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La teoría del conocimiento

A veces decimos que sabemos algo cuando en verdad lo que estamos haciendo es
aceptar una opinión o una explicación muy extendida sobre un tema. Para la
filosofía jamás fue suficiente simplemente aceptar que algo es verdadero,así porque
si, es necesaria una buena razón que permita respaldada por argumentos
convincentes creerlo, respaldada por argumentos convincentes.

La epistemología o teoría del conocimiento, es la rama de la filosofía encargada de


examinar las cuestiones relativas al conocimiento: qué es eso de “saber” algo, de
qué herramientas disponemos para adquirir conocimiento, qué grado de fiabilidad
nos proporciona cada una de esas herramientas, qué tipos de conocimiento existen
y si hay o no límites para nuestra capacidad de conocer lo que hay.

Concepto y grados de conocimiento

Es difícil explicar de un modo preciso qué significa “conocer algo”. Una definición
sencilla: el conocimiento es una explicación de la realidad que nos permite
entenderla mejor, comprender sus causas y poder predecir algunas de sus
consecuencias.

Prácticamente, todos los autores están de acuerdo en considerar el conocimiento


como una forma de relación entre un sujeto y un objeto: conocer es lo que tiene
lugar cuando un sujeto aprende (capta, adquiere) un objeto. El conocimiento parece
ser una forma de presencia del objeto (exterior) en el sujeto.

Así, en el conocimiento hay una combinación de planos subjetivo y objetivo.


Dependiendo de dicha combinación, podemos distinguir tres grados fundamentales
de conocimiento: la opinión, la creencia y el saber en sentido estricto.

La opinión es una apreciación del sujeto,es decir, subjetiva de la que no podemos


estar seguros y que tampoco podemos probar a los demás. En la opinión, desde el
punto de vista objetivo, no encontramos ninguna justificación para que tenga que ser
aceptada. Una justificación es objetivamente válida cuando tiene que aceptarla
cualquier ser racional que la examine. Desde el punto de vista subjetivo, no nos
atrevemos a afirmar que estamos convencidos de ello, por eso solemos expresar las
opiniones diciendo “opino que” y “no estoy convencido de que”.

La creencia se da cuando alguien está convencido de que lo que piensa es verdad,


pero no puede alegar una justificación que pueda ser aceptada por todos. La
seguridad es sólo subjetiva; lo que creemos no tiene una justificación objetiva
suficiente.

El conocimiento puede definirse aquí como una opinión fundamentada tanto


subjetivamente como objetivamente. Es una creencia de la que estamos seguros
pero que, además, podemos probar.

Poder justificar racionalmente algo,dando razones, es lo característico del


conocimiento. Saber algo es poder dar razón de ello ante los demás.

Herramientas del conocimiento

Otro de los aspectos fundamentales de la epistemología es determinar cómo se


adquiere el conocimiento; es decir, determinar cuáles son los instrumentos de que
disponemos para conocer la realidad que nos rodea. Dichas herramientas del
conocimiento reciben el nombre de facultades cognitivas, entre las cuales podemos
destacar las siguientes:

La percepción, nos pone en contacto con la realidad y nos permite construir


representaciones de ésta a partir de los datos que nos proporcionan nuestros
sentidos. La percepción organiza e interpreta los datos sensoriales, configurando así
una imagen unitaria y coherente del supuesto objeto externo.De este modo no
percibimos sensaciones aisladas, sino que construimos una imagen total, la cual
agrupa y combina lo que serían datos simples, como olores, colores, tactos, etc.
La memoria nos permite retener y recordar en el futuro las imágenes que la
percepción nos proporciona. Esta capacidad para retener experiencias del pasado
posibilita el aprendizaje así como nuestra identidad y continuidad como personas.
No obstante, el tiempo puede ir diluyendo la huella que dejan nuestras experiencias
produciendo el olvido, o incapacidad para recuperar información almacenada en la
memoria.

