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TEORIA DE LA TRADUCCION LITERARIA Esteban Torre LAS TRANSFERENCIAS LINGUISTICAS 3.1. Concepto de transferencia Para la teoria de la traduccién, tiene una importancia de- cisiva el establecer una diferencia clara entre la traduecién y la transferencia como procesos radicalmente optestos. En la traduccién, hay una sustitucién de signifi significantes de la lengua original (LO) por significados y sig- nificantes de la leng ne se traduce (LT): Good morning se traduce por “Buenos dias”, a pesar de que morning no sig- nifica “dia”, sino “mafiana’’ y a pesar también de que en espa- fol no se dice “Buena masiana’, ni “Buen dia’, sino precisa- mente Buenos dias, en plural. Sucede, por tanto, que, en la traduccién, todos y cada uno de los segmentos del texto (T') dela LT tienen unos valores que derivan de la propia estruc cuca de la LT. EL TLT Buenos déas funciona, ast, en la LT espa- ficla, independientemente de que exista un TLO Good mor ning proveniente de la LO ingh En la transferencia, por el contrario, existen partes del tex- tode la LT cuyos valores han sido previamente establecidos en La LO (Catford, 1970: 75). Tiene lugar, ast p injerto (Catford, 1970: 83) de significances y significados del 89 ‘TLO sobre el TLT. Si lo que se transfiere son palabras o unie dades léxicas, hablamos de préstamos. Asi, “Fatbol” es un pres tamo del inglés football Y si lo que se transfiere sor dos de palabras 0 unidades léxicas de la LO, inexiscentes en la UT, pero utilizando significantes de la propia LT, hablamos de calcos. Asi, “balompie” es un calco del inglés foorball (foot, “pie”; ball, “balén’), Ademés del préstamo y el calco, existen otras formas de transferencia, como es el caso de la traduccién 0 no traduce cién— de los llamados nombres propios, asi como el de la ver= sidn de los sérminos especificos del lenguaje cientifico y técni- co, En tiltima instancia, se da también en estos casos un trasvase de significances y significados de un TLO a un TT; pero, por presentar caracteristicas peculiares, se considerarin en diferen= tes aparrados, n la prictica, cuando un traductor inserta en el texto de la LT un segmento de la LO, no se da casi ntunca una transle~ rencia absoluta. El segmento cransferido no consetva exacta- mente el mismo significado que tenia en la LO. Un sencillo «jemplo es la transferencia de la palabra inglesa square al fran- és. En la LO inglesa, entre las miiltiples acepciones de square —“cuadrar”, “ajustar”, “cuadrdngulo”, “exacto”, “exactitud”, “integridad”~, figura la de “plaza”, Pero en la LT francesa s6lo cuenta esta iltima acepcién, y ademas no se refiere a una pla za cualquiera, sino tinica y exclusivamente a un jardinillo 0 ‘plazoleta ajardinada”, con bancos, arboles y flores, y general- mente rodeada de una verja Es de advertir que, si bien el nombre genético de txinsfi- rencias lingiiésticas suele ser hoy de empleo comin para aludir a fendmenos lingilisticos del tipo del préstamo y del calco (Acosta, 1987), no todos los autores hacen uso de este térmi- no en el mismo sentido. Asi, Vinay y Darbelner (1973: 47) consideran como formas de traduccién directa o literal lo que a veces se Hama el “grado cero” de la traduccién— el “prés- tamo” (emprunt) y el “calco” (calque), En el capitulo titulado “Transferencia” (Transfer) de la ‘obra The Theory and Practice of Translation, Eugene Nida y Charles Taber (1974: 99-119) afirman que “la transferencia es el punto decisive y central del proceso de traduccibn” (the sransfer itself is the crucial and focal point of the translation pro- 90 1), Fuera de contexto, esta frase estaria en abierta contradic- ida con el concepto de transferencia anteriormente expuesto, (que la considera como un proceso radicalmente opuesto a la raduccién propiamente dicha Pero Nida y Taber utilizan “transferencia” en su sentido ordinario de trasladar una cosa de un lugar a otro~ como una de las “fases” (snages) de la actividad traductora. Una ver reali- ados los procesos de andlisis (analysis), que incluyen los as- ectos gramaticales y semanticos del texto, y antes de proce- dder a su definitiva reestructuracién (restructuring), el traductor na de efectuar un craslado (éransfer) del discurso de la LO a la LT. Como los mismos autores sefialan, este traslado o transfe- rencia tiene lugar en el cerebro del traductor. Por otra parte, aunque metodolégicamente se pueden dis- inguir diversas fases (Nida y Taber, 1974: 104) en el procedi- miento de traduccién ~el traductor analizaria primero todo el material, después efectuaria la transferencia de todo el discur- so y por iiltimo, lo reestructuraria~, en la préctica la mente del traductor es capaz de cambiar vertiginosamente de ur puato a otro, movicndose continuamente entre el andlisis y la reestructuracién (the translator will constanaly swing back and forth between tha analytical and the restructuring. proceses) al efectuar la transferencia. Siguiendo a Nida, Gerardo Vazquez-Ayora (1977: 47) se plantea la cuestion de a qué nivel debe realizar el traductor la “eransferencia” de las ideas de una lengua a otra, y concluye que lo mas conveniente serfa hacerlo en los planos en los que las lenguas tienden a converger, esto es, a mostrar un mayor aint de caracterfsticas comunes. En efecto, en el nivel de la estructura superficial, o patente, existira el peligro de caer en una excesiva literalidad, mientras que en el nivel de la es- uuctura profunda, © subyacente, se correrfa el riesgo de cae en generalizaciones y abstracciones. De ahi que lo més desea- ble serfa que la “transferencia” de las ideas se efeccuara en un plano “menos profundo” que el de la estrucenra subyacence e contexto, pricticamente lo Transferencia es asf pues, en es mismo que traslado 0 traducci6n, En fin, Peter Newmark (1992: 117), aunque reconoce que hhay autoridades en la materia que niegan que la transferencia sed un verdadero procedimiento de traduccién, afirma que no o1 existe otro término mejor que éste para designar lo que hace un traductor cuando decide usar en su texto una palabra de la LO, como aerobic, impasse, perestroika o saudade. Identifica la transferencia con ~y la reduice a~ la transeripcidn y el présta mo, y la define (Newmark, 1992: 342) como el procedimien- to de “traduccién’” por el que “se teansficre” un término o uni- dad léxica de la LO en el texto de la LT. 3.2. Préstamo y calco ‘Como hemos visto, se entiende por préstamo aquella pala- bra, 0 unidad Iéxica, que se transfiere del TLO al TLT: ing, football —> esp. “fitbol”. El calco es una transferencia de signt- ficados de la LO al TLT, pero utilizando significantes de la IT: ing, foosball -> esp. “balompié”. Por cierto que, en el ejem plo propuesto, ha prevalecido el préstamo sobre el calco, que sélo pervive en el titulo del popular club de fitbol “Real Betis Balompié”. La palabra espafiola “silucta” es un préstamo del francés sithouette (de Silhouette, ministto de Hacienda en 1759), y “vivencia’ es un calco (debido a Ortega y Gasset) del aleman Erlebnis. Para Santoyo (1987a: 93), el calco es una forma aceptable de traduccién; més atin, es traduccién estricta, ya que no apa- rece en dl ningiin elemento léxico que sea extrafio a la lengua receptora. A diferencia del préstamo, que se transflere tal cual (ing. sandwich — esp. “sandwich”) 0 con algtin reajuste gréfico y fonolégico (ing. yacht —> exp. “yate”), el calco se construye con significantes previamente existentes en la LT. No hallare- mos en los calcos ~segiin Santoyo~ léxico de nuevo aio, pues el que se utiliza para su formacién ya estaba en el diccionario. Lo cual no es del todo cierto, Vedmoslo en un ejemplo: el esp. “contenedor”, que es un préstamo del ing. container. Pues bien, hasta la vigésima edicién del Diccionario de la Leng Espafiola de la Real Academia, de 1984, no aparece en el cuct- po de la obra un articulo o entrada en donde se define el con tenedor como “embalaje metilico grande y recuperable, de ti pos y dimensiones normalizados internacionalmente y. con dispositivos para facilitar su manejo”. En el mismo articulo, se indica que la palabra proviene del ing. container, Con anterio- 2 ridad, en el *“Suplemento” de Ia vigesimonovena edicién del Diccionario, de 1970, aparecia ya el arciculo; pero no antes, ye que sélo existia una entrada del siguiente tenor: “contene- ‘ma. adj. Que contiene”. As{ pues, én este caso, entre otros yuchos, si existe en virtud del calco una entrada meramente una nueva acepeién, dentro del mismo de nuevo cut. Garcfa Yebra (1982: 335, 1987: 81), para quien el présta- mo no es en absoluto un procedimiento de traduccién, sino precisamente la renuncia a traducit, considera que el es traduccién, y que por tanto puede contribuir a la lengua que lo realiza. Por supuesto que el calco, como todo proceso de génesis Iéxica, enriquece la lengua que lo experimen- ta; pero lo que no es tan seguro es que consticuya un procedi- miento de auténtica traduccidn. Precisamente, como apunta Catford (1970: 82), la transferencia de significado se da cuan- do un TLT contiene una palabra de la LT en la forma fonolé- gica y grifica que es normal en la LT, pero con un significado ‘ontextual que ha sido tomado de la LO. Esto y no otra cosa elo que se entiende por calco. Pues bien, en estas circunstancias, no hay una verdadera iraducciin, es decir, no hay sustitucién de significados de la LO por significados de la LT; sino sranaferencia de significados dela LO ala LT. ichigit'd i ‘ Para la lengua receptora, no cabe duda de que las transfe- rencias Tingisticns Sani anecaie'ael préstamo como en el del calco, asi como en la transcripcién 0 adaptacién de los hombres propios y en el trasvase de los neologismos termino- légicos del lenguaje cientifico y técnico— implican un enrique- cimiento para la lengua receptora, con las matizaciones que ‘oportunamente se irin haciendo. No en balde los calcos y los préstamos constituyen un engranaje esencial en el mecanismo de la lexicogénesis. Desde el punto de vista del traductor, suponen una clau- dicacién, una renuncia a traducir en sentido estricto. Y, sin ‘embargo, es precisamente la necesidad de traducir lo que hace posibles las transferenc: tun primer momento, la palabra ‘ unidad léxica transferida conserva en el TLT una apariencia fordnea; pero, finalmente, acaba por adaptarse a la estructura féni actistica de la LT 3.2.1. El préstamo El Diccionario de la Lengua Espaiola define la vor préstax mo, en cuanto término linguistico, como un “elemento, gene ralmente [éxico, que una lengua toma de otra, y que no perce- necfa al conjunto patrimonial” Se entiende, por tanto, que si no pertenecia al “conjunto patrimonial”, debe incorporarse a él para que pueda llegar a Ser considerado como parte integrante de la lengua, En otra caso, mas que de préstamo, habria que hablar de extnenjeris ‘mo, que el Diccionario define, en su segunda acepcién, como “vor, frase 0 gito que un idioma toma de otro extranjero”. El término barbarismo (“extranjerismo no incorporado totalmen- teal idioma”) ha cafdo en desuso. La distincién entre préstamos y extranjerismos (galicismos, anglicismos, germanismos, arabismos, etc.) se suele basar en el grado de adecuacién © adapracién del ntievo vocablo a la es tructura de la lengua receptora, la oportunidad de su empleo y la fecha de st incorporacién. Generalmente, los préstamos fue- ron primero extranjerismos que, si resistieron la prueba del tiempo y no fueron eliminados por innecesarios y rechazables, acabaron por naturalizarsc hasta Hegar a confundirse con los restantes elementos léxicos de la lengua realidad, también los préstamos dejan de serlo en el transcurso de los altos. Asi, por ejemplo, en fa actualidad, el hablante nativo de la lengua espafiola no suele tener por lo co- main la concien istica de que el azahar, el alhelé o la azucena consistan en Spréscamos" de procedencia érabe, aun- que no por ello sean flores menos castizas que la latina Préstamos griegos, y latinizados, fueron también en su dia el nardo, el narciso, el lrio o el crisantemo, De importacién més reciente, y que no por eso desmerecen en el reino de las flores, son la magnolia (planta originaria de América: de Magnol, bo- tinico francés) y la cammelia (originaria de Japén y de la China: de Kamel, briténico moravo). En el proceso de naturalizacién de los extranjerismos y préstamos, la adaptacién a la grafia y a la fonézica de la lengua receptora difiere de unas lenguas a otras, ys distinta tambicn scgtin las épocas. De las lenguas europeas, el alemn es una de las que mas resistencia oponen al extranjerismo e incluso al 94 préstamo, precisamente por su gran capacidad para el calco Garcia Yebra, 1982: 335, 1987: 77), como se vera mds ade- ante. En espafiol, hasta fechas muy recientes, era preceptiva la astellanizacién del término para ser aceptado por el Dic- nario. Asf, por ejemplo, el ing. whiskey (o whisky en su var riante escocesa) fue transcrito como “glisqui’, y el fr. caserte como “casete” Sin embargo, la diltima edicién, la vigésima primera, del iccionario de la Lengua Espafiola, de 1992, incluye cérmi- nos como “dossier” (del fr. dossier: “informe o expedicnte”), “boutique” (del fr. boutique: “tienda de ropa de moda y de cemporada’, especificindose que “se pronuncia aproximada mente /butil!”) 