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UNIVERSIDAD MAYOR DE SAN ANDRÉS

FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA


EDUCACIÓN
CARRERA DE HISTORIA

LA FIESTA DE LAS ALASITAS ENTRE LA TRADICIÓN Y


MODERNIDAD, UNA MIRADA DESDE LA PRENSA PACEÑA
(1900-2018)

Tesis de grado para obtener el título de licenciatura en historia

POR: WILDER CHALCO FLORES


TUTOR: M. SC. FERNANDO CHUQUIMIA BONIFAZ

LA PAZ – BOLIVIA
Julio, 2022
UNIVERSIDAD MAYOR DE SAN ANDRÉS
FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
CARRERA DE HISTORIA

Tesis de grado:

LA FIESTA DE LAS ALASITAS ENTRE LA TRADICIÓN Y MODERNIDAD, UNA

MIRADA DESDE LA PRENSA PACEÑA (1900-2018)

Presentada por: Univ. Wilder Chalco Flores

Para optar al grado académico de Licenciado en Historia

Nota numeral: …………………………………………..

Nota literal: ……………………………………………..

Valoración: …………………………………………….

Dra. Esther Aillón Soria M. Sc. Fernando Chuquimia Bonifaz

DIRECTORA DE LA CARRERA DE HISTORIA TUTOR

M. Sc. Ramiro Fernández Quisbert M. Sc. Simón Cuba Quispe

TRIBUNAL LECTOR TRIBUNAL LECTOR

I
Dedicatoria

Dedico a Dios Todopoderoso


por iluminarme en el camino
de la vida, y en la realización del
presente trabajo

A mis padres Juan y Primitiva


por su ejemplo y apoyo
y a mi hermana Marisol

A la paciencia y comprensión
de mi esposa Alejandrina y al
amor de mi hija Alejandra

W. Ch. F.

II
AGRADECIMIENTO

A mi familia por su apoyo moral y constante, para


que pueda seguir estudiando, para alcanzar esta
meta y ser la inspiración de mi vida.
Al M. Sc. Fernando Chuquimia Bonifaz, por la orientación precisa
y apoyo desinteresado en la realización del presente
trabajo de investigación.
A la Universidad Mayor de San Andrés por cobijarme
en sus aulas para superarme profesionalmente.

W. Ch. F.

II
Tabla de contenidos

Imágenes
Imagen 1: Sebastián Segurola………………………………………………………………………….40
Imagen 2: Gran sorteo de Alasitas. Lotería Nacional de Beneficencia y Salubridad ............................. 92
Imagen 3: El Ekeko de la suerte ............................................................................................................. 95
Imagen 4 Imagen del Ekeko, sentado y jugando, como un niño .......................................................... 198
Imagen 5 Caricatura Alasita ................................................................................................................. 286

Fotografías

Fotografía 1: Nuestra Señora de La Paz ...................................................................................................... 45


Fotografía 2: Illa del Ekeko ......................................................................................................................... 49
Fotografía 3: ¡Alacitas! Las cholitas en comicio, disputándose sitios en el Prado...................................... 73
Fotografía 4: Alacitas. Instalando los puestos de venta en la avenida "16 de Julio" ................................... 74
Fotografía 5: La fiesta de Alasitas. Aspecto curioso que presentaba la plaza Murillo el día veinticuatro .. 77
Fotografía 6: La feria de Alasitas. Suertes a 50 centavos y sección de trabajos de arquitectura ................ 78
Fotografía 7: Costumbres populares. Figuras modeladas en yeso que merecieron el primer premio ......... 79
Fotografía 8: La popular feria de Alasitas - Puesto de flores ...................................................................... 97
Fotografía 9: Procesión de la Virgen de Nuestra Señora de La Paz a la nueva Catedral .......................... 100
Fotografía 10 Misa realizada el 24 de enero en la Catedral con motivo del Día de Nuestra Señora de La
Paz ............................................................................................................................................................. 111
Fotografía 11 Inauguración de la Feria de Alasitas 1959 .......................................................................... 116
Fotografía 12 El prefecto y el alcalde visitan los puestos de venta en las Alasitas ................................... 120
Fotografía 13 Exposición de miniaturas de las Alasitas pasadas .............................................................. 123
Fotografía 14 El alcalde de La Paz Julio Manuel Aramayo en el acto de inauguración ........................... 126
Fotografía 15 Multitudinaria presencia en la inauguración de las Alasitas de 1967 ................................. 130
Fotografía 16 El presidente de la República Juan José Torrez en la Alasita ............................................. 136
Fotografía 17 El presidente de la República Hugo Banzer en las Alasitas ............................................... 142
Fotografía 18 Monumento al Ekeko del municipio de La Paz, esculpido por Víctor Zapana................... 143

III
Fotografía 19 El presidente de la Junta Militar Gral. David Padilla compartiendo un brindis en las Alasitas
................................................................................................................................................................... 144
Fotografía 20 Tradiciones, artesanías. Feria de Alasitas La Paz. .............................................................. 146
Fotografía 21 Alcalde de la ciudad de El Alto, José Polo inaugurando la Feria de Alasitas de 1986 en
Ciudad Satélite .......................................................................................................................................... 155
Fotografía 22 Feria de Alasitas en Obrajes 1987 ...................................................................................... 156
Fotografía 23 Masiva concurrencia a la inaguración a la fiesta de Alasitas de 1988 en la Avenida Tejada
Sorzano ...................................................................................................................................................... 160
Fotografía 24 Políticos intercambiando miniaturas en la feria de Alasitas ............................................... 171
Fotografía 25 Bendición de las illas en las puertas de la Catedral ............................................................ 181
Fotografía 26 Ch'alla de las illas por un yatiri indígena ............................................................................ 182
Fotografía 27 Portada del Periódico La Razón al inicio de la feria ........................................................... 188
Fotografía 28 El presidente Hugo Banzer inaugura las Alasitas de 2001 ................................................. 189
Fotografía 29 Bicicleta de mimbre ............................................................................................................ 193
Fotografía 30 Ana Monasterios y los soldaditos de plomo ....................................................................... 194
Fotografía 31 Intercambio de productos en el Tambo Quirquincha .......................................................... 209
Fotografía 32 El presidente Carlos Mesa mostrando el bastón de mando regalo de los expositores de las
Alasitas ...................................................................................................................................................... 214
Fotografía 33 Entrega de obsequios al primer mandatario Evo Morales en las Alasitas .......................... 222
Fotografía 34 Ekeka .................................................................................................................................. 236
Fotografía 35 El presidente Evo Morales y el alcalde Luis Revilla, en un partido de canchitas............... 243
Fotografía 36 Amauta posa junto a la Illa, en el Museo de Berna - Suiza ................................................ 256
Fotografía 37 La Alasita se engrandece con la Illa ................................................................................... 258
Fotografía 38 Carmen Beatriz Loza .......................................................................................................... 288

Tablas
Tabla 1 Periódicos bolivianos en la Biblioteca Nacional de Bolivia 1823-1922, por departamento .......... 32
Tabla 2: La prensa escrita de la Ciudad de La Paz. Siglos XIX, XX y XXI ............................................... 32
Tabla 3: La población de La Paz y su distribución “racial” en 1877 .......................................................... 60
Tabla 4: Distribución de la población por categorías “raciales” según cuarteles o barrios en La Paz en
1877 ............................................................................................................................................................. 61

IV
Tabla 5: Profesiones y oficios (lista desagregada) de la población de La Paz 1877 ................................... 62
Tabla 6 Cronología de los lugares de las Alasitas ..................................................................................... 177
Tabla 7 Relación entre las miniaturas y el deseo que simbolizan ............................................................. 240
Tabla 8 Programa Alasita 2012 ................................................................................................................. 244
Tabla 9 Cronograma de actividades de las Alastias 2017 ......................................................................... 279
Tabla 10 Vida y trayectoria de Carmen Beatriz Loza ............................................................................... 289

Ilustraciones
Ilustración 1 Plano de ubicación de la Feria de Alasitas ...................................................................... 108
Ilustración 2 Sátira sobre la crisis. Contraste entre el ayer y el hoy ..................................................... 109
Ilustración 3 Caricatura sobre las Alasitas 1959 .................................................................................. 117
Ilustración 4 Caricatura de Alasitas ¿Ves o no-bes? ............................................................................ 120
Ilustración 5 Caricatura que hace una sátira al expendio de comida en las Alasitas ............................ 127
Ilustración 6 Acuarela del Ekeko llegando a La Paz de Javier Fernández ........................................... 169
Ilustración 7 Plano de ubicación de los diferentes sectores artesanales en la Alasita 2002 ................. 202
Ilustración 8 Caricatura de la Alasita 2006 .......................................................................................... 220
Ilustración 9 30 ferias zonales para la fiesta de Alasitas ...................................................................... 242
Ilustración 10 Infografía sobre el recorrido de la Illa del Ekeko de El Alto a La Paz .......................... 257
Ilustración 11 Línea del tiempo hacia el reconocimiento de las Alasitas como Patrimonio Inmaterial de la
Humanidad ........................................................................................................................................... 273

V
Índice

Dedicatoria .................................................................................................................................................... II
AGRADECIMIENTO ................................................................................................................................... II
Tabla de contenidos ..................................................................................................................................... III
Índice ........................................................................................................................................................... IV
Resumen ...................................................................................................................................................... VI
Introducción .................................................................................................................................................. 1
1. Justificación del Tema de Investigación............................................................................................ 4
2. Objetivos ........................................................................................................................................... 5
3. Preguntas de investigación ................................................................................................................ 6
4. Hipótesis ............................................................................................................................................ 6
5. Metodología y técnicas de investigación ........................................................................................... 7
Capítulo 1: Marco teórico y contextual ......................................................................................................... 9
1. Definiciones....................................................................................................................................... 9
2. Historia de los imaginarios sociales ................................................................................................ 29
3. La prensa paceña: los periódicos y los “periodiquitos” ................................................................... 30
4. La Alasita en los estudios locales .................................................................................................... 34
Capítulo 2: La Alasita urbana: cambios y características durante el siglo XIX .......................................... 39
1. La Alasita, fiesta religiosa y mística................................................................................................ 39
2. 24, 25 y 26 de enero, la fiesta de la miniatura y el Ekeko ............................................................... 47
3. Los artesanos / mestizos en la sociedad paceña .............................................................................. 57
Capítulo 3: La Alasita, entre la tradición y la modernidad.......................................................................... 66
1. Las Alasitas a inicios del siglo XX: Fiesta industrial, mística y religiosa ....................................... 66
2. La fiesta de las Alasita, en el contexto de la Guerra del Chaco ...................................................... 88
Capítulo 4: La Alasita, nacionalismo y expresión popular........................................................................ 105
1. La fiesta en tiempos del nacionalismo revolucionario .................................................................. 105
2. Las Alasitas, fiesta de la miniatura, durante las dictaduras ........................................................... 133
3. La fiesta en tiempos del neoliberalismo ........................................................................................ 150
4. Tradición y modernidad: el debate de la fiesta y feria de la miniatura.......................................... 228
Capítulo 5: Recuperación de la tradición: la Illa del ekeko y la Declaración de la Fiesta de las Alasitas
como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad .......................................................................................... 234

IV
1. La Recuperación de la Illa del Ekeko ............................................................................................ 249
2. Historia y humor político en los periodiquitos de Alasitas ........................................................... 261
3. La Declaratoria de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad: “Los Recorridos Rituales en la Ciudad
de La Paz Durante la Alasita” ............................................................................................................... 272
4. Rescatando la memoria: el papel de la historiadora Carmen Beatriz Loza ................................... 288
Conclusiones y recomendaciones .............................................................................................................. 292
Anexos....................................................................................................................................................... 300
Fuentes de información ............................................................................................................................. 342
Bibliografías…………………………………………………………………………………….344

V
Resumen

“La fiesta de las alasitas entre la tradición y modernidad: una mirada desde la
prensa paceña (1900-2018)”, es un trabajo de investigación que intenta abordar de
manera crítica y reflexiva la fiesta de la miniatura a través de la prensa paceña. En el
trabajo hacemos una descripción y análisis de cada momento histórico por el que
atravesó la fiesta, para intentar acercarnos a la tradición, observar sus cambios y
regularidades, y el constante diálogo con los fenómenos de la modernidad.

La investigación hace un recorrido amplio desde 1900 hasta 2018, fecha que es
tomada como límite por la Declaratoria como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en
2017. Desde el inicio se intenta reconstruir la fiesta tomando como fuente de
información principal los periódicos de la época, que por su regularidad nos muestran el
lento proceso de evolución de la fiesta.

A través de la festividad pudimos observar la influencia del sector mestizo-


artesanal urbano en la fiesta, el papel de las elites ilustradas con su crítica constante unas
veces a favor y otras en contra, el rol de las instituciones estatales, el discurso político
presente en la prensa en miniatura. En suma, como los paceños experimentaron la
formación de su identidad social a través de la fiesta de Alasitas, y cómo esta, con el
pasar de los años se convirtió en parte de su personalidad social.

Así mismo pudimos distinguir dos escenarios dentro de la festividad, su carácter


de fiesta y de feria al mismo tiempo. Este doble espacio permitió que creyentes y no
creyentes se integraran en las Alasitas fortaleciendo a la fiesta y contribuyendo a su
preservación. De igual manera ambos espacios constituyeron escenarios de la
modernidad y escenarios de la tradición.

VI
Introducción

Cada 24 de enero un movimiento inusitado recorre por las calles de la ciudad de


La Paz. A las 12 del mediodía se reúnen en calles y plazas, cerca de las iglesias,
creyentes de diversas clases sociales, adquieren diversos artículos en miniatura que
representan sus deseos materiales y espirituales, para ellos inicia el camino del rito de la
fortuna y el bienestar. Las 12 del mediodía es el momento mágico donde inicia su
camino, compran los deseos en miniatura, buscan un yatiri que haga el sahumerio y
luego, la bendición de la iglesia. Algunos intercambian las miniaturas, otros pagan sus
deudas, otros colocan sus billetitos a los pies de los santos, otros hacen challar sus
miniaturas del año pasado porque aún no se convirtieron en realidad, y otros hacen ritos
especiales a los pies del Ekeko: una misma creencia se realiza de diversas formas. Este
aspecto complejo de la fiesta fue la fuente de inquietud y curiosidad que nos movió a
hacer la presente investigación y a realizarnos la pregunta ¿siempre fue así? De esta
manera iniciamos nuestra investigación para movernos en el pasado e indagar el lento
movimiento de la tradición y su lucha constante con la modernidad.

En 2018 las Alasitas fueron declaradas Patrimonio Inmaterial de la Humanidad,


unos años antes se había recuperado la illa del Ekeko. Estos fueron incentivos
adicionales que nos movieron a realizar la investigación, e iniciar el camino para
contribuir al rescate de la memoria histórica de las Alasitas.

Para movernos por los caminos de la memoria histórica elegimos los periódicos
porque nos ofrecen una memoria seriada del pasado. Podemos decir, la que más
continuidad tiene y nos permite trazar una visión de largo espectro, pese a la carga
ideológica que expresa y los intereses de grupo que representan. Para remediar en algo
estas deficiencias tomamos una prensa variada, que expresen los diferentes puntos de
vista de la sociedad paceña, además de trabajos contemporáneos sobre la fiesta que nos
permitieron explorar datos adicionales sobre la fiesta.

1
Nuestro tema de investigación es la fiesta de las Alasitas y la compleja relación
entre tradición y modernidad que se mueven en su interior a través del tiempo. No
tocamos temas como el origen de la fiesta, pero si la percepción que tienen distintos
actores sobre su procedencia y raíz lejana. Creemos que el mantenimiento de los mitos
contribuye al reforzamiento de la identidad cultural.

Hemos dividido la investigación en cinco capítulos:

El primero trata sobre el marco teórico y contextual. En él trabajamos una serie


de definiciones como Alasitas, caricatura política, cultura popular, Ekeko, fiesta, illa,
ispalla, patrimonio cultural, rito, sincretismo, tradición y modernidad. Estos conceptos
nos ayudaron y sirvieron de guía al momento de analizar nuestras fuentes de
información. Además de los conceptos realizamos una breve reflexión sobre la historia
de los imaginarios sociales, la prensa paceña y describimos los trabajos más importantes
escritos sobre la feria de la miniatura. Este bosquejo bibliográfico intentó reflejar las
diferentes posiciones de la fiesta y nos ayudó a tener una idea general de la fiesta, los
discursos que se manejan y mantienen sobre las Alasitas.

En el capítulo segundo nos introdujimos a la fiesta haciendo una semblanza de


sus características en el siglo XIX. En este periodo encontramos los primeros periódicos
que describen la fiesta. Anteriormente solo tenemos referencias de viajeros y
exploradores que, en su paso por la ciudad de La Paz, trazaron algunas pinceladas de la
fiesta. Este estudio del siglo XIX nos permitió también introducirnos a la fiesta ritual y
su relación con otra festividad, la fiesta de nuestra señora la virgen de La Paz, que según
la leyenda tienen un vínculo muy cercano.

El tercer y el cuarto capítulo son los más largos pues trabajan la fiesta durante
todo el siglo XX. Desde los gobiernos liberales, pasando por la Guerra del Chaco, la
Revolución Nacional, las dictaduras militares, y retorno a la democracia en los años 80s.
Este largo capítulo nos permite observar con detenimiento, primero los cambios en la
fiesta entre los siglos XIX y XX, y luego el tránsito que lleva la fiesta en su afán de

2
cambio y permanencia, es decir, donde adquieren cuerpo las discusiones entre
modernidad y tradición.

Este largo periodo histórico es también donde la fiesta se consolida como fiesta
tradicional de los paceños. En esto observaremos como mientras otras festividades van
desapareciendo por diversos motivos, las Alasitas y su forma de celebración se
consolidan y expanden por el interior del país.

Finalmente, en el quinto capítulo trabajamos la fiesta en el siglo XXI, hasta


2018, que es tomado por nosotros como un hito histórico y límite de la investigación,
pues la Alasita es declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
Este periodo está marcado por la consolidación de la fiesta y su institucionalización, que
se refuerza con la Declaratoria, estableciendo una serie de normas para su conservación.
Al final de este capítulo hacemos una semblanza de la historiadora Carmen Beatriz Loza
que trabajó ampliamente en temas culturales, y fue fundamental, en la declaración de
Patrimonio Inmaterial de la fiesta.

Este largo recorrido histórico espera poder mostrar nuevas facetas de la fiesta
que no han sido tomados en cuenta en otros trabajos y contribuir de esta manera al
estudio de las expresiones culturales en nuestro país.

3
1. Justificación del Tema de Investigación

Este trabajo de investigación es un acercamiento a la fiesta de “Las Alasitas” de


finales del siglo XIX hasta 2018 cuando es declarada por la UNESCO, Patrimonio
Cultural Inmaterial de la Humanidad. Este estudio de larga duración se centra en la
imagen que proyecta la fiesta a través de la prensa paceña. Prensa que refleja opiniones,
omisiones, puntos de vista, muchas veces diversas unas veces a favor y otras en contra
de la fiesta, de un sector de la población con acceso a la educación y otros privilegios,
pero que nos transmite su relación con el mundo indígena, sus creencias, costumbres, y
cómo estas se van incorporando dentro su ideario nacional.

Esta investigación toca la fiesta desde dos puntos de vista: Primero, la tradición,
como elemento que intenta ser preservado, como componente singular de la fiesta,
contra todo intento de modernización de esta. En este sentido, la fiesta adquiere un
carácter representativo de la identidad indígena y paceña mestiza que quiere ser
preservada, como un anclaje del pasado en el presente, o como un congelamiento de
este, que proporcione sensación de dominio de uno mismo y de posesión de un espacio,
un pasado y de una identidad. La tradición se constituye en el argumento que permite
que la fiesta sea declarada como Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad, pues
cada año se recrea, siempre, bajo la misma lógica, bajo los mismos valores, sentimientos
y representaciones, que constituyen la esencia de fiesta. Pero ¿Cómo se manifiesta esta
tradición? ¿Qué características tiene? ¿Quiénes y bajo qué discurso se lo hace?

Segundo el discurso de la tradición no significa que la fiesta este anclada en el pasado,


ni que sus características la hagan poco plástica a los cambios constantes de la
modernidad, pero si compartimos la idea (que será desarrollada a lo largo de la presente
investigación), de que el discurso de la tradición es un filtro que no permite que ciertos
elementos de la modernidad la alteren sustancialmente.

La prensa identifica a la fiesta de la Alasita como el espacio propio del sector


mestizo-artesanal que se forma desde inicios del siglo XX, como refiere Paredes Candia

4
como “una clase social propia”1, mestiza, diferente a la indígena y la criolla, pero como
intermediaria de la sociedad preserva en la fiesta de la Alasita la expresión indígena, en
los símbolos que maneja (el Ekeko, las Illas, etc.), mezclándola con elementos propios
de la cultura occidental, como el cristianismo o la reproducción de las miniaturas que
reflejen los deseos de las personas citadinas. En este sentido se producen salones de
peinar, carnicerías, tiendas, sillas de dentista, etc., que representan los deseos de los
citadinos bajo la creencia indígena de la suerte.

Esta investigación pretende mostrar una otra forma de ver y estudiar la fiesta de
las Alasitas, desde la tradición (una tradición que no cambia aparentemente), y la fuerza
de la modernidad, que con su fuerza incontenible pide cambios y reformas que
modernicen el país. A lo largo de la investigación veremos, como estas dos fuerzas,
aparentemente, disimiles y opuestas se complementan una a la otra, funcionando en un
continúo diálogo que terminan por configurar las características actuales de las Alasitas
que hoy conocemos. Con la investigación se espera contribuir a los estudios históricos
sobre la fiesta; su estudio desde la larga duración nos permitirá apreciar los cambios,
continuidades y rupturas. En este sentido, el contexto urbano de la ciudad de La Paz nos
ofrece un espacio especialmente rico para estudiar una fiesta, de raíces indígenas que se
mestiza y urbaniza, a partir de la aquiescencia de sus pobladores citadinos.

2. Objetivos

Objetivo general

 Abordar de manera crítica y analítica la historia de las Alasitas a través de los


discursos de “tradición” y “modernidad”.

1
Roberto Paredes Candia, De La Tradición Paceña (Folklore y Tradiciones de La Ciudad de La Paz) (La
Paz: Librería Editorial Popular, 1982).

5
Objetivos específicos

 Definir las características propias que adoptó la fiesta de la Alasita a partir del
discurso de la tradición y cuanto esta influyó sirviendo de filtro en cuanto a que
llegaran unos cambios, por encima de otros.
 Determinar la influencia del sector mestizo-artesano urbano en la construcción de la
fiesta de la Alasita, en el discurso o participación política y en la formación de su
identidad social.
 Mostrar el proceso de la construcción de lo “nacional-popular” en la fiesta.
 Mostrar el rol de las instituciones estatales en la preservación de la fiesta de Alasitas.
 Enriquecer el acervo cultural para mejorar el inventario presentado a la Unesco en el
marco de la Declaratoria de Patrimonio Cultural de la Humanidad.

3. Preguntas de investigación

Para trabajar la presente investigación formulamos la siguiente pregunta que nos servirá
de guía en todo el proceso.

¿Cuál es la relación que se estableció y se entretejió a lo largo


del tiempo entre tradición y modernidad en la fiesta de Alasitas?

4. Hipótesis

El tema de la fiesta ha sido trabajado desde distintos enfoques, las Alasitas desde
su Declaratoria como Patrimonio Inmaterial también ha experimentado un creciente
interés por las diversas ramas de las ciencias sociales. Nuestra investigación le aporta al
fenómeno una dimensión temporal de espectro largo a la que incorporamos la discusión
sobre tradición y modernidad. A esta temática nos surgió la inquietud de conocer, cómo
se estableció la relación entre ambas en el tiempo que permitieron fortalecer la fiesta a

6
partir del pasado. A esta inquietud formulamos la siguiente hipótesis de trabajo que a
nuestro parecer explica este fenómeno:

En aquellos espacios culturales donde el discurso de la tradición


mantiene cierta rigidez, como en la fiesta de Alasitas, las formas
de la modernidad generan formas de adaptación y no de cambio.

5. Metodología y técnicas de investigación

Como parte de la estrategia metodológica se trabajará mediante una secuencia


temporal que aborde los hechos y procesos más importantes de la Historia de Bolivia,
que nos permita hacer un acercamiento a la influencia que puedan haber tenido en la
fiesta. La secuencia temporal sería la siguiente:

1930 - 1935 1971-1982 2009-2017


La Guerra del Chaco y la De Banzer a la reconquista de la
El Estado Plurinacional
emergencia del nacionalismo democracia

1900 – 1929 1952-1967 1985-2006


Establecimiento del liberalismo Nacionalismo revolucionario Neoliberalismo el Bolivia
y su visión de país

Dentro de esta secuencia temporal la investigación empleará los siguientes métodos


cualitativos:

7
1. Revisión y análisis hemerográfico que tenga que ver con:
 Noticias sobre la fiesta de “Alasita” y todas sus manifestaciones
 El discurso político que manejan los periodiquitos.
 Opiniones sobre la tradición, su significado y su relación con la modernidad.
 Aspectos o características de la fiesta y sus cambios en la larga duración.
 El imaginario social que implica el bienestar.
 El discurso social, que permita ver el imaginario de la sociedad paceña y sus
características.

2. Revisión y análisis de documentos (crónicas, relatos, fotos, etc., contemporáneos


con el tema), que tengan que ver con:
 Estructura de la sociedad
 La Alasita en todas sus manifestaciones
 Situación de los mestizos a lo largo del siglo XX, su variabilidad, cambio
y permanencia.
 Discursos construidos acerca de la tradición y la modernidad.
 Discursos sobre la política coyuntural.
 Decretos, ordenanzas y todo documento legal que haga alusión a la
reglamentación, sanciones, etc., de las fiestas de la Alasita.

8
Capítulo 1: Marco teórico y contextual

1. Definiciones

Alasita

Etimológicamente, el término “Alasita” proviene de la raíz Alaña, que según


Bertonio significa, tanto “comprar o vender, según fuere la construcción, con -ru es
vender, con -na es comprar”2. Siendo entonces la palabra más cercana “Alasiña”, que
quiere decir “comprar”3. En la gramática aymara trabajada por Félix Layme, Alasita
significa “cómprame”, seguidamente el autor hace referencia a la tradicional feria anual
“de miniaturas que se realiza en la ciudad de La Paz, cada 24 de enero, en honor al dios
de la abundancia (ekeko)”4. La Alasita sería entonces una fiesta donde se exhiben y
adquieren miniaturas (illas) que luego obtendrán una carga mágica si siguen en rito5 para
llamar a la prosperidad que el o los objetos representan.

En ambos casos la vinculación entre la etimología y la fiesta se complementan,


siendo la fiesta de la Alasita, una festividad de la exhibición y compra de los productos
rituales (illas), necesarios para reproducir la fertilidad, la adquisición y reproducción de
los bienes materiales.

Actualmente el término “Alasitas” denota la festividad de la miniatura. En el


diccionario de Antropología Boliviana de Szabó, Alasita aparece como la fiesta dedicada
al “Iqiqu”6. Inmediatamente la autora nos remite, brevemente, a la historia de la fiesta
desde el momento de su traslado a enero, posterior al cerco a La Paz y la rebelión de
Tupak Katari, para hacerla coincidir con la fiesta de Nuestra Señora de La Paz. Este

2
Ludovico Bertonio, Vocabulario de La Lengua Aymara, ed. Radio San Gabriel. Instituto Radiofónico de
Promoción Aymara. (Lima: Radio San Gabriel, 1612), 309.
3
Ibid.
4
Félix Layme Payrumani, Diccionario Aymara, 5ta edició (La Paz: Alquimia, 2015), 18.
5
En el inventario adjunto a la postulación de la fiesta de las Alasitas ante la Unesco para ser Declarada
como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, afirma que el rito estaría compuesto por 7 momentos: 1.
Búsqueda y adquisición; 2. Ch’alla; 3. Bendición; 4. Conteo de dinero y exposición; 5. Pago de la deuda;
6. Peticiones; y 7. Festejo.
6
Henriette Eva Szabó, Diccionario de La Antropología Boliviana (Santa Cruz: Aguaragüe, 2008), 37–38.

9
hecho iniciaría según la autora el proceso de sincretismo religioso de la fiesta, cuyo
objetivo sería ejercer más control sobre los grupos indígenas.

Para esta investigación tomamos como guía, la definición realizada por el


Ministerio de Culturas y Turismo, y su documento oficial para la declaratoria de
Patrimonio Cultural de la Humanidad “La Alasita y Sus Itinerarios Rituales En La
Ciudad de La Paz”, según la cual, la Alasita es una “manifestación cultural, social y
económica de origen paceño, que se celebra en la ciudad de La Paz, El Alto y otras
ciudades de Bolivia”7. En este sentido, entendemos a las Alasitas con una doble
connotación: es, por un lado, una fiesta, con características rituales, culturales y sociales,
donde se busca el bienestar material y espiritual a partir de la conversión de las illas en
objetos reales. Por otro lado, es una manifestación económica, que se expresa en forma
de feria, donde los distintos sectores artesanales que la forman pueden exponer sus
productos.

Como fiesta tiene origen indígena ancestral, según Posnansky (1942), tiene
origen en Tiwanaku y se realizaba cada 22 de diciembre, en la cual se “realizaban
rogativas a sus deidades para que les traiga buena suerte, ofreciendo objetos en
miniaturas de cuanto deseaban poseer o alcanzar”8, en la realidad de su vida cotidiana.
Diez de Medina (1952) afirma igualmente, que cada 22 de diciembre se agasajaba “al
diosecillo kolla (…) en fecha que correspondía al solsticio de verano y al comienzo del
año agrícola para los aymaras”9. Desde 1782 según Zacarías Monje (1948), por un
decreto del gobernador Segurola habría sido transferida al 24 de enero, para coincidir

7
Ministerio de Culturas y Turismo. Estado Plurinacional de Bolivia, “Postulación ‘La Alasita y Sus
Itinerarios Rituales En La Ciudad de La Paz’” (La Paz, 2015), 6.
8
Arturo Posnansky, “El Ekeko (Alasita) Contribución Al Folklore Boliviano,” Boletín de La Sociedad
Geográfica de La Paz (La Paz, July 1918).
9
Federico Diez de Medina, “El Ekeko, Diosecillo Tutelar Predilecto de Los Aimaras,” Ultima Hora, July
15, 1952.

10
con los festejos de la virgen de Nuestra Señora de La Paz10. Con el tiempo esta fiesta
adquirió mayor fuerza, llegando a invisibilizar a la fiesta católica.

En esta fiesta se ofrecen diversos objetos en miniatura, con carácter ceremonial,


llamando la buena suerte, pero también, la festividad tiene un sentido comercial, pues
los otros artículos que se ofertan y venden (ropa, comida, muebles, etc.), hacen que
adquiera su carácter de feria, con un claro sentido mercantil.

Las “Alasitas” reconstruyen espacios rituales vinculados con la fertilidad y la


buena suerte, a través de un complejo sistema de creencias basados en objetos en
miniatura, que tienen la particularidad de ser adquiridos cada 24 de enero a las 12:00 del
mediodía, para ser ch’allados, bendecidos y que serán finalmente quemados en la fiesta
de San Juan, para que “las divinidades andinas reciban las miniaturas como pago y las
mismas se materialicen”11. En este sentido, reproduce elementos culturales con los
cuales se afianzan los vínculos sociales en la comunidad. Como Manifestación cultural,
social y económica, la Alasita es capaz de ampliar su significado a una serie de
actividades conexas, como la producción artesanal artística, la venta de comida, enseres
para el hogar, ropa, etc., las suertes, que vienen a complementar el espacio ritual, aunque
no sean el centro de este.

Para finalizar podemos afirmar que ha experimentado cambios en su significado.


Si bien en un inicio partimos por la etimología de la fiesta, según la cual significaría
“comprame”, recientemente esta idea ha sido puesta en entredicho, y reemplazada,
aunque no expresada abiertamente, por la idea del “intercambio”. Esta idea ha sido
reintroducida según la municipalidad para fortalecer su esencia mágica, donde los
objetos mágicos (illas) no se compran sino, se intercambian, regalan u obsequian. De
esta manera se rompe el sentido mercantil de la fiesta y se reemplaza por una concepción
más cercana a la cosmovisión andina.

10
Zacarías Monje Ortíz, “Costumbre Sociales de La Época Colonial y de Los Primeros Tiempos de La
República,” in La Paz En Su IV Centenario 1548-1948. II Monografía Histórica (Lima: Comité Pro
Centenario de la Fundación de La Paz, 1948), p. 87.
11
Ministerio de Culturas y Turismo. Estado Plurinacional de Bolivia, “Postulación ‘La Alasita y Sus
Itinerarios Rituales En La Ciudad de La Paz’” (La Paz, 2015), p. 8.

11
Caricatura política

Para abordar el tema de la caricatura política partimos de la definición de Carlos


Abreu sobre la caricatura periodística, según el cual:

(…) es un género iconográfico de opinión, a través del cual el autor presenta la


interpretación de algo gracias al auxilio de recursos psicológicos, retóricos y/o
plásticos, potenciados muchas veces por un texto breve. Además, tiene un
propósito crítico y a veces editorial12.

La caricatura política, tiene además la función de acercar a la sociedad, desde un


espíritu crítico, a la coyuntura política, apuntando al análisis, reflexión e interpretación
de la sociedad, desde el humor en pocas imágenes. Al respecto Juan Carlos Torrez,
diferenciando entre la caricatura y el dibujo de humor, afirma que el dibujo de humor
tiene por objetivo el “humor por el humor”, mientras que la segunda nos remite
“inmediatamente al destaque de los rasgos faciales”13, y si le añadimos la palabra
“político”, su significado se amplía en cuanto nos invita a reír, al tiempo de
introducirnos a la arena política. Citando a Santis afirma que el dibujo de humor o
caricatura políticos “está en condiciones de decirnos muchas cosas más de una sola vez
que la imagen realista: ella deforma caricaturizando los rasgos más significativos. Es
decir, nos simplifica la comprensión de la imagen (…)”14.

Juan Carlos Torrez, además de identificar a la caricatura política desde el punto


de vista reflexivo-crítico de la sociedad política nos muestra algunos rasgos o
características complementarias:

 Simplificación visual, impacto con los mínimos trazos, exagerando lo relevante-.


 Ridiculización, agresión y degradación no siempre pero sí mayoritariamente.

12
Carlos Abreu, “Periodismo Iconográfico. Hacia Una Definición de Caricatura,” Revista Latina de
Comunicación Social VII, no. 40 (2001),
http://www.ull.es/publicaciones/latina/2001/latina40abr/102cabre uVII.htm., p. 1.
13
Juan Carlos Torrez Bautista, “Historia de La Caricatura Política En Bolivia (1961-1971). El
Pensamiento Político de Pepe Luque y Cascabel” (Universidad Mayor de San Andrés, 2007), p. 24.
14
En Torrez, 2007, p. 24.

12
 Moralidad, defensora de derechos, fuente de denuncias, pensamiento crítico.
 Exageración, deformación de rasgos.
 Una idea, una opinión y intencionalidad ya sea de elogio o de crítica.
 Realidad, fantasía y deformación de la realidad.
 Intertexto, juego entre lo visual y textual, imagen y palabra.
 Actualidad, tiempo y lugar, contexto conocido.15

Cultura popular

Para objeto de esta investigación utilizaremos la definición que nos ofrece Simon
Frith sobre cultura popular, el cual la define de la siguiente manera:

La cultura popular, en una palabra, es esa cultura que expresa los valores
estéticos, ideológicos, hedonistas, espirituales y simbólicos de un determinado
grupo de personas; podemos leer esos valores en prácticas, textos y objetos
populares16.

La cultura popular puede leerse en términos cuantitativos y cualitativos. En el


primer caso, los objetos (discos, comida, ropa, etc.) son vendidos en cantidades
relativamente altas; en el segundo caso, estos bienes deben ser consumidos de cierta
forma, que los diferencian de manera que sean distintos al consumo de la denominada
elite. En este sentido, cuando hablamos de las Alasitas son importantes ambos aspectos.
Nos acercamos a la idea de cultura de masas, cuyos productos gustan y son adquiridos
por una cantidad importante de personas, pero también que los objetos que se obtienen,
tienen o guardan un sentido ritual, un “sentido” que va más allá de lo utilitario que
puedan representar. Negocios en miniatura, certificados de trabajo, de salud, gallos y
gallinas, materiales de construcción, casitas, coches, miles de billetitos, etc., guardan un
sentido espiritual y simbólico, de aquí que la cultura de las Alasitas sea popular.

15
Ibid., p. 9.
16
Payne, Diccionario de Teoría Crítica y Estudios Culturales, p. 125.

13
Otro aspecto es a quien está dirigido, o quien produce y termina por consumir un
determinado bien, es decir, el pueblo. Para John Street, el pueblo es una noción
discursiva y política, que implica la aceptación de unos grupos sociales y el rechazo de
otros, de aquí que quienes forman al llamado pueblo sea heterogénea, y pueda incluir a
clases medias, bajas y altas17. Esto implica que se pueda incluir o rechazar a
determinados sectores de la sociedad, así, por ejemplo, para unos el pueblo estará
constituido por obreros, profesionales, artesanos, clases medias, etc., mientras excluye a
las denominadas “oligarquías”. Sin embargo, cabe aclarar que la construcción del
denominativo “pueblo” depende de quién o quiénes sean los constructores del discurso.
El constructor de la narrativa puede incluir a determinados grupos de la oligarquía, negar
otros, incluir a artesanos pero negar a obreros de determinada industria, etc. Partiendo de
esta idea se puede afirmar que el concepto mismo parte de un razonamiento
discriminatorio pues necesariamente tiende a excluir a una parte de la población. En este
sentido la cultura adquiere carácter político cuando se la identifica con un tipo de pueblo
en específico.

Para John Street esta cultura popular se identifica además con la construcción de
una identidad colectiva, en tanto busca la inclusión de los rasgos culturales de la
mayoría.

“Cultura popular” puede usarse, entonces, para describir aquellas mercancías,


aquellas actividades, aquellas instituciones simbólicas que produce el pueblo, es
decir que producen una forma determinada de identidad colectiva, un conjunto
determinado de actitudes y valores, una clase determinada de reconocimiento,
un sentido determinado de pertenencia. La cultura popular, en este sentido, tiene
obvias implicaciones y efectos en las categorías sociales de nación, raza, género,
clase, edad y gusto18.

La cultura popular adquiere un carácter político de construcción de un público


nacional, de todos, y es aquí donde, nosotros pensamos, se articula con los discursos de

17
John Street, Política y Cultura Popular (Madrid: Alianza, 2000).
18
Payne, Diccionario de Teoría Crítica y Estudios Culturales, p. 125.

14
“mantenimiento de la tradición”, pues es la tradición la que garantiza la existencia de
elementos culturales que hacen a una identidad nacional y “popular”.

Esta idea de “mantener la tradición” lo más pura posible adquiere características


políticas cuando se las vincula con la identidad nacional. Se forman discursos por
ejemplo de “mantener a la fiesta lo más pura posible”, “impedir la venta de objetos
extranjeros” o “rescatar la tradición”. El discurso es importante, creemos, para el
mantenimiento de la esencia de la fiesta de Alasitas.

Ekeko

El tema del Ekeko es bastante complejo. Aunque la investigación no toca o


profundiza el tema, no podemos distanciarnos de esta importante figura. En este sentido,
buscamos y consultamos diferentes fuentes documentales para acercarnos al personaje.
De entre la bibliografía consultada nos quedamos con la definición de Jedú Sagárnaga,
que la considera como una figura masculina diminuta, una illa, dispensador de bienes
materiales, de la abundancia y la fertilidad; es, un “Espíritu multiplicador de los
animales. Por extensión, se denomina así a un pequeño amuleto o talismán zoomorfo y/o
antropomorfo facturado en material lítico. En la cosmovisión andina tiene poderes
sobrenaturales”19.

Su grafía puede cambiar, en algunas ocasiones se lo encuentra como Iqiqu, otras


como Ecaco, Ekako o Ekekho, esta última su forma más castellanizada. Según Szabó,
las primeras representaciones que se encontraron fueron en piedra y metal, datan del
período incaico. Citando a Bedoya dice: “se le daba la forma de hombre sonriente, con
los brazos abiertos y órganos sexuales prominentes. Las crónicas (…) dicen que las
jóvenes aymaras al llegar a la pubertad, le rendían homenajes en medio de besos y

19
Jédu Sagárnaga Meneses, Breve Diccionario de La Cultura Nativa En Bolivia (La Paz: Producciones
CIMA, 2002), p. 177.

15
caricias y le pedían gracias para su futuro hogar”20. Durante la colonia se habría
prohibido su adoración por la imagen sexual que tenía, pero fue permitido según Szabó
luego de la derrota de Tupac Katari en 178121. Se lo asocia con Tunupa a partir de la
definición que Bertonio hiciera de él “nombre de uno de quien los indios antiguos
cuentan muchas fábulas: y muchos en este tiempo las tienen por verdaderas: y así sería
bien procurar deshacer esta persuasión que tienen, por embuste del demonio” (sic.)22.
Del Ekeko, en lo posterior se han tejido muchas fábulas y leyendas, sin embargo,
siempre aparece asociado a la abundancia de bienes materiales y la fertilidad, lo que lo
hace el centro de la festividad de Alasita:

(…) un ser mágico dispensador de bienes y de la abundancia, estas funciones se


conservan hasta hoy, a pesar de los cambios en su representación, se considera
el como portador de la buena fortuna, por lo tanto, en la fiesta de “Alasitas” se le
cuelgan todos los objetos que uno desea tener, también se le asigna poder sobre
la fertilidad y de las uniones sexuales23.

La prensa se refiere a él como diocesillo aymara o dios de la abundancia, sin


embargo, consideramos que es una afirmación un tanto exagerada y errada, que enmarca
una visión occidental de la religión, en la que existen fuerzas contrapuestas, el bien y el
mal, y en la que existe un enfrentamiento constante que necesariamente llega con la
victoria de uno y la derrota del otro. Cada una de estas fuerzas además representa una
jerarquía de dioses, desde los superiores hasta los inferiores (llamados héroes, hijos de
un dios y una madre humana).

En la cosmovisión aymara esta dicotomía antagónica y jerárquica de dioses no


existe, sino por el contrario un deseo de búsqueda del equilibrio y armonía. Si
comprendemos la cultura aymara tomando como referencia a Hans van den Berg,
comprenderemos que su cosmovisión se ha formado en base a su experiencia y

20
Henriette Eva Szabó, Diccionario de La Antropología Boliviana (Santa Cruz: Aguaragüe, 2008), p. 336.
21
Ibid.
22
P. 337.
23
P. 336.

16
percepción del universo como una totalidad24, donde todos los elementos se encuentran
relacionados entre sí. Esta visión es fundamental para comprender al Ekeko no como un
dios aislado que concede un beneficio determinado, sino como un “espíritu
multiplicador” parte importante de una fiesta integral.

En la investigación, la prensa, que representa una determinada visión del mundo


citadino “más occidental”, comete creemos este error, de reproducir una jerarquía de
deidades en la fiesta de Alasitas, donde el Ekeko es el dios benefactor que termina
concediendo los deseos de su portador. Sin embargo, esta forma de entender la fiesta ha
cambiado en las últimas décadas dándole el sitio “espíritu multiplicador”, como refiere
Sagárnaga.

Este problema, creemos que se debe a tratar de entender otra racionalidad (otra
forma de comprender el mundo), bajo nuestra propia racionalidad25. En esto debemos
decir existen cambios en el sistema de creencias que provocaron fenómenos como la
urbanización, el éxodo rural, el desarrollo de la instrucción, los cambios económicos y
políticos de la ciudad, etc., que influyeron a la hora de analizar el mundo de las creencias
aymaras; sin embargo, estas no cambiaron fundamentalmente. Como afirma Gurvitch,
citado por Bastide, el tiempo en el sistema de creencias transcurre en “cámara lenta” 26,
por ello consideramos que a pesar del ajetreado ritmo que la sociedad paceña (altamente
politizada) le impuso a la fiesta, los cimientos o bases de la creencia de las Alasitas
siguen siendo actualmente, muy fuertes.

Retomando van den Berg y las tres grandes dimensiones de la cosmovisión


aymara (la naturaleza, la sociedad humana y la sociedad extra-humana), consideramos
que la armonía se logra no solamente cuando hay equilibrio en cada componente del
universo sino también cuando hay un equilibrio entre ellos mismos:

24
Hans Van den Berg, La Tierra No Da Así Nomás. Los Ritos Agrícolas En La Religión de Los Aymaras-
Cristianos (La Paz: HISBOL, 1990), 157.
25
Roger Bastide, Antropología Aplicada (París: Amorrortu, 2009), 7.
26
Ibid., p. 16.

17
Equilibrio entre la sociedad humana y la naturaleza: si el hombre respeta a la
naturaleza reconociendo las características propias de su vida y sus ritmos y si
se adapta a ellos, la naturaleza mantendrá su equilibrio y dará al hombre lo que
él quiere recibir de ella27.

Fiesta

Para el siguiente trabajo de investigación se toma el concepto de fiesta de Lorena


Campo de su “Diccionario Básico de Antropología”, según la cual es una:

Celebración de un evento considerado relevante para la comunidad, de manera


pública o privada. El momento designado para la fiesta se establece como una
ruptura con el tiempo cotidiano, paralizando, parcial o totalmente, las
actividades diarias comunes. Se la suele acompañar con diversos rituales como
bailes, discursos, alimentos especiales, etc.

La fiesta constituye una excelente oportunidad para convocar y estrechar los


vínculos de una comunidad, crear elementos simbólicos y redistribuir los
excedentes28.

Illa e ispalla

Trabajamos estos dos conceptos juntos por su similitud y cercanía.

Sobre la Illa nos basamos en el concepto de Jedú Sagárnaga en su diccionario


sobre de la cultura nativa en Bolivia. Según el autor significaría:

Espíritu multiplicador de los animales. Por extensión, se denomina así a un


pequeño amuleto o talismán zoomorfo y/o antropomorfo facturado en material
lítico. En la cosmovisión andina tienen poderes sobrenaturales. Para algunos
autores de origen andino “illa” equivaldría más o menos a restos materiales o
“ruinas”. También objeto o espacio sacralizado. Representación objetiva del
espíritu que todos los seres poseen29.

27
Van den Berg, La Tierra No Da Así Nomás. Los Ritos Agrícolas En La Religión de Los Aymaras-
Cristianos, 159.
28
Lorena A. Campo, Diccionario Básico de Antropología (Quito: Ediciones Abya-Yala, 2008), p. 83.
29
Sagárnaga Meneses, Breve Diccionario de La Cultura Nativa En Bolivia, 177.

18
La Illa sería entonces un talismán, una representación pequeña tallada en piedra
que representa simbólicamente al mundo y que posee magia. Al ser multiplicador de
animales se lo vincula con la fertilidad y la prosperidad. Cabe recordar que las Alasitas
inicialmente se celebraban en diciembre, el 22, como una suerte de fiesta que daba inicio
al ciclo agrícola aymara. Para su celebración se hacía la fiesta de las illas, buscando que
la producción sea buena y abundante en el año. Esta relación se rompe con su traslado,
aunque no propiamente la esencia de su significado. Las illas siguen representando
simbólicamente la multiplicación de los deseos, aunque ahora se la vincula con los
deseos citadinos (títulos, casitas, autitos, billetitos, etc.).

En cuanto al término de Ispalla, no pudimos encontrar su significado en ningún


diccionario de Antropología boliviana, pero si en la prensa, lamentablemente esta no
registra un autor al cual atribuirle la autoría por lo que solo daremos una referencia
general.

Ispalla. Son representaciones del mundo natural: animales y vegetales, como


aspiración de la fertilidad de la tierra y la multiplicación del ganado. En la
actualidad se conservan algunas ispallas en la “Alasita” como las semillas y
algunos animales como el sapo de la prosperidad30.

Mientras las illas harían referencia a objetos que tienen una carga mágica y se los
utiliza para representar a la realidad y atraer la fortuna o el bienestar que el objeto
representa, las ispallas harían referencia al mundo rural estando relacionadas con los
animales y vegetales. En este sentido, tendría un carácter más limitado pero específico
acerca del bien que se quiere atraer. En ambos casos, las miniaturas por sí mismas no
tienen o comportan esa carga mágica que hará que se vuelvan realidad, por lo cual es
necesario que la adquieran mediante la ch’alla y sahumerio. Según Vania Oros estas
“miniaturas se cargan de energía y fuerza para intensificar y reforzar sus mensajes

30
La Razón, 25 de enero de 2009: A16.

19
(Stensrud, 2010) o lo que Ingold (1996) llama agencia, es decir, materia energizada,
materia que está viva”31.

Cabe decir que el rito por el cual las illas cargan la energía de esta materia viva,
en las Alasitas es más complejo, pues depende del rito que sigan los creyentes. A lo
largo de la investigación veremos como se ritualiza la fiesta a partir de una suerte de
sincretismo en la que los creyentes asisten cada 24 a medio día, después de haber
adquirido las illas, a las iglesias más cercanas para hacerlas bendecir, luego, buscan al
yatiri para la ch’alla respectiva (este orden puede invertirse). Otros añaden nuevos ritos
como hacer pasear a sus ekekos, hacer ch’allar las miniaturas en la estatua del ekeko del
campo ferial, depositar las miniaturas a los pies de los santos en las iglesias,
intercambiar miniaturas, o esperar a San Juan para quemar lo adquirido.

Patrimonio Inmaterial de la Humanidad

Para trabajar el tema del Patrimonio Inmaterial decidimos hacerlo siguiendo la


Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, aprobada por la
Unesco el 17 de octubre de 2003, según la cual en su artículo segundo dice:

1. Se entiende por “patrimonio cultural inmaterial” los usos, representaciones,


expresiones, conocimientos y técnicas -junto con los instrumentos, objetos,
artefactos y espacios culturales que les son inherentes- que las comunidades,
los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte
integrante de su patrimonio cultural. Este patrimonio cultural inmaterial, que
se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por
las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la
naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y
continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad
cultural y la creatividad humana. A los efectos de la presente Convención,
se tendrá en cuenta únicamente el patrimonio cultural inmaterial que sea
compatible con los instrumentos internacionales de derechos humanos

31
Varinia Oros Rodríguez, Alasitas. Donde Crecen Las Illas, Primera (La Paz: Museo Nacional de
Etnografía y Folklore, 2017), 12.

20
existentes y con los imperativos de respeto mutuo entre comunidades,
grupos e individuos y de desarrollo sostenible32.

De este primer punto la Convención aclara que lo que se entiende por Patrimonio
se manifiesta en los siguientes ámbitos:

a) tradiciones y expresiones orales, incluido el idioma como vehículo del


patrimonio cultural inmaterial;

b) artes del espectáculo;

c) usos sociales, rituales y actos festivos;

d) conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo;

e) técnicas artesanales tradicionales33.

De esta manera la Unesco nos ofrece un amplio panorama por el cual explorar
las distintas manifestaciones culturales expresadas en distintos países. Únicamente
establece como límite la compatibilidad con los derechos humanos, el respeto entre
comunidades, grupos e individuos y el desarrollo sostenible. Las “Alasitas” ingresan en
este ámbito como una práctica ritual que responde a un conjunto de creencias sobre la
prosperidad y la abundancia; en nuestro caso, el inciso c, del segundo punto.

Rito

El rito es fundamental, a nuestro entender, para comprender la fuerza de la fiesta


de Alasitas, por este motivo lo incluimos en nuestro marco conceptual. La definición fue
tomada del “Diccionario básico de antropología” de Lorena Campo, que lo entiende de
la siguiente manera:

El rito es la celebración y actualización de un mito: hace que el mito se haga


presente y eficaz. Por este motivo el rito es repetitivo: la manera de su ejecución
no depende de la creatividad de quien lo ejecuta34.

32
Unesco, “Convención Para La Salvaguardia Del Patrimonio Cultural Inmaterial” (2003), artículo 2.
33
Ibid.
34
Campo, Diccionario Básico de Antropología, 143.

21
Aunque el rito no siempre forma exclusiva y únicamente del campo religioso,
pues en nuestra vida cotidiana la reproducimos mientras transcurre nuestra vida, es en
este campo donde se expresan las actitudes míticas, de renovación constante. Por este
motivo, la misma autora toma del planteamiento de Radcliffe- Brown sus rasgos
distintivos:

(…) es un lenguaje de contacto con lo sagrado, de significado simbólico


(polisémico), pero expresado con palabras claras. El mito además, exhibe
regularidad estandarizada con formas fijas, que buscan manifestar fines sociales,
transmitidos tradicionalmente y que provocan conformidad de actitud a partir de
la participación colectiva35.

El rito juega un rol fundamental en tanto muestra el deseo y anticipa su


obtención. De alguna manera determina y encamina su vida. En las Alasitas su
cumplimiento pretende garantizar la obtención de pareja, familia, bienes materiales,
salud, una profesión, un negocio, etc. El mérito de esta forma de vida es que hace
funcional su propia existencia, permiten al individuo madurar en el entorno social y
tomar un horizonte de vida. Es podemos afirmar, otra forma de racionalidad, donde lo
afectivo toma mayor importancia y dirige la vida.

Sincretismo

El tema del sincretismo es bastante complejo. Inicialmente seguimos dos


caminos, el primero de Thomas Barfield36, que lo considera como un proceso de cambio
cultural que se desencadena a partir del encuentro de dos o más culturas autónomas,
donde se relacionan, una cultura donante y otra receptora, que adapta ciertos elementos
culturales de la cultura más fuerte. Aquí entendemos tendríamos una suerte de
imposición cultural de una, la más fuerte, sobre la otra, la más débil.

35
Ibid.
36
Thomas Barfield, Diccionario de Antropología (Mexico DF: Siglo XXI, n.d.).

22
El segundo camino lo trazamos a partir del razonamiento de Marc Augé37 (s.f.),
según el cual, es un proceso continuo y conflictivo de elementos culturales que buscan
sobreponerse unos a otros para encontrar y fundirse en una síntesis que no permita hacer
una diferenciación por su origen. Debe reflejar algo nuevo y no la simple suma de
factores, ni la consecuencia inevitable de la sobre posición de la cultura “más fuerte”
sobre la débil, o de la conquistadora sobre la conquistada. En este sentido, el
sincretismo:

(…) nace en contextos de contacto, de ruptura y de conflicto: cuando se toma de


la religión exterior elementos que puedan revitalizar la religión local y hacerla
más apta para poder manejar el nuevo contexto38.

En este segundo caso, el sincretismo es un proceso de armonización que dará


como resultado algo nuevo, pero esto solo aparece después de choques culturales, donde
se da la primacía una cultura sobre otra. Otro elemento importante que menciona el autor
es su fuerte relación con la identidad, de grupo y personal, en tanto se encuentra en
discusión el nosotros como comunidad coherente y el yo, como sujeto individual ante el
mundo. En este sentido, la relación del “yo” con relación al “otro”, es fundamental en
los choques culturales y el proceso sincrético.

En ambos casos (tanto en el de Barfield como el de Auge), nos encontramos ante


la emergencia de algo nuevo que surge a partir del conflicto. El enfrentamiento marcaría
la ruptura en el sistema de creencias culturales.

Vistas estas referencias nos preguntamos si en las Alasitas se dio un fenómeno


sincrético, o si las Alasitas son una fiesta sincrética. La respuesta que nos dimos fue no,
que no es una fiesta sincrética. En la fiesta encontramos tanto una dimensión autóctona
como una dimensión cristiana, no una mezcla de ambas. Por ejemplo, el espacio de
celebración suele darse en la feria que se instala, generalmente, en espacios cercanos a
las iglesias, pero no es definitorio para haya o no Alasitas. Con la aparición del campo
ferial su presencia se ha vuelto relativa. Sucede igual con la bendición. No todos los que

37
Marc Auge, “Los Sincretismos,” Documento Inédito, n.d.
38
Ibid.

23
siguen el rito del 24 de enero, buscan siempre el auxilio del sacerdote para la
consagración de sus miniaturas con agua bendita. En cuanto a las características aymaras
de la fiesta, estas se han fortalecido en los años recientes. La repatriación de la Illa de
Berna y la Declaración como Patrimonio Intangible, por la Unesco, se esta buscando
autentificar la fiesta, de ahí que se hable de la “fiesta del intercambio de illas” y ya no
tanto del “comprame, comprame”. La estructura básica de la fiesta podemos afirmar
sigue siendo ancestral.

El único espacio de alteración de la fiesta que encontramos fue el cambio que se


hizo de diciembre a enero. El hecho que se celebrara en diciembre lo marcaba y
acercaba a los ritos agrícolas, su verdadera esencia y sentido inicial. Al cambiarlo a
enero, si bien la esencia de la representación de las illas se ha mantenido, su vínculo
agrícola se ha ido perdiendo, acercándolo más a la cultura urbana. Este traslado
obedecía, si seguimos las fuentes, al deseo de sincretizar la fiesta con la celebración
cristiana de la fiesta de la Virgen de Nuestra Señora de La Paz, cosa que no se consiguió.

Tradición y modernidad.

Tradición y modernidad son como las dos caras de una misma moneda. Aunque
evocan contrariedad y disonancia, ambas se encuentran en un mismo discurso o en una
misma problemática, la relación social que evocan con el pasado y la proyección con el
futuro, en la sociedad histórica. Para efectos de esta investigación se toma la definición y
características de Poullion, tomado por Bonte & Izard, según el cual, la tradición se
define como “lo que persiste del pasado en el presente, donde se transmite y sigue
actuando y siendo aceptada por los que la reciben y, a su vez, al hilo de las generaciones,
la transmiten”39. Esta transmisión es selectiva y solo se otorga lo suficiente para que el
grupo social forme una identidad colectiva duradera. No se justifica en la racionalidad
necesariamente sino en la “creencia” de que es correcta y buena. Toda esta forma de
39
Bonte; Michel Izard Pierre, Diccionario de Etnología y Antropología (México D.F.: Akal, 2000), p.
709.

24
reivindicación histórica es lo que denominamos “cultura” por lo que toda cultura es
“tradicional”.

Incluso cuando pretende ser nueva, rompiendo con un pasado mantenido hasta
entonces, incluso cuando pretende, y quizá así es, haber salido de su presente,
tiende a perpetuarse, a convertirse en una tradición que por lo tanto no
desmentirá la definición inicial40.

Otra característica es la inconciencia y el mundo implícito en el que se mueve la


tradición; en el actuar mecánico sin necesariamente preguntar sobre si las razones son
valederas o no, en este sentido la tradición se mueve en el mundo del sentimiento y las
pasiones, por lo que adquiere un carácter etnocéntrico, pues “No es posible ver en uno lo
que no se puede dejar de ver en el otro, se atribuye lo que se niega”41.

Esto sucede también cuando la enfrentamos a su antagonista, la modernidad (de


la que hablaremos más adelante), que la observa con similares ojos etnocéntricos:

(…) el término "tradicional" parece encerrar una visión etnocéntrica: todo lo que
no es de la sociedad industrial, capitalista, de la sociedad "moderna", en
resumen, todo lo que no es igual a ella se encierra en el "cajón" de lo
"tradicional", que reviste de hecho una carga de no cambio, de inmanencia y de
irracionalidad42.

Otra característica de la tradición es, su forma de transmisión, que se da mediante


dos formas: la oral y la escrita. En el primer caso, se crean diversas versiones acerca de
un mismo mito, leyenda, etc., pero del cual todos creen que es el mismo, por lo que no
existe un modelo a repetir de forma idéntica siempre. La normalización de lo oído se
realiza a través de la escritura, pero en su tránsito se requiere el olvido, mediante la
selección y reorganización de la memoria; de esta manera, paradójicamente la escritura
se convierte en el factor de rigidez de la tradición:

La paradoja de la escritura es por lo tanto hacer simultáneamente hacer posibles


la rigidez de la tradición y la aparente capacidad de cambio: para querer

40
Ibid., p. 710.
41
Ibid.
42
Rossana Barragán, “Entre Polleras, Lliqllas y Ñañacas. Los Mestizos y La Emergencia de La Tercera
República,” Etnicidad, Economía y Simnolismo En Los Andes: II Congreso Internacional de Etnohistoria,
1992, p. 3.

25
transformarse, tanto como para rehusar hacerlo, hay que conservar el pasado, y
la escritura es lo que mejor permite hacerlo43.

La modernidad, por otro lado, en su sentido amplio se la asocia con la idea


contraria a la tradición, lo clásico o lo antiguo, haciendo un corte en el presente, para
proyectar el futuro (incierto) por sobre el pasado. Según Payne, se la asocia a la
industrialización, secularización, burocracia y a la ciudad44. Tönnies la encuentra como
un pasaje entre la sociedad de comunidad (Gemeinschaft), a la individualidad anónima
(Gesellschaft), mientras que Weber, la trata como un proceso “generalizado de
racionalización y desencantamiento”. Todas estas forman las características de la
modernidad. No obstante, cuando nos aproximamos a la temporalidad histórica, Payne
nos muestra el papel dual que desempeña: por un lado, designa la contemporaneidad de
una época precisa, pero también, la registra como una temporalidad cualitativamente
nueva, que distancia al presente del pasado, produciendo tres características:

a. Valoración exclusiva del presente histórico sobre el pasado, del que es negación y
trascendencia, además de ser el punto de vista desde el cual se periodiza y comprende la
historia como totalidad.
b. Apertura hacia un futuro indeterminado, caracterizado solamente por su eventual
trascendencia con respecto del presente histórico y su relegación de este presente a un
futuro pasado.
c. Tendencia a la eliminación del presente histórico mismo, como punto evanescente de
una transición perpetua entre un pasado siempre cambiante y un futuro aún
indeterminado45.

Dentro este plano la modernidad abre brechas al interior y al exterior de las


diversas sociedades políticas, estableciendo jerarquías entre las culturas europeas y las
no europeas, al interior, entre sociedades tradicionales de origen rural frente al desarrollo
moderno de las ciudades, asociadas a la industrialización, individualidad, a una visión de
mundo y organización social, diferentes a las de las sociedades tradicionales. Kearney,
citado en Barfield afirma que en materia cultural es necesario analizar el “cambio

43
Pierre, Diccionario de Etnología y Antropología, p. 711.
44
Michael Payne, Diccionario de Teoría Crítica y Estudios Culturales (Bueno Aires: Paidós, 2008), p.
475.
45
Ibid., p. 477.

26
cultural”. Según este autor, el cambio se da en un proceso de cambio y rechazo, en
función de la cultura receptora46.

Dentro del desarrollo histórico la dicotomía entre moderno y tradicional se ha


visto transportado a otra serie de opuestos, como “República de españoles” y “República
de indios”, por ejemplo. Aunque se dieron estas separaciones, como afirma Barragán,
estas nos impiden “analizar los puntos de intersección, de sincretismo, de cambios de lo
‘andino’ frente a circunstancias nuevas”47, por ello el mestizaje, es un punto interesante
de análisis sobre todo en el espacio que significa la fiesta de alasita, por su participación
e identificación, además por el discurso que se construye en torno a la tradición, como el
baluarte para conservar la identidad de la fiesta paceña, en contra de los cambios que
imponen la modernidad. No obstante, se piensa que el discurso de la tradición por el
contrario se convirtió en el filtro para que unas formas de “modernidad” en cuanto a
materiales, deseos y figuras principalmente, lleguen, se impongan o compitan con otras
más “tradicionales”.

Una lectura reciente sobre el tema, el debate entre tradición y modernidad, nos la
ofrece García Canclini. El autor aborda el tema de la hibridación cultural para hacer
referencia a las diversas “mezclas interculturales” que nos ofrece el mundo
contemporáneo48. Este concepto (hibridación) sería el mejor a la hora de interpretar los
diversos fenómenos de la cultura actual. Se deja de lado, conceptos como mestizaje o
sincretismo, porque según el autor no alcanzarían a procesar todo el universo de mezclas
interculturales que ocurren actualmente. De esta manera la oposición entre tradición y
modernidad, lo culto, popular y masivo, no funcionan. No hay reemplazo cultural,
aquello que se creía destinado a morir o a recluirse en apartados círculos elitarios ahora
se difunden masivamente por los medios de comunicación. La música de partitura como

46
Thomas Barfield, Diccionario de Antropología (Mexico DF: Siglo XXI, n.d.), p. 361.
47
Barragán, “Entre Polleras, Lliqllas y Ñañacas. Los Mestizos y La Emergencia de La Tercera
República.”, p. 4.
48
Néstor García Canclini, Culturas Híbridas. Estrategias Para Entrar y Salir de La Modernidad, Primera
ed (México D.F.: Grijalbo, 1989), 15.

27
el folklor se mezclan y proyectan a cada público cada vez más masivo. Es lo que el
fenómeno de la globalización nos ha traído.

Creemos que Canclini describe y explica muy bien lo que sucede en el mundo
cultural actualmente, sin embargo, nuestra investigación no se alinea con su propuesta
teórica. Primero, creemos que es una teoría interesante que se enmarca en el
postmodernismo cultural, una propuesta donde el relativismo cultural, en la que la
mezcla las diversas culturas se proyecta a través de los medios de comunicación masiva.
Nosotros creemos, siguiendo el razonamiento, que a pesar de la miscelánea cultural que
pueda surgir en el mundo contemporáneo la esencia con la que nacieron las tradiciones
de las diversas culturas, se mantiene. La proyección de esta esencia puede cambiar de
formato o modo de interpretación, pero la esencia se mantiene. Este, creemos, es el
juego entre tradición y modernidad que opera en el mundo actual, es la plástica de las
expresiones culturales tradicionales que buscan nuevas formas para proyectarse a
públicos más amplios. Y es a la vez, un cernidor de lo que se admite o no proyectarse, es
decir, no todo se puede mezclar. Lo que, si se puede, pasa por un tamiz cultural que
termina aceptándolo o simplemente lo rechaza.

En las Alasitas podemos observar ambos fenómenos operando simultáneamente.


Por un lado, tenemos a fiesta, en la que se integra todo el mundo ritual de las miniaturas,
convertidas en recipientes o semillas multiplicadoras de los deseos de sus portadores, las
que deben seguir un rito para potenciar su magia. Este aspecto de las Alasitas es el más
tradicional y la esencia de la fiesta, y que pocos cambios ha tenido, y que por el
contrario, se busca retroceder en el tiempo para buscar lo más “original”. Por otro lado,
tenemos a la feria como tal, en la que la tradición se abre a nuevas tendencias del mundo
moderno dentro los límites tradicionales, así podemos tener chompas de lana de alpaca o
vicuña con figuras bordadas de personajes de películas actuales, cuadros artesanales con
imágenes de héroes de Marvel, alcancías de cerámica de Pitufos o Pokémon, etc. Hay
espacios donde las tendencias actuales se muestran en las Alasitas, pero lo hacen dentro
del marco que la tradición lo permite.

28
Por estas razones creemos no hay hibridación cultural en las Alasitas sino más
bien una fuerte presencia de la tradición ancestral.

2. Historia de los imaginarios sociales

Cuando surgen las nuevas investigaciones culturales tras el verano del 68 en


Francia, de mano de los Annales, aparecen nuevos temas de investigación entorno,
principalmente, al imaginario social. Como una respuesta a la ideología, de carácter
marxista, y a su centro económico-político. Surgen las mentalidades, pero sin una
definición clara; bastante ambigua, según Cano, citando a Le Goff, califica a las
mentalidades “como un término ambiguo que ha servido de paraguas para muchas
investigaciones de cuestionable relevancia y poca profundidad”49. En el mismo sentido
Burke, hablando de la historia cultural, la califica como sin esencia, que sólo “puede
definirse en términos de su propia historia”50. En este sentido, puede caracterizárselo por
los elementos que la hacen diferente de los otros estudios históricos:

 Su carácter transclasista
 La mentalidad de un individuo histórico es la que tiene en común con otros hombres de
su tiempo.
 Las mentalidades son aquellas que comparte Bolívar con el más humilde de sus
lanceros51

Para Burke además, las creencias deben ser:

 Colectivas, en el sentido de que caracterizan una relación entre creencias, que las
convierte en un sistema, en el que son compartidas por todos los individuos del sistema.
 Forman un sistema de creencias, por lo que no puede entendérselas de manera aislada,
donde cada parte se apoya y tiene sentido en el desarrollo de la otra “haciendo todo el
sistema impermeable a la falsación”. La sociedad tradicional se apoya en la moderna,
además que comparten elementos que las relacionan íntimamente.
 Es de carácter heterogéneo, en cuanto responde al desarrollo de una determinada cultura,
y no a puede generalizarse a toda la sociedad humana52.

49
Alexander Cano Vargas, “De La Historia de Las Mentalidades a La Historia de Los Imaginarios
Sociales,” Ciencias Sociales y Educación 1, no. 1 (2012), p. 137.
50
Peter Burke, Formas de Historia Cultural (Madrid: Alianza, 2006), p. 15.
51
Cano Vargas, “De La Historia de Las Mentalidades a La Historia de Los Imaginarios Sociales.”, p. 138.

29
Además, las mentalidades forman un sistema de unidad social en tanto imaginan
el mundo de un modo, articulando sus quehaceres y vida colectiva a sus formas de
imaginar ese mundo. Funciona como la comunidad imaginada (nación) de Anderson,
donde todos están de acuerdo, en mayor o menor medida, que pertenecen a algo llamado
nación y actúan en conformidad, entorno a un mundo inventado.

Los imaginarios son núcleos de grandes mitos. La sociedad imaginaria penetra a


tal punto a la sociedad real que en cierta forma la irrealiza. Hay que admitir que,
en buena parte, los hombres sueñan su existencia y sobre todo su existencia
social53.

No queremos decir que las sociedades vivan en un mundo de fantasía, pero si


tratan de interpretar el mundo, conforme a sus deseos y necesidades infinitas, alejándose
de la racionalidad de su manejo, en tanto reconocen su impotencia a dominarlo todo. En
este sentido, surgen variadas formas de leer la realidad, o aproximarse al mundo
mediante los imaginarios, y en consecuencia misma de ello, a la eficacia social de las
ideas. Todo esto forma el sistema de creencias de una sociedad, donde las “aparente
variadas y separadas” creencias de la Navidad, Todos Santos, Alasitas, Carnavales, etc.,
se encuentran relacionadas formando el imaginario social del mundo, en nuestro caso,
paceño. Aquí adquieren importancia las palabras de Alcides Parejas, quien, hablando del
Carnaval cruceño, afirma que la fiesta “adquiere las características del lugar donde se
instala”54.

3. La prensa paceña: los periódicos y los “periodiquitos”

Desde sus inicios la prensa en La Paz y en toda la República tuvieron por objeto
el difundir ideas, noticias, principios, puntos de vista ideológicos que incluían su visión
del país, incluyendo sus problemas, su estructura propia, es decir, el cómo estaba

52
Burke, Formas de Historia Cultural, pp. 216-222.
53
Cano Vargas, “De La Historia de Las Mentalidades a La Historia de Los Imaginarios Sociales.”, p. 142.
54
Alcides Parejas Moreno, El Carnaval Cruceño a Través Del Tiempo. Tesis de Ingreso Como Académico
de Número a La Academia Nacional de Ciencias de Bolivia (La Paz: La Hoguera, 1999), p. 7.

30
conformado social, cultural y económicamente, y cuál sería su mejor futuro de acuerdo
su posición. De igual manera, el punto de vista crítico primaba al igual que la influencia
política desde el poder ejecutivo. De esta manera el poder podía bien financiar a la
prensa “oficial” que tenía su origen en el capital privado, o ajustar los mecanismos de
represión para actuar con violencia contra el mismo, ya sea con su cierre temporal,
clausura definitiva, destierro de sus escritores o el “asalto o quemazón del órgano
opositor”55 como sucedió con La Razón.

A pesar de que existían por lo menos cuatro fuentes de financiamiento:


suscripciones gubernativas, suscripciones particulares, suscripciones gubernativas,
particulares y avisos remitidos, según Vaca Guzmán el vínculo económico con el
gobierno era el principal, esto causó que en su período inicial fuera “un medio auxiliar
de las tareas gubernativas, revistiendo carácter oficial pronunciado”56. Sin embargo, este
carácter de filiación o simpatía política de los medios de comunicación, y de la prensa en
este caso, con el poder político no ha desaparecido del todo, sino por el contrario, gran
parte de la misma muestra determinadas afinidades ya sea a favor o en contra.

En el espacio que nos toca desenvolvernos, inicios de la República, el resto del


siglo XIX y el XX, podemos observar que en tanto la vida política del país va
organizándose y entrando en un período de estabilización, ocurre lo mismo con la
prensa. En tanto sus principales financiadores, son los fondos públicos, la vida política y
su inestabilidad marcan la permanencia de la prensa, así las publicaciones a inicios de la
República fueron fugaces, tenemos, por ejemplo, la Gaceta del Ejército del Perú
Libertador del Sur (1823), el Boletín Oficial (1823), El Chuquisaqueño (1825), La
Gaceta de Gobierno (1825), el Cóndor de Bolivia (1825-1828), el Eco de La Paz (1828),
y el Iris de La Paz (1829-1839). Sin embargo, la presencia de la prensa entre 1823 y
1922, como muestra Pérez, citando a Mendoza es alta:

55
Leon M Loza, “Bosquejo Histórico Del Periodismo Boliviano,” Boletín de La Sociedad Geográfica de
La Paz XXXII, no. 58 (1927), p. 4.
56
En: Barnadas, 2002, p. 599.

