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3.percepcion Social
3.percepcion Social
La Percepción Social.
1.Introducción.
2. Factores que determinan la percepción.
3. Proposiciones fundamentales que explican la
naturaleza de la percepción social.
4 .Las primeras impresiones: Cómo se forman.
5. El concepto de constructo.
6. Los mecanismos de la atribución de constructos.
7. Las teorías implícitas de la personalidad.
8. El rasgo central.
9. Efecto de halo.
10. Los estereotipos.
11. Presiones del grupo y percepción.
12. Bibliografía.
Es un dato inicial importante el de que la conducta social está organizada. Ahora bien, este estar
nuestra conducta social organizada, este tener un sentido, es tan global, tan unitario, y tan de raíz,
que no se puede justificar si no es desde lo cognitivo. Si nuestra interacción con el mundo "tiene un
sentido", será porque lo tiene nuestro conocimiento - nuestra percepción - del mundo.
a. ¿Qué percibirá un sujeto ante la multitud de estímulos sociales que le rodean? ¿Qué leyes rigen
esa simple percepción?
c. ¿Cuáles son las estructuras y subestructuras del universo cognitivo de un individuo y cuáles son
sus interrelaciones? ¿Qué leyes rigen la organización de esas estructuras?
Krech ha distinguido entre dos tipos de factores que determinan nuestra percepción:
A. Factores estructurales: La percepción está determinada en primer lugar por la naturaleza física
de los estímulos, y por los efectos (fisiológicos) de esos estímulos en el sistema nervioso. Estos son
los factores estructurales que fueron objeto de estudio para la primera Psicología de la Gestalt. Así
la Psicología Gestáltica académica notaba que según estuvieran estructurados los elementos del
campo perceptivo (en mayor o menor proximidad entre si, con mayor o menor semejanza, con una
orientación común o sin ella, formando figuras de mayor o menor cercanía a la clausura...), así
percibiríamos diversas figuras posibles destacándose ante diferentes fondos. (Consultar por ejemplo
Köhler, W., Psicología de la Forma).
B. Factores funcionales: Son los que se derivan primariamente de las necesidades, estados de
ánimo, sentimientos, experiencias pasadas y la memoria del individuo. La primera sugerencia
experimental de su existencia fue el experimento de Bruner y Goodman, 1947, sobre la
percepción de monedas en niños de distinto nivel social: los niños más pobres veían las monedas
más grandes que los mÁs ricos. Obviamente se trataba de factores ajenos a las monedas mismas, y
a su disposición en el campo perceptivo, los que estaban detrás de este fenómeno. Ya en 1947
formulaban a modo de leyes las siguientes afirmaciones
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a. Cuanto mayor es el valor social de un objeto, más susceptible es éste de ser organizado en
función de determinantes funcionales.
b. Cuanto más necesidad tenga el individuo de un objeto valioso socialmente hablando, más
actuarán este tipo de determinantes.
Existen hoy día muchas pruebas experimentales de la existencia de este tipo de factores, muy pocas
de sus dimensiones cuantitativas.
a. Cuando se proporciona a un grupo una serie de datos discretos, por ejemplo en forma de
adjetivos sueltos, el grupo tiende a percibir esa serie de adjetivos en forma de una personalidad
acabada.
c. Se constata que existe resistencia a abandonar una teoría cualquiera aunque ya haya sido
desacreditada, si no existe una nueva que la sustituya.
Es un hecho que no se percibe todo, que seleccionamos. En general se suele notar que son los
factores funcionales los que determinan qué estímulos van a formar parte del campo perceptual.
a. Necesidades del sujeto: Sanford probaba ya en 1936 que el hambre determinaba cómo se
percibían objetos neutrales. Shafer y Murphy en 1943 logran probar que necesidades inducidas
artificialmente tienen el mismo efecto. Y consiguen "enseñar" con premios y castigos a que los
sujetos vean determinados estímulos (en su experimento eran caras humanas) del medio, y no vean
otros.
b. Disposición mental ["mental set"]: El bombero, el actor, el empresario del teatro, ven distintas
cosas en el patio de butacas de si se asoman al orificio del telón. Su rol ha creado una disposición a
ver determinadas cosas. Hay otras realidades que crean disposición mental o "mental set": por
ejemplo la dinámica de la acción. Percibimos distintos detalles de las prendas de vestir un día de
diario, y el día en que hemos salido de casa precisamente para comprarnos un traje. (Nótese la
importancia del "mental set" de un policía que interroga a un presunto malhechor, o el de un sujeto
que responde a una entrevista - un interrogatorio al fin y al cabo - para ser admitido a un puesto de
trabajo).
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Murray probó como se pueden inducir disposiciones mentales: tras un juego en que se fingían
crímenes y se jugaba a policías, unos niños percibían más malicia en ciertos rostros sobre los que
eran interrogados.
c. Estado emocional: Los estados emocionales no sólo seleccionan qué estímulos se perciben, sino
también si los estímulos se van a percibir de forma mas global o más detallada. Leuba y Lucas en
1945 tras inducir en estado hipnótico determinados estados emocionales (felicidad, actitud crítica,
ansiedad) sometían a sus sujetos a ver una foto neutral. Los "felices" la percibían de forma global,
más relajada, con menos atención a los detalles. Lo otros dos seleccionaban detalles de acuerdo con
sus emociones.
d. Los factores estructurales: Tienen también una función selectiva. Independientemente de mis
necesidades, etc. tenderé a seleccionar para ser percibido (veré más) a lo que es en si mismo mas
apto para ser figura frente a un fondo, por ejemplo a un negro en un grupo de blancos, o a una
mujer en un grupo en que todo son hombres.
Esto quiere decir que ninguna cosa se percibe aislada, sino que se percibe como embebida en una
estructura más amplia que le da vida y sentido. Ya la Gestalt ilustraba esto con ejemplos tomados
de la percepción visual, y así formulaba los principios de asimilación y contraste, de figura-fondo,
etc. Las principales aplicaciones de esta proposición a la psicología social son:
a. Cuando un individuo es percibido como miembro de un grupo, las características del individuo
que corresponden en alguna forma al grupo, quedan afectadas por su pertenencia al mismo. Así no
percibimos igual a un individuo si nos dicen de él que es alemán, que si nos dicen que es inglés.