0 “marketing” (del ing. marketing). En este Ultimo caso, ef articulo remite a la vor *mercadotecnia”, que ni es mas que un calco de marketing, introducido ya en la an- terior edicién del Diccionario de la Academia, de 1984, Al parecer, la Real Academia de la Lengua Espanola ha optado por seguir el camino trazado por algiin diccionario de inglés americano, como el New Riverside University Dictio en cuya edicidn de 1988 podemos enconcrat en proxi- midad, y en perfecta convivencia con los vocablos ingleses, palabras can francesas como gaucherie, tan espafiolas como _gezpacho,o tan germanas como gemiitlicheit En ocasiones, sin embargo, como apunta Garcia Yebra (1982: 339, 1987: 81), ni siquiera es necesaria la adaptacién fonética, porque la palabra extranjera retine todas las condi- ciones para ser recibida como un elemento mds del Iexico propio. Sucede esta con el portugues saudade, el finlandés sauna 0 cl italiano pergola, Entis en cuanto al signil cante, ya que los matices del significado se transfieren con mayor dificultad. La “saudade” porcuguesa es algo mds que la soledad, la nostalgia o la afioranza que indica el Diccionario espafiol, y la “sauna” finlandesa es una institucién que, al igaal que el huro(-ba) 0 baio japones, puede scr intraducible (Catford, 1970: 81 y 164) a las lenguas occidentales. La sauna, por lo pronto, no implica ni inmersién en agua caliente, ni la- vado del cuerpo, por més que el Diccionario la defina como “bafio de calor, a muy alta temperatura, que produce una rapi- day abundante sudoracin, y que se toma con fines higiénicos peu Cuando existen diferencias acusadas entre las formas y funciones culturales de la LO y las correspondientes de la LT, puede ser necesario introducir noras aclaratorias, que aseguren la correcta interpretacién del texto, A veces, el mismo texto puede ofrecer una explicacién (Nida y Taber 1974: 109, 1986: 150) mediante la adicién de “clasificadores” (classifiers) alos términos de la LO que puedan ser roralmente desconoci~ dos en la LT: “animales llamados camellos", “una piedra pre~ ciosa denominada rubi", “la ciudad de Jerusalén”, “el rito del bautismo”. En principio, no deben efectuarse alteraciones ~sefialan Nida y Taber— a menos que: 1) El texto corra el riesgo de ser malentendido por los re- ceptores 2) El texto pueda no tener ningtin sentido para ellos 3) La eraduccién esté tan “sobrecargada” que su descifra- miento constituya un problema para el lector corriente, 3.2.2. Elealeo Mediante el calco, como ya hemos visto, se transfieren all ‘TLY significados de palabras 0 unidades léxicas de la LO, que fo existian en la LT, si bien se utilizan significances de la pro- pia LT. Con toda precisién, el Diccionario de la Lengua Es- pafiola define el calco, en cuanto término lingifstico, como la “adaptacién de una palabra extranjera, eraduciendo su signif cado completo o el de cada uno de sus elementos formantes Y pone el siguiente ejemplo: “Aaloncesta es un calco del ing. asket-ball El calco puede respetar las estructutas sintécticas de la len- gua receptora, como ocurre en el esp. jardin de la infancia’, calco del al. Kindergarten. Otras veces, introduce una estruc tura insélita, como sucede en el esp. “ciencia ficcidn®, caleo del ing, science fiction. Las transferencias sintécticas de este iltimo tipo venfan reci- biendo el nombre de solecismo, término que, al igual que vela- ‘mos en el caso del llamado darbarismo, ha caido en desuso. El Diccionario de la Lengua Espafiola lo define, precisamente, 96 cmo “falta de sintaxis” y “error comerido contra la exacticud » pureza de un idioma” Hay un texto muy ilustrativo del humanista espafiol Juan Lis Vives, en el que se condena expresamente —nec video quor- sun pertineat solocciomuam aut barbarismum admitter, ‘no séa qué viene introducir un solecismo o un barbarismo”— el empleo de esas formas de traduccién literal, 0 no traduccién, de las expre jones y los términos extranjeros: ‘En aquellas versiones en las que sélo se atiende a las ideas, la traduccién ha do ser libre, estando permitido omitir sadir lo que le convenga. Los no han de ser neeesariamen: Jo que no interese al sentido, © patrones y figuras de una lengu: re reproducidos en la otra, y mucho menos las expresiones Jdiométicas. No sé a qué viene introducir un solecismo o an barbarismo, por el prurito de expresar literalmente las ideas con el mismo numero y categoria de vocablos, como lo hicic os con Aristételes, 0 con los textos sagrados.” (Vie ) ves, 1 Pero lo cierto es que la existencia de realidades -técnicas culturales~ en tuna comunidad antes que en otras, con el sub iguiente trasvase de las mismas, implica necesariamente que las lenguas de las comunidades receptoras lo sean también en cl nivel de las correspondientes formas y contenidos lingusti- cos. La transferencia de la realidad supone una légica transfe- reel ing, ¥,nauralment, la ransferenca lings esun recurso que le esté permitide utilizar a través del calco emo el ing. skyscraper pudo pasar al esp. ras cacielos, asi como al port. aranhaceus, it. grattacielo, fr. graste- cielo al. Wotkenkratzer. El calco no siempre reproduce exactamente los mismos elementos léxicos de la LO. Asi, el al. Wolkemkrarzer seria live- ralmente un “rascanubes" o “arafianubes", ya que Wolke sign fica exactamente “nube” y no “cielo”, que en aleman es Han- mel. Literalmente, el ing. skyscraper deberia haber dado cl hipotético al. Himmelkratzer: Algo parecido ocurre con el ing iren curtain, calcado en italiano como cortina di ferro 0 en francés como rideas de fer. Sin embargo, en espafiol, no ha dado “cortina de hierro”, sino telén de acero. ” fay lenguas, como la alemana, que debido a su facilidad para formar palabras compuestas a partir de sus propios cle- mentos [éxicos, tienen una extraordinaria capacidad para el calco. Hace ver Garcia Yebra (1982; 343, 1987: 83) como el ing. nanslation es préstamo naturalizado del lat. translatio, mientras que el esp. traduccién, el fr. traduction, eit, tradusion ne o el port. sradugdo lo son del lat. traductio. Pues bien, el alemén, que podria haber creado la forma Traduwkeion, ha pre- ferido hacer uso del término Ubersetzung, calco de transpositio, Suransposici6n’”: ber (mans), Seteung (positi). EI calco puede tener Ia ventaja de hacer “transparentes” ciertos términos técnicos, cuyo significado resulta realmente opaco para el hablante corriente. Asi, el tecnicismo médico ce- falalgia es un compuesto de xegothr, “cabera”, y , cog “do- lor"; pero no todo hablante espatiol es consciente de esta cti- mologia. En cambio, cualquier aleman conoce las palabras Kopf, ‘cabers”, y Schmerz “dolor”, de tal manera que al decir Kopfichmerz sabe perfectamente que su significado es el de “dolor de cabeza”. Del mismo modo, para el hablante de la lengua inglesa, es mas directamente inteligible la palabra hea~ dache (de head, “cabeza”, y ache, “dolor”) que el término ce- >phalalgia. En francés, andlogamente a lo que ocurre en espa- ‘hol, es de uso més comiin la expresién analtica mal de reve que el término médico céphalalgie. Ademas de las sransferencias léxieas, de cuyo uso y abuso dan cuenta los términos “préstamo’, “extranjerismo” y “barba- tismo”, y las transferencias sintécticas, que se expresan a través del “calco” y el “Solecismo”, hemos de considerar finalmente las transferencias semdnticas o calcos semdnticos. Consisten estos tiltimos en la incorporacién a un término de la LT de una nueva acepeién, tomada directamente de la LO. Fl Dicionario de la Lengua Espaiola los define como “adopcién de un significado extranjero para una palabra ya existente en una lengua’. Y pone los siguientes ejemplos: en- dosar, en la acepcién de “respaldar”, que es un. calco semdntico del ing. ro endorse: y romance, “amorios’, que lo es del ing. ro- Es precisamente en el terreno del caleo semintico donde el traductor ha de llevar a cabo una especial vigilancia, procu- rando no “contaminar” el TLT con innecesarios injertos se- 98 manticos del TLO, ya que un indiscriminado uso de este pro- cedimiento de transferencia, junto con el riesgo que suponen sizmpre los “falsos amigos” (ing. realize “darse cuenta’, esp. re- «llzar; fe. pourtant “sin embargo”, esp. por tanto; port. apenas “solamente”, esp. apenas), pueden convertir el texto que se tra- duce en una lamentable mezcla de esoterismo, pedanteria ¢ ig- 33. Nombres propios Los nombres propios, en teorfa, no deberfan traducirse. Al cerecer de significado y de todo valor connotative, como es fiecuente decis, no présentan en principio ningin problema para el traductor, que deberfa limitarse a ofrecer una mera transcripcién de los mismos. Asi, tanto los nombres propios de personas o ancropénimes, como los de lugar 0 ropénintos y todo el amplio grupo de onomédsticos de tipo cultural o institu- cional (nombres de editoriales, escuelas, petiédicos, organiza- ciones nacionales ¢ internacionales) vendrian a constituir un leaguaje “aparte”. No pertenecerfan a los diccionarios, sino a las enciclopedias (Newmark, 1981: 70). Es evidente, por poner un ejemplo bien ilustrativo (Ci Vizquez, 1987: 33), que cuando San Jernimo traducfa la Biblia sabia perfectamente que Débora querfa decir en hebreo abeja”, Susana “azucena” o Isaac “risa”; pero en estas palabras, ex cuanto nombres propios, se habia llegado a perder la con” ciencia de su significado, por lo que el sabio traductor no pen s6 ni un solo momento en dar sus equivalentes latinos. ‘Asimismo, cuando Juan Luis Vives aborda los problemas tebricos de la traduccién en el capitulo Versiones sew interpreta- tienes de la obra De rasione dicendi, establece unos principios —que, en opinién de Eugenio Coseriu (1977a: 98), son muy sersatos y todavia hoy vilidos 0, por lo menos, aceptables~ se- giin los cuales los nombres propios no deben traducitse: “Los nombres propios de personas o de Iugares deben pasar de una a otra lengua sin alteracién, y no cambiar en raz6n de su significado. Asi, no se ha de traducit Aristételes por *Mejor fin’, ni Plat6n por ‘Ancho’, ni Israel por ‘Su 99 plantador’, De hecho, los griegos y los romanos dejaron los nombres extranjeros en su forma y naturaleza originales, v, si racaso, os adaptaron ligeramente a las caracteristieas de su len: [..] Existen algunos nombres que ya de antiguo fueron introdueidos, dé diversas, en Jas distintas lenguas. En estos casos, hay c al uso. A la ciudad que los roma- ros denominan Cartago, los griegos la aman Carquedén: y a Agrigemto, Acragas. Los nombres propios quc pasaron a otra lengua por medio de una tereera, se toman de ésta, no de la primera. Los nombres extranjeros de los pueblos del oriente y del sur Hegaron a los romanos a través de los srieos, mientras {que Ios del norte y del oceidente llegaron a los griegos por e ducto de los romanos. Pues bien, los romanos utilizan a Ia manera los nombres que les ensefiaron los griegos,y los ariegos a la manera romana los que aprendieron de aquellos, cambiando insensiblemmente los vocablos de acuerdo con st particular pronunciacién. Y esto debe entonderse también en lo que concierne a nuestras lenguss vulgares: los espaaoles y Jos italianos, que supieron de los germanos a través de los fran las regiones y ciudades ger- :énicas no como los mismos germanos, sino como los france ses." (Vives, 1782: 234-235) ceses, pronuncian los nombres En efecto, no se debe traducir, en razén de su etimologia, Aristételes por “Mejor fin” (Finis optimus), ni Placén pot “Ancho” (Latus), ni Isracl por “Suplantador” (Supplantator). Unicamente cabe un proceso de naturalizacién 0 adapracién fénica, de acuerdo con las caracteristicas de la lengua recepto- ra; pero, en rado caso, los nombres excranjeros han de quedar “en su forma y naturaleza originales” (in sta origine ac natura) Sin embargo, en la prictica de la traduccién, encontramos que algunos traductores, algunas veces, traducen algunos nom- bres propios, pero otros no (Berndrdez, 1987: 11). ¥ no se era- ta solo de una cuestién de gusto personal, ya que podemos ver que en determinadas épocas predomina el criterio de dejar esos nombres en su forma original, introduciendo si acaso algunos reahuce ‘ortograficos, y en otras, en cambio, se tiende a tradu- Si volvemos al texto de Luis Vives, encontramos también tuna respuesta inteligente a esta cuestién, En aquellos nombres 100 propios que fueron introducidos desde hace ya mucho tiempo 1. una lengua, el eriterio decisivo es el del uso linglifstico: hay que atenerse al uso” (utendum erit ea consuetudine). Por ‘oa parte, en los nombres propios tomados de otra lengua por intermedio de una tercera, no seri generalmente la forma de la lengua originaria, sino la de la lengua mediadora, la que servird de base para la transferencia de estos nombres. En el marco de una tcorfa de la traduccién, carece desde luego de interés la polémica que a veces se suscita a la hora de cstablecer un criterio que permita distinguir los “nombres pro- pios” de los lamados “nombres comunes” o “apelativos”. Otto Jespersen (1971: 75-83), entre otros autores, no acepta por cjemplo la eélebre solucién propuesta por John Seuart Mill, se- sun la cual los nombres propios “denotan” simplemente, sin ‘connotar” ninguna propiedad del ser que designan, Para Jes- persen, no existen fronteras definidas entre las dos clases de hombres: ambos “connotan” siempre, de alguna manera, las propiedades del individuo u objeto. En el Exbozo de una nueva Gramética de la Lengua fila de la Real Academia (1973: 172), se reconoce que es dif ci fundamentar la distincién entre nombre propio y nombre comtin con criterios gramaticales, “probablemente porque na- de tiene que ver con la gramatica”. En un reciente trabajo, se puntualiza que, efectivamente, “no tiene que ver con la gra- matica, sino con la lengua” (Ariza: 1993, 40). Quiza seria me- jor decir “con las lenguas”, ya que se trata de una cuestion que atafie directamente al 4mbito de la intercomunicacién y de las cransferencias lingtifsticas. 