de la naturaleza. Se ve, pues, que también en la formacién del genio de la humanidad es ‘Amor el més poderoso de los dioses: ennoblece las generaciones y levanta a Jas decaidas; es una antorcha de la divinidad cuya chispa aviva la tlama de la vida humana. Nada, en cambio, hay mas antagénico al genio creador que quel odio frio, o esa aborrecible busqueda de la conveniencia propia, que es peor que el mismo odio. Ella junta por la fuerza a hombres que no han sido hhechos el uno para el otro y perpetda su existencia como seres miserables € inarménicos. Ningiin animal ha caido tan bajo como el hombre que se preci- pita en esa degeneraci6n, OBSERVACIONES FINALES SOBRE EL ANTAGONISMO ENTRE LA GENESIS Y EL CLIMA Sino me equivoco, con la dicho hasta ahora queda esbozado, por to ms nos, el comienzo de una linea demarcatoria entre las potencias antagénicas. Nadie pediré, por ejemplo, que una rosa se transforme bajo otro clima en li- rio, ni un perro en lobo; pues la naturaleza ha establecido limites precisos en: tre las especies y prefiere dejar desaparecer una criatura antes que permitir tun desvio degeneracién esencial del plan original. Que la rosa pueda pre sentar ciertas variantes, que el perro pueda adquiric un cierto aire lupino, est probado por la historia, y aqui la transformaci6n se opera por presién lenta o repentina sobre las fuerzas orgénicas antagdnicas. Ambas potencias en gue- ra causan, pues, grandes efectos, s6lo que cada una ejerce su accién a su manera. El clima es un cimulo de causas, muy diferente uno de otro, y en consecuencia actia Jentamente y de diversas maneras hasta que ellas pene- ‘tran profundamente en las partes internas y las cambian por el habito y por el poder genético mismo: ésie resiste largamente, por la fuerza y la uniformi ad; pero como no es independiente de influencias externas debe también acomodarse a si mismo a lo largo del tiempo. ara una extensa visidn de la oposicién entre génesis y clima en general, yo preferirfa un examen instructivo de los casos particulares, de los cuales la historia y la geograffa nos proven un amplio archivo. Sabemos, por ejem- plo, el efecto que la adopcién del modo de vida de los nativos, 0 del mante~ himiento de sus costumbres europeas, ha tenido en las colonias portuguesas ‘en Africa, o en los colonos espafoles, holandeses, ingleses y alemanes en ‘América y la Indias orientales. Cuando todos estos hayan sido investigados podemos proceder a transiciones més antiguas; como por ejemplo la de los ‘malayos @ las islas, los érabes a Africa y las Indias orientales, y los turcos a JOHANN GOTTFRIED VON HERDER ° Jos paises conquistados por ellos; y luego seguir con los mongoles, los térta- 10s y finalmente el enjambre de naciones que cubrieron a Europa en el curso, de la gran migracién. Nunca debemos subestimar el clima del cual un pueblo vino, el mado de vida que trajeron con ellos el pafs que se encontraba fren- tea ellos, as naciones con las que se mezclaron y las revoluciones que ocu- rmieron en su nuevo lugar. Si esta investigacién se levara através de aquellas ras sobre las que tenemos relatos aut€nticos, podrfamos tal vez arribar a conclusiones respecto de aquellas migraciones més tempranas, de las cuales ro sabemos nada excepto los cuentos tradicionales de los esritoresantiguos 6 las coincidencias de lenguaje y mitologia, porque de hecho todas, o a ma- yoria de las naciones de la Tierra al menos, han migrado antes o después. Entonces, con la ayuda de algunos mapas para su inspeccién adecuada, debe- ‘mos obtener la historia fisico-geografica de la descendencia y la diversifica- cidn de nuestra especie, de acuerdo con periodos y climas que en cada etapa ddeben producienos importantes resultados. Sin anticipar los trabajos de la mente inquisidora que debera emprender semejantetarea,presentaré unos pocos hechos dc la historia moderna, como un breve ejemplo de mi examen preceden 1. Las transiciones demasiado abruptas y demasiado precipitadas a un hemisferio y un clima opuestos son raramente saludables para