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Resumen Subterra, Baldomero Lillo

Subterra es la primera obra del cuentista chileno Baldomero Lillo, publicada el 12 de


julio de 1904.

El libro describe la trágica situación en la que vivían y morían los mineros chilenos a
finales del siglo XIX y principios del XX (principalmente basándose en los mineros del
carbón de Lota). La situación en Chile era muy difícil para los trabajadores,
especialmente para los mineros, que trabajaban desde el amanecer hasta el anochecer
en condiciones inhumanas.

En este contexto de desesperación, rabia e impotencia ante una situación social y


económica que hacía sufrir aún más a los más desfavorecidos, el libro de Baldomero
Lillo, es básicamente una novela descriptiva sobre la vida en la mina, y la vida de sus
mineros; asimismo es una crítica en contra del poder explotador, que reducía la
condición humana de los mineros a simples bestias.

El libro consta de 13 cuentos muy agradable para leer, aquí les dejamos un resumen
de cada cuento pero recomendamos el libro de todas maneras, también puedes revisar
la película chilena basada en el libro Subterra para que refuerces los datos.

Los inválidos
Diamante: caballo de acarreo de la mina

Los obreros viejos e inútiles para la mina, volcadores de carretillas, se aprestan a ver la
extracción del caballo de la mina después de 10 años, el que consideran su amigo.
Diamante les recordaba esos tiempos de mejores días, que ahora era desechado por
su incurable cojera y destinado a la estéril llanura, desolada y arenosa.
Las grandes poleas de la cabina comenzaron a girar y elevaron del pozo una jaula con
una red colgando, enredada en ella con las patas abiertas, el caballo negro.
Los empleados se alzaron para ayudar a liberarlo de la red en la plataforma. Era un
caballo de pequeña alzada, ideal para la mina. Cubierto de heridas y llagas en los sitios
de arreos de tiro.
Ventrudo, cuello largo, huesudas ancas y casi sin crines en la cola. Inmóvil, cegado por
la luz del día, se acerca el más viejo de los volcadores con expresión de gravedad, el
cual era considerado el mas culto. Mira al caballo y a los obreros y comienza un
discurso : ¡Pobre viejo¡ ¡La mina te arroja porque ya no sirves¡ ¡Camaradas este bruto
es la imagen de nuestras vidas y destino ¡, si todos marcháramos contra nuestros
opresores los dispersaríamos con el 1º golpe como paja al viento. Los obreros miraban
desconfiados al anciano que se aventuraba en una senda desconocida, un
desequilibrado que osaba rebelarse a las leyes de su destino.
Se acerca el capataz y todos toman su carretilla, el viejo toma la cabeza de Diamante y
le dice: -Adiós amigo, nada tienes que envidiarnos.
El caballo cegado por la luz del día camina hacia adelante, chocando, retrocediendo y
devolviéndose con cada obstáculo, no entendía que ya no estaba en un rincón de la
mina.
Un caballerizo lo ató por el cuello y lo arrastro a la carretera, sus heridas y cojera eran
terribles, el sol dañaba sus heridas y las moscas no lo dejaban de atacar.
Se detuvo en una depresión del terreno y lo golpeo en las ancas para que continuara
su camino, mientras él se retiraba.
Hondonada desierta, con yerba reseca y diminutas charcas de agua cenagosa. Un
zumbido y un relincho de dolor lo encabrito, eran tábanos de las arenas. Corrió y cayo
en una ancha grieta y quedo incrustado. Los tábanos se retiraron ya saciada su
hambre, los buitres comenzaron a llegar y sombras a rodearlo. Al atardecer, termina la
jornada en la mina y se retiran los obreros , cansados y en fila.
La compuerta 12
Pablo: niño
Pablo se aferra a las piernas de su padre mientras el piso se hundía en el pozo camino
a la mina a toda velocidad. Luego se detuvo en la entrada de una galería, caminaron
por ella a 40 mts del pique, se detienen en una gruta excavada y se dirigen donde un
hombre pequeño y viejo que hacia anotaciones en un registro enorme.
-Señor , aquí traigo a mi hijo- dijo el padre.
El hombre conmovido por su inocencia responde: ¡Hombre, este muchacho es muy
débil para el trabajo! ¿Es hijo tuyo?.
-Si señor.
-Pues deberías tener lastima, envíalo a la escuela.
-Ya tiene 8 años , debe ganarse el pan que come- dice el padre.
El capataz toco un silbato y apareció Juan.
-Leva al chico a la compuerta 12 , que reemplace al hijo de José aplastado ayer por la
corrida.
El capataz se dirige al hombre: no has llegado a los 5 cajones diarios, si sigues así te
daremos de baja.
Los 3 caminan por el túnel de rieles y el hombre preocupado por la advertencia se
angustia aun más.
Todos se han dado cuenta de su decadencia, pero la lucha en la mina convertía en
viejos a los jóvenes.
Caminando por el corredor se detienen delante de la compuerta 12, el goteo grueso y
el martilleo sobre sus cabezas, cosas que Pablo no entiende, son en realidad producto
del choque de las olas en las rompientes de la costa.
El guía enseña a Pablo al abrir y cerrar de la compuerta, y el padre esta mas tranquilo
después de ver que tiene la fuerza para mover la palanca. Es la corrida, veamos como
lo haces – dice el padre- y Pablo mueve la palanca justo cuando pasa un caballo al
trote arrastrando el carro con minerales.
El padre mas confiado le dice que lo dejara solo pero que vendrá a verlo de vez en
cuando. Pablo ahora entiende que no es un paseo y se aferra a la pierna del padre
suplicándole que lo saque de allí. El viejo se congoja y recuerda sus 40 años en la
mina, pero también recuerda su hogar con hambre y piensa que Pablo había nacido
para la mina. Se alejan después de arrancárselo violentamente de las piernas, el niño
grita como salvaje , y se escucha a lo lejos: ¡Madre! ¡Madre!
El hombre se echa a correr y agarra el pico que empuña bravamente contra el mineral,
los pedazos de piedra le hieren la cara y el pecho desnudo, hilos de sangre se mezclan
con su sudor, con la esperanza de terminar pronto una dura jornada.

