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ganz1912 REFORMA Y REVOLUCION* SIGNIFICADO E IMPORTANEHA DE LA DUSFINCION De hace mas o menos un siglo a esta parte, los términas “reforma” y “revo- lucién”, frecuentemente unidos en e] enunciada inierrogative “ereforma o revolucién?”, indican {as dos estrategias alternas que han sido de ver en vez adoptadas y contintian siéndolo en el ambito del movimiento obrero para Ja transformacion de la sociedad en sentito secialisia, o, para usar la expresién corrinnle {aunque sca todo, menos clara), durante el perinda de transicidn, La importancia de esta alternativa provicne del simple hecho de que e comprende, y por tanto sirve de alguna manera para resuimir, todos los demis contrastes que hasta ahora han contrapuesto a ins diverses partido: obreres y han dividido a las diversas [acciones dentro del mismo pacti- do obrero, Para dar e} printer ejemplo que me Viens ala mente de ates muy conocida contraposicién generalmente mencionada en la poldimica politica para distingnir las dos alas del movimiento ebrern, inease en cuenta el contraste entre demyecracia y dictadura. Por uaa parte. es cierto: que una de las caracteristicas de los reformistas es la fidelidad al métady democratico, en referencia tanto a ta conquista como al ejercicia del poder; por otra, es verdad que una de Jas cnunciaciones programaticas mis sebresalientes del ala revolucionaria es ja dictadura del proletariade: piénsese en el primero de los “veintitin puntos” para la admisién de les partides comnnistas en la Tercera Internacional, aprobados por su Tf Con- greso el 6 de agosto ce 1920, en el que se dice que ne se puede hablar de la dictadura de! proletariado como de una simple formula memorable, sing que “debe ser difundida de manera que Je parezca necesaria a cualquier trabajador”, etc. No obstante, ¢l antagonismo democracia-dictadura es mucho menas idéneo que aquel entre reforma y revolucién para captar ef niieleo esencial del contraste entre Jas dos alas opuestas de} movimiento obrere. Por una doble razon: por una parte, porque hay partidos demoecrd- ticos no sovialistas que —como tales— quedan fuera del aniagoaisemo entre reformistas y revolucionarios que hoy vale solamente dentro de los partidos obreros; por otra, porque existe una connotacién de ta “dictadira de) proletariado” que mo es incompatible con el sentida normal de “denzo- cracia” cuando se entiende por dictadura no esa especifica forma de go- + "Riforme ¢ rivelvzieae”, en Politica ¢ societd.2, al ciutlacin de P. Farncri, col, H mendo contemporanco, La Nuova Halia, Florencia, 1979, pp. 7THE759. MMA Y REVOLUC LOS 3e6 eh sbitnisiio de tie hee as de gobierag y, en con bierno que ex is antitesis dele demovrsct: que se pede cxpresar a través de diferente secuencia, tanibien de manera democratic Como ejemplos lipicos y extremos de las dos estrategias pueden ser cone sideradys, respeclivameste, el Partido Laborista inglés, del que una matii. particularmente importante fue la Sociedad Fabiana que se constituys cn 1883 y que, al tomar el nombre del cénsul roniano . Fabio Maximo, Ha- mado el Moderador, quiso sefialar que en la gradualidad de fas reformas estaba la via para alcanzar sin sacudimicntos traumdticos una sociedad socialista; y los partidos comunistas, por lo menos en sus origenes y du- rante un gran trecho de su historia, los cuales, al nacer nego de la Revolu- cién de Octubre, al haber asumide la doctrina leniuista y la prictica bolche- vique de }u conquista del poder, al identificarse fuertemente con los principios de la Tercera Internacionat, al repudiar abiertamente el relor- mismo, consideraror a los partidos refortnistas no ya como aliados, sino como adversaries que debian ser combaticos, y se adhiricrou a la (esis de la Inevitabilidad de la reyolucién para el ubutimieute del capitalismo, Aunque no haya sida descartada una cierta isfluencia del marxisuio sobre el laborismo y sobre los partidos socialistus del Nerte de Europa, y aunque los partidos comunistas siempre se hayan declarady ademas de marxistas Lonbién leninislas, la contraposicién reforma-reyolucién con frecuencia es empleada para distinguir a los partidos obreras murxistas de lus no mharsistas, con sila cistincian ¢ ridos reformistas y revodu- clonarios se pudiese asiinilar a la distincign entre partidos no nu nistas, 0 incluso antinaryisias, y partidos marsistas. En realidad, ata haciendo a un dado Ia disputa en turno a lus diversas y posibles imerpretaciones det pensamicnto de Marx y Engels sobre la viabilidad de la cpeién relosmista ea los paises democratica y econémicamente nis avanzados, no se puede dejar de reconiocer que In contraposicién entre un ala reformista y un ala revolucicnaria siempre estuve presente dentro de los partidos que no re- nunciaron « proclamarse marxisias, como cl Partido Socialdemédcrata aleman durante los altos de lx Segunda Internacional y el Partido Socia- Nsta [talfano; tampoco sv puede soslayar que algunas de las dispulas histé- ricumente mas significalivas que los dividieron tuvieron lugar deniro del marxisme, o sea, brofaron de interpretaciones y utilizaciones de la obra de Marx opuestas entre si. lisa fue la disputa de tinules de siglo provocada por Bernstein que dio lugar a la distinciéu entre marsistas ortodoxes y no ortodasus, a ese wuptio fenéuvno del revisionisino que, a pesur de odo, perience, por lo menos en la mayoria de sus inanilestaciones, a la historia del margismo, Tal fue la disputa entre menchevigues ¥ bolcheviques, que sé wutoproclamuban marxistas los dus, en torno a fas tases que un sociedad industrialmente atrasada debia atruvesar pura fHepar al soctalis- mo. No lejos de esto, Ia ruptura entre socialistas vineuladas al paut de unidad de accion con los comunistas y socialdemédcratas, como sucedié en REDO Ma VE SULUCION, SHU ais del rnars Hlalia despuds de is Lieraciin, ac culnecndié cunt bao sino, que se die mucho mids tarde y es recouvc ible sclo en estes tihtinios anos. Parnpovu hay que olvidar que se conmsideraron como Lilssolas margistas lie 4 Antonio Labrigla, a quien invocan sabre toda los coniuistas, cama Ro- dolfo Mondolfo, que acogis Jas tesis criticas de los meacheviques sobre la Revolucion de Getubre © inspiru sicrupre a los relornsintas. Y suis LIMITE Si bien es conceto atinmar que ja withesis refurna-revulucian sive mejor que cualquier Gira para caravterizay cf viejo y siempre reauyado contrasts dentro del movititienty obreco entre dos diferentes maueras de concebir el paso de Ia sociedad cupilalista al sucialisme, ne seiia adecuado concluir que lodus las demas auiftesis Se pueden resolver en ell, ni que la relacion entre partidisnias de las reforniis y sumpatizantss de da revolucion sicaipre. Se presente en fornia aalagonica, Cuando se trata de sefialar el sentido y aleance de ka aniute: preciso tener ciudade de decir, cuino se hizo slesde ef inicio, que ella se rehere ia que ob movinicnic deberit seguir para aluan- manera: lo- esenciahnente a la entre zar st objetive, pero no es prepluniwsite un tin. Biche de otrs mando como punts de partida la dea de que inte las refers come La on deben emaierirse enue las casas del cambio social, es neve cde cambiar, revoluc sario tener en cuenta que si antitesis se reficre a ta fore peru no al resulade, En cunsecuencia, adders manera de catbiar, puede huber, ha hubide ytodavia hay etras diferen- clas entre fas partes del wiovirnientu obrera que lene que ver con el fino el resultado y que ne coinviden con esa diferencia. Por lo que hace al resultady, ey ¢ que es @ su vex uD iastrumento con respecto aun tin subsecucnte, y el cometide ulterior o incluso aliinis. Hl proposito intermedia, y en conse- cueacia cl instrumento de toda esiatepia politica es kr conquisia del poder; el fin ulterior es ul sovialisnis, o por lo menes le Gsuastormacida de la so- ciedad que permita el Wrinsito Linal a fa sovicdud sin Gases (coueride ulti- rho), Bsta distincién es importante porque, saienicas con areglo al objeti