You are on page 1of 30
peeeretea © fuera de su realizacién efectiva quedando entendido que solamente la situacién psicoanalitica garan- tiza la validez de Jas construcciones del método. % MICHEL Tort: El psicoandlisis en el materialismo histérico Conservad en vuestra memoria, a titulo de modelo, el método seguido en el estudio de estos fenédmenos (actos fallidos), método que habra ya revelado a vuestros ojos cuales son las intenciones de nuestra psicologia. No que- remos limitarnos a describir y clasificar los fenémenos: queremos también concebirlos como indicios de un meca- nismo (...) y cpmo la manifestacién de tendencias que aspiran a un fin definido y laboran unas veces en la mis- ma dircccién y otras en direcciones opuestas. Intentamos, pues, formarnos una concepcién dindmica de los fenédme- nos psiquicos, concepcin en la cual los fendmenos obser- vados pasan a segundo término, ocupando el primero las tendencias de las que se los supone indicios. SIGMUND FREUD: Introduccidn al psicoandlisis En el interior del campo ambiguo designado con el nombre de psicologia, el psicoanilisis constituye el ejemplo privilegiado de _ una disciplina que satisface las condiciones de ruptura con un complejo de nociones precientificas asi como la presencia soli- aria de aspectos metodoldgicos tedricos y técnicos. Por ello queda inteado a partir de su existencia el problema del caracter de su i6n con el conjunto de la psicologia, ya sea en calidad de 10s méropos DE LA PsicoLocta iplanche y Pontalis ofrecen en su Diccionario* una definicién desarrolla la que el mism> Freud diera en 1922 distinguiendo ‘tres drdenes de problemas bajo la misma designacién. En primer lugar el psicoandlisis se define como un método de investigacién que permite evidenciar la significacién inconsciente de actos, pa- labras y producciones imaginarias (como sueiios, fantastas, de tios) fundindose en las libres asociaciones del sujeto, que permiten construir interpretaciones. Segiin Laplanche y Pontalis, la in- terpretacién psicoanalitica puede extenderse a producciones hu- manas para las que no se dispone de dichas asociaciones? En segundo término es un método psicoterapéutico fundado sobre esa investigacién y caracterizado por las interpretaciones de la resis- tencia, Ja transferencia y el deseo, Finalmente se designa tam- bién con el nombre de psicoanilisis el conjunto de teorias produ- cidas que, segtin dichos autores, forman progresivamente una dis- ciplina cientifica. Con lo visto en capitulos anteriores disponemos de elementos _ para afirmar, por nuestra parte, que sdlo es progresivo el desarro- Ilo de una ciencia ya constituida, pero su fundacién no se da de ‘uma manera progresiva; no es un progreso puntual sino el resul- tado de una revolucién tedrica que, sobre la base de una pric- tica precientifica anterior, da origen 0 comienzo a la préctica cientifica por apertura de una problematica distinta, aunque siem- pre dispuesta para un desarrollo posterior. De cualquier modo, y dejando de lado este aspecto discutible, demos observar en las deficiones mencionadas cémo resulta ineludible la inclusién en ellas, tanto de los objetos de conoci- jento (especificos) como del método y Ia teorfa, todos ellos es- cificos de la disciplina en cuestién. El método psicoanalitico indisociable del conjunto del psicoandlisis que, a su vez, se de- como método de investigacién y como método psicotera- ico. Podemos preguntarnos cdmo se produce la emergencia de este to indisociable a partir del universo de experiencias que lo ede: ello constituye ¢l problema del procedimiento de rup- ra epistemolégica en psicoandlisis. También nos interesa_re- ar sobre el modo en que opera, producida esa revolucién , el psicoanilisis en cuanto método tedrico y técnico. EL METODO PsICOANAL{TIco 203 LA RUPTURA EPISTEMOLOGICA EN PSICOANALISIS Freud fue el fundador del psicoandlisis. He aqui una informacién que toda persona medianamente cultivada posee. Podria parecer, entonces, que la via mds légica para abordar el proceso produc tivo de la ruptura deberia consistir en la investigacion cronold- gica de la vida de su “creador” para marcar asi el momento de su _emergencia. Nadie puede discutir la importancia de la acti- vidad concreta de su autor y la exploracién de la misma nos brinda, en efecto, importantes elementos. Pero alertamos al lec- tor: esta via, rica en informaciones, sdlo tiene sentido porque reconstruimos el proceso de la ruptura después que ella fue cons- tituida. Sélo con la teorfa cientifica ya establecida estamos arma- dos para buscar en su prehistoria las marcas de las elaboraciones que le permitieron emerger en el momento oportuno. Esta obser- vacién es esencial pues sin ella recaeriamos en el error de pensar que un sujeto (Freud, en este caso) se fij6 como objetivo produ- cir una ciencia y entonces pudo dedicarse a acumular los “ladri- os” conceptuales hasta contar con un numero suficiente para construir el “edificio” tedrico. Claro que no es indiferente el pasado personal de Freud, cuyo anlisis podrfa explicar por qué se dedicé a la empresa, ni tam- poco lo es el panorama. ideolégico que lo abarcaba y precedia, pues nos muestra con qué obstdculos debidé enfrentarse 0, mejor avin, qué obstdculos visualizé como problemas a resolver a través de sus investigaciones. Porque para nosotros su designacién como obstaculos sdlo resulta posible a partir de la ciencia cons- tituida. Para muchos de sus contemporaneos, en cambio, el pro- blema ni siquiera existia, pues no era reconocido como tal. Asf, por ejemplo, los suefios no eran considerados generalmente como fendémenos psiquicos. En el curso de ese proceso sdlo para Freud existian, entonces, ciertos obstaculos en la medida en que eran reconocidos como un problema a resolver, credndose las condi- ciones para no permanecer prisionero en la problematica ideoldé- gica preexistente. Este trabajo en plena frontera del conocimiento no podia realizarse sino con los “medios de a bordo” tomados del contorno de su época buscindolos en ciencias constituidas, (como la fisica y la biologia) o sometiendo a critica las ideas circulantes. ePor qué debia ser justamente él, Freud, quien emprendiera esa tarea? Este aspecto escapa al tema del método y su epistemologia y exige el trabajo del historiador, armado de instrumentos anali- ticos sobre todo el rial de los datos disponibles. Sefialamos f “marco de tity hacia su prehistoria y el condicionamiento colégico del sujeto Freud podemos seguir someramente o de los ensayos y correcciones que histéricamente debid r pero no para cumplir el proyecto consciente de fundar ciencia sino para dar respuesta a una demanda, la de pacien- que exigian “curacién” y a una carencia, la de su tiempo, le instrumentos conceptuales y secundariamente técnicos para ello. Eludimos aqui reconstruir el camino de su eleccién profesional. Nos limitamos a recordar que, sometido a imperativos