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La mujer: su concepción y educación en la Edad Media

Las ideas acerca de la mujer en la Edad Media fueron fomentadas por clérigos y por castas con poderes económicos que veían a
la mujer como un objeto de decoro, siendo subordinadas al interés de la tierra (Eileen Power, 1975). Estas clases establecerían
un marco legal para la mujer, darían determinado concepto al matrimonio, dado que eran favorables a la idea de colocar a la mujer
junto al hombre. El concepto de matrimonio y la legalidad dada a la mujer no consideraban a la mujer como un individuo completo,
la mujer era catalogada por su sexo y por lo tanto inferior al varón.

A pesar de esta visión, no consiguió la Iglesia, ni tampoco la Aristocracia, silenciar a todas las mujeres, algunas de ellas pertenecientes a clases medias urbanas, se hicieron notar
a partir del siglo XII, momento en el que comienzan a desarrollarse el comercio y las ciudades. En la Ley de los Burgos se tenía en cuenta la actividad de las mujeres casadas en
el comercio, las denominadas femmes soles, mujeres con negocios propios que además de ayudar a sus maridos, mejoraban su status.
En el periodo en el que las clases urbanas estaban en la cima de su prosperidad e influencia, finales del siglo XIII y XIV, vieron languidecer los más puros ideales del amor
cortesano y resurgir, en las famosas historias rimadas conocidas en Francia como fabliaux, en un antifeminismo secular tan brutal como el que los padres de la Iglesia habían
propuesto.
En el mundo medieval, las clases trabajadoras silenciadas, tenían una visión diferente de la mujer, el hombre del campo acostumbraba a ver a mujeres trabajando en talleres y en
las tierras, una realidad contrapuesta a lo que se predicaba los domingos en las misas a las que éstos asistían; se les decía desde el púlpito que la mujer era la puerta del infierno
y María la puerta del cielo (Eileen Power, 1975). La Iglesia consideraba a la mujer como un mal para el hombre, como razón explicaba que: en el paraíso había sólo presencia de
dos hombres y una mujer, y que esta mujer, Eva, no descansó hasta conseguir que Adán fuera expulsado del Edén.
Estas concepciones de la mujer pasan a formar parte de la mentalidad cotidiana de la época. La mujer como demonio, algo inferior a la par que pérfido. Además de la Iglesia, que
importante papel juega con la predicación de estos planteamientos en una sociedad temerosa de Dios, serán también aristócratas y laicos quienes adquieran esta visión de la mujer,
se consolida la idea de inferioridad femenina.
Con respecto a la educación femenina, podríamos comenzar haciendo una división en tres del sexo femenino, por un lado las mujeres dedicadas a la vida religiosa, por otro lado
mujeres de la aristocracia y por el último la mujer perteneciente al pueblo llano. Cada grupo recibía un tipo de educación diferenciada, la mujer aristócrata era educada en grandes
señoríos; la mujer religiosa en colegios conventuales y, por último, la mujer llana, cuya educación era precaria, se llevaba a cabo en escuelas elementales, las cuales se encontraban
en la ciudad, pudiendo darse también algunas de ellas en el campo. Hay que tener presente que en la Edad Media la alfabetización era escasa en el hombre, con lo cual aún más
inferior sería en la mujer. La educación se refería sobre todo asimilar bueno modales, religión y labores de hogar; en el ámbito intelectual poco aprendían. La mujer cortesana
debería prepararse para un buen posicionamiento en la sociedad; estaba mal visto que supieran leer o escribir, a no ser que fueran monjas.
Sabemos que existían centros en los que niños y niñas aprendían lecciones básicas, podemos decir que era una enseñanza más práctica que intelectual, además, se puede afirmar
que la mujer no recibía buenos tratos durante su educación.
En el mundo campesino, la incorporación de la mujer al mundo laboral se debió, principalmente, a la necesidad de aumentar su nivel; en caso de ser casada, para ayudar al marido a
traer beneficios, en caso de ser soltera, por el simple hecho de tener que ganarse la vida. Normalmente encontramos a mujeres casadas, que se dedicaban a ayudar a sus maridos
en sus oficios, incluso a su muerte, heredando éstas el negocio del esposo. No debemos, por el contrario, creer que no existieran mujeres, casadas o solteras, que realizasen
actividades completamente diferentes a las del marido, siendo desde jornaleras hasta tenderas, hay que dejar a un lado la tradicional concepción de que la mujer en la Edad Media
tan sólo se dedicaba a la tarea doméstica. Incluso muchas mujeres tras casarse continuaban en el mismo oficio que en su estancia de soltera, siendo diferente al del esposo en
algunos casos. Casi no encontramos oficios en lo que no hubiera presencia femenina (Margaret Wade Labarge).
En el mundo campesino podemos dejar claro que la mujer, a excepción del arado, podía realizar cualquier trabajo, a la par que el trabajo doméstico. En casi todos los señoríos
podemos encontrar a mujeres trabajando, de tal manera que también se encargaban del trabajo de la casa, desde el cuidado del hogar y la crianza de los hijos, hasta la
elaboración de tejidos y vestimentas para la familia. También en las residencias de los señores podían encontrarse a mujeres sirvientas, dedicadas servicio del señor.
No es extraño encontrar a mujeres propietarias de tierras, no sólo por viudedad, si no por pertenencia propia anterior al matrimonio. La mujer era desde jornalera, hasta,
segadora, lechera, plantadora y otros oficios que pudieren llevarse a cabo en el mundo campesino. (Adolfo Luis Pérez Álvarez 12 de abril de 2017)
Así era el rol de la mujer en la época medieval

