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T3 Teatro1ertercioXX ValleyLorca
T3 Teatro1ertercioXX ValleyLorca
del Valle-Inclán y
Federico García Lorca.
GRANDES CORRIENTES DE TEATRO EN EUROPA A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX.
La renovación teatral en Europa.
El panorama teatral español vivió ajeno a la auténtica revolución que se produjo en este medio en los
escenarios europeos. Desde Rusia a Francia, pasando por Alemania, el arte teatral dejó de ser lo que era para
convertirse en lo que hoy en día entendemos como teatro de manera natural.
A partir de la revolución nórdica de Ibsen y Strindberg y el naturalismo del ruso Chejov, el teatro del siglo XX
ha tenido una gran diversificación de estilos, evolucionando en paralelo a las corrientes artísticas de
vanguardia. Se pone mayor énfasis en la dirección artística y en la escenografía, en el carácter visual del teatro
y no sólo el literario. Se avanza en la técnica interpretativa, con mayor profundización psicológica (un ejemplo
es el conocido método Stanislavsky, encuadrado en el naturalismo ruso) y reivindicando el gesto, la acción y el
movimiento. Se abandonan las tres unidades clásicas y comienza el teatro experimental, con nuevas formas
de hacer teatro y un mayor énfasis en el espectáculo, retornando al rito y a las manifestaciones de culturas
antiguas o exóticas. Se establecen vínculos artísticos con tradiciones teatrales muy alejadas, como el Kabuki
japonés, el teatro chino, el teatro indio o el teatro danza de Bali. Cobra cada vez mayor protagonismo el
director teatral, que muchas veces es el artífice de una determinada visión de la puesta en escena.
- El expresionismo alemán. Un grupo de autores como Georg Kaiser hacen un teatro de personajes-tipo, sin
personalidad individual, y buscan crear situaciones de soledad y angustia que expresan con precisión
angustias y sentimientos a partir de la deformación de la realidad, para acercarse mejor al modo de sentir, a
la subjetividad, del personaje, por encima de los hechos objetivos. Generan un discurso que propone la
liberación social para conseguir un hombre nuevo. Utilizan la expresión corporal, la iluminación, el vestuario,
etc., para generar una escena que subyuga al espectador en la angustia y el ansia de escapar de un orden que
se plasma como una pesadilla. Combinan el teatro con la música y otras artes, con una concepción total del
espectáculo. Proliferaron los cabarets con espectáculos expresionistas. Hijo del expresionismo fue el llamado
teatro político de Erwin Piscator, que puso mucho énfasis en darle a las formas expresionistas un fuerte
talante didáctico y una evidente orientación revolucionaria.
- El teatro épico. Bertolt Brecht es el principal valedor de esta corriente, que surge de la transformación
encabezada por el expresionismo. Se trata de hacer un espectáculo que incite al espectador a una
participación activa, pero de tipo intelectual, no emocional. Es un teatro muy comprometido social y
políticamente que busca el distanciamiento del público para incitar al pensamiento, a la toma de conciencia.
Para ello, el autor echa mano de recursos que consiguen evitar a toda costa la identificación sentimental del
espectador con los protagonistas de la acción, tales como intercalaciones de cancioncillas que con frecuencia
resumen la acción transcurrida o la por venir, o carteles discursos que conectan lo que sucede en la escena
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con la realidad contemporánea que se está explicando o criticando. De este modo, en las obras de Brecht se
aúnan elementos escenográficos variados como música o decorados simbólicos y, a menudo, todo el texto
tiene un fuerte valor de alegoría.
- El teatro de la crueldad y del absurdo. Antonin Artaud fue un escritor francés que abrió este campo cercano
a la filosofía existencialista a través de lo que denominó teatro de la crueldad y que utilizaba tanto técnicas
expresionistas como la influencia del teatro de Bali (Indonesia). Intentaba influir en el espectador a un nivel
inconsciente, a través de gestos y pulsiones muy primarios. Después, destacaron Samuel Beckett y Eugène
Ionesco, autores del llamado teatro del absurdo, que no se sabe muy bien qué busca a través de un constante
y atrevido sinsentido.
El teatro burgués.
