You are on page 1of 48
iCuidado con el perro! Liliana Cinetto ustraciones de O'KiF- MG ate » ‘o> PR6LoGo jCutano con este Linro! eevcrs steegaeeanensa Yo no suelo escribir prélogos, por miiltiples razones. La primera, por pura inhibicién. Cuando un libro me gusta y el autor me pide que se lo prologue, suelo cohibirme de tal modo que acabo no complaciéndolo. Si cl libro es tan bueno, para qué demonios me necesita a mi. Ademés, c6mo escribir un prdlogo sin hacer el resumen o anticipar la almendra del asunto en cuestién. En fin, cosas por ese estilo, que a lo mejor no son mas que subrerfugios de la envidia. El final es que que- do muy mal con ese amigo, 0 con esa amiga. “Todavia si el libro es un fiasco... Pero tampo- co. Cémo voy yo a comprometer mi pres- tigio planetario escribiendo cualquier cosa, por hacer un favor. Asi que, por unas razones 6 por otras, yo nunca escribo prélogos. Entonces, gpor qué estoy escri do este? Pues por una razén_puramente humanitaria. Porque lo considero un libro altamente peligroso y es mi obligacién advertir de las fatales consecuencias que puede acarrear su lectura. Por eso y nada més. Ahora les explico. De modo y manera que un mocoso de edad indefinida se muere de ganas por tener un perro. Contra los sabios y justifi- cados criterios de sus papas, se empefia en tener un perro. Y no para hasta salitse con la suya. Encima el perro, no vean qué perro... Y todo lo que viene detrds. Una autén ca catéstrofe. Con lo bien que estaba est familia sin perro! Si el ejemplo cundiera, se imaginan un mundo con tantos canes como nifios caprichosos y padres débiles? No cabriamos ya en el planeta. ¥ con lo que ensucian los perros, lo que atan y lo que-.- Bueno, espero que no se me hay? notado demasiado que yo nunca tuve u" 9 perro. Y que no supe arregkirmelas para conseguirlo, como si el personaje de este cuento. Y que me ha gustado tanto —el libro y el perro-, que ya es como si tuviera en mi casa a este Diminuto, que asi se Ila- ma el ejemplar, que hace todas esas del sas perrerias que dan sentido a esta palabra, pero ademés... Bueno, no les cuento, por- que tampoco voy a hacerle esa faena a mi amiga Liliana Cinetto, por mucho que me haya gustado su historia y por mucha em dia que me dé. Ast que sin més les transmi- to el descubrimiento de una nueva estrella de la perreria universal. Es este Diminuto entranable, imprevisible, amoroso, simpé- tico... Dicen que todos los perros acaban pareciéndose a sus amos. Este tiene suer- te. Porque parecerse a Liliana Cinetto no es ninguna bagatela, Se lo digo yo, que de eso, de cinettismo, algo entiendo. Y les aseguro que una de las mejores cosas que me han pasado en la vida es escuchar sus cuentos, teniendo que hacer grandes esfuerzos para no partirme de risa 0 no . . quedarme irremediablemente prendido de alguna emocién indescriptible. (De todas maneras, si estén decidi- dos a nunca tener un perro, jno lean este Iibro!). Antonio Ropricuez ALMopévar Sevilla, 2000. iCuidado con el eerro! Capiruto 1 En ef que enpiezo a contar esta historia exactanente por of principio @. llamo Federico y siempre vivi en este barrio antiguo de casas con jardi- nes y calles empedradas, donde los chicos juegan a la pelota y andan en bicicleta, los vecinos se conocen desde siempre y se saludan todos los dias, las sefioras barren la vereda y todos duermen siesta los domingos... ‘A m{ me encantaba mi barrio y era casi feliz viviendo en él. Digo casi, porque todos en mi barrio tenfan un perro, menos nosotros. Mi amigo Pablo, que vivia al lado, tenia un pastor inglés que se llamaba Pelos, porque cra tan peludo que si uno no lo miraba con atencién no se sabia dénde tenia la cabeza y dénde, la cola. ‘Mi otro amigo, Mateo, que vivia enfrente, tenfa un bulldog con el hocico arrugado y cara de malhumorado, pery ‘mimoso como un gato. Y mi amigo Pancho, que era un poco regordete y bastante glotén, tenia un perro salchicha, regordete y glo- tén como él. Ademés, estaban el ovejero alemin del sefior Dominguez, que siempre tenfa manchas de grasa porque su duefio era mecénico de autos; el déberman de la fami- lia Mariani, que era negro como una noche sin luna y, aunque parecia mds bravo que un leén hambriento, era manso y jugue- t6n, y lo tinico que habia mordido una ver habia sido mi pelota de futbol, que cayé, sin querer, cerca de su cucha. Y la caniche de la sefiorita Diaz, ala que su duefia, que era sol- terona pero no tenia el cardcter avinagrado, ponia mofios de colores en la cabeza. Y el collie de los Andretti, al que le gustaba que sus duefios le cepillaran el pelo con un pet ne con forma de tenedor. Y el pekinés de la abuela Sara, que se ponia todas las tardes e !a ventana a espiar a los vecinos que pasaba Por la vereda, mientras su duefia tejia. Has" el carnicero tenia un perro, raza perro, 14° 6 siempre estaba mordisqueando un hueso en la puerta del negocio. ‘Todos tenian perro, menos nosotros, y aunque yo habia insistido ciento cincuen- ta y seis mil veces en mi casa (porque si hay algo que yo sé hacer bien es insistit), nun- ca me habian dado permiso para tener uno. Habia pedido un perro como regalo para Navidad, para los Reyes Magos, para el dia del Nifio, para cada uno de mis nueve cum- pleafios (en realidad tengo diez aiios, pero en el primero todavia no sabia pedir perros) y cada fin de afio, cuando pasaba de grado y traia un boletin lleno de excelentes, te felici- to, sigue asi, adelante... Pero nada. En mi casa el tinico que querfa un perro cra yo, y siempre me decfan que no podiamos tener uno, con una lista larga de cexplicaciones. Papé me decia que los anima- les necesitan lugar y que la casa era chica, que el jardin era chico, que el patio era chi- co, que la terraza era chica... No eran muy variados los argumentos de mi papé, Mamé era més creativa: que un perro te ata, que P sidados, que hay que ocupar- de los pascos, de las pulgas... ¥ mi herma- ‘na Carolina, que para tener quince afios ‘e5 una cascarrabias insoportable, decfa que ni loca queria un perro porque los perros Je daban alergia y la hacian estornudar (en realidad, a mi hermana todo le da alergia y la hace estornudar), y que, sia esa casa entraba un perro, ella se iba: Voy a ser honesto, yo acepté cambiar a mi hermana por un perro, pero mis padres no estuvie- ron de acuerdo. De todas formas, yo segui insistien- do, porque como ya les dije si hay algo que sé hacer bien es insistir, y apelé a todos los recursos. Primero intenté sobornar a mi her- ‘mana para que se aliara conmigo. Le propuse favar los platos de la cena, hacerle la cama todos los dias y limpiar la biblioteca, ‘areas domésticas que le corresponden a ella y q¥® odia, a cambio de que aceprara