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CHARLES A. HALE LA TRANSFORMACION DEL LIBERALISMO EN MEXICO A FINES DEL ) SIGLO XIx Vuelta La reflexién Primers edicion en inglés, 1989 Primers odicién en espaol, 1991 ‘Titulo original ‘The Transformation of Liberaliam in ‘Late Wineteenth-Century Mexico © 1989. Princeton University Press 41 William Street, Princeton, New Jersey 08540, U.S.A. ISBN; 0-681 -07614-9 © Charles A. Hale DR. © 1981. Béitorial Vuelta, S.A. de C.V. Presidente Carranza 210 ‘Delogacién Covoacdn Mexico, 04000, DF. ISBN: 968-6229-28-0 Disefc: Myriam Cerda ‘Todos los derechos reservados. Este libro no puede ser reproducido ni en todo ni en parte, ni registrado ni almacenado en, o transmitido por un sistema de recuperacién en ninguna forma ni por ningun medio, sea me- c&nico, fotoquimico, electrénico, magnétieo, electrosptico, par fotocopia 0 cualquier otro sin el permiso previo, por escrito, de la Editorial Impreso en México. Para Elizabeth, Charles, Roger y Caroline. PREFACIO Este libro comenz6 como una exploracién del cambio inte- lectual que tuvo lugar en la vida politica mexicana después de la Reforma, el gran conflicto civil e ideolégico que se ex- tendié desde 1854 hasta 1867. Empecé creyendo que era posible rastrear esa transformacién en el ascenso del posi- tivismo, al que con frecuencia se le habia puesto el inem- bretede “filosofia oficial” del régimen de Porfirio Diaz, que fue presidente.entre los afios 1877 v.1911. A me da que avenzaba en mi inveatigacin comprendi que el po- sitivismo, si bien tuvo una enorme importancia en México a fines del siglo xix como corpus de ideas filoséficas y s0- ciales, no era exactamente una teoria de gobierno. Enton- ces cambié mi enfoque hacia el concepto contemporéneo de “politica cientifica”, cuyo origen, en dltima instancia, ‘Positivismo europeo pe asimismo en , en su ma-_ pewoae con mayor claridad que para comprender la politica mexi- cana después de 1867 era necesario empezar por el libe- ralismo, tema que ya habia ocupado mi atencién durante muchos afios. ‘Asi pues, mi nuevo proyecto pas6 a ser el intento de des- enredar la intrincada relacién que exist{a entre el libera- lismo y la politica cientifica en un medio intelectual permeado de positivisme 0 “filosofia positiva”. Pese a que mi princi- pal preocupacién (y por tanto el nticleo conceptual del libro) era la relacién entre el liberalismo y la politica cientffica, descubri que tenfa que estudiar el positivismo en profun- didad, es decir, ocuparme de la filosofia de la época tal co- mo se manifestaba en la nueva orientacién impuesta a la CHARLES HALE educacién superior y en varios aspectos de la politica social. ‘Mi busqueda inicial de ideas politicas me condujo asi a aden- trarme en temas filoséficos y sociales mas que en las ideas y las politicas econémicas, que muchos considerarian la di- reecién ms apropiada que debe tomar el historiador del Mé- xico porfiriano. Al hacer esta eleccién, de ninguna manera menosprecio la importancia de la economia; sélo espero po- ner de relieve otros aspectos del periodo que tal vez sean ca- si igualmente importantes. Por ser éste un trabajo que se propone entender la politi- cay los postulados politicos de la post~Reforma, se aparta de casi todos los estudios existentes en dos aspectos princi- pales. En primer lugar, coloca en el centro del escenario las ideas de la élite intelectual y quasi-gubernamental: lo que llamo la “institucién liberal”, en vez de las acciones de los politicos més importantes, los presidentes sobre todo. Beni- to duérez, Sebastién Lerdo de Tejada, José Maria Iglesias, Manuel Gonzalez y Porfirio Diaz no tienen papeles destaca- dos en esta obra como actores ni personalidades politicas. En segundo lugar, este libro enfoca el periodo desde el punto de vista del pasado liberal y conservador més que desde la perspectiva del futuro revolucionario. Casi todos los estu- dios que se ocupan del periodo de la post-Reforma lo ha- cen, implicita o explicitamente, como si se tratara de un antiguo régimen, un preludio de la Revolucién. Lo mismo puede decirse incluso de los estudios que (con toda razén) subrayan la continuidad del Estado porfirista en el post -re- volucionario, Examinar el México de fines del siglo xix sin tomar en cuenta a la Revolucién, aun en el caso de que tal cosa fuera en absoluto posible, no seria desde luego mas que realizar una labor de anticuario. Por otra parte, la lente revolucionaria puede distorsionar la realidad, y tal vez una perspectiva desde el pasado proporcione una visién més exac- ta de los acontecimientos. Asi pues, el tratamiento profun- do que en este libro se da a las idess termina virtualmente 10 LA TRANSFORMACION DEL LIBBRALISMO EN MEXICO A FINES DBI. SIGLO XIX en los aiios de 1890, cuando la politica cientifica y Ia edu- cacién superior positivista alcanzaron el momento de mayor influjo, y también cuando emper6 a romperse el consen- s0 dentro de la institucién liberal. No obstante, el legado intelectual de estos afios es de suma importancia para el ‘México contemporéneo y a ese legado habré de volver en el capitulo VIL En mi acercamiento al proceso politico decimonénico a través de las ideas, me he inspirado de forma constante en una fuente tradicional: la obra del historiador francés Elie Halévy (1870-1937). Su método como historiador de les ideas es ejemplar. Halévy procedia con un rigor analitico excepcional, penetraba hasta el corazén de los conceptos o las ideas que habian dado forma a doctrinas e incluso a movimientos politicos o sociales, y sefialaba sin cesar los elementos contradictorios o la dialéctica existente dentro de un corpus de pensamiento. No sélo he encontrado ins- piracién en el método de Halévy sino que también sus va- liosas contribuciones me han sido de gran utilidad. Su descubrimiento de la dialéctica, dentro del utilitarismo (o radicalismo filoséfico), entre la identificacién natural y artificial de intereses me ayud6 a ver la contradiccién exis- tente en el liberalismo mexicano clésico entre el laissez~ faire y la reforma estatal contra las corporaciones. En el presente estudio, el ensayo de Halévy sobre la doctrina de Saint -Simon proporcioné el punto de partida para sondear el conflicto entre la politica cientifica y el liberalismo en el México posterior a la Reforma. La obra de Halévy era una acertads mezcla de anélisis internos y externos de las ideas. Argumentaba que esquematizar y estilizer las ideas resultaba muy Gtil a la hora de entender los acon- tecimientos. No obstante, nunca hizo a un lado el papel que las cireunstancias econémicas y sociales desempefian en la conformacién de esas ideas. Era bésicamente un idea lista, nunca fue, citando a un Hicido critico, “un idealista cea CHARLES HALE puro”, Si acaso, “hasta simpatizaba menos con los hege- lianos que con los marxistas”. Medio siglo después de su muerte, los historiadores tienen todavia mucho que apren- der de Halévy, incluso los historiadores de Latinoamérica. 1 lie Halévy, The Growth of Philosophic Radicalism, Londres, 1928, 14 ed,, 1901-1904; “Saint Simonian Economic Doctrine” (1907-1908), en The Bra of Tyrannies, Nueva York, 1966. Para una defensa de su método vase la respuesta de Halévy al socialista Max Lazard en 1936 (ibid., STRQTD, Le cle ond oma do Chasio C, Cilla a cra de ike Halévy: una apreciacion eritica”, en ‘Modern Hisiory , p. 234. Véase también Myrna Chase, Elie Halévy: Una biografia intelec- tual, Nueva York, 1980. 12 AGRADECIMIENTOS A lo largo de los afios he contraido numerosas deudas tanto ‘con personas como con instituciones. Durante toda mi carrera de investigador universitario, Hugh M. Hamill, hijo, me ha brindado generosamente aliento y criticas constructivas. Alan B. Spitzer ha sido mi asesor en lo relativo a la conexién fran- cesa con México. Josefina Zoraida Vézquez y Enrique Krauze se han interesado vivamente por el proyecto y me han ayii- dado de innumerables formas. Mitchell G. Ash, Milada Ba- zant, Roderic A. Camp, el difunto Charles Gibson, Joseph L. Love, Florencia E. Mallon, Peter H. Smith y William B. Tay- Jor han lefdo partes del manuscrito y han aportado titiles co- mentarios en sus diversas etapas. El proyecto ha contado con el apoyo de la American Philosophical Society, el National Endowment for the Humanities, la John Simon Guggenheim Memorial Foundation, el Joint Council on Latin American Studies del Social Science Research Council y del Ameri- can Council of Learned Societies, y el May Brodbeck Award de la Universidad de Iowa. Armand Arriaza y Patrick J. McNamara han proporcionado valiosa ayuda en las labo- res de investigacién. Mis cuatro hijos, a quienes dedico este libro, crecieron con él y a é! han contribuido todos ellos, cada uno a su manera. Para terminar, mi esposa, Lenore, ha contribuido con sus atinados comentarios y su devocion constante a lo largo de los veinte afios que me ha levado terminar este libro. 13 I. InrRODUCCION: EL PROBLEMA DEL LIBERALISMO DESPUES DE 1867 1 tema de este libro es el liberalismo en México de 1867 a 1910, época regida por la experiencia de Ta guerra ci- il a mitad del siglo y la heroica lucha contra Ia interven- jo xIx fue un conjunto de ideas politicas que vieron su formulaci6n clasica como ideo- itificé irrevocablementé con naci6n que, en palabras de Juarez, ha- bia logrado su Independencia por segunda vez, Los aiios que siguieron a 1867 vieron el establecimiento de una tradicin liberal oficial, tradicién que se asenté atin més con la Revo- lucién de 1910. En otras palabras, después de 1867, el li- beralismo dejé de ser una ideologia en Iucha contra unas instituciones, un orden social y unos valores heredados, y se convirtié en un mito politico unificador. No obstante, el liberalismo posterior a 1867 también en- contré un ambiente intelectual nuevo, influido en parte por la introduccion de la plead positivista. Una caracteristica fundamental del pos el momento de su nacimiento en asec n la década de 1820, era su repudio i 98 de la teoria liberal. Aunque a Mexico en los anos impacto inicial no fue en la politica sino en la reorganizacién de la educacién superior. Su influencia sobre las ideas politicas tuvo h un decenio después, en 1! con Ja enunciacién de la politica cientifiea, doctrina presen- 15 (CHARLES HALE tada por una autodesignada “nueva generacién” de intelec- tuales en La Libertad, un periddico subsidiado por el recién nacido gobierno de Porfirio Diaz. La politica cientifica fue forjando cada vez més el fundamento intelectual de las ideas que guiaron el curso de accién politica durante el largo régi- men autoritario de Diaz, y, sin embargo, siempre mantuvo una relacién esencialmente tensa con éste. En consecuencia, mi estudio se centrard en la definicién de este concepto su- puestamente nuevo y regenerador y en su complicada rela- cién con el liberalismo, el mito politico dominante. Independientemente de lo que el liberalismo mexicano llegé a ser después de 1867, hay que buscar sus componen- tes en los afios formativos de la primera mitad del siglo.t En el meollo de la idea liberal estaba el individuo libre, no coartado por ning’in gobierno o corporacién, e igual_a sus semejantes bajo la ley. En la esfera politica, lo primero que habia que hacer para aleanzar este ideal era poner limites a la autoridad-del gobierno central mediante las restriccio- nes legales de una constitucién escrita. La proteccién de las libertades civiles, la creacién de instituciones representati- vas, la separacién de poderes, el federalismo y la autonomia municipal se volvieron metas importantes para las liberta- des. Tales garantias e instituciones constitucionales servi- rian para proteger al individuo contra el “‘despotismo”. En resumen, el constitucionalismo era uno de los principales ingredientes del programa liberal. En segundo lugar, la libertad individual sélo podria ma- terializarse en una sociedad remplazando las entidades corporativas tradicionales —Iglesia; ejército, gremios y comu- nidades indigenas— por un régimen de uniformidad ante la ley. La principal corporacién era desde luego la Iglesia, con ~ su vasta riqueza, sus privilegios juridicos y su control sobre 1 Una definicién del liberalismo en sus atios de formacién fue el te- ‘ma de mi anterior libro, El liberalismo mexicano en la época de Mora, 1821-1853, New Haven, 1968, 16 LA TRANSPORMACION DEL LIBERALISMO EN MEXICO A FINES DEL SIGLO XIX Ja educacién y los acontecimientos de la vida misma.)Asi, los ataques. liberales contra las corporaciones iban dirigidos tes” que nada contra el poder temporal de la Iglesia, con el obje: tivo de lograr la secularizacién. En una sociedad moderna, | el individuo libre debia ser un ciudadano leal en primera ins fa a Ta nacién o Bata To a una corporacin con- jlada por clérigos. La supremacia del Estado laico era un Gostnlads hae sico de la ideologia liberal. Ademés, el Estado Iaico debe ser una repiiblica. Dado que las tradicionales res- tricciones impuestas por el gobierno y las corporaciones sobre la libertad individual eran un