La imaginación: capacidad de representar mentalmente situaciones, personas o


cosas que no se ofrecen en aquel momento a la percepción sensible. Con la
imaginación podemos modificar y crear imágenes nuevas con mayor libertad y
espontaneidad. Por ello, puede decirse que hay dos tipos de imaginación, o que
ésta tiene dos funciones: reproductora, cuando trata de representar la realidad
(imágenes que recrean paisajes, objetos, o gente conocida, por ejemplo); y creadora
o fantástica, cuando recrea, inventa o anticipa nuevas imágenes, de modo que
recrea un mundo diferente del real (imágenes de seres de ficción, personas
idealizadas, etc.)

La inteligencia es la capacidad de pensar, entender, asimilar, elaborar información


y utilizarla para resolver problemas. Etimológicamente significa “saber elegir”, por lo
que de acuerdo con el origen del término, esta capacidad que nos permite procesar
la información y comprenderla ha de servirnos para escoger la mejor opción cuando
tenemos delante varias posibilidades para hacer frente a un determinado problema
o una determinada situación. En nuestro caso, la inteligencia adquiere una cualidad
distinta a la de los animales, pues la nuestra se apoya en la capacidad simbólica,
que posibilita el uso de un lenguaje articulado y la abstracción mental.

Estos cuatro elementos no están desligados entre sí, sino que suelen trabajar
conjuntamente, retro alimentándose, en el proceso del conocimiento.

Los sentidos

Sentido ontológico: “verdadero” en el sentido de “auténtico” frente a “aparente”.


Sentido epistemológico “verdadero” es la correspondencia entre lo que afirmamos y
los hechos de la realidad. Ejemplo: “La Tierra es un planeta que gira alrededor del
sol”, o “el agua hierve a 100 grados centígrados”. Decimos que esos enunciados
son verdaderos porque lo que decimos es lo que sucede en el mundo real.

Sentido lógico: “verdadero” puede significar válido o coherente, sin contradicciones


en lo que hemos dicho. Ejemplo: “El orador hizo un verdadero discurso” (utilizó un
razonamiento válido). O también, en matemáticas, “es verdad que 2 + 3=5”.

Sentido pragmático: “verdadero” puede significar también válido o útil porque nos
sirve para vivir, o porque funciona. Ejemplo: admitimos como verdadera la medicina
actual porque salva más vidas que la medicina del pasado. Lo mismo cabe decir de
la Física que nos ha llevado a la Luna, al poder construir cohetes que salgan de la
gravedad terrestre.

Sentido ético: “verdadero” en el sentido de sincero, cuando lo que afirmamos se


corresponde con lo que pensamos que es verdad.

Dejando a un lado, los sentidos ontológico y ético, nos quedan los sentidos
epistemológico, lógico y pragmático. De aquí surgen las tres teorías de la verdad:

Verdad como correspondencia o adecuación (entre lo que decimos con el lenguaje y


la realidad de los hechos), la verdad como coherencia, que es sólo ausencia de
contradicción lógica en lo que afirmamos en el lenguaje; y por último, la teoría
pragmática de la verdad, en la que tomamos como verdadero aquello que nos
ayuda a vivir. Puesto que nunca sabremos si en un futuro cambiarán nuestras
teorías científicas a partir de nuevos descubrimientos, de momento confiamos en la
ciencia actual, solo porque es más eficaz que la del pasado (incluso aunque
pensemos que es solo una verdad provisional, en el sentido de verdad como
correspondencia).

Los otros dos sentidos de lo verdadero: el sentido ontológico, tiene relación con la
verdad del ser mismo, se corresponde con la verdad como desvelación o “aletheia”;
y el de “verdadero” en sentido ético, como sinceridad, ya no tendría relación directa
con el interrogante kantiano sobre ¿qué podemos conocer?, sino más bien con el
otro interrogante kantiano que pregunta sobre qué debemos hacer, que se estudia
en la ética y no en epistemología o teoría del conocimiento, como sucede con los
anteriores.

¿Qué podemos conocer?

