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DIALOGOS CLINI-

COS
CON ANDRE GREEN

Psicoanálisis
Revista de la Asociación Psicoanalítica de Bue-
nos Aires
Psicoanálisis
Editada por la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires
Sociedad Componente de la Asociación Psicoanalítica Internacional

COMISION DE BIBLIOTECA Y PUBLICACIONES


Director Interino
Dr. Humberto Gobbi

BIBLIOTECA PUBLICACIONES
Secretaria Interina Secretaria
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Dra. Diana Liberman de Vannelli Dra. Norma Slepoy
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Edición
Co o r d i n a d o r a
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Corresponsales Celina M. Torres
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Dr. Alberto Eiguer Ediciones Kargieman
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ISSN 0325-819X
Registro de la propiedad intelectual: 159.202

Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires


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7985
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Indice

Editorial 5

Reggy Serebriany. André Green,


semblanza y obra 9

Sigmund Freud. Cita 15

Alicia 17

Andrea 35

Bernardo 59

Gregorio 87

Katia 101

Luisa 117

Marcelo 137

Pablo 161

Continuando el diálogo con Green


(Con introducción de Manuel Gálvez) 183

Obras de André Green 201

3
En la programación de esta revista intervinieron Norberto
Helman, Norma Slepoy y Amalia Zirlinger.
En la revisión del francés participaron Andrés Fractman,
Juana Laniado de Cvik y Mónica Serebriany.
La supervisión y el cuidado general de la traducción lo llevó a
cabo Reggy Serebriany, quien además nos brindó su experiencia
y colaboración en todo momento.

Agradecemos a todos los analistas que generosamente nos


cedieron el material clínico que hizo posible esta revista.

Comisión de Publicaciones

4
Editorial

En la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires, casi todos los


años se llevan a cabo jornadas de trabajo con psicoanalistas
extranjeros. Así fue como en los años 1990 y 1994 André Green
dictó conferencias y realizó seminarios teóricos y de supervisión.
Siempre fue importante para Psicoanálisis reflejar esta tarea
en sus páginas; muchas conferencias se han publicado en ellas.
La tarea realizada en las supervisiones clínicas, allí donde se unen
la teoría y la práctica, debió esperar un tiempo; diversas razones
dificultaron su publicación. Sin embargo, es en la supervisión
donde se puede captar la filigrana con que van tejiendo sus ideas
los pensadores del psicoanálisis. Teniendo esto en cuenta, desde
hace unos años, la revista ha incorporado la sección
“Supervisiones”. Hoy, con este número dedicado especialmente
al diálogo clínico con André Green, cumplimos con un viejo
anhelo.
Con Green se estableció un verdadero diálogo que él iniciaba
con estas preguntas formuladas al analista luego de la presenta-
ción del paciente: ¿Qué pensaba Ud al inicio del tratamiento?
¿Cómo creía que se iba a desarrollar el análisis? ¿Cuál era su idea
acerca del problema central del paciente? Luego dirigía estos
mismos interrogantes a todos los asistentes y con algunos seguía
dialogando a lo largo de toda la reunión clínica, contrastando
ideas, polemizando también. En franco intercambio con los
analistas que presentaron su material, más de una vez dijo: “Mire,
yo lo hubiera dicho así...”, y expresaba su interpretación. Tampo-
co calló las razones por las que pensaba que el analista, en función
de su contratransferencia, se ubicaba en tal o cual línea interpre-
tativa. Como expresa Manuel Gálvez en su introducción a Conti-

Psicoanálisis APdeBA - Vol. XVII - Nº 1 - 1995 5


EDITORIAL

nuando el diálogo, este intercambio prosiguió con preguntas


que se le hicieron a Green en 1991, luego de su primer viaje, que
él generosamente respondió, y que hoy incluimos en esta publica-
ción.
En Bernardo, un paciente de veintitrés años, cuya madre
maníaco depresiva se suicidó cuando él recibió su título, es donde
Green insistió más en considerar “lo central” del problema del
paciente, donde mostró el trabajo de lo negativo que éste realizó
para no tener en cuenta que la madre estuvo siempre muerta. “Es
imposible no ver que el niño no puede dejar de plantearse la
pregunta que lo lleva a pensar que él es un objeto que no puede
darle placer a la madre, no puede satisfacerla, no puede estable-
cer ese lazo fundamental que hará que aquél que recibe la alegría,
será también aquél que la da. Y naturalmente, como él no es
psicoanalista, no sabe que la alegría que uno experimenta es el
resultado del encuentro con el deseo de recibir esa alegría, pero
implica, además, que se puede ser testigo de la alegría que uno
da”.
En Luisa, una paciente que llega al análisis por alcoholismo,
plantea con claridad su postura epistemológica. Hace la distinción
entre el formular hipótesis para ordenar las ideas en la propia
mente y el querer explicar todo desde el comienzo. Señaló la
extrema importancia de conservar una actitud en suspenso. Que-
rer explicar todo yendo a lo más profundo, a lo más lejano, a lo más
antiguo, piensa que es una utopía, y que no hace justicia a la
complejidad de la vida psíquica.
A propósito de Katia, Green nos habla del doble registro intra
e intersubjetivo que se da en cada sesión; de “lo estático” (la falta
de movimiento dentro de la sesión); y de “la doble saturación”:
masoquista, en el vínculo objetal y la relación adictiva con drogas
en la vertiente narcisista No aparecen indicios de actividad
mental productora de fantasías. También se refirió a la posición
transferencial paradojal, con impotentización de la analista (como
era impotente la paciente, de niña, frente a los padres peleando)
que al mismo tiempo es requerida como madre capaz de cuidar.
A través de Pablo, un paciente adolescente, Green planteó el
tema de la rememoración y la causalidad. Al considerar un
recuerdo del joven : “Recuerdo cómo mi padre venía caminando
hacia mí por el pasillo, se agachó y me dijo: ¡murió el abuelo!..
Sentí una onda expansiva...”. Señaló, como al pasar, que él

6
EDITORIAL

trabaja siempre con los detalles. Tomó entonces la frase “se


agachó, vino hacia mí y me dijo” señalando cómo, en un cuadro
banal, se manifestó el deseo del niño de que sea el padre quien se
acerque. Hizo una exposición teórica y dio una conmovedora
visión del paciente, preguntándose además, si este final de sesión,
tan esclarecedor, no nos plantea la necesidad de ser más pruden-
tes y circunspectos y no caer en la seducción de los aspectos más
crudos del material que pueden surgir inicialmente.
Marcelo está acosado por un duelo interminable que subyace
al consumo excesivo de drogas y conductas autodestructivas. Un
cuadro hipocondríaco y una organización adolescente dan cuenta
de la hipertrofia de su narcisismo. Podemos observar como André
Green privilegia la escucha analítica para desarrollar tanto las
hipótesis dinámicas como la construcción de la interpretación.
Dice: “Si ustedes quieren hacerse una idea de lo que sucede es
necesario escuchar lo que el paciente dice y no hacer construc-
ciones que descansen sobre lo que él no dijo”.
Alicia es una analizada de difícil acceso, que presenta un
aplastamiento de su vida psíquica, precaria simbolización y ten-
dencia a las actuaciones de características masoquistas y
autocastradoras. Está afectada, en la opinión de Green, de un
agotamiento libidinal (el eje económico de la metapsicología
conserva vigencia en sus formulaciones). A partir de su enfoque
clínico, fundamentado teóricamente y a la vez realista en su
puesta en ejecución para nuestra práctica, conduce al rescate de
lo libidinal a través de la trama edípica, como alternativa para
enfrentar el congelamiento narcisista.
Es el valor de una semiología psicoanalítica el que está implí-
cito en estas palabras de Green referidas al material de Gregorio:
“Si me permiten una broma diré que si no juega la función
continente, ésto no cuesta caro y tiene muchos beneficios. La
función continente ha sido descripta por Bion para pacientes más
psicóticos que éste. [...] La contractura muscular muestra que el
paciente es capaz de contenerse a sí mismo.” En esta supervisión,
Green nos mostró su comprensión acerca de la posición
contratransferencial del analista, ya que la disyuntiva “soy un
hombre o una mujer” pone a prueba la tolerancia a la feminización
del paciente; el analista responde introduciendo elementos fálicos
activos, que no estaban en el espíritu del paciente.
En Andrea, un caso de incesto actuado, nos señala el interjue-

7
EDITORIAL

go de las fantasías de la paciente con las de su padre, quien, en una


“transmisión intergeneracional” al confundir a su hija con su
propia madre, la ubica en el lugar de la abuela. La proyección del
padre y la renegación de la relación incestuosa por parte de la
madre de la paciente, le impiden a ésta el desarrollo de su
pensamiento. Se constituyen así en verdaderos factores traumá-
ticos. Green no claudica en la concepción psicoanalítica de la
sexualidad cuando señala la homosexualidad inconciente, la iden-
tificación fálica, al tiempo que considera a la falta de libidinización
de la madre hacia Andrea, causa de su desvitalización. Asimismo
previene acerca de no dejarnos llevar por el contenido manifiesto
ni por hipótesis generales, como las referidas a los bebés que
siempre aparecen en las sesiones; se trata de captar lo original de
su aparición como ocurre en la sesión supervisada de este caso.
Reggy Serebriany, en su trabajo André Green, semblanza y
obra nos informa de su origen, del cosmopolitismo en el que
creció y del pluralismo teórico que lo nutrió, jerarquizando sus
aportes originales. Señala algunas de las características genera-
les del pensamiento de Green y realiza un rápido recorrido por su
obra que creemos constituirá una guía para el lector.
Hemos incluido en este número la lista completa de sus
trabajos.
Recordamos que al iniciar las supervisiones en 1990, Green
nos expresó dos deseos: que la discusión fuera lo más precisa
posible y al mismo tiempo, sin piedad.
Al final de sus respuestas en Continuando el diálogo dijo: ...
“Yo hubiera podido, conociendo las tendencias que existen en
esta Institución, decirles las cosas que ustedes esperan que yo les
diga y nos separaríamos con grandes abrazos. ¡Qué maravilloso
es esto! Hubiéramos estado en una situación de espejo ideal.
Ustedes se reflejarían en mí y yo me reflejaría en ustedes. Así se
mata el pensamiento.”
Todos los miembros de la Comisión de Publicaciones de APdeBA
esperamos contribuir con la edición de este número a mantener
vivo el pensamiento.

Comisión de Publicaciones

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André Green,
semblanza y obra

Reggy Serebriany

André Green es bien conocido en nuestro medio, y este número de


la Revista evoca su paso por APdeBA, en las dos oportunidades
en que vino a trabajar con nosotros.
Un Psychanalyste Engage (Un psicoanalista comprometido)
es el título de un libro fruto de un año de entrevistas (entre 1991
y 1992) entre A. Green y Manuel Macías. El calificativo de
“comprometido” lo define bien; comprometido con todos los
aspectos del psicoanálisis: con la teoría, la clínica y la técnica. En
esta publicación nos cuenta, con el estilo directo y franco que le
es característico, la historia de su vocación y su evolución como
psicoanalista.
Algunos datos biográficos: nació en el Cairo, en 1927, cuarto
y último hijo de un matrimonio judío sefardita: padre de origen
español, madre de origen portugués, emigrantes de larga data.
La comunidad europea de Egipto estaba muy ligada a la cultura
francesa, entonces “Nací en el cosmopolitismo”, nos dice. Así
tuvo una temprana visión de un mundo pluralista: el medio judío
sefardita, la cultura europea y árabe en Egipto, favoreció un
pensamiento abierto a la heterogeneidad del mundo cultural, con
una decidida integración a la cultura y el idioma francés.
Terminado el bachillerato en el Liceo francés emigra “natural-
mente” a París para seguir sus estudios y llega en 1946, plena post
guerra. Desde joven sus inquietudes lo llevaban hacia temas
humanísticos, sobre todo hacia la filosofía, pero decide ingresar a
Medicina, para formarse como psiquiatra. Se recibe en 1952 y al
año siguiente es nombrado “Interno” en el Hospital psiquiátrico
Sainte-Anne. Esta experiencia fue muy importante para toda su
evolución posterior: en Sainte-Anne reinaba una gran libertad de

Psicoanálisis APdeBA - Vol. XVII - Nº 1 - 1995 9


REGGY SEREBRIANY

pensamiento. Henry Ey era la figura señera, estimulaba profun-


dos debates, según la mejor tradición psiquiátrica francesa, en los
que participaban no solamente psiquiatras sino representantes de
otras disciplinas (neurólogos, psicoanalistas, por ejemplo). Abar-
caban fuentes no solamente psiquiátricas sino también filosóficas,
epistemológicas, estéticas, culturales, etc. “Esto marcó mi porve-
nir profesional –nos dice–. Es verdad que tengo la reputación de
adoptar a veces posiciones polémicas. Esta reputación no es
falsa, pero no me alienta el deseo de querellar. Yo creo en el
debate, y aquellos autores cuyos trabajos o pensamiento discuto
son interlocutores, que pueden hacer lo mismo conmigo” (pág.
42).
Entonces, además de sus maestros H. Ey y Julián Ajuriaguerra,
además de las grandes polémicas del momento en Francia (el
existencialismo, el estructuralismo, la fenomenología), Jacques
Lacan empieza a ser conocido y a tener una influencia cada vez
mayor en psiquiatría y en psicoanálisis. En 1953 ocurre la primera
escisión de la Sociedad Psicoanalítica de París y la fundación de
una nueva Sociedad Francesa de Psicoanálisis. Es el comienzo del
movimiento lacaniano, que adquirirá luego tanta importancia.
Green participó en todo este clima turbulento, mientras seguía su
carrera exitosa en Sainte-Anne, como discípulo favorito de Ey.
Pero llegó el momento en que tuvo que decidir: o seguía su
formación como psiquiatra o se formaba como psicoanalista. No
podía ser ambas cosas a la vez, y renunció a su puesto en el
Hospital. Comenzó su análisis con Maurice Bouvet (1956-1960) e
inició la formación psicoanalítica en la SPP.
Simultáneamente desde 1961 y durante 7 años asiste regular-
mente a los seminarios de Lacan (a pesar de que esto era mal visto
en su Sociedad), cuyo pensamiento ejerció una gran influencia en
él. En un primer período fue seducido por la personalidad
carismática de Lacan. Luego comenzó a cuestionar aspectos
esenciales de la teoría lacaniana: por ejemplo el papel de los
afectos o la fórmula bien conocida “El Inc. está estructurado
como un lenguaje”, postulación con la que difiere totalmente
Green, ya que para él Inc. y lenguaje son heterogéneos y perte-
necen a órdenes lógicos distintos. De todos modos Lacan es
interlocutor válido para Green y en muchos de sus escritos
puntualiza acuerdos y desacuerdos con él. Voy a citar solamente
un párrafo, que me parece de importancia capital para los psicoa-

10
SEMBLANZA Y OBRA

nalistas; (pág. 37) “Paso muy a menudo por ser un analista


intransigente que no hace ningún compromiso cuando de cuestio-
nes éticas se trata: éste es uno de los puntos esenciales de mi
controversia con Lacan. El psicoanálisis es una situación que da
poder considerable al analista, porque éste es objeto de transfe-
rencia. Todo el juego del análisis y toda la ética del analista deben
rechazar este poder, y analizar y no hacer nada más que analizar.
Utilizar este poder es criminal. Y utilizarlo por buenas razones es
todavía más criminal”. Finalmente se alejó de Lacan para seguir
un desarrollo personal.
Al mismo tiempo que esto ocurría, y ya desde 1957, en ocasión
del Congreso de París en el que conoció a W. Bion y D. Winnicott,
se puso en contacto con las ideas predominantes de la escuela
inglesa y trabajó con ambos durante varios años.
Es decir, partiendo de un profundo estudio de Freud, y de un
constante intercambio con sus colegas franceses, podemos decir
que Lacan, Bion y Winnicott, son quienes ejercieron mayor
influencia en su pensamiento, y así Green llega a una visión
personal creativa de puntos de vista aparentemente tan dispares,
sintetizando aspectos de la escuela inglesa y la francesa.

Voy a señalar algunas características generales del pensa-


miento de Green, riguroso en su método y creativo en su exposi-
ción.
La presentación de cada uno de los temas que le interesan,
parten siempre de Freud haciendo el recorrido por las contribucio-
nes ulteriores, señalando puntos contradictorios y/o débiles de la
teoría, hasta proponer su propio aporte. Su pensamiento, siempre
dialéctico, subraya la tensión entre los pares de opuestos,
enfatizando aquello que está “entre ambos”. Por ejemplo: en
cuanto al concepto de relación de objeto, señala que lo más
importante es relación, lo que lo lleva a postular la necesidad de
una lógica del par, y esto tiene importancia fundamental en la
práctica en el par paciente-analista. Si bien muchos de sus
trabajos tienen un alto vuelo teórico, el trasfondo es siempre la
experiencia clínica, lo que le da profundidad psicoanalítica y tiene
el poder de evocar en el lector su propia experiencia.
Es una constante en su obra señalar que en Freud, el paso de
la primera a la segunda tópica, es un verdadero cambio de
paradigma: el Inc. de la primera es el espacio de la representación

11
REGGY SEREBRIANY

reprimida, pero el Ello es un verdadero reservorio caótico, orga-


nizado según los mecanismos del proceso primario, en el que
predominan las fuerzas destructivas que se dirigen contra el
proceso de representación y contra los vínculos que ligan repre-
sentación y afectos. Pulsión de vida es conceptualizada como
“objetalizante”, pulsión de muerte como “desobjetalizante”, am-
bas en conflicto permanente.
Otra constante de su pensamiento es la importancia que
adjudica al concepto de representación (“Para que haya insight
tiene que haber representable”) pero ampliando el concepto a la
representación de afectos.
Un punto de vista importante para el pensamiento analítico es
la controversia historia-estructura. Green logra una articulación
entre ambos conceptos: la historia, dice, necesita una estructura
para organizarse, e inversamente la estructura sólo se da a través
de la constelación, cada vez única, de la historia.
Por último cabe destacar la importancia que da al objeto en la
constitución del sujeto, lo que lo lleva a plantear el trabajo de lo
negativo.

A modo de muy apretada síntesis, una somera enumeración de


los temas más destacados en la obra de Green, temas siempre
fundamentales, que transcurren a lo largo de su devenir como
psicoanalista hasta plasmar en alguna publicación importante: a)
la inclusión de una teoría de los afectos, para lograr un equilibrio
entre un pensamiento psicoanalítico que se había inclinado, en la
dialéctica representación-afecto, por el concepto de representa-
ción (Lacan sobre todo) y por otro lado, lo que para él es
sobreinvestidura del afecto en la teoría kleiniana; b) la revisión del
concepto de narcisismo: plantea el narcisismo primario (o narci-
sismo de muerte) como estructura (Nirvana, tendencia al cero) y
diferenciándolo del narcisismo de vida; c) una teoría psicoanalítica
del lenguaje, que adquiere toda su dimensión en la sesión
psicoanalítica, ya que el encuadre, es el que dará un significado
particular a este lenguaje entre dos; d) contribuye a la compren-
sión de los llamados casos límites, estructura diferenciada de la
neurosis y la psicosis, en los que el problema del pensamiento y el
ejercicio de la técnica adquieren particular importancia. En un
artículo de “La nueva clínica psicoanalítica y la teoría de Freud”,
la doble frontera completa una teoría del pensamiento, postulan-

12
SEMBLANZA Y OBRA

do que no basta la ausencia del objeto para generar la capacidad


de pensar (Freud, Bion), sino que es necesaria la alucinación
negativa de la representación materna, para que esto se ponga en
marcha. Lo que nos lleva a: e) el estudio del trabajo de lo negativo
en la estructuración de la mente (o en la patología severa) y a sus
trabajos sobre “Psicosis blanca”, “duelo blanco”, que configuran
la clínica del vacío. En este ámbito es muy importante la conside-
ración de la alucinación negativa.

Green dio siempre mucha importancia al psicoanálisis aplica-


do, y escribió varias obras dedicadas a la literatura. Entre sus
autores favoritos, Shakespeare y sus obras de teatro ocupan un
lugar privilegiado. “Entre el psicoanálisis y el teatro, dice, existe
un vínculo misterioso”. Y por sus páginas desfilan Edipo, el rey
Lear, Othello, Ifigenia, entre otros.
Uno de sus últimos libros, dedicado a la literatura, La Déliaison,
(La desligazón) 1992, termina con un artículo El progreso y el
olvido dedicado a un poema de Borges, a quien conoció personal-
mente y a quien admira.
Y así para terminar, un diálogo entre ambos a propósito de
“tigres”.
El poema “El otro tigre” termina así:

Bien lo sé, pero algo


me impone esta aventura indefinida
insensata y antigua y persevero
en buscar en el tiempo de la tarde
El otro tigre, el que no está en el verso.

Mientras escribía su artículo, Green nos dice que tenía frente


a sí la foto de Borges, acariciando un tigre real, que aparece en
Atlas (escrito en colaboración con María Kodama y profusamente
ilustrado) donde Borges, poeta, dice en “Mi Ultimo tigre”: “Este
último tigre es de carne y hueso... No diré que ese tigre que me
asombró es más real que los otros, ya que una encina no es más
real que las formas de un sueño, pero quiero agradecer aquí a
nuestro amigo, ese tigre de carne y hueso que percibieron mis
sentidos esa mañana y cuya imagen vuelve como vuelven los
tigres de los libros” (pág. 48).
Y Green, psicoanalista, contesta que “el otro tigre” no es el

13
REGGY SEREBRIANY

real que Borges acaricia sino “un tigre perdido, el de las pulsiones
que asediaban sus pensamientos en la infancia” ... “Y porque se
convirtió en poeta, el tigre de sus años de infancia, el que lleva los
emblemas del padre y las suyas reunidas en un solo blasón, ese
queda para siempre rechazado por el tigre de los tropos literarios.
Tal vez toda literatura tenga como única finalidad intentar reen-
contrar la violencia originaria sin la cual no puede edificarse
ningún trabajo literario, para que su sobreimpresión esconda y
reprima el retorno de lo que es, a la vez, objeto de búsqueda y
sujeto de temor”. (pág. 386-7)

BIBLIOGRAFIA

G REEN , A. Un Psychanalyste Engagé. (Conversation avec Manuel Macías).


Ed. Calman-Levy, 1994.
⎯ La Déliaison. Ed. Les belles lettres, 1992.
B ORGES , J. L. Atlas. Ed. Sudamericana, 1984.

Descriptores: Biografía.

14
“Como es natural, no he conservado ningún nombre que pudie-
ra poner sobre la pista a un lector ajeno a los círculos médicos, por
lo demás, la publicación en una revista especializada, estricta-
mente científica, servirá como protección frente a tales lectores
no especializados. Desde luego no puedo impedir que la paciente
misma sufra una impresión penosa si por casualidad le cae en las
manos el historial de su propia enfermedad. Pero no se enterará
de nada que no sepa ya, y podrá decirse a sí misma que muy
difícilmente otro averigüe que se trata de su persona.
Sé que hay –al menos en esta ciudad– muchos médicos que
(cosa bastante repugnante) querrán leer un caso clínico de esta
índole como una novela con clave destinada a su diversión y no
como una contribución a la psicopatología de las neurosis. A esta
clase de lectores les aseguro que todos los historiales clínicos que
tal vez publique en lo sucesivo burlarán su sagacidad mediante
similares garantías de secreto, aunque este propósito me obligue
a restringirme enormemente en el uso de mi material.”

Sigmund Freud

Cita de las palabras preliminares al “Fragmento de análisis de


un caso de histeria”. Pág. 8. Tomo VII de las Obras Completas.
Ediciones Amorrortu.

Psicoanálisis APdeBA - Vol. XVII - Nº 1 - 1995 15


Andrea 1

Andrea, consultó hace 3 años, en 1991. Tenía 27 años.


Se sentía muy deprimida. Temía no poder salir de la casa para
ir a su trabajo, ámbito muy valorado por ella. Relaciona su estado
emocional con una situación reciente: su pareja la ha abandonado
tras siete años de convivencia, aduciendo que ella no cumple sus
expectativas. La verdad es que había comenzado, hace un tiempo,
una nueva relación amorosa de la cual ella no se había percatado.
Todo le resulta incomprensible e inesperado. Entre lágrimas me
dice “por qué, si le di todo; no me di cuenta de que él no se sentía
cómodo”.
Antes de verme había consultado a varios especialistas con los
cuales no logró establecer un vínculo terapéutico. Al final de la
primera entrevista, dice: “Usted salvó a Marta (una ex-paciente)
de la muerte y la locura, espero que lo logre también conmigo”.
Los datos que comunicaré fueron obtenidos a lo largo del
primer semestre del tratamiento ya que en un comienzo la pacien-
te hacía referencia casi exclusiva a los hechos actuales.
Andrea es alta, delgada, de tez oscura, ojos brillantes, cabello
largo y ondulado. Tiene un andar lento y un hablar verborrágico.
Viste con jeans y sin embargo su aspecto es el de una persona
mayor y formal. El contraste parece marcar su estilo.
Su infancia y adolescencia transcurrieron en los suburbios de
Buenos Aires. Allí vivió con sus padres, hermanos y abuelos
paternos; estos últimos fallecieron hace unos años. La familia se
mudó en dos oportunidades, ambas relacionadas con el trabajo del
padre.

1
Este caso clínico fue supervisado también por la Dra. Joyce McDougall - En Psicoa-
nálisis - Tomo XVI, N° 3.

Psicoanálisis APdeBA - Vol. XVII - Nº 1 - 1995 35


ANDRE GREEN

Su familia nuclear estaba integrada por los padres y tres


hermanos.
El padre, de 57 años, alemán, realizó estudios técnicos. Fue
capataz en una fábrica automotriz hasta su jubilación. Sus hobbies
eran la mecánica y la fotografía. La paciente se siente identifica-
da con estas habilidades del padre; dice con orgullo “no necesito
que nadie me ayude si tengo algún desperfecto en el auto, me
arremango y lo resuelvo”. 2
La madre, de 56 años, chilena, es ama de casa. Andrea dice de
ella: “nunca salió de casa, jamás se arregló; es una gorda chismo-
sa que obedece ciegamente a papá”.
Los hermanos: el mayor de 30 años es técnico mecánico.
Recientemente casado, vive en un barrio alejado de la casa de sus
padres. Los hermanos menores son mellizos, tienen 19 años. La
hermana mujer estudia magisterio y el varón se dedica a la
computación. Los mellizos están de novios y ambos trabajan,
aunque la mujer no lo hace de un modo sistemático.
Andrea recuerda muy poco su infancia. Siempre fue muy
delgada; le daban inyecciones y vitaminas para mejorar su estado
físico. En la actualidad se alimenta mal, teme engordar y puede
pasarse el día con algunas tazas de café.
Dice que desde muy chica fue muy responsable. Considera
haber sido una alumna muy cumplidora “porque si no, me mataban
en casa; aunque nunca me miraban los cuadernos”. Recuerda
frecuentes castigos corporales del padre, por cualquier razón.
No tenía amigos, sólo una vecinita con la que jugaba diaria-
mente. Se sentía fascinada por la mamá de esa niña, y admiraba
“lo compinches que eran, lo bien que se llevaban madre e hija”.
Esa relación perduró hasta la adolescencia.
Tuvo su menarca a los 15 años, momento en el cual se inició la
relación incestuosa entre ella y su padre que continuó por el
término de cinco años. Este hecho no constituyó para la paciente
un motivo valedero de consulta. Ella decía que la experiencia “era
su cruz y con ella debía cargar toda la vida”.
Los encuentros entre padre e hija se producían en el baño de
la casa; en un comienzo se trataba de manoseos por parte del
padre, que se extendieron a fellatio y masturbación recíproca.

2
El padre falleció a causa de un cáncer de pulmón en el mes de agosto de 1992, después
de tres meses de padecimiento.

36
ANDREA

Hubo una única relación genital, fuera de la casa, cercana a un


aniversario de bodas de los padres.
Andrea refiere estas experiencias como aterradoras; sentía
que quedaba paralizada ante las violentas amenazas del padre y
que le era imposible pedir ayuda. Nunca se cuestionó estos
hechos y su actitud ante los mismos. Ahora, en su análisis se
pregunta cómo nadie de la familia, en particular la madre, perci-
bieron lo que ocurría. ¿La madre favorecía esos encuentros
incestuosos? –se interroga–.
Andrea estudió mecánica en la escuela industrial que la empre-
sa donde trabajaba su padre brindaba a los hijos de sus empleados.
Cuando obtuvo el título fue becada, y pasó a integrar el plantel de
empleados. Actualmente ocupa un lugar destacado en el área de
personal. El gerente de este área es su ex-pareja.
Durante la adolescencia salió muy poco. En general iba a
fiestas familiares y alguna vez fue a bailar acompañada por su
hermano. Salió con muchachos a escondidas de la familia; esas
relaciones no prosperaban dada la prohibición paterna de salir. Al
respecto dice: “Había un chico que me volvía loca, casi pierdo la
cabeza por él, pero un día no vino más; me parece que mi miedo
a papá los alejaba, es que yo salía muy asustada”.
A los 20 años fue intervenida quirúrgicamente de una pelvi-
peritonitis; después de ello se negó a proseguir la relación incestuosa
con el padre y éste no insistió más. Ese mismo año comenzó la
relación amorosa con su jefe, casado, dieciocho años mayor que
ella. El tenía dos hijos adolescentes, de edades aproximadas a las
de Andrea.
Al cumplir los 21 años, deja la casa paterna sin aviso previo.
Este proyecto fue llevado a cabo en soledad y en secreto. Ella
consideraba que al ser mayor de edad (nuestra ley así lo estable-
ce) podía decidir respecto a su futuro. Lo cierto es que hubo un
escándalo familiar ante su partida, aunque también cierto alivio.
El padre la despidió con estas palabras: “Mejor que te vas, ahora
la fruta podrida no perjudicará a los demás; te prohibo que vuelvas
a casa”. Y Andrea cumplió por largo tiempo.
La paciente se fue a vivir sola. Más tarde su jefe se divorció
y comenzaron a vivir juntos hasta que la dejó a causa de otra
mujer. Durante la convivencia abortó un embarazo debido a que
él no deseaba tener más hijos; el miedo a ser dejada la llevó a
aceptar esta situación pese a sus deseos de ser madre.