la nacién porque la Naturaleza no ha establecido sus fronteras ene tierras remotas en ‘vano, La historia de las conquistas, asi como la de las compaiias comercia- les, especialmente lade las misiones, proporcionan una imagen melancsti- cay en algunos aspectos cémica, si delineamos este tema y sus consecuen: ciaS con imparcalidad, incluso de las narraciones de los grupos mismos. Nos estremecemos con horror cuando leemos los relatos de muchas naciones eu- ropeas que, hundidas en la mayor voluptuosidad disoluta y orgullo insensi- bie, han degenerado tanto en cuerpo como en mente y ya no poseen la capa- cidad de la compasin y el goce. Son vejigas hiochadas con forma humana, perdidas de todo noble y activo placer y en cuyas venas se oculta una muerte inminente, Si a esto agregamos las condenas, de las cuales ambas Indias han probado ser tumbas insaciables; si Ieemos las historias de las enfermedades de los climas extras, dadas por médicos ingleses, franceses y holandeses; y si volvemos nuestros ojos a los pios misioneros que no han estado tan lis- {os para abandonar el habito de su orden y su modo europeo de vida; jqué instructivas conclusiones se presentan ante nosotros que, si, pertenecen a la historia del hombre! 2. Incluso la industria europea de colonias menos difciles en otras re- siones del globo no es siempre capaz de evitar el efecto del clima. Observa Kalm que los europeos en Norteamérica llegan antes ala edad de la pubertad pero al mismo tiempo se vuelven ancianos y mueren antes que en su pafs na- tivo, "No es nada comin”, dice él, encontrar nifios pequefios que tesponden preguntas que se les formulan con asombrosa rapidez y vivacidad, sin tener 30 LAINVENCION DE LA NACION Ja edad de los europeos. Ochenta 0 noventa aflos son raramente alcanzados por alguien nacido en América de padres europeos, aunque los aborigenes frecuentemente viven mucho més; y los nativos de Europa cominmente vi- ‘ven mucho mas en América que sus hijos nacidos en ese pais. Las mujeres dejan de tener hijos antes, algunas tan temprano como a los treinta afios, y se observa generalmente que la prole de los europeos piesde sus dientes antes y prematuramente, mientras los americanos retienen sus dientes blancos y sa- nos hasta el fin de su vida” Este pasaje ha sido impropiamente citado como una prueba de la insalu- bridad de América con respecto a sus propios hijos: pero s6lo para los ex- tranjeros es una madrastra que, como observa Kalm, abriga en su vientre con diferentes constituciones y costumbres. 3, No imaginemos que el arte humano puede con poder despstico conver- tir repentinamente una cegién extranjera en otra Europa, cortando sus bos- ques y cultivando su suelo: porque la totalidad de sus criaturas vivientes se conforma a ella y no puede ser modificada a discrecién. Incluso Kalm nos informa, a través de las bocas de los suecos americanos, que la répida des- truccidn de los bosques y et cultivo de la tierra no sélo disminuyé el niimero de pdjaros comestibles que fueron encontrados en innumerables multitudes en los bosques y en las aguas, y de peces que nadaban en rfos y arroyos, y que disminuyeron en lagos, corrientes y vertientes, sino que esto pareci6 afectar la salud y la longevidad de los habitantes y la influencia de las esta- ciones, “Los americanos”, dice él, “que frecuentemente vivian cien afios y ‘més antes de la llegada de los europeas ahora aleanzan apenas la mitad de la edad de sus ancestros: y esto, es probable, debemos atribuirlo no sélo al uso desiructivo del alcohol y a una alteraci6n en su modo de vida sino también @ la pérdida de tantas hierbas odoriferas y plantas medicinales, que cada mafia- na y cada tarde perfumaban el aire, como si el campo hubiera sido un jardin florido. El invierno era entonces més intenso, fifo, saludable y constante: ‘ahora la primavera comienza més tarde y, como las demés estaciones, es més variable e irregular. Este es el relato dado por Kalm, y por més local que lo consideremos to-

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