Professional Documents
Culture Documents
JuanManuelBlanes FSaldana PDF
JuanManuelBlanes FSaldana PDF
vz
4
JUAN MANUEL B LAÑES
La Paraguaya
JUAN MANUEL
B LAÑES
SU VIDA Y SUS CUADROS
MONTEVIDEO
«Impresora Uruguaya», s. a.
Cerrito esq. Juncal
1931
4
Fernando García
Admirado r de Blanes y
entendido coleccionista de
sus cuadros, bajo cuyos aus
picios se publica este libro
en forma digna de la ¿loria
del gran pintor uruguayo.
Colaboradora en mi trabajo
desde los dias en 4ue
éramos novios.
F. S.
Capítulo I
ORÍGENES Y JUVENTUD
&
Querido Mauricio:
Hoy, día 31, es mi viaje para el Salto. Si quieres-que nos
comuniquemos, el correo está muy bien servido hoy. No dejes
de hacer lo que puedas en favor de la Señora (aludía a la
madre) que yo tampoco no me he de descuidar. Dá mis afec
tos a Natalia y demás, y ordena a tu hermano affmo.,
Juan
J?
K)
Batalla de Vences O
(Palacio de San José. Entre-Ríos)
30 FERNÁNDEZ SALDAÑA
<5*
(i) El canónigo Ereño, era un antiguo párroco ele la iglesia de San Agus
tín de la Unión. Alejado de nuestro país en 1853 a causa de la exaltación de
sus ideas políticas, y establecido en Entre Ríos, llegó a ser persona del
consejo y la mayor intimidad de Urquiza. Agente confidencial de los go
biernos blancos ante el capitán general, procuró obstar o neutralizar cual
quier influencia entrerriana que pudiera perjudicarles. Blanes lo vió de paso
para Paysandú en 1865. Falleció en Buenos Aires el 23 de Marzo de 1871.
Capítulo V
||
LA PENSIÓN EN EUROPA
a*
(1) Este retrato Botto lo trajo consigo. Nuestro pintor le había dado,
también, una carta de recomendación para Gregorio. Muerto José Botto, sus
cosas quedaron repartidas en el pueblo de Flores, inmediato a Buenos Aires,
lugar de su fallecimiento y en la ciudad de Salto, en casa de su hermano
Juan. Vanas han sido, mis averiguaciones en esta líltima ciudad, para dar
con el retrato hecho por Blanes.
6o FERNÁNDEZ SALDAÑA
La Casta Susana
(Museo Histórico Nacional)
62 FERNÁNDEZ SALDAÑA
(1) Eran becados en esa época, además de Blanes, Pedro Vizca, con
80 pesos; Laurentino Sienra y Carranza con 75; Dalmiro Cabral con 80, y
Luis F. Maturana, con 90, todo moneda antigua de pesos de 8 reales.
64 FERNÁNDEZ SALDAÑA
as
.i
(1) Tela pequeña, que ha conservado bien los. tonos, fué donada al
Museo Histórico Nacional, junto con otros cuadros del maestro, por la se
ñora María Cantero, vinculada a la familia Blanes, por lazos de constante
y estrecha relación.
Capítulo X
que se para de manos ante una bomba que estalla delante de él.
En la fisonomía imperturbable y fiera del personaje, y
en el detalle de la granada que explota, quiso Blanes dar la
justa impresión de aquella serenidad ante el peligro que, uni
do a una intrepidez proverbial, hizo que en la batalla de Este
ro Bellaco, por ejemplo, el coronel Palleja perdiera tres caba
llos, uno de ellos acribillado por doce proyectiles, teniendo
además, la montura perforada por dos balas.
Este lienzo se halla en la Escuela Militar, donado en 1927
por el general Cándido Robido.
Si consagratorio de un artista pudo ser aquel gran re
trato de la madre, mencionado en el capítulo anterior, consa
gratorio fué también otro gran retrato que, por feliz iniciati
va de los señores coronel Manuel M. Aguiar y Alejandro’Gu
tiérrez, le encomendaron los antiguos discípulos del dibujante
y preceptor Juan Manuel Besnes e Irigoyen.
El viejo calígrafo estaba muerto, pero Blanes, además
de haberlo conocido mucho, poseía, hecho a poco de regresar
de Florencia, un apunte del natural—decisivo y sin sobra como
solía hacerlos—y pudo utilizarlo con tal fortuna que me per
mite ratificar ahora el adjetivo de admirable con que califi
qué, doce años atrás; ese retrato de Besnes (1).
color, bien construido, diríase que la noble figura de aquel bravo soldado
hizo que el pintor se sobrepasase a sí mismo”.