37
ANDRE GREEN

Luego que Andrea se fuera de su casa, le aparecieron tumores


benignos en uno de los pechos; fue intervenida quirúrgicamente
en tres oportunidades y debe controlarse periódicamente.
En el momento de la consulta acababa de mudarse a un
departamento en el que vive con su gata siamesa, su única
compañía y razón de vida.
Este relato debería finalizar aquí. Sin embargo lo continuaré,
reseñando algunas circunstancias traumáticas de la vida del padre
de Andrea. Lo considero un complemento importante de esta
historia y una posible vía de acceso para entender esta relación
incestuosa. Estos datos históricos fueron relatados por la pacien-
te estando en análisis.
El papá de Andrea, a quien llamaremos Adolfo, nació en
Alemania en 1933; era hijo único. Cuando tenía 5 años, se
desencadenó la segunda guerra mundial.
El padre de Adolfo, que era piloto de aviación, pasó al servicio
activo por el término de tres años, luego de los cuales fue dado de
baja a raíz de graves heridas sufridas en combate.
Todo ese tiempo Adolfo estuvo junto a su madre. Cuenta
Andrea, que su padre le decía que ella era un calco, tanto
físicamente como en el carácter, de su abuela (paterna). Ella
rechazaba esta afirmación indirectamente diciendo: “Yo nunca vi
una foto de ella”.
Adolfo le relataba que la madre de él recibía hombres con
asiduidad en el tiempo que su marido estaba en el frente. Estos
testimonios eran esgrimidos por el padre como una verdad inape-
lable que confirmaba la prostitución de su madre, así como la de
Andrea (dada la identificación que Adolfo establecía entre am-
bas). Demás está decir que Andrea no podía pronunciar o escu-
char decir la palabra “puta” sin entender que era una clara alusión
a su persona.
Al regresar el padre al hogar, Adolfo le contó lo que observó
en su ausencia; este relato (según piensa Andrea) determinó que
la madre de Adolfo fuese echada del hogar y que nunca más se la
nombrase, “como si se hubiese muerto”. Esto ocurrió alrededor
del año 1943.
Adolfo mencionaba a la madre en momentos especiales: en los
encuentros eróticos con Andrea, en los cuales le decía “sos una
puta igual que mi mamá”.
Cuando finalizó la guerra, Adolfo y su padre fueron a vivir a

38
ANDREA

“una especie de campo de concentración para alemanes que no


tenían vivienda”. Allí el padre de Adolfo conoció a una mujer
soltera, que cumplía funciones de enfermera y se unió a ella. Esta
mujer fue considerada la abuela y era llamada mamá por Adolfo.
En 1949 migran a Argentina, Adolfo tenía 16 años. En el barco
se establece una ligazón muy fuerte entre los inmigrantes que se
autodefinen como “hermanos de travesía”. Esta hermandad se ha
mantenido hasta ahora.
Adolfo conoce a la que luego será su esposa, por una presenta-
ción que le hace uno de “los parientes de barco”, a los que Andrea
llama tíos.
En relación a estos vínculos, la paciente dice: “para mí son mis
tíos; entonces papá y mamá son primos hermanos e igual se
casaron, aunque no debían”. Se refiere a que su madre era sobrina
de un hermano de travesía de su abuelo, por lo tanto, sobrina
también de éste.

Green: Le voy a preguntar qué impresión tuvo usted


después de las primeras entrevistas, de qué manera
usted tomó contacto con el conflicto central, y cuál fue
su idea de cómo iba a ser el desarrollo general del
análisis.

Analista: Para mí fue bastante sorpresivo lo que Andrea relata al


mes de iniciado el tratamiento, en relación a lo manifestado en las
primeras entrevistas. Formaba parte de lo no esperado.
Escuchar y compartir el relato de lo que fueron sus experien-
cias de incesto consumado con su padre fue muy fuerte, y tuve
que vencer mi propio terror frente a lo que estaba escuchando. En
un comienzo creí contar con una paciente que atravesaba una
situación de duelo puntual: ser dejada por su pareja, lo cual
implicaba también la reactivación de otros duelos, como por
ejemplo el haber dejado su casa paterna. Posteriormente, con lo
relatado surgió para mí otra paciente, imprevisible, que es la que
intento presentar a través de las sesiones elegidas para esta
supervisión.

Green: ¿Qué quiere decir cuando dice: “lo cierto es


que hubo un escándalo familiar frente a su partida”?.

39
ANDRE GREEN

Analista: Ella mantuvo totalmente en secreto su decisión y


cuando se aproximó la fecha de la partida dijo: “me voy”.
Green: Hay algo que no entiendo, cuando ella tenía 21
años... a los 27 decía que hacía 7 años que estaba en
pareja.

Analista: Ella conoció al Sr. E. a los 20 años, a esa edad empezó


a salir con él, pero recién a los 21 años se va de la casa. Ella utilizó
la formalidad de nuestras leyes para tomar esa decisión.

El Dr. Green se dirige al auditorio ofreciendo un espacio para


intervenir.

Participante: Ella utilizó la formalidad para irse de la casa, en


una casa donde se violó la ley y compensatoriamente recurrió a la
ley.

Participante: La relación con este padre y esta madre perdida es


axial, es el eje de la vida de esta chica.

Analista: Aquí se acaba de mencionar una madre perdida y yo


diría que es una madre ausente en lo que va de este análisis.

Green: ¿Qué es una madre ausente para Ud.?

Analista: En el caso de mi paciente alguien que aparece como


“una gorda chismosa” pero que no está para ella, ni para hablarle,
ni para cuidarla, ni para darse cuenta de lo que ocurría entre su
hija y su esposo, entre otras cosas.

Participante: A mí me llamó la atención que ella concurre


haciendo referencia a otra paciente a quien la Dra. “salvó de la
muerte y la locura”; luego me llamó la atención que el padre se
dedicara a la fotografía. Pensé que no tiene simbolizado qué es
una mamá, qué es un papá, cuáles son sus roles. El relato que ella
hace de la historia muestra que esta familia repite modelos como
fotografías; entonces me pregunté qué tipo de transferencia
podría establecer la paciente.

Participante: ¿Cuáles serían las teorías sexuales de Andrea?

40
ANDREA

Pensé que sus estudios de mecánica eran una identificación con


el padre; me pregunté acerca de las enfermedades y todas las
operaciones a que fue sometida en sus zonas erógenas. ¿Cómo
están significadas por la relación incestuosa?
Posiblemente ella tendrá que ir discriminando lo femenino de lo
masculino; es difícil, hay pérdidas reales y morales.

Green: Esta paciente me parece plantear tres tipos de


problemas de complejidad creciente.
Primero: el pasaje al acto, su ida de la casa paterna
y el poco cuestionamiento relativo a esto. Pensamos
que el trauma de su vida actual, el abandono de su
pareja, podría haber sido un medio de abordar a la vez
su universo interior y su modo de relación con la vida
de una manera menos caliente, menos quemante que la
historia de la relación incestuosa con su padre.
Segundo: la aparición de enfermedades somáticas
en momentos importantes de cambio, como si en esos
momentos se diera una especie de cerramiento de la
vida psíquica y un pasaje a un modo de expresión
corporal doloroso. Nos encontramos con una paciente
que efectúa una simbolización concreta. Es importan-
te destacar que los dos traumas corporales sucedieron
en la región del bajo vientre: la pelvi-peritonitis y el
aborto. El aborto fue provocado pero es una especie de
condición para no ser abandonada, una mutilación de
su femineidad para conservar el objeto y con la acep-
tación de que debía hacer callar el deseo de ser madre.
Tercero: nosotros podríamos desconocer lo que fi-
nalmente la analista estimó que era importante comu-
nicar: el problema de la transmisión intergeneracional.
Este problema se desdobla: a) en una situación que es
casi como el negativo de una fotografía, en el que la
madre es una puta y b) el otro aspecto de la transmi-
sión intergeneracional es la transmisión de la estruc-
tura paterna, que consiste en que el padre se sustrae
totalmente de esta situación de deseo, creando una
situación totalmente loca en la que él tiene la necesi-
dad de repetir con la hija, la situación en la cual se

41
ANDRE GREEN

identifica con el agresor, y en la que no se ve sometido


a la influencia que lo convierte en el testigo excluido,
en un niño traicionado, mancillado en su situación de
hijo del padre, por el simple hecho que va a ser suficiente
con castigar a la madre.
Pero, lo que es mucho más importante es esta situa-
ción proyectiva del padre, en la que él va a hacer que
la madre sea responsable de todo y él de nada, en la
cual ella como hija va a separar todo lo que es del
orden de la proyección en el padre y va a quedarse
simplemente con la renegación. ¿Qué es lo que la
paciente va a tomar del padre y qué va a permanecer
totalmente inconciente en ella? La homosexualidad.
Como vemos en esta paciente la repetición acontece
siempre en dos tiempos. Hay un tiempo en que el pasaje
al acto concierne al objetivo enceguecedor, que se
repite. Así detiene la relación con el padre, para empe-
zar una relación con el jefe. Pero su padre es su jefe en
mecánica. Abandona a su padre por otro hombre. Se
trata de repeticiones masivas, muy idénticas entre sí,
dadas sus endebles capacidades de desplazamiento en
relación con el trauma. Esta repetición no funciona,
porque las satisfacciones perversas y omnipotentes
que podemos atribuirle a la relación incestuosa, no la
han llevado a tomar conciencia de lo que ella es como
mujer; por otra parte es lo que siempre sucede en un
caso de incesto padre-hija.
El incesto es vivido como un triunfo compartido por
los dos partenaires; en el caso del padre éste sabe o
cree saber sobre qué triunfa. Y ella sobre quién triun-
fa, sobre la madre chimentera, incompetente y sucia.
Entonces deberíamos pensar que hay algo más, por
ejemplo; ¿cómo interpretar la alusión a Marta, la
paciente que la recomendó?
En primer lugar dice esto fuera de la sesión, en el
momento de irse, como un comentario sin importancia.
Podemos preguntarnos si hay una alusión a angustias
muy primitivas y arcaicas, como si ella misma también
se sintiera amenazada por la locura y por la muerte. Lo
menos que se puede decir es que en la entrevista no

42
ANDREA

manifestó ningún indicio de esto; eso no significa que


no exista, significa que no debemos precipitarnos a
considerarlo una hipótesis ideológica. En cambio, nos
dio una información extremadamente importante: que
en su infancia ella tenía una amiguita, la cual tenía
una madre y que ella se sentía fascinada por esa ma-
dre. Podemos pensar en efecto, que el motivo de la
consulta es reencontrar una madre fascinante, que le
hará conocer el secreto de su propia femineidad.
Pero dentro de ella, esto está totalmente disociado
del incesto porque lo que está reprimido a causa del
incesto, como en todos los casos de incesto padre-hija,
es el rencor que la niña le tiene a su madre, porque en
la mayoría de los casos la madre muestra la misma
actitud de renegación. Extremando el ejemplo, si el
padre tiene que tener amantes mejor que quede en
familia.
Voy a agregar dos cosas más para terminar.
La primera es que el padre reacciona frente al aban-
dono diciéndole: “esto es mejor así porque la fruta
podrida no va a arruinar las otras”. Nos encontramos
aquí frente a uno de los problemas más difíciles del
análisis. Freud era realmente muy ingenuo cuando
pensaba que poniendo en evidencia el trauma de se-
ducción, éste se iba a esclarecer e iba a permitir el
retorno a la normal circulación de los procesos psíqui-
cos. La situación más difícil de obtener en este tipo de
casos es llegar a través del análisis a que una niñita
que fue objeto de la seducción por un adulto, reconoz-
ca que la misma fue por lo menos compartida. Por
ejemplo: se podrá reconocer que hubo placer, pero no
se reconocerá jamás la asociación de ese placer con
las figuras simbólicas, es decir que será muy difícil, si
se trata de una seducción por un adulto, que se reco-
nozca que ese adulto tiene rasgos en común con el
padre y en consecuencia que esta situación no puede
deberse solamente al azar. Pero es cierto que, en estos
casos, el conjunto de la situación no puede ser objeto
de ninguna clarificación, porque cada uno tiene razo-
nes para querer ignorar el rol que juega en este esce-

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ANDRE GREEN

nario. Entonces, el analista corre el riesgo de apare-


cer solamente como el que repite esta seducción. En
ese momento, el reconocimiento del carácter de la
seducción, da una imagen de sí mismo al analizando
que es totalmente inaceptable.
El segundo punto sobre el que quiero llamar la
atención es el carácter un poco bizarro de lo que ella
comunica a la analista acerca del abandono que le
hace su pareja. Ella se pregunta: “si le he entregado
todo, cómo no me di cuenta que él no se encontraba
cómodo”. Encuentro esta frase extraña y hay un por
qué. Me llama la atención que entre los dos términos de
la oración no hay desde el punto de vista del lenguaje
conciente, consecuencias lógicas. No está dicho que
cuando se le da todo a alguien, uno está en buenas
condiciones para darse cuenta de que el otro se siente
cómodo; en cambio lo que uno escucha es ¡¿Cómo,
después que le di todo, pudo sacarme todo?! O se
puede decir: “esperaba tanto, todo de él, que ni me di
cuenta que él no se sentía cómodo”. En ese momento ya
no hay preguntas para el inconciente.
De hecho, lo que la paciente quiere decir es: “le di
todo y sin embargo no era lo que él quería”.
Podríamos comprender esta frase de dos maneras:
por el lado del padre, desgraciadamente ella no podía
ser su madre (la del padre). Y del lado de la paciente
algo le faltaba, algo que no la hacía sentir totalmente
cómoda “porque era nada más que mi padre, no era mi
madre”. Lo que tenemos en común en las dos situacio-
nes es la madre.
La madre se presenta como factor de investidura
explícita de su maldad y putañería y, desde el punto de
vista de la paciente, la madre es vivenciada como un
objeto por el cual ella no se siente investida. En ese
momento surge el pedido a la analista. Lo que impacta,
aún antes de haber escuchado la sesión, es la rapidez
en el cambio del análisis. En la apariencia exterior
ella reencuentra su delgadez, dicho de otra manera,
reencuentra bajo otra forma, a la niñita anoréxica que
fue cuando era pequeña. Manifiestamente la paciente

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ANDREA

espera algo, pero su problema principal es el de su


economía psíquica y el cortocircuito. Entonces vamos
a ver la sesión.

Relato de la sesión - Sesión de octubre del 92.

Llega en hora; la puntualidad es un rasgo habitual.


Me da la mano, sonriente y dice: “!Cómo le va Dra.!”. Esto no
es habitual.
Se acuesta con una pierna bien estirada en el diván y la otra
apoyada en el piso. Esta modalidad persiste desde hace un tiempo,
cuando la paciente me pide permanecer sentada y yo le sugiero
que el diván es lo más adecuado, y coincide temporalmente con el
momento en que el padre de Andrea estaba muy grave y ella
deprimida; casi tres meses.
Andrea permanece unos minutos en silencio. En el interín
golpea rítmicamente el cierre de su pantalón y luego se queda
quieta. Transcurrieron unos 3' de sesión.

Paciente: Escucho un bebé... (su hablar es tierno); pobrecito...


debe ser chiquito. (Este comentario me permite percibir un sollozo
casi imperceptible de un bebé). Al lado de mi departamento vive
un matrimonio; el caño maestro de mi departamento daba a su
cocina y se rompió y así los conocí. Ella tuvo familia y lo trae al
bebé a la cocina, seguro para que el marido durmiera; ¡cómo llora
ese bebé, en un grito!.
Pienso en los departamentos donde viví; lo silencioso de los dos
anteriores y todo el quilombo que es éste. En éste estoy más, en
los otros no paraba. Si me mudo me voy a quedar en esta zona (la
del consultorio), hasta Belgrano como mucho. Yo me quiero ir,
dos años más en el mismo departamento no me atrae (estos
comentarios se relacionan con la finalización de su contrato de
alquiler).
Me fascina conocer departamentos, la mudanza, cambiar de
departamentos, cambiar los muebles... Con cada mudanza fui
progresando, cada vez mejor. Primero fue un solo ambiente,
después un contrafrente y éste, un lateral. Quisiera tener un
balcón, desayunar ahí; estar ahí con el sol y una reposera; viviría
en el balcón. No importa si es un contrafrente; el de ahora tiene
un cerramiento. (El balcón ha tenido diferentes significados en el

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ANDRE GREEN

curso de este análisis. Hace unos meses atrás representaba el


lugar del peligro, y el mejor exponente de sus fantasías suicidas.
Decía: “Me aproximo, es atractivo, un momento y ya está”).

Analista: Me está contando de sus mudanzas de ánimo; de pronto


se siente un balcón abierto, con esperanzas, y de pronto como un
bebé lloroso porque está sola y no sabe si hay una analista que la
escuche, y se siente un balcón cerrado, con cerramiento.

Paciente: Suspira. Ahora Eduardo (su ex-pareja y jefe actual) se


casa, soy un globo desinflado, una pasa de uva. Se va a casar, no
lo puedo mirar, no; él tiene un compromiso, aunque igual podría
tener alguna esperanza... Ahora no tengo más acceso a él, no
tiene que ver, pero pierdo una parte de él; la debe querer mucho
como para casarse, y por un montón de cosas, ¿no?

Analista: Pese a que habló de un balcón abierto, se le hace


peligroso mirar otros horizontes. (Desde mi contratransferencia,
estoy alerta ante el peligro de suicidio. Por eso introduje la palabra
“peligro” –pese al contenido nuevo de balcón– dado que en
nuestro código se sabe que el sentirse abandonada por Eduardo –
ex-pareja, sustituto del padre–, representa una amenaza que
reaviva sus fantasías suicidas latentes en relación al episodio
incestuoso. Intenté de ese modo corregir la interpretación ante-
rior).

Paciente: Siento ganas de estar con alguien, con alguien al lado


mío. Luego digo que no, tengo miedo. No sé cómo empezar, qué
hacer... no sé... En el gimnasio me siento desubicada, son chicos,
están en la huevada de hacer músculos y los mayores no sé a qué
hora irán... No sé qué hacer. En el trabajo no miro a nadie, no le
encuentro la vuelta, no me animo. Hay lugares: un partido de
tennis, de polo, pero ahí van los que tienen plata. Salir a la
búsqueda a ver qué pasa, tengo miedo al verso, no sé cómo
reaccionar. Así como estoy es una posición cómoda, es embolante
por momentos, pero no es difícil de soportar, no es tan terrible;
pero para vestir santos no me gustaría quedar. Alguien que me
llame, con quien salir; alguien a quien decirle que hoy no nos
vemos porque tengo un compromiso.

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ANDREA

Analista: Ahora sí que no entiendo: ¿alguien con quien estar o


alguien a quien echar? (Entre nosotras, a veces como en esta
intervención, yo asumo el rol de confundida para que ella entienda
su confusión).

Paciente: Ahora me acuerdo que anoche soñé: la cabeza de mi


viejo rodaba en la cama. Yo estaba tapada y rodaba por mi cama.
Siento que se mueve la cama y me tocan la espalda.Yo miro para
ver si es Silea (su gata siamesa), pero no era ella. Como en la foto,
él estaba todo pelado.

Analista: ¿De qué cabeza me hablará?

Paciente: No, no, de esa no... de la de arriba nada más (muy


angustiada). Estaba con la boca abierta, los ojos abiertos como en
las películas de terror... Me senté en la cama, me dolía la cabeza,
¡qué cagazo! Todo el día no me saqué esa cara de encima. Seguro
que está separando o yo estoy separando las partes de él. Primero
por la cabeza, desarmar, despedazar... como desmenuzar un tema
con usted, parte por parte.
Lo que me dominaba, la cabeza, se le desprendía y así no me
va a dominar. El resto no tiene dominio, nada sirve de él si no tiene
cabeza... La cabeza de enfermo era ésta, la de la foto. (Se refiere
a la última foto que le sacaron al padre, en el casamiento de su
hermano). En la foto no estaba así, pero parecido... (Silencio
prolongado)...
Sentí que se acercaba a mí y por eso yo me tapaba. (Hace
gestos como para defenderse de un posible ataque).

Analista: ¿Usted sugiere que él deseaba hacerle algo?

(La paciente le da a su sueño un contenido de realidad, el cual


la lleva a realizar el referido acto motor. Durante el primer
período de análisis, el trabajo se centró en parte, en la discrimina-
ción de un sueño soñado de una alucinación vivida durante la
noche. Los sueños la llenaban de terror y una forma de testear la
eficacia analítica estuvo puesta en ver si Andrea podía discri-
minar entre sueño y alucinación. Aquí intento colocarme en el
lenguaje de ella, de que el sueño le trae un mensaje y me incluyo
como analista develadora de su inconciente y ello en varias

47
ANDRE GREEN

oportunidades).

Paciente: Y claro, para que no se venga encima mío, que pasara


por la cama y no por mí... que no pasara la cabeza por encima mío;
porque si yo lo estoy despedazando... (asustada)... Silencio... ¿Se
estará pudriendo? Seguro que los bichos se lo comen, ¡que se
desarme! Qué impresión cuando uno en el cementerio va a tierra
y se lo comen los bichos, las ratas y todo eso. Vi cuevas de ratas
ahí, se lo comen a uno ahí. ¿Para qué alimentar ratas? Mejor
enterrar las cenizas para que no se lo coman a nadie.

Analista: Por el miedo que sintió, parecía que él venía a comér-


sela.

Paciente: Son advertencias de que no tengo que hablar.... Yo


hablo demasiado de él, cosas que no debo... Porque si usted dice
algo de él... yo no lo voy a jorobar más; me asusto. Y el fin de
semana se molesta y se enoja y me hundo en la cama. ¿Y si vuelvo
a soñar que me va a tapar la boca y los agujeros? (Se refiere a un
sueño de tiempo atrás en el que su padre le tapaba los agujeros del
cuerpo, colocando en estos carne picada. En este momento de la
sesión ocurre que ella, al recordar este sueño, ya no lo considera
como tal, sino como un hecho vivido).
Mejor lo dejo tranquilo, no hablo más mal de él para que no
venga; no quiero seguir contando lo que me hizo, me da miedo que
se enfurezca porque abro la boca, porque él decía que no le debo
contar nada a nadie... no puede hacerme nada, no me puede matar
con un cuchillo o un arma (se aterroriza). La venganza de él es
sentir que en la espalda tengo a alguien, ver su cabeza, son las
apariciones de él para que me calle de una vez. El seguro que dice
que para qué le cuento a usted, quién es usted para que yo lo haga.
Me da un cagazo, me dan unos soretes... Me parecía que me
llamaba, que dice mi nombre. Oigo ruidos en el dormitorio y
después está silencioso y no me animo a abrir la puerta del
departamento, porque voy a encontrar a alguien, que no estoy
sola. Me digo que es Silea, que son ruidos de la calle; me siento
muy mal, que me mira, que me observa; nuestros secretos no son
nuestros porque él nos escucha.

Analista: Si él está aquí entre nosotras, también me puede hacer

48
ANDREA

algo a mí.

Paciente: (Interrumpiéndome). No lo diga que me hace asustar


y me lo creo (llora). Cuando él vivía yo tenía miedo de que venga
a mi casa y ahora que está muerto tengo el mismo miedo.

Analista: ¿No será que prefiere tener miedo antes que extrañarlo?

Paciente: Extrañarlo no quiero, porque quiere decir que yo lo


quiero. Sí, él viene ahora para actualizarse por los siete años que
no me vio. Si yo lo dejo en paz, por qué viene y me perturba si yo
no quiero nada de lo de él. Yo no quiero la plata del seguro, ni
quiero manejar su auto; porque si uso lo de él estoy ocupando su
lugar; seguro, si le dejo un hueco él enseguida va a estar sobre mí
y yo no quiero.

Analista: Usted siente que tener algo de papá es como mantener


una relación sexual con él y soñó que él venía a tener una relación
sexual con usted.

Paciente: Qué suerte que no lo dejé, porque si era la cabeza...


(del pene). Si él se me cae en pedazos, será para mí más fácil
digerirlo que si lo veo completo. ¿Usted se imagina cuando me
caiga el “topi”? (La paciente habla al revés, en lunfardo, se
refiere a la manera infantil de nombrar al pene, o sea pito).

Analista: Parece que la tarea que tiene por delante es ver cómo
se lo traga. Me pregunto si ésa puede ser la razón por la cual dejó
de comer. Bueno, dejemos por hoy.

Green: ¿Qué piensan ustedes de la sesión?

Participante: Es sorprendente el escándalo que se arma cuando


la paciente decide irse de la casa, sobre todo si hubo una relación
incestuosa de larga data respecto de la cual la propia paciente
estaba sorprendida de que nadie la hubiera notado. Esto me hace
pensar que se rompió un equilibrio, y que toda la familia hubiera
percibido que ese equilibrio se había roto. Cuando se produce la
repetición en la relación que tiene con su jefe (como dice el Dr.
Green, una repetición masiva), ella es la dejada; no sé cómo

49
ANDRE GREEN

funcionó el dejar al padre en el inconciente de esta paciente. En


el transcurso del tratamiento se produce la misma ruptura de este
extraño equilibrio y aparece la parte más francamente psicótica.
Se me ocurrió que la descripción que hace de los departamentos
es como un viaje por su aparato psíquico en el que intenta delinear
espacios, diferenciar imágenes, con todas las dificultades que
aparecen generadas por el padre que amenaza con bloquear las
entradas y salidas, y donde ella queda finalmente atrapada.

Green: La sesión psicoanalítica, en general ofrece una


paradoja que puede ser fuente de confusiones. La se-
sión se desarrolla y por supuesto cuanto más se desa-
rrolla, más chances tenemos de suponer que nos acer-
camos a una situación transferencial crítica. Podría-
mos decir que el riesgo cuando llegamos a los momen-
tos más calientes de la transferencia, es que participe-
mos en un estado de excitación compartida. Pero que-
remos mantener la cabeza tranquila para poder retro-
ceder y comprender lo que está sucediendo, y entonces
la tentación es considerar que los momentos prelimi-
nares a este punto de tensión crítica cuando existen,
hacen que lo sucedido antes no tenga importancia, y
allí reside el error. Es decir, que la fascinación del
instante –en el momento de esta gran intensidad–, nos
hace olvidar el mecanismo freudiano del “après-coup”.
En lo que me concierne pienso que en estos momentos
muy ardientes de la sesión, se puede suponer que una
parte del analizando le da al analista lo que éste
quiere, lo que no significa que no se dé a sí mismo
también lo que él quiere; y es la relación con estas dos
cosas lo que nos obliga quizás a rever nuestra posición
en el comienzo de la sesión, y a preguntarnos acerca de
cómo hemos intervenido orientando las cosas. Pienso
que en esta sesión hay un momento en el que la analista
orientó las cosas. Todo lo que acabo de decir lo traduz-
co a mi lenguaje personal diciendo que, para mí, lo que
es importante en una sesión es prestar menos atención
al momento de tensión crítica que al movimiento de la
sesión. Es decir, la mente del analizando y lo que
comunica se encuentra habitada en estos diferentes

50
ANDREA

momentos por algo que yo no llamaría directamente la


fantasía inconciente, pero sí las tentativas de acerca-
miento para intentar crear una.
Si tomamos la sesión en detalle, ésta se anuncia en
principio como cómoda, sin tensión. Luego, la pacien-
te le dice a la analista: “¿Cómo está doctora?”. Sabe-
mos que este tipo de comentarios aparecen cuando el
paciente tiene necesidad de llamar la atención sobre
otra cosa, sobre su propia angustia, para ponerle una
etiqueta a la relación a fin de ubicar que se trata de una
relación terapéutica. Luego tiene un modo caracterís-
tico de acostarse sobre el diván, a medias. La paciente
se quiere levantar, y la analista le dice, no... mejor se
queda allí. Y antes de comenzar a hablar golpea sobre
el cierre de su pantalón. La analista se da cuenta pero
no lo recordará. Luego llega con la fantasía del bebé
ligado a un recuerdo y la analista se pone muy conten-
ta, le traen el bebé en bandeja. ¡Dios sabe que habla-
mos de bebés en todos los trabajos! Pero a fuerza de
estar contenta, se termina por ocultar quizás lo más
original en la introducción de este bebé. La paciente
puntualiza ciertas cosas: es porque se rompió un caño
de agua que ella conoció al bebé; como se dice “hubo
un escape”; alude a una especie de toma de concien-
cia, que crea una ruptura con un estado anterior. En
ese momento dice lo que es esencial hablando de la
madre del bebé: ella tuvo ese bebé y lo lleva a la
cocina, seguramente para que el marido duerma ; es
decir que la función del bebé es la de callarse , porque
no hay nada más importante que los sueños del padre.
Reencontramos aquí lo que dijo de su propia madre,
que ésta obedecía en todo al padre. Lo que se transmite
en esta comunicación, es que el dormir del padre es
más importante que los gritos del bebé.
Entonces dos segundos después, habla de los depar-
tamentos silenciosos y de todo el “quilombo que es
esto”. He aquí la ruptura del caño de agua; lo que
permanecía silencioso y el quilombo que es éste –el
quilombo que había en su propia casa, en el baño con
el padre–. Vemos cómo la utilización de este lenguaje

51
ANDRE GREEN

relajado tiene de hecho una meta muy precisa: sabe-


mos que todo el ruido que hay allí tiene para ella un
valor de desorganización, y vamos a observar cómo
este ruido se va a transmitir durante la sesión. Enton-
ces nos cuenta qué es lo que ella hace y cómo lo hace .
Ella se encuentra reducida a la impotencia pero, rápi-
damente va a poner de manifiesto una escena en la cual
ella hace mover a los objetos, ella se muda, ella genera
la posibilidad de poner a un lado las situaciones
asustantes o desorganizantes.
Se ha dicho que esto podría parecerse a la descrip-
ción de su propio aparato psíquico. Esto podríamos
pensarlo, pero aquí lo importante es la oposición entre
el balcón de adelante y el de atrás, lo que ella muestra
y lo que sucede detrás, lo que los padres muestran y lo
que pasa detrás. La ilusión que ella pudo tener de
agotar todo lo que está escondido, aceptando las suge-
rencias del padre de realizar sus fantasías. Entonces
la analista interviene sobre el balcón y es ahí pienso,
que todo cambia durante la sesión.
La analista le habla del balcón con esperanza y de
golpe, como un bebé lloroso, porque se siente sola;
pero esto es lo que la analista ha inventado. Teníamos
una situación mucho más rica, de la cual nosotros
podíamos saber que la madre en lugar de jugar su rol
consolador, le pide al bebé que se calle, y es ella quien
agrega “seguramente para que el padre duerma”.
Quiere decir que esto corresponde a una certeza den-
tro de la paciente, ya que no hay nada de este orden en
la situación referida. Y así comprendemos mucho me-
jor la situación del incesto: si lo único que cuenta para
la madre es el padre, el único modo de movilizarla es
instalándose con el padre. Creo que hubiera sido inte-
resante explorar más esta hipótesis. La paciente cam-
bia la asociación, y habla de su antigua pareja que la
dejó por otra mujer. Esta es verdaderamente la prueba
de que el bebé no se encuentra solo, y que efectivamen-
te ahí es el contrafrente, es decir que el padre está con
la madre, y la niñita no es tenida en cuenta; demasiado
pequeña todavía, para ser considerada objeto sexual.