econdémi- cos, Freud abandona la investigacién médica y se instala como jalista en neurologia después de su entrenamiento en el Jospital General de Viena. En busca de una clientela privada, Freud comienza utilizando somo método terapéutico la hipnosis y la electroterapia de Erb, ndo un dispositive que permitia aplicar influjos eléctricos con s a la obtencién de resultados terapéuticos. Las razones eran fn utilitarias: poder seguir a los pacientes un tiempo prolonga- pues la derivacién a un establecimiento de aguas termales uma sola consulta” reducia los ingresos. Esta motivacién, uc no impidié a Freud observar de inmedia- que, a pesar de venir respaldadas por un manual firmado por destacado y consagrado neuropatélogo, las aplicaciones de ese lo carecian de toda eficacia o debfan a la sugestién su limi- ores, actitud clave que le permite siempre formular pregun- das al universo de los acontecimientos que oponen resis- a las generalizaciones ideoldgicas disponibles. Conciliando ecesidades de una clientela amplia con las de una técnica icaz Freud deja los pacientes neuroldgicos con escasas pers- de mejoria y se inclina al tratamiento de neuréticos uti- la hipnosis que, ademas, le permitia sentirse “halagado a de conseguir curas milagrosas”. Freud no o n de 1925 esta doble motivacién: la de li habil observador ins; la conducta de los i o era “dejar hablar a los hechos”, basada_ x (propia del empirismo positivista) de que de la pu icién cuidadosa de los hechos surgirfa un conocimiento. rmitia, al menos, la obtencién de descripciones muy ricas y ademas Ia observacién de la aplicacién de métodos sugestivos —en los que Charcot era un maestro consumado— y de sus resultados. En el servicio de Bernheim, en Nancy, Freud completé su infor- macién sobre la utilizacién de la hipnosis, Alli pudo observar ademas un fendmeno con muchas implicancias, legibles hoy por recurrencia, para la teorfa del inconsciente, el de la sugestién posthipnotica. Si por ejemplo a un paciente bajo hipnosis se le sugeria que cuando saliese del trance realizaria una corducta extravagante tal como Ja de circular gateando por la habitacién, el sujeto una vez “despertado” actuaba efectivamente de ese modo diciendo para justificar su conducta que buscaba un obje- to que se le habria caido. Hecho muy Ilamativo por cuanto no s6lo el paciente era inconsciente de las razones por Jas que obraba de tal modo sino que ademas las reemplazaba poniendo en accién recursos racionalizadores que lograban dar coherencia a sus actos. Hoy vemos alli la exigencia de una teoria que dé cuenta de ese desconocimiento y de tal sustitucién, que Freud no podia atin conceptualizar pero que en cambio, reconocié como proble- a irresuelto. De regreso en Viena, Freud se acerca a Breuer quien tenfa ex- iencia previa en el uso terapéutico de Ja hipnosis. Pero en su todo habia una importante modificacién con relacién a la tela de Nancy: Breuer no hacia sugestiones bajo hipnosis. rtiendo de la concepcién de que lo que ocurria con los pacien- listéricos era una especie de escisién que aislaba grupos de itaciones desvinculadas del resto de la concienci les”) Hegaba a la conclusién de que la provechada para permitir la exp! a mater A -d u Baler iiktoris c lencia de Freud. Se observa como, trabajando io de lo desconocido, abandonada la electrotera rb, va pasando de la hipnosis a la sugestién en estado vigil y a una forma primordial de asociaciones tespondiendo a Jas ncias impuestas, en unos casos, por los mismos pacientes, y _€f otros por sus propias dificultades técnicas para lograr produ- _ ir la hipnosis, Pero esta busqueda técnica es solidaria de la orien- acién tedrica (ideolégica en esta fase) que impone la concepcién _ articulada de la catarsis, la abreaccién y el supuesto origen trau- itico de la neurosis: puesto que en una ocasién traumdtica un afécto no ha podido expresarse en forma adecuada (en protestas, Mentos, gritos, agresiones, etc.) ha generado un grupo de re- " Presentaciones retenidas, escindidas o impedidas de expresién que | n el tratamiento es cuestién de rememorar por hipnosis, suges- __ tién o por simple emergencia en el fluir de las asociaciones. Guan- | _ do ello se logra se produce también la eclosion catartica (purifi- | (adora) del afecto acompafiando la verbalizacién (que reemplaza | actos omitidos) y la curacién podré producirse, Podria creerse, en una aproximacién ingenua, que todos estos mentos son desarrollados progresivamentee para dar la teoria dura y su técnica correlativa. La abreaccién y Ja catarsis, como clones, encontrarfan su desarrollo. tedrico ulterior en Jos fend- nos transferenciales y en las manifestaciones emocionales que afian el desarrollo de la cuta analftica; las asociaciones li- tarian en la continuidad de la hipnosis rememorativa y en to a Ja concepcidn del suceso traumatico sera desplazado sim- nte hacia un pasado més arcaico hasta confundirse con Ia problematica edipica, Pero no es asi. Existe una diferes en fa teoria cientifica ya uevo sentido a los siendo sefialados como datos ticulos a superar. Claro blematica (rup! ira) no nto de elaboracién teérica para dar _ n complejos que enfrenta en su trabajo a otras lineas como la del trabajo sobre la re de los suefios que aparecian en los relatos €spon- de Jos pacientes y se aboca al anilisis de sus propias pro- lucciones onfricas (“autoanilisis”). Esta jerarquizacién del suefio como “acto psiquico completo y significativo” muestra como el cambio de perspectiva que va operando implica destacar en lo que hasta entonces era visto como fenémeno banal, un problema, un trabajo de esclarecimiento a realizar, Contrapuesto a Ia vez a con- cepciones que degradan al suefio a mera actualizacién incoor- dinada de excitaciones neurofisiolégicas y a una tradicién po- pular que le otorga valor profético global. Freud rescata de esta Ultima, sin confundirse con ella, la idea del valor significativo de los suefios y la inserta en un campo novedoso de problemas con- cluyendo que, al igual que los sintomas neursticos, son realizacio- nes de deseos. Simultdneamente ensaya una formulacién siste- matica, que, vinculada con concepciones bioldgicas,> implica la aplicacién de recursos de la fisica y de la biologia para intentar explicar desde una postura materialista 1a dindmica de la sinto- matologia neurética y el funcionamiento psiquico en general. To- ma, para ello, elementos de Ja termodinamica y postula, por ana- logia, el principio de constancia, coherente con la concepcién de la abreaccién y el método catartico, pues supone un nivel energético interior al aparato psiquico (cuyo modelo intenta estructurar) que, para permanecer constante, debe evacuar los montos de energia originados por estados de excitacién. Pero esto seria propio sola- mente de un grupo de fenédmenos que constituyen el “proceso secundario”. Ademds supone otro sistema, el “proceso Pprimario”, en el que