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Primera edicén en inglés; 1961 Primera elisa en castellano, 1966 ‘Segunda edicibn en casteano, 1979 version castellane E. L. Revol aus Iimpreso en la Argentina — Printed in Argentine, 1979 © Copyright de todas Ins ediiones en cettllano by Ediciones Infinio, Rodriguez Pela 1220, Buenos Aies, Argentina La reproduccién aco total de te libro, en csluir forma gue se, ten © modificads, " mi seria « méqulna, por el sistens “multigrapt, mimoigrata, tes Ro autorizada por los edioren, viola derechos reseivader, debe ser previanente soliciteda” — Lewis Mumford La Ciudad en la Historia Sus orfgenes, transformaciones y perspectivas Ediciones Infinite Buenos Aires Santuanic ATA Y Foe TALEtA vded ex be Liste pee bepracmt> animals umentonos y Toutvanes la Aeneteaum y lo dldee cg = fa omtehvadn ae ko ald 4 C- Cerciomica , Ligirrinbica y Get emen e. cwevo papel dill cetade von Pakuer heam reo lice. Capitulo 1 Santuario, Aldea y Fortaleza 1. Ls ciudad en Ia historia Qué es Ia ciudad? ZCémo se ori Qué procesos promueve, qué funciones desempeiia, qué propésitos cumple? No hay definicién Sinica que se aplique a todas sus manifestaciones y una sola descripeién no puede abarcar todas sus trasformaciones desde el niicleo, social embrionario hasta les formas complejas de su madurez.y la desintegsa- fein corporal de su senectud. Los orfgenes de la ciudad son oscuros, gran parte de su pasado esté enterrado 0 borrado de modo tal. que resulta irrecuperable y es dificil apreciar sus perspectivas en el futuro. Desaparccerd la ciudad 0 el planeta entero se couvertiré en una vaste Colmena humana? (lo que seria otro:modo de desaparicién). Las nece- Sidades y los deseos que han movido a los hombres a vivir en ciudades {pueden recuperar, en un nivel ain ms clevado, todo lo que Jerusalén, Atenas o Florencia otrora,parecieron prometer? Hay una opcién viva ‘a mitad de camino entre Necrépolis y Utopia, es decir, 1a posbilidad de edificar un tipo nuevo de ciudad que, liberada de contradicciones nternas, positivamente enriqnezea y promueva el desarrollo humsno? Si queremos echar nuevas bases para Ta vida humana debemos com- prender la naturaleza histériea de la ciudad y distinguir entre sus fun Giones originales las que han surgido de ella y Jas que ain pueden ‘munifestarse. Sin un prolongedo envién en Ta historia no legaremos tener ol fiapetn necestri, en nuestra conciencia, para dar ua salto st ficientemente atrevido hacia cl futuro; pues gran parte de nuestros ac, tusles planes, sin excluir muchos que se vanaglorian de ser “avanzados” 0 “progresistas”, son monétonas carfaturas mocinicas de ls formas urba- zac y regionales que se hallan hoy potencielmente a nuestro aleance. Puesto que ha levado més de cinco mil afos legar a lo que sélo es una compreasign parcial de la naturaleza y ol drama de la ciudad, tal vez feelame un lapso ein mis largo la empresa de agotar sus potencilida- des todavia no realizdas, En la aurora de la historia Ie ciudad es ya tun forma madura, En nuestro intento por llegar # una mejor visién fel estado actual de la ciudad debemos atisbar por encima del horizonte ° histérico a fin de detectar les confusas huellas de estructuras anteriores y,do fanciones més primitivas. Tal es nuestra primera tarea. Pero 10 abandonaremes esta pista hasta que no Ia hayamos seguido hacia ade lante, con todos sus recodos y retrovésos, a través de cinco mil affos de historia escrits, hacia el futuro que despunta. Cuando por fin eguemos # nuestra época, comprobaremos que ls so: siedad urbana ha llgado aan punto en que los camino se tegaan, Ey tonces, con uaa conciencia més aguda de nuestro pasado y con una Visiin mis nfide de decisiones tomadas largo tiempo. attée, y que a menudo nos rigen todavia, estaremos en condiciones de examinar la deci- ahora enfrenta al hombre y que, de uno u otro modo, en iltima lo trasformaré, a saber, la de si se consagraré al desarrollo de su propia humanidad més profunda o bien si se rendiré a las ya casi au- tométicas fuerzas que él misino ha puesto en movimiento, cediendo el Inger a su otto yo deshumanizado: el “hombre posthistorieg”. Esta segun- da opeién Hlevsria aparejada una paulatina pérdida de eentimientos, de emocién, de aadacia creadora y, por limo, de conciencia, Muchas ciudadss, muchas instituciones educativas y orgenizaciones po- litcas existentes han aprisionado ya al hombre posthistérico, Esta obe- diente criatura no tendré necesidad de la ciudad: lo que alguna ver fue una ciudad se reduciré s Iss dimensiones de un centro subterréneo de control, pues, sm beneficio del control y del autoratismo, todos, los demas aiributos de la vida serén revocados. Antes de que la mavoria de Ia humanided derive hacia le aceptacién de esta perspective, atraida por mezquinas promesas de “goce neumatico” que echan una cortina de humo sobre la amenssea global, no ertaré do mie echar nucvamente tum vistazo al_ desarrollo histrico del homabre, segin lo ha configurado ¥ moldeado Ia ciudad. A fin de aleanzar ln suficiente perspectiva en cuanto a Tas taeas urgentes del momento, me propongo remontarme a los comienzos de la ciudad, Necesitamos uns nueva imagen del orden, que incluya lo orginico y'lo personal, y que logue a abarcar todos Jos oficios y fimciones del hombre. Sélo si podemos proyectar dicha ‘imagen estaremos en condiciones de hallar uma nueva forma peta la ciudad, 2. Dictados y prefiguraciones animales En pes de los orfgenes de la ciudad resulta muy difcl resistir Ia tenta ién de buscar solamente sus restos fii con Ta imagen del hombre print cidn en sus huesos y tiestos, ieos. Pero ocurre lo mismo que ‘0 cuando concentramos nuestra sten: sus herremientas y sus armas, no haciendo 10 je yn jo, ex : ones como el lenguaje y <1 ritual que han dejado, WP inejor de Tes « jocas huellas materiales. Antes de que surgiera, al melon coe rec co ane edad cevtanSuncones de la alee ue Betmplian,ciertos propésitossuosacaso se satisfaian ya, algunos de los solares aprovechados més tarde acaso ya habjen sido ‘momentaneamente ocupados. Ss Madge pr compote cnet atria dee da, Sotenge Pea erqullogs qu tan de da ot hhayan excavado, Antes de la ciudad estuieron el serio a = Te aden; antes de a aldea,'l empamento, el esondsijo, I caver 9 i es ae ae ee Ie aden ie social que el hombre comparte, evidentemente, con muchas otras espe- oa eT yo So on et ai aces a eines vied por ured © ae td enn a saan, Ponto Se oe vrs tm bene pre ae eile chiggo buen slimes: SEs le propenion a alacesa Yn mente, otras contribuctones ain més importantes a la estabilided y 2 le Fee clfed gus viendo nvnto.Poedo nina Macha sons Crntresy incon ene lon pecs, que Viven juntas en manadssy ear ‘es pare procrear y erier su descendencis, En el caso de los pajaros Teves, apogo a un mismo nido, etalon tras etalon y en Tes expecies rebaiieges existe el habito del establecimiento comunal en la u époce de cra en zonas protegidas, como ser islas y maya el han pcan Mi gue Poriblidades de variscién genética que faltan en los peque. fs eros hens mezclt, Estas ticrras do eria y alimentasion fon, evidentomente, prtotipos de ln clase més primiiva de edable: {iment nano pomanente: el casrfo © le alien. Uno de lo aepec, -de Is poblaciin primitiva, su sentido del islamieato defensive ~junto con su pretension de “territorialidad”, ‘tra entre las aves— tic ans sale ee este largo prowmio cn la evclucioa animal. Incluso la complejidad teenol i Geiaw, Me compejidad teenogica de la pobacién humane no carece sdetails aso Eipaies' hn gets Sse tome oi ter oem om on eh Si Ee ce oe et a Pase ost, Jo que més se aprox Pre es te sproximt a un canto comuns! do, vide gate los dns snimaes dts mucho Zola comand saben Sig imei, Mas bien puede encontrarse el fenémeno més préx : he la “vida civilizada” como a la ciudad, cuando se sigue una linea Ing capenmr aflame a pied sociales de Ja colmena, la termitera y el hormiguero ton dec Genny dee sera negenvoente 9 thn bade ciudad que dejeré de lado ras abserasiones al respect hata guenoe aches on_presencia de este ltima, Incluso la division del tra- Beja ievniacin de cna, prt fen gui, aoe de, ale I domesioacgn deoas specks") onpln fe aan oxi en ciertos “imperios de hormigas”, millones de aiios le que se congregaran en la ciudad antigua, Pero, obsérvese: aqui no es posible hablar de continuidad biolégica, Mas bien constitaye cl tun ejemplo de paralelismo y convergencia. vee 3. Cementerios y santuarios En el desarrollo de las instalaciones humanas permanentes encontra ‘mos una oxpresién de necesidades animales que es semejante Ins de species sociales; pero haste los més primitives comienzos ur. 12 anos revelan algo més que esto. A poco de descubrirse la huella del hombre en los residuos de la més antigua fogata o en el instrumento de silex tallado se tiene prucba de intereses y angustias que.carecen de fquivalente entre los animales; en particular, una preoeupacién ceremo- ‘al por, los muertos, que se manifiesta en su entierro deliberado, y ‘con pruebas crecientes de piadosa aprensién y terror. EL reepeto del hombre primitivo ante los muertos, en si mismo ex ppresién de fascinacién por sus vigorosas imigenes de le fantasia diurna J del suefio nocturno, desempefé tal vex un papel més importante que eras necesidades més précticas en cuanto a moverlo a buscar un luger {jo de reunion y, mis adelante, un asiento permanente, En el penoso ‘vagabundeo del hombre peleolitico, los muertos fueron los primeros que Tontaron con morada permanente, en una eaverna, en un monticulo se Falado por unas cuantas Piedras o bien en un timulo colectivo. Se trataba de mojones a los que los vivos volvian a intervalos, para .co- ‘unicarse con los expiritus ancestrales © para aplacarios. Aunque la re- toleceién de alimentos y la caza no fomentan la ocupacién permanente de un solo sitio, los murtos, al menos, exigen ese privilegio. Hace mo: tho que los judios reclameron como su patrimonio la tierrs donde Tas tumbas de sus antepasados estaban situadas; y esa bien autenticada ffirmecién do derecho parece ser de cardcter primordial, Le ciudad de Joe muertos es anterior a la ciudad do los vivos. A decir verdad, en un sentido, Ia ciudad de los muertos es Ia precursora, y casi el mécleo, de toda ejudad viva. La vida urbana cubre el espacio histérico ques extiende entre el més rudimientario cementerio del hombre de la aurora y el cementerio final, la Necrépolis, en que una civilizacién tras otra han encontrado su fin, En todo esto hay matices irénicos. Lo primero que saludaba al visjero que se scercaba a una ciudad griega 0 romana era-ta hilera de sepul- furas y tumbas que bordeaba el camino a Je ciudad, En lo. concerniente tt Egipto, In mayor parte de lo que queds de esa gran civilizacién, com ‘Fabiloss saturacién de toda expresién de vida orgénice, son sus templos y sus tumbas. Hasta en la congestionada ciudad moderna, el primer éxodo general a una morada més deseable consisti6 en Is mi- recién de los. muertos al Eliseo roméntico de un cementerio subur- Dano. Pero