52
ANDREA

En cuanto a la madre, podemos seguir diciendo que le


falta la investidura hacia su hija.
En este momento de la sesión creo que la reacción de
la analista se debió al miedo que sintió cuando la
paciente puso en evidencia la estructura de su conflic-
to fundamental, porque le presentó un Edipo grande
como una montaña, y la analista se dijo que no era así;
y tenía razón, pero no es porque el Edipo se presente de
este modo que no está ligado a una situación triangu-
lar primitiva.
Porque así se explica lo que la preocupó “soy una
pelota desinflada, soy una pasa de uva”; es decir “me
sacaron mi sangre y todo lo vivo que hay dentro de mí”.
Yo pienso que una niñita que no está investida por su
madre, y que tiene la impresión que lo único importan-
te es el padre, puede sentirse vaciada de toda vida. Es
por eso que la analista nos da una explicación de seis
líneas sobre su contratransferencia respecto al peli-
gro de suicidio de la paciente; yo no niego que haya un
peligro, pero en ese momento la interpretación que se
dio está exactamente en la transferencia de defensa:
“a pesar de haber hablado de un balcón abierto, le
parece peligroso mirar otros horizontes”, esto es el
contenido manifiesto de lo que la paciente dice cuando
no puede salir. Hubiera sido interesante que la analista
se situara en la transferencia, en relación a la situa-
ción traumática que acaba de transmitir en el presen-
te. Entonces la paciente continúa en la transferencia
de defensa, habla de toda la gente que está a su alrede-
dor, que son demasiado jóvenes y en resumen explica
que va a permanecer sola, que va a seguir solterona.
En ese momento la analista le dice que se hace cargo
del rol de la confusión en la transferencia para que
ella misma conozca su propia confusión. Considero
que la confusión no se encuentra en el momento en el
cual ella habla, sino que estaba en el momento en que
ella habló de Eduardo en su nueva relación, y de lo que
ella quiere que ocurra en esa relación. Y en ese mo-
mento la paciente habla del sueño; habla del sueño
para ayudar a su analista y para explicar con qué vino

53
ANDRE GREEN

a la sesión desde el comienzo. Pero tuvo necesidad de


todo este rodeo, para abordar su universo interno.
Desde este aspecto, la analista ha llevado muy bien el
rol de la confusión cuando le dice: “alguien con quien
se quiere estar o alguien a quien uno quiere echar”: el
padre diría yo. Por eso en este momento ella habla del
sueño.
Todo lo que sigue es de una gran importancia y de
una gran riqueza. Es claro que detrás de esto hay
afectos de terror, aunque lo más importante, volviendo
al detalle del sueño, es que el modo de conjugar este
terror consiste en una identificación fálica con el pa-
dre. Identificación fálica con el padre no significa
identificación en un nivel edípico o con un personaje,
sino una identificación fálica con un padre mecánico,
porque hay ahí contenidos que revelan ese aspecto
mecánico. Pienso que también hay algo auténtico: una
relación con un objeto despedazado que nos lleva
probablemente a comprender lo que sucede dentro de
la paciente cuando pierde su identificación fálica con
el padre. Como si en este momento efectivamente, se
encontrara también con una madre, para la cual ella
no llega a existir de un modo entero. Llamo la atención
sobre el hecho que el sueño es un equivalente en el
mundo interno, de lo que ella relata que hace en el
mundo externo, por ej., de cómo se mueve; vemos una
hiperactividad (moverse, mudarse, etc.) que tiene el
valor de impedir el pensamiento. Es decir, impedir que
la fantasía se desarrolle; lo contradictorio es que la
fantasía continúa existiendo pero no puede llegar a
organizarse. Otra manera de decirlo es que las fanta-
sías que están relacionadas con ese cuerpo despedaza-
do, ¡oh paradoja!, no llevarán jamás a la imagen del
padre, todo lo contrario de lo que ocurre en lo real.
Por supuesto que podemos interpretar todo lo que la
paciente relata como maniobras sádicas, pero creo
que en este sueño hay algo que explica el carácter
masivo del delirio.
Lo que le interesa a la paciente no es tener un padre
para jugar al toqueteo con él, sino que lo que le intere-

54
ANDREA

sa es tener un objeto al que ella pueda despedazar,


pasar por encima y por debajo, desplazar y ella ...
continuar, seguir viva. Incluso algo más, obtener de
este objeto que ella tritura en todos los sentidos, una
especie de coherencia de la investidura, lo que expli-
caría la aparición de la analidad en el material.
Ella dice: “soy una mierda...”. Son evidentemente
fantasías pregenitales, pero lo que hay que compren-
der por el modo en que son vividas, no pueden ser
interpretadas como cualquier otra fantasía de despe-
dazamiento, porque son vividas además, con la conno-
tación de la identificación fálica con el padre y con
toda la fuerza sádica fascinante del padre. Son vividas
con una connotación muy excitante.
Entonces, ¿qué espera la paciente? Espera una pa-
labra de su analista pero se da cuenta de que se arries-
ga. Ella dice: “son advertencias de que no debo ha-
blar, digo demasiadas cosas”, y en ese momento apa-
rece la fantasía de la pérdida de la madre. Es muy
notable la ausencia de la madre durante toda la sesión.
Como aquí se dijo, es cierto que llama la atención la
mención de la foto. Sin embargo estoy más impactado
aún por la relación que hay con la foto como totalidad
inerte, es decir, como figura identificable, y toda la
actividad mental de la paciente gira alrededor de: “yo
estoy separando los fragmentos de él, primero la cabe-
za, desmontar, despedazar parte por parte, como des-
menuzar un tema con usted por pedazos. Lo que me
dominaba, la cabeza, se desprendía. El no va a domi-
narme más; el resto no tiene poder; nada de él sirve si
no tiene cabeza”.
Hubiera sido mucho mejor si hubiera tenido la ca-
beza de otro, de aquella justamente que tampoco ha
manifestado deseo de amarla. Pienso que es esta iden-
tificación con el padre como objeto parcial, lo que
impide el análisis de su relación con la madre.
Habría otro modo de comprender la sesión; para
ello la analista debería tener un poco de atrevimiento
y decirle: vamos a tener que remontar todo esto y no
sabemos para nada qué va a pasar, pero usted va a

55
ANDRE GREEN

tener que remontarlo.

Participante: De acuerdo con lo que usted explicó: ¿qué posibi-


lidades tiene esta paciente de que la analista sea para ella una
madre que no tenga “el caño roto” y que haya una comunicación,
sin que la paciente se confunda?

Participante: Quisiera pedirle al Dr. Green que se explaye sobre


esta identificación fálica con el padre.

Green: Ningún análisis se juega de antemano, ni uno


puede predecir cómo se va a desarrollar. Voy a anali-
zar el momento en el cual nos encontramos y no me
planteo la cuestión de hasta dónde va a llegar. La
aparición de este sueño muestra que ella rompió la
consigna de guardar silencio y que en consecuencia,
este sueño va a tener un lugar en el análisis y no podrá
no tener ese lugar.
Hubiera podido desarrollar todo este seminario al-
rededor de la identificación fálica con el padre, con el
objeto parcial del padre. Esto puede comprenderse, no
sólo en relación con la imagen que ella se ha hecho de
él, sino también con el elemento de realidad en el
padre que nos remite a su propio ocultamiento del
amor por su madre. Por otro lado, no podemos dejar de
interpretar esta identificación fálica con el padre, como
lo inverso de su situación masoquística al haberse
sometido a la relación incestuosa con él. Al invertir así
la cosa, ella muestra a la analista todo lo que estaba
allí pero no pudo suceder y esto también es el trabajo
de lo negativo.
Lo que no pudo ser y que está también completamen-
te oculto es, efectivamente, todo lo que ella dijo en las
primeras entrevistas acerca de su fascinación por la
madre de su amiguita. En cierto modo, ella comunica
acá hechos que provienen de la regresión y al mismo
tiempo algo vital y esencial, que se refiere a la posibi-
lidad de fantasear acerca de poner a prueba el cuerpo
de la madre. Es esto lo que la lleva a su identificación
con la mujer, porque esta identificación y hay que

56
ANDREA

decirlo alguna vez, es una identificación sobre algo


que está implícito, es decir que la niñita ve a la madre
comportarse con ella y ve a la madre con el padre. Pero
para que esta identificación suceda, es sobre la base
de lo que no fue vivido, pero de lo cual proviene. Todo
sucede de esta manera: se tiene la impresión que esta
especie de excitación secundaria con el padre, hace
que suceda con él lo que no sucedió con la madre. Pero
de otra manera, con la posibilidad de vivir toda la
bronca, la decepción, el deseo de hacer daño tocando,
y todo esto que implica una estructura de relación que
Traducción realizada ensila reunión
podría desarrollar clínica:
conociera más cómo siguió el
análisis.
Estela Porque
Mordo vemos cómo todo esto bloquea el otro
de Rosenfeld
lado de la identificación, es decir la identificación con
las semejantes, las otras niñitas, las otras mujeres.
Entonces, cuando me preguntan sobre el trauma: ¿qué
encuentro? Entre las diversas hipótesis concernientes
Descriptores: Caso clínico.
al trauma existiría, pienso, Complejo de Edipo.
ese sentimiento Incesto.
de compro-
bar que la madre poseería
Sexualidad algo Supervisión.
femenina. que no le quiere dar,
fingiendo que lo que acontece entre el padre y la hija
es banal y en consecuencia lo que considero un factor
traumático, es la actitud de renegación y de proyec-
ción del padre, que impide a la hija el funcionamiento
de su propio pensamiento.
Supongamos que el padre le hubiera dicho: “querés
irte, entonces no me querés más”; esto hubiera sido
una cosa. “Y bien hija mía, ahora podés irte porque yo
te preparé bien para la vida y nadie te habrá dado lo
que yo te di”; es otra cosa, es diferente. El le dice a la
hija, confundiendo t o t a l m e n t e su madre y su hija,
“por lo menos ahora el fruto podrido no contaminará
a los otros”, es decir, “vas a contaminar a tus herma-
nos”. Esto juega un rol muy importante en la posibili-
dad de asumir su propio deseo.
Quizás no se pueda pedir algo imposible a los pa-
dres, pero por lo menos se les puede pedir que se callen
la boca.

57
Bernardo

Analista: Se trata de un joven de 23 años, derivado por un colega


que atendía a una de sus hermanas mayores. Yo conocía a toda
su familia excepto a él, debido a que ocho o nueve años antes su
madre había estado internada en una institución psiquiátrica
donde yo trabajaba. Tuve suficiente contacto con la familia como
para saber de la existencia de Bernardo, quien por aquel entonces
tenía quince o dieciséis años y vivía solo en París. Al decir de
todos ellos: “alejado del sufrimiento.” Así había sido dispuesto por
el padre y suscripto por el resto de la familia, aunque también
quedó explícito en aquella época que era el padre quien tenía el
proyecto de ir a vivir definitivamente a aquella ciudad. Aún hoy lo
mantiene.
Bernardo es el menor de cuatro hermanos, con una diferencia
de catorce años con el que le antecede, A., que tiene actualmente
37 años, es profesional, está casado y tiene dos pequeñas hijas.
Con sus hermanas mujeres hay más de veinte años de diferencia.
Una de ellas, soltera, es escritora. La otra es separada, profesio-
nal y tiene hijos adolescentes. Los tres se mostraban muy preocu-
pados por Bernardo en aquella época.
Sus padres habían tenido una mala relación y se habían sepa-
rado varias veces. Bernardo nació luego de una de esas separa-
ciones.
No supe nada de ellos hasta hace un año y medio en que me
enteré que su madre se había suicidado arrojándose a la calle
desde un piso diecinueve, donde vivía. Eran las vísperas de
Navidad y Bernardo recién había llegado de Boston con su
flamante título de Licenciado en Artes.
Descriptivamente, su madre presentaba un sindrome maníaco

Psicoanálisis APdeBA - Vol. XVII - Nº 1 - 1995 59


ANDRE GREEN

depresivo. Había estado varias veces internada. Atendida por


prestigiosos psiquiatras, recibió múltiples tratamientos, desde
psicoterapia hasta electroshocks, pasando por todo el espectro
psicofarmacológico.
Todo este material acerca de la historia familiar casi no
apareció en el transcurso de las entrevistas con Bernardo. No sé
si fue porque él sabía que yo lo conocía de aquellos años o por
alguna otra razón, como por ejemplo, una disociación propia de las
características de su personalidad.
Concertamos dos entrevistas cuyo contenido es más o menos
el que transcribiré a continuación. Al cabo de las mismas le
propuse comenzar un tratamiento psicoanalítico de tres sesiones
semanales, que él aceptó , poniendo reparos sólo en el aspecto
económico, tema muy conflictivo para él , dado que era el padre
quien pagaba el tratamiento.
Bernardo llegó puntual a la primera entrevista. Entró y echó
una exhaustiva mirada al consultorio mientras caminaba lenta-
mente hasta el sillón donde lo había invitado a sentarse. Me
impresionó frío y distante, como frente a una experiencia extraña.
A continuación comentó que hacía más de media hora que estaba
esperando en la plaza de enfrente. Dijo que prefería esperar y no
llegar tarde. Por lo particular de su entrada cabía la posibilidad de
pensar que estuvo también inspeccionando el consultorio por
fuera.
Planteó enseguida sus dificultades para “formar pareja”. Esto
le preocupaba mucho. Se consideraba un muchacho “lindo” , con
muchas condiciones, sexualmente muy apto y no entendía bien
cómo no encontraba una “chica linda” que quisiera estar con él.
Muchos de sus problemas serían distintos si tuviera novia. Hizo
referencia a que otros chicos ni eran tan “lindos”, ni parecían tan
preparados. El era “alto y buen mozo”, había estudiado en París
y en Boston, pintaba, tocaba la batería, era fotógrafo, hablaba
varios idiomas... No se explicaba bien qué pasaba. Había “estú-
pidos” que tenían “novias muy lindas”. Era particularmente des-
preciativo y soberbio al hacer estos comentarios.
Su única relación más o menos duradera había sido con una
adolescente francesa, Stefanie, que conoció durante unas vaca-
ciones en Suiza. Cuando ella regresó a su casa, en el sur de
Francia, Bernardo la siguió y logró instalarse allí, con cierto
beneplácito de los padres de la muchacha. Luego hicieron un viaje

60
BERNARDO

juntos en auto y tuvieron relaciones sexuales. Ella era virgen y


muy tímida. El se había iniciado con una prostituta a los quince
años, antes de viajar a París. Desde entonces no había vuelto a
tener relaciones sexuales. Cuando regresó a Boston, donde esta-
ba estudiando, fue ella quien lo siguió. Convivieron unos meses
hasta que en un viaje de sus padres, una violenta reacción de su
madre contra Stefanie al verla salir del cuarto de su hijo, terminó
prácticamente la relación. Pocos días después ella regresó a
Francia y nunca más se vieron. Relató esta situación con un leve
fastidio, como si no le hubiera importado demasiado.
Más tarde tuvo otras relaciones pasajeras con “chicas no muy
lindas”, como “descarga sexual”. Habían pasado más de siete
meses y él consideraba esto como algo muy anormal. Algunas
chicas parecían tener interés en él, pero una se parecía a Fito
Páez, a otra se le veían los dientes feos cuando se reía, finalmente
una tercera parecía no entender cómo él no trabajaba. Algunas,
con las que él había estado, lo desilusionaban cuando les descu-
bría imperfecciones en la piel o en sus cuerpos. De modo que el
panorama era bastante sombrío.
A esta altura yo pensaba que si bien era una persona de rasgos
armónicos y podía decirse que formalmente era buen mozo, la
falta de matices emocionales, lo estereotipado de sus gestos, su
expresión rígida, lo hacían poco bello. Las escasas veces en que
esbozó una sonrisa me impresionó como algo cercano a una
mueca. Esto era complementario con la frialdad, casi mecánica,
con la que hablaba de sus vínculos. Sin embargo, al finalizar la
primera entrevista, cuando lo despedía en la puerta del consulto-
rio, me sorprendió con un comentario elogioso respecto del mismo
y la pregunta de si todavía habría unidades en venta (era notorio
que se trataba de un edificio recién estrenado). Me sorprendió
porque pareció más próximo. Pensé que querer vivir allí podría
significar querer instalarse en el tratamiento. Intuí un aspecto más
tierno. Pero, al mismo tiempo, esta necesidad de continencia,
poco reconocida por él, que tal vez estaba desplazada a la
preocupación por tener novia o al menos relaciones sexuales,
surgía como “transformación inmobiliaria”. Esto era quizás, un
producto de la desafectivización y, en parte, expresión de
posesividad.
El otro problema que lo aquejaba era su imposibilidad de
trabajar. Se sentía un mantenido del padre. Hacía intentos aisla-

61
ANDRE GREEN

dos con sus conocimientos de fotografía, pero llegado el momento


no parecía tener interés en concretar las oportunidades. Pensaba
que en este país a nadie le interesaba el arte y un artista era
alguien a quien se desvalorizaba porque no ganaba dinero y al que
siempre se le preguntaba de qué trabajaba. El decía admirar a su
padre, quién, con esfuerzo, había hecho una respetable fortuna
fabricando bolsas de arpillera. Al mismo tiempo se sentía como su
madre, una abogada que nunca pudo trabajar, pusilánime e inútil,
al punto de pensar que podía terminar como ella.
El no quería vivir en este país, en esta ciudad, pero sus
hermanos insistían en que debía quedarse y él se reconocía muy
influenciable. Siempre estaba en la duda entre establecerse
definitivamente en Buenos Aires o irse a vivir a Francia o
Inglaterra donde tenía algunos amigos y algunos contactos. Esta
ciudad estaba muy sucia y contaminada, no se podía respirar. El
no merecía llenarse los pulmones con este aire tóxico. Odiaba a
las personas, a nadie parecía importarle nada y cuando él se
quejaba de estas “catástrofes” no era tomado demasiado en
cuenta, ni siquiera por su familia.
Por último y ante mi requerimiento contó cosas referidas a su
historia, siempre en aquel clima predominante de fría queja.
Cursó el ciclo primario en el Liceo Francés, en Buenos Aires.
Era buen alumno, pero muy tímido. No le gustaban los deportes y
sus compañeros lo burlaban, lo excluían y frecuentemente le
pegaban. Iba asustado. No podía defenderse. Sólo lloraba y
corría. El segundo año lo hizo en otro colegio, pero volvieron a
pasarle las mismas cosas. A mediados del segundo año viajó a
París con su padre para seguir estudiando allá. Respecto de su
madre no tenía muchos recuerdos. Siempre estaba enferma. A
veces sentía que la odiaba, aún hoy. El padre iba y venía de París
según el estado de salud de ella.

Green: ¿Qué es lo que quiere decir con esto?

Analista: Cuando la mamá de Bernardo estaba mejor, el papá


viajaba a París; cuando empeoraba, el papá volvía a Buenos
Aires.

Green: ¿Por qué el padre estaba en París, era un


profesional?

62
BERNARDO

Analista: No, aparentemente era un lugar donde él aspiraba vivir


permanentemente.
Bernardo vivía solo durante algunos períodos de tiempo. El
departamento que alquilaban era lo suficientemente cómodo y
confortable para alojarlos a todos cuando viajaban. La única
relación familiar cuando no estaban los padres era una tía paterna
que vivía desde joven en París, y que tampoco parecía próxima.
Ella trabajaba con artistas plásticos y pintaba. Bernardo tenía
pocos amigos, parecidos a él. No salían, no frecuentaban lugares
de jóvenes, no iban a bailar. Leían, escuchaban rock sinfónico o
iban al cine. En las vacaciones viajaba por Europa con alguno de
ellos o con sus hermanos y pasaba algún tiempo en Buenos Aires.
Al finalizar el ciclo secundario entre todos decidieron que lo mejor
era que siguiera estudiando en USA. Bernardo mejoró su inglés en
las vacaciones previas e ingresó a una universidad en Boston.
Luego de un intento fallido en arquitectura, estudió la licenciatura
en arte y terminó su carrera en tres años. Tenía la intención y la
ilusión de irse a trabajar a Francia, pero fue “engañado” por
personal de la Universidad que le prometió contactos que nunca
le consiguieron.

Green: ¿Personal de qué Universidad?

Analista: De Boston. Este episodio es contemporáneo al suicidio


de su madre, al que no se refirió específicamente y sólo lo
mencionó desde un punto de vista cronológico. En 1993 se instaló
en Buenos Aires en un pequeño departamento céntrico, propiedad
que le correspondió tras la muerte de su madre.
Durante 1993 comenzó una psicoterapia que rápidamente fue
descalificada al no obtener cambios. Concurrió también a distin-
tos grupos de autoayuda a los que calificó de “basura”. Concurre
a un taller de pintura, estudia cine y toca la batería, pero ninguna
de estas actividades parece satisfacerlo. Pasa bastante tiempo
con su padre al que le cuenta todas sus frustraciones y por quien
se siente muy influenciado

Green: ¿Qué explicación da Bernardo de haber renun-


ciado a vivir en USA y en Europa, y de su regreso a
Buenos Aires?

63
ANDRE GREEN

Analista: La explicación fue que sus hermanos insisten mucho en


que se quede a vivir aquí, en el seno de la familia, que aquí ellos
lo pueden ayudar a encontrar trabajo y a desenvolverse. De todos
modos él está pensando permanentemente en volver a vivir en
Europa. Hubo una tercera entrevista donde convinimos el contra-
to de trabajo, tres sesiones y los días que pudimos arreglar fueron
martes, miércoles y viernes. La última entrevista cuando arregla-
mos la manera de trabajar fue un miércoles. Yo le ofrecí comen-
zar la semana siguiente pero él me pidió empezar esa misma
semana, el viernes.

Green: ¿Cuál es su impresión al cabo de las tres entre-


vistas? Puede decir algo sobre la necesidad que Ud.
sintió de tener tres entrevistas o es su manera habitual.
¿Cuál fue la visión que Ud. tuvo del modo que el
análisis se presentaría y hacia dónde pensaba que el
análisis iba a dirigirse?

Analista: Habitualmente yo tomo dos entrevistas y una tercera


donde convengo la manera de trabajar. Mi impresión con él era
que a mí me iba a resultar muy difícil satisfacerlo. Me impresionó
como una persona muy urgida, con una demanda de cambios
frente a situaciones que para él eran muy acuciantes, muy
urgentes, como por ejemplo tener novia o tener un trabajo, a punto
tal que yo me encontré alguna vez pensando que podría decirle
esto, aunque no se lo dije nunca: por qué una persona de 23 años
estaba tan urgida en trabajar o tener novia, cuando en realidad, en
nuestro medio, lo habitual es que a esa edad estén estudiando o se
estén formando. Sobre todo en una persona de su nivel socio
económico y cultural. Tenía particular urgencia, transmitía una
sensación de inutilidad, se sentía vacío e inútil en la vida. Me
impresionó como una persona deprimida, deprimido narcisística-
mente. También como muy susceptible, poniendo mucha distan-
cia. Por eso me sorprendió cuando al cabo de la primera entrevis-
ta, con casi una sonrisa elogió el consultorio y me preguntó si
había algún departamento en venta. En ese momento me despertó
cierta ternura, me impresionó como un aspecto más tierno o más
próximo de él.

Green: ¿Alguien quiere efectuar alguna pregunta o

64
BERNARDO

expresar una opinión sobre lo que el analista expuso?

Participante: Me impresiona el tema de vivir en París, en


relación al padre. Me preguntaba si no habría en la historia del
padre un problema de inmigración, de alguna situación traumática
en la historia familiar, sobre todo en relación al problema del
cambio inmobiliario. Mobiliario tiene que ver con nobiliario en el
sentido de tradición. Me pregunto también qué efecto tendrá esto
sobre la transferencia, relacionado con el cambio inmobiliario del
analista.

Green: Encuentro interesante lo que Ud. dice. ¿Pero no


cree que no hace más que desplazar el problema al
pensar que tal vez haya alguna relación con la inmi-
gración? ¿No piensa que tenemos otros elementos en
el material para tomar en consideración algo que esté
más directamente ligado al mundo interior del pacien-
te?

Participante: Creo que es parte del mundo interior del paciente.


Es el elemento que más me llamó la atención. No el único, pero
está planteado de entrada: un chico de quince años que vivió solo
en París.

Green: Por favor, no retroceda. Si usted sacó a la luz


este elemento es que en su mente éste juega un papel
central. No me diga ahora que también hay otros ele-
mentos. Cuando tomamos un problema central sabe-
mos que hay otros elementos, pero eso no quita nada a
la centralidad del problema.

Participante: Yo pensé “inmobiliario” como lo inmóvil, como la


búsqueda de cosas que no se muevan, como la fotografía y el
dibujo, donde se retiene la imagen fugitiva. Pensé que este chico
nació entre las separaciones de los padres y que la vuelta de él a
Buenos Aires está ligada a su dificultad de formar pareja.

Participante: Quisiera que el Dr. Green nos diga unas palabras


sobre dos cosas que se juntan en este caso. Una se refiere al
problema del espacio; la vez anterior él habló de los pacientes que

65
ANDRE GREEN

entran y se fijan en el espacio. La otra es la conectada con la


sublimación.

Green: Yo creo que antes de abordar cuestiones de


detalles hay algo aquí muy revelador. El analista ex-
perimenta la necesidad de dar un cierto número de
elementos que supone van a aclarar el trabajo analíti-
co que él va a hacer y que va a exponer. Lo que se dice
en las entrevistas preliminares (sabemos perfectamente
que no estamos todavía en el análisis), pero tenemos,
sin embargo, la impresión que lo que ocurre en ellas,
permite sacar a luz algo que va a construirse en nues-
tra mente como una constelación, en la que nosotros
situamos al paciente, su problema y su demanda. Po-
demos compararla con una especie de trabajo precon-
ciente sobre los datos que el paciente trae. Nosotros
estamos aquí, ustedes y yo en una situación de igual-
dad absoluta. No estamos como el analista, ya que él
conoce lo que va a seguir. En cuanto a mí, me rehuso
siempre a tener una comunicación previa del material;
entonces tenemos aquí una situación muy experimen-
tal y muy reveladora. Lo que me sorprende es que no
sean las mismas cosas las que los sorprenden a ustedes
y a mí. Por ejemplo, si yo me vuelvo hacia el analista,
puedo estar de acuerdo con su manera general de
enfocar las cosas. Pero me parece que él está atrasado
en relación a todo lo que él nos dijo. Tengo un poco la
impresión que, en lugar de buscar desde las entrevis-
tas preliminares aquello que contradice su visión con-
ciente, y que debería despertar nuestra atención, va-
mos en el mismo sentido que su visión conciente, es
decir que nos arriesgamos a ir en el mismo sentido que
una transferencia de defensa. ¿Cómo se puede decir
que tenemos que tratar con un joven apurado y que
está tan deseoso de formar una pareja, cuando nos
enteramos que después de haber tenido una relación
s e x u a l , detuvo su actividad sexual? ¿Es realmente
esto mostrar que uno está apurado?
¿Cómo comprender a este muchacho que también
quiere tener éxito desde el punto de vista profesional?

66
BERNARDO

Esto nos plantea el problema de la sublimación ya que


sus estudios y sus intereses oficiales están del lado del
arte, y lo único que parece interesarle es el rock y el
cine, actividades en las que la mayor parte del tiempo
está en una situación pasiva y se hace inyectar en las
orejas y en los ojos datos que están en contradicción
con sus intereses sublimatorios. Es cierto que él tam-
bién hace un poco de música, pero ¿acaso tenemos la
impresión que está verdaderamente comprometido con
la música? No tenemos esa impresión. Entonces, ...
¿por qué volvió a Buenos Aires? Porque los hermanos
insistieron, dice. ¿Uds. creen eso? En el momento que
él quiso partir, también se hicieron trámites para que
se quede. Entonces me dicen que esto tiene relación
con el padre. Estoy de acuerdo que hay allí una iden-
tificación superficial, idealizada, en relación a la ima-
gen de su padre. Solamente que es un padre que no
vacila en aceptar dejar a su hijo de 16 años en una
ciudad totalmente extranjera. Realmente nos pregun-
tamos qué idea tiene el padre sobre la adolescencia. La
razón por la cual volvió a Buenos Aires es que desde
que su madre murió, Buenos Aires ya no apesta. Estoy
igualmente sorprendido que toda la discusión no tome
en consideración la psicosis maníaco depresiva de la
madre. Tal vez ustedes crean que lo único que nos
interesa es el mundo interior del paciente. Pero la
cuestión que se plantea es saber si tenemos el mismo
mundo interior cuando tenemos una madre maníaco
depresiva que cuando tenemos una madre que no lo es.
Estoy muy sorprendido, aunque usted lo dice, encon-
tramos en su boca exactamente lo que la madre decía
de ella misma: que ella se sentía inútil, que hizo estu-
dios pero nunca ejerció su profesión de abogada, pero,
que por otro lado tiene una hija que hizo los mismos
estudios y que llegó a ser abogada. El paciente no está
lejos de encontrarse en la misma situación que su
madre. Estoy igualmente sorprendido de que usted no
parezca darle una importancia simbólica al hecho que
el muchacho llegue muy orgulloso con su diploma y
que sea precisamente ese momento el que la madre

67
ANDRE GREEN

elige para tirarse por la ventana. Por otro lado se dice


que todas las informaciones que tenemos sobre la
madre (y tenemos buenas razones para saber que él
sabe que el analista las conoce), él no las aborda. Es
decir que entre él y el analista hay, desde un comienzo,
lo que llamamos un “no dicho”. No conocemos la
naturaleza de ese “no dicho”, pero eso quiere decir
que en una relación que va a establecer con un objeto
que tiene una cierta importancia en la proximidad, hay
algo que no puede ser abordado; es decir que hacemos
como si eso no existiese. El analista lo interpreta en
relación con su frialdad, pero creo que hay que ir un
poco más lejos. Tenemos todas las razones para pen-
sar que, en efecto, este paciente se organizó de un
modo narcisístico muy marcado. (Podemos pensar que
afrontó una situación con una madre, de la cual tene-
mos todo tipo de razones para imaginar que tuvo pe-
ríodos en que no estaba disponible, concentrada en su
propia depresión), lo que se llama todavía en el voca-
bulario freudiano una neurosis narcisista. Toda una
organización interna que consistió en dejar de lado lo
que es importante desde el punto de vista afectivo, todo
lo que concierne al deseo de amar y de ser amado, y por
supuesto, la manera en que buscó una salida entre sus
deseos y sus frustraciones, al dejar de lado todo esto,
para privilegiar la noción de bello o no bello y en
relación a eso, oponerles lo que no es bello, lo que es
deforme, lo que comporta imperfección, lo que es feo y
eso es todo. Esto explica, naturalmente, su orientación
hacia el arte que reposa sobre fisuras enormes, y es
también allí que yo diré que las investiduras de base no
están aseguradas. No es para nada que yo piense que
los artistas deben ser como nosotros, casados, formar
una familia, tener niños y en conformidad con los
otros. No pienso eso, pienso que cuando la investidura
de base está allí, la orientación hacia una actividad
artística llega a ser el objeto de un compromiso, que
puede llegar hasta la muerte. El contexto debiera ha-
berles hecho comprender en el mismo sentido que yo.
Efectivamente, porque para lo burgueses que nosotros

