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Cristina Lucchini y Juan Labiaguerre

CONTEXTO HISTÓRICO DE LA SOCIOLOGÍA

Editorial Biblos
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Contexto histórico de la sociología

a partir del rol esencial que pasó a desempeñar la libertad de mercado en cuanto único referente válido de
"regulación social".
Seguidamente tratamos la temática del surgimiento del positivismo decimonónico como respuesta al pensamiento racionalista-
crítico del Siglo de las Luces y que representa una corriente teórico-metodológica crucial a efectos de
comprender el nacimiento de la sociología, conside- rada ya una disciplína científica autónoma. El intento de
adoptar un cri- terlo investigativo de estudio de la realidad social análogo al aplicado en el campo de los
fenómenos naturales conlleva, necesariamente, a un cercenamiento de su capacidad de cuestionamiento del statu
quo y un vuelco paralelo hacia posiciones teóricas de raigambre conservadora.
Después de haber analizado los componentes y derivaciones de la sociología, asimilada a una "física social", son
resumidos los principa- les aportes teóricos realizados por Karl Marx y Friedrich Engels a la problemática
relacionada a las ciencias sociales. En este caso se tuvo en cuenta tanto su propuesta referente al método
considerado apropia- do para el análisis de las cuestiones radicadas en los conflictos emer- gentes de la
estructura de la sociedad, como el planteo materialista histórico en torno a un eventual advenimiento del socialismo.
La última parte abarca el tratamiento de dos escuelas teóricas re- presentativas, en cierta forma, de la
culminación de la sociología clási- ca concretada durante la transición entre los siglos XIX y xx. Por un lado, el enfoque
durkheimiano implica un análisis que hace hincapié en los aspectos integrativos comunitarios que anidan en
distintos tipos de sociedades históricas. Allí se trata la metodología "objetiva" específica propuesta por Émile
Durkheim para el estudio de los hechos sociales coercitivos sobre las conciencias y conductas individuales,
considera- dos anteriores y exteriores a ellas, así como también su concepción respecto de la organización
corporativa de la sociedad y su expresión en la era industrial encarnada en los "grupos profesionales".
Finalmente, se toma en cuenta la perspectiva de Max Weber y su atención hacia las causas de los procesos
orientadores de la acción so- cial, en un ámbito racionalizado determinado por el "desencantamiento del mundo",
tomándose como demostración de la aplicación de su cons- trucción científica de tipos ideales su clasificación
de las formas "puras" de dominación. En este sentido, tanto las características singulares ex- presadas por el dominio
carismático como el conjunto de fenómenos sociales concomitantes al proceso de burocratización creciente de la so- ciedad
moderna constituyen ejemplos representativos del abordaje we- beriano de la problemática enraizada en las relaciones
interpersonales.
Capítulo 1

Transición del régimen feudal al capitalismo y a la sociedad industrial

Introducción

El nacimiento de la sociología como disciplina autónoma para ana- lizar la sociedad y los lazos que unen a sus miembros
coincide con el momento en que estos lazos parecen ausentes, y esta ausencia es vista como la raíz de la crisis social. Dado
entonces que los problemas de la sociedad moderna se remontan al origen del capitalismo, partiremos de un somero
análisis del sistema feudal y su desintegración.
El feudalismo, que se desarrolló en Europa occidental entre los si- glos ix y xv aproximadamente, puede definirse
como un sistema eco- nómico, social y político en el cual la principal relación de producción era la servidumbre,
caracterizada por las peculiaridades con las que se expresó en las diferentes regiones.
En líneas generales, durante la Edad Media la sociedad podía di- vidirse entre los hombres libres y aquellos que no lo
eran. Se trataba de una sociedad de tipo estamental, asentada sobre tres órdenes: los miembros de la Iglesia, los
guerreros (nobleza) y los trabajadores. Los hombres libres podían, o no, pertenecer a la nobleza o al clero; en cualquier
caso, su situación social o jurídica los diferenciaba de los siervos, que eran los individuos sometidos a un régimen
jurídico de dependencia personal. El siervo no era un esclavo, pues tenía ciertos derechos jurídicos. Dentro de
los hombres sujetos a servidumbre de- bemos diferenciar a los siervos domésticos de los siervos de la gleba. En el caso
de estos últimos la dependencia estaba fijada respecto de una heredad y no de una persona, se hallaban unidos a la tierra y
si ésta cambiaba de dueño no se desligaban de ella. La pertenencia a la nobleza o a la gleba se establecía por la
sangre -es decir, se heredaba-, por lo que la movilidad social era escasa.
Este sistema de producción fue fundamentalmente rural. La pobla- ción campesina constituía entre el 90 y el 95 por
ciento del total, y tenía características diferentes según la región considerada.