En general aquí operan con fuerza las leyes de asimilación y contraste: o difumino las diferencias
del individuo respecto al grupo y le veo "como uno más del grupo", asimilándole, o subrayo las
diferencias y le veo "como una excepción que confirma la regla", contrastándole. Son las dos
formas de simplificar y aclarar el campo perceptual.
b. Mirando al interior de nuestra estructura perceptiva, podemos decir que cualquier cambio que se
introduzca en el campo perceptivo será absorbido por nosotros de tal manera que afecte lo menos
posible a una estructura fuerte y ya establecida. Esta proposición afirma la importancia de las
primeras impresiones y de las creencias que ya se tienen.
Para los sujetos del grupo A, tranquilo significaba = pacificador, tolerante, pacífico, cortés, de
buenas maneras.
Para los sujetos del grupo B, tranquilo significaba = frío, calculador, frígido.
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c. Marco de referencia. La proposición III se ha formulado a menudo diciendo sencillamente que
percibimos siempre en función de un marco de referencia, de otros estímulos del campo con los
cuales está organizado.
Marco de referencia es un término que alude a factores funcionales pasados y presentes. Es decir
que marco de referencia es para mi, cuando percibo El Escorial, las montañas que lo rodean y que
me hacen percibirlo como un monumento serrano, mis conocimientos de historia, que me hacen
percibirlo como personificación del autoritarismo de Felipe II, mis recuerdos de veraneos infantiles,
que me hacen percibirlo como un edificio entrañable y emocionalmente "blando", y la cultura
occidental, a la que pertenezco, y que me hace percibir allí el espíritu de la Contrarreforma (aunque
no lo sepa conscientemente).
Lo que era obvio desde antiguo para el caso de la percepción del mundo físico, que percibimos en
relación al estándar inicial (Ley de Weber Fechner), se demuestra válido para el mundo complejo
de la percepción social. Así, algunas cosas, como puede ser el prestigio de determinadas
profesiones, se percibe de distinto modo según las profesiones que para mi y en este momento sean
el marco de referencia (experimentos de McGarvey, 1943).
IV. Objetos o sucesos próximos entre si en el espacio o el tiempo, tienden a percibirse como
formando parte de una misma estructura.
Es claro que para algunos Cristianismo y Socialismo pertenecen a una misma estructura; para otros
no. Este principio expresa de una manera muy condensada y primitiva lo que han elaborado mejor
las teorías de la atribución.
Es un hecho que nos formamos impresiones de los demás, aunque no las formulemos verbalmente.
Suelen tener una carga evaluativa muy fuerte (me gusta-no me gusta, me cae bien-no me cae bien),
y condicionan toda percepción posterior del otro. De ahí la importancia del estudio de cómo y por
qué se forman.
1. Resumir los diversos datos que percibimos, de una manera simple, sencilla y fácil de recordar.
El término "extrovertido" o "amigable" es más manejable para su uso posterior que toda una serie
de conductas o rasgos que hemos advertido en la otra persona.
2. Predecir la conducta futura de los demás, y por lo tanto evitar sorpresas, minimizar riesgos, y
facilitar la interacción y la comunicación. Si la impresión que tenemos de una persona, después de
un contacto mínimo, puede formularse como que "es simpática" (nuestro resumen instantáneo de su
personalidad tal como la hemos percibido) podemos inferir que le gusta divertirse, que podemos
invitarle a una fiesta, que caerá bien a nuestros amigos, etc. Naturalmente podemos equivocarnos,
pero en principio aplaca la necesidad de orden interior el poder formular toda esa serie de
expectativas orientadoras de la conducta.
En la vida diaria tenemos muchos ejemplos de la función predictiva de las primeras impresiones.
Pedimos favores a unos y no a otros. Ante dos profesores nuevos, casi desconocidos, nos sentimos
libres para hacer preguntas a uno y preferimos callar ante el otro, hacemos inconscientemente
nuestras "predicciones".
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b. Características de las primeras impresiones.
1. Nuestras primeras impresiones son estructuradas y categorizadas. Los datos que percibimos
los incluimos rápidamente en categorías previas nuestras (simpático-antipático, inteligente-tonto,
divertido-aburrido). Esto ya supone un proceso de selección de datos.
3. Nuestras primeras impresiones tienden a ser congruentes, con sentido. Los diversos datos los
organizamos de manera coherente para que tengan sentido, de modo que toda primera impresión es
como una estructura previa, que condiciona todo dato ulterior, ya que cualquier cosa que
percibamos de esta persona tenderá a ser amoldada para que encaje de manera coherente en eso que
primero se percibió de ella.
A la hora de explicar el proceso de formación de impresiones hay dos teorías o grupos de teorías en
psicología social. Para unos la percepción del otro es de tipo intuitivo, para otros es de tipo
inferencial. Estas denominaciones abarcan subteorías que no son necesariamente contradictorias
entre si. Ponemos a continuación los principales argumentos en favor de cada una de las posturas:
1. La percepción es intuitiva. Esto querría decir que la percepción del otro descansa en una
capacidad innata, que es global, que es directa e instantánea. Repasamos cada uno de estos
atributos:
Es innata: Thomas Reid en 1764 defendía la opinión de que los hombres tienen la capacidad de
reconocer, por medio de signos materiales (por ejemplo gestos), "hechos metafísicos". Por ejemplo
rasgos de personalidad. Así lo defendió Darwin (1872). Pruebas experimentales no faltan: Sackett
en 1965 mostró que monos criados en total aislamiento reaccionaban de manera apropiada a la
expresión facial de otros monos. Algo más recientemente, en 1971, Comfort ha mostrado que los
animales y el hombre tienen la capacidad innata de respuesta adecuada a olores sexuales o
"feromonas". Aunque su presencia en el hombre es cuestionada. Desde otro punto de vista Ekman
en 1972 mostró que determinadas expresiones emocionales son comunes a diversas culturas, y que
niños nacidos ciegos reconocen expresiones faciales al recobrar la vista.
Todo esto viene a probar estados emocionales simples en los que, al menos en parte, la percepción
de demás depende de factores innatos.
Es global: La escuela de la Comprensión alemana (Spranger 1928), defendió este punto con
fuerza. Según ellos no percibiríamos, en una primera impresión, sino una intuitiva globalidad sin
demasiados perfiles. De la cual, más tarde, se irían destacando los detalles (rasgos, conductas
específicas). Hoy día, sin embargo, se tiende a demostrar que siendo verdad que las primeras
impresiones son estructuradas, no son necesariamente globales: es decir, que frecuentemente nos
formamos primeras impresiones de aspectos aislados de las personas, sin necesidad de esa vaga
impresión de su personalidad total.