El Grisú
Míster Davis: Ingeniero en jefe.
Viento negro: joven de muy mal carácter.
El capataz espera frente al ascensor, de improviso aparece en la puerta el ingeniero,
ambos penetran en la jaula, la que se detiene frente a la galería principal, se produce
un silencio, seguido de un cuchicheo. Míster Davis, obeso que inspiraba temor y
respeto por su rudeza con los mineros. Inspeccionaba de tarde en tarde la mina lo que
lo ponía de pésimo humos, que descargaba con castigos y multas a los obreros. Se
dirige con el capataz por unos tortuosos corredores sentado en la parte plana de una
vagoneta, la que es empujada por dos jóvenes. Se detienen y el ingeniero revisa unas
bigas, furioso ordena al capataz cambiarlas, pero en la pendiente el joven que acarrea
la vagoneta no pudo arrastrar mas y se desmaya. Ms Davis lo golpea , pero al ver su
resistencia a continuar, sigue su inspección a pie. El capataz después de reparar la
viga se reúne con el ingeniero en una plazoleta.
-Da la orden a la familia del muchacho que salgan de la habitación, ¡no quiero
holgazanes aquí!- dice el ingeniero.
El capataz envía una nota al mayordomo al mismo tiempo que se imagina a esa pobre
gente en la calle.
Descansan un momento , cuando observan una linternas que se acercan.
-Son los barreteros de la Media Hoja que vienen a tratar la cuestión de los rebajes, ayer
quedaron citados aquí-informa el capataz, mientras el ceño del ingeniero se frunce
cada vez mas.
Al reunirse al ingeniero se para y dice amenazante- ¡Vamos! ¿ que esperan?, ¡que
despachen pronto!
Un hombre delgado, bajo y calvo avanzo frente al ingeniero y dijo:
“Como la nueva veta solo alcanza un grueso de 60 cm, tenemos que excavar 10
decimos mas para dar cabida a la vagoneta, trabajo que es muy duro pues la tosca es
muy solida y con la presencia del grisú no podemos usar
explosivos, debemos picar con piquetas. El alza del cajón de 30 centavos no es
suficiente, ya que difícilmente trabajando todo el día se pueden hacer apenas 3
cajones.”
– ¿Cuánto exigen ustedes por mt de rebaje?- pregunta el capataz
– Seños, lo justo seria que nos pagase por cada metro el precio de 4 carretillas de
carbón, porque….
– ¡Sois unos insolentes, holgazanes¡- y dirigiéndose al capataz, ordeno- abonaras por
metro de rebaje 30 centavos a los barreteros que extraigan 4 cajones diarios, los que
no alcancen esta cifra solo cobraran el precio del mineral.
Todos quedaron pálidos.
-Señor, apiádese de nosotros, que se nos cumpla lo prometido, lo hemos ganado con
nuestra sangre – mostrándole una profunda herida en el brazo- nuestras familias tienen
hambre, se lo pedimos de rodillas.
Algunos lloraban, otros discutían culpándose mutuamente, otros se desmoronaban en
el suelo…. Luego callaron y de a poco abandonaron la plazoleta.
* * **
En el nuevo túnel un obrero y un muchacho al que todos llamaban Viento Negro tratan
de colocar una viga en posición vertical, sin embargo no encajaba pues estaba muy
larga.
-Tengan cuidado en golpear arriba – dijo el que aserraba- coloca tu mano, ese viento
caliente que sale por la rendija es grisú.
– ¡Diablos! – dijo- hay grisú para hacer saltar la mina entera. Estamos dentro del cañón
de una escopeta y con cualquier chispa se dispara.
Viento Negro no contesta, y al ver que se acerca el ingeniero se ponen a trabajar en la
viga, pero esta sigue sin entrar , y se transas a golpes el viejo con el muchacho.
El capataz al ver al muchacho le dice que se le descontaran 5 pesos por haber cortado
ayer la cuerda de señales de los capataces.
– ¡No he sido yo! – rugió Viento Negro.
– ¡Quita ese madero pronto!- ordena el capataz.
Pero Viento Negro no se movió irritado hasta la exasperación por la multa. El capataz
lo tomo del cuello y lo empujo contra la pared de una patada, Viento Negro se devolvió
y con un cabezazo en el pecho golpeó al capataz tirándolo al duro suelo.
El ingeniero y otros obreros lo detiene y reducen a golpes en el suelo.
-Ante todo vas a colocar ese soporte en su sitio- orden el capataz tratando de
demostrar autoridad.
Viento Negro toma el martillo golpea con todas sus fuerzas la viga que roza en el techo
produciendo chispazos, el grisú se prende y los 6 hombres quedan envueltos en llamas
para luego ser proyectados con espantosa violencia a lo largo del corredor.
Al sordo estallido los habitantes en su mayoría mujeres y niños se agolpan al pique,
todos corrían, el capataz a cargo trato de organizar y calamar a la gente y montando
una polea con una cuerda baja con 2 hombres al pozo.
Todo estaba despejado, la fuerza del gas había arrastrado todo, de repente se levanta
un compacto numero de trabajadores que habían huido a la entrada.
El capataz dio la orden de no avanzar pues los pasillos están llenos de viento negro.
Un hombre alto dice: yo iré, no podemos dejarlos solos , es cobardía, debemos
salvarlos. Todos aceptan sin escuchar al capataz y se eligen a 3 hombres para ponerse
en marcha.
Al avanzar por la galería se encontraron con el 1º hombre muerto, destrozado, mas allá
pedazos de otro, el del capataz , que reconocieron por sus zapatos. Todos estaban
menos el ingeniero, lo buscaron por debajo de una montaña de piedras pero no
apareció. De pronto gritaron – ¡Aquí esta!- era un bulto suspendido , atravesado en el
vientre por una barra doblada que salía por sus hombros.