queda todavia otta parte del medio ambiente que el hombre psleo- Titioo ‘no se limitd a usar, sino que a ella volvia periédicamente: In ‘eaverna. Abundan les prucbas, en todas partes del mundo, de la ocu- pecién o visita prehistérica de Tas cavernas, Por ejemplo, en las ca Yernas de piedra caliza situadas en Dordotia, Francia, Tas sucesivas ‘ocupaciones por parte del hombre primitivo pueden ser trazadas en ca- 1B Pes, puesto que la erosién de la roca ha hecho descender l lecho del io, levantando viejos abrigos y dejando al deseubierto nuevas platator ‘mas ubicadas mas abajo. Pero mas importante que su uso. confines domésticos fue lz funcién que la caverna descmpeiié en el arte y en el ritual. $i bien cavernas como las de Lascaux y Altamira no eran he- Ditedas, parece que fueron centros ritusles de une u otra clase del mis. mo modo que Nippur o que Abydos. Todavia en ol siglo tv antes de Jesucristo se encuentra la representacién burilada de una eaverna dedi, cada a les'ninfas y que, muestra las figuras de Hermes y Pan, proce. diendo esta entalladura de la Caverns de las Ninfas, en el Monte Pen. télico, En los recodos interiores de estos contros rituales especiales, a los que, or lo comin, se llega por pasajes de poca altura, lo que exige avatear 4 gatas, tortuosamente y a menudo con peligro, se encuentran grandes cfmaras naturales, cubiertas por pinturas de une ssombrosa, vivacided de forma y de gran soltura en el trazo, que por lo comiin son representa. ciones delicadamente realstas de animales y una que otra vez de hom: bres y mujeres sumamente generalizados y estilizados, En algunos Iv, ates, este arte ‘ostenta una macsiria estética a la que sélo se vuelve 4 llegar en los templos y palacios de un periodo més de quince mil | Bios Posterior, Si, como algunos sostienen, el disefio estética sdlo era tm subproducto incidental de la magia, cacaso no ejercid una particular ‘magia propia que hacia que los hombres volvieran al scenario de esta | primera expresién triunfante? Estas précticas, incluso en su forma mis primitiva, sobrevivieron a. su propio periodo y consiguieron introducitse en la ciudad, fenémeno al, terior. Un dibujo paleolitico en ls Caverne des Trois Freres, en Ariége, epresenta un hombre cubierto con una piel de ciervo y con asta ex'ly cabeza, suponiéndose que se trata de un hechicero; en tanto. que Un grabado sobre hueso, que data del mismo periodo y fue encontsilo on uma caverna de Inglaterra, muestra un hombrescuyo rostro esta cubiesto Por una cabeza de caballo. Ahora bien, segtin Christina Hole, todavie en fltiglo wu de nuestra era las calendas de enero otan observadas por hombres cubiertos con picles y eabesas de animales, quicucs cortion dando saltos y haciendo cabriolas por las calles. Esta costumbre. fue rohibide por'el Arzobispo de Canterbury, quien la trate de “diahélica”, Si hay motivos para sospechar cierta tenue continuidad ancestral en esta osturmbre, todavia hay mejores razones para considerar que los rites de Tas caverns constituian los impulsos sociales y religiosos que mo- vieron a los hombres a congregarse finalmente en ciudades, donde to- dos Tos sentimientos iniciales de pavor, reverencia, orgullo y jtbilo se. tian ain més magnificados por el arte y multiplicados por el nimero de participantes favorable, ry —_——_ del paleolitico, lo mismo que en los Pe eS ca pee Sa a cee ull S08] arse la existencia de aldeas permanentes. aa Wel ce Sane ta del lico a una fuente segura agua o alimento, ni te oe ae ‘en un adecuado lugar tabi, de a eee tea close de herremientas. Aqui, en el centro ritual oS be sec a a una vida mds abundante; no sélo. un Cn ef ee ee ee Tina ‘més cabal de la fantasia simbolizada y ad fae ee ampere den vid mejor ms et ol mins Sees Se ae Pom le a cee rere aca Teele See ear Topo sgreab algo tan enc Pn stad eo tee a Toulon La cavern dat pls rag a memos hs os ti venerables que, del mismo modo, encerraban propiedat ees eaten homes Sr jn as ven: grand ete agar bgradon, los menomense, pros enon cn oe Pezo ae i fo Gites, Soe teat ey on sere eee conoeinn, paca v ontario, «gels cae comin Ie ian ls tL "jen el ca ran Lx Meo, Roma, Jeroazn, Bears, Peping, Kye to y Lourdes. Si bien estas cualidades elementales, estrechamente ligadas eat ‘turales, no bastan por si solas para fundar o ae oe Constituyen la mayor parte del miicleo central que area ‘a Ia ciudad histérica. Y, lo que quizd no sea menc Se ae ced we emo pn a pie cine ftecténico, su primer atisbo del poder de un ecino amurallado co se odto pare intnafia a eeptiidnd epi y la easin emo Bia Zs on bt dy noe es tumbe dee sti, Oe ag vuions sabe elt fecara humane, lieradament or de ms aierencan a primi, 18 siggurat, la gruta mitraica y Ja cripta cristiana tienen sus prototipos en Ie caverea de In montafia, Tanto Ia forma como la finalidad desempe- faron su papel en el desarrollo dltimo de la ciudad, [Al retroceder tanto en pos de los orfgenes de la ciudad, no se deben pa- ‘sar por alto, naturalmente, las necesidades préclicas que hicieron con- igrogarse grupos familiares y tribus, segiin las estaciones, en un habitat comin, en una serie de campamentos, ¢ incluso en una economia de caza fo recolecién, También estos factores desempeiaron sus papeles; y ya ‘mucho antes de que las aldeas y caserfos agricolas se convittieran en rasgo tipico de la cultura neoltica, posiblemente ya habfan sido re- conocidos los solares edecuaclos para instalarse con cardcter permanent Ja fuente cristaina, con su provisién de agua durante todo el afio; la sélida colina, accesible aunque protegida por el rio o Ia ciénaga; el fstuario cercans, con su abundancia de peces y mariscos. Todos estos tlementos intervenfan ya en la economia mesolitica de transicién en ‘muchas regiones, en sitios donde dan testimonio de su permanencia los enormes montieulos de valvas abiertas. Pero es posible que la instalacién humana de carécter permanente sea in anterior a estos villorrios; y asi, los restos de construcciones paleo- Iiticas, enccntrados en Ie Rusia meridional, que al parecer formaben parte de un villorrio, advierten contra el peligro de sefalar una fecha Gemasiado tardia para la aparicién de la aldea permanente. A su tiempo, Yyeremos que el campamento de cazadores se desvanece en un punto per- anente de reposo: tn enclavado paleolitico dominante separado de las aldess neoliticas en su base. Pero obsérvese que dos de los tres aspectos originales del asentamiento femporario estin relacionados con cosas sagradas y no tan aélo con la supervivencia fisica, Se vinculan con un tipo de vida més valioso y sig- nificativo, con una conciencia que alberga el pasado y el futuro, que aprehende el misterio pristine de la generacién sexual asi como el mi terio iltimo de la muerte y de lo que puede haber mas allé de la muerte. ‘A medida que la ciudad adopte su forms, muchos otros elementos se jén afiadiendo; pero estos intereses axiales prevalecen como razén mi ‘ma de la existencia de la ciudad, inseparables de Ia sustancia econémica que la hace posible. En la més remota reunién en torno de una tumba © de un simbolo pintado, de una gran piedra o en un soto sagrado, se feacientra el comienzo de una sucesién de instituciones civieas que van desde el templo hasta el observatorio astronémico, desde el teatro hasta Je universidad, ‘Asi, incluso antes de que la ciudad sea un lugar de residencia fije, rienza como lugar de reunion al que la gente vuelve periédicament 16 cl imén precede al receptéculo, y esta capacidad para atraer a los no residentes, para el intercambio y el estimulo espiritual, subsiste, mo me- hos que el comercio, como uno de los eriterios esenciales de la ciudad, festimonio de su dinamismo inkerente, en opoticién a la forma més fija y sofocada de la aldea, hostil al forastero, El primer germen do la ciudad esti, pues, en el lugar ritual de reunion que sirve como meta del peregrinaje. Se trata de un sitio al que los {grupos familiares o clanes retoman, con intervalos de estaciones, porque Concentra, aparte de todas las ventojas naturales que puede tener, ciertos poderes “espirituales” o sobrenaturales, poderes de potencia més elevada ¥ de mayor duracién, de un significedo cGsmico més vasto, que los Procesos corrientes de la vida. Y si bien las representaciones humanas pueden ser ocasionales y exporddicas, la estructura que las sustent, tanto si ee trata de una gruta paleolitice como de un centro ritual de la civili- zacién maya con su alta pirdmide, estard dotada de une imagen césinica més duradere, No bien so libora de sus necesidades enimales inmediatas, la mente em- piece a actuar con libertad en toda la gama de la existencia y a dejar su huella tanto en las estructuras naturales, como ser las cavernas, los choles las fare, como en tos de ftra, humans elaborados a imagen del hombre, Por consiguiente, algunas de las funciones y fina- TEESE oa indad enaon os eras ctectras tan sencilas mucho sn. tes de que la compleja asociacién de la ciudad hubiera alcanzado su existencia y remodelado todo el medio ambiente para darles sustento y apoyo. Pero esto sélo es una parte de la historia, de modo que debemos proseguir In indagacién. 4, La domesticacién y Ia aldea Anngue algunas de las semillas de le posterior vida urbana ya estaban presentes en la cultura paleolitica, faltaba el suelo que las nutriera, La taza y la recolecciéa de alimentos sustentan menos de cuatro pertonas ppor kilémetro cuadredo, de modo que, para asegurarse Ia vida, el hom- bre paleolitico tenia necesidad de vastas extensiones y de una gran li- hertad de movimiento, El azar y la suerte rivalizan con Ia astucia y Ia destreza en In economia del hombre primitive, que unas veces se da Danquetes y otras anda famélico; y que, hasta aprender a abumar ¥ curar la carne, debe vivir al dis, reducido a pequeiios grupos méviles, fin el estorbo de objetos acumulados, sin la traba que representa una rmorade estable, W E] primer requisito neceserio para la existencis de una abundante pro- Vision segura de alimentos surgis en el periodo mesolitico, tal ver hace quince mil afios, A esta altura, ef arquedlogo comienza a encontrar as huellas de atentamientos permanentes desde Ia India hasta la regién del Baltico, Se trata de una cultura hasada en el aprovechamiento de rariscos y peces, posiblemente también de alges y tubérculos plantados, sin duda ‘complementados con otras fuentes de alimentacién menos se. guras. Con estos villorrios mesoliticos aparecen los primeros. desmontes con fines agricolas; ¢ igualmente los primeros animales domésticos, los favoritos y guardianes de la casa: el cerdo, Ia gallina, el pata, el genso ¥, por sobre todo, el perro, el més antiguo compaiiero animal del hom- bre. La practica de reproducir las plantas con rampollos —segin se ha. ce con Ia palma datilera, el olivo, la higuera, el manzano y la. vid— rocede posiblemente de esta cultura mesolitica, El tiempo requerido pa- ra el desarrollo de los arboles frutales denota, por su parte, una ocupa- cién continua del suelo y un cuidado persistent. La riquesa de