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Las relaciones que los hombres mantenían entre sí se basaban en el vasallaje, el cual implicaba derechos y
obligaciones recíprocas de las partes intervinientes, que derivaban del acto jurídico por el que se creaban
relacionas de subordinación y de servicio Se originó durante la temprana Edad Media, cuando una persona libre -pero de
condi- ción social inferior- buscaba protección del más fuerte. El contrato de vasallaje le otorgaba poder al señor sobre la
persona del vasallo, y simultáneamente creaba obligaciones entre ambos. Este entretejido de deberes y derechos conformaba
una red que unía a la comunidad en su conjunto. Las relaciones de vasallaje se establecían entre distintos señores feudales.
En la cúspide de este sistema estaba el rey, a quien todos los habitantes de sus dominios debían rendir homenaje. Por lo tanto,
si un rey tenía feudos propios en otro reino le debía vasallaje al monarca del mismo, lo que provocaba muchos conflictos.
La Iglesia, dentro del sistema y más allá de sus funciones estric- tamente religiosas, actuaba como un señor feudal.
Constituía uno de los órdenes sobre los que se asentaba el mundo feudal, situándose en los niveles más altos de la jerarquía
social. Los altos estamentos eclesiásticos -obispos y cardenales- ocupaban un estrato social se- mejante al de la gran nobleza
(duques, condes) --los pares del reino-, habitualmente ligada por parentesco al monarca. Se consideraba
necesario que parte de la producción llegara a sus manos para ser ofrecida, por su intermedio, a Dios. Por eso
recibieron tierras y traba- jadores campesinos para cultivarlas.
El clero rural permaneció en su mayor parte en el nivel del campe- sinado y compartió su suerte y sus costumbres. También
las comunida- des de monjes vivían, de hecho, como los campesinos, ya que imponían a sus miembros el trabajo
manual. Pero un número considerable de sacerdotes, sobre todo los que vivían alrededor de las iglesias catedra- licias y las
órdenes religiosas de prestigio, disfrutaban comodidades semejantes a las de los laicos más poderosos. Los grandes
centros mo- násticos fueron los reservorios del conocimiento, y fue la Iglesia la en- cargada de transmitirlo; por eso las
primeras universidades estuvieron ligadas a ella y fueron clérigos los intelectuales de la época.
Como el concepto de riqueza se asentaba sobre la extensión de tie- rras y el número de vasallos que poseía un señor
feudal, se producían

1. El vasallaje nace de un acto solemne y sacramental (homenaje), en el que el va- sallo ofrece al señor fidelidad, trabajo y ayuda; y
recíprocamente el señor inviste al vasallo de la posesión del elemento económico de la relación feudal: el beneficio, o sea el feudo.
La sociedad se estructuraba, además, sobre lazos de servidumbre que se establecían entre el señor feudal y sus siervos.
continuas luchas entre ellos para apoderarse del mayor número posi- ble de feudos, lo cual los obligó a mantener un
ejército propio (huestes, séquitos feudales). Estas luchas recién van a desaparecer hacia el siglo XIV con el
fortalecimiento del poder real.
El núcleo de producción era el señorío, conjunto de tierras sobre las que el señor feudal ejercía el derecho de ban
(administración de justicia), y sobre cuya base se podía exigir el pago de tributos o el tra- bajo para él de los que
lo habitaban. En el caso de la Iglesia existía un tributo especial, el diezmo (la décima parte de lo producido),
pagado por todos y usado en parte para el sustento de los más pobres.
Las tierras del gran dominio se dividían en:

Reserva: era la tierra de la que vivía el señor, explotada general- mente por trabajadores domésticos; un espacio
cercado donde se ubicaban el castillo o mansión señorial, los graneros, corrales, es- tablos, cocina, panaderías, molinos,
los mejores prados y la mayor parte de las tierras sin cultivar.
Mansos: eran las parcelas donde vivían los campesinos, producían sus alimentos y sobre las que recaían las obligaciones.
Tierras de uso común o bienes comunales: formadas por los pra- dos, las dehesas2 y los bosques, donde recogían
leña para calen- tarse, madera para fabricar herramientas y donde los habitantes del señorío podían llevar a pastar sus
animales y recoger frutos silvestres.
Región de casa: comúnmente reservada al señor, pero aprovecha- da por muchos clandestinamente.