El pago
Pedro María: Barretero de 35 años.
Pedro María con las piernas encogidas y acostado de lado trabaja haciendo la circa
(incisión profunda en la parte baja). Al terminar comienza velozmente a extraer el
mineral, no descansa, pues la circa lo a atrasado mucho. Fatigado y estrecho, trabaja
lo más rápido que dan sus brazos, cada golpe aumenta un goteo de agua negra que le
hace arder los ojos, el polvo que se desprende de la vena se introduce en su garganta
produciéndole accesos de tos.
Abandona la faena al anochecer, con el cuerpo adolorido, quebrantado. Su cuerpo se
enfría por el viento helado y por sus ropas mojadas.
Llega al cuarto donde lo espera ropa seca y el brasero encendido, su mujer reclama
que no hay cena y que el café que queda es para mañana.
-No importa mujer, mañana es día de pago, se acabaran nuestras penas.
Se acostó sobre 2 tablas y se abrigo con un manta deshilachada y sucia, sus hijos
dormían en igual forma. El despacho les a cortado los víveres y debieron vender la
ropa de cama.
Pedro María despertó más animado como todos, pues era día de pago, se refregó la
piel para sacar el tizne, luego con su mujer calcularon el pago y vieron que les
alcanzaba para recuperar lo vendido. Se escucha la campana de la oficina pagadora y
se dirigen con los niños, corrían para evitar la lluvia que caía copiosamente.
La ventanilla se abrió y pagaba llamando por secciones, no era permitido reclamar,
para eso debían esperar que terminara el pago de todos.
-¡Barreteros de la doble¡- sección de Pedro que espero ansioso pero que finalmente no
fue llamado. Una vecina le pregunta- ¿no lo han llamado todavía? Tampoco a este-
señalando a un niño.
Pedro María saca la cuenta como muchos otros pero no considera la multa, la
disminución de salario o el alza de los pecios del despacho.
-¡ Reclamos!- grita el joven de la ventanilla
-¡No ha sido llamado?- pregunta a la mujer.
-No
-¿Nombre?
-Juan Ramos, portero.
-Tiene 26 días a 25 centavos y 1 peso de multa, debe 50 centavos al despacho, ¡Otro!
-Canallas ladrones- pero los capataces lo empujan.
-Pedro María, tiene 10 pesos de multa por 5 días faltos y se le han descontado 12
carretillas que tenían tosca. Debe 3 pesos al despacho. ¡Otro!
Pedro María taciturno ve alejarse a su mujer y sus hijos flacos por el hambre, pero no
quiso seguirlos y llegar al cuarto frio con los chicos pidiendo pan.
Se tiro en un rincón seco y durmió.
Soñó que estaba en la mina y el mineral era como gelatina y que se daba cuenta que
aquello era sangre , sudor y lagrimas de generaciones de mineros. También soñó con
mujeres, diamantes con sangre y esqueletos que se destruían por partes de un edificio.
Pedro despierta súbitamente empapado

