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Universidad Católica Nordestana

UCNE

SUSTENTADO POR:
Amerkys Dayrel Hernández
(2019-0489)

ASIGNATURA:
Pediatría I

DOCENTE:
José Rojas

GRUPO:
GV30
San Francisco de Macorís
Marzo, 2023
Tarea 10. Pediatría
Presenta un resumen de las emergencias principales que presentan las y
los Adolescentes

Principales problemas de salud

Lesiones y traumatismos

Las lesiones y traumatismos no intencionados son una de las principales


causas de muerte o discapacidad entre los adolescentes. En 2019 murieron casi
100 000 adolescentes (de 10 a 19 años) a consecuencia de un accidente de
tránsito (2). Muchos de ellos eran «usuarios vulnerables de las vías de
tránsito», esto es, peatones, ciclistas o usuarios de vehículos de dos ruedas
motorizados. En muchos países hacen falta leyes más amplias de seguridad
vial y hay que reforzar la aplicación de esas leyes. Además, los conductores
jóvenes deben recibir asesoramiento sobre conducción segura, sin olvidar que
las leyes que prohíben conducir bajo los efectos del alcohol o las drogas deben
aplicarse con rigor a todos los grupos de edad. Los niveles prescritos de
alcoholemia deben ser más bajos para un conductor joven que para un adulto.
Se recomienda la implantación de un permiso progresivo para conductores
noveles, con tolerancia cero para la conducción bajo los efectos del alcohol.

El ahogamiento es otra de las principales causas de muerte de adolescentes: se


calcula que en 2019 se ahogaron más de 40 000 adolescentes, que en más de
sus tres cuartas partes eran varones. Una intervención esencial para prevenir
estos fallecimientos es enseñar a nadar a los niños y adolescentes.

Violencia

La violencia interpersonal se encuentra entre las principales causas de


mortalidad de adolescentes y jóvenes en el mundo, aunque su peso varía
sustancialmente de una región del mundo a otra. En los países de ingresos
bajos y medianos de la Región de las Américas de la OMS es la causa de casi
un tercio de todas las muertes de varones adolescentes. Según los datos de la
Encuesta Mundial de Salud Escolar (EMSE), un 42% de los chicos
adolescentes y un 37% de las chicas estaban expuestos a intimidación. La
violencia sexual también afecta a una importante proporción de los jóvenes: 1
de cada 8 jóvenes da cuenta de abusos sexuales.
La violencia durante la adolescencia también acrecienta el riesgo de lesiones,
infección por el VIH y otras infecciones de transmisión sexual, problemas de
salud mental, mal rendimiento en la escuela y deserción escolar, embarazo
precoz, problemas de salud reproductiva y enfermedades transmisibles y no
transmisibles.

Entre las estrategias eficaces de prevención y respuesta están el fomento de la


parentalidad y del desarrollo en la primera infancia, la prevención de la
intimidación en el medio escolar, programas que fomenten las aptitudes
sociales y para la vida e intervenciones comunitarias para reducir el acceso al
alcohol y las armas de fuego. La prestación de una atención eficaz y empática
a los adolescentes sobrevivientes de la violencia, proporcionándoles un
respaldo continuo, puede ayudar a manejar las consecuencias físicas y
psicológicas.

Salud mental

La depresión es una de las principales causas de enfermedad y discapacidad en


los adolescentes y el suicidio es la segunda causa de defunción entre los 15 y
los 19 años (2). Los trastornos de salud mental explican un 16% de la carga
mundial de morbilidad y lesiones en las personas de entre 10 y 19 años. La
mitad de todos los trastornos de salud mental en la edad adulta comienzan
antes de los 14 años, pero en la mayoría de los casos no son detectados ni
tratados.

Muchos son los factores que inciden en el bienestar y la salud mental de los
adolescentes. La violencia, la pobreza, la estigmatización, la exclusión y la
vida en entornos frágiles o de crisis humanitaria pueden aumentar el riesgo de
que surjan problemas de salud mental. El hecho de no ocuparse de los
trastornos de salud mental de los adolescentes tiene consecuencias que se
extienden a la edad adulta, perjudican la salud física y mental de la persona y
restringen sus posibilidades de llevar una vida plena en la edad adulta.