tener Ut Perro. Aunque era un trato muy interesam'® mi hermana no supo apreciar el valor de ™ oferta (porque es una cascarrabias), y me con- test6 que no, estornudando tres veces. Después, probé convencer a mi mam prometiendo que yo y slo yo me encargaria del perro y que ella no tendria trabajo extra. Prometillevarlo a pasear tres veces por dia pre- pararle la comida, bafarlo todas las semanas, encargarme de las vacunas y sacarle ls pulgas. Le di mi palabra de honor para impresionarla. Pero mi mamé no se impresioné. Me dio un beso y me explicé que tener un perro ¢s una responsabilidad, que yo no lo entendia porque no tenfa edad suficiente, pero que después me iba a dar cuenta y me iba a arrepentir... No sé cudntas cosas més me dijo, porque mi mama es muy creativa para dar explicaciones. Por iiltimo fui con mi papa y le hablé de hombre a hombre. Le dije que si la casa era chica, el patio era chico, la terraza era chi- cay el jardin era chico, la solucién era tener un perro chico. Mi papa solo me contesté que no y punto, porque, como ya les dije, él no es tan creative como mi mamé para dar explicaciones. Creo que, por un tiempo, me resigné a no tener perro y me conformé con jugar con los perros de mis amigos y de mis veci- nos. Y me habria dado por vencido si no hubiera ocurrido lo que ocurrié, Capiruto 2 En ef que explico justanente fo que pasd ww. domingo a la mafiana, mien- tras iba a comprar pan (que es una de las tareas domésticas que me corresponden a mi), me agaché para atarme el cordén de una zapatilla. Entonces escuché un ruidito. Miré para todos lados y, como no vi nada, decid continuar mi camino. Pero volvi a oft un ruido. Parecfa un gemido. Presté mucha atencién para averiguar de dénde salia y vi algo que se movia en una baldosa. “Ser una hormiga’, pensé, pero las hormigas no hacen ruido, asf que me puse de rodillas para ver mejor. Si, habia algo que se movia en la baldosa, era tan pequefio que no alcanzaba a distinguir qué era. Me aga- ché mas y, cuando mi nariz tocé el suelo, Io descubri. Tave que fruncir los ojos para ver F ; dad. Definitivamente, no era una rorque no tenia antenas. Tampo- pigs, porque solo tenia cuatro con clari hhormiga, pora® ‘un ciempiés, pies 0 mejor dicho cuatro patas. Mosca Frenos, porque no se le veian alas. De z09- Jogia mucho no sé, pero de algo estaba seguro: eso no era un insecto, Entonces, sue La respuesta me la dio él mismo cuando, para mi sorpresa, se me trepé ala nariz ¢ hizo un sonido inconfundible: —Guau. iEra un perro! ;Qué otra cosa podia ser? Los tinicos que hacen guau son los perros. Si hubiera hecho jgrrrt!, habria dudado, ya que los grufidos no son exclu- sivos de los perros. Mi maestra, por ejem- plo, grufie, y mi hermana Carolina, tam- bién, Pero ningiin otro ser hace gua, 2 menos que sea perro. —Guau —repiti nariz y, el perro desde mi como me estaba poniendo bizco de ‘anto mirarlo, lo tomé con suavidad y !° Puse en la palma de mi mano. a Entonces, lo miré con mucha aten- cién: tenia hocico de perro, cola de perro, cara de perro y hacia guau. Era un perro. Un perro color té con leche. Un perro de tres centimetros de largo y dos de alto. Un perro chiquito, pero perro al fin. Lo acaricié con la punta del dedo mefiique y me movié la cola. El corazén empez6 a latirme como si fuera a escaparse de mi pecho, y senti como un calorcito adentro que no puedo explicar con palabras. No lo podia creer. Nunca habia visto un perro de ese tamaiio, ni siquiera en la Enciclopedia Canina de diez tomos que me habia regalado mi madrina, y que yo habia leido y releido treinta y dos EI perro me lamié el dedo gordo y se puso patas para arriba para que le hiciera cosquillas en la panza. Era evidente que yo le habia caido bien. ;Qué iba a hacer con él? No podia dejarlo ahi porque lo podia pisar cualquiera, confundiéndolo con una hormi- ga, aunque era grande para set hormiga. En ese momento, se me ocurrié una idea loca: 4. Podia tenerlo escondido, sin rorara, después de todo era Y si me descubrian? Deci- cede y afrontar las consecuencias, ie cieabo, nunca habia desobedecido ‘amis padres (salvo un par de veces que no fe cuentan, porque fueron desobediencias insignificantes) y esta podia considerarse tuna desobediencia muy pequefia, debido al tamafo del perro. Asi que me lo puse en el bolsillo de la camisa, junto con unas miguitas de pan pata que estuviera entretenido, y regresé a mi cast con cara de santo de estampita de comunién. —A comer —dijo mi mami, trayen- do una fuente de ravioles con estofado. Mama sirvié la comida y, cuando yo ‘me estaba por poner el primer raviol en la boca, mi hermana estornudé. . —:Qué te pasa, nena? —e pregun'6 mi papd, que estaba sentado a mi lado. No sé —contesté Carolina esto! nudando otra vez—. Parece que me 4i? alergia. jo a cas nadie lo muy chiquito. 2 Fa —Pero los ravioles nunca te alergia —se extrafié mi mamé, mientras cortaba la carne del estofade y ponfa un tr0z0 en cada plato, Ya... jatchis, | jatchis! —estornud6, hermana. Yo empecé a ponerme nervioso, porque mi bolsillo comenz6 a moverse de tun lado para otro, hasta que se escuché un guau finito. —,Qué fue eso? —pregunté mi papé, que no serd creativo para las explica- ciones pero tiene muy buen ofdo. —Yo... estee.,. me atraganté con un raviol —menti, y me puse a toser para disi- mular otros tres guaus menos finitos que salieron de mi bolsllo. a» jatehit, hay... jatchisl, 1» atchis! —dijo mi herma- ra, que ademés de cascarrabias es descon- fiada. Mi bobillo estaba alocado, proba- blemente porque el olorcito del estofado de jatchisl, Sb igo, contesté mi Pa mi mami es irresistible, y sin que pudiera hacer nada para impedirlo, el perro asomé su cabeza y de un salto cayé en el plato, sal- picéndonos a todos con la salsa, y se puso a comer como un desesperado. —,Queé es eso? —grité mi mama, asustada. —Es un bicho —dijo mi papé. Es... un... monstruo.. jatchis! —estornudé mi hermana, que ademés de cascarrabias y desconfiada, es un poco exa- gerada. —No —confesé yo, més colorado que la salsa—. Es un... perr Jn perro?! —repiticron los tres, mirindome primero a mi y después a mi Pequefio amigo, que seguia mordisquean- do la carne del estofado sin enterarse de la crisis que habia desatado su presencia. —zDe dénde salié? —me pregunté mi mama, —De mi bolsillo —murmuré yo, sonriendo inocentemente para suavizar los nimos. Pas que cuando se enoja separa las palabras en silabas, Entonces les conté cémo lo habia encontrado en la vereda cuando iba a conn. prar el pan y lo habia confundido con una hormiga, pero después hizo gua y, claro ls hormigas guaw no hacen, asi que miré bien y me di cuenta de que era perro, y silo dejaba ahi, pobre, tan chiquito, alguien