Si bien dijimos que el sistema feudal era principalmente rural, a fi- nes de este período también hubo un mayor
desarrollo de ciudades al margen de las pequeñas aldeas de los feudos. En ellas, muchas subor- dinadas a la autoridad
feudal, la población estaba dedicada a la produc- ción artesanal de mercancías destinadas principalmente al comercio de larga
distancia y no como obligación de servicios respecto al señor. En algunas ciudades los gremios de artesanos y las guildas3 de
mer- caderes dirigían el gobierno comunal y organizaban la vida de los ha- bitantes. El sistema de aprendices, por el
que los futuros artesanos se incorporaban a las técnicas propias de cada actividad, era controlado
2. Dehesa: tierra generalmente cercada y por lo común destinada a pastos
3. Guildas: unión de comerciantes afincados en una ciudad, muchos de ellos extranje- ros y por esta misma situación libres, ya que no era
posible demostrar si tenían lazos de servidumbre que los unieran a un feudo.
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por el gremio correspondiente; y a través de él se expresaba la socie- dad urbana en las fiestas de los santos patrones. Las
guildas de mer- caderes, surgidas de la reunión de simples buhoneros o vendedores ambulantes, van a ir creciendo y volviéndose
más poderosas a medida que se incrementa el comercio.*
La característica crucial del feudalismo fue su condición de sistema de producción para el uso, no para el mercado. Por lo tanto, no
había una presión para introducir perfeccionamientos técnicos. A pesar de ello, en forma lenta se fueron
produciendo innovaciones a lo largo de los siglos, como los sistemas de roturación y cultivo (arados asimétricos,
sustitución del buey por el caballo, rotación trienal y diversificación de los cultivos). Debido a que cada señorío era
prácticamente autosuficien- te y los mercados mensuales o estacionales servían a lo sumo para el intercambio regional, no
se generó un mercado nacional.
Tanto en el campo como en las ciudades la producción se reali- zaba con herramientas que pertenecían a los
trabajadores, y no con máquinas. El sistema de producción, por basarse en el uso, se volvía altamente inestable e
inseguro; las pérdidas de las cosechas provo- caban hambrunas y éstas favorecían las epidemias. Se producía una alternancia
entre los períodos desfavorables y las épocas de bonanza, provocando profundas alteraciones demográficas que
repercutían en el "cómo se produce". Estos ciclos fueron una de las causas de la gene- ración de grandes
cambios sociales, sobre todo a partir del siglo xiv. En ese siglo se pasó de una fuerte crisis agrícola que provocó la aparición
del hambre, a un período de epidemias -la más extendida fue la peste negra de 1348-1351- causante de una fortísima caída
demográfica y de la reaparición del hambre (por falta de manos para trabajar la tierra). La reducción de población -que se
calcula cayó entre un cuarto y un tercio del total de Europa occidental, llegando en algunas regiones al 50 por ciento-
afectó las condiciones de producción.
A partir del siglo xiv, en Inglaterra desapareció en forma casi total el sistema de servidumbre y se expandieron los pequeños
propietarios. Los siervos lograron la disolución de los lazos que los ataban al señor, por la presión ejercida debido al
escaso número de habitantes del seño- río y la necesidad del señor feudal de labrar sus tierras. La disminución de los
siervos llevó a que la reserva se explotara por el método del