68
BERNARDO

somos, es difícil admitir que comprometerse a muerte


con el camino del arte sea una manera de vivir muy
interesante. Esto quiere decir que tal vez nosotros no
estemos dispuestos a hacer el mismo sacrificio, pero
justamente en él lo que comprobamos es que el arte
aparece como un tipo de actividad que tiene por meta
consolidar una cierta imagen de él mismo, y que le
hace rechazar hacia el exterior todo lo que de esta
imagen de él mismo reprime. Es él quien se siente feo
o deformado, es él el que se siente habitado, en reali-
dad, por un odio hacia la madre; él de hecho lo siente,
pero no basta sentirlo. Lo que hace falta es saber por
qué. Es para esto que sirve el análisis y es esto también
lo que explica los aspectos contradictorios entre sus
aspiraciones ideales y lo que efectivamente es capaz
de realizar. Entonces, dos cosas: la primera para vol-
ver a la pregunta que me han hecho. Es efectivamente
un comportamiento bastante típico de pacientes que
presentan estructuras no neuróticas. No quiere decir
que encontremos siempre este comportamiento, pero
cuando se lo comprueba hay ocho chances sobre diez
de que se trate de una estructura no neurótica. Este
comportamiento consiste en acordar su interés al en-
torno en el cual vive el analista, antes que interesarse
en el analista mismo, aquél de quien esperamos algo.
En efecto, hay varias razones para este comportamien-
to; la primera es probar la familiaridad o no familia-
ridad del espacio en el cual acabamos de entrar. Es
decir que detrás de eso hay una actitud de temor en
relación a todo lo que se anticipa como nuevo, y una
necesidad de hacerse una idea del objeto que es el
analista, llevando su curiosidad no por sobre el
analista, porque sería una investidura demasiado pe-
ligrosa, sino sobre el entorno. Lo que quiere decir es
que corresponde a una cierta imagen del objeto que
sería tolerable para él. Otra manera de considerar las
cosas, pone menos el acento sobre lo desconocido y el
temor, y más sobre una especie de relación mágica de
captación de este entorno. Son hechos de este orden los
que me llevaron a hacer una distinción entre el espacio

69
ANDRE GREEN

y el objeto, y a considerar que la organización que


imagino de la construcción del psiquismo, es que lo
que está proyectado sobre y en el espacio, precede a lo
que se proyecta sobre el objeto. Aquellos entre ustedes
que han hecho psiquiatría saben muy bien que en el
momento de la instalación de un delirio, el fenómeno
que se comprueba en primer lugar, es lo que llamamos
el sentimiento xenopático del ambiente. Es decir que lo
real deja de ser familiar, todo es objeto de desconfian-
za y esto aún antes de la designación del perseguidor.
Bien entendido, no estamos en este contexto, pero hay
algo ahí que consiste en hacer como si la relación
entre su analista y su entorno pudiera sustituir la
relación entre el analista y él mismo. Pero cuando el
paciente le dice: “¿hay un departamento libre en el
edificio”?, para mí es un muy mal signo. Es un signo de
captación inmediata, de posesión mágica de los atri-
butos del analista y de algo que, si queremos ponerlo
en la cuenta de la identificación, no es en absoluto del
orden de una identificación evolucionada, sino de una
identificación primaria; en realidad, sin una distin-
ción entre el objeto y el sujeto. Pero, evidentemente, en
un sujeto que ha vivido esos períodos de separación de
la madre, esos viajes y esas migraciones, esto adquiere
valor pero lo adquiere justamente como contrapunto
de las defensas superficiales que ha elaborado: la
frialdad, la distancia. Esto muestra que estos mecanis-
mos de frialdad y de distancia son una defensa contra
un modo de identificación oral canibalística. Precisa-
mente, la que encontramos en la depresión melancóli-
ca. Esto no quiere decir que el paciente tenga los
mismos mecanismos de la madre, sino que ha elabora-
do esos mecanismos sobre un modelo en correspon-
dencia al modelo maternal. El papá, a todo esto, da
otra versión de las cosas. El papá está harto de esa
mujer, con la cual él no se entiende, que está siempre
enferma, que hay que llevar y sacar del hospital, ir a
ver a los médicos, etc. El padre es el que ha querido
alejarse del sufrimiento. No conocemos los detalles de
las razones por las cuales él ama París, pero creo que

70
BERNARDO

el padre soporta mal el haber hecho muy buenos nego-


cios con las bolsas de papas. Entonces, el papá tam-
bién trata de salir de ahí restableciendo una cierta
imagen y yendo de nuevo a vivir a Europa, tal vez con
una fantasía ancestral. Pero en realidad, vemos que
esto no da lugar a una materialización tal que su vida
tome otro rumbo. No crean que estoy en contra de los
fabricantes de bolsas de yute. Es su negocio, no el mío.
Pero cuando uno es fabricante de sacos de arpillera y
uno ha hecho una fortuna con los sacos de yute, no se
escupe en la sopa. Se puede negar, se dice: “Usted
sabe, yo... Las bolsas de yute, yo.... Pero mi verdadero
interés es por Rembrandt...” (risas) Muy bien, cada
cual hace como puede. Pero justamente, aquí hay algo
que no funciona así.
Yo querría, antes de escuchar las sesiones, atraer
vuestra atención sobre algo que nos ha sido dicho y
que me parece extremadamente importante. Bernardo
ha encontrado a Stefanie; la conoció; la siguió a su
ciudad; después es ella quién vino a buscarlo. Lo
menos que podemos decir es que hay ahí una situación
de espera y de expectativa mutua. No parece haberlo
movilizado mucho sobre el plano profesional, pero no
estemos tan apurados, esperemos. La madre desem-
barca, se las toma violentamente con Stefanie. Stefanie
ve que su amiguito no se mueve, y que frente a ese
torrente agresivo se encuentra desamparada. ¡Ella se
va! Lo que es importante en este asunto es que él ha
hecho sufrir la violencia loca de la madre al otro. Y él
volvió al punto de partida. Eso es un hecho central. Es
por eso que estoy obligado a decir que manifiestamen-
te no son las mismas cosas las que los impresionan a
ustedes y a mí. No haré mas que un último comentario:
es el problema de la fantasía de su nacimiento acci-
dental, porque hay catorce años de diferencia entre él
y su último hermano. Tenemos razones para suponer
que, en relación al estado de la madre (que no se ha
arreglado con el paso de los años), ha tenido que
vérselas con una madre mucho más perturbada que sus
hermanos, y que igualmente tuvo que arreglárselas

71
ANDRE GREEN

con una situación familiar mucho peor que sus herma-


nos y da la impresión de haber cargado con todo eso
sobre sus hombros, prácticamente en un estado de
soledad. Lo que llama la atención en su caso es el
carácter de las quejas totalmente banales: “quiero
casarme y trabajar”. No hay otros motivos para el
análisis que ésos. Pero tiene una total inconciencia, o
en todo caso quiere hacerle notar al analista cómo
estos objetivos explícitos son un reflejo de la manera
en la cual él se estructuró enteramente, en la negación
banalizante y con un apoyo sobre una realidad exte-
rior: “hay parejas que andan bien y parejas que no
andan bien”, “hay gente que tiene éxito y gente que
no”; pero que están muy lejos de su conflicto. Y el
medio por el cual él evita ese conflicto, esta imagen
idealizada de él mismo por la cual él piensa su manera
de situarse en la realidad, de hecho es debida a un
sentimiento de una gran impotencia interior.
Entonces, en efecto, la cuestión va a ser, frente a una
estructura narcisística que tiene tantas razones para
existir, ¿qué es lo que el análisis va a revelar de sus
posibilidades de entrar en contacto con él mismo y con
el objeto?
No soy profeta, planteo los problemas y espero.
¿Alguien quiere agregar algo?

Participante: Si bien usted espera, ¿el suicidio de la madre le


preocuparía como un ingrediente a pensar en el comienzo del
análisis?

Green: Veo mal cómo yo podría fundir ese hecho en el


medio de los otros, cuando es evidente que el paciente
despliega tal sistema de lucha contra la depresión.
Hay aquí como un malentendido que hay que disipar.
El suicidio de la madre no es un hecho de la realidad.
Es un elemento que viene a poner nuevamente en cues-
tión todo un equilibrio personal en la organización
psíquica, con todo ese trabajo de lo negativo que el
paciente ha llegado a hacer y que viene, tal vez, a
recordar que la madre ha estado siempre muerta y

72
BERNARDO

todo el sistema que construyó para no tenerlo en cuen-


ta, porque realmente, si la madre está ya muerta, ¿a
qué se debió? Es imposible ver que el niño no puede no
plantearse la pregunta que lo lleve a pensar que él es
un objeto que no puede darle placer a la madre, no
puede satisfacerla, no puede establecer ese lazo fun-
damental que podría ser que aquél que recibe la ale-
gría, debe ser también él, aquél que la da. Y natural-
mente, como él no es psicoanalista, no sabe que la
alegría que uno experimenta es el resultado del en-
cuentro con el deseo de recibir esa alegría, pero que
implica que se puede ser testigo de la alegría que uno
da. En consecuencia, es una especie de retorno. Cuan-
do la madre muere, y sobre todo, el día que uno llega
con el diploma, es una reactivación absolutamente
significativa.
Puedo decirles algo antes de continuar: yo pasé una
semana muy interesante en Buenos Aires, hemos teni-
do muchos intercambios, muchos diálogos pero mani-
fiestamente diferimos sobre algo que es la concepción
de base: no tenemos ustedes y yo, la misma idea de lo
que es importante en la existencia. No tenemos la
misma idea que permita explicar el encuadre que tene-
mos en la cabeza y que explica ¿por qué todo esto?
¿Por qué somos como somos? ¿Por qué hacemos lo
que hacemos? ¿Por qué estamos contentos o no? Hay
ahí parámetros esenciales. Es lo que trato de incluir en
las conferencias, pero son cosas de las cuales no pode-
mos estar convencidos fácilmente porque toca a los
fundamentos mismos de vuestra concepción de la vida
y de la mía. Para dar tres ejemplos: podemos pensar
que la guía esencial de la vida es la búsqueda de la
seguridad; podemos pensar también que la guía esen-
cial de la vida es reparar el mal que hemos hecho a
nuestros objetos. No estoy de acuerdo con la primera
concepción ni con la segunda, porque son concepcio-
nes que nos interesan como negativo. En la primera
concepción no hay angustia, no hay historia. ¿Es eso lo
que explica, lo que me impulsa a vivir? La segunda
concepción, la reparación del daño a los objetos inter-

73
ANDRE GREEN

nos: ¿es lo que explica la alegría de vivir? Pongo en


primer plano como buen francés que soy, una concep-
ción que pone en primer término al deseo. Es decir, qué
es lo que nos empuja, qué es lo que nos interesa, qué es
lo que nos cautiva, qué es lo que nos captura. Entiendo
por supuesto que la respuesta no es unívoca porque la
propiedad esencial de lo humano es la diversidad y
toda la cuestión es saber si podemos gozar de esta
diversidad y encontrar su lugar en un sistema que nos
dé esa libertad.
Cuando usted plantea la cuestión de la muerte de la
madre, no es que no me interese la cuestión de que la
fantasía se convierte en una realidad y naturalmente
que yo creo que eso cuenta. En tanto que hecho, viene
forzosamente a sobreinvestir uno de los puntos de una
estructura psíquica en red, pero donde no podemos
decir que el problema de la muerte es un problema
como otros; en realidad, todo esto se aclara por el
conflicto mayor entre la creación y la destrucción.

Primera sesión del tratamiento:

Llega puntualmente.

Paciente: Hoy de nuevo llegué media hora tarde... temprano.


Nunca sé cuánto se tarda.
Analista: Tuvo temor de llegar tarde, o tal vez la impresión de que
llegaba tarde.

Paciente: Si, tengo... No tendría justificativo llegar tarde acá, es


preferible hacer tiempo por acá media hora, a llegar tarde.
Ayer estaba contento porque estoy por terminar un cuadro...
le dije al maestro si valdría la pena ir tres en vez de dos veces por
semana al taller. Me dijo que no era necesario y que depende de
lo que uno trabaje ahí, o pueda trabajar en casa. Me quedo
prácticamente todo el día, los martes y los jueves y a veces los
sábados, desde la una, una y media, hasta las ocho de la noche. El
maestro llega a las once, no hay problemas de espacio,... y porque
él es así...
Una vez fui a lo de J. D. (otro pintor) que tiene el taller por

74
BERNARDO

Paternal. Está lleno de gente, es algo más comercial, a la hora de


irse hay que irse. Me siento mucho más cómodo acá, lo aprecio
mucho más a Carlos, tiene mucha paciencia. Hay una chica que
es insoportable. Pierde las cosas, no puede hacer nada sola, yo
igual cuando pinto no le doy bolilla, estoy en otro cuarto. Y ayer
cuando salí del taller pensaba que una cosa que resolvería mis
problemas sería dedicarme de lleno a la pintura, es más fácil que
trabajar en fotografía... en la pintura uno es su propio jefe. Eso me
interesó.

Analista: Parece que está describiendo un lugar confortable, con


un buen maestro, con mucha paciencia (pensando en sus fantasías
respecto del análisis, sus expectativas, y en aquella pregunta al
irse después de la primera entrevista).

Paciente: (interrumpiendo al analista) Sí, y al mismo tiempo me


parece que estoy perdiendo el tiempo ahí... Por ahí me falta
paciencia... toda la gente está tranquila, yo estoy siempre insatis-
fecho.

Analista: Le decía algo referido a un lugar confortable, pero de


golpe se puso un poco impaciente y aquel lugar confortable ya no
parecía tan bueno. Pero quizás también esté expresando una
expectativa respecto de mí: usted se declara sin paciencia y yo
voy a tener que tenerla por los dos, como Carlos.

Paciente: Yo admiro a Carlos, él está tres veces por semana ahí


y no pinta ahí..., no creo que pinte cuatro veces por semana, debe
pintar tres veces, y él es un pintor en serio; pensaba que no
necesitaba pintar todos los días. Un trabajo, un oficio, uno tiene
que hacerlo todos los días.
A mí me molesta ser un mantenido... Un obrero ahora está ahí
golpeando (referencia a una obra en construcción al lado del
consultorio y el ruido de golpes que proviene de la misma), trabaja
todo el día... yo me siento menos que un obrero. Hoy a la mañana
iba a ir a la revista “Lugares” a llevar las diapositivas de Tandil,
EE.UU. y Francia, pero ayer me acosté tarde y hoy me demoré
con otras cosas y no fui porque no terminé de seleccionarlas. Me
hice de comer, estuve leyendo no sé cuántas horas la revista
“Segunda mano” y quedé con los ojos bastante cansados..., y una

75
ANDRE GREEN

cosa que me quedó en la cabeza... es que hace rato que quiero un


perro para que me haga compañía. En la “Segunda mano” rega-
laban un cachorro mezcla de doberman y manto negro, llamé por
teléfono y no contestaba nadie. En mi familia nunca querían tener
un perro, una vez tuve una gata, pero después mi papá la echó. Yo
tengo problemas con el lugar que es chico y queda en el centro;
pero lo podría sacar, llevarlo a pasear y pasearía yo también.
Después si crece mucho se lo puedo dar a mi hermano que tiene
casa con jardín. Lo podría llevar al taller. En casa si salgo lo
tendría que dejar encerrado en la cocina, puede ser cruel, pero no
creo que le haga mal... Podría ser un cachorro... no es el ambiente
ideal, tampoco es para mí el ambiente ideal.

Analista: Carlos es un pintor en serio; al lado hay obreros


trabajando; de hecho yo estoy aquí trabajando y Ud. se siente
entonces disminuido, perdiendo el tiempo con la “Segunda mano”,
buscando algo de compañía (me impactó la imagen de su soledad.
Como un bebito solo mirando sus manitos).

Paciente: Ese cuadro lo vi antes..., ¿es original?

Analista: Tal vez lo que le dije le sonó familiar, y quiere saber si


es genuino, si es algo dedicado para Ud. o se lo digo a todos los
pacientes.

Paciente: No me disgusta... A mí no me gusta la persona humana,


pero cuando no pongo la persona humana en un cuadro me parece
que falta algo. (Se trata de una serigrafía de un ombú, no hay
ninguna persona, es solamente un árbol y un campo).

Analista: ¿Por qué cree que no le gusta la persona humana?


(había estado hablando de perritos y de compañía)

Paciente: Pienso que es la ciudad que me hace detestar realmen-


te a los hombres... El hecho de que haya tantos no me deja
apreciar a ninguno, por eso me siento más cómodo en un lugar
apartado, como el taller, pero al mismo tiempo tengo la sensación
que no estoy haciendo nada productivo; quisiera que ya esté todo
resuelto, que ya tenga pareja, casa, hijos, pero me parece que todo
eso está muy lejos.

76
BERNARDO

Analista: Tal vez esté sintiendo que no estamos siendo muy


productivos ahora o que con la paciencia de Carlos o la mía no va
a alcanzar, no vamos a poder con su impaciencia y esto lo hace
sentir desesperanzado.

Paciente: Carlos tiene paciencia con él y con los demás, yo no


tendría esa paciencia. El algo le tiene que decir a los alumnos y
algo acertado, él se da cuenta lo que le falta al cuadro. A veces
me molesta, pero si sigo la recomendación de él la cosa cambia.
Eso me molesta porque me digo que me gustaría darme cuenta yo
solo. Ayer pintaba un cuadro de una chica desnuda con las piernas
flexionadas y los brazos tomando las piernas, no se le ve nada, en
rosa y rojo, él la miró un rato y me dijo que le ponga naranja porque
la iluminación venía de una lámpara en el cabezal de la cama y
cambió totalmente.

Analista: Usted ahora me aclara algo más, si lo que necesita no


sale de Ud., le molesta; tal vez porque lo haga sentir disminuido,
pero al mismo tiempo admira eso y entonces se le arma un lío.

Paciente: Y otra cosa que siento es que me respetan, que me


valoran, y otra cosa que no me gusta decir, pero... mi pintura me
gusta más que la de los otros, me parece que soy mejor que los
demás y eso me hace sentir bien, no desvalorizado.
El otro día mi papá me destruyó bastante con la música. Me dijo
que por qué tocaba batería y no otro instrumento más fácil de
transportar o tocar entre amigos, la guitarra por ejemplo. Yo le
dije que ya intenté con la guitarra y no tuve más ganas y abandoné.
Batería aprendí yo solo, escuchando, viendo, creo que soy bueno,
no leo partituras, podría aprender... en el grupo donde toco están
satisfechos conmigo. Mi papá me dijo que la música que hacemos
es una porquería. El vino el otro día a un pub en Palermo a
escuchar; yo le pregunté por la batería y me dijo que lo mío estaba
bien pero que la música era una porquería.

Analista: Le aviso que se terminó la sesión y me dice que al final


le resultó larga, que pensaba que se iba a terminar más rápido.

Green: ¿Qué es lo que piensa de la sesión?

77
ANDRE GREEN

Analista: Puedo tratar de reproducir de algunas manera mis


sentimientos contratransferenciales. Me sentí apretado. Pensé
que él estaba hablando del consultorio, del espacio, del tratamien-
to, haciendo un parangón con el taller y el maestro, pero que al
mismo tiempo que él planteaba una cierta confortabilidad en estos
lugares, se me ocurría que le resultaba molesto necesitar un
maestro o un analista, y me surgió muy espontáneamente esto de
que se le arma un lío, porque por una lado él necesita algo que al
necesitarlo o recibirlo tiene la paradoja de hacerlo sentir mal.

Green: ¿Alguna opinión?

Participante: A mí me llamó la atención cuando él, al hablar del


arte menciona el taller de pintura y su incomodidad con esa
compañera, a la que tiene que dejar en otro cuarto. Pienso que es
un aspecto femenino de él mismo que tiene que dejar afuera
porque podría traerle conflicto ya que, probablemente haya algo
del orden de un deseo en relación al analista.

Green: Hace un momento, traté de adoptar un perfil


bajo, hasta que la importancia central que yo daba a la
muerte de la madre vino a obligarme a explicar los
paradigmas esenciales que son diferentes entre noso-
tros y que hacen que nuestro entendimiento, es decir no
solamente la escucha, sino la organización de la men-
te, tiene como resultado que nuestros referentes sean
diferentes. Dejé de lado algo que yo pensaba porque
me dije: “si yo digo esto antes de la sesión, van a decir:
esto es psiquiatría, no es psicoanálisis”. Pienso que
hoy en 1994, junto a las grandes opciones de las que he
hablado, se plantea la cuestión de saber cómo pensa-
mos la organización del psiquismo, de las personas
que nos consultan. La gente que nos consulta hoy casi
nunca presenta los rasgos característicos que se ob-
servan en las neurosis y no presenta tampoco los ras-
gos característicos que se observan en la psicosis.
Esto nos ha llevado a desinteresarnos por toda refe-
rencia a las estructuras. Es decir que no hemos adop-
tado la actitud correcta en cuanto a estas estructuras:

78
BERNARDO

considerarlas como modelos ideales que tienen valor


porque cuando se las examina se tiene la impresión de
una cierta lógica y una cierta coherencia en la rela-
ción entre la teoría y esas organizaciones clínicas. En
vez de adoptar la posibilidad de utilizar esos modelos
de referencias y hacerlos jugar en los casos individua-
les para tratar de explicar las diferencias con el mode-
lo ideal, hemos decidido: ¡Ya no más estructuras!
Creo que esto pone al analista en la desorientación
más total. Entendámonos, no son esas estructuras las
que permiten escuchar el material en su singularidad,
pero no es inútil tener también un mínimo de encuadre,
que permite ver los ejes que intervienen en esas estruc-
turas, y cómo van a jugar en el individuo bajo la
presión de la reactivación por la transferencia.
Desde 1924 –hace ya 70 años–, gracias a Abraham
sabemos que los episodios intercríticos de la melanco-
lía, en la enfermedad maníaco depresiva, son de natu-
raleza aproximada a estructuras obsesivas. Abraham
no dio todas las aclaraciones que permiten pasar de
una a otra. De todas maneras, sabemos que tenemos
que ver aquí una prevalencia de la relación de objeto
narcisístico. Sabemos, al contrario, que en la neurosis
obsesiva existe un anudamiento particularmente im-
portante con la realidad. Sabemos también que en la
neurosis obsesiva, me disculpo de recordarles cosas
tan elementales, tenemos que vérnosla con la regre-
sión sádico anal. ¿Cuál es la particularidad de este
paciente? Este paciente tiene un objeto materno ata-
cado de psicosis maníaco depresiva, en consecuencia
con episodios intercríticos obsesivos. Tenemos razo-
nes para pensar que la relación fundamental de objeto,
cuando éste estaba bien, es con una madre que emplea
mecanismos obsesivos. Pero de vez en cuando la ma-
dre desaparecía. La cuestión es saber cómo, un tal
sujeto puede arreglarse con esto. Si ahora nos dirigi-
mos al paciente tal como aparece, veremos que hay dos
sectores esenciales: un sector totalmente mayor e im-
portante que es su organización narcisística con una
idealización de su propia imagen. En relación al otro

79
ANDRE GREEN

sector, cuando él entra en relación con un objeto y más


particularmente con un objeto femenino, vemos reapa-
recer la analidad mayor. El objeto es feo, imperfecto,
deformado, etc. La diferencia con la estructura anal,
es que hay en él otro aspecto en su relación con el
objeto que está vinculado con su madre. Para com-
prenderlo hay que recordar una frase de Freud: fuerte
fijación, débil investidura del objeto. Es decir que la
fijación es oral, es anal, pero lo que importa es que
cuando el objeto decepciona, queda desinvestido, vuelta
al narcisismo. El narcisismo será el encargado de
administrar los aspectos conflictivos de la relación de
objeto. El narcisismo es quien tiene que resolver, a su
nivel, el conflicto inconsciente con el objeto. Es en ese
momento que el objeto puede ser amenazado, y aquí, es
el Dr. Green que lo dice, lo que se pone en juego es la
relación entre narcisismo positivo y narcisismo nega-
tivo. Vemos la manera como él se las arregló: fue por
la sublimación a través de la pintura. No tengo necesi-
dad de recordarle los lazos que hay entre la pintura y
la analidad. Sólo que, en el paciente no está en rela-
ción únicamente con la sublimación de la analidad,
sino también con el condicionamiento narcisístico. En
la medida en que efectivamente la cuestión del encua-
dre nos permite reencontrar la problemática del espa-
cio a la que aludimos, cuando uno lo escucha el pa-
ciente dice cosas fabulosas: dice que desde que él sale
del cuadro, falta algo . Aquí verdaderamente es nece-
sario tener imaginación psicoanalítica. Es como si el
paciente dijese que el objeto más vivo y más completo
está en el cuadro. Pero está solo y si sale del cuadro y
tiene que vérselas con objetos vivos, no según él, sino
según los otros, falta algo . Esa falta de algo se dirige
tanto a su imagen narcisística como a su relación con
el objeto. Es decir que el objeto está siempre en “ame-
naza de pérdida”, en posición de ser “capaz de faltar”.
Lo que es interesante, es que no comprende que la
pintura es el medio que él encontró para tener el
sentimiento de que así no podría faltarle nada. Pero
naturalmente, esto no se sostiene porque en relación a

80
BERNARDO

las identificaciones hay también un padre. Ustedes ven


qué maravilloso es el psicoanálisis. Cuando desembo-
ca al final de la sesión y aborda la cuestión de la
música y la búsqueda del contacto libidinal con el
objeto parental, su padre le dice: “por qué no tocás un
instrumento que puedas transportar a París”. Le dice:
“lo que hacés no está mal, pero tu música es una
mierda”. Ustedes ven bien que el paciente sabe de lo
que habla. Pero si ustedes se dejan atrapar por un
juego estrictamente interpersonal, yo creo que arries-
gan equivocarse en todas las etapas. Yo voy a tratar de
demostrarles que, efectivamente, en la clínica de la
sesión, no hay jamás mojones seguros y únicos. Siem-
pre tendrán que elegir entre lo que les parece signifi-
cativo, entre tres o cuatro significaciones mayores.
El analista nos ha dado su versión y yo voy a tratar
de darles la mía. Pero mientras les doy la mía, tienen
que mantener en algún lugar de la mente, sin pensarlo,
que todo esté ahí.
El paciente comienza la sesión hablando de “llegar
tarde”, “llegar por anticipado”. El analista (no sé si
lo pensó en ese momento, o después de lo que yo dije)
reacciona diciendo que efectivamente llegó tarde. Pero
el hecho que dijera que estaba llegando temprano, nos
hace comprender que en relación a la transferencia,
esa pareja de opuestos nos muestra que, en realidad,
está en una gran espera, pero que no puede admitirla
porque eso sería anudar una proximidad demasiado
importante desde la primera frase. Explica enseguida
que no quiere dañar al analista, no se hace eso de
llegar tarde, es poco cortés, es agresivo. Y después
habla del cuadro y queda completamente claro que esa
asociación en él, tiene el valor de encontrar el medio
de hablar a la vez de su mundo interior y del cuadro
que va a construirse en el setting. La prueba evidente
es que hay que ir ¿tres o dos veces por semana? Y hace
una referencia que permite pensar que en el comienzo
de la sesión, la transferencia paterna superficial do-
mina. Pero en relación con esta historia de ir dos o tres
veces por semana, en realidad, él explica que está allí

81
ANDRE GREEN

prácticamente todo el día. Es decir que vamos a ver


con la continuación de la sesión que esto va a compro-
barse con todos los pensamientos concernientes al
perro (“¿qué hacemos con el perro?”), y él explica su
deseo de estar allí con el analista todo el tiempo. En
ese momento, existe una microbáscula del lado de la
madre, cambió la asociación. En ese momento lo que
se presenta a la mente es, al contrario, el carácter de
limitación de los intercambios analíticos: cuando es la
hora es la hora y hay que irse. En relación con lo que
acabo de decir, una relación mucho más prolongada,
se introduce la noción de que hay mucha gente; esa es
la gente que introduce entre el analista y él. Es una
manera de decirle al analista: ¿puedo tenerle confian-
za o es que esto es solamente una historia comercial?
Dicho en otros términos: Usted, ¿no es también comer-
ciante de yute? Entonces, habla de Carlos. Quiero
subrayar que dice: “yo estoy más cómodo, me gusta
Carlos, tiene paciencia”. En realidad, de lo que el
paciente habla no es de la paciencia, es de la posibili-
dad de retrasar, en relación a un vínculo muy vivo,
demasiado vivo: mecanismo obsesivo. Pero inmedia-
tamente él habla de la chica: ustedes piensan que es su
aspecto femenino. Es posible, pero lo que me sorpren-
de es sobre todo el aspecto insoportable, desordenado,
que pierde sus cosas, que no puede hacer nada sola. Es
decir que ahí está el niño que hay en él, más que la
chica. Es justamente todo lo que el comienzo de la
sesión no ha dejado aparecer inmediatamente y que
sale únicamente en relación a la vecindad. Ahora,
¿entiende qué clase de vecino habría sido para usted?
En este momento lo que él hace es mostrar cómo tuvo
éxito en aislar eso; es decir: en el consultorio analítico
la chica no está, pero podría estar. Podría entrometer-
se para sacarle sus cosas, etc., etc. Lo que es interesan-
te es que hace eco con la frase del maestro que le dice:
“Ud. puede venir dos veces, puede venir tres veces; lo
importante es si Ud. hace mucho trabajo en casa”,
ahora bien, él explica que en realidad en casa él va a
ser perseguido por la chica. Pero explica que con la

82
BERNARDO

pintura, a Dios gracias, uno se puede encerrar en los


límites de la tela. La interpretación del analista entra
directamente en la transferencia, pero insiste todavía
sobre la paciencia. Después de todo lo que acabo de
decir, ustedes comprenderán que la paciencia sólo
tiene sentido en relación a su contrario. Y su contrario
no es estar apurado, sino es ser insoportable, requerir
atención, perder sus cosas, tener ganas de tomar las
cosas de los otros, etc. Entonces, después de su inter-
vención, que yo me permito denominar caritativa, él le
contesta: “sí, pero yo tengo la impresión de que pierdo
el tiempo”. Es decir que él le explica que, en lo que a él
le concierne, toda la agitación de la chica está en su
interior y le da la impresión de sabotear lo que él
quiere hacer. Y usted se colocó enseguida en la trans-
ferencia, y entonces todo lo que él dijo sobre llegar
temprano o llegar tarde queda anulado por la tercera
proposición, es decir que el problema no es llegar
temprano o tarde, el problema es el sentimiento de que
de todas maneras pierde su tiempo. Y ahí él pronuncia
la primera frase verdaderamente significativa: “todo
el mundo está siempre tranquilo y yo estoy siempre
insatisfecho”. ¿Qué podemos pensar? Podemos pen-
sar que si no tiene acceso a la tranquilidad es porque
de hecho la imagen de la tranquilidad para él es una
imagen de muerte y que la agitación sirve para conju-
rar esta imagen de muerte. Entonces usted interpreta
la manera en que él respondió a su interpretación.
Usted dice que ese lugar ya no es confortable, usted
comprueba el cambio pero no se pregunta si es su
interpretación que la ha vuelto inconfortable. Ahí te-
nemos cierta posición que conocemos en el psicoaná-
lisis donde uno tiene la sensación que los cambios no
tienen que ver con la respuesta del objeto analista. A
tal punto que, ciertos analistas totalmente geniales o
que se consideran tales, piden que se les exponga el
material sin las intervenciones del analista. Espero
que sepan de quién yo hablo. Ahora bien, el analista
retoma y dice que es él quien tiene que tener la pacien-
cia por los dos. Yo creo que eso es cierto. Solamente

