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Robo con armas y armas impropias Armas que no son armas, interpretacion de la ley penal y principios constitucionales. Cristian D. Penna PROLOGO Gustavo A. Bruzzone (© 2012 Editores del Puerto su. Cotentos 1516. P10. 01.8 (1042) Cudad Auténoma de Buenos Aires “eltax (56-11) 4372-8960/4975-4200 wr ecitorsdelouerto.com asminisvacon@edtoreedelpuerto.com Penna, GrstianO, Robo con armas y armas impropis : armas que no son armas, interpretacin dela ley peal y pine pias consttuclonsles./ Cristian D. Penna ; con prélogo de Gustavo A. Bruzzone. - Ta ed, - Chidad ‘Auténoma de Buenos Aires: Del Puerto, 2012. Disetio de tapa: Diego Grinbaum 208 p.; 22x18 em. Impreso en agosto de 2012 en ISBN 978-067-1907-86-0 (Color Ele. Paso 192. Avelaneda Provincia de Buenos Aires 1. Derecho Penal 2. Derecho Coastitucional. Bruzzore, Gustavo A, prog. Ik Titulo Hecho ol depésito de ley 11.723 ‘Ure de edicion argentina. Fecha do catalogacién: svo7/20'2 ‘No go permite la ropreduccién pail 0 total, el almacenamient, el alquile, la transmisién ofa trans- formacén de este libro, on cualvir forma o por cualquior macio, s9a eectrérico @ macénico, median- te fotocopias, cgitazacion u otros métodos, sia ol permiso previo y escrito del eitor. Su infraccién esté prada por las layes 11.723 25.406, ade la doctring ado. En efecto, ff ra ser constitu, principalmente que, como res. 1a maxima pre. d de establecer al interrogante 1 interpretarse el n vilida?, gcug nde seextiende i » existe mas de ; penal, el juez | ME llos?, y ccud- stitucionalidad aranenla pre intentaré deli- spetuoso de los i io de legalidad esarrollar pue- | en esta instan- tente inacepta- i ts mayoritarias i de una catego- i Capitulo! i Capitulo I Interpretacién de Ia ley penal 1, Necesidad de la operacién de interpretacin Una vez sancionada Ia ley penal surge la necesidad de interpre- tarla, es decir, de comprender lo que ella dice en sentido abstracto para que pueda ser aplicada al caso concreto, otorgando valor a los preceptos juridico-penales; inevitablemente, la operaci6n de interpre- tacién de la ley penal se integrara con cierto grado de subjetivismo! Sin embargo, la necesidad de efectuar una operacién de interpre- tacién para la aplicacién de la ley penal al caso concreto no fue siem- pre reconocida. Por el contrario, y justamente por su inevitable subje- tivismo, la labor interpretativa ha sido rechazada por los pensadores ilustrados. Las obras de la Tlustraci6n, inspiradas por las ideas del contrato social, nacieron en respuesta a la arbitrariedad de los estados monar- quicos 0 absolutos anteriores al siglo XVIII, caracterizados por la imposicién de penas arbitrarias, sujetas sélo a Ja libre voluntad del juez, quien las aplicaba sobre la base de principios de pretendido carécter divino?. Esa arbitrariedad para la aplicacién de la ley penal caracterizaba tanto a la funcién de determinacién de las conductas punibles y sus consecuentes penas en cada caso concreto, como a la determinacién de las responsabilidades penales, operaci6n dotada de un gran selectivismo-en_beneficio de determinados actores tradicio- nalmente “privilegiados”. Contra_aquello se alzaron los pensadores ilustrados. Claro ejemplo de tales concepciones prerrevolucion; tualistas es una obra de gran relevancia en nuestra materia, titulada ias contrac- 1 fiménez de Asta, Tratado de derecho penal, t. II, p. 410. Fontén Balestra, Derecho penal. Introduecién y parte general, p. 13 ? Zafiaroni, La palabra de los muertos, p. 65, considera que el tluminismo Penal tuvo como precedente inmediato la descalificacién total del Mallews Malefi- Dei delitti e delle pene (De los delitos y de las pen y eserita por un joven intelectual llamado Cesare Beccaria Bonesana (Marqués de Bec caria) durante el verano de 17643. @ obra de Beccaria dio un giro en la concepeién de la actividad represiva4. En lo relativo a la tarea de interpretacién de las leyes el autor afirmaba mpoco la autoridad de interpretar las leyes penales puede residir en los jueces de lo criminal, por la misma razén de que no son legisladores (..) gQuign sera, pues, el legitimo intéxprete de la ley? gel soberano, esto es, el depositario de las actuales voluntades de todos; 0 el juez, cuyo oft cio es sélo examinar si un hombre ha hecho o no una accién contraria a las leyes? En todo delito debe hacerse por el juez un silogismo perfecto: la premisa mayor debe ser la ley general; la menor, la accién conforme o no con la ley; la consecuencia, la libertad o la pena. Cuando el juez sea constr do, o cuando quiera hacer aunque sea sélo dos silogismos, se abre la puerta a la incertidumbre. No hay cosa més peligrosa que aquel axioma comiin de que es necesario consultar el espiritu de la ley. Esto es un dique roto al torrente de las opi niones (...) Cada hombre tiene su punto de vista, y cada hombre en tiem. bos diferentes tiene uno distinto, El espiritu de la ley serfa, pues, el re tado de la buena o mala légica de un juez, de una buena o mala dige dependeria de la violencia de sus pasiones, de la debilidad del que sufre de las relaciones del juez con el ofendido, y de todas aquellas pequetias fuerzas que cambian las apariencias de cada objeto en el énimo flue. tuante del hombre, De aquf que veamos cambiarse muchas veces la te de un ciudadano en su trénsito por diversos tribunales, y ser la vida de los desdichados victimas de falsos raciocinios o del ocasional fermento de los humores de un juez, que toma por legitima interpretacién el vago resultado de toda aquella confusa serie de nociones que se le agitan en la mente. De aquf que veamos ser castigados los mismos delitos por un mismo tribunal de modo diverso en diversos tiempos, todo ello por haber consultado no la constante y fija voz de la ley, sino la movediza inestabi- lidad de las interpretaciones. 5 Anitua, Historias de fos pensamientos criminolégicos, p. 93: “La reaccién contra el arbitrio de los soberanos se advierte en todos los ilustrados, y con elo- cuencia en su mejor y més famoso representante en los temas penales, Cesare Bonesana, conocido como marqués de Beccaria (1738-1794) (...) Beccaria es sin duda el exponemte mis representativo de las diversas doctrinas del momento’ Zatfaroni, La palabra de los muertos, p. 65. 