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Estudiante: Yeissi Paola Ruiz Sierra

Docente: Sánchez Anillo Richar

ENSAYO
METODOLOGÍA EN LAS DECISIONES BIOÉTICA
La toma de decisiones conllevan firmes principios éticos, es un proceso compuesto por
diferentes fases que incluyen la identificación de un dilema o problema, la búsqueda de
información para ampliar su comprensión, el análisis y el planteamiento de alternativas de
solución, el balanceo de estas alternativas y la elección de una opción pertinente. Para el
personal de salud la toma de decisiones se ve a diario, ya sea desde un simple diagnostico
hasta en una complejidad entre la vida y la muerte de un paciente, en su práctica cotidiana
se encuentran con una gran cantidad de problemáticas ante los cuales debe tomar una
resolución. La mayor parte de estos problemas tiene alguna implicación ética, si bien la
experiencia del médico, la enfermera, el psicólogo, la trabajadora social y en general todos
los profesionales y técnicos relacionados con la atención de la salud tienen que tener la
solución inmediata por su destreza y conocimientos
Existen ciertos parámetros o guía para la toma de decisiones en el personal de salud, para
Que este sea de la mejor manera, manteniendo la integridad del profesional y el paciente.
1. Presentación clara del problema. ¿En qué consiste el dilema bioético que se presenta al
prestador de servicio? Descripción de lo que se propone resolver en su decisión.
2. Elementos internos y externos que acompañan a la persona o personas
involucradas. Cuáles son las condiciones integrales del paciente: físicas, psicológicas,
socioeconómicas. Esto requiere dedicar el tiempo que sea necesario para realizar una
historia clínica ampliada.
3. Alternativas prácticas para la solución del problema. Conocer si se cuenta con los
elementos que cada alternativa requiere. Tomar en cuenta el costo-beneficio de cada
alternativa. El conocimiento de la aplicación de cada alternativa debe hacerse excluyendo
cualquier prejuicio con respecto a la condición social, étnica, religiosa, económica o
genérica del o de los usuarios.
4. Prever, en la persona o la comunidad específicas, cuáles serían las consecuencias de
aplicar cada una de las alternativas. De acuerdo con los factores internos y externos en
cada caso y conociendo a fondo los resultados que se esperan de cada medida, podrán
hacerse las previsiones indicadas, incluyendo los posibles daños que cada alternativa puede
ocasionar.
5. Conocer los valores y principios de las personas involucradas. Tomar en cuenta los
propios valores, los del enfermo o de la comunidad, los de los miembros de su familia
cuando el paciente no está en condiciones de expresarse, o lo que ha sido asentado por el
enfermo en una “voluntad anticipada” por escrito.
6. Tener presentes las normas legales imperantes en el estado, región o país en el que
se presenta el problema. En ocasiones una ley o una norma de jurisprudencia puede
obstaculizar una toma de decisión, por más correcta que ésta pueda parecernos.
7. Tomando en cuenta todos los puntos anteriores, el personal de salud procederá a la
decisión final y a la acción, que en la gran mayoría de los casos será la que más se acerque
a lo que es bióticamente correcto y bueno
Siguiendo estos pasos se llegará a una decisión acertada, contemplando la guía descrita y
considerando los campos de la bioética que requieren una atención particular (“paradigmas
de la bioética”), los que según Beauchamp y Childress son:
1. La autonomía
2. La beneficencia
3. El no hacer daño
4. La justicia
Busca la integración razón-emoción apelando a la deliberación como elemento integrador.
Callahan afirma que, dentro de la “lucha” que implica la decisión ética, la meta es
conseguir un equilibrio reflexivo emotivamente fundado, en el que los sistemas están
integrados y se analizan las alternativas para tomar una decisión “con todo el corazón”
(Callahan, 1988). En este proceso, constantemente se deben tomar en cuenta los criterios
racionales y las emociones, con el fin de evaluar la pertinencia de las respuestas.
2. Da a cada individuo la posibilidad de aplicar diferentes marcos éticos en la toma de
decisiones. Según Gibson, las teorías éticas proveen una aproximación estructurada al
razonamiento moral, dando lugar a una toma de decisiones completa y razonada que va más
allá de la propia opinión. La teoría ética y el razonamiento no resuelven los problemas
éticos, pero proveen un marco para estructurarlos y clarificarlos (Gibson, 1993).
Christensen, nos dice que introducirse en la diversidad de perspectivas éticas estimula el
pensamiento crítico sobre la adecuada aplicación de estas teorías a problemas reales para
idear un curso de acción moral (Christensen, 1997).
3. Sintetiza e integra los principales pasos cognitivos encontrados en los once modelos
revisados en cinco fases esenciales: comprender el problema, ponderar y balancear
alternativas de solución, elegir y justificar la decisión, implementar la decisión y evaluar de
la decisión.
4. Busca promover particularmente el proceso enseñanza aprendizaje de toma de decisiones
en el aula, aunque su uso no se limita a ese contexto y puede aplicarse en el entorno clínico.
5. Incorpora elementos relacionados con el desarrollo de la competencia ética, que, según
Balkevicius, supone tres aspectos fundamentales que comprenden diferentes habilidades:
cognitivo, afectivo o imaginación moral y meta cognitivo. El primero implica habilidades
como la identificación de los problemas morales y la toma de decisiones mediante la
selección de una opción y su justificación. El segundo aspecto está relacionado con
habilidades como la reflexión sobre las emociones, sentimientos e intereses del otro y la
capacidad para pronosticar los escenarios posibles de acuerdo con la situación actual. De
otra parte, el tercer aspecto incluye la reflexión y justificación del trabajo en equipo en la
organización, la destreza para describir el proceso de búsqueda de la información y la
capacidad para justificar los asuntos sobre el trabajo (Balkevicius, 2012).