4. Los habitantes de las ciudades obtuvieron de los señores feudales privilegios y pre- rrogativas que los liberaban de los lazos de servidumbre. Esto
provocó que los siervos que huían se refugiaran en ellas, porque en la mayorfa, al año y un día de fijar residencia quedaban
automáticamente libres. Esto contribuyó al aumento de población de las ur- bes y a que se concentraran artesanos que provenían del
ámbito rural.
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arriendo. Éste tenía dos formas: la primera era por períodos largos, hereditaria, y la segunda por períodos cortos. Si
el arriendo era heredi- tario, el arrendatario se beneficiaba porque el pago se mantenía estable y durante esa época
los precios agrícolas aumentaron. Estos campesi- nos se enriquecieron y se transformaron con el tiempo en capitalistas
rurales. Para lograr beneficios el señor feudal tendió a reducir el tér- mino de duración de los arriendos, por lo que los
campesinos sujetos a este tipo de situación se perjudicaron y en muchos casos llegaron a verse despojados de
sus tierras.
A partir del siglo xvi, el mundo feudal inició una transformación es- tructural que significó con el tiempo su disolución y el
surgimiento del capitalismo. Esta transformación tuvo dos ejes complementarios: el campo y las ciudades. En líneas
generales implicó el traspaso de una vida rural a otra tipo de vida urbano.
Durante las primeras fases de este cambio, en Inglaterra la nobleza terrateniente extendió el cercado, abarcando a los mansos
y las tierras comunales, e implementó el arriendo corto, generando el despojo de las tierras a los campesinos. Todo ello
fue motivado por el cambio en la orientación económica, la cual pasó de la agricultura a la cría de ovejas, debido a la
necesidad de lana para los telares y al consiguiente alza del precio. En ese momento los Países Bajos ya habían sufrido
una transformación productiva, organizando una producción textil manu- facturera de tipo capitalista.
Además, el fortalecimiento de la autoridad real eliminó las luchas internas y por ende la presencia de huestes en los
señoríos dejó de tener sentido, motivo por el cual los señores feudales disolvieron sus séquitos. El proceso de
transformación del campesinado comienza a fines del siglo xv y finaliza, en el caso inglés, para el siglo xvIII,
Durante esta etapa se produce, durante el siglo xvi, la Reforma Protestante. Las principales figuras de este cisma
fueron Martín Lu- tero y Juan Calvino. El primero, partidario de una religión donde la experiencia mística se justifica
por la fe, adoptará una actitud pasiva, por la cual los súbditos deben mantener obediencia al soberano." Sin rastros del
quietismo y el misticismo luteranos, las iglesias calvinis- tas, por el contrario, fueron la parte militante del
protestantismo. Es- tablecieron una ética de la acción, donde la idea del hombre laborioso y ahorrativo (la ganancia y el éxito eran
signos de predestinación) serán elementos para una nueva moral de la economía, en una época donde las fuerzas económicas
existentes anunciaban el nacimiento

5. Esta versión de la religión reformada favoreció el desarrollo de sistemas absolutistas de gobierno.


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del capitalismo. En Inglaterra, como ya dijimos, la Iglesia Católica ac- tuaba como un poderoso señor feudal, y
con la ruptura religiosa sus propiedades son incautadas por la Corona, lo que conlleva la desapa- rición del
diezmo. La Corona venderá las tierras incautadas para solu- cionar su déficit crónico, venta que se hará a la nobleza
media y baja (gentlemen y squire), que conformarán una nueva clase propietaria rural.
Durante el siglo xvi Europa llegó a América y rápidamente comen- zó la extracción de metales preciosos de las tierras
americanas. Este hecho fue decisivo en el proceso de cambio económico y social. La conquista del nuevo continente
significó la solución de la crónica falta de metal moneda, agravada por tratarse de un momento de fuerte ex- pansión
económica. También generó una lenta pero profunda transfor- mación de la visión que del mundo tenían los europeos.
En algunas ciudades creció cada vez más la importancia de las guil- das de mercaderes en relación con los gremios
artesanales, por el flo- recimiento del comercio producto de las conquistas de nuevas tierras. Estos
mercaderes comenzaron a organizar la producción por fuera del control de los gremios de artesanos, con los que
chocan. Una vez avan- zado el proceso el mercader burgués se va a transformar en el dueño del taller y de las
herramientas manuales para realizar la producción, y va a contratar a los obreros, pagándoles un salario.
A partir del siglo xvii esta etapa, que se había iniciado en los Países Bajos, está en pleno auge también en Inglaterra. En
el caso inglés se comienza el desarrollo manufacturero combinando la producción do- méstica con los verdaderos talleres en
ciudades que surgieron en zonas apartadas del control de los gremios. Esta etapa manufacturera, que implicó el inicio del
capitalismo, va a estar ligada a la incipiente expan- sión del comercio de corta y larga distancia.
En ese siglo se produjo una transformación agrícola de importan- cia, que, gracias a las mejoras introducidas (cultivo de
trébol, alfalfa, papas, maíz, etc.) permitió sostener una población más numerosa."
También creció el comercio inglés, sobre todo después de la firma de la Navigation Act de 1651, que sienta la política
inglesa sobre el co- mercio exterior, y que llevó al enfrentamiento contra Holanda por el control comercial a nivel mundial,
del que se yergue Inglaterra como potencia, permitiéndole controlar el tráfico de esclavos e imponer in-
ternacionalmente sus productos manufacturados.
6. Squire: escudero.
7. A esta transformación se la conoce habitualmente con el nombre de la revolución agrícola del siglo xvn.
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Asimismo, el siglo xvi es un siglo de guerras religiosas, de quema de brujas y procesos por hechicería. Dentro de
las iglesias protestantes surgen corrientes extremistas.
En lo político, se cierra un período de inestabilidad, signado en In- glaterra por una verdadera guerra civil que enfrenta a la
alta noblezaR y a las otras clases, por cuestiones económicas y religiosas, al cual le sigue la llamada "Revolución
Gloriosa", que se produce en 1688 y que lleva a Guillermo de Orange al trono inglés. Esta revolución
clausura, sin derramamiento de sangre, todo intento de monarquía absoluta e instaura la monarquía parlamentaria,
limitando a futuro el poder del rey y de la alta nobleza, y favoreciendo el poder del Parlamento, repre- sentante de la nobleza
media y baja y de la burguesía. Según Christo- pher Hill (240): "Después de 1688 terminó la época heroica de la políti- ca
inglesa. Una calma relativa sucedió a las violentas oscilaciones de los anteriores cincuenta años". Se conforma ahí la alianza de clases
entre la nobleza y la burguesía que permitirá el desarrollo capitalista inglés sin la violencia que más tarde caracterizará
al sistema en otros países europeos.
A partir de este momento la economía se desarrolla de forma tal que posibilita a mediados del siglo siguiente la
Revolución Industrial.
Todo el proceso que explicamos anteriormente culminó con la mo- dificación de los lazos que unían a los hombres entre sí y
con los me- dios de producción, y con la aparición de nuevas clases sociales: el proletariado y la burguesía.