estes fuentes de slimentacién tanto més abundantes, una vex que la dltima glaciacién retrocedié, pudo tener un efecto excitante sobre el espiritu y los érganos sexuales. La fécil recoleccién y la mayor seguridad permitian los acios; en tanto que el fin de los ayunos for- esos, que, como desde hace tanto tiempo se sabe, disminayen el ape. tito sexual, puede haber dado a todas las formas de la sexualided una pronts maduracién, una persstencia y hasta una potencia de la que tal ver earecian en la vida ansiosa y a menudo ‘casi famélica de les por Dlaciones de cazadores y recolectores. Tanto la dieta alimentaria como Jas costumbres eréticas de los polinesios, egin existian cuando el hom bre occidental los descubri6, sugieren esta imagen de la vide en el meso- Iitico, Este proceso de asentamiento, domesticscién y regularidad en la ali zentacién entr6 en una segunda etapa hace til ver diez o dove mil efos. Entonces surgieron la recoleccién y Ia siembra sistematicas de las se- rillas de determinedas hierbas, Ia domesticacién de otras plantas de semilla, como el zepallo y las habas, y la utilizacién de animales reba. fiegos, el buey, Ja oveje, y, por ailtimo, el asno y el caballo. Mediante tuna w otra de estas criaturas se acrecentaron las fuentes de alimentacién, la fuerza de tiro y la movilidad colectiva, Con toda probabilidad, nin. gue fo de ete gran revelacin gris pudo habere dado ‘ete némades erénicos, Era neceserio algo asi como la ocupacién permanente de una region, prolongnda hasta el punto de que se siguicre todo. al cielo del crecimiento, para mover a esas gentes primitivas a adquirir una {dea de los procesos naturales, reproduciéndolos en forma més sisteméti- ca, Acaso el acontecimiento central de todo este desarrollo fue la do- 38 ‘mesticacién del hombre mismo, prueba de un interés creciente en le sexualidad y la reproduccién. fn formslade yor A. M. ‘A respeco no-no puede descartar le angen formulade po A mets vim ile mete ae mn ne Pecget ESEG? hid orien on roe. de friday scrifion mi pueden bottinaate come use ritual de dsvorsin corporal y las Vestiduras puramnente simbélicas precedieron, casi sin lugar a dudas, ja fabricacién de ropas como proteccién contra las inclemenciss del la de un realce del papel de la mujer en todos los terrenos. La rapii odio a la simbiosis. Por fortuna para el desarrollo homano, ln sexua- Tided ferenina munca quedé-segregada y exagerals en Is forma masio déntica de, por ejemplo, Ia reina de Ins termitas, que asumié la fun de poner fos huevos en nombre de toda la termitera, a ion agricola fue pre El fenémeno al que damos el nombre de revolucién agri : ‘edido, muy probublemente, por una revolucién sexual, por un cambio que dio predominio no al macho cazsdor, agil, de pies répidos, pronto ara mater, implacable por necesidad vocecional, sino a Ta hembra mas pasiva,apegada a sus hijos de andar pausado para ial mismo paso que Tos iis, gusndiana y eradora de los pegueos de toda cls incase dando el’ pecho, si era necesatio, porque la madre habia muerto, a los fnimalitoe; la taujer que plantaba ls semilas vigilaba su crecimiento, fteas0 injeialmente en un rito de fertilidad, antes de que el crecimiento y la multiplicacién de las semillas sugiriera Ia nueva posibilidad de aumentar Ia cosecha de alimentos. itaseme insistir en la concentracién del hombre neolitico en la vida Pec i Sac ye ‘a prueba de lo proporcionado por la naturalera, sino de una se roe Preeemageién oo sentido ero, ana etpress evade cao oon tanto cuidado que el hombre histérico no ha agregado ninguna planta ‘iningin animal de importancia bisica a los que yx eran coltivados © domesticados por las comunidades neoliticas. La domesticacién, en todos sus aspectos, implica dos grandes cambios: la permanencia y Ja com tinuidad en la residencia y el ejercicio de control y previsién sobre pro- esos que antes estaban sujetos a los caprichos de la naturaleze. Estos Cambios van acompafindos de hibitos de dulzra, cianza y_educasién. AA respect, las nocasiades de Ia moje, sus euididos, sw intimidad con Jos procesos de crecimiento, su capacidad pare Is temara y el amor deben haber desempeiindo una parte decisiva. Con la gran smpliacién de la existencia do alimentos que Tesult6 de Ia domesticacién acumulativa de plantas y animales, la posicién central de la mujer en la nueva eo0- nomia quedé establecida. » (G Ciertamente “hoger y madre” son palabras escrites sobre cada etapa de la agriculture neolitiea, xin excinir a los nuevas centros aldeanos, por fin reconocibles en los basamentos de casas y en sepulturas Era la mujer la que manejaba le azada, era ella quien cuidaba las coseches de hhuerto y quien Hevd a cabo esas obras masestras de seleccién y eruza rmiento que convirtieron las toscas especies silvestres en las prol variedades domeésticas, ricamente nutricias. Fue también la mujer quien hizo los primeros recipientes, tejiendo cestos y modelando los prime- 0s eGntaros de areilla, En cuanto a la forma, también la aldea es su sreacin; pues, dejando de lado todo lo demas que la aldea pudiera ser, ‘ta era un nido colectivo pars el cuidado y la crianza de los pequefos. Aqué ella prolongs el periodo de atencién del nifio, de la juguetone irresponsabilidad de la que depende hasta tal punto el desarrollo supe Hor del hombre. La vida estable en Ia aldea tenia una ventaja sobre las formas de asociacién més flojas y errantes en grupos mis pequeios, por eusnto proporcionaba las méximas facilidades para la fecundidad, le utricién y Ta proteccién. Mediante la responsabilidad comunal por el euidado de los pequefios, éstos pudieron desarrollarse en gran niimero. Sin este dilatado periodo do desarrollo agricola y doméstico, el exce- dente de alimentos y de mano de obra que hizo posible la vide urbana no se hubiera conseguido, Y sin le previsin y le disciplina moral cons- ciente que la cultura neolitica introdujo en todss las exferas, es dudoso que bubiera aparecido esa cooperacién social més compleja que se desa- rrollé con la ciudad, La presencie de la mujer se dejaba sentir en toda Ie aldea, sin excluir su estructura fisiea, con sus recintos protectores, cuyos ulteriores sig- nificados simbélicos nos ha dado a conocer tardiamente el psicoanilisis. Seguridad, receptivided, recinto, crianza: todas estas funciones corres. ponden ala mujer; y asumen expresin estructural en todas las partes de la aldea, en la casa y el homo, el extablo y 1a bodega, en la cisterna, el silo y el granero, y de alli pasaron a la ciudad, con la muralla y el foso, ¥ todos los espacios interiores, desde cl atrio hasta el claustro, Casa y aldea, y eventualmente la poblaciOn thisma; son Mujer con ma- yydscula, Y si esto da la impresién de ser una descabellada interpretacién pslcoanaitica, los antiguos egipcios pueden responder por esta identifica ci6n, En los jeroglificos egipcios, “casa” o “aldea” pueden usarse como simbolos de “madre”, como si se tratara de confirmar Ia similitud de la funcién de crianza individual y colectiva. Coincidentemente con esto, las estructuras mis primitivas —easas, habitaciones, tumbas— son por Jo comin redondas, como aguella vasija inicial que se describe en un ito griego, la cual fue modelada sobre el seno de Afrodits, La aldes, en medio de sus parcelas de huertos y sus compos, formé un nuevo tipo de asiento humsno, a saber: una asociacién permanente de 20 famaili nos, de aves y otros animales, de casas, silos y graneros, samt 2 Teh Sele aes donde oda ganraion rman fabono pare lo siguiente, La ratina diarie se centraba en el alimento y al sexo, en el mantenimiento y la reproduccién de la vide. Hasta. ex. trar ex los tiempos historicos, el falo y' le valva descuellan en el ritual aldeeno. En forma monumental, se abren Iuego camino ea la ciudad, no ‘sélo disfrazados como obeliscos, columnes, torres ecintos con efipulas, Sino también en formas deenudas, como el enorme pene, roto pero erec to, que ain puede verse en Delos. En forma primitive, muchos simbolos y estructuras urbanas estsban pre- sentes en In aldea agricola, Incluso a muralla existia quiaés en forma de empalizada o monticulo, si es que se puede juzgar a través de datos rucho mis recientes, como proteccién contra los animales merodeadores. entre de tal recinto, los nifios podian jugar tranquilamente, sin otra proteccién; y, de noche, el ganado descansaba sin ser molestado por el Jobo o el tigre. Pero muchos villorrios primitivos, segiin V. Gordon Childe, eran sbiertos; de modo que la misma existencia de estas pro- tecciones indica acaso un periodo ulterior de presion o peligro, en que cl cireuito estitico de In muralla servis, en cambio, como recurso para mantener alejado al merodeador. Un nuevo orden, una nueva regularidad y una nueva segurided habian ingresado a esta vida de exuberancia erética; pues la provision de sli mentos era mas abundante que nunca: es casi seguro’ que nacian y sobrevivian ms nifos en estas comunidades neoliticas que cuantos pu- do mantener cualquier cultura anterior, excepto en circunstancias ex- ‘raordinariamente afortunadas. Los instrumentos pulides, que entes eran tenidos como los oriterios bésioos de la cultura neolitica, dan testimonto de paciencia y esfuerzo sistemitico, muy diferente del que se requiere para tllar la piedra o cazar. Todos estos nuevos habitos y funciones faportaron su contribucién a la ciudad, cuando ésta finalmente surgié ¥ sin este ingrediente sldeano la comunidad urbana més vaste hebria arecido de una base fundamental para la permanencis fisica y la con- tinuidad social Hasta sin un empujén consciente en esa direccién, esta nueva asociacién iubidtca de hombres, auimales y plantas fue favorable para ol ulterior esarrollo de la ciudad. Originalmente, el perro fue menos un animal para la caza que un guardin y un comedor de carrofia: es diidoso que sin al perro y cl cerdo la apretujada comunidad hubiera podido sobrevivir a sus fechorias on materia de higiene; a decir verdad, el cerdo sirvié como departamento auxiliar de higiene hasta entrado el siglo xix, en ciudades tenidas por adelantadas como Nueva York y ‘Manchester. Asimismo, cuando los cereales abundaron, el gato —y em a Egipto In serpiente domesticada— sirvié para mantener a raya a los oedores quo trasmitfan enfermedades y minaban las existencias de Viveres, Pero, para ser equitativos, hay que afiadir una palabra referente al aspocto negativo: las lauchas, las ratas y las cucarachas también sa- cearon partido de las nuevas instalaciones y formaron un anexo dems. siado pormanente. Esta nueva asociacin con los animales precedié a su uso como alimentos al igual que en el,caso de las vestiduras y las decoraciones coxporales, log “animales fueron elemento decorativo antes de ser itiles. Pero ‘eta proximidad de hombres y snimales debis tener otro efecto esta- Dilizador sobre Ja agricultura: convirtis los alrededores de las aldeas, involuntariamente, en una montaiia de sbono. Hoy el término fertili: sacién tiene un doble signifieado en inglés*; y esa vinculacién es posible que sea muy antigua, pues aquellos