33.1. Topdnimos Los nombres de ciudades, provincias, estacos y puntos geo gificos en general deben traducirse siempre que tengan una Torma ya consagrada en la lengua teceptora. Asi, Den Haag, London, Alsace, Deutschland, pasan al castellano como La Haya, Londres, Alsacia, Alemania. En cambio, los nombres de las poblaciones pequefias no suelen tener traduccién. Todos los nombres biblicos de cualquier condicién ~Belén, Jago Tiberiades, Monte de los Olivos, etc.,~ han de ser tradu- 101 cidos integramente, segiin Julio César Santoyo (19872: 48), puesto que contaban ya antes de la actividad del traductor con una forma espafiola que es forzoso respetar. Sin embargo, los procedimientos de transferencia de estos nombres son muy diversos, En el caso de la ciudad de Belén, se trata de un simple proceso de naturalizacién 0 adaptacién fo- neética a la lengua espafiola del original Bee Leber a través del latin y sin traducir sus componentes, que significan “Casa de Pan”. En cambio, se suele escribir y decir "Monte Sion”, adap tando fonéticamente sdlo el segundo elemento, y traduciendo el primero, el hebreo far, por “monte” (Alonso Schokel y Zurro, 1977: 278). Es interesante el hecho de que exista una idéntica o andlo- 2 toponimia en diferentes lenguas y paises. Como ejemplo ti Pico, puede citarse el caso de Villanueva, que aparece en grie- go como Neépolis (de donde la forma italiana Napoli, Napoles), en aleman como Neustadt, en inglés como Newton (de New Town), en ruso como Novgorod. Por lo que respecta a la topo~ nimia hebrea, Luis Alonso Schkel (1977: 283) propone su complera traduccién a la toponimia castellana, Asf, por ejem- plo, maale se puede traducir por “subida” correctamente; pero es mejor utilizar la forma mas comié: fiol de “cuesta”, y hablar de la Cuesta de las Perdices en lugar de la Subida de las Perdices. Actualmente, predomina el criterio de ser fieles a las for: ‘mas originales. Es frecuente escribir Frankfurt en lugar de Francfort, 0 Toulouse en vez de la castellanizada Tolosa. Al- gunas antiguas adaptaciones fonéticas, como Mastrique o Lip- sias, han pasado al olvido, escribiéndose en su lugar Maestrich y Leipzig. En alggin caso, la pretendida fidelidad a las formas originales puede encubrir el desconocimiento de voces pro: fandamente enraizadas en la lengua espaiola, como ocurre en cl empleo de Jos nombres alemanes de Trier 0 Mainz para re- ferirse a las ciudades de Tréveris y Maguncia. La histérica ciu- dad de Aquisgrin puede ser irreconocible bajo la denomina cin alemana de Aachen, la holandesa de Aach o la francesa de Aix-la-Chapelle, disparatadamente transcrita alguna vez como “Aix la Capilla’. Los criterios de traduccién, adapracién o simple transcrip- cién de los topénimos distan mucho, en realidad, de ser ho- 102 mogéneos. Traducimos Cape Town como Ciudad del Cabo, yero no decimos “Rfo de Enero” para hablar de Rio de Janeiro. La ciudad portuguesa de Porto, que en castellano llamamos Yporto (con la prétesis del articulo a, “el”: O Porto), no se raduce como “El Puerto”. Miinster no cs “Monasterio”, ni Goteborg “Ciudad de los Godos". No se traducen los nombres de parques (Hyde Park, en Londres; Bois de Boulogne, en Paris), ni los de calles (Wall Street, en Nueva York) y plazas (Rossio, en Lisboa); con algu- 2as excepciones, como fa Plaza Roja de Moscto la Plaza de la “onstitucién de Atenas, 0 como ocurre con las avenidas y ea- les cuyo nombre consiste en un ordinal (la Quinta Avenida, Sexca Avenida), Naturalmente, cuando un copdnimo forma parte de unas sefias o direccién, no se traduce. 3.3.2, Antropénimas Mas complejo es el problema que plantea la traduccién de los nombres de personas. En general, puede decirse que, al igual que ocurre con los topénimos, los nombres de personas que tie- nen una denominacién usual en la lengua receptora deben ser traducidos con esa denominacién (Hernindez, 1987; 42); 0 que los nombres de pila pueden traducirse cuando tienen co- rtespondencias en la lengua a la que se traduce, mientras que los apellides deben permanecer en su lengua original (Berndr- der, 1987: 11), Existen, sin embargo, infinicas excepciones a es- tas reglas. Conviene, por lo pronto, distinguir entre nombres de figuras histéricas o personas reales, y nombres de personajes de ficcién o literarios. Por lo que respeta a los nombres, titulos y apelativos de personas reales, es normal su traduceién cuando se trata de pa- 2s, reyes, principes, santos y personajes de fama universal: juan XXIII, Juan Pablo I, Isabel I de Inglaterra, Ricardo Corazén de Leén, Alberto II de Bélgica, el principe Carlos de Gales, el principe Felipe de Lieja, San Juan Bosco, Santiago el Menor, Alejandro Magno, Miguel Angel, el Ticiano. En algu- nos casos, no sélo se traducen los nombres de pila (Jorge Washington, Carlos Dickens), sino que también se castellani- zan los apellidos (Tomés Moro, Martin Lutero). 103 Los titulos aristocraticos (esp. Conde, fr. Comt al. Graf) y profesionales (esp. Doctor, fr, Docteur ing. Doctor al, Doktor) se traducen cuando existen equivalentes en las dis- ‘intas lenguas. Por razones de indole politica y emocional, no se intercambian sin embargo términos como Caudillo, Fiver Duce 0 Ayatola, de tan proximo significado (“cabecilla’, “guia”, “conductor’), ni se los relaciona con la correspondien- te voz inglesa Leader, de donde proviene por adaptacién fone tica la forma espafiola “Ider”, desprovista curiosamente de las connotaciones inherentes a dichos términos, Depende de las peculiaridades de cada una de las lenguas receptoras la mayor 0 menor tendencia a traducir estos nom bres. En inglés, por ejemplo, se tiende a no traducirlos, y se habla asi de “King Juan Carlos of Spain”, mientras en espafiol se dice “la Reina Isabel de Inglaterra’, En general, no existe ya fen nuestras lenguas de cultura aquel prurito de latinizar © he- lenizar los nombres propios, tan frecuente entre los humanis- tas del Renacimiento, que hacian de un Schwarzerd (“tierra negra’ en alemén) un Melanchehon (‘tietca negra’ en griego) Si, en 1534, Juan de Boscén pudo en su famosa traduccién del Libro del Cartegiano (El Cortesano), de Baltasar de Case tiglione, espafiolizar a este autor como Baltasar Castellén, hoy en dia nadie piensa en traducir o adaprar al espaftl los nom bres de Henry James, Jean Paul Sartre 0 Giovanni Papini. Resultarfa ciertamente cémica la taduccién completa de los nombres y apellidos de personajes como George Bush, que pa- saria a ser Jorge Matorral, 0 Bob Hope, que serfa Bertin Espe- ranza, mientras que Julio Iglesias serfa en inglés Julius Churches (Santoyo, 1987: 46). Del mismo modo, seria tidiculo referitse a Juan Raiz, Pedto Corneja o Juan del Brezo, hablando de los es- titores franceses del siglo XVII Jean Racine, Pierre Corneille o Jean de la Bruyére (Cortés Vazquez, 1987: 34). 1a transferencia directa, por simple transcripcién, implica que en la lengua receprora (espafiol, o alemén, portugués, italia- No, etc.) se injerran las nuevas formas “Bush”, “Hope”, *Ra- cine” 0 “Corneille” desprovistas de cualquier clase de contenido semantico. Pero pueden darse circunstancias muy diferentes. El cjemplo més llamativo se nos ofrece cuando la lengua original y Ja lengua a la que se traduce son, respectivamente, el japonés y el chino (Bemdrdez, 1987: 13). Cuando se traduce al chino un 104 nombre japonés, tiene lugar una simple crasposicién de los va- lores sémicos, alterdndose totalmente la expresién fonética Asi, el novelista japonés Kobayashi, nombre que significa “pe- yuefio bosque”, se convierte en chino en Xiaolin, que quiere lecir también “pequefio bosque”. Lo que sucede es que, al uilizar ambas lenguas los mismos caracteres (el sistema d scritura japonesa es, en realidad, una simplificacién del chi- 10), el nombre se escribe igual y posee idéntico significado, eto la pronunciacién cambia radicalmente. Problemas especiales presenta la traduccién de los diminu, ivos y apreciativos, y en general, de las formas abreviadas 0 nipocoristicas, tales como los nombres espafioles Pepe, Paco 0 ola. Es sabido cémo en la lengua rusa, por ejemplo, existe multitud de estas formas, cada una de ellas con sus peculiares matices expresivos, cuya traduccién exigird la aplicacién de procedimientos de compensacién y explicitacién del significa do, o la introduccién de un glosario de notas explicativas. Ast, el nombre de Vladimir puede convertirse en Volodechka, Vo- lodka, Volodya, Volya. ¥, como quiera que el uso de uno u otto de estos nombres puede poner de manifiesto un cambio en el punto de vista del hablante (Uspensky, 1973), el tradue- tor habré de poner especial empenio, mas que en dar una ver- sién de las miiliples variantes del nombre, en aclarar la fun- cién de estas variantes (Bassnett-McGuire, 1980: 119). Si los nombres y apellidos de personas reales, con las ex- cepciones y matizaciones que se han sefialado, no pueden ni deben en general ser traducidos, no ocurre lo mismo en el ca so de los personajes y nombres propios diserarios. En cl ambito de la ficcién, y en especial en las historietas, cuentos de hadas y toda clase de literatura infantil, se suelen traducit los nom- bres de los personajes (Cenicienta, fi. Cendrillon, ing. Cin- derella, al. Aschenputeel)a fin de conservar de algtin modo en LT las connotaciones existences en la LO. Pecer Newmark (1981: 71, 1992: 290) ha propuesto, cuan- do son relevantes las connotaciones de sonido y significado, asi como el exotismo del original, traducir primero a la LT el signi- ficado del nombre propio de la LO y luego volver a naturalizar, por ast decirlo, la palabra resultante en la LO. Aduce como gjemplo el método utilizado por Michael Holman (1985) en la versién de la novela Resurreccién de Tolstoy, en donde el perso- 10s naje llamado Mavaion es traducido primero por “alarma” y luego naruralizado en la lengua original rusa como “Alarmov’, En otro caso, es preciso recutrir a la reproduccién exacta de los nombres originales, afiadiendo un glosario explicativo de sus connotaciones fénicas y semanticas. La traducciones al espaol, porcugués, inglés y alemén del liltimo episodio de la conocida serie de Astérix, Lat rose et le sglaive (Goscinny y Uderzo, 1991), “La rosa y la espada’, nos proporcionan una excelente panordmica de los procedimien= tos empleados por los distintos traductores a la hora de con- servar el protagonismo humoristico que se concede a los nom= bres propios en el original francés, Por cierto que en todas las ediciones, excepto en la portuguesa, aparece el nombre del traductor: Alfred Sala, al espafiol; Anthea Bell y Derek Hoc- kidge, al inglés; Gurun Penndorf, al alemén, En el original francés, como es bien sabido (Fernénder y Pereira, 1989), los nombres de todos y cada uno de los perso~ najes obedecen a un ingenioso juego de palabras, en relacién a veces con la fisonomia y la psicologia del personaje. Astérix (astérisque, “asterisco"), el diminuto e inteligente guerrero ga- lo, es la “pequefia estrella” (asteriscus), el protagonista princi pal de las historietas, a imagen y semejanza (a través del sufijo =ix) de la gran figura de Vercingétorix, héroe nacional y sim= bolo de la resistencia frente a la invasién romana. Algo muy parecido ocurre con su inseparable amigo Obé- dix (obélisque, “obelisco”), el voluminoso repartidor de menhi- res, y con otros protagonistas galos: el sabio y clarividente druida Panoramie (panoramique, “panoramica’), el yaleroso jefe Abranacourcix (2 bras raccourcis, “a brazo partido”), el de safortunado bardo Assuruincetourix (assurance tous risques, “se- guro a todo riesgo"), el herrero Cétautomatix (cest automatt- que, “cs automatico”), el pescadero Ordralfabétix (ordre ‘alpbabérique, “orden alfabécico”), el anciano Agecanonis: (ige canonique, “edad canénica’) y el perro Idéfx (idee fixe, “idea fija"), obsesionado por la idéa de que se pudiera arrancar al- guin drbol En el episodio ticulado La rose et le glaive, aparecen tam- bin la esposa del jefe Bonemine (Bonne imine, “bucn semblan- te”), la parisina trovadora Maestria (maestria, “maestria’) y el romano Claudius Prenlomnibus (prend Vomnibus, “coge el 6m- 106 nibus"). Veamos, 2 continuacién, la yersién de todos estos nombres en las distintas lenguas races rsvasot | rorruaues | sat Aus adi Aste Aa Anti ‘Anes ic ‘Oba Oba Obeliz ‘Obelix vonanie | Yanocinix | Psnorimix | Geri Mirclix Jmaranicic | Abanscncis —[Abrarewcix | Vialsatiaix | Majenix Inacivris| Avegranctrie | Acurancrs | Cafe “Teoubadie Chamoma: | Exautomicic — [Coawomarie [Fallawomatix | Ancona Onsrafibic | Ondenltibaix [Ondrboix [Unbygienx | Verthaix faconons | Biaepitrin | Agscanonix | Geri Methaslix Tes Maat eax | Dogacie etx one — | Kanab [Carlinda Impediments | Guremine meciria | Magis Macatis | Bruna Macaca Gouin | Chadian Cludice | Manis Gaudius | Peadoidns | Copeltursbus | Vaidelcuicus | Claphamomaibus | Nindenbos En los dos primeros casos, se da una simple transcripeidn, delas palabras, con la légica pérdida de la tilde en inglés y ale mén, y conservacidn de la misma en espafiol y portugués, lo gue obliga al Iector de esas lenguas a consider como pron toras unos vocablos que mis bien deberian interpretarse co- me oxitonos: Asterisco > asterise > Asterisc ‘Obelisco > obelise > Obelix En el caso del drnida Penoramix, el traductor espafiol —peto no el portugués~ aftade una tilde al nombre, que ha de leerse por tanto como paroxitono: Panorimix. Sin embargo, tanto en 107 la versién inglesa como en la alemana, se siguen otros criterios, Habida cuenta de que el druida es el vinico conocedor de la fot mula de la pocién mégica, se le llama en inglés Getafix (get fis, “coma un trago”), y en alemén Miraculix (miratulis, “milae igrose’ Anélogo tratamiento reciben los nombres tanto del cuarto como del quinto personaje. El traducror espaol y el port gués optan por la transcripei6n, con o sin tilde, y con la opor- tuna sustitucién de la grafia vocélica ow por 1 Ahora bien, en esta ocasién las formas fonicas se encuentran desprovistas de todo significado, salvo en el caso del espafiol Asegurancéturi, cjemplo lamentable de traduccién a medias y sin sentido, Especialmente afortunada ¢s, por el contrario, la versién in- glesa del bardo, cuya impericia musical bien merece el nom- bre de Cacofonix. En alemin, se le denomina llanamente ‘Troubadix (Troubadour, “trovador’). En esta misma lengua, el jefe tecibe en buena légica el apelativo de Majestix: (Majer “majestad”), y en inglés se le ama Viralstatistix (oieal stars tics, “estadistica demogréfica’), nombre discutible, aunque en todo caso de sugestiva fonética. Bs de advertir que ya en la versién latina del primer nii- mero de la serie, Asterix gallus (Goscinny y Uderzo 1973), con traduccién a cargo de Rubricastellanus (Karl-Heinz. Graf v. Rothenburg), el trovador, bardo 0 cantor Assurancetourix cra denominado precisamente Cantorix (Cantorix bardus est), y el jefe del poblado Abraracourcix era llamado Maiestix (Maiestix astremo princeps civitats est). 7 Mattes diate deers peonsjecemistimeace perponible en las distintas lenguas, en el siguiente se va desde la traduccidn literal (esp. Ordenalfabérix) hasta la libre intezpreta- cidn (ing. Unhygienix) del pescadero Ordnalfabétix, cuyo pesca- do no solfa cumplir el minimo de las condiciones higiénicas cxigibles. En el octavo personaje de la lista, la avanzada “edad candnica’, dge canonigue, de al menos cuarenta afos -minimo para prestar servicios en la casa de un eclesidstico-, se encuentra muy bien recogida en las varias alusiones a la edad de piedra (esp. Edadepiédrix), la geviatia (ing. Geriaerix) y Matusalén (al Methusalix). En cuanto a las traducciones del iltimo nombre el del perro /défix, es de destacar la oportunidad de la versién inglesa, Dogmatix, en la que se recoge el “dogmatismo” 108 la “idea fija’- del pequefio animal, cuyo lexema (dog, “perro”) sta incluido ademds en su propio nombre. rf El nombre de la esposa del jefe, Bonemine, aparece transfe~ vido, en un perfecto caleo, tanto en espafiol (Karabella) como 1 portugués (Caralinda). Pero la utilizacién de un término mnilitar (Impedimenta) en la versidn inglesa hace suponer una incorrecta interpretacién del componente mine, romado tal vexen la acepeién de “mina’. Algo similar puede ocurrir en la ‘olucién adoptada (Gutemine) por el traduetor aleman, Por lo que respecta al nombre de la ttovadora, Maestria, personaje central de la historieta, se trata de un préstamo to- mado del italiano por la lengua francesa. Vale tanto como maestria” 0 “brio”, y est4 emparentado con la vor. italiana maestro, en el sentido de compositor musical o director de or- questa ~bravo, maestro!