que fuera corto de vista o distraido lo iba a pisar y me dio listima, y se me ocurrié tracrlo porque a mi me gustan tanto los perros, y lo escondi en el bobill, y. Cuando terminé de contar mi histo- ria, un poco desordenada porque estaba muy nervioso y ademds mi hermana me interrum- pia a cada raro con sus estornudos, el petty aba comido toda la camo sé dl roviendo la cola se me acerc6, hizo avs, dio cuatro vueltas yseeché & que se h: fuente y, tun guau co dormir sobre la servilleta Nunca habia visto un ps chiquito — in ys ademas, a ciendo una cascarrabias delante de él. Has- ta habia dejado de estornudar por todo. Asi que yo era el chico més feliz del barrio y crea que nunca més iba a haber un pro- blema con Diminuto. Sin embargo me equivoqué, porque Diminuto seré perro, y perro chiquito ade iis, pero es travieso y tiene un defecto: no le gusta quedarse solo en la casa. Como decia en un articulo sobre psicologia de "perros que habia leido en el tomo seis de la Enciclopedia Canina, se aburria. Yo lo “Ilevaba conmigo a todos lados, pero, por supuesto, habia lugares adonde no podia ir. Uno de ellos era la escuela. Todas las mafanas teniamos la mis- © mma discusién: Diminuto me mordisqueaba los cordones de las zapaillas para que no me ‘le explicaba y le explicaba (por- rticulo de psicologia decia que ‘que explicares las cosas) pueden ir a la escuela. Pero lorando y rascando la & Una mafiana, - va discusién en Ia que el perro insistia en mordisquearme los cordones (porque Dimi. nuto es como yo, especialista en insistit), lo reté: | —Basta, Diminuto, ya no —y fui al bafio a peinarme. vi, Diminuto no estaba por nit Lo busqué debajo de la cama, ropeto, entre la ropa tirada... Nada. Habla desaparecido. Como se me hacta. puse el guardapolvo y sali cot Ese dia la maestra tomaba Matematica, y mientras yo estaba tratando de resolver una cuenta de con decimales, escuché un salfa exactamente... de mi Meti la mano con disimulo y gietazo inconfundible, —,Qué tiene en el —tme dijo la maestra, que se detrés de mi sin que yo me di —Na... da... —tartamt dome més pilido que la hoja de “ en el bolsillo —ordené ella, implacable. Es que... €8t€..09 YOu. —balbu- ceaba—. No puedo. \ —Si no me lo muestra por las buenas, me lo va a mostrar por las malas —grufié la maestra, metiendo su mano en mi bobsillo sin que yo pudiera hacer nada para impedirlo. ¥ ocurrié lo que se imagi- nan, Porque Diminuto ser4 perro, y perro chiquito ademés, y no sabré de psicologia, pero tiene carécter y no le gusta q traten mal. Asi que, a los pocos de haber metido la mano en el bo maestra dio un grito de esos que pelos de punta, y sacé la mano con todavia prendido de su dedo indice, No fue una mordedura t ni tan seria como para hacer ef que hizo la maestea en la Di 4 la mala nota me la pusieron igual y, cuan- do se la di a mi papa para que la firmara, ¢ intenté explicarle lo del articulo de psico- logia, me contest6 separando en silabas las palabr —QUE SE-A LA UL-TEMA VEZ QUE HAY UN PRO-BLE-MA POR ES-TE PE-RRO. N. fue la iiltima vex que hubo tun problema porque, como les dije, a Dimi- nuto no le gusta quedarse solo. Y, ademds de Ta escuela, habia otros lugares adonde no lo podia llevar. Como la casa de mi tia Dolores, que odia a los perros y es més cascartabias que mi hermana Carolina. Ast que, el dia del cumpleatios de mi tia, yo volvi a expli- carle a Diminuto que se tenia que quedar solo y, aunque él insistié mordisqueando el ‘cordén de mi zapatilla, nos fuimos todos a Ta casa de mi tia sin dl. Para que no se metiera en mi bolsi- Jo, mi papa me ordend que lo dejara atado. je daba mucha léstima, pero igual le puse correa de piolin y la amarré a la pata de silla, 9 sillones durisimos y un poco apolillados, sin moverse y sin interrumpir porque cuando que, si hay algo en la vida mds Son Ee hhablan los mayores.. ira la casa de mi tia Dolores, es Es un alivio regresar a casa, y saber de mi tia Dolores el dia que Bie 2 ic, que por lo menos durante un afto, la tia Siempre empieza a hablar de los afios que | Dolores no va.a volver a cumplir afios. Pero pasan (y nene dame un beso, esta vez. no fue un alivio regresar a casa, 0 a ducado) y de lo linda que era lo que quedaba de ella. Porque Diminuto joven (y nene no toques eso que se rompe) y | Sc perro, y perro chiquito ademés, pero de los cientos de pretendientes que tenfa, y | tiene fuerza y no le gusta quedarse solo. Asi {que seguro se esaparon corriendo porqueella | 4M¢ habia arrastrado la slla por todos lados era una cascarrabas. Y saca las mismas foros | Y habia tirado la limpara nueva de mamé, viejas que nos muestra todos loratin tres macetas con malvones, la tabla de plan- uuno las tiene que mirar y poner eara de | char con toda la ropa planchada encima, la sorprendido. Ademés, siempre mesa ratona con los adornos de cerémica, el de hojaldre, pero te mira de reojo | grabador de mi hermana, el portafolios de comés y guay de que se caiga ue habia quedado abierto con todos al suelo, porque frunce la boca y del trabajo, y unas cuantas cosas los chicos de ahora no tienen los ‘ de los de antes, de cuando ella era} se puso primero blanca, des- era tan linda y tenia cientos de Pp wy E bla, bla..., empieza de storieta que ya conocemos de eto que hay que escuchar sen a Sesinrnudar, mnientr2s aaa len en el pecho y lo puse a un costado. Ia cola, feliz entre pedazos de cerimica y de = 7 Diminueo, que me ami las ie acento) AUN copes 1a sxntencia abrazmadgae ml de mabsjoryaeeine a ek petro, al tnico perro que habia tenido en pein sme pal | £8 i ida mi pero chiquto, ero mio. lc psicologia de perros, el nia mi mismo. Diminuto tenia los dias contados. Yo me fui a mi habitacién, me tiré en la cama boca abajo y, aunque dicen que los hombres no lloran, loré por mi y por Diminuto y por el articulo de psicologia y por la casa patas para arriba y por les eolo- res de la cara de mi mamé y por las pala- bras separadas en silabas de mi papaiy por los estornudos de mi hermana, Lo 3 aue la almohada qued6 empapada y excu= ché un guaw muy finito. Diminuto estabs a mi lado, con la cola entre las p orejas bajas. Tenia en la boca un ea yo habia pintado para poner en entrada, como. tenéan todos mis due decfa *jcuidado con el petrol cartel y lo miré con una tristeza da Cariruro 6 En ef que las cosas que cuento af principio son kristes y después E tribunal formado por mi familia lo declaré culpable y dictaminé que Diminuto se tenia que ir. No apelé porque ya no me quedaban argumentos para defen- derlo, ni siquiera el articulo de psicologia. EI siguiente fin de semana lo Hlevariamos a la quinta de unos primos en Escobar que tenia un gran parque. sa fue la peor semana de mi vida. mas que