Posteriores investigaciones que no admiten duda, permitiéronme salir
del error y me he apresurado a rectificarlo.
Espero que en el Museo de Bellas Artes se hará lo mismo.
Quiero notar, por lo que pueda valer en mi descargo, que cuando es
cribía mi libro, hace 15 años, y no obstante los datos y constancias oficia
les del Museo, ciertas dudas me debían pasar por la mente cuando creí
necesario hallar, siquiera en la nobleza del heroico modelo, algo que con
tribuyera a convencerme de que Carbajal pudiera haber pintado un retrato
semejante.
(1) El dibujante Juan M. Besnes e Irigoyen. Conferencia leída en el
Salón de Actos Públicos de la Universidad, el 10 de Mayo de 1919, por el
Dr. José M. Fernández Saldaña. (Publicación del Instituto Histórico y Geo
gráfico del Uruguay). Montevideo. 1919.
LA MUERTE DEL GENERAL FLORES 87
(1) Este retrato ele tan subido mérito artístico no reportó al pintor sino
pesos 233.30, total de la suma recolectada por suscripción. Sin embargo otros
retratos particulares inferiores al de Besnes, los cobraba ocasiones más de
800 pesos. El del Dr. Emeterio Regúnaga, pintado en 1874, costó 768 pesos.
La muerte del General Flores
(1) De la “Muerte del General Flores” existen dos lienzos iguales. Uno
está en un instituto público y el otro, que perteneció a la colección del doctor
Andrés Lamas, fue adquirido recientemente en Buenos Aires por el señor
Fernando García. El Dr. Lamas aseguró siempre que su cuadro era el ori
ginal o el primitivo, y que Blanes, por consejo de él mismo, había hecho
luego una dúplica para ofrecerla en venta al Estado.
(2) La protección que el general Batlle demostró hacia Blanes no fué
óbice para que éste tomase a su cargo dibujar las caricaturas de “El Chu
basco”, periódico de oposición que dirigían Juan Augusto Ramírez y Julio
Herrera y Obes, aparecido en Abril de 1868. El presidente Batlle, a su turno,
110 le guardó rencor, ni le escatimó después su simpatía.
El pintor fracasó como caricaturista, pues sobre carecer de intención
en la sátira, tampoco tenía el sentido de exagerar sin deformar, indispen
sable para que las caricaturas no resulten, como las suyas, simples muñecos
sin gracia.
Las caricaturas no se entienden ni los tipos se conocen—decía un co
mentarista de la época, siendo necesario para sacar algo en limpio recurrir
a las leyendas.
No existe este periódico en la Biblioteca Nacional, y es rarísimo hallar
algún número.
Capítulo XI
por 0.53 hecha en uno de los. mejores establecimientos de grabado que hayan
existido en el país.
Abajo, en el blanco y casi junto a la lámina se lee, a la izquierda,
J. M. Blanes, Pinxit. En el centro Lit. A. Hequet y Cohas Hnos. Monte
video. A la derecha A. Hequet, del.
Pese al crecido tiraje, este grabado es raro en la actualidad. Fué muy
difundido en Entre Ríos, sobre todo después de muerto Urquiza. En
el Palacio de San José hay varios ejemplares encuadrados. También está
en nuestro Museo Histórico Nacional y tengo uno en mi colección de lá
minas. Se hicieron dos tirajes distintos, distinguidos entre sí, porque uno
de ellos tiene un fondo medio tono.
RETRATOS DE URQUIZA Y DE OSORIO 95
jt
LA FIEBRE AMARILLA
LA REVISTA DE RANCAGUA
O
(Galería del Sr. Fernando García)
o8 FERNÁNDEZ SALDAÑA
(1) Este facultativo era médico del pintor. Antiguo conocido de Mauri
cio Blanes, cuando vivió en la ciudad de Corrientes, en la República Ar
gentina, el Dr. Noguera estaba radicado entonces en Montevideo. Además
de médico era gran camarada de Blanes, con quien solía tener prolongadas
charlas. Noguera hombre observador y minucioso, a lo que parece, le dió
muchas indicaciones de detalle para las figuras de su cuadro, siendo quien,
en asuntos y cosas chilenas lo animaba siempre, y lo decidió alguna vez.