El principio de no maleficencia: Expresa la obligación de no producir un daño de manera


voluntaria, es decir, abstenerse intencionalmente de realizar actos que puedan causar daño o
perjudicar a otros. Es un imperativo ético válido para todos, no sólo en el ámbito biomédico
sino en todos los sectores de la vida humana. En medicina, sin embargo, este principio debe
encontrar una interpretación adecuada pues a veces las actuaciones médicas dañan para
obtener un bien. El análisis de este principio va de la mano con el de beneficencia, para que
prevalezca el beneficio sobre el perjuicio. Sin embargo, se enfrenta a decisiones polémicas,
en especial cuando hablamos de enfermos terminales, en quienes corre peligro la vida o
cuando sabemos que el uso de tratamientos o procedimientos producirán algún daño
Las implicaciones médicas del principio de no maleficencia son varias: tener una formación
teórica, práctica rigurosa y actualizada permanentemente, investigar sobre tratamientos,
procedimientos o terapias nuevas, para mejorar los ya existentes con el objeto de que sean
menos dolorosos y lesivos para los pacientes.
Sin embargo, la vida real muestra que con frecuencia, nuestros actos producen efectos
buenos y efectos malos. Beauchamp y Childress citan dos ejemplos para
Ilustrar esta situación: “[...] una mujer embarazada padece un cáncer de cuello uterino.
Para salvarle la vida, es preciso practicarle una histerectomía, pero el feto morirá”. Otro
caso sería el de “una mujer embarazada, con una importante cardiopatía, que corre el riesgo
de morir si decide llevar a término su embarazo”. Como se observa, el principio de “no
maleficencia” puede entrar frecuentemente en conflicto con la aplicación del principio de
beneficencia. Cabe preguntarse entonces ¿cómo debe actuarse en estos casos y si se debe
tomar en cuenta los daños y los beneficios?. Fuera de estas situaciones complejas, los
conflictos entre los principio de “no maleficencia” y principio de beneficencia, se
resuelven teniendo en cuenta el principio de autonomía, y el balance entre daños y
beneficios que se producirían. Lo fundamental es no hacerle daño al paciente porque de
acuerdo a este principio, que en mi opinión está bien fundamentado, todo está enmarcado
en respetar la integridad física y psicológica de la vida humana. Es relevante ante el avance
de paciencia y la tecnología, porque muchas técnicas pueden acarrear daños y riesgos. En la
evaluación del equilibrio entre daños-beneficios, se puede cometer la equivocación de creer
que ambas magnitudes son equivalentes o reducibles a análisis cuantitativo. Un ejemplo
actual sería evaluar el posible daño que pudieran ocasionar organismos genéticamente
manipulados, o el intento de una terapia génica que acarreara consecuencias negativas para
el individuo.
En segundo lugar se tiene el principio de beneficencia: consiste en actuar en benefició
de otros. En medicina, promueve el mejor interés del paciente pero sin tener en cuenta la
opinión de éste. Supone que el médico posee una formación y conocimientos de los que el
paciente carece, por lo que aquél sabe (y por tanto, decide) lo más conveniente para éste.
Un primer obstáculo al analizar este principio es que desestima la opinión del paciente,
primer involucrado y afectado por la situación, prescindiendo de su opinión debido a su
falta de conocimientos médicos. Sin embargo, las preferencias individuales de médicos y de
pacientes pueden discrepar respecto a qué es perjuicio y qué es beneficio. Por ello, es difícil
defender la primacía de este principio, pues si se toman decisiones médicas desde éste, se
dejan de lado otros principios válidos como la autonomía o la justicia. También se podría
decir que este principio trata de ofrecer siempre un bien al usuario de los servicios de salud.
El paciente siempre espera que al llegar a un establecimiento de salud, se le atienda de la
mejor manera, por el mejor personal, que se cuente con los mejores equipos y los
medicamentos adecuados para su necesidad. La beneficencia no discrimina, procura
alcanzar a todos los pacientes, sin importar su edad, sexo, ni el tipo de enfermedad que se
padezca. Lo importante será curar; si esto no es posible, se intentará mitigar el dolor; si esto
es imposible, por lo menos se debe consolar. En mi opinión personal este principio trata de
la obligación de hacer el bien. El problema es que hasta hace poco, el médico podía
imponer su propia manera de hacer el bien sin contar la con el consentimiento del paciente
(modelo paternalista de la relación médico-paciente). Por tanto, actualmente este principio
viene matizado por el respeto a la autonomía del paciente, a sus valores y deseos. No es
lícito imponer a otra persona nuestra propia idea de bien.
Este principio positivo de beneficencia no es tan fuerte como el negativo de evitar el daño.
No se puede buscar hacer el bien a costa de originar daños: por ejemplo, el “bien” de la
experimentación en humanos (para hacer avanzar la medicina) no se puede hacer sin contar
con el asentimiento de los sujetos, y menos sometiéndolos a riesgos. Como dice Hans Jonás
(1997 edición española), aunque la humanidad tiene un interés en el avance de la ciencia,
nadie puede imponer a otros que se sacrifique para tal fin