Diminuto me traia el escar- jientes para jugar, me daba la “mano” o araba en dos patas, nada me devolvia la fa. Y Diminuto se daba cuenta, por- se acurrucaba en mi mano y hacia unos més fini bre. Creo q\ ‘también estaba ‘poco arme de " distineas maneras: papi me decia que era cjor asi, que en la quinta Diminuto iba a star mejor, que el lugar adonde lo sbamos a llevar era mejor... Mama era més creativa: me decia que todos nos habjamos encari- iiado con Diminuto y lo fbamos a extrafiar, peto un perro necesita espacio para descar- gar energfas y mis primos lo iban a tratar bien y yo podria ir a verlo de vez en cuan- do... Hasta Carolina intenté consolarme y se offecié a grabar los ladridos de Diminu- to, para que me quedaran de recuerdo, con el grabador nuevo con micréfono y parlan- tes que Facundo le habia regalado, Pero yo no tenia consuelo. El viernes a la noche, los padres de Facundo nos invitaron a cenar, Diminuto, que habia estado muy rato | la tarde, geuftendo por la ventana y do guaus extrafios, no me tironeé los nes para que no lo dejara solo. Yo a lo mejor, presentia que all iria para sicmpre de casa y taba asi. O que por fin 58 aunque demasiado tarde, que no podia ir a todos lados conmigo. Me apené todavia mas y me fui con mi familia, después de atarlo con su correa de piolin a la pata de la silla. Durante la cena no comi casi nada, La tristeza se me habia anudado en el est6- mago y s6lo pensaba en mi perro. Cuando regresamos a casa, nos dimos cuenta de que algo raro habia sucedido. La teja estaba abierta y habfa una ventana rota. Adentro se escuchaban ruidos, gritos y varios guaus, pero no guaus finitos. Guaus gruesos y rabiosos, mezclados con igrrrs! y jahuuiis! —No me digan que Diminuto hizo otra de las suyas —refunfuié mi paps, poniendo la Ilave en la cerradura. Pero, al entrar y encender las luces, cuatro. nos quedamos paralizados. La © lo que quedaba de ella, era otra vez uebles caidos, macetas tiradas, rotos, papeles por el sue- rineén, habja un hom- puesta una mascara y 56 se cubria la cabeza con las manos, mientray Horaba y gritaba: —Por favor, siquenme a esta bestia de encima, me va a destrozar, prefiero it preso, por favor, esti rabioso, que no me muerda.. Parado sobre una de las teclas del graba- dor de mi hermana, estaba Diminuto ladrin- dole al micréfono sus ladridos, sus grufiidos Y sus aullidos finitos, aunque muy enojados, Porque Diminuro seré perro, y perro chiquito ademas, pero es valiente y habia defendido la casa como el mas feroz de los mastines. La policia nos explicé que hacia varios dias que le andaban siguiendo el rastro a ese ladrén y que seguramente habia estado’ deando la casa toda la tarde, lo que € la conducta de Diminuto, porque | aunque scan chiquitos, son muy. Se llevaron detenido al ladrén yy tomamos declaraciones y_ veri nos habia robado nada, se ba tan orgulloso de Dimim momento me olvidé de qi iba air Carfruto 7 En ef que cuento ef pinat de fa historia e.. Diminuto no se fue. Mi papa dijo que el perro se habja ganado su lugar en la casa. Mi mam, que es més creativa, dijo que le perdonaba todas las travesuras, que era un perro muy bueno, que después de todo no daba tanto trabajo y que era una tranquilidad tener un perro tan guardian, Hasta mi hermana lo perdoné y le dio un bbeso sin estornudo en la punta del hocico, Diminuto le agradecié moviendo la "Al dia siguiente, después de ordenar . en un acto solemne, mi familia y yo mos en la reja el cartel que yo habia pin- letras muy grandes: Todos aplaudimos y Diminuto hizo un guaw finito, pero muy largo, porque esta- ba muy contento de quedarse con nosotros para toda la vida. Asi que, si alguna vez quieren venir a mi casa, la de mi barrio con jardines, terrazas y patios floridos, con calles empe- dradas, con chicos jugando a la pelota 0 andando en bicicleta, con vecinos que se conocen desde siempre y se saludan todos los dias, con sefioras que barren la vereda y con siestas de domingo..., tengan cuidado, pero muchisimo cuidado con mi perro. Carfrvro 1 En of que cuanto cio enpes todo Ba ae guna teh domingos. Y a Diminuto también. Porque no tengo que ira la escuela y podemos estar juntos todo el dia. Ademés, los domingos vamos a la plaza y, mientras yo juego a la pelota con mis amigos, Diminuto juega con los perros de mis amigos. Pero a veces Ilueve los domingos. Y entonces a Diminuto y a mf nos dan ata- ques de aburrimiento, ya que no nos dejan salir. Mi mamé dice que me puedo mojar, “que tomo frfo, que me enfermo, que me “hace mal... Porque mi mamé, como ya les ses muy creativa para dar explica- - Mi pap dice que no puedo slit. ‘salir, que ni suefie con salir y ‘no es tan creativo como mi o mama. Y mi hermana Carolina dice que a ella la lluvia le da alergia y estornuda. Por- que a ella todo le da alergia. Asi que, cuan- do Ilueve un domingo, Diminuto y yo nos: aburrimos. Y, seguramente porque estabamos aburridisimos, un domingo de luvia pasé lo que pasé. Mi papa y mi mama se habian ido a dormir la siesta y Carolina hablaba por teléfono con su novio Facundo. Diminu- to y yo ya habiamos hecho todo lo que se puede hacer un domingo de Muvia: leer un libro, jugar con la computadora, mirar tele- visién y molestar a mi hermana Carolina Yo le habia leido tres cuentos a Diminuto (Porque a él le gustan mucho los cuentos). fee Jueees dela computadora y los proges- sna’ de television a Diminuto no le intere wero hermana Carolina ya nos habia © y estornudado varias veces. —2Qué podemos hacer, Diminuto? —e pregunté, mientras hoj iario de Puro aburrido, = nojeaba el diagia Diminuto me ladré un guau temblo- | | ambién, || 1 37 del roso, de puro aburrido que estab y entonces vi el anuncio en la ps diario. CASTING DE MASCOTAS SE BUSCAN MASCOTAS DE TODAS LAS ESPECIES con belleza, talento y habilidad, Lamascota elegida firmaré un contrato para actuar en un conocido Programa de tel Soren cian —Oiste, entusiasmado— Diminuto? le pregunté in casting para mascotas. Y Ia legida va a actuar en la tele, ¢Qué te parece? Diminuto no me hizo un guau lat- que es lo que hace cuando esté eontento. * desconfiado, porque a él « interesa, pero yo no le hik Me hizo u television no 67 idea de que mi perro trabajara en me encantaba. —Podrias ser famoso como Lassie 0 como Rin Tin Tin —le dije para conven- cerlo. Pero Diminuto seguia haciendo su grrr desconfiado porque, como no mira el canal de las seties, no conoce ni a Lassie ni a Rin Tin Tin. —Podrfas ser como los perros de las peliculas de Hollywood: Socios y sabuesos, K-Nino 0 Beethoven —le insistia yo, que soy especialista en insistir. Pero Diminuto tampoco mira pelicu- las, No sabia de qué perros le hablaba y no tenia ni idea de lo que era