83
ANDRE GREEN

que hablando como Carlos usted orienta la transferen-


cia hacia la transferencia de defensa, porque Carlos
no nos interesa sino como representante de una ima-
gen parental que es capaz de aportar apaciguamiento.
El le dice: “sí, sí, a mí me gusta mucho Carlos. Carlos
va tres veces por semana al taller. De otra manera, es
como decir que él le responde, “¡Ah, usted hubiera
preferido tener a Carlos como paciente más que tener-
me a mí. El, al menos es capaz de pintar en su casa!”.
Y finalmente hace aparecer un nuevo aspecto signifi-
cativo que no había aparecido hasta ahora: “no me
gusta ser mantenido”. Podemos considerar que es efec-
tivamente la transferencia paterna que despierta en él
el miedo a la posición homosexual pasiva. Inversión de
la imagen lateral: no es ya la niñita insoportable, es el
obrero que golpea al lado. Y ahí vemos bien que él está
atormentado por la actividad fálica del padre; es decir
que le dice “tengo miedo de hacerme penetrar por mi
padre”. Usted le interpreta en términos de valoriza-
ción o desvalorización. Nueva agitación. A continua-
ción, vemos el lado pulsional que apareció y que se
orienta hacia estos aspectos sublimados que le permi-
ten escaparse. Es decir que piensa que, evitando la
relación homosexual estructurante con el padre va a
poder restablecer su imagen de sí mismo. Entonces él
fue a la revista con las diapositivas, pero se acostó
tarde y no terminó de arreglarlas. He aquí la pequeña
niña insoportable que reaparece y el tiempo que pierde
en hacer y deshacer. Dice que comió y que después se
puso a leer una revista que se llama Segunda mano. Si
se toma el trabajo de decirlo es que algo significa. Eso
nos lleva a pensar que, o bien todo lo que dijo hasta
ahora es de segunda mano o bien que va a situarse en
relación a lo que dirá, como alguien que viene en
segundo lugar. Finalmente, todas estas vueltas lo lle-
van a decir, después de haber evocado al obrero pene-
trante: “yo quiero un bebé”. Ahora, ¿por qué segunda
mano? “Ahora sé porqué el primer bebé que yo quise
tener, la gata, mi padre la tiró afuera”. Y ahí él imagi-
na el bebé ideal. El bebé al cual le dará un espacio y es

84
BERNARDO

tan generoso con ese bebé que es capaz de cederlo a su


hermano para que goce del espacio. Si no, hay que
dejarlo encerrado en la cocina. Es su propio encierro
del cual les he hablado , con esa madre indisponible y
eso está subrayado. Y es ahí que dice una cosa impor-
tante: “es cruel pero no va a hacerle mal”. Son frases
como éstas las que deben hacer pensar. Quiere decir
que si uno tiene placer tocando la batería con una
fantasía de golpear, hay cosas que son todavía más
crueles, sin que se toque físicamente a la persona: lo
que él sufrió, cuando sentía que la madre no estaba
ahí; y dice: “no es lo ideal”. El analista interpreta en
el sentido del narcisismo y el paciente cambia la aso-
ciación, mira el cuadro y pregunta si es original. ¿Se
tiene una verdadera madre cuando esa madre desapa-
rece? Aún cuando ella está ahí, desaparece. Es por eso
que interroga al analista: “¿es usted un verdadero
padre o bien es una copia de padre?”. Y ahí entra aún
más profundamente en su conflicto: “yo no quiero al
ser humano”. Cuando usted ve las cosas desarrollarse
una tras otra, en ese momento usted comprende el
sentido de lo que el paciente dice como el resultado de
una serie de movimientos y contramovimientos y de
desplazamientos que tienen un enorme valor revela-
dor. Cuando decimos que cambia de tema, para noso-
tros no quiere decir que es una simple resistencia.
Quiere decir
Traducción que para
realizada continuar
en la reunión diciendo lo que tiene
clínica:
que decir, necesita
Graciela Siciliano tomar el camino que le permita
decirlo, aún de una manera un poco deformada. Pero
a usted le toca comprenderlo. Y es ahí que él dice, para
mí, esta frase, capital: “yo pongo a la persona fuera
Descriptores:
del cuadro y Supervisión.
me parece que Casoleclínico. Madre Esa
falta algo”. muerta.
seráMa-
la
frase clave de soquismo.
todo el análisis, porque poner a una
persona fuera del cuadro, corresponde a su arreglo
narcisista, y en éste, falta algo. Como ya les dije, él
sabe que odia a la madre, pero no sabe por qué. El
muestra que en ese momento se siente improductivo y
es eso lo que espera del analista: que la persona que
pone fuera del cuadro siga viva. Hay un juego en la
sublimación, es decir que mientras él habla de cuando
él saca la persona del cuadro, va aparecer la cuestión
de qué es lo que falta en el cuadro . En ese momento
habla de un cuadro que hizo, de una mujer desnuda con
las piernas flexionadas y 8los 5 brazos alrededor de las
piernas; no se ve nada . Está pintado en rosa y rojo; en
ese momento es bien clara la impresión que provoca en
él la visión del sexo femenino, lo perturba. Después el
profesor llega y le dice: “no fijes la atención en el sexo
femenino rosa y rojo, pon un poco de naranja porque la
luz viene de allá”. Dicho de otra forma, un cambio de
iluminación convierte al cuadro en algo menos trau-
mático, porque la luz no está enteramente concentrada
sobre ese sexo femenino. Pero sobre todo esta posición
Katia

Katia tiene 35 años; es extranjera, casada; ha cursado el secun-


dario; es pintora y diseñadora de modas.
Consulta porque tiene problemas en la relación con su marido.
Dice: “tengo peleas muy fuertes con mi marido. Me ha pegado
mucho y él me dice que vaya a alguien que me ayude. Nos
queremos mucho, somos felices, tenemos peleas con demasiada
violencia”.
La paciente es alta, delgada y muy atractiva. Tiene un aire
distraído y alejado. Transmite sensación de debilidad, inseguridad
y fragilidad. A una de las entrevistas llega muy deprimida. Llora
describiendo las escenas de insultos y peleas con su marido y dice:
“Cada vez que me golpea siento como si me destrozara, quedando
totalmente desequilibrada, ya no sé ni quién soy”.
Durante las entrevistas y al comienzo del tratamiento pude
inferir que este tipo de situaciones se daba cada vez que el marido
tenía actitudes y conductas independientes de ella, esto es, donde
ella no tenía cabida. Se originaban así situaciones violentas como
un intento de encontrar algún tipo de afecto aunque esto implicara
ser golpeada violentamente. Interrogada en las entrevistas sobre
el consumo de droga –tema que mencionó al pasar– confiesa
humillada que consume grandes cantidades de cocaína y marihua-
na y que hace años consumía otras drogas: ácido lisérgico,
hachich, opio, etc. Dice al respecto: “vivo en un estado de tensión.
Necesito tomar cocaína, porque si no me deprimo mucho, me
siento vacía, pero cada vez estoy más irritable. Si yo viviera sola
con mi mundo de tranquilidad no usaría drogas”.

Katia tiene dos hermanos, el mayor es arquitecto y reside en

Psicoanálisis APdeBA - Vol. XVII - Nº 1 - 1995 101


ANDRE GREEN

Europa. La hermana menor, casada y con tres hijos, vive en


América del Norte. Su padre, director de cine, se desempeña
desde hace muchos años como profesor en una universidad
europea. La relación con él la describe así: “Es una persona que
vivió pendiente de sí mismo y de sus éxitos. Cuando se separó de
mi mamá se casó con una chica 2 años menor que yo y se fue a
vivir a Europa. Yo siempre quise estar con él, pero era muy poco
demostrativo con sus afectos”.
Su madre es actriz de teatro y televisión en el extranjero. Dice
“es una actriz con mucho prestigio y ha tenido grandes éxitos en
su profesión”. “Mi relación con ella siempre fue conflictiva. Yo
sentí que me rechazaba desde siempre. Cuando estaba en público
ni siquiera quería que dijéramos que éramos sus hijos por temor a
que infirieran su edad. Recuerdo que cuando ella iba al teatro,
lloraba y le pedía que me llevara. Nunca me llevó, decía que en el
camerín sólo están los artistas. Pese a todo lo difícil que fue mi
relación con ella, yo la quiero mucho y sé que ella a mí también”.
Los padres se separaron cuando Katia tenía 8 años; fue una
situación muy traumática para ella a consecuencia de la cual
abandonó el colegio durante un año y se inclinó hacia la religión.
Relata: “yo mantenía largas conversaciones con Dios, durante
horas (3 o 4) inclusive creo que un día Dios me habló, fue toda una
revelación para mí”.
A los 16 años fue expulsada de la casa de la madre a raíz de
una discusión donde ella tomó partido por el padre. Vivió un corto
tiempo con él y luego se vio obligada a pedir a la madre que la
recibiera nuevamente, ya que su padre no le prestaba la atención
y el cuidado que ella necesitaba: “a él no le importaba si comía, si
salía; él estaba ocupado con sus cosas, de noche trabajaba y de
día dormía”.
A los 18 años inicia su carrera de modelo y comienza a ganar
dinero para mantenerse, conoce a su primer marido con quien
decide casarse a los 12 días de haberlo conocido. Lo explica así:
“Era en el 73, me dio ácido y tuve una experiencia mística muy
grande, donde me di cuenta de que lo único importante que tenía
en el mundo era él. Fue un despertar para mí”. Me dijo: “ven,
vamos a vivir esta vida juntos”. Comienza a viajar por distintos
países del mundo. Al poco tiempo integran un grupo esotérico con
un maestro Lama y viajan con él a la India, al Tibet, etc. La muerte
del maestro fue una gran pérdida para Katia, “me sentí en banda”.

102
KATIA

Al poco tiempo se disuelve la pareja, debido a “que él tenía otros


intereses en la vida; proponía una pareja abierta, donde cada uno
tuviera la posibilidad de estar con otras mujeres y hombres”. Ella
lo tolera un tiempo pero luego decide separarse. Más tarde intenta
establecer nuevos vínculos con personas muy especiales: actores
y pintores poco estables emocionalmente. Se mantenía adherida
a ellos hasta que la relación se disolvía. Después de este período
que fue bastante largo y con muchas desilusiones amorosas,
decide viajar a Europa. Su ex marido le da una suma importante
de dinero para el viaje. Visita a su padre con la ilusión de que éste
facilite su entrada a la Universidad y se ocupe de ella. El padre no
se muestra interesado, no puede ocuparse de Katia ya que debe
atender asuntos personales.
Regresa a la Argentina, conoce a su actual marido y a la
semana de estar con él queda embarazada. Con sus parejas
anteriores había quedado embarazada y abortado varias veces.
Esta vez decide tener a su hijo y se casa durante el 8° mes de
embarazo.
En estos dos años la paciente ha oscilado permanentemente
entre momentos de depresión y profunda angustia, acompañados
de sentimientos de vacío, de no sentirse real, con las emociones
embotadas, y momentos en que se ha sentido “más armada”. Su
vida emocional se orienta fundamentalmente hacia la búsqueda de
reconocimiento, valorización por parte de los objetos que la
rodean, incluyéndome a mí. Esto ocupa el primer plano en su
mente y de esto dependen sus estados de ánimo.
Con su esposo ha establecido un vínculo simbiótico, donde
cada gesto que implique cierta diferenciación o autonomía le
provoca mucha angustia. Katia habla de sentimientos y deseos
que generalmente no son los propios sino que corresponden a su
marido. De ellos depende el comportamiento de ambos. Realiza
sus tareas sin entusiasmo, todo se transforma para ella en una
rutina insoportable.
En otros momentos, cuando logra ser escuchada, admirada o
reconocida y tiene la fantasía de ser lo central en la mente del
otro, ya sea en la transferencia o en su vínculo con otra persona,
comienza a sentirse viva, con entusiasmo y deseos de realizar
cosas que la gratifiquen, como pintar, exponer, etc...
Las dolencias antedichas implican para Katia un agotamiento
enorme, por tener que defenderse (como se pudo inferir en todo

103
ANDRE GREEN

este tiempo) de los reclamos no realistas de un self grandioso


arcaico, o contra la intensa necesidad de un poderoso proveedor
externo de autoestima. Como es de suponer la fantasía de ser lo
más importante, lo central en la vida de otra persona, no puede
realizarse permanentemente; podrá darse sólo por momentos.
Cuando esto ocurre lo vivencia como un gran descuido, como
ausencia de la aprobación esperada y como falta de interés del
medio, lo que provoca en muy corto tiempo un estado de angustia
acompañado de sentimientos muy profundos de “no existencia”.

Green: Lo poco que se ha dicho sobre la madre, nos


muestra cuál ha sido el modelo de sus identificaciones
histéricas. Pero, ¿dónde está la diferencia? No conoz-
co a la madre. Sólo puedo hablar de ella de la manera
en que me fue presentada. Puede ser que todo lo que
diga sea totalmente falso. No tiene importancia porque
es la lógica de la presentación lo que cuenta. Lo que
vemos es que la madre es una histérica no conflictuada,
mientras que la hija es una histérica conflictuada, que
no se satisface en su histeria. Vemos un fracaso de sus
mecanismos histéricos. Es de esta manera que pode-
mos comprender el sentido de síntomas como: vacío,
angustia, etc., y toda la patología narcisista.
Tengo que hacerles notar que el padre llega un poco
tarde a todo esto. Lo que se nos presenta, es que es ella
quien ha sido echada de la casa de su madre por una
discusión donde había tomado partido por su padre.
Acá quiero llamarles la atención sobre el funciona-
miento en el pensar del analista, que se basa en lo
implícito. Si se dijo que la hija fue echada de la casa
por haber tomado partido por el padre, pueden enton-
ces imaginar qué festival debía hacerse cuando el
padre y la madre discutían directamente. En este punto
comprendemos la necesidad de repetir esta “puesta en
escena” familiar.
No digo que sea la última palabra. A lo largo del
análisis podremos descubrir fantasías masoquistas de
la niña extremadamente ricas. Pero hay allí un relevo,
una formación significativa, que atraerá hacia sí mis-
ma las investiduras. Es decir que la significación

104
KATIA

preconciente servirá de carnada para satisfacer un


deseo inconciente que pertenece a otro contexto. Allí,
todavía, podría equilibrarse de ese modo. No vamos a
analizar todas las parejas que tienen problemas matri-
moniales. Lo que debemos buscar, justamente, es el
fracaso de esas formaciones intermedias . ¿Dónde
las vemos? Las vemos cuando nos explicamos el senti-
miento de vacío y de angustia. No solamente como se
dice demasiado rápidamente “...por la pérdida del
amor maternal...” por ejemplo, sino por el apoyo insu-
ficiente que encuentra en ella de una imagen combina-
da omnipotente de ambos padres. “Dios Padre, con
quien tiene conversaciones”, y donde a través de la
droga puede reencontrar algo, justamente cuando las
palabras ya no alcanzan.
Evidentemente, hay alguien a quien dejé de lado: el
hermano mayor. Quizás por razones de discreción no
vemos muy bien la situación ya que se dice que ella es
extranjera. Trató de ver al padre pero está en el ex-
tranjero. Pero acá es donde se ve la estructura histéri-
ca de ese deseo; en la incapacidad en que esta paciente
se encuentra de elegir entre padre y madre. Más aún,
cuando ella elige al padre, le reprocha no ser una
madre. ¿Qué dice de su padre? Que él no se interesaba
por saber si comía. ¿Y qué dice de su madre? No que
ella no se interesaba por saber si comía, sino que la
excluía para estar con profesionales. Si no ven todo
esto, ¿cómo pueden interpretar el material en todo lo
que les va a contar? De otra manera van a hacer
interpretaciones generales y tendrán entonces, un re-
sultado “general”. El resultado “general” es: “La
paciente hizo progresos”. Y, ¿dónde está el análisis?
Veremos.

Analista: Es la segunda sesión de la semana. En la primera vino


golpeada por su marido.

Paciente: “Bueno, me siento muy mal. No sé cómo manejar todo


esto. Anoche hablé con Daniel pero no sirve para nada todo lo que
hablamos.

105
ANDRE GREEN

Hablamos de separarnos. Yo le dije que ya lo había pensado,


pero tengo miedo. Pienso que deberíamos tomar distancia por un
tiempo. El me dijo que ahora sería distinto, que trataría que las
cosas fueran mejor. A mí me parece muy dramático todo esto. Me
sentía muy mal y me fui a acostar. Yo le dije que quería dormir
sola y él me dijo que felizmente tenía dónde ir, que iba a la casa
de un amigo a dormir. Yo le dije que por qué no se quedaba en el
living. Me contestó mal y me dijo que a mí no me tenía que
importar lo que él hiciera a partir de ahora.
A mí lo que me preocupa es que en la casa de ese amigo, lo
único que va a encontrar es droga.
Le insistí que fuera al living, que allí se duerme bien, entonces
él me dijo que dormía muy mal allí, que prefería ir a la casa de su
amigo. Allí no aguanté más y le dije: “¿Contento no, de ir a la casa
de tu amigo?”. Cuando llamó por teléfono y el amigo le dijo que
estaba con su novia, aceptó quedarse a dormir en el living. Le dije
que no creía que la cama de esa casa fuera más cómoda que
dormir en el living.

Analista: Obviamente usted tenía mucho miedo a que él se fuera


y a quedarse sola.

Paciente: No, no quería que se fuera, la verdad.

Analista: Además le debe haber resultado muy doloroso que él


resolviera tan rápidamente adónde ir a dormir. Tal vez usted
hubiera deseado que él le rogara no separarse y que le dijera que
usted era lo más importante en su vida.

Paciente: No, él estaba feliz de irse. No le importaba nada, y con


ese tipo es cualquier cosa, lo único que iban a hacer era drogarse.
Con todo esto siento que se me mueve el piso. No sé ni dónde
estoy parada. Ahora se me hace todo muy duro. Hoy es la primera
reunión del colegio de mi hijo y no puedo ir, y me siento mal, me
siento desequilibrada, me siento como si me hubiera hecho peda-
zos. (Llora).
Además a esa reunión van a asistir muchos amigos que me van
a ver así. En casa, si no es por mí, todo se viene abajo. Cada vez
más abajo. Si no estoy allí poniendo mi alma y mi espíritu, todo está
desordenado, todo está tirado, todo está revuelto.

106
KATIA

Analista: Probablemente así es como se siente usted... desorde-


nada, tirada a un costado, sin saber ni siquiera dónde está parada
frente a la idea de la separación...
Paciente: Sí, concretamente es así. Mi casa está desordenada
como yo. La mucama está loca. Hoy estaba tirada en la cama, la
mucama me trajo el desayuno, y vio que había una tira de
Lexotanil en la mesita de luz. Vacía. Me dice: “¿Señora, usted se
tomó todos esos comprimidos?”. “No –le dije–, quedaban sólo
dos, y ayer por la tarde me tomé uno y de noche el otro”. Porque
la verdad es que ayer me sentía muy mal, y era capaz de cualquier
cosa en el estado en que estaba. Ella me dice: “No señora, usted
se debe haber tomado más de dos. En esta casa me van a volver
loca. Un día de estos va a pasar cualquier cosa. Bueno. ¿Van a
almorzar? Voy a preparar todo”.
Y sabe, ahora me llama Daniel y me dice: “No voy a almorzar,
me comí un sandwich en la oficina”. Y me dejó plantada con la
comida hecha.

Analista: Entiendo que esto debe haber sido muy terrible para
usted. Usted siempre es la que ofrece cosas, que Daniel no sabe
valorar y se debe sentir sumamente humillada.

Paciente: Con todo me siento mal. Pero es cierto, lo que más me


duele es como él está. ¿Sabe cómo está?: ... “a ver, ¿me pongo
este traje o este otro? ¿Con qué corbata me queda mejor?, ¿con
ésta o con ésta? ...” El se borra, y hace de cuenta que nada ha
pasado. Como cuando tomábamos cocaína. Yo era la que me
ocupaba de reparar todo el daño que sentía que nos habíamos
hecho, ordenando, arreglando, y ahora como me siento mal y no
me ocupo, él tampoco se ocupa. El no se ocupa de ordenar, ni de
arreglar nada de lo que está destruido en la casa. Sigue su línea
de evasión, se va a su escritorio, charla con sus amigos porque
total, él no tiene nada en su casa. El me cuenta que su analista le
dice que todo está bien con él. Como que se cagan de risa de lo
estúpida que soy. Yo soy la loca. ¡No lo soporto más! (Llora).
No soporto más su tacañería. Yo le dije que quería irme a
alguna parte sola y me dice: ...“lo que vos quieras, a mí no me
importa”. Me enfurece. Yo le dije: “Vos te tenés que hacer cargo
de lo que vos hiciste. Vos me rompiste, me lastimaste mucho”.

107
ANDRE GREEN

Si él me pudiera matar, me mataría. Me odia. Yo no doy más.


(Llora).
Yo siento que no tengo ningún poder, me siento vacía. No tengo
a nadie más que a usted.
Analista: Pero no es suficiente, ¿no? Cincuenta minutos por día,
4 veces por semana, no es suficiente. Porque en los momentos en
que no estoy con usted, que son muchos, yo debo ser también
como Daniel que no se interesa, que está con su mente en otra
cosa.

Paciente: (Hace una pausa). Lo que pasa es que yo me siento


muy sola y cuando me peleo con él, siento que nada tiene sentido
para mí. Siento como si no existiera, que no le importo a nadie.
Hoy me llama por teléfono, yo estaba destruida, y me pregunta:
“¿Qué tipo de ladrillos te parece que podemos poner en la
chimenea? ¡Qué ladrillos ni ladrillos, si yo estoy destruida! No
quiero estar en esa casa encerrada, metida en la cama, no quiero
verlo. Me violenta, me siento tan mal, no estoy nada bien. El daño
es muy fuerte. No creo que esto se pueda reparar. Lo que me ha
lastimado, lo que me ha hecho ver... ¿Se da cuenta cómo quedo
anulada? Sin posibilidad de nada. No puedo salir.

Analista: Probablemente se está refiriendo al daño físico, pero


también se está refiriendo fundamentalmente a que cuando Da-
niel decide separarse y empieza a ser de alguna manera autóno-
mo, usted siente que ya no sabe quién es Ud., ni dónde está
parada. A esto se refiere diciendo que queda anulada. Es como si
sintiera que, de golpe, se rompe esta unidad que forma con Daniel,
donde se siente sostenida y armada, y dejara de tener existencia
propia.

Paciente: Sí, es eso. Es lo que me pasa. El además siente que no


ha pasado nada. Anoche me decía: “dale, dejame dormir en la
cama con vos, no te voy a molestar, sólo voy a ocupar un
rinconcito, no seas pesada”. Yo le decía: “No, no quiero, quiero
estar sola, quiero tranquilidad”. Y en cierta forma y en otro
momento me hubiera gustado dormir con él y abrazarlo, pero en
ese momento no. El no está para nada deprimido, yo me siento
exprimida por él, como si me hubiera chupado toda mi energía.

108
KATIA

Analista: A eso me refería. Daniel no está y usted se siente sin


energía propia. La energía, los sentimientos, los pensamientos, las
emociones, están presentes sólo con la presencia de Daniel. Sin
él usted queda vacía y por esto probablemente está terriblemente
angustiada.
Paciente: Lo que pasa, es que él compite conmigo, todo el
tiempo. Busca joderme, busca todo el tiempo algo que me duela,
y entonces me lo refriega: “Ah, ¿no tenés plata? Entonces no te
doy”. (Hace una pausa). No sé que hacer con él. Si se va a la casa
del amigo, se va a drogar todo el día, y eso no sé si me conviene.
No sé qué hacer. Por mí que tome todo lo que quiera, pero no me
va a convenir.

Analista: Probablemente lo que más le debe preocupar, más que


si se droga o no, es que él se una a la cocaína y se olvide
totalmente de usted. Que se arme un mundo distinto, donde usted
no tenga cabida.

Paciente: Lo que más me preocupa es que yo no tengo nada, ni


un peso. Todo el dinero lo tiene él en la financiera, yo no tengo
nada. El me dice: “Yo te voy a dar techo y comida, como dice la
libreta de matrimonio”. Y no es así. Porque él me tiene que dar
para vivir, para analizarme. Yo, de todas formas, voy a buscar un
abogado. Hoy, cuando venía para acá, pensaba ...“yo tengo que
volver a tranquilizarme, tener energías para enfrentar la vida, y
por eso necesito irme este fin de semana a algún lugar, tomar
sol...”. Yo creo que me tengo que separar. Yo no puedo estar así.
Yo sé que a mí me duele mucho todo esto, tal como usted me dice.
Y que a Daniel también le duele. El me decía: “yo no puedo
hacerme la valija e irme, yo no puedo andar hecho un indio por ahí.
Además yo no me puedo desprender de mis afectos así nomás.
Así que voy a venir todos los días aquí”.
Es como si quisiera utilizarme a mí y a la casa para lo que a él
le conviene. Este fin de semana me voy a ir. No sé adónde, pero
me voy. Quedarme aquí y sin análisis es terrible. Probablemente
me vaya a un hotel en Colonia. No sé, de repente pienso que
adonde me iría es a Chile, a estar con mi mamá. Pero con este ojo
así, no puedo hacer nada.

Analista: Veo que lo que intenta decirme, es que no sólo se siente

109
ANDRE GREEN

abandonada por Daniel cuando él no se interesa como usted


necesita que lo haga, sino que también se siente abandonada por
mí, cuando nos tenemos que separar durante el fin de semana, e
intenta encontrar en su mamá todo aquello que yo y Daniel le
negamos.
Paciente: Yo lo que quiero es estar sola y recuperar fuerzas. Yo
no tengo amigos con los que pueda ir al campo así como estoy. De
repente me preocupa mi nene. ¿Cómo lo voy a dejar solo con su
padre? Pero también pienso que yo me refugio mucho en mi hijo,
porque cuando él no está me siento mucho más sola. El único que
me distrae es él. El me acompaña y creo que lo termino usando
para no sentirme tan sola y tan vacía. A Daniel no le importa nada
de lo que me pasa.

Analista: Así también debe sentir que le pasa conmigo, que yo en


lugar de hacerme cargo de su aspecto más necesitado llevándo-
mela conmigo durante el fin de semana la abandono, no me
importa lo que le pasa.

Paciente: Lo que yo siento es que cuando con Daniel logramos


tener cierta armonía y todo funciona bien y logro tener cierto
equilibrio, viene él y me lo rompe, y todo es un despelote de nuevo.

Analista: Es decir que cuando usted logra tranquilizarse a lo largo


de la sesión y logra cierto equilibrio, vengo yo y se lo rompo
diciéndole que se terminó la sesión. Esto es muy doloroso para
usted, esto es lo que hace que todo se torne un despelote de nuevo.

Analista: (dirigiéndose al Dr. Green y a la audiencia) Esta es una


sesión del año pasado. Este tipo de sesiones sucedían muy a
menudo. No es una sesión inusual. Muchas veces me pregunté,
¿qué era lo que hacía que esta mujer fuera tan maltratada por ese
hombre? ¿Qué era lo que pasaba en la relación, por lo que ella era
tan maltratada? Me despertó y me sigue despertando en general,
muchas ganas de ayudarla. Me siento muy cerca de las cosas que
ella siente y padece. Me pregunto por la necesidad de esta
paciente de mantenerse adherida a los objetos y la dificultad que
tiene para separarse y tener cierta autonomía. Me gustaría saber
qué piensa usted.

110
KATIA

Green: ¿Qué piensan ustedes de la sesión?

Participante: Se refiere a los límites del análisis para poder


entender a estos pacientes.
Participante: Tengo la impresión de que lo que la analista
interpreta es cierto, pero al mismo tiempo no hay contacto con la
paciente. Otra cosa es pensar en la demanda. ¿Qué es lo que ella
realmente ha demandado a la analista, que la castigue o lo
contrario? Cómo satisfacer esa demanda es la cosa más comple-
ja.

Participante: Yo quiero preguntarle, ¿no sería necesario relacio-


nar un poco más lo que la paciente vive en la sesión con la historia
de su vida? ¿Qué es lo que ella está repitiendo en la sesión de su
historia personal? Más que estar pendiente de qué tipo de relacio-
nes entabla en este momento de la sesión con el analista, me
interesa saber qué puede expresar el analista para ayudarla a ver,
lo que de alguna manera está recordando en esas actuaciones que
tiene con su esposo. Pensar en la historia sería pensar en el
festival de las peleas de los padres que ella está repitiendo, o
recordando sin poder recordar.

Green: Sí, ustedes lo saben bien. Una sesión es algo que


debemos poder considerar en sí misma. Una sesión es
una muestra, una especie de relevamiento que muestra
a la vez, la relación intersubjetiva y la relación
intrapsíquica.
Si leen literatura psicoanalítica actual verán que
estamos constantemente divididos entre dos ópticas:
cada vez que alguien habla de los procesos
intersubjetivos, alguien dirá: “¡Ah, pero está lo
intrapsíquico!”; y cuando alguien hable de lo intrap-
síquico otro dirá: “Ah, pero está la intersubjetividad y
la relación de objeto!”. La especificidad del análisis
es que esos dos movimientos están fundidos en uno
solo. Es decir que se trata de un proceso que podrá ser
considerado sobre una faz o sobre la otra, pero es el
mismo. Lo que no impide que dentro de una sesión
pueda haber m o m e n t o s de acentuación de lo
intrapsíquico o de lo intersubjetivo.

111
ANDRE GREEN

Lo que caracteriza esta sesión, es lo estático. Lo que


es importante en una sesión, es lo que en Francia
llamamos “el movimiento”. No “los movimientos
pulsionales”, sino el movimiento en el seno de la se-
sión. Es decir que un paciente puede abordar la sesión
desde un cierto enfoque, y luego ese enfoque cambia.
Puede pasarse de un nivel a otro, se puede pasar del
presente al pasado, de la relación en el interior de la
sesión a la relación al exterior de la sesión, etc. Eso es
la especificidad del funcionamiento psíquico analíti-
co.
Tenemos dos cosas de qué ocuparnos: lo estático y
la saturación. Veremos que hay pequeños esbozos de
movimiento, pero la cuestión que se plantea es: ¿Cuál
es el valor económico? Es decir: ¿Cambia el curso de
la sesión?
La segunda característica es la s a t u r a c i ó n . Esta
saturación, en este caso, es doble, sobre dos planos. El
primer aspecto es el de las satisfacciones masoquistas,
que son provistas por el marido. La segunda faz de la
saturación es la referencia a la droga. Es decir que
allí, el tipo de satisfacción es probablemente un estado
en el que es muy difícil distinguir la satisfacción nar-
cisista de la satisfacción objetal, porque se trata de
una satisfacción que fusiona ambos aspectos. Noten
que cuando se juntan estos dos tipos de satisfacción,
tienen un sistema perfectamente cerrado. ¿Por qué?
Porque justamente en las satisfacciones masoquistas,
dicha satisfacción se relaciona con el objeto. Es en
relación al otro. Mientras que la referencia a la droga,
es la satisfacción consigo mismo, sin objeto. Si el
sistema fuera perfecto, no estaría en análisis. Hay algo
que hace que este sistema no sea perfecto, pero puede
estar bastante a punto como para impedir el trabajo
analítico.
¿De qué manera vemos que el trabajo analítico está
impedido?
De dos maneras. Gracias a este sistema, la paciente
no deja filtrar ninguno o muy pocos indicios en que se
pueda discernir una actividad de la fantasía. De sue-

112
KATIA

ños no se habla, y otro punto, justamente como lo


hicieron notar: no hay demandas explícitas en la trans-
ferencia. A causa de esta saturación y a causa de esta
organización enquistada, es muy claro para mí que
hay que hacer una elección: o bien consideramos que
nos equivocamos tomando esta paciente en análisis, y
no quiero decir que hagamos una psicoterapia acosta-
da, pero renunciamos a una actitud interpretativa; o
bien tratamos igualmente de movilizar lo inconciente
en la transferencia. Y en ese momento tenemos que
sortear la saturación. Porque puedo garantizarles que
esta paciente llega con su discurso preparado para la
sesión, y se instala en lo que yo llamo: “discurso
narrativo-recitativo”. Ella cuenta, cuenta... y pode-
mos pensar que concientemente busca un apoyo de
parte del analista. Pero yo no le creo y pienso que hay
una posición que sí es transferencial. Pero esta posi-
ción transferencial no es fácil de definir: es paradojal.
Puede concernir tanto al objeto, como al yo en la
transferencia. Desde el punto de vista del objeto, se
trata de poner a la analista en la posición de la madre
que se desentiende. Pero, de una manera más sutil
todavía, se trata a través de un mecanismo de identifi-
cación proyectiva, de poner a la analista en estado de
impotencia, que es el estado de ella como niña frente a
los padres que se pelean.
Si tomamos estos puntos como referencias, el resto
va a aclararse con respecto a ellos. Pero no se aclara-
rá como una situación que vaya a aparecer con un
sentido total. Va a aclararse porque van a haber chis-
pazos que iluminarán momentáneamente la sesión.
Si una paciente me dice: “Bueno, yo me siento muy
mal”; yo escucho: “Bueno”. Y no creo que sea un tic
del idioma. No lo voy a interpretar, porque la paciente
tiene tales defensas que, si le interpreto esto no voy a
poder derribarlas nunca. Pero yo la escucho. Y su
estructura me escucha también. Y cuando la paciente
dice en la frase siguiente, “... Ayer a la noche hablé con
Daniel pero eso no sirve para nada”. Yo escucho que
es ahora, hablando conmigo, que no sirve para nada.