Emergencia y evolución del "industrialismo"

La Revolución Industrial fue más que un cambio económico en un momento determinado de la historia: consistió en una
revolución pro- ductiva generadora de transformaciones económicas, sociales y políti- cas que afectaron al
conjunto de la sociedad a partir del siglo xvm. En general se considera que en Inglaterra comienza a mediados de ese si- glo,
mientras que en Estados Unidos, Alemania, Canadá y otros países se produce en la segunda mitad del siglo XIX.
Aunque la palabra "revolución" da idea de cambio inmediato, no es así como se producen en general los
procesos históricos. El proceso de formación del capitalismo comenzó mucho antes de 1750 y alcanzó su mayor
desarrollo con posteridad a 1850.
8. La alta nobleza estaba conformada por condes, duques, parientes del rey -por ello denominados pares del reino-, que
representaban los antiguos privilegios feudales.
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A pesar de los diferentes momentos en que transcurre la Revolu- ción Industrial en cada país, las características fueron
relativamente similares en toda Europa. Fue acompañada con un aumento de la po- blación, la aplicación de la ciencia a la
industria y el empleo del capital simultáneamente en forma más intensa y extensa, motivado por la apa- rición del beneficio
como objetivo final. También se da un proceso de transformación de comunidades rurales en urbanas y el surgimiento de
nuevas clases sociales.
La gran expansión industrial fue posible, en parte, gracias a la ma- yor oferta de tierra, capital y trabajo, y en materia
de combustibles a la utilización del carbón y el vapor en la generación de energía para las maquinarias y el transporte.
Una de las características más importantes de ese período -que cla- ramente lo distingue de los anteriores-es el acelerado
crecimiento de la población. Éste no fue el resultado de un ascenso de la tasa de natalidad sino más bien de
un abrupto descenso de los índices de mortalidad.
Esta disminución de la mortalidad tuvo diferentes causas. Por un lado, representó la mejora en la calidad y cantidad
de la alimentación de la población. Con la introducción del cultivo de tubérculos se pudo alimentar a más ganado durante
los meses de invierno, lo cual permitió el abastecimiento de carne fresca durante todo el año. La sustitución de cereales inferiores por el
trigo y el aumento del consumo de legumbres permitieron que la gente estuviera más preparada para enfrentar las
enfermedades. Asimismo, el conocimiento de la medicina y la cirugía adquirió un gran desarrollo, aumentaron los
hospitales y dispensarios y se puso un mayor cuidado en cuestiones como la destrucción de la ba- sura y el adecuado entierro
de los difuntos. Por otro lado, cuestiones de higiene personal, como el uso del jabón y ropa interior de algodón, per-
mitieron disminuir los contagios e infecciones. El reemplazo de la paja y la madera para la construcción de las
casas, por ladrillos, pizarra o piedra, redujo el número de las epidemias. También la pavimentación de las calles, la
construcción de alcantarillados y la provisión de agua, que se realizaron en las ciudades, contribuyeron a mejorar el nivel de
vida de la población, aumentando su expectativa de vida.
Desde el punto de vista económico, la baja tasa del interés, el aumen- to de los precios y la posibilidad de obtener grandes
ganancias fueron el aliciente necesario para la inversión de los capitales en la industria.
Hay que tener en cuenta que la acumulación de riqueza no lleva nece- sariamente a la creación de capital sino que la
diferencia está dada por la decisión de invertir esos ahorros en forma productiva. Hasta ese momen- to los ahorros eran
usados para mejorar las tierras, ampliar el mercado
o en préstamos hipotecarios. Lentamente el mercado de capitales se fue ampliando, impulsado también por los
incipientes banqueros locales.
La política del gobierno tendía a mantener precios altos en los produc- tos agrícolas para que fuera una actividad
rentable. En años de escasez se prohibieron las exportaciones y se libró de impuestos a las importaciones. De esta forma
se encontraba un paliativo para el hambre, pero no se evita- ban los efectos negativos de las malas cosechas sobre la
industria. A pe- sar del aumento en una tercera parte de la superficie cultivada con trigo y su mejora en cuanto a la
productividad, Gran Bretaña se convierte -a par- tir de 1775 y debido al aumento de la población- en
importador de granos. Asimismo, el comercio de ultramar la proveía de otros artículos como té y azúcar, y materias primas
como algodón, lino, lana, seda y madera.