4 Maier, Derecho procesal penal, t 1, Fundamentos, p. 337. El autor sefiala que 'a obra de Beccaria “abrié una nueva etapa en el Derecho penal y procesal penal y aleanza, por ello, fundada fama” 4 Capitulo It Un desorden que nace de la rigurosa y literal observancia de la letra de una ley penal no puede compararse con los desérdenes que nacen de la ¥ esctita por un interpretacién"s. Marqués de Bec- Los autores ilustrados, en efecto, partian de la base de que el juez no tendria nada que interpretar, sino que simplemente tendria que ‘plicar el supuestamente inequivoco tenor literal de la ley®, Sin embargo, répidamente se advirtié que era imposible levar a cabo él referido silogismo, es decir, Ia aplicacion automatica del dere- &s puede resid cho por parte del juez, Ocurre que nuestro “equipo lingtiistico” no es Pee Jo suficientemente rico como para permitirlo (ni es deseable que lo cel soberano, es0 sea), Ya que No disponemos de una palabra para cada objeto indivi- gual, para cada hecho concreto, para cada propiedad de cada objeto a individual 0 hecho concreto, etc.; por el contrario, nuestro lenguaje perfecto: la premisa esté armado sobre la base de palabras generales que sirven para alu- onforme o no eon! dir a grupos o familias de objetos, hechos o propiedades, y no sobre nombres propios de objetos, hechos 0 propiedades individuales. Y, recisamente, en el uso de palabras generales, que son palabras clasi- ficadoras, Se halla la rafz de ciertas incertidumbres que pueden, y sue- | jen, frustrar una comunicacién lingifstica’. | Acllo puede responderse que el agrupamiento de distintos obje- tos para aludir a ellos con una misma palabra radica en que tienen algunas propiedades comunes, que justifican ese agrupamiento; la tarea a emprender serfa, desde este punto de vista, descubrir los cri- J terios que motivan la agrupacién, y por lo tanto, el sentido de las muchas veceg iil palabras (su definicién). Pero aun estarfamos omitiendo otros fend- anales, y ser la id | menos que complican la cuestién: no es cierto que todas las palabras el ocasional f sean usadas, en todos los contextos, para connotar las mismas pro- interpretacién el piedades (es decir, en el mismo sentido), ello no sucede en los casos n de la actividad an de las leyes el cada hombre en, y seria, pues, él nismos del ola movediza fit 5 Beccaria, Dei delitti e delle pene, ps. 48 y siguientes. © Roxin, Derecho ‘penal. Parte general, t. I, p. 147; el autor cita que “es célebre 3 form de Montesoueu, que arma gu es jess a0 sing la boca eee ‘or Palos 9 cas palabres de la Ly js temas penallesy 794) (. eines él 7 Carris, Notas sobre derecho y lenguaje, p. 27, quien como nota de color hace ncia al cuento de Borges sefialando que "s6lo Ireneo Funes, fil6logo y pensa- ile Fray Bentos, Repiiblica Oriental del Uruguay, concibié seriamente y termi }Por desechar, si bien por motivos estrictamente personales, un lenguaje de esas Hacteristicas", es decir, un lenguaje que emplee nombres propios para cada obje~ 1 337. Blasior hecho y propiedad ‘ne ae ’ penal y proc Pretacién de la ley penal 8; por otro lado, aun en casos de carencia de dudas jo en que ha sido utilizada una palabra, puede ocurrir que no puedan ser suficientemente determinades los limites de su campo de aplicacién, ello sucede en los casos de vaguedad9 (problema propio del lenguaje que, en diferentes medidas, afecta a todas las palabras} Por ello se acepta, actualmente sin cuestionamientos, el hecho de que las leyes deben ser interpretadas. En tal sentido, Roxin sostiene: Hay un acuerdo undnime en el sentido de que esa concepeién mecani cista del juez es iinpracticable. Todos los conceptos que emplea la ley (.,.) admiten en mayor 0 menor medida varios significados (...) el jucz siem pre tiene que elegir entre diversas posibilidades de significado, y esa acti vidad creadora que se realiza segdn determinadas reglas es lo que se denomina interpretacién. Por consiguiente, la verdad es que siempre sucede que el contenido de un precepto penal sélo es ‘determinado’, en el sentido de una claridad exclu yente de duudas, mediante la interpretacién judicial” !0. § fdem, ps. 29-y ss. Carri, citando a Witigenstein, brinda un claro ejemplo de ambigtiedad: “hablamos de ‘juego’ para aludir a la raywela, al fitbol, a los juegos de palabras, al rugby, a los juegos malabares, al polo, a los solitarias, al ajed la escoba de quince, a la loterfa, al pato, a la tuleta, a las rondas infamtiles, ge y ala taba, ¢Qué tienen de conuin estas cosas? ¢Qué propiedad comin j ue se hable de ‘juego’ para ludir a actividades tan disimiles? Se podra decir, qu 24s, que en todos estos casos hay una cierta actividad humana guiada por un fin de diversién y entretenimiento. Pero gquién compra billetes de loteria para entre tenerse? gdiremos entonces que la carncterfstica ‘esencial' es que se trata de activi dades humanas guiadas por reglas, donde se gana 0 se pierde? Pero esto no pare ce convenir a buena parte de los juegos infantiles. Por otro lado, gpor qué en castellano (...) Hamamos ‘juego’ al fcubol y al rugby y no llamamos ‘juego’ al box y a In lucha grecorromana? (...) ¢lin qué medida el fitbol y el rugby son mas pare cidos a la ruleta 0 al bridge que al box o a Ia lucha, para que hablemos de ‘juego’ en el caso de los cuatro primeros y no apliquiemos el término a los dos dltimos F] autor afirma que por lo general el contexto y la situacién eliminan toda dada razonable, pero que hay supuestos en los que el desconcierto subsiste a pesar de los esfuerzos por hacerlo desaparecer. Dice, finalmente, que las dificultades prac ticas pueden ser superadas tomando la precaucién de precisar el sentido con que ha sido empleada la palabra 9 idem, ps. 31 yss. Carzi6 brinda varios ejemplos de manifiesta vaguedad, son casos en que el eriterio relevante de una palabra se da en Ja forma de un continuo: joven", “adulto”, “anciano", “alto”, “bajo”, etc pero, a su vez, aclara que todas las palabras tienen una vaguedad potencial: por ejemplo, la palabra "hombre" puede Pareeer en general clara, pero puede traer problemas frente a ciettos especimenes primitives (problema habitual para los antropélogos), o frente a las dudas sobre si corresponde la aplicaci6n del término a un cadaver (y en tal caso, hasta qué punto, de descomposicién) 