vo intermedio In antitesis conserva jody su vido, en virtad def fin ultsvier y del dilimo es mucho irenos tajautc. Cun una cierta aprosimacion a be realidad, se puede decie que quien vs Te orable a uit Cambio gatuad por lo general bunbien esta fier ido de que pars conseguir tal objetivo no xdlu es necesario, sito (aiid sadicivnte, eb nidloda demourd- tiga, y que por Ganto ef problenm de ki cuneuista del poder se sesnelve put completo en ta hicha por obtener bt mayoria de fos eseanos en el parla mento y en ta formiscidn de un gobierne de inayoria suciatists, Dela misna manera, quien propone lu esirategin contvaria casi siempre sustiene que el termedio, jivenicnte distingtiy et fin mente Coneen 382 REFORMA Y REVOLUCION método democritico también puede ser necesario, en especial en condicio- nes de gran desarrollo econdmico, pero no es suliciente para conseguir el objetivo de la transformacisn radical de la sociedad, » por consiguicnte es preciso prever el momento on ef que se hace indispensable “el golpe de mano” de la accidn tevelucionaria que ue respela — no puede hacerlo las roglas cel juego democritico. Es menos clara la antftesis respecto al fin, sobre todo el fin dltimo, porque éste por costumbe 8 definidlo con técminos tan vages (como like: raci6n de todas los hombres de las relaciones de explotacién, emancipa- cién humana, reapropiacion de parte del hombre de sus capacidades, so- ciedad sin clases y sin Estado, reino de Ja libertad contrapueste al reine de la necesidad), que hacen difiell cnalgnier distincian y cualquier intente de conclusidn para determinaila, Si alma distincien se puede apreciar, ésta se refiere no tanto a la diferente manera de concchir el fin, sino a la relevancia misina del objetivo principal en el provecta politico general, respectivamente, de los refarmistas y de los revolucionarios. Para los primeros, siempre es vélida la famosa tesis de Bernstein de que "el fin es nada, el movimiento es todo”, donde por “movinvientn” se entionde “tanta cl general de la sociedad, 0 sea, ef progreso, come la agitacitn y la organi zacion politica y econdamica para el cumplimiento de ese progreso”, tesis que no pucde ser separada de fa aftrmacion que la antecede inmediata- mente ¥ que le confiere toda su densidad: “Canfieso tener mus poca com- prensién e interés por lo que comtimmente se enticnde canto ‘ubjetive final del socialisme’”, Para Tos revolucionarios, en cambio, lo qre cuenta es ef ab- jetive, que jamais debe ser perrtide de vista ¥ con base tinicamente en ef cial se debe calibrar la validez de la estrategia. Oue las dos posiciones sefiatadas par los térininns referma y revolucién sean consideradas comunmente como incompatibles v que, en consecucn- cia, las dos estvategias correspondientes sean delinidas como alternativas, no debe Hevar a la conclusidn de que en ta practica las cosas no hayan sido en ocasiones difereutes. En la polémica politica, caracterizada, como se sabe, por una cierta imprecision en tas palabras, las dos posiciones han sido consideradas, a veces, como complemeniarias y, por tanto, perfecta- mente compatibles, De parte de Ins reformistas, bajo el argumento de que la transformacion revalucionaria de la sociedad ¢s cl producto final de una seri¢ inintemumpida de reformas graduales, y con base en el principio de que el cambio cnantitative se resticlve a la postre en un salto cualitativo, con tal de que se trate de reformas que incidan ent el cambio de las rela- ciones de poder, no solo del poder politico, sino también del econdmico (las llamadas “reformas estructurales”, si se le quiere dara esta expresidn del lenguaje potitico comuan un sentids bien definido). De parte de los re- volucionarios, con el argumento de quit las reformas son actes que prepa- ran y, como tales, son necesarios para la transformarion revelucionaria de la sociedad, aunque a final de cuentas cl paso de una forma de praduceien REFORMA Y REVOLUCION 383 a otra, del dominio de una clase al dominio de la otra que se Je opone, no se da mas que a través de medidas de naturaleza excepelonal que no pueden ser inchtidas en los procedimientes invocados y aplicacos por los refar. mistas. Con base en estos argumentos, con freeucncia tna parte y otra han insistide en que ia disyuntiva “reforma o revolucidn” cs falsa. os Ea rigor, Ja posibilicad de plantear e} problema como una falsa alteraa- tiva también depende del hecho de que fos dos conceptos, reforma y reve- lucién, no son homogénees. Una vez puesto el dilema, como debs ser, como problema de cambio sacial, de sus cansas y efectos, por reforma se entiende exclusivamente una de las posibles catisas cel cambio; por reva- luci6n, en contraste, se entiende, como ha sidn resaltado en diversas nca- siones, tanto una de las posibles cansas como uno de los pasibles efectos, vale decir, tanto cl movimiento que produce el cambio come el resuliado que deriva di: ello, o mas simplemente, tanto fo que produce el cambia como al final el propio cambio. Estanda asi las coxa plica sin difi- cultad por qué se puede conjugar la iden de las reforms con la de la revo. lucidn. Basta que. en el contexte cn el qite lo: coptos duben apare- cer como compatibles, cl primero sea tomady on su tinica acepeitn de causa del cambio, en upa ocasion coma causa exchusive sa concomitante, y cl segundo sea tamadn en una de ciones, 0 sea, como efecto. Se pucde decir lo mismo de ett ma y revolicicin no son incomipatibles parqiie esas causa ambio que son las reformas producen necesariaments, o pueden producir en conce- mitancia con otras catsas, ese efecto que es la revelucion. es decir. ia mu- tacién radical de una sociedad, Conviene recordar que los dos términos pueden ser tratados, por quien abarda ambas posiciones en una postura polémica, no como aliernativas ni como complementarias, sino como dilematicas, a sea, de fornta que con chalquiera de las dos estrategias que sea seleecionada, esto es, con cualquie- a de los dos puntos de! dilema que sea acogido, ef propdsite que se queria alcanzar no es logrado. La antilesis reforma o revolucién es formulada como dilema, por cjemplo, de la siguicste manera: 0 sv acepia la via de las reformas y entonces no se tendra la revolucién, entendida coma cambio radical de Ja sociedad: eo se reconoce ta estrategia de la revohucién vy cnian- ces se debe renunciar a todos los bencficins que acompanan al métado de- macratico, que sélo permite reformas. Obsdrvese gue tambien él argumen- to dilematico es posible para el intercambio entre los dos signilicades de revolucién com causa y como efecto del cambio. En efecto, en ¢l primer caso el término cs asumido en su signilicado de efecto; en el segundn, de causa. De los dos casos, el primero representa el argumento preferide par los revalucionarins contra los reformisias; cl segundo representa ol argu. mento prelerido por los reformistas contra los revolucionartos. J dilema, 9 sea, el resultado negativo de Ia alleraativa, depende de ta combinacidn de los dos argumentos, es decir, del uso simultinen del argumento de los < das pasibles a Bed REFORMA ¥ REVULUCION revoluicionarios para refutara los reformistas y del arguniento de los refor- mistas para rebatir a los revolucionarios, En este sentido, se pucde decir que es ung de los arguinentos preferidos por quien asume una posicién polémica tante hacia unes como hacia otros, de quien, dicho de otra mado, no es ni reformista ni revolucionaria, La dnica manera de escapar de los dos polos del dilemiu es la disulucion cumplets de los dos términas, es decir, de las dos estvategias, y cunsiste en definitiva en udmitir que ls estategia de jas reformas no es una alternativa a la via revoluciouaria porque no tiene y no puede tener efectos revolucionarios, y, por otva parte, la estrategia re. volucionaria no es una opeida con respecto u ia reformist, porque si bien tiene efectos cierturente contundentes, on opuestos u os intereses de la peopia clase qite pugs vit marcha ef process revulucionario. Una respuesta de este