31
Tabla 1 Periódicos bolivianos en la Biblioteca Nacional de Bolivia 1823-1922, por
departamento

Beni 37 3%
Cochabamba 208 14%
Chuquisaca 434 27%
La Paz 312 19%
Litoral 15 2%
Oruro 127 8%
Pando 3 1%
Potosí 210 14%
Santa Cruz 122 8%
Tarija 57 4%
Total nacional 1525 100%
Fuente: Mendoza, 1979: 633. En: Pérez, 2011: 8. Los totales y porcentajes son nuestros.

Si bien en el siglo XX la vida política no fue menos intensa que el siglo anterior,
la estabilidad de los medios de comunicación fue mayor, como el caso de El Diario, de
La Paz, fundado en 1904; la Patria de Oruro, de 1919; Los Tiempos de Cochabamba, de
1943; y el Deber de Santa Cruz, activo desde 195357.

En cuanto a la prensa en La Paz y a la que aún podemos acceder tenemos:

Tabla 2: La prensa escrita de la Ciudad de La Paz. Siglos XIX, XX y XXI

Siglo XIX Siglo XX


La Época El Comercio de Bolivia
El Telégrafo Diario del Comercio
La Reforma El Progreso de Bolivia

57
En: Barnadas, 2002, p. 599.

32
El Restaurador El Heraldo
El Eco del Norte La Defensa
El Eco de La Paz El Estado
El Ciudadano El Combate
El Ferrocarril Fígaro
La Unión Economía
Gaceta Municipal La República
Gaceta de Gobierno Las Noticias
El Liberal Juventud
La Tribuna El País
El Americano La Fragua
La Opinión Nacional La Gaceta de Bolivia
El Grito de la Libertad La Vanguardia
El Illimani El Tiempo
La Bandera Nacional El Norte
El Estandarte Boliviano La Noche
El Siglo Industrial La Tarde
La Prensa La Voz del Pueblo
El Demócrata Meridiano
El Laboro Chuquiago Marka
El Deber La Calle
El Trabajo Crónica
La Patria La Nación
El Imparcial Presencia
El Nacional Última Hora
El Independiente Hoy
El Comercio Jornada
El Diario
La Razón

33
La Prensa
Extra
El Cambio
Página 7
Fuente: Elaboración propia.

Los periódicos de Alasita tuvieron un rol protagónico en la vida cultural de la


ciudad de La Paz. Son nombrados “periódicos pigmeos” por Loza58, mientras que
Paredes Candia afirma que es “la prensa diminuta que circula [en La Paz]”59. Según
Loza, citando a Acosta afirma que el primero que vio la luz del día fue el “periodiquín
La Época, seguramente salido de las prensas del diario de este nombre”, en 1846 60;
posteriormente, su producción anual ha seguido sin interrupciones.

La mayor parte de los “periodiquitos” de Alasita del siglo XIX e inicios del XX
no llevan el nombre del director ni de los periodistas, únicamente pseudónimos, lo que
en parte garantizaba su anonimato ante las posibles represalias del poder político. Al
respecto Carlos Urquizo decía: “cobija en su seno el punzante epigrama, la festiva
descripción literaria de usos y costumbres, al pequeño periódico que impugna, ridiculiza
los errores y preocupaciones sociales”61.

4. La Alasita en los estudios locales

A modo de ordenar la bibliografía y en función de los objetivos planteados en la


investigación se ha dividido la literatura trabajada en tres partes: los trabajos
propiamente con carácter histórico, las investigaciones sobre la prensa en miniatura y
aquellos dedicados al estudio de la fiesta desde una perspectiva antropológica.

58
Loza, “Bosquejo Histórico Del Periodismo Boliviano.”, p. 16.
59
Paredes Candia, De La Tradición Paceña (Folklore y Tradiciones de La Ciudad de La Paz), p. 165.
60
Loza, “Bosquejo Histórico Del Periodismo Boliviano.”, p. 16.
61
En: Santos, 1975, p. 109.

34
En cuanto a los trabajos de carácter histórico, tenemos las investigaciones de
Simón Cuba62 (2000) y Roberto Santos63 (1990), principalmente, los cuales muestran
con detalle la forma de la fiesta de Alasita durante el período final de la colonia y su
desarrollo durante la República. Es de hacer notar que la caracterización de la fiesta
tiene las formas de la tradición que conocemos, donde el Ekeko es la figura principal y
las miniaturas, adquieren un carácter de talismán o suerte. Ambos trabajos coinciden
sobre el origen de la fiesta, el 24 de enero. Sobre el gobernador intendente Sebastián
Segurola, como propiciador del traslado de la fiesta de Alasita del 20 de diciembre al 24
de enero, haciéndola coincidir con la fiesta de la virgen de Nuestra Señora de La Paz.
Este hecho sucedió después del cerco a la ciudad de La Paz de 1781, como una serie de
cambios político-administrativos en respuesta a la sublevación indígena. El trabajo de
Cuba se centra en el siglo XIX, es una excelente fuente de información y análisis para
conocer el desarrollo y características de la fiesta después de su traslado de diciembre a
enero. El estudio de Roberto Santos es un informe del Musef aún no publicado, pero
creemos que es el estudio más completo sobre la fiesta. Un estudio de larga duración de
las Alasitas.

Otra contribución importante es la de Doris Butrón (1990)64. En su estudio sobre


la fiesta muestra cómo se desarrollaba a finales de la colonia y durante el siglo XIX. Esta
autora, aparte de discutir las particularidades de la Alasita, en la última parte de su libro
realiza un detallado inventario de los periodiquitos publicados en todos estos años. Para
la autora inicialmente existió una especie de dualidad o sincretismo entre la fiesta de
Nuestra Señora de La Paz y las Alasitas, pero sería la fuerza del artesanado quien
potenciaría a la festividad, inclinando la balanza a favor de la Alasita.

62
Simón Cuba Quispe, “Las Fiestas Religiosas de La Ciudad de La Paz 1848 – 1900” (Universidad Mayor
de San Andrés, 2000).
63
Roberto Santos Escobar, Alasita: Historia y Tradición En La Ciudad de La Paz, Siglos XVIII-XX (La
Paz: Museo de Etnografía y Folklore, 1990).
64
Doris Butrón Untiveros, La Festividad de Nuestra Señora de La Paz, Alacitas y Los Artesano (1825-
1900) (La Paz: Fundación San Gabriel, 1990).

35
Roberto Paredes Candia65 (1982) denomina a la fiesta “Feria de Alasitas o de la
Virgen de La Paz”, y a continuación introduce las costumbres y prácticas de la población
paceña; al final, al igual que Butrón, no ofrece un detallado inventario de los
periodiquitos hasta entonces publicados. Por otro lado, también menciona al Ekeko
como el personaje principal de la fiesta de la miniatura, atribuyéndole dotes de fertilidad
y del encuentro de pareja a su poseedor. En cuanto a este símbolo de la fiesta, es
necesario mencionar los trabajos de Galo Illatarco66 (2010) y Carlos Ponce Sangines67
(1982), sobre el vínculo que hacen entre el Ekeko y las deidades andinas, en especial con
Tunupa, del cual sería una derivación. Su estudio muestra la evolución que habría
sufrido el Ekeko en el tiempo. Esta figura habría sufrido variaciones físicas,
asemejándose ahora a un enano regordete, pero continúa conservando sus atributos de
fortuna, amor y felicidad. En ella también encontramos la representación de la imagen
de la Illa, repatriada del Museo de Berna en años reciente. Según Ponce, la feria de
Alasita es una fiesta criolla con exponentes de artesanía popular, vinculada al Ekeko y a
la ciudad de La Paz, no así a otras localidades68.

En cuanto a los estudios sobre la prensa en miniatura, es decir, los periodiquitos,


los estudios son de poca profundidad, esto quizá debido a la escasa disponibilidad de
estos ya que no existe una colección que reúna a toda la producción desde los primeros
tiempos hasta los más recientes. Sin embargo, hay notables estudios como los de Doris
Butron69 (2004), Roberto Santos70 (1990), Virginia Ayllón71 (1996), Roberto Paredes
Candia72 (1982) y Leon Loza73 (1927) que merecen ser rescatados y que realizan un

65
Paredes Candia, De La Tradición Paceña (Folklore y Tradiciones de La Ciudad de La Paz).
66
Galo Illatarco Peñarieta, “Una Interpretación Histórica de Lo Que Fue Una Festividad Ritual Cíclica
Dedicada Al Eqeqo, Deidad Andina de La Producción, Reproducción, Fecundidad Agrícola, Ganadería y
Bienestar Humano,” in Anales de La XXIII Reunión Anual de Etnología, ed. Museo Nacional de
Etnografía y Folklore (La Paz: Museo Nacional de Etnografía y Folklore, 2010), 337–50.
67
Carlos Ponce Sangines, Tunupa y Ekako (La Paz: Juventud, 1982).
68
Ibid., p. 204.
69
Doris Butrón Untiveros, Periodiquitos de Alasitas (La Paz: TRAMA, 2004).
70
Santos Escobar, Alasita: Historia y Tradición En La Ciudad de La Paz, Siglos XVIII-XX.
71
Virginia Ayllón, “Ciento Cincuenta Años de Periodiquitos Miniatura de Alasitas,” Khana (Alcaldía
Municipal de La Paz), no. 45 (1996): 229–32.
72
Paredes Candia, De La Tradición Paceña (Folklore y Tradiciones de La Ciudad de La Paz).
73
Loza, “Bosquejo Histórico Del Periodismo Boliviano.”

36
análisis global de su contenido e influencia, aunque temporal en la sociedad paceña. A
través de ellos se capta una mirada propia, crítica en su mayoría, a la política ejercida
desde Palacio de Gobierno. Inicialmente los artículos no tenían nombre ni un productor
oficial (es decir, un periódico responsable); muchos solapaban su intervención bajo
seudónimos, lo que facilitaba la práctica política. En los primeros tiempos la variedad
que incluían era mucho mayor, entre ellas, opiniones, poemas, descripciones de la
sociedad, publicidad, decretos y actos de gobierno, entre otros; sin embargo, con el
tiempo se impuso la noticia “picaresca” sobre la práctica política local. Muchos
gobiernos intentaron suprimirlos o restringir su publicación y difusión, pero al final
terminó por imponerse esta práctica periodística burlesca. Donde coinciden la mayoría
de los autores es en trabajar listas e inventarios sobre los periodiquitos hasta entonces
publicados. Los periodiquitos son una tradición propia de las Alasitas paceñas que
denotan el vínculo entre la sociedad urbana paceña, altamente politizada, y la tradición
aymara.

Finalmente tenemos los trabajos antropológicos que hacen énfasis a la relación


simbólica que adquiere la fiesta, en tanto, fuente de construcción del imaginario social
de la suerte, riqueza, salud y amor. Tenemos los trabajos diversos que hacen un estudio
sobre la miniatura y su significado en el mundo andino, relacionándolo con la riqueza y
la bienaventuranza. Estudios como los de David Mendoza Salazar74 (s.a.), de la Unidad
Municipal de Folklore y Patrimonio Intangible75 (2010), Nelson Martínez76 (1995),
Milton Eyzaguirre77 (2001), Mariel López78 (2012), Luz Castillo79 (2014) y Junko Seto80

74
David Mendoza Salazar, “Las Alasitas: La Distribución Del Excedente Andino,” S.N., n.d., 1–4.
75
Ministerio de Culturas y Turismo. Estado Plurinacional de Bolivia, “Postulación ‘La Alasita y Sus
Itinerarios Rituales En La Ciudad de La Paz.’”
76
Nelson Walter Martinez Espinoza, “La Feria de Alasitas. Un Fenómeno de La Cultura Urbana Moderna.
Aproximación a La Semiótica de La Miniatura,” in Anales de La Reunión Anual de Etnología, ed. Museo
Nacional de Etnografía y Folklore (La Paz: Museo Nacional de Etnografía y Folklore, 1995), 135–42.
77
Milton Eyzaguirre Morales, “Miniaturas En El Mundo Andino,” XV Reunión Anual de Etnología.
Reflexiones En Torno a La Violencia (La Paz, 2001).
78
Mariel López, “Miniaturas Andinas Como Imágenes Materiales Del Bienestar, La Fertilidad y La
Abundancia En Jujuy,” Estudios Avanzados (Santiago, December 2012).
79
Castillo Vacano, Luz, “Alasitas, Mercado de Símbolos y Espacio de Reciprocidad.”
80
Junko A. Seto, “La Representación Mediante La Miniatura En Rituales Aymaras: En Torno a La
Alasita,” Fides Et Ratio (La Paz, 2016).

37
(2016), entre otros. En su mayoría estudian a las miniaturas y su relación simbólica en el
mundo andino, como una especie de nexo entre el mundo de los dioses y el mundo del
presente. Su función es el de dar o proporcionar bienestar, fertilidad y abundancia. Son
“illas” o más bien atraviesan un proceso de conversión mediante el ritual del sahumerio
o la challa (en el contexto urbano paceño, además se produce la bendición del cura) cuya
función es benefactora en todo momento. El significado que pretenden adquirir tras el
ritual es la de convertirse en realidad, ya sea material o no material. Los estudios
coinciden en que su celebración es más extendida que únicamente la ciudad de La Paz,
sin embargo, la urbe es el centro urbano donde más fuerza y dinamismo tiene.

38
Capítulo 2: La Alasita urbana: cambios y características durante el siglo XIX

1. La Alasita, fiesta religiosa y mística

Existe un consenso general (Posnasky, Paredes, Monje Ortiz, Diez de Medina,


Cuba) sobre el establecimiento y reubicación de la Fiesta de Alasitas después de
terminado el cerco de 1781 sobre La Paz. El entonces gobernador de la ciudad,
Sebastián Segurola, habría mandado su traslado de diciembre (el 22, que da inicio al
solsticio de verano, que se llama Cjapac Raymi) a enero, haciéndola coincidir con la
celebración de la virgen de Nuestra Señora de La Paz, el 24, 25 y 26 de enero. Quien
recoge con más detalle este tránsito es Rigoberto Paredes, que afirma lo siguiente:

Don Sebastián Segurola, Gobernador Intendente de La Paz, que había salvado a


la ciudad del terrible asedio de indios de 1781, después de debelada la
sublevación y afirmado su triunfo, en acción de gracias a la virgen de La Paz,
cuyo ferviente devoto era a cuya intersección atribuía la victoria, volvió a
restablecer la fiesta, en su honor, trasladando del 20 de octubre en que se
acostumbraba al 24 de enero, ordenando que el mercado de miniatura y dijes,
que se hacía en la primera fecha, se realizara únicamente en la segunda.

La fiesta tornó a inaugurarse con mayor solemnidad y bullicio (…) Los indios
de los alrededores de la población y de los pueblos próximos, trajeron como
costumbre objetos pequeños, para comerciar con monedas de piedra, y
aprovechando la oportunidad, disimulando volvieron a introducir el culto a su
legendario ekhakho, distribuyendo su imagen no trabajada en piedra sino de
yeso, con profusión (…) El gobernador Segurola, quiso que nada se omitiese
para solemnizarla. En vista de esta autorización, cuando las familias se
encontraban en la plaza principal, espectando las luminarias y escuchando la
música de los bailarines, entraron por los cuatro ángulos, que eran de Chaulla
Khatu, el Colegio del Cabildo y la casa del judío, comparsas de jóvenes
decentes disfrazados y desfiguradas las caras por abundantes y enmarañadas
barbas postizas golpeando cajas, piedras, tocando instrumentos musicales y
llevando cada cual algunas chucherías, que les ofrecían en venta, con las
palabras aymaras: alasita, alasita, es decir, cómprame, cómprame81.

Si bien Paredes menciona que la fecha original de celebración de la fiesta era el


20 de octubre, es probable que exista un error, pues las fiestas más grandes en la

81
Rigoberto Paredes, Mitos, Supersticiones y Supervivencias Populares de Bolivia, 2da edició (La Paz:
Atenena, 1936), p. 54.

39
cosmovisión andina tenían un calendario basado en la agricultura y el tránsito del sol,
que marcaban equinoccios y solsticios, los cuales regulaban los ciclos agrícolas y las
festividades. Una de estas fechas importantes como refiere Posnansky era el solsticio de
verano, el 22 de diciembre, que marca el periodo de tránsito hacia la estación lluviosa,
húmeda y fértil en los andes, que coincidía según él, con la fiesta de Alasita. Sin
embargo, es necesario hacer notar que no existe una coincidencia plena de pareceres
acerca del traslado de la festividad. Paredes (1920), Sotomayor (1930) y Candia (1982),
consideran que fue inmediata a la sublevación indígena, pero no precisan el año; Arce y
Barragán (1988) y Monje Ortiz (1948), sugieren que fue en 1782; Costas (1967) señala
que se lo hizo en 1783, mientras que Loza (1949) afirma que fue 1784, el año de su
traslado; finalmente, Díaz (1979) se inclina más por 1788, y Ballivián (1988), en 1789
(1990: 30). Si bien existen discrepancias en cuanto a la fecha exacta del traslado de la
fiesta (en meses y años), existe un consenso de que esta se realizó durante la
administración del Gobernador Segurola, llevándose la fiesta de la alasita que se
celebraba a finales de año (solsticio de verano), a enero, para hacerla coincidir con la
celebración de la patrona de La Paz.

Imagen 1 Sebastián Segurola

Fuente: Sebastián de Segurola y Oliden Museo de la Paz.jpg. (2018, 21 de octubre). Wikimedia


Commons. Consultado el 19:55, 10 de mayo de 2019.

40
Otra característica importante es la reintroducción del Ekeko, como personaje
principal de la festividad. De las illas que muestra Ponce con referencia a este dios
aymara, se habría dado un tránsito en este siglo de la imagen delgada, jorobada y fálica,
a una figura regordeta y bonachona cargada de miniaturas que representan los deseos de
abundancia de la gente. Este cambio en la imagen del Ekeko es una representación
mestiza-urbana, una adaptación al espacio citadino. Según Nemecio Iturri Nuñez, el
cambio en la figura del Ekeko se dio a partir de su traslado al mes de enero y
corresponde a una réplica en homenaje que se quiso hacer al gobernador de La Paz
Sebastián Segurola.

Quien hubo de conocer a D. Sebastián, cuentan que fue coloradote, retacón,


panzudo, cejijunto y de poco aguante para pulgas. Nació en allende Azpertia,
provincia Guipuzcoa de España, hechura de don Rafael Segurola y Doña Clara
Oliden.

Queriendo perpetuar la memoria de tan célebre personaje y de figura tan típica,


decidieron los escultores, presentar el mismo año de 1783 a D. Sebastián, como
miniatura sobresaliente, la cual pintada de colores, era en yeso caricatura
parecida.

Puesto en “ekeko” sobre su mesa de pupitre, se apercibió el Sr. de Segurola de


la sátira que le hacía y exclamó iracundo: “¡¡¡Qué bípedo grotesco es este?...
Con que a mí con estas?... queda prohibido bajo severa pena de gruesa multa
que nadie lo tenga”, y echándolo al canasto lo hizo añicos.

Seis años habría dormido el “ekeko” el sueño del olvido, hasta que don
Sebastián fue también a parar a la eternidad el día 2 de octubre de 1789, y quedó
de este modo revocado su Decreto ley.

Al año siguiente, terminada su condena, reapareció el “ekeko”, en medio del


júbilo del pueblo alasituno, encanto del walaycho; que convive con él en
camaradería franca los días de alasitas, como si fuera su íntimo hermano (La
Razón, 25 de enero de 1912: 12).

Sebastián Segurola ingresa a La Paz en 1780, para dirigir la defensa de la ciudad,


la cual fortificó y organizó ante el asedio indígena y el posterior cerco que impuso Túpac
Katari. Una vez roto el asedio fue nombrado Gobernador en 1781, Brigadier en 1782 e
Intendente de La Paz en 1783. Según Barnadas, en un primer momento persiguió a los
involucrados en el cerco a la ciudad arrestando a 9 de los presuntos implicados hacia
1784, pero en un segundo momento, recorrió las provincias de la Intendencia

41
“corrigiendo abusos y tratando de ganar los kuraka para el nuevo régimen
intendencial”82. Es posible que en este segundo momento una política que adoptara fuera
el traslado de la fiesta de Alasita como una estrategia para controlar su festejo como
antes había sucedido con otras manifestaciones culturales indígenas. En este sentido, la
estrategia, que en la mayoría de los casos terminaría en sincretismo, supuso su traslado
para hacerlo coincidir con la celebración de la Virgen de Nuestra Señora de La Paz,
suponiendo que esta reemplazaría eventualmente a la fiesta de Alasitas. Esta razón
argumenta y expone Posnansky para su traslado:

Desde la época del Coloniaje, en esta ciudad de La Paz, se transfirió tal fiesta a
los días 23, 24 y 25 de enero, con el motivo de la solemnización de la festividad
religiosa de Nuestra Señora de La Paz. Este cambio de fecha no es de extrañar
puesto que fue muy corriente en tiempos del coloniaje; raras veces fueron
conservadas las antiguas fechas de las fechas gentilicias, con todo ese innato
genuinismo. Algunas fiestas que en épocas remotas llegaron a tener cierto
renombre, por lo general eran aprovechadas para transformarlas en otras
festividades religiosas de culto católico (…).

Es así como una serie de antecedentes nos ponen en conocimiento exacto de que
las fiestas de los gentiles eran transformadas en las de la Iglesia católica, como
un medio para extirpar la idolatría. Bastaría citar la celebración del solsticio
hienal, el Inti-Raymi, para la fiesta de San Juan; la del Itu o Llama-Llama, para
Corpus Christi, etc., etc.83.

Desde finales del siglo XVIII y durante gran parte del XIX, la fiesta de Nuestra
Señora de La Paz es la que adquiere realce, encontrándose la Alasita, en segundo plano.

El médico, micólogo, botánico y viajero inglés Hugh Algernon Weddell, visita


Bolivia a mediados del siglo XIX. En su recorrido y estadía en La Paz hace una
descripción de la Fiesta de Nuestra Señora de La Paz, incluyendo la feria y el comercio
de la miniatura. Sin hacer mención a la Alasita, detalla como el comercio en miniatura es
parte de la creencia de los obreros que quieren reconciliarse con el año nuevo, y que,
para facilitar las transacciones se recurre a botones como cambio de la moneda corriente.
Participan igualmente diferentes gremios de artesanos siendo los que más llama la

82
Josep Barnadas, Diccionario Histórico de Bolivia, ed. Josep Barnadas (Sucre: Archivo y Biblioteca
Nacional de Bolivia, 2002), pp. 888-889.
83
Posnansky, “El Ekeko (Alasita) Contribución Al Folklore Boliviano.”, pp. 180-181.

42
atención al viajero, los sastres, que vestidos elegantemente portan máscaras negras y
caminan por toda la ciudad bailando. A ellos se los conoce con el nombre de “morenos”.
Estos personajes no solo participan en la fiesta de Nuestra Señora de La Paz sino en
todas las fiestas patronales de la zona paceña: en Copacabana, en Chuchulaya, Larecaja,
etc.

La fête de la patronne de La Paz (fiesta de La fiesta de la patrona de La Paz (fiesta de


Nuestra Señora de La Paz) est peut-être la plus Nuestra Señora de La Paz) es la más notable
remarquable. Elle commence le 22 janvier et quizá. Comienza el 22 de enero y se prolonga
se prolonge jusqu'au 24. Pendant qu'elle dure, hasta el 24. Mientras que dura, se venden por
on vend partout des représentations todas partes representaciones diminutivas de
diminutives de toutes les choses qui se todas las cosas que se fabrican en la ciudad. El
fabriquent dans la ville. L'ouvrier qui ne obrero que no consigue deshacerse entonces de
réussit pas à se défaire alors des objets qu'il los objetos que fabrica habitualmente es
fabrique habituellement demeure persuadé persuadido de que será infeliz durante todo el
qu'il sera malheureux pendant tout le reste de resto del año. El que no vende debe al menos
l'année. Celui qui ne vend pas doit au moins comprar, si quiere reconciliarse con el nuevo
acheter, s'il veut se concilier l'année nouvelle: año: por eso se hace esos días, en pequeño, un
aussi se fait-il ces jours-là, en petit, un comercio considerable, y lo que le da un sello
commerce considérable, et ce qui lui donne un particular, es que, para facilitar las
cachet particulier, cest que, pour faciliter les transacciones, se acuerda recibir botones como
transactions, on est convenu de recevoir des cambio de las monedas corrientes, incluidas las
boutons comme change des monnaies más escasas no lo son de mucho cerca bastante
courantes, dont la plus faible ne l'est pas à para permitir la compra de algunos objetos.
beaucoup près assez pour permettre l'achat de Los negociantes de botones no son,
certains objets. Les marchands de boutonsne seguramente, los últimos por alquilarse de este
sont pas, sans doute, les derniers à se louer de acuerdo84.
cet arrangement.

Durante el periodo colonial la Fiesta de Nuestra Señora de La Paz tuvo un gran


realce. Su organización y coste era discutido por el cabildo y la curia eclesiástica,
quienes erogaban el dinero necesario para su festejo. En las reuniones donde se
encontraban los representantes del poder temporal y espiritual se determinaban los
pormenores de la fiesta que duraban los días 23 y 24 de enero, inicialmente. En 1795 por
ejemplo, el cabildo determinó se “librasen 250 pesos o los más que se gastasen” 85. Por

84
Hugh Algernon Wedell, Voyage Dans Le Nord de La Bolivie et Dans Les Parties Voisines Du Perou Ou
Visite Au District Aurifere de Tipuani (París: Chez P. Bertrand, 1851), 175–76. Traducción propia.
85
En: Santos, 1990, p. 15.

43
su parte la curia eclesiástica había logrado instituir a la fiesta patronal con “rito de
primera clase”, incorporando los mismos ritos y ceremonias que “disfrutaba la catedral
de Toledo (España)”86 (Ibíd.: 15-16). En 1800, el gobernador intendente Antonio
Burguyó publica una ordenanza en la cual se establecen las normas de comportamiento
en la fiesta, así como la necesaria e imprescindible participación de la vecindad de la
ciudad so pena de multas.

Por cuanto el día viernes que se cuenta 24 del corriente se celebra la


acostumbrada festividad de Nuestra Señora de La Paz, Patrona Tutelar de esta
ciudad y provincia. Y para que esto se haga con aquella solemnidad debido á tan
soberana imagen, que se honra ilustre de esta Patria, debía mandar y mando, que
todos los vecinos estantes y habitantes de esta dicha ciudad, acompañen al
Estandarte Real, que ha de salir á paseo la tarde de las vísperas, todos a caballo
y los que no tuvieran salgan a pie, con el sombrero apuntado, y lo mismo
ejecuten el día siguiente a la misa, y sermón que se han de celebrar en esta Santa
Iglesia Catedral. Y la noche de su víspera todos los dueños de casas manden
poner luces en sus puertas, balcones, ventanas, y tiendas, según se ha estilado,
sin escusa, ni omisión alguna, bajo de la multa, y penas que en mí reservo, las
que se aplicarán, y exigirán irremediablemente con atención a la calidad de los
inobedientes. Y para que llegue a noticia de todos, y ninguno alegue ignorancia
se publica este bando en la plaza principal, y calles acostumbradas en esta
ciudad. Que es hecho en La Paz en veinte y dos días del mes de enero de mil
ochocientos años. Antonio Burgunyó (ALP.EC. 10.1800. Ordenanza del
Intendente Antonio Burgunyó y Juan sobre la festividad de la virgen de La
Paz.).

La fiesta de Nuestra Señora de La Paz, como puede observarse tiene un doble


carácter, es una fiesta religiosa y al mismo tiempo civil (estatal), junto a la imagen de la
virgen, sus devotos y los símbolos eclesiásticos, se encontraba el Real Estandarte,
símbolo político de la fundación de la ciudad. Por otro lado, al igual que la mayoría de
las festividades coloniales, la presencia de los indígenas y sus danzas autóctonas estaban
presentes. Tenemos un escenario bastante complejo, donde el poder de lo simbólico está
presente, la Iglesia, el Estado Colonial quieren manifestarse visualmente y controlar el
espacio público.

El escenario principal es el que se desarrolla alrededor de la plaza de armas y las


calles más importantes de la urbe paceña. Según Burgunyó, el primer día es la procesión,
86
Ibid., pp. 15-16.

44
mientras que el segundo es la misa y el sermón, en ella participaban autoridades
políticas, militares y eclesiásticas, además del pueblo en general y danzantes. Durante
gran parte del periodo colonial las fiestas de la virgen solo duraban solo dos días, a
finales del siglo XVIII, se incrementaría a tres; de esta manera se explica la duración de
tres días de la fiesta de la Alasita. Durante la República su duración se mantuvo
inicialmente, llegándose a ampliar gradualmente, a cinco, una semana y hasta un mes, en
el siglo XX.

Fotografía 1: Nuestra Señora de La Paz

Fuente: Arquidiócesis Nuestra Señora de La Paz. (2017, 21 de enero). Arzobispado de la ciudad


de La Paz. Consultado el 10 de mayo de 2019.
https://www.arzobispadolapaz.org/2017/01/historia-de-la-patrona-de-la.html.

El centro de las celebraciones era la Catedral. Su construcción había iniciado en


1556, a ocho años de la fundación de la ciudad, pensada inicialmente como asiento de
“la parroquia de españoles o blancos, pues que las iglesias parroquiales existentes, como

45
San Sebastián y San Pedro, estaban destinadas para los indios”87. En 1605, La Paz fue
eregida a diócesis, y la iglesia matriz fue elevada al rango de Catedral, reanudándose los
trabajos que habían quedado estancados. Su construcción avanzó lentamente,
construyéndose una parte y reparándose otra, luego la misma parte que se había
construido, pues los márgenes de tiempo largos y los elevados costos, impedían tener
una Iglesia acabada. Llegando a la época republicana, en 1826, se hizo nuevamente un
proyecto para su acabado a cargo del P. Sanauja, sin embargo, aun cuando este solo
aconsejara hacer algunas reparaciones, se procedió a su demolición “En 1831 no existía
más el edificio”88. A partir de aquel año, hasta 1932 la Catedral permaneció en la Iglesia
de Santo Domingo, trasladándose igualmente la fiesta la virgen de Nuestra Señora de La
Paz. No obstante, es necesario hacer notar, que la residencia de la fiesta parece haber
sido itinerante, en 1848 por ejemplo, la prensa menciona que el asiento de la virgen sería
la Iglesia de la Parroquia de San Sebastián, de la cual habría partido la procesión:

La procesión de nuestra Sra. de La Paz que se celebra en la Parroquia de S.


Sebastián, ha sido magnifica este año. Calculase en muy cerca de 40.000 pesos
el valor de las alhajas que llevaba la virgen en la cabellera. El gremio de los
sastres se presentó vestido con suprema elegancia: los sastres han acertado esta
vez con un modo ingenioso de hacer pública su maestría y la habilidad de su
tijera (…) Lo que quisiéramos que desapareciese ya de tales procesiones, es esa
farsa impía de los danzantes de tambor que mezclan al incienso y á los perfumes
de la cristiandad quema en los altares de Dios, el vapor corrompido y
aguardentoso que sale de sus bocas. Esas comparsas son tolerables acaso en los
pueblos pequeños, cuya mayor parte la componen los indios, pero ya deben
proscribirse de poblaciones cultas y tan civilizadas como La Paz (La Época, 18
de agosto de 1848).

La festividad colonial donde el poder civil y religioso eran el centro de este, va


cambiando gradualmente, aparecen como menciona el artículo de prensa, nuevos
actores, los artesanos, que se constituirán en el sector social más dinámico dentro la
sociedad paceña. Por otro lado, se cuestiona la participación indígena, cuando las
festividades coloniales la permitían y fomentaban, como una forma de controlar a las

87
Felipe López Menendez, “La Iglesia Paceña,” in La Paz En Su IV Centenario 1548-1948. III
Monografias Literaria, Científica, Artística, Religiosa y Folklórica (La Paz: Comité Pro Centenario de la
Fundación de La Paz, 1948), p. 324.
88
Ibid.

46
masas indias y promover su aculturación por vía de la fiesta cristiana. Esta crónica nos
muestra lo que gradualmente se constituirá en el “darwinismo social”, una forma de
desprestigiar las culturas nativas, promover la “cultura” y “civilización” a la europea. En
1853 observamos como este mismo discurso se repite en la misma celebración:

Es en estos días en que un pueblo dá una verdadera idea de su contento, y


también del estado de su cultura y civilización.

En uno de estos días comprendemos indudablemente las fiestas de nuestra


Señora de La Paz, que en dos tardes consecutivas ofrece al público un
entretenimiento permitido, decoroso y agradable. El injenio de los artesanos
atrae a la multitud que se arroja a satisfacer sus gustos y curiosidad en una
infinidad de obras y artefactos exquisitos, cuya pequeñez y primor aumentan la
novedad y hacen admirar la habilidad de sus autores (La Época, 26 de febrero de
1853).

Desde mediados de siglo para adelante se empieza a sentir esta doble


característica de la fiesta decimonónica: una celebración cristiana e indígena en un
mismo espacio. Si bien el intento original, si siguiéramos el razonamiento de Posnansky,
fue el de aculturar la cultura indígena (extirpación de idolatrías) imponiendo las
creencias cristianas, y que terminara en un eventual sincretismo religioso, lo cierto es
que en este caso no se produjo y se terminan imponiendo la celebración de las
miniaturas y la figura del Ekekho, y todo el sistema de creencias que van asociadas a
ellas: suerte, prosperidad, fertilidad, amor, etc.

2. 24, 25 y 26 de enero, la fiesta de la miniatura y el Ekeko

Una vez transferida o llevada la fiesta de Alasitas al mes de enero, para que
coincidiera con la festividad de la virgen de Nuestra Señora de La Paz, la fiesta de la
miniatura empieza a tomar una dinámica propia. La caracterizarán los objetos en
miniatura, el Ekeko y el carácter de feria donde se ofrecen diversas suertes, juegos y
comida. Otra característica que la acompaña es su constante mirada hacia el pasado, a su
carácter indígena y a tratar de explicar su pervivencia a través de diferentes relatos y
mitos.

47
Las illas o miniaturas son un factor constante que identifica a la Alasita.
Representan figuras variadas, originalmente, vacas, llamas y ovejas. Oros Rodríguez nos
recuerda que no son solo imágenes o figuras, sino “son la encarnación misma de estos
animales o la materialidad encarnizada, por ello no es extraño que se las entierre como
semillas que crecerán y darán animales fuertes (…)”89. Con el tiempo se han ido
adaptando las figuras con los deseos contemporáneos de sus agentes, en este sentido
aparecen, coches, tiendas de abarrotes, celulares, títulos académicos, etc. que
representan a los objetos mismos, que según la tradición irán creciendo en el transcurso
del año. Esta simbología de la miniatura y su relación con la materialidad de los deseos
terrenales debían ser conservados por mucho tiempo, hasta alcanzar la riqueza o el bien
material anhelado, con mayor razón si eran tocados por:

(…) el agua, la lluvia, la piedra o el metal, en dicho caso estas habrían sido
enviadas por el rayo con poderes especiales, este tipo particular de illas eran
también llamadas qonopas y eran adoradas como wak’as que se utilizaban en el
ámbito doméstico, y se heredaban de padres a hijos90.

La miniatura en el contexto de la cultura material andina tiene características


rituales, mágicas que, en palabras de Eyzaguirre, tienen “relación directa con los ritos de
fecundidad en la región andina y aparecerían junto a enterramientos o en fiestas del mes
de difuntos”91. Esta relación con la fecundidad se encontraría relacionada con la
utilización del mullu para la elaboración de las figurillas prehispánicas. Según Murra,
esta provendría de las aguas cálidas del Pacífico, siendo su nombre científico spondylus,
un “objeto de enorme interés económico y ceremonial por parte de las poblaciones
sureñas”92. Era utilizado, según este autor en ceremonias relacionadas con la fertilidad,

89
Varinia Oros Rodríguez, Alasitas. Donde Crecen Las Illas, Primera (La Paz: Museo Nacional de
Etnografía y Folklore, 2017), p. 7.
90
Ibid., p. 11.
91
Eyzaguirre Morales, “Miniaturas En El Mundo Andino.”, p. 404.
92
John Murra, Formaciones Económicas y Políticas Del Mundo Andino, Primera (Lima: Instituto de
Estudios Peruanos, 1975), p. 257.

48
se trituraba el mullu y se lo ofrecía en rituales para evitar la sequía y favorecer los
campos con buena lluvia93.

Fotografía 2: Illa del Ekeko

Fuente: “Alistan procesión para Illa del Ekeko”. El Diario, 15 de enero de 2016, edición digital.

Eyzaguirre, citando a Girauld, menciona que los kallawayas utilizan el mullu


para la fabricación de amuletos y “talismanes de piedra blanca… Entre ellos se
encuentra la figuración de la mano izquierda con el pulgar recto y los otros dedos
doblados sobre un disco… esta mano es llamada iti subi sepja, que quiere decir talismán
de mala mano… estos mismos kallawayas venden igualmente pequeños amuletos que
representan manos derechas” (sic)94.

Posnansky menciona, críticamente, que en fechas contemporáneas a las que él


escribe (1918), muchos de los objetos de Alasitas son Made in Germany o Japan, y
recuerda que los verdaderos objetos de esta fiesta aún están en venta en los mercados de

93
Ibid.
94
En: Eyzaquirre, 2001, pp. 406-407.

49
Bolivia y Perú, y son realizados en Mullu, y que son trabajadas por los indios
curanderos, conocidos como “Callahuayos de Charazani”, que se exponen en la feria
para su exposición y venta por las chifles95.

En los mercados, así como en los puestos establecidos por las “Chifles” se
pueden apreciar más o menos unas cien variantes de dichos objetos de piedras.
Hay llamas, vacas, corderos, mujeres, hombres, manos, niños, soles, huarmi-
munachis96, casas, fincas, etc.

Cualquiera de estos objetos que adquiere el indio lo guarda cuidadosamente en


el umbral de su choza o en un nicho incrustado en uno de los muros; lo cubre
con hojas de coca, mixtura, etc., y adjunta cebo de llama y otros ingredientes97.

Según Rigoberto Paredes estas miniaturas y otras, como ser: frutos extraños de
las cosechas, tejidos, utensilios de cerámica y otras pequeñas figuras de barro, estaño o
plomo eran ofrecidas al Ekeko, durante la fiesta de Alasitas, y que originalmente, eran
cambiadas por “piedrecitas, que recogían del campo y que se distinguían por alguna
extraña particularidad. Nadie podía negarse a recibirlas en cambio de sus objetos, sino
querría incurrir en el enojo del dios (…)”98. De esta forma original de intercambio habría
devenido luego su cambio por las llamadas “monedas de alasitas”, que eran botones
dorados que se canjeaban por las miniaturas durante el siglo XIX. Zacarías Monje, por
su parte afirma que estos botones eran de bronce y venían de Francia inicialmente, y que
posteriormente cambiarían a peltre, para el “trueque de las cosas de sus seudovendejas,
producto de la industria local”99.

En el mismo sentido Cuba menciona que durante la Colonia, eran utilizadas


pequeñas piedrecitas para la adquisición de las miniaturas, ya en el siglo XIX, hasta
inicios del XX coexistían dos tipos de moneda, la usual y la convencional. La segunda
consistía en botones dorados, de bronce que relucían (de industria francesa), cuya

95
Posnansky, “El Ekeko (Alasita) Contribución Al Folklore Boliviano.”, pp. 183-184.
96
Los huarmi-munachis, son amuletos que quieren decir “quiéreme mujer”, y que según la creencia se
utilizaba para despertar el amor en una mujer.
97
Ibid.
98
Paredes, Mitos, Supersticiones y Supervivencias Populares de Bolivia, p. 33.
99
Monje Ortíz, “Costumbre Sociales de La Época Colonial y de Los Primeros Tiempos de La República.”,
p. 251.

50
denominación era “tapa balazos”. Eran envueltos en algodón para mantenerlos
brillando100. Hacia 1879, la equivalencia era la siguiente según Butrón:

(…) una docena de botones de cobre valía en moneda de plata cinco centavos.
En 1879 una rifa de alhajas costaba tres reales y en 1882 una cédula para una
rifa de cuadros costaba cinco centavos101.

Como puede observarse la dinámica de las miniaturas es propia: como miniaturas


(illas) mantienen la esencia de la suerte, fortuna, prosperidad, fertilidad, abundancia,
propias de las creencias indígenas; el ambiente citadino, por otra parte, cambia la forma
en que estas son presentadas. Si bien durante gran parte del siglo XIX, aún la forma
originaria de ser talladas en mullu está presente, son lentamente desplazadas hacia otros
materiales, como el yeso, estuco, madera, etc., así mismo la significación y deseos de los
personajes citadinos cambia sus formas, aparecen autos, ladrillos, billetes, bebidas,
regaderas, maletas, etc. Otro aspecto importante es su jerarquización frente al Ekeko. En
la documentación revisada, durante el periodo prehispánico, no era necesaria la
existencia del Ekeko para que las illas adquieran valor por si mismas, sino que eran
autosuficientes, siendo este un intermediario no siempre necesario, sin embargo, en el
siglo XIX se convierte en la figura central de la Alasita, a la que hay que recibir en un
lugar especial en la casa, teniéndola como un genio tutelar de la familia.

El Ekeko es la figura más importante de la Alasita durante el s. XIX, es la illa


que carga con otras, y sirve de intermediario, para que la riqueza, prosperidad, fertilidad,
etc., se hagan realidad. Posnansky nos refiere bien su vinculación con el pasado
Prehispánico, afirma que, durante el traslado de la fiesta de diciembre de enero, y su
concentración en la sede urbana de La Paz, esta fiesta era celebrada en Tiwanaku, y que
solo en los últimos tiempos fue considerada en “La Paz como regocijo para la niñez”102.

La imagen que tiene es la de un hombre pequeño y regordete, con los brazos


abiertos, una amplia sonrisa, y en algunos casos con un bigote delgado. Va vestido a la
100
Cuba Quispe, “Las Fiestas Religiosas de La Ciudad de La Paz 1848 – 1900.”, pp. 90-92.
101
Butrón Untiveros, La Festividad de Nuestra Señora de La Paz, Alacitas y Los Artesano (1825-1900), p.
33.
102
Posnansky, “El Ekeko (Alasita) Contribución Al Folklore Boliviano.”, p. 181.

51
usanza indígena, es decir, con ch’ullu, ojotas o sandalias, el chumpi y faja, un pantalón
remangado hasta los tobillos y un poncho que lo cubre. Sobre sus espaldas carga
productos indígenas: papa, choclo, ají, tejidos, etc.; y productos urbanos, propios de la
modernidad, computadoras, tarjetas de débito-crédito, títulos universitarios, billetes,
celulares, etc. Paredes al respecto dice:

Al Ekhako [sic] se rendía culto constantemente; se le invocaba a menudo y


cuando alguna desgracia turbaba la alegría del hogar. Su imagen fabricada de
oro, plata, estaño, piedra y aún de barro, se encontraba en todas las casas en
lugar preferente (…) Este idolillo de traer al hogar la fortuna y la alegría y de
ahuyentar las desgracias, era el mimado de las familias, el inseparable
compañero de la casa. No había choza de indio donde no se viera cargado con
los frutos menudos de la cosecha o retazos de telas o lanas de colores, siempre
risueño, siempre con los brazos abiertos. Lo hacían de distintos tamaños, pero el
más grande no pasaba de una tercia de largo. Los pequeñitos eran ensartados en
collares y los llevaban las jóvenes en el cuello o en la cabellera para que les
sirviesen de amuletos contra las desdichas o infidelidad de sus amantes o
enamorados103.

Como afirma Paredes no solo llama a la prosperidad y fortuna, sino que es un


amuleto contra las desgracias, y las desdichas o infidelidad de la pareja. Llama la
atención el rol o la función complementaria entre las illas, de las huarmi-munachis
(actualmente de las gallinas y gallos) que llaman al amor de pareja, mientras que la
función del Ekeko, es conservarla de la infidelidad. En este caso podemos observar el
funcionamiento de la complementariedad entre las illas para preservar el bienestar. Esta
relación no solo sucede con las illas referentes al amor de pareja, sino también con las
relacionadas al bienestar material, por ejemplo, la obtención de cierto tipo de bien
material, como casas, títulos, viajes, etc. tienen a su illa determinada, que eventualmente
se convierten en existencia física; la función del Ekeko no solo sería, en estos casos, el
de ser el intermediario para que se vuelva realidad el deseo, sino también la de ahuyentar
cualquier tipo de peligro asociado al deseo, por ejemplo, accidentes, desgracias, etc.

El Ekeko tiene un comprobado origen prehispánico, sobre la cual han escrito


múltiples autores (Ponce, Posnansky, Diez de Medina, Bandelier, Paredes, por

103
Paredes, Mitos, Supersticiones y Supervivencias Populares de Bolivia, p. 32.

52
mencionar algunos). La imagen que refieren la mayoría de ellos sería la de un personaje
esbelto con algunas deformidades, como ser, la existencia de una joroba y un falo
prominente; en otras representaciones, como la recientemente repatriada illa del Ekeko
del museo de Berna, en 2014, refiere a un personaje de 15.1 cm de altura, con una
joroba, sentado sobre sus talones y vistiendo una especie de túnica.

Esta imagen habría sufrido cambios en su ingreso y adopción por la esfera


urbana, asemejando más la imagen de la prosperidad mestiza citadina: un hombre
pequeño, regordete, de piernas y brazos cortos, esbozando una sonrisa con su boca ancha
que “invita a reír, a burlarse del mundo y contagia el optimismo del hombre sano y
satisfecho”104. Este cambio se operó gradualmente, se legitimó con leyendas y cuentos
urbanos que mistificaron su ingreso en las creencias citadinas. Entre las leyendas, dos
son quizá las más difundidas, la primera, fue narrada líneas atrás, y corresponde a
Nemecio Iturri, según la cual, la figura del Ekeko devendría de la imagen de Don
Sebastián Segurola, el héroe citadino durante el cerco indígena de 1781. La segunda
leyenda nos la cuenta Antonio Diaz Villamil, en el relato amoroso de Paulita e Isidro:

Paulita e Isidro, ella era del repartimiento situado en Laja, otorgado por el Rey
al encomendero Francisco de Rojas. Paulita es puesta al servicio personal de
Doña Josefa Úrsula de Rojas Foronda, hija del encomendero y esposa del
Brigadier, Don Sebastián de Segurola, gobernador y comandante de Armas de la
ciudad La Paz y su jurisdicción. Paulita tenía un romance con Isidro, pero
debido a su traslado se ven obligados a separarse, él como prueba de su amor le
entrega un amuleto o figurilla de yeso, cargada con alimentos y pequeños
ropajes, que tenía la forma del encomendero Rojas –hombre pequeño, regordete
y colorado, era su imagen porque de él dependía su destino–, le dio un aspecto
bonachón para que fuera benigno con ambos.

Durante el cerco las esperanzas de que el amuleto junte a los enamorados se fue
disolviendo, ya que las condiciones de los habitantes de la cuenca eran
paupérrimas, la falta de alimentos y de agua afectaba a todos, incluso a los
Segurola; sin embargo en un rincón de esta vivienda se ocultaban pequeñas
provisiones de alimentos que consistían en una bolsa de maíz tostado, quispiña y
charque de llama (carne seca), lo extraño era que a pesar de que eran
consumidos, volvían a reproducirse. Otra versión del relato señala que Paulita se

Víctor Santa Cruz, “El Folklore Paceño. Tradiciones y Supersticiones Indígenas,” in La Paz En Su IV
104

Centenario 1548-1948. III Monografias Literaria, Científica, Artística, Religiosa y Folklórica (La Paz:
Comité Pro Centenario de la Fundación de La Paz, 1948), p. 380.

53
percató que las bolsas que cargaba el personaje estaban provistas de alimentos, y
que cuando ella quiso cogerlas, apareció Isidro, quien al igual que los otros
indígenas, se había enrolado a las filas de los insurgentes, este le traía alimentos
que consistían en los ya mencionados, esta acción se repitió durante mucho
tiempo. Paulita al ver el estado de los Segurola comparte con ellos las raciones,
ellos asombrados quieren saber de dónde vienen estos alimentos, Paulita para
proteger a Isidro enseña a los Segurola la imagen del Ekeko, lo presenta como el
proveedor de alimentos, este acepta la explicación y al terminar el cerco pone al
personaje en un lugar especial de la casa y en agradecimiento a Paulita le
concede su boda con Isidro, quien a su vez cree que quien les protegió y bendijo
con su unión fue el Ekeko. De este modo, el Ekeko se volvió una de las piezas
centrales de las Alasitas, más conocido como “Dios de la abundancia”, o la
fuente de recursos contra el hambre y la miseria; para otros es un bondadoso
ídolo que concede la felicidad105.

Las dos leyendas tienen en común que es a partir del cerco a La Paz, que el
Ekeko adquiere su imagen citadina. En la una, adopta la imagen del Gobernador
Segurola, en la otra, del encomendero Francisco de Rojas, en ambas, el Ekeko adquiere
la figura de un hombre bonachón cargado de diferentes illas; sin embargo, en la primera
aparece llevando todo tipo de miniaturas, mientras que, en la segunda, solo aparece
cargando comida. En la primera leyenda, el Ekeko es una adaptación del Gobernador
Segurola, mientras que, en la segunda, si bien también es una adaptación del
encomendero Rojas, aparece ayudando a los españoles y a los amantes aymaras en el
cerco a La Paz, por lo que muestra un carácter más inclusivo que la primera. El mensaje
que transmite es que es una figura protectora de todos, no solo de algunos. Finalmente,
en ambas representaciones el Ekeko se termina imponiendo como imagen de la
abundancia, que concede a todos la felicidad. La urbanización de la fiesta habría
representado su aceptación por las distintas capas sociales, y también su mitificación a
través de cuentos, leyendas, mitos, que oscurecen su pasado, pero legitiman su situación
actual.

Para Zacarias Monje, la fiesta deviene en una especie de reconciliación entre las
distintas capas sociales “motivo de cita colectiva a la que concurrían señoronas,

105
Paredes Candia, De La Tradición Paceña (Folklore y Tradiciones de La Ciudad de La Paz).

54
señoritas, cholas, cholitas, y las jóvenes doncellas aimáricas”106. Para Cuba, de igual
manera esta fiesta se convirtió en una fiesta democratizadora del pueblo, donde todos
podían participar:

(…) en ella se codeaban las damas de tez sonrosada y aire aristocrático, con la
“cholita” que caminaba airosa y lucía con su vestido lujoso aterciopelado con
más alhajas sobre sí; los caballeros de talante garboso y futre, con el artesano
que ostenta el mismo traje y aún con el indígena de poncho vistoso, calzón corto
y abarca fenomenal107.

Durante el siglo XIX la fiesta adquiere un carácter popular. Si bien continúa bajo
la sombra de la fiesta de la Virgen de Nuestra Señora de La Paz, su carácter de fiesta de
la miniatura permite que otros elementos urbanos se introduzcan, como los
periodiquitos, una representación urbana de la política nacional y del simbolismo de la
miniatura de la Alasita. Por otro lado, su carácter de feria ofrece el escenario para que se
muestren y ofrezcan los productos de otras artes y oficios propios del sector artesanal,
mestizo-urbano: carpintería, hojalatería, joyería, talabartería, etc. Durante el siglo XIX
se configura su carácter indígena-mestizo que termina por fortalecer y legitimar la fiesta
en la urbe paceña.

En 1880, en pleno contexto de la Guerra del Pacífico y de la creciente tensión


política, Félix Reyes Ortíz, con el seudónimo de “Padre Cobos” hace una referencia
histórica a la rebelión citadina en los últimos años coloniales, que muestra la existencia
de una memoria colectiva108 sobre el naciente nacionalismo citadino paceño, en el
contexto de la Alasita:

Así las cosas, llegó el terrible 28 de septiembre de 1814, que es el San


Bartolomé, las Vísperas Sicilianas de los españoles, pues la matanza más al
sabor y gusto de los criollos o mestizos de La Paz, no ha de llegar jamás.

En ese día, mestizos e indios hicieron merienda de los chapetones. El fundador


de la literatura tradicionalista, don Ricardo Palma, habría dicho; - “se los
mamaron”.

106
Monje Ortíz, “Costumbre Sociales de La Época Colonial y de Los Primeros Tiempos de La
República.”, p. 251.
107
Cuba Quispe, “Las Fiestas Religiosas de La Ciudad de La Paz 1848 – 1900.”, p. 89.
108
Santos Escobar, Alasita: Historia y Tradición En La Ciudad de La Paz, Siglos XVIII-XX, p. 19.

55
Aquel hecho había dejado el pánico en la raza de los Felipes y Fernandos; y
dominado de él, espectaba, pocos años después del 14, la fiesta de La Paz, el
marques don Juan Contreras de Villarreal

Puesto en una de las ventanas balconadas de la casa, hoi llamada de Benguria,


gustaba a la mejor sazon del paseo, que comenzaba a las cinco de la tarde.

Su amigo y compañero de viaje, Andrés Peñafiel, se ocupaba de comprar dijes,


preciosas manufacturas que se cambiaban más bien por botones de alquimia,
que por moneda de plata.

En lo más tranquilo del espíritu, que así es el demonio, cuando quiere, oyen mis
hombres un coro desacompasado y chillon de unos muchachos, vulgo de
gualaichos, álias pilluelos, que decían con toda fuerza de sus pulmones, -
Alacita! Alacita!

Diantre! Dijo el de Villarreal, -¿A la cita?

Si no me equivoco, replicó Peñafiel, oigo lo mismo.

Alacita! Alacita! Vuelve el fatídico grito del populacho.

No hai remedio, afirma espantado el de Villarreal, es zita! Demonios y en la


plaza!......

Sí, continua Andrés, los criollos se han zitado, para otra del 28 ¿Por dónde
apretamos soleta?

Por aquí.

Por allá.

Que nos toman.

Que nos pescan.

Y entre tanto, crecía el tumulto, repicando a mandíbula batiente: -¡alacita!


¡alacita!

Los buenos vecinos del Manzanares, partieron a uña de caballo por el puente de
Coscochaca, puente del Cuzco, y apenas respiraron en el Alto de Lima,
contemplando la plaza del 16 de Julio, del 28 de septiembre y del 24 de enero.

Ignoraban que en aimará alacita! alacita!, significa comprame comprame.

El marqués, llegado a Madrid, escribió en un libro de viajes. Decía en un pasaje:

“El 24 de enero, en la áspera y revoltosa ciudad de La Paz, escapamos merced al


milagro de la Purísima, de un 28, para el que, el feroz populachose reunía yá en
la plaza mayor, obedeciendo terribles a la cita, a la infame cita, que se habían
dado”.

56
Si el de Villarreal regresa, tiene que batir las alas otra vez hasta nuestra
recordada metrópoli.

La Paz, 24 enero 1879

Padre Cobos

(sic) (El Comercio, 24 de enero de 1880)

3. Los artesanos / mestizos en la sociedad paceña

Los cambios sociales ocurridos durante el siglo XIX, especialmente con los
artesanos y los mestizos urbanos en general, son importantes creemos y fundamentales
para entender la pervivencia primero, la adopción y el fortalecimiento gradual, después,
de la fiesta de Alasitas. Esto debido a que la Alasita como aclaramos en la sección de
definiciones, tiene una doble característica, es una fiesta y una feria al mismo tiempo. La
primera le permite generar todo aquel discurso en torno a la prosperidad, abundancia,
fertilidad, etc. que representa el Ekeko y las illas, en general; mientras que el segundo,
proporciona a los sectores artesanales e industriales, la posibilidad de mostrar y vender
sus productos. Por otro lado, permite que el público citadino pueda disfrutar de un paseo
ameno, con características peculiares. Por estos motivos creemos que es importante
trabajar sobre la influencia del sector mestizo-artesanal urbano en la construcción de la
fiesta de la Alasita.

Los mestizos, durante el siglo XIX forman la parte más dinámica de la sociedad.
Soruco menciona sobre ellos que, en el decimonónico, su conocimiento sobre las pautas
culturales indígenas y de las urbano-criollas, les permiten vincularse a ambos mundos,
con la capacidad de realizar intercambios desiguales y generar ganancias 109. El Estado
que recién empieza a formarse necesitó construirse internamente, lo que generó
escenarios de caos y crisis política recurrentes, que fue aprovechado por los mestizos
citadinos. Muchos de ellos ingresaron al aparato estatal como burócratas de rango bajo e

109
Ximena Soruco Sologuren, La Ciudad de Los Cholos. Mestizaje y Colonialidad En Bolivia, Siglos XIX
y XX (Lima: Instituto Francés de Estudios Andinos. Instituto de Estudios Peruanos, 2011), p. 40.

57
intermedio, otros muchos, ocuparon los múltiples trabajos asociados con la urbe en
crecimiento, albañiles, sastres, panaderos, comerciantes, zapateros, etc.; en ambos casos,
obtuvieron ganancias, producto de un sistema comercial e industrial en crecimiento, y
como producto de la difícil vida política del país.

(…) el caudillismo es otra gran vía de ascenso social mestizo. Las luchas por la
independencia y los continuos golpes de Estado y revueltas de los primeros años
republicanos son un terreno propicio para que, vía ejército “recién llegados”
(mestizos) obtengan altos cargos públicos. En un caso de archivo (…) un
mestizo –ex soldado de Andrés de Santa Cruz, pariente de Melgarejo y próspero
minero- obtiene la prefectura de Chayanta (distrito minero muy cotizado en el
siglo XX) emplea su poder político para realizar contrabandos de mineral y
obtener mano de obra barata110.

Por otra parte, Barragán menciona un fenómeno plenamente citadino que ocurre
en el XIX, la desaparición del sector indígena originario, agrupados en los barrios y
parroquias de indios, por la expansión de la ciudad. No una desaparición física violenta,
sino su ingreso a un sistema de mestizaje cultural que implicó la adopción de nuevas
prácticas culturales y la redefinición del espacio urbano. La ciudad tomaría los antiguos
territorios indígenas, para la construcción de casas, negocios, empresas, haciendas, etc.,
obligando a sus antiguos habitantes a transformarse en arrenderos o convertirse en
artesanos.

(…) el crecimiento urbano socavó la base de la estructura comunitaria,


especialmente de San Sebastián y Santa Bárbara, por lo que sus miembros se
vieron obligados a transformarse en arrenderos o bien obligados a convertirse en
artesanos, o que implica que el desarrollo de esta categoría social estaría
directamente vinculado por una parte a la expansión de la ciudad, y por otra, a la
falta de la tierra como medio de producción111.

La ciudad había crecido gradualmente desde su fundación. En 1586, se registran


6080 pobladores, subiendo gradualmente los años posteriores: en 1796, alcanzan los
21120; en 1831, 30463; en 1845, 42.842; en 1859, 56530; en 1882, el padrón oficial

110
Ibid., pp. 40-41.
111
Rossana Barragán, Espacio Urbano y Dinámica Etnica. La Paz En El Siglo XIX (La Paz: HISBOL,
1990), p. 227.

58
registra 44230 personas; para 1886 sube a 56849 personas; en 1900, la población
decrece a 31.600, para experimentar una recuperación en 1902, con 60.031 habitantes112.

En el siglo XIX aún se hace la distinción entre los espacios coloniales, de intra y
extramuros, un neologismo para denominar a las ciudades de españoles e indios. Para
cuando se levanta el censo en 1909, la población indígena había ingresado en un proceso
acelerado de mestización, la cual configuraba junto a la migración campo-ciudad (más
reciente) que se establecía en los suburbios creando nuevos barrios, la imagen de una
ciudad pujante y dinámica. En cuanto al decrecimiento de la población indígena, Luis S.
Crespo afirma lo siguiente:

(…) siguiendo las leyes progresivas de la estadística, tendremos en breve tiempo


á la raza indígena, si no borrada por completo del escenario de la vida, al menos
reducida a su mínima expresión113.

Mientras la población urbana se mestiza aceleradamente en todos sus estratos, a


primera vista parece que la población indígena disminuye, pero alejándonos de la
ciudad, este hecho claramente no ocurre. Los nuevos barrios crecen producto de la
migración rural, configurándose nuevos espacios urbanos.

Este escenario de “desaparición” de las comunidades indígenas originarias de la


urbe ocurre en el transcurso del siglo XIX. El crecimiento de la ciudad acelera el
proceso de mestizaje, obligando a los indígenas hacia formas de mestizaje urbano, que
implicaba sobre todo el alejamiento de la tierra como principal sustento. Muchos de los
que conservaban aún tierras se convirtieron en arrenderos, mientras la mayoría, que
atravesaba el desarraigo por la pérdida de sus posesiones se vio obligada a ingresar al
trabajo artesanal, en sus diferentes oficios.

112
Luis S. Crespo, Censo Municipal de La Cuidad de La Paz (15 de Junio de 1909). Clasificaciones
Estadísticas, Precedidas de Una Reseña Geográfica-Descriptiva-Histórica de La Ciudad (La Paz:
Gobierno Municipal de La Paz, 1910).
113
Ibid., p. 44.

59
La mayoría de los documentos oficiales todavía hacen referencia a la existencia
de razas, por lo que no es extraño hallar esta denominación en los censos, padrones e
informes tempranos. Hacia 1877 existían en la ciudad cinco categorías raciales:
europeos, zambos, indios, mestizos e hispanoamericanos, siendo su distribución, la
siguiente:

Tabla 3: La población de La Paz y su distribución “racial” en 1877


Razas N° %
Europeos 154 0.81
Zambos 418 2.20
Indios 3.513 18.54
Mestizos 8.025 42.35
Hispanoamericanos 6.835 36.07
Total 18.945 99.97
Fuente: En: Rossana Barragán. Espacio Urbano y Dinámica Étnica. La Paz en el siglo XIX, p.
190.

Como puede apreciarse en el cuadro 1, la distribución de la población es


elocuente: la ciudad de La Paz es sobre todo mestiza. Un 42.35% lo es, mientras que los
indios apenas suman 18.54%; otro sector importante los son los hispanoamericanos con
36.07%, mientras que la existencia de europeos, es casi mínima, un 0.81%.

La población se agrupaba en torno a ocho barrios:

1. El Sagrario
2. La Concepción
3. Santo Domingo
4. El Carmen
5. Santa Bárbara
6. San Pedro
7. San Francisco
8. San Sebastián

60
Los barrios centrales son los cuatro primeros, hasta El Carmen, mientras que a
los restantes se los considera, barrios periféricos. Haciendo la desagregación de estos por
categorías raciales tenemos:

Tabla 4: Distribución de la población por categorías “raciales” según cuarteles o


barrios en La Paz en 1877
Razas Hispanoamericanos Mestizos Indios Zambos Europeos
Total
Barrios No. % No. % No. % No. % No. %
1 925 13.5 621 7.7 227 6.5 273 65.3 18 11.7 2.064
2 951 13.9 769 9.6 307 8.7 16 3.8 49 31.8 2.092
3 1319 19.2 1137 14.2 439 12.5 30 7.1 14 9.1 2.939
4 663 9.7 383 4.7 140 3.9 30 7.1 25 16.2 1.241
5 715 10.5 1177 14.6 394 11.2 24 5.7 5 3.2 2.315
6 874 12.8 1644 20.5 1047 29.8 16 3.8 7 4.5 3.588
7 670 9.8 1283 15.9 489 13.9 18 4.3 4 2.5 2.464
8 718 10.5 1011 12.6 470 13.4 11 2.6 32 20.8 2.242
Total 6835 99.9 8025 99.8 3513 99.9 418 99.7 154 99.8 18.945
Fuente: En: Rossana Barragán. Espacio Urbano y Dinámica Étnica. La Paz en el siglo XIX, p.
197.

En el cuadro dos se puede apreciar a mestizos e indios agrupados en los barrios


periféricos, principalmente en el barrio número 6, el de San Pedro. Ambos comparten el
barrio, con una mayor proporción para los indios, otro barrio compartido es el 7 (San
Francisco), mientras donde menos se encuentran es en el barrio 4 (El Carmen). Llama
también la atención la aglomeración de los zambos en los barrios centrales,
especialmente en el 1 (El Sagrario), esto puede corresponder a su condición de sirvientes
en las casas señoriales. En cuanto a los europeos la mayor aglomeración se encuentra en
los barrios centrales, sin embargo, existe una presencia importante en las zonas
periféricas, esto denota la existencia, posiblemente, de dos clases sociales diferenciadas
de migrantes.

61
La imagen que se nos dibuja es la de una ciudad en crecimiento. Mientras las
élites aún permanecen ocupando la antigua ciudad de españoles, lentamente los mestizos
empiezan a expandirse por los barrios de indios. En estas zonas, se opera un proceso de
desarraigo veloz, obligando a los indios a tomar características culturales mestizas:
idioma, vestimenta, oficio, creencias, etc. Este fortalecido sector mestizo, empieza a
tomar el aparato público en los puestos bajos y medios, mientras que la otra porción
importante se agrupa en gremios o escuelas artesanales para aprender un oficio y
satisfacer las necesidades de la creciente población urbana. Estos mismos crearán
eventualmente, centros y club sociales, que, a diferencia de las elites, no solo serán un
centro de organización para las fiestas y la promoción de la vida social de sus miembros,
sino también que se constituirán en centros de enseñanza alternativos para los
analfabetos, además de ser centros de formación sindical. A fines del XIX darán
nacimiento a las federaciones obreras, que con diferentes variantes de organización
sindical de izquierda intervendrán activamente en la vida política del país.

En la siguiente lista se aprecia el crecimiento de las profesiones y oficios hacia


1877.

Tabla 5: Profesiones y oficios (lista desagregada) de la población de La Paz 1877


Profesiones No. % Profesiones No. %
Abogados 235 2.4 Chocolateros 32 0.3
Médicos 37 0.4 Carniceros 43 0.4
Institutores 40 0.4 Propietarios 611 6
Eclesiásticos 118 1 Comerciantes 920 9
Monjes 59 0.6 Costureras 1116 11
Seglares 36 0.4 Hilanderas 58 0.6
Sirvientes 98 1 Tejedoras 85 1
Empleados 53 0.5 Lavanderas 200 2
Militares 360 4 Pulperas 291 3
Estudiantes 664 7 Cigarreras 158 2
Curiales 38 0.4 Chicheras 113 1

62
Impresores 35 0.4 Cocineras 552 6
Plateros 34 0.4 Regatonas 330 3.3
Pintores 42 0.4 Labradores 708 7
Carpinteros 190 2 Domésticos 207 2
Herreros 83 1 Sirvientes 649 6
Talabarteros 58 0.5 Jornaleros 51 0.5
Albañiles 93 1 Otros 349 3
Panaderos 146 1.5
Sastres 430 4
Zapateros 4556 5 Total 9.908 99.9
Sombrereros 77 1
Pollereros 53 0.5

Fuente: En: Rossana Barragán. Espacio Urbano y Dinámica Étnica. La Paz en el siglo XIX, p.
211.

En cuanto a las profesiones intelectuales, en primer lugar, se encuentran los


abogados con un 2.4%, seguidos de los institutores y médicos con 0.4%. El otro ítem, el
de las profesiones eclesiásticas, se encuentra ligado a la existencia de iglesias y
conventos en la urbe. Representan porcentajes pequeños, eclesiásticos 1%, mientras que
monjes y seglares, un 0.6% y 0.4%, respectivamente. Las profesiones miliares apenas
suman un 4%, muy baja si tenemos en cuenta la cercanía de la guerra del Pacífico. Las
artes manuales son las que mayores porcentajes ocupan. Según Barragán, la mitad
habitaban en los barrios periféricos, mientras que la otra parte, en los barrios
centrales114, este panorama nos muestra un paisaje más homogéneo al interior de la
ciudad, por otro lado, de la creciente necesidad de los diferentes oficios por parte la
población paceña, y la consecuente importancia de los mestizos urbanos, quienes
proporcionaban estos servicios.

114
Barragán, Espacio Urbano y Dinámica Etnica. La Paz En El Siglo XIX, p. 215.

63
Zacarías Monje elogia al artesanado, asegurando, que muchas de las capacidades
del artesanado “protonativo” eran una herencia dejada del Estado aimárico, que tanto
bien había hecho a su gente en el campo de la actividad creativa:

El artesanado protonativo, oriundo de la Marca de Chuquiapu, puede asegurarse


que era tal desde que nacía. La afirmación no viene ni sale solo de mi amor de
tesis, sino que refleja un régimen del Trabajo en el Estado aimárico que
contribuyó –a la perfección- a que sus gentes por lo general resulten factores de
actividad muy creadora, o al menos muy creativa, y de capacidades constantes
en lo productivo.

(…)

Ese artesano, bajo la autoridad del maestro en lo espiritual, en lo emotivo y en lo


mecánico, era señor de las artes de la orfebrería y la orificia (…). Nuestros
joyeros paceños, si hubiesen visto la delicadeza de los yauiñckepa, los
ckepatililuri, los ckillithildiña, los ckepatchimpfuña, todos ellos y otros que
callamos para que el prójimo nos perdone la sabiduría, ovillos de quipus en oro
y plata, hilos que parecían salidos de divinas ruecas y respondían a maravilla a
los memorialistas, quedaran pasmados de tan hermoso arte115.

Muchos gobiernos al observar la creciente importancia de los mestizos urbanos


se sirven de ellos para fortalecer sus posiciones políticas. Simón Cuba afirma, en su
estudio sobre las fiestas religiosas del siglo XIX, que los gobiernos de Belzu y Córdova
habían integrado a los mestizos a la vida política, mientras que Linares les había
prometido establecer una exposición industrial que favoreciera su trabajo116. En 1859 se
autoriza a la prefectura la inversión de 500 pesos para los premios en conmemoración a
la patrona del departamento (léase la feria exposición de Alasitas). Los mejores trabajos
serían premiados según el detalle siguiente: 4 premios de 1ª clase de a 50 pesos, 6
premios de 2ª clase de a 25 pesos, 15 premios de 3ª clase de a 10 pesos (El telégrafo,
27.01.1859: 1). Muchos artesanos no llegaron a enterarse sobre la premiación,
lamentándose el no saber leer los periódicos:

(…) como nosotros los artesanos no sabemos leer periódicos estábamos


ignorantes hasta esta mañana; así es que en la exposición, no habrán

115
Zacarías Monje Ortíz, “Artes Menores,” in La Paz En Su IV Centenario 1548-1948. III Monografias
Literaria, Científica, Artística, Religiosa y Folklórica (La Paz: Comité Pro Centenario de la Fundación de
La Paz, 1948), p. 280.
116
Cuba Quispe, “Las Fiestas Religiosas de La Ciudad de La Paz 1848 – 1900.”, p. 93.

64
curiosidades sino muy comunes, como los que trabajamos todos los años. Oh, si
ese decreto se hubiere publicado de manera que lo supiéramos con alguna
anticipación, estoy cierto que por obtener los premios hubiéramos trabajado con
todo entusiasmo y con toda la habilidad posibles (…) (Ibid.).

Ese año los ganadores fueron los antiguos alumnos del colegio de Artes de la
ciudad.

El comprender la importancia de los mestizos urbanos es imprescindible


creemos, para entender la adopción, primero, y el fortalecimiento de la fiesta de la
Alasita, después, que significó el desplazamiento de la festividad de la Virgen de
Nuestra Señora de La Paz. Aunque habría que preguntarse, sobre los motivos que
impidieron el proceso de sincretismo con la fiesta religiosa, y del por qué siguió
preservando elementos culturales indígenas tan fuertes, mientras que las otras
festividades urbanas se fueron mestizando a lo largo del siglo XX, adquiriendo rasgos
sincréticos. Estas preguntas son las que se intentarán resolver en el siguiente capítulo.

65
Capítulo 3: La Alasita, entre la tradición y la modernidad

1. Las Alasitas a inicios del siglo XX: Fiesta industrial, mística y religiosa

Durante el siglo XIX vimos como la fiesta de la Alasita fue adquiriendo el


carácter de feria, donde diversos productos eran ofrecidos los dos días que duraba (24 y
25 de enero). Por otro lado, el carácter de fiesta donde lo simbólico de la miniatura
como “illa”, atrayente de la prosperidad, fortuna y bienestar, eran atribuidas a la figura
del Ekeko, al que había que cuidar y adorar para que los deseos materiales y espirituales
se hagan realidad.

Otro aspecto importante es la pervivencia de manifestaciones culturales que van


a desaparecer en el siglo XX. La presencia de los danzantes, por ejemplo, que recorrían
la plaza principal bailando, o la figura de los hualaychos que gritaban ¡Alacita! ¡Alacita!,
la utilización de botones de cobre como medio de intercambio de productos o los fuegos
artificiales el último día de la fiesta.