Ja energia circularia libremente, con tendencia a una eva- cuacién total y con ello a Iegar a un estado de inercia total en el que el nivel de energia seria nulo (= 0). Esta construccién pura- mente hipotética considerada fallida por el mismo Freud (quien la dejé inédita) constituye sin embargo un esfuerzo de elaboracién tedrica que hace las veces, en este proceso de la ruptura, de un ensayo de constitucién de un modelo que pueda dar cuenta de Jos fendmenos que la practica clinica imponia cotidianamente a uu _atencién. Aqui lo mencionamos sin desarrollarlo en toda su plejidad s6lo para mostrar cémo se realizaba el trabajo que des- a perspectiva llamamos de ruptura: uso de la exper en funcién ) a su acto de la teorfa de la seduc- mn ejemplo significativo de este proceso. Entre Freud sistematiza un hecho clinico que encuentra nte en sus pacientes: el relato de haber sido objeto 0 perverso por parte de un adulto (con frecuencia el padre nte), ocasién en que el sujeto vivid “asustado” Ia agre- ‘al_ (0 formas intermedias que no Tlegaron a un atentado manifiesto). Freud generaliza sus repetidos hallazgos y for- fa teorfa de un desarrollo en dos tiempos. En el primero al no comprender Ja exacta naturaleza del episodio y no esarrollado orgdnicamente para responder a la excitacién, aa vivir el acontecimiento sin ninguna tonalidad emocio: icular. Pero el “susto” se produce en cambio en un se- fempo cuando, por rasgos asociativos a veces secunda- nuevo acontecimiento evoca el recuerdo del primero, evento (posterior a la pubertad) desencadena la emocién spondia al episodio “sexual presexual” (Laplanche) pero do en sf no aparece, pues ha sufrido un proceso de re- inconsciente. Ahora bien, Freud comienza a acumular Y tazonamientos que ponen en tela de juicio el dificio tedrico que acaba de construir. Lo inquieta so- © que estas formulaciones y esos hallazgos no permitan na conclusién los andlisis as{ como la inesperada de Ja histeria que obligaria a suponer una generaliza- probable, dice Freud— de actos perversos paternos ifios. Se dispone entonces a dejar de lado la teoria osamente habia construido.. Escribe, entonces, a su ) el 21 de septiembre de 1897 refiriéndose a Jas ‘isis le impone: “Si yo me sintiera deprimido, tales dudas bien podrian interpretarse como _ Pero como me encuentro jus on el -ho admitirlas a 9 del error corregido que es, como hemos visto, el de Ja cien- Y ese camino lo conducira, por el rodeo de su autoandlisis y este descarte de la teoria de Ja seduccién, nada menos que a la teorfa ulterior sobre las fantasias inconscientes, las caracteristicas de la realidad psiquica, la sexualidad infantil. Es que simult4- heamente con este proceso, y vinculado con acontecimientos re- cientes de su vida (Jacob Freud, su padre, habfa muerto un afio antes) Freud desarrolla su autoanilisis, con interpretacién de sue- _ fos a partir de 1895, y desemboca en la concepcién sobre el com- plejo de Edipo. Escribe entonces, menos de un mes después de la carta recién citada; al mismo Fliess: “Se me ha ocurrido sélo una idea de valor gencral. También en mi comprobé el amor por la madre y los celos contra el padre, al punto que los considero ahora como un fenémeno general de la temprana infancia...” y _ explica el “apa ionante hechizo del Edipo Rey” de Séfocles: “Cada uno de los espectadores fue una vez en germen y en su fantasia, un Edipo semejante y ante la realizacién onirica trasladada aqui _ a la realidad, todos retrocedemos horrorizados, dominados por el pleno impacto de toda la represion que separa nuestro estado fantil de nuestro estado actual”.? _ Citemos otra linea de contradicciones luir con las restantes para madurar |: _tird finalmente a Freud dar el salto a u al publicar los Estudios sobre la histeri; experiencia de Breuer y ello se traduce upos en la que haciéndose concesi cud y Breuer hablan de histeri: ide y de histeria de defensa. ry qué implica cada una de est en desarrollo que va a ‘a coyuntura que permi- ma nueva problematica: a debe conciliar con la en una clasificacién en ones mutuas de distinto ia de retencién, de histe- ‘as tres formas del onoceremos a diferenc nia que en ella la escisin no era tan profunda. Ciertas nes sociales impedian la expresién de lo que un grupo jaciones debia manifestar y entonces las representaciones pondientes eran “retenidas” lo que se manifestaba dando a sintomas histéricos. tercera forma, “histeria de defensa”, fue elaborada por Freud. Podemos ver hoy en ella una expresién provisoria, transitoria : su desarrollo teérico. Trabajando con pacientes histéricos ob- ba que la metodologia usada entonces (la hipnosis o la im- sicién sugestiva de la mano sobre la frente incitando a decir agence © imagenes aparecidas) no bastaba para permi- Ja abreaccién, es decir, la emergencia acompafiada de cargas afectivas, de esos materiales que habrian estado imposibilitados ; surgir anteriormente. Para explicarlo postulé la existencia en casos de una defensa de la personalidad del sujeto histérico impedia que lo retenido pudiera expresarse. Podemos vislumbrar en esta concepcidn de la defensa un indicio roblemas que van a exigir la concepcién dindmica del con- to entre fuerzas opuestas que habrd de explicar el sintoma stérico. En un momento ulterior, en efecto, Freud desecha tan- Ja histeria de retencién como la hipnoide y el concepto de pasa a tener un lugar fundamental en Ia estructura ted- ca de la ciencia constituida vinculada con el problema del nflicto defensivo solidario, a su vez, de una concepcién dind- de fuerzas o instancias en conflicto. En ésta los elementos tificos dan origen, en la medida que hay hechos empiricos exigen, a nuevas consecuencias teéricas: asf la concepcién stados hipnoides con la escisién que implica es refundida formada (en esta nueva estructura conceptual) en la pri- orfa del aparato psiquico con sus instancias (consciente, ente e inconsciente). : trocesos, ensayos y errores, modelos provi! autoandlisis, desarrollo de cont baj ‘ de la ideologfa de su é¢poca ha tres vias coherentes: 1] el aislamiento de los nocimiento quiere producir: sintomas neuréticos, O 2] técnicas para operar a partir de esos materiales que ulminan en la regla: asociaciones libres, y $] elaboracién de teo- rias que den cuenta de esos objetos, Freud esta pues en condicio- nes de producir su primera elaboracién cientifica y romper con el pasado. Y entonces, como queriendo marcar con nitidez una €poca que se cierra y otra era que se inaugura hace fechar en 1900 la primera edicién de La interpretacién de los suefios, el texto de la ruptura, aparecido en realidad el 4 de noviembre de 1899. Alli, en el capitulo titulado “Psicologia de los procesos oniricos”, Freud ofrece su primera elaboracién intracientifica de la nueva regién de objetos de conocimiento conquistada para las disciplinas cientificas, el primer ejemplo claramente discernible de trabajo tedrico