Es directa e instantánea: No es claro qué quiere decir la psicología de la Gestalt cuando afirma
que la percepción del otro es directa (es decir, no es claro cómo habría que entender el término
"indirecta" aplicado a una percepción interpersonal, y probablemente ahí está todo el problema que
venimos tratando). Probablemente lo que afirma (por ejemplo Arnheim en 1949) es que existe un
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isomorfismo en el acto de percibir al otro: lo que el otro es aparece en una serie de formas paralelas
físicas - gestos, conductas - que sin más engendran en mi formas físicas correspondientes y
entendimiento sin más de lo que el otro es. Como se ve estas últimas frases están llenas de
ambigüedades y metáforas que nos dejan sin saber qué es isomorfismo ni que es percepción
indirecta.
Respecto a que la percepción sea instantánea, dato que estaría a favor de una percepción intuitiva,
Morin et al. en el estudio más exacto que conocemos, ha llegado a determinar que el
reconocimiento y acto de decir el nombre exacto de un amigo al que se percibe, se hace en una
media de 0.61 segundos. Es decir que es verdad que la formación de una impresión es muy rápida,
pero no instantánea.
De todo lo dicho queda claro que probablemente la percepción es intuitiva en el hecho de captar
estados emocionales simples de los demás. Y que probablemente todo lo demás en ella es
inferencial o "indirecto". El problema está en explicar que quiere decir "indirecto" en este caso.
Es verdad que esto no es más que un modelo explicativo, y que ha de ser probado. Sin embargo ha
suscitado una gran cantidad de investigaciones. Esto hace de él un modelo útil y sugerente. Como
se ve presenta un problema: la suposición de que la premisa inicial ("los pelirrojos son agresivos", o
"hablar en voz alta es ser poco cultivado y tener poco a raya a los propios sentimientos"), ha de ser
por fuerza aprendida (es decir, nuestra percepción pasa a estar muy influenciada, desde su origen,
por el medio social); y nunca es del todo universal (es decir, nuestra percepción no es nunca del
todo correcta, incluye siempre algún salto ilógico, alguna interpretación subjetiva).
5. El concepto de constructo.
Decíamos que las primeras impresiones están categorizadas. En efecto, tienden a hacerse en forma
de categorías que expresan características "polares"; es decir, que adoptan la forma de un rasgo y su
opuesto. Los constructos son como continuos a lo largo de los cuales podemos colocar a la persona
percibida. Así, por ejemplo, el sujeto puede ser visto como fuerte o débil, en todos los grados
posibles, o ser categorizado mas bien como bello - feo, o de mil otras maneras. Es a estas categorías
bipolares a las que llamamos constructos.
Los constructos que manejamos cada uno de nosotros en nuestra percepción de los demás pueden
ser diferentes para cada individuo que percibe, pero, lógicamente, habrá gran semejanza entre los
constructos de las personas que pertenezcan al mismo grupo lingüístico o cultural, ya que los
constructos son aprendidos. La psicología moderna es responsable de la creación de numerosos
constructos hoy de dominio popular, y que son en gran manera responsables de una nueva manera
de percibir a las personas. Piénsese en constructos tan empleados hoy día como los de "extrovertido
- introvertido", "realizado - no realizado", etc.
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Los constructos no tienen que ser perfectamente simétricos. Es decir, que sus extremos no se
oponen como dos características contradictorias: así para unas personas lo contrario de "amable" en
"hostil", mientras que para otras puede ser "cruel", o "esaborío".
Hemos dicho que a la persona se le asignan atributos, ahora ya podemos hablar de una manera más
técnica: se le atribuyen constructos. Es decir, en el proceso de la percepción interpersonal hay un
momento en que decimos que "tal persona tiene esta cualidad, esta disposición, o por el contrario
carece de ella", "es responsable o no de esta conducta", "el que obre así se debe a algo interior a la
persona, o por el contrario a circunstancias que no tienen nada que ver con ella". De explicar cómo,
cuándo, y por qué se hacen estas decisiones se ha encargado la llamada (o las llamadas, porque son
varias, teorías de la atribución. Las cuatro fuentes principales para lo que hoy son teorías aún en
discusión son las siguientes:
En primer lugar hemos de justificar esta complicada operación que realiza el perceptor humano al
atribuir rasgos estables a las personas por él observadas:
En realidad estamos diciendo que el hombre como perceptor social tiene necesidad de entender
cada acción de otros como conectada con el pasado y con el futuro. No como aislada en el espacio y
el tiempo. Evidentemente lo que más puede satisfacer esta necesidad es el ver esta acción concreta
como fruto de una disposición estable (llamémosla ahora aún rasgo, característica, cualidad, o como
queramos) de la persona que la hace.
Lo más cómodo, efectivamente, sería poder identificar qué disposiciones, es decir, qué
características estables, qué rasgos de personalidad, qué actitudes y qué habilidades posee esa
persona. Eso nos ayudaría de forma importantísima a hacer las predicciones pertinentes, como
mencionábamos más arriba.
El problema está en que las tales disposiciones no son observables directamente, sino que son
características solamente deducibles de forma indirecta. Estas deducciones o inferencias suponen
unos procesos internos que los psicólogos han tratado de explicar de distintas maneras. Vamos a
intentar exponer cuáles son éstas.
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El nombre Teoría de la Atribución es una forma genérica de designar a varias teorías diversas que
intentan describir cómo las personas intentamos explicarnos las causas de la conducta que
observamos en otros o en nosotros mismos. Es Fritz Heider el que crea en 1958 el término
atribución. Con él no trataba de sugerir que dentro de nosotros se desarrollan procesos para
averiguar las "verdaderas" causas de las acciones que observamos en las personas, sino que en
nosotros se dan procesos para explicar de la manera psicológicamente más sencilla las causas de
esas acciones, de forma que las lleguemos a percibir en conjunto de la forma más coherente y
satisfactoria para nosotros.
Son sus autores E. Jones y Keith Davis (1965). Supone que los sujetos que perciben, en cuanto ven
una acción, tratan de inferir si procede de una característica estable del otro. Por ejemplo: Ese que
da limosna ¿es un "altruista"?
Para poder hacer estas inferencias las personas solemos basarnos, según Jones y Davis, en tres
factores:
. Grado de elección. Tratamos de captar si esa acción se realiza de forma libremente elegida, o por
alguna forma de presión externa o interna. (Intentamos localizar hasta qué grado se da esa elección
libre: a más libertad de elección captada, más vamos a atribuirle la acción, claro está).
