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lucha para promover ma over ms gua y combat Ia pa gualdad ycombatiras dsring, Ta stencionexcusvamente ivamente oietada aa det de esos jévenes, haciéndok ileal haciéndoles interpreta l papel deck ligrosa, refuerza la esti tae nyawon cbjen 4 a estgmatizacin de que ys son 1s ifn sectors ded sos ope uc aplicaasien nombre de Ia defensa de orden republican puede entoncestransformarseenligica de wgutzacione al no tener esos jévenes otros recursos que encerrarse ens; tmismos en un «entre-si» comunitat eatin sn urtari eambiar a dren del estigma reivingicando la dignided de a raza conte Promesas falaces de la democracia. a “Aunque se rechace el oportunismo que consiste en equipa- arin més las banlieues a espacios separados y poblados de {xcluidos, es obligado constatar queesté a punto de instalarse tina dinémiea de separacion que alarga cada vez mas la dis- tancia entre la parte de la poblacién marcada por su origen “inicoy el resto de la sociedad francesa. Quiés haya que co~ senzar ahora a hablar de «excluidos», pero a condicién de tntender que se trata de excluidos det interior. Entienco con | GGnexpresign que la exclusién que los maltrata es productode | Inecanismos de ocultacién, de denegacién y de diserimina- {én que se deben a un uso perverso del modelo republicano. Un universalismo proclamado pero ciego alas diferencias ha Tlevado de hecho a estigmatizar las diferencias étnicas y las | ha enquistado en su particularidad, suscitando a cambio la rabia y la ebelda de aquellos que se ven lanzadosal fondode {a trampa porque continian estando marcados por una perte- nencia que se les echa en cara como una imagen infamante. ‘Los acontecimientos del otofio de 2005 y el problema de Jos suburbios se inscriben asf en el marco de una interroga~ 95 cidn que se agudiza sin cesar pasados unos afos. Se pre, sgunta por la presencia, en la sociedad francesa, de formag de dominacién heredadas de un pasado colonial, que enton pecen el trato de las poblaciones venidas de regiones en ot) tiempo situadas bajo la hegemonia francesa. De manera que ‘un niimero creciente de representantes de esas minorias ey nicas piensan que ha llegado el momento de plantear fron, talmente la cuestién: gno seré que algunos ciudadanos fran. ceses son tratados como «indigenas de la Reptblica.? Como se ha llegado a reformular la cuestién de ia integra- ci6n de las poblaciones procedentes de la inmigracién en ¢] ‘marco de una problemética que hace una referencia abierta 4 la raza? 2Bs posible contemplar una reforma del modelo republicano, asf como una ampliacién de la concepeién de la ciudadanta, con las que sea posible constituir los principios uunificadores de una sociedad multiétnica y multicultural? Elaumento de los peligros La sociedad francesa y su clase politica quizé dejaron es- ‘capar una buena ocasién a comienzos de la décaca de 1980, El septenio de Valéry Giscard d’Estaing habia quedado mar- cado por la decisién de cerrar las fronteras.a la inmigracién de trabajo (desde 1974), frenar la inmigracién familiar e in- citar a os trabajadores inmigrados a volver a su pais de ori- gen (el «millon de inmigrados» o «millén Stoleru», por el nombre del ministro que, en 1977, propuso una prima de 10.000 francos por cada regreso voluntario). La «ley Bonnet» de 1980 endurece las condiciones de residencia de los ex- tranjeros y las expulsiones forzosas se multiplican. Varios iiles de personas resultan afectadas, en particular jovenes 96 Se ae 7 cin postva, aungue de hecho no se las denomine de este modo, Sin centrarse exclusivamente en jSvenes procedentes de la inmigracidn, les concieren de manera capital: com siones locales para el empleo en linea con el informe de Bex, ttand Schwartz sobre La inserién profesional de los jSvemey (1981, Zonas de ecucacin priortaria (ZEP, 1981), Desarre, lo social de ls barrios (DSQ, 1983), comité de prevencion de la delincuencia en los barrios sensibles (1985) y la oper, cin «Banlieue 8%» para «hacer banliewes tan bella conto lng ciudacles»(1983)“Sobre el papel, al menos, esas medidas son originales y secuctoras. Presentan aparentemente le Venta cle atacar de forma indirectalacuestin de las scr. ‘inaciones por la intermediacion de un trabajo sobre los te- tosis (los barrios y las escuela) donde los jovenes proce. dlentes ce la inmigracién estén sobrerrepresentadas, sin hacer de ellos el objetivo exctusivo, En esta coytntura, la «Marcha para la igualdad y contra ol racismo» del otofo de 1983 adquiere un significado em blemético, Como indica su nombre, persigue dos objetivos plantear explicitamente y de una manera militante Ia cles. tidn del racismo que parecta producir una gangrena cada vez peor enla sociedad francesa, yafirmar a jgualdadl como un derecho para esos jOvenes que se califican asf mismos como beurs, reivindican ser franceses y exigen ser trate. ds como tales, aunque asumiendo un origen que no eel de Jos stranceses de pura cepa», Partiendo modestamen- te de Marsella,el 15 de octubre, la marcha consigue reunite! 3decliciembre en la plaza de la Bastilla en Paria varias de- cenas de miles ce manifestantes, Se trata en su mayoria de jvenes beurs, pero se les juntan militantes de las asocacio- nes, estudiantes de los iceos, universtaris, parados, ci dadanos corrientes y hasta, al final, representantes de los 98 doa polices. Lamacha obtiene un eonesperado La Fer publeny os meds de comuniccnpaecen id eel denuncar a esignatizacon de loshin de losin peso ero de que son ojo. Ura deg de ii fesanescsecbldn nel seo porel resident dela Fupblice que promettive ots cons eesabacmiento Bea parmio de eldnca de diez aha ar os abajo se Stare Uno de le mites de aguein dis e- ‘ea al sentiminto que prevalceen un ambiente de iS ee cuedo todavia cn toda caiad de eaeapsit ‘Spretrane ya cetera de vin memento Nitric. fubumssogurer de qusabibuns de dar un golipe ata Nigdomo yal ccusn, name acer de ques fabe denover un movimiento” que no ten nds redo pe ocbareldndone? " os fvenes representa Ia primera generaion que rompe conlaeapertaadeunsepeso al pate ques Pa Ge hablan mantenida menudo de un ad ambiguo Se Slaten Rancesesy saben que vvirin en Prana, Lai Gur Is de gah, peo tmn ade os csburbos apa» donde ede ln mayor dell, paren gaara I {de de que ota polices pos na poltica qu ls a tr nn pln eign con econo ser pra cos cnet el estogan sci Sambar vider Durante se prtodo se desarlann- ‘proms taelconey que mltan po oa de poe tunades yatestiguan avant de ess ovens dep Shee nin id seal pon rancen Bre movinento tambice hey muchacha Eas han i ditancindese eas gules wadicones fama religiwa vncadas cal tus delpa deorigende sus pads yceimplcanen aia suritvayencl blo ecolar Lo més y lente 9 lar de muchas Beuretes son ampllamente conocido lo menos por los docentes.