cientifico en el campo de lo especificamente psicoldgico. EL METODO TEORICO EN PSICOANALISIS Aunque su libro se refiere a La interpretacién de los suefios Freud apunta en él a objetivos mds amplios. La restriccién del tema tiene el caracter de una ejemplificaci6n conveniente de un método y una teoria que pueden ampliarse a otros aspectos con los que se intervincula, particularmente los sintomas neuréticos _Y acontecimientos cotidianos aparentemente banales como los ol- vidos, lapsus, etc. Todos ellos quedan sefialados pues como los jetos de conocimiento del psicoandlisis (véase capitulo: Intro- al problema de los métodos en psicologia). “La mas minu- investigacion del suefio o de cualquier otra funcién aislada no para proporcionarnos deduccion alguna sobre la cons- el funcionamiento del instrumento psiquico ” a apa- formulacién como concepto, en el seno de una teoria cit ue también conduce a su conocimiento en la situacién en que aparece y es individualizado como formacién de so en un sujeto determinado, EI suefio ofrece Ja par- lad de un episodio cuyo relato presenta caracteristicas no son las del discurrir consciente habitual del sujeto, dota- » como estd de frecuentes rasgos de ilogicidad. Pero ademas, s a estos caracteres de irrealidad es aceptado por el sujeto y F su contorno social en Ia medida en que se da en condiciones hacen tolerable como un fendmeno cuya irracionalidad ente no descalifica a quien lo presenta: “los suefios, sueios " Podriamos decir que Freud produjo justamente el conoci- de que los suefios no son “solamente” suefios sino la ex- de una problemitica inconsciente: los suefos son ones de deseos, y por lo tanto como diria poética- Paul Nizdn “mientras el hombre sea incompleto sofiard 10 eud realiza un inventario de las producciones asociativas de pacientes a partir del relato literal del texto de los suenos luye en la existencia de un material latente tras dicha fa- nifiesta. En busca de una explicaci6n para esta trams- pasa revista a las fuentes de los materiales de los sue- deformaciones y elaboraciones que ha podido discrimi- studios, e inaugura sus reflexiones tedricas marcan- lidad de su proyecto: “desde el momento en que ix mds profundamente en los procesos animicos lan en el suefio, todas nuestras rutas desen ca Como esclarecer el suefio, como iplica “referir una cosa a otra conoc te conocimiento psical > alg i. = 5 , or y % 0 air aqui solamente algunas de = inaugural de la problematica a en el curso del cual vemos a Freud pro- i ‘onceptos, abstracciones formalizadas, que le Movimiento racional dar cuenta de este fenéme- , empiricamente observable, aislado y circunscripto ‘oblema a resolver, el relato de un suefio, realizacién de contradictorios. . a elaboracién tedrica parte de la experiencia freudiana del lo de la ruptura que le permite postular al suefio como un psiquico importante y completo, en el que se realizan de- s. Con ello Freud subraya la validez constante del principio ‘determinismo psiquico segin el cual todo producto psicold- co atin de apariencia banal reconoce significaciones que lo in- uyen por Io tanto en Ia totalidad significativa de Ja actividad juica del sujeto. En el caso del suefio la clave es la realizacién seas. Pero estos deseos estan en conflicto con prohibiciones “disfrazarse”, disimularse, para hacerse aceptables, Ello ite burlar la prohibicién y sortear la censura psiquica. ilo las representaciones que corresponden a los deseos en én sufren una elaboracién onirica, el trabajo del suefio, lispone de mecanismos como la condensacidn, el desplaza- , la representacién por imdgenes y la elaboracion secun- resultado es el texto del relato obtenido, el contenido debe desarrollar un complejo de objetos ted- ueden poner a prueba su validez confron- pirico. En ef ; los parato instancias o sistemas espacial que ser4 “recorrida” en una $ oral determinada. . de un sistema de relaciones entre elementos abstractos, ionados y construidos explicitamente para permitir descri- xplicar y atin prever determinados fendmenos.!? El modelo. parato psiquico no es un objeto material (anatémico por plo) sino un instrumento conceptual, un objeto formal abs- que tiene con la realidad material la relacién que man- el conocimiento con el objeto a conocer: son realidades rentes, ninguna de ellas se reduce a la otra (eludiendo asi igros del empirismo y del idealismo metafisico). Por eso el cientifico no es idealista: no confunde realidad concep- con realidad material reconociendo la especificidad y la irre- bilidad de ambas. Para él la representacién de un “instru- 2 puesto al servicio de las funciones animicas” no tiene “otro que el de auxiliarnos en una tentativa de legar a la com- de la complicada funcién psiquica total, dividiéndola iendo cada una de sus funciones aisladas a uno de los ntos del aparato".* Freud esquematiza éste asf: ___Pescepcién/Conciencia Huellas mnsicas Inconsciente _Preconsciente esquema la excitacién de los procesos psiquicos ¢ (representada por las flechas) entre un extremo motor. En el extremo sensible | al es efimera, dando origen a huellas n a € extremo para la ovacid siemp! Loe tos paltictes con los que exteriores o profundas, formales o ‘que es actual en el extremo perceptivo es ¢ porta “toda la variedad de las cualidades sensibles”. bio los recuerdos, dice Freud, excluir los mds profun- on inconscientes: “Pueden devenir conscientes, pero no es ble dudar que despliegan todos sus efectos en estado incons- cence”. Los recuerdos inconscientes de las primeras experiencias (y en particular de aquellas vinculadas con el apaciguamiento de tensiones internas producidas por necesidades, mediante la interyencién exterior y las imagenes de objetos vinculados con esos acontecimientos) conducen a la busqueda de reproduccién de esa experiencia de satisfaccién inicial originaria, estructuran por apuntalamiento** la problematica del deseo y entran en contradiccién con prohibiciones (vinculadas con la situacién edipica). __ De modo que Freud debe postular una instancia censora que ; _ somete a critica la actividad psiquica, excluyendo de la concien- cia ciertos contenidos. Considera entonces en el extremo motor “un sistema, el preconsciente, cuyos “procesos de excitacién pue- den pasar directamente a la conciencia siempre que aparezcan cumplidas determinadas condiciones, por ejemplo, la de cierta idad y cierta distribucién de aquella funcién a la que da- el nombre de atencidn, etc.”.° “Al sistema que sc halla de é1 le damos el nombre de Inconsciente porque no comu- ca con la conciencia sino a través de lo preconsciente, sistema impone al proceso de excitacién, a manera de peaje, deter- das transformacio:es”.’