primitivos labriegos eran sumamente observadores, Si entendian el oscuro proceso de fertliz cidn de la palms datiler, por ejemplo, probablemente también hsbian observado que ambas formas de “fertilizacién” contribuian al creci- miento vegetal. El hombre primitive, lo mismo que los nios peque- fos, obsersa com interés, y hasta con estupor, todas las excreciones cuerpo: s6lo Ia descarge periédica e incontrolable de la menstruacién Je despierts miedo y le induce a adopter medidas de precaucién. Valo- Ya estos productos autoelsborados como pruebas de una suerte de creatividad esponténea, comiin al hombro y a sus ssociados animales. En la’ aldea, slo el miimero hacia abundante’ el abono, que incluso se meaclaria con barro, para revocar los muros de enrejado de cafia de las chozss mesopotimicas. Asi, el acto mismo de instalarse en aldess contribuyé al automante- nimiento de Ia egricultura, excepcién hecha de los trépicos del Nuevo ‘Mundo donde, posteriormente, con métodos mis primitivos de eultivo, recurriende al fuego para desmontar la selvs, la aldea carecié de esta hilidad y los centros rituales a menudo no tuvieron une poblacién permanente. Pero alli donde los excrementos umenos y animales fueron aprovechados cabalmente, como en el caso de China, incluso Ja ciudad en desarrollo compensé su aniquilacién de valiosa tierra agricola mediante el enriquecimiento de los campos circundantes. Si ‘supigramos dénde y cuando se inicid esta préctica sabrfamos mas sobre la historia natural de las primeras ciudades. Los inodoros, las cloacas méximas y le contaminacién de los rios dan la fecha en’ que finaliza exe proceso: en el orden ecolégico esto significa un paso hacia nde y sta ahora sélo se trata de un progreto téenico algo superficial, * Fevlicctin: fenilaaciin y facundac 22 (N, det TF) La Vide aldeane esté enclavada on le asociacién primeria de naci rmiento y lugar, sangre y suelo, Cada miembro de ella es un ser hhumano completo que desempefis todss las funciones apropiadas para cada fase den vide, dewde ol nacimiento hasta In muerte, n alinaa con las fuerzas naturales que venera y a las que se somete, por més que legue a tentarle la posibilidad de invocar poderes migicos, a fin de controlarlas en beneficio de su grupo. Antes de que Ia ciudad urgiera, la aldea ya habia dado nacimiento al vecino, esto es, al que vive ahi cere, al que so puede Unmar por i dnc a que se encare ue comparte las erisis de In: vida, vela a los que van @ morir, Hite’ ler suerte y participa con jubilo de Ta festa de bodas 0 el nacimiento de un nifio, Los vecinos acuden presurosos en tu ayuda, segin nos lo recuerda Hesiodo, en tanto que los mismos parientes Spierden el tiempo sobre sus arneses". El orden y la estabilidad de la aldea, junto con «x abrazo ¢ intimidad maternal ¥ su unicidad con les fueraas de ls naturaleza, fueron tras- Iadados «la ciudad. Y si se pierden en el conjanto de la misma, debido al crecimiento excesivo de ésta, con todo subsisten en el barrio Sin esta identification y ene protesion maternal Gispensada por una comunidad, los jévenes se desmoralizan; para ser xivlos, su misma capacidad para hacerse plenamente homanos puede Aesaparecer, conjuntamente con la primera obligacién del hombre neo- Iitico: Ia promocién de la vide, Lo que’hoy Uamamos moralided comenzé con las mores, con las costumbres conservadoras de la vida, propigs de le aldes, Cuando estos. vinculos primarios se disuelven, euando la comunidad intima y visible deje de ser un grupo vigilante, [utificable y profundaments interesado, entonces ol “Nosotras” 6 €0n- vierte en un 2umbador enjambre de “Yos”, y los vinculos y las lealtades secundarias se vuelven demasiado débiles para detener la desintegracién de la comunidad urbana, Sélo ahora, cuando los modos de vida fldeanos estén desapareciendo répidamente en el mundo entero, pode- ros estimar todo lo que les debe Ia ciudad en materia de encrgia vital y erianza amorosa, que hizo posible el desarrollo ulterior del hombre. 5. Cerdmica, hidréulica y geotécnica ee eee sein Sida ee, ees frumentos pulidos, a diferencia de las formas talladas, puede ser con- 23 fiderede un, rago ferenine, El hecho magno de le tienen nection sues nnorasiones prncpales no consitieron en ‘armas y herr lay oie ams pelenis tb die « pornos 3, esos musculares Eran insumeston pera querer, jar pice na ioe, denies pen denies is cia en sims, todo género’de actividad agreiva. Los hucsos y risus del macho dominen sus contribcones teenie: bana ene fico int, cn thrminos sexes. 0 menos qu se ponge Suro como el hut... sgn i recone babe popula. Etat, gn Ja_mujer, los suave érganosinteos son el centro desu vi sus ros y sis pieenas sirven menos representativamente peta moveree que Pur tcogery cncerrar ya ex an ama oun nite. Yo en os stfcios ycvidads ens boca, Ta valve, ls vasine, Tos pesos 3 chrisnte donde tienen lugar uh asindadessexanlmete Indiv Bajo el deminio de la mujer, el perk iti j io de la mujer, el periodo neolitico es, ante todo, un perlodo de recipiontes, Es una época de utensilios a Piedra y al rerfa, de vasos, jarros, tanques, eisternas, cestos, gran i cxelsis los grandes recipients coleetivs, como las repress, para. la ect hgh ES AGES, gt 3 oe thin ban sido con exoatia frecuencia paados por alo por et ioe moieros, que mien todos ls progresesténices en timinoy ie miquinas, Segiin Robert Reaidwood, Ta vivienda mis primitiva tS'hn deebierto nla Mceopotania sonst on un aguero evade ea al suelo y secado al sol, hasta darle Ia dureza del ladrllo; y, lo que mds note eta prea case pare ser anterior a cuales forme le elfareria. Siempre que se debe conservar y almacenar un excedente, Jos recipieates resultan importantes. Por més que se contara con Gonchas y ures, el czadar palesico no tela mache necesidad recipiertes: como el bosquimano que sobrevive en Africa, hacia que su vientre hinchado le sirviera de recipiente. Pero no bien la agricutara determiné la aparicién de un excedente de viveres y la talacién permanente, los utenslios do slmavensje se tornaron de i portanci’ fundamental. ™ Sin recipes hemitcos, dl sldemo nesitco wo podia guardr cer vezs vino o aunt; sin padre quo se pudiera sear o cfntaros de ill, no pode preservarlos de rocdores 0 insectos; sin barziles, Gitemas y graneron no pode acer que ue vivess se coneervaran ‘uns esiacién a otra. “Sin le case habitacién permanente, mo ez 4 ——_—_— posible mantener juntos ni cuidar tersmente a los poqufios, « los Pufermos y a los ancianos. Fue en materia de recipientes permanente: Sn fo que la inventiva neolitica superd a todas les culturas anteriores, « fal punto, que hoy mismo seguimos usendo muchos de sus métodos, Ganterales y formas. La misma ciudad modem, pese a todo su scero FP todo st vidrio, es aGn, en lo esencial, una estructura pegada 2 la Yerra, propia dele Edad de Piedra. El empleo arcaico de Ja arcilla Cocida para el registro por escrito dio al pensamiento humano una per~ Granencia eon la que no puede rivalizar ningin otro medio, tal como To testimonian todavia las inscripciones cuneiformes, de Babilonis. lAunque las cludades antiguas fueron destruidas « menudo, sus registros permanentes eran a pracba de agua y a prucba de fuego. Con el Biacenaje aperecié la continuidad, asi como un excedente al que podria recurrirse en los afios de mals cosecha. Le acumulacin oxida Tosa de semillas no gastadas, para la siembra del fio siguiente, fue fl primer paso hacia la acumulacién de capital Obsérvese cunto le debe téenicamente Ia ciudad a la eldea. De Je ldea_proceden, directamente 0 por perfeccionamiento, el granero, el aneo, el arsenal, la biblioteca, el almacén. Recuérdese, también, que Te avequia, el cazel, el estangue, el foro, el acueducto, el desagie y la ‘doace son también recipientes destinados al transporte automitico (0 fl almacenaje. El primero de éstos fue inventado mucho antes que la cia sin todo esto amplio margen de invenciones, 1 ciudad antigua ‘wo babria podido adquirir la forma que alcenzé finalmente, pues la ‘ciudad serfa nada menos que un recipiente de recipientes. Autey que la rucda do slfarero, ol carro de guerra o el arado hubieren Side inventados, esto es, mucho antes de 3500 antes de Jesucristo, todas Tas. formas principales de recipiente tenjan ya una lenge carrera. Karl A. Wittfozel esta en lo justo al subrayar el control eolectivo del fgua como uno de los rasgos distintivos de los Estados totalitarios (que Mlgrecieron en la época chaleoltica, Pero hay prucbes do que Jor TMhitivas aldcanos esparcidos en las mérgenes del Nilo y el Bafrates Ja habien empecado a dominar este arte. Como saben los chicos By barro y el agus son plésticos y féciles de moldear. La leocién Sprendide al modelar la casa y la cisterna, le acequia y el canal, fue ‘Reanitida a todes las demés partes del paisaje. En realidad, Is domes Heacién de. plantas y animales, Ta domesticacién del hombre y Je omesticacién del paisaje natural fueron partes de un mismo proceso En poces palabras, la modelacién de la tierra fue una parte integrante fe ie modelacién de In ciudad... y le precedié. Esta intima relacién biotéenica es una relacién que el hombre moderno, con sus planes pars P reemplazar complejas formas terrdqueas y asociaciones ecolégicas con sustitutos artifiisles comerciables, desbarata, con peligro pera si mismo. Gientos, acasos miles, de villorios, en partes propicias del mando, desde Esipto haste bk India, han aplicedo estas artes, de un modo humilde pero decsivo, a cada’ una de las caracteristicas de su vida, Asl las Hierras boscosss y de pastoreo cedieron al cultive manuel, y en las pron Ximidades del desierto 0 de ticrras casi desérticas, como en el valle del Jordan, se hicieron visibles pequetios oasis, ras de agua, acamuledas en grandes cisternas. se recipients, sin exe recinto y ese sido concebida, Esas funciones neo! dades surgentes dela ciudad, ‘que mente diferentes Dasados en fuentes segu- Sin ese fundamento, sin den, acaso la ciudad nunca hebria ieas fueron bésicas para las final Jas desvié con fines asombrosa- 6. La contribucién de la aldea Bchemos un vistaxo més de cerca a la aldea primitiva, tal como debemes representérnosh en la Mesopotamie y el Valle del Nilo entre, digamos, los afios 9000 y 4000 antes de Jesucrfsto, Un amontonainiento de chosas de barro cocida o construidas con barro y cafias, de tamaiio redueido, > ¥ al comienzo sélo un poco mejores que las moradas de los castores. En tomo de estas aldess se encuentran lotes destinados a Ia horticul- tura, todos ellos de dimensiones modestas; mas ain no los campos ex: tensos pero limitados, de forma rectangular, que aparecen con el arado. En las cercantas, en’ Ins cignagas y ol rio, hay pajaros para atiapor, eves para pescar con redes, complementos de la alimentacién que sirven: ara resolver Jos problemas que plantea una mala cosecha o para enriquecer Ja dicta habitual. Pero hasta en el villorrio mas primitivo, como ser en la aldea del delta en Merimdch Beni-Selameh, “tinaja embutida en el piso para desaguar el agua de la lluvia que pssaba