legado del sistema monéraui- co espafiol, los liberales mexicanos de mediados de la déca- da de 1820 eran ya todos republicanos. La heroica lucha de Jos afios de(1960 contra los emperadores y contra los conser- irquicos fue, en primer lugar, una lucha para restaurar la repablica. ie “or otra parte, el liberalismo también abrazé un ideal de progreso social y desarrollo econémico, Si se permitiera Say indviduosiautrados seg sus Tclinaciones nazurles, es decir, actuar con libertad en la busqueda de sus propios intereses, el resultado seria, supuesta Ta identificacin esponténea de los intereses comunes con la armonia social. E] interés individual se basaba en la propiedad y el’ derecho a ésta no era sino la extensién del individi aa tha. Sipudiera liberarse a la propiedad, incl de las comunidades indigenas tradicionalé ciones impuestas por las corporaciones, los monopolios o el gobierno, florecerian Ia iniciativa individual, la division na- ‘trabajo y él intercambio libre entre nas y pai- ses, todo lo cual Ilevaria en altima instancia al aumento general de la riqueza. Estos postulados liberales clasicos guia- fon la redaccién del Articulo 27 de la Constitucién de 1857, que reafirmaba la inviolabilidad de la propiedad privada; del Articulo 28, que abolia los monopolios y los aranceles prohi- Bitivos, asi como de los numerosos decretos anticlericales ay CHARLES HALE emitidos entre 1856 y 1863, que primero desamortizaron y luego nacionalizaron los bienes de la Iglesia. Estas medidas socioeconémicas, incluso las que fueron extremas porque se decretaron en medio de un conflicto armado, quedaron ab- sorbidas en la tradici6n liberal mexicana. El nuevo ambiente intelectual con el que se enfrenté el liberaliamo triunfante apenas habfa cobrado forma en 1867; entonces aslo habia indicios aislados de los sustanciales cam- bios que tendrfan lugar en la década siguiente. Una de esas primeras sefiales indicativas aparecié en lo que habte-sido un medio convencional durante la era liberal, unelaborado discurso en conmemoracién de la Independencia pronunciado 1.16 de septiembre de 1867 on Guanajuato, cuna del patrio- tismo mexicano? El orador fue Gabino Barreda, presidente de la comisi6n de reforma educativa recién designado por el presidente Benito Judrez. En su famosa Oracién ctvica, Ba- rreda repetfa todos los sacrosantos puntos del liberalismo pero hacia especial hincapié en la reciente guerra librada ia recuperar la independencia nacional, el conficto entre la “ vilizacion americana” y el “‘retroceso europeo”. El discurso de Barreda fue novedoso en el sentido de que vio la heroica lucha de México desde 1810 como la. culmina- cidn de un movimiento plurisecular hecia la “emancipacién mental”, es decir, el declive gradual de las viejas doctrinas y su sustitucidn por otras nuevas. No se puede separar la emancipacién politica de la emancipacién religiosa y cienti- fica, decfa, “porque en el dominio de la inteligencia y en el campo de la verdadera filosofia, nada es heterogéneo, todo es solidario”. Para Barreda, los esfuerzos de los grandes li- bertadores Hidalgo, Morelos y Judrez, sdlo eran comprensi- bles gracias a los miltiples precedentes y las influencias que se fueron acumulando durante més de tres centurias. Entre 2 Gabino Barreda, “Oracién civica pronunciada en Guanajuato el 16 de septiembre del aio de 1867”, en Opusculos, discusiones y discursos, México, 1877, pp. 81-105. 18 LA TRANSPORMACION DEL LIBERALISMO EN MEXICO A FINES DEL SIGLO XIX éstas se encontraben: la “simple hipétesis cientifica” de Ga- Tileo; 1 desafio protestante, “‘cuya bandera fue la del dere- cho del libre examen”; la declaracién por parte de la Corona espatiola de derechos de regalia a expensss del papado; y las revoluciones holandese, norteamericana y francesa de las cus- es brotaron las doctrinas de la soberania popular y la igual- dad. {No se seguia de esto, preguntaba Barreda, que a medida que las explicaciones sobrenaturales eran remplazadas por eyes naturales y la intervencién humana crecia en todas las ciencias, en ese medida “le ciencia de le politica iria tam: bién emancipéndose, cada vez més y més, de la teologia?”’ ‘A peser de esto, Barreda subrayé que la emancipacién ‘mental también habfa acarreado una anarquia de ideas, “do- lorosas colisiones” de las que podian aprenderse grandes lec- ciones sociales. Ademés, esa anarqufa no tendria fin hasta que “una doctrina verdaderamente universal retina todas las inteligencias en una sintesis comin”. La guia reconocida de Barreda era el fildsofo del positivismo, Auguste Comte, a quien cité al principio de su discurso y cuya influencia se muestra con clari. le tndo ie inrgua\ la ieotida eee Sin embargo, es s més evidente en la concl: elorden material”, protegido a toda costa por i ‘gobernantes 3 Ibid, p. 85. 4 Sogtin Barreda, el epigrafe de su discurso eran unas palabras de Comte en su Curso de flosofta postiva, 6 vol., Paris, 1842, vol. 6, p.622, pero no he podido encontrar la cita. 19 CHARLES HALE yrespetado por los gobernados, sea “el camino seguro al pro- ‘greso y a la civilizaciOn”. Barreda habia establecido la pauta a seguir en los préximos afios pero, fiel a su puesto, se apar- 16 de la politica y se dedicé durante la siguiente década a instituir un nuevo sistema de educacién preparatoria cien- tifica, como lo veremos en el capitulo V. Todas las implica- ciones politicas de su mensaje no fueron formalmente expre- sadas hasta 1878. Esas implicaciones politicas constituyen el tema del capitulo II. Si bien la primera aparicién del positivismo en la politi- ca mexicana tuvo lugar con él llamativo discurso de Barre- da en 1867, es posible encontrar algunos de sus supuestos en escritos politicos anteriores, de la década de 1840. El po- sitivismo no era mas que una de las diversas corrientes telectuales europeas que, como resultado de la Revolucion ‘francesa, ponian en tela'de juiciv la validez de las doctrinas del derecho natural y de Ia utilidad, Ias dos variantes de la filosofia politica de la Iustracion que dieron forma al libe- ralismo elésico. En Francia, los escritores romédnticos, los po- Iiticos conservadores inspirados por Burke y De Maistre, los eruditos en leyes de la escuela histérica de Savigny, y los pri- meros socialistas, todos consideraban que estas doctrinas die- ciochescas eran abstractas, legalistas y de dudosa aplicacién universal, Al igual que los positivistas de entonces, Henri de Saint-Simon y Auguste Comte, rechazaban la idea de que el individuo-aut6nomo fuese-cl-clemento base de Ia so- ciedad y lo presentaban en cambio como parte integrante del ‘organismo social, condicionado por los factores de lugar y tiempo y en cambio constante, como la sociedad misma. En México, el alejamiento de las doctrinas liberales clé- sicas puede verse, por supuesto, en Lucas Alamén, quien en los primeros afios de la década de 1830 se habia convertido ya en un politico francamente conservador, pero puede ha- blarse con més propiedad de ese distanciamiento en el caso de Mariano Otero, un joven politico y jurista liberal de los 20 LA TRANSPORMACION DEL IBERALISMO EN MEXICO A FINES DEL SIGLO XIX ‘Lais Mora, Oter la ciencia social de- be ser histérico. Abrié su ensayo con una cita de Mme. de Staél donde afirmaba que la Revolucién francesa no fue nin- gan hecho accidental ni obra de unos determinados hombres, sino de la historia, la culminacién de los acontecimientos ps-_ sados. Otero criticaba a los reformadores anticlericales de 1833, para quienes Mora era el te6rico principal. Segiin Otero, / al de la Iglesia estaba siendo minado por Jos cambios sociales y Ia expansién de la Ilustracién, y las ‘medidas extremas de los reformadores sélo provocaban un cisma polftico innecesario en el pais. Argumentaba qué la / civilizacién s6lo podria triunfar si se efectuaba un “cambig general” en la sociedad, si “los diversos elementos que la componen......se cambian en la direccién necesaria para ese me Otero combiné un agudo andlisis, por el que se identifi- caba a la propiedad con el “principio generador” de la socie- dad, con un notable optimismo acerea del futuro de México. Su optimismo, ineluida su defensa del federalismo, parece haberse inspirado en el “‘socialismo asociado” de la escuela de Charles Fourier, que afirmaba que la asociacién volunta- ria segdn un plan preestablecido era la clave para resolver los problemas sociales. Para Otero la adopcién del federalis- mo.en México era una respuesta a una “ley uni de as familias hasta las naciones, los hombres se 5 Mariano Otero, Ensayo sobre el verdadero estado de la cuestidn so- cial ypoltioa que se agitaen la Repiblica Mezicana, México, 1842, p.77. ‘Véase también el detallado estudio de las ideas de Otero por Jesus Reyes Herolee en Mariano Otero: Obras, 2 vols, México, 1967, vol 1, pp: 1-190. 21 (CHARLES HALE, ralismo y su conviceién de que el poder de la Iglesia se debi- litarfa de manera natural lo levaron a convertirss ef un politico moderado, renuente a luchar por un Estado reformis- ta fuerte en contre de los privilegios de las corporaciones, La del pensamiento de Otero con el positivismo fran- cs puede verse en su enfoque general del individuo y dé la sociedad, en la importancia que otorgaba a la reconstruc- cign social y en su adopeién del método historico en el anélisis social, no en su actitud hacia el Estado. El esta- tismo era primordial en las ideas de Comte y Saint - ‘Tomando en cuenta esta significativa limitacién, se puede ver_-Otero como un precursor del positivismo en México. Mariano Otero (n. 1817) fue, por corto tiempo, un miembro precoz de lo que podria Hamarse la “‘generacién roméntica”’ de los liberales mexicanos, que fue también Ja generacién intelectual de la Reforma, en la que se incluyen hombres como Ponciano Arriaga (n. 1811), Miguel Lerdo de Tejada (n, 1812), Melchor Ocampo (n. 1814), Ignacio Ramirez (n. 1818) y Guillermo Prieto (n. 1818). Un estudio de la orientacién intelectual de estos hombres podria demostrar que estuvie- ron expuestos a muchas de las mismas ideas a que estuvo expuesto Otero y que bajo otras circunstancias se hubieran alejado gradualmente del liberalismo politico clésico, como ocurrié con sus contempordneos en Argentina y Chile, por ejemplo, Domingo F. Sarmiento (n. 1811), Juan Bautista Alberdi (n. 1810), José Victoriano Lastarria (n. 1817) y Fran- cisco Bilbao (n, 1823). Sin embargo, en contraste con Argen- tina y Chile, la polarizaci6n politica que tuvo lugar en México después de 1846 impidié la aplicacién de las nuevas ideas, tales como la vision organica de la sociedad y el enfoque his- t6rico al andlisis social; asf continuaron siendo dominantes los supuestos del liberalismo clésico.* ® Sobre este punto he profundizado atin més en “Las ideas politicas y sociales en América Latina, 1870-1930", en Cambridge History of Latin ‘America, 6 vols., Cambridge, 1984-1986, vol. 4, pp. 373-377. LA TRANSPORMACION DEI, LIBERALISMO EN MIEKICO A PINES DEL SIGLO X12 En México, la dicotomia existente en el seno del libera. lismo polftico de la primera época entre el constitucionalis- mo doctrinario y un Estado reformista fuerte se perpetué en Ia incongruente yuxtaposicién de la Constitucién de 1857 y las Leyes de Reforma. La Constitucién mexicana, con su hin- ‘eapié en los derechos naturales, la soberania popular y un Ejecutivo débil, era totalmente distinta de la Constitucién argentina de 1853, que estaba imbuida del esptritu pragmé- tico y conciliador de 1a escuela histérica de derecho, tal co- mola abraz6 Alberdi. Las tres doctrinas constitucionales eran para los argentinos abstractas y radicales. Ademés, la con- ciliacién ideolégica en Argentina y Chile a mediados del siglo se vio impulsada porque en esos paises no se habia plantea- do el tema de la Iglesia, que tanto domin6 la politica en Mé- xico. Esta diferencia entre la situacién de México y le de los otros dos paises se expres6 de manera patente en el doloroso slumbramiento de los moderados durante los afios de la Re- forma. Otero podria haberse vuelto uno de esos atormenta- dos politics moderados, como José Maria Lafragua o Manuel Siliceo, por ejemplo, si no hubiera fallecido prematuramen- te en 1850.’ La guerra civil que sacudié a México en la mi- tad del siglo no s6lo imposibilité la moderacién politica sino que interrumpié asimismo la gradual transformacién del pen- samiento politico y social, En Chile y Argentina, la implan- tacién de las nuevas ideas en las viejas se hizo de forma casi imperceptible, més gradual, que en México. Asi, en Chile, fue Lastarria, contrapartida intelectual de Otero y politico liberal sin reservas de los afios cuarenta, quien in- 7 sobre Lafrague, véase José Miguel Quintana, Lafraguo, politico y romantico, México, 1958; véese también Jan Bazant, Antonio Hare y Ta- Irs 9 es aventras pleas, 1811-1869, Méxic, 1985, que ofrece ma ‘Penetrante comprensién del contexto politico al que se enfrentaron los mo derados. Siliceo fue ministro de Fomento de 1855 a 1857 bajo el gobierno de Ignacio Comonfort, y por corto tiempo, en 1865, ministro de Instrue- cién Pablica y Cultos bajo Maximiliano. 