tipo es, ni tnds ni menos, Ja renuncia a la revolucién, o sea, al re~ sultado que en el primer caso es imposible y en el segundo seria inde- seable. Cuando una alternativa, o sea, una antitesis en la que tos dos opucs- tos estan presentes, uno como positive y otro come negative segtin los diversos puntos de vista, se convierte en un dilema, vale decir, en wna anti tesis en la que ambos opuestos son considertdos mutiarmente ueyunivos, la Unica manera de salir es disolver In alternativa climinando uno de les dos (érminos. Ala manera de plantear el problema en ténninys dilematicos, propia de los adversarios de las dos esirategias, el partidario de las reformas ool de la revolucién puede yesponder presentando el segundo 1éraiine ne come op- cidn gi como complemento del primery, siny come susiiiuto o subrogado, mediante una enunciacién del siguiente tipo: "Si no aceptan ustedes las reforms que les propancmos, la siluacién se volverd tan intolerable que serd inevitable fa revolucian”. Ln este caso la revalucion es presentuda como tin mal, pero como un mal necesuric en determinadus cireunstan- cias, cuya aimenava debe servir para hacer practicable precisamente la es- trifegin opuc! ta. ANTECEDENTES HISTORICOS. Que el tema reforma-revolucién se haya vuche preponderante en ta histo- ria del moviniienio ohrero desde sus origenes. y is an desde que co- mien 4 OPganivarse en los diversos partidos politicos proelives a ta con- quista del poder politic, ao quiere decir que ese tépico haya nacide con el movimiento obrera, El wma, con todus stis pur urenores, viene de fa Revo- lucién francesa, o sea, del primer gran moviniento histdrice que fue inter pretado clara y anplamente come una trunsicn tiacion radical de orden establecido, precisarmente come una “revaluciin” en cl sentide que palubra obtuve sélo después de la ugitucién yuo expeyrbaenia cf wieten régime, ¥ que sacudis descle sus cimientos a la Francia y la Eurupa de lina fes del siglo xvin. Y nacié con Ja francesa, la revolucién por excetencia, ef KEVORMA Y KLYOLLCLON 385 voluciones subsecucnies, eb Cuanle fae contrapu madelo dg todas das re Ui, positiva o uepativamente segundos distinties versiuges, ala dpoes arte rior Hamada casi por actonomasia ki (puca de Jas reforms © de los princi- pios reformadores. Todus las relaciunes pusibles cutre los dos conceptos hasta ahora cobsideradys: las cefortyas geutrapuestas ada revolucion, a bic, las veformias interpretadas cuts el prehudio de la revelucion y ésia come la consecucneia jievituble del proceso refurmadin, da revolucton jeez gada como un mal secesmtio por kas refurnias Lavasadis, constituyeron un constante objeto de debate de parte de los bistoriadores de Ia gran revel eidn, come Jo sabe cualquiera yue conuzen a litera vevulucionasia y vomtrarrevolucionaria. Ny es gue el tarmino tevolucién tuese deseunocide en el lenguaje politi- co de-etapas anteriores. Pere de acuerdo con cl use que te daban los an- lignes, que se remouta en particular al Labre V de is Poluica de Aristdteles, dedicade al aniiisis de las diversas formas de (ausito de una constitucion wx otra, el termine revolucioy era habilualoente eniplead’ para indicar toda forma de cambio, aunque fuese solo politico y no tambien social, aunque solo fuese ait Cunbiy de los detentadores del poder y no de ki forina de gobierny, aunque su ampliiud coincidicrs con ia del témino clasicis =-propio de las escritores del Renacinicntu—-“iiutacion”, correspondiente al aristotélica menbol’. Ténvanse en cuenta obras fusmosus dil sipto xviu, como ta Histuire des Revohtitiones anivees duns te gouvernement de la Repu blique romming, del abud de Yertor (1749), ba Histuiee des Revutations de PEmpire romain, de Linguct, publicada en los wnbs ules de la Revolucion (1776), 0 bes reintes on meditation sur les revolutions des cuipires A791), de Volney, que vio Ia liz cuando ta Kevolucién estaba en curso, Todas estas obras, y tailas owas que se podrian enumerar, Usan cl 1éritine revolucién, en un sentido muy generico para cubric cl amplio causpo de! cunibio po- titico en todas sus formas, bajo un signiticade no diferente del termine “cambio” que uso Maquizvelo al hublar de los “canibius de la libertad a ka servidumbre y de ésta a la fibertad” en un capitulo de tos Discirsos (el ca- pitulo 7 del Libro 111). Sélo en un discurso de Condorcet de mayo de 1793, intitulade “Sur te sens du inet révelutionnaire’, cf erating revolucion ad- quiere un sipnificade mas cspecilico y ubiaising teipe tambides culégios, Lseribe Condorcet que “la palabes mas que 2 las revoluciones que Genen por objet hi Hikwriai’: de ana redefinicion de ste tipo derivan dos consecuencias: la primers, que ne todo cambio es una revolucion; Ia segunda, que ta revetucion es aa cunilio bendlico, mientras que al fepomiens de Jus cambios @ de fia sevohuciones co sentidy gengrico por do couiin se le atibuia ines Comiotacion axiologicamente nogaliva, Antes de Kirevulivion por exccleneia, ob tenis wilizads patie ndicar Us cainbie espevitice y de dimensiones iiuehe tis zinplias no era, como quedé setialado, revolucién, sino precisamene “reforma” (en uleman Re- formation), Con este rérmino, en electu, se ubarcaba en toda su extension ‘Vevolucigtaa io’ nu se aplivs 386 REFORMA ¥ REVOLUCION el fendmeno de Ia crisis religinsa que atravesd Europa del siglo xvi en ade- Jantle y que represents, junto con ce} desarrotlo de la ciencia y la téenica nuevas, asf como con Ja formacién de los grandes Estados tertitoriales, el nacimiento de} mundo moderno, Cuanda Ios filésofos ¢ historiadores se dieron cucnia de la inmensa fuerza innovadora de Ja Revolucion francesa, uno de Jos puntos de referencia obligados fue la Reforma, la gran muptura de Ja unidad religiosa, Fueren sobre todo tos escrifores de la Restauracién, jos filésofos de la contrarrevolucin, los que consideraron la revolucién reyes lepilimos como el fruto venenoso de la revolucién religiosa que do: los antes sacuclié ada sociedad cristiana, y pot ello Jas unieron en la misma exceracién, Par su parte, Hegel, desde sit cétedra en la Universidad de Berlin, conclivendo las lecciones de Cilosofia dela historia, afirmaba que los paises qne conneteron la Reforma no tue virron necesicdad de pasar por la vevolicidn, ya que “los protestantes Heva- ron a cabo sb revohuiion con $x Reforma”. El fendmeno histérice compara ble a ta revolucion era, pucs, la Reforma, y ne cicrtamente fas revoluciones enel sentido genérico de cambio 9 de mutacidn, de aquellos pasos de una forma de gobierno a otra, de ninguna manera excepcionales, cualquier otra cosa menos estrepitasns, tanto asi que todavia en su Histoire des révo- butions @'italie, escrita en J858, Girseppe Ferrari enlista sélo en la historia italiana cerca de jsicte mil de ellas! Con esto no se quicre decir que antes dela Revalucién francesa fuese extrana al pensamienta politico, como frecuentemente se sostiene, la idea de la revolucian entendida camo transformacitn radical de ta sociedad, como reforma integral, coma tevovatio ah iis fionamentis. La iden del novus ordo, de lo caida y el renacimienta, habia entrado en Ta historia de Occidente mediante la concepeién profetics le tr historia propia de la tra- dicién judeo-cristiana, y alintent4 en diverses periodos Jas visiones y los movimientos milenaristas. Al comienzn de ta era moderna cobré nueva forma en fas obras de los utapistas, de quienes nacicron tantas descripcio- nes de ciudades ideales, verdaderas y propias prefiguracinnes baie muchos aspectos, en especial bajo ef cubro del iguatitarismo escéptico y de la orga nizacién convunitaria de la sociedad. de las repdblicas de los revoluciona- rios. La continuidad entre concepeisn proféticn de la historia y utopismo, entre utopismo y pensamiento revolucionaria, esta fuera de duda, La ciu- dad ideal de Campanella es Ia descripeién de un Estado comunista, cuyo advenimiento es anunciady por eventos extraordinarios que indican gue los tiempos estan maduros para las grandes transformaciones, y