-, en un tono evidentemente humorfs- tico, 0 mis atin, mordaz. No en vano el episodio ha sido tildado de antifeminista en diversos sectores de opinién. La in- terpretacién inglesa (Bravura) es muy adccuada. Menos acer- ‘ada es la introduccién de un elemento latinizante (Magistra) en la versién espafiola, Fl craductor portugués y el aleman, por st parte, se limitan a transcribir el nombre. Finalmente, en el caso del romano Claudius Prenlomnibus todos los traductores, excepro el inglés, opcan por el calco, si bien el omnibus del original pasa a ser autobtis en espatiol y alemén (bus), y tranvia (eléctrico) en portugués. Por cierto que, si atendemos a la sugestividad acistica, la versién portuguesa resulta aceptable. Pero no sucede lo mismo con la traduccién espafiola, bastante desangelada. Ms obvio que no siempre los personajes de ficcidn reciben denominaciones de can complicada textura. En El enfermo imaginario de Moliéze, por ejemplo, los nombres del médico Purgon o el notatio Bonnefay son suficientemente explicicos y ficiles de traducit. Por otra parte, existen casos en los que el nombre propio no es més que una “etiqueta’, carente por si misma de todo significado, que puede ser sustizuida por cual- quier otro nombre. Conocida es la actitud adoptada por Fer- index de Moratin cuando, al trasladar la accién de La escuela de los marides, del mismo Moliére, a la Plazuela de los Afi- gidos de Madrid, convierve a los clisicos personajes Sgana- relle, Ariste, Isabelle y Lisette en los castizos Don Gregorio, 109 Don Manuel, Dofia Rosa y Juliana; 0 cuando, al traducie ef Hamlet de Shakespeare, casiellaniza los nombres de los dog amigos del protagonista, Rosencrantz y Guildenstern, que aparecen como Guillermo y Ricardo. 33.3. Otras formas onomdsticas Los nombres de firmas comerciales, revistas, periédicos, restaurantes, hoteles, universidades, escuelas, hospicales y otras instituciones pablicas y privadas no suelen traducirse, Nadie piensa en decir “El Mundo” para referitse al diario Le Monde © “Los Tiempos” para hablar de The Times, o “El Espejo” si se trata de la revista Der Spiegel. Del mismo modo, la Genenal ‘Motors o la Genendl Electric no admiten otto trasvase lingtlsti- co que no sea el de la transcripcién. Algunos términos institucionales aparecen en forma de sic glas 0 aerénimos, como los fertocartles franceses (SNCF) 0 espaiioles (Renfe), que, naturalmente, son entidades distintas, sin posibilidad de mutua traduccién. Lo mismo ocurre con el Centre national de la recherche scientifique (CNRS), seméntica- mente muy emparcntado con el Consejo Superior de Inves- tigaciones Cientificas (CSIC), aunque se trata también de ins- tituciones diferentes, por lo que traducir el uno por el otro supondrfa un error 2 todas luces evidente. Se traducen, en cambio, los nombres de las onganizaciones internacionales, sobre todo cuando gozan ya de una version oficial. Asi, la World Health Organization (WHO) es exact. mente la misma institucién que la Organizacién Mundial de 'a Salud (OMS). Y lo mismo sucede con el Mercado Comin, las Naciones Unidas 0 1a Cruz Roja. En el caso de la Media Luna Roja, existe a veces una curiosa confusion al traducir la denominacién inglesa Red Crescent por “Creciente Rojo” 0 “Cuarto creciente Rojo” (cuando precisamente se trata de una Juna en cuarto menguante), interpretando etrdneamente «res. cent como “ereciente” y no como “media luna”, Se suelen traducir también los titulos de libros, peliculas, sinfonias y piczas musicales, debiendo evitarse en todo caso el realizar una nueva traducién de ticulos que cuentan ya con una versién conocida. Los titulos de los libros que atin tio han sido no triducidos deben reproducirse en su lengua original, pudién- Bc chai Cure pu wae Las mos, jecialmence cuando éstos dan noticia de su contenido, a fin de Proporciial informacié Ia lengua re- jvoporcionar una mejor informacién al lector de la leng {eptora. Por ejemplo: Six degons sur le son et le sens (Seis leccio- ms sobre el sonido ye sentido), de Roman Jakobson. Se traducen, asimismo, los nombres de enfermedades y i lromes: Acquired immunodeficiency sndrome (AIDS), “Sit come de inmunodeficiencia adquirida (SIDA)”. Pero, con es- \c, salimos del terreno de las lenguas particulates, para entrar cn cl dominio general —interlingilistico o supralingtifstico— de las terminologias. 34, Las terminologias recuente oponer la vaguedad y la ambigtiedad del len- § aye fica a Wetted Y cn det eae tictéenico. El primero estaria caracterizado por la polisemia y la ssonimia de algunos vorablos en wud dels cles una mis a palabra pute tener vais significado, y ua slo significado puede expresarse mediante varias palabras. Fn el segundo, pore ontario, existirfa una correspondencia biunivoca entre los tér- rrinos y los conceptos,o entre los términos y las realidades a que ls concepos aun, de tal manera que a cada szmino corres onderia un solo concepto, ya cada concepto un solo término. Se produce ast un enfrentamiento dicowimico ene las palabras ylos térmings, o entre las lengwas naturales y las terminologias. Para don José Ortega y Gasset, el verdadero problema que tee waduccibn plantea reside en superar [vieja organizacin de los saberes que establece una distincién tajante entre las ciencias mateméticas y fisicas y el resto de las disciplinas. Sobre la base de esta separacidn, las ciencias exactas y natura- les serian més fécilmente traducibles. Pero lo que ocurre es que, en ocasiones, lo que estas ciencias utilizan no es una len- gua, sino una terminologia, es decir, una seudolengua: e cual es a razén de que ciertos Porque si nos preguntamos cul esl libros cientficos sean més féciles de traducir, exeremos pronto en la cuenta de que en ellos el autor mismo hia comenzado por uw traducirse auténtica en que él “vive, se mueve ys cs", @-una seudolengua formada por términos téenicos, poe vocablos lingtisticamente artticiosos, que 1 mismo necesita efinie en su libro, En suma, se traduce a si mismo de una lei gua a una terminologta [-.] Una lengua es un sistema de signos ve ales merced a ‘ual los individues pueden entender paso que una terminologia sélo es inteligible si previamente el ‘ue escribe o habla y el que lee o escucha se han puesto indi duaimente de acuerdo sobre el significado de los signos. POF 0 la llamo seudolengua y digo que el hombre de cien qui n previo acuerdo, al nto a ella. Es un volapuk, un esperanto establecido por convencidn deliberall entre los que cultivan esa disciplina. De aqui que sea mis fii tradueir estos libros de una lengua a otra, En realidad, los de todos Ios paises estin ya escritos casi fntegramente en la mig: ma. Tan es asf que estos libros parecen herméticos, iniatelig bles © por lo menos muy dificiles de entender a los hombres ue hablan la lengua auténtica en que aparentemente estén eseritos.” (Ortega, 1937: 130-131) ear por traducir su propio pensami El lenguaje cientifico vendria a tener asi una especie de es tatuto interlingiiistico, Mas que de una auténtica traduccion de los textos cientificos y técnicos, habria que hablar entonces de un simple reajuste de los mismos a la idiosincrasia de las distintas lenguas. Poca distancia media, por ejemplo, entte atomic number y “oimezo atémico”. Dado el gran mimero de neologismos que el continuo desarrollo de la ciencia trac con sigo, todo se limitarfa a una tarea de limpieza idiomatica, de fdlidad ala pure de cada una de as enguas natal. En a lengua espafiola, una “tomografia axial computadorizada (TAC) eliminara, en efecro,elexceso de influence anglosa- jona que representa computer en la expresién “T. A. compute- Tima, Del mismo modo, en lugat de escancelar un conan do” en el ordenador, mejor seria decir “anular una orden”, Es asf cémo el Vocabulario cientifico y téenico de la Real Academia de Ciencias Exactas, Fisicas y Naturales (1983), pretende, segtin se indica en su prélogo, informar al lector culto sobre Jos términos que circulan hoy en la literatura cien- tifica usual, los cuales han ido surgiendo con rapidez inusica da. En el mismo prélogo, podemos leer: m2 ‘Ante la oleada de neologismos que, con los nuevos con ptos, se incorporan al leaguaje cientifieo y téenico sin que fan expresiGn castiza en que apoyarse, hay que rendirse a la 10 ya on el lenguaje comin en el ‘que adquirieron carta de naturaleza. Las nuevas ideas originan realidad que los ha introd nuevas palabras, sin dar tiempo a que los lingistas las perfilen, » para entendernos -como escribié uno de rol at y se hace preci esores- enireabrir las puertas del es neologismo forastero, mas extremando fa prudencia, ya que las hhondo del habla de los pue bios, y las voces que lo forman han de fener precaucian y ator rafces del idioma llegan a fo m dad antes de qe el so tas imponga, Por ell, desde aqui, solici tamos la colaboracida de autores, traductores y eseritores afin de que el avge de la Ciencia no deteriore con su terminologia Ja pureza del idioma patri. El problema de la terminologfa cientifica es, en todo caso, bastante complejo y no puede reducisse 2 una mera cuestin de’ pureza idiomética, El deseo de crear una lengua suprana- cional, universal, filos6fica, cientifica, transparente, es algo que preocupé profundamente a los pensadores de los siglos XVII y XVULL Asi, el nombre de Leibniz, que llegé a postular la rnvencién de un alfabeto del pensamiento humano, ha sido justamente vinculado a los proyectos de lenguajes formaliza- dos que caracterizardn a la Idgica a partir de la segunda micad del siglo XVIII. Locke, Condillac, Destutt de Tracy, entre otros, preconizan en efecto la creacién de un idioma filosdf ajustado a las nociones de una gramitica general 0 de una “ideologia” 0 ciencia general de las ideas. Con un enfoque tal, las lenguas naturales serfan imperfec- tas, ambiguas, caprichosas. De abi la necesidad de inventar tuna lengua artificial y universal, que posibilirara una relacién biunivoca entre el signo lingaistico y el designatu. Para llevar a cabo este proyecto, se hacia preciso inventariar previamente Ja realidad, a través de toda clase de estudios enciclopédicos y sobre la base de un mérodo seguro de clasificacién. Es asf co- mo tiene lugar, paradigméticamente, en la Francia de finales del siglo XVIII la renovacién del lenguaje de la quimica, La reforma de la vieja nomenclacura se acomere, en el afio 1787, por Lavoisier, Guyton de Morveau, Fourcroy y Ber- tholler (Giovanardi, 1987; Torre, 1993b), que redactan su 13 Méthode de nomenclature chimique. Dos afios después, publica Lavoisier el Traité élémentaire de chimie, precedido de un Discours préliminaire, que equivale a un verdadero compendio de epistemologia condillaciana. En el “Discurso preliminar”, confiesa Lavoisier (1789) que, cuando comenzé a redactar st obra, can s6lo pretendia desarrollar algunas de las ideas ya es bozadas en tomo a la necesidad de reformar la nomenclacura quimica; pero que, tratando de perfeccionar el lenguaje de la Quimica, la obra se fue convirtiendo paulatinamente en un auténtico “Tratado elemental de quimica’, ya que eta impo: ble aislar la nomenclatura de la ciencia y la ciencia de la no~ ‘menclatura, pues una ciencia no es al fin y al cabo més que un lenguaje bien hecho. Los fundamentos epistemoldgicos de Lavoisier se encuen= tran, como él mismo reconoce, en la Légica y otros escritos del Abate Condillac. Para Erienne Bonnot de Condillac, “el arte de razonar se reduce a una lengua bien hecha’, ya que, por una parte, las lenguas son verdaderos métodos analiticos ¥ Por otra, somos incapaces de pensar y analizar si no es con al auxilio del Lenguaje. En la Lengua de los cdleulos (Auroux y Chouillet 1981) habia escrito Condillac que “toda lengua és tun método analftico, y todo método analitico cs una lengua", Y que, en consecuencia, “el arte de hablar y el arce de razonat Se reducen a un solo ¢ idéntico arte” Distingue el quimico y filésofo Antoine-Laurent Lavoisier tues partes fundamentales en toda ciencia: los hechos mismos que constituyen el saber cientifico, las ideas que los evocan y las palabras que los expresan. Y, como quiera que son precis mente las palabras las que conservan y transmiten las ideas, su- cede que “no se puede perfeccionar el lenguaje sin perfeccionar la ciencia, ni la ciencia sin el lenguaje”. Dicho de otro modo: por ciertos que fuetan los hechos y por precisas que fucran las ideas, éstas s6lo nos proporcionarlan noticias falsas si no dispu- sigramos de las palabras adecuadas para transmitilas n su. afin por establecer una perfecta cortespondencia centre las “palabras” y las "cosas", Lavoisier opta por designar las sustancias simples con nombres simples, y las sustancias compuestas con nombres compuestos. Para las primeras, acep- ta en general las denominaciones antiguas y sancionadas por el uso, a no ser que se tratara de sustancias descubiertas re- 16 cientemente, o de aquellas cuyo nombre tradicional ponfa en cvidencia un ettor Ilamativo. Se conservan asi los nombres de varios elementos quimicos: cobre, hierro, cobalto. Cuando se yrocede a la ereacién de nuevos términos, son en su mayor puete de raiz griega: oxfgeno, hidrégeno, dxido. Verdadera mente oportuna fue la introduccién del rérmino “oxigeno”, uivado por Lavoisicr primero como axygine y después como ene, forma mas proxima al modelo griego y que vino a ustituir a toda una serie de denominaciones —“princio de la combustién’, “aire deflogisticado”, “principio de la respira- ", “principio acidificance’— mas 0 menos ajustadas a la na- curaleza del elemento. Para las sustancias compuestas, se sigue un sistema bina rio al estilo de las clasificaciones botinicas y zoolégicas de Linneo. Al nombre genérico o de clase ~por ejemplo: “Aci Jo’ se le afiade un nombre especifico ~por ejemplo: “sulfiiri- co", 0 “sulfuroso”, segin las distintas proporciones del oxige- no © “principio acidificante” y del “principio acidificado’~. Acido sulfirico