La comedia de Jacinto Benavente (1866 –1954).Fue, sin duda, el autor de mayor éxito de la época y el más
notable desde un punto de vista literario de los que conforman la comedia burguesa al uso. Tras sus
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comienzos con un teatro de carácter simbolista, evoluciona hacia posiciones mucho más convencionales y
conservadoras. Se quedó anclado en un realismo alejado de las transformaciones del teatro contemporáneo.
Buen conocedor del oficio teatral, sus obras se caracterizan por el domino de los recursos escénicos y la
habilidad y el ingenio en los diálogos (a él corresponde el mérito de haber desterrado del teatro español el
estilo grandilocuente y declamatorio del teatro neorromántico de moda a finales del siglo XIX). La mayor parte
de su producción, que tiene como escenarios los salones y ambientes de la burguesía y la alta sociedad,
plantea como tema la crítica amable, irónica y superficial de algunos vicios y defectos de las costumbres
burguesas. Su éxito fue absoluto. Fue miembro de la Real Academia desde 1912 y le concedieron el Nobel de
literatura en 1922. Sus obras más importantes son aquellas que rozan los límites de lo aceptado por el público
burgués que lo sostenía como autor de éxito: Los intereses creados, Señora ama y La malquerida. La primera
despliega, a modo de farsa, la contradicción entre el amor y los intereses materiales, con un punto de vista
subyacente cínico y pragmático. Con las dos últimas obras citadas, Benavente crea un mundo teatral
agobiante dominado por una cultura ancestral atávica y violenta: tiene el mérito de inaugurar el subgénero
del drama rural español protagonizado por mujeres que tan importante se hará con García Lorca.
El teatro poético. En los primeros años del siglo obtuvo también gran aceptación el denominado teatro
poético, escrito en verso –sonoro y musical– y que, integrado en el Modernismo, intentó romper las barreras
genéricas y acercar la lírica al teatro con pretensiones esteticistas. Con la integración cultural del
Modernismo, que deja de lado su rebeldía (y, con ella, sus pretensiones de ruptura de las barreras entre
géneros), este teatro poético se dedicó a tratar temas de carácter histórico-patriótico; abandonó el
cosmopolitismo modernista y se refugió en un casticismo conservador. Las obras proponen un lenguaje
retórico y ampuloso y se dedican a la exaltación de hitos y héroes de una historia patriótica muy mitificada
que evoca una supuesta España eterna que se contrapone a la España conflictiva del momento, en general
dentro de una ideología marcadamente reaccionaria y con fuerte apoyo institucional. Los principales
cultivadores de este tipo de teatro son:
Francisco Villaespesa: Doña María de Padilla, La leona de Castilla.
Eduardo Marquina: Las hijas del Cid, En Flandes se ha puesto el sol, El gran capitán.
El teatro cómico. Este tipo de teatro, basado casi siempre en la presentación de tipos y costumbres
populares, obtuvo también un gran éxito de público. Los autores más representativos son:
Carlos Arniches (1866-1943): conocido fundamentalmente por sus sainetes costumbristas
ambientados en el Madrid pintoresco y popular con personajes que se expresan en una graciosa habla
castiza. Obras de este tipo, que tienen su antecedente en el teatro cómico del género chico de finales
del siglo XIX, son: El santo de la Isidra, Los milagros del jornal, El puñao de rosas. Posteriormente
cultivó la llamada tragedia grotesca, en la que se unen lo caricaturesco y lo conmovedor con una
actitud crítica ante las injusticias. A este género pertenecen La señorita de Trevélez, Los caciques, Es
mi hombre.
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Los hermanos Serafín (1872-1938) y Joaquín (1873-1944) Álvarez Quintero: su teatro se identifica
con los temas y ambientes de la Andalucía tópica y tradicional. Todas sus obras – sainetes y comedias-
no son más que cuadros de costumbres andaluzas, con una visión invariablemente optimista de la
vida y social y políticamente muy conservadora. Entre las más conocidas señalaremos Malvaloca, El
genio alegre, El patio…
Pedro Muñoz Seca (1881 – 1936): Fue el creador de un subgénero cómico, la astracanada, que se
basa en situaciones disparatadas y en los juegos de palabras con el único fin de provocar la risa del
espectador. Su obra más famosa es La venganza de don Mendo, parodia cruel de los dramas
históricos neorrománticos y del teatro poético en verso de principios de siglo.