* " ow ve Podriamos haber pensado pues, comienzos de ad cada de 1980, que a sociedad francesa adoptar oy pontura de acogida para con esta generacitn En todo In mayeria de ests jovenes queria crea en ella y patcinay plenatnente en la actividades de lnsocedad Gedy coin ‘ia politica Esta postura nueva paeca capa de scipems Inssecuels del colonialismo de he gusraseindepuien ciel desprecio pega ala stuacion de abajo ines, arado indigent, y de preparar, po lo menos para lo hey Ins condiciones de una igualdad de tate Por quéel Yilosprusas quese debian al hecho de prose dela ina fracion no podian quar eliminados pare ls poblaiones de los llegados de Africa del Norte, como habia sucedido pata losprocedentes de leadasmigratoran anteriores lege ds de Belge, de Polonia de ala de Espana de Porte aque habia sid, tambien las en un primer tempo, dew, tent confontadas la wenofobia? Tan bonita apis pane cia estara punto de ser levada ala pricten cone ado musical pr cert de la version de la canine Charles he net eDouce France, hecha poe grupo nds Cartes jour? {Setrataba de oporunidades reales ode itsonesdema- sia ingens para ser verdaderamentecebes? Ee dif de decide Enel contexodelos primero fos dea cada de 1980 comenzaban tomar cuerpo cfecivumente lose res una olin diferente Pero st mismo temo, laste Gin esta ya sin dda slastadan por peadas denies aqueempujaban ala margnaliencion de convenes nec, thacn econdmica que se degrada, el dexrrllodeo oe ciamo quetba ala par con el aumento de unsentinientode 100 insoguridad y de una inquietud crecientes ante el futuro en lamplios sectores de la poblacién, y un retroceso en las am- piciones integracionistas del Fstado que se converttia bien onto a las nuevas reglas de la economia mundial. Sea lo ue fuere, en los afios sucesivos, la situacién de los jévenes: gh los suburbios spa a degradarse mas, algo que todavia sigue pasando hoy. Cudles son los principales determinan- tes que han pesado para que se diera ese empeoramiento? En primer lugar, a instalacién de la «crisis» diagnost cada a comienzos de la década de 1970, pero que la mayoria, de los observadores y los actores politicos pensaban todavia, ‘acomienzos de la de 1980 que iba a ser provisional: estaban, cesperando «la recuperacién. Sin embargo, el parose vuelve con toda evidencia estructural. Su aumento va emparejado ‘ala desindustrializacion y Ia escasez de empleos poco cua lificados que afectan a amplios sectores de las clases popu- lares, precisamente aquellas que entran mas en competencia, con las poblaciones inmigradas o procedentes de la inmi- sgracién y que coexisten a menudo con ellas en las banlieues. ] racismo también se instala. En los medios populares toma Ja forma de una reaccién de petit Blanc, que desplaza hacia cl projimo diferente la responsabilidad de su propia desgra~ cia En situacién de competencia exacerbada, los trabajado- res inmigrados son acusados de robar sus empleos a los, franceses de origen, y de monopolizar, por afiadidura, las ayudas publicas y los servicios sociales sobre los cuales ellos no tienen ningdin derecho porque no forman parte de la co- ‘munidad nacional. «Los franceses primero», clamaré bien pronto el Frente Nacional. ‘Se observa asf, una veintena de afios después, un desliza- ‘miento hacia una «racializaciér del discurso sobre los inmi- sgrados en los medios obreros. Al recordar su itinerario de 101 cee cosatcoupca trent Ee ecu formadores, sindicalistasciertamente, hablan de «mis com, parieros inmigrados». Los autores muestran el dobk 4 cm unida a la permeabilidad a lo que llega del exterior del es, reponse herr ee : finale ce donde el partido de extrema derecha, despues de recoger Seuss escent ssn evn patina tr bene eee Aa canoer sane enue 02 poder, su presencia a sido determinant para Impedir una Pitcipacion efectiva de ls poblaciones procedentes de la Fmigracién en la vida social ypolitica del pais. Olivier Mas- ‘det muestra perfectamente que, por temor de parecer dar la fazén al discurso del Frente Nacional, que denunciaba las, entajas y ls «priuilegios» indebidos concedidos alos inmi- ‘ados, Jos ayuntamientos de izquierdas renunciaban a dar Fos jovenes militantes deJas minorias visibles el lugar que rmerecian y que ellos deseaban. Esta manera de ceder al chan- taje ha funcionado igualmente en el Ambito nacional, y hasta cen las mas altas esferas del Estado. Por qué lo que hizo Ni- colas Sarkozy en mayo de 2007, integrando a personalidades procedentes de la inmigracién en el gobierno que formé, no habrian podido hacerlo Frangois Mitterrand o Lionel Jospin ‘antes que él? De hecho, habrian podido hacerlo perfecta- ‘mente, pero no quisieron asumir el riesgo, electoral por su- puesto, de tomara contrapiéa la parte de la opinién publica que era sensible a posiciones xendfobas y racistas."” No se trata de demonizar al Frente Nacional, que ya lo ha sido en buena medida (y sin duda demasiado, porque si se le hubiera temido menos, se habria sentido menos la ten tacién de ceder dandole finalmente la raz6n). En cambio, hay que admitir que las posiciones defendidas por este par- tido son altamente significativas, porque son populares. Mas, alla de la fraccién, por lo demas bastante limitada, que ‘muestra abiertamente su «preferencia nacional» y su hosti- lidad a los inmigrados, el rechazo de la inmigracién y la di- ficultad de admitir en la sociediad francesa a los jovenes que proceden de ella son componentes plenamente enraizados de nuestra vida nacional. Sin duda, asistimos en este mo- ‘mento al final de la excepcionalidad que el Frente Nacional hha parecido representar en el paisaje politico francés. Pero 103 lieues procedentes de la inmigracién, J ‘mejor dicho, el tiempo perdido, en relacién con las esperan. Cent tm im contamect So ar mie Nea carom nm al mutndn copa de stone mi mun pe See ream n edamame cae 104 Younes Amrani, ¢l interlocutor de Stéphane Beaud en ‘pays de malheur!, describe la reaccion de un joven residente gn una banliewe cerca de Sochaux ante la primera Guerra Gel Golfo, tanto més significativa en la medida en que se trata de un estudiante de liceo que podria caificarse de co- riente, de origengparroqut, pero sin convicciones politicas, ‘piteligiosas declaradas." No obstante, se sesiente de forma inmediata de la humillacipn de que se le perciba como per- teneciente a un bando, el de los agresores érabes, que seré muy pronto el de los vencidos. Siente igualmente la necesi- dad de solidarizarse con aquellos que se supone son sts CO- rreligionarios:realiza grafitis «a favor de Saddam» y dibuja iisiles encima de las mesas. Pero sabe, al mismo tiempo, {que aquella causa noes|a sua, como dice él mismo: «Cum pia evidentemente con toda la imagen exterior que hay que ar: estar contra los Feys [serie con los personajes de las no- ‘elas de Kristine Kathryn Rusch], contra América... a favor de los drabes... Pero he estado pensado en ello desde esta mafana y me decia que realmente ninguno de nosotros ha sido sincero, y que en realidad tanto me da lo de Oriente Medio, [...] Nos