es el nombre que recibe en la nueva nomen- clatura el antiguo acid vitridlico. Del mismo modo, el vitrio- lo azul, 0 blanco, o verde, vienen a denominarse respectiva- mente sulfato de cobre, o de zine, o de hierro. Nadie puede negar el extraordinario progreso que estos es- tudios supusieron para la ciencia. La nueva nomenclacuta ten- dria la ventaja, segtin Lavoisier, de aliviar la memoria de los ptineipiantes, que “retienen dificilmente una palabra nueva cuando esté absolutamente vacla de sentido”. Ademés, los nuevos términas habrian sido creadas de forma que expresa- ran “la propiedad mis general y caracteristica de la sustancia Es decir, se perseguia un cierto grado de motivacién en la crea- cién Iéxica, respetando en todo momento las normas genera~ les, y sancionadas por el uso, de la lengua natural Esta breve incursién histérica puede servirnos para dar respuesta a algunos interrogantes que surgen hoy en las fron- teras de la cradtuctologia y Ta informatica. En aras de la cien cia, se formula a veces el ambicioso proyecto de ir sustiruyen- do gradualmente las palabras por términos, convirtiendo el lenguaje cientifico en una terminologia formalizada, que aca- beria por optimizar el lenguaje natural con vistas a una ulterior uutlizacién aucomética en el dominio absoluto de la compu- us tadora, el robot y la cibernérica. Pero no es posible, ni tampo- co deseable, la creacién para la ciencia y por la ciencia de un lenguaje artificial de espaldas a la lengua comin y coridiana, Es cierto que el hombre de reflexidn sobre el lenguaje, ha llegado en ocasiones a sofiar con una lengua uni- versal y formalizada. Pero conviene recordar que ya el mismo Leibniz. habia reconocido en sus Nuevos ensayas la necesidad de acudir al lenguaje ordinario como la tinica via para conocer las operaciones del entendimiento. Y, en nuestros dias, una de las més pujantes ramas de la lingtiistica, la pragmética, ene cuentra precisamente en la “flosofia del lenguaje ordinaio” de John Langshaw Austin su principal punto de apoyo. Considera Austin, en sus Philosophical Papers (Cartié y Rabosi, 1988), que nuestro repertorio comin de palabras re- presenta el esfuerzo realizado por muchas generaciones para distinguir y relacionar todo aquello que los hombres juzgaron conveniente a lo largo de sus vidas. Por lo tanto, ¢s de presi mit que tales distinciones y relaciones, puesto que han sido capaces de superar la prueba de supervivencia del més apto, serin mds ricas, més sensatas y ms sutiles que las que cual- quicra de nosotros podamos concebir una noche de insomnio en nuestra mesa de trabajo. Por lo que respecta a los problemas teéricos y pricticas de Ja traduccién, sera sin duda el buen sentido del traductor ~y su competencia en la LT, su lengua nativa y cotidiana el fac- tor que en iiltima instancia decidird cudl ha de ser el adecuado cequivalente de un término de nuevo cufio en la LO, de acuer- do con Ia idiosincrasia de la LT. El traductor de textos eécni- os y cientificos ha de tenes, por tanto, plena consciencia de que necesariamente ha de partir del lenguaje comtin y coridia- ‘no; porque lo que realmente entra en juego no es ya una mera cuestién de pureza idiomética, sino la posibilidad misma de que sus textos puedan Ilegar a ser entendidos. Por poner un ejemplo, en el terreno del lenguaje técnico de la ciencia de la traduccién, podemos considerar el caso del término Translationese, frecuentemente utilizado en textos in- es como sinénimo de una ridicula y macarrénica traduc- excesivamente literal, “palabra por palabra’, Hablar en Translationese —como hablar en Chinese, “chino”; 0 en Japa~ nese, “japonés" es hacerlo en una extrafia jerga, que suena a 6 traduccién. Su equivalente castellano habria de ser, por tanto, “triduccionés”, “traductano” o “traductén” -como “francés”, “jnliano” 0 “alemén"-; pero no “traslacionismo” (sie). que es como paradéjicamente aparece en la versién espattola de un reciente manual de traduccidn, cuyo traductor no supo ser precisamente muy fiel a las caracterfsticas de su propia lengua. Ta extraordinaria rapidez con que tienen lugar actualmen- te las comunicaciones y los intercambios culturales, obliga a traducir y a crear nuevas palabras y expresiones que sirvan de ychiculo a los nuevos conocimientos. Y esto no siempre se rea- liza en las mejores condiciones. Un profesional de la traduc- cién se famentaba recientemente de que, incluso en el terreno dela lingiistica moderna, que deberfa ser la salvaguardia de la integridad del lenguaje, afloren a veces cientos de voces rebus- cadas y abstractas que la convierren en un bosque sagrado, al «que, como en las sociedades secretas, sélo tienen acceso los iniciados. Y afade: “Cuando se hablan idiomas distintos, la comunicaci6n y el acereamiento son imposibles. Traductores y linglistas estamos incomunicados, porque hablamos distintas lenguas. Siempre que el lingdista quiera acercarse al traductor empleando semas, remas, femas, sememas, pictemas, nitemas, noemas, proxemas y Virtuemas, entablard un didlogo de sordos, pues de esta for ma jams podré la lingUistica ni ayudarle ni ponerse a su servi io. El traductor es un especialista de la lengua préctica y de la prictica de Ia lengua, a quien no le sirven los lenguajes esotéri cos. Llegamos a algo paraddjico. Fl traductor, que es a creador y modelador del idioma, no puede servirse de la clen cia del Lenguaje, pues la Tinglistica, en lugar de poner a su aleance los instrumentos necesarios para que al verter otras lenguas a la suya se salvaguarden las estructuras y pureza del idioma, le cierra sus puertas.” (Arrimadas Saavedra, 1987: 72) Dada la diversidad de las materias que han de ser traduci- dhs y el aporte continuo de términos de nuevo cuito, es preci- so que el traductor solicite la colaboracién de distintos espe- cialistas y acuda prudentemente a diccionarios y obras de consulta de todo tipo. En paises bilingiies, como el Canadé, ha sido necesaria la creacién de organismos gubernamentales =a Office de la Langue Frangaise en Quebec, y ol Bureau des 7 Traductions du Secrétariat d’Etat en el conjunto de la nacién que cuentan con un servicio de terminologia, provisto de ban- cos de datos informatizados y de terminales para responder a las necesidades de los ministetios y de las empresas puiblicas y privadas, que son asi informadas de las més recientes noticias terminoldgicas. En la Comunidad Europea se han creado, asimismo, co- misiones de terminologia, y en Francia el. fournal Officiel ("Diario Oficial”, equivalence al Boletin Oficial del Estado) viene publicando desde 1972 una serie de decrezos telativos al enriquecimiento de la lengua francesa y a las comisiones de terminologia (Krvak, 1984). La ley del 31 de diciembre de 1975 prohibe expresamente, en su articulo 1, la utilizacién de términos y expresiones de origen extranjero que tengan equi valente reconocido en Ia lengua francesa: oferta, la presentacién, la publicidad pleo o de utilizacién, la ext antfa de un bien o de un servicio, En la designacién, cscrita 0 hablada, la forma de e sién y las condicio el empleo de la lengua fr todo término extranjero y a toda expresiGn extranjera esté pro- 1cesa es obligatorio, Fl recurso @ hibido cuando existe una expresidn 0 un t jones previstas por el decreto 7-19 del 7 de e relativo al entiquecimiento de la lengua francesa, ‘nal Officiel del 4 de enero de 1976) mino aprobados en r0 de (Jour: Estos decretos van acompafiados de una lista en la que se especifican las expresiones y términos nuevos que han de set utilizados obligatoriamente, y de una segunda lista en la que figuran aquellos cuyo empleo es simplemente recomendado. Asi, en la primera lista aparece palmaris (de donde el espafiol “palmarés”) en lugar de hitparade, y en la segunda solo (del italiano y espafiol “solo"; verbigracia, “un solo de piano”) en lugar de la expresién inglesa one man show. Del mismo modo, en vez de by-pass se preconiza la forma francesa dévivation (‘detivacién’) 0 la afrancesada bipasse En algin caso, como ocurre con el término polisémico marketing, no es posible cubrir todas sus acepciones con for- mas como commercialisation (“comercializacibn”) 0 techniques marchandes (“vécnicas mercantiles"), debiendo recurritse a los ne 7 auevos términos mercatique y marchéage, Por supuesto que, ni ct: [a Jengua francesa ni en ninguna otra, tiene sentido el tra- at de imponer la purcza del idioma a golpe de dectetos. En la ietuacin de los organismos oficiales ha de pesar, mas que la ieraa coercitiva de las eyes, su capacidad de velar por la ince- gridad del organismo vivo que es la lengua 119 4 ALTERNATIVAS DE LA TRADUCCION 4,1, Procedimientos de traduccién Theodore Savory establece una completa clasificacién de las posibles formas de traducir, que ha sido citada y reproduc de muchas veces (Tur, 1974: 12; Lefevere, 1975: 3; Buzzetti 1976: 158; Newmark, 1981: 38), aunque no siempre ha sido bien entendida, y que se articula en los siguiente pares de al- cernativas 1. La traduccién tiene que reproducir las palabras del origi- nal La traduccion tiene que reproducir ls ideas del origina 3. La traduceién debe sonar como una obra original. La traduceién debe sonar como una traduccion. La traduccién debe reflejar el estilo del original. La traduccidn debe po: silo del traductor. LLa traduceidn debe sonar como una obra contemporsinea al original La traduccién debe sonar como una obra contempordnea al traductor, 9, La traduccién puede afadie cosss al original o suprimir 10. La traduecién no puede nunea afadir cosas al original nl suprimir otras, 11. La traduecién del verso debe haverse en pros. 12 La traduecién del verso debe hacerse en verso.” (Sayonyy 1968: 50) Nada més lejos de la intencién de Savory que el tratar de dar una “solucién’ personal y definitiva a esta serie de enune iados, que se oponen entre si de das en dos y que, en reali dad, no son més que el desarrollo de la antigua polémica ex tente entre los defensores de la traduccién "fel" o literal, por tuna parte, y la “libre” o literaria por otra, como plantea dite: tamente el primer par de alternativas: traducie las “palabras™ (the words) 0 las “ideas” (the ideas) Planteada la cuestién en los términos de Schleiermacher y Ortega y Gasser, esto es, 0 condueir al lector hacia el autor ex tranjero, o bien obligar a éste 2 aproximarse hacia la lengua y los habitos del lector actual, es evidente que las soluciones se- Saladas con los mmimeros 4, 5 y 7 apuntan hacia el primer cax mino ~cl preconizado por Ortega, mientras que las marcadas con los numeros 3, 6 y 8 conceden un mayor protagonismo a la creatividad interpretativa del eraductor y a la naturalidad expresiva del texto en la lengua a la que se traduce, Los dos tilimos pares de alternativas estén muy relaciona: dos entre s{-la soluciéa nimeto 9 se corresponde con la 12, y ta 10 con la 11~, ya que la traduecién del verso en verso obli- Bi, necesariamente, como se verd en el siguiente capitulo, 4 suprimir segmentos del original o, por el contrario, a afiadir segmentos que no se encuentran (al menos de una forma ex. plicita) en el texto original Es obvio que las soluciones sefialadas con los ntimeros 9 y 12 estan en el extremo opuesto a los postulados de literalidadl ¥ fidelidad al texto original, a la intangible unicidad de la obra lireraria y al reconocimiento del autor original como la sola fuente de Ja misma. O dicho de otra manera: para los defen. sores a ultranza de la tesis orteguiana, el traductor podria co- ter el riesgo de llegar a olvidar que es s6lo un traductor, esto ¢s, un simple puente o canal de comunicacién entre los pensa. mientos del autor del TLO ¥ los de los lectores del TLT. Para Theodore Savory (1968: 57 y sigs.), la existencia de luna gama tan extensa de opiniones entre los tratadistas es alga 122 requicre una explicacién adecuada, La razén principal re- Rage lw dita Rapes ce ds lor ceaone, 19 sélo en lo relativo a sus preferencias personales por un tipo otro de traduccién, sino, sobre todo, en lo que concierne a los motives de la leetura. Habria que distinguir, al menos, re cuatro grupos de lectores de traducciones, Al segundo, los estudiantes de la lengua, s liertiag, con la ayuda de una taduceton, como medio para su aprendizaje. AI tercero, los que desde antiguo conocen la lengua, pero la han olvidado en gran parte por falta de pricti- a. El cuarto grupo, en fin, es el de los experts y escudiosos de la lengua y su literatura Bs evidente que cada uno de estos cuatro ripos de lecores usiliza las traducciones con un propésito diferente, por lo que una misma forma de traducir no puede ser igualmente sat factoria para todos. Ebest or cj Pero las serenas y didfanas teflexiones de Savory no siem, pre han sido correctamente interpretadas. Asi, por ejemplo, André Lefevere las tilda de relativistas y falaces, ya que las ira dacciones s6lo podrian ser juzgadas, segin él, por aquellas personas que no tienen precisamente necesidad de ellas; a sa- ber: los que dominan dos o més lenguas. El lector monolin- glee carecerfa, asf pues, de capacidad para juzgar: “The fallacy on which this approach is based becomes obvious as soon as we realize that translations can be judged nly by people who have no need for them, that is, those who are bi- or multilingual. The unilingual reader, who does not have the ability to judge, has to be ‘satisfied’ with whatever is available, whether it is up to standard or not. Rather than indulge in relativism, the weiter of studies on translation should 123 therefore be at great pains to establish what a good translation is, and, in so doing, give guidance to the unilingual reader.” (Lefevere, 1975:3) Tiatando de huir del supuesto relativismo de Savory, in curre Lefevere en el apriorismo de erigirse en guia del lector, que, desprovisto de cualquier clase de percepcién estética, habria de recibir décilmente del especialista en traductologla las indicaciones precisas sobre qué es una “buena traduce cid Una buena traduccién ~al igual que una buena novela, 0 tun buen poema, 0 una pagina cualquiera bien escrita~ es algo bastante mds complejo, que no se define y se resuelve de una ver.y pata siempre con unas férmulas simplistas. Una regla del buen traductor podria ser el no perder jamés de vista el senti- do comiin, el sentido eritico y el sentido de la objetividad, procurando mantenerse lejos tanto del empirismo itreflexivo de una prictica traductora rutinaria, como de las grandes cons