es segui- da inmediatamente por la insurreccién de las Calabrias, que se orienta a su reafizacién. EJ jlamado socialismo cientilico fue antecedido por el socialism utépico, ¥ jamas logré liberarse por completo de la vision pro- fética de una sociedad final sin derecho y sin Bstade, de! paso det reine de ja necesidad al reino de la libertad, del salto fucra de Ja historia. Por lo de- mas, a diferencia de Jas formas proféticas v utépicas del pensamiente politica que desbancé a Ins REFORMA Y REVOLUCTON 487 revolucionario, que miraban a un pasado mitico y para Ins citales fa revo- lucién era, en el sentidg propio de la palabra, un retorno. la gran revolu- cidn, hija del pensamicato iluminista portador de una concepeidn progre- siva de fa historia, se inclina hacia el porvenir, hacia la edificacién de una sociedad nunea vista hasta entonces. En el siglo xvin, qtr pasd ala historia con cl nombre de époea de las reforraas y de los principios refermadores, el término veforma ya habia perdido su sentido original como renovacisn religiosa, y habia asumido el significado con el que permanecio, de cambio politica y social, y ademnis de cambio gradual, legal y parcial que en cuanto tal cs “lil para sefalar las tareas del gebernador, tna manera de cjercer el poder y una concepcion general del progreso hisiérico, evolutive y no calastrsfico, connotacianes antitéticas de las que Je seran asignadas, para bien 9 para mal, ala gran revohucisn. De esta antitesis nacié el uso de fa expresidn “vefarma a evolu cién” para indicar dos estrategias alternativas del canilsie social y muchos de los problemas que estan vinetladas a esa expresisn, Quien considere ¢} problema histérico de la relacisn entre la época de Jas reformas y la Revohicin francesa no puede dejar de sorprenderse pore! hecho de que allf chocaron dos interprelaciones de la relacién entre cam~ bio mediante las reformas y cambio revolucionario, interpretaciones que no difieren de las versiones de la misma relacién que continuaron d tandose el campo entre las partes opuestas del movimiento obrere, Los historiaderes de hechura liberal 9 conservadora fueron desde un inicio proclives a sostener que el estallido revoluciouario intermimpid el proceso natural de reformas que hubjera dado resultados si hubiese tenido la apo: tunidad de continuar pacilicamente. Los historiadores demacriticas y marxistas siempre tuvieron la tendencia a sostener, par cl contrario, que ef proceso revolucionario era inevitable, y que a fin de cuentas fue bendfico por la imposibilidad objetiva de los gobiernos de transformar gradual- mente la sociedad de acuerdo con el espiritu de la época y las exigencias de ja nueva clase en ascenso. De acuerdo con Tocqueville, la Revolucion, a pesar de su radicalismo, innové mucho menos de fo que generalmente hubiesen crefdo sus autores, y “si no se hubiese dado, cl viejo edificio esta- tal habria cafde igualmente en todos lados, aqui mas répido, alld mas tarde; sélo que habria caido parte por parte en lugar de derrumbarse de un solo golpe”. Segtin Quinet, en cambio, “se lloyd a un punto ial que el nudo gordiano se voivid al final casi indisohible, tanto asi que no pide ser corta- do mas que por Ja espada’”. Como se aprecia, se trata de dos opiniones opuestas que constituycron, y constituyen todavia hoy, el punto de desacuerido entre particarios de las reformas, que deberian hacer inutil Ja revolucion, y predicadores de ja re- volucion, que deberfa demostrar la inutilidad de las refort Casi en tox mismas términos. e] dehate se renovd a propdsiia de la Revolucion de Octubre: por una parte, fn tesis menchevique de la cevalucidn premaiura pu- 388 ORMA Y REVOLUCION gue, pretendiende acelerar ta transforwacion, en realidad la deticne yh dirige hacia objetivos que terminan por Vulverse coutrarrévolucionarios, Por ora, la lesis bolchevique sobre fi necesidad de a conquista total del poder de parte del partide revolucionurio cun el proposito de impedir el flujo contrarrevolucionario, inevitable alii donde Ja vieja clase dominante no sea hecha a un lado. En sintesis, se trata del permanente contraste entre reforimisias y revalucionarios: la revolucién intitil, incliso dafina, porque son suficientes las reformas, la revolucién necesaria, mds arin, benéfica, porque las reformas son ineficaces, Los TERMINOS ACTUALES Stes verdad que el gran teme del contraste entre reforma y revolucién, que nacié de la contraposicién entre !a época de las reformas y la Revolucién francesa, ha side retomado en el ambito del movimiento obrero, también es verdad que los términos no permanccieron igual. Se podria decir que han sido radicalizados. Las reformas de fos principes del siglo xvi se oricntaban de manera particular al rnejoramicote del apurate de Estado. Eran reforinas, como se podria decir hoy, administrativas mas que polfticas, o politicas mas que ociales, de politica econémica mas que de politica social: relormas Fisca- tes, institucién de registros, abolicién de impuestos y aduanas, regulacion del crédito y de las ganancias, politica de abaste, construccién de puentes y calles, reforma penal, lucha coniva las privilegios del clero, disposiciones para favorecer la circulacién de mercancias y el desarrollo de} comercio. Con wna [6rmula recurrente en les escritos de los reformadores, el objetiva principal era la correecion de los “abusos”; era por consizuiente mas ney live que positivo. Estos abusos, al derivar de antignas y consolidados pre= Juicios o de viejas instituciones que habian cimentado privilegios ya ana- crénicos, podian ser eliminados sdlo por el desuriollo de la ciencia aplicada al estudio de las sociedudes humanas, por la difusign dei conoei- miento, en una palabra, por el triunfo de la razén. Para promover una politica de reforms concebidas de esia manera no cra necesaria la partici- pacién de Ios sttbditos, o sea, de los que habrian debido beneliciarse de estas reformas. Bastaban lus principes, con tal de que fuesen iluminados por log doctos que trataban de descubrir el scereto dy la prosperidad y la felicidad de los pueblos, El instrumento fundansental para introducir las mejoras propuestas por el Ikimado “partido de las reformas” era Ja legis- lacién, de la que sélo el principe, con sus consejeras, era el intrprete y ereador. La época de las reformas Gimbién es la del despotismo ilustrade, La ley es cl instrumento de control y direceion sovial por excelencia; un ins- trumento que seri despreciado por log reformaderes sociales del siglo xix, de Saint-Siraon a Marx y Engels. Los doctos vstudiaban fa historia de las 389 KEFOK MAY REYOLUC sociedades Wumanas para tomar de ella "el espurits de las leyes”, y para s de esa ciencia social subcrana que era Ie derivar wanbich de elle bes lip “ciencia de la levisacién’, En contrasie, el reformismo del movintienta obrere busca no tanto corre- gir los abusos de un poder intocable en su vsenvia ¢ inuleanzable por su rdta- ra, sino Wansformur las relaciones de poder existentes, A las refurmas desde riba, que chan concesiones del principe aconsejado por los philosophes, gontrapone las reformas obtenidas por la lucha promovida por las grandes organizaciones del movimiento, lus sindivatus ¥ las pwwtidus. Por lo menos en un primer momento ne desdefin el insteuniente jun dice, del que nace la legislacion social, pers no lo considera por si iiistue suficiente y fe contra. pone o sobrepone la neyociaciun, que dehe desarrollarse y renovarse con Ginuamente entre las propias organizacinnes y los poderes del siado para obtener de manera directa mejoras ccondmicas y seciales mas amptias. ‘Las exigencias de cambio se relieren no tanta a la trausformacién del apa rato estatal, que ya habian vealizady los Estados moderios, sine a ka muta cidn de fas relaciones entre el E s ciudadanus, entre et poder esta- tal y sus bases socisles. Se trata, en Cousecnencia, de wn beformisme que no opera denue del Estado y de sug aparitos, sino que se neve de fa sociedad hacia el Estado y manilivsia