El chiflón del diablo


Cabeza de Cobre: joven de 20 años, pecoso y colorín
María de los Ángeles: madre de Cabeza de Cobre
El capataz de turno desde su mesa observa la bajada de los obreros. De pronto se
acerca a dos trabajadores diciéndoles:
-Quédense ustedes
Uno era joven y le llamaban el Cabeza de Cobre, el otro mayor y alto.
Tras una espera, el capataz los llamo con una seña.
-Son ustedes barreteros de la alta ¿no es así?
-Si
-Siento decirles que quedan sin trabajo. Tengo orden de disminuir el personal de esta
veta.
-Sea usted franco, don Pedro y díganos que quiere obligarnos a ir al Chiflón del Diablo.
-Aquí no se obliga a nadie, pero para ayudarlos a salir del paso, les cuento que
tenemos dos vacantes en el Chiflo nuevo o del Diablo como ustedes le dicen.
Los mineros ya conocían esta táctica, el Chiflón del Diablo era muy peligroso pues era
muy poroso e inconsistente, la compañía empezó los trabajos como se requería , pero
después se vio que se necesitaba mucha madera, lo que encarecía los costos de
extracción. La compañía aumento los pagos, pero los mineros aun así no querían
entrar al Chiflón, por esto se optaba por “obligarlos” a bajar.
El riesgo de bajar al Chiflón se compensaba con el aumento de la extracción, pues la
veta era mas rica.
Los obreros aceptaron, el invierno era crudo, y se vieron bajando al Chiflón.
Cabeza de Cobre llego grave a se casa, apenas hablaba, casi no respondía a las
preguntas de su madre. Ella se llamaba María de los Ángeles, alta y delgada, con las
lagrimas siempre apunto de brotar.
Su marido y dos hijos muertos en la mina por explosión de grisú y hundimiento de la
mina, solo le quedaba aquel muchacho, por el que su corazón siempre estaba
temeroso de una desgracia.
-Buenas noches vecina- era la joven Juana.
-¿Cómo esta el enfermo? Pregunta María mientras le entrega una olla con un poco de
sopa y un pan.
-El médico dice que el hueso de la pierna no a soldado todavía, muchas gracias vecina,
la virgen se lo pagará.
-Pobre Juana- dirigiéndose al joven- hace un mes que sacaron a su marido por su
pierna, era barretero del Chiflón del Diablo ¡Dicen que los que trabajan allí tienen la
vida vendida!
-No tanto madre
-Pero yo no podría vivir si trabajaras allá
Cabeza de Cobre se va en la mañana sin darle la noticia del cambio de faena a su
madre.
A la hora del medio día el repique de la campana de alarma hizo precipitarse a todas
las mujeres fuera de las habitaciones, María de los Ángeles se sube la falda y corría
como si tuviera alas en los pies, quedo en primera fila; su cuerpo tiritaba y trataba de
pensar que su hijo no estaba entre los muertos pero una garra en su estomago que le
apretaba cada vez mas como una corazonada, mal presentimiento. Las horas pasaban,
hasta que se oyeron los cuatro campanazos de izar, entonces la máquina comenzó a
subir la jaula, todo quedo en silencio, un silencio lúgubre. Dentro del ascensor algunos
obreros que rodean una carretilla negra. Del primer cuerpo solo asomaban sus
zapatos, el segundo era calvo y viejo y el tercero por entre las frazadas asomo un
mechón rojo – ¡El Cabeza de Cobre¡.
María de los Ángeles gritaba desesperada, para luego quedar inmóvil con los brazos
colgando.
Quedose mirando un punto de luz y se acerco a él. Se lanzo por aquella rendija donde
vio a 3 mineros, y se consoló por que vio en ellos a su hijo, pero los mineros solo
reconocieron un chasquido seco y desapareció la visión. La mujer fue detenida por los
cables pero su desesperación la expulso al vacio desde donde brotaron vapores:
aliento del monstruo en el fondo de la mina.

EL Pozo
Rosa : Joven hermosa de 16 años , ojos verdes y blanca dentadura.
Remigio: Joven pálido pretendiente de Rosa
Valentín: Joven rubio pretendiente de Rosa
Rosa se dirige a la huerta, enrejada en ramas con un tarro lleno de agua sobre la
cabeza, mientras ella riega las hortalizas , el joven Remigio se acerca sigilosamente
por atrás, de repente Rosa se voltea sorprendiéndose y disgustándole, pues no le era
de su agrado la presencia del joven.
-¿Ahora que estamos solos me dirás que te pasa que ya no me hablas y te escondes
cuando quiero verte? Acuérdate que éramos novios, que me querías.
-Nunca dije nada- responde Rosa molesta por el acoso.
– Nada tengo que decirte, déjame pasar.
-Por ultima vez, ¿quieres ser mi mujer?
-Nunca , ¡primero muerta!- dijo con fuerza la joven.
Renato ebrio de despecho y deseo , tomo a la joven por la cintura y la levanto en el aire
para caerle encima, ella dio una gran pelea pero la mano de Remigio le impedía pedir
ayuda. Cuando de improviso se aparece otro joven, el agresor se levanto y se
empeñaron en una lucha a muerte. Rosa avergonzada lloraba y se cubría.
Las hortalizas eran pisoteadas, lo que enfureció mas a la joven y cogiendo un puñado
de arena se lo lanzo a los ojos a Remigio, quien retrocediendo cayo al suelo derrotado.
La joven corrió al cuarto y conto a su madre que el huerto estaba destruido.
-¡Bribona- responde la vieja- sí es así apróntate el cuero que te lo voy a arrancar a
tiras¡
Pero a Rosa no le importaban las amenazas pues vio a su salvador que a lo lejos le
enviaba un beso.
***
Rosa no sentía rencor por Remigio , solo indiferencia.
Un día el padre de Rosa tuvo la idea de hacer un pozo cerca de la huerta para no tener
que ir tan lejos a buscar el agua , se decidió empezar el domingo y los más entusiastas
fueron los dos jóvenes. Al medio día ya habían cavado 2 metros extrayendo la arena
con un balde atado a una cuerda que subían con una polea. Al caer la tarde el pozo
tenia 4 metros de profundidad y los obreros se retiraron para armar la moldura de
madera que evitaría el derrumbe del pozo.
Remigio se quedo un instante en el para arreglar la polea pero al ver que la joven se
acercaba se lanzo al agujero para esperarla, la joven se asomo al pozo para ver el
agua y Remigio la sorprendió, pero ella solo miro en tono de broma y subió el balde
hasta la polea y recogió la cuerda. Cuando se alejaba Remigio escuchaba la voz de la
joven y de Valentín que la cortejaba. Remigio se puso pálido de furia y trato de salir del
pozo pero escuchando los besos de la pareja mas se enfurecía. Luego sintió a alguien
acercarse era Valentín que con una sonrisa le lanza la cuerda, Remigio no salió
inmediatamente, cuando empezó a sentir un estrepito en el suelo, era un caballo
perseguido por un perro, soltando unos trozos de las paredes del pozo, asustado salió
inmediatamente. Sentía susto y pena lo que luego se transformo en sed de venganza.
Valentín se acerca al pozo y entra para desatorar el balde , Remigio silenciosamente
saca la cuerda y luego se dirige a la plazoleta donde jugaban un centenar de obreros y
grito – ¡SE DERRUMBA EL POZO!¡VALENTÍN ESTA ADENTRO¡, Valentín escucho
los gritos y sintió el peligro, los obreros llegaban como una alud, el pozo comenzó
realmente a derrumbarse por las vibraciones.
-¡Por dios hermanos sáquenme de aquí¡- Gritaba Valentín. La arena ya le llegaba al
pecho, pero todo esfuerzo fue inútil, Remigio observaba de lejos su venganza, Rosa
gritaba, llego su madre .La arena tapo a la mujer hasta los hombros y en mas de metro
al joven. Después de 1 hora lograron sacar el cuerpo del muchacho.