las dabamos de listos, pero yo estoy la mar de contento por estar en Francia y estudiar en un lice Esta especie de pertenencia distanciada parece ser una actitud general entre los jévenes calificados de «arabomu- sulmanes» ante los desafios internacionales que les superan. Didier Lapeyronnie lo confirma a pattir de recientes encues- tas sobre el terreno en los «barrios sensibles». «De todos modos son érabes los que han hecho esto», pueden decir al- ‘gunos de estos jovenes a propésito de los atentados del 11 de ‘septiembre, con una punta de orgullo y el sentimiento de que hay en ello como tna revancha contra las humillaciones del mundo érabe en la escena internacional, ode las que su- 105 fren ellos mismos en su vida cotidiana, Pero, simulténea- mente, esos mismos jévenes pueden declararse hostiles a los atentados y al islam radical, sobre todo cuando discuten centre ellos, «;Piensa el individwo lo que dice o cree incluso lo que dice? En el fondo ta pregunta no tiene mucho sentido, Piensa lo que dice y no lo piensa a un mismo tiempo, y lo cree y no lo cree». ‘Yes que esta identidad «arabomusulmana» es una iden- tidad impuesta y, para la mayoria de ellos, no una identidad asumida, Tienen que «apanarselas», vivir con una imagen de sf mismos que ellos no han escogido, y que les pesa en- cima como una amenaza permanente de ser una cosa dis- tinta de la que son. Sus reacciones son en gran parte una res- puesta a una imagen que se les refleja de ellos mismos y en la que ellos no se reconocen. Pero, tienen otro papel por de- sempefiar cuando se les presenta como una encamacién, al ‘menos potencial, del mal? Porque la construccién social, y especialmente medistica, del peligro islamista no se molesta en matizae. Hemos recor- dado ya el caso de Khaled Kelkal, socializado en una ban- lieue lionesa, que fue uno de los autores del atentado del tren de cercanias Saint Michel-Paris en 1995 y fue abatido por la policia delante de una cdmara de television de France 3. Con absoluta evidencia, su itinerario es, por lo menos tal como lo vemos a dia de hoy, excepcional. Sin embargo, las noticias de la televisidn lo presentan como «un recorridlo lé- sico»."Y no es para nada un recorrido clisico, al contrario, Pero lo que se ha hecho clésico, ocorriente, es asociar la per- tenencia incluso indirecta al mundo musulman con wn peli- {gro potencial. En esta misma linea podsfamos citar la pe- ticién firmada por muchos intelectuales de renombre que denunciaba «agresiones racistas antiblancas, como conse- 106, vencia de la agresiones cometidas con ocasin de la mani- {estacin estudiantil del 8 de marzo de 2005 Nevada a cabo por jovenesefectivamente legados de cités.Dichasagresio- pos son realmente condenables, pero hacer una amalgama que acredite Ia idea de que los jovenes de cites, blacks © sears (porque de ellos precisamente se trata) podrian estar relacionados con esas condiuctas salvajes es igualmente in justifieable. Para citar un timo ejemplo, la candiata de UMP [Union pour un mouvement populate] por la cgcuns- {ripeién de Sarcelles en las ltimas eleciones lgistativas {eelavaba: «Por lo que a mi respecta, mi marido puede dor- thir tranguilo. En mi circunscripcién sélo hay negros y ra~ bes. La idea de acostarme con uno de ellos me repugna>.* Por lo que sé, estas frases no han sido denuncias ni sancio~ nadas, por ejemplo, con la prohibicion de ejercer responsa- bilidades en un partido que, afin de cuentas, es el partido del gobierno de Franca del Presidente dela Republica que ha promovido a la sefora Rachida Dati, «Arabe>, alas mas allas funciones. Es una contradiccionflagrante, pero ilustra ia relacién efectivamente contradictoria que la Republica rmantiene con sus inoras étnicas, La marca dela raza Hay que mirar las cosas de frente: una connotacién racial y a menudo racista esta imponiéndose progresivamente ‘ada vez. con mayor insistencia para justificar el lugar que ‘ocupan las «minorias visibles» en la sociedad! francesa. Pri- ‘mero ocultamente, 0 atenuadamente, y hasta enunciada de tuna manera mas 0 menos vergonzosa, se ha situado en et centro del debate piiblico, sobre todo a partir de la década 17 de 2000. Una de las primeras obras que plantean abierta- ‘mente la cuestiOn de a desigualdad racial aparecis en el aig 2000: un trabajo académico y, ademas, sumamente serio,"* Pero, luego, el debate se ha instalado como tun verdadero reto social: polémicas sobre la herencia de la esclavitud des. pugs de la ley Taubira (2001) que hace de ella un crimen con- tra la humanidad, impugnacion de las leyes «memoriales» que pretenden reevaluar el papel de la colonizaci6n, affaire Dieudonné, llamamiento de los «indigenas dela Republica en 2008, creacién del Consejo representativo de las asociacio- nes negras (CRAN) el mismo ano, controversias en torno all arrepentimiento, y hasta reparaciones que Francia deberia admitir para compensar por los crimenes del colonis lismo...: la tematica poscolonial y la figura del indigena de la Repiblica ocupan hoy dia el centro de apasionadas discu- siones.'*A estas reivindicaciones, primeramente planteadas Por grupos que se consideran victimas de discriminaciones [Por motivos etnorraciales, ha respondido como un eco la cri- tica de esas minorias, instituida por defensores intransigen- tes del universalismo republicano: segtin ellos, esas minorias se habrian encerrado en s{ mismas en su particularismo ét- nico y estarfan desarrollando un comunitarismo agresivo {que culmina en el «racismo antiblancor. ‘Tenemos derecho a hablar hoy dia de un «regreso de la raza», a condicién no obstante ce vigilar el sentido de los términos. La concepci6n de Ia raza que prevalecia en el ‘marco del colonialismo, y por cuya presencia actual en la so- ciedad francesa debemos preguntarnos, no implica necesa- lamente un principio de diferenciacién biolégica irreducible que escindiria la humanidad en subespecies, cuya identidad estaria genéticamente determinada de una vez pata siempre (clnazisino dio una versién particularmente monstruosa de 108 a inorpretacion de a diferencia entre las razas) Podemos amar rem aura contin decopectdade cult «que pensamos 6 transmien de generacién en genera- sae done ells prpetian mods de vida yesructras sretivas y mentales propias de una sociedad. La raza supe ‘ior esentonces la que porta'y exportala cultura superior, la ‘ilizacin. Otras razas son jzgadas inferiores en funciin Gesu distancia respecto de esta civlizacin y de su mayor 0 reno incapacidad de asimilaela, La diferencia racial reside aut en las diferencias culturales esencializadas.” fata ela concepcion que a si nstumentalizaa por esa colonizadora, El indigena pertenece a una cul- eres comaso mene tecaoals posbdad de apropiatse la cultura superior. Pertenece portato a un es- tur diferente dl de fon miembros del sociedad via: aes dei, taténdose de la colonizacién francesa, de los Seg .Gans fea £lCio de inigenado