demandas que particnd de la sociedad civil consideran al Esiado sdlo como un instrusnento para su cumplimiento, También por lo que se refiere al concepte revolucion él tem se amplid, imos, se radicalizd. Se siibe que la Revolucion francesa, considerada como la revelucién del tercer Estado, fire para Marx y Engels Gl modelo de la revelucion dei cuatlo Estadu. Pero ya Max habia resaltado que Ja Revolucion francesa era uns revolucién incenclusa, porque habia tenido como efecto la emancipacion politica del ciudadano pero ne la liberacién del hombre, donde se habia quedado, a Ia sombra de la igualdad purameme fortid de Jos citidadanas come tates, toda ka suma de Jas desigualdudes de clase, entre detentadores de fos medias de produc: cién y puscedores de la sute fuerza de trabaye, cntre burgueses y pruleta- 1 Frente al yoai tiovinicnto de bibe- se profundiz6 y, vome ya d tios, es decir, la desigtaddsd sustain racion que partid de Francia y se difutnlé sapidamente eu: toda | que sf cra una revolucién peu parcial, ka revohuciou pruletaria hutivia la revolucion total y por ello la definitiva; Hberacion no solo de una clase, sino de todas Jus clases gue existieron y existen debido a ba sociedad dividi- da en clases. Mientras Ja Revolucién francesa tabla representada el paso de una forma de orpanizacion polities basuda en el dominio de una chase a una forma de organizacion politica suntentada en el dominic de otra, da sidsd a ta sulidty deti- reyoluciéu comunista babria cacansinado a fa hans nitiva del dominio de clase y, por consecucneia, de cualquier forma de organizacién politica. En suma, habria sido la Ultima revolucisn. 390 REFORMA Y REVOLUCION CAMEO ¥ PROGRERSO A pesar de su coatraposicidn con respecto al método, tanto la esirategia de las reformas come la de la revolucitn son hiias de una concepcién de la histovia entendicda como cambio y come progreso. Lo que pucde explicar el motivo por el cual, aunque divididas entre sf, con frecuencia hayan tenido los mismns adversarios. La concepcidn de la historia como cambio se apone a la concepridn estatica que las fildsofes curopens, sea del sizlo xvit (Montesquicn), sea del sux (egel y Marx), alribusan a los pueblos del Oriente, El practicta tipico de tina concepeisn estitica de Ja historia era ja figura del despotismo oriental, considerado como el régimen politico ade- cuado para una sociedad sin movimiento. En contraste, Ja concepcion de la histotia como progreso se oponia a la concepcisn vegresiva de la histo- ria, propia de los antiguos, para quienes cl proceso histérico era inte- rrumpide por continuas pintaciones no de lo bueno hacia lo mejor (segtin fa idea inspiradora de Ja hisioria como pregreso infinito), sino de to malo hacia lo peor (Platiin), y, de cumquier manera, no era continuo, sino cieli- co (Polibig). El origen de la concepcisn prouresiva de la historia es judio y cristiano, pera en Ia época moderna habia side reforzada y casi exaltada por la revolucién cientifica, por las invenciones técnicas derivadas de esa revolucion, por los descubrimientas geauraficos, que habian abierto nuevas esperanzas a la afirnaacion del regiten hominis. Tanto en una concepcion estatiea como en una regresiva de la historia cl cambio es calificado como un mal. En el primer caso, en efecto, lo bueno cs la estabilidad; on et segundo, el cambio fatal y necesario, at estar todas las cosas de la natu- raleza y, en consecuencia, también las del hombre sujetas a alleracion, siempre es una corrupeién de fa forma originaria: segiin el mite enunciado por Hesfodo y retomado por Platén, la humanidad habia pasado sucesiva- mente de Ja raza de oro a la de plata, y luego a Ja de bronce para terminar en la de hierro. Tanto la estrategia de las reforntas como Ia de la revolucién nacen, en cambio, en un contexto histérica en ce} que, si bien de diferentes maneras, Ja concepcién de fa historia es dominacda por la idea de la bondad del mo- vimiento y la inevitabilidad del progreso. Se distinguen por la diferente manera en que conciben el primero ¢ interpretan el segundo. Tras el reformismo esta Ja concepcidn evohativa de la historia, la idea de que ella, como la naturaleza, ort facit saltits (no procede por salvos), y el progreso es el producto acumutativo de pequefios, quizds imperceptibles, cambios. Tal idea fue comin tanto para los iluministas, que veian disi- parse las tinieblas del pasado conforme el sol de la raz6n aclaraba espacios cada vez mds amplios del cosmos, cnmo para los positivistas, que vefan a la humanidad, salida de Jos estadios de la épocs teolégica y de la época metalisica, orientada con confianza y firmeza hacia la época de la ciencia. REFORMA Y REVOLUCION 391 Ciertamente, tras los movimientos revolucionarios esta una concepcién progresiva de la historia, pcre al mismo tiempo esa concepcidn es dialécti- ca, donde por dialéctica s¢ entiende, en una de sus muchas acepciones, un proceder, sea de la realidad objetiva, sea de nuestro conacimiento de Ja realidad, con allernancia de momentos positives y negatives. Las primeres revolucionarios, los jacohinos, v detras de ellos fox primacros simpatizantes de la revolucién social entendida como obra del despotismo Cinchise terra- rista} de un pufiado de hombres ilustrados, todavia eran refonpadares, aungue mds eonsecnentes, herederos de la idea Guiministe de ty cefornia desde arriba mediante leyes simples, rigurosas ¢ inexorables: su macstee era Rousseau, que habia vis jndor alguien lamado a cambiac mediante la reforma de ta sociedad incluso Ja vaturaleza de} hombre, ¥ en la voluntad general el rgann creadar de leyes que una vez implantadas se vuelven, como cl Estado mas absoluto, inapelables ¢ invesistibles. Sle con Marx vino a menos el milo clasico del legishacdor que —sea ef hombre de la historia universal, como to habria Hamad Hegel, o se identifique cn la vo- luntad general del pueblo constituido en reptiblica, absoluta, inalienable ¢ infalible— esta destinado a corregir las costumbres corrompidas, a abolir las leyes injustas, a poner en el trong la razdn en lugar de la tradicién de jos padres y el céleuls de Ia justicia en lugar del arbitrio del mas fuerte 0 del azar. Para Marx, que na sdlo “coqueted” con Ia filosofia de Hegel, sina que fue influido profundamente por cia, cl pase de ana fase a ota de la isto- via de ta humanidad —de tia forma de produccisn a otra— no se presenta mas que por medio de crisis determinadas por contradicciones insalvables entre las fuerzas productivas y las relaciones de produccisn, por contra- diceioncs tales que su solucién produce un verdadera y propio salto eunli- tativo, y requiere, de parte del movimiento histéricy que cs protagonisia del cambio, un proceso revaliucionario, De acuerdo con esta manera de ver Ja historia, el proceso historico no s¢ presenta por avances stcesivos, sino por avances que contienen ya en si Jos gérmenes de fa disoluci6n, por afir- maciones no graduales y continuas, sino permanentemente alternadas con negaciones que representan el paso obligado para Jas subsecuentes alinna- ciones. BL PROBLEMA DE LA LEGALIDAD Con respecto ala manera de praceder para lograr el resultado apetecido, la estrategia de las reformas y la revolucionaria se distinguen por su dife- rente posicion ante el principio de legalidad. De este rasgo sobresaliente derivan otros dos: la gradualidad del cambio mediante reformas contra- puesta a la simultaneidad del cambio producide por quien toma el poder a través de la revolucién, y la parcialidad de los cambios introducidos por reformas contra la globalidad de la mutacién revolucionaria. Estos rasgos distintives se pueden sintctizar en tres parejas de opuestos: legalidad-ilega- aaa REFORMA ¥ REVOLUCION lidad, gradualidad-simultaneidad y parcialidad-globalidad del cambio. Pero, de Jas tres, la indy importante y decisiva es la primera. E] reformista es, como tal, un legalista, porque considera que los cam- bios deben ser introducidos respetando las reglas del juego, que son las normas fundamentales