Se observa un terreno desahitado que en sus tiempos fue un poderoso establecimiento


carbonífero.
Años atrás cuando las máquinas lanzaban sus volutas de vapor , un hombre subía por
el camino con un saco en la espalda ayudado por un bastón que era su guía. Llego a la
plataforma para hablar con el capataz.
-Señor , me llamo Juan Fariña y quiero trabajar en la mina.
-Camarada- viendo el capataz su gran musculatura- no es fuerza lo que te falta, pero
para ser barretero debes tener buen ojo y un ciego como tu no servirá para el caso.
-Nada veo, pero tengo buenas manos- repuso Fariña.
-Quedas aceptado, mañana a primera hora.
A la mañana siguiente Fariña empezó, les llamaba a todos la atención su agilidad para
moverse, era como si su bastón fuera una antena. Con el tiempo se fue adaptando y
era tan buen trabajador que superaba la producción de los de mas experiencia y
juventud ganando la reputación de obrero
inteligente y valeroso, pero sus colegas se alejaban de él por su carácter huraño y
retraído, quienes no comprendían que el hombre prefería el trabajo en la mina que la
vida al aire libre como mendigo. Así trataron de escarbar en su pasado, pero nada
consiguieron, los rumores hablaban de que sus ojos blancos eran fosforescentes y que
veía en la oscuridad, que en realidad solo dormía en la mina y que su socio el Diablo
era quien trabajaba. Dos cuidadores dijeron haber visto a un barretero desconocido en
la noche quien trabajaba velozmente en la sección de Fariña, con su fuerza derribo 2
trozos de madera los que al caer formaron una cruz, de repente un aire azoto sus
rostros y la visión desaparición para encontrarlos al otro día desvanecidos lo que
aumentó la creencia de su pacto.
Sus colegas se alejaron de él y Fariña tuvo que hacer también de carretillero. Fariña se
sentía agotado lo que indicaba a los mineros que se pacto estaba llegando a su fin. Un
rumor que nadie recordaba era que años anteriores un hombre murió por explosión de
grisú y su hijo de 16 años quedo herido, su mujer enloqueció y nada se supo del
muchacho, los que recordaban el hecho creían ver en su rostro secuelas de
quemaduras.
Fariña fue designado como vigilante nocturno, erase día de fiesta y Fariña recorría las
galerías solo, arriba dos hombres se encargaban de extraer el agua que se filtraba con
baldes bajos las jaulas.
Fariña solo , se dirige rápido a la oficina del capataz y saca cierto numero de paquetes
pequeños ,un saquete de pólvora y algunos rollos de guía. Se dirigió silenciosamente al
sector que estaba ubicado exactamente bajo el mar, con muchas filtraciones , gruesas
vigas y revestimientos para evitar los derrumbes que siempre se habían temido.
Fariña perforó 6 pilares y coloco en cada uno una larga mecha que se unían para
formar un solo haz, vertió encima del nudo parte del saquete de pólvora y formo un
camino de varios metros de longitud. Encendió un fosforo y un chisporroteo recorrió el
suelo, Fariña recorrió varios metros y se detuvo para escuchar la gran explosión.
Afuera los maquinistas creyeron escuchar una ruido pero lo ignoraron, sin embargo ,
horas después le llamo la atención que el nivel del agua en la mina no bajara, que era
lo lógico, hasta que un balde subió con un pez revoloteando, recién comprendieron que
el mar había entrado a la mina.
El nombre Fariña estaba en boca de todos y nadie dudaba que el fuera el autor.
***
Todos los años en la noche de aniversario del accidente los pescadores dicen ver
cuando suena la 1ª campanada un pequeño remolino hirviente y espumoso , surgiendo
de él la figura del ciego mirando la mina para luego desvanecerse.