113
ANDRE GREEN

Cuando dice más adelante: “yo pienso que debería-


mos tomar distancia por un tiempo”, creo que en este
momento está tratando de establecer una distancia
conmigo.
Es una elección decisiva comprender esto. O bien,
escuchan de la paciente lo que ella quiere hacer escu-
char.
Les digo entonces, que lo que dice aquí la paciente,
no difiere en nada de lo que vuestra mejor amiga va a
venir a contarles a la hora del aperitivo, porque se
peleó la noche anterior con su marido, ...o usted a su
amiga. Si queremos salir de esta lógica, estamos obli-
gados, a causa de la saturación, a buscar las marcas
inconcientes, muy discretas, como éstas que señalé.
Miren la lógica paradojal de esta paciente. Acaba de
decir: “yo pienso que tendríamos que tomar distancia
por un tiempo” y tres frases después él le dice que va
a dormir a la casa de un amigo. Ella responde: “no,
dormí acá en el living, es mucho mejor el living”. Una
vez más, debemos escuchar el discurso sobre planos
diferentes. Está lo manifiesto, está lo que pasa de eso
manifiesto en la transferencia preconciente, están los
movimientos de adaptación hacia el objeto en térmi-
nos del proceso. Porque la lógica psicológica, justa-
mente funciona en la cabeza del analista. Usted pien-
sa: “Y sí, por supuesto, ella no quiere que él se vaya,
entonces quiere que se quede”. Pero no es esto. Y por
otra parte usted lo comprendió, sólo que lo interpretó
media hora más tarde. Es que, para ella, el hecho de
que él tome distancia cuando va a lo de su amigo, no
quiere decir que él tome distancia de ella. Eso quiere
decir que va a establecer una relación fusional con
alguien que no es ella: la droga. Y es allí, en su propia
exclusión de esa relación fusional donde está el ele-
mento significativo. Y acá, la situación se complica.
Porque está claro, que esto que es el trasfondo de la
situación está mediatizado por otras capas que la
analista no escucha, vinculadas con las fantasías ho-
mosexuales. De eso se trata cuando dice que él va a lo
del amigo; después cuando dice que no puede ir por-

114
KATIA

que el amigo está con una mujer y entonces se queda.


Pero lo que aquí es interesante son sus propias fanta-
sías homosexuales. Si yo quisiera hacer una recons-
trucción en mi cabeza, diría que ella consiguió que su
padre le pegara; el placer que eso le provocó le hace
temer por la pérdida del amor de su madre. Entonces
trata de dejar todo para reencontrar el amor de la
madre.
Si hubiera habido algo para interpretar, yo lo hu-
biera interpretado en la transferencia. Le hubiera di-
cho: “Sí, por supuesto, todo esto pasó ayer, pero ahora
es a mí a quien usted lo cuenta, y parece que tiene
miedo de que yo esté enojada con usted por toda esta
agitación con su marido. Usted tiene necesidad de
asegurarse que yo esté acá”.
De otra manera, ¿qué es lo que muestra la táctica
interpretativa? Que la analista se dejó seducir por la
intensidad masoquista de las posiciones de la pacien-
te, en un movimiento de identificación con su paciente.
Pero de identificación con las defensas de la paciente,
porque es la identificación con la postura de víctima
de ella. Entonces, queremos “hacerle bien”. Pero des-
conocemos, a través de todo esto, el rol que el deseo
inconciente de la paciente puede jugar.
Acá voy a precisar algo. Puede parecerles no perti-
nente que yo hable todavía del deseo inconciente en
una paciente como ésta, que está tan perturbada. Les
puede parecer que hablar de deseo inconciente es
hacer referencia a la neurosis, cuando acá tenemos
que hacer referencia a una problemática
caracterológica perversa muy cargada. No están equi-
vocados. Pero el rol de todas estas posiciones
caracterológicas perversas, toda esta saturación, es
para tapar el deseo inconciente. Acá, tapar, tiene que
ser tomado en un doble sentido, no sólo esconder, sino
también garantizar
Traducción realizada en.laGarantizar en el sentido de que
reunión clínica:
esto es lo importante,
Jenny Nehmad de Szuman por lo tanto, vamos a dejar el
resto de lado.
Lo que trato de mostrarles es que, cuando podemos
Descriptores: Supervisión. Caso clínico. Adicciones. Maso-
desplegar un poco esta saturación, vemos aparecer
quismo.
elementos significativos que aclaran el sentido. Por
ejemplo: ella dirá, fantaseando la partida del marido,
fantaseando la escena primaria de las drogas, descri-
biendo su desesperanza, 1su 1 5 soledad y su vacío, que
llega el hijo. Acá está el elemento significativo. Acá
está lo que podría satisfacerla, no el ser la madre de
este chico, pero sí ser este chico para otra madre. Es
eso lo que está oculto en la transferencia. Entonces, es
claro que la dificultad está en: ¿cómo hacer que la
paciente entienda un poco de todo esto que yo puedo
explicarles acá, porque tengo tiempo? Esto es un pro-
blema de técnica analítica. Espero que al finalizar la
semana sepan un poco más sobre eso.
Marcelo

Analista: Marcelo, de veintisiete años, acudió al tratamiento en


estado de desesperación. Refería su angustia a su cuerpo, al que
sentía hipocondríacamente dañado, tanto por su adicción como
por otras conductas de riesgo con tendencia a la traumatofilia.
Imaginaba en todo esto una suerte de fatalidad, un destino que lo
conduciría a una muerte prematura como su madre; ella había
fallecido sorpresivamente cuando él tenía 6 años. Al mismo
tiempo, en una actitud opuesta, cuidaba su físico con dietas
higiénicas, gimnasia y deportes, mostrando la existencia de un
vínculo narcisista positivo que consideré podría ser base del
impulso reparatorio.
También manifestaba cierta conciencia de su insatisfactoria
situación vital. Vivía con su padre viudo quien lo mantenía. No
trabajaba; había iniciado y abandonado varias carreras. No tenía
pareja y su vida sexual se limitaba a relaciones esporádicas con
prostitutas. Consumía cocaína y marihuana en gran cantidad
desde la adolescencia presentando un alto grado de tolerancia.
Actuaba en grupos y lugares donde abunda la droga.
Marcelo es el segundo hijo. Tiene una hermana cinco años
mayor. El padre es un empresario mediano que proporcionó un
buen nivel de vida a la familia; es descripto por Marcelo como muy
trabajador, deportista, volcado a la familia, con rasgos obsesivos
y en ocasiones violento. Tiene una llamativa ausencia de recuer-
dos de la madre, una verdadera laguna mnémica. La hermana le
contó (él no recuerda) que era “muy nerviosa”, con estallidos de
rabia cuando se enojaba, que la asustaban mucho.
Tiene una versión idealizada de una infancia feliz, que se

Psicoanálisis APdeBA - Vol. XVII - Nº 1 - 1995 137


ANDRE GREEN

interrumpe con la muerte sorpresiva de la madre por un derrame


cerebral (era hipertensa), cuando Marcelo tenía 6 años.
El padre parece haber hecho un duelo patológico; llevó a los
hijos a la cama matrimonial durante dos años. Más tarde la
hermana tuvo su cuarto pero Marcelo siguió compartiendo el
dormitorio, si bien en camas separadas, hasta que se casó la
hermana cuando él tenía 15 años.
Marcelo reaccionó a la pérdida materna con un desplazamiento
en el ámbito escolar; desarrolló una capacidad de relacionarse de
modo tal que se convirtió en el amigo favorito de las madres de sus
compañeros, quienes prácticamente lo adoptaban en las vacacio-
nes, durante la etapa del primario. En el secundario se convirtió
en el buen compañero, líder del grupo en deportes, reuniones, etc.
Terminado el colegio inició estudios en diversas facultades,
que abandonó al poco tiempo. En esa época comenzó la adicción.

Green: Una pregunta: ¿qué pensaba Ud. después de las


entrevistas preliminares?, ¿cuál era su apreciación
del conflicto central de este paciente?, y ¿qué creía
que pudiera esperarse del análisis?

Analista: Desde el primer momento pude percibir que su deman-


da de ayuda era la habitual del adicto: no aspiraba a dejar la droga
sino a controlar su consumo. Pero aquí me planteé una pregunta:
¿es que acaso puede ser otra la demanda de análisis de una
personalidad dominada por la adicción? La alternativa es propo-
nerse la abstinencia, demanda que sólo puede venir de otro
aspecto del self, o aún de afuera del mismo. Por eso, después de
un prolongado estudio con entrevistas, a razón de dos por semana
(en cierta forma un tratamiento de prueba), decidí intentar el
psicoanálisis en las condiciones que se planteaban como las
únicas posibles. Quedaba claro que ni él ni la familia aceptarían
la internación que, en este caso, parecía la única forma de lograr
un control.
Por otra parte, en las entrevistas pude comprobar la presencia
de factores positivos en su personalidad: clara inteligencia, capa-
cidad de establecer vínculos afectivos, componentes histéricos y
sobre todo un cierto grado de autopreservación que lo salvaba del
caos incontrolable.
Green: ¿Qué es lo que dijo que lo protegía de las

138
MARCELO

situaciones más caóticas?

Analista: Por ejemplo, podía pasar con la cocaína, o estar en un


grupo en una situación orgiástica, y en determinado momento
conseguía interrumpir y se retiraba. También podía, cada tanto,
cuando se descontrolaba en el consumo, volver a tener un cierto
control. Asimismo lograba salir de situaciones grupales que po-
dían ser riesgosas, los “dealers”, por ejemplo.

Green: ¿Alguien quiere opinar?

Participante: ¿Qué situación determinó la consulta en ese mo-


mento?

Analista: No había una situación aguda en ese momento. Consul-


tó por la adicción, que llevaba ya varios años, a instancia de la
familia, de la hermana y el padre. Había tenido, además, varios
accidentes.

Participante: ¿En qué consiste la traumatofilia y por qué la


relaciona con el destino de muerte?

Analista: La idea de fatalidad es la de seguir el destino de la


madre; la madre era hipertensa y el hermano de la madre (persona
muy ligada a él) había muerto uno o dos años antes que ella
(también por un problema cardiovascular). El se siente a sí mismo
perteneciente a esa línea de la familia y por lo tanto pasible de
padecer problemas vasculares. El relacionaba varias fracturas y
accidentes que había tenido, con impulsos autodestructivos. Algu-
nos de estos accidentes habían ocurrido en la práctica de depor-
tes, pero él los relacionaba con su destino de muerte y no con su
competitividad que lo hacía dañarse.

Green: El caso que nos es presentado, presenta una


complejidad particular. Yo los he invitado a buscar
alguna cosa por el lado del conflicto central. La difi-
cultad en llegar a una opinión sobre este caso, provie-
ne de la necesidad de apreciar lo que es del orden de la
problemática de las identificaciones. Es decir que, el
problema esencial remite a delimitar por un lado un

139
ANDRE GREEN

duelo interminable en relación con la pérdida de la


madre, y un lazo que es mantenido con ella, y por otro
la constitución de un sistema de defensa particular-
mente complicado que hace de pantalla a una fijación
homosexual al padre.
Es decir que ahí donde se entrecruzan estos dos
problemas se encuentra el problema de la femineidad
del paciente. Hay toda una serie de síntomas que son
de interpretación difícil como, por ejemplo, su actitud
hipocondríaca. Acaso permite sospechar la existencia
de un objeto narcisístico incorporado, teniendo en
cuenta que, el carácter de esta angustia es el de una
angustia relacionada con el propio cuerpo. O todo
esto está incluido en un sistema fantaseado relaciona-
do con la idea de esta fatalidad –a la que hizo alusión–
y que le hace pensar que él es de la línea familiar de su
madre, lo cual querría decir que lo que está en relación
con las identificaciones con el padre (como por ejem-
plo sus actividades deportivas), queda eclipsado. Como
el analista dijo, habría una negación del aspecto com-
petitivo con esta racionalización de ese juego con la
muerte.
Lo que sabemos, por otro lado, nos muestra que
efectivamente este paciente sufre de una inhibición
general: no se ha comprometido en una vida profesio-
nal, cualquiera que ésta fuera; no tiene vida sexual,
más allá de algo con algunas prostitutas. Quedan por
evaluar sus actividades de grupo. Sabemos que las
actividades grupales son la cosa más común en los
adolescentes. Pero este muchacho de 27 años tiene,
quizás, o empieza a tener conciencia de que su vida
adolescente no puede durar para siempre. En esta vida
prolongada en grupo, lo privilegiado es lo que podría-
mos llamar las identificaciones de los “yoes entre
ellos”, más que las identificaciones con figuras simbó-
licas de tipo paternal. Pero, hay una manera de tener
una idea acerca de sus actividades de grupo: no cono-
ce la intimidad más que en grupo. Es decir que se trata
de perpetuar el recuerdo de aquello que siguió a la
muerte de la madre: el dormitorio común. En esta

140
MARCELO

situación, se trata de privilegiar la dimensión grupal,


la situación en la que él está con su padre y con su
hermana, para conjurar lo máximo posible el hecho de
que él está allí cerca del padre, para reemplazar a la
madre. Es decir que vemos que esta pérdida de la
madre a los seis años no solamente dio un giro dramá-
tico a su conflicto edípico reactivando su culpabilidad
y teniendo que hacer su duelo, sino que, además, tuvo
que luchar en dos frentes: por un lado, el de la pérdida
de la madre, y por el otro, la invasión por el duelo del
padre. Ser invadido por el duelo del padre es lo que le
impidió hacer su propio duelo.
De allí el carácter tan complejo de la sintomatología.
Comparto totalmente el sentimiento del analista, quien
también subraya los aspectos positivos que hay en este
muchacho, a punto tal que se plantea la pregunta de
saber si todo este conjunto no está destinado a enmas-
carar una estructura histérica. Después de todo, pode-
mos recordar que la histeria que florecía en los tiem-
pos de Freud, tenía un carácter altamente contami-
nante, hasta el punto que se acusó a Charcot de hacer
una cultura de la histeria en la Salpetrière.
La cuestión que se plantea hoy podría llevarnos a
preguntar si no hay en la generalización de la toxico-
manía un fenómeno de ese tipo. Es decir que, la pobla-
ción toxicomaníaca comporta una proporción indis-
cutible de personas que tienen una estructura por la
cual necesitan, efectivamente, este juego con la muerte
y la producción en ellos de un estado por el cual es
posible que se desprendan totalmente del conflicto
psíquico por un cierto tiempo. Lo hacen de una manera
tal que los que no somos toxicómanos no lo podemos
imaginar. Todas las personas que trabajan la toxico-
manía hasta hoy, dicen que nosotros no entendemos
nada, porque tratamos de aplicar modelos exteriores a
la toxicomanía para intentar comprender lo que pasa.
Los toxicómanos están muy alejados de la manera en
que nosotros mismos pensamos y sentimos, y también
de las personas de las que nos ocupamos, en las cuales
se puede identificar un conflicto psíquico con organi-

141
ANDRE GREEN

zaciones de sentido, con construcciones, represiones,


etc.
Pienso que, efectivamente, la toxicomanía repre-
senta un desafío a la concepción del psiquismo. Pero
pienso que seguramente hay, en la difusión, una res-
puesta a las frustraciones y al malestar de vivir en
general que tiene el mismo poder de atracción que
tenía la histeria en otras épocas. Toda la cuestión,
entonces, es saber acerca de lo que ustedes me permi-
tirán llamar “la parte no toxicomaníaca de este pa-
ciente”. La interpretación que nosotros le damos sería
vinculable a un contexto de tipo psicótico, o más bien,
entraría en ese modo de “ser otro”, como lo era la
histeria, y que aquí se manifiesta por todo lo que ha
construido alrededor de una angustia que produce
síntomas. Nosotros podemos llegar a interpretarlo
como una perturbación de la economía narcisística,
pero nos preguntamos si implica una verdadera regre-
sión narcisísticas, o bien, es un desplazamiento sobre
el cuerpo de angustias ligadas a fantasías inconcientes
que son mantenidas bajo una represión muy poderosa.
Personalmente –pero no tomen esto más que a título
de indicación–, yo tendería a optar por la segunda
hipótesis; porque precisamente el analista comprobó
que el paciente tenía la capacidad de establecer rela-
ciones afectivas con los objetos. Un verdadero toxicó-
mano pierde esa capacidad porque la única relación
posible, significativa, es con la droga. No es para nada
lo que se da en este caso. El paciente dice: “No quiero
renunciar a esto”, pero si él viene al tratamiento es
que, aún cuando no quiere renunciar a eso, quiere otra
cosa. Solamente: ¿qué es lo que quiere? Ese es el
problema del análisis.

Participante: ¿Qué valor da usted a la pulsión oral, en tanto las


prácticas toxicómanas están ligadas a la aspiración, sobre todo la
marihuana, la cocaína?

Green: Es seguro que seré llevado a atribuir una gran


importancia a la pulsión oral, pero lo que aquí falta

142
MARCELO

son las posibilidades de figurarse de qué manera esta


pulsión es importante, porque entre la aspiración a
tomar droga y los efectos inmediatos que produce, y el
pasaje a nivel del lenguaje (lo que testimonia el deseo
del paciente), nos encontramos frente a un agujero.
Por un lado tenemos lo que podemos entender como
sentido (sabemos lo que concierne a la expresión de la
palabra), pero en el otro extremo de esta misma pulsión
oral estamos frente a lo que no tiene sentido y frente a
lo irrepresentable. A Dios gracias, no estamos conde-
nados a quedarnos en ese hueco porque tenemos ele-
mentos para pensar. Desde el punto de vista de lo que
es intermediario entre esos dos extremos, tenemos es-
tructuras significativas: el control que este paciente
intenta ejercer en relación a sus introyecciones, los
regímenes físicos que se impone, la necesidad de elimi-
nar físicamente lo que él considera como un exceso
envenenador de la carga corporal. Finalmente, del
lado de la sexualidad, el no poder acercarse a algo que
él desea capturar, el placer sexual, más que con obje-
tos no personalizados, las prostitutas. Y, como decía
ayer en otro grupo, el que ama a prostitutas, no busca
solamente a la mujer anónima, la mujer que puede ser
todas las otras mujeres, y entre todas esas mujeres, la
que está obligado a esconder. Lo que él busca en esa
mujer son las huellas de todos los penes de todos los
hombres que la han penetrado. Observamos que es una
introyección de algo que ya ha sido introyectado.
Así que frente a un paciente como éste, vemos que, lo
que lo hace incapaz de controlar, no lo encontramos
solamente en el orden de la palabra, sino también en el
orden de la cadena de transformaciones que van desde
la pulsión hasta la palabra, y que nos obliga a cons-
truir una imagen de su realidad psíquica interna.

Analista: Bueno, el Dr. Green ha predicho mucho de la situación


como yo la voy a desarrollar.
Este paciente empezó el análisis hace seis años. Comenzó con
tres sesiones semanales con compromiso de una cuarta cuando
ésta fuera posible (el padre pagaba el tratamiento). Al año se hizo

143
ANDRE GREEN

cargo él mismo del pago y pasó a cuatro sesiones. Luego de dos


años volvió a tres sesiones por problemas económicos.
Decía que ha predicho, porque a este paciente, efectivamente,
yo lo he pensado con una parte no toxicómana escindida de la
parte adicta. Tengo la impresión de que hice el análisis de la parte
no toxicómana, y que no sé nada de la adicción en sí misma. Desde
este punto de vista hizo un avance muy grande integrando aspec-
tos disociados, superando inhibiciones. Logró la independencia y
un relativo éxito económico –es un empresario gastronómico–. En
cuanto a las relaciones afectivas estableció una relación de pareja
con una mujer, bastante lograda. Tuvo una primera relación con
otra adicta que me permitió analizar la relación simbiótica. Luego,
hizo una nueva pareja y se casó. Con su mujer tenía realmente una
relación de objeto con reconocimiento de la alteridad. Me lo
describió muy claramente. Relató que él estaba haciendo un
asado y ella estaba sentada, mirando el horizonte. Me dijo así: “yo
la veía y pensaba: en qué estará pensando. Si fuera fulana (la
novia anterior) yo sabría, estaría pensando en mí, pero ella vaya
a saber en qué estará pensando.” Es decir que era capaz de
respetar una ensoñación, incluso proyectada. Por eso digo que
progresó en la relación de objeto.
Sin embargo, la adicción persistió todo este tiempo, si bien más
controlada. Abandonó la cocaína, aunque siguió con la marihuana.
Recién en el año al que corresponde el material que presento tuvo
la idea de dejar la marihuana por primera vez. A raíz de esto le
propuse volver a la cuarta sesión porque pensé, de acuerdo a mi
forma de trabajar, que cuatro sesiones me permitirían analizar
más las angustias de separación y el duelo por la madre que yo
pensaba que estaba detrás de la adicción.

Green: Está satisfecha sobre lo que hay que pensar de


la pulsión oral con lo de la gastronomía? (se dirige a
una persona que anteriormente realizó una pregunta)

Analista: Faltó a cuatro sesiones avisándome que tenía un curso


de gastronomía.
Luego siguió esta sesión, a la que llega puntualmente.

Paciente: Hoy pude venir porque falté al curso... Ibamos con


Jorge (su socio). Me enteré el mismo martes. Jorge me dijo: Yo

144
MARCELO

me anoté... yo no sabía que se había anotado porque era para


mozos, pero es gastronomía en general (habla del curso y dice
entre otras cosas: “como hay un diplomita había que ir todos los
días”). Y yo falté acá miércoles, viernes, lunes y miércoles... Y
bueno... fueron días muy buenos. Sentía que tenía muy ágil la
cabeza. Y el martes estaba en el restaurante y me llama el actor
extranjero para decirme que había tenido una hija y que estaba de
acuerdo en hacer el hotel en Jamaica; que fuera, que tenía la
plata... Me dejó la cabeza medio tumbada y estos días estuve
recibiendo información de Jamaica, fotos. Mi casa está tapizada
con fotos de lugares paradisíacos... No sé en qué momento voy a
ir porque tengo cenas y casamientos muy importantes, muy
importantes... Entonces, en estos días, todo lo que ha sucedido...
ha sucedido mucho más alrededor mío que alrededor de Jorge...
No solo lo de X sino el casamiento de M que yo cobré, mientras
él tiene problemas con Visa... Entonces Jorge ve como me creen
a mí y los inconvenientes que tiene él para lograr sus objetivos. Le
cuesta ubicarse. El otro día me tiró como que quisiera ser mi
representante. Entonces en este momento de nuestra pulseada yo
estaría con una diferencia a mi favor... Cosa que para mí es muy
importante. Siempre es una seguridad que viene bien que esté
adentro (silencio). Esto es anecdótico... pero realmente van
cambiando muchas cosas en mi relación con él. Yo he notado
como que en estos días... en esa pulseada pasé a este lado. Jorge
me está consultando y he pasado a ser el eje y el protagonista de
todo lo que estamos haciendo... que siempre era Jorge, quería ser
él, él, él (silencio).

Analista: En esa pulseada interna parece ser muy importante


tener seguridad adentro. Tal vez el curso le sirvió para afirmarse
cuando tuvo miedo acá, en el análisis, en esta pulseada en la que
siente que está dependiendo.

Paciente: Y... es probable... Porque como el director del curso


me escuchaba con mucha atención lo que yo decía. Jorge me dijo:
“Vos sabés que es muy lindo escucharte hablar. A mí me encanta
escucharte. Parecés tan inteligente”. No me dijo que parecía
inteligente sino: “Se escuchan tan inteligentes tus comentarios...”.
Entonces ya ahí empecé a sentir esta cuestión. Ya me lo había
dicho cuando fue al curso en Francia... Pero, esto sienta un

145
ANDRE GREEN

precedente. Yo he venido escalando posiciones. Hoy es indudable


que los ejes de las sociedades somos Jorge y yo... El lo interpreta
así... 50 y 50... y ya me está molestando... Porque cuando cobré
la plata de la fiesta, me molestó darle su parte... Por primera vez
sentí eso... darle la mitad, porque sentí que yo hacía mucho más...
La organicé yo, invité yo... Claro que, en la infraestructura que
tenemos él cumple su parte. Pero por primera vez experimenté
eso... Antes no era mitad y mitad, yo era un diez por ciento
(Pausa). Ahora, en estos días, yo me doy cuenta que a la gente la
convenzo de muchas cosas. Es increíble los argumentos e ideas
que expongo y eso también me levantó la seguridad.

Analista: Creo que siente que también usted puede escuchar


mejor y entenderme más. Eso, por una parte le da más seguridad
interna, pero despierta la pulseada y competencia conmigo. Usted
transforma el sentirse dependiente en un estar muy convencido de
lo que hace. Por eso luego que hablamos de la cuarta sesión, faltó
a cuatro sesiones por el curso.

Paciente: Y bueno... pero mire... este curso por ejemplo. Hoy ya


nos tenía repodridos... ir todos los días... y ayer se hizo una
experiencia (describe un rol-playing sobre una dificultad laboral)
y una persona filmaba para después reconocer los errores... Y vi
y rescaté errores que cometía yo... miles de defectos y vicios que
tengo... como que no había que fumar, etc. Bueno, en una sesión
como ayer, me pudrí un poco... esas pelotudeces... pero me ayudó
a verme en distintas situaciones. Ahora, mientras hablaba, me dio
lástima faltar... porque en realidad aprendí bastante. Pero por
más interesante que fuera yo... cinco días es imposible hacerlo
compatible con los restaurantes... no podía organizar los hora-
rios... Cuando uno está en muchas cosas es difícil tomarse todos
los días una obligación... si no es sufriendo... Yo no estaría en
desacuerdo en tomar la cuarta sesión por utilidad... pero lo haría
sufriendo porque estaría dejando esto otro... la dificultad que
tendría para combinar una reunión con alguien porque siempre
estoy cortado en el medio.

Analista: Creo que “sufriéndolo” quiere decir necesitándolo,


sintiéndolo. Pero, en este momento no es así, porque cuando
empieza a aprender, a verse, también empieza la pulseada y

146
MARCELO

entonces plantea todos sus otros compromisos, como el curso.

Paciente: Entonces yo no tendría que haber hecho el curso... u


otro proyecto.

Analista: Bueno, me doy cuenta que si usted está lleno de


proyectos: estancias, cenas, jet-sky, me siente a mí como alguien
competitivo que le dice: “deje todo eso y venga acá”. Tendría
sentido si lo sintiera, si lo necesitara.
Paciente: No, yo dije que venir y tener que contar tantas cosas...
Porque a mucha gente no le es fácil cortar una hora en la mitad
del día (y repasa sus horarios) y esta es la hora en que se generan
las cosas.

Analista: Y el análisis interfiere en lo que usted genera.

Paciente: Seguro. Primero porque me saca de contexto. Es


bueno, pero me corta. ¿Y a quién no? Para mí el objetivo del día
no es analizarme sino ser feliz. Si para eso, para crecer y madurar
necesito esto, bien; pero yo prefiero navegar que venir a análisis,
o jugar al paddle. No, no podría arreglar reunión ni lunes, martes,
miércoles y jueves porque: “no, tengo análisis...”. Claro que
interfiere... No, no estoy dispuesto, porque lo haría sufriendo...
Esto es un complemento y una ayuda para salir a la actividad. No
creo que nadie tenga como objetivo el análisis. El objetivo es que
sirva para salir a la vida... ¿o no? (silencio)

Analista: Con ese planteo, ¿qué puedo hacer yo? Si le digo que
no es así usted oye que afirmo que el análisis es el centro de su
vida. Si le digo lo otro, se va a hacer el curso. De las dos formas
queda distorsionada la situación, que es de competencia: a mayor
entendimiento hay más competencia. Usted como Jorge, afirma lo
que hace: en vez de plantearse cuatro sesiones, falta cuatro
sesiones.

Paciente: (Pausa). Es que si no pudiera faltar a ninguna sesión,


no podría progresar en nada en la vida... Cuando fui al curso en
Francia falté... si no, no estaría donde estoy... Estaría como las
primeras sesiones, o culpándome del problema laboral... Estaría
mejor del cigarrillo, del fumo, pero no estaría hablando de la

147
ANDRE GREEN

pulseada, porque estaría tan derrotado... No estaría hablando de


proyectos sino de sueños. Si los proyectos van naciendo es
porque, aparte del análisis, hay cursos que estoy haciendo. Reco-
nozco que si no hago más esfuerzos es porque me gusta fumar. Si
no me gustara le estaría pidiendo diez sesiones. (Dramatiza) “Por
favor, Dr., no lo aguanto más, sáqueme de esto, me quiero morir...
me está haciendo muchos problemas en la cabeza”.
Evidentemente como yo los problemitas los voy purgando
acá... nunca llego a esa situación. Pero hay una evidente resisten-
cia a dejar de fumar... Pero al lado de eso hay ganas de seguir
prosperando en la vida... que es lo que más cuesta cuando uno
fuma. La marihuana es para mí como el ajo, o el jamón crudo, que
me gustan tanto.

Analista: Le señalo que trata de hacerla pasar como hábito, no


una adicción.

Paciente: La marihuana es el compañero que va a mi lado y me


da seguridad y tranquilidad.

