como «la última flor del Lacio», expresión usada en el soneto Língua portuguesa del escritor brasileño Olavo Bilac.4 Por su parte, Miguel de Cervantes consideraba al portugués una lengua «dulce y agradable».5 En marzo de 2006 abrió sus puertas el Museo de la Lengua Portuguesa en São Paulo, la ciudad con mayor número de lusófonos del mundo