El mercado de ultramar era el destinatario de las exportaciones inglesas, especialmente de los artículos de ferretería y
textiles. A me- dida que la Revolución Industrial avanzaba, el volumen de las exporta- ciones-especialmente a otros países
de Europa- creció enormemente. Pero el comercio internacional introdujo un nuevo motivo de inestabi- lidad: desde
fines del siglo xvm la remuneración de un mayor número de británicos pasa a depender de los acontecimientos
extranjeros.
La Revolución Industrial no fue sólo una cuestión de tecnología sino también de economía. Hubo una estrecha ligazón entre
ambas: consis- tió en cambios en el volumen y en la distribución de la riqueza. Sin las invenciones la industria quizá hubiese
continuado con un proceso de avance lento, pero no hubiera habido Revolución Industrial. Aunque también es cierto que sin
los recursos generados en esa etapa habría sido muy difícil realizar las invenciones, y sus aplicaciones hubieran sido limitadas.
Por lo tanto, el aumento de los ahorros y su orientación hacia la industria hizo posible este cambio revolucionario.
Durante los primeros años de la Revolución Industrial los présta- mos a largo plazo eran difíciles de conseguir. En la medida en
que au- mentaban los beneficios posibles, también aumentaba la inversión; los inversores comenzaron incluso a prestar
dinero para industrias de las que no sabían demasiado o se encontraban alejadas,
El industrial no sólo necesitaba capital a largo plazo para poder es- tablecer y desarrollar su industria sino también capital
de trabajo con el cual tenía que comprar la materia prima, pagar los sueldos de los trabajadores y costear la producción hasta
la venta del producto. Los créditos se extendían entonces hasta más de dos años, pues éste era el período en el que
finalmente el fabricante cobraba.
Con el aumento de la rapidez en los transportes y el progreso en las comunicaciones se hizo más corto el período de
la venta; por lo tanto,
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también se achicaron los plazos de los créditos y comenzaron a ha- cerse descuentos por pagos al contado y a cobrar
intereses cuando se demoraban. Asimismo, el patrón debía contar con dinero fraccionado o de poco valor, ya que debía pagar
al obrero a intervalos cortos y regu- lares, lo cual fue un serio problema hasta el establecimiento de los ban- cos. En algunos
casos los industriales debían trasladarse de un lugar a otro en busca de chelines --puesto que las guineas de oro o las medias
guineas eran de un valor demasiado alto- o emplear sistemas de pago con vales o fichas que ellos mismos acuñaban.
Todo esto derivaba en abusos habituales, sobre todo en el descuento que los comerciantes realizaban para aceptar este tipo
de pagos.
Hacia 1760 existían cerca de treinta bancos en la ciudad de Londres, que se habían duplicado para 1880. Con el crecimiento de
la industria muchos grandes industriales establecieron sus propios bancos, en par- te para solucionar su problema de contar
con efectivo para los salarios y en parte como una forma de inversión de su creciente capital. Con el tiempo se dieron cuenta
de que los bancos chicos tenían grandes pro- blemas para sobrevivir y que con recursos tan limitados tampoco po- dfan
satisfacer las demandas de la creciente industria. Posteriormente se permitió el establecimiento de bancos colectivos fuera de
Londres y el propio Banco de Londres abrió sucursales emisoras en las provincias. Esto brindó una solución a los problemas
que antes mencionábamos.
La contribución más importante que se le reconoció a los bancos en el proceso de la Revolución Industrial estuvo referida a
la movilización del capital a corto plazo, pues se ocupaban de transferirlo de las zonas donde abundaban a las regiones más
necesitadas.
En general hubo consenso entre los empresarios en cuanto a la con- veniencia de reunir a los obreros en un solo lugar, aunque
por razones diferentes según la rama industrial de que tratara. En algunos casos por motivos tecnológicos, como en la
industria del hierro -donde la mecánica de la laminación y la fundición hacía posible producir en pequeña escala- y en la
industria algodonera, en la cual era más venta- joso producir fuerza motriz para un gran número de obreros por medio
de una máquina o rueda hidráulica. En otros casos primaron las razo- nes económicas, ya que para conservar la calidad en la
fabricación de productos químicos y de maquinaria era necesario que ésta se realiza- ra bajo supervisión. En la
cerámica el hecho de subdividir el trabajo produjo grandes economías, y en la industria lanera se fundaron moli- nos
agrupados para evitar la sustracción de materia prima.o