* suefio realiza transaccionalmente deseos distintos, multiples tradictorios. Dispone de elementos diversos que debe ela- los restos diurncs o materiales del pensamiento de la ia, vinculados asociativamente con representantes in- de deseos que Jes transfieren su carga de “energia Las condiciones de slaladon de la SCONES fi las y Sten por el rodeo de la ae ‘donde ismos como la condensacién y el desplaza- ; mecanismos son caracteristicos del Inconsciente. En - Jo que Freud denomina como PIECE? primario Pee con- ibre, es decir, capaz de circular y condensars ntaciones que constituyen encrucijadas de diversas cade- de asociaciones pudiendo asi disponer de gran intensidad una ssentacién aparentemente secundaria en uma sccuencia. El lazamiento se produce siguiendo lineas asociativas de seme- _aparentemente superficial o externa (que esconden en rea- d razones més profundas Di la asociacién, a ser analizadas) términos significantes tos dos mecanismos se ven favorecidas’en su trabajo encu- por la caracteristica propia del proceso primario de que no rigen los principios de la légica formal “diurna” de modo pensamientos contradictorios para ésta, aparentemente in- itibles, pueden coexistir yuxtapuestos. ‘rasgo esencial del proceso primario reside en que Ja ener- ida debe buscar su derivacién respondiendo al princi- el placer pues éste se hallaria caracterizado por la tenden- a disminucién del nivel de excitacién del sistema, con un ar representaciones ligadas a las experiencias de satis- vocar su reproduccién alucinatoria. En la medida en resentaciones no son aceptables por la censura se | enmascaramiento tras Ja fachada de formaciones tran- ndario cuenta en cam io. t : aro cione eh ssioes a ociaciones libres, atencién flotante, etc.) y ensayos tedricos par- _ dales (modelo del “Proyecto” de 1895, teorfa de la seduccién, _ del traumatismo psiquico, del conflicto, etc.) que permiten for- mular una teoria sistematica de conjunto, con una serie de con- ceptos articulados, con los cuales puede operarse metédicamente sobre objetos de conocimiento claramente individualizados (sin- _ tomas, suefios, lapsus, etc) produciendo el conocimiento de su sentido; su condicién conflictual de realizacién de deseos, En este trabajo inaugural Freud ha producido su objeto formal abstracto: la teoria del aparato psiquico y de los procesos in- conscientes que dan cuenta de sus objetos de conocimiento: las _ formaciones de compromiso citadas. Se abre desde entonces un _ doble proceso parcialmente coincidente. Por un lado la “repro- duccién metédica” dé sus objetos tedricos puestos a prueba una y otra vez al permitir producir el conocimiento del sentido de los _ sintomas, lapsus, etc. interpretados como realizaciones de deseos, palizados en el curso de los tratamientos psicoanaliticos. Por el otro, en ocasién de esas experiencias clinicas se procesan contra- licciones y se desarrolla la teoria original (con produccién de nuevas teorias que refunden parcialmente aspectos anteriores, como ejemplo la segunda tdpica de 1923). En este ultimo aspecto xién sobre los efectos de conocimiento producidos en oca- de la “reproduccién metdédica” puede enriquecer el arsenal original: es el aspecto de la investigacin cientifica origi- q de desarrollarse simulténeamente con la actividad analftica. de este texto nos obligan a detenernos aqui. Hemos mos de los elementos tedricos que Freud introduce | ruptura. Queda abierto un camino que él mismo i ieron recorriendo, marcado por correc- le constituyer 9s mom que corresponde a elaboraciones post s tado del proceso de produccién de la problema- — tifica la materia prima de Ja experiencia clinica es ob-' n trabajo que, importando recursos de ciencias ya con-_ elaborando modelos tentativos, aplicando los procedi- légicos, etc, da como efecto los objetos formales abstractos' cos del psicoandlisis, en particular la teorfa del aparato) lico. A partir de este jalén fundamental la teoria producida ser un instrumento privilegiado para producir, en ocasién formacién de compromiso reconocida, el conocimiento, . ecimiento de su significacién inconsciente. Y esta dispo- d de recursos tedricos que permiten reconocer, individua- ‘sus objetos de conocimiento, es solidaria de una serie de re- técnicos, fundados en esa misma teoria, que constituyen los ivos metodoldgicos utilizables en la tarea técnica de la cura analitica. iplo tomado de la obra de Freud nos servird de pretexto estos aspectos tedricos con los propiamente téc- dos como vimos en las definiciones del comienzo ulo, a esclarecer la significacién inconsciente de actos, producciones imaginarias, construir interpretaciones en las libres asociaciones y, por otro lado, elaborar la problemdtica de la resistencia, especialment l, y del se inconsciente. ia*? el caso de una paciente a en son felcinaae an lo necesario, pero recuerdo que es domingo y que estan cerradas. Intento luego telefonear a algunos pro- eedores, y resulta que el teléfono no funciona. De este modo tengo que renunciar al deseo de dar una comida.” E| trabajo ulterior realizado a partir de este relato permite ob- tener tanto antecedentes del dfa previo al suefio (restos diurnos) como asociaciones a partir de elementos del texto del sueio ma- nifiesto, Aparecen asi referencias a la citada frase de Freud sobre la significacién de los suefios, y el hecho de que el marido de la paciente ha dicho que debe comenzar una cura de adelgazamien- to para lo cual se propone evitar comer fuera de su casa. Aso- ciado con esto surge la mencién de que la paciente gusta del caviar pero que no quiere pedirlo pretextando el gasto implicado, "que sin embargo no es un obstaculo real dada su posicién eco- némica. Simplemente, dice, “le he pedido que no me lo traiga poder seguir enibromandolo con este motivo.” Buscando asociaciones adicionales Ja paciente relata un encuentro con una amiga (a la que le gusta el salmén ahumado) quien le ha suge- ido que Ja invite a comer. Se trata de una mujer que gusta al do de Ia paciente. Pero éste aprecia especialmente a las mu- jeres opulentas, con “redondeces” y en la ocasién Ja amiga se esentaba “seca y delgada’”. Freud interpreta: “Es como si ante unta de su amiga usted hubiera pensado: Cualquier dia ido yo para que engordes hartandote de comer a costa gustes luego a mi marido. De este modo cuando a la no- inte suefia que no puede dar una comida no hace su 0 realizar su deseo de no colaborar al redondeamiento de su amiga.” Mas atin cuando “el comer fuera de como lo ha sugerido el marido con su decision adelgazar. Pero ademas de esta primera i pein. salmén-amiga/caviar;ps Hi CEE e ne x. fercr errs ee la creacién de su sintoma (el deseo prohibido). Si nta la forma expresiva idiomatica, podriamos ex- so en la forma que sigue: la sujeto ocupa en su ar de su amiga porque ésta ocupa en el animo de su_ el lugar que a ella le corresponde y porque quisiera ocu- n la estimacion del mismo el lugar que aquella ocupa’. Pero ~ abe otra interpretacién que no se opone a las anteriores ¥ tra que la sobredeterminacién compleja del contenido ma- del suefio hace licita también su sobreinterpretacién. ¥ ue