La relación médico-paciente se basa fundamentalmente en los principios de beneficencia y


de autonomía, pero cuando estos principios entran en conflicto, a menudo por la escasez de
recursos, es el principio de justicia el que entra en juego para mediar entre ellos. En
cambio, la política médica se basa en el principio de justicia, y será tanto más justa en
cuanto que consiga una mayor igualdad de oportunidades para compensar las
desigualdades. En resumen, puedo decir que el principio de justicia consiste en el reparto
equitativo de cargas y beneficios en el ámbito del bienestar vital, evitando la discriminación
en el acceso a los recursos médicos. En mi opinión este principio impone límites al de
autonomía, ya que pretende que la autonomía de una persona no atente a la vida, libertad y
demás derechos de las otras, cosa que es de gran importancia. Además también con este
principio se podrían evitar plantear conflictos no sólo entre ciudadanos y ciudadanas de un
mismo país, sino entre de diferentes países, por ejemplo, en el acceso desigual a los
recursos básicos, e incluso se habla de justicia para con la generaciones futuras. En ese
caso, se deberían tomar medidas, y para mantener la justicia e igualdad de los derechos de
los seres humanos actuales y la preservación de condiciones vitales y sostenibles para la
generaciones futuras pueden ser aconsejable, e incluso obligatoria, una cierta limitación del
principio de autonomía, sobre todo en una sociedad que desean nuevos servicios y bienes
de manera desenfrenada.
Conclusión
Para concluir los modelos de toma de decisiones se plantean como referencia para guiar el
proceso paso a paso, sabiendo que será una herramienta útil para profesionales en ciencias
de la salud para la formación en materia de toma de decisiones bioéticas, en conjunto con
otras estrategias que posibiliten el desarrollo de la deliberación, de las habilidades de
razonamiento y pensamiento crítico que debe poseer un profesional, teniendo en cuenta
todos los factores como las normas legales de cada región y los factores internos y externos
que forman el entorno de cada caso en particular. Para que así la decisión a tomar sea la
más correcta posible. Principio de no maleficencia: no se debe hacer o promover un daño o
perjuicio deliberadamente a otro, sea por acción u omisión. Esto permite entender que este
principio no sea intemporal o absoluto, sino que haya que definirlo en cada momento, de
acuerdo, entre otras cosas, con el desarrollo del arte médico, Principio de autonomía: se
deben respetar las preferencias de las personas capaces y se debe promover activamente la
expresión de dichas preferencias. Se identifica con la capacidad de tomar decisiones y de
gestionar aspectos de la propia vida y muerte, Principio de justicia: deben repartirse de
forma equitativa, entre los miembros de una sociedad, las cargas y los beneficios. Las
diferencias sólo se pueden justificar si van en beneficio de todos o de los más
desfavorecidos. Se emplea para establecer los criterios de distribución de los recursos
limitados. Principio de beneficencia: se debe hacer o promover el bien hacia las personas
respetando los ideales de vida buena de cada una de ellas. Así como no puede hacerse el
mal a otra persona aunque nos lo pida, tampoco se le puede hacer el bien en contra de su
voluntad.
Autonomía; Se entiende por autonomía a la capacidad de decidir de manera propia,
independiente, sin la coerción o la influencia de terceros. Este término se aplica dentro
del pensamiento filosófico (ética), psicológico (psicología evolutiva) e incluso legal y
político (soberanía), pero siempre con significados semejantes, vinculados con la capacidad
de autogestión y la independencia, cuando no la libertad.

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