9. Durante bastante tiempo después de producida la Revolución Industrial, la fábrica fue una estructura mínima que producía para atender
un mercado limitado. Cuando el ciclo
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Los que no siempre estuvieron de acuerdo en concentrarse en las fábricas fueron los artesanos, quienes -como en el caso de
los ingleses y otros resistieron de diferentes formas esta nueva disciplina hasta que finalmente no les quedó otra alternativa que
convertirse en obre- ros fabriles.
Durante el siglo xvi hubo muchos impedimentos para la movilidad del trabajador, fuera geográfica o de una actividad
a otra diferente, no sólo debido a dificultades de transporte, ya que muchos se traslada- ban caminando, con el consiguiente
peligro de ser asaltados o secues- trados. Las prácticas habituales en la industria, que se arrastraban de otras épocas pero
que continuaban vigentes, también desalentaban la emigración de los trabajadores. Por ejemplo, en las ciudades
donde había gremios era ilegal comenzar a trabajar en una fábrica sin antes haber realizado el aprendizaje.
Otras cuestiones que ocasionaron graves trastornos fueron la apli- cación de la ley para la supresión de la pobreza y las
condiciones es- tablecidas para poder "avecinarse". Cuando un individuo abandona la parroquia en la que vivía y se
mudaba a otra jurisdicción, luego de un año completo de residencia perdía el derecho de solicitar ayuda en la primera y lo
adquiría para hacerlo en esta última. Bajo estas condi- ciones se explica que los patrones, quienes pagaban grandes sumas
para asistencia, sólo ofrecieran trabajo por menos de un año completo, y que las autoridades parroquiales se
mostraran renuentes a aceptar forasteros.
También resultaba problemática la existencia de abundante mano de obra desocupada en un mismo lugar, la cual
era una carga pesada para las parroquias. En estos casos, los inspectores de las mismas ofrecían trasladarlos
con sus familias hacia donde se los necesitara. Así fue como los industriales algodoneros del norte consiguieron la mayor parte de
sus obreros, mientras se liberaba a las parroquias de esas obligaciones. Con la Revolución Industrial aparece una nueva
concepción del tiempo, pues se exige a los trabajadores una adaptación psicológica a las nuevas formas de encarar
el trabajo y la vida cotidiana. Éste fue un factor clave de la nueva época, donde el ritmo de trabajo lo determi- naba
la máquina. En la mayoría de las empresas los horarios laborales iban desde el amanecer hasta el anochecer, con
pequeños descansos para desayunar y almorzar. La puntualidad adquirió gran importancia, así como el reloj, que
pasó a ocupar un lugar destacado en el frente de la fábrica (Coriat, 1982).
económico se expandía se recurría a la producción domiciliaria; fue así como las estruc- turas más arcaicas se mantuvieron en Inglaterra
hasta el primer cuarto de siglo xix.
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La segunda generación de industriales tomó muy en cuenta las pér- didas originadas por la irregularidad o desatención
de los operarios, motivo por el cual entrenaron a algunos obreros dentro de la misma in- dustria para cumplir tareas como
jefes de personal o capataces. Como estímulo para la producción se otorgaban bonificaciones, y también se establecieron
multas por embriaguez, pereza y juegos de azar.
Estos nuevos métodos de administración -con sus incentivos y las nuevas formas disciplinarias- conformaron la
Revolución Industrial tanto como las innovaciones técnicas, y costaron a los obreros gran- des sacrificios para adaptarse a
ellos.
Para 1830 Gran Bretaña ya tenía un número importante de obreros fabriles asalariados capaces de trasladarse libremente
hacia las ciuda- des donde se los necesitara. El nivel de los jornales respondió cada vez más a los cambios en la oferta y
la demanda, y a la actividad económica general del país. Los salarios de las industrias estaban ligados entre sí y relacionados
con los ingresos de los agricultores y de la construc- ción. En lugar de mercados locales e imperfectos, se integró un único
mercado de trabajo.
Asimismo, es importante recordar que la Revolución Industrial im- plicó algo más que todos estos cambios en los
factores materiales y económicos. El comercio con otras partes del mundo amplió los co- nocimientos geográficos del
hombre y la ciencia cambió la concepción que se tenía del universo, ocasionando también una revolución en las ideas.
Ello trajo aparejado una mayor comprensión de la naturaleza y una nueva actitud ante los problemas sociales.
Desde el punto de vista de las relaciones sociales, significó el for- talecimiento y la ampliación de una nueva clase social, que
hasta en- tonces se había dedicado a la actividad comercial y financiera. Ésta comienza a tener influencia suficiente
para incidir en la creación de las bases institucionales y jurídicas necesarias para permitir su ex- pansión y fortalecimiento. La
clase capitalista inglesa necesitaba, para poder desarrollarse, la disolución de las relaciones sociales existentes en el campo
y en los gremios artesanales de las ciudades. También re- quería condiciones para poder comerciar libremente con otros países,
ya que el comercio exterior significaba la posibilidad de expandir los mercados para sus productos manufacturados.
El acontecimiento histórico que representa las aspiraciones de esta nueva burguesía en ascenso es la Revolución Francesa de
1789. La Revolución Francesa y la Industrial podrían ser consideradas dos momentos, uno político y el otro económico, de un
mismo proceso: la consolidación del sistema capitalista moderno.
Capítulo 2