. Grado en que los efectos de la conducta son o no beneficiosos para el que la realiza.. .Es claro
que percibimos como procedentes del interior del sujeto todas aquellas acciones que "no le
benefician", o le benefician poco. Las que operan en su favor suponemos que parten de "otros
factores", nos dicen poco de él.
Hacia 1967 Kelley formula su teoría, que supone que cualquiera de nosotros, al percibir al otro se
comporta como un psicólogo experimental que trabajara en un Laboratorio. Observamos múltiples
veces a los demás, y vamos detectando cuándo dos fenómenos tienden a suceder siempre juntos (la
conducta y su causa). Nos interesa observar si la conducta se da cuando se da esta causa, y si no se
da cuando la causa desaparece.
Podríamos decir, también, que funcionamos al percibir a los demás, como si fuéramos una
calculadora que halla de forma muy rápida y programada la correlación entre dos variables.
*Consensus: ¿Se comportan todas las personas de igual manera en esta situación? ¿Esta persona se
comporta de igual forma ante otros estímulos distintos de éste?
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Por ejemplo: si veo salir a una persona del cine diciendo "¡que maravilla!", aún no acabo de percibir
si es que la película es maravillosa, o si esta persona es una exagerada (o si el aire acondicionado
del local hace agradabilísimo permanecer en él dos horas). Necesito percibir consensus, es decir,
saber si esta persona en esta ocasión fue la única que decía tal cosa o todos salían diciendo lo mismo
(en este último caso atribuiré la frase no a la persona, sino a que la película era maravillosa en
efecto).
*Peculiaridad: necesito saber si la persona actúa igual ante distintos estímulos parecidos pero no
iguales. En el ejemplo, ¿qué pasa cuando esta persona va a otras películas muy distintas, o incluso
cuando son aburridas? ¿Dice también que son maravillosas? Porque si se da esta peculiaridad, va
cuajando mi constatación de la covariación.
*Consistencia: necesito saber si esta acción permanece a lo largo del tiempo, cuando la persona es
la misma y el estímulo es el mismo. Porque si la persona en Agosto dice al salir ¡qué maravilla!
pero en Enero no lo dice, probablemente voy a acabar percibiendo que ni la persona es exagerada,
no la película maravillosa, sino que el cine estaba refrigerado ese verano caluroso. Una conducta
que tiene baja consistencia suele atribuirse a características transitorias del medio.
Cuando hay Baja consistencia, se tiende a atribuir a las circunstancias, como antes se dijo.
Fue una teoría que elaboró Weiner para analizar mejor la atribución de éxito o de fracaso. Parte de
la asunción de que las causas a las que se pueden atribuir las acciones que observamos pueden ser
calificadas según tres dimensiones diferentes:
El que las acciones observadas se atribuyan a causas clasificadas en cada una de estas dimensiones
de una forma determinada, da lugar a una tipología nueva de atribuciones que constaría de ocho
posibles tipos de atribuciones:
Estables Inestables
Los jugadores están Los jugadores se han
Controlables bien entrenados. preparado bien para este
Están en buenas partido
manos
Los jugadores son Los jugadores están en un
No controlables "tipos excepcionales gran momento
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Estables Inestables
Intentando hacer una síntesis de las tres teorías podemos exponer lo que sigue.
A. Primer paso en el proceso de atribución: Se observa la acción. En los casos en que se trate de
una auto percepción, el actor y el perceptor son la misma persona, y existe una inmediatez especial,
unas veces conveniente y otras no. Todos sabemos de la utilidad del intento de "vernos como nos
ven los demás", de tomar cierta distancia, de pedir opiniones ajenas, o incluso de recurrir a la ayuda
de medios mecánicos, como el video (por ejemplo cuando uno que aprende a jugar al tenis quiere
dar con sus verdaderos fallos), para hacer más exacta esa auto percepción.
Cuando el estímulo es otra persona la observación puede tener muy diversos grados de inmediatez.
Puede darse una observación directa, puede darse a través de fotografías o videos, o sencillamente a
través de relatos hechos por terceras personas. Este caso, que es el más indirecto, es a la vez el mas
frecuente. Naturalmente, cuanto mas lejana sea la observación de la acción más peligro de
atribuciones equivocadas va a existir.
Dicho de otra manera: antes de poder seguir adelante, y llegar a deducir que "Fulano ha hecho tal
cosa porque él es así", tenemos que dar el paso de juzgar que lo percibido sale de Fulano, es un acto
personal suyo, "le corresponde a él" (por eso hablamos de atribución de correspondencia). Sería
algo así como atribuirle a esa acción la categoría de "acto humano que dice algo de Fulano".
El mero hecho de ver a Fulano respirar no nos lleva a una atribución de correspondencia. Es algo
mecánico, que, en todo caso, se limita a decirnos algo tan común y poco específico de Fulano como
que "está vivo". Para hacer posible una verdadera atribución nosotros seleccionamos aquellos datos
que no pueden ser considerados mera rutina, ni pura mecánica. Aquellos datos que suponen - al
menos en germen - una intención: una cierta elección entre posibilidades, y la decisión de hacer
esto y no aquello.
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Lo problemático es que muchas veces se hacen inferencias de no-correspondencia: "lo hizo sin
querer", "pues él no es persona que se deje influenciar" "no, ella no es como parece"...
¿Qué factores hacen que tendamos a hacer, ante la observación de una acción una atribución de
correspondencia o de no-correspondencia? Se suelen señalar como avalados por la experimentación
los siguientes:
1. Deseabilidad social: Si una persona hace algo que tiene "malas consecuencias" para ella, existe
una tendencia a atribuirle intención; al menos en mayor grado que si lo que hace es convencional y
socialmente aceptable.
2. Efecto hedónico: Se refiere al efecto en el que percibe. Si la acción tiene relevancia hedónica (es
agradable o desagradable) para el perceptor, éste tenderá a atribuir intención a la acción más que si
no lo tiene. Si un invitado a la fiesta rompe un jarrón, el dueño de la casa tenderá a ver al invitado
como torpe, despistado o agresivo (hará una atribución de correspondencia, le atribuirá la acción
a él), mientras que los otros invitados - a los que eso no hiere - pensarán sencillamente que tuvo
mala pata (atribución de no-correspondencia).
3. Personalismo. Se perciben como típicas del sujeto aquellas acciones que no pone claramente
para conseguir un beneficio (las afirmaciones del candidato a un puesto de trabajo se suelen atribuir
a la situación, no a que el es de una manera determinada, o tiene determinada disposición).