eaboredo en Argel ley de 1881) formaliza esta diferencia, Instituye ta dstincién entre subdito del Estado francés y cludadano francs. Los agen son sits fanceses por cuanto viven en departamentos franceses, en tersitorio nacional, ostant, pero no gozan dens prerogatives dela cindada Fi francesa, Pertenecen aun estatus juridico especial que implica una restriciGn de los derechos cvicos y reglamen- tactones disciplinaras especificas que es instalan en una tuacign de dependencia, Conviene no obstante repetieo: la diferencia entre el ciudadano francés y el indigena no se debe ala incompatibilidad de sus patrimonios biol6gicos [Lo que hace inferior al indigona es su inseripen en ua o- tmutnidad inferior, que debe a sus origenes y a su propia his- foria, La faza es una naturalizacién de maneras de ser, de Comportarse, de sentir diferentes de los logros y de les va- 109 lores del sujetocivilizado. Eleriterio de la discriminacion ng ¢ biol6ico, aunque sea naturalizado: es socal. La pruche esté en que ciertos indigenas han podido acceder ala cid, ania francesa: aquellos cuya posicién social, niv {rucci6n y modo de vida, lo que podriamos llamar su civil, clad, atestiguan que han podido superar esta inferioridad que se debia a su origen. El estigma dela raza puede ser, por fanto superado, Pata ello, se necesita y basta quel indigeng demuestre que es capaz de asimilar a cultura occidental De 1865 a 1937, menos de 2.500 argelinos accedieron a la Racionalidad francesa, 1o cual puede parecer itrisorio, pero es suficiente para refutar la tesis de un racismo colonial fun. dado en la determinacion biol6gica. Hasta las formas més brutales de la colonizacién francesa no excluyeron la asim). lacién de los indgenas, al contrario, la buscaron sabiendo que este «éxito» era excepcional y recurriendo con frecuen, cia. alos peores medios para consoguirla. Ast ules Ferry de. claraba: «Hay que poner al indigena en la estrecha tesitura de asimilarse o desaparecer>." La frase es bastante terrible, Pero da también a entender la forma extroma de la «mision cWvilizadora» que Francia se daba: erradicar la cultura ind. {gena para construir una sociedad nueva en la que se impon- rian los principios de la Reptiblica. Por lo demés, la colon zacién pudo tomar formas menos brutales que no excluian siempre el deseo sincero de llevar a los indigenas la luz de laraz6n y el bienestar del progreso, También dio hasta cierto Punto marcha atrés en esta concepcién totalizadora de la asi. Iilacién y dej6 un margen de maniobra a la cultura indi. ‘ena a condicién de que se mantuviera siempre subordi- pada, Pero munca dud6 que era preciso hacer frente alo que ‘causaba el retraso del indigena, a saber, su fiacin en los ca. racteres propios de su cultura de origen. el de ins. no sobre lap st una situacién eee a discriminaciones de que son victimas ca = eee me stién no es saber sf Francia es todavia un Estado co- Taal lo que, a psar de ls términos del lamamiento de ios elndigenas de la Repiiblica», no es defendible sto Mout La cuestinestéen saber sla sociedad francesa ha Sonservado, reccléndolos, ciettosrasgos de un pasado ca em ites de la inmigracién», la reconduccién se esta con- cepeion d rasgos culturales, que re- Gbstaculiza la integraci6n en la sociedad francesa? Y_ Aa trilacin a ideologia colonialist, que se rence tae . ‘Sobre el primer punto, hay que’ omen ee tcladaiedaxyse reproduce como un hecho de naturaleza, tate aol ona coneecuenca Ritria- El presente m de estos jovenes se lee a partir de un pasagy suyo, y esta permanencia del pasado en gl py f° No Some una marca indeleble de origen extrar ys op mucho, el propio ministro de Educacign nye’: No hat Monde de IEducation de noviembre de 2093, 2 en fg sreatvainsolencia> de un tipo de alumnos gait rados del mundo arabomusulmén de 1a 2 de ». Hay ahi un cimulo de handicaps, 9. abuelos legaron de fuera, sino que provienen der que les separa, los inmigrantes que se han insta- ratios a aes el siglo xachan pasado por las mismas Braet ido las mismas experiencias decisive clude ee 9 que para algunos este che Sl lan enn painter, que 2 P haatenuade ys O°Mas mas extremas de la xenofobiay Progresivamente para desembocar en una inte” SS a 510 log Mundy acion en el «crisol frances Para oto, i magca cuyo sintoma son las diseianenr ton, esta linea de fractura separa terion geopatens Ealturales bien definidos. Una inmigracin sosacenic ts, ido fundirse en una identidad nacional francesa sin que Prreferencia a los origenes de los que llegaron primers se plantee constantemente. Que yo sepa, no seh habla de Pe descendientes de los trabajadoresbelgas, poloneses ita tianos como inmigrados de segunda o tercera generacién pero hay otra inmigracién, la que viene del Sur y que coin- ‘ide ampliamente con las regiones de Africa donde Francia gjerci durante largo tiempo su hegemona “Al indigena le cuestainfinitamente més asimiar nuestra cultura que a los europeos, vecinos nuestros, a los que siglos, de educaci6n grecolatina y cristiana han hecho muy proxi- mos a nosotros». Esta frase est sacada de una conferencia dada en 1928 en el Consejo superior de las Colonias,” pero expresa una opinién que todavia hoy puede considerarse difundida, «El indigena de la Reptiblica» posee ahora la cua- lidad de ciudadano francés (ya no hay Cédigo del indige- nado), pero esta marcado por esta pertenencia énica que lo convierte en un posible rebelde a una integracién completa dentro de la sociedad francesa. Habria que hablar de una re- sistencia menor o mayor y no de una incapacidad absolula de integracin. Ya en tiempos delindigenadoa alguns digenas se les juzgaba asimilables. Posterinmeth ans numerosos y algunos son inluso hoy dia mins la Repiilica, Pero no deja de ser certo quela PRET étnica, esta especificidad cultural racializeda, P sari sbre todo nar pesando como una mare is nts para la mayoria de aquellos que han suid 16 populares y al handicap de la clase sum! en cambio, queda Digitalizado com CamScanner : unasunto de representacién, cera singe coneeas de discriminaci nom hemos ism egales como ent tiempos del indigenagy a4 prahbides en principio por laley yel derecho, sont davia moneda corriente. nla situacién actual, una segunda caracteristica reac. sie cnreproducirios ya de una manera idéntic, los ragpye vin paead colonial de Francia Se ha destacado que una de se fnens de fuerza dela colonizacién habfa sido la idea de gue, pare merecer la cudadania francesa, el indigena debig juste estrctamente los principio de la Republica, y re juinlara una cultura de origen que constituia un obstaculo {st asimilacin. Todavia hoy, el universalismo republicang txige el abandono de los particularismos, lo cual quiza no sea en si escandaloso, pero a condicién de que quien con- sienta esos sactificios obtenga verdaderas contrapartidas Pero una mayoria de la poblacién «procedente de la inmi- sracién» se ve conminada a renunciar a todas