El teatro renovador.
Los ecos de las transformaciones que estaba sufriendo el teatro en Europa se sintieron en nuestro país a
través de unos cuantos autores muy destacados. En aquel entonces fracasó en todos sus intentos de atraer al
público pero es hoy, sin duda, el más apreciado. Los dos autores que contribuyeron decisivamente a esta
renovación fueron Valle-Inclán y García Lorca. Otros autores que merece la pena destacar son Unamuno,
Azorín, Jacinto Grau y el teatro vanguardista de Ramón Gómez de la Serna.
El teatro de vanguardia de Ramón Gómez de la Serna. Su teatro pertenece a su juventud, a la época de la
revista Prometeo en la que publicará todas sus piezas dramáticas. Este teatro es la respuesta juvenil al teatro
que se representaba a principios del siglo XX. Entre 1909 y 1912 publicará 17 obras, casi todas en un acto, que
luego reunirá en dos volúmenes: Exvotos y Drama del palacio deshabitado.
La búsqueda formal.
Azorín. Fue un hombre muy preocupado por el teatro como lo demuestran los muchos artículos que
escribió sobre el tema. Considera que hay que buscar nuevos cauces expresivos. Según él, el nuevo
teatro ha de ser antirrealista, desdeñando la estética minuciosa, la copia realista. También pretende
renovar la escena transformando la estructura del espectáculo teatral: decorados, montaje,
luminotecnia, actuación…
Miguel de Unamuno. Lo mismo que en sus novelas plantea en sus obras teatrales, poco apreciadas
por el público, sus inquietudes espirituales y filosóficas sobre el sentido de la vida humana. La acción
externa es muy escasa – como escasas son las acotaciones referidas a los decorados, vestuario, etc. –
se supedita siempre al conflicto interior vivido por los personajes, especialmente por el protagonista.
Se trata de un teatro intelectual y de ideas más que de acción dramática. En sus obras se repiten
temas tales como el deseo de creer y la falta de fe, la preocupación por la muerte y la angustia
existencial que ya aparecían en su novela y en su poesía. Sus obras más importantes son La esfinge, La
venda, Fedra.
Jacinto Grau es un hombre disconforme con el teatro de su tiempo y contra él reacciona y se rebela.
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A lo largo de 50 años, en sus prólogos a sus obras teatrales, critica la falta de originalidad del teatro,
su carácter comercial y su vulgaridad. Su teatro supone un deseo de superación del teatro realista
mediante la vuelta a la tragedia. Merecen ser destacadas entre sus obras Entre llamas, El hijo pródigo,
Ildaria y, por encima de todas ellas, El señor de Pigmalión (1921), en la que unos muñecos
personifican tipos populares españoles y se rebelan contra su creador al estilo de la unamuniana
Niebla. Grau parte de la farsa para hacer un compendio vanguardista de técnicas de expresión teatral
para expresar el ansia de libertad colectiva frente a la injusticia.
EL TEATRO DE VALLE-INCLÁN
Vida y personalidad.
Don Ramón María del Valle-Inclán (que se llamaba en realidad Ramón Valle Peña) nació en Villanueva de
Arousa (Pontevedra) en 1866. Comenzó la carrera de Derecho pero, antes de acabar sus estudios, su
inquietud aventurera lo impulsa a marcharse a México (1892-1893). De regreso, lleva en Madrid una vida
bohemia. En una disputa lamentable con un amigo periodista por los rituales de un duelo recibe un bastonazo
que le hunde un gemelo en la muñeca. La herida se gangrena y le ha de ser amputado el brazo izquierdo. Su
fama va creciendo, tanto por su arte como por multitud de anécdotas de su vida excéntrica. En 1907 se casa
con la sufrida actriz Josefina Blanco, con la que tuvo seis hijos. En 1916 está como corresponsal en el frente
francés; ese mismo año se crea para él la cátedra de Estética en la Escuela de Bellas Artes de Madrid, pero
Valle se aburre y la deja. Su dedicación a la literatura es absoluta y no lo detienen las privaciones que sufre su
familia. En 1921 es recibido en México con honores de jefe de Estado. Se opuso después a la dictadura de
Primo de Rivera, a la que satirizó en 1927 en La hija del capitán. En 1929 fue encarcelado por negarse a pagar
una multa tras unos incidentes en el Palacio de la Música. En 1933 se separa de su mujer y lo nombran
director de la Academia Española de Roma, donde lleva una existencia marcada por la pobreza de medios de
vida a pesar de lo ostentoso del cargo. En 1935, enfermo de cáncer, regresa a Santiago de Compostela, donde
muere en enero de1936.