4. Inhabilidad. Si se considera a una inhábil en determinada zona de conducta se quita valor de
intención y de rasgo a sus aciertos en ese tipo de conducta. Por ejemplo: los buenos golpes de un
tenista malo no se consideran "suyos", sino de la suerte, la buena raqueta, u otras causas ajenas a él
mismo.
5. Efecto de descuento: Cualquier circunstancia que lleve a un observador a pensar que la conducta
del sujeto está determinada por un agente externo o situacional, tiene enorme efecto amplificador.
Koeske en 1975 halla que el mero hecho de decir a los observadores que una chica está a punto de
dar a luz, o a punto de tener el período, hace que ninguno la juzgue ya como "persona de mal genio"
ante conductas que realmente reflejaban una personalidad irritable. A estas circunstancias se las
denomina agentes de descuento.
C. Tercer paso: Se hacen atribuciones disposicionales. Todavía quedan cosas por aclarar en el
proceso de atribución: el observador ya ha decidido, a estas alturas, que la acción que ha visto
corresponde a esta persona observada, es un acto suyo. Pero aún se pregunta: ¿por qué?, ¿por qué
ha hecho eso? ¿Porque algo interior a esa persona, una característica estable, un rasgo de
personalidad o cosa parecida le lleva a hacerlo, o porque las circunstancias de este momento son las
que fuerzan a ello? Como se ve la pregunta es importante, porque va a aclarar si de mi observación
podré hacer predicciones de futuro o no. Y solamente podré hacer buenas predicciones si deduzco
que esta acción obedece a una disposición interna de la persona con ciertas garantías de
permanecer inalterada el suficiente tiempo.
Dicho de otra manera, el último paso en la atribución consiste en determinar si la acción observada
procede de una disposición de la persona o de factores del entorno. Por eso se habla de acabar
haciendo una atribución disposicional o situacional. Pongamos algunos ejemplos:
a. atribuciones disposicionales: Ha pegado una patada al perro "porque no le gustan los perros".
Me ha besado tan hondamente al despedirse,"es que me quiere". Se atribuye finalmente el hecho a
aptitudes, rasgos, etc.
b. atribuciones situacionales: Ha pegado una patada al perro "porque le iba a morder y no tuvo
más remedio". Me ha besado muy hondamente al despedirse, "hay que ver lo que hacen dos copas
de champán". Se atribuye finalmente el hecho al entorno o al azar.
Los factores que influyen decisivamente en que se haga un tipo de atribución u otro (teniendo en
cuenta que el rasgo atribuido sea positivo o negativo), son:
1. Apariencia física: La apariencia física, cuando es desagradable, está probado que induce a hacer
atribuciones disposicionales de sucesos negativos.
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2. Clase social y status de autoridad: Thibaut y Riecken (1955) probaron ya que a los
"superiores" se les hacen atribuciones disposicionales (se cree que hacen elecciones) cuando
realizan algo, mientras que a los "inferiores" se les cree forzados por los demás o por las
circunstancias.
3. El rol: Conductas que corresponden a lo que se espera del rol de la persona suelen llevar a
inferencias situacionales. Conductas que se salen del rol a inferencias disposicionales. Davis y
Gergen (l961) hallan que los observadores de su experimento solamente creían haber detectado a la
"persona real" cuando aquel al que debían juzgar (un supuesto astronauta) se comportaba de manera
diversa a lo que todos suponemos que es un astronauta. De la misma manera se tenderá a juzgar
como "ligerilla" a una monja de hospital que charla mucho con los médicos. Y no se le atribuirá la
cualidad de "gran generosidad" porque cuide a los enfermos: esta conducta pertenece a su rol, y no
quebranta las expectativas.
4. La popularidad: Lo que hace una persona popular suele interpretarse como disposicional,
propio de la persona, al menos en mayor grado de lo que esto sucede con personas no populares
(estudio de DeCharms y Carpenter, 1965). Un apretón de manos dado por el Papa se interpretará
como una manifestación de su afectuosidad tan grande. Ese mismo apretón de manos, dado por el
que esto lee, se ve sencillamente como un acto rutinario, fruto del aprendizaje social.
Hay datos físicos visibles Pudo, quiso y lo hizo: Pega a sus hijos, bebe:
Él disparó Se lo cargó él
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El acusado
parece haber
matado a la
víctima
Yo no vi nada...
NO Su barrio deforma
La pasión le dominó
Atribución Disposicional o
Este caso no hay ninguna Atribución de Situacional.
atribución Correspondencia o de NO
Correspondencia
a. Walster 1966, demuestra que en los adultos se da lo que en los niños: A mayor daño mayor
atribución de culpabilidad al que lo hizo. Por ej. si uno deja su coche mal frenado y éste se lanza
cuesta abajo matando a varias personas, se le juzga en el experimento como descuidado, persona sin
escrúpulos, etc. En un caso exacto, pero en el que no hay consecuencias graves (el coche
sencillamente queda abollado contra una farola), no se le atribuye rasgo personal alguno: mas bien
se juzga mal del coche (era viejo, etc.). Para un niño es "peor" romper seis vasos sin querer, que
uno solo "a posta".
b. Lerner, 1965 demuestra que el hecho de que el sujeto reciba un premio hace que aparezca como
"mejor" y el que reciba un castigo como "peor". Y esto aun el un experimento en el que los que
percibían sabían que se había elegido al premiado por puro azar. Lerner explica este hecho
diciendo que probablemente se da la creencia profunda de que existen la justicia y la equidad y por
tanto resulta incongruente el hecho de que una persona sea premiada y mala a la vez.
c. Luginbuhl 1975, estudia la percepción del origen de fallos en uno mismo. En sus experimentos
halló que el éxito propio suele atribuirse a esfuerzo, pero el fracaso propio suele atribuirse a
dificultad de la tarea o a incapacidad. En ningún caso el fracaso y el éxito se percibían
desapasionadamente.
Es curioso que Nicholls en 1975 prueba que el éxito repetido solamente se atribuye a la suerte un
5% de las veces. El fracaso repetido se atribuye a la mala suerte con tanta frecuencia como se
atribuye un primer fracaso. Es decir, que basta hacerlo bien dos veces para pensar que "esto se debe
a algo mío, a algo que yo soy, no a la suerte", pero muchos fracasos no hacen pensar facilmente que
ese resultado "se debe a algo que soy yo, o que me pasa a mi". El éxito repetido afecta más al
concepto de uno mismo que el fracaso repetido. Ya hemos visto como Weiner elabora
posteriormente una teoría más completa sobre la atribución del éxito o el fracaso
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Como aplicación más inmediata de todo lo dicho sobre atribución, tenemos que decir dos palabras
acerca de los sesgos que normalmente se introducen en nuestra percepción como fruto consecuencia
de los procesos que estamos estudiando. Llamamos sesgos de atribución a aquellos casos en los
que preconcepciones, expectativas o perspectivas peculiares del observador, influyen decisivamente
en el modo como éste explica la conducta de otros o la propia. Indudablemente el presidente del
Perú percibe a los Americanos USA como poco pacifistas y deseosos de hacerse con el control
mundial de la economía a todo precio. Se sorprendería si oyese la imagen que los Americanos
tienen de si mismos (de los constructos que se atribuyen a si mismos).