A inicios del siglo XX, en el apogeo del liberalismo y las ideas modernistas y del
darwinismo social, las Alasitas se convierten como lo describe Abel Alarcón en la feria
de “la industria y del comercio pequeños en una especie de little exposition de
innumerables objetos nacionales y extranjeros” (El Diario, 2 de febrero de 1905). Las
miniaturas por el solo hecho de ser pequeñas representaciones de la vida diaria pasan por
juguetes, aludiendo que la fiesta de Alasita por su carácter de venta de miniaturas es una
fiesta para niños. En ella podemos apreciar como las muñecas de ojos azules o verdes, se
codean junto al Ekeko y los muñecos de chutas.

(…) juguetes que en sus mecanismos parece revelarán el carácter del país de
donde vienen; y esto se acentúa más en las hermosas muñecas de ojos azules,
verdes y negros, con cabelleras rubias, castañas y brunas. Muñecas que lloran,
que hablan, extienden y los brazos y se codean con el eckecko prosaico de
nuestra tierra, que fuma con la ayuda del gualaicho.

El parque Murillo es el centro de esta graciosa feria; infinidad de mesitas, sobre


las que se agrupa toda la historia de las pequeñeces, revolviéndose en una
verdadera gama de colores, hacen intransitables las aceras del primer cuadro del

66
parque; en los bordes de las aceras del segundo hay curiosidades de otro estilo;
son los muñecos de trapo, los invariables chutas de tez rosada y cabellos
blondos, chutas de tipo europeo, fabricados por los indios presidiarios en la
melancolía de la cárcel, en el aislamiento de la celda. Siguen las prendas de
aquellos gorros, manguetes ponchos, calzones cortados en ángulo desde la coba
al tobillo; en fin toda la indumentaria indígena en diminuto. (El Diario, 2 de
febrero de 1905).

En las Alasitas de 1905, por la tarde las bandas de música ejecutan piezas
románticas, clásicas o “decadentes”, afirma Alarcón, sin describir a lo que refiere lo
último. Entre las piezas que se ejecutan, el autor solo menciona al vals Golondrinas de
Straus (Ibid.).

Los años siguientes la industria extranjera inunda la feria, y la prensa hace una
crítica a su venta, señalando que las Alasitas son una fiesta en camino a la extinción.
Una crítica similar hace Posnansky, señalando en su artículo “El Ekeko (Alasita)
Contribución Al Folklore Boliviano”, que muchos objetos son Made in Germany o
Japan, por lo que la fiesta está perdiendo su carácter original117.

Por otro lado, los comentarios se orientan a criticar el abuso que se hace en las
fiestas de la comida, bebida y el lujo, despilfarrando las economías de un año, en uno o
dos días, por lo que se concluye que las “fiestas no nos convienen” (Diario del
Comercio, 27 de enero de 1909).

Con el seudónimo de A.M.J., con su artículo Nuestras fiestas. Las “alasitas”, el


autor cree que la decadencia de la fiesta no es por la importación de productos del
extranjero ni la escasa intervención de la autoridad competente para regular o
promoverla mejor, sino por el peso propio que ejerce el progreso y la civilización. La
desaparición de las Alasitas, sentencia, es un síntoma que la sociedad paceña está
evolucionando para bien, y que su paso sin mayores contratiempos ni escándalos es una
muestra de la cultura de la ciudad, pues el pueblo entiende que el trabajo es el único
regenerador de la miseria.

117
Posnansky, “El Ekeko (Alasita) Contribución Al Folklore Boliviano.”, pp. 183-184.

67
Eso que llamamos “decadencia de nuestras fiestas”, es un paso gigantesco dado
en el camino del trabajo perseverante, es el progreso que esté evolucionando
favorablemente. Esa reacción natural en el modo de ser de los pueblos, se ha
operado en todos los países del globo, y sino ¿dónde están esas grandiosas
fiestas que en los tiempos antiguos y medioevales se celebraban por largos
meses con una pompa y fastuosidad tenía suspendido el pensamiento y las
energías humanas?

Solo quedan recuerdos. El trabajo las ha sustituido.

(…)

Las tirantes condiciones económicas por las que atraviesa la situación actual de
nuestra ciudad, no han permitido en este año las prolongadas distracciones que
distinguían a las “Alasitas”, las que han pasado muy tranquila y modestamente,
en medio de la mayor cultura lo que manifiesta que todos nos estamos
acostumbrando al trabajo y que ya no somos partidarios de perder inútilmente
nuestro precioso tiempo entregándonos á diversiones que languidecen nuestras
fuerzas morales. (Diario del Comercio, 27 de enero de 1909).

Pese a las críticas y los altibajos de la fiesta, los años siguientes esta se posiciona
y amplía. En 1911 por ejemplo, se incluye un mercado de flores, que se estrena en la
“esquina formada por las calles Recreo y Ayacucho” (El Comercio de Bolivia, 18 de
enero de 1911).

Lo que llamamos tradición, en este período, está concentrada en los objetos


pequeños, especialmente en el Ekeko, como un objeto mágico que tiene la posibilidad de
hacer realidad los deseos de su dueño. Las Illas, no tienen propiamente el carácter
mágico y benéfico que se les atribuye y pasan por meros juguetes. Lentamente se opera
el cambio por la influencia de la urbanidad. A este, bien podemos darle el nombre de
cambios de la modernidad, en tanto renuevan y actualizan el espacio cultural según las
transformaciones sociales de la urbe. En 1910 por ejemplo, se organiza una Kermesse en
la plaza principal, auspiciada por la Sociedad de Beneficencia, que coincide con el
sorteo de la lotería. Para el efecto se arman varios kioskos donde participan un grupo
importante de mujeres de la elite paceña. Al final de este, la prensa hace un balance
positivo de la actividad realzando los buenos ingresos obtenidos:

La kermesse del domingo ha salido bueno. La beneficencia ha tenido un


magnifico recurso. Entre los donativos hubo uno muy especial. El acaudalado

68
don Juan Manuel Sainz, dejó en un kiosko un cheque en blanco, para que lo
llenen las señoras. Parece que será llenado con cien bolivianos. (El Diario, 25 de
enero de 1910).

En la feria de 1911 destacan los artesanos con la exhibición de varios “objetos de


arte”, estando, además, la plaza principal muy concurrida a pesar de la lluvia. Se ofrecen
“ekekos, chalets, casas de campo, y en fin numerosos artículos en miniatura que por su
confección y por el gusto artístico, obligaban á ser adquiridos” (El Diario, 25 de enero
de 1911). Se incluye al sorteo de la lotería, las rifas de las diferentes casas comerciales,
que exhiben diversos artículos para ser sorteados los días de la fiesta. La casa de
Schohaus y la Casa “La Corona de Oro”, fundada en 1886, ofrecen relojes de oro y
plata, para caballeros y señoritas, además de relojes de pared y mesas con lámparas. La
suerte solo cuesta 50 centavos (El Diario, 22 de enero de 1911).

Hacia 1912, se proyecta el traslado de la fiesta hacia la plaza de San Pedro,


debido a que con los años esta ha crecido gradualmente, hasta tener que extenderse por
las calles adyacentes a la Plaza Murillo, dos cuadras más a “fin de evitar la aglomeración
de gente” (El Tiempo, 20 de enero de 1912). Sin embargo, el traslado termina
únicamente en proyecto, y la fiesta vuelve a realizarse en la plaza principal; pero, el
hecho de que se piense en su traslado por motivos de espacio nos hace pensar que la
fiesta en lugar de encontrarse disminuida crecía con los años, siendo aceptada por la
sociedad paceña. Un síntoma de ello es la pugna entre las vendedoras por ocupar los
mejores lugares de la plaza; al respecto la prensa afirma que sería mejor “poner en
remate esos sitios, dando así mayor ingreso á la caja municipal” (El Comercio de
Bolivia, 17 de enero de 1912).

El municipio por su parte suspende el servicio de tranvía en la cuadra del Palacio


de Gobierno, y prohíbe el juego del ancla durante la realización de la fiesta “por
constituir una verdadera estafa, especialmente a los menores de edad” (El Tiempo, 20 de
enero de 1912).

69
Mientras un sector de la población critica la fiesta por su carácter indígena, existe
otra parte, que reivindica la fiesta y quiere y demanda su promoción por las autoridades
locales. Entre las cualidades de la fiesta se menciona su carácter indígena que hace
atrayente a la cultura local, además de la feria que se arma luego de la procesión de la
Virgen la convierte en un sitio de paseo y de promoción de la industria nacional.

La feria es defendida por la prensa local que critica principalmente la venta de


productos extranjeros. Le denomina “invasión de lo extranjero (…) que vienen á
mezclarse á ese conjunto de obras nacionales, desvirtúa un tanto el carácter de la feria”
(El Comercio de Bolivia, 24 de enero de 1912). Por su parte, los ponchos, mantas y
polleras multicolores, ofrecen un grato aspecto, propio de la ciudad mestiza, por ello esta
parte de la sociedad censura la tendencia de las autoridades “á suprimir ó reformar
algunos hábitos tradicionales, por considerárseles opuestos á la cultura ó extraños á la
civilización contemporánea. La preciosa feria de alasitas se encuentra amenazada por
semejante espíritu de innovación” (Ibid.). Este discurso nos muestra algo que con
recurrencia se mostrará en la fiesta, su llamado a preservar lo tradicional, y a recrearlo
constantemente para que no se pierda. Por ejemplo, en el siguiente fragmento se pide el
regreso de los danzantes (baile de los indígenas, que ingresaban enmascarados bailando
al son de flautas), por lo original y el espíritu diferente que transmitía a la fiesta.

Evitar la embriaguez por los medios de que la autoridad dispone, es acto


impuesto por la sana moral; mas no por eso debe impedirse, por ejemplo, el
baile de indígenas enmascarados, que gozan al girar al son de sus flautas
primitivas, debajo de sombreros gigantescos que altos plumajes dan aspecto
verdaderamente original.

Mucho menos por cierto deben ser materia de rigurosas medidas ciertas fiestas,
que, como la feria de hoy, alegra toda la ciudad y ofrece la ocasión de exhibir en
el parque Murillo curiosos artefactos nacionales.

Se ha pretendido algunas veces trasladar esa fiesta á un centro apartado de la


población. Nos opondremos enérgicamente á ese acto de positivo desacierto. (El
Comercio de Bolivia, 24 de enero de 1912).

70
En 1912 la Protectora de la Infancia establece una serie de rifas en la calle
Comercio, en las tiendas de la casa comercial de don Rafael Weill, donde se ofrecen
como premios “hermosos y atrayentes juguetes que han sido importados para la rifa” (El
Comercio de Bolivia, 28 de enero de 1912).

Al año siguiente, los productores, comerciantes y público en general se quejan de


las implacables lluvias de los días 24 y 25. Según la prensa, la fiesta este año fue un
“Desastre calamitoso”, y pide a los comerciantes de todo género “¡Paciencia y a
barajar!” (El Comercio de Bolivia, 26 de enero de 1913). Por otro lado, menciona que la
fuente de su decaimiento es la importación del extranjero de los artículos expuestos en la
feria, “aún los clásicos ekekos han sido traídos de Alemania” (El Tiempo, 26 de enero de
1913). La solución para que no decaiga pasaría por convertir a la feria en un “concurso
nacional de objetos de miniatura, trabajados en el país, ofreciendo premios. Solo así se
lograría que las alasitas… no decayesen” (Ibid.).

En 1914, la feria se traslada a la Plaza Venezuela y la Avenida 16 de Julio, por


disposición del Consejo Municipal. Para su traslado se arguyen dos causas. La primera
se refiere a la clausura de las Cámaras Legislativas el 24 de enero, y para tal efecto, el
ejército tomará la Plaza principal; el segundo motivo, es el incremento que ha tomado la
población, que recorre la feria, como también de los diversos comerciantes que exponen
en la misma (El Comercio de Bolivia, 16 de enero de 1914). Tal es el caso que apenas
dos días después ya el número de expendedores y expositores de miniaturas pasa de los
mil (El Comercio de Bolivia, 18 de enero de 1914). Esto último nos hace ver que la
fiesta va adquiriendo notoriedad, posicionándose en el calendario festivo de los paceños.
Por su parte el Municipio dicta una Resolución estableciendo la premiación a los cuatro
mejores artículos de manufactura nacional que se expongan en la feria.

Artículo 1°.- La municipalidad de La Paz, concede desde el presente año, cuatro


premios anuales de Bs. 200, 100, y dos de a Bs. 50, a los mejores artículos
manufacturados en la localidad, tales como mueblería, ferretería,
encuadernación, alfarería, zapatos, etc. que se exhiben en la fiesta de “Alasitas”.

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Artículo 2°.- El premio de Bs. 200 será adjudicado al objeto que haya empleado
mayor dinero en su elaboración, - y los de Bs. 100 y 50 para los mejores
juguetes que se presenten en dicha fiesta y que hayan sido trabajados en la
localidad.

Artículo 3°.- La comisión encargada de examinar los objetos presentados, se


compondrá del presidente del concejo y de cuatro industriales de la localidad,
nombrado ad hoc.

Artículo 4°.- Los premios serán otorgados diez días después de la fiesta, en acto
público.

Es dado en salón consistorial de La Paz, a los 14 días del mes de enero de 1914.

Luis Zalles C., Eduardo Solís, secretario.

(El Diario, 16 de enero de 1914)

La expansión de la feria por el número de artesanos que participan como la


afluencia de la gente nos muestra un escenario nuevo, la importancia e identificación de
los paceños que va tomando respecto a otras festividades. Por otro lado, la intervención
del municipio, como ente regulador y promotor de la fiesta asegura la
institucionalización de la fiesta. Esta es importante pues la fiesta será regulada
gradualmente enmarcando la tradición bajo parámetros cerrados que se transmiten año
tras año.

La crónica hace referencia ese año al entusiasmo con el que se ha celebrado la


festividad de Alasitas. Una fiesta de los niños, familias y pobres: una fiesta de “sus
clases populares” (El Comercio de Bolivia, 25 de enero de 1914). El único problema que
se observa es la escasa supervisión del negocio de las rifas, que por su escasa
observancia por las autoridades municipales pueden ser fácilmente alteradas por los
comerciantes.

Las suertes, si bien llevan sello municipal, no están garantizadas en su expendio


integro por que no están engomadas de manera que los negociantes del ramo,
después del visto bueno municipal, pueden desenvolver el pequeño rollo de
papel, escoger los premios gordos, sustraerlos del expendio y volver a echar
solamente las fruslerías y bagatelas, embolsillándose el dinero de los
compradores esperanzados y siempre de mala suerte. (Ibid.)

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El municipio, este año, coloca numerosas ampolletas para la iluminación del
Prado, por lo que la feria se prolonga hasta las 11 y 12 de la noche, además de la
presencia de las bandas de música del municipio que amenizan las veladas de los
asistentes.

Fotografía 3: ¡Alacitas! Las cholitas en comicio, disputándose sitios en el Prado

Fuente: El Tiempo, 22 de enero de 1914.

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Fotografía 4: Alacitas. Instalando los puestos de venta en la avenida "16 de Julio"

Fuente: El Tiempo, 24 de enero de 1914.

Al año siguiente la fiesta continúa en la Avenida 16 de Julio, pese a los reclamos


de propietarios de las confiterías, pastelerías y cantinas de la Plaza Murillo. Lo llamativo
es la instalación de “aparatos automáticos de gimnasia y distracciones en la avenida 16
de Julio” del señor Isaac Benguria (El Comercio de Bolivia, 24 de enero de 1915). Otro
hecho resaltante es el retorno de los Danzantes a la fiesta de Alasitas, que curiosamente
compran la patente municipal para participar en la fiesta, pero los agentes municipales
los encierran en los calabozos de la policía municipal. La prensa, describiendo este
hecho aboga por que estos “espectáculos denigrantes de nuestra cultura y civilización”
se corten de raíz por la municipalidad (El Comercio de Bolivia, 27 de enero de 1915).
En adelante la prensa ya no mencionará su presencia lo que denota un control más
estricto por la municipalidad además de la imposición de ciertos valores culturales sobre
otros, no solo lo que implica la dicotomía barbarie – civilización, tradición –

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modernidad, sino que al interior mismo de los bienes culturales de la tradición existe una
propia selección interna, a cargo de los patrones culturales dominantes.

En 1916 la fiesta regresa a la Plaza Murillo, pero esta es prontamente


reconsiderada, según la municipalidad “a petición de varias cholitas de nuestro pueblo,
que encontraron desacertada la medida” (El Diario, 19 de enero de 1916). En forma
jocosa es retratado el debate en el consejo municipal por la prensa, cuyo resultado es
inédito en las fiestas de Alasitas, por primera vez, se divide la fiesta, una parte en la
Plaza Murillo y la otra en el Prado. Al final, se llevó únicamente en la plaza principal,
recibiendo la municipalidad muchas críticas por la desinformación; por otra parte, el
hecho de que este año no se ofrezcan premios, ni diplomas a los mejores trabajos,
aumenta el disgusto contra la entidad edilicia. Pese a ello, la feria estuvo muy concurrida
menciona la prensa que hace un retrato favorable acerca de los gremios participantes
(talabartería, carpintería, cerrajería, etc.) afirmando que en ellos se ve la cualidad del
progreso del país (El Diario, 25 de enero de 1916). Esta relación entre el progreso y el
artesanado es muy llamativa, pues muestra el ideología liberal en acción, marcada por el
discurso modernizador y desarrollista de sus elites. Esto denota que, a pesar de la
sobrevivencia de la fiesta de Alasitas, su extensión y fortalecimiento a inicios de siglo no
se debió a la ritualidad, ni a los elementos mágicos que representaban las diversas illas
sino a lo que sus gremios podían dar para ofrecer para hacer crecer la industria nacional.

En este medio, donde se congrega la sociedad más diversa, como expositores,


paseantes o compradores, afirma la prensa, puede advertirse la emergencia del
proletariado, como contraste a la riqueza de algunos cuantos, que pueden darse y
complacerse todos los gustos. En una ciudad que empieza hacer el tránsito de urbe
comercial, a una, donde las pequeñas industrias inician a surgir, el aumento de las
desigualdades tiende a incrementarse. El Tiempo, bajo el título de “Las Alasitas” escrito
bajo el seudónimo de “H”, para B.P.S. reseña este tránsito junto a la asimilación de las
ideologías emergentes, al decir, que son los pobres, los huérfanos, los desamparados los
que albergan y albergarán en sus corazones el sentimiento de “igualdad económica de

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los hombres”, los que luego serán “socialistas”, y coloca en las espaldas de maestros y
padres, el peso de apagar esa ambición.

Uno de esos niños, se aproxima guiado por su curiosidad a uno de los muchos
chiquillos de las clases acomodadas, que lujosamente vestido sostiene en sus
manos un muñeco cuyo ingenioso mecanismo le hace mover manos y pies.

Apenas el bronceado rostro del lustrabotas se aproxima al objeto que despertó su


curiosidad, cuando el futrecito, con ademán de asco, lo separa bruscamente.

Detiénese el pequeño desairado, y mira a su despreciador con aire de


indiferencia, mas, el niño pensativo, medita sobre esa desigualdad: unos tienen
todo y otros nada. Cuál la causa? La respuesta no puede darla él mismo, pero
entre tanto, ese ademán, enciende en el corazón de ese chiquitín, la terrible
hoguera del odio a las clases acomodadas.

Al principio, esa pequeña chispa no tiene manifestación alguna, pero con el


tiempo tornase en un terrible incendio, que amenaza en su horrenda marcha
destruir la sociedad misma, pidiendo sin saber el por qué, la igualdad económica
de los hombres.

Ese niño, es luego un socialista.

Son los maestros de escuela, los que mediante sabios consejos deben apagar ese
fuego, haciendo ver en esa desigualdad, no un motivo de odio, sino un punto de
mira, al que con digna ambición y a fuerza de trabajo, deben llegar todos los
hombres.

Y son los padres, los que, si no quieren ver más tarde, estrellarse contra su
descendencia esa furiosa multitud de descontentos, deben inculcar en los sanos
corazones de sus hijos, el amor al desgraciado proletario, la compasión al
desheredado de la fortuna y la caridad al infeliz chicuelo que con toda inocencia
se allegue a ellos. (El Tiempo, 28 de enero de 1916).

Al año siguiente la feria vuelve a la Plaza Murillo, pese a algunas críticas. La


municipalidad, restituye los premios: “dos de a Bs. 500 y otros dos de a Bs. 250 para los
mejores artículos manufacturados en la localidad”; por otro lado, establece la multa de
Bs. 50 “a los comerciantes que vendan objetos de manufactura extranjera, como si
fuesen del país” (El Diario, 10 de enero de 1917). Podríamos afirmar que la ordenanza
tuvo un impacto importante ya que más adelante la prensa informará que la manufactura
nacional e indígena han progresado bastante, tanto es así que “ciertas miniaturas que la
industria alemana solía enviarnos a montones han sido imitadas con ventaja por nuestros
obreros” (El Tiempo, 25 de enero de 1917).

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Fotografía 5: La fiesta de Alasitas. Aspecto curioso que presentaba la plaza Murillo
el día veinticuatro

Fuente: El Tiempo, 29 de enero de 1917.

Este año además la fiesta se extiende un día más, hasta el 25; siendo desde ahora
tres los días de duración. Las rifas parecen proliferarse por las fiestas, así como los
controles que ejerce la alcaldía, que establece peritos para tasar los premios y
mecanismos para lograr imparcialidad en los sorteos. Muchas casas comerciales ofrecen
premios; unos como el propietario del Almacén de Música de la calle Yanacocha,
Gerardo Argote “gramófonos, discos y otras mercaderías, por un total de más de 1200
bolivianos”, cuyo boleto de suerte es de 50 centavos (El Tiempo, 14 de enero de 1917);
otros, basados en el lujo, como la Corona de Oro, que expone para el sorteo, relojes de
oro, brillantes, etc., al precio de 50 centavos el boleto.

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Fotografía 6: La feria de Alasitas. Suertes a 50 centavos y sección de trabajos de
arquitectura

Fuente: El Tiempo, 30 de enero de 1917

En el imaginario paceño sigue vigente la presencia de la fiesta de Nuestra Señora


de La Paz, al tiempo que se empieza a olvidar el origen de las Alasitas pues se la vincula
a la fiesta católica, como si fuese su origen más antiguo: “(…) la feria de manufacturas
en miniatura desde tiempos muy remotos se celebra en La Paz con motivo de la fiesta
religiosa de ‘Nuestra Señora de La Paz” (El Diario, 23 de enero de 1917). Este puede ser
el inicio de un proceso sincrético inconcluso pues ambas fiestas no llegan a relacionarse,
conectarse o vincularse entre sí, aunque tampoco desaparecen por completo. Sin
embargo, tampoco el sentido ritual de la fiesta es el que prima en estos años. En el
artículo “Alasitas”, escrito bajo el seudónimo de OFELIA, el autor opina que el Ekeko
ha caído en desuso, producto de la mirada escéptica de la generación actual.

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Pero es lástima que el “ekeko” haya caído en desuso. Luego, la gente de hoy que
ya no compra “ekekos”, en vez de confiada y jovial como era la de la anterior
generación, es completamente escéptica y demasiado burlona.

¡El hado propicio la perdone!

OFELIA

(El Tiempo, 25 de enero de 1917)

En el salón de sesiones del honorable concejo municipal se reunió el jurado


calificador para evaluar los diversos trabajos presentados en la feria de Alasitas de 1917.
Estuvo formado de la siguiente forma: presidente, José Salinas; vocales, Juan Peróu,
Agustín de Rada, Héctor Ormachea; secretario, Adán Sánchez. Las obras ganadoras
fueron exhibidas en las vitrinas del periódico El Tiempo. En el anexo 1, puede
encontrarse la nómina de ganadores de este año y los sucesivos. En la fotografía de
abajo observamos a las figuras modeladas en yeso ganadoras de ese año.

Fotografía 7: Costumbres populares. Figuras modeladas en yeso que merecieron el


primer premio

Fuente: El Tiempo, 28 de enero de 1917.

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En 1918 el sentido industrial que se quiere adquiera la fiesta empieza a hacerse
más fuerte. Desde El Diario se aboga por aprovechar el sentido tradicional y el
movimiento de pequeños capitales, para convertir la fiesta en una feria industrial donde
todos los productores tengan la posibilidad de exhibir los adelantos en las diversas
ramas. La feria debiera ser el referente del progreso industrial obrero del país, en vez de
ser únicamente una “feria de menudencias insulsas” (El Diario, 24 de enero de 1918).

Ese año se publica una reseña histórica sobre el Ekeko y las Alasitas, en
entrevista a Arturo Posnansky, que será el referente de los años venideros sobre el
mismo tema. Es llamativo el asunto puesto que hasta entonces no se había tenido interés
en preguntarse sobre el origen de las Alasitas. Anteriormente bastaba con decir, es una
fiesta ancestral de origen indígena. Posnansky refuerza las creencias anteriores, con
lineamientos más certeros de la fiesta: data de tiempos de Tiwanaku, el Ekeko, era
fabricado desnudo y era preservado como “una figura de arte como buen presagio”, son
los tiempos recientes y el “progreso” son los que lo han vestido; antes existía una obra
en miniatura bastante extensa que era intercambiada por pequeñas piedras en “tales
ferias” (El Diario, 01 de febrero de 1918). Es el primero en reintroducir el término de
“illa” para las miniaturas que son como semillas que deben seguir un ritual para
cargarlas de energía para que se conviertan en realidad. Su estudio posteriormente será
publicado por el Boletín de la Sociedad Geográfica de La Paz y reimpreso por la prensa
paceña.

Este año los premios a los mejores trabajos suman 995 Bs., en todas las
secciones concursantes. Las obras ganadoras se exhiben en las vitrinas de “La Sultana”.
El Tiempo hace referencia a dos obras en particular: al trabajo en ebanistería del obrero
Ramón Araníbar, en la que figura el repujado de un plato en el que figura el retrato de
una mujer, en maderas nacionales. La prensa lo destaca por la complejidad del trabajo, el
detalle y la paciencia que se necesita para lograr su excelente acabado (El Tiempo, 29 de
enero de 1918). La otra obra destacada es de la sección de mecánica, por el señor

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Guillermo Sánchez, consistente en un compás y una máquina laminadora de oro “ambas
obras verdaderos prodigios de paciencia y arte” (El Tiempo, 31 de enero de 1918).

Entre los años 1919 y 1920 pueden advertirse varios cambios. La presencia de
los republicanos en el poder incrementa el matiz político de la fiesta. Este, de estar
expresado en los periodiquitos de Alasita, pasa a ser comentado por la prensa regular. En
el control de las rifas, por ejemplo, la municipalidad coloca a un tasador, que, según El
Diario, es un “neófito” que habría hecho “tasaciones a sabor de los interesados que son
republicanos o neutrales, pero cuando se trataba de obreros liberales, la tasación bajó a
su último extremo” (El Diario, 22 de enero de 1920). En otro caso se refieren a la
supresión de los premios en ambos años, cuya iniciativa habría partido del señor
Saavedra, al cual se habrían añadido los miembros del partido republicano y radical,
dejando al liberal en minoría (El Tiempo, 30 de enero de 1919).

Otro hecho resaltante es la preocupación por conocer los orígenes de la fiesta, en


este sentido se vuelve a recurrir a Posnansky, y se publican por los Tiempos y El Diario
su conocido artículo “El Ekeko”, en 1919 y 1920. Por otra parte, a la preocupación de
los orígenes se suma el mantenimiento de la tradición y el efecto que produce la
modernidad y avance de la civilización, borrando lentamente la esencia de la fiesta. Este
dialogo o debate interno, entre la sociedad paceña sobre la tradición y la modernidad es
recurrente. Unos, abogan por preservar el sentido “original” de la fiesta, por el
mantenimiento de las miniaturas, el Ekeko, y el sentido ritual que conllevan; los otros,
quieren que las Alasitas se conviertan en un espacio para mostrar los diversos adelantos
de los gremios, en la exposición de sus mejores obras. En ambos casos se aboga por la
exclusión de los productos extranjeros de la feria, para que esta sea netamente del país.
Para reforzar el discurso se critica que, en lugar de los artefactos del país, que
manifestaban el ingenio y esmero de sus autores, han invadido las fabricaciones
extranjeras.

“Made in Germany”, “Made in England”, “Made in Japan”, “Le Premier Prix”,


“Hors de concurse”.

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¡Y dirán que no progresamos!

El negocio ha reemplazado al entusiasmo.

De la sencilla democracia popular estamos yendo a una infatuada aristocracia.

(El Diario, 24 de enero de 1919)

En 1919 las noticias importantes son: la vuelta de las Alasitas a la Avenida 16 de


Julio, y el cambio posición sobre las rifas. Además de las rifas de joyas, aparatos
musicales y otros objetos de lujo, aparecen otros con carácter social, como el de las
religiosas de Santa Ana, con una rifa de objetos de arte, la del comité pro coronación de
la Virgen de Copacabana, ambas de 1919, y la de la rifa pro estandarte de la gremial de
peluqueros, auspiciada por la peluquería Royal, la cual estuvo favorecida de numeroso
público (El Tiempo, 28 de enero de 1920).

Desde 1920, pese a los reclamos de varios sectores, la feria vuelve a la Plaza
Murillo, así como la exhibición de productos extranjeros. El municipio como una forma
de obtener más recursos decreta el pago de patentes sobre los puestos, rifas, y demás
actividades de la feria, con ello regula de mejor manera las actividades realizadas. Pese a
la ordenanza que establece que las Alasitas solo deben durar tres días (23, 24 y 25), a
partir de 1922 empieza a alargarse. En la crónica de las fiestas de ese año, continúa hasta
el 27, siendo el último día los precios más bajos “que en días anteriores” (El Diario, 27
de enero de 1922). Este parece ser el origen del “remate”, que se hace precisamente el
último día. Llama igualmente la atención, la exhibición de diferentes inventos, como “el
ingenioso ‘Motor de Prensa’ que ha construido el mecánico Eusebio Rocha, en Oruro”
(El Diario, 23 de enero de 1921).

Los comentarios políticos agrestes, que antes se centraban en la prensa de


Alasitas, que, por no tener editor ni editorial, era difícil identificar su autoría, estos años
la prensa abiertamente critica al gobierno republicano por la toma irregular del poder.
Los porotos, como se identifica a los miembros del gobierno, son presa de la sátira
periodística, al igual que su máximo representante, Bautista Saavedra, a quien en una

82
publicación bajo el título de “El Régimen de Alacitas” firmado por Nolo Beaz, se lo
compara con el propio Ekeko.

En este día solemne, lo vemos a don Bautista vestido con su traje oficial, es
decir en el traje de la fiesta. Ha costado el Ekekito nada más que dos billetes. Es
moreno, de frente embarazada, la nariz chata, los pómulos de manzana, los
labios son de rosquete, el cuello es una morcilla, en la barriga lleva alojados
unos cuantos salvavidas, sus piernas son dos pezoneras… El ekekito, que tiene
apariencias de viejo y que apenas está en el otoño de declina, lleva un chaquet
muy elegante, chaleco color de fresa, una banda imperial y los pantalones en
forma de colonial… El ekeko es la personificación de nuestra raza. La expresión
de nuestra alma alto peruana, el criollismo que danza la vida hiperbólica de las
frases hechas y de las mentiras convencionales.

Lleva el ekeko sobre sus hombros una latita de alcohol que la abre cuando trata
de convencer de algo que le interesa a alguno de sus porotos, le cuelga del brazo
derecho una mandíbula que sirve para hacer bailar a sus amigos al modo
selvático; también usa acordeón, de sus manos gruesas e imposibles penden las
hojotitas, un maso de chacaca que le sirve para endulzar los sinsabores del
gobierno, luego lleva unas chuspas donde seguramente echa al olvido todas lasa
cosas que no le convienen. Ahí están Escalier y Salamanca y todas las teorías de
la democracia en nuestra historia.

Dicen las gentes del pueblo que el ekeko trae la buena suerte. Pues por lo que
nos ocurre a nosotros, lindos estamos con el que ha regalado al país la mayoría
carneril.

(El Diario, 24 de enero de 1922)

Este mismo comentario es complementado el año siguiente incorporando a su


gabinete de ministros, que, por ser de transición, son “algo así como renacuajo, que no
es sapo, ni deja de serlo” (El Diario, 25 de enero de 1923). El gabinete estaría compuesto
por:

(…) el general Kundt. El juguete alemán que nunca falta en Alasitas. En él esta
incrustado como una coqueta mi amigo don Eduardo Diez de Medina. ¡Y tan
buena gente que era!... Lo acompaño en su sentimiento don Eduardito. Revienta
por este lado don Adolfo Flores para ser ministro de don Bautista.
Probablemente ha pecado mucho, mucho, pero mucho… Languidece en el
grupo, agobiado, aplastado por el peso de sus carteras y alza los ojos al cielo,
interrogando: Y yo que me voy a hacer con todo esto? Embrómate, para que no
seas juguete de Alasitas.

¡Oh, el régimen del alasitas!

83
(El Diario, 25 de enero de 1923)

Una parte de la población como se aprecia en la sátira al gobierno republicano


sigue considerando a la festividad como “fiesta de los juguetes”, por las miniaturas que
se exponen en ella, y considerando al Ekeko, como “amuleto” con el cual se cumplen los
deseos de su portador. Esta fiesta de lo pequeño, tiene otras formas de manifestación no
necesariamente vinculadas con el deseo de las personas que lo compran, sino a otra
forma de relación artística de los artesanos, como un conjunto de muñecos movidos a
vapor, elaborado por Eusebio Rocha; escudos de armas de Bolivia y La Paz, de un
centímetro de diámetro, hecho con plumas de ave, obra de Lucio Duarte; una tropilla de
ratones representando una banda de músicos, jugadores de billar y una tropa de
bailarines, todos obra del vecino de Guaqui Carlos Solares Vaudry (El Diario, 26 de
enero de 1923). Estos trabajos nos muestran la enorme diversidad en cuanto a
significados que va adquiriendo la fiesta, y los cambios graduales que van produciendo
las fuerzas urbanas.

Este año es reeditado el relato de Félix Reyes Ortiz, “Alasita! Alasita!”, que
detalla las características de la fiesta durante la colonia. Lo interesante del relato es que
nos cuenta que la “tradición” estableció que se celebrase la fecha de la fundación de la
ciudad de La Paz el 24 de enero, en vez del 20 de octubre. Ese día se hacía una misa en
el templo de San Sebastián, junto a un gran número de actos (danzas, corridas de toro,
etc.); al final, se reunían en grupos e ingresaban a la plaza mayor, gritando: ¡alasita!
¡alasita! De esta manera iniciaba la fiesta de la miniatura. Reyes Ortiz, cuenta además un
suceso que le habría pasado al marqués don Juan Contreras de Villarreal y su amigo de
viaje Andrés Peñafiel, que, mientras compraban dijes y “preciosas manufacturas” en la
plaza, escucharon gritar a los gualaychos ¡alasita! ¡alasita!, pensado que decían, ¡a la
zita! ¡a la zita!, es decir, que la gente se había juntado para iniciar una rebelión y
sacrificar a los españoles. Los dos, por el temor, huyeron de la ciudad, contando la
historia en el libro de viajes del marqués (El Diario, 24 de enero de 1923).

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Los años siguientes, la fiesta no sufre cambios importantes. Es recién a partir
de 1927 que se suscitan reformas importantes, entre ellas podemos citar, el cambio de
residencia de la fiesta. Después de ser movida de la Plaza Murillo, al Prado y de este,
otra vez a la Plaza de armas, quedarse y ampliarse por las calles vecinas, finalmente se
traslada a la Plaza Mariscal Sucre o Plaza de San Pedro, donde se quedará varios años.
Los premios consisten en montos variables de dinero, además de diplomas honoríficos.
Esto funciona desde 1927, estableciendose, desde 1929, que el monto del plazaje, y el
impuesto de las rifas sea destinado exclusivamente para los premios. De esta manera el
monto sube, de los tradicional 1000 Bs., a 1375 Bs.. Otra medida de la municipalidad, y
que se incluye en las ordenanzas, es la prohibición de la venta de juguetes, mercaderías y
cualquier otro artefacto de procedencia extranjera. La ordenanza de 1929 además dice
que la tradicional fiesta de Alasitas quedará desde ese año “convertida en Feria
Industrial destinada a la exposición de obras manuales de los pequeños industriales y de
los obreros nacionales o extranjeros y de las fábricas nacionales establecidas” (La
Razón, 22 de enero de 1929). Para ello la Escuela Municipal de Bellas Artes y Oficios
debe tomar parte obligatoria en dicha feria, y exhibir el trabajo de sus estudiantes.

En cuanto a la exposición de los diversos objetos, van a incluirse una sección


destinada a mostrar las manufacturas de los reos del panóptico de San Pedro (El Diario,
24 de enero de 1929); se menciona, además, la participación de productores del interior,
como: muñecos hechos en Sucre, pisos de Cochabamba, miniaturas de plata de Potosí,
petacas de Santa Cruz, y “mil graciosas chucherías fabricadas en La Paz”. El cronista de
El Diario hace referencia que estos trabajos no están llegando a la feria. Como solución
opina que los premios deben crecer, así como los concursos, para que el interés vuelva
(El Diario, 25 de enero de 1929). La Razón por su parte, menciona en la exposición de
1927, un torno para metales construido por el taller de mecánica del señor Juan Nicola,
el mismo habría obtenido varias medallas de oro y diplomas en la Exposición
Internacional del Centenario (La Razón, 25 de enero de 1927). Ese año recorre la feria el
colombiano Salvador Tello, quien escribe una crónica de la fiesta para La Razón. Según
Tello, esta fiesta reúne a todas las razas, alrededor de la producción pequeña de los

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artesanos, que son tantos que se “necesitaría escribir un libro bastante voluminoso” para
mostrarlos todos (La Razón, 28 de enero de 1927). Otra característica de la fiesta que le
llama la atención es la compra del Ekeko, que es comprado principalmente por las
chiquillas para atraer la buena suerte “mientras sus ojos picarescos dirigen miraditas
furtivas a los muchachos que quisieran comprar Ekekas” (Ibid.). Concluye diciendo que
el mismo Tello ha comprado un Ekeko, para que sea el talismán que lo vincule a esta
tierra cuando regrese a la suya (Ibid.).

Al finalizar la década la feria está estructurada en secciones, a cargo de los


gremios, no siendo como antes la distribución, en puestos libres. Sin embargo, sigue
habiendo espacios para la presentación de números especiales. En 1929, participan en la
feria las sociedades de Beneficencia de Señoras y Conferencia de San Vicente de Paúl,
con una kermesse en cuatro kioskos. Este número no es extraordinario, pues como vimos
años atrás otras sociedades de beneficencia o gremios armaban kermeses o rifas en favor
de una causa en particular. Aunque, debido a la falta de recurrencia es probable que estas
actividades no se institucionalizasen al interior de la feria. El menú y las tarifas de las
kermeses ofrecidas en las Alasitas en 1929 fue la siguiente:

Pavo con ensalada, Bs. 1.50; Mayonesa; 1.00; Empanadas Salteñas, 0.50;
Humintas, 0.40; Volovanes rellenos, 0.50; Sandwichs, 0.20; Té con leche, 0.60;
Café con leche 0.80; Chocolate, 0.80; Helados, 0.40; Barquillos, merengues,
dulces variados y fruta; Champán fino, copa, 2.00; Biblias, 0.80; Cocktails,
0.60; Jerez, 0.60; Oporto, 0.50; Vino blanco y tinto, 0.40; Anís del mono, 0.50.

(La Razón, 23 de enero de 1929)

Entre 1900 y 1929 las Alasitas adquieren aceptación gradualmente por distintos
sectores de la sociedad. De esa pequeña feria que se realizaba en la plaza Murillo a
inicios de siglo, crece hasta alcanzar los 1000 expositores. El público se incrementa, al
igual que la cantidad de días, de 2 a inicios de siglo a 4, hacia 1929. Estos factores hacen

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que tenga que trasladarse, primero hacia la Alameda y posteriormente, alrededor de la
Plaza Sucre (San Pedro), buscando mayor espacio para expositores y el público.

Se pueden distinguir dos tipos de participantes principales, los expositores


agremiados en diferentes rubros que darán nacimiento a los diversos sectores de la feria,
y que serán determinantes para su organización y el mantenimiento de la “tradición”
posteriormente. El otro sector está conformado por miembros de la élite, que tienen una
participación pequeña pero importante, con sus kermeses de beneficencia y con las rifas
de las Casas Comerciales. Otorgan legitimidad a las Alasitas y hacen pensar en lugar de
reunión de todas las clases sociales.

Otro actor importante es la alcaldía, aunque en este período es más fuente de


discordia y ambigüedad. El municipio organiza la feria vía ordenanza municipal,
establece multas y premios a los mejores trabajos, aunque no se premia necesariamente
trabajos que hagan referencia a la tradición o a las culturas locales, sino a la inventiva y
la inversión en tiempo y dinero que utilizaron los artesanos en sus trabajos. En 1916
dividió las Alasitas en dos partes, la una en la Plaza Murillo y la otra, en el Prado,
aunque terminó desarrollándose en el primero causó confusión entre los expositores y
asistentes. Su rol confuso se aprecia en otras situaciones: lanza prohibiciones para que
no se expendan artículos extranjeros que desvirtúen la fiesta, pero prohíbe otras
expresiones tan características de la feria, como los danzantes. En 1915, un grupo de
danzarines compra la patente municipal, pero son arrestados por los guardias
municipales y encerrados en los calabozos. Otro viraje en torno a su rol se da en 1929,
cuando declara que la fiesta de Alasitas se convertirá en una Feria Industrial destinada a
mostrar el trabajo de los pequeños industriales y las fábricas del país. Este rol ambiguo
nosotros lo entendemos a partir del contexto, marcado por ideas liberales de la época
sobre la modernidad y el progreso, de lo culto, fino y refinado, en contra de las remoras
del pasado, tosco, añejo y poco comprendido. Debe resaltarse, sin embargo, el esfuerzo
del municipio por no desmarcarse de la organización de la fiesta y de promoverla a pesar
de un contexto social que quiere su desaparición o transformación en feria industrial.

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Otros sectores más pequeños que no forman parte de los gremios son los reos de
San Pedro que participan con algunos trabajos elaborados por ellos mismos. Otro, es el
sector de los juegos, sobre los cuales existen muchas quejas por su falta de
transparencia.

En este periodo la esencia de la feria está depositada en el Ekeko, al que se le


atribuyen poderes mágicos relacionados con fertilidad, amor y abundancia. Las otras
miniaturas pasan por juguetes, por este motivo la prensa dice en varios años, que la
Alasita es una fiesta para niños, donde incluso el Ekeko pasa algunos años por juguete
entre las muñecas de cabello rubio o blondo, que lloran o hablan.

2. La fiesta de las Alasita, en el contexto de la Guerra del Chaco

Hacia 1930 todavía se discute sobre el lugar más apropiado para celebrar la
fiesta. Unos quieren que siga en la Plaza Murillo, pues representa el espacio tradicional,
en el que se realizaba desde tiempos coloniales; otros por el contrario, creen que la
ciudad de La Paz se ha desarrollado tanto, comercial e industrialmente, que el espacio
cedido a la fiesta solo perjudica en lugar beneficiarlo, a la gente que quiere visitar la
feria por el espacio reducido, al tráfico, porque congestiona las vías, y al comercio,
porque no deja ni comprar ni vender (El Diario, 21 de enero de 1930). Con todo, el
escenario de la fiesta sigue siendo la Plaza Murillo. A razón de ironía Última Hora
afirma, que por primera vez se ha celebrado en la India, el día de la independencia;
también nuestros indios “celebraron su independencia, en la Plaza Murillo con
APLAUSOS de los comerciantes y choferes” (28 de enero de 1930).

La feria en la Plaza Murillo es uno de los últimos pues será retirado los años
siguientes a la Plaza Sucre, en la zona de San Pedro. El principal motivo es el
crecimiento de la fiesta, que la hace insostenible, pues afecta a todas las calles a su
alrededor, haciendo difícil el tráfico, más si se considera que el tranvía estos años pasaba

88
por el casco urbano central118. Por otro lado, los nuevos sectores que querían formar
parte de la feria volvían cada vez más problemática la repartición de los puestos,
encargada a la Policía Urbana. Llama la atención como la crónica de desaprobación de la
fiesta ha desaparecido estos años, aquellos que proponían su desaparición y reemplazo
por una feria industrial ahora solo se quejan de que se realice en la plaza de armas.
Desde El Diario se publican dos relatos, en el primero mostrando la riqueza y aceptación
general del Ekeko, terminando con la aceptación del cambio de lugar, exigiendo
únicamente el retorno del esplendor de la tradición a cambio de las molestias
ocasionadas.

Quisiéramos, de verdad, que la actitud del alcalde, que se ha propuesto suprimir


el tráfico en dos cuadras a la redonda de la plaza principal, tenga la
compensación de que se restablezca la fiesta tradicional con el esplendor
floreciente de las industrias paceñas.

Bonjour.

(El Diario, 24 de enero de 1930)

El segundo relato es del mismo periódico y hace un diálogo con el cronista


“Bonjour”. Lo escribe bajo el seudónimo de RIP-RAP, está formado por una serie de
conversaciones ficticias entre las vendedoras de la feria que es escuchado y descrito por
un “reporter”. El tema principal de conversación es el cambio de lugar por el de la Plaza
Murillo:

-Esta si que es una ocurrencia, decía una cholita furibunda, que se creerá pues,
el Presidente Municipal. Ya estábamos acostumbrados a ir a San Pedro, ahora
otra vez a la plaza.

-Si pues, de decía, la otra. Yo desde temprano me he ido a San Pedro. Como opa
sentada allí cuando la fiesta había sido aquí.

118
La Ordenanza de Tráfico establece, además de prohibir el tráfico general en las calles Illimani,
Ballivián, Bolívar, Junín, Ingavi, Socabaya y Ayacucho, que el servicio de tranvías quedará sujeto al
siguiente rol: “Los carros que suban de San Jorge y Sopocachi, harán el servicio hasta la esquina
Socabaya-Mercado y los que bajen de la estación de Chijini hasta la esquina Yanacocha-Ingavi. Los
pasajeros tendrán derecho al trasbordo (…) Los tranvías de Miraflores, sólo harán el servicio a la esquina
Loayza-Ballivián” (Última Hora, 23 de enero de 1930).

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-Ay, si nuestras autoridades no tienen una sola palabra. Uno entra dice que sea
allí, otro entra dice que no sea allí. El buey por sus astas el hombre por su
palabra. Salud… y se tomaron dos botellitas de cervecita con mucho antojo del
importunado oyente.

Más adelante:

El pobre cronista noctámbulo tuvo que desaparecer inmediatamente. Seguía por


otra sección cuando acertó a oír otro diálogo:

-Que desvergüenza, decía una cholita ya entrada en años, pero traernos aquí!
Como si La Paz no fuera ya ciudad grande. Antes éramos poquitos, pero ahora
ya somos tanta gente! Y en una plaza tan chica, dirás. Ay, ya no tienen sesos los
hombres del día.

-Si pues, de decía otra, aquí ya no hay como sentarse a gusto. Cómo nos irá
mañana.

-Fuera no más hombre en el periódico les sonara.

-Pero, Juanita, creo que eres pues amiga de ese joven Bonjour que escribe en el
Diario, hazles sonar con él.

-De donde no más ese pondrá una línea. Estará con sus virlochas el ingrato.

Ud. dispensará distinguida señorita, y le pido mil perdones por esta mi


imprudencia -intervino el amigo Llanos reporter de este diario-. La conversación
que le pertenece por que es suya, sin embargo, no deja de interesarme por que se
trata de asuntos relacionados con mi peligrosa profesión.

-Quién será éste. Habla con volados.

-Mirá las filigranas que hace. Este debe ser ese reporte X y Z de la otra ve.

-No soy incógnito desconocido señorita -dijo nuestro reporter- y casi muy
conocido de Uds. si lo tiene a buen y me honran con su amistad.

¿De qué se trata?

-A Ud. no le viene ni le va, joven. Váyase Ud.

Deshaciéndose en reverencias el amigo se retiró, no sin prometer regresar al día


siguiente a tomar más datos y una cervecita negra marca “Condor” con ellas.

(El Diario, 24 de enero de 1930)

Durante el período anterior habíamos visto la proliferación de las llamadas


“suertes”, por las que una cantidad apreciable de Casas Comerciales y particulares,
hacían negocios. Junto a su crecimiento observamos que las normas para su regulación

90
también aumentan por parte del Municipio, ante las denuncias de los usuarios que se
sentían, a menudo, estafados. Para 1930, se tiene una mejor forma de regulación de las
“suertes”, que incluyen ahora, a las Casas Comerciales y a las Beneficencias. Los
cánones para su autorización no solo incumben tasaciones por peritos de la Policía
Urbana sino también criterios de “cultura”, “civilización” u “orden”. Estos criterios, a
menudo esgrimidos por los liberales, siguen siendo utilizados para seleccionar a los
juegos de azar permitidos en la fiesta. Este es el caso de la solicitud de Miguel Cazorla,
que pretendía establecer una ruleta en miniatura en las Alasitas, el cual fue notificado
contrariamente y su “muestrario que presentara ha sido decomisado por no satisfacer a la
cultura local” (Última Hora, 16 de enero de 1930).

Otro dato interesante sobre las “suertes” es la coincidencia del sorteo de la


Lotería con las Alasitas, que parece configurar otra forma de entender la abundancia y
prosperidad, tan característica de esta fiesta. Esto nos mostraría otra forma de
comprender el bienestar a partir de lo urbano. Suerte, beneficencia y salud, son las
formas que tiene la urbanidad para acercarse al bienestar material. No se deja, como en
el mundo indígena esta labor a la creencia en el rito o hacia el Ekeko para que se
cumplan los deseos de prosperidad material y espiritual a partir del cumplimiento de una
ceremonia, sino que se busca que la fortuna, abundancia y dicha lleguen por algo más
controlable, como es la adquisición de un boleto de lotería o rifa; que sea el azar, el que
los premie. Así mismo, se puede controlar al bienestar, direccionándolo hacia un sector
vulnerable o una causa específica a través de la beneficencia, que utilizan la misma
estrategia del azar para controlar o direccionar la fortuna a su benefactor.

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Imagen 2: Gran sorteo de Alasitas. Lotería Nacional de Beneficencia y Salubridad

Fuente: Última Hora, 18 de enero de 1930

La fiesta inicia, la concurrencia según Última Hora recuerda “a los banquetes


que le daban en sus buenos tiempos al fiscal Uría” (23 de enero de 1930).

A la venta de juguetes y artículos extranjeros, los cuales son criticados, aparece


un sector destinado a la venta de venta de productos agrícolas (chuños, frutas, tuntas,
etc.), que es acompañado por la venta de comida. La prensa critica este hecho,
afirmando que la fiesta se está transformando en una festividad de “beneficencia para los
hacendados” (Ultima Hora, 24 de enero de 1930).

Por otro lado, la prensa resalta los trabajos más interesantes de la feria, realizados
por obreros locales:

Un trabajo muy prolijo

Frente a la oficina de los Amigos de la Ciudad se expone una grúa en miniatura,


hecha a mano y sin la ayuda de tornos ni máquina alguna que facilite su pronta
conclusión. Es el obrero José Maldonado su autor y la pequeña grúa construida
en acero (…).

Una colcha de cuero de rata chichilla

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Uno de los escaparates que también nos han llamado la atención, es el situado
frente al hotel Pullman en el que se exhibe una colcha confeccionada con cueros
de rata chichilla (…). La referida colcha ha sido confeccionada por el obrero
Epifanio Suárez de esta localidad y merece especial atención por ser una
novedad en cuestiones de peletería.

Tejidos nacionales de lana

Un surtido de mantas, alfombras y pisos de lana de oveja, que han sido tejidos
en la provincia Carrasco de Cochabamba y que constituyen ya una de las
industrias mejores de la región ha sido enviado para su exposición. Llama la
atención la combinación de los colores que son permanentes y la forma en que
se hace el tejido, para lo que según se nos ha dicho se emplean a indígenas. En
medio de esa sección se expone un tejido en el que ostenta el escudo nacional
con sus colores intachables.

Filigranas de oro y plata

Fernando Jiménez presenta un surtido completo de trabajos en oro y plata que


llaman la atención por la delicadeza de su manufactura. Son miniaturas
consistentes en objetos prácticos como guarda joyas, muebles, etc.

También en otra sección hemos visto los objetos presentados por Abdón
Catacora, resaltando un juego de comedor de plata pulida.

Tallados en madera

Otra manufactura nacional que se destaca es la de los tallados y grabados en


madera que presenta su autor el artesano Rómulo Guachalla, consistentes en
marcos, tarjeteros, mesitas, portarretratos, etc. mediante la combinación de las
diferentes clases de maderas de Yungas.

Pequeñas arquitecturas

(…) las que ofrecen al espectador los ingeniosos obreros Eulogio Villavicencio
y N. Murillo. Constituyen las demostraciones más reales de la habilidad de sus
autores y consisten en un palacio con techo de vidrio, habitaciones repartidas
convenientemente y en el jardín surtidores de agua mediante la combinación de
la fuente de Hierón.

Las miniaturas de madera

Frente a la nueva catedral existe un puesto en el que sobre una mesa se exponen
interesantes trabajos en madera, consistentes en muebles. Resalta un escritorio
americano, unido en espiga y que está acoplado a un sistema muy ingenioso,
para abrir sus compartimientos. Ha sido trabajado por Rómulo Guachalla.

93
Algunos juegos de azar

A pesar de que el Municipio ha estudiado debidamente las peticiones


presentadas para el establecimiento de suertes, rifas y otros juegos, hemos visto
que muchos de ellos no responden a la cultura por que constituyen un fraude
hecho públicamente. Sería conveniente que la Policía Urbana, mediante sus
agentes, haga una inspección para enterarse de ello.

(Última Hora, 25 de enero de 1930)

Algo que llama la atención de la Alasita es el carácter inclusivo que se


incrementa con los años. Productos de Cochabamba, Oruro, Potosí, Santa Cruz, etc. son
exhibidos en la feria en secciones determinadas. El establecimiento de secciones es otra
característica que muestra el grado de organización interno de los propios productores
como del grado de inclusión de la Alcaldía en manejar el orden de la fiesta.

En la crónica de la fiesta podemos observar cómo se empieza a hacer un


retraimiento hacia el pasado nuevamente. Si bien esto no es de extrañar, puesto que los
años pasados también la prensa se preocupaba por los orígenes de la fiesta, en este caso
llama la atención por la cercanía a la guerra, y el acentuamiento del fervor patrio, en un
sentido valorativo positivo de lo propio, tan característico del naciente nacionalismo. En
esto, la “tradición” juega un papel fundamental, en tanto explora en la costumbre pasada
el vínculo con sus antepasados, buscando construir su identidad social. Surgen entonces
críticas a los que quieren desterrar las costumbres, “norteamericanizarnos,
europeizarnos, mientras los otros países, más viejos y más sabios guardan en los
corazones (…), los últimos vestigios de su personalidad, de su tradición (…)” (Última
Hora, 24 de enero de 1930). Somos gente “muy criticona”, “muy doctores”, “muy
descontentadiza”, que las más grandes inmundicias extranjeras nos parecen “admirables,
pintorescas, graciosas” (Ibid.). Este retraimiento sobre el pasado hace que se busque en
el origen, lo más original de la tradición. Aunque esta búsqueda no siempre se basa en
una investigación metódica del pasado, también existe una invención de este. El cronista
de Última Hora relaciona al Ekeko, como descendiente de los antiguos gnomos
escandinavos que trae suerte al hogar de quien lo posee. Relacionando su estatura como
si fuera un duende lo llama bajito o petizo, que se presentó a los incas a un sacerdote del

94
sol y le dijo “Si me llevas siempre contigo no sufrirás más. Hogar en el que yo entre será
un hogar feliz” (Ultima Hora, 24 de enero de 1930). Desde entonces los sacerdotes
habrían iniciado la costumbre de hacer hombrecillos para que la suerte llegue a más
hogares.

Imagen 3: El Ekeko de la suerte

Fuente: Última Hora, 24 de enero de 1930

Otra narración del mismo carácter titula “El advenimiento de Ekhekho al


Kollasuyo”, escrito por Carlos Oropeza. Es un relato ficcional que se centra en la sequía
que habría asolado Tiwanaku por un tiempo largo, producto de la incomprensión de la

95
gente del Ekeko, que habría venido como hombre a paser con ellos, siendo ignorado. Al
final existe una reconciliación entre los kollas y el Ekeko, que culmina con el retorno de
las lluvias, la abundancia, y la consecuente adoración que llego a arraigarse en “el
corazón del pueblo boliviano” (El Diario, 26 de enero de 1930).

Otros relatos, toman un aspecto histórico más metódico, como el que publica
Ismael Sotomayor, bajo el título “La Feria de Alasitas”, en la que narra el origen de la
feria, como trasfondo al cerco de La Paz de 1781. En esta variante, las Alasitas nacen
como producto de la ridiculización de los chapetones por los mestizos de la ciudad,
quienes prepararon una fiesta ridiculizando a las fuerzas de Segurola, haciéndolos todos
en chiquito, siendo los jefes, oficiales, soldados, ekekos, muñecos regordetes,
coloradotes, y los chapetones no se dieron cuenta “cabal del doble y significativo sentido
que tuvo la feria, el chiste es que tuvieron que hacerse los del otro viernes” (El Diario,
29 de enero de 1930). Este relato, y el anterior, pueden leerse inextenso en la sección de
anexos de este trabajo.

Al año siguiente la feria retorna a la Plaza Mariscal Sucre de la zona de San


Pedro. Lo llamativo son las exposiciones de puestos de flores en la feria, que es visto por
la prensa como una “innovación en las costumbres de ALASITAS” (La Razón, 24 de
enero de 1931). La introducción de nuevos sectores como el de las flores, este año, o las
comidas, el año anterior, puede interpretarse como la irrupción de los sectores femeninos
organizados en la feria. Recuérdese la formación de gremios de comideras o floristas, en
el primer tercio del siglo XX, que tendrían gran influencia en la vida sindical de la urbe
paceña, que se acentuaría con la guerra y el alejamiento de los hombres de las ciudades.

96
Fotografía 8: La popular feria de Alasitas - Puesto de flores

Fuente: La Razón, 24 de enero de 1931.

En 1932, se celebra la 3ra exposición de plantas y flores, inicialmente se lo


piensa hacer en el “local situado en la esquina de la calle Nicolás Acosta y Plaza
Mariscal Sucre” (La Razón, 23 de enero de 1932); sin embargo, por lo estrecho del lugar
esta fue trasladada al “Casino de la Feria” (La Razón 26 de enero de 1932). Los años
anteriores no se tiene registrado en la prensa una feria de estas características, por lo que
estimamos que estas se realizaron en otros meses. Su coincidencia con la feria y el lugar,
inicialmente, nos hace pensar que aprovecharon la popularidad de las Alasitas para
mejorar la asistencia del público. Esta feria tiene la particularidad de estar auspiciada por
los Amigos de la Ciudad y por la participación de la Oficina de Fomento Agrícola de
Cochabamba y expositores particulares como, el General Guillermo Nuñez del Prado,
Rosendo Torrez, Manuel Elías Coronel, Pedro Musch, Inocencio Álvarez, Ramón
Requena y Justina Meruvia, quienes traen a la exposición plantas de diversos lugares del

97
país (Ibid.). La exposición tiene un gran éxito ya que una gran cantidad de familias
adquieren “plantas ornamentales y de flores que se exhiben, las cuales constituyen un
alarde del cuidadoso esmero con que han sido cultivadas por los diversos expositores”
(La Razón, 27 de enero de 1932). Los años siguientes la exposición cesará por la guerra,
quedando las floristas, con su propia exposición, al interior de la feria.

Hacia 1932 la cantidad económica destinada a los premios de Alasitas


disminuye; solo 150 Bs, cuando en los mejores tiempos la suma era de 1350 Bs. Es
probable que la cercanía de la guerra empezara a alterar el normal desenvolvimiento de
la vida urbana paceña. La obra más original expuesta, es una pequeña Torre Eiffel en
madera cercheada, obra del señor Alberto Sanjinés, una obra (según la prensa), que
“hasta hoy no ha tenido imitación, ni menos precedente, no estaría demás recomendarla
ante la opinión de los miembros que deben emitir su fallo en el concurso anual de
trabajos (…)” (El Diario, 28 de enero de 1932).

La Razón publica “Las Alasitas y Don Ekeko”, un fragmento del libro inédito de
Nemesio Iturry Nuñez. El texto muestra el carácter prehispánico del Ekeko y la fiesta de
Alasitas, aunque afirma que su origen es un misterio, y que este probablemente, junto a
Manco Capac y Mama Ocllo, según las teorías de Flammarión, han transmigrado de
otros planetas “en formas de incas y ekekos” (La Razón, 24 de enero de 1932). Fuera de
este dato, Iturri nos narra la relación de la fiesta de Alasitas con el de la Virgen de La
Paz, y que su unión habría correspondido para darle realce a la victoria española en el
cerco de 1781, proclamando a la virgen como “protectora de españoles”. Sin embargo,
con el pasar de los años el Ekeko se ha convertido en la figura central de la fiesta,
pasando la fiesta de la virgen a segundo plano (Ibid.).

El impacto de la guerra se deja sentir los años siguientes. Entre 1933 y 1934
bajan ostensiblemente los premios pecuniarios, en 1933, son sustituidos por diplomas,
mientras que, en 1934, estos solo llegan a 300 Bs.; en 1935 estos se recuperan algo, pues
suben a 1000 Bs.

98
El decaimiento de la fiesta coincide con el entronamiento de la virgen en la
Catedral. Recordemos que la Catedral oficialmente construida en la Plaza Murillo, fue
demolida, dejando de existir el edificio en 1831, a partir de aquel año “y durante más de
cien, la Catedral permaneció en Santo Domingo, hasta 1932”119, año en el que se termina
de construir. En 1933 la imagen de la virgen vuelve a la Catedral. A las 4 de la tarde,
relata la prensa, las autoridades y el público se reunieron en el Templo de Santo
Domingo, descolgándose seguidamente las imágenes de la Virgen de Nuestra Señora de
La Paz y del Señor del Habla, iniciándose la procesión.

Presidió el Obispo de la Diócesis, monseñor Augusto Sieffert y el Venerable


Cabildo Eclesiástico. Concurrieron también el Prefecto del Departamento, señor
Gustavo Carlos Otero y las autoridades judiciales. Recorrió la procesión la calle
Ingavi y la Plaza Murillo. Detrás de ambas imágenes iba una banda de ejército.
(El Diario, 24 de enero de 1933).

Después de ejecutarse los himnos de La Paz y el Nacional, respectivamente, el


canónigo don Luis Alberto Tapia, resaltó la importancia de las imágenes y que serían las
que traerían al país la victoria en la guerra “Nuestra Señora de La Paz, hará que pronto
venga la paz. Y el Señor del Habla, que solo puede hablar bien, hablará sobre nuestra
victoria” (Ibid.). Con estas palabras terminó el acto. El regreso de la virgen días antes de
la fiesta de Alasitas es muy significativo, no solo por la coincidencia con la cercanía de
la fiesta del 24 de enero, que nos retrotrae a aquel 1781, en el que la fiesta de la
miniatura es trasladada a enero, para tener control sobre las festividades indígenas, sino
también, por el contexto de la guerra. Los años que dura la contienda, la fiesta de
Alasitas entra en un leve retroceso, por todo lo que significa la guerra (movilización de
hombres, recursos, etc.); en este contexto, es muy significativo el traslado de las
imágenes, pareciendo recordar al pueblo, que los motivos originales de la fiesta del 24
son católicos, no paganos, y que, además solo adorando, pidiendo a Dios y la virgen, se
ganaría la guerra, por lo que recordar y celebrar la fiesta de Alasitas no es apropiado.
Aunque este último es nuestra apreciación, no deja de llamar la atención el traslado de

119
López Menendez, “La Iglesia Paceña,” 324.

99
las imágenes en un contexto bélico, donde la fiesta de la miniatura claramente ingresa en
un leve estancamiento.

Fotografía 9: Procesión de la Virgen de Nuestra Señora de La Paz a la nueva


Catedral

Fuente: El Diario, 24 de enero de 1933.

100
El común denominador de las fiestas es que ha decaído, que hay menos personas
asistentes, tanto productores como consumidores. También se menciona la caída de la
calidad de los trabajos y su falta de inventiva; esto sería consecuencia de la falta de
artesanos “Ausentes de la ciudad, los mejores obreros, los aficionados a los trabajos
delicados, la feria tenía que resentirse por fuerza, por falta de elementos” (La Razón, 27
de enero de 1933). La feria se enfrenta una vez más a la invasión de los productos
extranjeros, que son reprochados por la prensa. Sin embargo, pese al decaimiento
general de los festejos se aboga por que se celebren las fiestas, pues son parte de las
costumbres paceñas, que, en lugar de cambiarlas, hay que renovarlas y ayudar para que
se levante la industria nacional. Las autoridades paceñas en los preámbulos de las
ordenanzas lanzan este doble cometido que juega con esta dicotomía tradición y
modernidad, pero que fuera de anteponer una a la otra, la entretejen:

El Concejo Municipal aprobó ayer la ordenanza para la celebración de la


tradicional feria llamada de Alasitas, en los siguientes términos:

Considerando: Que es necesario conservar la tradición de la Feria de Alasitas, al


mismo tiempo que fomentar su carácter de exposición industrial y artística;

Que es domingo el día 22 del mes en curso pudiendo facilitarse por tal razón la
concurrencia de público a la indicada Feria;

Que la situación económica por la que atraviesa el H. Consejo no le permite


hacer erogaciones para premios pecuniarios.

Resuelve: Artículo 1o.- La Feria de Alasitas se realizará en la Plaza Mariscal


Sucre los días 22, 23, 24 y 25 del mes en curso.

Artículo 2o.- La policía urbana, el tesoro municipal y la dirección de tráfico,


quedan encargados de hacer cumplir la presente ordenanza, en lo que se refiere a
ubicación de puestos, recaudación de alquileres y reglamentación del tráfico,
respectivamente.

Artículo 3o.- El H. Concejo concederá diplomas de honor a los mejores trabajos


nacionales en miniatura que se exhiban en la Feria, para lo cual, se autoriza al
señor presidente que designe un jurado especial.

(El Diario, 19 de enero de 1933)

Como se observa en la ordenanza, el objetivo de esta es mantener la tradición,


por lo que instruye la celebración de las Alasitas los días 22, 23, 24 y 25 de enero, en la

101
Plaza Sucre, manteniendo el tráfico restringido los días que dura. Por otro lado, pretende
fomentar el aspecto industrial y artístico de la feria, que es el aspecto identificado como
el moderno pues está relacionado con el desarrollo del sector productivo de la urbe
paceña, en este sentido reconoce que el país está atravesando un momento difícil
económicamente por lo que no dispone de recursos para los premios, sin embargo, si
puede entregar simbólicamente diplomas a los mejores trabajos “nacionales en
miniatura”

Hacia 1935 se reconoce que el público había aumentado, pero “con menos
porcentaje de varones, sin duda a raíz de la movilización general” (El Diario, 26 de
enero de 1935). El público femenino congestiona las calles. La prensa hace referencia
que el número de vendedoras se ha incrementado por lo que es necesario expandir la
misma por las diagonales (Ibid.). Esta referencia nos hace notar el crecimiento del sector
informal femenino y su incorporación en la economía paceña. Es posible que a raíz del
conflicto la feria se haya ampliado en cuanto a nuevos sectores, sin embargo, carecemos
de información al respecto, pero podemos afirmar que, en este nuevo escenario, la feria
creció en tamaño, ampliándose por las calles laterales de la Plaza Sucre, como años
antes había sucedido con la Plaza Murillo, y que fue uno de los motivos de su traslado.

Si bien entre los años del conflicto bélico, la feria atravesó por un período de
crisis, no fue así para todos sus sectores, uno de ellos que se fortaleció y que además se
convirtió en un canal de transmisión entre los actores urbanos de la feria y los
combatientes del Chaco, fueron las rifas. Además de ofrecer rifas las Casas Comerciales
y otros sectores de la economía privada, se sumaron los centros de beneficencia, los club
sociales y deportivos. En 1934 por ejemplo, el Consejo Municipal aprobó que el 20% de
las ganancias brutas de las rifas y suertes en general sean destinadas para los
movilizados (La Razón, 20 de enero de 1934). Ese mismo año la Conferencia de Señoras
de San Vicente de Paul, ofreció cock-tails en un local propio cerca del templo de San
Pedro con fines caritativos (La Razón, 24 de enero de 1934). Un año antes el Club
deportivo The Strongest organizó una rifa durante los días de Alasitas con el fin de

102
recaudar fondos para “los prisioneros bolivianos que se encuentran en el Paraguay”; con
este objetivo la municipalidad le exoneró de la patente respectiva (El Diario, 21 de enero
de 1933). Hacia el final de la Guerra, diversas instituciones, como el Comité Nacional
Femenino y diversos subcomités que forman la Cruz Roja Boliviana, organizaron la
acogida de los huérfanos y los niños cuyos padres aún continúan en el Chaco, en hogares
de las personas acomodadas de la sociedad paceña (El Diario, 19 de enero de 1935).
Todos estos actos de beneficencia con los movilizados ayudaron para que la fiesta se
consolide, ampliándose en un día más en 1934 y 1935, pese a la crisis.

Las Alasitas de este periodo estudiado están marcadas por la guerra. Se siente el
crecimiento del nacionalismo, con la difusión de cuentos y leyendas sobre el Ekeko y las
Alasitas. Igualmente es rico en producción literaria. Sin embargo, no existe interés en
realizar estudios que indaguen con profundidad sobre el origen mismo de la feria, por lo
que muchos años se reescriben los cuentos y leyendas de años anteriores.

El nacionalismo que se exhibe intenta rescatar y valorar las tradiciones de


antaño, como la producción local, pero no se inclinan por vivir el rito de las Alasitas,
sino que se rescata el pasado para tenerlo presente, fortalecer su identidad desde la
mirada externa como se haría en un museo, no para integrarse plenamente ni
experimentarlo. Un rasgo sobre esto último es la creciente importancia que adquirieron
las rifas, suertes y kermeses, como una forma de acercarse al bienestar material a partir
de la suerte, algo más controlable que pedir al Ekeko bienestar, sin la certeza de que se
cumplirá o no. En el caso de las kermeses o rifas de beneficencia, el bienestar estaba
asegurado para el benefactor de este, como una estrategia para controlar al azar y
direccionar la fortuna para su benefactor, en este caso para los heridos, presos o
huérfanos de la guerra.

En nuestros tiempos es el nombre del Ekeko que levantan nuestros políticos para
pedirle que retorne la paz en periodos de convulsión social, o detenga la inclemencia de

103
los fenómenos naturales que afectan a los pobladores de la ciudad. Sin embargo, este
nacionalismo de vitrina como le llamamos interpela al municipio para que destine más
recursos y capital humano para mejorar las Alasitas, en su organización, como es el caso
de las miniaturas: para que sean más cercanas con nuestra cultura.

Otra característica es el propio impacto de la guerra sobre la fiesta de las


miniaturas. La prensa se queja de que la producción no es la misma que años pasados,
sobre todo en calidad de los trabajos que se ofrecen. La causa, es que los maestros
artesanos más experimentados están ahora en el campo de batalla, en el Chaco, y los
artesanos que se quedaron en las ciudades son apenas aprendices. Otro impacto, es el
creciente número de mujeres que participan en las Alasitas, sobre todo en los sectores de
comida y flores, además que en ese tiempo existía un sector destinado a la venta de
productos agrícolas, donde tenían una presencia importante. La prensa hace mención de
que en los años que dura la contienda se puede observar una gran presencia de mujeres
expositoras como compradoras en la feria.

Otro impacto es la creciente fuerza que toma la celebración de la Virgen de


Nuestra Señora de La Paz, en quienes muchos fieles se refugian para pedirle, la victoria
contra el Paraguay. Esta celebración justo coincide con el retorno de la imagen a la
Catedral (en 1933) después de un centenar de años en los que el templo se encontraba en
construcción y la virgen se hallaba en la iglesia de Santo Domingo. La fiesta en este
contexto ingresa en un leve estancamiento.

Finalmente, el municipio vuelve a manifestar un sentido ambiguo en sus


obligaciones. En la ordenanza de Alasitas de 1933 dice que su objetivo es conservar la
tradición y que al mismo tiempo debe fomentar su carácter de exposición industrial y
artística. Esta doble misión nos hace notar el conflicto que existe entre tradición y
modernidad, esta última sobre todo en alusión a la participación de las elites. Sin
embargo, ya aparece la tradición como un factor identitario de la sociedad, sobre todo
paceña que se irá en incremento los años posteriores.

104
Capítulo 4: La Alasita, nacionalismo y expresión popular

1. La fiesta en tiempos del nacionalismo revolucionario

La Revolución Nacional de 1952 marca un hito fundamental en nuestra historia.


A partir de ella comprendemos los nuevos cambios estructurales que se venían
reclamando años anteriores (Reforma Agraria, Voto Universal, Nacionalización de las
Minas, etc.) pero que no lograban imponerse por las constantes negativas de las elites
políticas. Así, la Revolución terminó por imponerse por vía de la rebelión popular a las
elites tradicionales y al aparato represivo por excelencia del Estado, el ejército.

El Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR)120 como el agente político


más visible de la Revolución fue el llamado a comandar políticamente el Estado y
plasmar los ideales de la lucha política previa. Llena de deseos e ilusiones de
transformar Bolivia, así lo transmite Hernán Siles en su discurso:

Más no solo vamos a ser un gobierno de remiendos, sino un gobierno de


transformaciones estructurales, en el aspecto económico, político y social.
Vamos a trabajar porque la economía boliviana sea de los bolivianos y no de
tres explotadores que viven en el extranjero. Vamos a incorporar al campesino a
la economía boliviana, a la vida tradicional, a fin de que deje de ser un ente
menospreciado por sus verdugos.

Intensificaremos también la producción nacional y la diversificaremos… Este es


un movimiento plenamente democrático movido por la gran mayoría del pueblo
boliviano, sin ninguna concomitancia con partidos foráneos ni mucho menos
con el Partido Comunista… ¡Viva la Revolución! ¡Gloria Villarroel! ¡Viva
Bolivia!121.

Fuera de los hechos valorativos sobre si tuvo éxito o no la Revolución del 52, lo
cierto es que marcó un antes y un después de cómo se percibía la realidad social del país

120
Los orígenes del Movimiento Nacionalista Revolucionario se remontan a la Guerra del Chaco, la
vigencia de varios grupos, como La Calle y el Congreso de 1940. En 1941 fue fundado formalmente por
Carlos Montenegro, Augusto Céspedes, Víctor Paz Estenssoro y otros. Aunque inicialmente fue partidario
del nazismo alemán, pronto viró hacia la izquierda, incorporando en su viraje al líder minero Juan Lechín.
A fines de 1940 ya se había convertido en el partido político más poderoso del país, ello explica que, en la
rebelión de abril del 52, esta terminara en Revolución y accediera al poder político, hasta su derrocamiento
en 1964.
121
James Dunkerley, “El Banzerato 1971-1978,” in Rebelión En Las Venas. Lucha Política En Bolivia
1952-1982 (La Paz: Quipus, 1987), 47.

105
a través del nacionalismo revolucionario. Esta ideología habría de recorrer un amplio
espectro temporal que superaría a la propia revolución y llegaría hasta la década de los
80s y 90s donde se discutiría su pertinencia ante otra gran ideología, la
plurinacionalidad.

Según Beatriz Rossells, una de las características del gobierno movimientista fue
el de tender a controlar el imaginario colectivo de la ciudadanía a través del control de
los medios y la promoción del culto a la personalidad de Paz Estenssoro 122. Para ello, se
construyó una nueva “pedagogía de la revolución”, la que implicaba una reorientación
de la educación cívica en las escuelas, colegios de todo el país, y la reforma del
calendario festivo cívico “para resaltar los acontecimientos vinculados con la revolución
de 1952”123. Así el 9 de abril fue festejado como el inicio de la segunda independencia
del país, o de su independencia económica. Las fiestas duraban tres días, que eran
acompañados por las sirenas de las fábricas, los repiques de las iglesias y las salvas de
artillería “simbolizando a los tres poderes que hacían al nuevo Gobierno: la Iglesia, los
militares y los sindicatos”124. Los símbolos nacionales fueron exaltados, al mismo
tiempo que un nuevo panteón de héroes formaron parte del remozado calendario cívico.
Entre ellos podemos nombrar: Túpac Katari, Murillo, Sucre, Bolívar, Eduardo Abaroa,
Busch y Villarroel.

Aunque contradictoria muchas veces, el nacionalismo revolucionario fue la


ideología que acompañó a los gobiernos desde el 52 hasta finales del siglo XX. Su
impacto en las fiestas fue profundo y no desapareció con las dictaduras militares, que
tendieron a consolidarla. De esta manera, muchas manifestaciones culturales se
nutrieron del acervo cultural propio para manifestarse valorando lo propio.

122
Beatriz Rossells, “Cambio de Paradigmas En Las Políticas Culturales En Bolivia (Siglo XX Al XXI),”
in Bolivia, Su Historia Tomo VI Constitución, Desarrollo y Crisis Del Estado de 1952, ed. Coordinadora
de Historia (La Paz: Plural, 2015), 266.
123
Eugenia Bridikhina, “Políticas y Prácticas Festivas Después de La Revolución Nacional,” in Bolivia,
Su Historia Tomo VI Constitución, Desarrollo y Crisis Del Estado de 1952, ed. Coordinadora de Historia
(La Paz: Plural, 2015), 324.
124
Ibid.

106
En 1952 la feria de Alasitas continúa celebrándose en la Plaza Mariscal Sucre,
mejor conocida como Plaza de San Pedro, por la cercanía de la Iglesia colonial.
Discursivamente impera el carácter de feria, en tanto se intenta regular la participación
de los artesanos de los diversos rubros en su participación. La ordenanza del Interventor
Municipal de La Paz Humberto Frías Rojas afirma que existen las siguientes secciones:

a) Joyería, grabado, cincelado, repujado, etc.; b) Peletería y tejidos autóctonos;


c) Trabajos de cuero en general; d) Bordados, tejidos, confecciones y ramos
similares; e) Carpintería, ebanistería, tallados y trabajos de madera en general; f)
Mecánica, herrería, hojalatería y ramos similares; g) Arquitectura y escultura; h)
Alfarería y cerámica; i) Plantas y flores. (El Diario, 16 de enero de 1952).

Aunque no reconocidas dentro la ordenanza, la sección de comidas y juegos


formaba parte importante de la feria, tanto que algunos años, gran parte de esta estaba
copada por ellas. Las autoridades y la prensa denostaron su presencia algunos años,
como veremos más adelante, pero es indudable que formaban parte del acervo cultural
de la misma.

Para ordenar la feria este año las autoridades publican un plano de la feria para
preservar un orden fijo que facilite el recorrido de los transeúntes.

107
Ilustración 1 Plano de ubicación de la Feria de Alasitas

Fuente: La Razón, 22 de enero de 1952.

Para mantener la tradición el municipio establece un monto de 40.000 Bs


“repartido en tres premios para los mejores ejemplares del tradicional Ekeko, con todos
sus atributos” (El Diario 16 de enero de 1952). Fija la suma complementaria de 60.000
Bs para los otros premios de los expositores. La suma total dispuesta por el municipio es

108
de 100.000 Bs, que se distribuirá según la evaluación de un jurado especial dispuesta
para el caso.

Se celebra las Alasitas los días 23, 24, 25 y 26 de enero, autorizándose


previamente a la municipalidad a través de su Dirección de Urbanidad el remate de los
puestos. Se prohíbe el expendio de bebidas alcohólicas, la proliferación de las rifas y
juegos de azar, además de una restricción en la elaboración de panecillos de Alasitas por
el problema de abastecimiento de pan, a fin de restablecer la cantidad suficiente y el
precio justo del producto que por la crisis se ha visto afectada (El Diario, 19 de enero de
1952). Este año la prensa muestra una mirada satírica del Ekeko con relación a la crisis.
Una comparación del ayer con el presente:

Ilustración 2 Sátira sobre la crisis. Contraste entre el ayer y el hoy

Fuente: El Diario, 22 de enero de 1952

La crisis de la década de los 30s es arrastrada hasta los 50s con una inflación que
irá en incremento después de la Revolución. Recordemos que la Guerra del Chaco tuvo

109
su influencia en la fiesta con la inflación que provocó una crisis económica debilitando
la fiesta, por otro lado, la participación de las mujeres creció en los sectores de comida,
flores, y artesanía, aunque este sector mucho menos que los demás. Otro sector sobre el
que influyeron, y que actualmente ha desaparecido, es el de la beneficencia con la
organización de rifas y kermeses para recaudar los fondos necesario para ayudar a los
soldados que volvían, tenían alguna secuela irreversible de la guerra y para los niños que
habían quedado huérfanos.

Sería por efecto de la crisis o de la idea del futuro bienestar que preludia la fiesta,
pero la cantidad de gente que la visita parece incrementarse cada año más. El día de la
inauguración es el 24 de enero, pero desde el 23 como establece la Ordenanza en 1952,
la feria ya estaba armada y funcionando. De aquí en adelante el 24 sería la fecha icónica
de la celebración, que se convierte en cabalística del llamamiento de la abundancia,
bonanza, bienestar material y espiritual. El medio día todavía no aparece por lo menos
en 1952 como una hora mágica, pues se inaugura la misma según El Diario a las 10 de la
mañana, y según La Razón, a las 11. Si llama la atención el crecimiento de la
celebración de la Virgen de Nuestra Señora de La Paz, que coincide con la celebración.

La Festividad de la Virgen de La Paz los años pasados no registraba un gran


interés, por lo menos no existe un registro importante en la prensa que nos haga pensar
en un movimiento significativo. Sin embargo, en la década de los 50s se inicia un
fenómeno interesante. Siguiendo la prensa registramos un gran interés por la fiesta
católica que se celebra de acuerdo con el siguiente horario:

Horas 6, misa de madrugada. A horas 7.30, 8.30 y 10.30, misas solemnes. La


última será de fiesta con panegírico del R.P. Felipe López Menéndez de IV.
Cabildo Eclesiástico. Los coros estarán interpretados por los alumnos del
Colegio Seminario Conciliar de “San Jerónimo” de La Paz. Con estos actos
religiosos se dará por concluido el solemne novenario que se venían rezando
desde hace ocho días. En el transcurso de la novena, notamos la concurrencia de
centenares de personas devotas, sin distinción de clases sociales. (El Diario, 24
de enero de 1952).

110
Al día siguiente la prensa reseña el “extraordinario relieve” que ha alcanzado y
que muestra y da testimonio de la fe católica del pueblo paceño (La Razón, 25 de enero
de 1952). La misa más concurrida fue la de las 10, llevada a cabo por el arzobispo de la
Diócesis, Monseñor Abel I. Antezana.

Fotografía 10 Misa realizada el 24 de enero en la Catedral con motivo del Día de


Nuestra Señora de La Paz

Fuente: La Razón, 25 de enero de 1952.

El 28 de enero La Razón se queja de que la feria de la Alasita está perdiendo su


brillo de antaño, que no está de acuerdo con el progreso de ciudad, por ello lo más
apropiado sería buscar un barrio apropiado donde “el pueblo principalmente en su clase
indígena, siga conservando su predilección por estas manifestaciones costumbristas” (La
Razón, 28 de enero de 1952). Otra idea que propone es que trasladar la Alasita a otra
fecha y dar realce al 24, como día de homenaje a Nuestra Señora de La Paz. Los años

111
posteriores no solo desecharan estas posturas, sino que la Alasita impondrá su propio
ritmo a la fiesta religiosa.

Los años posteriores opera un fenómeno que no es recogido e interpretado por la


prensa del 52, sino años después. Al parecer los billetes de Alasita empiezan a ser
vendidos en cercanías a la Catedral, y aún en la puerta misma del recinto católico, así
una vez inaugurada la feria a las 10 de la mañana los creyentes compraban sus
miniaturas y se dirigían a la Catedral donde adquirían los billetitos, entraban a la Iglesia
para escuchar la misa del arzobispo y pedían que se bendijera sus miniaturas para que el
tránsito devocional se cumpliera, reforzando la creencia de que sus miniaturas se
convertirían en reales en un futuro cercano. Opera una suerte de sincretismo religioso,
donde el más perjudicado es el Ekeko pues deja de ser el vínculo entre el creyente y la
miniatura, papel que es sustituido por la bendición del cura.

En 1953, ya en pleno gobierno revolucionario la feria fue inaugurada por el


alcalde Juan Luis Gutierrez Granier, el 24 de enero a medio día. Las Alasitas se
desarrollaron en la Plaza Mariscal Sucre (San Pedro), y fue transmitida por la emisora
del Estado Radio Illimani.

(…) el alcalde expresó que después de siete años de ausencia del país tenía el
agrado de inaugurar esta feria que constituía una verdadera tradición paceña.
Hizo notar que en los últimos años ya por negligencia de las autoridades o por
diversas circunstancias, las costumbres antiguas con que celebrara la fiesta el
“Eckeko” [sic.], han degenerado en demostraciones de comercialismo
inescrupuloso. Se refirió concretamente a los juegos de azar. Mas adelante
añadió que la feria de alasitas [sic.] también debería celebrarse anualmente otra
feria en la que todos los obreros tendrían ocasión de exhibir sus productos
manufacturados y los industriales (…) Esta feria (…) tendría como fin
primordial fomentar la actividad manual, la ingeniosidad y el esfuerzo de los
obreros par luego conceder beneficios en forma de becas o premios pecuniarios.
(El Diario, 25 de enero de 1953)

A pesar de ser los primeros años del Nacionalismo Revolucionario los discursos
sobre la identidad nacional, el ethos social del boliviano y la revalorización de sus
costumbres y tradiciones todavía no son recurrentes ni tienen una gran repercusión
social. Como se observa la idea de la modernidad todavía está presente donde lo ritual y

112
la producción artesanal debe dar paso a la producción industrial. Otra idea, es que la
Alasita está o ha degenerado ya que las antiguas muestras de grandes artesanos han
desaparecido para dar paso a productos manufacturados, lo que desvirtúa la feria, y peor
aún, que estas no son ni siquiera nacionales, sino extranjeras que ingresan por vía del
contrabando.

Desde Ultima Hora, bajo el título de “La destrucción de Alasitas” [sic] se ofrece
una crítica a la fiesta desde distintos puntos: sobre el Ekeko que es “cualquier
monigote”, donde la “artesanía indígena ha sido desplazada por productos
manufacturados”, la tradición destruida y distorsionada, en fin, que las Alasitas son “una
demostración de cómo se puede sepultar los valores folklóricos de un país” (Última
Hora, 26 de enero de 1953).

Las críticas a las Alasitas pueden interpretarse a nuestro parecer, en este


contexto, como el establecimiento de una ruptura con el pasado “ancient regime” que
había sido sobrepasado con la Revolución Nacional. Es decir, los culpables de que la
fiesta esté en crisis y en un proceso de decadencia fueron los antiguos gobiernos
pertenecientes al liberalismo señorial, que con sus inadecuadas políticas culturales
habían convertido a las Alasitas en una especie de mercado de productos extranjeros,
donde la producción nacional pasaba a un segundo plano, al igual que el Ekeko que
había perdido su brillo. La solución era promover la recuperación de estas tradiciones
fomentando la producción artesanal (Última Hora, 25 de enero de 1954). De esta
manera, en 1954 se fijó una lista extensa de premios destinados a impulsar la producción
artesanal. De igual manera, se otorgó matrículas a los 5 expositores más sobresalientes
para que pasen cursos nocturnos en la Escuela Industrial Pedro Domingo Murillo. Con
estas acciones más una adecuada organización se pensaba recuperar a la feria:

Como se ha informado a la opinión pública, la Feria de Alasitas [sic.] del


presente año, se viene realizando con inusitada animación en la Plaza Sucre
(San Pedro) donde artífices y artesanos han presentado muestrarios muy
interesantes, respondiendo a la convocatoria de la Ordenanza Municipal
pertinente, que ha efectuado una iniciativa y ha señalado importantes premios

113
para los mejores trabajos, con lotes de herramientas y becas ara cursos
nocturnos en la Escuela Industrial Pedro Domingo Murillo.

Es notorio el espíritu de renovación en los trabajos presentados por los


manufactureros que contarán con el apoyo material y económico de la
Municipalidad para superarse y poder en el próximo año exhibir magníficos
resultados de su labor creadora, en sucesivas Ferias de Alasitas [sic.], los
mismos que servirán de base inicial para la orientación de la manufactura
nacional que permanece aún en estado de estancamiento. (Última Hora, 28 de
enero de 1954).

Los años siguientes la prensa tiene pocos registros sobre la fiesta. Hacia 1957, las
mismas características de los años anteriores son reseñadas por los diarios: la Alasita
inicia el 24 de enero, con su clásica apertura por el Alcalde y los miembros del Consejo
Municipal; sigue desarrollándose en la Plaza de San Pedro, el mismo día que la fiesta de
la Virgen de La Paz y el Señor del Habla; la prensa sigue quejándose por el
mercantilismo que ha adquirido la feria, la comida que es expedida al aire libre sin la
mayor higiene y los juegos de azar, que estafan a la gente incauta (El Diario, 24-28 de
enero de 1957).

En 1958 se registra una noticia llamativa que refrenda lo escrito líneas arriba. En
un artículo escrito en la Segunda Sección “Artes y letras”, bajo el título de “El Ekhekho”
[sic.] el autor vierte varias noticias interesantes: el Ekeko es un “dios Kolla”, afirma, que
forma parte de la tradición paceña; es adquirido por las mujeres porque se le atribuye el
poder de darles marido o bienes terrenos, por ello “cuando lo adquieren efectúan la
challa, y si lo guardan lo festejan cada 24 de enero” (El Diario, segunda sección, 26 de
enero de 1958); más adelante dice, que se lo viste y se le carga de todo género de cosas
“monturas, trastos de hojalatería, colchón, cuja, wiskjus (sandalias), alforjas, la casita,
cigarrillos y moneda papel de corte fabuloso e impresa especialmente para este día y
adquirida en el atrio o delante del altar de la virgen de La Paz en la Catedral, a las doce
del día 24” (Ibid.)

Este relato es el primero que pudimos encontrar sobre la challa o ch’alla andina,
un ritual o ceremonia donde se crean o renuevan las relaciones de reciprocidad. En este
caso, con el Ekeko, con en el que se compromete su dueño a cuidarlo, vestirlo, darle

114
cigarrillos y coca, a cambio este debería cumplir los deseos materiales y espirituales de
su portador. Es posible que esta ceremonia se haya venido practicando desde mucho
antes, pero la prensa no lo registra. Al hablar del Ekeko, prefiere preocuparse por su
origen, mitológico en casi todos los casos, o la creación de mitos y leyendas
contemporáneos que expliquen su aparición y significado, aunque no sea netamente
verdadero, pero que ayuden a explicar en el imaginario la relación con la abundancia,
felicidad material y espiritual.

El otro hecho significativo es el que mencionamos líneas arriba, que los billetes
de Alasitas eran vendidos principalmente en el atrio o el interior mismo de la Catedral, a
las doce del día 24. Este hecho de colocar un momento y lugar mágico refuerzan la
cábala y el ritual de la abundancia. Si quieren que los deseos materiales se cumplan
(emparentados con la riqueza que da el dinero) se debe adquirir los amuletos (billetes) a
las doce del día 24 de enero, a lo que sumará, y hacerlos bendecir por el cura de la
parroquia. En este caso, ya no es la bendición del ritual de la challa lo que cuenta sino el
de la Iglesia Católica. De esta manera podemos hablar de un fenómeno sincrético pues
se mezclan elementos de dos religiones o dos formas de ver y entender el mundo.

Al año siguiente se repite la postura de la prensa, en especial de El Diario, de


hacer críticas a la Alasita, en especial porque parece un mercado de baratijas, donde
abundan los productos importados, los juegos de azar y los comedores improvisados. La
fiesta del Ekeko “ha quedado desnaturalizada (…) La misma estatuilla del dios
‘ekeko’[sic.] brilla por su ausencia en los puestos de venta de la Feria” (El Diario, 26 de
enero de 1959). No obstante, esta posición pesimista de la feria, muestran dos realidades
visuales diferentes. La primera, mediante una caricatura muestran el pasado del Ekeko,
como si fuera parte de una composición que ya no volverá a existir, la titulan
“Naturaleza muerta”; en el otro caso, muestran una serie de fotografías donde se muestra
la enorme concurrencia de la gente en la inauguración, al Ekeko, a autoridades
recorriendo las Alasitas y a creyentes mostrando sus adquisiciones.

115
Fotografía 11 Inauguración de la Feria de Alasitas 1959

Fuente: Al pie de la imagen puede leerse: “Con la concurrencia de las principales autoridades
municipales, ayer fue inaugurada la tradicional feria de Alasitas, en la Plaza de San Pedro. Una
gran concurrencia dio realce al acto, donde las autoridades recorrieron los diferentes puestos”. El
Diario, 25 de enero de 1959.

116
Ilustración 3 Caricatura sobre las Alasitas 1959

Fuente: Al pie de la caricatura puede leerse:


Llora, llora Juan Pueblo,
Sumido en tu milenario dolor.
Del altiplano al valle y al trópico
Arde fratricida el incendio devorador.
El Diario, 28 de enero de 1959

Pese a las críticas sobre la feria, según el periódico Presencia, la asistencia a la


inauguración de la Alasita de 1959 fue de 50.000 personas pese a que “no hubo el
entusiasmo que se solía ver en otros años” (Presencia, 25 de enero de 1959).
117
La crítica, mientras avanzan los años hay que pensarla, no en el primer sentido
que se le quiso dar en el contexto revolucionario, sino en otro donde es necesario
preservar la tradición, lo más pura posible, por ello cualquier alteración especialmente
de la “modernidad” y de los bienes de producción industrial que proporciona (juguetes
de plástico, medias nylon, ropa, enseres, etc.) debe ser prohibida, para dar prioridad a la
producción tradicional. En este sentido, se entiende que la Alasita se convierte en un
espacio privilegiado de la tradición, donde el deber de las instituciones públicas es
preservarlo, por ello los incentivos en forma de premios, diplomas, becas, etc., son
necesarios, además de las restricciones y multas para quienes infrinjan la normativa
municipal.

Por otro lado, la Alasita es un espacio donde, a modo de comentario, se puede


ejercer la crítica mordaz contra los políticos (oficialistas generalmente). Si bien, este era
un espacio destinado a los periodiquitos de Alasita, en el propio cuerpo del periódico se
publican caricaturas, cuentos, comentarios, etc., que tienen por objetivo satirizar la
política nacional. Es la influencia de la ciudad de La Paz sobre la fiesta, que por ser
centro político nacional concentra todas las ideologías y formas de hacer política. En los
anexos transcribimos algunas de estas notas de Paulovich.

Entre algunas notas interesantes tenemos la descripción de la tradición del


paceño cada 24 de enero:

El paceño de cepa fue el 24 de enero rezar ante la Mamita de La Paz, luego


compró una colección de billetitos, un ekeko [sic.], y esperará que llegue el
último día de la feria, el día de los remates para comprarse una casa en
miniatura, esperando que el fetiche aymara la convierta en una de verdad y
proporcione abundancia a su hogar estabilizado (Presencia, 26 de enero de
1959).

Más adelante el mismo artículo menciona, que a este ritual se suma otro, que es
el de servirse un plato paceño, degustado tanto por gente humilde como por “pitucas”
(Ibid.). Este es un “plato vitamínico de fácil digestión” que lleva: choclo, queso, habas y
papa “khati”, y es acompañado con su Cerveza Boliviana Nacional” (Ibid.).

118
Otro dato importante de este año es la participación de los Clubes 4-S con una
serie de presentaciones. Estos centros sociales reúnen a niños agricultores de diversas
regiones del país, promovidas por el Servicio Agrícola Interamericano, y que participan
en la feria con el auspicio del Club de Leones de La Paz (Presencia, 24 de enero de
1959). Sus demostraciones se hicieron en el local de la Escuela Méndez Arcos.
Participaron por delegaciones departamentales y por grupos de niños y niñas
presentando diversas innovaciones técnicas. Las señoritas de la delegación de Oruro, por
ejemplo, prepararon sopa de quinua y expusieron las bondades de este alimento; la
delegación de Potosí, mostraron la forma de hacer un pastel de zapallo; la de
Cochabamba, la preparación de jugos de fruta; la de La Paz, el desecado del plátano y su
utilización, etc. En cuanto a los varones: la delegación de Santa Cruz mostró la
fabricación de un germinador pequeño de semillas; la de Chuquisaca, la taxidermia de
animales; la de La Paz, la injertación de un citrus, etc.

1960 muestra el mismo panorama, concentraciones multitudinarias en la


inauguración de las Alasitas, en las zonas cercanas a la Plaza de San Pedro. En 1961 el
alcalde Gastón Velasco como un incentivo adicional para la preservación de la tradición,
a través del Consejo Municipal emite una ordenanza en la que la premiación de los
objetos elaborados por los artesanos de los distintos gremios, deben cumplir un requisito
adicional, deben ser miniaturas que muestren símbolos tiahuanacotas, incásicos o
coloniales, la idea es mostrar el carácter autóctono de la feria. Para ello se destinó la
suma de 8.000.000 de bolivianos en premios, y de 1.000.000, para la “adquisición de
objetos en miniatura que pasarán a incrementar las colecciones del Museo de la ‘Casa de
Murillo” (El Diario, 24 de enero de 1961). La visita del alcalde a la feria, y la crisis
económica que vive el país por la inflación son retratadas por la prensa.

119
Fotografía 12 El prefecto y el alcalde visitan los puestos de venta en las Alasitas

Fuente: El Diario, 25 de enero de 1961

Ilustración 4 Caricatura de Alasitas ¿Ves o no-bes?

Fuente: El Diario, 25 de enero de 1961

120
Este mismo año se publica un artículo en inglés en El Diario bajo el título
“Ekeko”, de Martha Burnham Burlegh, en el que hace una explicación del Ekeko como
símbolo, y su relación con la fortuna y las necesidades y deseos de las personas (El
Diario, 29 de enero de 1961).

En 1962 a parte de la clásica discusión sobre la decadencia de las Alasitas por el


mal que le hacen los artículos importados, pero que a pesar de todo la tradición se
mantiene, Presencia publica un artículo bajo el título de “Feria de Alasitas”, sin autor, en
la que nos transmite una idea, la Alasita no tiene un objetivo comercial sino de
mantenimiento de nuestras tradiciones, que es una finalidad más alta e importante. La
feria es parte importante pues crea una continuidad entre el pasado y nuestro presente,
que contribuye a formar la idea de lo “boliviano” (Presencia, 26 de enero de 1962), por
este motivo es importante preservarla de toda forma de agresión foránea que la
desnaturalice, pues el daño que infringe no es a uno sino al conjunto de los bolivianos.

Ferias de ese tipo no tienen una finalidad estrictamente comercial sino otra más
alta e importante para el país: el mantenimiento de nuestro folklore, de los
valores ancestrales de nuestra cultura, de nuestro espíritu nacional cuyas raíces
se echaron en lejanos tiempos.

Esa cultura nuestra, esos valores artísticos son de suma importancia para
mantener el espíritu boliviano, para darnos bases sólidas en nuestro pasado, para
crear continuidad en nuestra historia. Son lo más característico nuestro, parte ya
integrante de nuestra personalidad. Alasitas debería tener, por eso, el objetivo de
ser ocasión en que esos valores se manifiesten; ocasión para alentar a los artistas
y artesanos para que se superen y contribuyan así a sostener el sentido de lo
boliviano (Ibid.).

A parte de lo mencionado antes, llama la atención la idea que trata de transmitir


con respecto a lo nacional y la formación de su identidad. Las Alasitas no es una mera
manifestación cultural occidental o paceña, sino nacional, y lo que simboliza alcanza a
todos los rincones del país. A pesar de ser una postura etnocentrista nos ayuda a
entender como las tradiciones paceñas se proyectan en lo nacional a nivel simbólico. Los
años posteriores quienes formarán parte de la comitiva de inauguración de las Alasitas
no serán únicamente el alcalde y el Prefecto, sino que compartirán la testera con el

121
presidente, su esposa y comitiva legislativa. Este hecho marcará el tránsito de la feria de
lo local a lo nacional.

En 1963 el periodista mexicano Carlos Negri visita Bolivia y hace una parada en
La Paz donde recorre y filma la Feria de Alasitas. Según el reportero, la película sería
“exhibida en los programas de televisión de su país” (Presencia, 25 de enero de 1963).
La prensa resalta además que se pueda transmitir los aspectos populares y nativos del
país extranjero (Ibid.). Lamentablemente no tenemos una copia de la filmación que
muestre las características de la fiesta esos años.

En 1963 la fiesta se traslada a la Avenida Montes. La prensa no nos transmite las


razones de esta, pero suponemos que el crecimiento de la misma hacía inviable su
permanencia en la zona de San Pedro. Podemos decir lo mismo que cuando se trasladó
de la Plaza Murillo a San Pedro, que el espacio ya no era suficiente para la cantidad de
expositores y público que la visitaba.

Este año además de la fiesta de la miniatura se presentó una exposición de


miniaturas de la propia Alasita de años pasados. El trabajo de colección correspondió a
“la señorita Nancy Villanueva Gómez quien dijo que exhibirá su trabajo ante las
autoridades locales y la prensa” (El Diario, 16 de enero de 1963). En su exhibición
podían verse miniaturas de chifleras, trajes e indumentaria de las clases populares,
pequeños objetos de las Alasitas pasadas, etc., todas distribuidas en secciones de
“modas, peluquería, abarrotes, perfumería, etc.” (Ibid.).

122
Fotografía 13 Exposición de miniaturas de las Alasitas pasadas

Fuente: El Diario, 16 de enero de 1963.

En 1963 como en otros años, la crítica a la fiesta continua, sin embargo, se hizo
referencia a la relación de la fiesta con el cerco a La Paz y a su defensor al interior de la
misma, el gobernador Sebastián Segurola quien habría sido quien la instituyó el 24 de
enero haciéndola coincidir con la festividad de Virgen de La Paz. Además, el cronista
(anónimo) menciona la adquisición de los “diminutos billetes de ficción” que es
adquirido “sin distinción de clases sociales” (El Diario, 27 de enero de 1963), esperando
que en el año se hagan realidad.

Este mismo acontecimiento, sobre la adquisición de los billetes de Alasitas cada


24 de enero en la inauguración de la feria es recogido por la prensa el día 25, en el que
se menciona como los creyentes hacen bendecir sus billetitos en la Catedral. Su número
se menciona, son “cientos de personas”. Este acto de la bendición es mencionado por
primera vez en la prensa, pero creemos como mencionamos atrás que este fenómeno
inició en la década de los 50s cuando empezó a venderse los billetes de Alasitas en
cercanías a la Catedral.

123
La nota tradicional y simpática de ayer, fue la bendición de los billetitos de la
feria de Alasitas [sic.] impartida por un sacerdote de la Iglesia Metropolitana
que cubrían cientos de personas ante el altar de Jesús Eucaristía (El Diario, 25
de enero de 1963).

Este fenómeno propio del sincretismo religioso adquirirá fuerza año tras año y
se debatirá en medio de prohibiciones por parte de la Iglesia Católica y actos de hecho
por parte de los creyentes. En 1964 por ejemplo, se prohíbe la “invasión” de la Catedral,
sus oficinas con Ekekos y billetitos de Alasitas con el objeto de hacerlos bendecir,
“porque tal cosa es una superstición reprobable” (El Diario, 14 de enero de 1964). El 24
de enero vuelven a sacar un comunicado prohibiendo su ingreso a la Catedral; sin
embargo, el 25 tenemos la noticia de que “un enorme gentío” asistió a las diversas misas
de la Catedral, que celebraba a la Virgen de La Paz, incluso se quedaron en la puerta de
la Iglesia a escuchar las misas. Esta misma gente quiso hacer bendecir sus objetos de
Alasitas, pero los curas se negaron a hacerlo.

El pueblo católico aún continuó con la superstición reprobable pese a las


advertencias hechas por el Rector de la Catedral, en sentido de no invadir la
Catedral con artefactos, muñecos y en especial billetitos de Alasitas con el
pretexto de hacerlo bendecir; pero sin embargo de ellos se pudo advertir este
deseo individual de lograr la bendición, que no pudieron alcanzar, debido a la
conducta ejemplar impuesta por los RR.PP. de la Basílica a fin de borrar hechos
supersticiosos encuadrados al progreso cultural de nuestra ciudad (El Diario, 25
de enero de 1964).

Los años siguientes estas posiciones se seguirán repitiendo como veremos en los
otros apartados. La Iglesia intentará frenar estas expresiones, mientras que los creyentes
irán en aumento junto con la presión para hacer bendecir sus objetos de Alasitas.

Otros hechos resaltantes de la Alasita de 1964 son: la ordenanza de ese año


dispone el inicio de la feria el 24 de enero a las 12:00 del mediodía, con una duración de
8 días, es decir se clausura el 31 de enero; se destina 10.000 pesos bolivianos en premios
y, que para su evaluación tienen que ser remitidos a la Dirección General de Cultura
hasta el 27 de enero, además de que para ser considerado por el jurado el tema elegido
de la obra debe ser nacional. Las obras que sean premiadas pasarán a formar parte de la
sección Folklórica del Museo de la Casa de Murillo. Por último, la disposición

124
municipal prohíbe la venta de bebidas alcohólicas, el uso de altoparlantes y la
instalación de juegos de azar (Presencia, 20 de enero de 1964).

El 24 de enero el alcalde Julio Manuel Aramayo inaugura la feria, acompañado


del presidente Paz Estenssoro, el prefecto del departamento y otras autoridades. Se
calcula que la feria en la avenida Montes reunió a 1000 puestos y una gran cantidad de
gente. Según El Diario, siempre crítico de la fiesta, pese “al desmejoramiento paulatino
de la feria año tras año, no dejan de ser concurrida por miles de personas que asisten por
costumbre (…)” (El Diario, 25 de enero de 1964). En su recorrido las autoridades
visitaron varios puestos de venta, la prensa resalta a una expositora de fabricó un “barco
de mazapán, en símbolo del anhelo marítimo nacional”, que fue felicitada por el alcalde;
más adelante se encontraron con tejidos de lana con motivos tihuanacotas y
“vernaculares”, una colección de herramientas en miniatura elaborada por un muchacho
de 17 años (Presencia, 25 de enero de 1964). Aunque hubo muchos objetos interesantes
que competían por los primeros lugares, la comisión que formaba el jurado calificador
decidió declarar el primer lugar como desierto por la ausencia del tradicional Ekeko en
la feria y en los trabajos sujetos a premiación (Premiación, 29 de enero de 1964).

125
Fotografía 14 El alcalde de La Paz Julio Manuel Aramayo en el acto de
inauguración

Fuente: Presencia, 25 de enero de 1964.

Si bien hubo una campaña sostenida contra los juegos a azar, y se llegaron a
cerrar 22 puestos, incluyendo dados, hules, etc., no fue lo mismo con la comida, cuyo
escaso control supuso una fuerte crítica por parte de los medios quienes reprocharon la
falta de higiene de las vendedoras y la impasibilidad municipal, cuyos gendarmes en vez

126
de supervisar que las reglas de higiene se cumplan se reúnen en este sector para “aceptar
las invitaciones que les hacen las vivanderas” (El Diario, 28 de enero de 1964). A
manera de sátira se publica la siguiente caricatura, firmada por Rod Bal, sobre el
problema de higiene en la comida que se expende en la feria.

Ilustración 5 Caricatura que hace una sátira al expendio de comida en las Alasitas

Fuente: El Diario, 29 de enero de 1964.

Hacia 1965 las Alasitas van adquiriendo otra fisonomía si la comparamos con el
período pre revolucionario. La inauguración el 24 de enero a medio día forma parte de lo
rutinario, de la tradición, del camino que el espacio ritual debe seguir en la travesía para
llamar a la fortuna y abundancia. Por otro lado, la bendición del culto católico es
entendida por los creyentes como una forma de consagrar las miniaturas para que se
transformen en reales. Un punto de vista materialista de la fiesta, donde se mezcla el

127
deseo material con las fuerzas espirituales de la religión católica. Aquí se va
desplazando al Ekeko, que era el intermediario para que el ritual se lleve a cabo, pues
era a quien se rendía culto para que transforme los deseos de su propietario en reales. La
consecuente debilidad del Ekeko se transforma en la crítica por parte de los medios que
atribuyen su gradual desaparición a la crisis de las Alasitas. Este fenómeno se aprecia en
1966 cuando el año pasado los curas de la Catedral se negaron a santificar sus
miniaturas. Este año los creyentes ingresan a la Iglesia y depositan sus miniaturas en el
altar mayor para que les traiga suerte, mientras esperan la bendición del cura. Por otro
lado, los diarios se quejan de que la feria ingresa en una crisis y un síntoma de ello es la
falta del Ekeko en los puestos de venta.

En esta fiesta volvió a repetirse lo que ya se había censurado anteriormente: la


falta de respeto público a los lugares sagrados.

Ayer nuestro principal templo fue convertido en una especie de feria y los
objetos en miniatura fueron amontonados junto al Altar Mayor, aduciendo que
ello “trae suerte”. Vendedores de los ya clásicos “billetitos de Alasitas” vendían
su mercadería en el interior del tempo y mucha gente, particularmente de las
clases populares mostró su absoluta falta de respeto por ese lugar sagrado
(Presencia, 25 de enero de 1965).

Se realizaron ayer, solemnes actos religiosos en homenaje a la fiesta dedicada a


exaltar a la Virgen de La Paz, en la Basílica catedral Metropolitana a los cuales
concurrieron millares de fieles, desde las primeras horas del domingo, sin
distinción de condiciones sociales.

(…) Siguiendo la tradición desde los siglos pasados, observamos las


bendiciones impartidas por el padre Torrico, a todos los objetos en miniatura y
billetitos de Alasita.

Se oficiaron las misas desde las seis de la mañana hasta horas 12 (El Diario, 25
de enero de 1965).

A pesar de que desde 1964 imperaba un régimen ilegítimo en el gobierno, las


Alasitas siguieron teniendo carácter masivo, además que la Catedral era visitada durante
casi todo el día de la inauguración. Este hecho no necesariamente implica que el régimen
político era débil, sino que la fiesta gozaba de una amplia popularidad y fuerza de

128
movilización que la hacía difícil de controlar, por ello creemos que se optó más por su
regulación.

Para 1966 podemos decir que las Alasitas forman parte de la tradición paceña, de
su identidad, de su idiosincrasia, que la caracteriza, por su originalidad y el sentido ritual
de la misma. Así según Vidaurre “Entre las tradiciones y hechos costumbristas paceños,
probablemente es la Feria de Alasitas es la única que aún es mantenida celosamente por
nuestro pueblo. Muchas veces se predijo su desaparición, pero año tras año (…), vuelve
a instalarse y una verdadera masa humana afluye desde todos los barrios paceños (…)”
(En: Presencia, Segunda Sección, 30 de enero de 1966). Este carácter de fiesta de masas
le otorga una gran fuerza y capacidad de movilización, aunque debemos admitir se
concentra únicamente el 24 de enero; el resto, adquiere el carácter de feria tradicional,
con sus puestos de masitas, tejidos, juegos, comidas, instrumentos musicales, etc.

Hacia 1967 el escenario de las Alasitas continua en la Avenida Montes,


extendiéndose por las calles Pando y adyacentes. Una gran masa de gente se presenta
para su inauguración a medio día. Por parte del alcalde Armando Escobar Uría se
promueve la declaratoria, según ordenanza municipal, de “primera fiesta del Calendario
Folklórico Paceño” (Presencia, 25 de enero de 1970). El vocal de folklore del Concejo
Municipal, Max Portugal, presenta una reseña histórica que destaca “la parte
tradicionalista de la misma, haciendo, además, una explicación del significado popular
del ‘ekeko” (Ibid.). De 19:00 a 20:00 conjuntos “folklóricos y populares ofrecieron
serenatas”, siendo amenizadas inicialmente por el animador radiofónico Micky Jiménez
(Ibid.).

129
Fotografía 15 Multitudinaria presencia en la inauguración de las Alasitas de 1967

Fuente: Presencia, 25 de enero de 1967.

Este año El Diario le pone número a las exposiciones de Alasitas que pasaron.
Según el periódico sería la fiesta 186 a partir de la rebelión general de indios de 1781 (El
Diario, 25 de enero de 1967). Desde entonces afirma, la tradición se ha venido
repitiendo año tras año (el tránsito ritual que trazamos más adelante), donde los
creyentes a medio día acuden a la feria para comprar todo lo que quisieran se haga
realidad en el año que inicia, afanados del mismo modo se dirigen a la Catedral para
hacer bendecir sus adquisiciones (Ibid.).

Al día siguiente la feria fue visitada por el presidente, René Barrientos,


acompañado del alcalde de la ciudad y el prefecto de departamento. En su tránsito fue
objeto de regalos por parte los expositores (El Diario, 26 de enero de 1967).

Los demás días las Alasitas adquirieron su tradicional forma de feria, distribuida
por sectores, mostrando lo mejor de la producción nacional: cerámicas, tejidos, masitas,

130
plantas, instrumentos musicales, sombreros, etc. Por otro lado, pese a la normativa
vigente no se pudieron suprimir los juegos de azar ni el expendio de bebidas alcohólicas.
Algo que llama la atención es la aparición de los futbolines, en la sección de los juegos,
que estuvieron presentes en la feria, siendo muy solicitados (Ibid.). Este juego (clásico
de las Alasitas) no aparece registrado los años anteriores por la prensa local.

Claramente hubo una influencia del Estado sobre el imaginario social a través del
municipio que impuso una serie de reglas para promover algunas acciones sobre otras y
en definitiva penalizar las acciones que estaban totalmente en contra de los objetivos que
promovía. Por ejemplo, que los premios solo sean otorgados a aquellos trabajos que
tengan o estén basados en temas prehispánicos o coloniales, otorgar con preferencia los
mejores lugares a los expositores de miniaturas, etc.; del lado contrario, multar la
instalación de juegos de azar y bebidas alcohólicas o puestos donde se vendan productos
manufacturados ya sean nacionales o extranjeros. Cada año la comuna intervino en la
regulación de la fiesta intentando rescatar el tradicional de la misma. Sin embargo, hay
que hacer notar que los cambios y el sistema de control no siempre fueron efectivos, por
el contrario, la prensa se queja constantemente de que las Alasitas están muriendo, y que
tienen cada vez más la imagen de una feria de mercado negro. Por otro lado, cada año la
inaugura un alcalde diferente, lo que nos hace deducir la poca estabilidad al interior del
gobierno municipal.

Otro aspecto importante para resaltar de este período es que la fiesta parece
adquirir una dinámica propia. Por su crecimiento, se convierte en una fiesta de masas,
donde participan los diferentes sectores de la sociedad. Pese a las continuas críticas de
los medios se nota cada vez una mayor afluencia, por lo que las autoridades tienen
buscar un sitio más grande para la realización de la feria, por este motivo se traslada de
la Plaza de San Pedro a la Avenida Montes, un sitio mucho más amplio con la ventaja de
poder extenderse por las calles laterales.

131
El sistema de creencias tiende a sincretizarse, con la introducción de la bendición
dentro del ritual de las Alasitas. Por lo menos los últimos años de este período estudiado
la afluencia a la Catedral para bendecir las miniaturas es muy grande. Los creyentes
esperan la bendición de los curas echando agua bendita sobre sus adquisiciones; cuando
no lo logran, depositan sus miniaturas en el altar esperando que el escucha de la misa
transmita la bendición. Por otro lado, el gran perjudicado es el Ekeko que pierde
gradualmente su carácter de intermediario entre las miniaturas y el creyente, aunque
debemos decir que se menciona por primera vez la ch’alla andina para el Ekeko para que
cumpla su rol benefactor, aunque debemos decir que su práctica parece ser todavía
escaso en el contexto citadino pues la prensa solo la menciona en una oportunidad.

En cuanto al carácter de feria de las Alasitas se consolida mucho más, con sus
diversos sectores y la formación del Sindicato de Expositores de la Alasita, que regula la
participación de sus miembros, así como la temática de la “tradición” se mantenga.

Finalmente, la práctica del rito de la fortuna adquiere mayor definición. En el


período anterior, las Alasitas podían iniciar el 22, 23, 24 o 25, no había sino una fecha
aproximada, ni una hora mágica para practicar el rito. En este período se toma como
“tradicional” el inicio de las Alasitas el 24, y el medio día como hora mágica en la que
había que comprar las miniaturas y buscar su bendición en la Catedral. Era la práctica
ritual más importante, los demás días las Alasitas cumplían su rol de feria en la que la
población podía participar jugando los diversos juegos, comiendo o comprando los
diferentes objetos.

132
2. Las Alasitas, fiesta de la miniatura, durante las dictaduras

Desde 1952 el panorama festivo adquiere un significado distinto, siendo el


nacionalismo el que guía y llena el discurso social. Es el periodo de la formación de un
nuevo calendario festivo, especialmente cívico para resaltar los acontecimientos
vinculados con la Revolución de 1952. Para Bridikhina esta nueva práctica festiva
mezcla de propaganda política tenía como objetivo “la orientación ideológica y práctica
de la educación cívica en las escuelas y colegios de todo el país. Además, con el
despliegue de ceremonias y actos preformativos, se buscó dar sentido al proceso
nacionalista revolucionario” 125.

Aunque el proceso nacionalista había vencido al aparato represivo por


excelencia, el ejército, este se recompuso liderando él mismo este proceso años más
tarde, pero con los matices propios de la Doctrina de Seguridad Nacional. En el gobierno
de Banzer, por ejemplo, junto a la introducción del servicio militar obligatorio y el
receso impuesto a los partidos políticos, se redujo el número de feriados 126, revisando y
modificando consecuentemente el calendario festivo, pero siempre en el marco del
nacionalismo revolucionario. Si bien las acciones del MNR en el 52 fueron puestas en
segundo orden se buscó realzar a nuevos héroes patrios, como Murillo, Abaroa,
Bartolina Sisa, Túpac Katari y Alonso Ibáñez, en el marco del nacionalismo
revolucionario127. En medio de este contexto debe entenderse los cambios y
permanencias en la fiesta de la Alasita, el intentar mantener la tradición en un contexto
de “modernización” del país, bajo el modelo del capitalismo de Estado, que terminaría
en la década de los 80s.

En los años de dictadura se configuran ciertos aspectos que caracterizan la fiesta,


como la inauguración de esta por el presidente de la República y el alcalde de la ciudad.

125
Bridikhina, “Políticas y Prácticas Festivas Después de La Revolución Nacional,” 325.
126
Dunkerley, “El Banzerato 1971-1978,” 186.
127
“Políticas y Prácticas Festivas Después de La Revolución Nacional,” 329.

133
El hecho de que las figuras centrales del poder nacional y local inauguren la fiesta de la
Alasita le otorga un carácter oficial y nacional desde el poder: ahora la fiesta es parte del
calendario nacional, no únicamente local, como venía ocurriendo hasta la primera mitad
del siglo XX. En 1971, el presidente Juan José Torres, inaugura la Alasita, junto al
alcalde, el coronel Heberto Olmos. Este año los comerciantes minoristas, según la
prensa, abordaron al presidente y al alcalde a la altura de la plaza Villarroel, pidiéndole
reconsidere su disposición de llevar la feria a la zona norte, y se mantenga en la avenida
Montes, por los perjuicios que traerá a las ventas a su sector. No obstante, el alcalde
Olmos, explicó que la decisión estaba tomada y que se “ha de estudiar donde se realizará
el próximo año” (El Diario, 17 de enero de 1971).

El carácter itinerante de la feria se mantiene este año, y se realiza en las avenidas


Armentia, Perú y Uruguay. En otro artículo del mismo diario, bajo el título de “La
alasita”, escrito bajo el pseudónimo de Urbano Calle, se festeja la decisión, pues se
afirma que esta es la zona ideal para la Alasita, pues es la más tradicional y antigua de la
ciudad. Por otro lado, si bien perjudica el paso del transporte, bien vale la pena, pues la
“Alasita conservara su belleza y tradición”, además de que el espacio es más grande que
el de la avenida Montes, pudiendo entrar todos los vendedores cómodamente.

Ellos [comerciantes] deben comprender que en el lugar donde se instale esta


feria llegará el público paceño. El parque Riosinho brindará mayor comodidad.
Tiene tres avenidas anchas para la movilización de las personas, calles donde se
pueden instalar las comideras, vendedoras de cerámica, flores y también para
que se puedan instalar los tradicionales futbolines, la chica y la grande y otros
juegos donde la Alcaldía debería vigilar, para no permitir el juego a menores de
edad, especialmente a los niños de 13 años. (El Diario, 17 de enero de 1971).

La fiesta de la Alasita se inaugura como hace algunos años a las 12 del mediodía,
el 24 de enero. El pasado juega un papel fundamental en la construcción de la tradición,
pues encuentra su sustento es este, ya que, en tanto su práctica continua, lo han
convertido en realidad posible, aunque debemos admitir que la práctica “ritual” del 24
de enero data de la década de los 50s, pues como hemos visto en los anteriores capítulos,
la Alasita no necesariamente comenzaba en 24, sino dependiendo, podía hacerlo el 22,

134
23, o incluso el 21 enero, y duraba únicamente 3 días. Esta práctica ritual, del 24 de
enero y el medio día, es reciente, y podemos afirmar, que es una consecuencia, de la
mirada hacia el interior del país, que propició la Revolución del 52, y el consecuente
afloramiento del nacionalismo.

Sin embargo, debemos afirmar que el sentimiento de la fiesta, es decir, de su


creencia de la prosperidad material y espiritual, representada en las diversas illas
(casitas, billetitos, camioncitos, etc.), y que habrán de convertirse en realidad siguen
estando presentes en el imaginario social de los paceños y no paceños.

Desde el viernes pasado, los artesanos y vendedores de artículos


manufacturados en miniatura, trabajaron arduamente para presentar lo mejor
posible sus puestos de venta, donde se exponen toda clase de artículos que son
adquiridos por el público, como un deseo de que, en el futuro, las compras de las
miniaturas puedan convertirse en realidad. (Presencia, 24 de enero de 1971).

Como se observa en la descripción, la idea de las miniaturas como traedoras de


fortuna empieza a sobreponerse sobre la tradición clásica del Ekeko. Aunque esta figura
siempre está presente en la fiesta, como ícono de esta, ya no empieza a jugar el papel de
intermediario para que los deseos se cumplan; es decir, las personas empiezan a comprar
miniaturas, que creen se harán realidad en el tiempo, sin la necesidad de tener un Ekeko
en la casa; basta la bendición en la Iglesia. Cabe aclarar, sin embargo, que el Ekeko, no
desaparece de la fiesta y sigue siendo un ícono de esta.

En cuanto al acto de bendecir las illas, debemos hacer notar, que, si bien esta
surge en la década de los 50s, con la especie de peregrinación que hacían los creyentes
de la feria hacia la Catedral, en los años 70s, no se registra en la prensa, probablemente
por las dictaduras militares y el clima de inestabilidad política. Tampoco se registran
ceremonias indígenas, como la ch’alla.

En 1971, el mito del 24 de enero y la compra de las illas a medio día, forman
parte ya de la tradición y del imaginario de la gente de la urbe paceña.

Centenares de miles de personas concurrieron ayer [24 de enero] a mediodía a la


Feria de Alasita para cumplir con la tradición, que según la mitología hará

135
felices y ricos a quienes tengan en su poder los objetos en miniatura adquiridos
en la fiesta del Dios de la Fortuna. (25 de enero de 1971).

El presidente de la República Juan José Torres inauguró la feria, junto al alcalde


de La Paz, coronel Heberto Olmos. Ambos recorrieron por cerca de dos horas la feria.
En el camino, obsequiaron al presidente, un chalet, en miniatura por el artesano
Marcelino Condori, un lluchu y una chalina, pero, rechazó un pequeño fuslero [sic]
expresando “Esto no, porque mi mujer me pegaría” (Ibid.). En su recorrido, visitó el
puesto de doña Flora, y el famoso “Ekeko que fuma”, finalmente, pasó por los puestos
de comida, donde compartió un api blanco y un tocktu (bocadillo criollo) (Ibid.). En
medio de su recorrido, expresó a los periodistas, que es su deseo “que esta tradición se
mantenga en Bolivia como muestra del camino al progreso” (Ibid.); según parece, los
conceptos de tradición y modernidad, en este contexto, no aparecen como dicotómicas
sino como complementarias. En tanto las reformas económicas que promueve el
gobierno, modernizan los diferentes escenarios de la vida del país, fenómenos como las
Alasitas, le dan identidad al pueblo, un sentido de pertenencia social. Si lo entendemos
en este sentido, comprendemos las palabras de Torres, y tradición y modernidad, no
necesariamente aparecen como antagónicas.

Fotografía 16 El presidente de la República Juan José Torrez en la Alasita

136
Fuente: El Diario, 25 de enero de 1971. Al pie de la fotografía puede leerse “El primer obsequio
que recibió el presidente de la República tras inaugurar a mediodía de ayer la feria de Alasita fue
un ‘chalet’ en miniatura que le entregó un antiguo expositor. El alcalde de La Paz, Heberto
Olmos, contempla la entrega del obsequio”.

La tradición que antes, en los gobiernos liberales, debería dar paso a la


modernidad y convertirse en un espacio de exposición industrial donde se muestren los
avances técnicos de los inventores, de diferentes lugares del país, finalmente no se
concreta. Por el contrario, desde la revolución se aboga por promover el aspecto cultural
de la misma, de aquella artesanía de raíces prehispánicas, típicas de las culturas
ancestrales, que debe cerrar todo espacio para mostrar los artículos manufacturados, o de
aquellos que ingresan por contrabando, y que desvirtúan el arte originario.

La próxima celebración de la tradicional feria de Alasita debe ser enfocada


como un acontecimiento destinado a promover nuestra artesanía. Durante
mucho tiempo, fue una muestra de los valores de nuestro arte popular, de sus
antiquísimas raíces precolombinas y coloniales; y precisamente estas
características le dieron una gran originalidad y atracción, especialmente para
los turistas que la visitaban en búsqueda de sus objetos típicos y auténticamente
nacionales. (Presencia, 19 de enero de 1971)

Más adelante el mismo artículo hace referencia a que la feria empieza a decaer
por culpa de los artículos del extranjero que ingresan, en su mayoría, vía contrabando.
Centra además el discurso, que quien debe dirigir y conducir los destinos de la feria y
recuperar su esencia ancestral, son las instituciones locales y nacionales, como el
Municipio y el Ministerio de Educación y Cultura, mediante un incentivo pecuniario a
los artesanos y estrictas sanciones a los que comercializan artículos importados en la
feria.

Al inicio del gobierno de Banzer, pese al carácter represivo y antifestivo del


régimen, se realza la tradición aymara de la Alasita promoviendo la premiación a las
mejores obras nacionales, cumpliendo antes el requisito de ser “hechas con motivos
típicos nacionales” (El Diario, 19 de enero de 1972). Sin embargo, la ordenanza excluyó
de la premiación a los periódicos en miniatura, los mismos que según la prensa “casi han

137
desaparecido ya de la tradicional feria paceña, desde hace años” (Presencia,24 de enero
de 1972). El alcalde, ante el olvido resolvió otorgar un premio especial al mejor
periodiquito con la condición de que promueva el humorismo sano y la ausencia de
injurias (Ibid.).

Entre las prohibiciones, la ordenanza aclara que solo serán concedidos puestos a
los “expositores de artesanía en miniatura”, se prohíbe asimismo la venta de “mercadería
de uso corriente, como ropa de nylon, zapatos, ropa cosida, enseres y objetos no propios
de esta feria” (Ibid.). El documento además aclara que la feria será el 24 de enero en la
avenida Montes, y que la Alasita es una fiesta dedicada al Ekeko (Ibid.), deidad aymara
que simboliza la felicidad y abundancia; el otro objetivo, es la promoción de la artesanía
en miniatura. La tradición es el centro de la ordenanza, hay que promoverla y
preservarla de cualquier fenómeno que pueda alterarla.

Respecto a la tradición, la editorial de Presencia afirma que estas forman parte de


la nacionalidad, pues “le dan fuerza y prestigio” (Presencia,26 de enero de 1972), por
ello deben ser defendidas y preservadas cada año. En cuanto a la feria de la Alasita, el
espacio dedicado a la exposición de las miniaturas debe ser mayor que el que ocupan,
por ejemplo, los puestos de comida. La solución afirma, está en promover todo el año las
manifestaciones culturales propias, para que la tradición no muera.

Para alcanzar tal objetivo, no basta esperar la feria misma. Es necesario que las
autoridades, sobre todo las que tienen que ver con la educación y las
manifestaciones de la cultura popular, alienten durante todo el año las
manifestaciones de esa cultura a fin de que sus frutos sean expuestos llegado el
momento. Sin ese aliento permanente, aunque sea en otras calles, hemos de
encontrarnos con el mismo hecho: un mercado callejero de oca categoría que
sofoca a la pequeña cantidad que todavía persiste de nuestras viejas y valiosas
tradiciones populares. La mercadería, frecuentemente importada, de baja calidad
y mal gusto, tomará el papel de protagonista, como ahora sucede, mientras las
miniaturas y artesanías se eclipsan paulatinamente, hasta desaparecer del todo
quizá dentro de pocos años. (Ibid.)

En la inauguración el año 1972, junto al alcalde Gral. Escobar Uría se encontraba


el presidente Hugo Banzer Suárez, que prometía un estímulo y ayuda gubernamental
consistente en créditos para que el sector artesanal pueda mejorar (El Diario, 25 de enero
138
de 1972). La gente, por otra parte, luego de escuchar las palabras del primer mandatario
y comprar sus miniaturas se trasladaron en romería hacía el Templo de la Catedral para
hacer bendecir sus miniaturas. Entre los artículos más demandados, los billetitos “el
artículo que todos compran, ya que simboliza la bonanza económica” (El Diario, 25 de
enero de 1972). La prensa hace notar que los deseos de los creyentes se depositan en el
Ekeko y la bendición de la Iglesia, no en una posición de antagonismo sino de
complementariedad, que no excluye a las dos creencias.

En 1973 la feria se realiza en la Avenida del Ejército, entre el 24 y el 31 de


enero. Los servicios de salud, higiene y seguridad se concentraron en el local de la
Asociación de Scouts, donde además se incluyó una ambulancia para los casos graves
(El Diario, 24 de enero de 1973). Cerca de las mismas se instaló servicios de higiene y
basureros, además de grifos provisionales para mejorar la sanidad en la feria (Presencia,
18 de enero de 1973). Por lo registrado en la prensa, el control y el orden son mayores
que en otros años. A la Policía Urbana se le sumó la Dirección Departamental de
Tránsito, la DIN, Guardia, Cruz Roja y los servicios de emergencia (Ibid.).

En cuanto a los expositores, cada uno pagó 60 pesos por 1.50 y 2 metros de
espacio, siendo el número de expositores los siguientes:

24 joyeros, 88 vendedoras de masitas, 140 yeseros, 130 alfareros de


Cochabamba, 496 miniaturas de diversa índole, 25 artesanos, 350 floricultores
(en la meseta baja del cerro Laikakota). Aproximadamente 200 expositores aún
no tienen ubicación, al igual que 130 vendedoras de artículos de vestuario,
existiendo más de 100 vendedoras de refrescos que fueron desalojada de la
plataforma del Teatro “Jaime Laredo” por disposición de la Alcaldía, al estar
solamente autorizadas para los días de festivales artísticos en ese auditórium,
dando cabida de esta manera a 80 expendedoras de comidas criollas. Los 25
kioskos de juegos serán instalados en el corazón del Parque Infantil cancelando
cada propietario $b 110 por metro. (El Diario, 23 de enero de 1973).

El presidente de la República junto al alcalde de La Paz y el jefe de la Comuna


cochabambina, además del general de la Policía, en medio de una persistente lluvia y
una gran masa humana, al momento de inaugurar la fiesta dijo: “los pueblos viriles y
fuertes alimentan la llama del patriotismo con el culto a sus héroes la reminiscencia de

139
los acontecimientos de la Historia y la vigencia de sus tradiciones” (El Diario 25 de
enero de 1973). En el contexto del nacionalismo revolucionario se entiende que se
quiera alimentar el sentido cívico con manifestaciones que no son manifiestamente
cívicas patrias sino, propias de la tradición. En este sentido podemos decir, que existe
una ampliación de lo cívico sobre lo tradicional para construir la imagen nacional, de lo
indomestizo, y que la tradición no es cosa extraña al progreso, sino que es la muestra
palpable de que este existe, y que además muestra la fuerza del espíritu paceño.

La Alasita no puede ser considerada como una simple feria a la que se concurre
para comprar ciertos objetos de dudosa procedencia, o bien para beber y jugar.
Es una muestra del espíritu paceño que antaño se exhibía en esta fiesta
mostrando su vigor y autenticidad. (Presencia, 24 de enero de 1973).

Los siguientes años, el clima político tenso por el auto golpe de Banzer y el
consecuente clima de represión hacia la población disidente, causó que el control
aumente hacia la fiesta, pero también que el presidente se repliegue de la inauguración,
dejando al alcalde Armando Escobar Uría esta tarea. La prensa le dedica pocas líneas
para recordar a las Alasitas, entre las noticias más importantes resalta la asistencia
masiva de personas con el propósito de adquirir “objetos elaborados en yeso, madera y
otros materiales, y que según la tradición logran convertirse en bienes materiales, en el
futuro” (El Diario, 25 de enero de 1974).

En 1975, la feria continúa en la Avenida del Ejército, pese a los avisos del
municipio de que no se realizaría en este sector por los perjuicios a los barrios
circundantes. Este año asisten más de 2500 expositores, en kioskos uniformados (El
Diario, 25 de enero de 1975), además que la alcaldía imprime un folleto en el que
muestra el plano de la feria y una reseña histórica acerca del “pequeño ídolo de la
abundancia” (Ibid.), que es distribuido entre la concurrencia. El hecho triste son las
lluvias que afectaron a la ciudad y una mazamorra que bajó de la región de Tacagua por
la calle Landaeta, llegando hasta la cancha Zapata. Otro rio desbordado fue el Uta
Pulpera, en la zona del Tejar (Presencia, 26 de enero de 1975).

140
En la crónica de la fiesta nos detallan los diversos sectores que se fueron
configurando en los últimos años: los futbolines que se encontraban mezclados con las
mesas de billar y los juegos autódromos (carrera de cochecitos), aparecen los billetitos
de dólares en tamaño gigante, un sector exclusivo para la venta de api, el Palacio del
Misterio “donde se ofrece la presencia de cuerpos sin cabeza y otros ‘atractivos’ al
precio de cuatro pesos la entrada” (El Diario, 26 de enero de 1975), artículos de cuero,
instrumentos musicales, casitas y juegos de azar (rifas, juegos con dados, ruletas de la
suerte, y el tradicional sapo) (Ibid.).

Los últimos años del gobierno de Banzer, el presidente vuelve a participar de la


inauguración de la fiesta. En 1976 la feria se lleva a cabo en los ambientes del ex local
de la Aduana, cercana a la terminal de buses. El alcalde Mario Mercado Vaca Guzmán y
el presidente, fueron recibidos con guirnaldas, un pequeño barco y una gorra de
marinero en alusión a las negociaciones con Chile para recuperar la cualidad marítima.
Le correspondió al Coordinador Laboral de los artesanos Hugo Calero dirigirse al primer
mandatario:

Le entrego mi Gral. un pequeño barco, réplica de los que muy pronto surcarán
las aguas del mar boliviano. La gorra de marinero le corresponde llevarla por el
ser el timonel de nuestra política de reivindicación marítima (El Diario, 25 de
enero de 1976).

Las negociaciones con Chile al final fracasaron, pero ello no impidió que al
año siguiente se volviera a presentar el presidente en la inauguración esta vez para
ofrecer a los expositores, que en el lugar donde se realiza la feria (ex local de la Aduana)
se construirá un moderno edificio “destinado a exposiciones internacionales” (Presencia,
25 de enero de 1977). Para ello, refirió que preparó un estudio “a un costo de $b 500.000
y que la ejecución de obras comenzará este año y su conclusión está fijada para 1978 a
un costo de $b 30.000.000” (El Diario, 25 de enero de 1977). Como sabemos esto no se
llevará a cabo.

141
Fotografía 17 El presidente de la República Hugo Banzer en las Alasitas

Fuente: El Diario, 25 de enero de 1978. Al pie de la foto se puede leer “El Presidente de la
República recibió ayer muestras de aprecio por parte de expositores de la Feria de Alasita,
quienes le obsequiaron varias miniaturas”.

En 1978 frente al desgaste notorio del gobierno, el creciente número de


movilizaciones pidiendo el retorno a la democracia, la crisis económica acumulada, y la
irremediable salida de Banzer en unas elecciones amañadas donde el candidato
oficialista Asbún a pesar de tener todo el apoyo estatal no lograba concentrar el respaldo
de la gente, el discurso presidencial en la inauguración de la Feria, más que hacer un
recordatorio a la fortuna, bienestar, riqueza que trae la tradición de las Alasitas, llamó a
la unidad y comprensión de los bolivianos “para contribuir al desarrollo de La Paz y el
país” (Presencia, 25 de enero de 1978). De igual manera el representante de los
expositores José Calero en su discurso resaltó el clima de tranquilidad en el que se lleva
a cabo la fiesta (Ibid.), pese a que la guardia de Seguridad vigilaba las inmediaciones de

142
la Catedral donde se concentraban los creyentes en espera de hacer bendecir sus
miniaturas.

Algo llamativo de la Feria de 1978 fue el descubrimiento del monumento al


Ekeko, erigido en la Plaza Pérez Velasco. Esta obra fue esculpida por el artista Pedro
Zapana. En la misma participaron, además del alcalde, el Jefe de Estado, el Ministro de
Industria y Comercio y otras autoridades (El Diario, 24 de enero de 1978).

Fotografía 18 Monumento al Ekeko del municipio de La Paz, esculpido por Víctor


Zapana

Fuente: Presencia, 25 de enero de 1978. Al pie de la imagen puede leerse “Ekeko. La


Municipalidad de La Paz descubrió ayer, en homenaje a la tradicional Feria de Alasita, un
monumento al personaje central de esta exposición. El Ekeko. Este monumento está situado en
la Plaza Pérez Velasco y se trata de una obra del artista Víctor Sapana que esculpió la obra en
piedra. Al pie de este se ha puesto una lectura que destaca la significación de ‘felicidad,
fecundidad y abundancia’ del Ekeko”.

143
En 1979 el presidente de la Junta de Gobierno (Gral. David Padilla),
acompañado del alcalde, el prefecto y otras autoridades inauguró la feria que se realizó
en el local de la Ex Aduana. El burgomaestre de la ciudad resaltó el hecho de que el arte
popular “constituye una expresión histórica de la Nación” (El Diario, 25 de enero de
1979). En cuanto a los ciudadanos que deseaban participar de la feria, la prensa resalta
que fueron miles a la feria a adquirir los objetos en miniatura y que luego se trasladaron
a la Catedral para buscar la bendición de estos. El cordón policial de la Plaza Murillo fue
rebasado, y en la Catedral, algunas “personas, sacaban el agua de los floreros y a modo
de bendición la echaban encima de los denominados ‘billetitos de Alasita” (Ibid.).

Fotografía 19 El presidente de la Junta Militar Gral. David Padilla compartiendo


un brindis en las Alasitas

Fuente: Presencia, 25 de enero de 1979. Al pie de la imagen puede leerse “Brindis. El presidente
de la Junta Militar, Gral. David Padilla Arancibia, bebió ayer una copa de cóctel, en un puesto de
la Feria de Alasita, inaugurando ese acontecimiento del folclore paceño. El brindis del primer
mandatario se hizo entrecruzando los brazos con una vendedora, al estilo del conocido ‘aro,
aro”.

144
La prensa muestra un hecho que en años anteriores no se menciona: la apertura
de otros templos para la bendición de las miniaturas, como San Francisco, San
Sebastián, María Auxiliadora y San Agustín (Presencia, 25 de enero de 1979). Este
hecho es importante pues significa el antecedente para la desconcentración la fiesta, pero
solo para el 24 de enero. Es decir, para la ceremonia de la compra y bendición de las
miniaturas el 24 a medio día; los otros significados que van aparejados con las Alasitas
seguirían, pero en el centro establecido para el efecto. Otro rasgo interesante del mismo
es que las ferias paralelas y esporádicas se establecerían cerca de las Iglesias, en los
diferentes barrios de la ciudad. Esta desconcentración puede leerse en dos términos.
Primero, la necesidad de desconcentrar la enorme afluencia de gente que acude el 24 de
enero a medio día a la Catedral, y que pugna por ingresar para hacer bendecir sus
miniaturas; segundo, el temor que suscita un gobierno de facto que hace difícil para los
creyentes ingresar a Plaza Murillo, por el temor de una rebelión popular.

Los últimos años de las dictaduras no tuvieron un efecto grande sobre la fiesta de
las Alasitas, solo que las noticias se hicieron escasas. En 1980, la presidenta Lidia
Gueiler Tejada y el alcalde Raúl Salmón inauguraron la Feria el 24 de enero en los
ambientes de la Ex Aduana (Presencia, 25 de enero de 1980). Por otro lado, la creencia
sobre la fortuna y el 24 de enero parecen consolidarse en la memoria colectiva. La
prensa que “la creencia popular sostiene que quienes compran aquellas miniaturas en el
momento preciso, reciben los beneficios del ‘dios Ekeko’ y su esperanza de abundancia
se convierte en realidad, en el transcurso del año” (Ibid.).

145
Fotografía 20 Tradiciones, artesanías. Feria de Alasitas La Paz.

Fuente: Archivo fotográfico ALP. Señora ofreciendo sus productos de barro en la feria
de Alasitas.

En la fotografía de arriba, fechada por el ALP en 1980, nos muestra algo clásico
de la feria que sigue existiendo, la oferta de diversos productos de cerámica. Esta
sección es una de las más antiguas de la feria, y muestran una relación directa con los
hogares paceños, en las chuwas, masetas de cerámica y las alcancías en forma de
cerdito.

En 1981 y 1982 no son los presidentes quienes inauguran la feria sino sus
esposas (Olma Cabrera de García en 1981, y Teresa Pacheco de Torrelio en 1982),
acompañadas del alcalde de La Paz Raúl Salmón. La feria se realiza en ambos casos, en
la Avenida Tejada Sorzano. Como en años recientes el 24 de enero las iglesias de la urbe

146
se abrieron para realizar la bendición de las miniaturas de Alasitas (El Diario, 25 de
enero de 1981). Una novedad fue la introducción de las imágenes de la televisión por los
artesanos, en la elaboración de las diversas figuritas de estuco.

En 1981 se publica un artículo bajo el título de “La paceñisima tradición de la


fiesta de Alasita”, de Francisco Roque Bacarreza. Inicia diciendo que la “fiesta de la
Alasita, el Illimani, la cerveza, entre otras, son las expresiones paceñísimas por
excelencia” (Presencia, 18 de enero de 1981), seguidamente hace una retrospección de la
fiesta a lo largo del tiempo, afirmando que desde el gobierno de la ciudad por Sebastián
Segurola la fiesta es una plena “manifestación del artesanado” (Ibid.). El autor además
menciona a la fiesta de la Virgen de La Paz (olvidada en los últimos tiempos), y que esa
coincidencia con las Alasitas es la que le da fuerza a la creencia popular de que lo
comprado y bendecido ese día se convertirá en realidad durante el año.

La creencia popular alienta la esperanza de los millares de ciudadanos que


participan de la fiesta de Alasita. Se cree que aquello que es comprado o
regalado el día de la festividad de la Virgen de La Paz es el anhelo que pronto se
cumplirá. De ahí la inventada costumbre de comprar billetitos o regalarlos a los
familiares o amigos, casitas, autitos, cargas y todos los bienes materiales que se
desean y que el dios de la abundancia está en situación de brindar. (Presencia,
18 de enero de 1981).

En la crónica de José Llanos Murillo de 1982, publicada en Presencia bajo el


título de “Alasita en La Paz”, nos transmite datos interesantes en cuanto a la extensión
geográfica de la fiesta. Como habíamos anticipado no solo se concentra en el espacio
destinado a la misma por el municipio, sino que aparecen fiestas zonales, solo el 24 de
enero, en las inmediaciones de las Iglesias de la urbe. Por otro lado, nos menciona que la
misma se celebra en varios lugares del interior del país.

La feria artesanal tiene lugar en varias zonas: Ciudad de La Paz, Avenida 16 de


Julio de El Alto, Tiwanaku, Tambillo, Laja, Pillapi, Huarina, Batallas, Pucarani,
Achacachi, Warisata, Corocoro, Sorata, Ilabaya, Chirapaca, Puerto Pérez,
Paydoco, Coroico, Yolosa, Caquiaviri, Achocalla, Chacallita, Italaque, Chuma,
Ancoraimes, Copacabana, Tiquina, Guaqui, Huatajata, Sapahaqui, Chulumani,
Taraco, Patacamaya, Umala, Quime, Colquiri, Aygachi, etc. El 25 de enero los
campesinos del departamento de La Paz realizan la feria de Alasita,
acompañados por jóvenes y niños, exponen los artesanos objetos hechos en

147
barro y en masilla de quinua molida; cada trabajo en miniatura describe un
contenido particular, las piezas son mostradas en “alapata” -sitios de exposición
de Alasita; la persona que adquiere las miniaturas, fiel a la tradición efectúa el
pago en illas (monedas), que son unas piedras circulares. Al finalizar la feria,
tiene lugar entre los comunarios el tradicional trueque. (Presencia, 24 de enero
de 1982).

Los años de dictadura influyeron en el modelaje de la fiesta, como la conocemos


hoy. La presencia de los representantes del poder central de Estado (presidentes,
primeras damas, ministros), y del poder local (prefectos y alcaldes), le dieron a la Alasita
el carácter de fiesta nacional. El hecho de que se celebre en la sede del poder político
contribuyó a que se expanda en el imaginario nacional.