La escuela sociológica del positivismo clásico

Un siglo después de consumada la Revolución Gloriosa en Ingla- terra -proceso histórico que consolidó la
institucionalización política en ese país, a través de la instauración de un sistema de gobierno mo- nárquico-
parlamentario que perdura hasta nuestros días-, estalló la Revolución Francesa de 1789. Ésta significó el
desmantelamiento final de las viejas estructuras jurídicas que legitimaban un ordenamiento social de índole estamental, que
incluía la servidumbre, y del Antiguo Régimen en su conjunto, asentado en la monarquía absoluta, el privile- gio de
linaje de la aristocracia feudal y el protagonismo eclesiástico en los terrenos económico-social, institucional e intelectual.
Precisamente, en el ámbito "de las ideas" fue donde la gran revo- lución germinó sobre un campo previamente
sembrado por el amplio movimiento cultural e ideológico expresado por el pensamiento ilu- minista, cuyo paradigma
lo constituyó el enciclopedismo francés del siglo xvi, llamado "de las Luces". En esa corriente filosófica se plas- maron
los avances del conocimiento científico logrados en las cien- cias físico-naturales y también se intentó asimilar ese
triunfo de la razón -evidenciado en el descubrimiento de leyes corroboradas me- diante la experimentación- al abordaje
teórico de la problemática hu- mana en general (Zeitlin, 13-20). Autores como Voltaire, Montesquieu, Condillac y,
fundamentalmente, Rousseau, elaboraron doctrinas de contenido heterogéneo pero que, sin embargo, consideradas global-
mente, implicaron la adopción de un tratamiento racional y por lo tanto crítico, cuestionador- de las estructuras
políticas, sociales e ideológicas vigentes en aquella época.
La Ilustración consistió en un amplio movimiento que abarcó cen- tralmente tres cuartas partes del siglo xvi, aunque en ciertos
países repercutió recién en el siguiente. A pesar de ser identificado como ca- racterístico de Europa occidental, fue
incubado en Inglaterra, aunque logró su mayor apogeo en Francia. Básicamente, sostenía la igualdad

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