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PROFETIZA ESPERANZA

(APOCALIPSIS 10)
Nafri Machado
TEXTO: Y él me dijo: Es necesario que profetices otra
vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.
(Apocalipsis 10: 11)

INTRODUCCIÓN:
Apocalipsis 10–11:14 está insertado entre la sexta y la
séptima trompetas como una especie de interludio.
En la visión de los siete sellos, ocurre un interludio entre
el sexto y el séptimo sellos, describiendo el sellamiento
del pueblo de Dios y la gran multitud redimida delante
del trono de Dios.
La serie de las siete trompetas sigue el mismo esquema.
El interludio entre la sexta y la séptima trompetas
describe al ángel fuerte con el librito abierto (un rollo
pequeño, 10:1–11) y los dos testigos (11:1–14).
Algunos eruditos han sugerido que el interludio entre la
sexta y la séptima trompetas parece proporcionar la
respuesta a la pregunta. “¿Cuál es la tarea de la iglesia
en estos tiempos turbulentos?”
Apocalipsis 10 contiene dos partes: una descripción de
un ángel fuerte con el librito abierto (10:1–7) seguida
por la comisión que le da el ángel a Juan de profetizar
con respecto a las naciones (10:8–11).

I. EL LIBRITO
Se completa la descripción de la plaga de la sexta
trompeta.
Los ángeles junto al río Éufrates—donde se retienen los
cuatro vientos para que se selle al pueblo de Dios (cf.
Apoc. 7:1–3)—se sueltan (9:14); es tiempo ahora de la
gran reunión para la batalla del Armagedón.
El lector, en forma intuitiva espera escuchar el sonido de
la séptima trompeta. En cambio, la secuencia de las dos
últimas trompetas se interrumpe. La atención del lector
pasa a una escena que es de carácter bastante diferente
del resto de las trompetas.
Apocalipsis 10:1 Vi descender del cielo a otro ángel
fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su
cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como
columnas de fuego.
Este “ángel fuerte” parece corresponder al “ángel
fuerte” de Apocalipsis 5:2; de ambos se dice que son
“fuertes” o “poderosos” (gr. isjurós) y están asociados
con los libros celestiales.
Apocalipsis 10:2 Tenía en su mano un librito abierto; y
puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre
la tierra.
Algunos comentadores han interpretado el rollo abierto
de Apocalipsis 10 como el libro de Daniel que fue sellado
a la comprensión humana “hasta el tiempo del fin” (Dan.
12:4, 9).
Daniel 12:4 Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el
libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí
para allá, y la ciencia se aumentará.
Sin embargo, el contenido del librito de Apocalipsis 10
no está limitado a la porción profética del libro de
Daniel, porque su contenido es más amplio que el del
libro de Daniel.
En griego a este librito se lo llama un biblarídion, lo cual
apunta a que puede ser una porción del biblíon más
grande del capítulo 5.
Esto indicaría, además, que el librito abierto de
Apocalipsis 10 sostenido por un ángel fuerte, es solo una
divulgación parcial de la revelación divina que había sido
sellada.
El hecho de que se lo llame “pequeño” sugiere que
puede contener solo una porción del rollo sellado, la
porción que es esencial y beneficiosa para el pueblo de
Dios al aplicarse a los eventos finales de la historia de la
tierra.
Apocalipsis 10:3, 4 y clamó a gran voz, como ruge un
león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron
sus voces. 4 Cuando los siete truenos hubieron emitido
sus voces, yo iba a escribir; pero oí una voz del cielo
que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han
dicho, y no las escribas.
El concepto de los siete truenos de Apocalipsis 10 es uno
de los más misteriosos del libro del Apocalipsis.
En Apocalipsis, el trueno actúa como una revelación que
advierte previamente con respecto a las actividades
divinas en el juicio. Aparecen truenos como la
advertencia previa a la apertura de los siete sellos (4:5;
6:1), a las plagas de las trompetas (8:5), a la guerra entre
el dragón y la mujer que conduce a las siete plagas
(11:19), y a la conclusión de la historia de la tierra, que
conduce al juicio final (16:18).
Apocalipsis 10:5, 6 Y el ángel que vi en pie sobre el mar
y sobre la tierra, levantó su mano al cielo, 6 y juró por
el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo
y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que
están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que
el tiempo no sería más.
“Este tiempo, el que el ángel declara con un solemne
juramento, no es el fin de la historia del mundo ni del
tiempo de gracia, sino del tiempo profético que
precederá al advenimiento de nuestro Señor; es decir, la
gente no tendrá otro mensaje acerca de un tiempo
definido” CBA, notas de Elena de White.
El ángel que jura proporciona a la iglesia una sólida
certeza de que Dios es firmemente fiel a su promesa. No
hay más demoras; el tiempo del fin, profetizado por
Daniel, está ahora “irrevocablemente puesto en
movimiento”. Dios está por liberar y vindicar a sus
santos fieles y concluirá la historia de la tierra.
Apocalipsis 10:7 Sino que en los días de la voz del
séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta,
el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a
sus siervos los profetas.
El “misterio de Dios” en la Biblia se refiere al propósito
de Dios con referencia al futuro, que él reveló por medio
de sus agentes especialmente elegidos, los profetas.
El misterio al que se refiere aquí es con respecto al
evangelio del reino; el término en el Nuevo Testamento
se refiere a todos los propósitos de Dios en el mundo, su
plan de redención, y su trato con el problema del
pecado.