23 (CHARLES HALE, trodujo el positivismo en 1868, en tanto que en México el positivismo tuvo su primer paladin en Barreda, quien, aun- que contemporéneo de Otero y Lastarria, era un médico y un cientffico apolitico. Si bien la Oracién cfvica de Barreda introdujo conceptos positivistas que luego servirian para atacar mimados prin- .cipios del liberalismo, su discurso también mareé el comie! 2 de la tradicién liberal oficial. Los elementos de esta_ tradicién pueden hallarse en la politica oficial de los veinte aiios siguientes; su expresién formal llegé después en los critos historicos que florecieron de 1888 a 1906, aunque en la mayor parte de esta historiografia se revela la prover de las ideas positivistas. En los afios posteriores a 1867, uno de los objetivos centrales a perseguir (como lo sefialé Barreda en su discurso) era la reconciliacién politica, que im- plieaba tanto la reconciliacién de los partidos en conflicto durante la reciente guerra civil, como la reconciliaciénde las faccionesen pugna dentro del Partido Liberal tritinfunte: Co. mo lo yeremos en los préximos capttulos, el régimen de ‘Juérez (1867-1872) se abocé especialmente a la primer: rea, los de Porfirio Diaz (1877 -1880, 1884-1888) y Manuel Gonzélez-(1880- 1884), ala segunda. Antes de que se cum- Pliera.un.mes de la victoria liberal en 1867, Judrez propuso que se extendiera a los clérigos el derecho de votar y que se hicieran distinciones de grado al castigar a quienes hubie- ran colaborado con los franceses o con Meximiliano, Sus pro- uestas fiieron muy debatidas pero finalmente se aprobé una amplia ley de amnistia el 10 de octubre de 1870. Estas me- didas politicas se vieron complementadas con los esfuerzos de Ignacio M. Altamirano para aglutinar a la comunidad li- teraria mexicana tendiendo una mano a los escritores que habian simpatizado con la causa conservadora. Desde su pun- tode vista, esa reconciliacion era necesaria si se queria crear una literatura verdaderamente nacional, aspiracién que se convirtié en el motor de su revista semanal, justamente Ila- 24 A TRANSPORMACION DEL LIBERALISMO EN MILXICO A FINES DEL SIGLO XIX ‘mada El Renacimiento (1869). No obstante, Altamirano se- fial6 con toda claridad que esta literatura nacional habria de basarse en los principios liberales. ‘Resulté menos diffcil conciliar a los que antes habian si- que agrupar a las diversas facciones libe- do conservadores que aj ‘rales. Le principal divisién en el seni fra entre los partidarios de Judrez, incluidos sus dos lugar- tenientes durante Ia guerra: Sebastién Lerdo de ‘Tejada y José ‘Maria Izlesias por una parte, y los seguidores de Porfirio Diaz, ambicioso general de la Reforma, por la otra. Después de varios intentos fallidos, tanto electorales como militares, Diaz logré por fin en 1876 conducir con éxito una rebelién en con- tza de Lerdo, que era presidente desde la muerte de Judrez en-1872,y-de Iglesias, quien como presidente de la Suprema Corte, refutaba la legalidad de la reeleccién de Lerdo-Una ves en el poder, Diaz perdoné y luego recluté abiertamente a los partidarios de quienes antes fueron sus tre 1s tres oponent } Manuel Gonzalez. ‘su momento culminante en el segundo gobierno de ‘Diaz. E15 de febrero de 1885, poco después de su inaugura- mn, aparecié El Partido Liberal, un periédico semi -oficial consagrado a la “fusion” de los liberales. En estos atios co- thenz6 la gloriicaciin de Benita Jugres, y El Partido Liberal contribavi a convertir le fecha del 28.de julia de 1887, quin ibuyé a convertir la feavo aniversario de la muerte de Judrez, en ocasién para una {fan coesconia Ast pda Diaz. sonia como el continua dor indispensable de la unidad nacional dentro del Partido Liberal, y el camino queds libre para que se hicieran enmien- Se eee eeeeeca glecciones. Una de las ironias México es que elsurgimi nto de Benit ‘como figura central en la tra- Tas filas liberales \ CHARLES HALE La primera de las varias obras histéricas que dieron ex- presién formal a la tradicién liberal fue la monumental Mé- xico a través de Tos siglos, comisionada por el gobierno publicada en 1888-1889, después de por lo menos una dé- cada de planeacién y de trabajo. Como un volumen comple- to-estaba dedicado al periodo prehispénico y otro a la Colon: 1a obra se convirtié en la primera historia importante en se- falar que las raices de la nacién mexicana eran por igual ias y espafiolas. A estos dos volamenes que demostraban Ja fusién de las tradiciones étnicas se sumaron otros tres (“La Guerra por la Independencia”, “El México Independiente” y-“La Reforma”), que celebraban el progreso de las ideas ¢ ipstitucionos Nberalon y su vicoria datettive sobre ins fuer. zas de la reaccién. Los cinco grandes tomos, escritos todos ellos por desta- cados hombres de letras, podrian considerarse una contri- buci6n esencial hacia el logro del suefio de Altamirano de crear una literatura nacional. De hecho, es posible que el proyecto tuviera un origen remoto en las reuniones litera- rias convocadas por Altamirano en 1868-1869: cuatro de sus seis autores, Vicente Riva Palacio (que también fuera el director), Alfredo Chavero, Enrique Olavarria y Ferrari, y José Maria Vigil, habian sido colaboradores en EI Rena- cimiento de Altamirano. La obra también testimonia los acertados esfuerzos que se hicieron para aglutinar al Par- tido Liberal, ya que el importantisimo volumen V fue en- cargado a Vigil, quien, como lo veremos después, estaba filos6ficamente enfrentado a los intelectuales positivistas, cuya influencia iba en aumento dentro de los circulos gu- bernamentales. De hecho, el positivista Justo Sierra, en tanto quealababa a los otros autores, criticaba a Vigil por ser demasiado apasionado y acusar, en exceso, al partido de reaccionario e imperialista. Sierra hubiera preferido que se diese a la Reforma un tratamiento mas “organico y for- mal”, en un tono menos parecido al de un “folleto polémi- 26 {UA TRANSPORMACION DEL LIBERALISMO IRN MEXICO A FINS DEL. SIGLO XIX eo”_un tratamiento que fuera més cientffico y menos pu- ramente politico.® Ta resccién de Sierra contra el celo partidista de Vigi pudo baberle Ilevado e escribir su eee pia historia, bri nae einfluyente, que una generacion después le daria el titulo vpolitica_del-pueblo mexicano, Su ensayo fue fenclavado en los tres tomos de otro monumento porfiria: México, su evolucidn. social (1900 - 1902), cuyos autores enal- feeian los elementos del progreso de México. Sierra enfocd la este heroica con més serenidad que Vigil; para él era la seit gus iber6 a México de los restos del régimen co- Ignial, Aunque la obra de Sierra seguie en general el plan de México a través de los sigios, afiadié un ultimo capitilo r que él caracterizaba como i ae Diaz la nacién adquit ernacional”. Sin embargo, su conclusién efainquietante, pues sugerfa que, pese a los éxitos materia- i a a con la tradicién libe- Sierra—habra sido abortiva y frustrénea si no lleva a ese 8 Justo Sierra, “México @ través de los siglos”, Revista Nacional de Letras y Ciencias, 2, 1889, pp. 120-121 (también en Sierra, Obras comple- tas, 14 vols., México, 1948, vol. 9 pp. 188-189), Sobre el papel del gobierno fn la obra, vase José C. Valadés, El porfirismo, historia de un régimen. El Nacimiento, Mézico, 1941, pp. 414-415. Véase también Daniel Cosfo Villegas, Historia moderna de Mézico, 9 vols., en 10, México, 1955-1972, vol. 8, pp. 680-866, quien ergumenta que la obra nacié de la invitacion I prosidente Manuel Gonzélez hizo a Riva Palacio para que escribie- historie de le guerra de Intervencién. Supuestamente, Riva Pala- cio escribié gran parte de su volumen en 1883-1884, cuando estaba en Ia céreel por haber atacado a Gonzéler en la Camara de Diputados. Sobre Ia carrera literaria de Riva Palacio después de 1867, véase la introduc- cign de Clementina Diaz y de Ovando los Cuentos dei General, de Vicen- te Riva Palacio, México, 1968, pp. XVxxIV. aT CHARLES HALE fin total: la libertad.” La crftica muda de Sierra revelaba un creciente desacuerdo dentro del gobierno porfiriano acerca de los elementos de la tradicién liberal y la relacién del ré. gimen con ella, pero la tradicién misma continué inamovible. EI desacuerdo devino rampante controversia en la ava- lancha de publicaciones que acompafiaron a los preparati- vos para la sexta reelecci6n de Porfirio Diaz en 1904 y la celebracién en 1906 del centenario del nacimiento de Beni- to Juérez. La polémica fue iniciada por Francisco Bulnes, un diputado positivista, cuando denuncié a los “jacobinos” de la historia de México, en particular a los “falsos jacobinos” de la época, por promover la reeleccién de Diaz en nombre de la democracia, una democracia que pare ellos era una con- tinuacién de los ideales de Judrez. En su contundente dis- curso del 21 de junio de 1908, también Bulnes hizo un llamado en favor de la reeleceién de Diaz, pero por cuestién de facti- bilidad; y presenté a Diaz como un César Augusto moderno que habia sabido imponer el orden en una situacién en que prevalecia la lucha de las facciones. A su discurso siguieron dos largas y polémicas obras en las que atacaba al jacobinis- moy denigraba a Juérez como lider supremo de la Reforma, obras que provocaron airadas y copiosas respuestas. Los polémicos ensayos escritos en defensa de Judrez. aca- baron confundidos con los ganadores del concurso celebrado en 1906 para conmemorar el primer centenario de su nata- licio, en el que se premiaria al mejor “estudio sociolégico de la Reforma”. Fueron los serios y equilibrados ensayos escri- tos por Ricardo Garcia Granados, Andrés Molina Enriquez ® Francisco Bulnes, Discurso pronunciado por el Sr. Ingeniero D. Francisco Bulnes, delegado del estado de Morelos, en la sesién del 21 de Junio de 1903, presentando y fundando la candidatura del sehor general Porfirio Diaz, México, 1903. También de Bulnes, El verdadero Judrez y 1a verdad sobre la intervencién y el imperio, México, 1904, y Judres y las revoluciones de Ayutla y de Reforma, México, 1905. Sobre todo este asun- to véase Charles A. Weeks, El mito de Judrez en México, México, 1977, ‘cape. 4y 8. |p MRANSFORMACION DEL, IBERALISNO BN MEXICO A PINKS DBL SIGLO XD Porfirio Parra. Los tres defendieron Ia opini6n ortodoxa de Jusres, pero Garcia Granados fue més lejos que los otros al gefialer dentro de la tradicién liberal dos elementos diferen- tesentre af: las Leyes de Reforma y la Constitucién de 1857. ‘Su conclusin era que las Leyes de Reforma, que habian dado entrada al Estado laico moderno, fueron un éxito brillante. La Constitucién, en cambio, habia sido un “fracaso parcial” jue quienes la forjaron no supieron ver “la incapacidad Gel pueblo mexicano pare adaptarse al régimen democréti- co”. Garcia Granados no recomendé que se abandonara la Constitucién, pero s{ que se revisara para adecuarla con la realidad social."° El alegato de Garcia Granados no era nuevo, ya lo he- pian planteado los proponentes de la politica cientifica des- de 1878 y estuvo presente en la reciente diatriba de Bulnes. Constitu‘a una corriente elitista en la historiografia porfi- milio Rabasa. Este argumentaba que | dad del Ejecutivo habian desafiado las “leyes sociolégicas” y, con ello, dieron lugar a las dictaduras extralegales pero jecesarias de -y de Diaz: No obstante, Rabasa no aban- iberal; por el contrario, al-igual-que-Sie- ‘consideraba optimistaments el gobierno verdadero régimen liberal tra estas opiniones porfiristas pero, en definitiva, sélo sirvi6 para reforzar el mito liberal. Los cabecillas y los programas revolucionarios, fueran cuales fuesen las diferencias entre ellos, buscaron casi siempre inspiracién en los ideales de la 1 Ricardo Garcia Granados, La Constitucion de 1857 y las Leyes de Reforma en México, Estudio histérico-sociol6gico, México, 1908, pp. 182-133. 29 riana que alcanz6 su climax en La Constitucién_y la dicta- / CHARLES HALE Reforma, que segiin ellos afirmaben, hebfan sido traiciona- dos por la dictadura de Diaz. Los postulados anticlericales y en pro de la secularizacién contenidos en las Leyes de Re- forma fueron reiterados y hasta convertidos en medidas més extremas, después de una etapa de acomodacién de facto con la Iglesia. Todavia més fuerte fue el impulso tendiente a res- taurar los principios constitucionales de 1857. No s6lo se habia mofado Diaz de las restricciones constitucionales tra- dicionales que pesaban sobre la autoridad central, sino que ademés su dictadura habia recibido apoyo intelectual de parte de quienes como Buines y Rabasa, atacaron a los ‘“jacobinos” que hicieron la Constitucién. El lema de Francisco I. Made- 10, “Sufragio efectivo, no reeleccién”, era constitucionalis- ta, como el nombre de la faccién de Venustiano Carranza, Jos constitucionalistas, que emergieron como fuerza dominan- te en la lucha por el poder que se dio tras la muerte de Ms dero en 1913. Hasta los radicales, el grupo de Flores Magén (antes de 1910), los zapatistas y los seguidores de Pancho Villa buscaron precedentes para sus programas en la “popular” lucha liberal de mediados de siglo.1t La adhesién de los Iideres en el inicio de la Revolucién ala heroica tradicién liberal siempre se ha mantenido como una caracteristica permanente de la vida piblica en Méxi- 0, ligada por entero a la doctrina oficial de que la Revolu- cién misma es un proceso continuo, Esta relacién integral entre la tradicién liberal y la Revolucién ha guiado a los his- toriadores mexicanos de la ultima generacién. La mayor parte de lo que ellos han escrito es una historiografia centenaria, 11 Sobre el uso de precedentes liberales por parte del grupo de Flo- res Magén, véase Arnaldo Cérdova, La ideologia de la Revolucién Mesi- ‘cana, La formacién del nuevo régimen, México, 1973, pp. 87-96; por la clase obrera, véase Rodney D. Anderson, Outcasts in their Own Land: Mexican Industrial Workers, 1906-1911, pp. 323-326; por los zapstistas, John Womack, Jr., Zapata and the Mexican Revolution, Nueva York, 1969, p. 399-400; 'y por los villistas, Robert Quirk, The Mexican Revolu- tion, 1914-1916, Bloomington, 1960, pp. 157-158. 