trucciones ~o los vanos castillos de naipes~ de las fantasfas teo~ rizantes al uso, Para Nida y Taber, impulsores y expositores de los princi- pios de la llaniada “escuela norteamericana” (Vézquez-Ayora, 1977: 252), habria que distinguir entre una traduccién orien- tuna equivalencia formal y otra orientada hacia una equivalencia dindmnica (Nida, 1964). La primera no seria sino una estricta traduccién lireral, que tiende a reprodutcir cl texto original en todos sus aspectos, de manera que aun su corresponda un sustantivo, a un verbo otro verbo, etc servarian incluso los signos de puntuacién, se intentarfa tra- ducir un mismo término con otto equivalente siempre idénti- co, y hasta los modismos y frases hechas se reproducirfan, no con el equivalence natural acufiado por la lengua receptora, si no con el maximo literalismo. Por el contrario, en una traduccién orientada hacia la equivalencia.dinimica, lo-que.se.busca no es ya.una’ equiva: lencia de la forma, sino de los efectos que el TLT produce en al lector de la LT, que han. de ser andlogos a-los. que el lector de la LO recibié en su dia tras la lectura del TLO. Dicho de otra manera, él texto, superando las distancias lingiisticas y culturales, ha de adaptarse plenamente al nuevo lector y ser 124 natural” en el dmbito de su comunidad Linguistica. A juicio de Nida, esta exigencia de “naturalidad” se puede considera en tres aspectos o niveles, que resume y comenta muy bien Carlo Buzzetti (1976: 164 y sigs.): 1) Conformidad al lenguaje y a la cultura del receptor. ELTET deberfa hacernos olvidar que nos hallamos ante un texto “de segunda mano”. Ha de tener, en cambio, las carac- te:isticas propias de un verdadero texto “original”. Para ello, seré preciso realizar algunos cambios en las categorias grama- ticales, de forma que lo que era un sustantivo pase 2 set un verbo, por ejemplo, y llevar a cabo reajustes de todo tipo a fin de que la gramatica del TLT sea absolutamente correcta y fluida. Cuando se trata de traducir “cosas” que.no existen er. la cultura de la LT, mientras una traduccién basada en la ranseripeién y al calc ecuivalencia formal recurtiria. a afadiendo una nota explicativa, la equivalencia dind erataria de salvar el obsticulo mediante una expresién que en ma situacién comunicativa. el conjunto se adapre a la m Asi, para poner un ejemplo biblico, “moneda de oro” puede muy bien sustituir a “talento”; o si suena extrafio afirmar que alguien lefa un “rollo”, podemos simplemente decir que leia un “libro”, ya que, en definitiva, el libro no es sino el equivalente cultural de lo que en otro tiempo fue el “rollo de pergamino’ 2) Conformidad con el contexto del mensaje. El TLT ha de moverse en un nivel de Jenguaje y en un tono que sean equivalentes a los del TLO. Una traduccién estrictamente li- teral o formalista podria hacer parecer demasiado solemne en la LT Jo que en la LO tenia simplemente un tono coloquial, 0 viceversa. En especial, al traducir textos antiguos, deben evi- tase tanto los anacronismos originados por la introduccién de tétminos cientificos modernos, como la utilizacién de un Ienguaje excesivamente arcaizante 3) Conformidad con el tipo de receptor. La traduccién habri de tener siempre presente el tipo de lectores u oyentes al que se dirigia el TLO. Precisamente sedice que un texto es 125 te cuando produce, agué y ahora y en esse lector d mi igual o andlogo al que produ al en ot en otto lugar y en otros I tenecientes a una comunidad lingstica diferente. Ahora bien, la equivalencia de efecco en los diversos receptores ¢s tuna condicién necesaria, pero no suficienre, para afirmar que dos textos son equivalentes y que, por lo tanto, uno es traduee cign del otro. Asi, por ejemplo, no podemos considerar en modo alguno como equivalences las expresiones what’ the ti- ‘me? y ceudndo vendrd tu amigo? por el simple hecho de que, ditigidas hipotéticamente a un inglés y a un espanol, éstos doz blen el brazo, miren al reloj y meneen la cabeza dando a cn- tender que no lo saben. Vinay y Darbelnet, considerados por Vézquez-Ayora (1977: 254) como los méximos representantes de la llamada “escuela franco-canadiense’, distinguen entre una traduccién directa o literal y otra oblicua. Como formas de traduecién die recta coneeptiian Vinay y Darbelnet (1973: 47) el préstamo y el calco, que no son en realidad mas que simples transferen- “He dejaco mi libro sobre la me- st’. No hay que confundit, asf pues, este nivel minimo, o g do cero, de la traduccién con la traduccién servil 0 seudotra- duccién, que parece no estar escrita en la LO ni en LT, sino en una lengua sui generis. a la que podemos llamar “traducta no” (nranslationese afiade Vazquez-Ayora los de amplificacién, explicitacién y omisién, clasificando los cuatro primeros como procedimien- tos “principales”, y los restantes como “complementarios”, Veamos, a continuacién, una descripeién pormenorizada de estos procedimientos sécnicos (Vinay y Darbelnet, 1973; Véz- quez-Ayora, 1977; Mounin, 1978), que suponen una impor- tante contribucién al estudio objetivo y razonado de la activi= dad traductora, 126 41.1. Transposicion Consiste en sustituir una palabra o segmento del TLO por otra palabra o segmento del TLT, que conserve plenamente su intenido semntico absoluto; pero sin respetar su categoria gramatical ni, eventualmente, su funcién sintictica. © Se utiliza en los casos en los que el traductor no dispone, 1 la LT, del oportuno equivalente formal para un segmento de la LO. En lugar de traducir un nombre por un nombre, un vetbo por un verbo, un sujeto por un sujeto, un complemento por un complemento, se hace preciso sransponer el contenido semantico de una clase gramatical a otra, sin que ello impli- que pérdida alguna de la significacién: There's a reason for fe (Hay una razon para vivir) sustantivo Jif ha sido reemplazado por el verbo vivir. Un eri de traltccn ercemete tel haba obligado a decir: “Hay una razén para la vida". Pero, como sefiala Vézquez-Ayora, se habria creado ast por lo menos una ambi- giiedad, y con ello se habria conculcado el principio de fideli- dad. Se necesita, por lo tanto, hacer en este caso una sransposi- cién obligatoria de sustantivo a verbo. En otras ocasiones, la transposicién es facultarioa: Before he comes back. (Antes de su regres, antes de que regrese.) No es obligada la transposicién del verbo cones back al sastantivo regreso, ya que es posible conservar la forma ver- bal regrese. Ahora bien, si se produce la transposicién, entra- rin también en juego otras modificaciones: el pronombre (0 nombre, si se quiere) personal Ae se transformaré en cl ad- jetivo posesivo su, y naruralmente dejari de ser sujeto de la oracién. Junto a las modificaciones léxicas, habré que tener = cuenta, asf pues, los procesos de ajuste sintictico encaminados a producir un TLT que pertenezca verdaderamente ala LT y 127 ‘no sea un mero trasplante o remedo del TLO. No en vano la transposicién ha sido considerada como el alma de la auténti ca traduccién. 4.1.2. Modulaciin Mientras que la transposicién actia sobre las categorfas gramaticales, la modulacién introduce un cambio en las cate- gorias del pensamiento. Supone una diferencia en el “punto de vista” desde el que se enfoca la realidad extralingiistiea, Un grado minimo de modulacién se produce, por ejemplo, cuan= do una visién de lo abstracto 0 general en el TLO es sustitui- da por una visiéa de lo concreto o particular en el TLT, o ceversa La seriaura non & altro che una forma di parlare (Lo eserito no es otra cosa sino una forma de hablar.) En este ejemplo, que estd tomado del Libro del Cortegiano de Baltasar de Castiglione (Maier, 1964: 131), traducido por Juan de Boscin (Reyes, 1984: 107), se expresa la misma idea en toscano y en castellano, aunque el punto de vista es dife- rente. Lo escrito sustituye a la sevituena: sc pasa, asi, de lo abs- tracto a lo concrero, a través de un sencillo giro 0 topo que pertenece al grupo de las sinéedoques. Puede también pasarse de lo concreto a lo abstracto: food for thought > “materia de reflexi6n’” (literalmente: *comida para el pensamiento). O, a través de un giro metonimico, tomar la causa por el efecto, 0 viceversa: the firing of can. nons > “el estampido de los caftones”. En un grado extre- mo, la designacién de una realidad extralingifstica puede expresarse en el TLT con unos contenidos semanticos com- plecamente distintos de los que aparecen en el segmento co- rrespondiente del TLO. Compatemos las siguientes expre- siones: Ing-:No trespassing, Fr. Défense dente: Esp.: Prohibida la entrada, 128 Entre la designacién francesa y la espafiola sélo existe una diferencia en lo que conciemne a las categorfas gramaticales: fay una doble eransposicién del verbo entrer al sustantivo en ‘nuza, y del sustantivo défense al verbo (participio) probibida Vero entre la expresién inglesa y la francesa, o entre la inglesa y laespafiola, aunque son idénticas en la designacién, aunque dicen fa misma cosa, existe una diferencia que afecta a los pro- pis significados, hasta el punto de que no podemos demos- sar dingifsticamente (Mounin, 1978: 6169) que el enunciado lel TLT sea rigurosamente el equivalente semantic del enun- indo del TLO. Percenece también al dominio de Ja modulacién Ia tradue- ién de algunos modismos y frases hechas, si bien en estos ca sos, sobre todo si existe un grado avanzado de lexicalizacién, ve pasa insensiblemente al terreno de la equivalencia (subepi- grate 4.1.3) y la adaptacién (subepigrafe 4.1.4), En ocasiones, 2 modulacién se reduce a una simple inversién del orden de los elementos textuales A feu eta sang A sangre yfucgo (*A fuego ya sangre). Mort ou vif. Vivo 0 muerto (*Muerto © vive}. Safe and sound Sano y salvo (*Salvo y sano). Neither head nor tail, Nipies ni cabeza (#Ni cabeza ni cola). Von Kopf bis Fuss, De pies a cabeza (*Desde cabera hasta pio). Katze und Maus spielen Sugar al ratén y al gato (*Gato y rat6n jugar. En estos ejemplos (Garcia Yebra, 1982: 429-430), se pone de manifiesto cémo cada lengua tiene unas expresiones fijas, que revelan rasgos estilisticos propios y que es preciso respetat. Se antepone un asterisco a las traducciones literales, que, lejos 129 de ser fieles, constituyen un inaceptable remedo de traduc= cién, Es verdad que, en algiin caso, y precisamente con espe- ciales intenciones estilisticas, puede alterarse el orden prefijax do. Seri la competencia del traductor la que determine, en’ cada caso, el grado de modulacién més adecuado a las caracto~ risticas de la EI 4.1.3. Equivalencia En [a terminologia de Vinay y Darbelnet, la equivalencia representa un paso adelante en [a libertad de eleccidn, y supo- ne por tanto una mayor responsabilidad por parte del traduc- tor. Consiste en sustituir un enunciado del TLO por otro enunciado del TLT que, a pesar de no tener nada en comin con el primero ni semAntica ni formalmente, da cucnta de una misma situacién: ‘The early bird catches the worm. A quien madruga Dios le ayuda ("El péjaro tempranero atrapa cl gusano), Se trata, sin dda, del caso més extremo de la modulacién, Para el hablante de la lengua inglesa, es el péjaro mafianero el ue, por su propio esfuerzo madrugador, logra cazar al gusa- no. Al pragmatismo de este punto de vista se opone la vision del hablante de la lengua espafiola, para quien es la providen- cia divina la que viene a recompensar Ia diligencia madruga- dora. Pero, en todo caso, la situacién objetiva de la que se da cuenta con uno u otro enunciado es exactamente la misma. 414, Adaptacion Mediante los procedimientos anteriormente citados, se llevaba a cabo la sustitucién de categorfas gramaticales (erans- posicién), categorias de pensamiento (modulacién) 0 enun- Giados completos (equivalencia), pero sin alterar para nada la “situacién” del acto comunicativo. Pues bien, pueden existir situaciones comunicativas en la LO que sean absolutamente 130 impensables —o, al menos, dificilmente inteligibles~ en el ém- bite cultural de la LT. En ‘ales casos, en el limite mismo de la waducibilidad, Vinay y Darbelnet aconsejan recurrir a la adap- ‘acid, esto es, a la sustitucién de la siuacién de la LO. por luna situacién ansloga de la 1:T, o la menos alejada posible, Segiin Catford (1970: 164 y sigs), el hecho de que un rasgo situacional, funcionalmente relevante para el texto de la LO, no en la culeura de la LT, puede conducie incluso a la lara intraducibilidad cultural. Pone, entre otros, los ejemplos de la sauna finlandesa y el /uro(-ba) japonés, muy distintos del “bafio” 0 “cuarto de baiio”. Vézquer-Ayora (1977: 324) aduce cl ejemplo de la expresién blanco como la nieve, dado por Nida, ‘que carece realmente de sentido en una comunidad lingiifstica en la que la nieve sea algo remoto o nunca visto. Cuando los hechos de lengua tienen en el texto original no s6lo una funcisn designativa, sino también un valor simbélico, puede surgir un conilicto de interpretacidn cn el texto de la lengua a Ia que se traduce (Coseriu, 1977b: 228). Ast, por cjemplo, lo negro se asocia en muchas comunidades ling! «as con la muerte, el luto y la tristeza, como se pone de mani- fiesto en expresiones como “negros pensamientos” 0 “verlo to- cdo negro”; mientras que lo blanco es simbolo de paz y de inocencia. Pero, en otras comunidades, suede exactamente lo conttario: el blanco es el color del duelo, En estas circunstan- cias, para conservar el sentido del texto, habria que traducir “blanco” por “negro”, y viceversa irtducoor gue prtena offecer un teas en LT que pueda ser comprendido sin un esfuerzo extraordinatio, y tal vex sin siquiera darse cuenta de que esta leyendo una traduc- cidn, deberé recurrir en muchas ocasiones a la técnica de la adaptacién. Ast lo hizo, por ejemplo, Boscan en su traduccién de El Cortesano, como fo demuestran los siguientes fragmen- tos (Maier, 1964: 130; Reyes, 1984: 106): Saria mate usar quelle parole antique toscane Seria malo [..] servirnos de aquellas palabras gue ya estén fuera deuso.) Las palabras antique toscane han pasado a set palabras que ya extén fuera de uso mediante un oportuno proceso de adapta- BL cin. Fécil hubiera sido conservar la referencia a la situacién fen que se produce el texto original, traduciendo simplemente las parole antique tescane pot palabrs toscanas antiguas. La ver~ si6n habria ganado en exotismo, transportando al lector a la renacentista corte de Urbinos pero se habria perdido la nawu ralidad de un libro que, al decir de Garcilaso, no