II. UN LIBRITO COMESTIBLE


Siguiendo al solemne anuncio del ángel (10:5–7), la
atención pasa al profeta mismo. Es interesante que, en
esta sección, Juan, quien ha sido un espectador más bien
pasivo, comienza a ocupar un lugar más activo en las
visiones que recibió.
Apocalipsis 10:8-10 La voz que oí del cielo habló otra
vez conmigo, y dijo: Vé y toma el librito que está
abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el
mar y sobre la tierra. 9 Y fui al ángel, diciéndole que me
diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te
amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la
miel. 10 Entonces tomé el librito de la mano del ángel,
y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero
cuando lo hube comido, amargó mi vientre.
Está no es una experiencia única para un profeta.
Jeremías 15:16 Fueron halladas tus palabras, y yo las
comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi
corazón.
Jeremías pasa por una experiencia de dulzura al comer
el mensaje de Dios, pero el resultado de la divulgación
de ese mensaje fue este:
Jeremías 20:8 Porque cuantas veces hablo, doy voces,
grito: Violencia y destrucción; porque la palabra de
Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día.
Algo similar le paso a Ezequiel:
Ezequiel 3:1-3 Me dijo: Hijo de hombre, come lo que
hallas; come este rollo, y vé y habla a la casa de Israel.
2 Y abrí mi boca, y me hizo comer aquel rollo. 3 Y me
dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre, y llena tus
entrañas de este rollo que yo te doy. Y lo comí, y fue en
mi boca dulce como miel.
Y se le ordena predicar, pero se le advierte que será una
experiencia amarga:
Ezequiel 3:4, 7 Luego me dijo: Hijo de hombre, vé y
entra a la casa de Israel, y habla a ellos con mis
palabras … 7 Mas la casa de Israel no te querrá oír,
porque no me quiere oír a mí; porque toda la casa de
Israel es dura de frente y obstinada de corazón.
El efecto amargo que Juan comió simboliza un chasco
que el profeta experimentó al dar el mensaje que
resultó en una oposición constante.
Lo que pasó Juan en esta visión puede considerarse, en
un sentido específico, como un símbolo de los creyentes
adventistas en los años 1840-1844. Cuando esos
creyentes oyeron por primera vez el mensaje de la
inminencia de la segunda venida, fue para ellos “dulce
como la miel”; pero cuando Cristo no vino como lo
esperaban, su experiencia fue en verdad amarga.
Experiencia que conocemos como el GRAN CHASCO.
Pero también tiene que ver con la experiencia del
pueblo de Dios en los últimos días. La iglesia vive en un
mundo que es hostil al evangelio. Al proclamar el
mensaje final del evangelio, el pueblo de Dios
experimentará la amargura de la hostilidad y la
persecución.
Al predicar el evangelio muchas veces nos desanimamos,
hay dos fuentes para ese desanimo, el primero es el
rechazo y la persecución de los no creyentes, y la
segunda la inamovilidad y hasta resistencia de algunos o
muchos miembros de nuestra iglesia.

CONCLUSIÓN:
Mateo 9:37 Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad
la mies es mucha, mas los obreros pocos.
En realidad, el problema no es la cocha, esta es
demasiada para aquellos que trabajan en la obra de
evangelizar.
Juan 4:35 ¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses
para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad
vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están
blancos para la siega.
Abramos los ojos, dejemos de estar sentados y en
pleitos existenciales, unámonos en el trabajo misionero.
El Señor tiene un mensaje para aquellos que están
haciendo el trabajo de evangelizar.
Apocalipsis 10:11 Y él me dijo: Es necesario que
profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones,
lenguas y reyes.
Hay un sentido de compulsión divina en la tarea dada a
Juan. Él debe profetizar de nuevo.
Durante este período antes del fin, Dios hace por medio
de la iglesia su esfuerzo final, de advertir a los habitantes
de la tierra y llevarlos al arrepentimiento.
Desde el GRAN CHASCO de 1844, en la comisión de
Cristo a Juan de “profetizar otra vez” a muchos pueblos,
naciones, lenguas y reyes, los adventistas han visto que
Dios comisionó a la iglesia de Dios del fin del tiempo a
proclamar el mensaje de la Segunda Venida “a los que
moran sobre la tierra, y a toda nación y tribu y lengua y
pueblo” (Apoc. 14:6).
El conocimiento de las profecías no es para
obsesionarnos por cada detalle, eso nos distraer.
Cuantos buenos predicadores invierten su tiempo en
ahondar en esos detalles, que no afectan nuestra
salvación presente ni futura, y seducidos por el diablo
pretenden tener la última luz, cuando en lugar de eso,
deberían invertir este precioso tiempo para presentar el
evangelio de gracia al mundo.
Apocalipsis 18:1 Después de esto vi a otro ángel
descender del cielo con gran poder; y la tierra fue
alumbrada con su gloria.
Unámonos y prediquemos con poder para que la tierra
pueda ser alumbrada con el mensaje de salvación que
Cristo nos comisionó esparcir.

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