30 LA TRANSFORMACION DBL LIBERALISMO EN MIEXICO A FINES DEL SIGLO XIX ‘comisionada por el gobierno para conmemorar los heroicos ‘aniversarios del siglo 10x. La produccién fue particularmente ‘durante las conmemoraciones de los centenarios (0 ses- quicentenarios) celebrados a mediados de la década de 1960, Jo que levé a Luis Gonzélez.y Gonzéilez a comentar que “nues- tro actual gobierno. . . s6lo reconoce como parientes a figuras de la Revolucion de Independencia y la Reforma”.”? La ma- de esta historiografia escrita con motivo de los cente- ynarios es mera ret6rice:patriética, en parte porque el gobierno recluta a historiadores tanto distinguidos como no distingui- soxparx que la eseriban, pero también porque el tema mis- mo —la historia politica de la nacién— resulta muy atractivo para otras personas fuera de los circulos gubernamentales. El predominio de los trabajos sobre historia politica co- misionados por el gobierno en México (y en el resto de Amé- rica Latina) ha merecido con sobrada raz6n la critica de los profesionales extranjeros. Woodrow Borah afirma que la his- toria latinoamericana profesional se caracteriza por ser un “esfuerzo verdaderamente internacional” y mantiene que, a diferencia de la historia europea, el liderazgo en la inves~ tigacién empfrica, analitica y objetiva sobre América Lati- na no ha salido por lo general de la regién sino del extranjero. ‘Los historiadores latinoamericanos, afiade, estén con frecuen- cia “maniatados por la necesidad de crear la leyenda nacional y reforzar al Estado nacional emergente”. O como reciente- mente ha dicho John Womack, Jr.; casi todos los historiado- res mexicanos “atin hacen historia patria. . . La historia es para ellos lo que era para los romanos: la civica o ciencia del gobierno civil”.8 Borah y Womack insinéan que mientras 12 Luis Gonzdlez y Gonzdlez (como coordinador para México) en Handbook of Latin American Studies, 48 vols., Cambridge, Austin, Gai nesville, 1966-1988, vol. 28, p. 94. Véase también Robert A. Potash, “His- toriography of Mexico since 1821”, en Hispanic American Historical Review, 40 (1960), p. 395. 18 Woodrow Borsh, ‘‘Latin American History in World Perspective”, 31 (CHARLES HALE una pequefia minoria de historiadores mexicanos son conoce- dores e innovadores, segiin las normas internacionales, la ma- ‘yor parte de ellos son “intelectualmente anticuadoe” (frase de Womack) y localistas. Cabe sefialar que esta critica se aplica tanto a sus temas de estudio como al método que siguen, y (uno siente) puede aplicarse tanto a los historiadores mexica- nos como a los no mexicanos. Uno de los objetivos de este libro 8 por el contrario, demostrar que los temas politicos tradicio- nales, si ée les enfoca con rigor critico y aun con empatia, en- cajan adecuadamente en la sofisticada investigacién- moderna. El continuo atractivo de la historia politica de la nacion ‘como tema de estudio en México queda patente en la obra de dos historiadores recientemente fallecidos, muy distintos entre si: Jestis Reyes Heroles y Daniel Cosio Villegas. Sus trabajos revelan le fuerza-constante de la tradicién liberal en la vida piblica mexicana y constituyen un juicioso comen- tario de esa tradicion. El tema también ha sido atrayente para Arnaldo Cérdova, cuya obra se aparta vivamente de la tra- dicién liberal y proporciona un claro contraste con las de Re- yes-Heroles y Cosio Villegas. Vamos a examinar las tres brevemente, centrando nuestra atencién en sus interpreta- Giones de la critica etapa que va de 1867 a 1910, los afios com- prendidos entre las dos piedras de toque de la heroica tradicién liberal, la Reforma y la Revolucién, Ese examen puede proporcionar un punto de partida para mi propio an4- lisis de las ideas politicas del periods. obra de Jess Reyes Heroles, sobre todo su magistral El liberalismo mexicano, es él mejor ejemplo de la historia oficial escrita en el México contemporéneo. Sus tres voliime- nes fueron publicados entre 1957 y 1961 para celebrar a to- das luces el centenario de la Reforma pero también para responder a los criticos, presumiblemente de fines de los afios en The Future of History, Chatles F. Delzell, comp., Nashville, 1977, pp. 151, 153; Womack (entrevista), en Visions of History, Henry Abelove et al., comps., Nueva York, 1984, pp. 255-256. 32 =a Carala constit ‘México contemporfneo. Aunque eatiudid “af detalle las teorias del siglo xix y reconocié la existencia [La TRANSPORMACION DBL LIBERALISMO BN MEXICO A FINES DEL SIGLO XIX uarenta y principios de los nta, que segiin Reyes He- ‘oles hicieron que pareciera como si el proceso revoluciona- 2 inar.“ Reyes Heroles: i Ta. muidad del 5 ir, el rico legado que las ide Heroles afirmé qué él li- el pais y asi adquirié cierto grado de originali- dad. Si bien estaban incluidas algunas doctrinas generales tales como la defensa de las libertades civiles, el federalismo y Ia supremacia del Estado laico, el legado del liberalis- mo para el siglo xx abarcaba también a la democracia (en ‘oposicién con las teorias “ilustradas” o elitistas), la “hete- rodoxia econémica” (opuesta al laissez-faire) y, sobre todo, ‘el “liberalismo social” (opuesto a la rigida adhesién al dere- ‘cho de la propiedad privada). En resumen, este legado era el corpus de doctrinas que Reyes Heroles relacionaba con las ‘politicas de! momento, Debemos recordar —decia con insisten- ‘cia a Sus connacionales— que “nuestra generacién no es hija de s{ misma”. El liberalismo constituia para Reyes Heroles Ia orientaci6n ideolégica bésica de la Revolucién en marcha. Una de las caracteristicas mas notables de EI liberalis- ‘mo mexicano es que no se ocupa en absoluto de los afios que van de 1867 a 1910, particularmente del periodo de Porfirio Diaz. Reyes Heroles fue muy claro al sefialar que para é! no M4 Jestis Reyes Heroles, Bl liberalismo mexicano, 3 vols., México, 1957-1961, vol. 1, p. XIV. Su vaga referencia bien puede haber sido a Da~ nel Cosfo Villegas. El ensayo de Cosfo (en 1947) precedié por lo menos ‘otros tres que eran similares y fueron escritos por José Iturriaga (194" ‘esi Silva Herzog (1949) y José R. Colin (1950). Véase Stanley R. Ros comp, Is the Mexican Revolution Dead? 2* od., Filadelfia, 1966, pp. 87-11 33 CHARLES HALE habia relacién entre el liberalismo y el porfiriato. Este alti no representaba “una continuidad {del liberalismol, sino ut sustitucién y una verdadera discontinuidad”.15 Segén la i terpretacién de Reyes Heroles, las ideas liberales se menes trabajosamente documentados es una elaborada firmacién de la elésica ideologia politica promovida de 1910, a saber, que el porfiriato fue un antiguo régii de opresiGn que la Revolucién destruy6. Ademés, fue un gimen que habia hecho a un lado los ideales del liberalismo, los cuales fueron luego reactivados por la Revolucién. A su muerte, en marzo de 1985, Reyes Heroles fue en. salzado més como “idedlogo” que como historiador, lo que reflejaba su posici6n de intelectual dominante en los al cfrculos del gobierno por més de veinte afios. Durante e: tiempo fue director de Petréleos Mexicanos, presidente oficial Partido Revolucionario Institucional, y ministro de bernacién y de Educacién Piiblica. Reyes Heroles fue un fensor nato de la relacién que media entre la historia y la accién, de la necesidad de que quienes disefian las politicas ‘yuelvan la cabeza a la historia para buscar en ella una guia, En su propia carrera demostré que esta conviceién podia es- timular tanto la critica como la apologia, pues en los diez afios anteriores a su muerte se convirtié en el arquitecto de la re- forma polftica, el ahora problemético esfuerzo por liberali- zar la rigida estructura politica de México bajo el Partido Revolucionario Institucional. Desgraciadamente, esta acti- ‘tud critica no se reflejé en sus escritos histéricos. Aunque co- mo historiador, Reyes Heroles se ocupé més que nada del siglo xxx, Arturo Arndiz y Freg sugirié en 1968 que dentro 1 Reyes Heroles, Liberaliemo, vol. 8, p. xVil. Me he ocupado con mis rofundidad de este punto en “Liberalismo mexicano”, Historia Mexica- na 12 (1963), pp. 457-463. [pA TRANGFORMACION DEL LIBERALISMO BN MICO A FINES DEL SIGLO XIX ‘unas décadas los lectores tal vez encuentren en sus obras ‘defonsa mejor elaborada de “Ia significacién histérica de la Revolucion Mexicana”’.*° Pero, debido a que su obra histé- rica es esencialmente ideolégica y perpetia la visién oficial fe que la Revoluci6n os la antitesis del porfiriato, proporcio- ‘na poca guia directa al analista de las ideas politicas en el ‘México de la post-Reforma. ‘Jest Reyes Heroles parecia tener poco en comin con Da- niel Cosfo Villegas, decano de los historiadores mexicanos “profesionales en 1976, afio de su muerte. El primero era el hristoriador e idedlogo consumado de los centenarios; el tilti- ‘mo, el consumado critico que se retrajo al impulso de tales ‘conmemoraciones. Uno era la sintesis del intelectual pode- ‘roso dentro del gobierno, el otro el intelectual poderoso fuera el gobierno, en constante choque con ministros y presiden- tes pero tolerado y respetado por todos ellos. Lo que Cosio ‘Villegas y Reyes Heroles tenian en comin era que ambos ‘crefan que la historia debe servir a los objetivos piiblicos, se- ‘guian fielmente la tradicién liberal y aconsejaban a los poli ticos que buscasen direccién y guia en el pasado liberal. En medio de una carrera multifacética, Cosio se volvi6 hacia la historia en mitad de su vida a consecuencia de la desilusién ‘que sufri6 por el rumbo que tomé la politica en los afios cua- renta. En su famoso ensayo “La crisis de México” (1947), ar- gumentabe que los ideales de la Revolucién se habian secado, que la palabra “revolucién” habia perdido su sentido y que el pais estaba entrando en el “neoporfiriato”, es decir, que estaba retomando las caracteristicas y muchas prioridades 16 Uno mds Uno, 20 de marzo de 1985; Carlos Monsivéis en Proce- ‘80, 25 de marzo de 1985; Arturo Arndiz y Freg, “E! liberalismo mexicano {you significacién social”, Cuadernos Americanos 21 (1968), pp. 91-92 roe- [puesta al discurso de Reyes Heroles “Le historia y la accién”, pronuncia~ do el 7 de agosto de 1968 a su ingreso a la Academia Mexicana de la Historia y reimpreso en Cuadernos Americanos 27 (1968), pp. 66-85); el punto de Arnis fue resaltado en cierto sentido otra ver por Enrique Krauze ‘en Proceso, 25 de marzo de 1985. (CHARLES HALE de los aiios del régimen de Diaz.” De hecho, tal vez fue pris mordialmente para responder a la critica de Cosio por lo que Reyes Heroles escribié su estudio del liberalismo. El resultado de la preocupacién de Cosio por la cuestiGn pi. blica fue la ingente Historia Moderna de Mézico (1955-1972), obra en nueve tomos, de miltiples autores, que cubre la his. toria politica, diplomética, social y econémica del pais des. de 1867 hasta 1910, los mismos afios de los que Reyes Heroles no se ocupé. El interés central de Cosio estaba en la politica, y 61 mismo escribié los volimenes de la Historia moderna que tratan de ella. Mientras Cosio era sensible a las cam. biantes prioridades econémicas y sociales de la década de los cuarenta, su ataque a los gobiernos de entonces hacia resal- tar el creciente autoritarismo de éstos, que se revelaba en el monolitico Partido Revolucionario, un Ejecutivo més fuerte que antes, un Legislativo'y un Judicial més débiles y una atmésfera generalizada de corrupci6n y servilismo. Cosio Vi- Megas buscé inspiracién en la tradicién liberal, pero no en el proteico liberalismo “integrado” de Reyes Heroles, que podia usarse para justificar las polfticas vigentes, sino en el principio liberal concreto que estipula limitar constitucional- mente a la autoridad central. El tinico ensayo centenario que escribié fue sobre la Constitucién de 1857, defendiendo a sus arquitectos en contra de sus detractores porfirianos Sierra y Rabasa.'