el suefio realiza un deseo interpretable en funcién de la lacién transferencial con Freud. Se han actualizado, entonces, timientos de hostilidad hacia la figura paterna (vinculados misma problemitica —edipica— sugerida por el texto la del suefio: una figura masculina que prefiere a otra mujer), d que empuja a oponérsele en su desplazamiento sobre lista. Se realiza entonces como dice Freud —aunque en re- | otra paciente **~ “cl desco de que no tuviese razén”: el tener un suefio que desmienta la teoria de ese hombre o, metafora del padre, sustituto de quien, por haber deja- irrealizado su deseo edipico, merece ser castigado, fracasar. icar algunos de los términos como transferencia, imternre- etc, que han reaparecido en el desarrollo de este ejemplo sarrollar aspectos pendientes relatives a los procedimien- nicos del psicoandlisis. Lo intentaremos tomando como pun- partida el andlisis de lo que constitnye la situacién ana- es como dice Michel Tort *® un dispositivo técnico uye a la yer el dominio experimental y el dominio te- el seno del cual van a manifestarse las formaciones sciente y podran elaborarse las interpretaciones y cons: La coincidencia de aspectos experimentales y terapéu-_ na contradicién entre los objetivos tebricos stas e que C: mit cientificidad, criterios jas intervenciones (0 silencios) tera- producir efectos en la situacién psicoanalitica. I isis se diluiria reduciéndose en definitiva ica puramente empirica y en consecuencia la pura “apli ideologia” (M. Tort), util sin duda, pues respon- rc mente a las necesidades de la estructura (a la de lase dominante en ella) pero carente de valor cientifico. Freud presa en distintos trabajos de 1913 a 1938 que no es forzoso tar al paciente la interpretacién en el mismo momento ni los mismos términos en que ha sido producida. Se trata de erar el momento oportuno: su determinacién constituye un oblema técnico. Sin embargo, hay una confluencia entre lo nveniente tedrica y técnicamente en la medida en que si se un error desde un punto de vista técnico introduciendo un modo inadecuado o inoportuno una interpretacién, ello e obtaculizar el proceso ulterior tanto en funcién del ob- tivo experimental como en el de la “cura”. La problemitica de Oportunidad y de la adecuacién, de la forma y el momento de interyenciones del analista exige un desarrollo tedrico que insuficiente. Renunciar a ello equivale a dejar librada la de problemas técnicos a opiniones puramente intuiti- instituir la desvinculacién entre lo tedrico y lo técnico, La se transformaria entonces en una pura especulacién ldgica erencia a ningtin continente de objetos empiricos. Una do- lidacién producida con un solo acto de escisién que nos _insistir en nuestra posicién: subrayar tanto Ia especifici- Ta articulacién de la teoria y de la técnica que se da » el micleo cientifico experimental que permite fun- roductos el manejo de los aspectos dominantemente os de la situacién analitica. Ja situacién psicoanalitica se puede, entonces, ia, individualizacién y reconocimiento “las condiciones el ambien y tagonistas de la relacién y el cumplimiento; € “fundamental” y de las “asociaciones libres” por y la de “atencién flotante”, por el otro. Durante do’ ‘oceso de Ja Mamada “cura” analitica se mantiene constante| conjunto de condiciones que son convenidas desde un prin-| cipio referidas a las posiciones en que se colocan el analizando y — ‘el analista, los horarios en que se encuentran, el cumplimiento — de la regla fundamental, etc. De ellas se espera un favorecimient de la relajacién de las defensas, Estas responden a la tendencis _a proteger al Yo de la irrupcién de representaciones de pulsio- inconscientes incompatibles con su “equilibrio” y generadoras. ‘con ello de un efecto displacentero. Pero esas defensas deben ser, 4 _ puestas en cuestién por el proceso de Ja cura para superar ciertas) ___ formaciones sintomdticas o abrir perspectivas de transformaciones, 1 hacer concientes procesos inconscientes y permitir nuevas sfn- - tesis y desarrollos. ; La regla fundamental consiste en el cumplimiento de la con-. "signa seguin la cual el analizando debe expresar verbalmente todos. "sus pensamientos y sentimientos sin ninguna’ exclusién o seleccién, __manifesténdolos tal como se le aparecen aunque los considere _ desagradables, ridiculos, fuera de lugar, carentes de importancia, etc. La regla de las asociaciones libres, corolario de la regla fun- damental se diferencia de ésta porque establece que el analizando _ no sdlo dice cuanto se le ocurre en el curso de la sesién sino que __ademds responde asociando a partir de elementos que, si bien son : dos como estimulo para las ocurrencias por el analista, han tomados por éste de las formaciones transaccionales que ha ido reconocer en el discurso del paciente: fragmentos del o de un suefio, lapsus, etc. ‘ambién influye favoreciendo, la relajacién de las defen ctitud neutra del analista. Tal neutralidad no es la de na del analista, sino la de su funcién. Si el analis ic tequisito, conspira contra las condi ibajo en la situacién analitica. E campo de los i ‘odo, ralidad no surge con facilidad; tivo ilista sobre sus propios con- de un analista “aséptico” (ademd4s de lo . ‘spécimen) supone un desconocimiento de determ i6n social (ideoldgica) y psicoldgica (inconsciente) de la tividad del analista. Un corolario evidente de esta con- Sideracién promueve la necesidad del andlisis de los propios psi- coanalistas para favorecer esta elaboracién de sus conflictos y evi- tar Ia contaminacién de la relacién analftica. El correlato de la regla fundamental y de las asociaciones libres es la regla de la atencidn flotante vinculada con el conjun- to de disposiciones en que se manifiesta la neutralidad del ana- lista de que venimos hablando. La regla dispone que el analista no debe privilegiar ningtin sector, ningiin aspecto del discurso del paciente; que debe suspender los mecanismos con que rige su atencién habitualmente, para permitir que sus propios procesos inconscientes incidan adecuadamente. Debemos reconocer que es bastante més dificil de comprender y formular cémo funciona esta tegla que en el caso de las asociaciones libres, Es una regla con- tradictoria pues el cardcter libremente flotante de Ia atencién debe suspenderse oportunamente para formular la interprefacién valida en el momento’ propicio. La regla supone favorecer tam- bién la emergencia de sentimientos del analista con relacién a su analizado constituyendo el fenédmeno llamado de contratrans- ferencia que algunos reducen sdlo al conjunto de sentimientos del analista ante la relacién transferencial en que el paciente se ha _ colocado. El entrenamiento del analista, sus conocimientos ted- _ticos y su propio andlisis personal tienden a habilitarlo para Teconocer sus propios sentimientos como elementos que sirven de _indicios para comprender y explicar la problematica del anali- __ zando, para interpretarle en consecuencia sin dejar contaminar su _elaboracién con los Propios conflictos del analista, nunca agota- por supuesto, impidiendo asf la irrupcién de intervenciones i © groseramente protectoras, agresivas, seductoras, etc. condiciones se van generando en el transcurso de la fenédmenos reconocidos como resistencias, en gene- ular la relacién transferencial que deberdn ser ela- taciones a ae 0 ja constan a la situacién, por a neut tolerancia y frustracién— posibilita entonces no s6lo_ ia de las formaciones del inconsciente explicitas en el (suefios, Iapsus, fantasias conscientes, diurnas, etc.) sino én la proyeccién sobre el personaje ambiguo, borroso, des- ujado del analista de una relacién que es vivida como si el ista ocupara lugares de figuras significativas, determinantes, 1 pasado (padre, madre, sustitutos de los mismos, etc.) El pa- ciente se colocar4 a su vez, en las posiciones correlativas que co- _tresponden a sus fantas{as inconscientes, escenas imaginarias que figuran bajo esta deformacién de la actualizacién desplazada, la ‘realizacién de deseos (edipicos) inconscientes. Estas posiciones sub- tivas del analizando podran ser esclarecidas por el analista al terpretar Ja transferencia como repeticién actuada que reem- glaza un recuerdo infantil cuya verbalizacién (y paso a la con- iencia) ha sido eludida de este modo. Hemos visto ya en el ejem- plo citado como la amiga, el marido y el mismo Freud permitian Ta paciente ocupar Jugares correlativos a los que su fantasia guraba a esos personajes: la amiga-rival, el marido-desdeiioso, _analista-paternalista, etc. La transferencia es sdlo una forma particular —y privilegiada~ _ de presentacion de las resistencias que aparecen en el curso del eso analitico, Las resistencias, son, para la teorfa psicoanaliti- , todos aquellos obstaculos que se oponen a la emergencia de lo ronsciente; todo aquello que posterga, que impide, que reem- a el acceso al recuerdo de experiencias pasadas y su expresién erbal. La resistencia de transferencia, por ejemplo, consiste, en ima instancia, en no recordar ni expresar verbalmente un ca- ulo de Ja vida sexual infantil vinculado con el desarrollo del jo edipiano repiti¢ndolo en cambio actualizado en las ctas y discursos en la situacién analitica. Con esta forma cular ye privilegiada de resistencia e] conjunto de la activi- iente en la relacién analitica se vuelve expresiéi inconscientes y constituye una formacién uta, transaccional permitiendo sale —insis imos, cuando la t el esclarecimiento del signii a de los actos del analizando, en fun- oblemd conflicto y del deseo inconsciente. comunicacidn hecha al paciente de esa elaboracién. _ emos dicho ambos aspectos no son siempre simulténeos, difiriéndose la comunicacién parcial o total hasta el momento eportuno para ello, Cuando su formulacién es aportada en el momento adecuado se produce una respuesta particular, la com- prensién o “insight” de lo que ha ocurrido y se hace consciente un material inconsciente, seguido de una nueva produccién aso- ciativa 0 del levantamiento de aspectos dle la amnesia infantil, Como el ideal de una eliminacién total de la amnesia infan- til y la consecuente rememoracién absoluta es dificilmente acce- sible se dispone de otro instrumento: la construccién. Esta arti- cula en una formulacién amplia elementos empiricos disponibles Y aportes tedricos que permiten abarcar aspectos de fantasfas que no han emergido explicitamente en el curso de la cura, pero que son coherentes con ese doble afluente empirico y tedrico, El uso terapéutico de estas construcciones, mds alejadas del material empfrico que las interpretaciones abre una polémica sobre su posible valor mas sugéstivo que analitico. As{ Freud expresa, por ejemplo, que puede obtenerse del analizando una aceptacién de la construcién con una conyiccién tan firme como la de un acon- tecimiento rememorado por el mismo paciente y con igual efecto terapéutico. Esta utilidad terapéutica nos remite a la proble- matica ideolégica de la “eficacia curativa” con todas las dificul- tades ya mencionadas, Las construcciones ocupan, sin embargo, un lugar menos controvertible como elaboraciones disponibles pa- ta el analista que las ir poniendo a prueba en el decurso ulterior de la relacién analitica y podrd conducir la produccién y “dosifi- cacién” de las interpretaciones propiamente dichas. ARTICULACION DEL METODO TEORICO. ‘LOS PROCEDIMIENTOS TECNICOS a lemos, Hemos vi Oo u C jue 1 e1 ; He Maulnthaes eh uu Introduc- dos los “‘objetos” de Ia elaboracién tedrica som caracterizados por su abstraccién y por Ja formaliza- ‘relaciones invariantes de aspectos o elementos articulados, formales abstractos. Comprenden los objetos de conoci- to y los objetos tedricos en sentido estricto. f objetos de conocimiento del psicoanilisis son aquellos cuyo nocimiento produce él mismo por medio de la aplicacién de 0s objetos (tedricos) y de las operaciones ldgicas. En este caso ichos objetos de conocimiento son las formaciones de compro- niso, productos transaccionales que en conjunto son expresién’ conflictual de mecanismos inconscientes. : ¢Cémo procede para ello? Por Ja aplicacién sobre esas forma- iones de su propio instrumental tedrico, previamente elaborado ‘(teoria del aparato psiquico, teorfa del complejo de Edipo, teoria las pulsiones, etc.) es decir, sus objetos tedricos. En la operacién técnica se trabaja con sujetos colocados en la jituacién analitica discerniendo en el devenir de sus discursos yi practicas conductuales ciertos productos, ciertas expresiones ¢! las que se puede reconocer la marca de los procesos inconscientes, La situacién analitica, recurso técnico, esta’ destinada justamen- a favorecer en el analizando la emergencia, en el marco yndiciones mantenidas constantes, de esas manifestaciones. Faq rorece asimismo el desarrollo de la llamada relacién transfer ial que permite Jeer en Jas conductas del analizando las posici subjetivas, expresién de fantasia inconscientes, vinculadas con! problematica fundante del complejo de Edipo, determinante “material empirico observado. El reconocimiento en tales cony ones de ciertos productos psiquicos como formaciones de com~ \iso constituye el punto donde se articula el trabajo teérico 1 trabajo técnico. Este es el conjunto de dispositivos, recursos >p ‘ones destinados a trabajar el campo empirico de tal modo, fayorezca la expresién reconocible de formaciones tran- es y que se puedan utilizar los resultados del trabajo. administrando en la forma y momento oportunos las inter Debemos destacar que la diferenciacién entre método tedrico yi técnico no es plenamente satisfactoria y exige continuar con un esfuerzo de elaboracién. que elimine sus contradicciones. Encon- tramos cierto peso de convenciones en estas designaciones, pues no seria imposible decir, por ejemplo, que la aplicacién productiva del método tedrico