10 Roxin, Derecho pewal. Parte general, tI, p. 148. Capitulo 1 das En el mismo sentido, Jiménez de Astia resaltaba: € ie ocurrir que iia de dh equivocas deben ser interpretadas; lo han de 1 el hecho de aplicarse, pro: “No sélo las leyes oscuras de su campo Jas, incluso las ela blema propio fsimas (...) Toda ley, p cs interpretada, ya que al cotejar su contenido con el hecho real eso de subsuncién (...) nientes y dificultades aceptamos la libre interpre s palabras). duce un proc Con todos sus incom tacién de las leyes"!1 el hecho de xin sostiene speién mecani- splea la ley (...) ) el jucz siem- También la jurisprudencia se ha expresado sobre tal necesid interpretativa. Asi, por ejemplo, ha sostenido la Cémara Nacional de asaci6n Penal, Sala II, en el fallo “Vilchez"!2 ado, y esa acti- ses To que se ‘Nogar no sélo la posibilidad sino también la necesidad de interpretar las leyes es como negarles aplicacién 0 como creer gue la ley actia por si nisma 0 como afirmar que el acto del juez no es espiritual sino mecéni co, pues la interpretacién aunque a veces aparezca evidente es siempre necesaria, ya que la formula que expresa la voluntad de la ley tiene inde | fectiblemente carécter general y abstracto (conf. voto conjunto en el ple nario n® 3 "Molina, Roberto Carlos s/ley 24,390” rto, el 16/8/95 -La Ley, 1995-D.475; DJ, 1995-2-689- y causa n® 214 ‘Ramos Mora, Sebastisn y 62/96 del 13/3/96 -La Ley, 1997-B, 670->) En un sentido coincidente, la Corte Suprema de Justicia de la Nacién ha sefalado reiteradamente que ‘La prohibicién de la interpretacién anal6. ica de la ley penal, no impide la interpretacién de sus normas que, et cuanto legales requieren también la determinacién de su sentido jurfdi- co, que es tema especifico del Poder Judicial e indispensable para el cjer- cicio de su ministerio..., (Fallo: CSJ.N. 285:53; 293:130); y que ‘El art 18 de la Constitucion Nacional proscribe la aplicacién analdgica o exten- siva de la ley penal, pero no su razonable y discreta interpretaci6n ten- diente al cumplimiento de los propésitos de sus precepts... (Fallos CS.IN, 306:796)"!3, ontenide de un claridad exclu Jaro ejemplo de a los juegos os, al ajedrez, a otro sirec. de casacién’ rey ‘antiles, al brid: -omtin justifica odré decir, qui- jada por un fin 2rfa para entre trata de activi- esto no pare- 2, ¢por qué en. son mas pare- rmos de ‘juego’ dos tiltimos?” nan toda duda iste a pesar de icultades préc- entido con que Descartada, entonces, la necesidad (y la posibilidad) de exigencia del silogismo perfecto predicada por los autores iluministas (puntual- ‘mente, por Beccaria) y aceptada la necesidad de interpretacién de la tvaguedad, son le un continuo: 11 Jiménez de Astta, Tratado de derecho penal, tl, ps. 410 y ss. También Ross, Sobre el derecho y la justicia, ps. 130-131 12 Camara Nacional de Casacién Penal, Sala IM, “Vilchez”, 16/2/2001, 2001-E, ps. 778 y ss., reproducido y analizado en Gullco, Principios de la parte gene: ral del derecho penal. Jurisprudencia comentada, ps. 1 y siguientes. aque todas las, tombre” puede »s especimenes dudas sobre si asta qué punto 13 Voto del juez. Tragant. Interpretacién de la ley penal Capitulo 1 ley penal, la funcién de resguardo contra las arbitrariedades de los jue .es pasé & estar conformada por la estricta sujecién de la tarea inter >retativa a los verdaderos y acotados limites de las leyes, prohibi dose Ia aplicaci6n de la ley penal por analogfal4 Sélo resta preguntarse, a esta altura, gqué es, entonces, interpre 1? Jiménez de Asta indica que la interpretacién es wna operacién légico-jurtdica que se ditige a descu brir la voluntad de la ley, en funciones con todo el ordenamiento juridie¢ y las normas superiores de cultura, a fin de aplicarla a los casos concre- tos de Ja vida real"!5, Mas adelante, y luego de haber profundizado algunas particulari- dades de la operacién interpretativa (particularmente, su objeto, sus métodos y los criterios hermenéuticos aplicables), volveremos sobre esta definicién sugiriendo, eventualmente, una alternativa, que se ajuste a los lineamientos del presente trabajo. 2, Objeto de Ia interpretacién éQué es lo que debe ser interpretado? B] objeto de la interpretacién jurfdica es la ley sancionada por el egislador. Lo que debe determinarse es la voluntad de la ley manifes. tada a través de su texto, su significado, que no necesariamente coin cidiré con la voluntad del legislador ya que siempre existird la posibi- lidad de que la voluntad de éste difiera del significado de la ley, sin perjuicio de que el pensamiento de! legislador pueda ser de utilidad, en algunos casos, para delimitar tal significado. Ello es asi, porque: “La voluntad de la ley no es el producto exclusivo y limitado del proceso mental del legislador. La ley puede ser mas 0 menos inteligente que el legislador, porque, ademas de que éste no tiene el dominio absoluto del lenguaje usado en la ley, lo que él pensé y expresé mediante la pertinen- te formula gramatical, al incorporarse al derecho vigente entra a formar parte de un sistema gramatical y juridico que, como tal, no representa partes aisladas y desconectadas entre sf, sino partes conexionadas y, de esta manera, susceptible de expresar sisteméticamente lo que el legisla Jor no pudo o no quiso tener en su mente, De tal modo, el proceso sub: jetivo de quien redacté la férmula legal, puede ser sobrepasado por el 14 Nanez, Manual de Derecho penal. Parte g p. 88, Dedicayemos un acd: pite especial a esta cuestion, 15 yimenez de Astia, Tratado de dere TL, p. 409, Capitulo I ades de los jue Ja tarea inte! yes, prohibién. nees, interpre ec dirige a deseu. umiento juridico aas particulari- su objeto, sus veremos sobre nativa, que s terpretado? scionada por el Ja ley manifes- riamente coin- istira la posibi- o de la ley, sin ser de utilidad, es asi, porque: tado del proceso ateligente que el niio absoluto det ante la pertinen- e entra a formar al, no representa nexionadas y, de lo que el legisla- cl proceso sub- srepasado por el ficaremos un acé: Capitulo tt valor objetivo que adguiere esa formula por su relacién con el contexto total dol derecho vigemt. toes, por consiguiente su voluntad, no tiene otra fuente que el total sis tana del derecho vigente, que no es otra cosa que el complejo de la Cons titucién