por el techo”, segiin observa John A. Wilton. Por otra parte, “ia aldea tenia un ‘granero comunal, constituido por cestos tejidos Ihundidos en el suelo”. La mayor parte de lo que se sabe con respecto a la estructura y el smodo de vide de los caserfos y lay elgeas del neoitico procede delet tesco restos corsrvados en ciénagns de Polonia, fondos de lagoesuizo, Todo dal delta epic, o bien de fragments de canciones yseator ne sistrados mucho después en Is cultura alfabeta y urbanizada de los meric los egipcios y Tos griegos, ‘No eabe esperar que a om cién con la via aldeana entre tribus sobrovientey, que Se‘ suoen mitivas, puede dar una relaciin verar de esa cultura primitive, toda 26 rere le ee ete ing eps ie come a ea a sy pan ae iy es a Sin Petr ron me 1a Be Mam Ande cj todas is catar del Viejo Mondo, P 4 tig, ue in todas tes, la aldea es un pequefio conglomerado de E ee'tse ru feo y uae ota cad ure eons otopio Beet su propio dios doméstico, su propio altar, su parcels poopie pee ae SE i ca ean omen rer Come Sa ee Sereda Ino el msoo dbl 9 : Ses oe ae eno ear mindy ll te ancio, fod ls Taian siguen el mame modo de vide y at. fen’ las. mismas faenas, $i hay une division del trabajo, tras dana divin somement redimentaria, determin mas po It re ee eer td call en mi oo Se eee ae re eincten En se mayer pee emis be San Si ley tl ew a oss te re eda ei permaneneas ve La ST ol Laie pen erent enpie ioe 7 unten proverbs, histori a acne los faa me ‘A medida que Ia ratina de la agricultura Eee ‘tuvo feria sl ele « ers "ah uty ge SS et eae tet a pe wa gue “Poe rca oc be pe re ron a descubrir los secretos de Ls eyes Gears sce ed ie" Cmts Stns Nine at sey ee ie Aa ere um imunda prs elo ta spurl 20 xesto por la modorra de estar absorto en st mismo y por el narcisi SA See a si pre ime panies ete conformiamo no fue nunca abvolto, esa suffienia mines fue completa, os lines nonce fueron tnsuperaten. Tal. ver necesaro ita otra parte para conseguir una heramlesta o ear ares une norie. Pero el ideal de los aldeanos sesvia siondo ese que mach depus dscrbis‘LaoTse a ln siguente trminoss dace ee fu tlimento, ester orgulloso de tus ropas, contento de au hoger jak inde leas, ge ey aldea vecina, ecuchar sus gallos y sus perros, pero etvejeces y mark sin huberla vstado”, "Ess aldose podian veproducing yale are Impulo alguno por cambiar le pata de vies! le inde eesti y Ta nepedustn fos paces vente 5 tales eran los. principales objetivos. do le vida cultura aldoana del neoliticn eatstacie todas la nesesdades, No cabe duda de le que esta desoripcién general x cla. Tal vex hoy sentimos le temacién de Eee os culidatee ne [i ldes neoliion y vemos en sus caracteristics mis fluidas las con et names y‘Sjecions que se seumtlaron eno tae roducido citi acumulacin do elmentor nanroe i enue Sees Ele forma exes Ws alden neoltion tenia ye muchas as de las ciudades pequetas, como Lagesh en la Hp eta cm = 2 eden Uferenciar los restos de la gran aldea y de la ciudad poquese Si crn, ves mis uals fincas, odranos contr’ itene ‘eta ar le trazado como las que Meitzen pudo clesificer eto & un periods may posorior te Peta eae Con todo, Is estructura embri de la cit ; ira embrionatia de la ciudad ya existia en sldea, Tanto Ia casa como el altar, Ia cisterns, “Ta Ula pile y il igora —eue no era atin un mercado especializado— se configuraron nooral orgunizade, del gobiemo, el derecho y la justicia exlstin Saba iD en ee ue eile grupo representativo, el depositrio de le tediién, el censor de las couumbres, joes del bien y del mal, ya era discernible en el uarto'milenio antes de Tesueristo, ex la Mesopotemia, sf bien wus cigenes deen ser sorts a todo region Ese ergno adie ebicrno parece caracterizar a las comunidades aldean tenes ‘Prodn Ton ipo ea aes eames 2B hhuella tanto en el mito religioso como en el fancionamiento roal_ de la ciudad-Estado de la Mesopotamia; después, durante miles de afivs, tun eonsejo babilénico de dioses siguié todavia la atesiea pauta aldeans. Estos coneejos espontineos, unificados. por el uso y la nevesidad, ex- presaban el consenso humano, no tanto mediante la adopcién de nuevas Aecisiones como por la splicacién inmedista de normas aceptadas y de decisiones tomadas en un pasedo inmemorial. En una cultura oral, sdlo los viejos han tenido tiempo suficiente para asimilar todo lo que ‘es necesario conocer. Su influencia se deja sentir todavia en comuni- ddades aldeanas de Africa, Asia y América del Sur; y, a decir verdad, despojados de formas ceremoniales, se han mantenido » menudo acti- vos hasta hoy, como vestigios, en una que otra aldea norteemericans. Los ancianos personificaban le sabiduria atesorada de la comunidad: todos participaban, todos éoncordeban, todos se unian para restablecer un orden comunal, cada vez que era trastornado momenténeamente por la disensién o la lucha. Los antiguos griegos pensaban que su res Peto por las costumbres y el derecho consuetudinario, en oposicién al capricho tirénico, era un producto singular de su cultura, Pero, en realidad, era testimonio de su continuidad, en relacién con una demo- racia aldeana mis antigua que hellamos por primera vez en ls Mesopotamia: insitucién que parece preceder todo ejercicio mas refi nado de control por una minorfa dominante, que impone sus tradi- ‘ciones fordneas 0 sus innovaciones de un Tefinamiento igualmente extrafio a una poblacién subyugeda y también resignada. Lo mismo ocurre incluso con Ia religién, que permanecié en el nivel Jhumano, familiar. Aunque cada aldea pudiera tener su altar y su feulto locales, comunes a todos los vecinos, hubo una comple:mestasia difusign de sentimiento religioso « través del totem y el culto de los antepasados; cade hogar tenia sus propios dioses, como un bien cierto f inalienable, y el jefe de 1s familia desempefaba funciones sacerdo- tales de sacrificio y plegaria, segin todavia hoy lo hace dursnte la escia en las families judias ortodoxas. En general, la sldea contri- bufe a le difusién del poder y la responsabilidad: las potencialidades de diferenciacién y especializaciéa permanecieron en gran parte la- tentes, en tanto que el desapego, la disconformidad, la innovacién y la invencién quedaban reducides al més médico minimo tolerable, cuando no se los extirpaba implacsblemente. En esta cercania e intimidad, vigndose cara a cara todos los dias, cada uno do los miembros de la comunidad estaba a la altura do los demis. Sélo la edad extablecia tuna prevedencia y una eutoridad, Una ver que las principales invenciones ¢ instituciones neoliticss que- aban extablecides, la vida eldeana podia proseguir en ese mismo nivel 29 durante miles de afios, contentindose tan sélo con mantener sus carac- terfsticas. Le altima gran modificaoién la produjo el cultivo con arado yal reemplizo de lag herramientas de piedra por otras de. metal we que bnber existido un periodo bastante prolongado durante ef us] no hubo nada que mereciera el nombre de ciudad cabal, totsk mente diferenciada. Pero las gradaciones entre las aldeas necliticas y las ciudades neolticas son tan poco perceptible, y tantos son los puntos de semejanza, que se siente Je tentacién de pensar que se trata sim- lemente de las formas juvenil y adulta de la misma especie, Esto se splica en gren medida @ su forma fisica, pero no a sus instituciones sociales, Muchos rasgos de la ciudad estaben latentes, y a decir verdad pPresentes on forma visible, en Ie aldea; pero éata existia como el évulo sin fertizar mas que como embrién en desarrollo, Pues hacia falta toda una serie de cromosomas complementarios procedentes de un progenitor masculino para dar lugar a los ulteriores procesos de dife- renciacién y desarrollo eultaral complejo, 7. El nuevo papel del cazador Cuando se tata de interpretar Ia sucesién de culturas se corre: ol riesgo de tomar demasiado en serio su estraificacién. Si bien el de- Dido respeto « los estratos constituye una necesidad para la arqueclogie, como modo de precisar las filigcfones culturales y las sucesiones tem. porales, sélo una eultura material que esti muerta y enterrada puede ermanccer estratificada, sin experimentar desplazamientos y conmo- tones; en tanto que Ie ‘altura no material es de consistencie fibrosa, en su mayor parte: si bien sus largas fibras pueden ser rotas a menudo, atraviesan todos los estratos © incluso, cuando se tornan invisibles, pueden desempefiar una parte activa Asi, aunque basindonos en los datos que hoy poseemos, remontara con justicia le ciudad fisica a las dltimas fases de la culture neolitica el surgimiento real de Ja ciudad se produjo como resultado final du una uniéa previa entre los componentes paleolitico y neolitico. Si lo que conjeturo es exacto, esta unién fue apoyada, en caso de no ser deter. minads, por di sltimo gran avance de la revolucién agricola: la domes. Hicaoién de los cereales y la introduccién de la cultura del arado y la lnvigacién. El resultado final fue el enlace de todo el grupo de institu- ciones y cuutioles que caracterizan la “‘civilizaciOn”, En ese momento, la contribucién masculina, reprimida y domada, cuando no rechazada, por los anteriores actos de, domesticacién, sdbitamente vyolvi6 con vigor redoblado, trayendo cofsigo un nuevo dinamismo, 30 ee cxpreséndose como un deseo de dominar y controlar Ie neturalens, de 0 ‘someler animsles corpulentos 0 fogosos —como el asno, el samt el camullo'y a elefante-- 3, sobre todo, de cjercer, en pate por el imperio de las armas, sn poder de presa ecbre atroe grapes Frumanos. ‘Ni le cultura paleoiiea ni le neolice fueron capecss de hhacer por si solas lo que ambas consiguieron mediante une unién de s funciones y talentos complementarios. tica fue total- in Inger a dudas, Ia nocién de que la cultura paleolitica fue tot sere eterplareda por le cultura nesitica es una usién. Hoy mismo, fn lop alrededores de cualquier gran ciudad, en un domingo prime veral, miles de pescadores cubren Ing orillas de Jos fos y las riberas de los lagos, entregados « Ia.antigua ocupacidn paloliticn de la pesca; fen tanto que, mis avanzado el ao y en puntos més distentes, otros fndividace practcarén una actividad ain més antigua, pues se, ded cavdn a rocoger hongow frills owes, « recolesiar cones Y maderes arrojadas por el mar o bien cavarin en les playas en Be singin ees ET segunda haciendo, como. divertén, lo que ol hombre primitive hecia para sobreviy jene ahora que nos preguntemos qué fue del cazador palecliticn ceri eicleon ada y ede Ts bole hizo posible inal cid de ales. Sin duda fue expulsado de las zona agricolas, posto que sien ellas podin encontrare caza menor, los aldeanos la, herfan Gaer en aus trampas o le darian caza, en tanto que los qnimales més corpulentos eran desplazados hacia las cignagas y Tae terrae elias; 0 bien se los consideraria mis como un peligro para las corechas, gue coin na ben arte de aimentanin, Con a eds feultura, les oportunidades del cazador se redujeron. Si recordamé TESUN ae Lonthertocking ante los desmontes agriclas de low pio neros nos seri més fivil entender esta reaccién