sus pertenen- Gas sin que el pais de acogida, que se ha convertido en su pais le procure ese minimo de recursos y de reconocimiento que es necesario para garantizar su independencia social. Por consiguiente, puede tener la impresién de haber sido Vietima de una estafa. Los bonitos principios republicanos ejercen de hecho una gran violencia sobre esas minorias 6 nas. A quien lleve la marca de una cultura diferente no s° le reconoce su dignidad. Su pertenencia le descalifica y Puede convertise en fuente de vergiienza, y de él por af didura se sospecha que puede ser un peligro para la Rept blica por alimentar la amenaza del comunitarismo. rege outa mejor que el watamiento reserva # see musulmana en Francia y que el largo psicodram® aire dl velo islamico» ha sacado a la uz. Si algunas jnachas evan velo en la escuel Onl se enfrenta ala «Francia aie fit ana sar que el comportamiento de estas jévenes, a lpm. jpedece a motivaciones muy diversas, pueda amenazar sig epuiblica. Los principios de la laicidad repubicana estan mucho més puestos en tela de juico porafala de econ: fimiento completo del islam, segunda religién de Franca, {a ley de 1905 estipula que, aunque el Estado no puede der- tamente subvencionar a los diferentes culos, si debe garan- tizar paritariamente su libre ejercicio. ¥ éste no es el caso cuando se habla de la religion islimica. Con mucha frecuen- cia los ayuntamientos ejercen su derecho de tanteo sobrelos terrenos del municipio para impedir la construcién de mez- quitas. Cuando se concede el permiso para edifiay,si- guiendo asi el esptitu de ley de 1905 noes seguro quela empresa Ilegue a buen término. Un tribunal administrativo, decidiendo sobre una denuncia presentada a nombre dela uch contra «la islamizacién de nuestro pais, ha anulado recientemente el contrato ‘enfitéutico (concesion de ae rreno de una duracion de 9 ais por la suma siibicn’s tun euro) que tn ayuntamiento habia acordado para a One truccién de una mezquita.® No se trata de una anéed9 fs j i .cién negativa. | sino de un aceradl ejemplo de discriminate justicia misma cede alas presones de 68 cho del espiritu de la ley sobre la ae ee En el mismo orcen de ideas, ya pest dela NT cién de detenidos de obediencia ™ las poco garant francesa, la asistencia religioss et rein zada, si es que lo esté,* mientras que ven Js extabec- aque debe organizarse el servis dU. as, hos rrientos publicos tales como lceos CUBIST iminada ie Eneso tambien Picios, asilos o prisiones». ” Digitalizado com CamScanner Ja religin musulmana. Por lo que se refiere ala escuela, avin Ioesté de otra manera. La concepcién republicana de la lai- ‘idad se ha acomodado a la existencia de escuelas privadas onfesionales en las que se imparte enseftanza religiosa sPor qué las escuelas privadas musulmanas no han de inte- sgrarse al servicio de la Educacién nacional con los mismos derechos que las escuelas de obediencia catélica, por ejem- 0? Po me refieo aqut al contenido religioso de la religisn, sino al hecho de que en la sociedad francesa a la religién mu- ‘sulmana se la trata mas como el indicador de una identidad deficiente respecto de la cultura dominante que como una de las tres religiones monoteistas. Sin embargo, en funcién, de los principios republicanos, no habria de haber dos varas de medir en el trato de las especificidades religiosas y cultu- rales. Que no sea éste el caso quiere decir que se trata la per- fenencia al islam como tuna herencia indigena, es deci, ra- cialmente connotada y que no goza plenamente del derecho ciudadano en nuestra sociedad. Desde ese punto de vista, los integristas de la Reptiblica y los nacionalistas de extrema derecha tienen en comtin que descalifican a aquel que se les antoja no republicano o no francés en nombre de tna con- cepcién monolitica de la Reptiblica y de Francia. «Las po- blaciones procedentes de las migraciones coloniales o posco- loniales (porque de ellas se habla en verdad) no tienen escapatoria, atrapadas como estén entre el legalismo nacio- a republicano y el populismo nacionalista racista».” Qué les queda, por tanto, como stibditos, sino es volverse hacia sus origenes para magnificarlos y constituirlos en la base de sus reivindicaciones particularistas? Cuando se la niega o desprecia, la diferencia se convierte en peligtosa. La pertenencia al islam puede entonces mutar en islamismo 6 radical, 0 el hecho de haberse visto desvalori Sse nerolevaaproponersecomouna ane ae wismo que exige reparacién. Demasado fc xa part de ala{ denunciar los peligros de un comunitarsmo que hemos contribuido a construir. El comunitarismo es un peligro para la unidad de la na- ign cuando disefa el comportamiento de grupos organiza- dos de una manera auténoma que contravienenalasleyes de Ia Reptiblica. No es el caso en Francia. Por lo menos, todavia no, porque una instrumentalizacién rigida del modelo repu- blicano podria llevar a este punto creando el problema que pretende combatir. A falta de aceptar las diferencias cultura- les y de darles un sitio en la nacién, esta instrumentalizacién condena en efecto a aquellos que son rechazados a replegarse en un «s{ mismo» comunitario. De un modo paralelo, tam- bien se ciesrn como grupo ens mismos los guardians del ‘Templo de la ciudadanfa, aquellos que son los més sélida y més clésicamente integrados en la sociedad francesa, prefe- rentemente blancos de piel, con un trabajo seguro y con sus viviendas fuera de los barrios dificiles. Al endurecer los cri- terios que permiten ser reconocido como ciudadano de pleno derecho, una determinada ret6rica republicana se pone asi al servicio, como dice Frangois Dubet, del «bloque que de- fiende los privilegios dela Reptilia» * Es posible una Repdblica multicultural? Para superar esa escisién fatal para la unidad de la na- ‘ion, se imponen tanto un reconocimiento franco del plura- lismo cultural como un trato estrictamente igual de las por blaciones que tienen especificidades étnicas y culturales. 