(2) La circunstancia meramente casual de mencionarse por dos veces
la existencia de la fiebre amarilla en Montevideo, podría llevar a la equivo
cada creencia de que esa enfermedad fué alguna vez reinante o frecuente
en nuestro país. Nunca hubo en el Uruguay ninguna enfermedad endémica
de naturaleza exótica. La fiebre amarilla, introducida del exterior, se sin
tió como epidemia en 1857 y en 1872, fuera de algún otro año en que apenas
cabe señalarla.
LA REVISTA DE RANCAGUA I I
(1) Historia y arte. Revista de Rancagua. (Cuadro del Sr. Blanes) por
A. J. C. Buenos Aires. Imp. de La Opinión, San Martín 147—1872. Folleto
de 22 páginas, cuyo autor es el Dr. Angel Justiniano Carranza. Está dedi
cado al Sr. Dr. D. Vicente F. López, en homenaje a su talento.
II2 LA REVISTA DE RANCAGUA
s
Capítulo XIV
"era alto, bien repartido, moreno de tez, con tipo peruano” (i).
Poseo algunos de los interesantes cuestionarios que Blanes
envió al Dr. Carranza para ser presentados al coronel Ve-
lazco—difícil señor Velazco—según lo califica en sus cartas.
“Le ruego—recomienda el pintor—que haga contestar lo
más precisamente posible las preguntas que hago y se lo rue
go a pesar de saber que usted es preciso cuando se trata de
asuntos históricos”.
Las respuestas del coronel Velazco fueron más sucintas,
tal vez, de lo que el pintor deseaba.
Testigo precioso, no era el coronel hombre ni de muchas
palabras ni del todo amable, al parecer, cuando dió motivo
para que Blanes contestando a Carranza le dijera: . . .“he vis
to también, no sin pena, la paciencia que tuvo con el Santo abu
rrido y coronel Sr. Velazco. . . Siento haber sido yo la causa
de que haya V. sufrido ese mal tratamiento..
Cuatro meses más tarde, en 1873, el cuadro estaba casi
terminado.
Blanes creía tener, en esa fecha, bastantes probabilidades
de hacer un corto viaje a Europa,
“Mi viaje a Chile—leo en una cartaB-parece que no se
realizará este año. El gobierno y la comisión directiva de la
Asociación Rural me han elegido para ir a la inminente expo-
(1) Guiado por esas referencias, Blanes eligió para modelo del personaje
de su cuadro, a un antiguo soldado que se llamaba Santiago de Anca, enton
ces portero de la Universidad de Montevideo.
Tengo en mi colección iconográfica un retrato de aquel veterano, sen
tado en un sillón. Muy viejo ya, conserva todavía rasgos que se ven en el
Corocorto, carcelero de Carrera.
Al dorso de la fotografía, escrita por Don Dermidio de María, hay esta
leyenda: “A mi apreciado amigo el Dr. D. Luis Melián Lafinur, en recuerdo
de que él, a mi solicitud, contribuyó a aliviar la miseria del viejo de Anca,
fielmente representado en este retrato a los 94 años de edad. D. De Ma
ría. Agosto 27. 1900”.
El Dr. Melián Lafinur, me obsequió años después con ese documento
gráfico.
ÚLTIMOS MOMENTOS DE JOSÉ M. CARRERA I2I
EL VIAJE A CHILE
(1) No se pintó esta tela. En 1878, Blanes hizo un óleo pequeño, ti
tulado “El Campo de Maipo” para obsequiárselo al Dr. Carranza. Además
queda el croquis a pluma, reproducido en este libro y que pertenece al autor.
EL VIAJE A CHILE
Dibujo a pluma
(Colección Fernández Salda ña).
1 ■ Gran callejón por donde entraron los batallones argentinos a las 6 de la tarde. 2 - Viñasen 1818. 3 - Higueras que
existen aún. 4 -Ultimo atrincheramiento español. 5 - Lo Espejo (hoy Infante). 6 - Campos de espinos raquíticos, jamás
cultivados. 7 - Lugar donde se abrazaron O’Higins y San Martín. 8 - Caminomuy ancho a Santiago. 9 - Punto por
donde huyó el Gral. español al principio de la acción. 10 - Peral y rancho que había allíen la ¿poca de la batalla.