Caza mayor
Palomo: viejecito pequeño y seco
El Palomo con el fusil en sus manos sigue los pasos de las aves en la arena. La caza
satisface apenas sus más premiosas necesidades, ya estaba agotado y aun no hacia el
1º disparo, de repente 3 dedos marcados en la arena, rodeó cuidadosamente los
matorrales, allí estaba una magnífica perdiz, apunta y la primera caza llena el morral.
Alegre y optimista busco la 2º presa. Procede a cargar el fusil ( un mohoso cañón con
la caja atada con cuerdas y una mira que vuela con cada disparo) crea una solemne
ceremonia, vierte en la palma de la mano la pólvora vaciándola en el cañón, luego con
hierba un taco, cuenta meticulosamente los Doce Pares (doce perdigones)
colocándolos para finalmente con el perdigón mas grande trazar la señal de la cruz
sobre la boca del cañón (llamábale Carlomagno).
De repente el silbido de otra perdiz que alza el vuelo, para posarse en una depresión
del terreno, cuando esta a buena distancia suelta el tiro, pero cuando aun no se
disipaba el humo…
-¡Quita allá Napoleón!
La perdiz desaparece en la boca del enorme perro. Furioso se abalanza sobre el perro
a golpes, pero no suelta la presa, luego cambia de táctica,
-Napoleón, buen perro, ven acá hijito.
Y la presa desapareció.
Daban le ganas de descargar el arma contra la bestia, pero su amo era el mayordomo
de la hacienda, hombre autoritario que hubiera vengado cualquier ofensa al perro.
Las perdices eran el plato predilecto de la fiera y escuchar el primer tiro era salir
disparado , como llamada a comer.
El viejo triste sigue su camino pero el perro le trata de arrancar la perdiz del morral,
enfurecido cae al suelo y se queda un buen rato acostado pero el perro no se aleja
esperando se presa. Decide simular el termino de la caza pero el perro lo seguía de
cerca, luego se aleja y por fin el perro lo deja libre.
Para tratar de recuperar lo perdido sigue cazando cuando encuentra una perdiz
distraída, carga el rifle , dispara, pero el perro se lanza y zangulle el ave.
El Palomo triste realiza la última carga que le queda, y se dirige al camino, cuando
siente el tirón en su morral , era Napoleón que le arrebataba la perdiz. Hirviendo en
cólera el Palomo descarga su fusil sobre el perro, “jamás su pulso había sido tan firme
ni su ojo tan certero” .
Aullido tras la detonación. Creyó haber cometido un crimen y se imaginaba la figura del
amo furioso produciéndole terror.

El registro
Abuela : pequeña delgada seca.
La mañana es fría, una fina llovizna empapa a la abuela que camina a toda prisa por
aquel camino a su cuarto, esta sudorosa y jadeante, lleva bajo el pañol un paquete, el
temor se hace mas visible cada vez, cruza la llanura arenosa para luego pasar su
delgado cuerpo por entre una reja de alambre que limitaba los establecimientos y en
línea recta llega a los cuartos. Todos la miran y comentan, ella entra en su cuarto ,
calienta agua en la tetera para el mate. En la cama, ya mas tranquila abre el paquete
como si fuera un gran tesoro, es mate fino y un poco de azúcar. Hacia tanto tiempo que
su paladar le pedía de manera obsesiva la hierba. La hierba del despacho era de muy
mal sabor, pera la del pueblo era fina y aromática a 40 centavos pero con dinero
constante y sonante, la del despacho costaba el doble pero lo cancelaban con fichas
además estaba prohibido comprar fuera del despacho. Paso varios meses ahorrando
centavo tras centavo, ahorrando de lo que le daba su único nieto.
Ya con el dinero en la mano venia lo difícil, debía llegar al pueblo sin ser vista por los
celadores. A veces dudaba , quedarían sin trabajo y cuarto.
Escogió un día de lluvia, la vigilancia era menor de lo habitual, salto la reja y camino
por el sendero una gran distancia sin sentir fatiga, pero la vuelta fue distinta, tuvo que
detenerse para tomar aliento mas de una vez.
Ya por fin en el cuarto, el miedo cambia a alegría infantil, por fin se daría un gusto.
Cuando la tetera estaba a punto de hervir golpearon la puerta, era el jefe del despacho
y su dependiente.
-¡Abra la puerta abuela! – grita el encargado.
Ella tomo el paquete, lo escondió bajo el banco , abrió la puerta y se sentó en él.
El jefe entro seguido de dos celadores, la abuela paralizada miraba con la boca abierta
mientras el dependiente comienza el registro, dieron todo vuelta pero no encontraban
nada.
-¿Estas seguro de haberla visto atravesar los alambres?
-Tan seguro como ahora estoy viéndolo a usted.
-Bueno , regístrenla a ella
No encontraron nada, todo estaba feliz para la abuela, pero el dependiente se agacho
para miran bajo el asiento , allí estaba el paquete escondido.
-Si usted no fuera una pobre vieja, ahora mismo la echaría del cuarto, ya que usted
sabe que esto es un robo para la compañía, por ser la primera vez la dejo pasar ,pero
será la ultima.
La abuela sola desbordaba de gratitud por la bondad del patrón. Sin levantarse se
volvió a la chimenea e inclino la cabeza pesadamente.