primitive, Pero, con @l tiempo, tal ver las comodidades y amenidades de la vida ex la fldshela'despertaron cierto. grado do insatistacciin 'y exvide, Po muy desdefiosamente que el cazador rechazara la monstona ruting y Ta seguridad tediosa que el éxito de la agricultura traia consigo. sparte i tres en las ora bien, aj de unas cuantas dudosss pinturas rupestres a pecietree hombres que se eae Ce arcos; patie ya) flatos. primitives que sugieran que los cazadores so cazaran bl Durente largo tiempo, las ae la Gat iv aaa are ere lee Paro abungan low dson, proodetes de arg nce Fea mee ope Po oe sous preiren e menudo une exnencla sve & dura y se acostumbran tanto « le vida mas descansada que se entre- gan al parasitismo, viviendo de un anfitrién que al menos se muestra al tolerante, aunque no. sea del tod lac fe lel todo complaciente. Pero, hasta ci ‘unto, ata puede ser también una efcar relaién simblsticn; raat Sambo deat parte de la provsiones, a riturarapax puede proteger NNos faltan Ibs datos coneretos relatives a esto servicial intercambi pes el fendmeno ex antror a ls segisttos hisroos © nels oy estos materiles. sugestivos que podrian indicar una nueva relacién entre grupos paleciticos y neoliticos aon escasos y se prestan a div versas interpretaciones: Pero antes del surgimiento de la eluded 0 tienen ya en Palestina claros indicios de que el campamento momen. tine del eazdor se habia convertide en un fortaleza cuya ocupecion gra inintsrumpide, Esta plaza fuerte ee sostenida por alguien que el srqueélogo describe, en forma demasiado vaga, como ol “jele local”, ques, evideniemente, no sctuabe solo sino con el apoyo de una banda de accuses, Al principio x posible que clos cazadoren no aélo fue van toerados sino mirados realmente con buenos ojos. Pues al eazador esempeiain un pepe! leo ls economia selon Con ot domino fe las armas y su destreza en Ie caza, podia proteger a la alden Ss nemigos més sero, probablaments os talon Soemige: el Ide, Gilt lobo y of cteodio, El ctador sempre sabia ebmo ace. [yar mucrte «esas bestas, en tanto que es posible que el aldesno carecora de las armas necesaries y, mis aim, de la audacia para cazarlas, Con el trascurso de los siglo guid esac pepe eae aes A esta altura, los rogistros escritos viens : critos vienen en nuestra ayuda, si bien gl primer acuerdo entre aden y fortaleza debe ser muy cater fli Br srquctipo de jefe en 1s miologie sumerie es Gilgamesh, el carador cio, el plestor vigrogn yy To que no a menos sgufictve, el or 4 la marala on toro de Uruk, Yen el antigua resto Jabiléni de las hezaias do otro cezador, Enkida, podemos ler que (Tomé sa ama pate expussr a los leone; los pastres podian dex SES Bot Uk mothe. abe in Lobos y or lov Teone oe naderos podian reposar. Tienen como vigia e Enki €1 hombre armjado, ef roe singular”, “Sit & Bakidu No se trata de Is alaber ‘la i i slabenza servil ¢ un conquistador sino de la gratitu 4 poset sat spss te arn le Zante largo tempo, Auin en ol siglo vit antes de Jeucrsto, una extela rigde por Asutbanipal describe Ia ferocidad de los leones y ‘de los tig espuie que lovin torenciles conviteron Ia tera” en una selva de cafisersles, Asurbanipel se jacta ali de la eficacia con que Sahn mal te te om Por desgracia, el papel benéfico del cazador ya estaba empasado por 32 ‘una sidica ambicién de poder; y, como yx no podia conter con el ‘agradecimiento espontineo de la comunidad, el rey-cazador cubria el si- Tencio con la autoalabansa. Es fécil pensar que las eldeas protegidas por el cezador florecieran mejor que aquellas cayas coseches podfan ser pisotesdas por manedas falvajes o cuyos pequeiios podian set mutilados y devorados por Hizado” en los bienes y privilegios, llevaria a salvajes conflictos. fos primitives castillos y fortelezas no son indicios de guetta y con. ‘ud lice enue comuidades opus, sino del dominio onze de um grupo relativamente amplio por parte de une pequeiia minoria {Ia compulatin y control que impusiera mediante las armas, se imponi. cn el plano de le comunidad, y no desde el principio en luchas contra ras comunidades. En un comienzo, el ejercicio de las armas permi- ‘t los “nobles” alcanzar su legendario poder sobre sus propios campesinos. Ex posible que tanto la rivalided como los conflictos, Ia iolencia y el mismo asesinsto existieran en diversos grados en todos Jes grupos, por mas que, posiblemente, la importancia de estos cle- mentos ha sido exagerada por cietos estudiosos modemnos que ari- buyen a los tiempos primitives las aberraciones y los delitos que les son peculiares, en escala aumentade, a las civiizaciones, “superiores ‘De chalquier modo, el juieio que Bronislaw Malinuwski formule a cote respeclo me parece bien sensato: “Si sostenemos que Ia guerra es une lucha entre dos grupos independientes y politicamente organizados, guerra no se da en el nivel primitivo.? ri juicio, Ia agres jar colestiva es una invencién propia de t aac fon ln misma medida que lo es la cexpresién colectiva de le curiosidad mediante la investigacién cientffia sistemética. El hecho de que los seres sean curiosos por naturaleza no dio lugar inevitable- seit ln cine orgenizada; yl hecho, de que san propesos 2 Jn ira_y le pugnacided no basté por si s6lo para crear Is institucién Hs be maa oe et or ‘co, limitedo culturalmente y testimonio de un vinculé mucho mis fortuoso entre complejided, orisis, frustracién y agresion. Al rexpecto, las hormigas pueden enseSamos mucho més que los antropoides... 0 aie el hipotdticamente combstivo “hombre de las cavers", euyas Garacteristices, puramente imagizaries, se asemejan curiosamente @ las de un empresario capitaliste del siglo xix. 35 8. La unién paleolitica-neolitica Sélo es posible conjeturar lo que realmente sucedié antes del surgi- ‘lento do la ciudad. Acaso los grupos restantes de cazadores palesli ticos y-los nuevos pobladores neoliticos, unos y otros igualmente esca- Soe pa impose, comensaron « ecipar el mismo teritrio y se mntuvieron juntos el tiempo necesario para absorber une parte de las Costumirs jenn interctnbar algunas de ros hermione Seno se tree a lamar @ esto el matrimonio de las dos culturas, Io més posible es que, al principio, fuera socios en igualdad de condiciones, pero la relacién se torné cada ver més unilateral, a medida que lay frm y Ts hibitoseoerctvos de ls minoria agresoa ae vieronrefor- zados por la paciente capacidad de trabajo que mostraban 1 os neolcos que palian In pied. Como aacele con fecunta, ele mento rechazado de la cultura anterior (el cazador) se convirtié en el nuevo dominador en la comunidad agricola, pero ahora tenia que Aetuar como autordad de an tipo superior de orgmizaién, Las armas ya_no sélo servian para mater animales sino también para amenaz ¥ mandar a los hombres. 7 7 La interecién entre las dos culturay se desarrollé « Slated perodoy pero, al fal ps proeson mene se terre por pur» dinamismo 4 las actividades mis pasivas, gestoras. de. vida, que lleveban la impronta de la mujer. Los mismos elementos de la pro. Sasa ml st er iaginavo: uno de Ios primers tests exipsioe press «Alum cereando el universo con su propio cuerpo, por masturbecién. Dificik mt, olen mao pedi hater ‘ato vermin de ase ra indicar-que, en el nuevo plan de vida, le mujer no contaba yo. En le primi sociedad neolia, antes del cutive de los cone to mujer habia sido el elemento supremo: el sexo mismo era poder. Esto xo consitufa uns mera expresién de In fantasia, realzade por el deseo fisioo, puesto que el interés de la mujer en la erianza delos nifoe el euidado de las plantas habia convertido la existencia ansiosa, imo- rate y rovelosa del hombre primitivo, en una existencia de. prevision competente, con una prudente garantia de continuidad, ya no del todo forme de energie fisica, Ia revolcién agriola fue, « través de le lomentcicin, el pato mis importante hacia et dominio de in nergia solar, sin rival haste las inveneiones que comenaaron con el molino ‘rd y que han llgado a su cobuinacign vole onogic neclen Esto fue algo asi como la “explosién do flores”, para user la bella expresién de Loren Fiseley, que millones de ailos antes trasformé el mando regetal, La mujer del neolitico tenfa tantos motivos para. sen- 36 tirse orgullosa de su contribucién como Ja yaujer de Ta era nuclear Jo tiene para recelar por el destino de sus hijos y de su mundo. Si se tuviera alguna duda en cuanto al inicial papel rector de la ‘mujer, podria obtenerse una confirmacién en los mas antiguos mitos Teligiosos, pues en ellos su feminidad dominadora manifiesta tan én atributos extremadamente salvajes, que sugieren que la mujer hhabiaadoptado demasiados rasgos del’ papel masculino. Estos at hutos subsisten hoy en la terrible figura de la diosa hindé Kali. Sin Ingat dads, la'més entigue deided mesopotémice fue Tiamat le madre primordial do las aguas, tar host a sus hijos rebeldes, como tl clisico patriarea freudiano; en tanto que el culto de Cibeles, Is Gran Madre, como amante y feroz sefiora, dominadora de leones, si- ‘guid hasta muy entrados los tiempos histéricos en Asie Menor, si bien se la complements con imagenes més gentiles y meternales, como Ia de Deméter, Madre de las Cosechae. ‘Acaso por ceder este elemento de poderio a dioses més masculinos, la ‘mujer fue capaz de concentrarse en aspectos menos primitives de su sexualidad, la ternura, la belleza y el delete erético: Isbtar, Astarté, ‘Afrodita, "Al mismo tiempo, el macho reacciond excesivamente contra fl lado femenino de su propia natursleza: cl nuevo cazador-héroe so envanece de sus proezas masculinas, de sus hazafias musculares, de sus fstentaciones de un coraje animal al despanzurrar fieras mortiferas y aplastar @ guerreros rivales; pero, a menudo, vuelve su espalda s Ia ‘mujer, a fin de mantener su stencién mas fija en’ su misién, temeroso de perder sa fuerza entre los brazos de la mujer, como Sansén 0 como un boxeador de hoy. Asi Gilgamesh desdefé las insinuaciones amorosas de Tnanna. Y, como parte de la misma actitud, bueno es recordar que. Eukidu fue vencido al caer en la trampa de tener relaciones intimas con una pros- fituta de Uruk; tras Io cual, asqueadas por semejante exhibioién de debilidad, las gacelas y las Heras de la estepa huian de al, Tradicio- nalmente, la virtud expecifica del cazador-héroe comsistia en proezas de fudaciay fuerza muscular, como mover enormes rocas, desviar el tcurso de los rics y manifestar desdén ante el peligro y le muerte. En fu corpulenta figura se produce Je primera ampliacién general de las Gimensiones que tiene lager con el eurgimiento de la ehudad, B igual- mente la primera concentracién en la provza fisica y el poder rico como fines en sf mismos, De modo que la ciudad, si mi interpretacién de sus origencs os juste, fue el principal fruto de In unin entre la cultura neolitice y una cultura péleolitica més arcaica. En el nuevo ambiente protourbano, el 31 macho se convirtié en Ia figt rece re 3 sane te Se ab Ci oy See xis eficer que pod, tirada por bueyes, abrir eurcos en el suelo més a de ie tierras bajas. Incluso las diosas