Durante los años de su celebración el carácter del nacionalismo revolucionario


influyó para que se acentúe el discurso de la tradición, pese a la expansión del
capitalismo de Estado y de la modernización de sus principales ciudades. Entonces se
entiende que ambas, tradición y modernidad, no son dos fenómenos que se contrapongan
ni excluyan, sino en el contexto nacionalista, la modernidad mejora los servicios, el
aparato productivo y la vida de sus habitantes, mientras la tradición, le otorga de
identidad a sus habitantes, distinguiéndolos de los demás.

Otro hecho significativo es el asentamiento del doble carácter que posee. Como
fiesta y feria. Como fiesta, la creencia del ritual del 24 de enero, en la que se tiene que
comprar las miniaturas y hacerlas bendecir prontamente en la Iglesia para que se
cumplan en realidad, adquiere el carácter de “creencia popular” que todos quienes
participan en la fiesta deben cumplir. Como feria, los gremios que participan en la feria
se unen en la Federación Nacional de Artesanos, en los que se distribuyen espacios para
su participación. Se consolidan los diferentes sectores participantes: floristas, suertes,
periodismo, escultura, orfebrería, alfarería, herrería, carpintería, platería, peletería,
sombrerería, cestería, culinaria, etc.

148
Otro hecho que marca a la Alasita es la desconcentración de la fiesta. Esto
sucede los últimos años de la década de los 70s e inicios de los 80s. Creemos que pudo
haberse originado por la enorme demanda de la población que exigía que sus miniaturas
sean bendecidas en la Catedral. Ante la enorme afluencia, primero se abrieron otros
templos en la ciudad para cumplir con este cometido, y con los años se instalaron
vendedoras en las cercanías a las Iglesias, desconcentrando el festejo. Otro hecho que
influyó fueron los regímenes de facto, que recrudecieron en violencia estos años,
haciendo más difícil el poder visitar la Catedral por el hecho de que se encuentra en
Plaza Murillo. Finalmente, en el artículo de José Llanos Murillo se nos menciona
además que la fiesta no sólo se celebra en la ciudad sino en una amplia zona del
occidente boliviano.

149
3. La fiesta en tiempos del neoliberalismo

La historia de Bolivia, cuando intentamos alejarnos un poco, e intentamos


comprenderla, nos encontramos con continuas paradojas y contradicciones, que
demuestran que la vida del hombre boliviano (y su sociedad en consecuencia), es difícil
de predecir. Cuando en 1985 Paz Estenssoro lanzó su famosa frase “Bolivia se nos
muere”, y con ella una serie de medidas de carácter estructural que afectaron la vida
principalmente económica de los bolivianos, inició con el desmontaje de todo lo que el
Nacionalismo Revolucionario había impulsado desde 1952, y del cual ellos habían sido
los principales protagonistas. Pasamos de un gobierno fuerte y robusto, a un gobierno
pequeño cuya máxima aspiración era la de regular la vida doméstica de sus ciudadanos.
Inicia el período conocido como Neoliberalismo.

(…) una vez agotado el modelo estatista del nacionalismo (1952-1985), los
mismos protagonistas de la revolución inconclusa de 1952, dieron un viraje
táctico con las medidas económicas contenidas en el Decreto 21060 de agosto
de 1985.

El país retornó por tercera vez en 160 años al cauce liberal y a la economía de
mercado iniciado por el Mariscal Sucre. ¿Por cuántos años?128.

El mismo Paz Estenssoro se encargaría de responder a la pregunta de María


Luisa Kent. Según Paz, los modelos económicos en Bolivia duran aproximadamente 15
años antes de ser cuestionados y reemplazados. Este fue el tiempo que duró el modelo
neoliberal antes de su crisis en la década de los 2000.

Nosotros entendemos al neoliberalismo para esta investigación como una nueva


etapa del liberalismo caracterizada por la desregulación jurídica en el ámbito laboral, el
achicamiento del Estado cuyo papel pasa a ser de regulador o arbitro al interior de la
sociedad boliviana y en la vida económica, caracterizada por la capitalización y
privatización de las empresas públicas del Estado. En el ámbito cultural estuvo marcado
por el fuerte impacto de la globalización, que trajo nuevos modelos culturales de

María Luisa Kent, “El Segundo Proyecto Liberal 1900-1930,” in Los Bolivianos En El Tiempo, ed.
128

Alberto Crespo Rodas (La Paz: Universidad Andina Simón Bolívar, 1993), 273.

150
consumo, que tuvieron su impacto a diferentes niveles, en unos casos siendo fuente de
alienación cultural, y en otros mostrando como respuesta una reafirmación de las
identidades locales.

En el ámbito cultural esta etapa estuvo marcada por la institucionalización del


sector estatal y del reforzamiento de la identidad nacional. El Instituto Boliviano de
Cultura (IBC) impulsó la creación de las Casas de Cultura, promoviendo al mismo
tiempo la catalogación del patrimonio cultural129. En el mismo sentido, junto a otras
instituciones se logró que la UNESCO otorgara las denominaciones de Patrimonio de la
Humanidad desde la década de los 80s adelante:

(…) la ciudad de Potosí (1987), las Misiones Jesuíticas de Chiquitos (1991), la


ciudad de Sucre (1991), el Fuerte de Samaipata (1998) y el centro espiritual y
político de la cultura Tiwanaku (2000). En 2001 se obtuvo la declaratoria para el
Carnaval de Oruro, como “Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la
Humanidad”. La cultura Kallawaya obtuvo la misma denominación en 2003130.

En 1996 dio un paso fundamental para sostener los principales repositorios


culturales del país. Con la aprobación y promulgación de la Ley del Banco Central de
Bolivia N° 1670, se creó la Fundación Cultural del Banco Central, “con la finalidad de
proteger, mantener, administrar, promocionar y difundir los bienes culturales y
arquitectónicos de los seis Centros Culturales que le fueron encomendados”131, entre
ellos, la Casa de la Libertad, el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, la Casa
Nacional de Moneda, el Museo Nacional de Arte, Museo Nacional de Etnografía y
Folklore y el Centro Cultural de Santa Cruz.

Esta reapertura al mundo exterior de mano del neoliberalismo tuvo su impacto


más notorio en la cultura de mano de la globalización, que trajo nuevas pautas, estilos y
tendencias culturales que marcaron a las generaciones de este período. A ello hay que
añadir el impacto de la revolución tecnológica que acercó el mundo a los hogares
bolivianos. Paralelamente se produjo una revitalización de las prácticas culturales

129
Rossells, “Cambio de Paradigmas En Las Políticas Culturales En Bolivia (Siglo XX Al XXI),” 276.
130
Ibid.
131
Ibid.: 277

151
locales, favorecidas por la gestión de las instituciones culturales creadas. Tal es el caso
que el Viceministerio de Participación Popular hablaba de una reindigenización en el
área rural132, al fenómeno de reconstitución de las comunidades que luego lucharían por
la autonomía indígena. Si bien desde 1952, con la Revolución Nacional se explotó la
cultura tiwanakota como base de la identidad cultural nacional más lejana, ahora surgían
una serie de identidades que buscaban recuperar sus símbolos culturales propios. Este
fenómeno del resurgir de las nacionalidades luego se plasmará en el llamado Estado
Plurinacional en 2009.

Ambos fenómenos globalización y nacionalismo tuvieron su influencia en la


fiesta de Alasitas que, como veremos a continuación se consolidó como la fiesta que
conocemos ahora.

La década de los 80s está marcada por la crisis económica y el retorno a la


democracia. Si bien la segunda reporta un halo de esperanza en las diferentes posiciones
políticas para reconducir el país por la vía del consenso y no de la fuerza, es la crisis
económica la que marca el paso de la coyuntura nacional. A la hiperinflación que ahoga
la economía de los hogares bolivianos le acompañan las medidas de presión de los
trabajadores: huelgas, paros, bloqueos, etc. Este momento difícil es reflejado por la
prensa cuando dice:

Pese a la prolongada huelga de empleados y trabajadores de la Alcaldía de La


Paz, el desabastecimiento, la agobiante crisis económica y los sentimientos de
frustración de un pueblo, el jueves próximo se reeditará la tradicional fiesta de
Alasita (El Diario, 20 de enero de 1985).

La fiesta de Alasitas es masiva pese a la crisis que atraviesa el país, como bien
reporta el periodista de Presencia, representa la abundancia en “estos tiempos
calamitosos. Todos gustamos soñar con futuro mejor” (Presencia, 25 de enero de 1985).

132
Viceministerio de Planificación Estratégica y Participación Popular. Ministerio de Desarrollo
Sostenible y Planificación, Municipios Distritos Municipales Indígenas y Tierras Comunitarias de Origen
En Las Tierras Altas de Bolivia (La Paz: Artes Gráficas, 2002), 47.

152
Se compra dinero de Alasitas, esperando que en el año se haga realidad (se opta mejor
por los dólares que es la moneda fuerte); de igual manera, se carga al Ekeko de los
víveres necesarios para el año, y de micros, colectivos, camiones, “casas de cinco, seis,
20 pisos”, chalets y otros, que se han venido a reemplazar a los animales y otros que
antes los acompañaban (El Diario, 20 de enero de 1985). Las Alasitas, en este contexto
de crisis, significan los sueños de un futuro mejor:

Ante la dureza del presente, soñamos con las posibles dulzuras del futuro. Eso
es lo que hay siempre en la anual resurrección del Ekeko: confianza en el
porvenir, contra todo lo que auguren tantos licenciados en economía y tantos
políticos. Es la confianza que nunca nos ha abandonado a los bolivianos, aunque
protestemos contra todo. Hemos recibido muchos golpes y hemos estado
sometidos a muchas pruebas. Pero hemos seguido adelante con esa dura tozudez
que se atribuye a los indios, pero que, gracias a Dios, se nos ha contagiado a
todos, inclusive a los que tienen buena parte de sangre india -los más- o algunas
gotas -los menos- (Presencia, 25 de enero de 1985).

Este año las Alasitas se realizan en la avenida Tejada Sorzano, desde el viaducto
próximo a la calle Yungas, hasta el final de la avenida, a la altura de la plaza Villarroel.
Los vecinos mostraron una fuerte oposición para que se realice en la zona, pero la
alcaldía como en los años posteriores, impuso su posición haciendo hincapié en las
prohibiciones establecidas en la ordenanza, que según sus representantes garantizaba el
orden y la paz, al tiempo que se preservaba la tradición. En este sentido se prohibió la
instalación de juegos de azar, la utilización de altoparlantes, la venta de bebidas
alcohólicas y la comercialización de toda manufactura extranjera con material de nylon,
rayón, plástico y otros (Presencia, 22 de enero de 1985).

Llama la atención los precios establecidos por el derecho de sentaje en la feria


que establece el municipio, que según la prensa va acorde con la crisis inflacionaria del
país:

Artesanos en miniatura $b 66 mil por 2 metros cuadrados, sector Cochabamba


por metro cuadrado $b 10 mil, juegos populares metro cuadrado $b 50 mil,
sección comideras metro cuadrado $b 60 y 70 mil, sección Apis metro cuadrado
$b 50 mil, refrescos embotellados kioscos metro cuadrado $b 40 mil, refrescos
en vasos $b 25 mil, anticuchos $b 60 mil, cafeteras $b 30 mil, sección churros

153
metro cuadrado $b 50 mil, sección juegos de lota metro cuadrado $b 60 mil y
sección Sándwiches metro cuadrado $b 50 mil (El Diario, 22 de enero de 1985).

Las secciones más caras, según la descripción, son la sección comideras que
pagan entre 60 y 70 mil pesos, seguidas de las secciones, miniatura con 66 mil pesos, y
los anticuchos con 60 mil. Las que menos pagan, son el sector Cochabamba con 10 mil,
los refrescos en vaso con 25 mil pesos. Esta forma de establecer los precios nos muestra
el doble carácter de las Alasitas, es por un lado una fiesta de las miniaturas con la
esperanza de que se conviertan en realidad, pero también es una feria, donde se puede ir
a jugar, comer y disfrutar gratos momentos con la familia o amigos. El primer caso está
representado por los artesanos, y el segundo, por las comideras y juegos. Este doble
carácter, creemos, es configurado por la influencia de urbe sobre la fiesta indígena, pues
aparte de fortalecer a la ritualidad y las creencias locales, es un espacio donde se puede
ir a distenderse de la agitada vida citadina.

Las Alasitas del 85 fueron inauguradas por el alcalde Sr. Mario Sanjinés Uriarte,
en presencia de las autoridades, Cnl. Manuel Cárdenas, Ministro de Defensa, “el
Prefecto accidental, autoridades municipales e invitados especiales” (El Diario, 25 de
enero de 1985).

En 1986 la idea de que la práctica de la tradición puede, de alguna manera, hacer


frente a la crisis se vuelve a manifestar. Se adquieren dólares sobre la moneda local,
esperando o añorando que la moneda extranjera pueda ayudar a cumplir sus deseos
materiales. Otro rasgo importante se lo puede advertir en la ordenanza municipal que
establece como un “deber cívico de la Municipalidad conservar y afirmar nuestra
identidad indomestiza” (El Diario, 12 de enero de 1986). Además, afirma que la Alasita
forma parte de la mitología aymara y que se realiza en conmemoración del Ekeko
“diosecillo de la felicidad y la abundancia” (Ibid.). En este sentido establece que quien
quiera participar de la feria y los premios debe tener como tema principal el “nativo y
creación original”, asimismo establece una categoría especial para el mejor Ekeko, cuyo
premio consiste en un diploma de honor y $b 300.000.000 (Ibid.). Los otros premios son
para las otras especialidades presentes en la feria.
154
Uno de los puntos a resaltar de las Alasitas del 86 es la mención que hace la
prensa sobre la realización de la feria en la ciudad de El Alto. Según la noticia, las
Alasitas habrían comenzado a realizarse en 1982, y que esta (1986) sería su cuarta
ejecución. La fiesta de las miniaturas se realizó en la plaza 10 de febrero de ciudad
Satélite y estuvo amenizada por la banda del Regimiento policial del Distrito 3 y la
presencia del alcalde Juan Polo Marquina, quien inauguró el acto. La prensa resalta por
último la gran concurrencia que tuvo donde “los artesanos, mostrando su habilidad,
realizaron lindos trabajos en miniatura que gustaron a los concurrentes” (El Diario, 26
de enero de 1986).

Fotografía 21 Alcalde de la ciudad de El Alto, José Polo inaugurando la Feria de


Alasitas de 1986 en Ciudad Satélite

Fuente: El Diario, 26 de enero de 1986

Para 1987 además de El Alto y la hoyada, la fiesta se celebró en Obrajes de


manera simultánea a las dos anteriores (Presencia, 25 de enero de 1987). Si bien la

155
prensa se quejó de que imperaran los vestidos, masitas y otros alimentos, por sobre las
miniaturas, debe resaltarse la expansión de la fiesta hacia otras zonas de la ciudad.

Fotografía 22 Feria de Alasitas en Obrajes 1987

Fuente: El Diario, 25 de enero de 1987.

La ordenanza municipal ratifica que el papel principal de la comuna es la de


“conservar y afirmar nuestra identidad indomestiza” (18 de enero de 1987), por ello
establece al igual que los anteriores años dos tipos o categorías de premios, al mejor
Ekeko y a las mejores obras por categorías: vaciado en estuco, orfebrería y platería,
trabajos en cobre, hierro, bronce y hojalata, carpintería y ebanistería, alfarería, cestería,
peletería y talabartería, muñequería, confección en prendas, repostería, imprenta y
encuadernación y periodismo (Ibid.).

156
A diferencia de otros años el alcalde Ronald McLean aparte de rememorar la
historia de las Alasitas y el origen del Ekeko, en un contexto de crisis, puso énfasis en
que la fortuna no viene por si sola, sino que se la obtiene a base de esfuerzo (Presencia,
25 de enero de 1987). Este discurso racionalista sobre el bienestar y la fortuna es el
primero que se registra en la prensa pues los anteriores siempre hacían énfasis en la
magia, poderes sobrenaturales y otros ajenos a las fuerzas humanas que intervenían para
alcanzar los deseos terrenales.

Después de la inauguración el alcalde junto a los miembros del Consejo


Municipal, el prefecto y los embajadores de Estados Unidos y de Hungría, además de los
parlamentarios del departamento de La Paz recorrieron la feria siendo objeto de
atenciones y obsequios por los expositores (El Diario, 25 de enero de 1987). La comitiva
recorrió alrededor de dos kilómetros por la avenida Tejada Sorzano, por los diferentes
kioscos que reemplazaron a los toldos de años pasados, hasta la plaza Villarroel.
Mientras la comitiva hacía su recorrido “miles de ciudadanos” adquirían “los
tradicionales billetes, chequeras, y otras miniaturas que hacían bendecir en la Catedral
Metropolitana (…) para que se cumpla sus deseos de obtener mejoras” (Ibid.). Este
tránsito de la ritualidad se encuentra más presente que nunca, aunque hay que hacer
notar que probablemente por el contexto de crisis económica, el Ekeko es relegado a un
segundo plano. La gente buscó el contacto directo con otras miniaturas, especialmente
los billetitos, además de la divinidad cristiana, pues una vez compradas las miniaturas se
dirigieron a las iglesias buscando la bendición del cura, para que se cumpla el ritual.

En 1988 el alcalde de La Paz, Mario Bedoya Ballivián, al momento de la


inauguración hace mención de que el próximo año se cumplirán 200 años de vida de la
feria (El Diario, 25 de enero de 1988). Esta mención llama la atención pues se toma
como oficial que después del cerco a la ciudad en 1781 sería el nacimiento de la fiesta
citadina de las Alasitas como la conocemos ahora. También que su benefactor sería el
entonces gobernador de la ciudad Sebastián Segurola. Aparentemente existe una
confusión de fechas que ni las autoridades locales ni la prensa saben identificar, y es que

157
en 1781 se dio fin al cerco de la ciudad de La Paz tras la insurrección indígena
comandada por Túpac Katari, pero dadas las diversas fuentes, sería el 24 de enero de
1782 el primer año de la realización de la feria de Alasitas en la ciudad. Además,
haciendo cuentas, tomando 1781 como el año de origen, hacia 1989 (que es el año en
que se pretende recordar los 200 años) habrían transcurrido 208 años desde su primera
ejecución y no 200 como decía el entonces alcalde. Probablemente se confundieron con
el año de la Revolución francesa, 1789, porque haciendo restas, este es el año base que
se toma para el cálculo. Lo llamativo es que efectivamente al año siguiente se celebra,
bajo programa especial, los 200 años de las Alasitas.

En un breve discurso, pronunciado a las 12:00 horas de ayer en la Av. Tejada


Sorzano, Bedoya hizo una reminiscencia de la feria de alasita o “cómprame”,
indicando que ésta fue realizada por primera vez en 1789, cuando se fabricaba
ese pequeño ídolo que representa la fertilidad, sin vestimentas y sin el
cargamento de miniaturas que ahora lleva encima. Luego, se decidió vestirlo y
colgarle una serie de miniaturas, justamente para que, además de significar
fertilidad, sea un símbolo de abundancia (Presencia, 25 de enero de 1988).

La fiesta adquiere una imagen mestizo – citadina. Tiene un origen aymara que es
reconocido oficialmente por las autoridades mediante ordenanza municipal, pero se le
dota de un ropaje criollo-mestizo colonial al reconocer que quien origina su
establecimiento en la ciudad es el antiguo gobernador Segurola luego de los grandes
levantamientos indígenas del siglo XVIII.

Otro hecho importante es la diversificación de la fiesta hacia otros sectores de la


ciudad. Desde inicios de siglo habíamos ido viendo como las Alasitas se concentraban
en un único lugar (Plaza Murillo, la Alameda, San Pedro, etc.) y que su duración era de
dos, tres o cuatro días a lo sumo, sin embargo, conforme va transcurriendo el siglo las
Alasitas se van expandiendo, en artesanos que quieren participar de la misma, creyentes
que buscan cumplir sus deseos materiales y días de duración. La fiesta se convierte en
multitudinaria. Una característica que ayuda a entender cómo se expande o que patrón
sigue la expansión, fue la búsqueda de iglesias que bendigan las illas pues la Catedral no

158
abastecía a la gran cantidad de creyentes que asistían el mediodía del 24 de enero.
Tomando estas dos variables es que la fiesta se expande hacia las zonas más pobladas y
alrededor de las iglesias más importantes:

El espacio destinado a la Feria de Alasita, resulta incómodo para el


desplazamiento de los ciudadanos que asisten a la misma, motivo por el cual se
instalaron puestos callejeros para la venta de billetitos, casitas y otras miniaturas
en lugares adyacentes a las Iglesias o Parroquias como ser la Plaza Murillo,
Plaza Sucre, San Francisco, La Merced, el Cementerio, como también en El
Alto y otros barrios populares (El Diario, 25 de enero de 1988).

Junto a estos cambios se introduce otro, o por lo menos aparece recién reseñado
por la prensa local, la degustación del chairo paceño. Los años anteriores el plato
preferido y que formaba parte de la tradición del 24 de enero era el plato paceño, ahora
se le suma el chairo como una especie de validación que el 24 además de ser un día
mágico para atraer la fortuna, la abundancia y como dice la ordenanza municipal la
“felicidad” es también una fiesta exclusivamente paceña y como tal deben servirse los
platos típicos de la urbe.

No se nos da una cifra aproximada de los asistentes, pero si se nos muestra en las
fotografías una gran afluencia pese a la llovizna. En El Alto se calcula que son 360 los
afiliados que exponen sus trabajos en la avenida 16 de julio. En La Paz se vuelve a
instalar la feria principal en la avenida Tejada Sorzano, cuyo recorrido de más de 20
cuadras es transitada por las principales autoridades municipales.

159
Fotografía 23 Masiva concurrencia a la inaguración a la fiesta de Alasitas de 1988
en la Avenida Tejada Sorzano

Fuente: Presencia, 25 de enero de 1988

1989 es tomado por las autoridades como el año del bicentenario de las Alasitas,
para rememorarlo elaboraron un programa especial bajo el título “Alasita… más de dos
siglos de tradición paceña” (El Diario, 24 de enero de 1989). Más arriba ya dimos
nuestro parecer sobre el error histórico que las autoridades cometieron con respecto al
cálculo del primer año de celebración de la fiesta.

160
Las actividades previstas para su festejo por sus 200 años se desarrollaron a
partir del 23 de enero hasta el 5 de febrero.

Martes 24 de enero.- Hrs. 11:30: Concentración de las autoridades para la


inauguración de la Feria, Himno Paceño, por la Banda Municipal “Eduardo
Caba”.

Palabras por el Secretario Ejecutivo de la Federación de Expositores. Palabras


por el Honorable Alcalde Municipal de La Paz. Condecoración, con guirnaldas
artesanales a las diferentes autoridades municipales. Corte de Cinta,
Inauguración, recorrdio de la Feria. Almuerzo tradicional, típico “Chairo y Plato
Paceño”.

Miércoles, 1 de febrero.- Hrs. 10:30 Misa de campaña Procesión de la Virgen de


La Paz. Hrs. 11:30: Recepción Social a cargo de la Asociación de “Suertes sin
blanca en yeso”.

Viernes 3 de febrero.- Entrega de premios a los ARTESANOS más destacados,


durante la “Feria 1989”; acto de Clausura.

Domingo 5 de febrero.- Gran remate y recojo de puestos.

(El Diario, 24 de enero de 1989)

En esta celebración participaron 3500 expositores en el lugar principal, la


avenida Tejada Sorzano, sin contar las otras ferias zonales ni la realizada en El Alto. Al
inicio de la celebración se destaca el gran crecimiento que se ha venido operando en casi
todo el siglo XX, puesto que el continuo cambio de las Alasitas siempre ha obedecido al
gran crecimiento en participantes gremiales y en el público creyente, por ello los
artesanos agremiados pidieron que se construya un campo ferial exclusivo para no tener
que lidiar con los problemas que año tras año viene atravesando. El secretario general de
la Federación de Expositores de la Feria de Alasitas, Juan Claros, decía en el acto de
inauguración, que para “que no se ponga de pretexto el dinero añadió jovialmente, le
entregamos miles de dólares en billetes de Alasita [al alcalde de la ciudad Ronald
McLean]” (Presencia, 25 de enero de 1989).

Otro hecho que resalta de la feria del bicentenario es la presencia de las


milluchadas, un sahumerio o bendición indígena en la jornada del 24 de enero. De esta
manera los creyentes no solo asistieron a cumplir los ritos de bendición en las iglesias,

161
sino que también lo hicieron a la manera nativa. Esta práctica fue creciendo con el
tiempo dándose una singular manifestación cultural y enriqueciendo el rito de la Alasita.

Esta fiesta permite al pueblo a cumplir los ritos de “bendición” de los objetos
adquiridos, en las iglesias que abren sus puertas para rociarlos con agua bendita.
Sin embargo, más que en ningún año, esta vez se vieron decenas de mecheros
con incienso para “bendecir” las miniaturas a la manera nativa (Ibid.).

En 1990 la Unidad de Comunicación Social de la Casa Municipal de Cultura


publicó un artículo bajo el título de “El Ekeko y la Alasita: más de dos siglos de
tradición”, en la que recoge sucintamente las diferentes posiciones sobre el origen del
Ekeko y la Alasita. En el escrito a parte de relatarnos las diferentes posiciones sobre los
orígenes se nos dice que el personaje central, el Ekeko, se encuentra presente en varios
departamentos del sur del Perú “y que se le ha erigido un templo en alguna ciudad de
Venezuela” (Presencia, 21 de enero de 1990). Esto nos lleva a pensar, lo que en años
posteriores se ratificará, que las creencias en las illas y su carácter benefactor tiene un
espectro andino más extendido y que su difusión puede rastrearse pensando incluso en la
extensión geográfica de Tiwanaku. Sin embargo, la idea del 24 a medio día, como un
espacio temporal mágico y todo el ritual posterior a él, además de los simbolismos que
se manejan, es exclusivo de La Paz.

Se calcula que a las Alasitas de 1990 asistieron 200.000 personas entre el 24 y el


9 de febrero que fue lo que duró la fiesta. Asistió a la inauguración el presidente Jaime
Paz Zamora, además del alcalde y otras autoridades (Presencia, 23 de enero de 1990). La
presencia del presidente se da después de varios años lo que denota que la estabilidad
social y económica va retornando gradualmente.

Algo que hay que destacar es la ch’alla de la estatua del Ekeko, realizada el 23 de
enero en la calle Pichincha esquina Comercio (Ibid.). Este acto simbólico realizado un
día antes de su realización marca el inicio de las Alasitas y se convertirá en parte del
ritual de este que se consolidará los años posteriores.

162
En 1991, la discusión sobre el lugar en el que debe realizarse las Alasitas
contribuye a descentralizar la fiesta. Los años posteriores la feria se realizó en la avenida
Tejada Sorzano, los vecinos organizados se oponían constantemente a su realización en
dicha zona por la inseguridad que ocasionaba y la incomodidad que suponía en el
desplazamiento, ruido, la basura, etc. Para 1991, mejor organizados, protestaron una vez
más, pero esta vez asumieron en una carta que “llegarán a las últimas consecuencias para
no permitir el ingreso de los expositores” (Presencia, 22 de enero de 1991). Ante esta
posición el municipio abrió la posibilidad de realizar la feria en la ex fábrica Said,
terminando por pagar 6000 bolivianos por el alquiler de los espacios a los dueños. Por su
parte, los artesanos reunidos asumieron una posición dividida acerca del asunto,
mientras unos estaban a favor de la misma y se instalaron en los ambientes de la ex
fábrica Said, los otros asumieron medidas de presión, así para el 24 de enero “dirigentes
de las 35 organizaciones de los agremiados que se declararon el huelga de hambre,
bloquearon (…) el Palacio Consistorial con el propósito de evitar que el burgomaestre
acuda a los predios de la ex – fabrica Said para inaugurar el evento” (La Razón, 25 de
enero de 1991). Para el prefecto del departamento, Fernando Cajías, el conflicto
mostraba que “la feria de este año refleja el conflicto entre la modernización y el
populismo” (Presencia, 25 de enero de 1991)

Para debilitar a la dirigencia la alcaldía otorgó excepcionalmente permisos


temporales para que los agremiados y otros que formaban parte del mismo se asentaran
alrededor de las iglesias para armar ferias provisionales de Alasitas (Ibid.). Con esta
medida, la fiesta de Alasitas se descentralizó, se incluyeron más expositores y en
consecuencia, terminó por volverse masiva en la ciudad. Esta medida, que se repite año
tras año, es transitoria y solo dura la jornada del 24.

Este año Presencia publica un artículo de Yolanda Bedregal bajo el título “Ekeko
y Alasita”. En el artículo analiza cómo, a su criterio, el Ekeko como las Alasitas han
adquirido gradualmente un carácter mestizo por la influencia de la ciudad y las creencias
indígenas. Esto le ha permitido extenderse a otros departamentos y ser el centro de

163
emulación para otras regiones de otros países, tal es así que opina que la “Alasita tiene
su capital en La Paz, hasta se le ha levantado un monumento” (Presencia, 20 de enero de
1991).

Para 1992 el acto inaugural de las Alasitas se lo hace el 23 de enero, con rituales
indígenas a la imagen del que Ekeko. El municipio toma este acto como parte del
calendario festivo, y la prensa, como parte de la “tradición”. La Razón titula esta noticia
de la siguiente manera: “Tras la tradicional ch’alla del Ekeko se inaugura la Feria de
Alasita” (24 de enero de 1992). Recordemos que la introducción de esta práctica según
la prensa es desde 1991. Llama la atención por su pronta incorporación dentro de la
“tradición” de la Alasita.

Si bien el año pasado las autoridades ponían de relieve su triunfo sobre los
artesanos al trasladar la fiesta a la ex fábrica Said, paradójicamente vuelve a la avenida
Tejada Sorzano, entre las críticas de los vecinos y la alegría de los artesanos. Sin
embargo, la estrategia utilizada de descentralizar la fiesta otorgando permisos
temporales (solo por el día 24), para que se instalen los artesanos no agremiados cerca
de las iglesias, no se suprime. La fiesta se vuelve multitudinaria en las ciudades de La
Paz y El Alto.

Para unos el retorno de las ferias a la céntrica avenida de Miraflores significó la


recuperación de nuestras tradiciones y para los organizadores de Conciencia de
Patria, ahora en función de gobierno municipal, representó el retorno de
“Pachakuti” y el preámbulo a la llegada del “jach’auru”, el “Gran Día”
(Presencia, 25 de enero de 1992).

La influencia política de CONDEPA contribuyó significativamente sobre la


fiesta, para que retome su carácter indígena y se rescaten tradiciones en una suerte de
reinvención de la tradición. Este impulso se lo siente en la participación de unos 500
yatiris para ch’allar todas las miniaturas de los creyentes, antes de que asistan a las
iglesias para que los párrocos bendigan sus sueños en medio de la crisis económica “con
la esperanza de tener mejores días” (Ibid.).

164
“Yatiris” fueron el centro de atención de la feria

Los “yatiris” fueron el centro de atención de la feria. Con sus braseros e


inciensos procedieron a “milluchar y ch’allar” los cientos de miles de artículos
en miniatura comprados por la multitud.

A cambio de 0.50 y 1.00 bolivianos, los más de 500 “yatiris” procedían a


realizar la ceremonia aymara.

De acuerdo con la tradición, las miniaturas se deben adquirir exactamente a las


12:00 horas del día que se inaugura la feria y ser “ch’alladas” bendecidas o
“milluchadas”, con lo cual se hace más probable que en el transcurso del año,
puedan los creyentes obtener o materializar sus miniaturas compradas-

La ceremonia se repitió también en el residencial barrio de Obrajes, donde


multitud de personas adquirieron objetos artesanales para que los “yatiris”
procedan a “ch’allarlos” (Ibid.).

Otro rasgo importante, que antes solo se lo notaba en los periodiquitos, es la


politización de las Alasitas. La Paz, al ser la sede de los poderes ejecutivo y legislativo,
la política es común a su gente que respiran y padecen de ella, sin embargo, hay meses
en los que se siente con más intensidad que otros (agosto, por ejemplo), y enero no fue la
excepción. Desde este año (1992) los calendarios electorales se ajustaron de tal manera
que los políticos empezaron a tomar a la Alasita como el punto de partida de la campaña
electoral, ya sea para el municipio o la presidencia. Es necesario hacer notar que esta
politización del mes de enero tenderá a agudizarse cuando se declare el 22 de enero
como día del Estado Plurinacional. En consecuencia, se advertirán dos escenarios sobre
la fiesta de aquí para adelante, la primera es que los actores políticos se incluirán
activamente en la misma regalando billetitos y otras miniaturas para hacer campaña
política; la segunda, es que la fiesta es relegada a un segundo plano por parte de la
prensa local que se ocupará más de los vaivenes políticos.

Un ejemplo de lo anterior se da este año. El alcalde es Julio Mantilla, y para la


inauguración no invita al presidente de la república Jaime Paz Zamora, pero si al líder de
CONDEPA, Carlos Palenque, que asiste siendo objeto de varios regalos por parte de los
artesanos, especialmente “billetitos verdes”; agradecido, exclama “Gracias. Es para la
campaña comadre” (La Razón, 25 de enero de 1992). Por su parte Oscar Eid que no

165
asistió a la inauguración en la avenida Tejada Sorzano regaló “miles y miles de dólares
en la puerta del Palacio de Gobierno” (Ibid.), en medio del enojo de los ministros y una
gran muchedumbre que exclamaba frases como “Oscar, a mí”, “pásame tu suerte”, “que
saque los billetes de verdad” (Ibid.).

En 1995 el carácter político se trasladó a los invitados. El alcalde de La Paz,


Julio Mantilla, pago la deuda externa de Bolivia al embajador norteamericano Richard
Bowers, con billetes de Alasitas; por su parte, este le entregó un muro de rasti como
símbolo de la pared que moverá la Embajada de Estados Unidos en la calle Cordero, por
estar fuera de la línea nivel (La Razón, 25 de enero de 1993).

En su alocución el alcalde llama la atención la cercanía del Pachacutec, pues los


valores ancestrales se están recuperando, y para él, es un síntoma o muestra de la
cercanía del cambio. A este cambio le llama pluricultural, pues muestra la diversidad
cultural existente en el país que se simboliza en la wiphala.

Exteriorizó [el alcalde] su orgullo por pertenecer por pertenecer a esta nueva
sociedad pluricultural, aymara quechua y tupi-guaraní, que permitirá
“sacudirnos” del oprobio de sentirnos culpables de nuestro pasado y de nuestros
problemas. Pidió, por tanto, mostrar nuestra identidad diversa simbolizada en la
wiphala.

“La concentración de valores artesanales en la feria representa la concentración


de las diferentes culturas y zonas de la nación en Chuquiago”, explicó (Ibid.).

El alcalde Mantilla se adelanta a su tiempo, y lo que será la hegemonía de lo


plural, el reconocimiento de lo diverso y la idea de que lo plurinacional. Además, que es
la wiphala el símbolo de esta diversidad cultural. Finalmente, resalta una de las
cualidades de La Paz, que es la existencia de una urbe cosmopolita donde las diferentes
culturas se encuentran representadas en la feria.

Tanto en 1992 como 1993 la prensa se vuelve a preocupar por el origen del
Ekeko y de las Alasitas, cosa que años pasado no ocurría debido a la crisis económica y
política que era el tema central de análisis de los articulistas de los diarios. En 1993, El
Diario publica un artículo con referencias históricas rescatadas de Antonio Paredes

166
Candia (21 de enero de 1993); mientras Presencia, reproduce el artículo titulado “El
Ekhekho” de Rigoberto Paredes (24 de enero de 1993); por su parte La Razón dos
artículos de posturas contemporáneas sobre la fiesta, de Ramiro Prudencio y Fernando
Molina contrapuestas en todo sentido (24, 25 de enero de 1993). Las dos primeras
posturas ya fueron objeto de análisis con anterioridad en el capítulo 2 por lo que nos
ocuparemos de las últimas de La Razón, por su postura más contemporánea.

El artículo de Ramiro Prudencio bajo el título de “Alasitas y Nuestra Señora de


La Paz” hace énfasis en la cristiandad del pueblo paceño y que las Alasitas serían propio
de aquel culto y no pagano, como la mayoría pretende hacerlo ver. Estas posturas lo que
intentarían es atentar “contra la tradición histórica y religiosa del pueblo paceño” (La
Razón, 24 de enero de 1993). El autor parte de la idea de que el 24 de enero, la
verdadera celebración es de la virgen de Nuestra Señora de La Paz y se celebra porque
un 24 de enero llegó la imagen a la ciudad, donada por el emperador Carlos V. Para
celebrar el acontecimiento el pueblo le ofreció un festejo ofreciendo simbólicamente el
fruto de su trabajo, así surgiría la fiesta de Alasitas. El Ekeko por su parte, es una
alegoría del habitante citadino que se consagra a la Virgen, un hombre representante del
paceño colonial, alegre, con la esperanza de que la Virgen le concederá aquello que se
ha ganado como fruto de su esfuerzo. El autor concluye que la fiesta se ha venido
desvirtuando con el tiempo y hace un llamado por retomar su antiguo y original carácter
cristiano para ser objeto de bendición de la Virgen: “Elijamos ahora a nuestra Señora de
La Paz, y con ella el deseo de que triunfe en nuestra ciudad y en Bolivia el imponente
lema de nuestro escudo: ‘en paz y amor se juntaron y pueblo de paz fundaron” (Ibid.).

El segundo artículo publicado un día después corresponde a Fernando Molina


Monasterios, bajo el título “Vendimia de anhelos, Alasita: Bolivia en miniatura” (La
Razón, 25 de enero de 1993). Para el autor las Alasitas son un rito del cual todos
participamos, que nos anuncia u ofrece algo en el futuro. Tiene carácter prehispánico y
tiene una fuerte relación con lo mencionado por Xavier Albó en su libro “Para
comprender las culturas rurales de Bolivia”, donde nos introduce la idea del alax pacha y

167
el manqha pacha, como el mundo de arriba y de abajo, no pensado como el cielo y el
infierno, sino deidades hacedoras del bien y el mal al mismo tiempo. El Ekeko, continua
el autor, sería una deidad menor perteneciente al manqha pacha, al que se le viste y
carga de todo lo necesario para la vida, se le hace fumar y se le “cuelgan de él latitas de
alcohol y saquillos varios y billetitos y latitas de comestibles y su autito y su casita y su
carretillita y su fardito de coca” (Ibid.), a cambio él, les proporciona protección y “una
mano en la batalla por progresar”. Dos datos además del expuesto llaman la atención del
autor, considera a las Alasitas como una fiesta viva, no como algo que se admira en los
museos, sino que se disfruta, vive, siente y practica en todo el proceso ritual que se
repite cada 24 de enero. Por otro lado, el autor afirma que es una fiesta mestiza “una
metáfora de la cultura popular”, donde los parroquianos se acercan a las iglesias para
hacer bendecir sus miniaturas, para luego dirigirse donde los sacerdotes andinos donde
koan los mismos. En una suerte de mestizaje cultural donde se mezclan las creencias y
los deseos de generaciones enteras.

Finalmente, la Alasita de 1993 trae una novedad más, se celebra por primera vez
en un espacio propio, el parque central de la ciudad donde funcionaba el zoológico
municipal y el parque Roosevelt (Presencia, 24 de enero de 1993). Se calcula que
expusieron este año en el nuevo recinto 1500 artesanos, por un lapso de 15 días, del 24
de enero al 7 de febrero.

En 1994 la alcaldía se encargó de organizar los pormenores de la feria, como la


limpieza y acondicionamiento del lugar, la electricidad, el agua y la disponibilidad de los
servicios higiénicos y de salubridad general, es decir, todos los “mecanismos de control
para evitar el rebrote del cólera u otro tipo de enfermedades por la cercanía al rio
Choqueyapu” (El Diario, 23 de enero de 1994); por su parte, la Federación de Artesanos
se encargó de la distribución de puestos entre el número de expositores por especialidad,
que se calcula fueron alrededor de 3000 (Ibid.). La nota resaltante fue la presentación en
la feria de la balsa de totora Titi que recorrió el lago Titicaca. La balsa tenía 12 metros
de largo por cinco de ancho, pesando 14 toneladas y fue fabricada por los hermanos

168
Katari. Su exposición tenía el objetivo de que “el público empiece a identificar otras
facetas de su cultura, por ello se exhibió el domingo en El Prado para luego dirigirse al
campo ferial” (Ibíd.).

El 24 de enero las dos autoridades de La Paz y El Alto, Mónica Medina y Flavio


Clavijo, respectivamente, coordinaron para que la inauguración sea al mismo tiempo. En
La Paz se lo hizo en el campo ferial en el ex zoológico, y en El Alto en la zona 16 de
Julio. En la primera se calculaba que los artesanos participantes serían alrededor de
3000, mientras que en El Alto participarían 2000 agrupados en la Federación de
expositores de la Feria de Alasita y Navidad de la ciudad de El Alto (Presencia, 24 de
enero de 1994). A esto hay que sumarle el hecho de que se permitiese una suerte de
descentralización de la fiesta por los otros barrios de ambas ciudades. En el caso de El
Alto se preveía que se aperturara en Ciudad Satélite, Rio Seco, Santiago II, 1ro de Mayo
y Villa Adela, además de la zona 16 de Julio. En el caso de La Paz la fiesta
sencillamente se hizo masiva, esperándose en todas zonas paceñas.

Ilustración 6 Acuarela del Ekeko llegando a La Paz de Javier Fernández

Fuente: Presencia, Puerta Abierta, 23 de enero de 1994. Al pie de la imagen puede leerse “El
Ekeko preside la fiesta de Alasitas, una de las tradiciones más entrañables de la ciudad de La
Paz. Su presencia, como lo muestra esta extraordinaria acuarela de Javier Fernández, es augurio
de prosperidad”.

169
El 24 a medio día, pese a la lluvia, todos los lugares donde expendían las illas se
llenaron y los creyentes compraron las miniaturas que querían que se hagan realidad,
buscaron la bendición de la iglesia más cercana para luego dirigirse a los yatiris. En la
Iglesia de San Francisco se oyó la frase “ya no hay agua bendita” (La Razón, 25 de
enero de 1994). Por el lapso de dos horas los curas habían trabajado sin cesar. Por la
cantidad “se limitaron a bendecir sin ninguna oración de por medio” (Ibid.). Pasado ese
tiempo el agua se agotó y se oyeron frases como “si no hay otro [reziri] a él nomás será
pues”, pero tuvieron que hacer una larga fila para esperar su “bendición con alcohol,
mixtura, serpentina e incienso” (Ibid.). Pasado el suplicio del ritual, la mayoría buscó
servirse el tradicional plato paceño, aunque se observó “una también rica y tradicional
sajta de pollo o chicharrón”.

Mientras los parroquianos cumplían con el ciclo ritual de la Alasita, los


políticos jugaron un rol aparte. Se invitó al presidente de la República Gonzalo Sánchez
de Lozada, aunque asistió no se le dio la palabra en ninguno de los actos, solo hablaron
la alcaldesa, Mónica Medina; Fernando Cajías, presidente de la Comisión de Cultura del
Concejo Municipal; y Luis Alberto Valle, presidente del Consejo Municipal. De entre
los discursos hay que resaltar el de Fernando Cajías por su mezcla de política, tradición
y modernidad:

Unas breves palabras para felicitar a quienes con su trabajo artesanal ayudan a
plasmar una ilusión, porque hoy se inician las semanas de una bella ilusión y de
una bella esperanza, porque todos creemos que lo pequeño se convertirá en
grande con la ayuda del dios de la abundancia.

Hay muchas cosas que comprar para uno mismo, para la familia y las
autoridades estamos obligadas también a pensar en la ciudad, en el país,
billetitos para las nuevas obras, certificaditos para los nuevos empleos,
cuadernitos para la Reforma Educativa, cementito y tractorcitos para las nuevas
vías y sobre todo un trofeíto para que Bolivia salga campeón mundial de fútbol.

Para cada uno de nosotros hay una ilusión, pero no olvidemos que para
conseguir algo no basta la ayuda sobrenatural, es necesario nuestro trabajo
nuestro empeño, nuestra entrega, nuestra solidaridad, no le exijamos al Ekeko lo
que podemos exigirnos a nosotros mismos. Gracias por escuchar este discursito.
(El Diario, 25 de enero de 1994).

170
Fotografía 24 Políticos intercambiando miniaturas en la feria de Alasitas

Fuente: Fotografía de Policarpio Cuentas. Presencia, 25 de enero de 1994. Como descripción de


la fotografía se puede leer “Los discordes en concordia. El presidente Gonzalo Sánchez de
Lozada, asistió ayer al acto de inauguración de la feria aymara de Alasita, que estuvo a cargo de
la alcaldesa de La Paz, Mónica Medina. Allí compartió ‘ilusiones’ con políticos de oposición,
Alberto Valle (ADN), Oscar Eid (MIR) y Carlos Palenque (CONDEPA). En el recorrido
Palenque dijo, refiriéndose al presidente: ‘espero que la batalla no comience hoy día’ a lo que
Sánchez de Lozada respondió: ‘No, no, hoy es día de buena suerte y de ch’alla”.

En 1995 se organizan las Alasitas bajo el título “Retrospectiva. Alasitas 95”,


nombre dado por la alcaldía municipal que tenía el objetivo de “recuperar las
expresiones más antiguas y genuinas de esta tradición de origen aymara” (La Razón, 20
de enero de 1995). Con este fin se mostraron en 15 vitrinas la colección del Museo
Costumbrista Juan de Vargas que desde hace varios años venía coleccionando las
miniaturas “sobre todo Ekhekos”, incluso desde la época precolombina (Ibid.). Por otro
lado, se preparó una colección fotográfica que abarcaba desde la década de los 70’. A
estas medidas El Diario, menciona que se hicieron varios esfuerzos para que no
desaparezcan ciertos sectores de artesanos “que habían sido relegados y casi

171
desaparecido algunas muestras” (21 de enero de 1995). Aunque el periódico no
menciona cuáles serían estos sectores menciona los esfuerzos del municipio para
fortalecer la tradición y expandir la participación de otros sectores del oriente y del valle,
en el sector de comidas “con objeto de que no se pierda el arte culinario” (Ibid.). Se
calcula que la participación de los expositores a las Alasitas de 1995 en el Campo Ferial
fue de 3.000 (La Razón, 20 de enero de 1995), el doble que cuando se trasladó la feria a
este sitio en 1993.

Este año se publican tres artículos que abordan a las Alasitas y al Ekeko desde
distintos puntos. El primero pertenece a Ismael Sotomayor, bajo el título de “La Feria de
Alasitas” (Presencia, 22 de enero de 1995). El autor hace un repaso histórico de la feria
y de su reinstauración tras el cerco a La Paz por Tupac Katari en 1781 por el gobernador
de La Paz Sebastián Segurola como una forma de reconciliar a los dos bandos. Merece
resaltar su abordaje sobre el Ekeko, que es tomado como el amuleto de la abundancia
que forma parte “del origen mismo del conjunto de tan original feria de las múltiples y
minúsculas baratijas” (Ibid.), que tras el cerco permitió a los mestizos ridiculizar a los
chapetones y preservar a su deidad local.

No sé si los chapetones se dieron cabal cuenta del doble, picaresco y


significativo sentido que tuvo la feria de aquella época: el chiste es que contra
toda su comprensión hiciéronse los del otro viernes (Ibid.)

El siguiente artículo pertenece a Ernesto Cavour, bajo el título de “La Feria de


Alasitas” (Presencia, 24 de enero de 1995). En él, el autor trabaja a la fiesta de la
miniatura desde el punto de vista etimológico, aclarando los múltiples significados que
puede llegar a tener. Otro tema importante y que tiene relación con el anterior artículo es
que ferias de Alasitas no solamente existen en La Paz, sino en otros lugares y que no es
necesaria en ellas la presencia del Ekeko como lo es en La Paz. En Tambo Huayco, en
Potosí; en Aiquile, Cochabamba y en Copacabana, por ejemplo, son sitios donde se
llevan a cabo ferias de Alasitas no necesariamente el 24 de enero y no es requerida la
presencia del Ekeko (Ibid.). Este tema a nuestro parecer es muy importante porque si
bien la adoración a las illas tiene un escenario geográfico andino expandido, el Ekeko y

172
el ritual del 24 de enero es exclusivo de la ciudad de La Paz, que se han apropiado
simbólicamente de la feria y le han transferido parte de su ideario cultural local.

El tercer artículo pertenece al Inka Waskar Chukiwanka, y lleva el título de


“Estado del Qollasuyu: El eqeqo del Qollasuyu”133. De estos autores es el único que
aborda el tema sobre la existencia de las “illas”, como talismanes con atribuciones
mágicas y que tienen un pasado milenario, que representaban los alimentos, vestimenta,
ayuda, instrumentos y todo objeto que la naturaleza proporcionaba, así como los deseos
sus portadores de encontrar pareja “warmimunachi” (querer esposa), o chachamunachi
(querer esposo), “Estas illas se utilizaban para pedir y agradecer al Qhon Tiki (el Rayo
del principio), al Tata Inti (Padre Sol) a la Pachamama (Madre Tierra) y todos los
Achachilas (espíritus de los antepasados)” (Ibid.). El Ekeko sería el mensajero que lleva
los deseos y trae las realidades, una especie de intermediario con los dioses mayores. Al
Ekeko se lo puede encontrar presente entre los aymaras del norte de Chile, el sur del
Perú, en los collas del norte Argentino, por lo que no es exclusivamente boliviano,
además que el Ekeko no ha sido víctima del sincretismo religioso sino que se ha
adaptado al lugar y al tiempo que le ha tocado vivir, “si en el pasado proveía solamente
maíz, papas, charki, abarca y otros del pasado ahora también es capaz de proveer dinero,
carros, computadoras y accesorios electrónicos (…)” (Ibid.).

Estas tres visiones sobre las Alasitas y el Ekeko son importantes pues recogen
parte de la discusión sobre la fiesta que será encarada después para su declaración de
Patrimonio Cultural de la Humanidad.

En la inauguración de las Alasitas de 1995 no faltó el rostro político. La


alcaldesa Mónica Medina entregó un fajo de dólares al embajador de los Estados Unidos
Kurtis Kamman, simbólicamente para pagar la deuda externa con aquel país, después un
yatiri hizo un sahumerio de todos los bienes que estaban cerca del palco oficial. El
presidente Sánchez de Lozada no asistió, probablemente por lo ocurrido el año pasado.

Inka Waskar Chukiwanka, “Estado Del Qollasuyu: El Eqeqo Del Qollasuyu,” El Diario, January 22,
133

1995.

173
Por su parte el vicepresidente, Víctor Hugo Cárdenas, el ministro de comunicación,
Ernesto Machicado, y el prefecto de La Paz, Julio Mantilla, se aproximaron a la Plaza
Murillo para regalar e intercambiar billetitos, firmar títulos y obsequiar panecitos en
miniatura (El Diario, 25 de enero de 1995). De esta manera se dirigieron todos a las
puertas de la Catedral para hacer bendecir sus miniaturas.

El vicepresidente al momento de compartir con la gente y los medios decía en


aquella oportunidad:

Si hay algo que pedir es empleos y un mejoramiento de los ingresos; la


aplicación de la Reforma Educativa; la inauguración de más obras con recursos
de la Participación Popular; la capitalización de las seis empresas y una
cualificación de la política, en donde se mantengan los niveles de respeto entre
oficialistas y opositores (La Razón, 25 de enero de 1995).

Desde hace algunos años la alcaldía estableció una serie de premios para los
mejores trabajos consistentes en medallas. La ordenanza para las Alasitas de 1996
ratificó estas, consistentes en: una Cruz Andina de oro, para el primer lugar; el Inti de
plata, para el segundo; y una Puerta del Sol de estaño, para el tercero (El Diario, 18 de
enero de 1996). Además de los premios pecuniarios estas medallas se convirtieron en un
incentivo para mejorar la producción de los trabajos.

El aspecto cultural de las Alasitas del 96 fue muy similar al año anterior, lo
distintivo fue el recrudecimiento del aspecto político. El presidente Sánchez de Lozada,
por tercera vez no fue invitado a presenciar la inauguración de la feria, “prefirió realizar
una sesión de trabajo (…) con los parlamentarios del oficialismo para explicarles el
contenido y el alcance del Presupuesto” (La Razón, 25 de enero de 1996). Como años
pasados el vicepresidente, Víctor Hugo Cárdenas y el canciller Antonio Araníbar se
dirigieron a plaza Murillo para regalar e intercambiar billetitos de Alasitas y “firmar
títulos de bachiller y de propiedad, además de pasaportes y visas” (Ibid.). En el senado,
su presidente Juan Carlos Durán, se encontraba milluch’ando sus dolarcitos. Pidió al
Ekeko “mucha plata para el pueblo. Por lo menos hay mucha fe en el gobierno por
conseguirlo” (Ibid.). De esta manera políticos y centenares de funcionarios públicos

174
salieron a las calles para comprar las miniaturas, objetos de sus deseos “y regresar a sus
fuentes de trabajo oliendo a sahumerio y con una enorme sonrisa en los rostros por
sentirse millonarios” (Ibid.).

Mientras, en el parque urbano central, el alcalde Ronald McLean pedía al


pueblo creyente que efectivamente crea en la magia de las miniaturas y el Ekeko, pero
que esté consciente que lo que vendrá no será fruto de la suerte, el azar o el milagro
“sino el producto de nuestro esfuerzo cotidiano” (El Diario, 25 de enero de 1996). Más
adelante, el dirigente nacional de los artesanos y gremiales y ex concejal de CONDEPA,
Roberto Arispe, pidió al alcalde se realice el proyecto del campo ferial “y que no haga
entrega de la Ordenanza Municipal, a personas que nada tienen que ver con la Feria de
Alasita” (Ibid.). El alcalde molesto, lo acusó de impertinente y pidió “que abandone el
palco de honor” (La Razón, 25 de enero de 1996). Estos trances políticos marcaron las
Alasitas de 1996.

Para la fiesta de 1997 se calcula que 2500 fueron los expositores los que
participaron de la feria, de los afiliados a la Federación de Artesanos. A estos se
sumaron expositores de las ciudades de Oruro, Potosí, Cochabamba y del propio Puno
(Perú), invitados exclusivamente para las Alasitas. A ellos hay que sumar, los artesanos
de la feria del Alto, y de los demás sitios autorizados que se instalan temporalmente el
24 de enero. Todos, sumados se calcula que fueron unos 5000 artesanos, los que
participaron en las Alasitas de 1997 (Presencia, 24 de enero de 1997). Este crecimiento
exponencial de la festividad nos transmite lo importante que es esta fiesta de masas para
sociedad paceña.

Participaron además del presidente y vicepresidente, un cuerpo de policías de


600 efectivos y todas “las unidades operativas de la Policía tales como Radio Patrullas
110, PAC, Bomberos y el Tránsito (…)” (Ibid.).

El oficial mayor de cultura, José Lanza Salazar, afirmó que la fiesta se extenderá
hasta el 9 de febrero, y no podrá hacerlo más allá de aquella fecha por el inicio de la

175
Anata o Carnaval (El Diario, 24 de enero de 1997). Si bien sucedió como afirma la
autoridad edilicia hay que hacer notar como el calendario festivo toma una dinámica
propia y los actores cada vez más se van enlazando y relacionando. Son los mismos
artesanos, o por lo menos una gran mayoría, los que participan en la Feria Navideña en
el mismo Parque Urbano Central, para luego participar en las Alasitas. Aunque no
podemos afirmar que los mismos artesanos tienen una relación directa con los comités
organizadores de la fiesta de carnestolendas, si podemos afirmar que el calendario
festivo paceño se enlaza y articula en una especie continuidad festiva que pronto
articulará al Gran Poder a la misma.

La idea de la Illa se encuentra difundida y es ampliamente aceptada para 1997.


En el caso del Ekeko, se lo considera como una illa más, pero una especial en tanto
carga otras illas, y media para que se conviertan en realidad. Sin embargo, para que el
efecto mágico de las illas surta efecto se debe seguir el rito para que la magia andina
pueda realizar el deseo:

(…) primero, es necesario comprar las illas u objetos en miniaturas que uno
desea obtener (casa, auto, profesión, dinero, etc.) justo a las 12 en punto;
segundo, se debe hacer ch’allar el objeto deseado con una oficiante Yatiri, con
cerveza, vino o alcohol; tercero, hay que llevarlo a la iglesia más cercana, para
solicitar la bendición del cura de la iglesia. Una vez cumplido estos ritos hay
que esperar con Fe a que el deseo se materialice a lo largo del año o de varios
años (El Diario, 24 de enero de 1997).

Este es el camino o ruta del deseo en las Alasitas. A esta forma esencial de
cumplimiento del deseo se sumarán pronto las canastillas de la fortuna, los sapos
gigantes del lago Titicaca disecados y otras formas culturales extranjeras, como los
elefantes, gatos, perros, etc., que buscarán contribuir a que el rito se potencie y la fortuna
se materialice prontamente.

El 97 al igual que años pasados el ritmo político en La Paz se hizo intenso.


Recordemos que la ciudad se verá envuelta en una serie de escándalos de corrupción y
crisis institucional al que contribuirán los políticos de turno en el gobierno central. La
tensión vuelve a centrarse en el acto inaugural de las Alasitas. Esta vez sí asiste el

176
presidente, Gonzalo Sánchez de Lozada, junto al vicepresidente, Víctor Hugo Cárdenas,
probablemente porque la alcaldesa, Gaby Candia, es de su partido político. En medio de
los discursos de las autoridades, en especial de la alcaldesa se escuchaba un silbido
insistente “provocando el silencio de la Alcaldesa por algunos segundos; sin embargo, el
incidente no perjudicó la prosecución del acto inaugural” (Presencia, 25 de enero de
1997). Mientras, otros partidos políticos y sus simpatizantes tomaban otros puntos de la
ciudad, regalando e intercambiando billetitos.

Para 1998 el ritual del 24 se encuentra consolidado, así como las otras creencias
locales, sobre el Ekeko, su relación con el cerco a La Paz, las illas, la doble bendición,
etc.

Las Alasitas, para finales de siglo, se convierte en una fiesta de masas: en 1993 al
momento de trasladarse al campo ferial donde se encontraba el zoológico, se reportaba
que la participación de los artesanos era de 1500, para 1998 (5 años después), había
crecido a 5600 expositores. Si se sumaba a ello los 2500 expositores en El Alto, la cifra
total era de 8100 participantes de la feria.

Tabla 6 Cronología de los lugares de las Alasitas

Años Lugares

1781 Plaza de Armas (Plaza Murillo)

1914 Alameda

1926-1961 San Pedro (Plaza Sucre)

1962-1970 Avenida Montes

Avenida Perú, Armentia y Plaza


1971
Antofagasta

1972 Avenida Montes

1973-1975 Avenida del Ejército

Ex Aduana Nacional (Plaza


1976
Antofagasta)

177
1977 Avenida Montes

Ex Aduana Nacional (Plaza


1979-1980
Antofagasta)

1981-1990 Avenida Tejada Sorzano

1991 Ex Fábrica Said

1992 Avenida Tejada Sorzano

1993-1995 Ex Parque Zoológico


Fuente: Ernesto Cavour Aramayo, “De La Paz al interior del país y más allá de las
fronteras”.

En el cuadro anterior se muestra una cronología de los lugares que fueron cede
temporal de las Alasitas. Lo que podemos observar, primero, es la centralidad de la
fiesta, siempre se realizó en el centro o en alguna zona céntrica de la ciudad; y segundo,
que el cambio de espacio dependió o estuvo relacionada al incremento de los feriantes y
del público. Sin bien terminó por establecerse en el Ex Parque Zoológico, ahora llamado
Campo Ferial, se celebra también en una cantidad apreciable de barrios, además de la
ciudad de El Alto. Esto denota la enorme importancia que ha adquirido para la sociedad
paceña.

Por otro lado, los días de duración se extendieron para coincidir con el inicio del
Carnaval, y algunas veces más allá de la misma fiesta del rey Momo. A inicios del siglo
XX duraba 3 a 4 días, luego se amplió hasta el 31 de enero (6 días de duración), ahora se
extendió hasta colindar con el Carnaval, es decir, de 3 a 4 semanas, y en muchos casos
un mes entero y fracción. Este crecimiento en participantes, en la ampliación de la
duración de la feria, y en la aceptación por la gente, pues llegó a convertirse como
decían, en una fiesta compartida por todas las clases sociales, nos muestra su gran
fuerza.

178
El centro de La Paz a mediodía del 24 de enero de todos los años se convierte en
un verdadero hormiguero humano y extenso mercado donde se expenden
miniaturas y billetitos.

Las puertas de la Catedral Metropolitana y de la Basílica de San Francisco son


inundadas por gente que acude para que las miniaturas y billetitos que se
adquirieron sean bendecidos. Desde anoche, los comerciantes ambulantes
reservaban lugares en las calles se hará instalar sus puestos de venta (Presencia,
24 de enero de 1998).

Al inicio de este acápite hicimos mención a las palabras de Víctor Paz Estenssoro
sobre la vigencia del modelo neoliberal implantado por su gobierno y su duración, según
él, estos procesos (entiéndase modelos) suelen durar en Bolivia 15 años antes de entrar
en cuestionamiento, crisis y ser reemplazado por otro. Este análisis, acertado según
creemos, nos sirve para analizar la situación de la fiesta de las Alasitas al final de este
ciclo, que coincide con el final de siglo y que darán pie al inicio de un proceso convulso
entre 2003 y 2006, caracterizado por la hegemonía política en la opinión pública.

Entre los años 1999 y 2000, la fiesta se convierte en una celebración de masas. El
campo ferial se expande a 4000 m2; son invitados a participar gremios de artesanos de
otros departamentos como Tarija, Chuquisaca y Beni, además de los más asiduos, de
Oruro, Potosí y Cochabamba. Así también el público se incrementa siendo un centro de
atracción para nacionales y extranjeros. Si bien la fiesta podemos decir se afirma, hay
otros factores que pasan a ser el centro discusión al interior de la fiesta y que queremos
resaltar antes de ingresar al nuevo milenio: la globalización, el mestizaje y la
politización.

La globalización es un factor que altera a nivel general las costumbres, la


economía, las formas de hacer política, etc. El vicepresidente Jorge Quiroga en 1999
afirmaba que uno de los factores negativos que tiene, es el intentar homogenizar,
uniformizar y estandarizar todas las actividades del ser humano, pero que los bolivianos
“tienen que ingresar al nuevo milenio con su propia identidad y características”
(Presencia 25 de enero de 1999), y que la fuerza de la tradición de la fiesta paceña de las
Alasitas muestra su fuerza y vigor al conservar su esencia desde tiempos inmemoriales.

179
Un día antes, Carlos Toranzo publica un artículo bajo el título de “Globalización y
Alasitas” en La Razón, y sostenía que ante el impulso de la globalización de querer
uniformizar a todo el mundo surgía “un impulso a la diferenciación”134, un renacer de las
identidades locales. Lo que sucede con las Alasitas, sostiene el autor, no es únicamente
que se haya resistido al afán homogeneizador de la globalización, sino que ella misma se
ha “globalizado en nuestra ciudad y departamento” (Ibid.), para recalar en buena parte
del interior del país. En este caso, la tradición no solo que se ha preservado, sino que se
ha expandido conservando su esencia, y hasta se ha empezado a rescatar aquellas
costumbres que se estaban perdiendo. Por otro lado, la iglesia ha cedido y cada año, sin
mayor problema, bendice las miniaturas de los creyentes. Además, si bien se debe
admitir la existencia de símbolos extranjeros que han ingresado a la feria como
llamadores de la suerte siguen imperando sobre estos las illas tradicionales y el Ekeko
como parte fundamental de la fiesta. Las Alasitas son las que más bien se han
globalizado, extendiendo la tradición paceña.

Otro tema de discusión es el mestizaje, aunque no hay posiciones en pugna si se


puede advertir que son posiciones en vigencia. Sobre el mestizaje, el carácter citadino de
la fiesta, el hecho de que participen “todas las capas sociales”, el hecho de que se admita
que su origen colonial se deba a una intervención del gobernador de La Paz, Sebastián
Segurola, tras los levantamientos indígenas del siglo XVIII como una forma de
reconciliación con los indígenas, caracterizan según el antropólogo Freddy Michel, a la
fiesta como mestiza (Presencia, 23 de enero de 2000). A esto hay que sumarle además
que las miniaturas para que adquieran su carácter mágico deben hacerse bendecir en la
Iglesia para luego pasar a la ch’alla del yatiri. Al respecto Daniel Carranza, “de la
Pastoral Vocacional del Arzobispado de La Paz, afirma que la política actual de la
Iglesia se denomina ‘inculturización’ que consiste en explicar a los fieles que es Dios el
que Provee y no el Ekeko” (Ibid.). En consecuencia, la Iglesia no reconoce al Ekeko y
por eso no lo bendice, en cambio si lo hace con las demás illas. Por otro lado, tenemos la
posición de que no existe mestizaje pues a pesar de que nuevos elementos se hayan
134
Carlos Toranzo, “Globalización y Alasitas,” La Razón, January 24, 1999.

180
sumado a las Alasitas su esencia se mantiene, por lo que sigue siendo aymara, y aún
más, cada año se intenta rescatar nuevos elementos de cómo antiguamente se lo
celebraba. Recordemos que hace algunos años atrás no se hablaba de la existencia de las
illas y que por ser la fiesta de las miniaturas pasaba incluso por ser una celebración para
los niños porque se pensaba que eran juguetes, ahora se les tiene respeto y se busca que
se hagan realidad cumpliendo el rito.

Fotografía 25 Bendición de las illas en las puertas de la Catedral

Fuente: Presencia, Reportajes, 23 de enero del 2000.

181
Fotografía 26 Ch'alla de las illas por un yatiri indígena

Fuente: Presencia, Reportajes, 23 de enero del 2000.

182
Estas posiciones sobre si es una fiesta mestiza o indígena, abrieron un nuevo
espacio de discusión a finales del siglo XX, que siguieron, como veremos más adelante
en el tintero de muchos intelectuales de la época, pero sin encontrar posiciones
irreconciliables de uno y otro lado.

El último factor que quisimos resaltar en estos años de final de siglo es la


politización gradual que toma la fiesta. Ya habíamos visto cómo años pasados la tensión
política subía de tono y se hacía visible, sobre todo, en la inauguración de las Alasitas.
Estos años no son la excepción, especialmente 1999. Este estrés político tenderá a
acentuarse en los primeros años del siglo XXI.

En 1999 aprovechando que la ciudad de La Paz es declarada como Capital de la


Cultura Iberoamericana, por el gobierno municipal de Madrid, los políticos invaden
textualmente la feria iniciando la campaña electoral para las elecciones municipales. El
vicepresidente, Jorge Quiroga y el portavoz, Mauro Bertero, reemplazaron al presidente
Hugo Banzer. En el palco además se podía distinguir a Jaime Paz (MIR), Manfred Reyes
Villa (NFR), Walter Guiteras (ADN), Remedios Loza (CONDEPA). Por su parte Johnny
Fernández (UCS) aunque no se hizo presente mandó distribuir una gran cantidad de
billetitos y calendarios con su imagen esperando influir en el electorado (La Razón, 24
de enero de 1999). Otros candidatos, que no pudieron estar presentes en el Parque
Urbano Central, como Juan del Granado, lo hicieron en Plaza Murillo.

La circulación de calendarios y billetitos fue una gran atracción con las fotos de
los candidatos por la silla edilicia:

Es así que se presentaron calendario con la fotografía de Coco Caro postulando


a la comuna paceña, su leyenda indica “Somos La Paz del 2000”.

El prefecto del departamento, Luis Alberto Valle, también regaló calendarios


con su imagen y una vista de la carretera de penetración al norte paceño.

El “Movimiento Vecinos en Acción” sorprendió a todos con la presentación de


un calendario postulando a Fernando Dips como alcalde del 2000, al pie de una
colorida fotografía se puede leer “capacidad, dignidad, juventud y trabajo, toda
la experiencia y potencial intelectual al servicio de nuestro pueblo”.

183
Entre los billetitos políticos se observó unos de 100 dólares que en la parte
interior presentaban al jefe del MNR, Gonzalo Sánchez de Lozada, “Goni para
Bolivia”, y Hugo San Martín para La Paz (Presencia, 25 de enero de 1999).

Esta forma de hacer política contrasta con la crisis política municipal que vivirá
la ciudad de La Paz, y la crisis nacional, con la ruina del sistema de partidos; ambas,
adquirirán su rostro más crudo en los primeros años del nuevo siglo.

Desde el 2000 la afluencia de noticias en los periódicos aumenta


significativamente por lo que, como una forma de orden para el adecuado relato y
análisis de este período dividimos la misma por el doble significado que le atribuimos en
el marco teórico: las Alasitas son una fiesta y una feria al mismo tiempo.

Como fiesta, la masificación de esta habría empezado, según La Razón en 1973


cuando el presidente Hugo Banzer habría invitado a los “artesanos a visitar otras
ciudades” (La Razón, 19 de enero de 2001). Según el secretario general de la Federación
Nacional de Artesanos Expositores de Navidad, Alasitas y Viajeros al Interior y Exterior
de Bolivia, Luis Comacopa, dijo que la primera ciudad en ser visitada fue Santa Cruz.
Desde entonces los artesanos viajan en determinadas fechas al interior y exterior del país
para realizar ferias de Alasitas temporales, de ahí que se haya aumentado “Viajeros al
Interior y Exterior de Bolivia” al nombre de su organización.

En Cochabamba hay alasita dos veces al año: la primera en la fiesta de Urkupiña


en la localidad de Quillacollo y la segunda en la ciudad de Cochabamba.

La feria realizada en Tarija no se llama Alasita, pues se realiza en la fiesta de


Santa Anita el 26 de julio. Sin embargo, los tarijeños conservan la esencia de la
tradición: comprar miniaturas.

En Oruro comienza la primera semana de noviembre y culmina en carnavales.


Todos los domingos la gente puede encontrar en el Socavón una feria de Alasita,
aunque más pequeña que la de La Paz.

184
En Trinidad la tradición se cumple en la segunda semana de noviembre. Son
siete días de exposición, compra y venta. Los principales expositores son los
artesanos paceños

En otros países

Algunos países como Puno y Arequipa del Perú y Quito del Ecuador han
adoptado esta tradición desde hace varios años.

Según Compacopa, en Puno se realiza la Feria Internacional de Alasitas


aproximadamente desde 1979. Los fundadores -dijo- son artesanos bolivianos
que se quedaron a vivir en el Perú y expusieron su trabajo. El 3 de mayo de cada
año, alrededor de 150 artesanos bolivianos asisten a la Feria Internacional de
Alasitas.

La feria acoge a más de 700 expositores provenientes de Bolivia, Colombia,


Ecuador y Perú en una avenida de gran dimensión dedicada exclusivamente a la
artesanía y en el lugar no hay comida como es la tradición paceña.

En septiembre de la gestión pasada se realizó la Primera Feria de Alasitas en


Arequipa-Perú. Los artesanos bolivianos fueron invitados, pero no asistieron.

En Quito-Ecuador existe también una feria de Alasitas que tiene las mismas
características que la boliviana y se inicia también el 24 de enero (…) (La
Razón, 19 de enero de 2001).

Si bien observamos como las Alasitas se extendieron geográficamente a otros


puntos del interior y a los países de la región, advertimos que no lo hizo el carácter ritual
del mismo. Es decir, el carácter mágico del 24 de enero a medio día, las bendiciones de
la iglesia y los yatiris, el Ekeko, el intercambio, etc., llegan a formar y ser parte
exclusiva de las Alasitas paceñas, que es el centro que irradia la expansión de la
costumbre y la tradición.

Un día antes de la inauguración se realiza la ch’alla del Ekeko, que marca el


inicio de la fiesta de Alasitas. Esta “tradición” es reciente, como vimos antes data de
1990, cuando la estatuilla del Ekeko es ch’allada por primera vez en calle Pichincha
esquina Comercio. Para 2001 El Diario toma este acto como “ritual ancestral (…) [que]
servirá para reeditar una de las costumbres más arraigadas del imaginario paceño: El
homenaje y tributo a la deidad andina de la abundancia y la prosperidad” (20 de enero de
2001). La actividad fue conducida por el antropólogo Emmo Valeriano Tola y
amenizado por el grupo Kollamarka (Ibid.). Asistieron alrededor de 200 personas,

185
muchos llevando sus Ekekos para la ch’alla. Llamó la atención un “Ekeko bebé, en una
especie de cuna, fue llevado por un artesano. Y lo colocó lejos de los ‘adultos’ pues
‘están fumando” (La Razón, 24 de enero de 2001). La mesa ritual o tallpa ofrecida al
Ekeko ardió toda la noche y a la mañana se revisó si la ceniza era blanca y de buena
suerte, para luego enterrarla.