La barrena
El abuelo cuenta su historia a un auditorio de jóvenes. “En esos tiempos existían solo 2
piques: Chambuque y Alberto, muy ricos en carbón. Los de la Playa Negra quisieron
quitarnos la explotación del mar que estábamos realizando, quisieron atajarnos
corriendo una galería que iba desde el bajo de Playa Blanca en derechura a Santa
María cortándonos así el carbón que quedaba al norte bajo el mar, tenían ya armada la
cabina del pique en la orilla del mar.
Nuestros jefes nos ordenaron llevar a Alto de Lotilla los mejores de cada sección, yo
lleve a 10 barreteros. El ingeniero nos reunió y nos pidió nuestro apoyo. Debíamos abrir
un pique y continuar una galería paralela a la playa para cortar en cruz lo que traían los
de Playa Negra, pero debíamos llegar antes que ellos al cruce. Todos estuvimos de
acuerdo. Se organizaron turnos día y noche, se trabajaba a toda máquina. Luego de
dos semanas los ingenieros bajaron y midieron con sus instrumentos para indicar
donde debíamos abrir la galería. Seguíamos trabajando, estábamos agotados pero
debíamos llegar a la meta antes que los de Playa Negra. Al mes volvieron los
ingenieros y ordenaron parar hasta nuevo aviso. Estábamos tan curiosos que
decidimos parar la oreja en la pared, oímos unos golpes , era la barrena que venia, los
ingenieros se pegaron también al muro y confirmaron nuestros sospechas, marcaron
con una cruz el muro y bajaron los carpinteros quienes cerraron una pieza de 10
metros en la galería, colocaron una puerta y esperamos varias horas hasta que bajan
un brasero. Cuando por fin la barrena de los de Playa Negra atravesó nuestra galería el
capataz se lanzo y doblo como escuadra la barrena que quedo atascada en el orificio
del muro. Nos ordenaron salir rápidamente de la habitación y colocaron sobre el
brasero un saco de ají cerrando la puerta , corrimos inmediatamente al ascensor, la
picazón era insoportable. A los 10 minutos sonó la campana de alarma del enemigo,
todos los que salían no podían hablar por la terrible tos que les produjo el ají.
Pasaron los día , semanas, meses pero les fue imposible continuar los trabajos,
además el techo de las galerías sin apuntalar se vinieron abajo entrando el mar. Seis
meses después la famosa mina de Playa Negra era solo un pozo”.
Era el solo…
Gabriel: niño huérfano de 12 años
Benigna: Ama del niño
Encarnación Retamales: Comadre
Gabriel siempre piensa en sus 2 hermanas, en huir de la casa para reunirse con ellas,
pero pensar que no tiene dinero ni libertad, le llena de tristeza el alma. Al ver pasar la
murga recuerda lo feliz que eran y se recuesta en el suelo a sollozar.
-Mira tú ¡ya es hora de almorzar y no esta lista la mesa! ¿Qué haces botado en el
suelo?
Gabriel poniéndose de pie se limpia las lagrimas y responde
-Tenia pena, ama señora.
-Para eso tengo un santo remedio- sacando de entre sus ropas un pesado chicote que
alzo sobre la cabeza, pero se detuvo al escuchar la puerta
-¡Ya me la pagaras!
***
En el comedor Gabriel sirve los manjares a Benigna, Encarnación y a su tío solterón.
Los tratos son cariñosos para el niño, pero el sabe que después el chicote se los
descontara. El tío se retira y el niño levanta la mesa.
-Que le pasa a este niño ¿estará enfermo? – pregunta Encarnación.
-No , es que lo reprendí y esta taimado, realmente me ha hecho salir canas verdes.
-Yo casi me quedo con una de las niñas, es que creo que sus padres los mal criaron,
creo que nunca les pegaron.
Doña Benigna cuenta las tragedias que ha debido soportar por su compromiso de criar
al niño.
-¡Que paciencia de santa! – exclama Encarnación levantando los brazos al despedirse
– voy a rezarle a la Virgen para que los ángeles le alivianen esta cruz ¡Pobrecita mártir!
Benigna en su dormitorio ordena a Gabriel una serie de quehaceres ha realizar
mientras ella sale a hacer una menesteres.
Ya solo en la casa , Gabriel se dirige a la habitación del tío a hacer la cama, y se
recuesta a llorar cuando el recuerdo de sus padres viene a su memoria. Su rostro va
adquiriendo un dolorosa expresión de amargura, recuerda la trágica muerte de su
padre, victima de un accidente en el taller y el fallecimiento de la madre por el exceso
de trabajo 2 meses después. Entre lagrimas y sollozos murmura:
-¡Papá , papacito, porque te has muerto! Mamá ¡Donde estas!, observa nuevamente el
arma suspendida en la pared, pero no se atrevería, 2 veces había colocado el cañón en
su sien, pero el ruido de la detonación lo acobardaba. Recuerda los ojos azules que lo
miraron desde la ventana, con dulce voz decía:
-¡Pobrecito , tanto que le pegan!
Aquello fue como un rayo de luz. Era una mezcla de goce, vergüenza, al encontrarla en
la calle se sonrojaba y avergonzaba de sus pies descalzos y sus ropas sucias.
Vio en ella una compañera que también sufría sus mismos males, no era él solo.
Le gustaba mirarla a través de los cristales pero al fijar sus pupilas azules en su
dirección se escondía.
Entre las tablas Gabriel observa a la niña de 14 años vestida en cachemira como una
princesa, sin señal de melancolía en el rostro, de improviso aparece un muchacho rubio
y la toma de la cintura, ambos ríen alegremente y juegan… de súbito cesan en sus
juegos y dice a su hermano en tono de alarma:
-Pedro ¿has oído?
-Si ,parece una puerta que el viento cerro de golpe.
***
Benigna llega a la casa, sorprendida y furiosa observa que el fuego no esta hecho, su
cuarto desordenado, desesperada busca a Gabriel con el chicote en la mano. Lo
encuentra sentado en la habitación del tío, entra veloz y le envía lluvia de chicotazos.
-¡Toma pícaro, flojonazo, bribón¡
Se detuvo, algo liquido le salta a la cara, con la claridad su rostro se llena de espanto y
cae resbalándose en algo viscoso.
Gabriel sentado con cara de cera, los pies desnudos y colgando , abajo un amplio tapiz
purpura, ya no temió al estruendo del arma.
La mano pegada
Paico: vagabundo con la mano pegada
Simón Antonio: patrón de la hacienda
Don Simón Antonio en su caballo acompañado de jinetes encaminan a guascazo al
viejo Paico, su andar es lento apenas levanta los pies y el patrón lo guasquea en las
piernas gritándole – ¡Vamos aprisa viejo ladrón!
Ese viejo preso es un mendigo que recorre las tierras rogando caridad, famoso por la
historia de su mano pegada que cuentan no puede desprender de su cuerpo porque
salta sangre.
La gente al verlo venir se agrupa para oírle su historia , luego de alimentarlo comienza
el relato.
“Recuerdo que mi madre tenia un carácter muy fuerte, me llamó 2 veces.
-¡Pascual tráeme unas astillas para encender el horno!
-Ya voy madre , ya voy.
Respondí cegado por el juego de la rayuela con mis amigos. Cuando estaba a punto de
lanzar sentí un golpe en las costillas, inmediatamente reaccione lanzando un zurdazo,
al mirar el suelo observe a mi madre con la cara sangrando.
-¡Maldito, hijo, maldito!
Caí redondo y al despertar vi mi mano izquierda sacrílega pegada a la tetilla”
Todos se sorprendían
-Haber don Paico, déjenos ver eso.
Mostraba la mano pegada a la tetilla y al moverla le subía un color rojo a la mano,
como si fuera a sangrar.
Aquel día don Simón en su ronda por la hacienda observa al viejo que atraviesa un
potrero mirando como un ladrón, espueleó el caballo y le cerró el paso, hace tiempo
que quería tomarlo prisionero como juez del distrito ya que la forma en que el viejo se
procuraba el sustento lo indignaba. La intención de don Simón era eliminar aquellos
malos rumores sobre la forma en que se hizo de fortuna, así daría la imagen de amante
de la justicia.
Se dirigieron al fundo y lo enviaron al calabozo donde aterrado observo una barra de
hierro con sus correspondientes anillos.
-¡Haber , quítate la manta¡
-¡No puedo, señor, no puedo!
Derribándolo le sujetaron las piernas en alto y comenzaron a interrogarlo, el pobre
anciano trato de pararse apoyándose con la mano derecha y la izquierda en el pecho,
todos miraban aterrados la escena, cuando el patrón le toma la mano adherida y la tira
con brutalidad con sonrisa de triunfo al ver que no existía tan piel.
-Ya ven ustedes que aquí no hay tal pegadura ni cosa que se le parezca.
Ordeno clavar 2 estacas en el suelo y atar sus manos a cada una en cruz como Cristo,
se convocaron a los inquilinos para que vieran con sus ojos al farsante, pero para ellos
aquello era un castigo acarreado por la maldición materna , a sus ojos era un mártir, y
la despegadura un milagro.
Luego de haber almorzado el patrón ordeno traer a Paico en su presencia, faltaba darle
la pena.
-¡ Perdón, amito, perdón!
-Vas a abandonar el distrito de mi jurisdicción , pero antes de que nos separemos te
vas a llevar un recuerdo mío.
Y empinándose en los estribos levanto la funda para dar una lluvia de rebencazos al
viejo quien brama de dolor para terminar echo un ovillo de lana , de cara contra la
tierra.
Terminó ordenando atarle las manos a un palo sobre los hombros.
Don Simón pregunta a su capataz si el comprador se había dado cuenta que los
animales eran de menor calidad y este dijo que no ( así don Simón obtuvo una
ganancia mayor).