. . . Grande alameda actual, mandada poner por San Martín en toda la parte menos ancha del callejón de Espejo.
11 - Loma que atraviesa el camino.
132 FERNÁNDEZ SALDAÑA
(1) En la magnífica medalla que con motivo del centenario del naci
miento de Blanes, hizo acuñar el Instituto Histórico y Geográfico del Uru
guay, en 1930, se reprodujo este perfil de Nicanor Plaza.
(2) Luis Alvarez Urquieta. La pintura en Chile. Santiago 1928.
134 FERNÁNDEZ SALDAÑA
(1) Estos óleos miden om. 50 x 0.25. “El Cabo Pilar", integra, en San
tiago de Chile la galería del señor José Arrieta Cañas y fué del ministro su
padre.
(2) Véase en el apéndice C la protesta de la comisión Uruguaya.
Cruz de Palo
3¡
ge
(i) Tomándola del folleto titulado “Memoria etc.”, que ya he tenido oca
sión de citar, transcribo la “Descripción de los personajes representados en
el cuadro Juramento de los Treinta y Tres”.
La numeración empieza a la izquierda del espectador con el número i,
y termina con la última figura del cuadro, siguiendo estrictamente el orden
de colocación sin tener en cuenta la perspectiva.
I, Ignacio Núñez—2, Juan Acosta—3, Felipe Carapé—4, Juan Rosas—
5, Celedonio Rojas—6, Manuel Melendez—7, Avelino Miranda—8, Agustín
Velázquez—9, Manuel Freire—10, Joaquín Artigas—n, Gregorio Sanabria—
12, Santiago Nieves—13, Santiago Gadea—14, Ignacio Medina—15, Jacinto
Trápani—16, Luciano Romero (arrodillado)—17, Juan Spikerman—18, Pa
blo Zufriategui—19, Simón del Pino—20, Manuel Lavalleja—21, Juan Anto
nio Lavalleja—22, Atanasio Sierra—23, Manuel Oribe—24, Andrés Spiker
man—25, Ramón Ortíz—26, Basilio Araujo—27, Juan Ortíz—28, Pantaleón
Artigas—29, Andrés Chebeste—31, Francisco Lavalleja—32, Dionisio Ori
be—33, Carmelo Colman”.
No debe extrañar a nadie si la lista transcripta no coincide con otras
listas de los mismos expedicionarios de la cruzada del año 25. El pintor es
cogió, sin duda, una de las varias tenidas como verdaderas, con el apoyo de
tales o cuales razones, y luego guióse por ella.
Todavía hoy no está esclarecido definitivamente, ni el nombre ni el nú
mero de los compañeros de Lavalleja en el memorable desembarco.
EL JURAMENTO DE LOS TREINTA Y TRES
Z¿ ¿T*'
j»
EN FLORENCIA
CUADROS Y PROYECTOS
ría “del Durazno, del Aiguá, etc., que recuerdan más nuestro
indígena”.
El coronel Santos—dice en una carta—tenía muchos de
esos tipos en su batallón 5.° de Cazadores, “pero, concluye,
vaya uno a pescar fotografías de esos soldados”.
Al fin llegó a pintar un boceto al óleo, pero no conozco de
“El Rapto de Lucía Miranda”, sino algunos estudios parciales
y el cartón semi-definitivo entre los dibujos del Maestro adqui
ridos no hace mucho por el Museo Municipal de Bellas Artes.
La idea de pintar el episodio trágico en que fué victima
do Juan Díaz de Solís, no era nueva en el maestro, por lo
cual pronto pudo tener listo un boceto, bastante trabajado.
Sin embargo no se animaba a abordar el cuadro en defi
nitiva “porque nunca había hecho una vida más provisoria,
incierta y accidentada que en esa época”, dispuesto siempre
“a levantar campamento si los niños (llamaba así a los hijos)
faltasen a su deber y desconocieran el valor de su sacrificio,
no chico dada su edad y sus desencantos”.
Además pensaba en que la ejecución del cuadro proyec
tado le traería nuevos gastos, por ser necesario alquilar un
taller más grande, y un cuarto en campaña para hacer los
estudios al sol.
En medio de estas dudas llegó a manos de Blanes una car
ta de su amigo el Dr. Domingo Ordofíana, en la que le hablaba
del cuadro.
La figura de Juan Díaz de Solís era muy simpática al
Dr. Ordoñana, por cuya razón insistía ante el pintor para que
se pusiese a la obra.