requiere destreza técnica. Pero la virtud fun- damental de la diferenciacién que sostenemos reside en que el mo- mento tedrico de este complicado proceso cognoscitive y transforma- dor se da por entero en el campo de las abstracciones y que se diferencia del trabajo sobre materiales empiricos, sensorialmente accesibles. Esta diferencia es capital pues en el plano de la técni- ca es ineludible el planteo ideoldgico vinculado con la demanda social y su refraccién a través de la demanda del sujeto en la si- tuacién analitica y ello exige la elaboracién tedrica de la inser- cién del proceso analitico en el todo de la estructura social que la determina. Como ya se dijo la relacién analista/analizando apa- rece superpuesta y hasta condicionada por la relacién terapeuta/ paciente. En la medida en que existe un destinatario de la prac- tica de la cura analitica surge el problema de la concepcién nor- mativa que el analista maneja y su mayor o menor conciencia de que su norma esta determinada desde la estructura social. De- finir cual es la “eficacia” de la cura implica una concepcién (ex- plicitada o no) de salud, enfermedad, normalidad, nociones das ellas convencionales. Debemos combatir la ilusién ideold- de que tienen cardcter realmente conceptual. Por otra parte los _técnicos no emergen forzosamente incontaminados le la ruptura. En efecto su operacién sobre lo sida, esti dispuesta en funcidn de la teoria pero 1 den jue n plantearnos la situacién de la psicologia como regién de fe- menos empiricos, y la posibilidad de su conocimiento utilizan- al psicoandlisis como su nucleo o infraestructura de cientifici- dad surge el interrogante (en funcién del modelo de la relacién transferencial desarrollada plenamente en la situacién analitica y la consiguiente interpretabilidad de las significaciones que abar- ca toda la actividad del paciente) sobre la posibilidad de inter- peer fuera de esas condiciones especificas las expresiones verba- o la conducta de los sujetos. Hay que explicitar claramente “que se tratarfa en ese caso de una exportacién de un complejo conceptual a un territorio distinto de aquel en que la unidad de ‘objeto, teoria y técnica se da plenamente. Puede tratarse de una ‘extension del campo de validez de la ciencia 0, por el contrario, de una aplicacién de un conocimiento cientifico a objetos que en principio no parecen corresponderle. La primera posibilidad €s cuestionable porque no todas las conductas reciben o portan Ja marca de los procesos inconscientes, no tédas son formaciones _ de compromiso. En otras palabras no todas las formas de com- portamiento humano son objeto de conocimiento del psicoand+ -fisis. Una auténtica extension de esta disciplina implica una in- _ corporacién de nuevos objetos de conocimiento para Jos que sea valida la elaboracién tedrica interior al campo psicoanalitico. Es ~ Io que Freud realiza en su trabajo El chiste y su relacién con el inconsciente. Hay conductas que responden a la problematica de _necesidad (bioldgica) y refieren a una teoria general de las ciones de los individuos y sus medios. No corresponden por lo to a la problematica especificamente psicoanalitica, la del inconsciente. Ahora bien, zcémo concebir una conducta mente biolégica en el hombre? Y, a la inversa, gcémo pensar oblematica del deseo en un individuo humano sin conside- n de su existencia bioldgica? Se trata de un delicado proble- yistemoldgico de cuya resolucién depende la exclusién ideoldgico precientifico en psicol anto ejemplo, y la clara explicit uilacién psicoldgica ede resolverse sin caer en mecanicismos n hibridos eclecticismos, Una vez més sefia- Ss ac if la frontera de nuestros conocimientos actuales, se- niento indispensable para no dar por resuelto un problema Jo esta. Ignorarlo es suturar justamente toda posible aper- a hacia la elaboracién del problema al desconocer —mecanismo ideolégico por excelencia— la existencia de este obstaculo episte- moldgico, § Podemos intentar otra formulacién de lo ya visto diferencian- do entre 1] psicoanalisis como disciplina cientifica y 2] campos de aplicaciones de los conceptos psicoanaliticos. En el primer caso _ se trata de una estructura solidaria de objetos de conocimiento, bjetos tedricos y métodos que dispone de un dispositivo experi- mental: la situacién analitica, en el que pone a prueba la validez de sus interpretaciones y construcciones. En él se reconocen las formaciones de compromiso y se desarrollan asociaciones libres a partir de estimulos constituidos por elementos de esas forma- ciones. Surge as{ nuevo material determinado por la situacién, el momento de desarrollo de la relacién transferencial y por la _ ted estructural de conexiones de los significantes, que puede ser elaborado teniendo en cuenta las operaciones ldgicas y el arsenal eorico-conceptual especifico. En esta fase el sujeto concreto es, asi decir, puesto entre paréntesis y se trabaja tedricamente, a de abstracciones. Se ha neutralizado momentaneamente el o-soporte de Jas formaciones transaccionales y de las asocia- Se opera en el campo tedrico-experimental y se realiza Herbert Mama la “reproduccién metdédica del objeto”: jetos de conocimiento son sometidos a la accién de instru- de la teorfa produciendo interpretaciones de las resisten- 1 particular de la transferencia en funcién de la problema- Di Se construye o reconstruye el sentido latente del lizado bajo la forma de la comunicacién interpre- campo coherente los conceptos del psicoand- bre ta situacién tedrica iencias | le atirmar que en ningtin caso intervencién cientifica, Los conceptos psicoanall- ben en contextos de dominante técnica y con mayor didad utilitaria permiten fundar operaciones desti-! abtener determinados resultados empiricos. En medicinal Psicologia clinica por ejemplo, los problemas técnicos de clinico-paciente pueden ser esclarecidos sobre la base a la concepcién psicoanalitica de a relacién transferencial, | roblematica edipica, etc.** pero mas alla del indudable progreso| co que ello puede implicar importa tener en cuenta que nos 1 fuera del campo de validez cientifica del psicoandlisis ie las elaboraciones pasan a ser dominadas por Ja légica de 1: oblematica técnica ineludiblemente marcada por los inter entes en una estructura social (los de sus clases dominantes)., vez mAs corresponde destacar que con ello no desvalorizamos| logros que estas aplicaciones extracientificas producen. Simple« € tratamos que ello no obnubile nuestra capacidad de difed jar las problemiticas en juego. En un caso serd el psicoandli¢ dando cuenta de sus objetos especificos, En el otro sera el jalismo histérico el que podrd explicar la subordinacién dé aplicacién técnica a los intereses dominantes en una fase det pinada de una formacidn social, su relacién con el desarrollo fuerzas productivas, su vinculacién con una coyuntura pat de Ja instancia ideoldgica, etc,

You might also like