Para contestar esa pregunta de Kant, hay que tener en cuenta tanto el origen del
conocimiento como su validez y los límites humanos en esa tarea.

En la filosofía griega ya se decía que el conocimiento humano proviene de dos


fuentes: los sentidos (la experiencia) y la razón. De ahí la división entre
conocimiento sensible y conocimiento racional. Pero, aunque en general se le daba
más importancia a la razón como fuente de un conocimiento fiable, en el papel de
los sentidos, los autores no se pusieron de acuerdo: para Platón, como narra en la
alegoría de la caverna, lo que perciben nuestros sentidos sólo son sombras de la
auténtica realidad. A esta solo podemos acceder por la razón.

Según Platón, el alma humana pre existió en el mundo de las Ideas y allí ya conoció
la verdad.

Cuando el alma cayó al mundo sensible (por culpa del caballo negro que simboliza
las pasiones innobles) y se encarnó en un cuerpo, olvidó todo lo que conocía, pero
puede recordarlo más adelante, por los sentidos, porque este mundo sensible es
una copia del mundo de las Ideas, realizada por un dios artesano, el Demiurgo. Por
eso, conocer es recordar esa verdad que ya estaba en nuestro interior. En este
planteamiento se introducen por primera vez las llamadas “ideas innatas” porque el
recuerdo de lo que ya conocimos y luego olvidamos, es una verdad con la que
nacemos según Platón.

En cambio, Aristóteles negará la existencia de dos mundos separados. Solo existe


este mundo sensible, así que el hombre no tiene ideas innatas. Viene al mundo
como un papel en blanco y cualquier conocimiento comienza por los sentidos.
Luego, por un proceso de abstracción, podemos obtener los conceptos generales
que se usan en la ciencia: después de haber visto muchos hombres, llegamos al
concepto de “hombre”, tras separar las características individuales, dejando sólo lo
general.

En cuanto a la validez y al alcance de nuestro conocimiento, estos filósofos no


creían que hubiera ningún límite para llegar a conocer toda la verdad. Para los
filósofos griegos, el mundo tenía un orden que la razón podía conocer. Ellos se
enfrentarán al escepticismo y al relativismo de los Sofistas.

Filosofía medieval
En la filosofía medieval, a las fuentes tradicionales del conocimiento (los sentidos y
la razón) se suma el saber de la revelación cristiana de la Biblia. Los filósofos
cristianos intentarán demostrar cómo la razón y la fe pueden colaborar para
construir el conocimiento. La verdad es solo una y procede de Dios. Por tanto, razón
y fe no pueden contradecirse. En el caso de que la razón se equivoque, la fe en la
revelación pondrá el punto y final a cualquier discusión. Agustín de Hipona trató de
cristianizar la filosofía de Platón y afirmó que la verdad está en el interior del hombre
porque allí la puso Dios. Con la iluminación de Dios podemos conocerla. Tomás de
Aquino, con sus cinco vías, nos mostrará como también desde la razón se puede
demostrar lo que el creyente ya sabe por fe: que Dios existe.

Lo que tienen en común filósofos griegos y medievales es que en las dos épocas se
cree que nuestra razón puede llegar a conocer la realidad en su totalidad. En
principio no hay límite alguno al conocimiento. En cambio, desde la época moderna,
las filosofías del Racionalismo y del Empirismo, y también la filosofía de Kant,
superarán el realismo ingenuo anterior, al concluir que sólo conocemos nuestras
ideas sobre la realidad, pero no lo real en sí mismo. La cuestión será entonces
cómo asegurar que nuestras ideas o representaciones sobre la realidad se
corresponden realmente con cómo son las cosas realmente. En un primer momento,
dirán que las cualidades primarias de las cosas, aquellas que percibimos por más
de un sentido y que se pueden expresar con matemáticas, como el tamaño, la
figura, el peso...sí son copias exactas de las cosas reales; en cambio, las cualidades
subjetivas como el olor, el color, el sonido...no lo son. Pero, ya con Kant, se dirá que
solo conocemos la realidad fenoménica, esto es tal y como se nos aparece
adaptada a las condiciones humanas, pero no la realidad en sí misma.