Cuando se piensa en la Edad Media, lo que más se destaca es la historia en general y algunas curiosidades que
abarcan a toda la sociedad de la época. Pero, ¿cómo era la vida de las mujeres en ese entonces? A
continuación, te contamos cuáles eran sus roles y todo lo que hay que saber al respecto.
Las mujeres en la Edad Media: sumisión al hombre y estratificación social
Tal como indica el historiador David Díaz en el portal Mi Viaje, la sociedad de la Edad Media está marcada
por dos grandes variables: una visión teológica y la predominancia de la figura masculina.
En este sentido, se destaca la presencia de una Iglesia Católica que tenía un “enorme poder político,
económico y social”. Los clérigos eran de las pocas personas que sabían leer y escribir y de esta forma ejercían
el poder.
Ante todo, hay que decir que la mujer ocupaba un rol de sumisión al hombre. Las pocas que podían evitar esta
relación de dependencia eran perseguidas y acusadas de brujería.
En cuanto a lo que era la vida diaria en la época medieval, Díaz recuerda como punto de partida que se trató de una sociedad cuya estratificación social era permanente, tanto
para hombres como para mujeres. Si una persona nacía como campesina, por ejemplo, era casi seguro que muriese como tal.
En resumen, las dos nociones más significativas son las siguientes: en primer lugar, las mujeres estaban signadas de por vida a formar parte del mismo estrato social.
Luego, sea cual fuese el mismo, el rol que ocupaba la mujer era de sumisión al hombre, ya fuese noble o campesina.
¿Cuáles eran los roles que existían para las mujeres en la época medieval?
De acuerdo con lo compartido por el historiador, los roles que ocupaban las mujeres en la Edad Media eran 3:
 Campesinas y prostitutas.
 Mujeres de la nobleza.
 Religiosas.
El primero de ellos era el más bajo de todos y estaba marcado por la pobreza y la falta de educación. El caso de las prostitutas era aún peor, ya que eran mujeres marginadas
que en muchos casos eran viudas con hijos e incluso personas que habían sido violadas y expulsadas de sus familias.
En cuanto a las campesinas y trabajadoras urbanas, las mismas estaban relegadas a los trabajos domésticos y al cuidado del hogar. En este sentido, lo mismo ocurría con las
mujeres de la nobleza, con la diferencia de que poseían educación y ni siquiera tenían la preocupación de ser alcanzadas por la pobreza.
En relación a ellas, también hay que decir que eran objeto de intereses políticos, ya que muchas veces se las obligaba a casarse con hombres solo para establecer vínculos
oficiales entre distintas familias de la nobleza.
Para finalizar, hay que decir que muchas mujeres decidían dedicar su vida a la religión. Al respecto, Díaz aclara que esto no siempre era por pura vocación religiosa, sino
que influían las siguientes cuestiones:
 Era una forma de huir de la pobreza
 Implicaba mayor independencia y libertad que el matrimonio y la vida familiar.

 Permitía acceder a la educación.

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