Hollywood. i —Podrfas ser como Pluto —agre- ) gué porque, de todas maneras, Diminuto | No sabe la diferencia entre un perro de ver- dad y uno de dibujos animados. Tampoco j 19 convenci. ~.. Entonces, me acordé del articulo de que habia leido en el tomo seis i Canina, donde decia que televi 6 alos perros hay que explicarles las cosas. Ast que busqué el libro de Ciencias Sociales det colegio y le let un parrafo. —"Latelevision es uno de los medios masivos de comunicacién més. poderosos porque Hega a miles de hogares. Las esta- disticas dicen que el 89,2% de la poblacién recibe la influencia directa e indirecta de los programas que se transmiten”. Pero Diminuto no entiende nada de psicologia ni de medios de comunicacién ni de libros de Ciencias Sociales. En realidad, yo tampoco entiendo nada de eso. Ast que no lo convent. —Por favor, Diminuto, hacelo pot mi —le pedi, casi a roca ve Entonces,, Diminusa oreja e hizo un guaw més om to que queria decir que Diminuto sera perro, y perro: mis, pero tiene buen quiere mucho, se dio ra muy importante —Gracias, Diminuto —Ie dije, mien- tras le rascaba la cabeza con un dedo—. Vas a ser una estrella de la television. Estaba tan contento que me olvidé del domingo, de la lluvia y del aburtimiento, Sofiaba que Diminuto firmaba autdgrafos, viajaba en limusina, salfa en las revistas... Porque yo no tenia dudas, Diminuto iba a ganar el casting. Qué problema podiamos tener? om el primer problema fue mi familia, Cuando les mostré el aviso y es conté que Diminuto y yo querlamos participar en el casting, mi mamé se puso de todos colores, mi hermana empezd a stornudar y mi papé gritaba separando las palabras en sflabas. Qué cas-TING NI QUE 0-cHO cuaR-ros! Tenfa que convencerlos. Diminuto ido a su cucha de caja de fésfo- “105. No pensaba ayudarme. As{ que renfa Gute hacerlo solo y apelé a todos los recur- Primero les hablé de Rin-Tin-Tin y de (porgue ellos si miran el canal de las cjemplos no impresionaron a mis padres, que seguian. diciendo que no. Entonces, les hablé de Pluto ys como ellos si saben |, diferencia entre un perto-de verdad y un dibujo animado, volvieron a decirme que no. Entonces recurri al articulo de psico- logfa y al libro de Ciencias Sociales. Pero tampoco me dio resultado. Ya estaba por resignarme cuando la cascarrabias de Caro- lina, entre estornudo y estornudo, dijo: —Ademés, el aviso dice..., jatchis, que es para mascotas....jatchit!, con belle- za, talento y habilidad..., jatchis! Asi que Diminuto no puede ganar. ;Archis! Cuando Diminuto escuché su nom- | bre, dejé la cucha y vino moviendo la cola. | —No digas eso —la reté mi mama, mientras le acariciaba la oreja a Dimint to—. Es muy inteligente y, aunque no se de raza, es un perro bonito, —Muy bonito es Diminuto —repi- ti6 mi papa, que no sera creativo pero quiere mucho a mi perro, a —Ademés es simpatico... —seguia diciendo mi mama, mientras Diminuto le daba la pata. —Muy simpatico —volvié a repetir mi papa. —Compaiiero... —Muy compaiiero. —Y guardién —dijo mi mama. —Eso, muy guardién —repitié mi papa. —Guau —ladré Diminuto, porque se daba cuenta de que hablaban de él y eso le gusta. Yo comprendi que, sin querer, mi hermana me estaba ayudando y que tenia tuna oportunidad de convencerlos. —Entonces, :podemos ir al casting? 8, —Mmmm —dijo mi Pa Mmmm —repitié mi paps. > statis, Binonbe.., jatchis, “insistié Carolina mientras ‘eso se parece a mi. % Jen su taza de porcelana y hasta le puse per- fume. Una gota nada mas, porque Dimi- nuto es tan chiquito que con una gota alcanza y sobra, — claro que sabe —lo defendi yo. S suchas cosas. She hace Hue cosas? —pregunts Carolina, TY sabe ladrar, mover la cola, traer dl escarbadientes, enterrar un hucso, dar la .. te contesté. aaa - Jat {Qué impresionante! ;Atchi! x) —se burld Carolina—. 2Y qué clase de cosas | oO son esas? . —Cosas de perro —se rio mi mamé. Y mi papi le festej6 el chiste mientras Carolina, rabiosa, se iba a su habitacién estor- nudando. Y yo aproveché para volver a la carga: —:Podemos participar? Mis padres se miraron. —Esti bien —dijo mi mami—. Pero con una condicién: no quiero que obligues 2 || Diminuto a hacer nada que él no quiera. No twolvides de que ¢s un perro, y los perros solo tienen que hacer cosas de perro. Aunque yo no entendi bien lo que me decia mi mamé, igual le dije que sie ¥ me fui contentisimo a bafiar a Diminuto ff CaPiruto 3 En of que cuento las cosas que nom pasaron en of canat A dia siguiente, después del cole- gio, mi papd nos Ilevé cn cl auto hasta los estudios de TV Cable. Diminuto movia la cola contento, porque a dl le gusta mucho pasear en auto. Como mi mamd y mi papd tenian que trabajar, decidieron que mi her- ‘mana Carolina me acompafiara. Por supues- 10, Carolina habia protestado y estornudado, no tuvo mas remedio que obedecer. ~~ Papé nos dejé en la puerta del canal dio ciento sesenta recomendaciones: “No hagas nada raro. No firmes No aceptes nada raro... ciento cincuenta y siete no se las voy a decir por- ‘no es muy creativo, Después nos dio un beso, acaricié a Diminuto y nos desed suerte. ‘Cuando entramos en el canal, yo sentfa que el corazén se me iba a salir del cho, Estaba muy emocionado. A Carolina, que habia refunfufiado todo el camino, se le pasaron la mufa y los estornudos —Miré, la actriz de la telenovela de la tarde, ¥ el conductor del noticiero. Yall estéel actor que trabaja en “Noches de pasion’. ;Ayt ‘Me mucro. Es més lindo personalmente... ‘A Diminuto no Ie interesaba mucho Jo que decia Carolina, porque él no mira- ba ni la novela de la tarde ni el noticiero, y ‘mucho menos “Noches de pasién’. En reac lidad, yo tampoco miraba ninguno de esos programas, pero eran famosos y era la prt ‘mera vez en mi vida que estaba entre gen famosa. De todas maneras, la emocién me produjo el mismo efecto que a mi mana. La pobre empez6 a babear y a costa queria ir a pedirles aurégrafos. —Vinimos al casting, nena —le « ‘mientras la zamarreaba para hacer reac n En el mostrador de la entrada, nos dijeron que el casting era en el estudio siete, Tenfamos que cruzar un corredor, doblar a la derecha, subir un piso, doblar otra ver a la derecha, y ahi estaba el estu- dio siete. Diminuto no queria caminar. Gruiia y se sentaba. Yo no quer‘a ponerle su correa de piolin y arrastrarlo. Asi que lo alcé-y lo puse en mi bolsillo. Por supuesto, a Carolina si tuve que arrastrarla, porque, cada vez que nos cruzdbamos con un famo- 0, le daba un nuevo ataque de cholulismo yvolvia a babear. En la puerta del estudio siete habia sefiorita mascando chicle con cara de tardes, venimos para el yuiera nos mird. Tomé una No te pregunté de qué tamaio es —me dijo con fastidio, pero sin levantar la vista del