You are on page 1of 1

UNA SONRIENTE TEMPESTAD

Aquel día solo pensaba en una cosa: Que era todo lo que esa obra había ocasionado en mi
interior? , Acaso duda, pesimismo, o quizás voluntad, determinación? Lo único que tenía
claro después de aquel día, mi vida no sería la misma, aquella pintura me había cautivado,
enloquecido, y muy seguramente me habría liberado, de tantos desechos mentales que a lo
largo de mi vida me había empeñado en recoger.
Recuerdo que era un 16 de septiembre, el día estaba acompañado de unas incesantes
lluvias, el cielo se manifestaba de tal modo que parecía que estuviera en una gran discusión
amorosa con su eterna compañera la tierra, y mientras tanto yo estaba sentado en un
Transmilenio de camino hacia el centro, para admirar una nueva colección de pinturas
traídas desde Europa, porque había decidido darme un respiro de tanto trabajo y problemas
que debía resolver.
Una vez llegue a la estación, salí lo más rápido que pude de allí, saque mi sombrilla, y me
dirigí a la galería. Era grande, tenía una muy buena distribución del espacio y los muebles,
buenas rutas de flujo, una limpieza absoluta, la cual acompañada del material de
exposición, se convirtió en un verdadero espacio de arte. En la galería había obras de todo
tipo pinturas, esculturas, y como buen espectador me dedique a examinar cada obra de
milímetro a milímetro. Cuando iba por la quinta pintura, me quede sorprendido tanto así
que cada musculo de mi cuerpo se paralizo.
Cada trazo, cada pincelada, cada color azul, rojo, naranja , negro blanco, estaba tan bien
aplicado, que me permitían ver un gran movimiento, una gran inmensidad, ,( no solo por su
tamaño de dos por 3 metros), era como si fuera un huracán, o un tsunami, la pintura se
apodero de mí, mostrándome como tantos elementos tan caóticos convertido en uno solo,
podían ser algo tan sublime, tan poderoso, su poder sobre mi llego a tal punto que me
recordó mi vida como si cada trazo, cada punto y cada color fueran un suceso en mi vida,
en donde cada elemento necesario para que funcionara, para que al final de mis días, y la
obra que llamo mi vida fuera más sublime he incluso mil veces más bella, que la pintura:
“El Renacer De La Tempestad”
10 minutos después de aquello, salí de la galería, en mi interior sentía que ya no necesitaba
ver más, el cielo y la tierra se habían reconciliado, me compre un galleta de mora, y me
devolví casa, y durante el trayecto, comprendí que no era necesario estresarse por todo lo
que me rodeaba, que debía disfrutarlo, pues tanto lo bueno como lo malo, esos contrastes,
eran lo que me hacían sentirme vivo, y que la única forma de sentirme aún mejor era
convirtiéndome en una tempestad, pues cada trazo cada movimiento, cada latido, c rompían
con lo normal y aburrido . Una vez llegue a casa me encontré con toda mi familia reunida
esperándome junto a mi pastel favorito, en ese momento recordé que aquel di era mi
cumpleaños y según yo mi renacer, pues a partir de allí no volvería a ser el mismo.

Felipe Berthelsen Murcia

You might also like