Pareció fluctuar por algún tiempo, todavía, pero al fin,
“La muerte de Solís” fué definitivamente abandonada, a tí
tulo de carencia total de modelos indígenas para estudiar las
carnes de los salvajes.
Sólo quedaron, que yo sepa, algunas figuras sueltas, in
suficientes para formular ningún juicio crítico.
EN FLORENCIA 165
LA BATALLA DE SARANDÍ
<s?
LA REVISTA DE 1885
(1) Al decir las cosas blancas y las cosas coloradas, el pintor aludía
a los partidos políticos blanco y colorado, que en el año 70 se disputaban por
las armas el gobierno de la República.
(2) Me refiero al retrato arbitrariamente atribuido al naturalista Aimé
Bonpland, que nunca retrató a Artigas en el Paraguay, ni alcanzó nunca a
verlo por allá, siquiera.
En un estudio mío, próximo a publicarse, concluiré con la mentira,
tan popularizada, del retrato hecho por Bonpland.
18o FERNÁNDEZ SALDAÑA
(i) La escultura era para Blanes, una especie de violín de Ingres. Aun
que solo fuese una ilusión suya, se creía que en escultura estaba en plano su
perior a la pintura. Ninguno de sus grandes cuadros ni de sus grandes re
tratos, le arrancaron auto alabanzas tan hiperbólicas como alguna de sus
concepciones escultóricas .
Refiriéndose a su proyecto de monumento al obispo Jacinto Vera, dice
que solo podría considerarse superior a él el magnífico de Canova, en me
moria de Cristina de Austria y “que nadie podría citar nada más serio, nada
más misterioso, nada más expresivo”.
El proyecto sin embargo no respondía ni con mucho a tanta excelencia.
Fuera de este monumento, proyectó—dibujados siempre—dos estatuas
de Artigas, una de ellas ecuestre y una de José Pedro Varela.
Del primer proyecto de monumento a Artigas existe una litografía he
cha en las oficinas de Godel, sobre un dibujo de Blanes. Fué repartida a los
suscriptores del diario “El Bien Público”, correspondiente al i.° de Enero de
1880, y en la actualidad se ha hecho rarísima. Solo conozco la que tengo en
mi colección.
Además el pintor intervino en los dos o tres monumentos ejecutados por
su hijo Juan Luis.
REVISTA DE
1885
La Revista de 1885
El Presidente Santos y su Estado Mayor en la Plaza Independencia
(Museo Municipal de Bellas Artes)
184 FERNÁNDEZ SALDAÑA
'3
El Calvario
(Galería del Sr. José Arrieta Cañas. Santiago de Chile)
LA EXCURSIÓN A ORIENTE
B lañes en el Partenón
12 de Octubre 1890
De izquierda a derecha, Juan Luís Blanes, el Maestro, Dante Costa y Nicanor Blanes.
(i) Los tres entenados de Juan Luis Blanes usaron el apellido Cas-
tro-Blanes, y fueron como nietos adoptivos del Maestro. Sara, de gran
belleza, falleció muy joven en Montevideo. Viven actualmente Manuel y Ma
ría Luisa, viuda del notable y malogrado escultor nacional Juan M. Ferrari,
autor del famoso monumento al Ejército de los Andes, erigido en Mendoza
(República Argentina).
LA EXCURSIÓN A ORIENTE 207
(1) Dr. Angel Floro Costa. La conquista del Desierto. Una visita al
taller del pintor Blanes. Imprenta de “El Siglo”. Montevideo. 1895.
LA REVISTA DEL RÍO NEGRO 211
(1) Según el señor Augusto Marcó del Pont, en su reciente libro “Ro
ca y sus tiempos”. Buenos Aires. 1931, los personajes del cuadro, comenzan
do por el primer jefe a caballo, de la izquierda, son: coronel Manuel J. Cam
pos; Ten. Corl. Artemio Gramajo; Capitán Luis Fabregas; Ten. Corl. Manuel
Olascoaga; Ten. Corl. Palemón González; Coronel Nicolás Winter; Coronel
Nicolás Levalle; Capitán Julio Morosini; Coronel Teodoro García; Ten. Co
ronel Eduardo Pico; idem, Francisco Leyría; idem, Rufino Ortega: Mayor
Diego Lucero; Coronel Conrado E. Villegas; Ten. Corl. Ignacio Fotherin-
gham; idem, Manuel Fernández Oro; General Julio A. Roca; Mayor Vic
toriano Rodríguez; Coronel Eduardo Racedo; Mayor Manuel Ruibal; Coronel
Napoleón Uriburu. De pié, grupo de la derecha: Ten. Corl. Erasmo Obligado;
Tne. Corl. Martín Guerrico; Capitán Ramón Falcón; Cadete de la Escuela
Naval, Miguel Lascano; Teniente Atilio Barilari; Cadete idem, Leopoldo
Funes; idem, Hipólito Oliva.