Filosofía moderna
En el Racionalismo, Descartes emplea la duda metódica para llegar a una certeza
total, tratando de encontrar una primera verdad incuestionable desde la que poder
deducir el resto del conocimiento, como se hace en matemáticas. Después de
desechar la información de los sentidos (porque a veces nos engañan), todo el
saber acumulado de la tradición (ya que podría ser erróneo) y hasta lo que puede
parecer más evidente para la razón como que 2+2 son 4 (pues podría haber un
genio maligno que tratará de engañarnos) Descartes llega a una verdad innegable
“Cogito ergo sum”, es decir si pienso existo. Aunque dude de todo, sé que existo
como un ser pensante que duda, siente, ve, imagina, desea etc. eso está fuera de
toda duda. A continuación examinó sus ideas para ver su procedencia, y por
segunda vez se afirma en la historia de la filosofía la posibilidad de las ideas
innatas. Por ejemplo: la idea de Dios. Descartes encuentra en sí mismo, la idea de
un ser perfecto e infinito, que no puede venir de él (ya que él es un ser finito, puesto
que duda). Por tanto, la habrá puesto Dios mismo en su interior, como el artesano
imprime su propia marca en todas sus obras. Si Dios existe, entonces ya no hay
temor al engaño de un genio maligno y entonces también sus ideas sobre lo real
son el efecto de las cosas reales sobre los sentidos.

En el Racionalismo, también se termina concluyendo que es posible llegar a


conocer toda la verdad sobre la realidad, sin pensar en los límites de la razón
humana. En cambio, en el Empirismo británico, los filósofos rechazan la existencia
de las ideas innatas, y como ya dijo Aristóteles, todo conocimiento comienza por los
sentidos. Como novedad, también se establece un límite que será la propia
experiencia: esta es el origen y el límite del conocimiento humano y no cabe ir más
allá. Si no tenemos conocimiento sensible de Dios, ni del alma inmortal, ni del
mundo como totalidad, entonces no podemos conocer nada sobre ello. Los
empiristas como Hume, negarán todo valor al conocimiento metafísico. Pero
también negarán validez al conocimiento de la ciencia. Hume dijo que podría ser un
conocimiento “probable”, pero no seguro. Por el problema de la inducción, las leyes
universales de la ciencia solo se establecen a partir de un número limitado de
experimentos. Nada autoriza a asegurar que en el futuro todo sucederá como
predicen nuestras teorías. Con la crítica al principio de causalidad, Hume afirmó que
el vínculo entre causa y efecto solo tiene un fundamento psicológico pero no real. Es
la costumbre de ver la conjunción constante entre causas y efectos, lo que lleva a la
imaginación a establecer esa conexión. Pero una creencia, aunque genere
expectativas para el futuro, no sirve para garantizar ninguna seguridad.

Kant, tras leer a Hume, intentó volver a asegurar el conocimiento. Partiendo del
hecho de que la ciencia de Newton era un saber universal y necesario, investigó en
qué condiciones se producía ese conocimiento y llegó a la conclusión de que
“aunque todo conocimiento comienza con la experiencia y tiene su límite en la
experiencia, sin embargo no todo procede de la experiencia. Kant no cree en ideas
innatas (como los racionalistas) pero sí cree que el sujeto al conocer organiza los
datos que percibe de la realidad utilizando unas formas que son las mismas en
todos los hombres: el espacio, el tiempo y las categorías (como las de la sustancia o
la causalidad). Esas formas servían para hacer de la ciencia un conocimiento
universal y necesario. Pero solo podemos aplicar esas formas a los fenómenos y no
a la realidad en sí misma. De ese modo concluye que tan solo podemos conocer la
realidad adaptada a las condiciones humanas y al no tener datos sensibles sobre
Dios, el alma o el mundo como totalidad (como ya dijo Hume), la Metafísica es
imposible como ciencia. Esas ideas se pueden pensar pero no aportan conocimiento
alguno. Por eso surgen las antinomias (pruebas a favor y en contra de la existencia
de Dios) o razonamientos falsos. Por eso la ciencia sí puede progresar y la
metafísica no.