Analista: Le interpreto en la transferencia que la marihuana va


en mi lugar.
A la sesión siguiente faltó sin aviso.

Green: ¿Qué piensa Ud. de la sesión?

Analista: Lo que puedo pensar es que me sentía medio entram-


pado en el planteo que él me hacía. Es decir que las interpretacio-
nes transferenciales eran tomadas como exigencias de someti-
miento. Quiero aclarar que esta situación es reiterada: siempre
trató de ejercer un control de las interpretaciones sobre la nece-
sidad del análisis a través de las ausencias a sesión.
También recuerdo que me pareció importante cuando él plan-
teó el cambio que se estaba produciendo, acerca del cincuenta por
ciento y cincuenta por ciento, o acerca de que él sentía (creo que
era proyectado e invertido) una modificación en el vínculo.

Green: ¿Podría aclarar lo de la inversión?

Analista: Pienso que, muchas veces, cuando está hablando de él,

148
MARCELO

en realidad está hablando de mí, del analista. En ese sentido.

Green: Y entonces, ¿qué pensamos de la sesión...?

Participante: Creo que lo importante es el pequeño diploma de


mozo por la similitud de mozo con joven, muchacho. Creo que está
negociando con el analista si es tan hombre como él o es el diez
por ciento nada más.
Green: ¿Y qué otra cosa?

Participante: Me parece una sesión muy importante. En especial


porque se juegan todas las identificaciones con la figura paterna
y toda la posibilidad de poder contar con la tolerancia de un padre
que permita crecer.

Participante: Tomando en cuenta lo que dijo el Dr. Green –con


quien estoy de acuerdo– yo veo varios planos. En un plano
aparece el nivel competitivo, pero me parece que lo que está en
juego es la posibilidad de que aparezca un espacio donde pueda
salir de la repetición del vínculo con el padre. La idea de que se
puede aprender algo sobre gastronomía y las menciones al fumar
me parece que son alusiones al espacio donde puede aparecer el
duelo por la madre. Porque esa pulseada sobre qué es más
importante, si el crecimiento o el análisis, al mismo tiempo repro-
duce, para la parte defensiva del paciente, el sentir que siempre
hay un padre que quiere tenerlo con él. Entonces no hay ausencia,
ni dolor, ni competitividad, ni tampoco se lo plantea; niega la
adicción, porque el padre pasa a ser un adicto de él. No hay
diferencia. Y hay muchos otros planos...

Participante: Yo me preguntaba si el tema que presenta el


paciente no es como el hilo de Ariadna, engañoso. Pregunto si no
se trata de un hilo de Ariadna que nos conduzca falsamente, y si
no hay una escisión entre la droga encubriendo el duelo por la
madre y otro plano, y lo que dijo al principio de esos lugares
paradisíacos de Jamaica, como una regresión muy profunda,
oculta tras la ausencia a la sesión.

Green: En todos los momentos de la transferencia sa-


bemos que nos encontramos con ese problema. Pero

149
ANDRE GREEN

según el tipo de estructura con la cual uno tiene que


operar, la imagen interna del conflicto puede despe-
jarse del fondo de la transferencia y atraer la atención
del analista que trabaja ese aspecto de la transferen-
cia, en ese momento del análisis. El trabajo que se hace
sobre ese aspecto de la transferencia, no toma en
consideración los otros aspectos, pero se infiere que la
elucidación de ese problema, en ese momento particu-
lar, va a influir sobre los otros aspectos que no están en
cuestión en ese momento.
En otras estructuras, como en este paciente, el pro-
blema que puede aparecer en la transferencia no pue-
de ser abordado porque el paciente tiene en la cabeza,
en su preconciente, todas las influencias de los otros
aspectos, de manera tal que el peligro está menos
localizado, de modo que no hay riesgo que arrastre por
extensión y ponga en peligro todo aquello a lo cual el
paciente llegó por medio del análisis. Es muy impor-
tante ver que en este momento, la transferencia toma
un aspecto de lucha, y que hay un cambio en la consi-
deración del mundo interno y de la manera en que los
objetos habitan ese mundo interno con su traducción
en su relación con el analista. Es decir que, en ese
momento, el análisis de la relación con el analista no
puede tener repercusión por ausencia de espacio in-
terno, y entonces ahí se puede asistir a transformacio-
nes del orden del juego.
Y es por esto que, al final de la sesión, el paciente
opone los juegos que él podría tener en lugar de la
sesión porque él no puede jugar en ella, en el sentido
de Winnicott.
Si ustedes quieren hacerse una idea de lo que sucede
es necesario escuchar lo que el paciente dice y no
hacer construcciones que no descansan sobre lo que él
dijo. Por supuesto, sabemos que los pacientes dicen
muchas cosas y que tenemos tendencia a considerar
que muchas de las cosas que dicen no tienen importan-
cia. Pero yo les puedo decir que, con un paciente de
este tipo, cada palabra cuenta. Porque precisamente
es ahí donde se ve que Lacan se equivocó pesadamente

150
MARCELO

al oponer una palabra llena y una palabra vacía; en


estos casos la palabra más vacía tiene una función de
plenitud, sólo que el paciente no está ahí para subra-
yarlo en rojo. Ustedes deben hacer los vínculos que el
paciente no puede hacer.
El paciente termina la sesión, con esta frase muy
bella: “La marihuana es el camarada que camina
conmigo, que me da confianza y tranquilidad.” Si él
dice eso al analista, es para hacerle comprender que
son tres en este asunto, y que él no está dispuesto a
abandonar el lugar de este camarada.
Entonces, les he dicho hace un momento la impor-
tancia de las identificaciones de los “yoes entre ellos”,
y es exactamente lo que dice este paciente: la marihua-
na es el camarada.... Es decir que la marihuana apare-
ce como un símbolo indiferenciado, que puede ser
efectivamente interpretado como “el camarada”, que
es una referencia retrospectiva a la sesión con Jorge.
Por otra parte, puede ser interpretado como un doble.
Y finalmente, vemos la marihuana como un objeto
idealizado, que le da confianza y tranquilidad y que le
evita todos los conflictos psíquicos. Conflictos psíqui-
cos, que hemos visto en su versión externalizada, en la
discusión que no pudo ser evitada en la sesión.
La discusión con el paciente es la trampa en la cual
todos caemos en un momento o en otro, por dos razo-
nes: o bien por nuestra dificultad en tolerar al pacien-
te, o bien por el hecho de que no alcanzamos a imagi-
nar lo que sucede. Y para poner coto a la frustración de
no poder imaginar realmente lo que le pasa al paciente
y transformarlo en una comunicación, nos portamos
entonces como la madre de una anoréxica: “¡Abrí la
boca! ¡Comé!”.
Cuando digo que hay que escuchar al paciente, he
aquí cómo se presenta la situación: el paciente llega a
la sesión con Jorge, su camarada, su socio, su doble.
Es allí que él va hablar del problema de la oposición de
la gastronomía y la sesión con el analista. Es muy
interesante verla cuando el paciente hace la compara-
ción entre las dos. Después se vuelve hacia el analista

151
ANDRE GREEN

–tengo ganas de decir como se dice en Francia “los


días con, y los días sin”–, es interesante ver que él
califica los días con el analista como días muy buenos;
como si se comiera. Y expresa el sentimiento de euforia
que le da la sesión. Dice que su espíritu era ágil. Y hay
allí un cambio asociativo y la aparición de un tercero,
X. X le dice que tuvo una hija y que retoma el proyecto
de instalar hoteles en Jamaica. Entonces pasamos de
significantes de la oralidad con el pequeño mozo, a un
personaje que quiere incluirlo en un proyecto y ahí
salimos de la gastronomía para ir a la creación de un
hotel. ¿Un burdel? ¿Dormitorios? Sabemos que es a
partir de ahí que las asociaciones del paciente van a
cambiar. Ustedes comprueban escuchando, que a par-
tir de allí aparece la representación, las fotos, las fotos
de los lugares paradisíacos. De modo que él está cap-
turado por la realización del deseo, la realización del
deseo de crear un lugar supuestamente paradisíaco
que incluye –bien entendido– la referencia al paraíso
de su infancia, que no está disponible más que a propó-
sito de su fantasía sobre las representaciones fotográ-
ficas.
Por la significación que adquiere para el paciente
la renuncia a sus sueños diurnos paradisíacos para
realizar un proyecto que esté en relación con esa fan-
tasía, es que se instala la regresión. La regresión se
instala, de alguna manera, cuando él empieza por
decir: “Yo tengo cenas, y casamientos muy importan-
tes.” Cena-casamiento nos reenvía allí, a la gastrono-
mía, a los restaurantes, al tema de la oralidad; y el
casamiento nos reenvía a X que llama para decirle que
tuvo una hija (una hija hay que hacerla con una espo-
sa). Vamos a ver, entonces, cómo esto justamente va a
habitar la sesión. Entendiendo que X es padre y que
dice que ha tenido una hija encontramos algo que tiene
relación con la propuesta que hizo el analista de la
cuarta sesión. Que el paciente después de esto haya
faltado a cuatro sesiones no es de ninguna manera
indiferente. El faltó a las cuatro sesiones que son
precisamente las que hubiera podido tener con el cam-

152
MARCELO

bio. Exactamente faltó a tantas sesiones como las que


había propuesto el analista. Es esto una dimensión
negativa. Es decir, realizar un deseo bajo la forma
negativa, para no tomar conciencia de lo que significa
una sesión más. El ahí anuncia que alguien más ha
llegado: el niño. Entonces, dice que tiene que hacer
cosas muy importantes. Es decir que, en ese momento
de la sesión, ilustra la diferencia que hay entre identi-
ficación e imitación. Un niño que toma el diario –
teniendo en cuenta que no entiende las letras– y hace
como que estuviera leyendo el diario, imita a su padre.
Un niño que se identifica con su padre, aprende a leer.
Así que esto es lo que hace: imita a su padre. “Soy un
hombre muy ocupado etc. etc...”. Y hace alusión, toda-
vía más, a un matrimonio. Les haré notar que en todas
las intervenciones de ustedes no hubo una sola alusión
al casamiento. Parece que a ustedes no les interesa
saber; no sólo es importante saber lo que pasa con el
padre o lo que pasa con la madre, sino que, saber lo
que pasa entre ellos es lo más importante, porque de
eso es de lo que no se tiene ninguna idea. Porque
durante el día es así, pero ¿qué sucede por la noche en
el dormitorio del cual el niño está excluido? Entonces,
frente a estas ideas de casamiento, concebidas bajo
una forma no dicha, porque él dijo: “Fue necesario
que yo cobre el casamiento de M”, ¿pero qué es lo que
él tenía que aguantarse? 1 Parece que ahí sintió que
alguien había hecho algo que por ahora él no puede
hacer. Entonces vuelve a algo más reasegurador para
él, vuelve a Jorge. Es decir que en relación a la proble-
mática del casamiento y de la paternidad, él vuelve a
un objeto que es un objeto igual a él. Entonces, dice:
“Yo tengo dificultad en seguir los ofrecimientos de X
para hacer el hotel” y vuelve a la situación de Jorge
como si quisiera persuadirse que él no tiene necesidad
de eso porque Jorge quiere ser su representante. Allí
se lanza a una larga explicación de cuán importante es
él para Jorge, que lo quiere, cómo lo admira, cómo lo

1
N. del T.: encaisser: cobrar; aguantar.

153
ANDRE GREEN

encuentra maravilloso. ¿A qué corresponde esta vuel-


ta a Jorge? Estamos obligados a plantearnos la cues-
tión del pasaje al status de doble. ¿A qué otra imagen
en ese contexto parental (ése era el punto del cual
hablábamos) puede Jorge representar? ¿Puede ser
una imagen paternal? Yo no lo creo. No tenemos nin-
gún indicio para pensarlo. Lo más probable es imagi-
nar que ahí, en ese momento, la función de Jorge es una
función narcisística, la de un eco que viene del exterior
y le dice qué niño maravilloso es él. Entonces, niño
maravilloso; estamos siendo enviados allí de manera
aceptable, a los lugares paradisíacos. Entendemos que
el doble juega, probablemente, el rol de un objeto de
sustitución de la madre perdida. Sólo que no podemos
olvidar que todo lo que ha hecho revivir esto es la
sensación de fracaso frente al proyecto de X. Vemos
que en ese momento reaparecen en el material las
ideas de competición y, en consecuencia, la idea de ser
el ganador. Es ahí que él va a decir una cosa muy
importante. Va a decir: “Jorge y yo somos el centro de
las sociedades”. Es decir que eliminó al tercero. Dice:
fifty, fifty. Sólo que cuando es mitad y mitad, hay una
mitad que no quiere dar la mitad al otro, como en los
mejores Westerns.
De modo que esta imagen narcisística, cuya función
es restablecer su autoestima, no es más que un jalón
intermediario hacia la toma de conciencia de una
avidez oral que quiere tomar todo para sí. Pero en este
momento no es; “Nosotros somos el centro de las
sociedades”, sino: “Soy yo que hice todo”.
Es decir que, en este punto, podemos pensar que hay
una especie de identificación con un padre omnipoten-
te que sirve para explicar que él siente el derecho de
tener a la madre totalmente para sí, descartando com-
pletamente cualquier tercero. Ahora bien, el analista
es sensible a lo que acaba de escuchar y le habla de la
contradicción entre la confianza y el desafío y la riva-
lidad; orienta la interpretación sobre el temor a la
dependencia o sea que piensa siempre en esa cuarta
sesión. El analista no se equivoca. Sin embargo, pienso

154
MARCELO

que en ese momento se acentuó su sensibilidad al


conflicto, puesto que hemos visto cómo se debatía para
hacer compatibles en su cabeza el deseo de mantener
las fantasías paradisíacas, el deseo de ser admirado y
el deseo de tomar todo para sí mismo.
Es lo que dije cuando analicé el comienzo de la
exposición. Dije que este paciente nos ponía frente al
problema de su relación simultánea con la imago pa-
terna y la imago materna. Pero la imago materna se
presenta esencialmente en el sentido de la valoración
narcisista, y lo que podemos considerar como la regre-
sión que se produjo después de la muerte de la madre.
Para poder salir de esta situación, tomando en cuenta
las excitaciones pulsionales que vienen del padre, tie-
ne la necesidad absoluta de instalar en él un objeto
narcisístico que le diga: “Eres tú el más bello, el
mejor, el más fuerte”. Y es ahí que el paciente habla
por vez primera, volviendo sobre el conflicto que había
dejado en suspenso: venir a la sesión o ausentarse.
Dice la frase: “La dificultad que tendría yo para rea-
lizar una reunión con alguien ya que estoy siempre
cortado al medio”. Acá se ve hasta qué punto la vuelta
de este paciente a la situación anterior a la muerte de
la madre es difícil para él; como si él estuviera apre-
sado entre el fantasma de una madre desaparecida y la
necesidad de defenderse de todo lo que la imagen
paterna tiene de excitante y de esclavizante.
Es por eso que no podemos continuar diciéndole: es
aquí donde usted tiene que estar. Y el analista com-
prendió el doble vínculo en que lo pone el paciente
cuando le habla casi como planteándole un problema
psicoanalítico (como me lo plantearía a mí): “Si yo no
digo nada sobre el rechazo de la cuarta sesión, favo-
rezco la negación; si yo le digo que es necesario que
esté acá, lo estoy castrando”. Hay que encontrar otro
camino.
Entonces, el paciente lo resuelve pasándose a la
realidad: “Usted sabe, es difícil, para muchas perso-
nas”. El paciente dice: “Sobre todo porque me saca de
contexto. Es bueno, pero me corta”. Es decir, lo corta

155
ANDRE GREEN

de todos los medios que vimos, de todos los soportes y


apoyos que obtenía de las situaciones grupales en las
cuales la identificación de los “yoes entre ellos” le
impedía ver el conflicto de la identificación con las
figuras parentales. Ahí empieza a racionalizar de ma-
nera impecable, entonces dice: está el análisis y está la
vida; si el análisis lo invade todo, ya no se puede vivir;
entonces ¿para qué sirve el análisis? Razonamiento
irrebatible. Es por eso que hay que pasar a otro lugar.
Es allí que el analista expresa su desconcierto, y el
paciente dice: “Si yo no pudiera faltar a ninguna
sesión, no podría progresar en nada en la vida.” La
interpretación que hay que darle al paciente es decirle
que estamos encerrados hablando de las ventajas y las
desventajas que tiene el estar o no estar ahí, mientras
que quizás estamos tratando de evitar la cuestión prin-
cipal que es saber cómo él, el paciente, puede guardar
al analista dentro suyo cuando no está en sesión.
Hablando de la ausencia, evidentemente en ese mo-
mento, el paciente que se refería al contexto de sus
ocupaciones, etc., dice: “Yo reconozco que si no hago
más esfuerzos, es porque me gusta fumar”. Yo le hubie-
ra dicho: “Sí, porque un cigarrillo está siempre a
mano, y nunca se puede perder, ni uno se atormenta
cuando está ausente”.
Es entonces que adopta esa actitud irónica, dicien-
do: “Doctor, por favor, ya no lo soporto, sálveme de
esto, quiero morir. Me trae muchos dolores de cabe-
za”. Yo le hubiera contestado: “Sí, sin duda usted
imagina que es muy difícil vivir esta situación, pero
aún hay otra peor: si yo muero y usted no tiene nadie
más a quien quejarse”.
De esta manera llega a integrar a la vez, la defensa
frente a la transferencia paterna –de la que sospechá-
bamos que era homosexual– y el miedo a revivir la
catástrofe de la pérdida de la madre. Tanto más cuan-
do vemos que toda su elaboración conflictiva, o por lo
menos gran parte de ésta, está ligada a angustias en
cuanto al vínculo que mantiene, en su propio cuerpo,
con el cuerpo enfermo de la madre. Entonces, hay que

156
MARCELO

escuchar.
Vamos a escuchar la segunda sesión sin comenta-
rios.

Llega veinte minutos tarde; a la sesión anterior faltó sin avisar.

Paciente: Estoy con fiebre desde hace cuatro, cinco días... que
no se me curó porque no me cuidé nada. Me agarró el viernes. Me
dolía la columna... fiebre. Empecé a tomar antibióticos. Pero el
domingo era la carrera de jet-sky... y tuve que ir... estar afuera
todo el día. Y trabajé a la noche. El lunes tuve el curso y me
levanté nada más que para ir y a la noche trabajé. Ayer tuve jazz...
y la garganta está de color violeta. Anoche no me dejó dormir para
nada. Pero muy dolorido (Pausa). Y salió muy bien la cena de
anoche. Terminó el curso. Y este viernes es la cena de X, el de
relaciones públicas de Buenos Aires, que me tiene el sueño un
poco trucho... con la vajilla, los cubiertos... yo no soy puntilloso
para eso. Pero hay que hacer todo, todo porque es un maricón...
es muy puntilloso. Y va a salir en notas. Un montón de preocupa-
ciones...

Analista: Hay dos tipos de preocupaciones: unas que tiene usted


como empresario y otras que me confía a mi, que debo tener yo,
de su garganta y de su fiebre porque no las acepta, como si fueran
una debilidad de maricón, infantil.

Paciente: En realidad yo usé la palabra maricón para el que


cumplía años. Es que yo no sé qué vuelta darle. Lo único que
puedo analizar es que hice todo... que no le di importancia a la
enfermedad y la enfermedad era importante. Y en este momento
me duele todo: los oídos, la garganta. No lo soporto. Igual me tuve
que levantar. Tal vez fue el maldito Jorge que me dijo: “El pibe va
a venir a las tres”. Me levanté y después me dice: “Iba a llamar
a las tres, no iba a ir”. Y no me curo.

Analista: Porque no se cuida. Y parece que se lo impide Jorge,


la pulseada.

Paciente: Bueno, anoche siempre había algo (relata lo que no


podía dejar de hacer). Pero mi garganta está mal. Tal es el foco

157
ANDRE GREEN

infeccioso que tengo adentro que escucho con dificultad. Todo me


pica. Pasé muy malas noches y no veo cómo hacer para no
quedarme. (Silencio).

Analista: Me parece que no sabe cómo hacer porque registra el


reclamo desde afuera mientras que a su necesidad no le da lugar.
Sobre todo acá: cuando le hablé de sus necesidades en la última
sesión lo registró más su cuerpo que su mente.

Paciente: (Pausa). Ud. debe haber venido a trabajar enfermo,


porque nunca me dijo que no me atendió porque estaba enfermo.
Así, que no sé... Es la primera vez que tengo fiebre en el año. No
es una angina cualquiera. De todos modos cuando le dije “no sé
qué hacer” me refería a como vienen encadenados los eventos.
Me resulta muy difícil faltar... no sé. Porque Jorge encima se
peleó con todos... o sea ¿quién me reemplaza? Me encargo de
muchas cosas, así como otros se encargan de otras (silencio). De
todos modos hubo una utilidad: yo venía bastante alejado de María
por el trabajo... o por h o por b... Siempre poco tiempo... y el
sábado me quedé estilo enfermo todo el día en casa. Estuvimos
más juntos que nunca. Pasé por los estados de pelearme y
amigarme. Y recuperé el cariño que sentí que estaba perdiendo un
poco por ella. Solamente por haber estado. Así que acá hubo un
reclamo también de quedarme en casa. La enfermedad sirvió para
eso. Siempre entro y salgo. Nunca estoy en un lugar relajado y
tranquilo. Uno se da cuenta cuando le sucede.

Analista: Tanto le cuesta darse cuenta del reclamo que solamen-


te enfermándose lo logra; pero aún así lo puede sentir más
fácilmente en su casa que acá. También en la sesión del lunes
recuperó lo que había perdido por sus ausencias; pero parece que
lo vive como una debilidad o como algo peligroso; por eso usted
me habla de su empresa y yo le hablo de sus necesidades.

Paciente: (silencio) En cierta forma usted me quiere decir que yo


me enfermé porque en la sesión del viernes yo sentí debilidad
porque sentí dependencia al análisis ¿o me equivoco? ¿eh? ¿no me
quiere responder?

Analista: ¿Usted qué piensa?

158
MARCELO

Paciente: (Pausa) Yo pienso que la semana pasada corrí de aquí


para allá todo el tiempo. Y en medio de todo eso no había habido
posibilidad de evacuar... o descomprimir algunas cosas... que me
dejaron el sueño mal y stressado de más... por no haber podido
sacar preocupaciones. Pero sí, todos los días cambio de tema, de
todo. De pastelería al curso, un porro; del curso a la fiesta, un
porro; del psiquiatra al trabajo, un porro. Entonces entre actividad
Traducción realizada en la reunión clínica:
y actividad hubo poca descarga. La descarga estuvo quien sabe
Mónica
dada porSerebriany
la garganta, que fumo más.

Analista: la descarga a través del porro, en lugar del análisis.


Descriptores: Adicciones. Caso clínico. Duelo. Identificación.
Paciente: (Pausa) Digamos que el porro está siempre. Pero
Supervisión.
puede ser que haciendo tantas cosas fumo el doble.

Analista: Le faltó esto para evacuar, como dijo en la sesión


pasada: “purgando problemitas”.

Paciente: Evacuando preocupaciones. Las cosas que, cuando


doy vueltas en la cama, me imagino que debo estar pensando...
que me tengo que ocupar de tales y tales cosas... tal vez no
haberlas anotado... Tengo papeles sueltos en el coche... pero
cada papel suelto es importantísimo... todos tirados dentro del
coche. Trato de arreglarlos en cada semáforo... Organizar la
fiesta, el menú, toda gente linda, toda gente conocida... me causó
eso... Y salió bárbara, pero yo transpiré “sangre, sudor y lágri-
mas”... Hubo 170 personas, gente por todas partes, parecía que
el restaurant estallaba... Yo estaba muy contento. Contento pero
con dolor de garganta, con tos, hecho mierda. (Termina la sesión)

159
OBRAS DE ANDRE GREEN

Libros

1969 Un oeil en trop. Le complexe d’Oedipe dans la tragédie,


Paris, Ed. Minuit, 288 pag. (trad. inglesa bajo el título The
tragic effect, Cambridge University Press).
Edición castell.: El complejo de Edipo en la tragedia. Ed.
Tiempo Contemporáneo, 1976.

1973 L’Enfant de Ça. Psychanalyse d’un entretien: la psychose


blanche, en colaboración con Jean-Luc Donnet, Paris,
Ed. Minuit, 350 pag.

Le Discours vivant,. La conception psychanalytique de


l’affect, Paris PUF, coll. “Le Fil rouge”, 365 pag. (trad.
italiana).
Edición castell.: La concepción psicoanalítica del afecto.
Buenos Aires Ed. Siglo XXI, 1975.

1982 Hamlet et Hamlet. Une interprétation psychanalytique de


la représentation, Paris, Ed. Balland, 269 pag.

1983 Narcissisme de vie, narcissisme de mort, Paris, Ed.


Minuit, 280 pag. (trad. italiana).
Edición castell.: Narcisismo de vida, narcisismo de muer-
te. Buenos Aires. Amorrortu Editores, 1986.

1984 "Le langage dans la psychanalyse”, en Langages, Paris,


Les Belles-Lettres, coll. “Confluents psychanalytiques”,
pp. 19-250.

1986 On Private Madness, Londres, Hogarth Press, 380 pag.

1989 La pulsión de muerte. Buenos Aires. Amorrortu Editores,


1989.

1990 Le complexe de castration, P.U.F., colección “Que sais-


je?”, 1990.

Psicoanálisis APdeBA - Vol. XVII - Nº 1 - 1995 201


ANDRE GREEN

Edición italiana, Il complesso di castrazione, Roma,


Borla Edizioni, 1991
Edición portuguesa, O complexo de castraçao, Río de
Janeiro, Imago Editora, 1991
Edición castell.: El complejo de castración, Buenos
Aires. Paidós, 1992.
Edición turca, Kastrasyon Kompleksi, Iletisium Yainlari,
1992.

La folie privée. Psychanalyse des cas limites, Paris,


Editions Gallimard, 1990.
Edición italiana, Psicoanalsi degli stati limite. La follia
privata, Raffaello Cortina Editore, 1991.
Edición castell.: De locuras privadas. Buenos Aires.
Amorrortu Editores, 1990.

Conferencias brasileiras de André Green bajo la direc-


ción de Jayme Salomao, Rio de Janeiro, Imago Editora,
1990.

1991 Amleto e Amleto, Roma, Edizioni Borda, 1991.


Edición italiana de Hamlet et Hamlet.

1992 Un oeil en trop. Le complexe d’Oedipe dans la tragédie,


Paris, Editions de Minuit, 1992.

Le discours vivant. La conception psychanalytique de


l’affect, P.U.F., 1992.

La déliaison, Paris, Edición Les Belles Lettres, 1992.


Edición portuguesa,O desligamento, Rio de Janeiro, Imago
Editora Ltda. 1994.
Edición italiana, Slegare, Psicoanalisi, antropologia et
letteratura, Roma, Edizioni Borla, 1994.

Révélations de l’inachèvement, A propos du carton de


Londres de Léonard de Vinci, Editions Flammarion, 1992.
Edición portuguesa, Revelaçoes do inacabado, Rio de
Janeiro, Imago Editora Ltda. 1994.
Diálogo psicoanalítico sobre psicosomática, Luis Chiozza,

202
OBRAS DE ANDRE GREEN

André Green. Buenos Aires, Alianza Editorial, 1992.

La psicosa bianca, con Jean-Luc Donnet, Roma, Borla


Edizioni, 1992.
Edición italiana de La psychose blanche.

1993 Le travail du négatif, Paris, Editions de Minuit, 1993.


Edición castell.: El trabajo de lo negativo. Buenos Aires.
Amorrortu Editores, 1995.

La nueva clínica psicoanalítica y la teoría de Freud,


aspectos fundamentales de la locura privada. Buenos
Aires. Amorrortu Editores, 1993.

1994 Un psychanalyste engagé. Conversations avec manuel


Macias, Paris, Editions Calmann-Lévy, 1994.

1995 La casualité psychique. Entre nature et culture, Odile


Jacob, 1995.
Edition italienne, I lavveneire della psicoanalisi e la
casualita psichica, Roma, Gius. Laterza & Figli Spa,
1995.

Une théorie vivante. L’oeuvre d’André Green, André Green


et al. bajo la dirección de F. Dupare, F. Quartier Frings,
M. Vermorel et coll. Collection Textes de Base, Paris,
Editions Delachaux et Niestlé, 1995.

Propédeutique. La Métapsychologie revisitée, Paris,


Editions Champvallon, 1995.

El lenguaje en psicoanálisis. Buenos Aires. Amorrortu


Editores, 1995.

Artículos

203
ANDRE GREEN

1955 Délire et imaginaire, Entretiens psychiatriques, coll.


“Nouvelle recherche”, Paris, P.U.F., 1955. pp. 145-186.

1958 (a) Le deuil maniaque (à propos d’un cas) (en colabo-


ración con B.Schmitz), L’évolution psychiatrique, 1,
pp. 105-121.

(b) Les préschizophrénies de l’adolescence (en colabo-


ración con P. Mâle), L’evolution psychiatrique, 2, pp.
323-375.

1960 (a) Le milieu familial des schizophrènes (en colabora-


ción con J. Delay et P. Deniker. Première partie:
Position du problème, L’Encéphale, vol.46, 1957, pp.
189-232.
Deuxième partie: Méthodes d’approche, L’Encé-phale,
vol.49, 1960, pp. 1-21.
Troisième partie: Résultats et hypothèses, L’Encé-
phale, vol.51, 1962, pp. 5-71.

(b) L’oeuvre de Maurice Bouvet. Revue française de


psychanalyse, 24, 1, 1960, pp. 685-702.

1961 (a) Le rôle: contribution à l’étude des mécanismes


d’identification. L’évolution psychiatrique, 1, pp. 1-
32.

(b) Chimiothérapies et psychothérapies. L’Encéphale,


50, 1961, pp. 29-101.

1962 (a) Les méthodes en psychopathologie. Encyclopédie


de psychologie, Paris, F. Nathan.

(b) L’inconscient freudien et la psychanalyse française


contemporaine. Les Temps modernes, 195, pp. 365-
379.
Edición castell.: El inconsciente freudiano y el psi-
coanálisis francés contemporáneo. Buenos Aires.
Nueva Visión, 1969.

204
OBRAS DE ANDRE GREEN

(c) Note sur le corps imaginaire. Revue Française de


Psychanalyse, XXVI, pp. 67-83.

(d) Obsessions et psychonévrose obsessionnelle.


Encyclopédie médico-chirurgicale, 37.

1963 (a) La psychanalyse devant l’opposition de l’histoire et


de la structure. Critique, 194, pp. 649-662.
Edición castell.: El psicoanálisis ante la oposición
de la historia y la estructura. Buenos Aires. Nueva
Visión, 1971.

(b) Une variante de la position phallique-narcissique.


Revue Française de Psychanalyse, XXVII, pp. 117-
184.

1964 (a) Du comportement à la chair. Intinéraire de Merleau-


Ponty. Critique, 211, pp. 1017-1046.

(b) Névrose obsessionnelle et hystérie. Leurs relations


chez Freud et depuis. Revue Française de
Psychanalyse, XXXVIII, pp. 679-716
Edición castell.: Neurosis obsesiva e histeria, en Las
Histerias, comp. J. Sauri. Buenos Aires. Nueva Vi-
sión, 1979.