Además figuran los miembros de la comisión de exploración científica,
Dr. P. G. Lorentz (zoólogo); Doctores Adolfo Doervig y Gustavo Niederle
(botánicos) ; y Dr. Federico Schulz, y el Cura Provisor Dr. Espinosa.
LA REVISTA DEL RÍO NEGRO 213
El Altar de la Patria
(Museo Histórico Nacional)
2IÓ FERNÁNDEZ SALDAÑA
blanca con cierto matiz moreno, y aunque los ojos eran bellos,
las cejas demasiado juntas, daban al rostro una expresión
dura.
Hacía Blanes una vida retraída en absoluto: “nada quie
ro ver, nada siento, nada he visto, nada he buscado ni busco
que me distraiga”—dice.
Pisa le hacía acordar a Pando por la soledad, según car
tas dirigidas a Mauricio.
Solo para escribirle al hermano se sobreponía a sus pre
ocupaciones morales y físicas, y entonces llegaban a Monte
video algunas cartas que recordaban las de antes. . .
En cambio las nuevas que se le enviaban desde aquí re
lativas a la salud del viejo Don Mauricio no eran tranqui
lizadoras.
Tampoco la salud del pintor podía engañar a nadie: un
tenaz catarro bronquial se sumaba a otros achaques antiguos.
Había adelgazado muchísimo, y se alimentaba mal por
falta de la dentadura.
Vivió todo el invierno encerrado, metido entre lanas, en
completa inacción.
Desde los días de Montevideo no veía ni colores, ni pin
celes, ni nada que tuviese atinencia con cuestiones artísticas.
Todas las actividades que le permitían sus mermadas
fuerzas, eran empleadas en pesquisar acerca del paradero del
hijo desaparecido.
No perdió diligencia en tan doloroso sentido, y trató de
interesar a todos en su búsqueda.
Daniel Muñoz, entonces ministro uruguayo en Italia, que
le había escrito una carta muy amable convidándolo a comer
asado criollo en Roma, parece que estuvo distante de satisfa
cer al pintor en punto a actividad inquisitoria.
En cambio el Dr. Luis Garabelli, ministro en Alemania,
lo secundó en cuanto pudo y con todo empeño.
FERNÁNDEZ SALDAÑA
CAPÍTULO T
CAPÍTULO V
CAPÍTULO VII
Ramón de Cazeres
APÉNDICE 2
CAPITULO VIII
Además .de lo que ilustran acerca de la venta misma del cuadro, los
párrafos de carta que se publican por primera vez tienen alto valor para
juzgar de la psicología de Blanes.
Sr. D. Andrés Lamas.
Buenos Aires.,
Juan M. Blanes.
CAPÍTULO XIV
CAPÍTULO XVII
CAPITULO XXII
Mi distinguido amigo:
Bartolomé Mitre.
APÉNDICE E
CAPÍTULO XXVI
Pido mil perdones a V. S. Illma. por esta molestia tan falta de títulos
que la justifiquen, pero espero mucho de su piadosa voluntad, y quiero creer
que la comunión de los hombres cristianos me valga la atención que le pido
para el motivo de su carta.
Beso sus consagradas manos y quedo S. H. y O. S.
Capítulo I
ORÍGENES Y JUVENTUD
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
LA PENSIÓN EN EUROPA
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
LA FIEBRE AMARILLA
Capítulo XIII
LA REVISTA DE RANCAGUA
Capítulo XIV
Capítulo XV
EL VIAJÉ A CHILE
Capítulo XVI
Capítulo XVII
Capítulo XVIII
Capítulo XIX
Capítulo XX
LA BATALLA DE SARANDÍ
Capítulo XXI
LA REVISTA DE 1885
Capítulo XXII
Capítulo XXIII
Capítulo XXIV
LA EXCURSIÓN A ORIENTE
Capítulo XXV
Capítulo XXVI