* No obstante, la historia central de Cosfo empe- 2% con la Repiblica Restaurada, el periodo de 1867 a 1876, cuando Judrez, Lerdo e Iglesias trabajaron frente a enormes obstéculos y sélo con un éxito parcial para poner en préctica los prineipios de la Constitucién. Segtin Cosfo, estos princi- 17’ Me he ocupado de la carrera y los escritos histéricos de Cosfo con més detalle en “The Liberal Impulse: Daniel Cosio Villegas and the His- toria moderna de México”, Hispanic American Historical Review 54 (1974), pp. 479-498, Moc pDanie! Cosio Villegas, La Consttucion de 1857 y aus erttico, sxico, 1957. 36 ITRANSPORMACION DEL LIBERALISMO EN MEXICO A FINES DEL SIOLO 20x de la Constitucién fueron subvertidos durante el régi- {en de Porfirio Diaz pero luego re~emergieron con Francis- ‘co L. Madero en 1910. Los “‘ideales de la Revolucién” cuyo “Geclive tanto lamentaba Cosfo en 1947 eran principalmente Jos idesles constitucionales y democréticos de Madero, toma- idos directamente de mediados del siglo xx. ‘Aunque Cosio presentaba los regimenes de le Repablica urada como modelos a seguir por sus contempordneos, ‘gu visiOn hist6rica global era equilibrada y exhaustiva. El ‘objetivo de su proyecto era tratar en detalle el “México mo- derno”, también inclufe los afios de 1876 a 1910, en los que ‘el constitucionalismo estuvo en franca decadencia. Para en- tender el neoporfiriato, decia, hay que conocer el porfiriato ij |, Su idea de utilizar la historia en la consecucién de ‘un fin pablico lo Ilevé a no descuidar el porfiriato sino a in- vestigarlo en profundidad. Resulta irénico que Cosio Ville- ‘gas, que empezé con una opinién del régimen de Diaz similar ‘ala oficial, terminase convirtiendo en su obra maestra los dos voltimenes que dedicé a la polftica interior de ese régimen. ‘Amedida que se sumergia en la copiosa y atin no estudiada documentacién de esa etapa con el propésito de desentrafiar sus complejidades, aumentaba su estima por los lideres y has- ta por el mism{simo don Porfirio. En los voltimenes 8 y 9 re- chazé explicitamente el adjetivo “tirano”, que habia utilizado en el volumen 1, y lo cambié por el més suave “autorita- rio”. A todo lo largo de la Historia moderna, la pasién de Cosio por la documentacién exhaustiva, su atencién a los detalles y sus agudas observaciones sobre los motivos poli- ticos hacen de su obra el punto de partida esencial para todo andlisis que se ocupe de las ideas politicas del periodo posterior a 1867. A pesar de lo dicho, debemos ser cautelosos para no que- dar impresionados por los detalles, la documentacién y el tono objetivo de Cosfo, y aceptar indiscriminadamente a ciegas su interpretacién. Debemos recordar ademés que la historia 37 CHARLES HALE ON DEL LIBERALISMO IN MEXICO A FINS DEL SIGLO XC Cosfo y sus colegas rompieron la barrera ideolégi- ntada por la Revolucién de 1910 e iniciaron la inves- seria del porfiriato en sus propios términos. Sin bargo, pese a toda la critica de la visi6n oficial por parte "Cosio, 1a Historia moderna es ain en gran medida una fstoria liberal, guiada por la conviccién de que los objeti- ‘esenciales de toda nacién moderna son politicos, es decir, Jimitaciones constitucionales a la autoridad, el funciona- de instituciones representativas y el ejercicio de una ‘Cosio Villegas y Reyes Heroles parecen cercanos (como F cuando se les compara con Arnaldo Cérdove, cuya pretacién de la tradicion politica nacional esté guiada nor el marxismo y 1a teoria de la dependencia. El punto de wrtida de Cordova en La ideologta de la Revolucién Mexica- de Cosfo es una historia de la politica, no de las ideas y qn por tanto, no somete las ideas a un andlisis severo. Cosio d cubrié que la “vida polftica” (el cuestionamiento del gobier no arbitrario por parte de los tribunales, las legislaturas, sobre todo, la prensa), que fue tan intensa durante la Rept blica Restaurada, persistié durante el porfiriato, incluso do la dictadura cobraba impuleo. De esta manera, pese a estima por el régimen porfirista, destacé perticularmente el papel de la oposicién, de la prensa sobre todo, que defend tenazmente los principios constitucionales de 1857. La pr de la oposicién era para Costo “liberal”, “independiente’ “democrética”; la prensa que apoyaba al gobierno, “oficial? u “oficialista”. Eeta distincién simplifica en grado sumo realidades del debate politico durante esta etapa de con 20 ideolégico. En un periodo gobernado por el mito lib en el que todos aquellos que tuvieran aspiraciones polftics ‘tenfan que ser “liberales”, Cosfo nos confunde al aplicar término solamente a una pequeiia oposiciGn. Por si esto re poco, como Cosfo no centré su estudio en las ideas, no no ayuda a comprender lo que los defensores de la politica cie tifice querfan decir cuando afirmaben con ahinco que erat a la vez liberales y constitucionalistas. De nada sirve calif car simplemente eu posicién de “oficialista”. La interpretacién de Cosio plantea asimismo el probl de la continuidad, o sea, la relaci6n existente entre las i y los programas de la época porfirista y los de la Revolucién ‘Al poner de relieve a la oposicién “liberal” y “democrética’ en contra de Diaz, Cosio implicaba que ésta constituia un p cedente directo del programa de Madero y, por tanto, de lo ideales que é1 mismo vio revivificados en su propio tiemy Sin embargo, también es posible que los supuestos del mo miento constitucionalista de la Revolucién derivaran en p de la politica cientifica y su versién del liberalismo. La His toria moderna de México puede verse como una critica de tradicién libersl oficial propuesta en la obra de Jestis Reyes cién liberal” y el régimen porfirista “su negacién”, ¥ pasa luego a descartar que 1910 marque un giro decisivo en historia de México."® El tema abarcador de su estudio, dice, 68 la “ideologia del desorrollo en las sociedacdoo de- endientes”; en el caso de México, esta ideologia tuvo sus rai- en la Reforma y se volvié dominante hacia 1876. Fue nismo el conjunto de ideas que dieron justificacién racio- al para el avance del capitalismo, el cual, insiste Cérdova, nué con la Revolucién pese a la afiadida presencia de problemética social”. Cérdova rebate la generalizada pinién de que el desarrollo econémico capitalista empezé en }; segtin él, empezé en 1867. La interpretacién de Cérdova nos sorprende desarmados plantea por tanto un desafio al historiador no marxista. poner al descubierto el mito liberal, deja el campo libre ‘un examen sistemiético de las ideas del porfiriato. Hace 19 Cérdova, Ideologta, pp. 87-86. 38 39 CHARLES HALE hincapié en la continuidad que existe entre las ideas del beralismo de mediados del siglo y el positivismo del porf riato asi como entre las ideas de los intelectuales porfirian y las de los intelectuales revolucionarios, sobre todo las d grupo constitucionalista que apoyaba a Venustiano Ca za. Cérdova conoce ademés en profundidad el contexto s de las ideas. El desaffo que el libro de Cérdova nos plantea comien por su visién del liberalismo. Cérdova concede poca impo ‘tancia al liberalismo como ides politica, consecuencia nat de su menosprecio por el cambio politico y su sobrevalo cién de la continuidad socioeconémica. Para él, el liberali mo no es sino un elemento més en la ideologia del desarroll econémico capitalista. Ademés, aunque el tema de Cérdo es la ideologia, el autor no somete las idess mismas a un an lisis interno riguroso. Dice que la tarea del historiador las ideologias es reconstruir las ideas y sefialar la funcién que cumplen en la sociedad. Los intelectuales porfirianos (Io defensores de la politica cientifica y los “cientificos” poste. riores —ambos grupos figurarén de manera predominante en este libro—) “prepararon ideolégicamente el advenimiento de la dictadura [de Diaz)” y luego le dieron “la concienci de su misién ante la historia”. Pusieron en claro cuél era esta misién al justificar la libre acumulacién de la riquez y el establecimiento de un gobierno autoritario, ambos esen- ciales para un Estado capitalista unificado. Cémo —podriamos ® Ibid., p. 45. Debo sefialar que Cérdova concibe la “ideologia’” de un modo totalmente distinto al mio. El la definiria probablemente como cl conjunto de ideas que permiten defender de manera razonada los inte- rreses de tna clase social en ascenso. Para mi la ideologia son los supues- os 0 posiciones retdricas de un programa politico que van encauzados hacia. 1a defensa o la oposicién contra un orden institucional o social. La ideolo- aia (a diferencia del mito) presupone un conflicto en la sociedad. Me he ccupado més extensamente de este tema en “The reconstruction of Nineteenth-Century Polities in Spanish America: A case for the history of Ideas”, Latin American Research Review 8, 2 (1973), pp. 53-73. 40 sqRANSTORMACION DEL LIBERALISMO EN MEXICO A FINES DEL SIGLO XIX untar— es posible analizar las ideas si se las considera Mjalmente secundarias y vacias de integridad en s{ mis- a, je6mo analizarias cuando el ‘inico papel que se les otor- "ee al de cumplir una funcién social o justificar la misién ica de un régimen politico o, de hecho, cuando sélo se las @ como elementos de la ideologia del desarrollo capi- de los intelectuales porfirianos y a estos supuestos bré de volver en el capitulo VII. No obstante, en lo que ‘estudio de las ideas politicas se refiere, el valor de la obra dica primordialmente en su demolicién del mito liberal. ‘Asi pues, antes de comenzar a indagar debemos conocer fuerza de la tradicién liberal en México y sus efectos 80- interpretaciones en boga de los afios posteriores a la Reforma. Luego podemos definir cusl seré nuestro enfoque del periodo, que es el estudio de sus ideas 0, mejor dicho, la ‘pase intelectual de los principios que guiaron el curso de ‘Ja politica en sf misma. Antes que nada, debemos entender ntemporéneos querian decir o decfan que que- ce. Demputs sear tai Iss kame Gnatoiae ‘un contexto intelectual occidental més amplio. Debemos se- fialar las influencias europeas presentes en México pero, atin ‘més, discernir la importancia de esas influencias. Por qué ~ los mexicanos pusieron los ojos en ciertas teorias, movimien- tos intelectuales, modelos politicos y Ifderes de Europa, y no en otros? Para responder a esta pregunta es necesario ex- plorar el importante contexto europeo de las ideas, 0 sea, establecer comparaciones entre México y Europa. Debemos rebasar la estéril polémica acerca de si las ideas mexicanas fueron originales de este pais o imitaciones de las de otro, siestaban fuera de la “realidad” mexicana o correctamente incorporadas y “‘mexicanizadas”. Admito de entrada que el objeto de mi estudio son las ideas de una élite cuyo mundo intelectual era Europa, pero también que mantenia lazos muy estrechos con el gobierno y con los politicos. En resumen, es- 41 (CHARLES HALR te libro esté guiado por la conviccién de que el estudio criti co de las ideas en su contexto histérico y comparativo corre puede ayudar a comprender el procaso politico mexicano Debo subrayar desde el principio que no encontrard é lector en estas péginas una narracién politica coherente 10s afios posteriores a la Reforms, ni prevaleceré tampoco cesariamente el modo narrativo en la discusién de las ide: Dado que mi objetivo es el anélisis, muchas veces me ap taré de la secuencia cronolégica para buscer los origenes o las implicaciones de un concepto y su relacién con otros. Sin embargo, hay en los diversos capitulos narraciones que con tar, largas y breves, asf como casos en los que sigo una nologia exacta por ser ésta la clave del andlisis. La mejo manera de enfocar la historia de las ideas, como muchos otro tipos de historia, es combinar atinadamente el andlisis con la narracién. Como he dicho, el tema de este libro es el liberalismo, Pero su eje central es el concepto contemporéneo de la politi: ca cientifica dado a conocer por primera vez entre 1878 y 1! en La Libertad por una “nueva generacién” de intelectua- les -periodistas bajo la direccién de Justo Sierra, Telésforo Garcia y Francisco Cosmes. Para sefialar los elementos de la politica cientifica en el capitulo I, consideraré en pri- mer lugar el positivismo europeo, las ideas de Henri de Saint-Simon y del joven Auguste Comte, asi como la situa- cién histérica en la que se encontraban cuando escribieron. Aan cuando en sus escritos polfticos el grupo de La Libertad no citaba a Saint-Simon, y a Comte sdlo en raras ocasiones, Jas bases intelectuales de sus planteamientos, el tono de su discurso, de hecho, el término mismo de “politica cientifica” fueron tomados finalmente del positivismo francés. No obs- tante, también recibieron la influencia mds directa de varios modelos politicos contemporéneos, las repiiblicas conserva- doras de Francia y de Espafia bajo los gobiernos de Adolphe Thiers, Jules Simon y Emilio Castelar. Estos regimenes die- 42 IRANSFORMACION DEL LIRERALISMO RN MEXICO A FINES DEL SIGLO XIX ss " jlo de gobierno constitucional fuerte frente a la ; eae Tembien ejemplificaron lo que es el “liberalis- Meonservador”, que para los mexicanos se convirtié en el to de la politica cientifica. Durante algin tiempo La ‘rtad se autodenominé “un periédico