o constitucionales, escritas o no, entre las que no puede faltar la Hamada "norma de cambio”, es dvcir, la norma que prevé quidn o qué 6rgano esti autorizado « modificar las disposiciones viguntes. Cuando el. titular del poder de cambiar las normias del orden era el principe, habia aparecido en la época de Jas reformas, como se apunté, la figura del principe reformador. El reformismo proletario crecié en la épo- ca de los regimenes parlamentarios, vale decir, de aquellos sistemas en los que el titular principal del poder de modificar las normas vigentes es el parlamento. De aqui la caracteristica de los partidos reformistas, que ha sido Hamada “pariainentarismo” y motejada por sus adversarios con el epiteto de “oportunismo”. Esto es, una politica tendiente a la conquista de la mayorfa parlamentaria que permita ejercer cse poder, que es propio y exclusivo del parlamento, para generar un proceso acumulativo de mula- ciones en provecho de la clase obrera. La razén por la cual el revolucionario no es un lepalista, o por ky menos jamas lo es en Ultima instancia, y en ocasiones se contrapone duramente al.legalismo reformista, depende de que, una vez planteado el propésito de cambiar no esta o agucla norma del orden, sinw el orden complete (desde e] punto de vista juridico, la revolucion es la instauracién de un nuevo orden), bien se sabe que este cumbio no puede sobrevenir respetundo las reglas del juego, entre las cuales, de manera explicita o implicitu, se en- cucntra siempre la disposicién que prohibe cambiar cl orden en su conjun- to y con base en lo cua! no puede ser modificado por completo mas que por quien se pone fuera de él. Tarmbicn desde este punto de vista es muy instructiva Ia cuestién del “movimiento” y del “Tin”, planteada por Bern- stein, a quien ya nos hemos relerida. Se entiende que el retormista privile- yia el movimiento en lugar del fin porque, precisamente a causa de la es- tratewia seleccionad, que os la legalista, no puede olrecer ninguna garantfa de que el fin tiltime sea alcanzado, ya que tal propésito para un socialista deberfa ser lu sociedad soctalista, o sea, una sociedad no sdlo parcial, gino tambisiven gu conjunto diferente de la capitalista, El revolu- cionario, en contraste, no perdienda nunca de vistu cl ubjetivo, que es he salida del sistema eapitalisia, subordina el movimiento al loro del fin. El rechazo al veformisine habia sido expueste ya de manera lajanle en forma de critica a! socialismo burgués por Marx en cb Manifiesta, alli done de escribidé que este socialismo “trata de que a la clase ubrera se le pasen las ganas de cualquier movimiento revelucionario, argumentande que las podria utilizar no para uno u otro cambio politico, sino sélo para una modificacién de las condiciones materiales de existencia”, y habia precisas do que “este socialismo de ninguna manera pretende... la abolicién de las REFORMA Y KEVOLUCION, 393 relaciones de prociuccica burguesas, que sélu es posible por la via revalue cionaria, sino sdlu quiere mejoras wisinistrativas en el terveno de esas mismas relaciones de produccion, que nv cambian en nada los vinculos entre el capital y ef abajo”. Incisivaniente Rosa Luxemburgo, en ta famo- sa polémica con Bunustein, habia escrita que reforma legal y revolucién no son métodus diferentes de progrese histérico que se puedan seleecionar a placer edt {i tesa de La historia como salchichas ca- lientes 0 frias, sino uiamentos diferentes en Ja evulucion de la sociedad de clases que se cundicionan y se comptementan y, sin embargo, al mismo tiempo se excluyent tecfprocasnente, come por ejemple, Polo Sur y Polo Norte, commu bur- guesfa y proletariady... [asi que es] sustancialmente Lalse y absolutamente an histérico plantearse el abajo legal de retarina sélo comu tuna revolucién a largo plazo, y la revolucién conro Ja refornea concentrada. Subversion social y reforma legal son momentos diferentes no de dtracidn, sino de eseneiu. La aniitesis entre la posicion legalista y Ja contvaria es muy mareada en Lenin, que escribe, por ejemplo, en polémica con Kautsky: “La dictadura revolucionaria del proletariado es un poder conquistade y sestenide por la violencia del proletariado contra la burguesia, sn poder ytte no estd someti- doa ley akgena”. Que el criteria fundamental de distincion entre la evolucién mediante Jas reformas y da rupture revolucionaria tenga que buscarse en el respeto o la violacion del principio de legalidad, pucde ser confirmade por la dis- cusién efectuada en los tiltimos aitus sobre las revoluciones cieutificus, El autor que pensd poder demostrar que ef progreso de la ciencia no sobre- viene de conformidad con e) modelo de erecimienio acurnutative, que es cl modelo de los refurmadores sociales, sine de acuerdo con ¢l modelo de fa ruptura del sistema anterior y de la sustitucién de un sistema o paradignia por otra, que es ef inodelo de les revolucionatias, Thomas S. Kuhn, plans ted una sugestiva comparucién cule revalucian cientifica y revolucion social, sostenieady que de le arising manera cae “kes revolucioses poltcicas sé orientan 4 cambiar las institucivues en términos que estin prohibidos por esas misrous instuncias”, asi las revuluefones civutificas ven por da sustitucion de un paradigina pos vivo, sustitucian que, al implicar la prefe- rencia por un mievo sistema Incompatible con el precedente, “no puede ser detenninada exclusivamente por lus procedimientos de evaluacion propios de la cicncia normal, ya que ellos dependen en parte de un pura- digs especilica, y esto es lo que es puesto a discusiGn”. so significa, en gus palabras, que e] paso de uit sisteina a otro no puede darse uvilizande las reglus del sistem anterior, Jas cuales permiten en la mejor de las hipo- tesis la evolncién del sistema, pero no el cambio de sistema, Nuturalinente, no se trata de juzyar'si la tesis de que el desarrolly de fa ciencia sucede por evolucion vo por revolucion ¢s correcta. Aqui importa resaitar que, si alga- 394 REFORMA Y REVOLUCION na correspondencia sc puede establecer entre cl sistema social y el cientifico con respeeto a las diferentes mancras de cambio, esta correspondencia s de la diferencia entre cambins legales y mtitaciones extrale- eptacién y rechazo del principio de legalidac. pasa a trav pales, entre z L PROBLEMA DE LA VIOLENCIA, Al problema de Ja legalidad esié estrechamente vineulado, por antitesis, el de la violencia. AHegalisme reformista, que sits partidarios identifican con la Hamada “via pacifica al socialismo”, se sucle contraponer la violencia re- volucionaria, Aun sit recurrir a Jas cilas marxistas de rigor, segtin las cua- les la violencia es la partera de 1a historia, es incitestionable que todas las reveluciones, 0, con mas precisidn, (odes los acontecimientos histéricos que se han registrado en la categoria de las revoluciones, estan caracteri- zades por perindos mas 6 menos anplios de acciones colectivas violentas. Cualquiera que desce estudiar el fendmene de ta revolucidn no puede dejar de compararla con la guerra, Tan ¢s verdad que antes de la Revolucién francesa, vale,decir, antes de quic se formase cl mito de la revolucién como violencia no destructiva, sino constructiva, ¥ antes de que ef cambio radical, también violento, del orden constituido fucse idealizada como una nueva fase en Ja historia progresiva de la humanidad. el paso de un orden a otro mediante un perioda de choques violentos entre facciones opuestas era considerade como una especie del género gnerra, es decir, como guerra civi} interna o intestina, contrapuesta a la guerra externa o internacional. Todavia la Revolucion inglesa del siglo xvtt, que fa historiografia revo- Jucionaria comenzé a interpretar come una verdadera ¥ propia revolucién, comparandola con la Revolucion francesa, ingluse come la primera revo- lucién burguesa (y ciettamente fue interpretada en este sentido por Marx y Engels), fue vivida ¢ interpretada per los contemporaneos como una gue- rra civil, y aun por los historiadores