Por sus orígenes y sensibilidad se mostró antiburgués desde el principio. Su aversión a la civilización burguesa,
que considera mecanizada y fea, y su repulsa al liberalismo, le llevan a ensalzar los viejos valores de aquella
sociedad rural arcaizante en la que se había formado. Así, hacia 1910 se proclama carlista. Pero a partir de los
años veinte, tras la experiencia de la I Guerra Mundial y a partir del optimismo de la Revolución Soviética o
también de su contacto con la Revolución Mexicana, dará un giro radical: se sigue oponiendo a lo mismo, pero
desde posiciones revolucionarias. En 1933 es miembro fundador de la Asociación de Amigos de la Unión
Soviética y antes de su muerte fue el único español elegido para la presidencia de la Asociación Internacional
de Escritores para la Defensa de la Cultura, entidad marcadamente antifascista. Tras su muerte, Mundo
Obrero, periódico oficial del Partido Comunista de España, le organiza un homenaje multitudinario.
La obra. Su evolución.
Es un autor fundamental en la renovación del teatro contemporáneo, influenciado por las transformaciones
de raíz expresionista que vienen del centro de Europa. Su producción comienza en 1899 con un drama
titulado Cenizas y se cierra en 1927 con La hija del capitán.
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Es un teatro que evoluciona formal y temáticamente a lo largo de los años ensayando diferentes vías de
invención teatral que cristalizan finalmente en el esperpento del que, como veremos, hay elementos en obras
anteriores. Esta evolución se relaciona con la de su narrativa, que va del Modernismo al Esperpento pasando
por una época de transición.
Primeras obras: Destacan Cenizas (1899) su primera obra, dentro del llamado teatro simbolista, trata un tema
típico del teatro del siglo XIX, el adulterio, pero afrontado con estética decadentista y con una moral
antiburguesa. El marqués de Bradomín: coloquios románticos (1906), es una adaptación parcial de la Sonata
de otoño, plenamente modernista, que inicia en su teatro la técnica de los lugares múltiples de la acción.
Etapa primitivista: en las obras de este ciclo los personajes simbolizan los impulsos elementales del ser
humano (sexo, pecado y muerte). Para encarnar este mundo Valle-Inclán mira su Galicia natal, donde crea un
cosmos mítico. La Galicia real, con sus formas de vida y su estructura social, con su paisaje servirá de base
para configurar una imagen del hombre y del mundo. Esa imagen ya no será una sociedad concreta ni un
momento histórico concreto, sino que servirá para alojar una visión del mundo en el que el mal, la
irracionalidad y animalidad humanas, el sexo y la muerte rigen la existencia del hombre. En esta etapa
escribirá la trilogía novelística de La guerra carlista (1908-1909). Las obras dramáticas más importantes son:
Comedias bárbaras: trilogía compuesta por Águila de blasón (1907) y Romance de lobos (1908), y
completada años después con Cara de plata (1922), que lleva la acción a los años previos a las dos
anteriores. Cuentan las andanzas de don Juan Manuel Montenegro, un señor feudal bárbaro y
lujurioso que reina sobre un medio social poblado de seres marginales y extraños y pelea contra los
lobos, sus seis hijos ambiciosos y descontrolados, que acaban asesinándolo.
El embrujado (1912), un drama lleno de maldiciones y endogamias, en la que una historia trágica se
desarrolla en un ambiente marcado por el atavismo de la cultura rural gallega.
Divinas palabras: es el punto culminante de este ciclo. Los personajes aparecen impulsados por la
lujuria y la avaricia en un drama que se desarrolla en una Galicia rural monstruosa, sórdida, sin los
valores nostálgicos de las obras anteriores. Para gran parte de la crítica, esta obra, publicada en 1920,
el año de Luces de Bohemia, ya forma parte de pleno derecho de la etapa esperpéntica.