liberal ~conserva- e?, Su programa era efectuar reformas constitucionales pe- Beer al gobierno, base a su vez, del orden politico y Iprogreso econémico. Francisco Cosmes llegé incluso s ha- spun escandaloso llamado a le “tiranfa honrada”. Al abo- por las reformas constitucionales, Sierra y su grupo on la “metafisica” mentalidad de quienes hicieron la ftucién en 1856-1857 y se autollamaron “liberales 08”. A los defensores de la Constitucién “pura”, como osé Maria Vigil, los llamaron ‘‘liberales viejos Cuanto més analizamos los debates de 1878-1879 més os confunde la terminologia politica en uso. La politica cien- ‘como doctrina imbuida de positivismo rechazé muchos os liberales cldsicos, y sin embargo sus oponentes eran ales”, por no decir liberales “nuevos” o liberales “con- es”. Atacaban la Constitucién de 1857 pero se decfan constitucionalistas” que exigian se revisara el documento para adaptarlo a la realidad. ;Fueron acaso los directores de a Libertad meros apologistas de la dictadura, es decir, del imen incipiente de Porfirio Diaz?, ;fue su programa de re- visar la Constitucién un intento de subvertirla? Estas pre- guntas son el punto de partida de los capitulos III y IV. Los pertidarios de la politica cientifica (y de la reforma ‘constitucional) hablaron con frecuencia de la convocatoria de 1867, el llamado de Juarez y Lerdo a convocar elecciones generales y sus propuestas de cambios a la Constitucién tras Ja victoria liberal. En el capitulo III rastrearemos la relacién entre la politica cientifica y el constitucionalismo poniendo primero nuestra vista en el pasado, en el afio de 1867. Des- ‘cubrimos en la convocatoria un claro llamado a reforzar e! Ejecutivo, de hecho, una perpetuacién de la dictadura legal 43 CHARLES HALE JON DBL LIBERALISMO EN MEXICO A FINES DEL SIGLO XIX ejercida por Judrez durante los atios de guerra. Habia tam bién la propuesta de reinstaurar el Senado con el fin limitar los excesos potenciales de Ia legislatura demoe “Adentréndonos atin més en la enmarafiada relacién de ttica cientifica con el constitucionalismo, avanzamos en npo y llegamos, en el capitulo IV, a la fundacién de la ‘Nacional Liberal en 1892 y al debate sobre la inmo- dad de los jueces en 1893, Entonces encontramos que Justo {junto con algunos viejos colegas y otros nuevos, se vale Jos mismos argumentos cientificos de 1878 para proponer ‘reforma a la Constitucién que limite, no aumente, el po- ide Porfirio Diaz. En el curso de un enredado debate tri- ateral a fines de 1893, se dio a estos partidarios de limitar titucionalmente a la autoridad el apodo de “‘cient{ficos”, ¢ que ha permanecido con el paso del tiempo pero cu- jo significado sufrié grandes cambios en las décadas poste- . Para 1893, los defensores de la politica cientifica (ahora dos los ‘‘cientificos”) atin demandaban un gobierno cons- ional fuerte, pero su apreciacién de lo que esto queria habia cambiado con la situacién politica. E] Bjecutivo il de 1878 ahora se habia vuelto demasiado fuerte. En su- de 1878 a 1893 (contando los precedentes que datan de 1867) encontramos una interaccién continua entre la po- a cientifica y el constitucionalismo, pese al conflicto teé- rico entre el positivismo y el liberalismo, y esto nos obliga ‘a tomar en serio la posicion de Sierra y sus seguidores. ‘Termino el capitulo IV con el desenlace del debate de 1893, ‘convocatoria de una segunda convencién de la Unién Nacio- Liberal para nominar otra vez a Diaz para la reeleccién. Esta posterior reunién del “Partido Liberal” fue el ‘iltimo (yel més débil) esfuerzo que realizaron los Cientificos para entrada a nuevas “instituciones” sin romper la continui- dad gubernamental y liberar asi al pais de su dependencia total del “régimen personal” de un Porfirio Diaz entonces ‘ya viejo. La pieza central de este segundo esfuerzo fue el dis- curso de nominacin pronunciado por Francisco Bulnes el 21 de junio, y su resultado concreto, la adopcién constitucional _ de una vicepresidencia separada (aunque ineficaz) en 1904. miento de un Senado conté con la presencia de un elemen to no positivista de la politica cientifica: el constitucior lismo hist6rico en la tradicién de Montesquieu, Benj Constant y, més recientemente, Edouard Laboulaye, el fran 6s que luché por le instauracién de un Senado tras la R volucién de 1848. Acontinuacién, también en el capitulo Ill, pondré a py ba el constitucionalismo de los partidarios de la politica cien tifica examinando sus ideas politicas antes de la funda: de La Libertad en 1878. Encontramos que hicieron su ent en la vida politica como fuertes defensores del presidente del Tribunal Supremo de Justicia, Iglesias, que denuncié la eleccién de Lerdo de Tejada como ilegal en 1876 y luego pr senté6 como constitucional su propia sucesién a la Presidenci Su causa era legalista en extremo pero atrajo a los fut criticos positivistas del legalismo. La derrota de Iglesias de Lerdo) por el “revolucionario” Porfirio Diaz hundié al gruc po, sobre todo a Justo Sierra, en una crisis politica e intelec- tual durante el afio 1877. No s6lo giro Sierra del legalismo constitucional a la politica cientifica y de Iglesias a Diaz, sic no que (como veremos en los capitulos V y VI) también pasé del espiritualismo filoséfico al positivismo, Examinaré ade- més el desarrollo del concepto de “‘administracién” en con- traste con el de “politica”, que estuvo presente en el debate sobre la convocatoria de 1867 y reaparecié en la crisis de 1877 para legar a su plena madurez un aiio més tarde. Una orien- tacién tecnoerética, es decir, el énfasis en la administracién por parte de una élite que estaba por encima de la politica y a la que no afectaba el juego de intereses, tuvo un papel decisivo en el nacimiento de la politica cientifica. 44 45 CHARLES HALE SFORMACION DEL. LIBERALISMO EN MEXICO A FINES DEL SIGLO XIX Gran parte de la esencia de este libro tiene que ver e9 los debates politicos en una era de consenso. Ya he sefialad que, con la derrota del Partido Conservador en 1867, el lib ralismo dej6 de ser una ideologia combativa y se convi en un mito politico unificador. Si bien los debates eran a m nudo virulentos, es importante recordar que se llevaron a cab dentro de una “institucién liberal” de amplio alcance. Est, institucién cobré mayor unidad a medida que el conflicto d las facciones durante la Republica Restaurada dio paso a reconciliacién durante el porfiriato. No obstante, a pesar d consenso ideol6gico y la reconciliacién politica, los debat fueron significativos; fueron algo mas que una mera p intelectual contra un contrario imaginario. Las ideas en tién se convirtieron en parte integral de la politica me y continuaron poniendo su sello en las politicas implanta: das a pesar de la Revolucién y del nuevo conflicto ideol6gic que surgié con ella. Para explorar la estructura de la politica cientifica y relacién con la herencia liberal, he tenido que rastrear m a fondo el papel que la filosofia positivista ha desempei en México después de 1867. Tal fue el tema de una obra pio nera de Leopoldo Zea, guia y conductor desde los afios c renta en la biisqueda filoséfica de lo mexicano, de la identi cultural mexicana. En un claro desafio contra qui vefan el positivismo como una filosofia europea (0 uni impuesta sobre la cultura mexicana, Zea se propuso dei trar sus caracteristicas especificamente mexicanas, su to circunstancial”. Para Zea, el positivismo era la ideologia d 2 Leopoldo Zea, El positivismo en México, 3* ed., México, 1968; 1 ed., en 2 vols., 1943-1944, Para una critica véase William D. Raat, “Leopoldo Zea and Mexican Positi Reappraisal”, en Hispani American Historical Review, 48 (1968), pp. 1-18; también mi “History o Ideas: Sustantive and Methodological Aspects of the Thought of Leopoldo Zea", en Journal of Latin American Studies, 3 (1971), pp. 59-70. Para un enfoque alternativo del tema del positivismo véase William D. Raat, El ositivismo durante el porfiriato, 1876-1910, México, 1975. guesia mexicana en eu segunda etapa, la del orden, ¢la misma manera que el racionalismo francés fue su ideo- ‘en Ja anterior etapa combative, Examind las ideas de hos de los mismos personajes de que nos ocuparemos en tte libro pero, a causa de sus prejuicios filoséficos, Zea ni ‘adentr6 en el contexto social e institucional de las ideas idefini6 lo que él entendia por “burguesia mexicana”) ni iz6 éstas en profundidad. La obra de Zea puso al descu- 9 un rea de estudio totalmente descuidada y puso el edo en temas fundamentales, como la relacién entre el li smo y el positivismo y el nexo entre las ideas del gru- b de La Libertad en 1878 y las de los Cientificos de 1893. ‘embargo, para quien estudia la politica, el valor de la de Zea es limitado, no sélo por sus prejuicios sino tam- bién por su manera de entender el positivismo. El positivis- no no fue en México una idea politica, como al parecer sugirié , fueran cuales fuesen sus efectos sobre ella. Por tanto, comprender adecuadamente las ideas politicas dominan- fes en la época tomo como punto de partida el liberalismo no el positivismo. ‘Antes sefialé una incongruencia: la de que, si bien el po- itivismo comteano aparecié en México por primera vez en Jadécada de 1869, su influencia sobre las ideas politicas fue hasta después de 1878. La Oracién cfvica leida por Ga- no Barreda en 1867 contenia a todas luces implicaciones oliticas derivadas del positivismo, pero ni Barreda ni na- die las siguié més alld. Ya que fue en la reorganizacién de _el positivismo comteano se hizo sentir de manera inmedia- ta, en el capitulo V me ocupo de la fundacién de la Escuela ‘Nacional Preparatoria (enP) en 1867, y del plan de estudios cientifico y comteano que impuso como requisito a todos los estudiantes que luego quisieran seguir alguna profesién. Tan- _ to la escuela como su plan de estudios provocaron una gran polémica desde el principio y seguiré los pasos de la defensa 41 (CHARLES HALE YON DEL, LIBERALISMO EN MEXICO A FINES DEL SIGLO XIX positivista que Barreda hizo de la escuela contra quien se oponian a ella tanto desde el terreno préctico como el filoséfico. Uno de los primeros opositores fue Justo ra, quien de la critica filoséfica al positivismo y a la en 1873-1874, pas6 a la ardorosa defensa de ambos en 18 Hay que sefialar que, pese al obvio nexo existente entre filosofia educativa positivista de diez afios de antigiiedad la nueva doctrina de la politica cientifica, las ideas edu vas y politicas siguieron rumbos diferentes hasta 1880, La edueacién superior y la politica se ensamblaron de m nera inevitable a raiz de los grandes debates habidos tre 1880 y 1883 a causa de la adopcién de textos de | por parte de la ENP; éste ser el tema del capitulo VI. La p lémica fue bésicamente filoséfica, entre el idealismo (ra sista alemén y espiritualista francés) y el positivismo; en ella participaron los liberales doctrinarios 0 “viejos" —ey particular José Maria Vigil, Hilario Gabilondo e Ignaci Altamirano— frente a los principales defensores de la polit ca cientifica: Sierra, Gareia, Jorge Hammeken y Mexia, Porfirio Parra, En realidad, la oposicién al positivismo y la exp aleanzé su punto culminante en los primeros aiios dé decenio de 1880 con el apoyo de ciertos ministros cla del gobierno de Manuel Gonzéilez. También los defensores d 1a filosofia idealista se volvieron defensores de los principio liberales cldsicos, que vefan amenazados por el positivisma Los debates pusieron de manifiesto el conflicto teérico enti el positivismo y el liberalismo, mas sus implicaciones polit cas fueron acalladas por la constante politica de reconcilil cién de las facciones. Ambas partes de la polémica contabi con un firme apoyo en el régimen de Gonzalez. De este mo do, aunque la controversia educativa y filoséfica levaba in: evitablemente al camino de la politica, no generé ninguna critica al régimen mismo. Para terminar, en el capitulo VI rastrearé el surgimiento del positivismo como filosofia oficial de la educacién supe- ; consecuencia del segundo Congreso Nacional et fn Pablica, colebrado en 1801, y la subsecuente 1896. Este predominio del positiviamo en la educacién on el irrefutable prestigio que aleanzé la politica i liberalismo no fue desplazado sin embargo to- Yeni de la politica del gobierno ni de la educacién su- ‘como lo demuestran el debate constitucional de 1893 tla, el renovado movimiento de la Unién Liberal ‘esi como las criticas a la educacién positivista que poco después. ie 6 mi bésqueda con el andlisis del positivismo Teonjunto de ideas sociales en el capitulo VII, para po- ‘sefialar 1os postulados sociales enclavados en la poli- ifica y la relacién de éstos con el liberalismo. Debo la importancia relativa que en el pensamiento social tienen las teorias de Auguste Comte y de Herbert {Qué visién de la sociedad concordaba mejor con los ‘el colectivismo jerérquicamente organizado y no titivo de Comte en el cual Estado y sociedad eran una ma cosa, o la sociedad industrial de Spencer, individua- ta, liberal y acéfala (sin Estado), producto de la evolucién daptacin de toda la naturaleza? Me ocuparé asimiamo ‘efecto que en México tuvo la biologia de Darwin, en es- cal de eu aplicacion a la sociedad tal como la populariz6 cer. {Hasta qué punto absorbié a institucidn liberal exicana el desprecio generalizado hacia la poblacién indige- .y Is hostilidad contra la mezcla de las razas? Ademés de pasar las actitudes generales de la élite intelectual y go- nante hacia el indioy la rebelién agraria, examinaré dos importantes de la politica social: la educacién prima- obligatoria y la colonizacion por extranjeros (que abarca | cuestién de los terrenos baldios). Tales aspectos de la polt- ea adoptada engendraron polémicas y, al igual que en los pitulos precedentes, seguiré el curso de los principales de- es que se mantuvieron y las leyes que de ellos resultaron. 