conservadores como Ia “gran rebelién” fgreat vabeltion), EL aconteciminnte que los enntemparinces Mamaron re- volucién, mas atin, la “gloriosa” revolucian, fue el “cambio”, que tive lu- gar casi sin violencia, que marcé el paso del absolutismo de los Estuardo a Ia monarquta canstitucional de Guillermo de Orange, Un gran historiador inglés, Trevelyan, escribid? "La verdadera ‘gloria’ de la revolucién no radica en et hecho de que por su éxito casi no haya sido necesaria la violencia, sino en la manera en que el ‘régimen revolucionario’ pensé, para las fur ras generaciones inglesas, en-prescindir de la violencia”. Y aun cuando ya habfa estallado la cruenta revolucién de los desposeidos, Condorcet, que sera ina de suis tantas victimas, al exponer algunas Réfléxions sur la révo- lution de 1688 et sur celle du 10 Aofit 1792, compara lo que estaba viviendo no con la prolongada lucha del Paclamento inglés contra la monarqufa que culmina con la decapitacién-del rey, como harfan Marx y Engels. sino con Ja pacifica toma del poder por parte dle un rey constilucional, y refiriéndo- REFORMA ¥ REVOLUCION 395 se al turbulento pasado explica que c) pucblo inglés todavia estaba descon- tento por Ia “guerra civil” La verdad-es que en Ia historia no habla precedentes de revoluciones politicas en el séntido que ef termina yevolucion adquiriria después de la Revolucién francesa, en el sentido raugsoniano y, en consecuenia, jacobi- no de creacion de un orden nuevo ¢ incluso del hombre nuevo. Dicho de otro modo: no habia precedentes de una revolucion que fuese no sola- mente religiosa, sino también politica. Si bien cl cristianismo fomenté mo- vimienlos que hoy enlistariamos en la caicgoria de acontecimientos que un estadioso recicntemente lamé "fendémenos revolucionarios”, cierta- mente fue una revolucion, pero religiosa. En correspondencia, la mayor transformacién politica del mundo antiguo, cl paso de la repiiblica al prin- cipado en Roma, fue la consecuencia de un largo, sinuose y generalmente execrado bellum: civite. Por lo demas, la comparaciéa entre Ia revolucién y la guerra es perfecta- mente legitima porque la revolucién es, como la guerra, la tiniea miancéa de resolver un conflicto cuando no hay, o es muy débil, cf dominio de una ley superior a los contendientes. En la guerra propiamente dicha, es decir, en la guerra priblica que tos primeros intérpretes del derecho internacional consideraron como la tinica legitima, los grupos en conflict son los Estados soberanns que no receno- cen ley posiliva alguna por encima de sf mismos. En la revolucisn, inter- pretada como una guerra privada, no regulada por ef derecho interna- cional, los grupos en conflicto son partidos opuestos que se comporian reciprecamente como Estados sobcranos en ciernes, en cuanto tienen pre- tensiones de convertirse en el Estado futuro con exclusicin del otro ¥ de- positan en cl resultado favorabte de la guerra ef fundamento de su legili- midad. El Fstado vencedar de la guerra externa tendrd el derecho de establecer cl nucve orden internactonal; el partide vencedor tendra la pre- rrogativa de establecer cl nuevo orden interno. Aunque todas las revoluciones politicas y sociales que hasta ahora han tenido lugar se han Hevado a cabo con violencia, e} tema de la violencia, sin embargo, no es discriminante, si se considera Ja revolucién como ¢fecta y no tan slo cnino causa. No se puede negar que la estrategia de Jas refor- mas jamas ha producido esos sacudimientos, esos cambios radicales que son considerados como el propésito limo del movimiento. Pero, por otra parte, no se puede desconocer que el cambio radical puede depender ya sea de} desarrollo de cuestiones objetivas que hasta ahora no se ban veri- ficado y que cierlamente no se habian verificado en todos Ios paises en los que hasta ahora han acaecido las revoluciones socialistas, ya del perfeccio- namiento del método democratico, que es el método propio de los refor- mistas, sobre todo en Ja direccién de Jas Hamadas técnicas de la no violen- cia, de fa huelga ya ampliamente practicada por el movirniento obrero, de fa clesohediencia civil, que permitirian una mayor eficacia de Ja accién 396 REFORMA Y REVOLUCION reivindicadora sin hacer concesién alguna a las pricticas tradicionales, y juzgadas hasta ahora inevitables, de la violencia individual y culectiva, que van del atentado terrorisia a la guerrilla, y, en fin, ala organizacién de un verdadero y propio ejérciio revalucionario, Precisamente porque ef método de la violencia ao es diseriminante, la superacion de la alternativa reforma o revolicién, que hasta ahora ha divi- dido al movimiento obrero, s6lo podra darse cuando se pueda probar en los hechos\(condiciones objetivas particularmente lavorables) y con los hechos (desarrollo dy las téenicas nv violentas) que la revolucién coma efecto es posible sin que sea necesario recurrir a la revolucién come causa, es decir, a fa revolucién entendida como mptura violenta de Ia legalidad, y se resuelva la antinomia, hasta ahora histéricamente aceriada, enue la es- trategia pacilica pero inelicuz de tos reformistas y la estrategia eficaz pero belicosa de Jos revolucionarias. PARTIDO Y SINDICATO. El contraste entre la reform y la revolucion, una vez resuelto en dileren- cia de estrategias, no puede dejar de repercutic en a diferente organiza- cidn que el movimiento obrere se ha dade segtin el predominio de ana o de otra. En una sociedad cumpleja, ardculada, antagénica, como la sociedad moderna industrial, lus dos organizaciones distintivas del movimiento obrero, como por fo demas todo grupa que pretenda defender sus propios intereses en fa competencia palilica, son el sindicato y el partico. Aunque haya existido.un sindicalismo revolucionario —mds come doc- trina y consecuente batalla de ideas que como practica resolutiva-—, en ge- neral se puede decir que la estuultegia del sindicute es predominantemente de tipo reformista, mientras que, a pesar de fa esistencia de partides obre- rus reformisias, la estrategia revulucionaria no puede ser practicada mas que per el partide, Les motives de esta diferencia dependen de Ja natura- leva y de Ja funcién corvespondiente de los dos Grganvs: el primero es unc asociacion de personas que descmpenian e! mismo oficia, el ou es wna aso- ciacién de personas qué comparten ubjetivos comunes, los lamados inte- reses ‘colectives @ nacionales; el primero se inclina a la tulela de intereses predeminaniemiente ccondmices ce los miembros de una categoria, el otro es mas prociive al logro de fines generales. Al distinguirlos de esta manera, el sindicato y el partido también pueden subreponerse y contraponerse, pero generalente aetian de acuerds con un principio ue cudificade que, sin embargo, conresponde a una divisiun del trabajo, aunque mis neto alli donde no exists un partide ubrere, como en los Estados Unidos, y menos lajante donde hay uno © may de ellus. Dada Ja tendencia a actuar en el drubito Himitado de las reivindwaciones econémicas propiag del sindicato, la relacion entre éste y el partido es in- REPOKMA ¥ REVOLUGION 397 versa seytin si el partidy obrero duminante es relot mista o revoluciouario: mientras el partide refornista esta subordinade al sindivato, y es de algu- Ma manera su portavoz en ta arena politica, ¢l sindicato esta subordinado al partido revoluctonario hasta desaparecer def todo © por fo menos hasta” perder su funcién propulsiva en los reginicnes en los que el partido revolu- clonario ha tumade el poder. Tambien aqul se pueden sefalar como casos extremes eb del Partido Laborista inglés y vo) del partida leninista. El Laborista nacié conto organizacion electoral de lay erady ations, o sea, de los sindivalus, y de ob as asociaciones que compartian ef objetive de la reforma de ta suciedad en seutide mas a micnos vaguruente secialista, y siempre ha mantenide ina muy estrecha relacin con sas asociaciones de base. El partido leninista, del cual ¢l lider de tus bolcheviques trazé las lineas programaticas y