17 Digitalizado com CamScanner Francia es ya un pais multiéinico y multicultural. Viven en élocho millones de personas que pertenecen a «minorfas ‘ples (esto es, que no son de raza blanca); entre cinco y a millones de ellas han nacido en Francia. Las personas de origen magrebi alcanzan igualmente un niimero de cinco se ecis millones; 3,5 millones tienen la nacionalidad francesa {de los cuales 500,000 son harks [tropas autSctonas que lu- Charon al lado de os franceses en la guerra con Argelia)). La poblacién negra (de los departamentos de ultramar y del Wirca subsahariana) se estima en dos millones, 1,5 miliones de los cuales son franceses. Casi un mill6n de personas ori- ginarias del mundo asitico viven en Francia, asi como 3,6 Fillones de extranjeros, de los cuales 510.000 han nacido en Francia. Mas de 1,5 millones de personas nacidas en el ex- tranjero han adquirido la nacionalidad francesa.” Fsas cifras suponen un margen de error (debido a la di- ficultad de obtener estadisticas fiables sobre el origen étnico) y no pueden sumarse, porque se han establecido bajo crite- rios diferentes. Sin embargo, mas de diez millones de perso- ‘nas, 0 sea casi él 15% de la poblaci6n que vive en Francia, no son de origen «autéctono», y de ellas més de la mitad posee la nacionalidad francesa Dicho de otro modo, Francia es ya un pais multiétnico y multicultural, y lo seré cada vez mas en el futuro. Hay una relacién evidente entre ese pluralismo y los flujos migrato- rios pasados y presentes. Si la inmigracién se impone con tuna fuerza impetuosa, no se debe simplemente a la mayor porosidad de las fronteras y a las mayores dificultades por parte de los Estados para controlarlas. La inmigracién 8° debe a caracteristicas internas de la sociedad francesa. Come muestra Francois Héran, partiendo de proyecciones demo .graficas del INSEE [Instituto nacional de estadistica], pron! «la migracion de poblacién pasaré a se el ma deberia ser entre el declive demogréfico de Francia y el pre: seguir de su crecimiento. Pero, en realidad, nohay clecaéne “No hay que preguntarse si hay queeestara favor oen contr, [de la inmigracién]; seria esto tan vano como preguntarse st ebemos estar a favor o en contra del envejecimientor.” Francois Héran evoca la imagen de una Franca que, dentro de unos decenios, bajo el efecto de una «infusidne lenta de las poblaciones que ha acogicio y que todavia acogeré, po- dria parecerse alo que es hoy laisla de la Reunién una parte de la naci6n francesa donde coexisten etnias diferentes, en estado «puro» o mestizo, con toda la gama posible de cultos religiosos, y esto bajo la égida de las leyes de a Repiibica y sin enfrentamiento de comunitarismos. La Reunién no és Certamente un paraiso, pero su situacién ilustrael hecho de que una mezcia efectiva de las etnias con el respeto de las es- pecificidades culturales que suponen no es una utopia en el ‘marco de la nacién francesa. La Republica no se pondria en peligro renunciando a imponer una composici6n uniforme de la identidad nacional, que coincida con la hegemonia de Ja «etnian autéctona mayoritaria en la metrépoli. Deberia dar pruebas de imaginacién y de espiritu de apertura para acoger las diferencias y hacerlas coexistir pacificamente pa ra que se enriquecieran con sus aportaciones reciprocas. De vigilancia también, porque la deriva es siempre posible: & tn pluralismo armonioso no se lega nunca gratuitamente, hay que construirlo. Pero la situacién actual muestra quela imposicién de un modelo republicano monolitco entra también derivas que es urgente remediar no Digitalizado com CamScanner ita posbilidad de construir un verdadero pluralism a Pchos muy aleatora, sino ilusoria, quizé sea tam. Par porgue jugamos a darnos miedo. Hay en Francia un aaa eerniy difundido sobre la snaturaleza» de las pobia- carne aprocedentes de a inmigraciOn», especialmente cen- atl sobre los jovenes de las bantieues. Si estén en esta si rcion, se dice, es porque no pueden y muy a menudo no Gquieron salir de ell: son violentos,asociales,rebeldes, ma- sMistas, alérgicos al trabajo y a las reglas elementales de la Socabilidad, odian a Francia y no quieren tener nada comin con ella, que no sea para provecho propio. Este es, elevado dleaso extremo, el paradigma del indigena, portador de un ateimonio cultural que le vuelve refractario a las normas tela «civilidad civilizada». Con la reserva de necesitar un anilisis més profundo —porque estos j6venes son también ‘victimas de esa situacién y no basta «reprobar» a las victi- sas para llegar a la raiz de los conflictos—, una presenta~ cién asi podria valer aproximativamente para la franja més desocializada de una juventud sin futuro. Son unas cuantas, decenas de miles, sin duda, que plantean efectivamente se- rios problemas de mantenimiento del orden y requieren de inmediato medidas policiales. Pero el engafhio comienza ‘cuando, por un efecto de halo, esta imagen se difunde sobre elconjunto de las poblaciones procedentes de la inmigracion poscolonial, sospechosas, a causa de este origen, de no poder o de no querer adherirse a la sociedad francesa. ‘Todos los andlisis algo serios rechazan de raiz esta cons trucci6n puramente ideol6gica, Asi, una encuesta reciente del Instituto americano PEW Research Center sobre la inte- gracién de los musulmanes en cuatro paises europeos Mues” tra queen Francia el 72% de los franceses musulmanes n0 Ve ningiin conflicto entre el hecho de practicar el islam y el 4° vivir en la sociedad francesa pindsa da lox cance ya 7 hens nena judfos, proporciones con un promedio dec (enon ees vado que entre los musulmanesbriténicos alae on foles.* Otra encuesta muestra que, legados eine, retiro, la gran mayoria de los trabajadores inmmignsdn ye zen permanecer en Francia." Taténdose dejivenes ono dio sobre magrebies nacidos en Francia con elain prendidas entre los 18 y los 30 aos muestra que el 78% oe siente mas cercano alos franceses que asi familia, el 7, contempla un posible matrimonio con una francesa y hasta 164% de ellos dice estar dispuesto a combatir por Franca * Podriamos continuar acumulando ese tipo de datos algo fastidiosos. Todos ellos muestran que larepresentain del musulmén alérgico a los valores de la sociedad francesa es literalmente una construccién racial, en el sentido de ese ra- cismo diferencialista que esencializa y reproduce la inferio- ridad cultural que se ha atribuido @ los indigenas en el ‘marco de una relaci6n de dominio colonial. Sse supera este prejuicio, no hay ninguna razén para pensar que el ex ind’ gena, con la cultura que haya podido mantener, no ha deser perfectamente integrable en los marcos flexibilizados de la nacién. Para llevar a cabo tal empresa, seria oportuno com- batir con la mayor energia las discriminaciones actuales y promover a la vez un verdadero trato de igualdad de ls di- ferentes componentes de la poblacién francesa Sobre el primer punto, podemos observar, pasados ya unos diez aftos, un progreso real en Ja toma de conciencia de la realidad de las discriminaciones y de su caricter injus- fificable. Aunque el problema se habia mantenido porlo ge neral oculto, a partir de la década de 1990 s° lia instrumentos para una politica publica de uch contr 1 121 Digitalizado com CamScanner discriminaciones. En 1998, el informe del Alto Consejo de Integracién (HCI) reconocia explicitamente que las discri- rminsciones conciernen a «franceses de color, sobre todo de iitramar o de origen extranjero no europeo».5Es el mismo {aso del informe remitido en 1999 a la ministra del Empleo J de la Solidaridad por Jean-Michel Belorgey.En 1989, se Grearon por iniciativa gubernamental, el Grupo de estudios y de lucha contra las discriminaciones (GELD), las Comisio- nes de acceso a la ciudadanfa (CODAC) y el Fondo de accién {ysostén para la integracin y la lucha contra las discrimina- ciones (FASILD). En 2000, los