Etapa del distanciamiento artificioso: la farsa. Valle-lnclán inicia la escritura de farsas hacia 1909 tras una
primera producción teatral en el ámbito del teatro simbolista: además de Cenizas (1899), Tragedia de
ensueño (1903) y Comedia de ensueño (1906). Se trata de un grupo de comedias recogidas posteriormente,
en 1923, en un volumen titulado Tablado de marionetas para educación de príncipes. Estas obras presentan
un continuo contraste entre lo sentimental y lo grotesco, y sus personajes, marionetas de feria, anuncian la
llegada del esperpento. Lo constituyen cuatro piezas.
Farsa infantil de la cabeza del dragón (1909) se concibió como teatro para niños, y presenta un mundo
grotesco, de valores subvertidos, que anuncia el esperpento, pero en un entorno esquemático y
estereotipado que justifica su adscripción al público infantil.
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La marquesa Rosalinda (1912), escrita en verso al igual que las dos farsas restantes, combina elementos del
teatro de marionetas con otros de la Comedia dell’arte (Arlequín es el amante frustrado de la marquesa, que
acaba aceptando su internamiento obligado, por adúltera, en un convento, de modo que el personaje de la
Comedia dell’arte regresa con Colombina) y el entremés. Todo esto aparece en un ambiente modernista
donde lo sentimental y lo grotesco se complementan y contrastan.
Farsa italiana de la enamorada del rey (1920): en ella se da una mezcla sardónica entre la historia de amor de
la joven protagonista y el mundo caduco que la rodea y se emplea el mejor lenguaje de Valle, lleno de
palabras inesperadas, ripios insolentes y burla y amargura.
Farsa y licencia de la reina castiza (también de 1920) desarrolla una valoración irónica de la realidad política
española dirigida contra los reyes, los cortesanos y los ministros que gobiernan la España isabelina.
Con estas dos últimas farsas, publicadas en el mismo año que Divinas palabras y Luces de Bohemia, los dos
ciclos anteriores desembocan en el ciclo esperpéntico.
Etapa de los esperpentos.
El descubrimiento del esperpento no es exclusivo de Valle-Inclán, porque a finales del siglo XIX en Europa se
desarrolla toda una corriente de esperpentismo en literatura y arte: parodias futuristas, Dadaísmo, caligramas
de Apollinaire, la obra de Pirandello y de Kafka, sin olvidar el teatro expresionista… Por lo tanto el esperpento
es fruto de una situación histórica y en Valle-Inclán nace una actitud similar a la de estos autores, a la que se
suman la influencia de Quevedo y Goya.
El esperpento de Valle-Inclán transforma completamente la imagen que tenemos de la realidad, de su
estructura y de su dinámica, de tal forma que nos obliga a tomar conciencia de que vivimos en una sociedad
esperpéntica y de que los valores generales en que se fundamenta son grotescos. Valle hace un manifiesto al
respecto en la escena de Luces de bohemia en la que Max Estrella mantiene que la realidad española sólo
puede ser comprendida a través del reflejo deformante de los espejos del Callejón del Gato de Madrid. Ante
lo extraordinario de la brutalidad y descomposición moral de los entresijos de la realidad que se vive en el
país, no vale un relato realista que no hiera, que no exagere la iniquidad para que el receptor pueda, de
verdad, acercarse a vivir, sentir y comprender las profundidades de la brutalidad reinante. El esperpento es
más que un género literario, es una estética y una visión del mundo a la que llega el escritor desde una
circunstancia histórica y toma una posición crítica. Las obras más representativas del esperpento son:
- Luces de bohemia, que aparece por primera vez en 1920, y es la primera obra a la que Valle-Inclán llama
“esperpento”.
Cuenta la última noche en la vida del ciego Max Estrella. Este recorre las calles de Madrid en compañía de
don Latino y, en su periplo, tropieza con numerosos personajes representativos de la sociedad española.