Señalaremos los principales capítulos que los autores han estudiado como fuentes de sesgo en la
atribución de constructos.
Desde 1972, en que lo señalan Jones y Nisbett (Attribution: Perceiving the causes of behavior,
Morristown, N,J,), se viene estudiando cómo existe la tendencia en los observadores a percibir más
veces en forma de atribuciones disposicionales, y sin embargo en los actores en forma de
atribuciones situacionales. Los estudiantes que consideró , por ejemplo, Nisbett, atribuían su propia
elección de novia más a cualidades de la novia, mientras que la elección de novia de sus
compañeros la atribuían a intenciones, etc. de los tales compañeros
Storms, M.D., en un estudio de 1973 (Journal of Pers. and Soc. Psych., 27, 165-175), llega a
demostrar que los sujetos que se implican en un conflicto, tienden a atribuir más a la situación
diversas causas de lo que pasa, cuando luego ven ese mismo incidente en TV, que si nunca
hubieran participado en él. Quizá porque se han vuelto más sensibles a lo situacional.
a. Diversidad del foco perceptivo. Los partidarios de esta explicación, que no es sino una
aplicación de la Ley de Figura Fondo, defienden que un actor enfoca su atención primordialmente a
lo que le rodea, que es la situación. Mientras que el observador focaliza su percepción en el sujeto
que está observando.
b. El propio conocimiento. Los que formulan esta hipótesis pretenden que el protagonista activo de
un suceso conoce mejor las presiones, las exigencias y las limitaciones a que se ve sometido. El
sabe bien las condiciones antecedentes y condicionantes, que el observador ignora. Esto haría que
fuera más sensible a atribuir al medio la responsabilidad de buena parte de los fenómenos
percibidos.
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Se cual sea la explicación que se adopte, lo evidente es que existe un sesgo de atribución debido al
hecho de ser actor del suceso global que se está observando, frente a la posibilidad de ser mero
espectador del mismo.
Se suele llamar a esta realidad (o mejor, a esta hipótesis), el "error fundamental" de atribución. Este
nombre se debe a L. Ross en 1977. D. Watson, en un artículo publicado en el Psychological
Bulletin, 92, 682-700, 1982, demuestra convincentemente que tanto observadores como actores de
los hechos, se dejan llevar por esta tendencia a sobreestimar la importancia de los disposicional, y a
percibir como provenientes de rasgos personales las acciones propias y de los demás con más
énfasis y frecuencia de los debidos.
C. Ya se han mencionado en otro lugar los sesgos provenientes del poder hedónico de las
acciones y del personalismo.
Cada vez aparece más evidente que aumenta la tendencia a hacer atribuciones de correspondencia y
disposicionales cuando la acción observada tiene mayor poder hedónico para el observador, y
cuando percibe que esa acción le va dirigida a él directamente. Probablemente ninguno nos
enfadaríamos ni percibiríamos al director del Banco como un canalla si baja dos puntos el interés
que nos paga por nuestros depósitos a todos los clientes del Banco. Pero si me los baja solamente a
mi, seguramente si le percibo como teniendo algún rasgo poco halagador.
Llamamos así al hecho tan estudiado de que existe una tendencia a atribuirnos más a nosotros
mismos y a factores disposicionales el éxito, y al medio (atribuciones situacionales) el fracaso.
Muchos experimentos han probado este sesgo: Bradley, G.W., en su artículo de 1978 "Self serving
biasess in the atribution processes:...", Journal of Pers. and Soc. Psych., 36, 56-71, es un buen
ejemplo de ello. Frecuentemente se han tomado como sujetos de estudio deportistas que pierden o
ganan competiciones de todo tipo. Los resultados se pueden adivinar. Estos estudios ponen especial
cuidado en controlar la variable "sinceridad de los juicios emitidos".
Algunos autores han hablado del "sesgo egocéntrico:, y reservan este nombre para aquellos casos en
los que se ha podido observar que cuando se realiza un trabajo en equipo, cada uno de los
participantes tiende a atribuir mayor parte del éxito a su propia actividad que a la de los demás.
Slenker y Miller dedicaron esfuerzo a probar esta obvia realidad. Publican sus estudios interesantes
en 1977.
Está probado que un sujeto de especial conspicuidad: el sólo varón en un grupo de mujeres, el que
pertenece a otra raza que los demás, etc. atrae sobre si mayores atribuciones disposicionales.
Claro que también lo está que este hecho solamente es cierto en aquellos casos en que los juicios
son acerca de cosas no muy importantes, y cuando el que percibe no está muy implicado en el
hecho. Al menos así hablan Borgida, E. y Howard-Pitney, B., en su artículo de 1983 "Personal
involvement and the robustness of perceptual salience affects", Journal of Pers. and Soc. Psych.,45,
560-570.
Tras todo lo expuesto cabe preguntarse, ¿hasta qué punto no están influídos las investigadores de la
psicología social por sesgos de atribución en sus estudios y conclusiones? (Frecuentemente los
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mismos investigadores son actores en sus estudios, los resultados les benefician o les perjudican,
etc.)
Todos tenemos tales teorías implícitas, que ejercen las mismas funciones estructuradoras,
simplificadoras y predictoras que los constructos. El origen de las teorías implícitas de la
personalidad está en los procesos de:
Inducción, es decir, en la experiencia propia. La observación repetida de que dos rasgos se dan
juntos, y el contacto con esta realidad, lleva a una generalización o inducción. La teoría implícita
así elaborada puede ser mas o menos correcta según lo exacto de las observaciones efectuadas.
Construcción, o, de una forma vulgar, invención. Asociaciones de rasgos sin base en la realidad
que la persona elabora o adopta. Algunas construcciones son muy personales, y suelen reducirse a
- simplificaciones que facilitan la comprensión del mundo del sujeto: por ejemplo, "los profesores
son poco tratables" generalmente es una simplificación que relaciona dos constructos (profesores, y
poco tratables), y que resulta útil para la interacción y fácil de tratar.