48 a CHARLES HALE Por tiltimo, dado que ambas cuestiones sentaron esencialm LA ESTRUCTURA DE LA POLITICA CIENTIFICA te las bases del futuro de México como nacién, termino el pitulo con unas palabras sobre la identidad nacional en clima de rapido crecimiento econémico. j A la hora de explorar el pensamiento social mexicano Ja época del positivismo, no debemos perder de vista el e ‘a politica cientifica hizo su presentacién como doctrina que central de este estudio: el concepto de la politica cien xy regeneradora en México por via de un grupo ex- nal de intelectuales-periodistas en su 6rgano, La Li- ‘un diario que aparecié el 5 de enero de 1878 y continué licdndose hasta 1884. Los afios en que La Libertad tuvo a fuerza politica importante fueron los dos primeros, que wron en la primera y tambaleante administracién de Por- Diaz. Los hombres de La Libertad, que segin los rumo- ban de acuerdo con el Presidente, se vefan a sf mismos o una “generacién nueva” y propusieron con un esfuer- nsciente las bases intelectuales de una era cercana de ¥y progreso. Formaban un grupo unido, ligado por la stud de sus miembros, lazos de parentesco y colabora- previa politica y periodistica. "Los Ifderes eran Justo Sierra, Francisco G. Cosmes y Te- 0 Garcia, Sierra cumplié 29 afios en enero de 1878 y ya para entonces una sélida reputacién como jurista, posta periodista. Mientras fungi6 como director editorial de La tad hasta su renuncia en abril de 1880, fue sin duda nin- el motor intelectual del grupo. Cosmes, de s6lo 27 afios, sido un activo periodista desde 1874 y trabajé como se- srio de redaccién de La Libertad hasta que recibié un mal- dado nombramiento como parte de la delegacién mexicana Paris a fines de 1880. Garcia era un espafiol que habia vi- México desde 1865 y que a la edad de 83 afios era ya ia y empresario comercial. El proporcioné apoyo finan- para la nueva empresa periodistica. Garcia y Sierra eran nigos intimos. Cosmes y Sierra habian custodiado al presidente srino José Maria Iglesias a Guanajuato a fines de 1876, y sirvieron como funcionarios durante una corta temporada. pues, primeramente, la politica cientifica, 50 51 CHARLES HALE CION DEL LIBERALISMO EN MEXICO A FINES DEL SIGLO XIX, , iterari i ; ban Agus- También formaba parte del grupo el talentoso herman en cerszine do primar orden, se encontraly menor de Justo Sierra, Santiago (de 27 aifos), que fue iF Cuenca (28 atioe), Jests E. Velenzuela (22 aioe) y Ma- gion Gini dares cincite lee clnboradaees (det alae Gutiérrez Néjera (19 afios), tad durante 1878, antes de que partiera un aiio después "Varios miembros del grupo: Cosmes, Garay, Hammeken, Chile a ocupar un puesto diplomético de poca importanei gehermanos Sierra y Olaguibel, hsbian trabsjado juntos en Regresé a la junta directiva en octubre de 1879 y fue mier Bien Pablico, un periddico anti-Lerdo, de agosto a octu- bro de ella hasta su muerte prematura, e] 27 de abril de 18 de 1876. Otras colaboraciones periodisticas de futuros en un duelo con Ireneo Paz, el director del periédico ri de Lo Libertad fueron las de El Federalista La Patria. Tras este tragico suceso, Justo Sierra abando §12- 1874), La priene Col La Epoca Oe eae temporalmente el periodismo y a partir de entonces declin6| Semmeyice (1877). La. Epoca tuvo como principal directar importancia politica de La Libertad. Otro fiel miembro hel, El Mundo Cienttfico, a Santingo Sierra. Ast pues, Jorge Hammeken y Mexia (de 26 aiios de edad), amigo « pia de Lo Libertad represents una coalicién momen- cano de Garcia y de los Sierra.! Otros miembros de ¢ de diversos amigos y otrora colegas, una cohorte de in- constelacién intelectual fueron el literato nacido en Esp: de entre 25 y 30 afios, que se unieron ante la Enrique Olavarria y Ferrari (contempordneo exacto de ernie Sree ona regener scat ool re rasa cfa), que ingresé a la junta directiva en enero de 1879, aero : : los Olaguibel y Arista (31 afios), y los redactores cientificy _ La Libertad reconoci6 abiertamente que recibfa un subsi- Porfirio Parra (24 afios), Manuel Flores (25 afios) y Luis fio del régimen de Diaz, pero también declaré con insistencia Ruiz (21 atios). Los tres iltimos hombres eran destacados Speacer 0 n0 sacrificaba on abeointo su independencia- fesores y administradores de la Escuela Nacional P ace ee ee Sekine toria, como también lo fue Eduardo Garay (33 afios), miemb eee ot Eo eer ere eel fundador. de la plantilla de La Libertad? Entre los cola Nene ee ee adores mAs jévenes, todos los cual friend os intentos revolucionarios. Tras la sublevacién See ee eee o Sierre: “‘coincidimos con el nuevo presidente en que la ‘laa GLN SE tearaceercs as era el requisito previo para la conservacién de nuestras, 1070, prommblonis ararapressdelberoperieciseerseoatlo cal fbertades”; “Ia nacién. .. reprendié sclemnemente a la gue- viera desde fines de 1876 y se hubiera convertido al positivismo (\ civil, con cualquier pretexto, con cualquier motivo, con leap In. 66) Con Justa Sierra, irvio como teatigo en la vista dal i coun de naturalisacin de Teléaforo Garcia (que tavo lugar el 14 de j de 1879). Véase el Archivo de la Secretaria de Relaciones Exteriores, 521. (G6), seccién 43, caja 4, expediente 48 (43-4-48), Declaré que tenia 28. Hammeken hizo de padrino de Santiago Sierra en el duelo fatal antes m cionado: Justo Sierra, “Apuntes familiares”, Obras, 14, p. 14, y como también murié joven (e causa de un padecimiento cardiaco), ala edad d desde el principio, el reconocimiento del subsidio se dio __ 3El Ginico miombro de més edad on el grupo de La Libertad fue Leén. min, que colaboré con varios articulos y tenia 57 afios en 1878 (véase 2, pp. 108-104). Otros personajes més oscuros incluidos en la plantilla Libertad fueron Manuel Martinez de Castro (novelista del que se fs obras pero no sus dates biogréfices), Gerardo M. Silva y Iatios, 7 Garay dimitio por estar en desacuerdo con el programa del per £0 (La Libertad, 26 de septiembre de 1878). Sus diferencias no le imp ron actuar como segundo padrino de Santiago Sierra 52 53 CHARLES HALE 8 Sonocer por vez primera en un insélito editorial de prix plana el 23 de abril de 1879, en medio de un creciente, engaiio ante los frecuentes cambios de ministros en e] nete y el letargo del gobierno para emprender ‘Ogre constructivos. La Libertad continué siendo un eritice tos0, pero para fines de 1879 Sierra y sus colegas reeg ban con nostalgia las promesas de los dos afios anterios temfan que la campatia electoral de 1880 significara una y ta al faccionalismo, No habfa, sin embargo, sefial alguna, indicate el retiro del subsidio por parte del gobierno La politica cientifica o positiva planteaba que habia enfocar los problemas del pais y formular sus politicas d cin de una manera cientifics. Sus principales car cas eran: el ataque al liberalismo doctrinario o “ metafisica”, la defensa de un gobierno fuerte que con! tara las endémicas revoluciones y la anarquia, y el ll miento a la reforma constitucional. Se basaba en te curopeas, particularmente francesas, que databan de los. de 1820, con Henri de Saint-Simon y Auguste Comte, rfas que, bajo el nombre de positivismo, se habian gener zado mucho en el pensamiento europeo para 1878. Apat de los orfgenes teéricos de su doctrina, los exponentes de polftica cientifica en México hallaron inspiracién en la Periencia concreta de las repdblicas conservadoras con pordneas de Francia y Espafia y en sus Iideres, Adolp ‘Thiers, Jules Simon y Emilio Castelar, cuyas politicas se: nian por “cientfficamente” formuladas, En sus articulos diarios de 1878 a 1880, los directores. La Libertad consideraban que estaban interpretando cient Scamente para México los avances de la ciencia del siglo xn {susto Sierra en La Libertad, 28 de diciembre de 1879 (Ob vol. 4, p. 287) y 17 de febrero de 1880 (Obras, vol. 4, p. 278), Para ot referencias acerca del subsidio y el acuerdo, véase Sierra en Le Lib ‘ad, 26 de septiembre do 1879 (Obras, vol. 4, p. 242), La Libertad, 12 noviembre de 1879, "5 Véase Coames, “Los intransigentes", ibid, 1878; 28 de dic DEL LIBERALISMO EN MEXICO A FINES DBL SIGLO XIK ion jencia podfan aplicarse a los rt ale econdinic la rogeneracion scnidad politics. La politica, dijo Francisco Cosmes, vneia experimental, apoyada en hechos, con un fin cio bien del mayor ndmero”. Es, ademés, la cien- vsible: los dogmas, las teorfas y las férmulas legs- slo Ponder el paso a la observacién, la investigacién f riencia, para que sean éstas las que gufen oi slempujar a un lado las doctrines universales, ual “buses el procedimiento particular més com. va cada caso”. “Buscamos la verdad relativa, no fo, invitamos a la discusién y no afirmamos nada + prasbas”, escribi6 Jorge Hammeken al detineer “los de la nueva generacién”. “Apreciamos la libertad ribié Telésforo Garefa—, pero siguiendo el camino mar- ‘a ciencia; no amamos la libertad independientemen- " It stabe 1 nucva politica asada on ls ‘con la politica metafisica de la “vieja generacién” de cdo ln época de la Reforma, Justo Sierra establocis node este ataque sla “metafisica” en su prolongado de- de fines de 1878 con José Maria Vigil, un defensor del jo" Uberalismo en El Monitor Republicano, La visio como los “hombres del 93 [en Francia]”, cree que la d puede y debe ser moldeada hasta que se conforme = = sae Rete Bea tact arcane neers jo en el periédico de Garcia, El Centinela Espafo! ease trticuloeraelsogunde de una serie de a cual cuatro fueron publ 28 ‘breve introduecién y conclusién bajo el titulo Polémica ftloso- jcon tna Garantie reso ue el sistema a tl sistema metafsico cme eee, 1861) on ds ediciones posteriores (SS y 1898) Se es eter oustado en 180 acauna dela ees nay ellos no oeuparemos con bs detalle en el capitulo Vi 55 (CHARLES HALE a los derechos del hombre, recurriendo, si es necesario, violencia, a la revolucién. Pero, atiadié, es una escuela ha acabado su misién”; ya ha pasado su dia. Alreferirse a los revolucionarios de 1793, Sierra se remitiendo a los origenes de la politica cientifice, la er de Henri de Saint-Simon, a las doctrinas liberales y cionarias de Francia Cuando esoribié en 1821, Saint. vefa a Europa atin sumergida en una crisis de treinta que conducirfa finalmente al establecimiento de un ¢j ma industrial y cientifico. Con la naturaleza critica d glo xvi, atin vigente, y la naturaleza organizadora del atin por desarrollarse, las bases de la politica estén con Sas y adn predominan los “‘metaphysiciens et legistes”, se puede negar el papel que ellos desempefiaron en la truccién del sistema feudal y teolgico del pasado, pero doctrinas son inadecuadas para la era que est por lle ‘is sont sujets a prendre la forme four le fonds, et les m pour les choses.” Saint-Simon resalté la diferencia exi entre una “politique metaphysique” y una “politique sci ciedad, les industriels, para que asumieran su papel de Iideres en Ia tarea de la reorganizacién social? Los que més tarde pasaron a ser los temas princip de La Libertad —el ataque a la “metafisica”, el rechazo d liberalismo doctrinario y le aplicacion de la ciencia a I ca y la regeneracién social— fueron desarrollados de mane més sistemética en 1826 por Auguste Comte, ex secreta y colaborador de Saint-Simon. Comte explicé desde el pr cipio que la “philosophie positive” era en cierto modo a a la “philosophie naturelle”, el término coman en I terra, o “philosophic des sciences”. La filosofia positiva, si ¢ i = Aevinatan La Libertad, 30 de agosto de 1878 (Obras, tomo 1 Henri de Saint-Simon, Du Systeme Industriel, 3 Bp. 12, 20, en Oeuvres, 3 vols., Paris, 1966, pS ra MeL 56 (ION DBL LIBERALISMO EN MEXICO A FINBS DBL SIGLO XIX ‘no se limita a diferenciar a las diversas “ciencias ” sino que pone de relieve la interrelacién las, “pues las concibe como sometidas a un método ‘y.como partes diferentes de un plan general de inves- n”* Comte hizo hincapié en que esta interrelacién ica en su forma. Al estudiar y clasificar las cien- movernos desde la més simple, més general, a y més independiente a la més compleja e in- . Esto es vélido no s6lo cuando se trata de cien- s sino también cuando se estudia una ciencia en .. De modo que la progresién va de la fisica celestial sca terrestre, es decir, de la astronomfa a la mecénica, quimica. A estas ciencias Comte las denominé corps por ser diferentes de los corps organisés, la filosofia fisica social o sociologia.