A parte de estas actividades, de carácter ritual que refuerza el sentimiento social


sobre la fiesta, empiezan a surgir nuevas actividades como exposiciones, conciertos,
charlas y ponencias, que discuten los diversos rostros de las Alasitas y el Ekeko. En la
Casa de Portugal, por ejemplo, se ofrece una conferencia bajo el título “El Ekeko y la
feria de Alasita”, en la que exponen: “Historia del Ekeko y el cerco de La Paz de 1871”
de Roberto Mansilla; “Organización de la feria de Alasitas durante las décadas del 80 y
90” de Carlos Flores; y “La feria de Alasitas durante el siglo XIX” a cargo de la
investigadora Doris Butrón (El Diario, 19 de enero de 2001). En la Cúpula de Adobe se
tuvo prevista la realización de un coloquio sobre el “Ekeko y la modernidad”, además de
una exposición de fotografías de las Alasitas de antaño; en la Casa de la Cultura (en la
sala Arturo Borda) se expusieron las obras ganadoras de las Alasitas de años pasados,
desde 1952; finalmente, en la Cinemateca se expusieron cortos anónimos
correspondientes a las décadas de los 40s y 50s (La Razón, 23 de enero de 2001). Por
otro lado, los expositores, de manera particular ofrecieron una milluchada a la estatura
del Ekeko del escultor ya fallecido Víctor Zapana que fue llevada al Parque Urbano
Central. Al pie de la imagen armaron una mesa dulce “para que el acontecimiento sea
exitoso” (Ibid.).

Pese a las nuevas discusiones se consolida la posición de los grandes


levantamientos indígenas del siglo XVIII y el cerco a La Paz, como contexto general en
la aparición de la fiesta, y la disposición del gobernador Sebastián Segurola en juntar la
fiesta de la virgen de Nuestra Señora de La Paz y la feria de la miniatura. No es un tema
del revisionismo histórico. La leyenda de Antonio Díaz Villamil es la más aceptada. Por
un lado, le otorga un cierto tipo de romanticismo a las Alasitas y la aparición del Ekeko,

186
de la mano de Paolita e Isidro; por otro, justifica la aparición de la fiesta desde un punto
de vista citadino mestizo, cuando se ofrece el reencuentro entre los dos amantes y la
reconciliación entre sitiadores y sitiados, indígenas por un lado y, criollos y mestizos,
por otro. El evento que pacta la reconciliación, la feria de Alasitas.

Sobre las discusiones llama la posición sobre el Ekeko que se va construyendo.


La figura del dios de la abundancia y la fertilidad no desaparecen, pero empieza a ser
desplazado gradualmente por otras figuras como los “llamadores de la suerte”, como le
denominamos, como el elefante, el sapo, etc. Otros empiezan a tomarlo como un
talismán, una illa más, en medio de otras que serían la realidad minutarizada. Sobre esto
opina David Mendoza: “Quizá el Ekeko no es un dios de la fortuna, sino es un talismán
de la fertilidad material, sobre todo de las jóvenes solteras que van a casarse” (El Diario,
23 de enero de 2001). Incluso su función de dios de la fertilidad es desplazada por las
gallinas y gallos o los muñequitos tejidos con hilo, que cumplen la función de atraer
pareja. El Ekeko, afirma el editorialista de La Razón, no garantiza que el deseo se
cumpla, “ofrece cuando menos esperanza” (24 de enero de 2001).

Con todo “Hoy al mediodía, llueve o truene, la feria de la Alasita abrirá las
puertas de la esperanza, de un futuro mejor” (La Razón, 24 de enero de 2001). La clave
es la fe.

187
Fotografía 27 Portada del Periódico La Razón al inicio de la feria

Fuente: Fotografía principal de Andrés Illanes. La Razón, 24 de enero de 2001.

El 24 de enero a medio día se inaugura las Alasitas por las autoridades


municipales y presidenciales, rociada por la lluvia como años pasados. Los objetos
favoritos fueron los que hacían alusión al dinero, la casa, los víveres y la pareja, por lo
que los artesanos, especialmente los expositores de billetitos se ubicaron al ingreso de la
feria, y en todos los alrededores y cercanías de las iglesias de la urbe paceña (La Razón,
25 de enero de 2001). Otro objeto, antes no tan bien visto, fueron los gallos y las gallinas
que tuvieron gran demanda “Tiene un gallito rojo, me lo han encargado desde
Cochabamba, pedía una señora (…). Dos amigas pagaron un boliviano por cada gallito y
luego se intercambiaron pues ‘el secreto está en el intercambio” (Ibid.). Al presidente
Hugo Banzer, los artesanos le regalan 100 mil dólares y 100 mil bolivianos “a nombre
del Ekeko para solucionar los problemas más urgentes que aquejan a los bolivianos” (El
Diario, 25 de enero de 2001). Así mismo le piden que se declare al Ekeko, patrimonio
cultural de Bolivia “para evitar que otros países se apropien de esta tradición paceña”
(Ibid.). Por su lado el presidente, resaltó el amor a la patria de los paceños, su gran
civismo, el trabajo de los artesanos lleno de ingenio y habilidad. Insistió en el tema del

188
Campo Ferial, que es necesario para que La Paz pueda tener un lugar propio en el que se
exponga la producción paceña de manera segura. El lugar, sostuvo el presidente, “está
allí en Seguencoma” (Ibid.). Compartieron el palco central además de las principales
autoridades ejecutivas del Estado y el Municipio:

(…) los ejecutivos artesanos, la presidenta del Concejo Municipal Cristina


Corrales y e oficial mayor de Cultura Roberto Borda. Los palcos laterales
cobijaron a los concejales y políticos nacionales y a los representantes
diplomáticos (La Razón, 25 de enero de 2001).

Fotografía 28 El presidente Hugo Banzer inaugura las Alasitas de 2001

Fuente: El Diario, 25 de enero de 2001. Al pie de la fotografía se puede leer “El


Presidente de la República desata el cintillo dando inicio a la Feria de Alasita”.

En El Alto se consolidaron 3 grandes ferias, en Villa Dolores en la Plaza Juana


Azurduy, en la avenida La Paz de la zona 16 de Julio, y en la Urbanización El Carmen
de la zona Río Seco (La Razón, 24 de enero de 2001). También hubo ferias temporales

189
en Villa Adela, Ciudad Satélite, 1ro de Mayo y Santiago II, que solo funcionaron el 24
de enero. En El Alto se concentra la mayor parte de los artesanos que participan en las
Alasitas en esa ciudad y La Paz. Según la alcaldía en un censo realizado el año 2000 se
determinó la presencia de 7.500 artesanos residentes en El Alto (Ibid.).

Las calles en las dos ciudades se convirtieron en comedores populares. Muchos


visitantes adquirían las miniaturas objeto de su deseo y se quedaban a almorzar en medio
de un variado menú, pero el plato más requerido fue el plato paceño (La Razón, 25 de
enero de 2001). Mientras, en el Teatro al Aire Libre, las autoridades compartieron platos
andinos preparados “a base de quinua, chuño, p’asa, papa kati, queso, etc. No faltó el
chairo ni los refrescos cocidos” (Ibid.). Por su lado los políticos se concentraron en
diferentes lugares. En la Catedral el Concejal Guido Capra “repartió dólares de Alasita
con un sello y la firma edil” (Ibid.); Luis Alberto Valle y sus adeptos repartieron
billetitos desde el palco oficial, mientras que Virginia Doria Medina contaba que “un
año Gonzalo Sánchez de Lozada le regaló dolarcitos y el dinero se le hizo realidad ese
año” (Ibid.); por su parte el concejal Jorge Torres miraba de reojo al alcalde y “solo una
vez levantó las manos para dar tres palmadas desganadas” (Ibid.).

Si bien la feria se descentralizó llegando y paralizando toda la ciudad los criterios


en cuanto a las bendiciones no cambiaron mucho. Algunos optaron por la bendición
católica por lo que asistieron a las iglesias buscando la consagración del cura, otros
buscaron a los yatiris, más predispuestos a la ch’alla de las illas adquiridas. El primero,
afirma el articulista de La Razón, es impersonal, curas y monaguillos echan el agua
bendita sobre la multitud y los objetos sin reparar en sus deseos individuales; por otro
lado, las bendiciones de sacerdotes andinos son individuales “el responsable pregunta el
nombre de la persona para invocar por igual a la Pachamama, al Ekeko, a los achachilas
y al santoral católico” (Ibid.). Por esto mismo, probablemente tienden a ser los más
requeridos en estas fechas, aunque los segundos cobran una remuneración por sus
servicios, mientras que los primeros, no. Lo llamativo en el caso del chaman es que

190
además de invocar a las deidades andinas, incluye en su rezo a las católicas, mostrando
un escenario sincrético único:

El maestro Juan, que desde hace cinco años trabaja en la iglesia del Calvario,
atrae a las personas por la cantidad de elementos que tiene el rito. Muy
concentrado, con los ojos cerrados, invoca por el bienestar económico y la salud
de la persona y también “para que a la niña le vaya bien en la escuela en este
2001 y que la guagüita no se enferme ni se asuste”.

Juan observa las compras y pide “que Macario y Primitiva tengan su tienda de
abarrotes y su casa de dos y tres pisos” y que “los cien, doscientos, trescientos,
cuatrocientos, quinientos millones de dólares se hagan realidad”.

Un padre sosteniendo el brasero le recuerda al hijo que pida por su título de


bachiller. Y Juan escucha para de inmediato añadir el deseo a la larga lista.

El sacerdote andino, empapado por la lluvia y con su Illuchu multicolor cierra


los ojos y enfatiza sus palabras mientras eleva los rezos a San Agustín, San Juan
Bautista, San Andrés, Virgen María, Virgen de Copacabana, Virgen de
Urkupiña, etc. E intercala cánticos en aimara mientras echa incienso en el
brasero.

Luego toma el enorme crucifijo que cuelga de su pecho y toca con él al


bendecido y sus compras. “Escuchad Señor a tu criatura que en este 24 de enero
está rezando, Señor te lo pedimos para sentirnos contentos”. Y mira cómo ha
ardido el polvo entre el carbón. “Bien nomás te va a ir”. “Muy bien está, con fe
has venido”.

Finalmente rocía todo con alcohol, vino y pétalos de rosa, despidiendo a las
personas con un abrazo.

Todo por 5 bolivianos que cobra su colaboradora.

(La Razón, 25 de enero de 2001).

La Alasita como feria incluyó a una cantidad importante de expositores. De los


7.500 artesanos que mencionamos anteriormente, se calcula que 4.500 en La Paz y en El
Alto, alrededor de 2.000, participaron en la feria. Sin contar con los diseminados en las
ferias temporales en los distintos barrios de la ciudad (en algunas zonas como
Pampahasi, Obrajes y Calacoto, las ferias se extienden por una semana de duración, ya
no por un día como se hacía antes) (La Razón, 24 de enero de 2001). El Diario en su
crónica, afirma que fueron unos 60 mil expositores, pero creemos que existe un error de
impresión acerca del mismo.

191
Si bien experimentamos cambios en cuanto a la cantidad y expansión de la feria,
no sucede lo mismo con las categorías o especialidades que se ofrecen. La convocatoria
para el concurso de artesanías nos da la pauta, nos dice que son 13 las categorías, más 2
(gastronomía y la exposición de plantas), que harían un total de 15 sectores distribuidos
a lo largo de toda la feria.

1. Trabajo en metal
2. Orfebrería o platería
3. Carpintería o Escultura en Madera
4. Alfarería o Cerámica
5. Cestería en paja, caña mimbre, totora, fibra y otros.
6. Peletería y Talabartería
7. Muñequería en diversos materiales
8. Confección
9. Repostería
10. Imprenta y encuadernación (billetes, cuadernos, libros etiquetas,
diplomas, etc.)
11. Periodismo: diarios, revistas, folletos.
12. Yesería
13. Técnicas mixtas
14. Gastronomía
15. Venta de plantas ornamentales135

(El Diario, 21 de enero de 2001)

A estos expositores se suman otros especiales, como la artesanía Q’acachaca que


viene desde Potosí, para mostrar la diversidad cultural “han traído una impresionante
mercadería en madera y la gente podrá apreciar en la feria del 2001 lo que han hecho los
hermanos del norte” (El Diario, 24 de enero de 2001). Otro sector importante que se
encuentra ya consolidado es el cochala, con artículos para el hogar trabajados en madera
y cerámica. En el espacio destinado para los cochabambinos también encontramos a
paceños, potosinos y peruanos.

En entrevista a La Razón, Cristina Terceros y José Luis Arce, que realizan


trabajos en mimbre, caña tacuara y caña afirmaron que la materia prima es chilena pero

135
Los sectores de gastronomía y venta de plantas ornamentales no aparecen dentro las categorías que
establece la Convocatoria para el Concurso de Artesanías Alasita 2001, sino como menciones especiales
merecedoras de un premio diferente. Lo consignamos en esta lista porque forman parte de los sectores
partipantes en la feria.

192
la mano de obra boliviana. Entre las novedades de ese año mostraron sapitos y bicicletas
de mimbre, los más requeridos, otros productos que ofrecen son baúles, cofres, cunas,
servilleteros, carretillas y lámparas, “Los Arce aseguran que la duración del material
puede ser eterna. Solo necesita de un barnizado cada cierto tiempo para no perder su
color” (La Razón, 26 de enero de 2001).

Fotografía 29 Bicicleta de mimbre

Fuente: Fotografía de Andrés Rojas. La Razón, 26 de enero de 2001. Al pie de la imagen


se puede leer “Esta bicicleta está trabajada en mimbre. El uso más común que se le da es como
portador de botellas en el bar o de revistas en la sala”.

En el mismo sector también se pueden encontrar floreros, azucareras y adornos


en guajurú, bañadores en madera maringo que llegan desde Montero, usados para
amasar pan, chocas, un juguete tradicional, y chompas, chalinas, boinas, chuspas, fajas,
gorros, chulos, medias, etc. (Ibid.). Florentina Ayala, otra entrevistada, afirma que una
chompa gruesa puede confeccionarse en dos días (Ibid.). La señora que llega
exclusivamente para la feria afirma que fue su mamá la que le enseño el oficio. Para esta
feria trajo además “unos frutos que crecen en la tierra y cuya corteza es de material duro.
Son las tutumas que partidas por la mitad sirven para servir chicha” (Ibid.).

193
Desplazándonos por la feria a través de la prensa paceña encontramos a Ana
Monasterios cuya especialidad son la elaboración de soldaditos de plomo. Ella produce
todo un ejército en miniatura, soldaditos “arrodillados, hincados, echados y parados,
otros de caballería, de infantería y de la banda de guerra forman parte de las fuerzas de
ataque en miniatura” (La Razón, 27 de enero de 2001). Ella comenzó a trabajar, cuenta,
desde 1946 cuando las Alasitas se hacían todavía en la zona de San Pedro y ella tenía 20
años. Los más solicitados son los Colorados de Bolivia. Algunos compradores quieren
que se recree la Guerra del Pacífico en miniatura afirma la señora Monasterios: en
cuanto a las tropas bolivianas y peruanas no tiene inconveniente, pero en cuanto a los
chilenos, pintaría a los soldaditos de color azul con blanco, pero no haría banderas
chilenas “porque ellos son malos” (Ibid.). Su puesto se encuentra en la sección decanos,
en la feria, la docena de soldaditos los da en 10 bolivianos, los caballos, cañones y
abanderados cuestan 3, los caballos pequeños 2.50, y los músicos valen 1 boliviano.

Fotografía 30 Ana Monasterios y los soldaditos de plomo

Fuente: Fotografía de Ángel Illanes. Al pie de la imagen se puede leer “Ana Monasterios
es la dueña del puesto ubicado en el sector Decanos de la feria. Ella tiene a los soldaditos de
plomo listos para iniciar el combate”. La Razón, 27 de enero de 2001

194
En 2002, podemos advertir que con el pasar del tiempo, primero que todas
aquellas posiciones en contra de la fiesta, que pedían su conversión en una exposición de
la industria del país que promueva su desarrollo o simplemente su abolición, han
desaparecido. El criterio es casi hegemónico acerca de su reforzamiento cultural, “la
tradición debe sobrevivir a la globalización”. En este sentido aparece el interés de
mejorarla. Semanas antes de su inauguración, los artesanos demandan de la alcaldía que
acondicione el Parque Urbano Central (PUC) para que los artesanos puedan instalarse
sin problemas. Recordemos que hasta entonces este sector del rio Choqueyapu no se
encontraba embovedado por lo que existía el riesgo constante de sifonamientos, como
había sucedido los años pasados (La Razón, 15 de enero de 2002). Por otro lado, la
estatua del Ekeko en el PUC se estaba deteriorando por las ch’allas de los creyentes y
necesitaba atención de las autoridades; además, el Ekeko que se encontraba en la Casa
de la Cultura estaba sufriendo el robo de sus piezas. María Calcina (ejecutiva nacional
de la Federación de Expositores de la Feria de Alasitas), le atribuye a que los robos
sistemáticos de las piezas serían los culpables de la crisis económica que atraviesa el
país actualmente (El Diario, 24 de enero de 2002).

La feria había crecido tanto que un sector en emergencia no formaba parte de la


misma, ya sea porque los costos eran altos o porque las mismas dimensiones del PUC no
lo permitían. Se arman entonces, ferias de mayoristas, y ferias paralelas en diversos
barrios de las ciudades de La Paz y El Alto el 24 de enero.

La feria de mayoristas debió instalarse con anterioridad a 2002 pero es, desde
esta fecha, que la prensa resalta su presencia. Los grandes talleres proporcionan una
cantidad importante de “artesanías”, producidas en “serie” para los “artesanos” al
interior de la feria o para las ferias barriales. Algunos artesanos cumplen el rol de
comerciantes, intermediarios, antes que productores. Los afiliados suman 110, de los
cuales apenas 40 son paceños, el resto, proceden de otras ciudades, como El Alto,
Viacha, Copacabana, Oruro y Cochabamba (La Razón, 23 de enero de 2002). Los

195
artesanos no afiliados ofrecen en calles adyacentes a la feria de mayoristas lo que
provoca fricciones entre los dos bandos:

(…) ellos [los artesanos mayoristas] no contaban con que otros artesanos no
afiliados a su asociación tomarían las calles adyacentes a la feria para ofrecer
objetos parecidos pero a precios más bajos.

Emilio Echenique, secretario general de la Asociación de Mayoristas en


Miniaturas, denunció que el perjuicio es doble porque las ventas no son buenas
porque sus afiliados están es la obligación de pagar una patente de 15 bolivianos
para ocupar el espacio público, mientras que los ambulantes ni siquiera se
pueden cuantificar.

(…)

Los afectados arguyen que la diferencia del precio se debe a que ellos utilizan
productos originales en las ´replicas de miniatura. Así por ejemplo, una lata de
leche contiene leche en polvo y una de sardinas lleva un ispi seco (Ibid.).

Por otro lado, las ferias barriales se multiplican, para el día mismo de las
Alasitas, y en algunos casos, como mencionamos desde 2001, ferias zonales que duran
una semana. Las solicitudes de ingreso a la asociación de artesanos son tal que muchas
no se pueden cumplir. Este año 30 artesanos inician una huelga de hambre pidiendo se
habilite otra feria en la avenida Tejada Sorzano porque 200 expositores habían sido
echados del campo ferial.

Rodríguez [dirigente de este sector] dijo que el ayuno es para pedir al alcalde
Juan del Granado que les habilite un sector de la avenida Tejada Sorzano para
instalar otra feria. Si el burgomaestre accede, señaló la dirigente, evitará un
enfrentamiento entre los afiliados de ambas federaciones (La Razón, 23 de enero
de 2002).

La alcaldía por su parte aprobó la ordenanza municipal cuyo preámbulo define


los objetivos de la comuna respecto a la fiesta: “fomentar, defender, difundir los valores
culturales y turísticos de la población paceña a la población en general, en especial a los
visitantes extranjeros y nacionales” (El Diario, 17 de enero de 2002). Con este objetivo
lanza una serie de actividades culturales dirigidas a difundir y enriquecer el
conocimiento sobre la fiesta, pero también otras, donde intenta controlar el desarrollo de
la misma. Llama la atención las ordenanzas Nos. 084/98 HAM y 075/HCM de 18 de

196
agosto de 1998, por las que se declaran “Patrimonio Cultural de Nuestra Señora de La
Paz al Ekeko y a la Feria de Alasitas” (Ibid.). Esta petición largamente ansiada por los
artesanos de la feria fue lanzada en 1998, ahora lo que se demandaba era que el gobierno
nacional hiciese lo mismo, para tener un respaldo mayor frente a acciones similares de
otros países vecinos. Por otro lado, como años pasados, organiza un ciclo de actividades
con el objetivo de “reforzar el conocimiento de los verdaderos significados que tienen el
Ekeko y la Alasita” (El Diario, 16 de enero de 2002). Para ello el martes 22 se organiza
una charla en el Tambo Quirquincha, en el auditorio Amalia Gallardo, con la
participación de Clemente Mamani, con “Illa e Ispalla”; Waskar Choquehuanca “Ekeko,
Papa Noel Andino”; Emmo Valeriano Thola, con “La Alasita y el Ekeko”; y Gonzalo
Iñiaquez, con “Ekeko en el mundo globalizado” (Ibid.). Al día siguientes se tuvo la
ch’alla ritual al Ekeko con una mesa ritual a la que se asistió con cigarrillos, coca y
alcohol (Ibid.). De igual manera se armaron exposiciones en el Tambo y el Museo
Costumbrista, donde se mostraron, en el primero, los periodiquitos de Alasitas
publicados entre 1924 y 2001, siendo parte de esta colección de la familia Rada, en
especial de la Segunda Guerra Mundial, que gentilmente accedieron a su exposición (El
Diario, 26 de enero de 2002). En el Museo Costumbrista se mostraron las obras
ganadoras de gestiones pasadas, desde 1960 hasta 2001 (Ibid.). En la Cúpula de Adobe
se ofrecieron conciertos durante las Alasitas, Álvaro Montenegro y Héctor Osaki
ofrecieron con diminutos instrumentos “una pequeña flauta y una guitarra igualmente
chica” (La Razón, 25 de enero de 2002), temas como: “Sonata C Dur BMW 1033 de
Johann Sebastian Bach, el Dúo para flauta y guitarra de Jaurés Lamarque Pons (…)”
(Ibid.).

A diferencia de años pasados en los que primaban los relatos románticos sobre
las Alasitas y el Ekeko ahora se inicia con una serie de reflexiones sociológicas,
antropológicas y psicológicas acerca de su origen.

197
Imagen 4 Imagen del Ekeko, sentado y jugando, como un niño

Fuente: Pintura de Javier Fernández. Al pie de la imagen puede leerse “Pequeño en todo
sentido. La pintura elaborada por Javier Fernández muestra a la deidad jugando con sus
carritos”. La Razón, 24 de enero de 2002.

Para Adolfo Cárdenas el Ekeko es una representación mestiza y urbana de una


costumbre indígena y las Alasitas “una celebración paródica donde cualquier persona
puede convertirse en millonaria” (La Razón, 24 de enero de 2002); pintor Javier
Fernández, lo ve como un diosecillo bueno, “una especie de ángel al que todos esperan”;
para Gonzalo Iñiaquez, director del Tambo Kirquincha, es una deidad que nació dos
veces, una en Tiwanaku, y otra en tiempos de la colonia con Sebastián Segurola; por su
parte Ana Monasterios que trabaja en la feria desde 1946, opina que “si uno lo compra
pelado le va mal, hay que tenerle fe”; finalmente, Bernabé Álvarez, artesano de Alasitas
cuenta que “el rostro de este dios de la abundancia tiene más de 70 años y que su molde
no ha sido cambiado” (Ibid.).

198
Previo a las Alasitas, un sector importante de la población está hablando de ellas,
de su origen, sus significados, del Ekeko, las miniaturas, las creencias asociadas y por su
puesto del negocio que implica, y de la verdadera circulación de billetes originales de
unas manos a otras. Con todo las Alasitas inician el 24 de enero:

El reloj del Parlamento anunció con 12 campanadas el mediodía, entre la euforia


de la gente ubicada en la plaza Murillo y el espanto de las palomas que alzaron
inmediatamente el vuelo. De pronto, el tiempo parecía haberse detenido, aunque
paradójicamente la ciudad estaba más agitada que de costumbre. Era natural, el
dios de la abundancia había llegado como cada año y traía una carga de fortuna
para los que creen en él.

La fe es tal y las necesidades tantas que el campo ferial ya no es el único lugar


de reunión para los fieles que ayer salieron de sus casas y oficinas par llevarse
aquellas miniaturas que representan sus máximas aspiraciones materiales.

Una vez más la crisis se sintió, pero el efecto fue inverso. Este año si hubo
bastantes compradores “Es que ya nada nos alcanza y todo falta en la casa”, dice
doña Elvir Aguilar (…).

Para ella la fe con que se adquieren las miniaturas representa la diferencia entre
la abundancia y la escasez, por eso visita a la Catedral en busca de agua bendita
es una regla sin excepción.

(…)

“Al medio día la imagen de San Juan Bautista flota en el aire en forma de cruz
por eso la gente se aglomera en este lugar para esperarlo. Yo recibí esta
costumbre de mi mamá, que siempre me traía muy temprano desde pequeña”,
comenta Gloria Mallea.

(…)

“A aquel que va con fe a la Catedral le va a ir bien, pero si no tiene fe… Hay


personas que dicen rebájeme, pero eso ya no es creer, fe es cuando uno dice
véndeme sin regatear”, comenta don Andrés Yugar, vendedor de billetes en la
calle Comercio hace nueve años.

Dice que entre sus caseros están “unos cambas que viene cada año desde
jovencitos y ahora tienen harta plata”.

Tratándose de la fiesta del señor de la abundancia en la cultura aimara no podían


faltar los yatiris y curanderos.

(…)

“El poder del Ekeko es una realidad gracias a él ya tengo mi casita. Una amiga
me comentó que éste es muy milagroso, por eso viene”, dice July Salazar, una

199
devota del diosecillo que llegó hasta el lugar con sus familiares (La Razón, 25
de enero de 2002).

La creencia, la fe, implica muchas cosas. Es una fuerza, que aparentemente, cada
uno entiende de forma diferente dentro de un marco general. El 24 de enero, al
mediodía, la compra de miniaturas y la bendición es nuestro marco general o el contexto
en el que todos están de acuerdo en cumplir. Es un requisito, un rito, que forzosamente
debemos cumplir. Dentro, cada uno cumple ritos particulares para incrementar la suerte,
la abundancia, la fertilidad, esto es, todos los atributos que se le da a las Alasitas: unos
buscan a los yatiris, otros, a los curas de las iglesias; unos buscan al casero del año
pasado, otros intercambian los productos; unos tras cumplido el rito principal van
además a la estatura del Ekeko que se encuentra en el medio del Parque Urbano Central
para ch’allar sus deseos con incienso y cerveza, otros, esperan en la Catedral a que San
Juan Bautista flote; unos llevan a su Ekeko el 23 de enero al Tambo para que se los
ch’alle y luego, al día siguiente se dirigen a las Alasitas agarrados de su escultura,
mientras a otros, les basta con comprar billetitos simplemente el 24 de enero a mediodía.
Es decir, la suerte puede entenderse de distinta forma y la gente lo entiende así, pero
dentro el marco general, que es que existe un momento mágico donde las illas y poder
superior que no entienden pueden convertirse en realidad, a lo largo del año si hizo el
rito correctamente. Hay ocasiones en que los deseos no se cumplen en el año, ante esto
los artesanos de las Alasitas dicen que no se debe perder la fe. Como veremos más
adelante, unos afirman que debe quemarse en San Juan para que el rito del 24 de enero
se cumpla, mientras otros dicen que el año que viene hay que hacer ch’allar las mismas
illas del año pasado, más otras que se adquieran este año.

En medio de los festejos los políticos también se hicieron presentes. En el palco


de honor se encontraban además del presidente de la República, Jorge Quiroga, y del
alcalde, Juan del Granado, el prefecto del departamento, Germán Velasco; Johnny
Fernández, jefe de UCS; Manfred Reyes Villa, jefe de la NFR, y representantes
diplomáticos (La Razón, 25 de enero de 2002). El presidente y el alcalde fueron objeto
de regalos, especialmente miles de millones dólares en billetes de Alasitas para pagar la

200
deuda externa, luchar contra la pobreza y seguir haciendo obras para la ciudad (Ibid.).
Entre los invitados, Manfred Reyes buscaba comprar una silla en miniatura para que “se
le haga realidad el sueño de ser el próximo primer mandatario boliviano” (El Diario, 25
de enero de 2002). Por su parte, Moisés Jarmuz, coordinador nacional de la UCS,
criticaba la actitud del gobierno por no defender el patrimonio cultural boliviano, y que
otros países como el Perú pretendan apropiarse de la figura del Ekeko (Ibid.). Antes de
terminar llegaron yatiris con grades caracolas marinas “que soplaban sobre los objetos
en miniatura. Cargados de sus botellas de alcohol, echaban a su paso pétalos de flores,
en medio del fuerte olor a incienso (…)” (Ibid.).

201
Ilustración 7 Plano de ubicación de los diferentes sectores artesanales en la Alasita
2002

Fuente: Honorable Alcaldía Municipal. La Razón, 24 de enero de 2002.

202
Al interior, la feria ofrece todo lo que uno puede soñar. Puede convertirse en
millonario con los dólares, euros y bolivianos, que cuestan solo a 50 centavos. Puede
degustar 48 clases de masitas en el sector de los dulces, entre canelones, penkos,
borrachos, alfajores y mucho más (La Razón, 26 de enero de 2002). En el sector
decanos, puede armar su propio ejército visitando el puesto de Ana Monasterios que
vende soldaditos de plomo desde 1946 (). En el mismo sector puede encontrar ropa de
muñeca, además de sombreros, adornos de vidrio, etc. De ahí, puede saltar al sector
Cochabamba y comprar artículos para el hogar, living de mimbre, utensilios de cocina,
chompas, cerámica variada, instrumentos musicales, etc. Al lado, puede disfrutar de las
más diversas comidas o simplemente un api con pastel o buñuelos, disponibles todo el
día, mientras mira una de las películas, de las mejores de ese año. Si va con los amigos,
puede pasar al sector de los juegos, y armar campeonatos en las canchitas, o equipos en
las lotas del Bolívar y el Strongest (Ibid.).

Este recorrido imaginario que tratamos de reflejar se parece mucho al que existe
actualmente, aunque existen variantes año tras año. Mientras la globalización introduce
al calendario chino o reproduce en yeso a los héroes y dibujos animados de moda
mundial, los artesanos reintroducen a la negra o al Quevedo, intentando rescatar
personajes de antaño. La alcaldía por su parte, intenta que esta práctica se vuelva
rutinaria ofreciendo premios a los mejores trabajos cada año. Las Alasitas así,
transcurren entre un diálogo entre tradición y modernidad.

Para 2003 ya se siente la tensión política que se agudizará los meses y años
siguientes. La crisis del sistema de partidos, los bloqueos de caminos en el Altiplano y el
Chapare serán temas recurrentes en la prensa local y nacional. Pese a este deterioro de la
política nacional las Alasitas se siguen organizando un tanto ajenas al conflicto
gubernamental.

4000 expositores, cuenta el municipio paceño y 3000 más, el alteño, al inicio de


su planificación (El Diario, 11 de enero de 2003). Se prevé que la feria dure este año
entre el 24 de enero y el 17 de febrero, para enlazar la fiesta de la miniatura con otra, la

203
fiesta de carnestolendas, aunque, como es costumbre desde hace algunos años, las
Alasitas suelen extenderse una semana más por peticiones de los artesanos y expositores,
por las lluvias, la baja venta, etc. Al finalizar la ampliación y para terminar la feria se
pasa al remate de las miniaturas, donde se rebajan los precios habituales a unos precios
simbólicos que cubren únicamente el costo de la manufactura de la pieza.

Las patentes para los puestos, de manera general son de entre 15 a 30 bolivianos,
por una dimensión de 2 por 2 metros, dependiendo del sector y la ubicación el alza del
precio. Por ejemplo, para los puestos de artesanía son de 15 bolivianos, mientras que,
para el expendio de comidas, es de 20; y para los juegos, 30 (Ibid.).

Días antes se instaló la feria de mayoristas en el parque Roosevelt, mientras los


obreros de la alcaldía construían gaviones para reforzar los muros del sector que colinda
con el rio Choqueyapu. Los empleados de la empresa Clima, encargada de la limpieza
del municipio, limpiaron el campo ferial en toda su extensión. Algunos artesanos se
adelantaron y levantaron sus casetas con palos, clavos, alambre y calaminas. Para el 21
de enero ya estaban casi armados los sectores de comida, juegos y el sector Cochabamba
(La Razón, 21 de enero de 2003).

Este año además de las ferias principales en las ciudades de La Paz y El Alto, y
las zonales, la alcaldía paceña promueve una Alasita en Mallasa, cerca al Zoológico, que
tiene la particularidad de ser no contaminante y promover el cuidado del medioambiente.

“Es una fiesta de Alasita que ante todo pretende exponer artesanías nacionales
en yeso y en otros material[es] que no sea plásticos, que no sean de goma y
quizás tratar de volver a la Alasita de antaño, en la que no había esos materiales
del extranjero, que actualmente, por vía de la alienación se expone en nuestra
Alasita degradando un tanto la tradición cultural que tiene La Paz” dijo Marín
[Juan Carlos Marín, encargado de educación del zoológico] (El Diario, 19 de
enero de 2003).

En El Alto continúan las 3 ferias en las zonas, 16 de Julio, Rio Seco y en la plaza
Juana Azurduy. El alcalde, José Luis Paredes, con el afán de tratar a todos por igual,
según el programa elaborado se desplazaría las 3 ferias desde las 12 horas, hasta las

204
14:00, inaugurando cada una (El Diario, 24 de enero de 2003). El oficial mayor de
desarrollo económico Luiszaga Paz, afirmó que 20 calles se cerrarían por las Alasitas y
se controlaría toda actividad que atentara contra la integridad de niños y adultos, la
instalación de juegos electrónicos (tilines), “el expendio de artículos de plástico y todos
aquellos que desvirtúen la esencia de esta feria, el expendio de bebidas alcohólicas,
incluyendo las de elaboración casera como la chicha y cocteles en las calles adyacentes”
(Ibid.) Los premios, serían para las mejores artesanías que muestren originalidad,
siempre conservando el sentido de la fiesta. Las categorías son 3, al igual que los
premios: el Ekeko de oro, plata y bronce (Ibid.).

En ocasión de celebrarse el I Encuentro sobre el Barroco Andino, realizado por


Unión Latina y el Viceministerio de Cultura, en Santa Cruz, el historiador Fernando
Cajías, nos da algunas pautas sobre la fiesta y su importancia para la sociedad. La fiesta
en Bolivia es un refugio de las identidades culturales, una forma también, de
contrarrestar el proceso de globalización que pretende estandarizar culturalmente a todos
bajo lineamientos similares. Durante la colonia el fasto de las celebraciones era bastante.
Se celebraba con lujo y derroche de comidas, bebidas y energías, además solían durar
hasta 15 días de manera ininterrumpida, como en 1555 la Dedicatoria a la Jura de los
Santos Patrones en Potosí, “la ascensión de Felipe II al trono español en 1556 suscitó 20
días de regocijo y la victoria naval de Lepanto, un festejo que comenzó en la Navidad de
1571 y concluyó a fines del mes de enero de 1572” (El Diario, 24 de enero de 2003). Por
este motivo no es de extrañar que nuestras fiestas duren tanto o que tengan continuidad
una con la otra, por ejemplo, Navidad – Alasitas – Carnavales – El Gran Poder – la
Entrada Universitaria. Sin darnos cuenta, danzamos, cantamos y jugamos, casi medio
año. “Es innegable que la actualidad cultural del país está estrechamente relacionado con
ese momento histórico que legó a nuestras generaciones una particular forma de festejar
a lo grande” (Ibid.).

En las festividades coloniales, comenta Cajías, fueron el escenario donde se


preservó la memoria de las culturas originarias. En las fiestas patronales, por ejemplo,

205
danzaban los incas recordando la tragedia del inca Atahuallpa. En especial se hacían
estas representaciones aprovechando las fiestas patronales de vírgenes y santos, llegando
a producir formas variadas de mestizaje cultural. David Mendoza, responsable del
Tambo Quirquincho, nos recuerda que la Alasita se celebra el 24 de enero, fecha que
coincide con la devoción de la Virgen de Nuestra Señora de La Paz, y que hace alusión
al fin del cerco de Tupac Katari sobre la ciudad en 1781, y que para conmemorar su fin y
reconciliar a los dos bandos se autorizase esta especie de sincretismo cultural, donde el
Ekeko sería el protagonista (La Razón, 21 de enero de 2003). Esta reconciliación entre
españoles e indígenas se encuentra romantizada en la leyenda de Paulita Choquehuanca
y Paulino Tintaya, donde el Ekeko ayuda a los indígenas enamorados y a la familia de su
patrón Sebastián Segurola, gobernador de La Paz, impidiendo que mueran de hambre.

El 23, como de costumbre, se llevó a cabo el ritual en honor del Ekeko en el


Tambo Quirquincho, donde se dio inicio simbólico a las Alasitas, con una ceremonia
conducida por tres yatiris (La Razón, 23 de enero de 2003).

El 24 de enero tuvo la particularidad, de que los políticos esta vez no utilizaron la


feria para hacer proselitismo, sino como un medio para pedir que retorne la sensatez y el
buen juicio a los gobernantes y a los sectores involucrados. Esta carga extra se la
pusieron al Ekeko. Al respecto el alcalde Juan del Granado hacía votos” porque el Ekeko
ilumine a los bolivianos y se pueda propiciar el diálogo entre los sectores en conflicto,
recibiendo cada uno de ellos lo que en legítimo derecho les pertenece” (El Diario, 25 de
enero de 2003). Al respecto el ministro de Desarrollo Municipal Hernán Paredes, a
nombre del presidente Sánchez de Lozada hizo un llamado para mejorar los canales de
comunicación con la alcaldía para poder “encarar el desarrollo del país de manera
conjunta” (Ibid.). El editorialista de La Razón además resaltó el hecho de que esta fiesta
tiene la particularidad de evolucionar con el tiempo, siendo esta una demostración de la
capacidad del pueblo boliviano de “creer en el futuro al margen de las adversidades” (24
de enero de 2003).

206
El 24, al margen de los conflictos del país, miles se concentraron en diversos
puntos de las ciudades de La Paz y El Alto. Cumplieron el rito pese a que no se
cumplieron sus deseos. Preguntando a las artesanas, qué se hacen con las miniaturas que
no llegan a materializarse, Martha Arispe respondió que hay que quemarlas, “se
aprovechan las fogatas de San Juan para incinerar los billetes”, pero estos, como las
otras miniaturas que se compraron deben estar ch’alladas, para que los deseos no se
pierdan. Otra alternativa nos dice doña Martha es llevar las antiguas miniaturas y hacer
que alguien las vuelva a ch’allar el 24 de enero a mediodía, pues “No siempre se cumple
el deseo el mismo año, puede tardar varios, por eso deben guardarlo” (La Razón, 24 de
enero de 2003).

Los creyentes tienen diversos sueños, anhelos, deseos, que quieren que se hagan
realidad. Entre unos y otros no siempre hay coincidencia:

Doña Mery desea comprar una casa, por eso adquirió dólares, euros y ollitas de
la fortuna, llenas de oro y plata. Su esposo espera, además, contar con el dinero
suficiente para que sus dos hijos terminen de estudiar.

Roger, de 26 años, hijo firmar un título de auditor financiero de la Universidad


Mayor de San Andrés con un concejal de La Paz y su hermana Mariana se
compró una maleta con pasaporte y dinero para viajar a EEUU.

Como esta familia, otras de todos los estratos sociales de la ciudad visitaron la
feria del Dios de la Abundancia para comprar -con mucha fe- ilusiones de
bienestar económico, cada quien de acuerdo a sus necesidades.

Maritza Mamani compró material de construcción para edificar su casa. “Mi


esposo es albañil, por eso sólo voy a necesitar plata para el material”, dijo.

Macario Espinoza y Efraín Álvarez hicieron firmar “contratos individuales de


trabajo” con la vendedora de miniaturas. Mientras dos amigas, Marlene y
Susana, hacían sahumar dos gallos rojos para atraer el amor. “Sólo dólares y el
pasaporte”, adquirió Carla Martínez para ir a Río de Janeiro en carnaval.

La mayoría de las familias compraron alimentos en canastas o bañadores, así


como verduras y saquillos de papa y chuño.

“La comida es lo principal. El pancito no tiene que faltar para mis hijos este
año”, explica Ana Sarmiento.

Los deudores también aprovecharon la oportunidad para pagar sus obligaciones


con los billetitos de Alasita (La Razón, 25 de enero de 2003).

207
Como podemos observar, los deseos de las personas respecto a las Alasitas,
como espacio mágico, son diversas. Sus deseos y por lo tanto, necesidades no son los
mismos, aunque comparten el dinero como bien necesario para hacer realidad sus otros
deseos materiales. Llama la atención la ausencia del Ekeko o mención a este dios de
abundancia en estos relatos. Al parecer basta la miniatura (la illa), hacerla bendecir ya
sea por la iglesia o el yatiri, o ambos, para que el deseo esperado se cumpla, no siendo
necesaria la figura del Ekeko. Este efecto se recoge en la misma entrevista, más
adelante, esta vez a un artesano del cual no se da su nombre. Este, al respecto dice que
son los jóvenes los que ya no lo adquieren, que prefieren “los alimentos y los billetes” a
la escultura, y solo las personas mayores son las que todavía preguntan los precios para
comprarlo.

2004 y 2005, tras la renuncia del presidente Sánchez de Lozada por la presión
social desatada por el propio desgaste del gobierno y agudizada por los conflictos
sociales, el vicepresidente Carlos Mesa se hace cargo de la primera magistratura. 2004
nos refleja la prensa una relativa calma y esperanza por la figura del presidente Mesa.
2005 sin embargo, ya se siente la tensión social y, como veremos, muchos de los actores
políticos principalmente, se refugian en la figura del Ekeko para pedir el retorno de la
calma al país.

2004 inicia con una nueva actividad. La alcaldía en su afán de rescatar


tradiciones ya perdidas, promueve en el 23 de enero en el Tambo Quirquincho una mini
feria de Alasitas, que tiene la particularidad de promover el intercambio o trueque entre
los asistentes. Se trata de que con los billetes de Alasitas intercambien con otra nueva
moneda “los paceños”, mandados a imprimir por el municipio y que solo tiene valor este
día en la mini Alasita. Con esta moneda se pueda hacer trueque con otros productos a
disposición en el Tambo: mini helados, porciones pequeñas de pollo a la broaster, café,
leche, galletas, etc. Esta reintroducción la costumbre del intercambio se hizo entre las
10:00 y las 16:00 horas, y trato de recuperar la tradición de los “tapabalazos”, que eran
botones de cobre y bronce que se utilizaban para el intercambio de productos el siglo

208
pasado (El Diario, 22 de enero de 2004). En este banquete de la fortuna participaron
empresas como La Francesa, PIL Andina, Cafés Moka y Oriental, Chiqui Pollos y
azúcar San Aurelio (La Razón, 21 de enero de 2004).

Fotografía 31 Intercambio de productos en el Tambo Quirquincha

Fuente: Fotografía de Ángel Illanes. Al pie de la imagen se puede leer “1.000 paceños
por una lata de leche Pil. Gente de todas las edades realizó compras en miniatura con los billetes
de la Oficialía Mayor de Culturas en el patio del Tambo Quirquincha” (La Razón, 24 de enero de
2004).

En el mismo acto ya por la tarde y en la noche se procedió como años atrás, a la


ch’alla de los Ekekos antiguos y a la preparación de la mesa ritual que ardió toda la
noche.

Otras de las acciones de la alcaldía fueron: el armado de una exposición en


Ecobol de los periodiquitos de las familias Costa, Butrón y Rada, además de la
presentación del libro de Doris Butrón quien trabajó un catálogo de los periodiquitos
celebrando los cien años de su publicación (La Razón, 22 de enero de 2004). En el
museo Costumbrista se realizó una exposición de decenas de Ekekos de “todos los
tamaños, formas y colores” (Ibid.).

209
La empresa privada también tuvo su parte. La empresa EMC Producciones
(Empresa Mixta de Comunicación Social), abrió la Casa del Ekeko, ubicada en la
avenida Simón Bolívar, N° 1584. En ella el visitante pudo observar la historia del Ekeko
y las Alasitas, hacer intercambios y comprar otros bienes, degustar los platos
tradicionales de estas fechas y “rememorar las actividades que distraían a los niños de
antes, como tal tradicional t’unkuña y la guilla, un juego de compra y venta de antaño”
(La Razón, 22 de enero de 2004).

Otra actividad importante fue la de los privados de libertad de la cárcel de San


Pedro, cuya especialidad son los autos a escala, tanto micros, coches de diferentes
marcas, buses, tractores, etc. Vicente Limachi, representante de la Asociación de
Hojalateros del Penal de San Pedro en entrevista a La Razón bromeaba “Tengo que
entregar 1.000 tractores al Mallku” (La Razón, 23 de enero de 2004). Más adelante
relata, que con un capital de 1.000 dólares contrata a 10 personas para que trabajen los
carritos “Diez docenas de micros grandes se trabajan por Bs. 300 y lo pequeños por Bs.
250; sólo la mano de obra, yo pongo la materia prima” (Ibid.). Parte de la producción es
vendida a las mayoristas que vienen con anticipación para rescatar lo producido, la otra
parte es exhibida en la Feria-Exposición que arman los artesanos del penal a mediodía
del 24 de enero en la Plaza Sucre.

Otra muestra cultural privada en 2004 es la que ofreció Ernesto Cavour


Aramayo. El artista armó un pequeño museo de Alasitas en la calle Linares N° 900, que
recoge su colección particular donde se encuentran “piezas de las culturas prehispánicas
de Los Lípez, Tiwanaku, artesanías en miniatura y publicaciones alusivas al dios de la
abundancia” (El Diario, 23 de enero de 2004). Además del museo, el artista presentó su
libro “Historia de la Alasita”, una edición en miniatura (Ibid.).

Así como en otros años, no solamente surge un nuevo y marcado interés por
indagar sobre el pasado del Ekeko y las Alasitas, sino que se discute su importancia
actual, la relación entre tradición y modernidad, y su importancia como formador de

210
identidad a partir de la revalorización del pasado. Para mostrar las opiniones de las
personas que intervienen extractamos parte de este136:

¿Qué es la tradición para la cultural y para la persona?

El conjunto de rasgos más característicos que tiene los individuos y las


sociedades. Está construida a través de cientos de miles de años. Se expresa a
través de creencias, formas de comportamiento y la cosmovisión del mundo.

JB. La tradición transmite los valores fundamentales de la cultura. Pero, como


un proceso muerto, de simple imitación, limita el desarrollo de la creatividad, se
transforma en un bloqueo a la creatividad y entonces es dañino para cualquier
sociedad.

¿Cuándo una tradición se convierte en algo malo, en ese lastre para el


desarrollo?

JC. Insisto en que depende del lugar que ocupa en tu vida. En Bolivia el baile es
una expresión demasiado importante para la sociedad si se hace un recuento de
las fiestas patronales se verá que hay para los 365 días. Lo que no entiendo es
cómo se puede ser tan disciplinado para esto y no en otros aspectos. Cómo el
costo de la tradición puede ser tan alto.

EA. No es tan así. La fiesta aymara tiene varias jerarquías. El que tiene más está
obligado a dar y el que menos tiene recibe apoyo bajo la modalidad del ayni.
Aún la fiesta más modesta es apreciada, pues significa que esa persona está
preparada para asumir responsabilidades con su comunidad. La gente que no
conoce ve en la fiesta una forma de dilapidar y de borrachera, pero ignora los
compadrazgos espirituales, verticales y horizontales que se crean.

AE. Creo que es absolutamente válido gastar el dinero como les venga en gana
farrearse es la forma más barata de distraerse, un deporte cuesta más dinero. Es
evidente que si una persona ahorra puede hacer una acumulación de riqueza,
pero este es un tema de estructuras y formas de posicionamiento. Las fiestas son
una forma de divertirse más vulgar y ordinaria, pero tan válida como una
exposición de arte.

JI. Los aymaras farrean para distraerse, es un método de igualdad social y


prestigio (…). Para mí, el único límite para una tradición es el respeto a los
derechos humanos.

EA. Las tradiciones para ser tales, tienen que ser auténticas. Y ese es el
problema con el que se enfrenta la modernidad. Los economistas pretenden que
se asimile el pensamiento y el comportamiento propio de las sociedades
industriales, pero en Bolivia esto será siempre algo híbrido. Yo afirmo que las

136
Las abreviaciones corresponden a: Agustín Echalar (AE), Jaime Iturri (JI), José Bedoya (JB), Edgar
Arandia (EA) y a una persona anónima identificada como JC.

211
tradiciones auténticas, que arrancan desde tiempos precolombinos, que
sobrevivieron y adaptaron a la sociedad actual van a pervivir. Sufrirán cambios,
pero en su esencia seguirán siendo los mismos. Las tradiciones al construirse se
consolidan por aceptación o rechazo. Hay comportamientos que afectan
negativamente al conjunto mayoritario de la sociedad y son desechada. Sólo
perviven las que en el transcurso del tempo lograron consolidar su práctica.

(La Razón, 18 de enero de 2004)


Quisimos transcribir casi de forma inextensa las opiniones de comunicadores y
artistas, compartimos algunos puntos de vista, como el hecho de que las tradiciones
muestran las características de las sociedades, su forma de ver y entender el mundo, y
construir su propia cosmovisión, que no es otra cosa que su entendimiento de la realidad.
La importancia del ayni y de la figura del compadrazgo en la cultura andina para crear y
recrear lazos sociales entre las personas y familias, el hecho de que la sociedad industrial
quiera estandarizar el comportamiento de las sociedades, y que la tradición se construye
por aceptación o rechazo de elementos culturales que se quieran integrar a la misma. No
compartimos el hecho de que la tradición tenga que ver necesariamente con paso
excesivamente largo del tiempo, sino que pueden existir tradiciones inventadas, cuyo
pasado reciente ambiguo sea aceptado por la sociedad, como las creencias locales de la
bendición de las miniaturas que no necesariamente tiene un pasado muy lejano. Otro
hecho es ver a la tradición como algo estático o muerto, que no permite que la
creatividad aflore; todo lo contrario, creemos que es una fuente constante de creatividad
donde los artistas encuentran temas para interpretar y reinterpretar su realidad.
Finalmente creemos que hay un sesgo entre lo mío y lo tuyo, no se sienten identificados
con la tradición, es más un análisis de lo tuyo, que no es igual a lo mío, por eso es
extraño, objeto de crítica y cuando menos tolerable. Sin embargo, debemos resaltar el
hecho de que se discutan estos hechos y no pasar necesariamente como observadores
pasivos de la realidad.

El 24 de enero, una gran cantidad de expositores se hizo presente en las ferias de


La Paz y El Alto. En el segundo caso, El Diario estima que la cantidad es
aproximadamente de 6.000, distribuidos en los tres campos feriales de esa urbe (El

212
Diario, 25 de enero de 2004); mientras que, en el primer caso, se calcula que la presencia
fue de 4.300 artesanos, 490 policías y 6 módulos de guardia (La Razón, 24 de enero de
2004). En la hoyada paceña se hizo presente el presidente, Carlos Mesa, que recibió de
los artesanos el bastón de mando y el título de propiedad por la que se restituye la
soberanía marítima del país. El embajador de los Estados Unidos, David Greenlee, le
hizo entrega de 100 millones de dólares de Alasita, para que financie su déficit fiscal y
pague la deuda externa (El Diario, 25 de enero de 2004). Por su parte el alcalde Juan del
Granado, relató que en la mañana habría tenido una charla con el Ekeko, el cual le había
mandado cumplir con los proyectos para la ciudad y permitir que se privaticen, además
le entregó una bolsita…

(…) en la que había, una miniatura, una nueva Ley de Hidrocarburos que en su
artículo único dice: los recursos hidrocarburíferos son propiedad inalienable de
los bolivianos, la convocatoria al referendo para decidir el destino del gas,
además de herramientas para construir un nuevo país; todo fue transmitido al
jefe de Estado siguiendo la tradición de la Alasita (La Razón, 25 de enero de
2004).

El jefe de Estado por su parte abogó por que la Constituyente sea el mejor medio
para construir una mejor sociedad y que no se repitan aquellos hechos luctuosos de
octubre y los responsables de aquellos delitos paguen sus culpas (Ibid.). Concluido el
acto un yatiri ch’alló las miniaturas, posteriormente, los invitados se dirigieron a los
diferentes stands armados, finalmente, al tradicional almuerzo de Alasitas organizado
por los artesanos de la feria.

213
Fotografía 32 El presidente Carlos Mesa mostrando el bastón de mando regalo de
los expositores de las Alasitas

Fuente: El Diario, 25 de enero de 2004.

En la feria resaltaron varias obras, como la de Omar Flores, artesano que tiene
los autos “más pequeños de toda la Feria de la Alasita. Camiones de menos de dos
centímetros -elaborados en lata o palos de fósforo- y otra variedad de motorizados de un
centímetro” (La Razón, 26 de enero de 2004). Juan Carlos Vía Navarro, otro artesano,
que trabajó pequeñas tiendas de telas y joyerías, “con todos sus elementos dentro (…).
El negocio completo tiene una altura que no pasa de los 10 centímetros y el ancho de
cinco” (Ibid.). Por su parte, Reynaldo Coca, trabajó este año supermercados de cinco
centímetros, tiendas de barrio y antiguas máquinas de coser; todas, con el mayor detalle
posible.

En 2005 vuelve la presión y los comentarios políticos. En su página de opinión


de La Razón se recoge el comentario político de Winston Estremadoiro “De Ekekos
altos y pajpakus chatos”, que, aprovechando las Alasitas lanza una crítica la pajpakus

214
que secuestran al país y le cuestan 3 puntos a su crecimiento: Felipe Quispe, el falso
mallku, es el primer pajpaku, que tiene licencia para matar; el segundo, es Roberto de la
Cruz, el pajpaku “del a Dios rogando y con el mazo dando” (La Razón, 21 de enero de
2005); el tercero es Jaime Solares, quien cobra dieta mientras sabotea las inversiones y
los puestos de trabajo en El Alto; y el cuarto, es el pajpaku mayor de Evo Morales quien
asume ya poses presidenciales “sinuoso cual víbora en celo, culebra para arriba y para
abajo, a la izquierda y a la derecha, listo para verter su veneno. Apela a la estúpida
amnesia boliviana, despotricando contra el modelo neoliberal” (Ibid.). En medio de este
melodrama boliviano se encuentra el Ekeko alto, de buenas intenciones, pero por querer
quedar bien con Dios y con el Diablo, olvida la adecuada utilización del poder (Ibid.).

El comentario, utilizando satíricamente a los personajes de la tradición paceña


reflejan la pugna política que ingresará en su momento más álgido en junio de este año.
Esta visión contrasta con las actividades de la fiesta de las Alasitas, y los 14 días de
espectáculos que tuvieron listos la alcaldía de los 21 días que se tuvo proyectado, duren
las fiestas (La Razón, 19 de enero de 2005). En El Alto, de manera similar se habilitaron
nuevos espacios, como “los predios que se encuentran cerca de la carretera a Viacha
(avenida Hacia el Mar) y el cruce de Villa Adela” (La Razón, 22 de enero de 2005).

El lema que utilizará la alcaldía de La Paz es “El tiempo de prosperidad ha


llegado”, y el programa de festejos de estos 14 días fue el siguiente:

Lunes 24 – Hrs. 19:00


Lugar: Tambo Quirquincha Actividad: Alasita de película

Martes 25 – Hrs. 19:00


Lugar: Tambo Quirquincha Actividad: Exposición de los Billetitos de la
Fortuna.

Miércoles 26 – Hrs. 18:00


Lugar: Cúpula Minke Actividad: Conferencias de Alasita
“Periodiquitos de Alasita” (Doris Butrón) y “Memoria y tradición en Los Andes,
el uso de miniaturas o illas” (Milton Eyzaguirre).

Jueves 27 – Hrs. 18:00


Lugar: Cúpula Minke Actividad: Concierto de música Trio René
Alinas

215
Jueves 27 – Hrs. 19:00
Lugar: Campo Ferial – Escenario Actividad: Actuación del Grupo Paja
Brava

Viernes 28 – Hrs. 19:00


Lugar: Campo Ferial – Escenario Actividad: Actuación del Grupo J’acha
Mallku.

Sábado 29 – Hrs. 19:00


Lugar: Campo Ferial – Escenario Actividad: Actuación del Grupo
Chango

Miércoles 2 – Hrs. 18:00


Lugar: Cúpula Minke Actividad: Conferencias de Alasita “Billetitos
de Alasita” (F. Arandia y David Mendoza)

Jueves 3 – Hrs. 18:00


Lugar: Cúpula Minke Actividad: Concierto de Música Cuarteto
Infringan San

Jueves 3 – Hrs. 19:00


Lugar: Campo Ferial – Escenario Actividad: Actividad del Grupo Ayra

Viernes 4 – Hrs. 19:00


Lugar: Campo Ferial – Escenario Actividad: Actividad del Grupo
Alaxpacha

Sábado 5 – Hrs. 19:00


Lugar: Campo Ferial – Escenario Actividad: Actividad del Grupo Sin
Fronteras

Miércoles 9 – Hrs. 18:00


Lugar: Cúpula Minke Actividad: Conferencias de Alasita. El Ekeko
en la memoria histórica de la ciudad de La Paz (David Guisbert) y “El Ekeko en
el Contexto de la Cultura Andina” (Diógenes Rodríguez).

Jueves 10 – Hrs. 18:00


Lugar: Cúpula Minke Actividad: Concierto de Música de Negro y
Blanco

Jueves 10 – Hrs. 18:00


Lugar: Campo Ferial – Escenario Actividad: Actuación de Esther Marisol

Viernes 11 – Hrs. 19:00


Lugar: Campo Ferial – Escenario Actividad: Actuación del grupo
Quirquiña

Sábado 12 – Hrs. 19:00


Lugar: Campo Ferial – Escenario Actividad: Actuación del grupo Atajo

216
(La Razón, 24 de enero de 2005)

Contrasta sin lugar a duda la enorme importancia que adquiere la fiesta, con la
crisis política, económica y social por la que atravesaba el país. La “inversión” fue por
parte del municipio, de 355.000 Bs.; los expositores, 4.500; los invitados, 200; los
policías, 500, además de más de “un centenar de guardias municipales”; y los premios,
800 Bs., a cada una de las categorías que sumaban 13 (La Razón, 24 de enero de 2005).
Al respecto Pablo Groux, oficial mayor de culturas decía: “La Alasita de este año será de
gran significado para los paceños, en tiempos tan críticos como los que vivimos” (Ibid.)

En medio de este escenario podemos advertir dos escenarios, el uno apostado en


el palco de honor, donde prima el clima político, y el otro, ubicado en los diferentes
puestos cercanos a las iglesias y sacerdotes indígenas, esperando el momento para
cumplir con la ceremonia que cargará con energías positivas sus miniaturas. Uno y otro
parecen residir en universos diferentes pero que conviven en una misma realidad:

Decenas de miles de personas concurrieron a la apertura oficial de Alasita, no


precisamente a ver a las autoridades que aprovecha la oportunidad para hacer
política, sino y exclusivamente, para que el Ekheko [sic.] cambie la mala suerte
de los bolivianos. La concentración tenía un solo pensamiento: ¡que se acabe la
miseria, el hambre y el desempleo! (…) El Ekheko con seguridad hará su parte y
continuará siendo, como hace siglos, una deidad familiar, pero la labor de este
dios aymara no es suficiente.

El turno es de los gobernantes, que nos dejan sabor a ingobernabilidad, al


derrumbe de la Nación (…) (El Diario, 25 de enero de 2005).

Al momento de iniciarse el acto principal se escuchaban frases de respaldo como


“Presidente”, “¡Adelante!”, por parte de la población asistente (La Razón, 25 de enero
de 2005). El primer mandatario por su parte a tiempo de agradecer su apoyo reafirmó su
promesa de cumplir con la agenda emanada de la Guerra del Gas: “Cumpliré la
convocatoria a una Asamblea Constituyente para que ustedes construyan el nuevo país a
partir de la redacción de la nueva Constitución” (Ibid.). En el acto además, reconoció la
legitimidad de la demanda autonómica y que esta debe ser discutida en la Asamblea
Constituyente (Ibid.).

217
Mientras, gran cantidad gente ajena a la realidad política se concentraba en
diferentes puntos, de las urbes de La Paz y El Alto. En Plaza Murillo, frente al palacio
legislativo se instalaron los ch’alladores indígenas, esperando a los compradores que
llegaban, para luego dirigirse a la Catedral para recibir la bendición católica “La
multitud fue tal que el acceso a la plaza central se cerró del todo y en las calles aledañas
se creó un caos vehicular hasta más de las 14:30” (Ibid.). En otros puntos de la ciudad
como en la Plaza Isabel la Católica, Hospital Obrero, Av. Saavedra, San Pedro, Av.
Montes, calle Comercio, El Prado, plaza Alonso de Mendoza, Evaristo Valle, Pérez
Velasco, y en los diferentes barrios de la ciudad, los asentamientos alasiteros tomaron la
ciudad por varias horas, paralizando ambas ciudades.

2006 marca una ruptura. Es el final de un proceso, marcado los últimos años
por la crisis política, y el inicio de otro, donde la idea del “cambio” como idea fuerza
levantaba el ánimo de la población. No obstante, si bien los primeros años estuvieron
marcados por una relativa estabilidad, la construcción de la nueva Constitución planteó
nuevos escenarios de conflicto, que se trasladaron a Sucre y al oriente del país, para
retornar en 2008 – 2009 a la ciudad de La Paz. En cuanto a la fiesta de las Alasitas, hacia
2006 se nota este primer escenario, retornando el sentimiento de tranquilidad, paz y
esperanza. La alcaldía mantuvo el lema utilizado en las Alasitas del año pasado “Suma
Qamaña Purinjiwa” (El tiempo de la prosperidad ha llegado) (El Diario, 24 de enero de
2006), reforzando la idea de la llegada de un nuevo gobierno.

La Comuna, al igual que años pasados preparó una serie de actividades en los
museos municipales, para mostrar lo más representativo de las Alasitas de años pasados:
exposición de los periodiquitos, de los Ekekos, de los ganadores de los premios del
municipio de años pasados y de las fotografías antiguas en relación a la fiesta, fueron
expuestos en el Tambo Quirquincha, en el Museo Costumbrista Juan de Vargas y en los
espacios de la Casa de la Cultura. Otras actividades como conciertos se programaron en
la misma feria, como años pasados, y en la Cúpula Minke; estos grupos “se presentarán

218
a partir de las 19:30 horas de martes a domingo” (El Diario, 20 de enero de 2006). El
responsable de la organización, David Mendoza, además informó que se organizarían
seminarios y conferencias sobre “La memoria colectiva de la Alasita”, a cargo de los
expositores decanos de la feria (Ibid.). Otro hecho importante es una canción, compuesta
por Lydia Parada de Brown, que reproduce El Diario en su sección editorial.

Es necesario hacer notar, que la proximidad de las fechas, el 21 de enero, cuando


toma el mando del país Evo Morales, y el 24, que empieza la fiesta de Alasitas, efecto
mucho a la segunda. Recordemos que el 21 será tomado, años después, como feriado
nacional en honor al Estado Plurinacional, aunque en realidad marca el inicio de
gobierno de Evo Morales. Esta afectación sobre las Alasitas es notoria este año. Además
de la cantidad de gente que suele participar en la fiesta, se le suma otra cantidad
importante, entre extranjeros y nacionales de otros puntos del interior, que llegaron para
observar la ascensión al mando del presidente Evo Morales; el editor de La Razón, lo
refleja así “De por sí la caótica ciudad estará hoy doble o triplemente atestada de aquel
gentío ansioso de comprar esperanza en miniatura para luego, con fe y sahumerio,
hacerla realidad” (24 de enero de 2006). Por su parte, el caricaturista de El Diario,
Lusbel, refleja esta cercanía de fechas, con el alcalde Juan del Granado sosteniendo al
presidente para que no olvide asistir a las Alasitas.

219
Ilustración 8 Caricatura de la Alasita 2006

Fuente: Caricatura de Lusbel. El Diario, 24 de enero de 2006.

Las Alasitas, el 24 de enero, adquiere su carácter de multitudinario, que sumado


a la asistencia de extranjeros y nacionales del interior, como dijimos anteriormente, que
asistieron al juramento de Evo Morales a la presidencia, paralizan textualmente, las
ciudades de La Paz y El Alto. La alcaldía contabilizó 4.500 expositores en la feria, sin
contar con las otras ferias temporales en los distintos puntos de la ciudad. Un estudio
sobre el movimiento económico de las Alasitas por el estudiante Carlos Rivera Góngora,
indicó que solo el 24 de enero se mueven 3.3 millones en sólo dos rubros (artesanías y
comida) (La Razón, 24 de enero de 2006). El estudio indica que el día de la
inauguración suelen asistir aproximadamente 300 mil vecinos, y que cada uno invierte
un promedio de 20 Bs., en billetes, una casa, maleta y otras miniaturas, y que además se
quedan a comer; en este intercambio comercial al “menos seis millones de bolivianos
pasarán de unas manos a otras” (Ibid.). Los rubros que más movimiento tienen son los
de artesanía y comida, que mueven 15.246.310 Bs., durante todo el transcurso que dura
la feria, y que solo el primer día suman alrededor de 3.3 millones de bolivianos. En

220
cuanto a la inversión, de cada 10 personas del sector comidas, 7 lo hacen con un capital
prestado, y solo 3, con capital propio; en el sector artesanías “22 personas lo hacen con
crédito y 28 con su propio capital”. La tasa de retorno es mayor a lo invertido: en el
sector comidas, se invierte un aproximado de 1.8 millones y la ganancia es de Bs. 4.3
millones; mientras que en el sector artesanía, es mayor, de Bs. 857 mil, se recupera Bs.
7.5 millones (Ibid.). Esta enorme cantidad de dinero circulando de unas manos a otras
nos explica porque cada año se incrementan los expositores en las ferias centrales de La
Paz y El Alto, y en las demás zonas de la ciudad, especialmente para la inauguración, el
24 de enero. El estudio termina haciendo una recomendación “la enorme cantidad de
empleos e ingresos que se generan’ y la importancia que esto tiene para el desarrollo
económico del municipio de La Paz” (Ibid.).

El 24, el acto inició a las 11:00 con la bienvenida a cargo del representante de los
artesanos, Gregorio Coronel, el Oficial Mayor de Culturas Pablo Groux, el presidente
del Concejo Municipal Luis Revilla y el alcalde de la ciudad de La Paz, Juan del
Granado. Luego, los artesanos entregaron presentes a los asistentes, y enseguida, el
grupo de danza folklórica Fantasía Boliviana escenificó el mito del Ekeko (La Razón, 24
de enero de 2006). Para cerrar esta parte habló el presidente, que con su clásica chompa
de inicio de mandato dijo:

Queremos pedirle a ese Ekeko que realmente el pueblo boliviano viva en


abundancia (…) que me dé fuerza, que nos dé fuerza, valor y esperanza.

Quiero pedir al pueblo paceño, a nuestras autoridades, a nuestros invitados


especiales, a la comunidad internacional, a nuestros concejales, a nuestros
movimientos sociales, que todos unidos cambiemos la historia. Hemos dado un
paso muy importante. Esos pasos importantes deben seguir creciendo, creo que
estamos en un buen momento en el contexto internacional, ese momento hay
que aprovecharlo.

Ya llegó la hora de cambiar el modelo económico neoliberal que tanto daño hizo
al país. Estoy seguro que con ustedes, hermanas y hermanos, vamos a cambiar
esos instrumentos económicos a veces de subordinación, de condicionamiento,
de chantaje y de empobrecimiento.

Estamos en tiempo de cambio, no solamente en Bolivia sino en toda


Latinoamérica. Hay una gran conciencia nacional y latinoamericana de cómo

221
buscar políticas económicas y transformaciones profundas a las estructuras del
Estado, pero buscando fundamentalmente el equilibrio (El Diario, 25 de febrero
de 2006).

En la postura política del presidente, como observamos en su alocución,


primaron las declaraciones sobre la tradición y el significado de la fiesta, como hacían
otros políticos. Su discurso transmite la idea de que algo está por cambiar y que se tenga
esperanza por mejores días para los bolivianos. El alcalde por su parte le transmitió las
mismas cargas que hiciera con el presidente Mesa: la redacción de la Nueva
Constitución y la recuperación de los recursos naturales, a la que sumó un nuevo modelo
económico y un sistema político honesto (Ibid.).

Fotografía 33 Entrega de obsequios al primer mandatario Evo Morales en las


Alasitas

Fuente: El Diario, 25 de enero de enero de 2006, segunda sección.

Luego de comer una minillauch’a y un jugo de papaya, el presidente, el alcalde y


los invitados recorrieron los diferentes stands de la feria “Entonces, una avalancha de
gente los siguió y así concluyó el acto” (La Razón, 25 de enero de 2006).

222
Mientras, en las calles de La Paz y El Alto una gran cantidad de creyentes
recorrían la feria. Los negocios de moda fueron: los puntos de llamadas Viva, Cotel y
Entel, los cafés internet, los consultorios dentales, de abogados, carnicerías, y puestos en
la calle Huyustus (Ibid.). Otras miniaturas muy buscadas fueron, los contratos de trabajo,
los títulos de bachiller, de egreso, de licenciatura, masterado y doctorado, libretas de
calificaciones, planos de casas, pasaportes, tarjetas de crédito, pasajes aéreos, sapos
disecados, ollas doradas con monedas y granos de arroz y lenteja, y las chuspas de la
buena suerte, fueron los artículos más requeridos (Ibid.). Algunos buscaron al yatiri más
cercano, otros, a los curas de las iglesias para hacer bendecir sus miniaturas, y otros
hicieron variaciones de ambas, como el caso de María Salinas que se dirigió a la estatua
del Ekeko ubicado en la feria de Alasitas. Cargó a la escultura con su minibús, casa y
millones de dólares recién adquiridos, para luego echar flores y cerveza alrededor suyo
“Espero que todo lo que compré se vuelva realidad. El año pasado se cumplió mi
pedido”, decía junto a su hermana (La Razón, 25 de enero de 2006). Alrededor de esta
estatua se instalaron docenas de yatiris que, con fuego, incienso, vino y alcohol
ch’allaban las miniaturas por la suma de 10 bolivianos. Algunas personas incluso se
sirvieron con el Ekeko, pero eso “no le cambió el rostro a la imagen de piedra, el
diosecillo de la abundancia” (Ibid.).

Al momento de cerrar este subcapítulo nos gustaría resumir y analizar el mismo


utilizando la misma estrategia que utilizamos para su redacción, que es, tomando el
parámetro de 15 años propuesto por Paz Estenssoro. Dividimos la primera parte entre
1985 al 2000, y desde 2001 hasta 2006, la segunda.

A modo general, antes de ingresar en lo específico, podemos decir que las


Alasitas se consolidan y expanden. De ser una feria que aglutinaba hacia 1990, 1.800
expositores en la feria central, se pasó a cerca de 8.000 en toda la ciudad, incluyendo a
las urbes de La Paz y El Alto, además de las ferias zonales y temporales que se
instalaron solo el 24 de enero. Esta toma simbólica de la ciudad incluye a todos los

223
sectores sociales, tanto a las clases altas, como las medias y los grupos sociales
empobrecidos del mismo, es por ello por lo que podemos afirmar que las Alasitas se
convirtieron en una fiesta inclusiva. Por otro lado, el tiempo de duración de la fiesta
igualmente se amplió, de ocho días como solía durar en la década de los 80s a tres o
cuatro semanas hacia 2006, hasta colindar con los carnavales.

Entrando en lo específico, en cuanto al primer período, podemos decir lo


siguiente:

 El patrón de crecimiento de las Alasitas dependió mucho de la expansión del número


de creyentes. Aunque la prensa no menciona números específicos para estas fechas,
generalmente utiliza palabras como “masiva concurrencia” “la muchedumbre” “muy
concurrida a pesar de la lluvia”, etc. En cuanto a la forma de expansión, esta fue
siguiendo a las iglesias, en sus alrededores donde temporalmente se ubicaban para
recibir la bendición del culto católico. Otro tipo de influencia sobre su expansión fue
política, cuando en 1991 el alcalde Ronald McLean para neutralizar a los artesanos
que no querían instalarse en la Ex Fábrica Said, decide legalizar a aquellas ferias
temporales en los barrios que empezaban a asentarse en la ciudad, pero solo por el
24 de enero, que era el día en el que el rito de las miniaturas se cumplía. Al año
siguiente, las Alasitas retornaron a la avenida Tejana Sorzano pero no se derogó el
permiso temporal para las ferias barriales.
 Otra forma de incentivo político se dio con la intervención del municipio que asumió
un rol protagónico en la recuperación de la memoria histórica a través de concursos,
la regulación sobre las miniaturas (calidad, originalidad y tema), además de la
promoción de eventos culturales que revaloricen la fiesta de las Alasitas.