parece que haya sido escrito en otra lengua. lector no tendré la impresién de estar leyendo una tra- duccién, aun cuando sepa que ¢s una traduccién —apunta Véz~ quez-Ayora (1977: 323)-, si por medio de procedimientos del tipo de los descritos se ha logrado expresar el mensaje de la lengua extranjera con el equivalente més natural de la lengua receptora. No cometer ninguna falta, sino todo lo contrario, el raductor espafiol que siga atribuyendo, por ejemplo, siete Vidas a los gatos, y no nueve, como se hace normalmente en la comunidad Linguistica anglasajona; o que traduzca millas por kilémetros, cuando una total exactitud en Ia medida carezca realmente de relevancia, 4.1.5. Otros procedimientos Vinay y Darbelnet conceden una gran importancia al con- cepto de compensacién, que tiene por objeto equilibrar las pér- didas y las ganancias semanticas que toda traduccién, que no sea un mero caleo literal, comporta. Para Vizquez-Ayora, la teorfa de la compensacién se basa en dos hechos fundamenta les: Ia dficultad de encontrar la equivalencia natural y acerta- da, y la pérdida de contenido o matices que sufre una versidn. En realidad, los procedimientos ya mencionados, esto ¢s, Ja transposicién, Ja modulacién, la equivalencia y la adapta- ci6n, no son mis que formas o grados de compensacién. Por otra parte, no existen unos limites nitidos de separacién entre unas técnicas y otras. Se trata tan sélo de una clasificacién conceptualmente vilida y metodolégicamente util, que, no obstante, no siempre ha sido bien entendida. Algiin estudioso (Garcfa, 1990: 60) considera que la misma nomenclatura que designa las diferentes técnicas puede llevar a engafio, ya que la “equivalencia” es un homénimo del témino genérico que in- igualdad de valor” entre un TLO y un TLT. La verdad 132 «3 que, si nos atuvigramos 2 criterios como éste, no podriam hacer uso de términos como “adaptacién’, “incerpretacién” 0 “ransferencia’, y ni siquiera de la palabra “traduecién’”, que adquieren significados muy diversos en las terminologfas de les distintos autores Peter Newmark (1992: 123), basindose en los anilisis de Wilss (1982), se refiere a los “prejuicios de Vinay y Darbelnet en contra de la traduccién lireral”, que habrian ejercido una nefasta influencia sobre la teoria y la prictica de la traduecién, Sin embargo, a renglén seguido, reconoce que el hecho de gue no sca posible tipificar rigurosamente las transposiciones “al estilo de Vinay y Darbelnet’ no es motivo para quicar méti- toa su “utilidad’”, y que los estudiantes de traduecién podrian beneficiarse de su conocimiento. Newmark, que en una reciente entrevista (Ballester y Jimé- nez, 1992: 42) se declara decididamente “literalist” u orienta- do hacia el source text, esto es, el texto original o “fuente” —L said that instinctively L am a sourcerer-, admite las teansposicioncs siempre que estén “estandarizadas”. Por ejemplo: Adverbio més adjetivo en la LO -> nombre més adjetivo en la LT: exceptionally large, “de una importancia excepcio- nal”, Nombre mis nombre en la LO > nombre més adjetivo en la LT: nerve cell, “célula nervioss! Verbo mis nombre en la LO -» verbo en la LT: He gave a laugh, “se ris” Pero, a decir verdad, los problemas que se presentan en la teoria y en la préctica de la traduccién no tienen tanto que ver con los casos estandarizados, es decir, ya resueltos, como con las situaciones nuevas que requieren éleccién y decisién por parte del traductor. Al fin y al cabo, como el mismo Newmark (1981: 19) ha escrito en otro lugar, Ia teorla de la uaduccién se nutre de clecciones y decisiones, y no del sim- ple estudio de Ia meciinica de la lengua original o de la len- ga receptora, Ni el traduetor prictico ni el teérico de la tra duccién deberin desdefiar, por lo tanco, cuantas matizaciones y-clasificaciones puedan efecruarse en torno a la actividad tra- ductora, 133 Como ya se ha indicado, en todo acto de traduccién pue- den darse pérdidas 0 ganancias semancicas, que deberin 0 no- ser compensadas con alguno de los procedimientos descritos, 0 bien mediante otros que Vazquez-Ayora denomina “comple- mentarios”, entre los que incluye la amplificacién y la explici- tacién, como formas de expansidn analitica, y la omisién, co- mo forma de reduccién sintética, ademas de la compensacién como procedimiento técnico especifico. Antes de referimnos a cada uno de ellos por separado, veamos un amplio ejemplo, tomado de Catford (1970: 65 y sigs., 156 y sigs.), en el que se ponen muy bien de manifiesto las diferencias formales y contextuales de significado que pueden existir entre el LO y el LT. Imaginemos una situacién en la que una joven inglesa en- tra y dice: I've arrived (“he llegado"). Como ocurre en todas las situaciones concretas y reales, los elementos que vienen a ddefinir esta situacién son innumerables: cl lugar y la fecha, el momento preciso, el nombre de la joven, su edad, st altura, el tono de su voz, el color de sus ojos, su profesién, su vestido, ete. Sin embargo, s6lo unos pocos rasgos de Ia situacién son relevantes desde el punto de vista lingiiistico. A saber: 1) Un participante, identificado como el hablanse, y co- trelacionado con la seleccién del pronombre Jen opo- sicién a we, jou, etc 2) Una Hegada, 0 suceso correlacionado con la seleccién del verbo indicado en oposicién a otras posibles for- mas léxicas. 3) Un suceso anterior, que esté enlazado con una situacién en curso, y ambos estén correlacionados con la s cién de una forma del perfécto en oposicién a otras formas verbales. 4) La situacién en curso es la de presente, y esto esté co- rrelacionado con la seleccién de un tiempo no pretévito en oposicién al pretérito Supongamos ahora que se ha traducido este texto al rusot ja prild, Los rasgos que tienen relevancia linglistica en este caso son los siguientes 134 1) Un Aablante, por la seleccién de ia en oposicién a mi, etc 2) El hablante es fémenino, por la seleccién de prislé en oposicién a privet 3) Una Megadé, por la seleccién del verbo indicado en oposicidn a otras pasibles formas léxicas, 4) La Ilegada es precisamente a pie, en oposicién a otros verbos que implican otras formas de desplazamiento. 5) Un suceso anterior, por la seleccién de un pretérito en oposicién a un presente, por ejemplo. 6) El suceso A sido completado, por la seleccién de la for- ma verbal perfectiva en oposicién a la forma imperfecti- va. Asi pues, aunque el texto ruso es un “equivalence” perfecta- mente aceprable def texto inglés, no significa lo mismo, Sélo al- gunos rasgos situacionales, contexcualmente relevantes, coin- ciden en ambos textos. Pero la expresién del tiempo y cl aspecto verbal es diferente, y existe ademas una ganancia se- mintica en la traduccién af ruso, ya que se explicita que el desplazamiento ha sido realizado a pie y por una persona per- teneciente al sexo femenino, No obstante, el texto inglés Live arrived y ol ruso i prisld funcionarfan seguramente bien como equivalentes de traduc én en la mayorfa de los del inglés al ruso y viceversa, sin necesidad de reajustes compensatorios de ningtin tipo. El sexo del hablante, por cjemplo, aunque hngéfsticumente rele- vante para el texto ruso, no es relevante para la funcién comu- nicativa en la situacién que aqui consideramos. No es, pues, fancionalmente relevante. Lo que ocurre es que la hablance ru- sa estd obligada, por un rasgo formal de su lengua, a hacer esa referencia incidental a su sexo, aun cuando no sea eso lo que ella tiene la “intencién® de decit, Como sefiala Catford, es dificil decidir lo que, en cada ca- s0, es 0 no es funcionalmente relevante. Ser la totalidad del contexto la que proporcione informacién suficiente al tradu tor para tomar la decisién més adecuada, a fin de no “sobre- taducir”, introduciendo rasgos innecesarios y extemporineos en la traduccién, 0 por el contrario, incuerir en pérdidas que 135 conduzcan en algunas ocasiones a contrasentidos, y en otras a textos sin sentido, 0 plagados de falsos sentidos, La solucién, evidentemente, no esta en una traduccién “pe- gada al texto”, a menos que se pretenda oftecer una versién en traductano, Sera preciso, asi pues, ponet en juego todas y cada una de las técnicas relacionadas con los criterias de la “équiva- lencia dindmica” o la “traduccién oblicua”, anteriormente des- critos. Hagamos aqui, por iiltimo, una breve exposicién de los ya mencionados procedimientos complementarios. Los ejem plos estan comados de Vizquez-Ayora (1977: 334 y sigs.) ‘Cuando la estructura de la lengua a la que se traduce ast lo requiere, habré que hacer una amplificacién del texto original, que puede afectar a las preposiciones, los adverbios u otras ca- tegorias gramaticales: We are dancing to the accordion, (Bailamos al son del acordesn.) ‘The house beyond the church, (La casa que estd ms ailé de la iglesia.) “The boys there don't like sports. (A los mochachos que viven allio es gustan los deportes.) {don’t know what you mean (No sé lo que quieres decir) A veces; ¢s preciso explicitar en el TLI elementos que es- tan implicitos en el contexto del LO. Mediante la explicita- cidn se facilita la interpretacién, evitando un vacio en la co- municacién del mensaje ‘To help resolve the basic question of delegation. (Para ayudar a resolver el problema fundamental de la de ion de poderes.) Sin la explicitacién “de poderes”, cl scgmento “Ia delegacisn’ seria ambiguo, ya que podtia aplicarse también a la designacién de delegados. Seri el buen sentido del taductor el que decida, en cada caso, sobre la conveniencia de aplicar 0 no este procedi- riento. Expliciear aquello que en el original tenga un valor esti- 136 Iistico de concisién, elipsis 0 reticencia serfa algo ast como con- rertir el Ueni, uidi, ici de Julio César -segiin escribe inénica- mente Theodore Savory (1968: 156) en “Llegué a aquel pais tras largas jornadas, examiné la situacién antes de emprender una accién militar, y somert triunfalmente a los enemigos” Tanto la amplificacién como la explicitacién suponen una expansién o adicién de elementos. EI procedimiento opuesto es la. omisién, que consiste en una concentracién 0 supresién de elementos del texto de la LO: ‘The commitee has failed to ac (La comision no actu6.) Una traduccién literal podefa haber sido: “la comisién de- j6 de actuar”. Pero, en tal caso, se darfa a entender que la co- isin estuvo actuando, pero que cesé en su actuacién, lo cual traduce una idea roralmente distinta de la que se expresa en el texto original La compensacién, en fin, trata de restablecer el equilibrio textual producido por las inevitables pérdidas y ganancias se- minticas de la traduccién. Toda pérdida relevante de signifi- cado que tenga lugar al raducir algiin segmento del TLO de- be compensarse en otro punto del TLT The atmosphere in the big gambling room had ehanged. It was now much quieter, (El ambiente habia cambiado por completo en la gran sala de juego, que ahora se encontraba ms tranquila.) El rasgo semantico vinculado al segmento much, y traduci- do como “por completo”, ha sido desplazado a otro lugar del "LT. Fl paso de la construccién paratictica a la hipotéctica contribuye también a la matizacién estilistica del texto, cuya traduccidn literal hubiera dado: “El ambiente habfa cambiado alg de juego. Se encontraba ahora mucho més tran- quila.” Bien es verdad que, ante un texto tan desvaido como é- te, vienen al recuerdo las memorables palabras de Don Quijote: “El traducir de una lengua en otra [..] es como quien mira los tapices flamencos por el revés; que, aunque se ven ls figu- ras, son lenas de hilos que las eseurecen, y no se yen eon la lisura y tez de la naz.” (Quifote, paste Il, cap. LX) 137 Para que se vean las figuras del TLT con los mismos colo- res, con la misma tersura y con la misma apariencia del TLO, es para lo que ef traductor ha de poner en juego todos los re- cursos que su capacidad de improvisacién le proporcione, so- bre la base de su propia experiencia traductora. Y no cabe du- da de que una sdlida fundamentacién en los principios te6ticos, entre los que se encuentra primordialmente la zeflexién sobre los distintos procedimientos técnicos que pueden ser utiliza- dos, le servird de inestimable ayud: El traductor nace, pero también se hace. ¥ se hace precisa mente en el ejercicio de buscar, y encontrar, los equivalences ‘TLT —lldmense transposiciones, modulaciones, compensacio- nes, etc.— més adecuados y naturales. En un debate sobre la traduccién del espafol al francés, lo expresé con toda claridad el escritor Juan Goytisolo (1988: 47): “Encontrar equivalen- cias, he ahi la clave de la traduccién.” 4.2. Niveles de traduccién Seguin el grado de integracién de la teoria de la traduccion en una teoria general de la liceracura, Vézquez-Ayora (1979: 206) considera tres fases o grados de complejidad estilistica en Ia actividad traductora: 1) Bl grado cero de la traduccién, En este nivel, cuyo nombre no es més que una réplica del “grado cero de la escti- tura” de Roland Barthes, no entran en juego procedimientos semioestilisticos" de ningiin tipo. Puede deberse esto a dos motivos: bien porque la naturaleza del TLO no exija ningdn reajuste para su paso al TLT, siendo posible realizar una sim: ple traduccién literal, o casi literal; bien porque, aun existien- do en el TLO rasgos que requieran un tratamiento especial, éstos le pasan desapercibidos al traductor. 2) Primer grado de la traduccién. Segiin Vézquez-Ayora, los procedimientos empleados en este nivel serfan los siguien- tes: transposicién, amplificacidn, explicitacién y omisién. Se trataria de procedimientos aplicables a ‘categorias gramatica- les” o a “categorias lingitfstico-estilisticas elementales". 138 3) Segundo grado de la traduecién, Se utilizarfan aqut la modulacién y la equivalencia (en la terminologia de Vinay y Darbelner). La razdn que se aduce es que la modulacién esté cemparentada con las “figuras literarias’, ya que se vale de trans- formaciones sinecdocales y metonimicas. 4) Tetcer grado de realizacién estilistica. En este nivel, que es el de mayor complejidad estilstica, encrarfan en juego pro- cedimientos “macroestilsticos”, tales como la adaptacién compensacién. Habria que situar aqut la traduccién de las meciforas, especialmente aquellas que no tienen equivalencia y se traducen mas apropiadamente con similes, proceso que recaeria ya en el campo de la modulacién, ya en el de la adap- tacién (Vazquez-Ayora, 1977: 319). 