Cañuela y Petaca
Cañuela: niño de 9 años, espigado y debilucho, rubio , ojos claros.
Petaca: primo de Cañuela, 11 años, pelo y ojos oscuros, bajo y rechoncho.
Cañuela y Petaca solos en la casa descuelgan el fusil. Siempre planeaban salir a
cazar, pero la falta de pólvora, perdigones y fulminantes se los impedía.
Un día Petaca llegó con un paquete de pólvora que robo de la cantera donde su padre
es capataz, y acuerdan salir el día domingo a cazar. Debían esconder la pólvora en un
lugar seco y seguro, luego de mucho pensar la enterraron bajo las cenizas del fogón
para que estuviera seca. Petaca se retira y promete traer los perdigones y fulminantes
antes de la cita.
Cañuela observa temeroso a la abuela como sopla el fuego del fogón
-¡Ahora si que revienta , caramba!
Por fin llega el domingo y los abuelos se retiran al mercado, y teniendo todo lo
necesario Cañuela y Petaca toman el fusil y se adentran en las lomas.
Petaca con el fusil en las manos decide seguir a través de los rastrojos donde abundan
las loicas y perdices, cuando divisan una loica macho, la siguen hasta tenerla a buena
distancia, pero cuando Petaca estaba a punto de disparar Cañuela le avisa que el arma
no esta cargada y el ave se escapa. Después de descansar deciden cargar el fusil,
pero no tienen idea. Petaca decide echar 1º los perdigones, luego una respetable
cantidad de pólvora, un manojo de pasto seco como taco y los fulminantes. Al
dispararle a un chincol lo único que se escucho fue un chasquido seco y agudo. Petaca
al no ver el ave en el árbol lo busca seguro de haberle disparado, pero Cañuela no
quiso decir que él vio el ave volar.
Alegres por su primer disparo vuelven a cargar después de cada disparo hasta que
Cañuela dice alarmado:
-¡ Se acabo la escopeta¡
Por la boca del cañón se asoma el último taco y no había forma de sacar ni un gramo
de pólvora ella.

Devuelta al rancho Petaca hace un fuego y acuesta sobre él la escopeta, se alejan y


una explosión formidable los ensordeció. No encontraron vestigios del fusil, cuando en
los alto de la loma se observa al abuelo venir furioso con la caja de la escopeta en la
mano. Petaca sale corriendo y observando el terreno piensa que él podría encontrar el
cañón para fabricar un trabuco para hacer salvas y matar pidenes en la laguna.

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