papel. —Quise decir que se llama Diminuto Ae adlaré—. Aunque el nombre se lo puse porque no es muy grande pero. La seforita, muy molesta, me inte- rrumpié. —Nene, estoy ocupada —dijo, y por primera vex me miré—. ;Dénde est la mascota? Aci —le contesté sefalando. mi bolsillo, por donde se asomaba Diminuto. Se-ve que la sefiorita no me entendid, porque pensé que yo le sefialaba a Carolina, ue estaba a mi lado con cara de boba porque acababa de pasar el animador del programa de entretenimientos de los sibados. —Nene, esto es televisién. —me dijo de mal modo—. Los minutos valen ‘oro, asi que no me hagas perder tiempo. Es un casting para mascotas y, aunque tf jeron animales de lo més extrafios, no s€ ceptan personas como mascotas. —No, ella no es la mascota. Es mi hermana —le expliqué—. Mi mascota es él Entonces meti la mano en el boksillo y saquéa Diminuto. La mujer puso cara de asco, —,Qué clase de bicho es ese? —No es un bicho, es. un perro —le ofendido. Y Diminuto también se Porque es perro, y perro chiquito ademés, pero tiene amor propio y no le gusta que le digan bicho, Ast que le arrancé la pl- nilla de la mano y empezé a mordisquearla enojado. —iAy! —grité ella—. Ayiidenme, Esta rabioso. Yo trataba de sacarle el papel, pero to tiraba de la otra punta. —Ayudame, Carolina —le dije a mi hermana, que aunque habia vuelto @ la realidad, de los nervios estornudaba ¥ estornudaba. Forcejeé con Diminuto hasta que Planilla se rompié, La sefiorita seguia grit do y salié un hombre del estudio, muy enojado. Dimi 8 —;Qué pasa? Estamos grabando y necesitamos silencio, —Disculpe, sefior productor. Es que este chico tiene un animal salvaje —le dijo ella. —No es salvaje —le expliqué yo, que por fin le habia podido sacarle la pla la rota a Diminuto—. Es que ella lo traté mal y le dijo bicho, ya él. —Bueno, nene, esta bien —me inte- rrumpié el productor—. No tengo tiempo fra escucharte, Si tu mascota es peligrosa, que atarla enjaularla para entrar. “ADiminuto no le gusté nada lo que Jel productor sobre atarlo o enjaularlo. empezé a grufir y a mostrar los falta le dije, miencras Mt pasar, pero, si hay otro problema, llamo a seguridad y los ponen de patitas en la calle, Y entren en silencio. Se ve que la seftorita le tenia més miedo al productor que a Diminuto, asi que tomé los restos de la planilla, los alisé tun poco y me —Tienen el niimero doscientos treinta y cinco. Pasen, pero ya oyeron: en silencio, Diminuto estaba muy molesto y no queria entrar. No le gusta que le digan bicho y mucho menos que lo traten mal. ¥ la ver- dad es que muy bien no nos habfan trata- do, Para convencerlo, le hice unos cuantos mimos detris de las orejas ye dij —Vamos, Diminuto. miedo. Yo no voy a dejar a ni te enjaule. Pero Diminuto se do. No tenia miedo, ‘molestaba. 85 —Vamos, Diminuto. Por favor —insisti. Y al final Diminuto acepts, hacien- do un guau més 0 menos finito. —Gracias —le dije, y le di un beso en el hocico mientras agregaba—: ya vas a ver que no hay nada malo ahi adentro. Es solo un casting de mascotas. Qué mas puede haber? Y entramos. Pero, al entrar, Diminu- to empeaé a grufir ocra ver, ami hermana le volvieron los estornuidos y yo me quedé con la boca abierta y se me atragantaron las palabras. Porque nunca antes en mi vida habia visto lo ‘que vi en ese estudio de televisin. Cartruio 4 En of que cuanto lo que vi en of estudio de kelevisice L. verdad e& que yo vi cosas rarasen mi vida. Una fue mi maestra de ‘cuarto grado, la sefiorita Eriberta, que venia al colegio tan maquillada como un payaso de circo, Otra fue el primer novio de Caro- lina, que tenia'los pelos parados con una da de gel. Habia visto cosas rari “como la casa de mi tia Dolores, que “que el castillo de Dricula se iy mas alegre que la casa de ‘nunca me imagin€ que Jo entramos en el 8 ace mascoras. © al menos crn pique yonpessaba sueser® wna reg igue para mi una Mascot cs Lstsin Pm un pajarito (aunque sun pajarito como mascot, a eso soy como Dirninuto: 0 me an les animales enjaulados). Incluso spnocia gente que tenia peces, KOS tortu- gas, concjos y hamsters (aunque el veterina- Fo de Diminuto dice que las tortugas y los Toros estin en peligro de extincién y no hay que tenerlos como mascotas). Pero nunca habia. imaginado que alguien podia tener ‘un ciempiés como mascota. O una pulga. Y mucho menos habia pensado que alguien podia tener una serpiente como masco- ta, O una cebra, Pero alli, en el estudio de televisidn, habia gente que tenia una arafia, un bicho bolita, una lombriz, un sapo, caracol, tuna mosca, un mono, un pato, Unt vaca, una vibora, un cocodrilo, un avestri un guanaco, una pantera, un clefante, unt jiraa...Y creo que nadie tenia un dinosausi? Porque los dinosaurios desapareci ceran_precisame! 89 Tierra hace millones de atios. ban a esos animales con la es nn ralidad con la que yo llevaba a mi pen. Incluso a algunos les habjan meet La jirafa estaba vestida de dama antigua con sombrero y mirifiaque, la cebra tenia una camiseta de fiitbol, la vaca con el tutti parecia una bailarina y hasta el sapo lucia uuna malla rayada como la de un bafista antiguo. Carolina parecia a punto de desma- yarse, porque sile da alergia un perro, no se imaginan la alergia que le dan las arafas @'las viboras. Pero estaba tan sorprendi- ‘hablaba. Ni los estornudos le jnuto, en cambio, estaba muy -mordisqueba la mano, des- imarme. ‘no era Jo que pen- bepeeoayarestamos el casting, vas @ se" smal 0 pasar cerca del avestruz—. Yo quiero volver acasa. —No seas amarga, nena —le dije—, Lo que pasa es que tenés envidia porque mi perro va a ser famoso. A mi me parece que Diminuto tiene tantas ganas de irse como yo —me contest Carolina. En ese momento aparecié el pro- ductor que habjamos visto en la puerta. —Vamos a empezar a grabar —di- jo—. No nos hagan perder tiempo porque ‘en televisién el tiempo es oro. Preparen sus ‘mascotas, quc ya llega el animador. Silencio. El animador era nada més ni nada menos que Tommy Lucero, un modelo que dltimamente salia en la tapa de todas las revistas. A mi me parecfa mas aburrido ue una clase de Matematica, pero lina lo adoraba, Tenfa unas vei de &l pegadas en su habitaciéne te, cuando lo vio, mi hermana: babear otra vez y dejé de r queria irse. 0 Pero Diminuto seguia fastidioso y grufifa, porque a é Tommy Lucero le importaba tanto como a mi. —Por favor, Diminuto —le dije, mientras lo acariciaba—. Un ratito més y ‘nos vamos. Silencio —grité el productor—, Grabamos. —Buenas tardes —dijo Tommy Lucero, con una sonrisa que parecta de plistico—. Vamos a comenzar con el casting de mascotas para elegir al anima- lito que actuaré en la novela “Te quiero mucho, aunque me odies’. Esta novela seré una superproduccién