poderes puiblicos instituyen ‘un mtimero de teléfono gratuito (numéro vert, el 114) para recoger las denuncias por discriminacién racial y poder ini- ciar procedimientos penales. La ley de 16 de noviembre de 2001 invierte la carga de la prueba en caso de discrimina- ign: compete al empresario establecer que no es culpable. La ley de 30 de diciembre de 2004, reafirma que «todos tie- nen derecho a un tratamiento igual, sea cual fuere su origen, nacional, su pertenencia 0 su no pertenencia, verdadera 0 supuesta, a una etnia oa una raza», y crea la Alta Autoridad de lucha contra las discriminaciones y por la igualdad (HALDE), que recoge las denuncias en materia de discrimi- naci6n para iniciar investigaciones (como las operaciones de testing) y requerir al ministerio fiscal. A estas iniciativas pti- blicas, hay que afiadir el esfuerzo de ciertas grandes empre- sas para promover tna «carta de la diversidad» y favorecer la diversidad étnica en el ambito de la contrataci6n.” Esas disposiciones no son de despreciar y estén animadas Por buenos sentimientos. Pero no estan a la altura del pro- blema. Por ejemplo, la HALDE habia recibido en 2006 casi 2.000 denuncias, de ellas sélo unas cuarenta habian sido transmitidas a lajusticia, lo que puede parecer ridiculo vista 12 Ja realidad social de las discriminaciones.* Pero aunque se Ja dotara de poderes més amplios, y hasta de poderes de po- a judicial, lo més que podria reprimir la HALDE serian tas précticas discriminatorias sin efecto alguno sobre las dindmicas que las constituyen. Al conseguir reparacién para determinadas personas victimas de injusticias, este tipo de medidas no afecta al cardcter colectivo de los fenémenos de discriminaci6n. La sociedad francesa sin duda alguna ha progresado en la toma de conciencia de la extensién de las discriminacio- nes raciales y eso no deja de estar relacionado con el ascenso paralelo de los movimientos de reivindicacién de victimas de esas discriminaciones evocado anteriormente. Pero noes eneste plano sobre todo represivo, aunque también necesa~ rio, donde ha de fundamentarse una lucha verdaderamente ceficaz contra las discriminaciones. Es la economia de las re- laciones entre los grupos sociales lo que seria preciso modi ficar. 2Es posible procurar otro lugar en la sociedad a estos ‘grupos sobre los cuales se ceba hoy dia el descrédito de la discriminacién? Lo que discrimina a las minorias étnicas es el doble han- dicap de la raza y de la clase, que hay que combatir a un ‘mismo tiempo. La «racializaci6no se corresponde con la des- valorizacién de culturas calificadas de indgenas en el marco de una relacién colonial de dominio. Siesta situacién colo- nial esta efectiva y definitivamente superada, esto debe tra- ducirse en una acogida paritaria de esas culturas y de sus representantes, que han sido tratados como inferiores a tra- vvés de la colonizacién. Esta exigencia muestra toda su nece- sidad no sélo porque nos encontramos més allé de la colo- nia, sino porque estamos presos al mismo tiempo de los flujos de la globalizacién que atraen cada vez. més hacia el 123 Digitalizado com CamScanner suelo francés esas culturas diferentes, es decir, rel rods de vida diferentes. El modelo republicans a, Pruebas de que no esté encerrado en la forma que tome tientras correspondia a una sociedad ampliamente mone &tnica, monocultural y monorreligiosa. Lo que consiguie ley de 1905 respecto de a religion podtiaservircomo tem, plo. Llegé a hacer de un pais de tradicion profundements catélica, pero que habia sido también tan destrozado por guerras de religin, una nacién en la que los cultos podian tolerarse, entablar formas de intercambio y de controversia y hasta entrar en competencia sobre la base del principio re. Publicano della laicidad, Lo cual deberia ser posible tambign para el islam de ahora, no en nombre del islamismo, sino en el de la laicidad republicana. Ms alla de la dimensién religiosa de la cultura, el mo- elo republicano podria contemplar un horizonte més am- bicioso, que Achille Mbembe, sin duda uno de los hombres cuya cultura ha superado las barreras de las naciones y las razas, caracteriza de la siguiente manera: «En cuanto a la fuerza de nuestro modelo de universalismo, ha de proveni de nuestra capacidad de comprender que la relacién con aquellos que no son de los nuestros consiste en gran parte en experimentar historias comunes, sobre todo aquellas que han sido objeto de desavenencia».” Es ésta una via que con- duce hacia un cierto cosmopolitismo mas que a una exalta- ci6n del nacionalismo en la que al parecer nos complacemos en la actualidad. Es una via arriesgada, ciertamente, pero corresponde a una interpretacién posible de este universa- lismo republicano tal como fue concebido en los tiempos de Ja Revolucién francesa: promover el compartir principios que valgan para toda la humanidad, mas que replegarse sobre una forma de etnocentrismo nacional. Esta via podria 124 imponerse como la tinica alternativa al nacionalismo, en el ‘momento en que la situacién del mundo exige la superacion de los marcos nacionales del pensamiento y la accién. La lucha contra las discriminaciones es también y equi- vale ala reduccién de las disparidades en las condiciones so- ciales, que hacen que los representantes de las minorias étni- cas estén sobrerrepresentados entre los que estan sumidos en la precariedad, el desempleo y la inseguridad social. La ‘cuesti6n racial no sustituye a la social: ambas suman sus con- secuencias. Y éste es el caso particular, lo hemos subrayado Ya, para los j6venes de los suburbios. Cuanto estan en situa- Cidn de trabajar, muchos de ellos representan una figura de proletariado, o mas bien una forma de subproletariado mo- demo, entre empleo y desempleo, y viven a menudo de re- ‘cursos al margen del sistema productivo. Cuando todavia estén escolarizados, se encuentran con frecuencia en los sec- tores més desfavorecidos, marcados por el fracaso escolar y por la incapacidad de traducir tan escaso capital escolar en el mercado de trabajo. A todas luces, la lucha contra la discri- ‘minacién deberia pasar por la reduccién de estos handicaps que sittian a esos jévenes en lo més bajo de la escala social. No veo cémo podriamos emprender ese trabajo privan- donos de politicas de discriminacién positiva. La distancia centre la situacién de esos j6venes y el régimen comiin (res- pecto de la escuela, el trabajo, pero también a menudo de la vivienda y las condiciones de la vida de cada dia) es tal que pparecen necesarias medidas especiales para procurar un su plemento de recursos a quienes estén hasta tal punto des- provistos de ellos. Es el espiritu de las politicas de discrimi- nacién positiva. Pero presentan, no obstante, un grave riesgo. Alestar dirigidas a poblaciones particularmente des- favorecidas, subrayan de alguna manera su desventaja y de- 15 Digitalizado com CamScanner signan a sus