y de leyes, reglamentos y decretos sancionados como derecho positive (..) Tratandose de la ley penal aparece con mas nitidez, si es posible, la auto. nomia de la ley, pues el principio de legalidad, con todas sus consecuen: cias restrictivas respecte de To que es punible, excluye cualquier injeren ja extrafia modilicatoria de la norma represiva’ Si decimos que el intérprete debe dilucidar el significado de la ley, enseguida nos preguntaremos cémo debe llevarse a cabo tal tarea. Ello nos induce a introducimes en el andlisis de los métodos o medios apli- y de los principios que la guian. cables a la tarea interpretativa 3, Métodos y principios para Ia interpretacién juridica En la tarea de determinacién del significado de la ley, es decir, para interpretarla, suelen utilizarse diferentes métodos, a menudo enume- rados por la doctrina y la jurisprudencia. Asi, comtinmente suelen dis- tinguirse los siguientes métodos de interpretacién juridica: gramati- cal, sistematico, histérico, teleolégico y progresivo!”, a los que podria agregarse el criterio de interpretacién denominado pro libertatis, cada uno de los cuales sera brevemente analizado. Roxin!8 afirma que el marco de la interpretacién valida es deli- mitado por el sentido literal posible en el lenguaje corriente del texto de la ley, y que el juez puede efectuar dentro de ese marco la tarea interpretativa considerando el sentido literal mas préximo y luego los métodos interpretativos restantes, y aclara que la vinculacién de la interpretacion al limite del tenor literal no es en absoluto arbitraria, sino que deriva de los fundamentos juridico-politicos y jurfdico-pena- les del principio de legalidad!9, ya que el ciudadano sélo podré incluir 16 Nunez, Manual de Derecho penal. Parte general, p. 92. 17 Fontan Balestra, Derecho penal. Introduccién y parte general, ps. 116 y ss Nanez, Manual de Derecho penal. Parte general, ps. 93 y ss. Camara Nacional de Casacin Penal, Sala Il, “Vlchez”,cit., voto del juez Mitchel 18 Roxin, Derecho penal. Parte general, t.1, ps. 149 y siguientes. 19 Los fundamentos del principio de legalidad seran estudiados més adelan: te (capitulo II, apartado 2. b). Interpretacién de ta fey penal en sus reflexiones una interpretacién de la ley que se desprenda de su tenor literal, de tal manera que pueda ajustar su conducta a ella20 Podriamos entonces adelantar que el principal m tativo es el gramatical, teniendo los restantes un caracter complemen: tario y limitativo frente a aquel, y que todos ellos deben ser empleados con el objetivo de evitar interpretaciones que colisionen con el princi pio de legalidad penal. 3. a, Método gramatical El método gramatical consiste en buscar el significado de la ley a través de sus palabras. Roxin resalta que “el legislador sélo puede expresar con palabras sus prescripeiones; y lo que no se desprenda de sus palabras, no esté prescripto, no ‘rige”21 Fontan Balestra, citando a Jiménez de Astia, aclara que éste es el método de interpretacién mas antiguo en el proceso de esclarecimien. to de las leyes, afirma que toda tarea interpretativa debe comenzar dando a las palabras su sentido gramatical22, y que de no presentarse 20 Roxin, Derecho penal, Parte general, t.1, p. 155, aclara que “un uso esotéri- co del lenguaje no podria ser comprendide por el ciudadano sin formacién previa, al que se dirige la ley penal” 21 Idem, p. 149, Ross, Sobre el derecho y la justicia, p. 108, “toda interpreta: ion del derecho legislado comienza con un texto, eso es, una formula lingdistica 22 Fontén Balestra, Derecho penal. Introduccién y parte general, p, 16. A st vez, el autor advierte que los textos legales pueden contener palabras que puedan tener dos significados, uno propio del lenguaje comiin (dado por el uso corriente) Y otro técnico; al respecto sostiene que, como regla, deberfa optarse por el segun- do significado, aunque aclara que esto no debe ser tomado de modo absolute dado que puede suceder que el legislador haya intentado darle a la palabra el uso corriente, siendo tarea del intérprete determinarlo. Sin embargo, me parece al ‘menos discutible que como principio deba optarse por la acepeisn técnica en detei- mento de la corriente, principalmente porque, considerando que el objetivo fun- damental del derecho penal, en funcién de los principios materiales de legalidad y culpabilidad, es justamente que toda persona pueda conocer y comprender las leyes penales, en caso contrario no podria efectuarse reproche penal alguino; como condicion de legitimidad, las normas penales deben permitir su comprensién por parte de todas las personas, y un exceso de utilizacién de términos netamente téc nicos (o de interpretaciones jurisdiecionales en tal sentido) podria generar proble: ‘mas frente a los principios referidos (recuérdese que Roxin sostenia que el marco * Copituio sprenda de su ta.a clla20, odo interpre. complemen- empleados con el prinei- ado de la ley que éste es el sclarecimien- sbe comenzar \o presentarse ‘un uso esotéri toda interpreta- mula lingifstica ral, p. 116, A su bras que puedan sl uso corriente) se por el segun: absolute dado palabra el uso 0, me parece al técnica en detri el objetivo fun- ss de legalidad y comprender las al alguno; como omprensién por 5 netamente téc generar proble- Mia que el marco Capituto I! medios serfan innecesarios, aunque pueden ser des los dem dificult y que, en con. fue finalmente eran que la uti- ado una herra vagos o ambi » Astia en los de varias per a mejor de las Organos esta Ia ley misma, elevancia lo a tarea inter- ado? ama cautela penal), y no 2mentario al el resultado fines de la onta los bie- tipos delic- yi, nila sentido, Capitulo Resulta indispensable, en este contexto, precisar adecuadamente Hico contenido que debe otorgarse a la nocién de bien juridi co. En tal sentido, Nino, luego de aclarar que adscribe a una nocion de bien juridico con una funci6n critica y reductora de la tendencia ala expansién del poder punitive y que coincide con la definicién adopt da por Zalfaroni segtin la cual el bien juridico es la relacian de dis, nibilidad de un sujeto con un objero%, explica que ‘fel bien juridico] no es un objeto material o ideal, sino Ia posibilidad. garantizada por el Estado de Derecho demoeriati y liberal, de disponer de entidades