Filosofía contemporánea
En la época contemporánea, si nos fijamos en un pensador como Ortega y Gasset,
vemos como todo conocimiento se realiza solo desde una perspectiva que nace de
la circunstancia vital concreta de cada persona. No existe una verdad absoluta
separada desde cualquier punto de vista. No existe un sujeto único, idéntico e
invariable. Además el conocimiento debe permitirnos una orientación en la vida. El
hombre necesita saber a qué atenerse y por ello piensa. La verdadera razón es vital.
Sobre los problemas más importantes de la existencia, la ciencia no tiene mucho
que decir. La razón matemática sirve para la naturaleza, pero para los asuntos
humanos no funciona.

El hombre no es, se va haciendo en la historia. De ahí que la única razón valiosa


sea la razón vital e histórica. La vida debe ser el auténtico objeto sobre el cual hay
que pensar. Nos dan la vida, pero no nos la dan hecha. Hay que vivirla. Por eso
llama a su pensamiento “raciovitalismo”.

Ortega pretende superar desde el perspectivismo, tanto el realismo antiguo y


medieval como el idealismo moderno. Del realismo critica el supuesto de que existe
un mundo único y común para todos, independiente del sujeto del conocimiento.
Desde Descartes sabemos que el mundo conocido depende de nuestras ideas
sobre él. No conocemos directamente la realidad, sino el mundo adaptado a
nuestras condiciones como ya dijo Kant. Pero Ortega tampoco acepta del todo el
idealismo moderno, ya que la existencia del sujeto se hace siempre en un mundo.
“Yo soy yo y mis circunstancias”. No hay un yo separado del mundo. La realidad es
la convivencia entre el yo y su mundo, y esto se da en la vida.

Ortega también criticará otras posiciones como el escepticismo o el relativismo. Sí


es posible descubrir la verdad, aunque nadie posee toda la verdad (su punto de
vista no es mejor que el de los demás, como cree el dogmático). Pero, si la verdad
surge de la perspectiva, eso no significa que cada uno tiene su verdad subjetiva y
nada más. Desde el relativismo se llega al escepticismo porque se puede concluir
que dos ideas que se contradicen, pueden ser verdaderas al mismo tiempo, solo
porque son la verdad de cada uno. Nuestra razón no puede aceptar el absurdo de la
contradicción lógica. No obstante, desde el perspectivismo se puede establecer que,
por medio del diálogo, los puntos de vista individuales se pueden complementar
para tratar de llegar a una verdad objetiva, como vimos con el ejemplo de la Sierra
de Guadarrama vista desde Segovia y desde Madrid.
Yo me posicionaría en el relativismo dependiendo de la persona,la cultura,las
costumbres o la época pueden influir en tu manera de ver la verdad.Respecto a
cómo encontrar la verdad,el criterio más apto sería la evidencia empírica,pero,
utilizando todos los sentidos ya que si utilizamos solo uno puede haber confusiones.

Pero en todo caso,no es posible justificar el conocimiento totalmente, ya que este


siempre será incompleto, debido a que nuestros contextos son finitos, cerrados, e
incompletos; tratando de comprender a un mundo infinito, abierto e incomputable.

Sólo podemos decir que un conocimiento tendrá un menor grado de incertidumbre


mientras mejor concordancia tenga con nuestras experiencias. Al aumentar nuestro
contexto, el conocimiento tiende a volverse obsoleto, requiriendo una constante
refinación. Es por esto que no hay conocimientos universales. Los conocimientos
los adaptamos a nuestro mundo, no adaptamos el mundo a nuestros conocimientos.

Entonces, ¿qué caso tiene el conocimiento, si nunca podremos comprender el


universo? El que no alcancemos la completitud no nos impide buscar ser menos
incompletos.

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