alucinante, Y a protagonista ser4 la alucinante Lola Candela, a quien ya recibimos con un aplauso. Lola Candela entré con un traje de doradas y una boa de plumas. Hola, Tommy. estés alucinante —le dijo que el tinico adjetivo te". ® Bs que estoy feliz de formar par- te de este jurado divino que va a clegir a tuno de estos bichitos divinos. Tengo tanta ansiedad por saber cual de todos va a ser mi mascota en la novela. Son todos divinos, —explicaba ella, que parecia que el sinico adjetivo que conocia era “divino”. —TEe pido, entonces, que ocupes tu lugar, porque ya comenzamos. Lola se senté entre los miembros del jurado, aunque primero los productores tuvieron que correr a una gallina que esta- ba en su silla, —Muy bien. Todo listo —anuncié ‘Tommy Lucero—. Recibimos al. partic pante niimero uno... CariruLo 5 En of que cuonto quiénes eran lo parkicipantes del casting Y. les dije que yo, en mi vida, hhabia visto cosas raras, y que me habia ‘quedado con la boca abierta cuando entra- mos al estudio siete y vi todos esos anima- les, Pero la boca se me abrié més todavia cuando empezé el casting. Porque, como decia el aviso, habia una prueba de belle- 4%, talento y habilidad. La de belleza pasa- ba ripido, ya que consistia simplemente fen que Lola Candela dijera si cl animal ‘bonito, y cada vex que le pregunta- ‘ella contestaba que era divino. No sé yrque en televisidn el tiempo habia dicho el productor, 0 sre no sabia otro adjetivo. La Ta mascota que cenfa o | 9 EI participante nimero uno trajo un | puesta la mallita rayada. Dijo que su sapo grupo de loros que cantaba mtsica tropical, |, gra especialista en saltos oramentales. Los loros tenian todos el mismo traje y se —Ahora, Pancracio—ordené el hom- movian de un lado para otro cantando con ye, y solté al sapo, que se tird dentro de la ritmo de cumbia: palangana. No fue muy ornamental el salto, “Me muero de amor, me enamoreceeé. Parecia més bien un salto de sapo comin y Me muero de amor, me enamoreeeeé... corriente. Pero salpicé a Tommy Lucero de ‘Me muero de amor, me enamorececé. Ja cabeza a los pies, asf que hubo que parar la La cancién siguid igual un buen | grabacién para que Tommy Lucero se secara rato. No sé si porque los loros no habian EI siguiente participante pidié la misi- aprendido otra parte o porque la letra no ge a pelicula Cantando bajo la Uva, por cambii ‘que trafa a un ciempiés especialista en zapateo Cuando dijeron sesenta y ees veces | SRGEOS “svimos que esperar un rat0, “Me muero de amor, me enamoreceeé..”. | Tatas le ponia al ciempis las zapatos con ‘Tommy Lucero los interrumpié. aque habia traido. De todas maneras, —Alucinante, Muchas gracias. . eron ponerle los cincuenta pares Después de los loros, les tocé el tur- Peja atardar mucho tiempo. Ast que el no a las pulgas equilibristas, El duefio, muy is bailé con catorce pares solamente. Y previsor, habia traido una gran lupa par Je faltaban los otros teinta que todos pudieran apreciar el triple salto se noté que hacia zapateo ‘mortal que hacian las pulgas. Pero, en Ye 9 que el de las pulgas equili- dad, ni con la lupa se vio. 4 ammny Lucero la lupa. El tercer participante entté con unt palangana llena de agua y el sapo que ten 96 de un guanaco que mascaba chicles y de ,, pajaro carpinero que clavaba claves eng, Hrelefante. Segrin dijo su ducho, era egy. cialista en hacer pompas de jabén con |; fr trompa. No le salian muy bien las pompas de jabon. Y para colmo el clefante empexs a estornudar. Para mi que le hizo cosquilla en la trompa el agua jabonosa del balde que le habjan puesto adelante. O alo mejor eta alérgico como Carolina. La cuestién es que al elefante le dio un ataque de estornudos y hubo que parar otra vez la grabacién para secar a Tommy. Porque el elefante lo mojé todo. Cuando secaron el estudio, continu l casting. Vino un sefior que dijo que su mono era cocinero, pero el mono lo tinico que hio fue pelar una banana y comérsela. Y despues aparecieron un canario que cantaba en i (aunque para mi cantaba en canario) ¥ 8 cucaracha que escribia. La verdad es que duefio de la cucaracha la puso en una: tinta china y la cucaracha iba dejando h en la hoja con las patitas. a También vimos una carrera de car coles que dard como cinco minutos, frp media diez centimetros de larg y ly ‘caracoles no saben que en la television el tiem poesor. La que no tuvo suerte fue la jirafa, Entre el cuello, el sombrero y el mirifiaque le costaba mucho moverse. No solo no se nots que bailaba el minuet: encima tiré dos céma- rasal piso y rompié un micréfono del techo. Diminuto y yo teniamos el nimero doscientos treinta y cinco. Ast que la espera fue larga. Diminuto estaba muy inquieto y yo ‘me daba cuenta de que me queria decir algo, pero no podia entenderlo Es que yo estaba distraido viendo las pavadas que les hacian hacer a los animales. daemon dicho, las pavadas que los luehios decian que sus animales podian hacer. El colmo fue cuando entré la tuga mentalista. Podia leer la 66 defor quel tan, geal Como una especie de raductor dela o —Porque la tortuga puede leer los snsamientos, pero no habla en castellano —explicé muy serio. Qué alucinante! —dijo Tommy Lucero, para variar—. ;Y me puede leer los pensamientos a mi? —Por supuesto —contest6 el due- fio de la tortuga—. Concéntrese en un solo pensamiento. Tommy Lucero cerré los ojos y cara de concentracién, aunque no la sonrisa de plistico. Ya esté le aviss. _-Entonces; el hombre se acercé a tga, como para escuchar lo que la ‘decia y, luego de unos minutos de , exclamd: iga dice que Tommy indo en algo... jaluci- —Podemos hacer otra prucba con Lola —dijo el duetio de la tortuga. Pero Lol, ro acept6. Para mi que era porque no tenig ningiin pensamiento que la tortuga pudiera leerle, y no porque en la televisi6n el tiempo es oro, como dijo el productor. ‘Acexa altura, no solo Diminuto queria No te entiendo, Diminuto —le irse. Carolina, que es molesta pero no tonta, | dije—. ¢Qué pasa? se habia desilusionado de Tommy Lucero y le Pero Diminuto no me pudo contes- parecia un papanatas, y yo también empem- {tA Porque, en ese momento, Tommy Luce- ba 2 ponerme incémodo. A duras penas me ro dijo: ms . pude aguantar todo lo que siguié: el gato que Eeteahors. cl participante niimero bailaba el garo, la cebra que jugaba al fitbol, eon el cocodrilo que sabia sumar y restar, el gua- naco que chateaba por internet, la lechuza que tocaba el piano, la gallina que cantaba 6pera y la serpiente que se enroscaba para hacer un nudo marinero. Porque eli bailé ni el gato ni la chacarera, la¢ hizo un gol ni de casualidad, Jo no sabia ni la tabla del escupié la computadora, la Por el teclado y nada més, mente cacare6 y la serpi como