valiosas por parte de las personas, aislada o colcctivamente consideradas, pero de came y hueso, y con una dignidad y unos derechos reconocidos por todas las modernas Constituciones y por cl ordenamion to internacional iushumanista De lo que se trata, en suma, es d ponibilidad, que es la garantia d bertad de cada una: nada mas, pero tampoco nada menos. Asi definido, el bien jurt, dico es un concepto logicamente necesario, del que la Politica Criminal le una organizacion juridica y social de aquellas caracteristicas no puede precinties) d es . rantizar a aquell las condiciones externas de Solo asf entendido (es decir; como limite a In intervencisn puniti- va estatal), el bien juridico que fundamenta a la norma penal sera itil como enfoque valido (¢ indispensable) a tener en cuenta en el marco del método teleolégico de interpretacion de la ley. Asf lo entiende el autor “TEI bien jurfdico] constituye un criterio insustituible a la hora de ensa. yar la interpretacién teleol6gica de un tipo legal existente, frente a cada caso de la realidad social a evaluar por el juez 0 por el hombre de doctri. na (lo que permitiré declarar la inconstitucionalidad dle toda ley penal que describa conductas inofensivas para los bienes juridicos de terceros © que pretenda erigir como tal un valor tan abstracto que no pucda recon. ducirse a la ofensividad personal de seres humanos concretos)"32 Por otro lado, no puede dejar de sefialarse que suele criticarse, a mi criterio con absoluto acierto, que el excesivo uso de este método ha conducido en la préctica (sobre todo en la doctrina germana) a la libre 20 Zallaroni, Alagia y Slokat, Derecho penal. Parte general p. 489, P 8 31 Nino, 32 tbidem, EL bien juridico como referencia garantista, ps, 65-66. Interpretacion de la ley penal 3 interpretacién creadora de derecho, con aportes extralege cidn que resulta constitucionalmente intolerable por su colisién con el principio de legalidad (conforme a la maxima nullun crimen, nulla poena, sine lege stricta)33, Sucede que el bien juridico, si bien es un concepto indispensable para la efectivizacién del principio de lesivi dad, no puede ser considerado como concepto legitimante del poder punitivo>4. La critica referida, como luego veremos, adquiere una relevancia fundamental en el marco del presente estudio; por el momento resul- ta suficiente sefialar que parte de la doctrina y la jurisprudencia (lamentablemente, una gran parte) se muestra propensa a la amplia. cién del ambito de punibilidad de la ley penal al dar preeminencia a este método interpretativo por sobre el gramatical (aunque esto suele ser disimulado con formulas lingiiisticas que no son més que la dis: torsi6n interpretativa de las palabras de la ley). Frente a ello, debe reiterarse que no resulta valido partir desde el método teleolégico para interpretar la ley (el bien juridico no es un concepto legitimante del poder penal), sino que la tarea interpretativa debe necesariamente comenzar (y encontrar sus Imites) en el método gramatical, por lo que es legitima (e incluso, indispensable) la aplica- cin del método teleolégico (como la de los restantes métodos com- plementarios) a los efectos de evaluar los alcances, siempre con fines restrictivos, de los términos de la ley. 3, e. Método progresivo Este método consiste en la adecuaci6n de los preceptos legales a las, necesidades de cada época, es decir, al momento y circunstancias socia- les, culturales y tecnolégicas en que ocurre el hecho incriminado’ Conforme a este método interpretativo, frente a determinados cambios en el contexto social, cultural 0 tecnolégico, puede excluirse del Ambito de punibilidad a una conducta que histéricamente se encontraba prohibida por una ley penal. En cambio, es evidente la invalidez constitucional de este método en materia penal para ampliar los alcances de la norma punitiva, a la luz del principio de legalidad penal 33 Nunez, Manual de Derecho penal. Parte general, p. 94. 34 zaffaroni, Alagia y Slokat, Derecho penal. Parte general, p. 486. 5 De tal manera ha sido explicado este método por el juez Mitchell en "Vil- citado Capitulo I legales, situa, ‘olisién con el crimen, null si bien es un ipio de lesivi. nte del poder na relevancia omento resul srisprudencia aalaar pla. eeminencia que esto suele as que la dis- artir desde el lico no es un nterpretativa en el método ole) la aplica xétodos com. pre con fines slegalesa las ancias socia- ainado35 eterminados ode excluirse icamente se este método sunitiva, a la 36, itchell en "Vil- Capitulo I Al explicar el principio de respeto hist6rico al ambito legal de lo -ohibido, Zaffaroni destaca que el ambito de lo legalmente prohibide Piyia aunque el texto permanezca idéntico, porque el contexto social vemnbia continnamente y que conforme a ello una conducta puede per der todo el contenido lesivo, brindando como ejemplo el caso de la ins. tigacion al duelo del articulo 89 del Codigo Penal, que en la actualidad ha perdido vigencia en la ética social38, Sin embargo, continia el autor, el problema se complica cuando, debido a tales cambios, el texto pasa a abarcar un Ambito de prohibicién inusitadamente amplio; al respecto aclara que “el respeto hist6rico al émbito real de lo prohibido se impone en la lega- I) lidad porque, de lo contrario, la simple omisién de las agencias politicas extenderfa de modo inaudito las prohibiciones punitivas: lo punitivo es \ un Ambito que deben planificar y aumentar las agencias politicas i mediante la ley, y la omisi6n de éstas frente a cambios significativos de contexto cultural o tecnol6gico constituye una renuncia a su funcién, que Bi no es constitucionalmente admisible. La criminalizacién primaria se establece por accidin de las agencias politicas y no por sus omisiones"37, Por ello, sin descartar la posibilidad de la aplicacion de este méto- do interpretativo, debe ser utilizado cautelosamente y s6lo con el obje- to de comprobacién (con fines'restrictivos del ambito de lo punible) caracteristico de los métodos de interpretacién complementarios que se vienen analizando, 3. f. Interpretacién pro libertatis El criterio interpretativo pro libertatis, cuya importancia no ha Tin sido siempre suficientemente destacada por la doctrina, tiene vital relevancia en el marco de un Estado constitucional, democratico y 1 __ liberal de derecho. Se trata de un criterio hermenéutico que actt cuando no se encuentran razones firmes y categéricas que permitan interpretar una norma en un sentido u otro, imponiendo aquella inter- Pretaci6n que garantice mayor ambito de libertad a la persona some- tida a proceso, adoptando aquel sentido de mayor restriccion del Ambito de punibilidad entre los igualmente posibles. 