(c) Propos élémentaires sur l’inconscient. L’Évolution


médicale, pp. 431-438.

(d) Fonction du rêve dans l’Orestie. Les Temps modernes,


215, pp. 1869-1893.

1965 (a) Remarques méthodologiques sur l’interprétation des


modes d’expression de certaines drogues
psychotropes. La Relation médecin-malade au cours
des chimiothérapies psychiatriques (P.A. Lambert
éd.), Masson, pp. 131-138.
(b) Enseignement de la psychiatrie et formation du
psychiatre, en: Livre blanc de la psychiatrie française.

205
ANDRE GREEN

L’Évolution psychiatrique, 30, supplément au nº3, pp.


17-74.

1966 (a) La psychopharmacologie: ouverture, impasses,


perspectives. L’Évolution psychiatrique, 31, pp. 681-
705.

(b) L’objet (a) de J. Lacan, sa logique et la théorie


freudienne. Cahiers pour l’analyse, 3, pp. 15-37 (tra-
ducido al inglés en Lacan. Ed. J. H. Smith et W.
Kerrigan, New Haven, Yale UP, 1983, pp. 161-191).
Edición castell.: El objeto (a) de Lacan y la teoría
freudiana, en Objeto, castración y fantasía en psi-
coanálisis. Ed. Siglo XXI, 1972.

(c) Les portes de l’Inconscient. L’Inconscient, VI colloque


de Bonneval, Paris, Desclée de Brouwer, pp. 17-44.

(d) L’Inconscient et la psychopathologie, ibid., pp. 331-


335.

1967 (a) Métapsychologie de la névrose obsesionnelle. Revue


Française de Psychanalyse, XXXI, 1967, pp. 629-644.
Edición castell.: en Las obsesiones, comp. J. Sauri.
Buenos Aires. Nueva Visión, 1983.

(b) La diachronie dans le freudisme. Critique, 238, pp.


359-385.
Edición castell.: La diacronía en el freudismo, en
Estructuralismo y psicoanálisis. Buenos Aires. Nue-
va Visión, 1971.

(c) Le psychanalyste, interprète. À la mémoire de P.


Blanchet. Interprétation, 1, pp. 8-20.

(d) Shakespeare, Freud et le parricide. La Nef, 31, pp.


64-82.

(e) Les fondements différenciateurs des images parenta-

206
OBRAS DE ANDRE GREEN

les. L’hallucination négative de la mère et


l’identification primordiale au père. Revue Française
de Psychanalyse, XXXI, pp. 896-906.

(f) L’enjeu des options en présence sur la formation des


psychiatres. L’Évolution psychiatrique, 32, pp. 847-
864.

(g) Le narcissisme primaire: structure ou ètat, en


L’Inconscient (1) y (2).
Edición castell.: El narcisismo primario: estructura o
estado, en Narcisismo de vida, narcisismo de muer-
te. Buenos Aires. Amorrortu Editores, 1987.

1968 (a) Sur la mère phallique. Revue Française de


Psychanalyse, 32, 1968.
Edición castell.: Sobre la madre fálica, en Prácticas
psicoanalíticas comparadas en las neurosis, comp.
L. Grinberg. Ed. Paidós, 1977.

(b) Oedipe: mythe et vérité. L’Arc, 34, pp. 15-26

(c) Réponses au questionnaire: du thérapeute au


médicament. Perspectives psychiatriques, 21, pp.
35-42.

(d) Mai 1968: le mouvement étudiant devant la psychiatrie.


L’Évolution psychiatrique, 33, pp. 551-560.

1969 (a) Sexualité et idéologie chez Marx et Freud. Études


freudiennes, 1969, pp. 188-217.

(b) La nosographie psychanalytique des psychoses.


Problématique de la psychose, Excerpta Medica
Foundation, vol. I, pp. 79-96.
(c) Le narcissisme moral. Revue Française de Psy-
chanalyse, 33.
Edición castell.: En Narcisismo de vida, narcisismo
de muerte. Buenos Aires. Amorrortu Editores, 1987.

207
ANDRE GREEN

1970 (a) L’interprétation psychanalytique des productions et


des æuvres d’art. Bruxelles, Critique sociologique et
critique psychanalytique, pp. 19-36.

(b) Répétition, différence, réplication. En relisant Au-


delà du principe de plaisir. Revue Française de
Psychanalyse, 34, 1970.

(c) Formation et enseignement des psychiatres. Année


1970. L’Évolution psychiatrique, 35, pp. 675-684.

1971 (a) De la bisexualité au gynocentrisme, in Bruno


Bettelheim, Les Blessures symboliques, Paris,
Gallimard, pp. 213-234.

(b) Lear ou les voi(es)x de la nature. Critique, 284, pp. 3-


19. In La Déliaison, loc. cit.

(c) L’état d’esprit des conceptions européennes sur la


psychose. Problématique de la psychose, Excerpta
Medica Foundation, vol. II.

(d) La déliaison. Littérature, 3, pp. 33-52.

(e) La magie d’Héphaïstos. Critique, 293, pp. 860-878.


Repris en préface de Marie Delcourt, Héphaïstos ou
la légende du magicien, Paris, Les Belles-Lettres,
1972, pp. 7-23.

(f) L’illusoir ou la dame en jeu. Nouvelle revue de


psychanalyse, 4, 1971, pp. 95-128. En La Déliaison,
loc. cit.

(g) La projection: de l’identification au projet. Revue


Française de Psychanalyse, XXXV, pp. 939-960.
1972 (a) De l’“Esquisse” à l’“Interprétation des rêves”: coupure
et clôture. Nouvelle revue de psychanalyse, V, pp.
155-180.

(b) Pulsion. Encyclopedia Universalis, tome XIII, pp.

208
OBRAS DE ANDRE GREEN

808-811.

(c) Note sur les processus tertiaires. Revue Française


de Psychanalyse, 36, pp. 407-411.

(d) Antipsychiatrie: une discussion des travaux anglais.


Traitements au long cours des états psychotiques.
Privat, pp. 184-190.

(e) Cannibalisme: réalité ou fantasme agi? Revue


Française de Psychanalyse, VI, pp. 27-52.

(f) Agression, feminity, paranoia and reality. Int. J.


Psycho-Anal.: 53.

1973 (a) Le genre neutre. Nouvelle revue de psychanalyse,


VII, pp. 251-262.
Edición castell.: En Narcisismo de vida, narcisismo
de muerte. Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1987.

(b) Le double et l’absent. Critique, 312, pp. 391-412.

1974 (a) L’analyste, la symbolisation et l’absence dans le


cadre analytique: à propos des changements dans la
pratique et l’expérience analytiques. Nouvelle revue
de psychanalyse, 10, 1974 pp. 225-252.
Edición castell.: Revista de Psicoanálisis, XXX(1).

b) Quelques considerations sur les problèmes


psychanalytiques de la mémoire. L’Évolution
psychiatrique, pp. 257-264.

1975 (a) Die Hysterie. Die Psychologie des 20 Jahrhunderts,


Zurich, Kindler Verlag, pp. 623-650.

(b) Orestes and Oedipus. International Review of Psycho-


Analysis, pp. 355-364.

(c) La psychanalyse, son objet, son avenir. Revue


Française de Psychanalyse, XXXIX (1-2), pp. 103-

209
ANDRE GREEN

134.

(d) La sexualisation et son économie. Revue Française


de Psychanalyse, XXXIX (5-6), pp. 905-918.

(e) Les temps mort. Nouvelle revue de psychanalyse, 11,


1975, pp. 103-110.

(f) Signification, structure, économie du rêve. Gazette


médicale de France.

1976 (a) Atome de parenté et relations edipiennes. L’Identifié,


Paris, Grasset, pp. 81-99.

(b) Pour un institut des sciences humaines cliniques.


Psychanalyse à l’université, 2, pp. 177-180.

(c) Otello au Othello. Shakespeare plus ou moins. Lyrica.

(d) Le nouveau malaise dans la civilisation. Critique,


348, pp. 473-497.

(e) Un, autre, neutre, valeurs narcissiques du Même.


Nouvelle revue de psychanalyse, 13.
Edición castell.: En Narcisismo de vida, narcisismo
de muerte. Buenos Aires. Amorrortu Editores, 1987.

(f) La realeza pertenece al niño, en Donald Winnicott.


Buenos Aires. Trieb, 1978.

1977 (a) L’hallucination négative. L’Évolution psychiatrique,


42, pp. 645-656.

(b) Transcription d’origine inconnue. L’écriture du


psychanalyste: critique du témoignage. Nouvelle revue
de psychanalyse, XVI, pp. 26-63.

1978 (a) Le credo du psychanalyste (incroyable mais vrai).


Nouvelle revue de psychanalyse, XVIII, pp. 262-272.

210
OBRAS DE ANDRE GREEN

(b) L’intellectuel et le désir de vérité. L’Arc, 70, pp. 33-


43.

1979 (a) L’enfant modèle. Nouvelle revue de psychanalyse,


XIX, pp. 27-47.

(b) Psychoanalytische Theorien über den Affekt. Psyche,


33, pp. 681-732.

(c) L’angoisse et le narcissisme, Revue Française de


Psychanalyse, 43.
Edición castell.: La angustia y el narcisismo, en
Narcisismo de vida, narcisismo de muerte. Buenos
Aires. Amorrortu Editores. También en Psicoanálisis
(APdeBA), vol. II (1), 1980.

1980 (a) Passions et destins des passions: sur les rapports


entre folie et psychose. Nouvelle revue de psy-
chanalyse, XXI, pp. 5-41.
Edición castell.: Pasiones y destinos de las pasio-
nes. Revista de Psicoanálisis, 38, 1981, pp. 450-
488.

(b) Artefacts et artifices en psychanalyse. Connexions,


30, pp. 69-76.

(c) Thésée et Oedipe. Une interprétation psychana-lytique


de la Théséide. Psychanalyse et culture grecque,
Paris, Les Belles-Lettres, pp. 109-158.

(d) Le silence du psychanalyste. Topique, 23, pp. 5-25.

(e) Le mythe: un objet transitionnel collectif. Abord criti-


que et perspectives psychanalytiques. Les Temps de
la réflexion, I, pp. 99-131.

(f) Le double fantôme. À propos du Coin plaisant d’Henry


James. Corps Création: entre lettres et psy-chanalyse,
Presses Universitaires de Lyon, pp. 139-154.

211
ANDRE GREEN

(g) La mère morte.


Edición castell.: Narcisismo de vida, narcisismo de
muerte. Buenos Aires. Amorrortu Editores, 1987.

1982 (a) La réserve de l’incréable, in N. Nicolaïdis et E.


Schmid-Kitsikis. Créativité et/ou symptômes, Paris,
Clancier-Guenaud, pp. 163-198.

(b) La Chose. Hamlet, éd. D. Mesguet, TPG, Papiers,


pp. 47-51.

(c) La double limite. Nouvelle revue de psychanalyse,


XXV, Paris, Gallimard, 1982. En La Folie privée, loc.
cit. pp. 293-316.

(d) Après coup, l’archaïque. N o u v e l l e r e v u e d e


psychanalyse, XXVI, pp. 195-215.
Edición castell.: A posteriori, lo arcaico. Revista de
Psicoanálisis, 43, 1986, pp. 729-751.

1983 (a) L’idéal: mesure et désmesure. Nouvelle revue de


psychanalyse, XXVII, pp. 8-33.
Edición castell.: El ideal: mesura y desmesura. Re-
vista de Psicoanálisis, 45, 1988, pp. 9-39.

(b) Le deuil impossible. L’Arc, 89: Henry James, pp. 74-


79.

(c) L’Homme machinal. Les Temps de la réflexion, 4,


Paris, Gallimard, 1983.

1984 (a) Early trauma, bodily experiences and denial: their


mutual influences in dream formation. Psychology of
Dreaming, ed. M. Bosinelli and P. Cicogna, Bologna,
pp. 83-91.

(b) Entre réalité et vérité. Les Temps de la réflexion, V,


pp. 125-145.

212
OBRAS DE ANDRE GREEN

1985 (a) Les temps en question. Psychanalyse à l’université,


10, pp. 195-201.

(b) Trop, c’est trop. Melanie Klein aujourd’hui, Cesura


Lyon Édition, pp. 93-102.

(c) Réflexions libres sur la représentation de l’affect.


Revue Française de Psychanalyse, III, pp. 773-788.

(d) Des mouches aux mots. La Déliaison, loc. cit.

1986 (a) L’aventure négative. Nouvelle revue de psych-analyse,


XXXIV, pp. 197-224.

(b) On Hamlet’s Madnesses and the Unsaid. Studies in


literatures and the arts, Hebrew University of
Jerusalem, 1986, vol. XIV, pp. 18-39.

(c) Les pensées d’Oedipe. L’Écrit du temps, 12, pp. 105-


123.

(d) Réponses à des questions inconcevables. Topique,


37, pp. 11-30.

(e) Rendez-vous dans un quart de siécle. Théâtre public,


70-71, pp. 39-42.

(f) Pulsion de mort, narcissisme négatif, fonction


désobjectalisante. La Pulsion de mort (premier
Symposium de la fédération européenne de
psychanalyse, Marseille, 1984), Paris, PUF, pp. 49-
59.
Traducción al portugués por Edición Escuta, 1988.
(g) Le travail du négatif. Revue Française de Psy-
chanalyse, I, pp. 489-493.

(h) Den döda modern. Teman i fransk psykoanalys sous


la direction d’Iréne Matthis, Natur och Kultur, Boras,
Suède, 1986, in Gräns och Rörelse.

213
ANDRE GREEN

(i) L’originaire et la pensée des origines. Topique, 37,


Dunod, 1986.

1987 (a) La représentation de chose entre pulsion et langage.


Psychanalyse à l’université, 12, pp. 357-372.

(b) La capacité de rêverie et le mythe étiologique. Revue


Française de Psychanalyse, V, pp. 1299-1315.

(c) Instinct in the late work of Freud. On Freud’s Analysis


terminable and interminable, Int. Psy. Ass.,
Educational Monographs, 1, pp. 149-170.

1988 (a) La vie privée: identités alternatives et identité privée.


L’art de la fiction: Henry James, éd. M. Zéraffa, Paris,
Klincksieck, pp. 223-253.

(b) Voir et penser dans le carton de Londres de Léonard


de Vinci. C.E.S.P.R., 4, pp. 65-80.

(c) Pourquoi le mal? Nouvelle revue de psychanalyse,


XXXVIII, pp. 239-264.

(d) La pratique fondamentale de la psychanalyse. Vue


de la Société psychanalytique de Paris: une
conception de la pratique. Revue Française de
Psychanalyse, III, pp. 569-593.

(e) Pulsion, psyché, langage, pensée. Revue Française


de Psychanalyse, II, 1988.

(f) El ideal: mesura y desmesura. Revista de psicoaná-


lisis, XLV, 1, enero-febrero, 1988.
1989 (a) La mort du Moi et le destin des objets (Objet de la
perversion, objet de la quiétude. Revue Française de
Psychanalyse, 1, 1989.

(b) Introduction aux journées: Du tiers. Conclusion et


perspectives: De la tiercéité. Monographies de la
Revue Française de Psychanalyse, La psychanalyse

214
OBRAS DE ANDRE GREEN

questions pour demain. Colloque de la S.P.P. Unesco,


14 et 15 janvier 1989, P.U.F., 1990.

1990 (a) La remémoration: effet de mémoire ou temporalité à


l’oeuvre? Revue Française de Psychanalyse, 4, 1990.

(b) Penser l’epistémologie de la pratique. Revue Française


de Psychanalyse, 6, 1990.

(c) Point de vue du psychanalyste sur les psychoses à


l’adolescence. Psychose et adolescence, bajo la
dirección de F. Ladane et al. Editions Masson, 1990.

(d) De la rememoración al insight, en Teoría, Clínica.


Revista de Psicoanálisis de Madrid, vol. II, mayo
1990.

(e) La question des rêves en psychanalyse: du modèle


freudin à nos jours. Psychiatric Française, 1, 1990.

(f) Temps et mémoire. In L’épreuve du temps. Nouvelle


revue de psychanalyse, XLI, 1990.

1991 (a) Instinct in the late works of Freud. In On Freud’s


Analysis terminable and interminable, bajo la direc-
ción de Joseph Sandler, International Psycho-
analytical Association, Yale University Press, 1991.

(b) Lettre ouvertes à W. R. Bion. W. R. Bion, une théorie


pour l’avenir coloquio organizado por l’Association
Française de Psychiatric, Editions Métailié, 1991.

(c) Interview with André Green, Susan Rosbrow-Reich et


Laurie Raymond. Psychologist, Psychoanalyst, XI, 4,
1991.

(d) L’originario nella psicoanalisi. La narrazione delle


origini, bajo la dirección de Lorena Preta, Sagittari,
Laterza, Gius. Laterza & Figli, Rome, 1991.

215
ANDRE GREEN

(e) Entretien, L’honneur et le narcissisme. L’honneur,


image de soi ou don de soi: un idéal équivoque,
Editions Autrement, Série Morales, 3, 1991.

(f) Le progès et l'obuli. La Déliaison, loc. cit.

(g) Macbeth: engendrement et déracinement, La


Déliaison, loc. cit.

1992 (a) Préalables à une discussion sur la fonction de la


théorie dans la formation psychanalytique. Revue
Française de Psychanalyse, 2, 1992.

(b) Entretien sur la supervision avec Thalia Vergopoulo.


Bulletin Société Suisse de Psychanalyse, 33, 1992.

(c) Transcriçao da origem desconhecida a escrita do


psicanalista: critica do testemunho. Escrita
psicanalitica, Revista Brasileira de Psicanalise, 26,
1-2, Sao Paulo, 1992.

(d) The Oedipus Complex as mutterkomplex. Shooting


the sun, ritual and meaning in west sepik, bajo la
dirección de Bernard Juillerat, Smitsonian Institution
Press, 1992.

(e) El doble límite. Trópicos, Revista de Psicoanálisis,


Fondo Editorial Sociedad Psicoanalítica de Caracas,
año 2, volume 1, 1992.

f) Compte rendu du texte de Bion Cogitations, Int. J.


Psycho-Anal. (1992) 73, pp. 585-589.
(g) A propos de l'observation des bébés. Entretien avec
Pierre Geissmann, Journal de la psychanalyse de
l'enfant, n 12. L'observation du bébé. Points de vue
psychanalytiques, Paris, Bayard, 1992.

1993 (a) Avatars de la pensée en psychanalyse et ailleurs.


Naissance de la pensée, processus de pensée, colo-
quio de Monaco, Journal de la psychanalyse de

216
OBRAS DE ANDRE GREEN

l’enfant, 14, 1993.

(b) L’adolescent dans l’adulte. La fonction paternelle,


Journal de la psychanalyse de l’enfant, 11, 1993.
Edición castell.: En Niñez y Adolescencia, Psicoa-
nálisis, Revista de la Asociación Psicoanalítica de
Buenos Aires, Vol. XV, nº1, 1993.

(c) Diálogo entre analistas: cuestiones del psicoanáli-


sis. Revista de Psicoanálisis, 1993.

(d) ¿Una sesión interactiva? Revista de Psicoanálisis,


1993.

(e) Culture(s) et civilisation(s), malaise ou maladie? Revue


Française de Psychanalyse, 4, 1993.

(f) Desconocimiento del inconciente (ciencia y psicoa-


nálisis). El inconciente y la ciencia, bajo la dirección
de R. Dorey. Buenos Aires, Amorrortu Editores,
1993.

(g) Two discussions of the inner experiences of the


analyst and a response from Theodore Jacobs, I.
André Green. International Journal of Psycho-analysis,
74, 1993.

(h) L a s c è n e , u n e î l e d é s e r t e . S h a k e s p e a r e ,
Cosmopolitisme et insularité, Actes du Congrès 1993
de la Société Française Shakespeare, bajo la direc-
ción de M. T. Jones-Davles, Editions Les Belles-
Lettres, 1994.
(i) Détournement. Bulletin de la Société Psy-chanalytique
de Paris, Hommage à Jean Favreau, dossier: l’Ethique,
nº 30, décembre 1993.

(j) Die tote Mutter. Aus der Klinik der Psychoanalyse,


Psyche, 3, 47, 1993.

(k) Culture(s) et civilisation(s), malaise ou maladie. Revue

217
ANDRE GREEN

Française de Psychanalyse, 57, 1993.

(l) L’analité primaire dans la relation anale. Monographies


de la Revue Française de Psy-chanalyse. La névrose
obsessionnelle, bajo la dirección de Bernard Brusset
y Catherine Couvreur, P.U.F., 1993.

(m) Quelle théorie pour les états limites. Les états limi-
tes, bajo la dirección de Hervé Pbokobza, XXII Journée
Nationales de l’Association des Psychiatres Privés,
A.F.P.E.P., 1993.

(n) L’art, connaissance de la réalité psychique. L’art est


il une connaissance? textos reunidos por Roger-Pol
Droit, Le Monde Editions, 1993.

(ñ) Entretien avec Pierre Bayard et Jean Bellemin-Noël.


Littérature et psychanalyse: nouvelles perspectives,
Littérature, nº 90, 1993.

1994 (a) Etre psychanalyse aujourd’hui, pour quoi faire? Revue


Française de Psychanalyse, 4, 1994.

(b) Die Grenzen der Psychoanalyse und ihre inneren


Aufgliederungen. Wege und Irrwege zur
Psychoanalyse, Standpunt und Streitpunkte der
Gegenwart, Deutsche Psychoanalyse Vereinigung,
Mai 1994.

(c) Die Logik des Genozids, Die disobjektalisierende


Funktion. Aggression und Krieg, bajo la dirección de
Inge Scholz-Strasser, Verlag Turia & Kant, Vienne,
1994.

(d) The functions of writing: transmission between


generations and role assignment within the family, en
Henry James and his family. International Journal of
Psychoanalysis, 75, 1994.

(e) Fondements du psychisme chez Thom, Freud et

218
OBRAS DE ANDRE GREEN

Aristote. Passion des formes, à René Thom, bajo la


responsabilidad de Michèle Porte, collection Theoria,
E.N.S. Editions Fontenay. Saint Cloud, 1994.

(f) Vie et mort dans Pinachèvement. Nouvelle revue de


psychanalyse, Editions Gallimard, 50, 1994.

(g) Le Moi et la théorie du contact. Les voies de la


psyché, homenaje a Didier Anzieu, textos reunidos
por René Kaës, collection Psychismes, Editions
Dunod, 1994.

(h) Etre psychanalyste aujourd’hui, pour quoi faire? Revue


Française de Psychanalyse, tome LVIII, P.U.F.,
octobre-décembre 1994.

(i) Psychique, somatique et psychosomatique.


Somatisation, psychanalyse et sciences du vivant,
Editions Eshel, 1994.

(j) Interview. Case discussion. Psychoanalysts talk, Vir-


ginia Hunter, The Guilford Press, New York, London,
1994.

(k) La pulsion dans les écrits terminaux de Freud.


L’analyse avec fin et l’analyse sans fin, bajo la
dirección de Joseph Sandler, Monographie A.P.I.,
Bayard Editions, 1994.

(l) On Hamlet’s Madnesses and the Unsaid. Freud and


forbidden knowledge, bajo la dirección de Peter L.
Rudnytsky et Ellen Handler Spitz, New York Univer-
sity Press, 1994.

(m) Entrevista a André Green. Psicoanálisis, vol. XVI, 3,


1994.

1995 (a) Une rencontre inattendue: Henry James et Sigmund


Freud contemplant le “Moïse” de Michel-Ange. Revue
Française de Psychanalyse, 2, 1995.

219
ANDRE GREEN

(b) Has sexuality anything to do with psychoanalysis?


International Journal of Psychoanalysis, 76, 1995.

(c) D i s k u s s i o n d e s “ I n n e r e ( n ) E r f a h r u n g e n d e s
Analytikers: ihr Beitrag zum analytischen Prozess”
von Theodore J. Jacobs. Jahrbuch der Psychoanalyse,
vol. 32, Fromman Holzboog, 1995.

Artículos para diarios

1972 (a) Faux et vrais problèmes de la psychiatrie. Le Monde


du 4 mars.

(b) À quoi ça sert. Une discussion de l’Anti-Edipe, par G.


Deleuze et F. Guattari. Le Monde du 28 avril.

(c) Idealization and Catharsis. Times Literary Supplement


du 29 septembre.

1973 Un tournant dans la psychanalyse? Le Monde du 3 août.

1978 La psychiatrie retrouvée (coloquio sobre el pensamiento


de Henry Ey). Le Monde du 27 décembre.

1981 Une figure messianique (necrología de Jacques Lacan).


Le Monde du 11 septembre.

1984 Une fragilité féconde, débat du Monde d’aujourd’hui du 19-


20 août.

1992 (a) La psychanalyse et la science; conférence Julliard


Revillod à la Société médicale de Genève, 21 novembre
1991. Médicine et Hygiène, nº 1947, Genève, 23
septembre 1992.

(b) Analyse d’une vie tourmentée; propos recueillis par

220
OBRAS DE ANDRE GREEN

Catherine Clèment. Le Magazine Littéraire, 304,


novembre 1992.

(c) Un psychanalyste face aux neurosciences. La


Recherche, 247, octobre 1992.

1993 (a) Pensée grecque et pensée inconsciente; à propos de


La petite maison de l’âme, Laurence Kahn collection
Connaissance de l’inconscient, Editions Gallimard,
1993. Le Monde, novembre 1993.

(b) Explorations culturelles psychanalytiques; à propos


de Pour une psychanalyse exploratrice de la culture,
de Guy Rosolato, P.U.F. Le Monde.

(c) Le petir dragon, sur Françoise Dolto. Le Monde.

(d) Retour de l’âme; à propos de Les nouvelles maladies


de l’âme de Julia Kristeva. Le Monde, janvier 1993.

(e) Le père omnipotent; interview avec Catherine Clément.


Le Magazine Littéraire, 315, novembre 1993.

1995 La vieja herida. Fragmento de la entrevista publicada en


Psicoanálisis, vol. XVI, 3, 1994.

Intervenciones

1965 (a) Intervención sobre la conferencia de M. de M’Uzan,


“Aperçus sur le processus de la creation littéraire”,
presentada a la SPP (21 avril 1964), en Revue
Française de Psychanalyse, XXIX, 1, pp. 68-70.

(b) Intervención sobre la conferencia de J. McDougall,


“Introduction à un colloque sur l’homosexualité
féminine”, presentada a la SPP (16 juin 1964), en
Revue Française de Psychanalyse, XXIX, 4, pp. 374-
375.

221
ANDRE GREEN

(c) Intervención sobre la exposición de J. Chasseguet-


Smirgel, “De certains aspects spécifiques de l’Edipe
féminin”, en Revue Française de Psychanalyse, XXIX,
4, pp. 393-396.

1966 (a) Intervención sobre la conferencia de Ch. David,


“Réflexions métapsychologiques concernant l’état
amoureux”, presentada a la SPP (16 février 1965), en
Revue Française de Psychanalyse, XXX, 3, pp. 222-
223.

(b) Intervención sobre la conferencia de F. Fornari, “La


psychanalyse de la guerre”, presentada al XXV
Congrès des psychanalystes de langues romanes
(Milan, mai 1964). Revue Française de Psychanalyse,
XXX, 2, pp. 266-268.

1968 (a) Intervención sobre la conferencia de B. Schmitz, “Les


états limites. Introduction pour une discussion”.
Revue Française de Psychanalyse, XXXI, 2, pp. 261-
262.

(b) Intervención sobre la conferencia de S. Viderman,


“Narcissisme et relation d’objet dans la situation
analytique”, presentada a la SPP (15 février), en
Revue Française de Psychanalyse, XXXII, 1, pp. 123-
124.

(c) Intervención sobre el informe de O. Flournoy et J.


Rouart, “L’acting (in/out) et le processus analytique”,
presentada al XXVIII Congrès des psychanalystes de
langues romanes (octobre 1967). Revue Française
de Psychanalyse, XXXII, 5-6, pp. 1071-1076.

1976 "Voies nouvelles de la psychanalyse”, Dialogues franco-


allemands, France Culture-Goethe Institut, pp. 161-188.

1978 "Le regard extérieur d’un membre fondateur. Entretien


avec André Green”. La Psychiatrie française, 5, pp. 13-
27.

222
OBRAS DE ANDRE GREEN

1984 "L’exercice de la psychanalyse aujourd’hui”. Le Débat,


32, pp. 126-133.

1986 (a) ”La psychanalyse, une science? Discusión del infor-


me de P. Ricoeur”. La Psychiatrie française, pp.
25.33.

(b) ”Féminité et masculinité. À propos de la conférence


de F. Bégoin”. Bulletin de la SPP, 9, pp. 21-30.

Análisis de libros

1958 "Problèmes géneraux sur le développement de l’enfant”,


in La Psychiatrie de l’enfant, 1, 2, pp. 491-501.

1959 Existence, par M. Rollo, E. Angel, F. Ellenberger, New


York, Basic Book, in L’Évolution psychiatrique, 3, pp.
471-506.

1964 Our adult world and other essays par W. Heinemann,


Medical Book Ltd., 1963, in Revue Française de
Psychanalyse, XXVIII, 5-6, pp. 816-819.

1971 (a) À propos de La Connaisssance de l’enfant par la


psychanalyse de S. Lebovoci et M. Soulé, in
L’Évolution psychiatrique, 36, pp. 635-644.

(b) L’Anti-Edipe, in Revue Française de Psychanalyse,


XXXVI, pp. 491-499.

1973 "On negative capability. A critical review of W. R. Bion’s


Attention and Interpretation”, in International Journal of
Psychoanalysis, 54, pp. 115-119.

1983 "L’homme machinal” (à propos de L’Homme neuronal de


J. P. Changeux), Le Temps de la réflexion, IV, pp. 345-

223
ANDRE GREEN

369.

Prefacios

1976 "L’autre et l’expérience du Soi”, prefacio a Masud Khan,


Le Soi caché, Gallimard, pp. 9-26.

1980 (a) ”Au-delà? en deçà? de la théorie”, prefacio a W. R.


Bion, Entretiens psychanalytiques, Gallimard, pp. 9-
21.

(b) ”Le Double double. Ceci et Cela”, prefacio a F.


Dostoïevsky, Le Double, coll. Folio 1227, pp. 7-24.

1982 "La magie d’Héphaïstos”, prefacio a M. Delcourt,


Héphaïstos ou la légende du magicien, Paris, Les Belles-
Lettres, coll. Confluents psychanalytiques, pp. 7-23.

1988 "La pulsion et l’objet”, prefacio a B. Brusset, Psychanalyse


du lien: la relation d’objet, Paris, Le Centurion, pp. 1-20.

1994 "Promenade”, in Martine Baranes, Eparpillées dans les


jours, Les éditions de l’amateur, 1994.

1995 (a) ”Une écriture sereine”, in Catherine Parat, L’affect


partagé, P.U.F., 1995.

(b) ”L’ancien et le nouveau”, in René Roussillon, Loqiques


et archéologiques du cadre psychanalytique,
Collection Le fil rouge, P.U.F., 1995.

224
OBRAS DE ANDRE GREEN

225

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