Los lugares que visita presentan un Madrid de miseria y mezquindad en lo económico y en lo moral. Así, la
denuncia de la pobreza moral y de la injusticia y la corrupción en la España de principios de siglo
constituyen el tema principal de Luces de bohemia.
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La obra se divide en 15 escenas (Valle-Inclán prescinde de la tradicional división en actos) unidas por los
dos personajes protagonistas, por el estilo y la técnica empleadas y por temas recurrentes como la
muerte o el billete de lotería.
En el CONTENIDO se puede distinguir la siguiente organización interna:
Escena 1: presentación de los protagonistas y su situación.
Escenas 2-6: recorrido de Max por Madrid que acaba en la cárcel donde mantiene una conversación con
un obrero catalán.
Escenas 7-11: continúa el recorrido nocturno que alanza el clímax dramático con la muerte del niño y del
obrero catalán.
Escena 12: muerte de Max, traición de don Latino.
Escena 13: fin de los sucesos anticipados en la escena 1 y consecuencias de la traición del amigo.
Los PERSONAJES centrales, Max Estrella y don Latino, se consideran dos caras de la misma moneda. Max
Estrella, inspirado en la obra del autor modernista Alejandro Sawa, es un personaje lúcido, mordaz,
profundo, que se solidariza con los que sufren y se rebela contra las injusticias. Don Latino es un tipo
miserable, adulador, cobarde y mezquino que no duda en aprovecharse de la ceguera de Max para
estafarle o robarle.
Por la obra desfilan más de 50 personajes. Algunos están inspirados en personajes reales (como Rubén
Darío) y otros son inventados. Están representadas todas las capas de la sociedad: periodistas, políticos,
literatos, comerciantes, obreros, prostitutas…
La TÉCNICA empleada es la que ha caracterizado el estilo del esperpento:
- Tratamiento de los personajes, que son deformados hasta los grotesco y caricaturizados. Se resaltan sus
rasgos más grotescos, vulgares y ridículos; a menudo, son tratados como muñecos en ocasiones
cosificados o animalizados.
- El léxico, que engloba los más variados registros; se combinan vulgarismos, cultismos, expresiones
coloquiales, voces del argot, referencias literarias con frecuencia de los ambientes más marginales de la
creación literaria…
- Las acotaciones poseen un gran valor literario; sus descripciones son plásticas, se describen ambientes y
personajes con enorme variedad de matices. Esto ha motivado que durante mucho tiempo se considerara
esta una obra literaria para ser leída, dada la dificultad de llevar a escena todos esos detalles. Es un
anticipo de guion cinematográfico moderno, con una riqueza extraordinaria de escenarios y la intuición
de lo que podrían ser movimientos de cámara.
- Fuertes contrastes en el nivel de la lengua que emplean los personajes, entre las escenas dramáticas y
las cómicas, en la actitud de los personajes y en los ambientes, siempre llenos de luces y sombras.
- Valle-Inclán reunirá, en 1930, en el volumen Martes de carnaval, tres obras dramáticas que él mismo
consideró esperpentos:
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- Los cuernos de don Friolera (1921). Valle-Inclán parodia el tema del honor calderoniano junto con
potentes elementos de sátira antimilitarista.
- Las galas del difunto (1926) es una farsa irreverente protagonizada por una prostituta que causa la
muerte de su padre cuando le hace conocedor de su extraordinaria deshonra, y un pícaro acogido por el
padre que se aprovecha de la muerte para enriquecerse y seducir a la hija.
- La hija del capitán (1927) constituye una enérgica denuncia grotesca y esperpéntica de la dictadura
militar de Primo de Rivera, con aires de potente sátira antimilitarista y ridiculización de las elites
gobernantes del país.
- Escribió otras cuatro piezas teatrales breves, en un acto, dentro de este ciclo que, junto con El embrujado, se
recogerán bajo el título de Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte (1927). De nuevo, dentro de la
tradición del guiñol, Valle parodia de modo grotesco y atrevido motivos culturales y religiosos prestigiados en
la España más conservadora, y hace de los pecados mencionados y de la muerte el tema principal, una vez
más, de su teatro.
En la etapa esperpéntica, Valle escribió también importantes novelas, como ya se ha visto en el tema anterior:
Tirano banderas y las primeras piezas del proyecto que denominó El ruedo ibérico.
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