39 Zalfaroni, Alagia y Slokat; Derecho penal. Parte general, ps. 119 y ss, refi: fe ademas que son casos que se resuelven por aplicacion del principio de lesividad (falta de afectacién concreta de bienes juridicos de terceros) 37 Ibidem, Inerpretacién de la ley penal i: Bacigalupo observa que La juridi -ece en la actualidad (y probablemente va a care cer siempre) de un método que permita dirimir las oposiciones de distin tos métodos de interpretacién. Lo Gnico que es posible aportar son bue nas razones para la decisién. Y [en consecuencia] (...) la garantia constitucional debe primar sobre los métodos de interpretacién, porque éstos son sélo un medio para levar a cabo la garantia’38, Ante ello, propone trasladar el principio in dubio pro reo al campo de la interpretacién del derecho, formuléndolo como principio pro libertate, y a partir de alli sostiene que la extensién de la ley penal por encima de la interpretacin que permita fijar un néimero minimo de casos comprendidos en su texto serfa violatoria de la funcién de garantfa de la ley penal Reconoce que tal toma de posicién choca con la difundida idea de que ¢l principio in dubio pro reo es inaplicable a las dudas sobre la cuestion juridica, pero sostiene que la razén que fundamenta tal apli- cacion es la necesidad de que las consecuencias juridicas que limitan derechos requieran una fundamentacién completa para justificar su aplicaci6n; ante ello precisa que, naturalmente, en el caso de colisién de dos interpretaciones posibles de un texto legal, una mas compren- siva que la otra, ninguna de las dos puede tener un fundamento com pleto (no pueden existir razones categéricas para optar entre ellas), por lo que la decision en favor de una u otra no podré apoyarse exclu- sivamente en el mejor fundamento légico o hermenéutico de alguna de las interpretaciones posibles, siendo sélo factible la toma de deci- nen funcién de criterios de nivel institucional: estando ante un conflicto entre mas 0 menos libertad, la decision debe apoyarse en una raz6n institucional, derivada de la jerarqufa otorgada por nuestro orden juridico a la libertad. Finalmente, en funcién del razonamiento expuesto concluye: “No es el ‘sentido posible del texto’ lo que dard el limite de la interpretacién, sino el ‘sentido mds restringido del texto”. De esta manera la ley puede ser realmente una barrera que no debe superar la politica criminal”39, 38 Bacigalupo, Principios constitucionales de derecho penal, p. 92 39 Idem, p, 96 (el destacado me pertenece). También Gullco, Principios de la parte general del derecho penal, p. 9, quien a su vez cita a Morin, Daniel E., "@La bicicleta como veh{culo? Reflexiones sobre el tipo de sustraccién de vehiculos de Inciso 6° del articulo 163 del Cédigo Penal” ps. 79 y ss.; Zaffaroni, Alagia y Slokat, 18, Capitulo I mente va a car iciones de distin aportar son bue. (.) la garantia ro reo al campo 2 principio pro la ley penal por ‘ero mfnimo de la funcién de fundida idea de dudas sobre la amenta tal apli- cas que limitan wa justificar su caso de colisién . més compren- adamento com- tar entre elas), apoyarse exclu- atico de alguna a toma de deci- stando ante un tpoyarse en una da por nuestro 0 concluye! a la ley puede ser riminal3? p.92. 10, Principios de la ‘a, Daniel E., "ZLa in de vehfeulos del ni, Alagia y'Slokar, Capitulo Se sostiene, a su vez, que este criterio interpretativo se encuentra Jasmado en las eldusulas de interpretacién + p nneralidad de los ordenamientos pr trictiva contempladas sales, como es el c: 6n40 que dispone so. por la ge! sculo 2 del Cédigo Procesal Penal de la N: dela e limite el ejer “Toda disposicién legal que coarte la libertad personal, q cicio de un derecho atribuido por este Cédigo, o que establezea sa ada restrictivamente. Las leyes penales no procesalees, debi interp podtin aplicarse por analogta Al respecto, Gulllco aclara: "Actualmente se empieza a discutir si este principio podria hallar encua- dramiento legal en la regla establecida en el art. 2° del Céd. Procesal Penal, llegéndose inclusive a afirmar, tal como lo hace Bruzzone, que ‘a efectos de realizar un intento de caracterizacisn del contenido y alcance que tiene el art, 2° del CPPN, como regla rectora en materia de interpre- tacién de Ia aplicacién de la ley penal se debe sefialar que alude al prin cipio del in dubio pro libertate que, con una caracterizacion idéntica, aun que de alcance diferente, presenta el principio del in dubio pro reo respecto de los hechos, pero, frente a las dudas acerca de la cuesti6n jurf- dica (...) [este criterio] tiene operatividad tanto en el ambito procesal como en el material ya que se trata de una derivacién del principio de minima intervencién y de la utilizacién del Derecho Penal como ultima ratio’ El criterio interpretativo, indica Gullco, se encuentra relacionado con el utilizado en diversas oportunidades por la Corte Suprema de Derecho penal. Parte general, p. 119; y Juliano, :lusticia de faltas o falta de justicia?, ps. 17 y 18, quien sostiene que “la interpretacién de la ley (en caso de duda o que la misma admita més de una solucién) siempre debe ser la mAs limitativa para el poder punitivo y la més favorable a los intereses del procesado”. De la Ria, derecho penal democritico en la Argentina de hoy", ps. 1304 y ss, afirma que en erpretacién pro libertare. las situaciones limites debe priorizarse la 49 En términos equivalentes, aungi expresa el articulo 3 del Cédigo Procesal Penal de la Provincia de Buenos Aires; “Toda disposicién legal que coarte la libertad personal, restrinja los derechos de la persona, limite el ejercicio de un derecho atribuido por este Cédigo 0 que esta- blezca sanciones procesales o exclusiones probatorias, debera ser interpretada res- trictivamente’, tal vez de mayor contundencia, se “1 Gullco, Principios de la parte general del derecho penal, ps. 9-10, quien cita # Morin, “La bicicleta como veh{culo..", ps. 779 y siguientes, Interpretacién de la ley penal a r Justicia de la Nacién, segin el cual frente a situaciones de ambigtie- b vas debe preferirse aquella interpretacién que sea mas a ¢ dad leg compatible con los principios de la Constit como ejemplo de tal criterio el sustentado Viola de Herrera Vegas c, Estado Nacional -D.G.L- sirepeticion’42 El principio pro libertatis es, en efecto, una derivacién del princi- pio de minima intervencién y de aplicaci6n del derecho penal como ultima ratio y, a la vez, puede ser considerado como derivacién del principio de legalidad, en tanto contribuye a una mayor delimitacién del ambito de punibilidad a través de la labor interpretativa. Es, entonces, una derivacién de los principios de legalidad y de minima intervencién, que encuentra sustento en la jerarqufa del derecho a la libertad, que impone que el derecho penal sdlo pueda ser aplicado como ultinza ratio’. cién Nacional, y sefiala el fallo “Marta Navarro & Gulleo, Principios de la parte general del derecho penal, p. 10, con cita al fallo “Marta Navarro Viola de Herrera Vegas c. Estado Nacional -D.G.L~ sirepeti- cidn", 19/12/1989, fallos: 312:2467, considerando 9. EI autor destaca, finalmente la adopcién de criterios similares en la jurisprudencia comparada, con cita al voto del juez Holmes de la Corte Suprema estadounidense en el caso Me. Boyle v. Uni: ted States, en donde se ha aplicado un criterio de interpretacién restrictive del tipo penal pertinente, El autor resena que en el caso "se discutié si Ia conducta del acu: sado, quien habfa transportado un aeroplano robado de un estado a otro, encua. draba en el tipo penal que castigaba a quien transportara de una jurisdiccién a otra un ‘vehiculo de motor’ robado. Si bien reconocié que ‘etimolégicamente’: ble considerar que un aeroplano se encontraba incluido en la definicién ki mes concluyé, sin embargo, con base en el significado ordinario de la palabra en cuestion y de los amtecedentes legislativos de la disposicién penal, que no era can patible con el principio de legalidad, que exigfa otorgar a los individuos una ‘adver teneia leal’ acerca de las consecuencias de su conducta, resolver que la conducta del acusado era [a]tipica 43 Frias Caballero, "Crisis y erftica del derecho penal y de la funcién puniti va", ps. 799 y ss., el autor afirma que “el régimen democratico y liberal en el Esta do de derecho consagra dogmas inviolables en tutela de la libertad y de la digni- dad humana, Tales el principio de legalidad, el de culpabilidad, la presuncién de inocencia, el beneficio de la dud *ra, que mandan que las leyes penales se estructuren y se apliquen ‘pro libertate’ 0 ‘pro reo’, a diferencia de un sistema tota- litario en que se elaboran y aplican ‘pro societate’ ‘pro repablica”, En similar sen- tido ha sido explicado el principio por el juucz Natiello: “tal indeterminacién sobre los alcances de la agravante del articulo 41 quater, frente al mandato de certeza y la mixima in duubio pro libertare derivados del principio de legalidad (arts. 18 y 19, CN), me obliga a optar, entre ambas interpretaciones, por la que restringe su apli cacion a las personas que al momento del hecho alcanzaron la mayorfa de edad” (CAmara de Casacion Penal de la Provincia de Buenos Aires, voto mayoritario it re GS., 1B.", 2/12/2008, en La Ley Online, AR/JUR/18981/2008), 20 Capitulo I s de ambigiie- que sea mas onal, y senala arta Navarro peticién”#2 ion del princi- 10 penal como derivacién del pretativa, Ly de minima derecho a la 1 ser aplicado ». 10, con cita al -D.G.1- shrepeti- taca, finalmente, . con cita al voto Boyle v. Uni sstrictivo del tipo onducta del ac Jo a otro, encua- isdiccién a otra amente’ eta posi: nicién legal Hol: de la palabra en que no era com- iduos una ‘adver- que la conducta a funcién puniti iberal en el Esta- ad y de la dign la presuncién de leyes penales se un sistema tota- En similar sen- rminacién sobre dato de certeza y ad (arts, 18 y 19, restringe su apli- aayorfa de edad” mayoritario in re Capitulo I Antes de finalizar debe resaltarse que, a su vez, esta pauta inter como una de las manifestaciones del fa podrfa ser considerad: pretativa p cipio pro homine, criterio hermenéutico con expresa contempla- fn legal4 y de reiterado reconocimiento en materia doctrinal y jurisprudencial local*® y en el ambito de los organismos interame canos de Derechos Humanos*®, en virtud del cual se debe acudir a la norma més amplia, o a la interpretacién més extensiv trata de reconocer derechos protegidos e, inversamente, a la norma 0 a la interpretacin més restringida cuando se trata de establecer res- tricciones permanentes al ejercicio de los derechos o su suspension extraordinaria, en consonancia con el rasgo fundamental del derecho de los derechos humanos, esto es, estar siempre a favor del hombre’. cuando se 3. g. Principio de legalidad Sin excepcién, la labor interpretativa debera ser respetuosa de Jos I{mites impuestos por las exigencias propias del principio consti- tucional de legalidad penal, conforme a las pautas que luego seran analizadas*®, 44 Se encuentra contemplado en el art. 5 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Politicos, art, 29 de la Convencién Americana sobre Derechos Humanos, art. 5 del Pacto Internacional de Derechos Econémicos Sociales y Culturales, art. 1,1 de la Convencién contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crieles, Inhumanos Degradantes y art. 41 de la Convencién sobre los Derechos del Nino. 45 Corte Suprema de Justicia de la NaciGn, “Cardozo”, Fallos 329:2265; “Acosta”, Fallos 331:858; “Arriola’, Fallos A.891.XLIV, Suprema Corte de Justic de la Provincia de Buenos Aires, causa A. 69.395 "Candidatura Scioli, Daniel Impugnacién, Recurso de inaplicabilidad de ley” (22/10/2007), entre otros. 