 Aparece junto a la consagración de las iglesias, la bendición originaria a cargo de los


sacerdotes aymaras. La prensa registra su aparición desde 1989, pero es probable que
hayan estado presente antes, aunque en un número reducido. Lo cierto es que su
presencia crece a partir del gobierno de Julio Mantilla en el municipio, cuando se

224
registran cerca de 500 yatiris en la feria en 1992. Otro hecho que contribuyó fue la
negativa que tenían las iglesias de bendecir las miniaturas o cuando sucedía eran
insuficientes para tanta gente; tal es el caso de que hubo años en los que se acabó el
agua bendita.

 La feria pasó de ser itinerante a residir en un lugar fijo, el ex zoológico y el parque


Roosevelt, que se convirtieron en parte del Parque Urbano Central, cede de la feria
de Navidad y de Alasitas.

 En 1989 la alcaldía celebró el bicentenario de las Alasitas, pero como dijimos,


cometieron un error histórico de precisión, pues no identificaron que el cerco a la
ciudad fue en 1781, y no en 1789 como creyeron. Nosotros asumimos que
confundieron la fecha por el de la Revolución francesa que se dio ese año.

 La fiesta adquirió matices políticos propios de la influencia de La Paz como cede de


gobierno. Los políticos aprovecharon este día para acercarse a la gente y ganar
simpatías y enemistades, regalando e intercambiando miniaturas.

 El mito de origen de la fiesta paceña centrada en el cerco a La Paz de 1781 y su


traslado de diciembre a enero por el gobernador Sebastián Segurola para que
coincidiera con el de la Virgen de Nuestra Señora de La Paz, como una forma de
hermanar a los que antes estaban en conflicto tendió a consolidarse. No se buscó
hacer una revisión histórica sobre el origen, aunque las investigaciones
arqueológicas trajeron el tema de las illas y amuletos, como una práctica extendida
desde la cultura tiwanakota.

En cuanto al segundo período, entre 2001 y 2006 podemos decir lo siguiente:

 Las Alasitas se expanden al interior de la República y al exterior de ella.


Esta expansión habría comenzado durante el gobierno de Banzer en 1973

225
y continuado con los otros gobiernos. Al nombre de la federación de
expositores se le sumaron las palabras “y Viajeros al Interior y Exterior
de Bolivia”, en alusión a su desplazamiento. Es decir, que quienes llevan
la feria a otros puntos del país, o son los transmisores de esta, son los
artesanos que participan en la feria de La Paz. Esto estaría en consonancia
con las fechas diferentes en las que se presentan las miniaturas en las
otras regiones: en Cochabamba durante la fiesta de Urkupiña, el 15 de
agosto; en Tarija, el 26 de julio; en Oruro, la primera semana de
noviembre; en Trinidad, en la segunda semana de noviembre. Solo en
Quito (Ecuador), de los países en los que realiza la feria se inicia el 24 de
enero. Si bien es cierto que las Alasitas se expanden y se las puede
encontrar en diferentes regiones, solo en La Paz mantiene el carácter
ritual del 24 de enero como día mágico en el que las illas cumplen los
deseos de aquellos portadores que cumplen el rito.

 El 23 de enero se convierte en parte del rito, puesto que marca el inicio de


las celebraciones, con la ch’alla al Ekeko de piedra que se encuentra en el
Parque Urbano Central. En realidad, esta es una invención de la tradición
reciente promovida por el municipio que quedó arraigada en la
comunidad hacia 1990. Esto lo decimos porque no encontramos registro
en la prensa de que esta actividad se realizara ni en los 80s, 70s, o con
anterioridad a ellas.

 La figura del Ekeko empieza a ser desplazada gradualmente por otras


figuras, como los elefantes, perros, gatos, etc., traídos de un contexto
foráneo (el chino) como llamadores de la suerte, y por gallinas, gallos y
muñecos de hilo, que son comprados para atraer pareja. Aunque no es
generalizado su desplazamiento aparentemente corresponde al cambio

226
generacional, pues los más jóvenes ya no se sienten atraídos por esta
imagen, y solo son comprados por los mayores.

 Aparece la feria de los mayoristas. Hasta antes del 2000 no tenemos


registros de su presencia en la feria, por lo que suponemos son de origen
reciente y van a la par con el desarrollo industrial y el creciente número
de creyentes o de personas que desean adquirir cierto tipo de bienes para
el hogar. En este caso ya no serían artesanos, sino que en tanto producen
bienes en serie se convierten en manufactureros, parte de la industria
local. En este sentido, la fiesta se habría convertido en aquella que tanto
deseaban muchos a inicios de siglo, en una muestra de la industria local,
aunque ahora además pasa a ser parte del mercado de consumo masivo.
Los artesanos de la feria cumplen el rol de comerciantes, intermediarios,
antes que productores. Los afiliados de este sector de mayoristas suman
110, de los cuales apenas 40 son paceños, el resto, proceden de otras
ciudades, como El Alto, Viacha, Copacabana, Oruro y Cochabamba.

 Al principio la principal demanda de los expositores era el de contar con


un espacio (Campo Ferial), que les permita exponer sus trabajos con
seguridad, limpieza y orden. Una vez conseguido esto, su principal
demanda fue el que se declarase patrimonio paceño, primero, luego
nacional e internacional a las Alasitas porque veían que otros países como
el Perú o Ecuador las Alasitas también cobraban vigencia. El camino
hacia la declaración de patrimonio, como veremos en el siguiente capítulo
asegurará el reconocimiento de este y de la tradición paceña, pero
institucionalizará el rito obstruyendo cualquier cambio o adición futuros.

227
4. Tradición y modernidad: el debate de la fiesta y feria de la miniatura

En esta sección del trabajo analizamos en términos de tradición y modernidad lo


que significó la fiesta de la miniatura a lo largo del siglo XX, incluyendo los primeros
años del XXI. Esta perspectiva de larga duración nos aporta información para entender
estos dos fenómenos en el contexto de la fiesta de la miniatura. En este sentido,
intentaremos responder a temas como la tradición y el rito de las Alasitas, su relación
con la modernidad (las modernidades) y la modificación de la fiesta, y la formación de
la identidad colectiva.

En cuanto al primer tema sobre la tradición y el rito de las Alasitas o como


denomina la declaratoria de patrimonio “Recorridos Rituales en la Ciudad de La Paz
durante la Alasita”, como acto repetitivo que tiene sentido mágico, podemos decir que,
desde inicios del siglo XX, la esencia de la creencia se mantiene, pero que se ha creado y
recreado sobre él otras prácticas. A inicios del siglo XX, el sentido mágico de la
fertilidad y abundancia material son depositados en el Ekeko, que es entendido de dos
formas, es por un lado un espíritu benéfico aymara propio de la creencia de los
indígenas; y por otro, un talismán que atrae la fortuna, pero especialmente, el amor de
pareja. Las otras miniaturas que se exponen los días de la fiesta carecen de valor mágico
y pasan por juguetes para los niños. Sobre esto la prensa afirma que la Alasita es una
feria para los niños. Podemos afirmar que a inicios de siglo, el carácter de feria prima
sobre de la fiesta ritual, además que está muy vinculada con la fiesta de la Virgen de
Nuestra Señora de La Paz.

El cambio recién se lo advierte a inicios de la década de los 50s cuando se


empiezan a vender al interior de la Catedral billetes de Alasitas (la primera mención que
encontramos sobre ello es de 1958 pero es probable que haya iniciado antes). Si bien el
Ekeko sigue siendo la figura principal, la introducción de los billetitos introduce
cambios en la ritualidad: permite que otras miniaturas ingresen al ámbito de lo mágico,
introducen criterios de la propia modernidad pensado en el dinero como un bien con el
que se adquiere el bienestar material, y permite que la fiesta adquiera un carácter

228
sincrético, al introducir la bendición católica sobre las miniaturas. Esto último viene a
reforzar creemos, la creencia de las Alasitas y su carácter mágico, pues no solo combina
las creencias nativas sobre el bienestar, sino que añade la santificación y el permiso
cristiano del rito mediante la bendición. A esto se añade el 24 de enero y el medio día
como el tiempo mágico para que se cumplan los deseos (sobre el 24 de enero la primera
referencia la encontramos en 1953 para adelante; en 1952 las Alasitas inician el 23, no el
24). Estas dos introducciones marcan las bases para la formación de todos los recorridos
rituales que conocemos y que se introducirán en años posteriores. Sobre el dinero
creemos que es parte de la influencia la corriente modernizadora, pero sobre el 24 de
enero, el medio día y la las otras miniaturas y su bendición es parte del proceso
nacionalista que nos dejó la guerra del Chaco y que adquirió forma a inicios de la década
de los 50s, antes de la Revolución del 52, que la fortaleció y coadyuvó en su
masificación.

Otro hecho que aparece reseñado el año 1958 es la ch’alla, como ceremonia
exclusiva del Ekeko y que se realiza cada 24 de enero desde que se lo adquiere. La
ch’alla por entonces no es general para todas las miniaturas sino exclusivamente para el
Ekeko. Esta parte del rito cambiará recién en la década de los 80s (es mencionado por la
prensa por primera vez en 1989) cuando los curas se rehúsan a bendecir las miniaturas, y
cuando en años posteriores lo permitan, la gente es tanta que no puedan cumplir con esta
parte del rito. Desde entonces la presencia de los sacerdotes aymaras se incrementa cada
año. En 1992 se registran 500 yatiris promovidos por el entonces alcalde Julio Mantilla
de CONDEPA.

Sobre el segundo tema, sobre la tradición y modernidad, se puede afirmar que


efectivamente la segunda ha influido sobre la primera, aunque no ha alterado la bases o
esencia de su creencia. Dos son los momentos que identificamos sobre esta influencia.
La primera, durante los gobiernos liberales de principios de siglo XX y sus repetidos
intentos por transformar la fiesta de las Alasitas en una exposición de industria y
comercio que muestre los principales adelantos de las manufacturas nacionales, y que

229
además sea un espacio para hacer negocios. Otra característica de esta época son los
repetidos comentarios negativos sobre la tradición, que influyeron para que muchas
tradiciones de la fiesta se perdieran como los gualaychos y danzantes que antes
formaban parte de la celebración. El punto más alto de su influencia fue en 1929 cuando
se declaró mediante ordenanza municipal a las Alasitas como “Feria Industrial destinada
a la exposición de obras manuales de los pequeños industriales y de los obreros
nacionales o extranjeros y de las fábricas nacionales establecidas”. Por entonces se
obligó a la Escuela de Bellas Artes y Oficios a participar exhibiendo el trabajo de sus
estudiantes. Esta feria fue un fracaso y el impacto sobre la fiesta de las Alasitas, mínimo.

El segundo momento o periodo que identificamos se dio muchos años después y


se desarrolla actualmente, con la globalización. Este es un fenómeno universal que trae
nuevos sistemas de vida sobre los habitantes intentando homogeneizar a las personas en
todos los aspectos de la sociedad. La respuesta a este fenómeno sobre la fiesta de
Alasitas, y que estamos de acuerdo, fue la que dio Carlos Toranzo en su artículo sobre
“Globalización y Alasitas”, según la cual es la fiesta que ha utilizado a la globalización,
para expandirse, es decir, se ha difundido hacia el interior y exterior del país mediante
los medios que la globalización ha generado. Pero antes a fortalecido sus rasgos de
identidad, propios que la han hecho única y diferenciado con respecto a otras fiestas,
para luego expandirse. Esta forma de expansión y aceptación por otros miembros de la
sociedad demuestra su enorme atractivo que a la vez han incentivado a los actores
involucrados a cuidar de la tradición e iniciar el rescate de aquellas prácticas culturales
perdidas, como la idea del intercambio promovida por el municipio cada 23 de enero en
el Tambo Quirquincha. Sin embargo, pese a los intentos de las autoridades y artesanos la
figura del Ekeko se ha debilitado los últimos años con la introducción de otros
“llamadores de la suerte”, como denominamos a aquellas figuras foráneas de culturas
extranjeras que intentan cumplir la misma función, como dragones, perros, caballos,
elefantes, gatos, etc.

230
Por último, queremos resaltar el papel del municipio y de los medios de
comunicación que han sido los principales promotores para que la tradición se
mantenga. La alcaldía, ha organizado, otorgando premios, sanciones y multas,
promoviendo la práctica de la tradición y su recreación y rescate; la prensa, ha impuesto
sanciones morales sobre aquellos que incumplieron las normas, comerciaron con
mercadería ajena a la fiesta o intentaron lucrar a costa de la gente; por otro lado,
rescataron la práctica de la tradición año tras año a través de entrevistas, descripciones
de la fiesta e interpretaciones de autores reconocidos sobre el Ekeko y las Alasitas.

En cuanto al tema de la identidad, uno de los primeros fenómenos que


observamos en este largo proceso lo relacionamos con una afirmación que hicimos en el
marco teórico, la tradición es lo que persiste del pasado en el presente, y su transmisión
es selectiva lo suficiente para que el grupo forme su identidad colectiva137. Desde inicios
de siglo podemos decir que la identidad colectiva se ha formado gradualmente, se ha
aprendido, que sus agentes (los sus ciudadanos) la asimilaron gradualmente, y que la
identidad colectiva para que se asimile necesita ser practicada constantemente. A inicios
de siglo observamos que la identidad colectiva parece lejana al grupo, está centrada no
precisamente en el pasado sino en el futuro, en un ansia de querer modernizar el país,
con la esperanza de que en algún momento lo culto, sano y ordenado reemplace a lo
grotesco, inculto y bárbaro identificado en nuestras culturas y prácticas locales. Aunque
es necesario hacer notar, que, pese al discurso agresivo contra la fiesta de Alasitas y sus
deseos de transformarla en una feria de industrias, nunca lo hicieron, e incluso
participaron de la fiesta con rifas, suertes y kermeses. En este sentido podemos decir,
que si bien tenían las ansias de querer y desear modernizar el país a la forma europea
también desearon buscar su identidad como colectivo, y la forma más cercana de un
referente cultural propio lo encontraron en las culturas locales y sus prácticas
tradicionales.

137
Pierre, Diccionario de Etnología y Antropología, 709.

231
Hacia la década de los 30s y 40s existe un renacer del nacionalismo y la
consecuente búsqueda de fortalecer la identidad colectiva. Esta búsqueda de identidad
nosotros la llamamos “nacionalismo de vitrina”, pues se nota gran interés de rescatar y
valorar las tradiciones de antaño, fomentar el rescate de la cultura ancestral, pero la
gente no se inclina a vivir el rito de las Alasitas, a experimentarlo para integrarlo como
parte de su identidad, sino que se mira la tradición como se haría en una exposición en
un museo o galería de arte.

Desde los 50s podemos afirmar que la identidad se vuelve práctica y rutinaria, lo
que favorece la formación del hábito. Desde esta década para adelante la fiesta adquiere
el carácter de masiva, creciendo y expandiéndose hacia otros departamentos, desde la
década de los 70s y a otros países, como lo muestran las noticias de los 90s, así mismo la
feria se convierte en receptáculo para que otros artesanos del interior del país puedan
exponer sus trabajos. Podemos afirmar que en los 2000 la práctica del rito es una rutina,
y que efectivamente existe una identidad colectiva en torno a las Alasitas, una visión del
pasado que es compartida y que además es etnocéntrica, pues afirma que el único
espacio donde la magia de las miniaturas es posible es el 24 de enero, y que esta
tradición es netamente paceña. Este argumento se utilizó para postular a la Declaratoria
como Patrimonio Intangible de la Humanidad, ante la Unesco. Una vez que la fiesta de
las Alasitas fue declarado Patrimonio la tradición de la práctica ritual adquirió rigidez
haciendo complicado la introducción o recreación de nuevas o anteriores prácticas
culturales.

Tradición y modernidad son como las dos caras de una misma moneda. A
nuestro parecer no necesariamente se oponen o contradicen, en nuestro caso se vinculan
estrechamente generando, reprimiendo nuevas pautas culturales, y potenciando otras.
Esta vinculación puede verse en todo el proceso ritual de las Alasitas, desde la feria de
mayoristas que utilizan moderna maquinaria para producir por serie las miniaturas o
esculturas para que los comerciantes minoristas lo vendan en la feria, hasta el momento
de las bendiciones donde se mezclan creencias cristianas e indígenas para atraer la

232
suerte. Participa un gran sector de la población, de distintos niveles sociales, y, como
veremos más adelante el intenso flujo monetario la ha insertado dentro del mercado
capitalista.

233
Capítulo 5: Recuperación de la tradición: la Illa del ekeko y la Declaración de la
Fiesta de las Alasitas como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad

Este período de análisis de la fiesta entre 2009 y 2018, está marcado por la
emergencia de un nuevo tipo de nacionalismo y por la institucionalización de la cultura
en el país. El retorno del nacionalismo esta vez centrada en lo indígena originario y no
en lo mestizo, como fue la propuesta del nacionalismo iniciado en el 52, tuvo un inicio o
raíces más lejanas que el del nuevo milenio. Desde los 90s por lo menos vemos reflejado
en la prensa una lenta apropiación y rescate de los valores culturales indígenas. En el
caso de las Alasitas, incentivos para la participación de yatiris en la práctica de la ch’alla
con el alcalde Julio Mantilla, o la creación del rito del 23 de enero como inicio oficial de
la feria, un espacio donde se realizan ceremonias andinas para pedir permiso a la
Pachamama, se ch’allan Ekekos, se recrea el intercambio como valor andino diferente al
comercial del mundo capitalista, etc. Si podemos afirmar que el nuevo milenio es una
síntesis de aquellas prácticas y ritos andinos que luego se institucionalizarán por las
instituciones y la Declaratoria de Patrimonio Intangible de la Humanidad.

Este segundo hecho, el de la institucionalización, tiene dos referencias, el


fortalecimiento de las instituciones culturales del Estado y la consolidación de las
prácticas rituales, en nuestro caso de las Alasitas, con la Declaratoria de Patrimonio
Intangible de la Humanidad, que se abordará con detalle más adelante. Uno de los
hechos más importantes tiene que ver con la creación del Ministerio de Culturas (D.S.
0001 de 10 de febrero de 2009), herencia del Instituto Boliviano de Cultura, que luego se
transformó en Secretaría Nacional de Cultura y luego en el Viceministerio de Desarrollo
de Culturas, para después devenir en Ministerio. Estos hechos marcan como la cultura va
adquiriendo más importancia. Junto a ello un gran movimiento cultural será su
acompañamiento, por el lado del propio Estado central como de los gobiernos
municipales, y organizaciones privadas como los grupos folklóricos, artesanos,
comparsas, etc. Su otro componente es la institucionalización de las costumbres y ritos a
través de las Declaratorias de Patrimonios Culturales Intangibles de la Humanidad. Junto

234
a la cosmovisión andina de los Kallawayas, el Carnaval de Oruro, y otros, en 2017 se
reconocerán “Los recorridos rituales en la ciudad de La Paz durante la Alasita” como
patrimonio intangible. Esta declaración institucionaliza el rito o los ritos durante la fiesta
de la miniatura. Tiene una gran importancia en tanto reconoce las prácticas culturales al
interior de las Alasitas y el imaginario de los creyentes en su duración, coloca, por otro
lado, una carga sobre el Estado para su conservación y difusión como parte de memoria
histórica del pueblo paceño.

Ambas formas de institucionalización recrean un nuevo escenario cultural, que


como veremos, se fue gestando gradualmente a lo largo de décadas.

Antes de ingresar a los temas que nos interesan en el capítulo desglosamos año
por año, desde 2009 hasta 2014, los hechos más importantes que registra la fiesta
respecto la prensa paceña, con el objeto de observar su evolución reciente.

2009.

Resurge la idea del trueque, el hecho de intercambiar las miniaturas que se


adquieren el 24 de enero para que se vuelvan reales. Este hecho se atribuye al propio
inicio de la fiesta paceña en 1781. Por un momento se olvida la etimología de las
Alasitas que significaría “cómprame” y no intercámbiame o intercambiaremos. Es
posible que este rescate de la tradición que se quiere reintroducir tenga que ver con el
hecho de intercambiar con piedrecitas o botones relucientes (los tapabalazos) las
miniaturas. A nuestro parecer esta práctica es importante pues se intenta despojar el
aspecto comercial de las Alasitas, tan propio del capitalismo y la globalización, y de
imbuirle un sentido simbólico, sacralizado y valorizado por la reciprocidad, parte de la
cosmovisión del mundo andino. Esta práctica si bien se rescata y practica bajo auspicio
del municipio cada 23 de enero cuando se realiza una ceremonia andina que da inicio
formal a los festejos era practicada muchos años antes por los creyentes que asistían a la
bendición de la Catedral.

235
Este año también surge la idea de elegir al “Ekeko real” de entre los expositores
de la Feria (La Razón, 20 de enero de 2009). Este personaje recorrió el 24 de enero
varias calles de la ciudad llegando a medio día para la inauguración en el Campo Ferial.

Se debe resaltar también la presencia de una Ekeka, imagen que muestra a una
mujer que lleva en la espalda “a un hombre borracho” además de cargar los alimentos,
garrafas y dos perros, sobre una bicicleta (La Razón, 22 de enero de 2009). Esta imagen
se encontraba en el puesto del movimiento feminista Mujeres Creando. También se
expuso al hombre ideal, una personificación del presidente Evo Morales que sostenía
una escoba en la mano izquierda y una bolsa de mercado en la derecha, mientras carga
un niño (Ibid.).

Fotografía 34 Ekeka

Fuente: Fotografía de Pedro Laguna. Al pie de la imagen se puede leer “La Ekeka monta
una bicicleta y carga sobre su espalda un ebrio y todo tipo de productos” (La Razón, 22 de enero
de 2009).

236
Finalmente, quisiéramos llamar la atención sobre la venta de los negocios en
miniatura. Años antes se advertía su presencia, pero no fue tan llamativa como la
presente gestión en la que fueron tan buscados y requeridos como los billetes de
Alasitas. Tiendas, carnicerías, peluquerías, farmacias, etc., fueron requeridas por los
creyentes. “Miles” de personas asistieron a la inauguración, mientras los políticos se
afanaban en discursos (lamentaciones porque la gallina que les regalaron no surtía efecto
o se regalaban pequeñas constituciones esperando su pronta aprobación) los asistentes
buscaban sobre todo “dinero y negocios” (La Razón, 25 de enero de 2009). Esta práctica
la podemos clasificar como citadina pues se asimila al bienestar con la riqueza material.
Ya no solo se quiere dinero, sino una fuente de trabajo que genere recursos, en este
sentido se intenta controlar el futuro asegurándose una provisión segura de recursos.
Esto nos muestra también una suerte de independencia del Estado como proveedor de
bienestar y seguridad.

2010.

En año inicia con la preparación del informe sobre origen de la fiesta de las
Alasitas con el objetivo de presentar la postulación a la Unesco, para que esta institución
declare a la fiesta como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. El Comité estuvo
encabezado por:

(…) el Ministerio de Relaciones Exteriores y el Ministro de Culturas, se


encuentran Nogardo Jiménez Villa, director general de Patrimonio Cultural del
Ministerio de Culturas, Walter Gómez Méndez, oficial mayor de Culturas del
Gobierno Municipal de La Paz; Milton Eyzaguirre, representante del Museo
Nacional de Etnografía y Folklore (MUSEF); Rolando Huanca, presidente de
FENAENA, Rosaisela Rocha, representante del Consejo Departamental de La
Paz, Andrei Jiménez, en representación de la Secretaria Departamental de
Turismo de la Prefectura de la Paz, Fernando Cajías de la Vega, presidente de la
Fundación Cajías y Gonzalo Iñiguez, representante de SEDECA (El Diario, 10
de enero de 2010).

Este inicio será largo y atravesará por varias etapas hasta lograr la declaratoria en
diciembre de 2017. Este tema será abordado con posterioridad de manera separada.

237
Este año la prensa rescata una práctica ritual que antes no se mencionó: el hecho
de comprar 3 años seguidos una miniatura para que el sueño se cumpla. Debe hacérselo
con mucha fe, el 24 de enero a medio día y ser challado en la iglesia o con el yatiri, pero
debe repetirse esta práctica por 3 años consecutivos (El Diario, 18 de enero de 2010).
Esta es una variación del rito general del 24, y complementario pues reconoce que se
debe practicar dentro de la costumbre general, una variación como vimos antes de otros
casos como el que ocurre con los santos de la Catedral, el Ekeko de piedra del Campo
Ferial, el hecho que se deben regalar, intercambiar o quemar las miniaturas en San Juan.
Todas estas prácticas tienen la finalidad de atraer la suerte o llamar al deseo que quieren
que se cumpla.

El 23 de enero El Diario nos relata el conflicto que surge a raíz de la instalación


de la Feria de Alasitas en la ciudad de Oruro. Esto debido a que choca con la fiesta del
Calvario de la Virgen Candelaria, y que el lugar quiere ser ocupado por los artesanos
que cada año fueron creciendo. El lugar en disputa es la zona del Santuario del Socavón.
Al final se trasladó a las Alistas a la avenida 6 de Agosto. Según la prensa el “día del
Ekeko” habría iniciado hace 8 años (en 2003), cuando una señora “cuyo nombre es
desconocido, llevaba a la zona del Santuario del Socavón una estatuilla del “Ekeko” para
adorarla con la challa de bebidas alcohólicas, además de hacerle fumar un cigarrillo” (23
de enero de 2010). La innovación de los artesanos este año fue la introducción de un
banco en el que los visitantes cambien el dinero real por “billetes del Calvario”, para
poder comprar miniaturas y “todo lo que uno pueda encontrar en la feria (…) Los
comerciantes, al final de la jornada visitan el Banco del Calvario para cambiar los
billetitos por dinero real” (Ibid.).

Las Alasitas de 2010 llevaron el lema “Tiempo de cambio, prosperidad para


todos”. El 24 de enero cayó una suave lluvia, miles se agolparon a las ferias temporales
instaladas cerca de las iglesias y plazas para comprar su deseo y hacerla bendecir.
Asistieron el vicepresidente Álvaro García Linera y la alcaldesa interina de La Paz
Rosario Aguilar, en representación de las autoridades nacionales principales. Ambos

238
coincidieron que se presentaría la nominación a la Unesco para que sea declarada
Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, “con el objetivo de resguardar nuestras
tradiciones culturales que al trascender fronteras corren el riesgo de ser usurpadas” (El
Diario, 25 de enero de 2010).

2011.

El registro de los expositores en su conjunto no es claro. La prensa da siempre


números aproximados, y las autoridades tampoco tienen claridad sobre la cantidad o
crecimiento. Por ello algunos años nos dicen que son 3500, y otros 4000, o 6000
expositores, para luego bajar otra vez a 3500. El caso es que año tras año su cantidad
aumenta y la falta de espacio es notoria. En 2011 los feriantes se dividieron en dos
partes: junto a Fenaena, surgió la Federación Nacional de Expositores de Alasitas que
pidió se amplié el espacio de exposición hacia las calles Argandoña y el atrio del Teatro
al Aire Libre, ante la negativa del municipio los expositores y la guardia municipal se
enfrentaron en puertas del Palacio Consistorial. Los feriantes amenazaron con la
maldición del Ekeko al alcalde Luis Revilla sino accedía a su demanda (El Diario, 20 de
enero de 2011). Como solución se habilitó el ex Campo Ferial del Kusillo, y el conflicto
se trasladó a los expositores del Campo Ferial que se disputaban los mejores puestos (El
Diario, 21 de enero de 2011); en otra parte del acuerdo firmado con la alcaldía, esta se
comprometió a que los ambulantes, que no forman parte de ningún gremio, serían
impedidos de comerciar en la feria. Si bien los feriantes aceptaron, disgustados
amenazaron con recibir al alcalde con huevos y tomates el día de la inauguración, pero
esto no ocurrió.

Este crecimiento gradual de los expositores es entendido por José Gramunt de


Moragas como la opción desde el ámbito privado que manifiestan los artesanos por
conseguir una fuente de trabajo, allí donde el Estado no puede crear fuentes de
ocupación permanentes. Los artesanos se ingenian para inventar trabajo formando una
“sociedad paralela, trabajadora y activa que desde el 24 de enero exhibirá su vitalidad en
la Feria de Alasitas” (La Razón, 19 de enero de 2011). El articulista concluye afirmando

239
que el Estado se lanza a iniciativas grandes como las fábricas de lácteos, las plantas de
petróleo y gas, el satélite Túpac Katari, etc., que no genera trabajo masivo ni permanente
y que muchos nacidos recientemente no disfrutarán, por ello los artesanos de las
Alasitas, que incluso llegan desde Copacabana trayendo Ekekos, son los verdaderos
inventores de trabajo en la economía boliviana.

Este año el Museo Nacional de Etnografía y Folklore a través del proyecto


“Alasitas, Universo de Deseos” y en colaboración con el Observatorio Boliviano de las
Culturas, realizaron una investigación sobre las miniaturas de las Alasitas, demostrando
como cada objeto miniaturizado, carga un contenido “inmaterial que puede ser riqueza,
bienestar familiar, ascenso social y económico”, y que además transmiten un deseo
intenso “que implica una crisis del sujeto o la búsqueda de una realización personal” (El
Diario, 23 de enero de 2011). En el siguiente cuadro que publica la prensa se observa
esta relación entre las miniaturas y su simbología:

Tabla 7 Relación entre las miniaturas y el deseo que simbolizan

Acto Potencia Símbolo


Riqueza material
Billetitos Dinero Mayor capacidad adquisitiva
Marca de status socioeconómica
Riqueza material
Ejercicio del oficio de chofer y
Autito Auto por tanto mejoramiento de las
condiciones de vida
Marca de status social
Abundancia de alimentos
Canasta de productos Estrategia imaginaria de
Canastita de alimentos de primera necesidad, enfrentar una posible crisis
canasta familiar económica que incidirá en los
precios de los alimentos
Maternidad
Niñito, bebito Niño, bebé Paternidad
Familia
Riqueza material
Empleada doméstica Empleada doméstica Marca de status social
Servicios domésticos pagados

240
Liberación de la carga trabajo
doméstico
Fuente: Alasitas, Universo de Deseos. Observatorio Boliviano de las Culturas. El Diario, 23 de
enero de 2011.

Como se observa en el cuadro, una misma miniatura puede llegar a


simbolizar distintas cosas. La empleada doméstica, la riqueza material, el estatus social o
la liberación de la carga de trabajo, por ejemplo. Mucho depende del sentido subjetivo
de quien compra la miniatura y la materialización que espera. En este sentido, podemos
afirmar que cada deseo es individual por más que los deseos sean parecidos.

En otra parte del estudio, el Observatorio Boliviano de Culturas nos muestra


otras formas del rito que suceden al interior de la Catedral. Entre ellas tenemos:
intercambiar billetitos con desconocidos, pagar las deudas del banco, colocar fajos de
billetes a los pies de la Virgen o frotarlos a los pies del Cristo crucificado, o
simplemente entregarlos a personas formalmente vestidos, son los principales ritos que
recoge el estudio (La Razón, 21 de enero de 2011). Junto a estos hallazgos se menciona
como el Ekeko parece estar desapareciendo de las compras paceñas. Este fenómeno no
es nuevo y es de resaltar puesto que se inicia el proyecto de Declaratoria de Patrimonio
Inmaterial de la Humanidad ante la Unesco, y la Alasita y el Ekeko están íntimamente
conectados. Esta desaparición de la tradición paceña es atribuida por David Mendoza al
hecho de que a las nuevas generaciones no les resulta atractivo, también a que con el
tiempo han ido apareciendo nuevas figuras como los del calendario chino, que han
desplazado al dios de la abundancia gradualmente. Otro factor sería el castigo que
impone al que no se ocupa de él, o a los celos que siente cuando su dueña quiere
encontrar pareja. Estos factores estarían haciendo que la gente no sienta atracción por
adquirir un Ekeko (La Razón, 21 de enero de 2011)

El 24 de enero se contabilizaron 30 ferias zonales, en diferentes espacios


públicos: avenidas, plazas, atrios de templos católicos, etc., fueron tomados
temporalmente por los expositores y creyentes. En cada sitio se intentaban cumplir con
los ritos ya interiorizados por las personas: comprar las miniaturas a medio día del 24,

241
hacerlas ch’allar primero con el yatiri para luego buscar la bendición con agua bendita
de la iglesia católica; algunos sacando su Ekeko para la misa, otros intercambiando
miniaturas, etc. En los barrios se instalaron en los macro distritos Centro, Periferia,
Cotahuma, Sur, Mallasa, San Antonio y Max Paredes, obteniendo un permiso para
asentarse en espacios públicos por horas.

Ilustración 9 30 ferias zonales para la fiesta de Alasitas

242
Fuente: Infografía J.H.T. Gobierno Municipal Autónomo de La Paz. La Razón, 23 de
enero de 2011.

Un hecho icónico este año fue la reunión de las dos principales autoridades, una
del Estado, el presidente Evo Morales, y la otra regional, el alcalde, Luis Revilla, que
dejaron a un lado sus diferencias políticas y compartieron el espacio en el tiro al blanco
y las canchitas, antes de cortar la cinta de inauguración. Este toque diferente le dio una
dinámica distinta a las Alasitas tan acostumbrados al conflicto político y al estrés
cotidiano de la vida citadina.

Fotografía 35 El presidente Evo Morales y el alcalde Luis Revilla, en un partido de


canchitas.

Fuente: Fotografía cortesía del GAMLP. Al pie de la imagen se puede leer “Este fue un
clásico diferente que también concluyó empatado”. El Diario, 25 de enero de 2011.

243
El 24 de enero además se realizó la fiesta de la miniatura en la sede de la Unesco
como antecedente y apoyo a la carpeta de postulación a Obra Maestra del Patrimonio
Inmaterial de la Humanidad que se presentó al comité de calificación de la Unesco el 31
de marzo. En esta ocasión el grupo Pukawara, dirigido por Guillermo Cuiza dejó
escuchar música tradicional en el salón de los Pasos Perdidos, como inicio de la
celebración de la fiesta. A las 12 se celebró una ceremonia indígena dirigida por el yatiri
Guillermo Contreras, para luego iniciar la fiesta. Para tal motivo se llevaron alrededor de
100 miniaturas y 30 fotografías, además de que los residentes bolivianos mostraron sus
Ekekos. El objetivo de la celebración era mostrar el origen y la trascendencia de la
festividad de Alasitas a los representantes de la Unesco (La Razón, 25 de enero de
2011).

2012.

Una de las características de las Alasitas de 2012 fue la revalorización de algunas


costumbres que se fueron perdiendo en el tiempo. Esta medida fue asumida por la
comuna como respuesta a la presentación de la carpeta para la declaratoria de
Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. El intercambio, como valor de la reciprocidad,
se intenta posicionar como referente de las Alasitas y como costumbre, donde se
permutan los sueños y anhelos (El Diario, 22 de enero de 2012). Además, el municipio
extendió el programa habitual que solía tener, e incluyó bajo el lema “Vivamos nuestro
patrimonio ancestral”, un campeonato de canchitas, trompo y choca, además de una
ch’iti feria de Alasitas para los niños, un concurso de Ekekos, además de muestras en los
diferentes salones de los museos municipales. El programa extendido lo mostramos a
continuación:

Tabla 8 Programa Alasita 2012

Fecha Actividad Lugar Hora


13 al 4 de T’ili campeonato de Choca, 2do piso, cine 6 de Agosto 09.00 a 11.30
febrero trompo y canchitas 15.00 a 18.30

Gran final Campo ferial del

244
Bicentenario 14.00 a 17.00
20 de enero Ritual al Ekeko Campo ferial del 18.30
Consagración de las Illas, Bicentenario, sector del
Ispallas y el Ekeko monumento al Ekeko
Mesa ritual
Grupo de música autóctona
24 de enero Inauguración de la Feria de Plaza Eliodoro Camacho 10.30
Alasitas 2012
04-05 de Ch’iti feria de Alasitas Plaza de las tradiciones 10.00 a 18.00
febrero Espacio interactivo
Pipiripi
18-20 de enero Curso de origami Museo San Francisco 12.00 a 15.00

Actividades de promosión y reflexión de Alasita


Fecha Actividad Lugar Hora
13-29 de enero Exposición fotográfica de Museo Tambo
Cordero: “Una mirada por Quirquincho 09.00 a
la Alasita” 11.30 15.00 a 18.30
19 al 26 de Retrospectiva de Alasita Inauguración 16 de ene. 19.00
febrero 1986-2011 (obras Museo costumbrista Juan
premiadas) de Vargas 09.00 a 12.30
(c/Sucre esq. Jaén) 15.00 a 18.30
20 de enero al Exposición retrospectiva Sala de exposición. Casa 15.00 a 18.30
03 de febrero Ekekos tradicionales de la Cultura Franz
Tamayo
Antonio Gonzales Bravo
22 de enero al Arte en pequeño formato Museo contemporáneo 09.00 a 21.00
18 de febrero Plaza (Av. 16 de julio esq.
Reyes Ortiz)
24 de enero Pinturas en miniatura Casa Museo Mamani 09.00 a 19.00
Mamani (c/Jaen)
24 de enero al Concurso miniaturas de Recepción de trabajos: 09.00 a 11.30
06 de febrero Alasitas Casa Municipal de 15.00 a 18.00
Culturas Franz Tamayo
24 al 31 de Intercambio de billetitos Atrio de la Cinemateca 12.00
enero sahumados (válidos para la
compra de una taquilla para
dos personas)
13 de febrero al Exposición “Tradicional Sala de exposición María
03 de marzo Concurso de miniaturas de Esther Ballivián (2do
Alasita 2012” piso) Casa de la Cultura

Fuente: Oficialía Mayor de Culturas del Gobierno Municipal de La Paz. La Razón, 17 de


enero de 2012.

245
Estas medidas, además de fomentar al fortalecimiento de la tradición y mandar
un mensaje a la Unesco sobre la importancia inmaterial de la fiesta, pretendían afianzar
la figura del Ekeko y la feria de Alasitas, y que ambos son de la ciudad de La Paz. Para
el 24 se pensó además escenificar la historia del Ekeko para mostrar el significado de la
fiesta y presentar la canción oficial de las Alasitas 2012 compuesta por Dagmar
Dümchem (La Razón, 24 de enero de 2012).

El sociólogo David Mendoza por su parte con respecto a la fiesta explica del por
qué no existen documentos sobre la fiesta que den más luces acerca de esta costumbre.
Le atribuye a la proscripción que se tenía en la colonia sobre los sistemas de creencias
nativos dentro del proceso de evangelización que no se recogieron datos o relatos que
describan la fiesta, por ello se tienen muchas interpretaciones entre mitos y leyendas. Por
esto mismo se privilegia la memoria oral para reconstruir su pasado (El Diario, 24 de
enero de 2012). Según el sociólogo la fiesta sería propia del valle de Chuquiago y habría
nacido en la zona de Santa Bárbara, antes ayllu Uturuncu, luego habría adoptado el
rostro mestizo recorriendo otras zonas de la ciudad.

Este año además se presentó el libro “Alasitas, universo de deseos” de los


autores Luz Castillo y Nelson Martínez, bajo el auspicio del Musef. Una investigación
descriptiva etnográfica con enorme valor, como advierte el periodista de El Diario le
ofrece una visión fresca y actualizada a la fiesta de la miniatura (El Diario, 25 de enero
de 2012). Uno de sus hallazgos más importantes es explicar cómo la fiesta se ha
modernizado siguiendo el proceso histórico del país, pero sin cambiar drásticamente su
esencia ritual, sin embargo, se calcula que solo un 5% de los feriantes es artesano,
mientras que el resto son comerciantes informales que rotan su oferta según las fiestas
de cada año (navidad, carnaval, etc.) (Ibid.). Este sería un efecto de la modernidad y la
facilidad que ha traído de poder reproducir grandes cantidades, que las miniaturas antes
artesanales ahora forman parte de la producción seriada mediante diversas máquinas.
Por otro lado, la producción se ha diversificado geográficamente y ya no se concentra en

246
la ciudad de La Paz, sino que vienen desde El Alto, Copacabana, Viacha, Cochabamba,
etc., además de la erupción de artesanos del Perú.

Andrés Zaratti sostuvo que sólo para la jornada del 24 se dieron permisos
temporales para que se instalen pequeñas ferias en los diferentes macrodistritos. La
autorización sería entre las 10:00 hasta las 15:00 (La Razón, 24 de enero de 2012).

2013.

El Ekeko empieza a retomar un lugar de importancia en las Alasitas. Años antes


habíamos visto como esta figura volvía a ser el centro de atención en la fiesta de las
illas, de la promoción por parte de las autoridades municipales y el interés que despertó
en las nuevas investigaciones. Este año los investigadores Jesús Llusco y Milton
Eyzaguirre, en entrevista a La Razón, nos introducen en su pasado y significación.
Según los investigadores relacionan al Ekeko con las personas tocadas por el rayo
(Illapa) “Esto las hacía personas afortunadas. El mismo principio se aplica al Tunupa, el
cual tiene el rayo dentro de su joroba” (La Razón, 20 de enero de 2013). En tiempos
prehispánicos el Ekeko no cargaba ninguna illa (que es una representación del espíritu
de las cosas), esto se prolonga hasta la colonia, en el momento al que Villamil de Rada,
le atribuye, después del cerco a La Paz, su surgimiento formal como dios de la
abundancia y la fertilidad, y se le cargan distintas miniaturas con la esperanza de traer
bienestar a su dueño.

Otro aspecto de la fiesta que es revalorizada en esta gestión son los periodiquitos.
A mediados de diciembre de 2012 el titular del Ministerio de Cultura, Pablo Groux,
informó que los periódicos de Alasitas, fueron registrados en la lista de Memoria del
Mundo de América Latina y el Caribe de la Unesco bajo el título “Prensa escrita en
miniatura” de la Alasita de la ciudad de La Paz (La Razón, 22 de enero de 2013). Fue
presentado en conjunto con el municipio de La Paz, la Fundación Flavio Machicado, la
colección de la familia Rada y el Museo de Instrumentos Nativos (Ibid.). Para celebrar
este acontecimiento se organizó dos muestras en los museos municipales, en el Museo

247
Costumbrista Juan de Vargas y en el Tambo Quirquincho, por su parte el Ministerio de
Culturas que canalizó la postulación organizó un acto de reconocimiento especial.

Entre los comentarios de los articulistas es de resaltar el de Patricia Vargas en el


“Ritual en las calles”. El artículo es interesante pues rescata un elemento que aparece en
las Alasitas, pero es practicado en otros tiempos y en otros espacios geográficos al
interior de la República, nos referimos a la ch’alla. Esta ceremonia andina se sucede casi
todo el año, en diferentes festividades, en actos públicos o familiares, que lo practican
sin la necesidad siempre de la presencia de un yatiri que dirija la ceremonia. La ch’alla
implica una “especie de rejuvenecimiento constante de las tradiciones”, la reproducción
de un universo “lleno de cargas simbólicas” y como todo ritual “la ch’alla de las
miniaturas inspira respeto y consideración en quien las compra” (La Razón, 24 de enero
de 2013).

248
1. La Recuperación de la “Illa del Ekeko”

Al inicio de la investigación (en la introducción) aclaramos que esta


investigación no tiene por objeto problematizar sobre el origen de la fiesta de las
Alasitas y el Ekeko pues creemos, que para que el nacimiento de una figura o
manifestación cultural aparezcan, intervienen muchos factores políticos, sociales,
económicos y sobre todo sentimentales de apropiación, que influyen en la formación
gradual del mito y su resignificación en el tiempo. Una fecha de nacimiento no
necesariamente pasa por un día determinado, sino que es la suma de múltiples procesos
de los cuales la sociedad se va apropiando. En este sentido al tratar el tema de la
recuperación de la Illa del Ekeko, no trataremos temas como, si es de origen tiwanakota
o pucara, si es hombre o mujer, si tiene que ver con el Ekeko o con otra deidad andina;
lo haremos desde el valor simbólico que la pieza arqueológica tiene para los bolivianos,
y la significación o resignificación que nosotros le hemos dado, cargándola de valor
cultural.

La illa, la figura que fue repatriada es de aproximadamente 15.5 cm de alto,


trabajada en una piedra verdusca, con una vena blanca a la altura de la unión entre
cabeza y cuello. Carlos Ponce, amplía la descripción diciendo:

Los ojos y orejas ahondados, probablemente para incrustaciones que ahora han
desaparecido. Parece dispone un hueco en el remate, escasamente visible en la
vista posterior. Sólo la testa tallada a la redonda; el torso es un simple bloque
pétreo con detalles indicados en bajo relieve mediante incisión. La figura
evidentemente sugiere un hombre jorobado, sentado sobre sus talones, con las
rodillas recogidas debajo la túnica138.

Lamentablemente el texto de Rowe “The adventures of two Pucara Statues”,


como el de Johann Jajob von Tschudi, donde relata la adquisición de la illa de manera
poco honrosa, no se pudieron conseguir. En el texto de Jédu Sagárnaga
“Consideraciones acerca de una escultura boliviana en Berna” el autor tuvo acceso
directo a un texto original proporcionado por la embajadora boliviana en Alemania

138
Ponce Sangines, Tunupa y Ekako, 17–18.

249
Elizabeth Salguero, que incluiría una imagen de la illa, en la cual Rowe hace una
descripción de lo ocurrido Tschudi en su aventura en los andes. A continuación,
ofrecemos la traducción del texto del inglés al español que realizó Sagárnaga:

Una segunda pieza escultórica Pucara, que también tiene una historia, se ha
publicado dos veces, pero en lugares donde no ha atraído la atención. Es una
estatuilla muy bien conservada en la sección etnográfica del Bernisches
Historisches Museum en Berna, Suiza. Berna no es uno de los lugares más
obvios para buscar una antigua escultura peruana.

La estatuilla de Berna tiene sólo unas 6¼ pulgadas de alto. Se hizo de una piedra
de color verdosa oscura con una vena blanca que fue utilizada por el escultor
para marcar el punto de unión entre la cabeza y el cuello. Los ojos y las orejeras
son huecos, probablemente para incrustaciones que ahora han desaparecido.
Parece haber un hueco en el copete, apenas visible en la vista trasera. Sólo la
cabeza está tallada en redondo; el cuerpo es simplemente un bloque de piedra
con los detalles indicados en bajo relieve y por incisión.

La figura se supone evidentemente que sugiere a un hombre jorobado sentado


sobre sus talones con las rodillas recogidas bajo su túnica.

El Museo de Berna adquirió esta estatuilla en 1929 como parte de una pequeña
colección de antigüedades peruanas comprada del Sr. Gilg von Tschudi de
Berna. La colección había sido formada por su abuelo, el distinguido naturalista,
diplomático y anticuario, Johann Jakob von Tschudi, en un viaje a Bolivia y
Perú en 1858. Los registros del Museo no dan ninguna información más allá de
la sugerencia errónea que el coleccionista adquirió la estatuilla en Arequipa.

Primero tropecé con la estatuilla Berna mientras leía la excelente biografía de


Tschudi por Paul-Emile Schazmann (Jean-Jacques de Tschudi, explorateur,
médecin, diplomate [Zúrich 1956]). El libro de Schazmann contiene una
fotografía de la pieza (plancha 12), y el texto da un resumen de la historia de
cómo Tschudi la adquirió, tomado del relato de sus viajes (Reisen durch
Südamerika [Leipzig 1866/69] vol. 5, 295-297). Tschudi no consiguió la
estatuilla en Arequipa sino en Tiahuanaco, Bolivia, donde pasó unos días
estudiando las ruinas en 1858.

Aquí está la versión de Tschudi de la historia:

(…) Ponce de León [Guía local de Tschudi], acompañado por una multitud de
indios, había traído al tambo [posada] un ídolo del que me había dicho mucho
durante la excursión... Este ídolo era muy respetado por los indios de
Tiahuanaco y era ampliamente conocido en la zona bajo el nombre de “el Dios
de los ladrones” (el santo de los ladrones). Los indios le mostraron la misma
reverencia que le hicieron a cualquiera de los Santos de la iglesia. Su propietario
le encendía una vela de cera todos los viernes; cualquier momento en que un

250
robo tenía lugar, la víctima del robo traía una vela especial y la ofrecía en la
firme creencia de que localizaría al ladrón con la ayuda del Santo.

En broma pregunté al dueño si él no deseaba vender su Santo, pero él rechazó la


oferta con indignación. Mis dos compañeros de viaje entendieron la indirecta, y,
mientras que yo hacía un dibujo del ídolo, ellos persuadieron a Ponce de León
que debía tratar de convencer al propietario a que me la dé. Un frasco de coñac
hizo que la gente sea más complaciente. Después de mucho dar y recibir
finalmente parecían estar de acuerdo en hacer una oferta, y Ponce de León
presentó una demanda absolutamente escandalosa. Simplemente la rechacé e
hice una contra oferta que a su vez fue indicada como inaceptable.

Terminé el dibujo sin parecer estar más preocupado por el asunto. Pempel
mientras tanto había dado órdenes para mantener a los animales preparados y
distribuido el resto de la botella entre los indios. Ellos, ahora totalmente
borrachos, tomaron la iniciativa, y cuando ya estábamos sentados en la silla de
montar el asunto llegó a una conclusión. Pagué rápido, puse el ídolo en la alforja
y, con mis compañeros, cabalgamos apresuradamente después del equipaje que
ya estaba lejos por delante. Los indios probablemente lamentaron el trato
inmediatamente, pues apenas habíamos alcanzado la planicie abierta cuando
oímos un ruido infernal detrás de nosotros y vimos a algunos indios
persiguiéndonos; sus cabezas, sin embargo, estaban pesadas y sus pies
inestables. Fueron incapaces de alcanzarnos.... ¡Cómo deben haberse regocijado
los ladrones de Tiahuanaco cuando se anoticiaron del secuestro del curioso
Santo!”

Así el "Dios de los ladrones" fue a Europa, la primera pieza de escultura en el


estilo de Pucara, a encontrar su camino fuera del área de los Andes y la primera
en ser ilustrada en un dibujo en que podían distinguirse los rasgos característicos
del estilo. No fue culpa de Tschudi que los arqueólogos más tarde pasaran por
alto su relato de viaje.

En cuanto al problema crucial de proveniencia, el relato de Tschudi nos asegura


que la estatuilla en Berna estaba en uso como un objeto de culto en Tiahuanaco
en 1858. El hecho de que tenía un uso moderno es fascinante y nos dice algo útil
sobre la persistencia de las tradiciones religiosas indígenas en esta zona. Sin
embargo, también significa que no tenemos asociaciones arqueológicas que
valgan la pena para la estatuilla. La pieza podría haber sido excavada en
Tiahuanaco unos años antes, o podría haber sido traída a través del lago por un
viajero en cualquier momento en los últimos mil años. La “primera de estas
posibilidades parece más probable por el hecho de que algunos otros ejemplares
de escultura estilo Pucara han sido encontrados en y cerca de Tiahuanaco,
incluyendo las figuras de piedra arenisca roja grande que flanquean la entrada a
la iglesia en el pueblo de Tiahuanaco. Aparte de la procedencia, sin embargo, la
estatuilla en Berna es importante porque es uno de los ejemplos más finos y
mejor conservados de la escultura de estilo Pucara.

Cuando se escriba la monografía definitiva sobre escultura Pucara, el trabajo de


detective que se ha incluido en este artículo será útil principalmente porque

251
establece los hechos de procedencia o la falta de ella para dos finas estatuas. Sin
embargo, sería una pena para sus aventuras increíbles que han sido escondidas
en una nota139.

Como el relato muestra la estatuilla se encontraba en el Museo de Berna en Suiza


y fue adquirida por el nieto de Tschudi, que la decidió vender. El museo la cataloga
como procedente de Arequipa, lo cual es un error, pues en su propio relato Johann von
Tschudi indica que la pieza es procedente de Tiwanaku. Además de hacer una
descripción del objeto y detallar sus rasgos, también nos relata la aventura del
explorador, naturalista y diplomático suizo von Tschudi, quien habría obtenido el objeto
de manera ilícita. La pieza era objeto de adoración por los indígenas como el “dios de
los ladrones”; una deidad que ayudaba a que el damnificado encontrase sus bienes y al
ladrón que la había sustraído. El explorador admite que tenía interés en la pieza y relata
como él y sus acompañantes se pusieron de acuerdo para embriagar a los nativos y luego
proceder a su hurto. Este relato, novelesco, sería luego el argumento para pedir la
repatriación de la illa.

El culto que se le dispensa a la imagen nos habla también de la persistencia de


los cultos locales, pese a las labores evangelizadoras de la iglesia. Por otro lado, la illa se
encontraba en Tiwanaku, pero nos dice también que su origen probablemente no sea
aquel sino sea de estilo Pukara y pertenezca al Perú. Esto nos infiere a pensar que el
culto a las illas, miniaturas que tienen carácter religioso, tienen un espectro amplio, y
que refieren a toda la zona andina. En esta pieza figura un hombre jorobado sentado
sobre sus rodillas recogidas bajo su túnica. Este hecho junto a su posición como illa
(miniatura), además de los estudios realizados por Ponce en su libro “Tunupa y Ekeko”
y el hecho de que haya sido robado y se encuentre en un museo en Europa, son los
argumentos principales para relacionarlo con el Ekeko. Desde el lado boliviano
empezamos a llamarlo como “Ekeko tuno” y pedimos su repatriación.

En: Jédu Sagárnaga Meneses, “Consideraciones Acerca de Una Escultura Boliviana En Berna
139

(Documento Tendiente a La Repatriación a Bolivia de Este Bien Patrimonial),” Viceministerio de


Descolonización (La Paz, 2014), 3–5.

252
La prensa local no nos dice mucho sobre el proceso de recuperación del
patrimonio cultural-arqueológico de la illa, por lo que recurrimos a los archivos del
Ministerio de Relaciones Exteriores. La primera noticia que encontramos fue la de la
embajadora de Bolivia en Berlín, Elizabeth Salguero Carrillo, solicitando autorización
para viajar a Berna, Suiza para entrevistarse con el Dr. Jacob Messerli, director del
Museo Histórico de Berna para tratar el tema de la Illa del Ekeko, que había sido
registrada como una pieza peruana (Embajada de Bolivia en Berlín, fax: 22 de enero de
2013).

El 25 de marzo, la embajadora informa que se encontró en el Instituto


Iberoamericano de Berlín, una copia del libro de Carlos Ponce Sanjinés “Tunupa y
Ekako”, y del libro de von Tuschdi “Reisen durch Südamerika”. También informa sobre
el registro de la pieza en el museo, el cual habría estado erróneamente inscrito como “De
los andes centrales del Perú, Pucara, precolombina. Figura decorada de ‘Porphyrit’.
Figura religiosa de un dios del agua. BHM/Etno 1929.4410145”. (Embajada de Bolivia
en Berlín, fax: 25 de marzo de 2013). Uno de los primeros logros, menciona la
embajadora, fue que se cambió esta descripción por una referente a la “Illa del Ekeko” y
que se encontró en Tiwanaku-Bolivia, no en el Perú. Por otro lado, se consiguió que el
documentalista alemán Rainer Hoffmann realice un documental de todo el proceso de
recuperación de la illa. Finalmente se menciona que el Sr. Richard K. von Rheinbaben se
ha ofrecido auspiciar a un escultor “famoso (Tobel) que podría hacer una réplica de la
Illa”, para tal objeto se pide al Ministerio de Culturas se consiga a un ceramista de
Tiwanaku y una piedra parecida a la original para que se trabaje en una réplica de la
figura (Ibid.).

El 16 de septiembre de 2013, se menciona que habría sido en la Isla del Sol,


donde fue llamada “Illa del Ekeko” por los amautas y yatiris, esto en referencia con la
visita que realizaron los miembros del documental “Der Geist ruft aus der Ferne (El
espíritu llama desde lejos), sobre el proceso de recuperación de la Illa del Ekeko”
(Embajada de Bolivia en Berlín, fax: 16 de septiembre de 2013). Para entonces las

253
negociaciones con el Museo de Berna estaban bastante avanzados tanto es así que el
Museo pide saber “quien es el dueño del Ekeko o que grupo puede representar o hablar
en nombre del pueblo indígena aymara” (Carta del Museo de Historia de Berna-Suiza a
la embajadora de Bolivia, Elizabeth Salguero: 29 de agosto de 2013). Para esto, se
prepara una comitiva entre autoridades políticas, comunitarias e investigadores para
viajar a Suiza.

Finalmente, en 2014 (el 27 de octubre en Berna y el 6 de octubre en La Paz) se


firma el acuerdo de repatriación de la Illa entre el Bernisches Historisches Museum
(BHM), y el Museo Nacional de Arqueología de Bolivia (MUNARQ), en tres
ejemplares, en los idiomas alemán y español, teniendo una copia cada parte, y la Unesco
un ejemplar. Los firmantes son, Luc Mentha (Presidente del Consejo del BHM) y Jacob
Messerli (Director BHM), representantes de las autoridades de Museo Suizo, y Marcos
Michel (Director General Patrimonio Cultural. Ministerio de Culturas y Turismo. Estado
Plurinacional de Bolivia), y Julio Ballivián Torrez (Jefe de la Unidad de Arqueología y
Museos. Director MUNARQ). El acuerdo tiene 6 puntos, de los cuales sucintamente se
dice:

1. La pieza pertenece a la cultura Pucara.


2. En 1858, Johann Jacob von Tschudi adquirió la pieza en Tiwanaku, y que su
nieto en 1929 la vendió al museo de Berna.
3. La entrega de la pieza se hará a la MUNARQ, y esta a su vez se compromete a
cumplir con el Código de Deontología del ICOM (Consejo Internacional de
Museos).
4. Ambas partes se comprometen a trabajar para su conservación, investigación y
difusión.
5. La MUNARQ devolverá la pieza al museo de Tiwanaku.

(Embajada de Bolivia en Berlín. Acuerdo entre BHM y el MUNARQ, fax: 18 de


noviembre de 2014).

254
Si bien la prensa no registra el proceso pormenorizado de la recuperación de la
Illa, si se hace eco del significado que tiene para las personas creyentes en el rito de las
Alasitas. A inicios de 2014, los artesanos llevan como novedad a la feria mayorista,
junto al satélite Túpac Katari, los Pumakatari y el teleférico, una réplica de la illa del
Ekeko, pero en metal, junto a otra illa cumpliendo el principio de la dualidad chacha-
warmi. Esta fue una obra del artesano Leonel Guzmán, que se basó en la réplica de la
illa que se encontraba entonces en el Museo de Berna. Según el autor:

(…) la illa del Ekeko chacha-warmi leva nuestras peticiones, nuestras


necesidades a Wiracocha (Padre Sol), a la Pachamama (Madre Tierra). “Esta
dualidad nos trae la fecundidad, la reproducción y la fertilidad, hoy interpretada
como abundancia y prosperidad” (La Razón, 16 de enero de 2014).

Días antes, el 21 de enero de 2014 la prensa local nos informa sobre los avances
en la repatriación de la illa del Ekeko. Desde las autoridades se da por sentado que la illa
que se repatriará es del Ekeko “Tunu” como se lo llama. Esta relación creemos nace de
la relación que se hace del libro de Carlos Ponce Sanjinés “Tunupa y Ekeko”, y de la
novelesca forma que fue adquirido por naturalista Tschudi. El viceministro expresaba
entonces los deseos del gobierno nacional “Nuestro objetivo es llevar al ‘Ekeko Tunu’
de nuevo a Bolivia. Esta es una prioridad de nuestro Presidente, expresó Cárdenas
durante el encuentro” (La Razón, 21 de enero de 2014). Un día después el periódico
Página 7 informa, que el Museo de Berna exigió un informe de expertos arqueólogos
para decidir sobre la repatriación de la pieza (22 de enero de 2014). Por su parte Jedú
Sagárnaga, arqueólogo boliviano, consideraba que era necesario resaltar tres elementos:
primero, sobre la importancia que tiene la recuperación del patrimonio arqueológico;
segundo, que la pieza fue robada y que el ladrón “dio alcohol a los campesinos y de esa
manera se llevó la illa del Ekeko” (Página 7, 22 de enero de 2014); y tercero, que la
pieza pertenece a la cultura Pukara, anterior a Tiwanaku y que se desarrolló alrededor
del lago.

De la visita de la Comisión del Estado al Museo de Berna se tomó la siguiente


fotografía, muy representativa sobre la estadía de la illa en Suiza:

255
Fotografía 36 Amauta posa junto a la Illa, en el Museo de Berna - Suiza

Fuente: Fotografía del Viceministerio de Descolonización. Página 7, 22 de enero de


2014.

Para las Alasitas de 2015, la Illa fue la novedad tras su repatriación de Suiza,
dándole un gran impulso a la feria. Los mayoristas ofrecieron réplicas de la Illa del
Ekeko que tendrían las mismas dotes mágicas que el tradicional Ekeko, así lo afirmaba
Adolfo Chávez, dirigente de Fenaena “(…) es importante que quienes crean en nuestras
tradiciones puedan llevarse a la illa del Ekeko Tunu a casa, como hicieron con el Ekeko
tradicional” (La Razón, 16 de enero de 2015).

Para celebrar la llegada de la Illa del Ekeko se programó un recorrido de 7


kilómetros entre El Alto hasta el Parque Urbano Central. Del Polifuncional de la Ceja la
comitiva partió a las 05:00 de la mañana, de allí se dirigió a la Portada, y por la avenida
Kollasuyo llegó al Cementerio general. Continuó por la calle Tumusla hasta la plaza
Eguino, de ahí por la calle Murillo hasta la calle Sagárnaga y de ahí a la plaza de San
Francisco. Su recorrido continuó hasta la Plaza Murillo donde el presidente participó de
un acto ritual. Tras dar una vuelta por la plaza de armas la comitiva se dirigió hacia el
Campo Ferial Bicentenario (La Razón, 24 de enero de 2015). En cada punto de parada se

256
realizó una breve ceremonia andina, pues cada sitio de parada es considerado como una
waka andina.

Ilustración 10 Infografía sobre el recorrido de la Illa del Ekeko de El Alto a La Paz

Fuente: Viceministerio de Descolonización. La Razón, 24 de enero de 2015.

El recorrido que hizo la Illa tuvo un sentido simbólico, según Julio Ballivián,
director de la Unidad Nacional de Arqueología. El pequeño ídolo se encontraba
desterrado por 156 años y era necesario “curarla” por ello había que consagrarla. “Ahora
la estamos consagrando con k’ua, incienso y copal, ya está con nosotros”, afirmo
Mercedes Campos junto a una decena de amautas (La Razón, 25 de enero de 2015).

257
Fotografía 37 La Alasita se engrandece con la Illa

Fuente: Fotografía de Pedro Laguna. La Razón digital, 25 de enero de 2015.

En Palacio de Gobierno el presidente Evo Morales recibió a la Illa en su


recorrido a al Campo Ferial del Bicentenario. Los artesanos le obsequiaron tres gallinas
de yeso y un millón de bolivianos de Alasita. El presidente agradecido señaló que somos
de la cultura Pukara, una cultura de la redistribución de la riqueza, que los
hidrocarburos, recursos naturales e impuestos vuelven a la gente “entonces hermanas y
hermanos si venimos de esa cultura de la redistribución tenemos un Dios de la
abundancia que es la illa del Ekeko y por eso es una gran alegría presentarla de manera
oficial” (La Razón, 25 de enero de 2015). La fiesta de las Alasitas adquirió otro
significado más, el de la redistribución de la riqueza; desde el Estado y el poder la
obtención de riqueza material y su distribución se logró a partir de la gestión de
gobierno.

El hecho de que la Illa haya salido en procesión desde El Alto a La Paz tuvo
consecuencias diplomáticas, se cuestionó el acuerdo al que habían llegado con el museo
258
de Berna que decía explícitamente, buscar las mejores formas para la conservación y
preservación de la pieza arqueológica. A su parecer la procesión de la Illa había roto
estos criterios del acuerdo por lo que reclamaron al gobierno boliviano. Para el gobierno
esto significó “una falta de respeto y una intromisión en la soberanía de Bolivia” (Página
7, 17 de enero de 2015), que es capaz de garantizar la conservación de su patrimonio
cultural. Por otro lado, recalcaron que la illa no es un simple objeto de museo (objeto de
contemplación), sino que pertenece y forma parte de una cultura viva que practica
ceremonias y ritos en torno a la creencia de las illas. Si bien existen interpretaciones
sobre lo que significaría la estatuilla repatriada, sobre su origen, manufactura,
significado, si representa a un hombre o mujer, etc., y el cuál abre el campo a una serie
de posiciones de distinto tipo, la illa pasa a significar para un gran número de creyentes
que efectivamente el Ekeko ha regresado, y se vuelcan a las calles con gran entusiasmo.

Hoy esta fiesta tiene un ingrediente muy especial. Y no me refiero al anuncio de


que venderían teleféricos en miniatura (espero que no sea una falsa alarma), sino
al retorno de la Illa sagrada. Esa Illa que estuvo confinada por tantos años a la
frialdad de un museo europeo. Despojada de sus poderes, la sagrada estatuilla
tuvo que resignarse a pasar esta fiesta lejos de sus montañas amadas. Lejos de la
gente que la mira con otros ojos.

No por nada en esta Alasita venderán illas en miniatura y, según dicen, sacarán a
pasear la estatuilla por toda la feria. Esa Illa no retorna de Europa, retorna del
pasado, para recordarnos que en lo pequeño está el verdadero secreto de todo
universo. Bienvenida a casa, sagrada Illa. (Juan Pablo Piñeiro. Página 7, 24 de
enero de 2015).

Otros sentimientos entorno al retorno de la Illa fueron:

“El Ekeko es poderoso. Ahora que ha vuelto hay que pedirle con fe y él nos
responde”, aseguró la vendedora y firme creyente, Carmen Tarifa. A su paso [en
la procesión de la Illa], las máximas autoridades del Estado, del departamento y
de la ciudad pusieron flores al pequeño altar de esta figura.

TEÓFILA HUANCA, 25 años, vendedora en Alasitas.

Me siento muy feliz. Yo soy vendedora del sector de plantas “Urkupiña”. Es una
alegría tener a nuestro Ekeko.

Nuestro Tunupa ha estado 157 años añejado de nosotros. Ahora está en Bolivia.
Nuestro Tunupa por fin volvió.

259
En nombre de él, en otros departamentos, hay fiesta de alasitas.

TERESA VARGAS, visitante y creyente desde Argentina.

Esta ha sido una experiencia muy buena. Yo vengo de Argentina y me ha


impresionado toda la historia que tiene esta estatuilla. Yo tengo el original, pero
no sabía que tenía tanta tradición y raíz ancestral.

(Página 7, 25 de enero de 2015).

La relación de la gente con la miniatura que regresa fue cercana y emotiva. Solo
mostramos algunas opiniones con respecto a su sentimiento acerca de la repatriación de
la Illa, que influyó para que este año la fiesta de las Alasitas tome más brío y apoyo
ciudadano.

260
2. Historia y humor político en los periodiquitos de Alasitas

En este apartado quisiéramos tratar el tema de la prensa de Alasitas.


Investigaciones sobre esta prensa en miniatura existen desde diversos puntos de vista
(Loza, 1926; Paredes Candia, 1959; Butrón, 1990; Santos, 1990; Ayllón, 1996; Ozuna,
2000). Para abordar el tema de manera diferente quisimos tratar el tema desde sus
hermanos mayores, la prensa matutina editada y producida con regularidad. Las fuentes
que trabajamos son las noticias y comentarios publicados los días de las Alasitas que nos
dan una perspectiva diferente de la prensa en miniatura.

Para darle un orden interno hemos dividido esta parte en dos secciones, la
primera hace referencia a aquella memoria colectiva que se tiene acerca de los
periodiquitos, que todos o casi mayoría comparten; la segunda, tiene que ver con el
proceso histórico reflejado por la prensa regular, que nos muestra el otro aspecto de la
prensa en miniatura.

La prensa en miniatura en la memoria colectiva

La prensa en miniatura tiene como antecedente inmediato a los pasquines y


artículos de opinión que surgieron en el último periodo de la independencia, donde se
“daba a conocer ideologías y doctrinas a través de artículos de opinión (…)
utilizándosele también para denostar a los opositores que predicaban ideas ajenas al
régimen de turno”140. Tenían por característica el anonimato, su brevedad y el estar
cargados de una crítica ácida, contra el gobierno o un funcionario de este.

En su artículo “Periodiquitos de Alasitas”, Antonio Paredes Candia, los define


como “la prensa diminuta que circula en la plaza de San Pedro, los días que se realiza la
feria en la festividad de Nuestra Señora de la Paz, conocida popularmente por ‘Alasitas’,
24 a 30 de enero” (Presencia, 26 de enero de 1959). Más adelante nos ofrece dos

140
Santos Escobar, Alasita: Historia y Tradición En La Ciudad de La Paz, Siglos XVIII-XX, 107.

261
características: son anónimos, tradicionales y populares. Lo primero, porque no tienen
director responsable, y a veces “ni el pie de imprenta”; y lo segundo, porque el pueblo
los busca y requiere, y forman ya de un hecho folklórico vigente. Esto último nos refiere
que para 1959 forman parte de las características de la fiesta. De su primera
característica debemos decir que contemporáneamente estos periodiquitos, en su
mayoría, cuentan con una imprenta y autores reconocidos. Ozuna además añade a estas
características, el carácter informal que tienen y el ser el “censor de la sociedad y las
malas costumbres”141. Con esto último la autora hace referencia que la prensa de
Alasitas muestra aquello que la prensa corriente no se atreve a mostrar “por temor,
cautela o conveniencia”142; es posible que a esto se deba su anonimato durante gran
parte de su historia.

El carácter que tienen es el satírico. Su objeto de crítica principal son los


políticos y la política en general tan característica de la sociedad paceña. Probablemente
el carácter politizado de la sociedad paceña por la presencia de la sede de gobierno haya
contribuido a su aparición y consolidación. Es necesario hacer notar, que naturaleza
gubernamental no es la única, aunque si es preponderante. Otros espacios de opinión y
crítica fueron: la iglesia, las mujeres, los extranjeros, los problemas internacionales y el
racismo, entre otros. En el artículo “La prensa de Alasita refleja los valores de la
sociedad paceña”, publicado en La Razón, sin título del autor, el articulista nos afirma
que cada época es reflejada por los periodiquitos y que nos “hablan de los valores de la
sociedad paceña” (La Razón, 27 de enero de 2002). De esta manera tendríamos la
desaprobación de la liberación femenina, en la Bandolerita (sin fecha) aparecen dos
artículos cortos con los nombres de “Código penal de la mujer” y “Código penal del
hombre” donde se refleja el trato machista en la división del trabajo y en los roles que
deben seguir hombres y mujeres. La aversión hacia los extranjeros en el Rompe y Raya
de 1953, donde muestra la queja de peruanos, chilenos, españoles y rusos, que se hacen

141
María Judith Ozuna Tarifa, “Los Periodiquitos de Alasitas En La Hemerografía Paceña: Análisis de
Contenido” (Universidad Mayor de San Andrés, 2000), 40–41.
142
Ibid.

262
pasar por artistas nacionales. El racismo, con el Kori Canastita (sin fecha), que hace
alusión a la pelea entre cholas y birlochas. El sentimiento anticlerical también se
encuentra presente con una crítica a la conducta de los sacerdotes. En esto se destacaron
periodiquitos como Banderita Roja, El pinquillo y el Quevedito. En 1927, Banderita
Roja publica una caricatura en el que muestra a un sacerdote vestido como un Ekeko
cargando una monja, y en sus manos llevando bolsas de dinero. En el pie de imagen
puede leerse “El fraile Ekeko corrompido que se vive en concubinato con la monja
hipócrita, en el convento, es la causa del kencherio y de la salación que persigue a
Bolivia”143.

En los primeros años, además de las notas críticas contra la realidad política
también se ofrecían pequeños versos sobre la realidad cotidiana del paceño, como el
Zenzalo de 1874 que decía:

Puso el sastre, fantasía

A su puerta este letrero:

Aquí se hace con esmero

Trajes al gusto del día.

Y una muy guasona mano

Escribió debajo así:

Al gusto del día, si,

Pero no del parroquiano.

O este otro, del Ratón Mickey de 1939, sobre la plaza Murillo:

La quieren embellecer,

Pero asusta más que un grillo

Entonces esa mujer

Se debe parecer

143
Ozuna Tarifa, “Los Periodiquitos de Alasitas En La Hemerografía Paceña: Análisis de Contenido,” 47.

263
A nuestra plaza Murillo144.

En su tesis sobre los periódicos de Alasitas, Maria Ozuna nos muestra una
clasificación por temas, tomando la recurrencia por publicación entre 1931 y 1997. Los
temas que más se repiten serían clemencia, corrupción, económico, militar y político.
Siendo este último el que con más énfasis se repite a lo largo de los años.

El carácter interpelador de la realidad, sobre todo política, es su mayor


particularidad y que gran parte de la población comparte como memoria colectiva.
Grandes escritores como Nicolás Acosta, Carlos Bravo y Zacarías Monje, entre muchos
otros, participaron en su redacción los primeros años del siglo XX, unas veces de forma
anónima y otras bajo seudónimos para proteger su identidad. El anonimato y el hecho de
que solo se publiquen una vez al año probablemente favorecieron su permanencia.