cualquier serpiente, porque nunca en su vida habia visto un nudo marinero, Diminuto me mordisqueaba el cor- dén de la zapatilla. Queria decitme algo. No era s6lo que se queria ir. Eso estaba claro, Queria decirme otra cosa Carfruro 6 Een ef que cuento ef tio que se ornd cuando nos Lood ef Lurno a nosotros | a nosotros. Dudé un instan- te, pero, como en la televisién los minutos valen oro, el productor me empujé frente ala cimara. " Diminuto me siguié sin dejar de grufir. Cémo te llamés? —pregunté y Lucero, con su sonrisa de plastico. ( qué clase de animalito es tu tro. Se llama Diminuto repiti Tommy 4 —Nada —le respondi. —Alucinante —volvié a decir, {Qué estilo nada?. Crawl, espalda, pecho, mariposa...? —No nada —le aclaré fastidiado—., No hace nada. Se hizo un silencio en el estudio, El productor hacia sefias enloquecidas a ‘Tommy para que dijera algo, pero este empe- 26 a ttanspirar porque no sabia qué decir. Al final, l productor le garabateé unas palabras en un papel y se as mostré detris de cémara ppara.que Tommy las leyera, —Pero tu animalito tiene que hacer algo —leyo, —Claro que hace algo —le contesté muy seguro, z a 7 8 wanspirar, mientras mi, miraba irodustor, Entonces lo wi Y.venia sin su cor io cadenas, las cuerdas, Ine J = tps que estaban los otros animales. Y vi las ras de los animales encadenados, atados, exjaulados, encerrados y disfrazados como mamarrachos. Entonces, me acordé de lo ‘que me habia dicho mi mamé y entendi por fin lo que Diminuto habia querido decirme todo el tiempo. Mi perro le dije a Tommy Luce- ‘©, oon un rono desafiante— hace cosas de perro. Ladra, mueve la cola, da la pata, entierra un hueso y a veces juega con un escarbadientes. —Este chico es un maleducado —#rité malhumorado Tommy Lucero, que -Perdié la paciencia y la sonrisa de plist -%—. Yo soy una estrella de la televisidn. cu 5 que me estoy aguantan- 050s, pero No voy a pelo un mocoso ‘tamafio de un a 106 tamafio de un mosquito. As, ih 78 trariz de Tommy Lucero y lo Eason! —griaba Tommy Luce- ro; mientras corria de un lado a otro con Diminuto prendido a la nariz. Entonces, tropez con la tortuga mentalista y cayé centre las gallinas, que no cantaban épera pero picoteaban muy bien. El gato, que no sabia nada de folclore pero si de péjaros, persiguié al zorzal tanguero, corrié al cana- tio, que no hablaba ni jota de inglés y tird Ja jaula de los loros, que volaban cantando “Me muero de amor, me enamoreeeeé. Me muero de amor, me enamoreeceé...”. El sapo saltaba en la palangana y salpicaba alos. miembros del jurado y el guanaco los escu- Pia. La jirafa con mirifiaque tropez6 con la ‘cdmara uno, el avestruz se comié dos micré- fons y el mono le sacé la boa de plumas @ Lola Candela, que se habia subido una silla Porque la odeaban una cucarachay tes caf GS tm lombrz y a aaa, Como si est Poco las pulgas equilibristas le saltaro® 108 encima al productor, que se loco. Lo peor fue que pis6 a la serpiente, que no conocfa los nudos marineros, pero como buena serpiente se le enroscé en el cucll, Cuando se solté la pantera (que no era la pan- tera rosa) la gente empezé a correr despavorida yal clefante rompié la puerta de entrada y se fugé. Detris de él salieron pantera, avestruz, caracoles, lombrices, pulgas, sapo, loros, zor- zal, gato, gallina, arafia, cucaracha, guanaco, serpiente y el resto de la fauna. Parecia una escena de la pelicula Jumanji, con todos los animales cortiendo por los pasillos del canal No tardé mucho en aparecer el per- sonal de seguridad, la policia, los bomberos, la gente del noticiero, los periodistas, los fordgrafos y mi mama y mi pap, que justo llegaban para buscarnos, ‘Mamé se puso primero blanca, despues y terminé violeta. Ella es tan creativa.- Paps gritaba separando las palabras en sflabast HI-CIs-TE, Fr-pE-RI-CO? —Su hijo ¢s un monstruo —grité ‘Tommy Lucero, con Diminuto, que seg wail roja 109 mordiéndole la nariz—, y su perro también. —A mi hermano y a mi perro nadie les dice monstruos —le grité Carolina que, como se habia dado cuenta de que Tommy Lucero no valia nada, ahi noms le tiré enci- ma la palangana del sapo con sapo y todo. El canal se habia convertido en un verdadero loquero. Todos corrian, gritaban, trataban de atrapar a los animales steltos. Yo rescaté a Diminuto, lo abracé bien fuerte y le di un beso en la punta del hoci- co. ¥ él me ladré un guaw muy largo y no nos importé que Tommy gritara mientras el sapo le babeaba la oreja: —Van a ir presos. Ya van a ver. Yo soy tuna estrella de la televisién. Una estrella... Cariruto 7 Een of que cucnto como Lernind todo L. verdad es que si terminamos en la comisaria. Nos Ilevaron a todos. Pero no fuimos presos. Cuando el asunto se aclaré, el juez ordené la detencién de los otros partci- ppantes, y también de‘Tommy Lucero, de Lola del productor del programa y de las des del canal. A algunos los acusaron ftrato de animales. A otros, de tener en fo animales que no son domésticos y estén en peligro de extincién. No podian [porque estaba el video como pruc- otros no tuvimos problemas porque “un perro y todos saben que los nz natural. Todos, excepto dos pulgas y la cuca. racha, que se fugaron. Mi papa y mi mamé no se enojaron conmigo. Al contrario. Porque, aunque ‘era casi increible, Carolina nos defendié a Diminuto y a mi, y les explicé con lujo de detalles todo lo que habia pasado. Mi mama ime dijo que estaba orgullosa de mf porque no habia obligado a Diminuto a hacer nada que él no queria y porque, ademis, habia demostrado que no me habia dejado encan- dilar por la television y sabia distinguir lo que estaba bien de lo que estaba mal. Y muchas cosas mas me dijo mi mami, por- ‘que ella es muy creativa para felicitar. Mi papi ime dijo que habfamos estado bien, que todo habia resultado bien, que las cosas haban sali- do bien..., porque mi Papa no es tan creativo: me mi mami. Y Carolina no volvié a estor- nudar y me pidié disculpas porque me habia tratado mal, pero dijo ae ‘estaba orgullosa de mf y de Diminuto. Durante varios dias, en la televisio® no se hablé de otra cosa. Y la noticia salié los diarios y en las revistas con fotos y todo. Yo las recorté para guardarlas de recuerdo. La que més me gustaba era aquella en la que Dimi- nuto aparecia mordiéndole la nariz. a ‘Tommy Lucero, asi que le pedi a mi mama que la cenmarcara y la colgué en mi habitacién, Viste, Diminuto? Al final te hicis- te famoso —le dije, muerto de risa. Y Diminuto me lamié la cara y me hizo un guau muy largo. Entonces, lo abracé y le di un beso en la punta del hocico. Por- estaba orgulloso de mi perro. No necesito ni los diarios, ni la tele- ningiin casting para saber que, ito ¢s la mejor mascota del

You might also like