- mecanismos de defensa que disminuyen la ansiedad: por ejemplo, "las mujeres van por ahí
provocando porque se mueren de ganas", es una proyección que defiende de la amenaza de
reconocer los propios impulsos, "los franceses se creen superiores", puede ser una frente al
sentimiento de sentirse inferior.
Analogía. Intuitivamente pensamos que si una persona reacciona de determinada manera, todas las
demás lo harán igual. Los principales modelos de analogía son aquellas personas en las que hemos
invertido más carga afectiva: miembros de la familia inmediata, amigos, personas de autoridad
especialmente vividas en etapas iniciales de la vida. Pero sobre todo uno mismo.
En realidad el proceso de deducir una TIP por analogía es el mismo que antes se llamó de
inducción, pero esta vez está basado en una muestra de conductas mucho más reducida. A veces
única.
Autoridad. Muy especialmente recibidas por autoridad son las TIP que determinan qué es lo malo,
la conducta socialmente aceptable e inaceptable, quiénes son los desviados de la norma y cómo son.
La investigación de este punto se ha hecho especialmente bajo el capítulo del "Desarrollo moral en
el niño", y de la "Formación de normas grupales".
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Nótese que detrás de las teorías implícitas de la personalidad está una tendencia a simplificar el
enorme flujo de datos que recibo del otro. Y que esta tendencia sigue presente siempre. De modo
que las teorías implícitas de la personalidad tienden, si no se contrastan con la realidad, a
simplificarse ellas mismas. Así el juicio que hacemos de una persona: "es siempre impuntual, es
decir, impredecible, es decir que no se somete a normas", se convierte quizá muy pronto en "es un
rebelde cercano a la psicopatía", y poco después en "es un loco" que puede acabar en un "me cae
fatal" (suma simplificación esta valoración última).
D'Andrade, 1970, probó que las TIP aplicadas a una persona eran más complejas si seguían en su
formación inmediatamente a un encuentro, y se iban haciendo cada vez más simples según el
contacto con la persona pertenecía mas al pasado.
9. El rasgo central.
De entre los rasgos que constituyen una teoría implícita de la personalidad, algunos tienen "más
conexiones con otros rasgos" que el resto. Así se observó que si se suprimía de la descripción de
una persona determinado rasgo, cambiaban algunos otros que lógicamente no estaban relacionados
con él. Asch en concreto sugirió en 1946 que algunos rasgos tienden a ser más centrales que otros,
y así halló que el término frío - cálido tendía casi siempre a ser central para todo tipo de personas.
..
Wishner más tarde (1960) ha probado que quizá lo más exacto sea decir que tienden a constituirse
en rasgo central aquellas dimensiones de fuerte valor evaluativo para la persona que percibe. Desde
luego es rasgo central siempre la dimensión bueno - malo.
Normalmente los psicólogos sociales han llamado efecto de halo a la tendencia que surge en el que
percibe a otro, y que le impulsa a percibir en él rasgos positivos o negativos, según sienta por él
afecto o desafecto global. Es decir, al hecho de que si alguien me cae bien tenderé a atribuirle la
polaridad positiva de los constructos que existen en mi repertorio.
Pronto la palabra significó algo "que se repite sin apenas cambios", y hacia 1900 los psiquiatras
llaman "movimientos estereotipados" a los que los pacientes hacen de forma repetitiva.
Ahora lo usamos en psicología social para calificar a aquellos conocimientos que se adaptan a un
esquema general, en los que apenas se distinguen las características diferenciales personales. Una
buena definición sería ésta: Estereotipo es el conjunto de características que aplicamos a un grupo
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determinado de personas, y que solemos tender a aplicar a cada miembro de ese grupo de forma
repetitiva, descuidando o no atendiendo a lo individual.
* Nuestra percepción. Distorsionan la percepción actuando como un filtro. Así solemos negar o
deformar rasgos de los individuos para que se ajusten a la estructura mental del estereotipo del
grupo al que creemos pertenecen.
A más carga emocional más difícil será destruir el estereotipo o modificarlo. Es el caso de muchos
prejuicios raciales. (Solemos llamar prejuicio a una actitud cuyo componente cognoscitivo es un
estereotipo).
* Nuestra valoración. El estereotipo condiciona nuestra manera de valorar a los demás. El obrero o
empleada doméstica que tratan de mejorar su situación económica provocan juicios de este estilo:
"es el eterno descontento de los empleados", o "esta gente nunca está satisfecha"; mientras que si se
trata de un joven profesional de la clase media, la valoración irá por otro camino muy distinto:
"posee una ambición notable" (y en este caso ambición se entiende como algo positivo), "tiene que
labrarse un porvenir", o cosas parecidas.
* Nuestras expectativas. En todo estereotipo hay una expectativa de que alguien se comporte de
determinada manera: un andaluz ha de ser gracioso, un escocés tacaño. Y toda expectativa puede
ejercer cierto influjo para que el comportamiento sea el que se espera, sobre todo cuando se trata de
algo bueno. Aparece la tendencia a no defraudar, a realizar la profecía.
C. Valoración de los estereotipos. Durante mucho tiempo, y por las razones que se han expuesto
antes, se tuvo al estereotipo por una lacra de la percepción interpersonal. Hoy se ha demostrado que
el estereotipo no sólo es mucho más frecuente de lo que se pensaba, sino que muchos de nuestros
estereotipos proporcionan una notable exactitud a la percepción. En realidad los estereotipos son
generalizaciones, y las generalizaciones favorecen la predicción. Sin ellas, por ejemplo, no habría
ciencia. Algunos estudios ya clásicos en este sentido son los siguientes.
1. Stone y Leavitt, 1957. Un grupo de estudiantes deben llenar un cuestionario de intereses "tal
como lo haría determinada persona". A la coincidencia entre su forma de llenarlo y la de la persona
real se la toma por medida de exactitud en la percepción. Pues bien, se dio mayor exactitud cuando
la tal persona era descrita solamente por medio de un estereotipo muy general [estudiante de
pedagogía, varón; mujer estudiante de cuarto de arte], que cuando se le había podido observar
durante un rato mientras dibujaba en una pizarra, paseaba, y hacía una serie de actividades
expresivas.