beneficiatios para una venganza publica, Alt, larse de representantes de minorias étnicas, el riesgo es 49. davia mayor Se sabe que uno de los argumentos que ha al mentado el racismo popular ha sido el hecho de que esas poblaciones, no verdaderamente francesas, se beneficien de prestaciones sociales que deberian estar reservadas a los franceses de origen. {Qué pasaria si los «favores» debieran estar especialmente reservados a esas poblaciones en tina légica de cuotas, por ejemplo? a territorializacién de estas politicas ofrece un medio de salir de este callején sin salida, Esas medidas especiales se aplican a una zona geogréfica, un barrio o un grupo de ba- rrios, una escuela o un grupo de escuelas. Benefician a los re- presentantes de minorias étnicas que estén presentes y so- breabundantemente representados, pero sin que sean los tinicos usuarios. Evitan de este modo las criticas del target étnico. Y no se trata de un puro artificio. El interés de las po- liticas territorializadas es también hacer patentes las relacio- res que unen la cuestién social y la racial. Medidas enérgicas de lucha contra el fracaso escolar, el desempleo, la precarie- dad, la inseguridad social son también tan necesarias para los j6venes de ambientes populares en general como lo son para los jévenes representantes de minorias étnicas en par- ticular. Hay una gran cercanta entre sus posiciones en la e5- tructura social, aunque la discriminacién étnica afada un descrédito suplementario a los males que sufren todas las categorias populares. La accién para la reducci6n de esas desigualdades se lleva a cabo, pues, para el beneficio comin de esos grupos, més alla de las divisiones étnicas. Este ti po de medidas discrimina positivamente a sus beneficiarios sean quienes fueren para ayudarles a salir de su estado de deprivacion, 126 Por eso, las eriticas dirigidas a esas politicas de discrimi- nacién positiva, que han comenzado a ponerse en practica ‘bajo la doble forma de Zonas de educacién prioritaria (ZEP) y de la «politica de la ciudad», aunque a menudo pertinen- tes, no son decisivas. Hay que preguntarse por las insu! ciencias de sus medios y las modalidades demasiado limita- das de sus aplicaciones, y no por sus principios. En efecto, no deberiamos abandonar a su suerte a jévenes hasta tal punto alejados de! sistema escolar clisico y de sus exigencias que sufren la amenaza de la desocializacién total. No debe- rfamos tampoco abandonar a su suerte en las zonas urbanas degradadas a las poblaciones més vulnerables para las que Ja vida cotidiana es a menudo un desaffo permanente. Me~ didas especiales en su favor son indispensables para acer- carlas al régimen comiin. Hay que decir también que estas medidas han de ser pen- sadas como transitorias y tener una funcién propedéutica para desembocar en reformas més amplias. La existencia de las ZEP, por ejemplo, deberia servir como ocasién de desa- rrollar una pedagogia adaptada a las clases populares, capaz, de aportar a todos sus hijos, sobre la base de un colegio tinico renovado, los conocimientos de base requeridos para adaptarse al mundo contemporéneo. Con este mismo espi- ritu, el cardcter especial de las ZEP no seria més que aparen- temente derogatorio del tipo de universalismo que pretende aportar la educacién republicana: la misma escuela para todos. Serfa més bien la palanca de una critica practica de las desviaciones elitistas de ese sistema, al que se le exige tratar a todos los nifios en condiciones de igualdad, pero que, en realidad, funciona como un instrumento de selec- cin para acceder a los escalones superiores, eliminando y humillando sucesivamente a los alumnos demasiado mal Ww Digitalizado com CamScanner armados para la competicién escolar concebida como una carrera hacia la excelencia.” Asimismo, la spol de la ciudad» no esté condenada a imponer una accién a distancia sobre los barrios, coman- ditada desde fuera por las administraciones del Estado. Puede ser el medio de ayudar a movilizar el poder de los habitantes sobre su entorno dinamizando la vida asociativa, al multiplicar las redes de intercambio y al promover la im- plantacién de zonas de desarrollo prioritarias gracias a las cuales podrfan empezar a encontrar las condiciones que hi- cieran posible su autonomia.*' El objetivo que ha de perse- guirse no es solamente rehabilitar el barrio en st, sino tam- bién dar a sus habitantes la posibilidad de movilizarse para no ser sus cautivos. Esas propuestas son mas féciles de diseftar que de reali- zar. Sefialan en todo caso una direcci6n imperativamente re~ querida para lucha contra las discriminaciones. El objetivo de esta lucha es romper el aislamiento de las poblaciones que hay en la sociedad francesa, habitan junto a nosotros y, sin embargo, no se las considera verdaderamente nuestras. Esta aporia tiene dos vertientes, la de la ciudadania politica y la de la ciudadania social. El pleno reconocimiento de la ciudadania politica pasa por una flexibilizacién de las con- cepciones republicanas que la reglamentan, de modo que esa flexibilizacién permita integrar elementos de una cultura que ha llegado de fuera, pero que debe tener plenamente derecho ciuidadano. Esto implica que se le dé un nuevo lugar a las diferencias raciales y religiosas en la ciudadania. Esta cuesti6n es de suma importancia porque no concierne sola mente a los herederos de los que fueron nuestros indigenas como los j6venes de los suburbios «procedentes de la int gracién». Concieme también, de un modo mas general @ las 128 formas de regulacién politica de una sociedad que cada vez seré més multiétnica y multicultural En cuanto a la ciudadanta social, su pleno ejercicio exige ‘un minimo de recursos y derechos sociales que son la base de la independencia social de los individuos. Hay que insis-~ tir en el hecho de que esta constatacién no vale solamente para las poblaciones procedentes de la inmigracién, sino también para ellas. Esto quiere decir que deben ser tratados ‘en un plano de igualdad, sea cual fuere su pertenencia ét- nica, los piblicos desfavorecidos que se encuentran en si- tuaciones en las que no existen las condiciones para su inde- pendencia social. Desde ese punto de vista, las politicas de discriminacién positiva aparecen como escalones que ayu- dan aascender hasta esa independencia. No son un fin en si mismas, sino que deben invitar a su superacién, que es el acceso al régimen comin de una ciudadania en la que no ha de haber ya discriminaciones de ningiin tipo, ni siquiera las positivas. Esta visi6n es ambiciosa, pero debemos plantear- nosla por lo menos como idea reguladora de una ciudadania republicana que no se contentarfa con dar a cada cual un puesto en la lista electoral, sino que facilitaria a todos uno también dentro de la economia general de los intercambios sociales. 129 Digitalizado com CamScanner

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