46 Covte Interamericana de Derechos Humanos, Opinién Consultiva OC-5/85, La colegiacion obligatoria de periodistas (articulos 13 y 29, Convencién America. na sobre Derechos Humanos), 13/11/1985, Serie A, N° 5, Comision Interamericana de Derechos Humanos, Informe 35/07 (caso 12.553), Jorge, José y Dare Peirano Basso vs, Repiiblica Oriental del Uruguay, 1/512007: “en: materia de reconocimiento de derechos, se debe estar a la norma mas amplia y a la interpretacién mas exten- siva ¢, inversamente, a la norma y a la interpretacién més restringida en materia de limitacién de derechos", entre otros, 4? Pinto, “El principio pro homine. Criterios de hermenéutica y pautas para Ja regulacién de los derechos humanos’, en Abregit y Courtis (comps.), La aplica- Gidn de los tratatos sobre derechos humanos por los tribunules locales, ps. 163 y Siguicntes, 48 En este marc ute n este marco, resulta oportuno recordar que a a luz del principio de lega Hidad penal el método legftimo de interpretacin serfa el gramatical los restantes ‘étodos (complementarios) deberian ser utilizados con suma_ cautela, y sélo alos {nterpretacién de la ley penal * Ante los problemas interpretativos de la ley penal, la necesidad de Fespeto a este principio es una de las razones por las que se impone el criterio pro libertatis, estudiado en el punto anterior, dada su utilidad para lograr una mayor delimitacién del ambito de prohibicion de una ley penal a través de la labor interpretativa Asi lo ha entendido recientemente la Corte Suprema nacional cr el fallo “Acosta”, cuando luego de explicar que a los efectos de dete minar la validez de una interpretacion la primera fuente de exégesis de la ley es su letra, continua: “Pero la observancia de estas reglas generales no agota la tarea de inter pretacién de las normas penales, puesto que el principio de legaliclad 18 de la Constitucién Nacional) exige priorizar una exégesis rest dentro del limite semantico del texto legal, en consonancia con el prin pio politico criminal que caracteriza al derecho penal como la ultima ratio del ordenamiento juridico, con el principio pro homine que impo ne privilegiar la interpretacion legal que mas derechos acuerde al cer humano frente al poder estatal Debe repararse atentamente en la importancia del apego al prin- cipio de legalidad en la tarea interpretativa. La cuestién ha sido clara. mente destacada por Angela Ledesma: “A su vez, al momento de interpretar la norma debemos llegar a ella desde estos principios constitucionales, pues de lo contrario estaremos intentando ubicar o adecuar un determinado tipo penal para cubrir les distintas modalidades delictivas que se presentan en cada caso en con. ereto -tarea propia del poder legislativo~ o pretender hacer decir a la norma lo que ella no expresa. Dentro de estas exigencias la funcién del juzgador también debe al apego de aquel principio {legalidad], pues es al momento de dict tencia donde la vigencia de aquél debe cuidarse celosamente. Cualquier interpretacién que se aleje de la estricta legalidad llevaré a una violacién del principio nullum crimen sine lege stricta’50. efectos de restringir el alcance de a norma penal respecto de la interpretacién efectuada bajo el método gramatical (es decir, sélo coresponderfa a los restantes inétodos la restriccién de los alcances de la ley penal). Finalmente, debe imponer se el criterio interpretative pro libertatis frente a més de una interpretacién viable 49 Ya citado, 59 Cémara Nacional de Casacién Penal, Sala MI, in re “Vargas, Pablo Sebas {ida sirecurso de casacién”, causa 12.506, 10/11/2010, voto en disidencia de la jueza Angela Ledesma, 22 Capitulo I al, la necesidad de 5 que se impone e} ; dada su utilidad rohibicin de una 3, h. En resumen ‘ para llevar a cabo la tarea interpretativa de la ley penal, debera ar, el sentido gramatical de las palabras con on priter | nalizarse, en primer I ami das en su texto. La doctrina y la practiea juclicial nos ofree ico, histético, teleolégico y métocos complementarios (sistema rema nacional ver, n wen resivo), destinados basicamente a Ja comprobacién de la exacti: 3 efectos de deter. progresivo), destin i E uente de exégesis {ud (en cuanto al alcance limitado del ambito de lo punible) del resul- lado logrado bajo el método gramatical o mediante la combinacién de este con otros métodos complementarios. Finalmente, debe tenerse siompre presente al criterio interpretativo denominado pro libertatis que actita en situaciones en que no se evidencian razones firmes y categoricas para optar por una w otra interpretacién posibles de una norma, y segiin el cual deberd optarse por la que le otorgue el sentido nds restringido, garante de un Ambito de libertad de mayor amplitud. Debe tenerse presente, en definitiva, gue la labor interpretativa deberd respetar los limites impuestos por las exigencias propias del principio constitucional de legalidad penal, y que los métodos de 1 interpretacién resefiados (individualmente considerados 0 combina Hy dos) y el criterio interpretativo pro libertatis, deben ser empleados para garantizar cl respeto de ese principio; as{ entendidos, constituyen herramientas indispensables para una valida interpretacién de la ley a la tarea de inter io de legalidad (an exégesis restrictiva ancia con el princi al como la ultima homine que impo- os acuerde al ser el apego al prin. on ha sido clara- mos llegar a ella le penal nitrario estaremos al para cubrir las sada caso en con hacer decir a la 4, 2Qué es, entonces, interpretar? Al finalizar el primer apartado del presente capitulo se habia anti- cipado que luego de ahondar en las particularidades relativas al obje- toy a los métodos y principios atinentes a la operacién interpretativa (en materia juridico-penal), se revisaria la definicién brindada por Jiménez de Asia, para sugerir (0 al menos intentar) una definicion bién debe ceirse nto de dictar sen mente. Cualquier muna visiscts alternativa, acorde a los lineamientos desarrollados. En tal sentido, y luego de lo desarrollado sobre el punto, la pre- gunta es: qué es, entonces, interpretar? Podemos, a esta altura, decir que la interpretacién es una opera- cién légico-jurfdica que se dirige a descubrir el acotado sentido de la ley, valiéndose principalmente del sentido gramatical de sus palabras entendido restrictivamente, en relacién con todo el ordenamiento juri- dico y fundamentalmente con las normas de jerarquia superior (entre otros métodos complementarios limitadores), a fin de aplicarla a los casos concretos de la vida real. la interpretacién ria a los restantes te, debe imponer apretaci6n viable. as, Pablo Sebas dencia de la jueza Capitulo Interpretacién de fa ley penal 23

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