femeninas ced = Se areca ott eee es SPL We aa Glee age tae Se ae Eas Gott pra end 2 ios orig nacht Ey Spe an! SS - to, en las artes. de Ja vide. Ahora la fuerza del hombre consiste ns So alee y ena Seis Hel Hb ne ater y at propio desdén do la muerte; en superar obsticuos e singe. pe ee eed) ‘otros: hombres, destruyéndolos si se resisten. zAcaso 20 a sipiteating gue so peer, seen Tos egiptélogos, un mejo- Cm calidad de las armas afl isminuci6 ern di 5 adas y una disminucién en la in ce a ae 2 De caci tencia de guerras, tanto en los mot tela ae goer ito en los monticulos sepulerales como en las Como corsecuencia de esti vién de las dc Sv te ote ee fone ana fe Ses yaar, ae" co"t ee alte pes Cie expan er eno deh suede Heads alee Saath ne fae regional, ni donde el cultivo con la azada Teen tiny Sd Stas tte en SaN fdtrn enter tot an le i ct Span —- de cansles y obras de irrigacin para la produccién de alimentos y el trasporte, trasladando hombres, enseres y materias mas segtin los dictados de la necesidad. y pe Bien pronto este cambio dejé hn ij ; rmbjo dejé su hulle en todo el passe. Mis ain aeis na nponta en Tas zlaiones humana eno ke comunidad, Los similis ythsacone maxior te pstrn do ani: 4, premten Js insistente linea recta, cl recténgulo, el trazado geo- mateo bin delimitado, Ia torre félica y el obelisco y, por diltimo, a conten Tas Caer y la astronomia, cuyas eficaces acciores se. separaron,_paultinamente, dela. abigartada, Matiz I lg Acs on echo sigs uso tn qe fs : vas dan In impresiin de ser en gran parte de forma frecuentemente encerrados en un recténgulo, 38, En la ciudad, nuevos hibitos,-rigurosos, eficaces, a menudo duros y hasta, sddicos, pasaron a ocupar el puesto de antiguas costumbres y de una emoda ratina de ritmo lento. El mismo trabajo fue aislado tho las demés actividades y se lo canaliz6 en una “jornada laboral” de faene incesante, bajo la dizeceién de un capataz, Era el primer paso dado en esa “revolucidn administrativa” que leg6 a su culminacién en fuestros dias, Lucha, dominacién, superioridad y conquista eran los Tuevoe temas; ya no la proteccién y la prudencia, la firme edhesién ocd aguante pasivo de la aldea, Nila aldes eislada, ni un sillar de fildess aislsdas, podian hacer frente a esta expansién demasiado co- pose del poder. La aldea existia como reeeptécalo de fanciones més Jimitades y de intereses més estrictamente maternsles y orgénicos. Pero la parte de la cultura aldeana que era capar de participer en este desarrollo. fue trasladada a la ciudad y utilizada sisteméticamente en el nuevo modo de vida. ese a todo, los elementos originales de Ia ciudad no han desaparccido rminea totalmente; a decir verdad, cada uno de ellos presguié. ore Ciendo por derecho propio, por mas que una parte de su existencia Settea?scr abworbide por ia, ciudad. As, 1a alden se maltiplic y di Tundié por la ‘Tierra entera con més rapidez y més eficacia que ls ciudad; y si bien se encuentra ahora al horde de su snonadamnionto por Iz urbanizacidn, mantuvo el antiguo estilo de vida popular durante Jnilenios y sobrevivié al continuo ascenso y destruccién de sus, riveles Inds grandes, més ricos y més atrayentes. Como Patrick Geddes des- acd, la jactonciosa afirmacién de ls aldca de Musselburgo tiene una sélida justificacién histor “Musselburgo era un burgo Cuando no habia Edimburgo Y Musselburgo seré un burgo Cuando ya no haya Edimburgo.” ‘También la ciudadela sobrevive. Aunque les formas y funciones del gobierno hen eambiado en el curco de los iitimos custrocientos fos, fadela ha tenido una existencia ininterrumpida y todavia hoy fs visible. Desde el castillo de San Angel el refugio de cemento armado junto al Admiralty Arch en Londres, desde el Kremlin hasta el Pentigono, y de aqui a auevos centros subterrineos de control lei dadela corresponde todavia tanto a los absolutismos como a las irra. tfonalidades de sus més remotos ejemplares. También el santuario con- Serr una existencia independiente, Algunos de_ los sentuarios mas famosos no se convittieron munca en grandes ciudades por derecho propio, si bien centros més grendes a menudo les sirven de, comple Inento, En. términos religiosos, Londres y Bagdad son secundarias on 39 relacién con Canterbury y La Moca; en tanto que las cit Fetcién con Canterbury y La Mecas en tanto que Is ciudades que jetos especiales de peregrinaje, como Santiago ‘de Compote Ita oan deo bv Ise ciones urbanes que les de atencién al santuerio. Corroborando. lo dicho, sada elemento nuevo do la ciudad ha apareeide incelocare or lo comin, fuera de sus limites, antes que la ciudad lo adopters, Capitulo If La Cristalizacién de la Ciudad 1. Le primera trasformecin urbana Considerando sus rituales satisfactorios pero sus capacidades limitadas, To més probable es qué-un simple aumento en les cifras no hastara para convetir une aldea en ciudad. Este cambio erigis un. dessa exterior que apartara a le comunidad, en forma tajante, de los inte- roses axiales de In nutricién y la reprodueciém; es decir, um objetivo situado més alld de la mera supervivencie. De hecho, le mayor parte de Ia poblacién del mundo nunca respondié a este desafio: y, hasta el actual perfodo de urbanizacién, las ciudades sélo contenian’ una pe- quefia fraccién de ls humanidad. La ciudad aparecié como surgente en la comunidad peleoneolitice; gomo surgente en el sentido preciso en que han usado este concepto Lloyd Morgan y William Morton Wheeler. En la evolucién surgente, Ja introduccién de un. nuevo factor no se limita a aumentar la masa fxistente sino que produce un cambio global, una nueva configuracién ‘que altera sus propiedades, Se hacen visibles entonces. por primera vez, potencialidades que no podrian reconocerse en la fase presurgente, como la posibilidad de desarrollo de vida orgénica a partir de le ‘materia “muerte” relativamente estable e inorgénica. Lo mismo sucede fen el caso del salto desde la cultura aldeana. En el nievo plano, los ‘antiguas elementos de la aldea fueron conservados ¢ incorporados a le nueva unidad urbana; pero, por le accién de nuevos factores, fueron eorganizados en una configuracién més compleje ¢ inestable que la de la aldea; y, con todo, en una forma que promovié nuevas trasfor- maciones y evoluciones, "La composicién humana de le nueva unided © hizo, iguelmente, més compleja; pues, ademis del cezador, el labriego y el eampesino, otros tipos primitivos ingresaron en la ciudad apor- tando su propia contribucién a su existencia: el minero, el lefador y el pescador que introdujéron, asi, las herramientes, las habilidades y los habitos de vida constituidos bajo otras presiones. El ingeniero, el barquero y el marino surgieron de este fondo primitive més gene ralizado, en uno u otto punto de Ia seccién del valle; y, de todos estos tipos iniciales, se desarrollaron afin otros. grupos profesionales: a antes de Jesucristo, recogemos una imagen més clera del adolescente, excusadc, por su padre demasiado indulgente, de trabajar en los a Hevando eos, carando y arando. Sin nada importante que Racer cuando terminan las clases, el ocioso jovencito eallejea, sogin st padte, lente y ss indiferente, segiin parece, a las ocasiones que le brinda su roe Reeds pos carte de iniacén set profeiin Je su padre, I de esctiba. Este pequefio toque de vida real, que he puesto gut uon fw ol er do Le hurt camino Sune, hr le pronto el abismo de milenios que nos separa de estos primeros heb: tantes de le ciudad, El drama humano del padre ofendido, pero ea oso, y del hijo rebelde quo se sburre nos resulta muy de’ ectualidad. 1a cinded, tal como le descubrimos por primera vez, parece exclusivamente «Ia poblaién adulta. Es probeble que la mayor pate de la poblacién infantil trabajara en los campos, segin indicera el fragmento precedente, selvindose, mediante su labor agricole, tento de Js escuela como de la delincuencia. Pero, ;dénde, en estas calles con- festionacas, en estas extrechas callejes y eatos barrios asfisiantes, juegan los nliforcomunes? Pasarén miles do aes antes de qu, en ol coreén Jc la ciudad, en los terrenos en torno de la excuela y en los eampos de Juego prSximos —primero en Ins ciudades medievales, pero sabre todo ahora ex las New Towns briténicas— las actividades licidas de. los nilfos redamen grandes franjas de espacio. sbierto, 7. Egipto y la ciudad abierta La historia de In cindad que se revela on la Mesopotamia ao puede ser a relativa = Tes ciudades, a saber, su marcada individualided, tan erte, tan llena de “cardcter” que, desde el comienzo, hace que las ciu- oa civiaién naciente del cuato milenio ante de Jesuersto presenta rauchos de lot mistos ragos endrgizos en Egipto que en Sumer; dest verdad, en suscabsolutismos centralizados, en Is avasalladora devocién al culto religioso, en su deificacién del faraén, quien durante. tanto tiempo comparti6 con los dioses el don de la inmortalidad, esta implo- sin y ea eoncentraciin de poderes y agentes parece i mis lejos en iipto quo en la Mesopotamia. x Epps habla much trbulenca ene ups mn Een srblensia en in spice earl sbandn Gi Ge es pends pop ean knead pein Se bse 102 bales, una mezcla de lo eterno y Io efimero, de Yo animal y lo hussaro, como si todas las manifestaciones de la vida fucran preciosas y ninguna parte de ella que alguna vez bubjera ovidenciado vida pudiera ser Degada o perdida. Pero todo esto sélo son raspaduras y garshatos en un asto monolito de granito profundamente'asentado en el Jodo del Nilo, tl cual presentaba poco desgaste: en sus formas principales después de ‘miles de afios. Para los egipcios no habfa nada tan valioso como Ja segunda vida, después de le muerte; y la poblacién primitiva debe, al ienos, haber soiado con tener una participacién en la inmortalidad antes de que los sacerdotes, como respuesta a una devastadora revolucién popular, concedieran a todes la posibilidad de un trinsito al cilo, Barantizado por la raomificacién y los conjuros migicos. Después de testo, todo volvié més 0 menos a su situacién inicil Pero en vano se buscan en Egipto restos’ visibles de Ja eiudad compa- ables con los que se hallan en Sumer y que datan hasta del 2500 antes fe Jesucristo, por mas que las piramides son antiquisimas y més jnconmoviblemente perdurables. Un estudioso contemporéneo ha llegado ‘a decir, gcaso en son de burla, que la ciudad egipcia no existia hasta 1 1500 antes de Jesucristo. Esta afirmacién, mas que un desefio a fu- turos exeavadores, es un llamado en pos de una definicién de ciudad més adecuada que In que hasta ahora he contentado a urbanistas y sociélogos. Cierto es que no se halla, en un comienzo, on el valle del Nilo Ia ciudad erquetipica de la historia, a villa amurallada, sélidamente deli- mnitada y almenada, construida para perdurar. Con excepeién de le ciudad, todo Io demés pareceria haber hellado en Egipto une forum durader Los templos en Luxor y Karnak han ostentado sus majestuosos conto nos a través de los tiempos histdricos; las pirémides grandes y pequeiies tin hoy son visibles, por més que I moda de las pirémides florecié y tmurié