El cultivo de las aptitudes socioemocionales de niños y adolescentes y el


hecho de proporcionarles apoyo psicosocial en la escuela y otros espacios
comunitarios puede ayudar a promover un buen estado de salud mental.
También son importantes los programas que ayudan a reforzar el vínculo entre
los adolescentes y su familia y a mejorar la calidad de su entorno doméstico.
En caso de que surjan problemas, estos deben ser detectados y manejados a
tiempo por profesionales sanitarios competentes y solícitos.
Consumo de alcohol y drogas

En muchos países el consumo de alcohol en la adolescencia suscita gran


preocupación. Puede reducir el autocontrol y alimentar comportamientos
arriesgados, como las prácticas sexuales de riesgo o la conducción peligrosa, y
es una causa subyacente de lesiones (en particular a consecuencia de
accidentes de tránsito), violencia y muerte prematura. También puede
engendrar problemas de salud que aparezcan en una etapa posterior de la vida
y afecta a la esperanza de vida. Más de una cuarta parte de las personas de
entre 15 y 19 años del mundo, lo que supone 155 millones de adolescentes,
son consumidores actuales de alcohol. En 2016, la prevalencia de ingesta
episódica de grandes cantidades de alcohol en adolescentes de entre 15 y 19
años fue del 13,6%, estando los varones expuestos al mayor nivel de riesgo.

El cannabis es la droga psicoactiva que más utilizan los jóvenes: alrededor de


un 4,7% de las personas de 15 a 16 años lo consumieron al menos una vez en
2018.  El consumo de alcohol y drogas por parte de niños y adolescentes viene
asociado a alteraciones neurocognitivas que más adelante pueden generar
problemas de comportamiento, emocionales, sociales o académicos.

La prevención del consumo de alcohol y drogas es un importante ámbito de


trabajo en materia de salud pública, labor que puede pasar por estrategias e
intervenciones dirigidas a la población y actividades en la escuela, la
comunidad, la familia o a nivel individual. Entre las principales fórmulas para
reducir el consumo de alcohol en la adolescencia están el establecimiento de
una edad mínima para comprar y consumir alcohol y la eliminación de la
mercadotecnia y la publicidad dirigidas a los menores.

Consumo de tabaco

La inmensa mayoría de las personas que hoy en día consumen tabaco


empezaron a hacerlo en la adolescencia. Es crucial prohibir la venta de
productos de tabaco a los menores (menos de 18 años) y aumentar el precio de
los productos del tabaco gravándolos con impuestos más elevados, prohibir la
publicidad del tabaco y garantizar espacios libres de humo. A escala mundial,
al menos 1 de cada 10 adolescentes de entre 13 y 15 años consume tabaco,
aunque hay zonas donde esta cifra es mucho más alta.

VIH/sida
Según los cálculos, en 2019 había 1,7 millones de adolescentes (de entre 10 y
19 años) que vivían con el VIH, de los que alrededor del 90% estaban en la
Región de África de la OMS (3).  Si bien las nuevas infecciones de
adolescentes han ido cayendo sustancialmente desde el pico máximo
registrado en 1994, este grupo de edad todavía representa alrededor de un 10%
del total de nuevas infecciones de adultos por el VIH. Dentro de ese
porcentaje, tres cuartas partes corresponden a chicas (4). Además, aunque las
nuevas infecciones pueden haber disminuido en muchos de los países más
gravemente afectados, la cobertura de las pruebas realizadas últimamente
sigue siendo baja, lo que deja pensar que quizá muchos adolescentes y jóvenes
adultos vivan con el VIH sin saberlo (5).

Los adolescentes que viven con el VIH tienen peor acceso a tratamiento
antirretroviral y en ellos se observan índices más bajos de cumplimiento del
tratamiento, permanencia en el proceso asistencial y supresión de la carga
vírica. Un factor básico que contribuye a ello es la escasa prestación de
servicios adaptados a los adolescentes, que incluyan apoyo e intervenciones
psicosociales.

Los adolescentes y los jóvenes adultos deben saber cómo protegerse de la


infección por el VIH y también deben tener los medios para hacerlo, lo que
significa en particular que puedan tener acceso a intervenciones de prevención
(como la circuncisión médica masculina voluntaria, preservativos y profilaxis
anterior a la exposición) y mejor acceso a servicios de prueba y asesoramiento
en relación con el VIH, y que además haya nexos más sólidos con los
servicios de tratamiento contra el VIH para aquellos que den resultado
positivo.

Otras enfermedades infecciosas

Gracias a la mejora de la vacunación infantil, se ha registrado una marcada


disminución de la mortalidad y la discapacidad de adolescentes debidas al
sarampión. Entre 2000 y 2012, por ejemplo, la mortalidad de adolescentes por
sarampión cayó en un 90% en la Región de África.

Según las estimaciones, la diarrea y las infecciones de las vías respiratorias


inferiores (neumonía) se encuentran entre las 10 principales causas de
mortalidad de adolescentes de entre 10 y 14 años. Estas dos enfermedades,
junto con la meningitis, figuran entre las cinco principales causas de
mortalidad de adolescentes en los países africanos de ingresos bajos y
medianos.
Ciertas infecciones, como la causada por el virus del papiloma humano
(VPH), que suele darse una vez que la persona empieza a tener relaciones
sexuales, pueden provocar enfermedades a corto plazo (verrugas genitales)
durante la adolescencia, pero lo más importante es que también dan lugar a
cánceres cervicales y otros cánceres varios decenios después. La primera
adolescencia (de 9 a 14 años) es el momento óptimo para vacunar contra la
infección por el VPH. Se calcula que, si el 90% de las niñas del mundo
recibiera la vacuna contra el VPH, se podrían salvar más de 40 millones de
vidas en el curso del próximo siglo. Según las estimaciones, sin embargo, en
2019 solo recibieron la vacuna un 15% de las niñas del mundo.