® La fisica social, que implicita- ‘es parte de la fisiologia, merece una categoria especial su estudio porque es més complicada que las otras cien- asy los conceptos relativos a ella estén menos elaborados. in la jerarquia de las ciencias establecida por Comte, la el estudio de los cuerpos orgénicos en el nivel in- dual, precedfa a la sociologia o estudio de tales cuerpos igrupos. De igual modo, las etapas del desarrollo social eran mismas que segu‘a la mente humana individualmente. da uno de nuestros conceptos principales, cada rama de estro conocimiento, pasa sucesivamente por tres etapas: logia (imaginaria [fictif), la metafisica (abstracta) y la © positiva. Estos son los tres métodos de conceptua- i6n usados por la mente humana, y cada uno de ellos tie- ‘sus puntos de perfeccién. El principal problema que Comte __ * Auguste Comte, Cours de philosophie positive, 5* ed. 6 vols., Pa- 1907-1908, tomo 1, xiv. (La 5* ed. fue presentada como “idéntica” a 1, de 1830-1842; presumiblemente esto signifieaba que el texto era ol mo, pero no la paginacién.) El Cours en 6 vols. fue la versién publica- de las clases que Comte impartié en 1826. * Ibid., pp. 84-80; tomo 4, 192n. 87 omer yRMACION DEL LIBERALISMO EN MEXICO A FINES DEL SIGLO XIX veia en el estado en que se encontrabs el conocimiento en, época era que los métodos teolégicos y metafisicos, si bien. bian desaparecido en gran parte al habérselas con los feném nos naturales, “atin se usan en cambio, de manera exely en todo lo referente a los fenémenos sociales”. Tod estamos invadidos, afirmaba, por una gastada lucha conceptos tales como derecho divino y soberania popul El punto de partida de la mente humana en todos asuntos es necesariamente teoldgico, dijo Comte, y su es definitivo y final, positivo. Las concepciones metafisicas transicionales y, por tanto, “de naturaleza bastarda y v ble”, pues se adaptan al declive gradual del primer ti al ascenso paulatino del tercero. Al igual que Saint-Simo Comte vefa la presente etapa del pensamiento como mezel da o estacionaria, y la anarquia intelectual como la situ cién prevaleciente en la sociedad. El vigor y la claridad las concepciones metafisicas, que alcanzaron su momento minante durante la Revolucién francesa en la lucha inte tual contra el antiguo régimen, ya se han perdido, El esp metafisico, tal como se vefa por ejemplo en las doctrin abstractas de la igualdad, los derechos del hombre y la bertad de conciencia, es ahora “radicalmente hostil a to reorganizacién social verdadera”."! Aungue los dire de La Libertad nunca llegeron a las conclusiones antili les extremas de Comte, la caracterizacion que éste hizo d espiritu metafisico, como muchos de sus otros temas, s{ con tituyé una parte fundamental de su modo de pensamienta Elrechazo de Comte a la metafisica y su defensa del em pirismo no implicaban hostilidad al papel de la teoria en’ ciencia social. Al contrario, Comte pregonaba que la gran n ea era moderna era to6rica. La reorganizacién in- Mi ldebfa reomplazar a la anarquia intelectual. Lo que Mepecial a la filosofia positiva en oposicién a los modos niento anteriores “‘consiste en considerar que las ndependientemente del reino de las ideas del que | parte, tienen por objetivo la coordinacién de hechos =”. En la etapa positiva, la mente humana ya no ‘més por el origen y el destino del universo ni por de las esencias, sino que trabaje “para descu- * eombinando equilibradamente razén y observacién, las sfectivas (de los fenémenos)”. Si bien es cierto que to- lel pensamiento positivo debe basarse en la observacién, 5 es menos que “para iniciar el trabajo de observacién mente necesita algin tipo de teoria”.!2 De este mo- niimero siempre decreciente de leyes o “hechos genera- | de los cuales todos los fenémenos observables son casos tos. El punto de partida (y presumiblemente la ley pri- 2) de cualquier ciencia social es “la idea fundamental fe progreso”, que desde Descartes ha sido sefialada por el srrollo gradual de las ciencias naturales. Comte seleccion6 esquieu por ser el primero en afirmar que los fené- sociales estan sujetos a leyes naturales invariables. fue Condorcet quien, a pesar de sus numerosas espe- ciones absurdas, demostr6 “la idea verdaderamente pri- ial y cientifica del progreso social de la humanidad”’.!* ‘Comte resalté con frecuencia la aplicacién de la ciencia jal. Asi como la ciencia de la biologia esté ligada a las ar- médicas, la ciencia de la sociedad debe estarlo a la politi- ca prictica. La resolucién de la “anarquia intelectual” en sociedad lleva por fuerza a la resolucién de la “anarquia 19 [bid., tomo 1, p. 12. La situacién en que se encuentra la politic dijo Comte, es andloga a la tendencia de antes a sustituir la astronom Por la astrologia, la quimica por la alquimia y los estudios médicos siste ‘méticos por panaceas universales, [bid., tomo 4, pp. 153-154. 1 bid, pp. 370 y 38. 12 Jbid., tomo 4, p. 115; tomo 1, pp. xiii, 3, 5. 33 [bid.tomo 4, pp. 120-121, 183. Comte dijo que Montesquieu se ade- Po pues buseé un principio de orgenizacién social en una ‘época destinada a la revolucién. 59 CHARLES HALE JON DEL LIBERALISMO EN MEXICO A FINES DEL SIGLO XIX politica”, que Comte caracterizé como la “aterradora eg titucién revolucionaria de la sociedad moderna”. Las c nes sociales, por su complejidad y la enmarafiada rela que sostienen con las pasiones humanas, no deben al narse a las acciones arbitrarias y ciegas de “un piblico competente” o a la “vagabunda libertad” del p actual. Comte abogaba por la intervencién de una éli bien le causaba inquietud la indiferencia politica de casi dos los sabios de su época, quienes deberian haber visto’ relacién entre el andlisis cientifico y el anélisis politico y més haber proporcionado la direccién necesaria para la generacién social. Al adaptar a México ideas cuya formulacién clésica fuel obra de Comte, los escritores de La Libertad proclamab la necesidad de més administracién y menos politica. Los: tores admitian que la frase habia sido introducida por el presidente Sebastian Lerdo de Tejada; tal vez ahora podia’ nalmente ponerse en préctica. Pusieron atencién a los esfu 20s de Matias Romero, el nuevo ministro de Hacienda, y ron a la conclusién de que al menos en su campo el gobier parecia entrar en una nueva era. Igualmente promet eran las enérgicas acciones de Vicente Riva Palacio, min de Fomento. Estos ministros se movieron hacia el reconod miento de la deuda inglesa, el inicio de nuevas obras publics y la expansién de las lineas del telégrafo, el ferrocarril y carreteras. El compendio sistemético de estadisticas habia c menzado pero, advertia La Libertad, el éxito definitivo del gimen de Diaz dependia de la formacién de “un plan cientifi de administracién y politica basado en el conocimiento d las condiciones biolégicas, sociales y econémicas del pais”. La idea de que la sociedad debe ser administrada, no go bernada, era una parte integral de la politica cientifica 14 Tbid., pp. 2-4, 66-67, 111. 18 La Libertad, 4 de enero de 1879; también 9 y 12 de febrero, 10. ‘marzo, 11 de abril y 13 de junio de 1878. wnes. Mientras buscaba un principio de orden pa- ce desorganizada por la Revolucién francesa, ie Saint -Simon hacia hincapié en que la nueva so- f fuese industrial, contérmina del Estado y basada en ao vacién del trabajo. Al defender la necesidad de incluir Je de su tiempo en el gobierno, exaltaba sus administrativas, su habilidad para vérselas con fpanzas y programer un buen presupuesto, La admin: nse convierte entonces en una “ciencia positiva’’..* ‘opiniones nos hacen olvidar que Saint -Simon habia enzado a escribir, en 1814, cuando era liberal y reaccions- Tas conquistas externas y la despética administracién na del Imperio napoleénico. Al igual que otros libera- sontemporéneos suyos, como Charles Comte y Benjamin tant, Saint-Simon y su secretario Augustin Thierry ha- {dealizado a Inglaterra. Inglaterra representaba un go- no basado en la industria, un gobierno comercial, “un weno liberal en el sentido auténtico de la palabra”..” © Saint -Simon rompié con Thierry en 1817 y poco después 6 el término “liberal”. El constitucionalismo de un nt se volvié anatema para él pues encarnaba la ten- ver al gobierno como separado o por encima de la siedad y limitado en cuanto a la proteccién de sus miem- ‘A los ojos de Saint-Simon, habia que abolir hasta don- fuese posible las instituciones gubernamentales actuales. Gerentes y administradores, especialistas que desempefia- fan sus funciones en todos los campos, remplazarian a go- ernantes y gobernadores. La libertad individual, objeti- 0 social de los liberales, seria descartada en favor de la acién, basada a su vez en la especializacién de funcio- . La raza humana “esta destinade a pasar del régimen amental o militar a un gobierno administrativo 0 18 Saint Simon, Du Systeme Industriel, tomo 1, pp. 117-118, 137. 17 Citado por Halévy, “La doctrina econémica de Saint-Simon”, p. 28. ia 61 CHARLES HALE JON DEL LIBERALISMO EN MEXICO A FINES DEL SIGLO XIX industrial”.!* Estas ideas continuaron vivas gracias a seguidores de Saint-Simon después de muerto éste en 189 sobre todo gracias a Auguste Comte, Acabaron por com tirse en los postulados bésicos de la politica cientffica, Telésforo Garcia, en su refutacién del constitucional liberal Vigil en 1879, afirmé que el gobierno no es d rente de la sociedad sino uno de sus érganos funcio La diferencia entre Estado y sociedad es la diferenc tre érgano y organismo, entre la parte y el todo. El bierno no es de ninguna manera el producto de un p entre individuos.. La idea de que la sociedad es un organismo en evoluci al que hay que entender hist6ricamente fue un lugar comi en el pensamiento de fines del siglo x1x y guié la politi cientifica de México. Justo Sierra cuestionaba por una te hasta qué punto era posible aplicar a México el “sis de Herbert Spencer, pero por la otra convenfa en que alg nas verdades estaban mas alld del debate. Como cualq organismo, escribié Sierra, la sociedad esta sujeta a las le yes de la evolucién, a la acciGn simulténea de la integraci y la diferenciacién. A medida que la sociedad se integra da vez més, se mueve de lo homogéneo a lo heterogéneo sus partes se hacen més diferenciadas y especializadas. E ta accién dual conduce a la perfeccién del organismo o ps greso. En su aplicacién de esta teoria a los problemas politic Y constitucionales de fines de los afios setenta, Sierra afi maba que el desarrollo de la organizacién social y la expan 4 desarrollo social”. Como veremos con més de- fon el capitulo VI, el individualismo sin trabas no fue idol esquema evolutivo de la politica cientifica en México. vvisién orgénica de la sociedad era fundamentalmente ‘como lo demostré Sierra en sus numerosas. obreade Ihistérico, la primera de las cuales fue publicada en 1878. dio de la historia de la antiguedad, que fue sub- do por el gobierno e iba a servir como libro de texto en sla Nacional Preparatoria, dio a Sierra la oportuni- ‘ofirmar los origenes naturalistas de la civilizacién y bién de presentar a la historia como una ciencia sociolé- 'Al citar las teorias de Haeckel y Laplace sobre los ori- del universo, de Lyell sobre los origenes de la Tierra ‘Darwin sobre el origen de las especies, Sierra expuso siones que ocasionaron speras respuestas en la prensa ica. La mision del historiador, afirmaba Sierra, es Jos hechos y las leyes generales que los gobiernan. a leyes (“hechos generales” o “generalizaciones superio- pueden reducirse a la ley del progresoy la ley de la evo- jn, Comte habia escrito que el método historico es esencial ‘el estudio de cualquier ciencia, que su “filosofia” es inse- ble de su “verdadera historia”, la relacién entre las eta- fen su desarrollo. Aunque Comte era a todas luces un icista en su modo de concebir la sociedad, habia recha- % sierra on ibid., 3 de septiombre y 3 de enero de 1879 (Obras, 6 , 238-239) 1 se Sere, Hsia deo Antigteded (Obra, tomo 1, p. 5:17 umbién La Libertad, 2 de novierabre de 1878, Para la defensa por Sierra desu historia contra los ataques de La Voz de México, véase La Libertad de enero y 1° de fabraro de 1878. Como prueba de que Ia Historia de fhe publieada realmente en 1878, véase José Ignacio Mantecén ‘tal, Bibliografia general de don Justo Sierra, México, 1969, 154.55, La Historia dio lugar a la serie titulada “Biblicteca de La Li: ”. El subsidio iniial de trescientos pesos se vio finalmente reduci A doscientos. Véase las cartas de J. Sierra a M. Romero, 10de diciembre 1B7T, Archivo Matias Romero, nim. 29864; y de Protesio P. Tagle a Sierra, 18 de febrero de 1878 (Sierra, Obras, tomo 14, p. 538) pero también “circunscribir{los] dentro de los limites q *® Ibid., p. 44. Véase también Frank Manuel, The New World of Her ri Saint-Simon, Cambridge, Mass., 1956, p. 74 ¥ passim. %8 La Libertad, 18 de octubre de 1879. 62 63

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