2. Stelmachers y McHugh, 1964. Cuarenta y dos expertos, divididos en grupos (siete grupos de
seis), deben predecir como responderán al M.M.P.I. cuatro personas: una chica normal de segundo
de carrera, una mujer algo mayor, de larga historia psiquiátrica, un hombre adulto diagnosticado de
"depresión reactiva", y un muchacho de práctica homosexual y largo historial delictivo y
psiquiátrico. Cada uno de los grupos de expertos posee diverso grado de información acerca de los
cuatro sujetos:
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Grupo 5 = Una descripción de cada sujeto escrita por tres personas que le conocían bastante
íntimamente.
Grupo 6 = Los cinco rasgos de personalidad que las personas que les conocían íntimamente
atribuyen a cada sujeto como más características.
Grupo 7 = Muy completa información, que incluía respuestas de los sujetos a un amplio
cuestionario, un test de intereses y uno de frases incompletas.
Los resultados fueron muy interesantes: Solamente el grupo 7 fue más exacto que el grupo 3. Es
decir, que el estereotipo proporciona un grado de exactitud en la percepción solamente superado en
el experimento por un conocimiento técnico del sujeto. Se podría formular la siguiente quasi ley:
"Conocidas las normas de la población se puede predecir gran cantidad de conducta del individuo".
La creencia de que los estereotipos se hacen más exactos con el prolongado contacto habido con el
grupo en cuestión NO ES exacta. Un cierto contacto con ese grupo ayuda a formar un estereotipo
más o menos fiel. mucho contacto no lo mejora apenas.
1. Oakes y Corsini, en 1961. Una clase debe describir a su profesor tras una hora de actuación, y
luego tras 36 horas de nuevo. La exactitud de su descripción era bastante buena tras una hora (0.54
era la correlación entre las descripciones de los alumnos y la que el profesor hacía de si mismo),
pero mejoraba muy poco tras 36 horas de clase (r = 0.63). Una comparación llamativa: la
descripción de los alumnos tras 36 horas de clase no era peor que la que un cónyuge hace de su
pareja tras seis años de matrimonio. Resulta evidente que una experiencia directa ayuda mucho a la
formación de estereotipos, pero también que una experiencia muy prolongada y abundante no
mejora mucho la situación.
Parece demostrado que una gran base para el error en nuestra percepción interpersonal está en
formar imágenes de los demás a partir de uno solo de los grupos a los que pertenece el otro (el
sexual, el de la edad, la profesión, etc.).
Un estudio a este respecto decisivo en su momento fue el de Wakeley, 1961, quien demostró que ni
la autoobservación, ni la observación muy atenta del otro, ni el dar una charla sobre el peligro de
juzgar deprisa, mejoraban la percepción. Pero sí lo hacía significativamente el acumular
estereotipos sobre la otra persona. El en concreto lo hacía dando a los sujetos experimentales la
siguiente instrucción: "Ahora vuelva a mirar a esta persona, y para juzgarla use la información que
ya tiene de personas a las que conoce bien, y que son como ella". Tras esta instrucción los sujetos
eran "mejores jueces".
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Es decir, que la percepción mejora si se atiende a la información que nos proporcionan las diversas
pertenencias de la persona, y a nuestra experiencia acumulada con personas diversas y grupos
diversos, y si luego se extiende esta experiencia al caso concreto.
Asch intentó probar que la presión de un grupo era capaz de alterar la percepción incluso de objetos
simples.
a. Así el sujeto experimental se veía sometido a dos fuerzas, su percepción física por una parte, y
las confesadas por sus compañeros por la otra.
b. Tenía que afrontar este conflicto en público.
c. Y se veía sometido a una situación inevitable (no se podía evadir).
Tras la exposición a la situación los sujetos fueron sometidos a un cuestionario explicativo del
proceso, y que permitiese analizar diversos aspectos del mismo. Al fin de esta interview el sujeto
era informado de la verdad.
El grupo de control era en todo igual a los grupos críticos, pero respondía por escrito (es decir, no
de una manera pública).
Tabla de resultados: Errores cometidos en los grupos experimentales y de control por los sujetos
críticos.
0 13 35
1 4 1
2 5 1
3 6
4 3
5 4
6 1
7 2
21
8 5
9 3
10 3
11 1
12 0
Total 50 37
a. Cuantitativos. Son claros. Un tercio de los juicios formulados en el grupo crítico fueron
idénticos o en la misma dirección de la mayoría (si ésta elegía la raya más larga, así lo hacía el
sujeto ingenuo).
b. Pero. La influencia de la mayoría no fue completa. El 68% de estimaciones del grupo crítico fue
correcta a pesar de la presión de la mayoría.
c. Diferencias individuales. Se dieron muy grandes diferencias individuales: Hay 13 sujetos que se
mantienen independientes todas las veces. Los hay que casi todas las veces ceden (Un sujeto
cometió, como se ve en la tabla, 11 errores de los doce posibles).
* El confiado: "Así lo veo yo, si los demás ven otra cosa es cosa suya".
* El racionalizador: "Tengo que ser yo mismo".
* El tenso: que "casi ve" lo que todos, pero cree que ha de ser fiel a la prueba (entre defraudar a los
compañeros y al experimentador que desea digamos lo que vemos, permanece fiel a éste).
Posteriormente Asch probó cómo variaba la presión a la conformidad según se variara el tamaño de
la mayoría, de la minoría, y el del error cometido por la mayoría. Observa que:
2. Si varía el tamaño de la mayoría que presiona aumenta la conformidad. Pero el gran salto en
aumento de presión es cuando la mayoría pasa de 2 a 3. Por encima de tres ya apenas se
experimentan cambios.
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3. Si aumenta el error aumenta la independencia. Pero sus observaciones van en la dirección de que
sólo si el error es extremo pasan los conformistas a ser independientes.
Bibliografía.
1. Asch, S.E., "Effects of Group Pressure upon the modification and distortion of Judgments"
Mccoby, E.E., Newcomb, Th.M. y Hartley, E.L., Readigns in Social Psychology, pags. 174-183.
N.Y., 1952.
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3. Bettelheim, B., Cambio Social y Prejuicio, Fondo de C. Económica, Mexico, 1975.
4. Krech, D. y Crutchfield, R.S., Theory and Problems of Social Psychology, N.Y., 1948. La
Edición posterior, que es la traducida al castellano, tiene una redacción menos acertada.
5. Cook, M., Perceiving Others: The Psychology of Human Perception, Metuen, Cambridge
1979.
6. Smith, H.C., Sensitivity to people, McGraw Hill, N.Y. 1966.
7. Schneider, D.J., Hastorf, A.H. y Ellsworth, Ph.C., Person Perception, Addison-Wesley,
Reading, Mass. 1979.
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