42.1. Traduccién de la metéfora El problema especial que plantea la traduccién de la me- tifora ha venido despertando la atencién de algunos traduc tores y traductélogos (Van den Broeck, 1981; ‘Toury, 1982; MacCandless, 1991), sobre todo a partir de la publicacién, ea 1976, del articulo “Can Metaphor Be Translated?” en la revista Babel, donde Menachem Daguc denunciaba el desin- terés que los tedricos de la traduccién habfan mostrado tener hasta cntonces respecto a una cuestién que es central en la raductologta. En efecto, en las obras fundamentales de Nida (1964), y Nida y Taber (1974), se dedican escasas paginas a los “senti- dos figurados” y a los “modismos”. En lengua francesa, las es- tudios basicos de Vinay y Darbelnet (1973) tampoco prestan mucha atencidn a la “metfora’, y ésta ni siquiera aparece mencionada en el libro que Mouain (1963) consagrd a los problemas tedricos de la traduccién. Por parte alemana, las obras de Kloepter (1967) y Reiss (1971), en las que se estu- dian especificamente la traduccién literaria y las posibilidades y limites de la critica de la traduccién, sélo se dedican una y tres paginas respectivamente al tema de la metifora. Se remonta Dagut a la definicién aristotélica de la met fora como “aplicacién a una cosa del nombre de otra cosa’ 139 hetadopé 8 atlv Ovduatos GARotpIov emoope (Poética, 14576). Pero reclama una gran exactitud terminolégica en su empleo, a fin de que no se la convierta meramente en un si- nénimo de “lenguaje figurado”. Segiin el uso que hacen del término algunos autores, como Nida o Reiss, la metéfora se confundiria -advierte Dagut— con los modismos, los sentidos figurados o los valores polisémicos de cualquier palabra. Y no es esto lo que Aristételes tendria en mente cuando concedfa la maxima importancia al manejo de la metafora, a la que descri- bia como “el sello del genio”: “But idioms and polysemes, however linguistically remae- able and linguistically important, are surely not what Aristotle had in mind when he asserted “the greatest thing by far is t0 have a command of metaphor", and when he deseribed metap- hor as “the mark of genius”; nor are they what modern scho- lats are thinking of when they dwell on the central role of ‘metaphor in creative writing [..]. The rehabilitation of “metap- hor” in translation theory must thus, clearly, begin with the res- toration to the term of its proper (and vitally significant) semantic content.” (Dagut, 1976: 22) Es posible que la correcta utilizacién del término “meréfo- ra’, y su recuperacién para la teoria de la literatura, sean real- mente de ucilidad para la ciencia y el arte de traducir. Pero, desde luego, Aristételes no tuvo nunea la intencién de hacer tun uso téenico y restrictivo del término. En su famosa defini cin, aparte de la telacién de “semejanza” © “proporcionali- dadt/ 2h Que hoy llaslamor:ploplamedce tedfina, inchaye por ejemplo el empleo del “género por la especie", y viceversa, que €s lo que actualmente se conoce como sinéedogue, y que algunos engloban en el més amplio concepto de metonimaa Por otra parte, metéfora, sinécdoque y metonimia no sig- nifican en griego otra cosa ms que “traslado", “deslizamien- to”, “cambio de nombre”. Aristételes define precisamente la metéfora, (2740096, con una palabra de idéntico compo- nente léxico, emope, que significa exactamente aplicacién, traslado © trens-ferencia, poniendo asi de manifiesto su caréc- ter traslativo 0 tropoldgico. No tiene, asi pues, nada de extra- fio que algtin autor moderno (Newmark, 1992: 147) haya po- 140 digo, con toda raz6n, escribi quer expresidn figurada.” En cuanto a la confusién de la mecéfora con los valores polisémicos de las palabras, no debe olvidarse que por polise- ‘ia se entiende ~segin la tinica acepeién que tecoge «| Dic- cionario de la Lengua Espafiola una “pluralidad de signifi dos’. Pues bien, la metifora implica siempre la pluralidad de significados de una palabra. En el consabido ejemplo de las “perlas” como mexéfora de los “dientes” (‘sus dientes son perlas’, “las perlas de su boca’, etc), los dientes son el término metaforizado, y las perlas son cltérmino metaforizador 0 metafirico. De manera que la pala- bre “perlas” tiene diferentes significados (polisemia): por una parte, significa propiamente perlas, o “concreciones nacaradas, generalmente de color blanco agrisado, reflejos brillantes, tc. y por otta, significa dientes cn un sentido metaférico, tralaticio, figurado 0 tropolégico. Las cuestiones terminolégicas pueden prolongarse hasta el infinito. Ast, podemos introducir el concepto de homoninia para designar a palabras diferentes que tengan una misma for: ins o identico significante: los verbas franceses lower (del lat. landare, “alabar”) y louer (del lat. ocare,“arrendar’) son, indu dablemente, dos palabras distintas. Son, pues, palabras homd- inimas, Pero consideramos que son palabras distintas con un ctiterio diacrénico, ya que conocemos la etimologia de cada tuna de ellas. Sin embargo, desde un punto de vista sincrénico, el mismo tipo de relacién se da entre ambas palabras que el que existe por ejemplo entre gato (‘mamifero carnivoro de la familia de los félidos, etc.”) y gato (“instrumento de hierro dus sitve para agarrar fuertemente, etc.”), que pasan por ser disintas acepciones de una misma palabra polisémica. Las palabras homénimas pueden ser homdgrafis, esto es, que se escriben de la misma forma, como ocutre en el ejemplo anceriormente citado; o bien homéfonas, es decir, que suenan igual, aunque la grafia pueda ser diferente, como sucede con las palabras francesas eeins, sain, sein, eing [SE], esto es, “cei do’, “sano”, *seno”, “firma”, Para el traductor, en todo caso, lo verdaderamente importante ser reconocer los diferentes sig- nificados que una misma forma pueda tener en un TLO de- terminado, ya sea recibido en su expresién oral (problema de Entiendo por metifora cual- Ma los homéfonos para la interpretacién simultinea), ya forma eocriea (problema de loc bomdpiieeyi 3 aa Otra discusién que suele plantearse en relacién con la tra: duceién de las metiforas es la que atafic a la pertinencia de distinguir 0 no entre metéforas mucrtas y lexicalizadas, en lay que ha desaparecido toda connotacién traslaticia (las “patay? de la mesa, una “hoja” de papel), y metéforas vivas y literariagy que conservan la frescura del doble juego significativo existen- te entre el término metaforizado y el término metaforizadon Una “hoja de papel” se traduciré, por ejemplo, al francés cos mo sxe feuille de papier, sin que exista ni en el f. fille ni en el esp. *hoja” el menor recuerdo “vegetal” de lo que en su dia fue un término metaférico, comiin a las dos lenguas. La palae bra inglesa crcodile, en su acepeién de “fila doble de colegia les de pasco”, no se podri traducir sin embargo por “cocodri 1c” al espafiol, ya que esta metéfora no ha sido jamds utilizada en la lengua espafiola .,_ Para Menachem Dagut, toda metéfora es por definicién original” y “viva’, por lo que hablar de “metéloras muertas! es incurrir en una contradiccién en los términos, mientras que una “metifora original” es una mera tautologia. Y, sin embare 80, distingue tres tipos de mecaforas (Dagut, 1976: 23): 1) El primer grupo, el mis numeroso, estaria constituido por aquellas meciforas de invencién oral o periodistica que tienen una vigencia efimera y desaparecen sin de- jar huella. . Te ad ) A un segundo grupo pertenecerfan aquellos singulares hallazgos, propios de ka auténticacreacion literatia, que conservan su valor figurativo a lo largo de los aftos Finalmente, existirfa un pequefio nimero de metifo- ras, que habrfan ido perdiendo por el uso su carécter de singularidad, hasta llegar a formar parte del pacri- monio cite de la lengua. Se habria producido, ax uun paso (shift) de la performance a la competence, de coatvididahnlis ts heaton] La dificultad para llevar a cabo la traduccién reside nin Dagut (1976: 24), en la singularidad (uniquenes) de la mettfo. v2 in: “lo que es tinico carece de duplicado” (what #s unique can Juve no counterpart). La “equivalencia’, en este caso, no puede ser en modo alguno “encontrada’, sino que tiene que set “crea du, Ante lo cual, se pueden adoprar dos posturas, diametral- mente opuestas: en un exteemo se situarfan aquellos que pien- an que el problema no tiene solucién, es decir, que la metifora sde suyo intraducible; en el otro extremo estarfan los que nie gan la existencia misma del problema, puesto que la metéfora \dmititia simplemente, y en todo caso, una traduccién palabra por palabra, Sitéa Dagut las obras de Nida y de Vinay y Darbelnet en- tre las defensoras del primer punto de vista, basindose en un aserto de Nida (1964: 220), seguin ef cual “las metéforas pue- den traducitse, en cualquier caso, como no metéforas”, y en tune referencia de Vinay y Darbelner (1973: 199) a ciettos ca- 1 los que ‘la lengua receptora no permite traducir la me~ (ora literalmente”. Como representantes del segundo punto de vista habia que considerar a Rolf Kloepfer, quien afirma abiertamente que “la metéfora no es ninggin problema para la traduccién’, ya que las “estructuras de la imaginacién” son co- munes a toda la humanidad (Kloepfer, 1967: 116), y a Ka- tharina Reiss, que defiende explicitamente el método de tra- ducir la meréfora “palabra por palabra” (Reiss, 1971: 44). Los planteamientos de Dagut son ciertamente brillantes y supestivos: pero, Llevados al terreno de la préctica ~se dan al: gunos ejemplos de traduccién al inglés de textos hebreos mo- demnos-, conducen a unas conclusiones (Dagut, 1976: 32-33) aque son de escasa utilidad para la teoria y la préctica de la tra- duccién. Se nos dice, por ejemplo, que no existe una regla ge- netal para la traduccién de la metéfora; que las lenguas son anisomérficas en lo relative a las metéforas, del mismo modo que lo son en lo que concierne a la fonologia y la sintaxiss y que la metéfora constituye una prucba de fuego (a searching est) para el traductor. ‘Se concede, por tiltimo, una cierta importancia al “contex- to cultural” dela metéfora, ya que a fin de cuentas el uso figu- raco de un cérmino es “casi siempre especifico de una cultu- ray de una lengua particular”, segdn cita de Nida y Taber (1974: 88), a cuya autoridad acude Dagut a pesar de st inicial acusacién de no haber prestado la debida atencién al proble- 143 ma de la metifora, y de no haber hecho una clara diferenciae cién de la misma con respecto a “otros tipos de extensi méntica’, tales como los casos de polisemia y los modismos. A decir verdad, no son muchas las aportaciones de Nida y ‘Taber en cl dominio de la meréfora, a la que definen en el glo- sario final de su obra como “expresién figurada” (figurative ex pression) que se emplea en lugar de otra para hacer una com- paracién implicita. No obstante, sus puntos de vista son, como es habitual en estos autores, lticidos y coherentes. Al tratar del problema de los “Sentidos figuradas” (Nida y Taber 1974: 87-89, 1986: 120-124), hacen ver cémo una palabra o segmento pueden tener, ademés de un sentido primario 0 central, ottas acepciones o sentidos “‘icerales”; pero también pueden tener “sentidos adicionales, muy diferentes del prima- Tio en todos los aspectos esenciales”. Esos sentidos se denom nan “figurados’, Se ponen como ejemplo los dos sentidos de fax, “corto”, en 1) it is.a fos, y 2) He isa fox. En el primer caso, se trata de tun animal, y la palabra “zorfo” se refiere a dl en un sentido li- teral, En el segundo caso, el término se aplica en un sentido figurado a un ser humano (en inglés existe una oposicién en- tre el pronombre masculino Ae, cuando se habla de un hom- bre, y el neutro is, cuando se habla de un animal). Lo que ocurre es que, entre los posibles “componentes” 0 rasgos se- -05 comunes al animal y al hombre en la palabra “20- 110”, existe un “componente suplementario y puramente con- vencional” que presenta al zorro como particularmente astuto. Es por es0 por lo que se les puede llamar “zorros”, en sentido figurado y con el valor de “astutos”, a ciertos seres humanos. Ahora bien, a zorro se le atribuye el rasgo semiintico de “astuto” sélo en Ja cultura europea occidental. En otras comu- nidades lingiifsticas, el mismo rasgo se le asigna a otros anima- les, como ef conejo o la arafta, lo que habria que tener en cuen- ta a la hora de traducir a las distintas lenguas esa expresion figurada. De ahi que Nida y Taber concluyan que el uso figu- rado de un término es arbitrario y convencional, y casi siem- pte especifico de una cultura y una lengua particular. En el estudio de los modismos (fdiomns) y de los sentidos figurados (figurative meanings) de ciertas palabras, Nida y Taber (1974: 106-107, 1986: 145-146) establecen una clasifi- 144 sacién tripartita de las modificaciones semédnticas que tienen lugar en el paso de la expresién de una lengua a orra. Estas pueden ser: 1) De modismos a no modismos, Por ejemplo, “cefifos Jos lomos del entendimiento” (1 Pe. 1, 13) se puede traducir por “pensad bien lo que vais a hacer". 2) De modismos a modismos. En algunos casos, seria po- sible sustituir un modismo por otro similar o equiva lene Asien una lengua aftcana, ln exprsia "lt car ney la sangre”, como compendio de la toda la humana sabiduria Ga a proposicién “no te lo ha revelado la carne ni la sangre”), habria de traducirse por “un an ciano de un solo cabello” . 3) De no modismos a modismos. Por ejemplo, “paz” se puede traducir en varias lenguas africanas por el mo- dismo “estar sentado en el corazén”. En el capitulo correspondiente al estudio de los sentidos figurados, se consideran también tres tipos de cambios en el proceso de la traduccién: 1) Cambios de uso figurado por uso no figurado, como traducir “gustar Ja muerte” por “morir”. ¢ 2) Cambios de una expresién figurada por otra también figurada, como “alabar al Sefior con Ja lengua” por “alabar al Sefior con los labios”. 3) Cambios de expresiones no figuradas por otras figura- das, como “confiar” por “apoyarse en” o “reposar” Una clasificacién muy parecida es la que ofrece Raymond van den Broeck (1981), quien considera como traduccion sensu stricto” la que tiene lugar cuando se traduce una meté- fora del TLO con la misma metéfora en el TLT. A la traduc- cién de una mecéfora por una mecéfora diferente, la denomi- na “sustitucién’. Finalmente, la traduccién de una metéfora por una expresidn no metaférica recibe el nombre de “paré- frasis” 45

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