orgunizativas on cl opasculu ¢ Que hacer?, desde el principio se distinguid como wai organicacion dilerente de) sindicate, y en un cierto sentido hast: su antagonists, sea por sus objetivos (la conquista del poder y Ja transtormiacion de Ja sociedad en seatide socialista), sea por su composiciOn y estructura (los revolucionarios protesionales, el centralis- mo democratico, clc.). Bs mids compleja y tambien nis dificil de delinic esta relacion en los grandes partidos obreras come el Sucialdemserata aleman durante e! periodo de la Segunda Internacional, o el Socialista Hatia- no hasta el surginieme del fascisma, a ver, on pia Udos en los que Slempre han convivide tas Hamadas dos “alias” del socialising, la revulucionaria y Ja reformista, que insviiucionmilimente se han wmoestrade en la contraposi- cién continue enire vf programa misime y ef programa minimo, el pri- mero mits avanzade con vespecto a his ieivindicaciones puramente ecund micas de la clase que se organiza en Las fabvicas, el segundo mas cercane a Jas exigencias de lipo ccondmico-corporative, La estategia del partido re- formista es, come la del sindigato, una upeién que se apoye en lus watiti- vas y en la negociacion; la del partis revolucionario se urienta en cambio, en Ullima instuicia, al Choque frontal y a la conquista irreversible del poder politico por parte del movisnignie. CAMO Y Do LAbiLIDAL Reforma y revolucién sou, como se ba mencienado, cstrategias que se ins- piran en la idea de Ja bondad de] cambjo. A villas se congapunen ulus’ tun las estrategias que parten del principie opuvate, o sea, dy qué es prelevible la estabilidad al cxtibia, y que se posteua: dbunar dtel eo cambio o del anti: cambio. Asi come hay dos estratezins del caribio, asi tunbién hay corres pondientemente dos estrategias de he cntabitidad que, come las primeras, en parte son alterantivas y co purte Complementeias, Ala palitica de las refurinas corresponde el © inet vindarisitia, a hi pulitica revatucionavia fa El conservador cs al reforniista lo que ef contrarre- contrarrevcluciona: 39R REPORMA ¥ REVOLUCION: volucionario a} revolacionario. Entre conservadurisms y contrarrevelucion existe mas o menos Ja misma relacién que entre reformismo y revolucio- narismo. E.] conservadprismo es una defensa tepal de los intereses consti- luidos contra su erosidn por parte de los reformadores. La estrategia con- trarrevolucionaria consiste esencialuente en recutrir a fa ruptura preventiva del pacto social, v por tanto en una serie de acciones extralegales, para impedir que el procesa de reformas avance, Con respecto al uso de la vio- lencia vale también Ja misma diferencia: Ja defensa del conservador es institucional, la del contrarrevoluciomario esta basada en el uso indiscrimi- nado de la vinlencic puesta violenta a la presunta o real violen- cia del adversario. Tanto el conservadar come cl contrarrevalucionario defienden intereses establecides, que son amenazados por el progresn del movimiento obrero. En tal vistud pueden Hamarse partidarios de Ia estabilidad contra el cambio; pera Ja defienden de manera distinta, que corresponce por lo demas al modo diferente camo los refermistas v los revelucionarios predican 9 tien- dena realizar el cambio. Difereate ya sea con respecto a Jos argumentos asumides — las “derivaciones” en sentide parctinno, para rechazar tas exigencias del adversario—, ya en referencia a la prictica efectuada para devrotarlo. Por le gue hac drasticn, mas comprensivy, aunque no menos inflexible, No rechaza por principio las reformas, pero por fo contin snstiene que: a) los tiempos to- davia no estén madres, y por tanto las reforimas exigidas deben ser pos- tergadas para un momento mas prapicto, cuando las masas estén mejor educadas, las costumbres mas refinadas, ete; y 8) la sociedad es un sistema canstituide por diferentes fuerzas en cquilibrie inestable, que debe ser tado con gran cuidado y sentida de fa diserecion, ¥, por consiguiente, mien- tras menos sea modificado mejor funeinnara. En cambio, e} contrarrevo- lucionario esta convencido de que los Hempos de la corrupeién va Hegaron y que no hay que esperar mais si no se quiere que sea demasiado tarde para impedir la disaregacién de la sociedad: ¢) cquilibrio esta roto en faver de Jos subversives so restablecer mpidamente v con firmeza el equili- brio anterior. Por lo que hace a la prictica, el conservador echa mano de algunos expe- dientes conocidos con tos que las clases politicas en el poder logran man- tener su dominio a pesar de a presencia de un movimiento reformisia: tergiversacidn, con el stthsecnente aplazamiente de las disposiciones exigi- das para tiempos mejores; In diferencia entre reformas que inciden y refor- mas que no inciden o que tienen peca importancia (y que represenian un paliativo), y, naturalmente, la concesién de estas villimas para justificar ef rechazo de las otras; el vaciamicnin gradual de las relormas concedidas o (runcadas mediante su inobservancia, La contrarrevolucién es la respuesta violenta ala vinlencia aunque sea solo insinvada del Adversario: en cuanto es una re alos argnmentos, el conservador es capeioso, menos es pre REFORMA Y REVOLUCION 399 respuesta violenta anticipada, la contrarrevolucién puede ser preventiva, pero en cualquier caso, sea preventiva o sucesiva, la cuestién es que se pre- senta como la subyersién de fa subversion y por tanto ~a diferencia del conservadurismo, que detiene cl cambio y trata de no permitic que Hegue al punte de reptura— camo el restablecimicnto de un orden alterado. éBiemplos? No es preciso buscatlos muy lejos. La historia reciente de Halia nos los ha mostrado de ambos bajo una pedanteria casi de manual escolar ¥ sin fantasias. El régimen fascista fue un ejempio tipice de sis- tema contrarrevalacionario: reacciond con vielencia por medio de escua- dras de accién cabijadas por el Estado [vente a Ja revelucicn mis enunciada que practicada por ef ala izquierda, maximalista, del movimientg obrero; c impuso con violencia un régimen que restaurd los valores de] orden contra la libertad, de la jerarquia contva la igualdad, de [a nacién contra el inter- nacionalismo. El régimen democristiano fue, y es hasta ahora, un ejemplo Upico de conservadurismo: permancciendo en los linderas del pacto cons- titucional, salvo algtin intento conjurado de cludirlo, ha opuesta a Ja peti- cidn de reformas dristicas el metode del aplazamicnte, del vaciantiento, de fs ineficacia administrativa. Cuando ¢l movimiento obrero invocd ta via de la revolucién Ja encontré cerrada por la contrarrevolucion; cuando intents fa de las reformas, Ia encontré bloqueada por una praclica conservadora. Con esto no se quiere demostrar que exisla twa correspondencia perfecta entre reformas y conservadurisma, por una parte. ¥ entre revolucién y con- tratrevolicién, por otra. Hay muchas mis cosas on ln historia de fas relacio- nes entre los hombres que Jas que podemos aharcar en nuestr y en sus posibles contbinaciones. A veces la contrarrevolucién preventiva eS una respuesta a una politica de reformas juzgada por el adve is como demasiado ambiciosa, como sucedié en Chile; en muchas oca: la revolucién ha sido la respuesta a un sistema de conservacidn social tan inepto ¢ incapaz del minimo indicio de desarrolia que hace vana ec ineficaz cualquicr politica de reformas, Las dos grandes revolucioncs del mundo moderno, la francesa y la rusa, son ejemplo de esta conexidén: la ruptura revolucionaria como consecuencia inevitable de Ja carencia de dialéctica entre el conservadurisme y las reformas, Sc trata, como todos los ejemplos histdricos, también para quien sepa sacar provecho de ello, te una admo- nicidn. BUBLIOGRAFIA Significado ¢ importansia de la distincidn; ¥ sas lonites Bloomfield, L., Evaletion or Revolition?, Harvard University Press, Cambridge (Mass.), 1957. Boggs. J. y G. L. Boggs. Revolusion and Evaletios jn the twentieth Coutue Monthly Review Press, Nuava York, 1974.

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