casi con tanta rapidez como la mods de las complejas fortifi caciones estrellades, a fines del Renscimiento, No son pocas Tas mues- tras de estructuras independientes que stestiguan In exaltacién universal Gel poder al comienzo de la civiligacién; obeliseos, paseos majestuosos pare procesiones, coltmnates, esculturas de granito y diorita en escala magna, todo esto atestigua la clase de vida que esperamos encontrar en Te citdad, Pero lz ciudad es transitoria, Cada faraén construye su ‘propia capital, sin deseo alguno de proseguir ls obra de sue predecesores 0 de engrandecer su misma ciudad, Su hogar urbano Je es tan exclusive como su timba... y tal vez por los mismos motives egofstas. Incluso euando se respete cl mismo solar general, como oeurre en el caso de ‘Tebas, el desarrollo se lleva # cabo mediante una suerte de negligente acrecentamiento suburbano, 103, | | Peto os evidente que, ai acierto al i acierto al penser quo el arte monumental cons tituye uno de los rasgos més seguros de existencia de la cindad clasea, ls cluded ost invitablemente “el”. De waisuno modo podemeos observat todas las insituciones especalizadas y complamentarias do lo ciudad en low pequeios models do madera que sean sacado de Ins spula 's caticera, In barca, ol establoimiento del embelsmador, la pan leria; y, por supuesto, hey templos y palacios do las mayores dimen: sons dade mathe aes dl 1500 ans do Ferro. Deis ab ere tl a deen Dal ae, othe Esha et oe es Bean pe rset de tribunal, jefe de los aachivos yal tesoro mayor le paleo, es decir, gobernador militar dela ein das Stas com funciones civieas centrale isl Tes ts son Tanto ei ae ra bien, sino se puede descubrir ta ciudad con la misma forma srguiteténica que encontsamoe en la Mesopotamia antes del periods relativemente tardio de Telhel-Amarna (a comienzos del siglo xiv antes te Jesursto), eto se deo al vena que Is chudad amoralada fos, en Egipto, una forma “primitive”, cuyes caracteristicas militares desapare- cleron cuando los grandes faraones exablesieron un orden universal y m= mando nificado, que ce fundaba principahuente en ls fe relgiosa 3 €1 apoyo voluntario, y no en ls coerién fsice, Tsta ideologin pre- oni «todo Io largo del valle det Nilo. Es un hecho seguro, como lestaca H.W. Feitman, que, durante el periodo de Negada Tl, bahia Beblacines con sural cionndantes de lade, En ls. paltas de pica de lon tiempos pedinticns trios y dole primers dina las poblaciones aparecen como circulos u 6valos, rodeados por fuertes muro,» monde provits de contracts "Wteado® por fuerte Quis esto explique el de otro modo inexplicable jerogific fe cet let ole noe Jog ue jadas (si es que se trata de encrucijadas) dividen a la ciudad en cuatro ‘estore. ‘Si eso consituye, en realidad, un plano simbélice, ce teataria Jel mejor simbolo posible ‘de la ciudad clésica, El hecho de que este signo fuera empleado desde el comienzo mismo de la eseritura insinia que tiene un origen todavia mis antiguo; a decir verdad, en ai misiua la forma circular haria probable una procedencia arcaica, si bien se la encuentra repetida, aperentemente, en poblaciones hititas que son poste. “ore jf Bian halle un disio anilogo en etqusinas vais pre inéstcas. La ciudad de , en el Alto Egipto, entre Latopoli ireoépol a ceveuta tan aon rea cates que dean do las dinate quite vente Lo sudad ts a. La ciudad ms grande, encorada por un aro de unos 190 mee cunade, free probblnste hai 1708 58D aotes de Josue. oro este tauso ove el de une poblcion mds 104 primitiva en forma de évalo o circle, por un muro doble Tanto Ta forma como Ta fecha resultan sigificativas. En Ja Mesopotamia, cada ciudad constituia un mundo separado. En el Egipto farednico las ciudades no contenian, probablemente, una parte tan grande de la poblacién: las funciones de le ciudad —cercamiento, acambles, eotremescla— eran desempefiédas por la tierrs misma, El desierto y la montafa constitu‘an la “muralla”; los nomos y los grupos totémicos formaban los “vecindarios”, y las tumbas de los faraones y los templos servian de “ciudadelas” de otro mundo. Era el propio fara6n, y no Ia deidad familiar de la ciudad, quien encarnabs a la comunidac us poderes divinos se difundian por todo su'dominio. Pero en el pes Hiodo predindstico y en las dos grandes recafdas en el feudslismo-local \y ¥ Ie dispersiGn, si nos afenemos a la descripcién de Jacques Pirennés Jas ciudades fueron entidades separadas y auténomas, ouyos-ciudadanos ‘estaban exentos de las restricciones de la servidumbre, podian viajar f voluntad y estaban en condiciones de emprender negocios privados, por lo menes en el Bajo Egipto. Curiosamente, esta “recaida” en la auto omia ofrece un estrecho paraiclismo con una similar evasiéa del con trol central y une expresién parecida de independencia municipal en 1 Edad Media curopes, después de le caida dél Tmperio Rommo de Occidente. No es posible, pues, que el éxito mismo del sistema politico-ligioso de los feraones, después de Menes, eliminara la necesidad del centro de control amuraliado? El éxito de las primeras dinastias al dessrrollar tuna forma reigiosa de gobierno, centrada en un rey quo ers aceptado populamente como un dios vivo, modificé en dos sentidos el problema Be la construceion de la ciudad. Eliminé la nevesidad del cercamiento como medio de coercién y control; y cred un tipo singular de ciudad, que sdlo se desarrollé del todo en Egipto: Ia ciudad de los muertos. ‘Alrededor de las pirémides centrales de Gizch encontramos una auténtics organizacién urbana de cadéveres, con las tumbas dispuestas en hileres crdenadas, en calles y eallejuelass las mastabas de los nobles tienen, {ncluso, la apariencia de oases. Con wa inversién tan costosa para la pormenencia en estas estructuras monumentales, no es muy asombroso gue le ciudad de los vivos careciera de los medios, y acaso también de Ja volumted, pare asumir una forma més duradera En osta teologia invertida, los muertos tenian precedencia sobre los vives; y de esto se seguia que al eampesino le era permitido permanecer fen gu aldea y su pequetia villa de mercado, y que, para las necesidades fordinarias de la vida, bastara con Ja cultura sldesna. Por més que esta iviliacién produjo en abundancia registros escritos y monumentos, pot su provedencia estén restringides a las clases dominantes, Excepto en 105 cocastén de les grandes festividades, que atraian grandes masas humanas a las comunidades de los templos, como Abydos, no era nccesario arras- trar a aquellé décil y satisfeche poblacién aldeana a los grandes centros urbanos, Felices con sus dioses menores y sus obligaciones también menores, €2 el caso, la casa y el villorrio, seguian de buena gana les enéficas érdenés del faradn. Si sus funcionarios recolectaban una patfe de Ia cosecha, también mantenfan en buenas condiciones el sisters de irrigacién y restableefan los limites entre las aldeas después de las Inundaciones anuales. Esa ley y ese orden aseguraron, a la larga, una mayor proeperided: para la poblacién en aumento, Hasta que los sefiores foudeles, en sus baluartes locales, y los ulterior fnvasores extranjeros desefiaron a ia monarquia central, el poder pol tico fue mis al de les Timitaciones de la ciudad y no manifest necesi- tarla militermente, Las mismas capiteles reales siguieron teniendo un aire momenténe ¢ improvisado: sélo las tumbes y la ciudad de los muertos eran construides como para una ocupacién permanente. Toda via entre 1369-1354 antes de Jesucristo, le nueva capital de Akhetaton sélo fue habitada durante dieciséis afios, Pero las eiudades de templos, como Meniis, continuaron siendo comunidades sagradas durante mil quinientos sfios. Si no habis murallas entre las ciudedes predinésticas o de las primeres dinastis y las del Imperio, algin otro modo de organizacién produ} las mezclas e intereambios propios de la ciudad quoerrada entro piedras? 2En qué forma existian, de existr, estas funciones urbanas después que qquedaron unifieados el Alto y el Kajo Kgipto? Us posible hablar, en fel situacion, de una implosién urbana, Io mismo que de una extrutara Hasta aqui, al avalizar las partes integrantes de la ciudad, he hecho hincapié en la funcién esencial del receptaculo cerrado, que concentré los agentes sociales y les dio un campo ce.7jado que promovié le mé xima interaccién, Pero la ciudad no es tan solo un recipiente: previo 44 contener algo es el paso que consiste en atracr a Ia gente y a las insttuetones que prolongan su vide. A este aspecto de Ia vida de In cindad, Ebenezer Howard le aplicé, en justicia, el nombre de imén; y este término resulta tanto més eficaz para la descripeién cuanto que seociamos eon el imén la éxistencia de un “campo” y la posibilidad de accién a la distancia, visible en las “Iineas de fuerza social” que atraen hacia el certro particulas de una naturaleza diferente, La religién o nizada desempefé tal funcién en la ciudad primitive, pues la. religion sonstituia ls mejor parte de la vide; a decir verdad, a través de la religién los hombres reslzaban su propia vitalidad, asf como la de sus cosechas y animales; y, a través de Ia inmortalidad atribuida s los dioses, 106 ombre se sini slentado para tomar medidas a fin de aegarar su ae jlided, en primer término el .6n, pues también él era provi inveroy con @l i hombi jue habian obedecido Botiean pero con tl tiempo, todes los hombres ede un los Peridot ceremoniasy tatedo al préjimo eon orden y j ticia, conforme con el espiritu de Ma'at, 4 notamos una diferencia, sigificativa entre Egipto y Te Mesopots Aaa uo on eon Se tS 2 al, aie eee Tinimos no eran, con thas pocas excepefones, ni amantes yl dnus min Desde do la vit cia; en rida mas do vin registro se refiere a la imposibilidad de complacerlos o de esperar Congravinrse con ellos medienfe la buena conducts tonegriad” ¢“ntinidctn” son-tninos qu cubren tods lo ree ro erp sicos;, y hasta en las escuelas se mantenis @ vn fur , oss 9 he Gunerere onde, Estas comtmbres 36 ul’ nd lo pct dem i, creed st de crueldad y violencia, que aleanzaron una c ee ee ge crue tind el monares aro Asobanipal Les mses ean este ve do doar les. gobermantes con at i Peneie ceslusing suncfonaban une poiea do terror, tal punto ate, sae humans por. de Hmanuab, el figo mio do la ley al mae debe su fema contenia una interminable lista de delitos, mul “ a se aie dsj por jo yee por Ge, seeds, 8 cate Prin cetame me com Taste, cso in tice eat Cute er ice time sr qu he si oh ie ee conde nana, opocy que tanasseme)eneae ees So ‘estos absolutismos arcaicas. En tales condiciones, 12 cooperacion aoe espe ube exige Te apfeacién conctante del pode voce He conte ea una opened Pin cos hab policy Me edetsptnte viene toa de on Fatale no of simbolizado sino efectivamente perpetuado por la muralla y sus puertas atrancadas. 1 i toda se oe ee eplacign parece haber etominade dete oe aise Fe ier pe sil It "hp las diferencias entre el Nilo superior ya inferior, a LA Crs tituia una sola unidad, con un cinturén casi ‘uniforme de vege ly 107

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