Embarazos y partos precoces

Cada año, aproximadamente 12 millones de adolescentes y jóvenes de entre


15 y 19 años, y al menos 777 000 niñas menores de 15 años, dan a luz en
regiones en desarrollo. Las complicaciones relacionadas con el embarazo y el
parto se encuentran entre las principales causas de mortalidad entre las
jóvenes de 15 a 19 años en todo el mundo.

 La División de Población de las Naciones Unidas muestra que, en 2020, la


tasa mundial de natalidad entre las adolescentes asciende a 41 partos por 1000
chicas de esa edad y, en función de los países, oscila entre 1 y más de 200 por
1000 (6). Esas cifras indican un marcado descenso desde 1990, que se refleja
asimismo en la disminución de las tasas de mortalidad materna de las jóvenes
de 15 a 19 años.

Una de las metas específicas del Objetivo de Desarrollo Sostenible


relacionado con la salud (ODS 3) consiste en garantizar, de aquí a 2030, el
acceso universal a los servicios de salud sexual y reproductiva, incluidos los
de planificación familiar, información y educación y la integración de la salud
reproductiva en las estrategias y los programas nacionales.

Las adolescentes necesitan una educación sexual completa, es decir, un


proceso didáctico basado en un currículo sobre los aspectos cognitivos,
emocionales, físicos y sociales de la sexualidad. Es algo a lo que tienen
derecho. Mejorar el acceso a la información y los servicios de anticoncepción
puede hacer que disminuya el número de jóvenes que quedan embarazadas y
dan a luz a una edad demasiado temprana. También puede ser útiles leyes por
las que se prohíba contraer matrimonio antes de los 18 años.
Las jóvenes que quedan embarazadas deben poder recibir una atención
prenatal de calidad. Cuando la ley lo permita, las embarazadas que decidan
poner término a su embarazo han de tener acceso a un aborto seguro.

Nutrición y carencia de micronutrientes

En 2019, la anemia por carencia de hierro fue la segunda causa principal de


años perdidos por fallecimiento o discapacidad entre los adolescentes. Los
suplementos de hierro y ácido fólico son una solución que también ayuda a
mejorar la salud antes de que los adolescentes se conviertan en padres. Se
recomienda administrar regularmente a los adolescentes un tratamiento
vermífugo en aquellas zonas con presencia frecuente de helmintos intestinales,
como los anquilostomas, a fin de prevenir deficiencias de micronutrientes
(como el hierro).

Desarrollar en la adolescencia unos buenos hábitos de alimentación sana es


fundamental para gozar de una buena salud en la edad adulta. Asimismo,
reducir la comercialización de alimentos ricos en grasas saturadas, ácidos
grasos trans, azúcares libres o sal, y ofrecer acceso a alimentos sanos son
medidas importantes para todos, pero en particular para los niños y los
adolescentes.

Desnutrición y obesidad

Muchos niños y niñas de países en desarrollo padecen desnutrición cuando


llegan a la adolescencia, lo que los hace más propensos a contraer
enfermedades y morir a una edad temprana. En el lado opuesto, el número de
adolescentes con exceso de peso u obesidad está aumentando en los países de
ingresos bajos, medios y altos.

A nivel mundial, en 2016, más de uno de cada seis adolescentes de 10 a 19


años tenía sobrepeso. La prevalencia variaba según las regiones de la OMS, y
oscilaba entre menos del 10% en la Región de Asia Sudoriental y más del 30%
en la Región de las Américas.

Actividad física

La actividad física aporta beneficios para la salud sumamente importantes en


los adolescentes, entre ellos la mejora de la capacidad cardiorrespiratoria y
muscular, de la salud ósea, el mantenimiento de un peso corporal saludable y
beneficios psicosociales. La OMS recomienda que los adolescentes realicen al
menos 60 minutos de actividad física de moderada a intensa de promedio
diario a lo largo de la semana, por ejemplo mediante juegos o deportes,
actividades de desplazamiento (como el ciclismo o caminar) o la educación
física.

Se calcula que, a nivel mundial, solo 1 de cada 5 adolescentes cumplen estas


directrices. La prevalencia de la falta de actividad es elevada en todas las
regiones de la OMS, y es más alta entre las adolescentes en comparación con
los adolescentes varones.

Para aumentar los niveles de actividad, los países, las sociedades y las
comunidades deben crear entornos y oportunidades seguros y propicios para
que todos los adolescentes puedan realizar actividad física.

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