En una edición ampliada, Antonio Paredes Candia publica en 1982, la expansión


de este hecho folklórico hacia Potosí de forma muy temprana. Citando a Gabriel René
Moreno en su “Ensayo general de una bibliografía general de los periódicos de Bolivia
1825-1905” hace mención a “El Espía” un periodiquito que alcanzó al número 2, en
1871 (Presencia, 24 de enero de 1982). Actualmente, como veremos más adelante, ha
rebasado fronteras llegando a la Argentina.

Sus pequeñas dimensiones, que han hecho que se le llame “pigmeo”, “impreso
diminuto”, “prensa diminuta”, o simplemente “periodiquito”, y su carácter crítico hacia
sociedad, y en especial a su forma de hacer política, forman parte del imaginario paceño.
Su vinculación con las Alasitas se da por sus pequeñas dimensiones y por el día que se
publica, cada 24 de enero, y con la ciudad de La Paz en específico por su carácter crítico
de la política nacional vinculada a la sede de gobierno.

144
Santos Escobar, Alasita: Historia y Tradición En La Ciudad de La Paz, Siglos XVIII-XX, 111.

264
Los periodiquitos de Alasitas desde la prensa matutina

Cuando tomamos como referente a la prensa regular, la primera mención que


encontramos referente a los periodiquitos se encuentra en la publicación de 1912 de El
Tiempo, anunciando que este año “publicará su sensacional folletín. QUE levantará
polvo. QUE merecerá discutirse” (El Tiempo 20 de enero de 1912). En 2013 El
Comercio de Bolivia denuncia que estas “hojas volantes” circularon cometiendo
infracción del Reglamento respectivo en su artículo 72, que “todas las publicaciones por
la Imprenta y otro procedimiento análogo, que se hagan bajo cualquier forma de libro,
folleto, periódico o papel suelto, contendrán el nombre de la Imprenta y el lugar y fecha
de la edición” (sic.) (El Comercio de Bolivia, 25 de enero de 1913). De entre la prensa
en miniatura que cometieron esta infracción se encontrarían “El Pepino”, “El Quijote
Moderno”, “El Progresista”, “El cigarrito” y “Fray Abad”, el último, según este diario,
editado clandestinamente en la imprenta de “El Tiempo” (Ibid.). Este periódico
precisamente en 1914 publica un anuncio anticipando la publicación de su periodiquito:

“El Tiempito”

Saldrá el 24 de Enero, en edición de gala especial para niños de 1 a 80 años de


edad. Se reciben avisos y queda abierto un concurso de chistes, cuentos cortos y
caricaturas.

Dirigirse a la casilla No. 6. Redacción de “El Tiempo”.

(El Tiempo, 15 de enero de 1914)

Hacia 1919 algunos editores amparándose en la apertura de El Tiempo, emitieron


una publicación bajo el título “El Tiempito”. El diario aludido publicó una nota
aclaratoria anunciando que no fue ni redactado ni impreso por su administración. Los
periodiquitos que publicaron llevan al pie de imprenta de “talleres tipográficos de la
Escuela Salesiana”. Se alude a Zacarías Monje la hechura de “El Tiempito”, y en
seguida el periódico ofrece su opinión sobre los periodiquitos contemporáneos:

Pero creemos que esta es ocasión para decir nuestro juicio sobre las
publicaciones de “alacitas” que antaño servían con ventaja a la sátira política y
de costumbres. Diestras plumas, haciendo coro a la algazara del día, bromeaban

265
de lo lindo; más nunca se permitían herir el decoro ni la honorabilidad de las
gentes, pues por ese entonces se pensaba que los periodiquillos de alacitas
estaban destinados a ser leídos por la gente menuda que llevaba ufana el clásico
Ekeko, cuya tradición nos cuenta hoy el folklorista Posnansky.

Ogaño las publicaciones de “alacitas” son más desaprensivas y parece que lejos
de hacer gala de la broma, se acude a la crítica soez. En los periodiquillos de
ayer, hemos leído cosas vergonzosas para la cultura del pueblo, y está en interés
de todos hacer algo por mejorar la índole y la intención de la sátira.

(El Tiempo, 24 de enero de 1919)

El mismo año el Diario publica un artículo bajo el título “Como son las
‘Alacitas’ en el progreso de hoy. Los Ekekos honra, pres y buena suerte de ‘Alacitas”.
En este interesante artículo nos muestra de manera romántica la fiesta, lo que habría sido
“antaño”. El artículo recorre las fiestas, sus características, de cada sector y en la que el
Ekeko era la pieza principal de la festividad que ofrecía honra y buena suerte. Parte del
relato menciona a los periodiquitos, que muestran el lado intelectual de la fiesta y el
ejercicio de uno de los principales derechos liberales “la libertad de prensa”. Al respecto
dice:

No era posible que faltase lo intelectual.

La Paz no puede vivir sin la primera de sus libertades, la libertad de prensa.

¿Cómo en tamaña solemnidad había de faltar el periódico?

Los literatos aguzaban el ingenio en diminutos libelos, que hacían en efecto de


avispas, y que aún encolerizaban a los adustos fiscales. Tal luego como pasaba
el bullicio cesaban las picazones.

(El Diario, 24 de enero de 1919)

Con la subida de los Republicanos al poder se manifiesta esta libertad de prensa


mencionada antes. Los periodiquitos no son el único espacio de crítica aguda contra la
realidad política del país. En esta ocasión, como en varias la prensa, en particular El
Diario, toma una posición en contra del nuevo gobierno. Aprovechando las Alasitas
publica varios artículos en contra del régimen de turno. El más fuerte a nuestro parecer
se publica en 1923 bajo el título de “Panorama grotesco. El régimen de Alacitas” por

266
Nolo Beaz, donde compara al gobierno de Bautista Saavedra con la fiesta de la
miniatura.

El nombre de don Bautista esta fatalmente ligado a la fiesta de Alacitas. Sus


obras están ensambladas con la pequeñez de Alacitas. Su gobiernito es una feria
de cosas chiquitas y despreciables, igual que la fiesta indígena, donde se exhiben
y venden cosas minúsculas.

Don Bautista ascendió a las cumbres del poder (del poder donde no puede más
que embromar al país) el día de Alacitas, mientras se tocaban pinquillos en la
plaza y mientras los 47 porotitos sufragaban su voluntad por él.

Resultó de esta suerte don Bautista el héroe de Alacitas, como Melgarejo se


llamaba el héroe de Diciembre.

Pero, el héroe de Alacitas es el Ekeko. Y don Bautista bien parece un Ekeko.


Vedle.

(…)

El Ekeko lleva en las espaldas su lata de alcohol, y don Bautista lleva la lata del
alcohol, de la vanidad y de la petulancia. El pelele carga un mazo de chancaca y
don Bautista carga una barbaridad de cosas meladas, como el presupuesto y los
cargos públicos. ¡Mejor que la chancaca!... El Ekeko tiene un pinquillo y don
Bautista tiene su pido de gendarme. El Ekeko tiene colgado por ahí un saco roto
y don Bautista todo lo echa en saco roto. El Ekeko carga su cesto de coca,
mientras don Bautista nos tira con cocos. Ahora el Ekeko usa sombrero de oveja
y don Bautista está de ovejas hasta más arriba del sombrero. El Ekeko usa faja,
y don Bautista tiene una pipa respetable y resplandeciente, a pesar de la faja.

Estas coincidencias son lamentables para un alto funcionario. Yo las digo


deploro y realmente siento mucho tener que ponerlas en público, pero las pongo
aunque me mande asesinar.

(El Diario, 25 de enero de 1923)

Los periodiquitos experimentan los mismos problemas que la fiesta en general.


La crítica hacia ellos no se detiene sin embargo siguen publicándose cada Alasita. Hacia
1954 cuando la efervescencia nacionalista recorre todos los aspectos sociales de la
república el gobierno municipal incorpora a los periodiquitos a los concursos
municipales con el objetivo de “defender las manifestaciones del arte nacional de la
intromisión foránea o extranjera, sobre todo en las fiestas peculiares como la del 24 de
enero”. Se incorporan en la categoría de periodismo como “periodiquillos ingeniosos y

267
humorísticos” (Última Hora, 21 de enero de 1954). La prensa no nos muestra a los
ganadores, pero si nos informa de los premios que recibirán los ganadores. Para la
categoría de periodismo, el primer premio sería de 10.000 bs., y para el segundo, un
diploma de honor (El Diario, 24 de enero de 1954).

En 1966 haciendo una retrospección hacia las alasitas de antaño, José Vidaurre
Mendoza publica un artículo en la que recuerda la fiesta en otro tiempo. En su recorrido
por los años 20 del siglo XX, recuerda la oposición que hicieron los periodiquitos al
gobierno de Bautista Saavedra. Hubo uno (no menciona su nombre), que dio a conocer
el sobrenombre de cada presidente de Bolivia. Llegando a Saavedra, concluía así “… y
dicen que a don Bautista Saavedra dice que le dicen ‘El Mono”. Aunque el gobierno
sabía quiénes eran los que escribían los artículos no realizó ninguna acción contra ellos
(Presencia, 30 de enero de 1966).

No tenemos una referencia aproximada al momento en el que la prensa regular


empezó a publicar abiertamente sus periodiquitos. El antecedente más lejano lo tenemos
en El Tiempo, pero esta posición no fue general a todos. En 1967 tenemos otra
referencia, esta vez El Diario, que años atrás había tomado una posición muy crítica
hacia la prensa en miniatura, esta vez publica su periodiquito bajo el título de “El Diario
de Alasita”, que aparece casi íntegramente manuscrito y con dibujos a mano alzada (El
Diario, 28 de enero de 1967).

En 1972 se hace alusión que ya no forma parte de la ordenanza los premios


destinados a promover la existencia de los periodiquitos, por lo que el alcalde Armando
Escobar Uria, resuelve conceder un premio especial al mejor “periodiquito de Alasita”
(Presencia, 24 de enero de 1972). Empero, se resuelve establecer ciertas condiciones,
como la edición en miniatura y que mantenga “humorismo sano, ausencia total de
injurias a personas” (Ibid.). Hacia 1987 se regularizan los premios en las ordenanzas.
Este año se establecen premios en la categoría periodismo:

Diarios, revistas, folletos, se tomarán en cuenta el ingenio, la diagramación y el


material literario que no ofenda la dignidad de las personas. Para ser

268
considerados en concurso, los participantes deberán hacer llegar tres ejemplares
a la Dirección de Cultura. (Presencia, 18 de enero de 1987)

En la década de los 90s inicia un movimiento de rescate de la prensa en


miniatura. La prensa se preocupa por mostrar la historia de los periodiquitos, su origen,
sistematización y anecdotario que ponga de relieve esta característica propia de la fiesta
paceña. Uno de los primeros artículos que aparecen es el de Virginia Ayllón “La prensa
en miniatura de Alasitas” en 1994. La autora nos hace referencia del carácter picaresco
“sabroso, bien paceño” como característica de los periodiquitos, además menciona la
exposición que realizó la Alcaldía en 1993, una de las completas “en la que se pudo
apreciar el tesoro que ya es el número dos de ‘La Época’ de 1847” (Presencia, 23 de
enero de 1994). En el año 2000 el artículo de Arturo Gandarillas realza la obra de
Antonio Paredes Candia sobre los periodiquitos y su catálogo de publicaciones. En su
artículo menciona las reglas que toda publicación de Alasitas debe seguir:

Como no es una publicación de todos los días, un periodiquito de Alasita tiene


sus propias reglas, adoptadas por derecho consuetudinario (por costumbre).

Antonio Paredes Candia -editor de varios números del periodiquito “carajillo”-


nos dice que las reglas de esta publicación son las siguientes:

Tiene que ser audaz, insolente, procaz, medio porno, insultativo y atrevido. Ha
de ser una especie de acutel para cicatrizar las heridas sociales.

(Presencia, 23 de enero de 2000)

Lamentablemente no logramos tener referencias acerca de los premios


otorgados por el Municipio tomando en cuenta que por la característica de los
periodiquitos ninguno cumpliría con las normas de decoro y buen trato a los agentes de
las bromas. Sin embargo, tenemos el dato que la categoría sigue formando parte en los
premios de las ordenanzas municipales.

La alcaldía por su parte organiza exposiciones en los museos municipales


exhibiendo las obras de los artesanos de Alasitas de los años pasados. Además de
fotografías, artesanías, ekekos, y otras obras, se destinó espacios exclusivos para la
prensa en miniatura de antaño. Una parte propiedad del municipio y otra de colecciones

269
privadas, que gentilmente prestaron los periodiquitos para su exposición (como las
familias Rada y Costa Arduz). La prensa regular por su parte empezó con la publicación
de periodiquitos con todas las secciones que usualmente contienen y, ayudados por la
tecnología gráfica, exploraron otros aspectos de la sátira humorística.

En 2003 la alcaldía publica primer número del periodiquito de Alasita, que fue
distribuido de forma gratuita. El objetivo de su publicación fue el revalorizar la esencia
de la Alasita, con notas simpáticas de temas variados. Además, la “edición contiene el
Chitigrama 2003, que podrá ser llenado para participar en un sorteo especial” (El Diario,
25 de enero de 2003).

Hacia 2006 en la publicación de El Diario se hace mención a la ordenanza que el


municipio habría aprobado para la feria de Alasitas. Entre las categorías a premiación se
menciona el “mejor periodiquito”, pero esta vez se toma como parámetro de premiación
la originalidad, el contenido y la diagramación, dejándose de lado el decoro y respeto a
los agentes de los chistes, o como se establecía antes, el contener la imprenta y la autoría
del dueño de los chistes. Esta postura incentiva para que la esencia de las publicaciones
en miniatura se mantenga y se aliente su producción.

En 2012 se da un paso adelante a la institucionalización de los periodiquitos en la


fiesta de Alasitas: se logra registrar a los periodiquitos en la Memoria del Mundo de
América Latina y el Caribe (MOWLAC) de la UNESCO, un paso importante para su
reconocimiento a nivel internacional.

El título con el que ingresó esta tradición a la postulación es “Prensa escrita en


miniatura” de la Alasita de la ciudad de La Paz, y fue presentado conjuntamente
con el Gobierno Autónomo Municipal de La Paz (GAMLP), la Fundación
Flavio Machicado, la colección de la familia Rada, entre otras, y el Museo de
Instrumentos Nativos, explicó la autoridad [Pablo Groux, ministro de culturas]
en esta ocasión.

(La Razón, 22 de enero de 2013)

Esta incorporación a la Memoria del Mundo es un gran paso pues legitima la


existencia de esta forma característica de prensa satírica, y a las Alasitas. Ambas forman

270
parte de un mismo escenario cultural que forma el rito de las Alasitas cada 24 de enero.
Por otro lado, es un paso importante en el reconocimiento del patrimonio cultural
histórico de la humanidad. En la Memoria del Mundo se encuentran registrados desde
los rollos de papiro, tabillas de arcilla hasta películas, grabaciones y archivos digitales
que forman parte de la historia del mundo.

En 2016 los residentes en Argentina publicaron por primera vez periodiquitos de


Alasitas tomando en cuenta el contexto político en ese país. Se publicaron tomando a los
periódicos de Alasitas como un espacio de manifestación de la libertad de prensa con
humor. Rolando García, periodista de la comunidad boliviana en Argentina, fue uno de
los impulsores para su publicación. Algunas crónicas del periodiquito fueron:

(…) se lee la noticia de Mauricio Macri capitalizando el Banco de la Fortuna y


el Ekeko dice que “es feliz con sus miniaturas”. Boca Juniors y River Plate se
burlan del “histórico” The Strongest y del goleado Bolívar, en la previa de la
Copa Libertadores de América.

(La Razón, 26 de enero de 2016)

Si bien desde la década de los 90s se inició una exhibición programada y


sistemática de los periodiquitos, estos recorrieron varios espacios de los museos
municipales. Recientemente el espacio que ha adquirido mayor relevancia y en el que se
realizan exposiciones cada Alasita es el Tambo Quirquincho, en el que se muestra la
colección más completa del municipio y de las familias Rada y Costa Arduz. La
exposición comprende por lo general tres salas, la primera muestra periódicos de inicios
del siglo XIX, la segunda está dedicada a las publicaciones de principios del siglo XX, y
la tercera, a la prensa contemporánea.

271
3. La Declaratoria de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad: “Los
Recorridos Rituales en la Ciudad de La Paz Durante la Alasita”

La Declaratoria de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de las Alasitas y todo


el significado ritual que implica es el mayor avance de la fiesta en el camino a su
reconocimiento, su existencia y alcance espiritual. En especial para sus actores, diversos,
que sintieron la protección de sus ritos, costumbres y prácticas religiosas, que son
generados por ellos mismos y que si quieren reproducirlos afuera, tienen que hacer
mención de su origen paceño.

Las Alasitas forman parte de la tradición de los paceños, transmitiendo un


sentimiento de identidad y continuidad al interior de la comunidad. Desde sus leyendas
de aparición en la ciudad, su vinculación con la reconciliación entre criollos, mestizos e
indígenas tras el cerco a la ciudad en 1781 se ha tejido un entramado ritual relacionado
con la prosperidad y la abundancia que muchos, sino la mayoría, comparten. A pesar de
los siglos podemos afirmar, que su esencia se mantiene, aunque por su puesto ha habido
cambios, pero también un denodado esfuerzo por los actores institucionales de
pretender, a fuerza de voluntad y acción, preservar su sustrato o sentido original. La
Declaratoria de Patrimonio Cultural Inmaterial culmina toda una serie de acciones de
preservar la fiesta, su significado y pureza, y que los otros actores (externos) reconozcan
que le pertenece a la sociedad paceña.

Tiene carácter etnocéntrico, pues los mismos actores que intervinieron en su


declaratoria trazaron su estrategia en función de la defensa de los bienes culturales del
Estado boliviano, y, si hilamos más fino, de la sociedad paceña. La Declaratoria tiene o
guarda en su génesis una contradicción o paradoja, intenta proteger a aquellas prácticas
culturas del olvido, enajenación o destrucción, para elevarlas de nivel y considerarlas
como parte de las tradiciones culturales de la “humanidad”, sin embargo, terminan
resignificando y fortaleciendo las identidades nacionales y aún locales, que chocan con
lo extranjero. Fortalecen su identidad local, de lo propio en contraposición a lo otro, lo
extraño. Al final se fortalece la imagen del Estado nacional boliviano.

272
El camino de la Declaratoria fue largo y estuvo cargada de tropiezos, de avances
y retrocesos. Duró desde 2010 hasta 2017 formalmente, aunque las peticiones y acciones
para su preservación iniciaron en la década de los 90s. En la siguiente infografía se
puede apreciar mejor este recorrido:

Ilustración 11 Los recorridos rituales de la Alasita y el Patrimonio Cultural

273
Fuente: Unesco y GAMLP. Gráfico, Rubén A. Página 7, 7 de diciembre de 2017.
Edición digital.

La infografía nos muestra el camino largo que tuvieron que recorrer los distintos
actores (artesanos, municipio, gobierno nacional y actores particulares) para lograr el
reconocimiento de Patrimonio por la Unesco. En este camino, jugó un rol importante la
federación de artesanos, porque como vimos antes, fueron quienes tras conseguir el tan
ansiado espacio para la exposición, es decir, el Campo Ferial en el antiguo ex –
zoológico, iniciaron las peticiones para el reconocimiento como Patrimonio local,
primero ante la alcaldía, y luego, como Patrimonio Nacional, por el gobierno central. De
ahí se impulsó para que el gobierno central y municipal gestionen ante la Unesco la
declaratoria como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Otro actor menos visible fue
la globalización. Si bien habíamos dicho anteriormente que esta propició que la fiesta se
extienda internamente a diversas regiones del país, externamente también lo hizo,
llegando al Brasil y Argentina, principalmente. En el caso del Perú, esta fiesta ya se
celebraba y tenían al Ekeko también como una deidad andina. Tal es el caso, como bien
informa la infografía, que en 2014 el Perú hace la sugerencia que se envíe la solicitud
ante la Unesco como “petición binacional”, que, si bien fue descartada por nuestro país,
muestra que las Alasitas se habían fortalecido bastante en otras regiones. La
globalización fue un actor importante para movilizar los recursos estatales para defender
la cultural nacional.

Antes de ingresar al tema de la Declaratoria de Patrimonio Inmaterial de la


Humanidad quisiéramos mostrar cómo la prensa enfoca la noticia desde 2016, dos años
después de la recuperación de la Illa, que le dio un gran impulso a las Alasitas. En este
lapso, consideramos hubo un mayor movimiento por parte de los actores (alcaldía y
expositores, principalmente) por rescatar y preservar las diversas características de la
fiesta de antaño. Este preámbulo nos permitirá analizar por qué el gobierno nacional a
través del Ministerio de Culturas y Turismo tomó la estrategia de inscribir a los
recorridos rituales de la fiesta como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

274
En 2015 aprovechando la repatriación de la Illa del Ekeko se recaudaron firmas
para darle más fuerza a la nueva solicitud que inició el gobierno ante la Unesco.
Recordemos que el proceso iniciado en 2010 había sido retirado por falencias en la
postulación. Aunque no se pudo conseguir información certera de cuáles habrían sido
estos problemas, se presume que se quiso hacer reconocer a las Alasitas como fiesta
tradicional únicamente paceña y al Ekeko su figura principal, si tenemos en cuenta que
la tradición de las illas tiene un espacio geográfico de celebración más extenso es de
presumir que no solo abarca a La Paz sino a todo el espacio andino. A esto se suma el
hecho, ya mencionado de que el Perú habría propuesto que se inscriba a la festividad
como patrimonio binacional en 2014, que fue dejado de lado. Este creemos fue el
motivo por el cual se dejó de lado esta postura y se decidió cambiar la estrategia y
postular al cumplimiento del rito del 24 de enero como base para la nueva postulación.

En 2016, sigue siendo la Illa la noticia principal. Sale en procesión el 23 de enero


para inaugurar las Alasitas, en un romerío que partió de la Plaza de San Francisco hasta
el Parque Urbano Central donde se realizó una ceremonia para consagrar a las illas e
ispallas. Formalmente las Alasitas inician el 23 aunque muy pocos saben de esa
tradición “Este ritual es para pedir permiso a la Pachamana para el éxito de la feria y
devolver aquellas miniaturas que no fueron adquiridas el año pasado” (Página 7, 23 de
enero de 2016), manifestó el ministro de Culturas, Marko Machicao. En un coche,
dentro de una urna y con resguardo policial y de los artesanos, la Illa llegó a San
Francisco, donde 60 asociaciones de artesanos y alrededor de 30 amautas esperaban (La
Razón, 24 de enero de 2016). Se oyeron pututus en el recorrido donde la illa era el
centro de atracción. En el camino desfiló un Ekeko, para llegar al final al Campo Ferial
donde se reunió con la escultura del Ekeko. Aquí se hizo una ceremonia indígena para
pedir a la Pachamama permiso y su asentimiento para llevar a cabo las fiestas de
Alasitas (Ibid.).

Días antes con la intervención de la dirección de Culturas del municipio y los


artesanos afiliados a FENAENA se supervisó que no se expongan productos en material

275
sintético en la feria de mayoristas instalada en la avenida Simón Bolívar (La Razón, 16
de enero de 2016). En esta ocasión participaron 420 expositores, pertenecientes a cuatro
sectores, Kantuta, Juan de la Riva, 3 de Mayo y Simón Bolívar. La novedad a parte de
las réplicas de la Illa del Ekeko fueron las casas de pisos estilo Mamani Mamani o
cholets, como se bautizó a esta nueva moda de la arquitectura paceña (Ibid.).

El 24 de enero, para celebrar las Alasitas, la escultora Mónica Salar creó una
historia en miniatura que cuenta el relato de Sabina y Domingo, de su vida en una
pequeña casa en las faldas del Illimani y el viaje forzado que tuvieron que hacer a la
ciudad de La Paz, y las vicisitudes de la familia migrante que no dejó de lado sus
tradiciones y costumbres. El cuento se narró a través de 17 pequeñas figuras que fueron
expuestas en el Museo Costumbrista Juan de Vargas (La Razón, 24 de enero de 2016.
Revista Escape).

Otro hecho resaltante de la fiesta fue la reunión del presidente Morales, el


gobernador Patzi y el alcalde Revilla, que prometieron rescatar la tradición. Para ello se
trabajará con los artesanos para que la feria sea enteramente tradicional, afirmó el
alcalde de La Paz (Página 7, 25 de enero de 2016). El deseo de trabajar de manera
conjunta para preservar la tradición tiene el trasfondo de la Declaratoria presentada ante
la Unesco (La Razón, 26 de enero de 2016). En este sentido, mantener a la fiesta con la
imagen más original posible, se piensa, ayudará para que los miembros que observan el
caso acepten y fallen a favor de la Declaratoria como Patrimonio Inmaterial de la
Humanidad. Por otro lado, se destacó la reunión de autoridades políticamente opuestas y
su deseo de trabajar de manera conjunta para que los sueños colectivos “que tienen que
ver con el progreso de nuestro país, de nuestra ciudad y de nuestro departamento. Los
sueños de nuestros ciudadanos de tener días mejores (…)” (Página 7, 25 de enero de
2016).

La declaratoria de Patrimonio se hará el diciembre de 2017, pero en la


celebración de enero de ese año ya se siente el ambiente cargado de simbolismo ritual.
La agenda para la celebración de este año arranca con 50 actividades programadas,

276
dividida en tres ejes: capacitación de los feriantes, la visibilización de las tradiciones y el
fortalecimiento de la feria, más actividades exclusivas para los niños. Andrés Zaratti,
secretario de Culturas, aclaró que se prepararían actividades en el Espacio Interactivo
Pipiripi, para los niños con el objetivo de explicar la fiesta y su importancia para nuestra
cultura; los pequeños visitantes “podrán ingresar pagando su entrada con un billete de
Alasita de Bs. 10” (La Razón, 19 de enero de 2017).

De entre artículos de este año resalta “La historia de una semilla” de José
Emperador. Entrevista llevada a cabo en el Musef a la exposición con el mismo nombre
con motivo a las Alasitas, a la curadora Vania Oros. La exposición nos introduce al
mundo de las illas, que son todas aquellas miniaturas que tienen carácter mágico, y que,
a pesar del cambio en su fisonomía, es decir, que un tiempo fueron llamas, ovejas, etc., y
ahora son tablets, tarjetas de débito, etc., lo importante es que ambas se convierten en
illas, con el rito de las Alasitas. Cada illa representa una semilla, que luego se espera
crezca y se materialice “Lo que llama la atención es que es un juego, pero un juego muy
real; el dinero que se usa es pequeñito, pero no es falso, porque la identificación entre la
figura y lo que representa es total, son lo mismo” (La Razón, 22 de enero de 2017). En la
exposición se reunieron cerca de 500 piezas, que datan de la década de los años 70, y
muestran la evolución de la sociedad paceña a través de lo cotidiano.

Un apartado se dedica a los alimentos de la canasta básica familiar, que van de


los costales de chuño y harina hasta las hamburguesas de McDonald’s y los
productos de supermercado. Los títulos académicos, además, se han globalizado
y ahora ofrecen doctorados en Harvard. Se puede apreciar el momento en el que
los minibuses inundaron la ciudad y así recordar la relocalización de los mineros
a finales de los 80, o darse cuenta de que los edificios del centro de La Paz y El
Alto han ido ganando paulatinamente en altura, o apreciar las modas de vestir,
con la chompa de Evo incluida. Y también comprender cómo entendían todos
estos cambios los periodistas, que siempre han dicho en las ediciones de
miniatura las verdades que no podían en las reales (Ibid.).

En el semanario publicado por el municipio se anticipa el tratamiento de la


postulación de las Alasitas como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Al
respecto al momento de entregar simbólicamente al Secretario de Culturas, Andrés
Zaratti, un documento simbólico del certificado de reconocimiento internacional por la

277
Unesco, el alcalde decía “Es el deseo que tenemos todos los paceños para que la feria de
Alasita sea declarada Patrimonio (…) eso lo vamos a lograr con la misma fe que le
ponemos al Ekeko y a sus bendiciones” (Las Cosas Claras, GAMLP, n.76, 2017: 1-5).

Este año, como ningún otro el municipio se enfocó plenamente en impulsar a


las Alasitas para mostrar toda su riqueza y simbolismo. Organizó más de 50 actividades
basadas en tres puntos: el Ekeko como illa (símbolo) de identidad de las Alasitas, el
trabajo artesanal de las diversas miniaturas y el valor ancestral del intercambio que
“permite recuperar el derecho a soñar” (Ibid.). El cronograma de actividades ofrecido
por la alcaldía fue el siguiente:

278
Tabla 9 Cronograma de actividades de las Alasitas 2017

Fuente: GAMLP. Las Cosas Claras. Periódico semanal del GAMLP, n. 76, 2017: 1-5.

279
Sobre la Chi’tiferia en el espacio Pipiripi se dice que estas tienen por objetivo
acompañar a la feria mayor y que es una forma para enseñar a los niños las tradiciones y
la historia de las Alasitas, de una manera lúdica (Página 7, 21 de enero de 2017). El otro
objetivo fue la de rememorar la práctica ancestral de la Chhalasita (trueque) de la época
prehispánica, que años antes se había comenzado a recuperar en el Tambo Quirquincha
con la emisión de los paceños, una moneda alternativa que solo tenía valor un día. En la
actividad, los hijos de los artesanos armaron sus pequeños puestos para la venta de las
miniaturas, los otros niños visitantes adquirieron su entrada con billetitos o pequeñas
piedras, y tendrían la posibilidad de hacer un intercambio con los pequeños expositores,
e incluso hacer su propia bolsita de la fortuna y “poner en ella objetos de su creación”
(Ibid.).

Según la “Encuesta de percepción sobre culturas y patrimonio cultural en el


municipio de La Paz” elaborada en 2015, las Alasitas son el evento cultural tradicional
que más convoca a los paceños y no paceños, por encima del Carnaval, Semana Santa y
Gran Poder, afirmó la jefa de la Unidad de Patrimonio de la Alcaldía, Luz Castillo
(Página 7, 24 de enero de 2017). La muestra fue de 3.360 personas de un universo de
925.376 habitantes del municipio (Ibid.). Del total de 12 fiestas tradicionales, la segunda
es Semana Santa; la tercera, Carnavales; y la cuarta, Todos Santos. La fiesta de Alasitas
realmente se ha convertido en multitudinaria, y no solo es festejada o visitada durante el
24 de enero, sino que todos los días en los que dura la feria hay gente que se aproxima
por diversas razones. Este año se contabilizaron 13 ferias más en los macrodistritos
además de los existentes en plazas, atrios de iglesias, etc. (Ibid.).

A continuación, mostramos algunas de las expresiones que tienen los creyentes


en las Alasitas de este año y que son rescatadas por la prensa local:

“La mayor parte de las cosas que he comprado por devoción se me ha cumplido,
a mí y a mis papás y abuelos. Ahora vengo para conseguir nuevos sueños. Es mi
fiesta nacional favorita”, aseguró mientras compraba su segundo autito, Diego
Durán, de 28 años.

280
“Más que cumplir los deseos, lo que hace la Alasita es motivar. Te compras y
piensas ‘me va ir bien’ y con esa autoestima buscas tu objetivo”, dijo Silvia
Tarqui (26).

“Para mí Alasita es una especie de símbolo de la planificación anual, algo que es


muy difícil para los bolivianos. Cuando compramos una miniatura estamos
manifestando nuestra intención de trabajar para conseguir ese objetivo”, opinó
Jorge Jiménez (31).

“La tradición manda que cada 24 de enero lleguemos para sahumar los sueños
de la gente”, indicó María Flores (40), una de las personas encargadas del ritual.

(La Razón, 25 de enero de 2017).

En la Plaza Murillo, Juan Arias también compró un pequeño edificio con un


tanque que guarde más de 1.000 litros de agua “hemos sufrido mucho por la
falta de agua; por eso, este año hemos decidido comprar nuestra casita con un
tanquecito para que no nos falte agua. Hay que ser precavidos”, dijo.

“Estamos pidiendo fortuna, salud, amor y bienestar para la familia. Además,


este año, quiero pedir una pareja”, aseveró Eva Mamani, quien no dudó en
comprar un gallo en miniatura.

El Vicepresidente aseguró que “en verdad” que la Alasita cumple. “Me dieron
gallina y aunque me hizo esperar hasta 10 años, me dio (pareja). Luego nos
regalaron la wawita y después de dos años me dio (al bebé)”, dijo García Linera
a tiempo de bromear con el alcalde de La Paz, Luis Revilla, y plantearle que los
hijos de ambos algún día se conviertan en “amiguitos”. Revilla sonrió ante el
comentario del oficialista.

(Página 7, 25 de enero de 2017)

En diciembre de este año llegaría la tan ansiada Declaratoria de Patrimonio


Inmaterial de la Humanidad.

La estrategia planteada, a nuestro parecer, fue imaginativa y bien diseñada, se


basó en los recorridos rituales de la feria, de ahí su nombre “Los recorridos rituales en la
Ciudad de La Paz durante la Alasita”. El centro de la estrategia fue el rito del 24 de
enero y la libertad que cada persona asume en elegir qué recorrido hará en las Alasitas.
La libertad y la diversidad de prácticas rituales son su fuerte, pero a pesar de la
pluralidad todos comparten el sentimiento general de la magia de las illas.

(…) cada individuo miembro de una misma familia el día de Alasita tenía la
libertad de elegir el recorrido que haría al medio del 24 de enero. Refiriéndose a

281
un ejemplo teórico de una familia, posiblemente la abuela con sus miniaturas de
la buena fortuna recién compradas asistiría a la bendición de las mismas en la
Catedral de La Paz; mientras que su hija se aprovisionaría de una “canasta de
alimentos” para que no falte en el hogar y pediría a los ritualistas aspersión
ritual (ch’alla). Quizá los nietos decidan dirigirse hacia los juegos tradicionales
de las “canchitas”, sin olvidar de llevarse un “cono de masitas”. En todo caso,
en el trajín de recorrer los callejones que forman los puestos de venta, los
paceños se van cruzando y encontrado con amigos y generando relaciones para
que acompañen sus propios recorridos, regalándoles “billetitos” y de esa manera
pagando sus deudas. Sea cual fuere el camino seguido para procurarse
miniaturas de la buena fortuna, el momento clave lo constituye el medio día del
24 de enero, de acuerdo a la tradición, que termina en la confluencia de los
miembros de la familia para comer colectivamente el tradicional “plato
paceño”145.

Esta forma de ver a las Alasitas tiene mucho de lo que habíamos visto años
pasados. A nuestro parecer existe una creencia común la del 24 de enero, y el medio día
como espacio temporal mágico, a partir del cual se forman otros escenarios de creencia
colectiva e individual: unos asisten con sus Ekekos a la feria para hacerlos fumar,
ch’allar o simplemente pasearlos; otros, esperan la misa en la Catedral para luego hacer
bendecir sus miniaturas, rozarlas con las figuras de los santos, la virgen, o esperan para
intercambiar o pagar sus deudas simbólicamente con su vecino de junto. Otros se dirigen
al Ekeko de piedra que se encuentra en el Parque Urbano Central y realizan otra
ceremonia haciendo cargar a la estatua las miniaturas que acaban de comprar para luego
rociarlas de cerveza y hacer ch’allar sus adquisiciones con el yatiri. Otros traen sus
miniaturas de años pasados para hacerlas ch’allar hasta que se conviertan en realidad.
Otros esperan a que llegue San Juan para quemar sus miniaturas. En suma, existen
diversas formas de creer que la prosperidad y la abundancia llegarán a sus vidas, pero el
escenario común son las Alasitas y el momento mágico, el 24 de enero a medio día.
Pensar en una única forma del rito no es real en las Alasitas.

Las Alasitas también forman, según la postulación ante la Unesco, un espacio


de libertad confesional, pues no se proscribe o fomenta una única forma de creer, sino
una actuación libre y pública de creencias. Otro espacio que se promueve es la libertad

145
Ministerio de Culturas y Turismo. Estado Plurinacional de Bolivia, “Postulación ‘La Alasita y Sus
Itinerarios Rituales En La Ciudad de La Paz,’” 8.

282
de expresión a través de la crítica social de la prensa en miniatura146, que fuera de ser
censurada se fomenta su publicación con premios por parte de la alcaldía.

Pero las Alasitas, según el texto oficial, comienzan mucho antes, con las ferias de
mayoristas, que se ubican en las ciudades de La Paz y El Alto. Ahí concurren diversos
artesanos de distintos lugares, tanto del interior, como del exterior (especialmente del
Perú). En la producción local hay que resaltar el trabajo de los artesanos de San Pedro
con los diversos autos que fabrican en miniatura. Muchos de estos artesanos visitan otras
ferias al interior y exterior del país. El 23 a medianoche inicia la fiesta cuando “los
ritualistas (amawt’a, yatiri y kallawayas) solicitan el permiso a las deidades con el pago
de una ofrenda que entregan al Ekeko junto a las miniaturas recogidas el año
precedente”147. El 24, a mediodía inicia el recorrido ritual, en el que cada uno define su
itinerario en el marco de la creencia en las illas. En este corto proceso, las miniaturas se
convierten en illas a través de su consagración o bendición por la Iglesia o el yatiri, así
“el creyente o creyentes a través de este proceso buscan asegurar la materialización de
sus aspiraciones y sueños”148.

Las fichas del inventario presentado ante la Unesco nos dicen además, que el
itinerario ritual incluye por lo menos la concatenación de siete momentos, “búsqueda
selectiva y adquisición de miniaturas, la ch’alla, la bendición, el conteo y exposición de
miniaturas, el pago de deudas, las peticiones a imágenes y el festejo”149.

A partir de su significado las miniaturas se pueden dividir en cuatro grupos: los


de uso cotidiano (celulares, computadoras, dinero, etc.), de primera necesidad
(alimentos, tanques de agua, canastas de productos, etc.), propiedades (casas, autos,
edificios, terrenos, etc.), y los de aspiración personal (títulos, maletas, pasaportes,
gallinas, gallos, bebés, etc.)150.

146
Ibid.
147
Ibid.: p. 21.
148
Ibid.: p. 54.
149
Ibid.: p.57.
150
Ibid.: p. 58.

283
La Declaratoria de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad fue posible
gracias a múltiples instituciones que inicialmente se reunieron en el llamado Comité
Impulsor para la postulación de la Alasita. Dicha Comisión estuvo formada por las
siguientes instituciones:

MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES, Dirección General de


Asuntos Culturales, MINISTERIO DE CULTURAS Director General de
Patrimonio Cultural, representado por el Lic. Nogardo Jiménez Villa, el
Gobierno Municipal de La Paz a través de la Oficialía Mayor de Cultura
representado por el Lic. Walter Gómez, FENAENA representado por el Sr.
Rolando Huanca, la señora Rosaisela Rocha representante del Consejo
Departamental de Culturas La Paz, el Museo Nal, de Etnografía y Folklore,
representado por el Sr. Milton Eyzaguirre, el señor Andrei Jiménez en
representación de la Secretaria Departamental de Turismo de la Prefectura de La
Paz, el Dr. Fernando Cajías de la Vega, representante de la Fundación Cajías y
el señor Sr. Gonzalo Iñiguez en representación de SEDECA (…)151.

La Declaratoria como la legislación nacional que fue reconociendo


gradualmente las Alasitas como patrimonio cultural pueden apreciarse en los anexos de
este documento.

En 2018 el municipio le dedica una edición integra en su semanario “Las cosas


claras”. Aparte de explicarnos en qué consiste la Declaratoria de Patrimonio Inmaterial
de la Humanidad, nos ofrece un recorrido histórico por las Alasitas de antaño. Aunque
su explicación es general si nos recuerda la leyenda del Ekeko y el cerco a La Paz de
1781, su vinculación con la fiesta de Nuestra Señora de La Paz, y el peregrinaje que
recorrió por el centro paceño a lo largo de los años. Estas características se han
mantenido a lo largo de los años, pero como veremos en el espacio destinado a las
conclusiones ha habido variaciones, cambios, que al final la terminaron configurando
como la vemos hoy en día.

Un dato que nos introduce esta publicación es el sentido de origen, de identidad y


continuidad que tiene el pueblo paceño respecto a las Alasitas. Esta fiesta forma parte de
su identidad citadina vinculada con el espacio indígena, tradicional y ancestral con la

151
Ibid.: p. 80.

284
que nació. En este sentido fortalece su identidad de grupo social paceño (Las cosas
claras, n. 125, 2018: 2-7).

Otro dato nos ofrece el semanario y que no lo hace explícito el documento oficial
del Ministerio de Culturas, es reconocer que las illas forman parte de un mundo cultural
andino, por lo que su ámbito geográfico es mayor al espacio nacional, pero que el
recorrido ritual de La Paz es único, y que no se reproduce en ningún otro lugar. Por lo
tanto, las Alasitas paceñas son únicas y que permiten además al visitante, soñar en
positivo. Según el Secretario de Culturas del municipio, Andrés Zaratti “La Alasita
aporta a la ciudad contemporánea, en la cual la visión del mundo siempre es negativa,
aporta más bien a soñar de manera positiva (…) pero hay algo más importante: soñar por
el otro, recordar que en la Alasita se cumplen sueños cuando uno regala a otro el sueño”
(Ibid.).

Finalmente, el documento nos cuenta sobre la historia del expediente presentado


ante la Unesco. Según la publicación fueron tres los antecedentes del documento de
Patrimonio. El primero se remonta a 1998, cuando la alcaldía emitió la Ordenanza
Municipal N° 084/98 HAM-HCM 075/98, que declara patrimonios culturales de la
ciudad al Ekeko y a la feria de Alasitas. El segundo, es de 2004, y hace referencia la ley
N° 2797 promulgada en el gobierno de Carlos Mesa, por la que se declara como
“Patrimonio Cultural e Intangible, la fiesta de la Alasita”. En 2012 se postuló a los
periodiquitos para que formaran parte de la Memoria del Mundo de América Latina y el
Caribe, presentando 141 publicaciones de entre 1910 y 2012. Finalmente, el tercer
antecedente, es la propia postulación a la Unesco. La preparación del expediente
atravesó igualmente, tres etapas: la primera, desde 2008, so constituyó el Comité
impulsor; la segunda, que acopió la información, organizó talleres, contactó videastas y
fotógrafos; y la tercera, el proceso reflexivo y creativo de la elaboración del documento,
que se coordinó con el Ministerio de Culturas y Turismo (Ibid.). Este largo periplo daría
fruto en diciembre de 2017 con la Declaración de Patrimonio Cultural e Intangible de la
Humanidad por la Unesco.

285
En 2018 hubo una gran manifestación cultural a favor de las Alasitas, y así lo
reflejó la prensa paceña. En pocos años se había recuperado la illa y se había logrado el
reconocimiento internacional como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad,
además de que los periodiquitos ingresaron a formar parte de la Memoria del Mundo de
la Unesco. Las razones para festejar y mantener el ánimo positivo estaban bien
fundamentadas. Así lo refleja la caricatura de Página 7 que refleja este ánimo de
esperanza.

Imagen 5 Caricatura Alasita

Fuente: Abecor. Página 7, 25 de enero de 2018.

Algo significativo que forma también parte de la tradición de la fiesta y que


menciona la prensa local es el plato paceño. Este plato pasó de ser sinónimo de hambre a
plato de la abundancia. Recordemos que, según los relatos costumbristas, este plato
habría surgido el pleno cerco de la ciudad en 1781, y cuenta por lo mismo con pocos
ingredientes. Tras el cerco se habría repetido con variaciones. Originalmente el plato

286
estaría compuesto por habas, choclo, papa phureja y queso de oveja; a lo que nosotros
podemos añadir según los relatos de la prensa, acompañada por una cerveza paceña.
Según Mónica Montecinos, investigadora de la cocina, el origen nace del trabajo de
Antonio Paredes Candia “Gastronomía nacional y literatura” quien relata su surgimiento
en pleno cerco de la ciudad (Página 7, 24 de enero de 2018). No obstante, para Milton
Eyaguirre, la hipótesis no está bien fundamentada, porque el cerco fue tal que muchos
terminaron comiéndose la suela de sus zapatos, por esta razón piensa que el origen de
este plato emblemático está en la tradición del apthapi (Ibid.).

La feria este año reunió en el Campo Ferial del Bicentenario a 4.600 expositores
que vendieron sus productos durante 32 días. Lo novedoso fue que en relación con el
rito del 24 de enero se intentó coordinar de manera simultánea con las ferias de Virginia
(Estados Unidos), Sao Paulo (Brasil) y Buenos Aires (Argentina) (La Razón, 24 de
enero de 2018). En tanto que en la ciudad de La Paz se extendió por lo menos en 10
lugares (San Miguel, Mallasa, San Francisco, San Pedro, Plaza Murillo, Villa San
Antonio, etc.) (La Razón, 25 de enero de 2018). A inicios de siglo XX, recuerda la
prensa, las Alasitas se reducían a unas cuantas calles alrededor de la Plaza Murillo, y a
unas cuantas decenas de expositores (Ibid.); ahora, las Alasitas cuentan con alrededor de
4600 expositores en el Campo Ferial solamente, sin contar con los que participan en las
ferias zonales, a lo que hay que sumar la masiva participación de los creyentes de todas
las edades. Las Alasitas se han convertido en una fiesta de masas.

287
4. Rescatando la memoria: el papel de la historiadora Carmen Beatriz Loza

En la introducción de la edición del expediente “Los recorridos rituales en la


ciudad de La Paz durante la Alasita”, la historiadora y gestora cultural se pregunta sobre
la importancia de difundir la información sobre el patrimonio, no solo para se muestre
las dificultades en su elaboración sino para que se tenga un instrumento oficial que
difunda la información, que solo es accesible en inglés y francés. De esta manera se
intenta democratizar el acceso a la información y que un mayor número de personas
tenga entrada a él152. Esta forma de pensar nos acerca un poco a la vida y obra de la
historiadora Carmen Beatriz Loza que recientemente nos dejó y a la que quisimos
dedicar unas líneas en agradecimiento a su gran labor como intelectual preocupada en la
gestión cultural.

Fotografía 38 Carmen Beatriz Loza

Fuente: https://www.researchgate.net/profile/Carmen_Loza.

En la Carrera de Historia la recordamos como una apasionada por las explicar las
diversas fuentes de información y la antropología cultural. Las características de los
pueblos, sus rasgos, costumbres, mitos, modos de expresión, etc., siempre fueron su gran

152
Ministerio de Culturas y Turismo. Estado Plurinacional de Bolivia, Los Recorridos Rituales En La
Ciudad de La Paz Durante La Alasita, Primera (La Paz, 2019), 5.

288
pasión, y así lo demuestra su interés por las comunidades indígenas en Bolivia. El
director del Archivo y Biblioteca de la Asamblea Legislativa Plurinacional, Luis Oporto
la definió “como una ‘acuciosa investigadora’ y ‘experta en fuentes primarias”153.

Tabla 10 Vida y trayectoria de Carmen Beatriz Loza


Carmen Beatriz Loza nació en 1962 y falleció el 8 de noviembre de
Vida
2019.
Era licenciada en Historia de la Universidad Mayor de San Andrés
(UMSA), doctora en Demografía y Ciencias Sociales de la Escuela de
Formación Estudios Superiores en Ciencias Sociales-EHESS, de Francia. Además,
realizó un posgrado en el Instituto de Altos Estudios para América
Latina.
Fue docente de la carrera de Historia de la UMSA y del Archivo de La
Paz. También trabajó en el Instituto Nacional de Antropología. En los
Trayectoria últimos años estaba en la Dirección de Patrimonio Cultural del
Ministerio de Culturas y Turismo y colaboró con la Biblioteca del
Bicentenario.
Aportó en la postulación a Patrimonio de la Humanidad de la Unesco
de la cosmovisión kallawaya, la lchapekene Piesta de San Ignacio de
Patrimonio
Moxos y los recorridos rituales en la ciudad de La Paz durante la Feria
de Alasita.
Fuente: Cuadro elaborado en base a la publicación de Página 7, 24 de noviembre de 2019.
Edición digital.

Entre el legado que dejó la investigadora está su trabajo sobre la cosmovisión


kallawaya con las publicaciones como “Traditional medicines adean intercultural
crossroads”, “Decriminalizing traditional Andean medicine: An interview with Walter
Alvarez Quispe”, “¿Por qué es difícil subordinar la medicina tradicional andina a la
biomedicina?”, “Salud e lnterculturalidad en América Latina. Antropología de la Salud y
153
Programa de Investigación Estratégica en Bolivia, “La Historiadora y Gestora Cultural Carmen Beatriz
Loza Deja Un Legado Intelectual Importante,” Periodico de investigación sobre Bolivia, 2019,
https://www.pieb.com.bo/sipieb_nota.php?idn=11524.

289
Crítica lntercultural”, “Kallawaya: reconocimiento mundial a una ciencia de Los
Andes”154. Su trabajo de investigación sirvió luego de base para preparar la carpeta de
postulación para su declaratoria como Patrimonio Intangible de la Humanidad por la
Unesco en 2003155.

También formó parte del equipo de investigadores en el cabildo indígena sobre la


"lchapekene Piesta de San Ignacio de Moxos", la celebración más grande y antigua del
departamento de Beni, donde “documentó los rituales, personajes, comida, música y la
tradición de esta expresión cultural y material”156. Este trabajo sirvió luego de base para
su postulación como Patrimonio Intangible de la Humanidad ante la Unesco, que se
logró en 2012.

Recientemente ocupó el cargo de Jefa de la Unidad de Patrimonio Inmaterial, en


el Ministerio de Culturas y Turismo, formando parte de la Comisión para la preparación
de la carpeta de postulación como Patrimonio Inmaterial ante la Unesco, que se logró en
diciembre de 2017. Al respecto la gestora cultural declaraba “Me siento todavía en el
inicio, empezaré a trabajar, a estudiar aún más la Alasita para los derroteros que vienen
para el país y para la candidatura”157.

Según Esteban Ticona la investigadora recientemente preparaba una obra sobre


la extirpación de idolatrías a los médicos tradicionales, además de una compilación de
obras del historiador Thierry Saignes para la Biblioteca de Bicentenario.

La historiadora y gestora cultural Carmen Beatriz Loza ha dejado una profunda


huella en la sociedad boliviana. Su obra ha contribuido a rescatar y valorar la cultura

154
ResearchGate, “Carmen Beatriz Loza,” Carmen Beatriz Loza. Instituto Boliviano de Medicina
Tradicional Kallawaya, 2020, https://www.researchgate.net/profile/Carmen_Loza.
155
Milen Saavedra, “La Mujer Que Puso a Bolivia En El Mapa Del Patrimonio Mundial. El Trabajo de La
Historiadora y Gestora Cultural Logró Que La Unesco Nombre Patrimonio a La Cosmovisión Kallawaya
y La Lchapekene Piesta de Moxos,” Página 7, November 24, 2019,
https://www.paginasiete.bo/cultura/2019/11/24/la-mujer-que-puso-bolivia-en-el-mapa-del-patrimonio-
mundial-238336.html.
156
Ibid.
157
Ibid.

290
nacional acercándonos más a comprender la diversidad cultural, como fuente de riqueza
inmaterial de nuestra sociedad boliviana actual.

291
Conclusiones y recomendaciones

A lo largo de estas páginas hemos visto una gran gama de características de la


fiesta, que a la hora del balance final se nos hace difícil dar una conclusión general. Por
este motivo nos aventuramos a realizar un análisis final centrado en nuestra hipótesis de
investigación “en aquellos espacios culturales donde el discurso de la tradición mantiene
cierta rigidez, como en la fiesta de Alasitas, las formas de la modernidad generan formas
de adaptación y no de cambio”.

La presente investigación creemos ha permitido validar la hipótesis de


investigación. A diferencia de otras fiestas con el pasar de los años se han realizado una
serie de iniciativas, primero, fortalecerla con normativa, premios y un espacio (el Campo
Ferial) destinada únicamente a las Alasitas para preservar la “pureza” de la fiesta;
además de la institucionalización del rito del 24 de enero. En este primer escenario
intervinieron las autoridades del municipio, los artesanos y los privados a través de
diferentes instituciones como el turismo, principalmente. Segundo, se reintrodujeron
elementos del pasado que ya no se practicaban en el presente. Este es el caso del
intercambio de miniaturas para sustituir al valor mercantil del “cómprame” que era el
significado etimológico que se le daba a las Alasitas inicialmente.

Los actores de la fiesta llegaron a una especie de consenso para preservar la


pureza de la fiesta frente a la modernidad. Por otro lado, se tomaron los mecanismos de
esta para potenciar la fiesta, se sacaron aplicaciones para móviles, se posibilitó la
fabricación seriada de miniaturas para la exportación, se aprovechó de las diferentes
redes sociales para masificar las creencias de la Alasita, etc.

De otra parte, la crítica jugó un rol fundamental para invalidar los cambios que se
pretendían hacer en la fiesta. Bajo esta perspectiva se ejecutaron diversas políticas
dirigidas a preservar la pureza de la festividad. Contribuyó a este escenario la formación
de la identidad cultural paceña que reforzó sus vínculos con la fiesta en tanto que sus
habitantes se identificaron con un ethos cultural propio. Podemos afirmar que la fuerza

292
de la fiesta es recíproca a la formación de identidad paceña, ahí explicamos que la crítica
gire primero por hacer que las Alasitas se conviertan en un escenario de muestra de las
actividades empresariales paceñas y bolivianas a inicios del siglo XX, a un escenario
festivo donde hay que conservar por sobre todo la “tradición”, lo auténtico por sobre
todo, aquello que formará parte de la identidad paceña.

Por otro lado, el espacio festivo mostró su flexibilidad al constituirse en dos


espacios intrínsecamente relacionados entre sí: la Alasita como fiesta y la Alasita como
feria. En diversas noticias, relatos, etc., los redactores se centran en su carácter de fiesta
cuando se aproxima el 24 de enero, pasada la fecha describen lo que sucedió ese día,
sobre la asistencia de las autoridades, la compra masiva de miniaturas y el afán de
cumplir el rito que encarna el día mágico de la fiesta. Pasado ese momento la noticia se
centra en la feria, en sus diversas categorías que atraen a la gente a pasar un momento
grato en las canchitas, en el tiro al blanco, la lota, tomando api, comiendo un plato
tradicional, etc. Esta doble dimensión de las Alasitas creemos ha permitido que la
tradición y modernidad encuentren un espacio de diálogo y articulación antes que
conflicto por el espacio cultural. Esto no significa que una actúe en un único espacio, por
el contrario, su actuar ha sido fuerte en ambos espacios, por ejemplo, la elaboración de
las miniaturas que han pasado a ser realizadas en modernas máquinas que hacen posible
su producción masiva, la inclusión de deseos de tendencias modernas, como celulares,
laptops, televisores, títulos, etc. Pero todos estos elementos que hacen a la modernidad
se han subordinado a la tradición, para ser adquiridos únicamente con carácter ritual el
24 de enero. Por el otro lado, en la feria encontramos una gran gama de artesanías, que
tienen en común ser trabajadas como miniaturas, soldaditos de plomo, ropa para
muñecas, títeres, cajitas, negocios, periodiquitos, etc., forman parte de una amplia gama
de artesanías, por este motivo es llamada también, la feria de la miniatura.

Sobre este diálogo entre tradición y modernidad veremos las características de


cada uno basados en lo que pudimos encontrar a lo largo de nuestra investigación.

293
Creemos que el carácter sobre el recorrido ritual trabajado por el Ministerio de
Culturas a la cabeza y otras instituciones fue acertado. Efectivamente la fiesta de
Alasitas se caracteriza por el cumplimiento del rito cada 24 de enero. Pero debemos
decir que no siempre fue así. A fines del s. XIX y en la primera mitad del XX, la fiesta
iniciaba el 23 de enero y duraba tan solo tres días, hasta el 25. La primera referencia que
encontramos sobre el 24 de enero es de 1953 para adelante. Con el pasar de los años se
convierte en la fecha mágica donde se realiza el rito. Para realizarlo la figura principal es
el Ekeko, que aparece como figura principal que carga con todos nuestros deseos
representados en las illas. Esta característica del Ekeko tendría una cierta hegemonía
hasta la década de los 50s, cuando ocurren dos fenómenos culturales, se introducen los
billetitos en miniatura de forma masiva, y se empieza a bendecir las miniaturas en las
iglesias. La relación entre ambos parece ser muy estrecha, pues encontramos en la
crónica de los años 50s, específicamente en 1958, que los billetitos empiezan a ser
vendidos en las puertas de la Catedral. A partir de entonces el Ekeko pasa gradualmente
a segundo plano. Con la aparición de la ch’alla hacia 1958, y su posterior
potenciamiento en la década de los 80s, es relegado mucho más, tanto que
contemporáneamente las vendedoras se quejan de que actualmente ya casi nadie quiera
comprarlo. El diálogo se hace directo, entre el creyente, las illas y los actos rituales de la
bendición o la ch’alla.

A partir del acto ritual principal cada 24 de enero los caminos del rito se
diversifican. Unos asisten a la ch’alla ceremonial aimara y luego buscan la bendición del
cura en las iglesias, por este motivo, gran parte de las ferias se organizan alrededor de
las iglesias y no necesariamente en cualquier plaza o calle. Cumplida la bendición, unos
se van a casa, otros continúan el rito colocando los billetitos a los pies de los santos;
otros buscan una misa aimara especial; otros se reúnen en el monumento al Ekeko en el
Parque Urbano Central, para hacer ch’allar con cerveza sus miniaturas para que se
cumplan sus deseos; otros sacan de paseo a sus Ekekos haciéndoles cargar las nuevas
miniaturas adquiridas en el año.

294
Existe un consenso en que el origen citadino se encuentra en la determinación del
gobernador de La Paz, tras el cerco indígena de 1781, de trasladar la fiesta de Alasitas de
diciembre a enero, en un afán de reconciliación entre ambos bandos. Tal es el caso de
que, en las primeras descripciones de la fiesta, tras la procesión de la virgen de Nuestra
Señora de La Paz, iniciaba la feria de Alasitas, donde diversos sectores de la población
se acercaban para comprar los objetos en miniatura. Este consenso es tal que se empieza
a contar los años de vigencia de la fiesta desde 1781.

Lo que contribuyó a que las características de la fiesta indígena se potenciarán


fue el nacionalismo emergente tras la Guerra del Chaco y la Revolución Nacional. El
valor de los objetos ancestrales, la creencia en el rito del 24 y los deseos expresados en
las illas, fue en ascenso. Esto último lo podemos observar a través del papel del
municipio paceño en la fiesta. Creemos que fue fundamental el cambio que se operó en
la alcaldía paceña para potenciar la fiesta tradicional.

A través de las ordenanzas el municipio regulaba el desarrollo de la fiesta. Su


duración, las categorías que participaban, el lugar donde debía realizarse, y el carácter
que debía asumir. En los primeros años, por ejemplo, primaba la intención de convertir a
la fiesta en un espacio para mostrar la modernización del país. Por lo que las Alasitas
debían mostrar orden, cultura y ser el referente del desarrollo de la urbe paceña. Fue en
el proceso entre la Guerra del Chaco y la Revolución Nacional, que el papel del
municipio cambia haciendo todos los esfuerzos por rescatar y potenciar la tradición.
Iniciativas como ser el custodio de las artesanías premiadas en las diferentes categorías,
ahora permiten armar exposiciones para que la gente contemple la Alasita de antaño.
Conversatorios, conciertos, fomentos a la investigación, etc., han promovido el rescate
de la tradición o el fortalecimiento de las creencias ya asentadas. En el primer caso
tenemos el rescate del valor del “intercambio ritual” por ejemplo, que ha reemplazado el
sentido comercial del “cómprame, cómprame”, significado que se le atribuye a la
palabra Alasita. No es de extrañar entonces que unos años volvamos a ver a los
hualaychos y a los danzantes participando en la fiesta.

295
La tradición en el caso de la fiesta de Alasitas podemos afirmar, fue el intento
constante y consciente por preservar el pasado haciendo constantes esfuerzos para
preservar su pureza frente al paso del tiempo.

La feria de Alasitas.

El espacio que ha potenciado las Alasitas hacia todos los sectores sociales, en el
que se incluyen creyentes y no creyentes, es su carácter de feria. Desde inicios del siglo
XX, tras terminar la procesión de la virgen la población se dirigía a la “feria de
Alasitas”. Los creyentes compraban su Ekeko, y los no creyentes las diversas miniaturas
que pasaban por adornos para las casas o juguetes para los niños, por este motivo se
consideraba a la feria como espacios destinados a los niños. Algunos relatos de estos
cuentos breves pueden leerse en los anexos. Otro sector importante de la sociedad pedía
que este espacio se transforme en una especie de vitrina o galería donde se muestren los
diferentes avances que reflejen la modernidad de la ciudad, que incluían obras artísticas
de los artesanos paceños. Por este motivo, la crítica era acida cuando invadían a la feria
productos extranjeros de Alemania, Japón, Estados Unidos, o recientemente China, o
cuando se introducían productos de materiales como el nylon, polietileno, etc., que
desvirtuaban el sentido de las Alasitas.

La feria siempre fue un espacio de diversión para los diversos sectores que la
visitaban. Para adquirir plantas, jugar lota o suertes, tomar api o disfrutar una comida
típica. Durante la guerra también se convirtió en un espacio de kermeses solidarias para
los soldados o sus familias damnificadas.

Las Alasitas como feria es el espacio más inclusivo y que crece cada año.

En cuanto a la globalización como un factor propio y que promueve la


modernización en diferentes aspectos de la vida cotidiana, nos sumamos al análisis de
Carlos Toranzo158 sobre ella y su relación con las Alasitas. El afirma que fuera de
perjudicar a la fiesta se ha servido de ella para proyectarse internacionalmente, para

158
Toranzo, “Globalización y Alasitas”, La Razón, 1991.

296
expandir el universo de creyentes y repotenciar la tradición paceña. De esta manera
hemos podido apreciar cómo se ha expandido a la Argentina, el Brasil, España o Estados
Unidos, llevado por los migrantes pero que cada vez adquiere más adeptos extranjeros.

La globalización como fuerza motriz impulsa actualmente los principales


cambios culturales. Canclini menciona como la cultura en el siglo XXI ha ingresado en,
según el autor, en la hibridación cultural. Este concepto que refiere a las múltiples
influencias culturales que convergen en una misma representación cultural sustituye a lo
que conocemos como sincretismo cultural. Este concepto amplía los márgenes del
sincretismo y explica de mejor manera las múltiples influencias culturales de todos los
lados del mundo en espacios como las Alasitas donde convergen para traernos nuevos
patrones culturales.

Sin embargo, nosotros pensamos que la fiesta de Alasitas siempre estuvo


recibiendo la influencia de múltiples manifestaciones culturales en su seno, en este
sentido la globalización no es un fenómeno reciente para la fiesta. Si bien, la
globalización ha intensificado la proyección cultural de otras partes del mundo, antes
también recibió influencias extranjeras. No olvidemos las críticas recurrentes contra lo
extranjero en la fiesta y el llamado constante por conservar la “tradición”.

Ahora bien, hay momentos a lo largo de nuestra investigación en los que


identificamos determinados momentos de “sincretismo”. Y es que creemos, que
hubieron momentos de tensión cultural en los que la fiesta se intentó sincretizar, como la
búsqueda de la bendición cristiana sobre las miniaturas recién compradas, pero también
hubo un retraimiento hacia lo ancestral, en especial en los últimos tiempos, con la
búsqueda de yatiris para la ch’alla. Esto nos lleva a pensar que la mayor influencia no
vino de la Iglesia ni de los nuevos patrones culturales que se proyectan con la
globalización, sino de la propia “urbe paceña”. La cultura citadina si ha logrado
relacionarse con fiesta a distintos niveles. Recordemos las diversas formas de las
miniaturas (casitas, cholets, negocios, billetitos, etc.) que han adquirido formas de los

297
deseos citadinos, o los periodiquitos, un medio que ridiculiza a la sociedad y política
nacionales, muy propio de los centros urbanos.

Por ello mismo, al iniciar la investigación, propusimos dos escenarios de la fiesta


que a nuestro parecer describen bien las Alasitas. El primer escenario, es la Alasita como
fiesta, en la que se encuentra todo el sentido ritual y que se ha mantenido a lo largo de
los años, con muy pocos cambios. Si nos detenemos a analizar este primer punto
podemos afirmar que no hay sincretismo ni hibridación cultural; que la esencia indígena
de significado se mantiene. El segundo escenario es la Alasita como feria, en la que
podemos observar una suerte de espacio de recepción de las diferentes formas culturales
que trae la globalización; sin embargo, el impacto no es profundo sino que a pesar de las
múltiples influencias los gremios de artesanos son un filtro para que ciertas tendencias
lleguen y desaparezcan, y a otros los excluyan definitivamente para su ingreso. De esta
manera creemos, que las Alasitas tienen espacios de flexibilidad cultural, pero sin alterar
su esencia.

La Declaratoria de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad ha


contribuido para que la fiesta se centre más en el pasado y busque reafirmar su tradición
y esencia. Por ello creemos que no nos debería extrañar si dentro de algunos años vemos
a los danzantes o a los gualaychos inaugurando la fiesta, como solían hacerlo en el s.
XIX.

En esta compleja relación entre modernidad y tradición podemos decir que la


tradición hasta cierto punto se ha servido de los elementos de la modernidad para
preservarse y potenciarse. Amplificarse siendo el portavoz de pensamientos,
sentimientos y opiniones de una sociedad preocupada por su identidad.

Sobre nuestras fuentes de información, los periódicos, tienen una gran virtud, de
ofrecernos una gama de información continua y diversa que nos permiten hacer
seguimiento a fenómenos culturales tan importantes como el que trata nuestra

298
investigación. Sin embargo, tienen también un gran defecto, de ser los lentes por los que
mira una elite letrada sobre la realidad que quieren o desean que sea, de ahí sus críticas
repetitivas en muchos años, pero también sus deseos de querer preservar el pasado como
vestigio de su identidad. Por este motivo encontraran algunos datos que no
necesariamente coinciden como la aparición de la venta de billetitos, por ejemplo, que
según nuestras fuentes aparecen en la década de los 50s, pero a la hora del contraste
encontramos que son más antiguas. Por este motivo creemos que otras investigaciones
deben contrastar nuestros hallazgos y afirmaciones para mostrar otros rostros de la fiesta
de Alasitas.

La prensa también ha influido en la creación de imaginarios de la fiesta que nos


muestran la influencia de la cultura cristiana occidental. Tal es el caso del Ekeko al cual
elevaron al rango de dios andino. Se pensó al Ekeko en término cristianos tratando de
jerarquizar a las deidades andinas sin pensar en su diferente cosmovisión. Esta es otra
debilidad de la prensa. Nosotros tratamos al Ekeko como “espíritu multiplicador” como
refiere Sagarnaga parte una fiesta integral.

Para finalizar quisiéramos destacar la labor de la Doctora Carmen Beatriz Loza,


historiadora y gestora cultural que ha contribuido de manera importante con diferentes
investigaciones que potenciaron la comprensión de diversos aspectos de nuestra
realidad. En cuanto a las Alasitas, fue una de las principales promotoras e impulsoras
para la Declaratoria de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Desde el Ministerio de
Culturas y Turismo formó parte de la Comisión para la preparación de la carpeta de
postulación como Patrimonio Inmaterial ante la Unesco, que se logró en diciembre de
2017.

299
Anexos

Anexo 1: Premios y ganadores

Ganadores de la feria de Alasitas 1917

Filigrana de plata.-
Primer premio, Luis Birbuet, Bs. 100.
Segundo premio, Samuel L. Solíz, Bs. 50.

Ebanistería y carpintería.-
Primer premio, César Palza, (mesa con incrustaciones de maderas del país), Bs. 100.
Segundo premio, Emilio A. Ríos, (escritorio americano, silla y estante), Bs. 50.
Segundo premio, Faustino Oropeza, (escritorio americano, mesa de comedor y sillas),
Bs. 50.
Tercer premio, José Rengifo, (varias piezas de muebles de madera), Bs. 25.
Mención honrosa. Guillermo Gamarra y Miguel Caballero.

Miniaturas en madera.-
Primer premio, Manuel Castro, asilado en el panóptico, (una mesa de comedor con todos
sus accesorios en madera de naranjo), Bs. 100.
Segundo premio, Paulino Vargas, (un laboratorio), Bs. 50.

Instrumento de cuerda.-
Tercer premio, Nicolás Manzaneda, (guitarra y mandolina), Bs. 25.

Miniaturas en metal.-
Primer premio, Celestino F. Bermúdez, (hierro aprensado y estaño fundido), Bs. 100.
Segundo premio, Luis M. Betancur, (objetos de plomo y estaño fundido), Bs. 50.
Segundo premio, Marcelino Alcón (objetos de cobre martillado), Bs. 50.

Talabartería.-
Segundo premio, Luis Tornero Barragán, (una montura mexicana con accesorios
completos), Bs. 50.

300
Tercer premio, José Franco (monturas del país para hombre y para mujer), Bs. 25.
Mención honrosa, Manuel Fernández.

Zapatería.-
Premio único, Julio Tovar, (un muestrario con seis tipos diferentes de calzado), 100
bolivianos.

Modelado en yeso.-
Primer premio, Justo Quisbert, (suplementero Nicanor Vargas), Bs. 100.
Segundo premio, María R. de Mercado, (varias figuras de tipos del país), Bs. 50.

Encuadernación.-
Premio único, Justo Cabrera, (libretas), Bs. 50.

Arquitectura.-
Segundo premio, Calixto Flores, (carias obras en hoja de lata), Bs. 50.
Tercer premio, Atanacio Quispe, (construcción en yeso), Bs. 25.
Tercer premio, Rosendo Ticona, (construcción en yeso), Bs. 25.

Además, el juri, por unanimidad de votos acordó una mención honorífica al señor Arturo
Posnansky, por los artículos de alfarería que ha exhibido, tales como ladrillos huecos y
tejas múltiples.
(El Tiempo, 27 de enero de 1917)

301
Ganadores de la feria de Alasitas 1918

La comisión municipal distribuye la suma de Bs. 995 entre los expositores de


la feria de Alacitas [sic]

El juri, compuesto de los señores Néstor Cueto Vidaurre, presidente del


honorable concejo, Pedro Terrazas, secretario; Adán Sánchez, Arturo Prudencio M. y
Francisco Soto, calificó en la siguiente forma los distintos objetos en miniatura
presentados al honorable concejo.

Joyería

José Benito Rodríguez, primer premio Bs. 100


Julio Valdés, segundo premio 30
Benjamín Chavarría, tercer premio 15
Samuel F. Solíz, tercer premio 15

Carpintería

Ángel C. Gonzales, primer premio Bs. 60


Rómulo Guachalla, tercer premio 15
Bernardo Mendieta, tercer premio 15

Ebanistería

Ramón Araníbar, primer premio Bs. 60


César Palza, segundo premio 15
Juan Fernández, cuarto premio 10

Instrumentos de cuerda

Nicolás Manzaneda, tercer premio Bs. 15

Mecánica

302
N. Sánchez Barreda, primer premio Bs. 60
N. Bermúdez, segundo premio 60
Manuel Antequera, tercer premio 30

Miniaturas en metal

N. Betancur, primer premio Bs. 60


Calixto Flores, segundo premio 30
Justo Cabrera, tercer premio 15

Talabartería

Eduardo Villarreal, tercer premio 15


Luis Tornero, tercer premio 15

Zapatería

Julio Tovar, primer premio 80


Daniel Aliaga, primer premio 60
Clemente Ascui, tercer premio 60
Eulogio Portugal Vargas, tercer premio 15
Primitivo Zavala, tercer premio 15

Sombrerería

María Palacios, tercer premio 10

Obras de mano

Clara Quintana, segundo premio 30


Sara de Peñaranda, cuarto premio 10
Irene Cortés, cuarto premio 10

Encuadernación

303
Pastor Cabrera (marroquinería), segundo premio 30
José N. Thaine Siles, tercer premio 15

Arquitectura

Juan Mamani, tercer premio 15


Atanasio Quispe, cuarto premio 10

Varios objetos

Juan T. Espinoza, tercer premio 10


Francisco Araujo, tercer premio 10

Pintura

Juan Frías, mención honrosa.

La distribución de premios se efectuará el día miércoles 30 del presente, horas


tres p.m. en el salón de sesiones del honorable concejo.

El objeto que obtuvo primer premio en la sección de carpintería ha sido


adquirido por el señor Rafael Taborga en la suma de Bs. 200. Se compone de un
escritorio, tamaño 15 por 10 centímetros, un estante, un escritorio combinación con
mesa de escribir, un archivador y una silla. El autor de esta filigrana es el obrero Ángel
C. Gonzáles.

(El Tiempo, 27 de enero de 1918)

304
Anexo 2: Cuentos, relatos y poemas de la fiesta de Alasitas

Lecturas para los niños

¡Alacitas!

Corría el año de 1888… y se aproximaba el clásico 24 de enero. Mi padre para


evitar mis peligrosas travesuras, me había dicho:
-Si te portas bien, te compraré en la próxima feria, un buen muñeco.
Qué felicidad! Iba en pocos días más, a tener un juguete! Un muñeco! No cabía
en mí de gozo, y no veía el arribo de la víspera de la fiesta.
Por fin llegó la esperada fecha.
Vestido de azul claro y munido de buen puñado de botones amarillos, moneda
usada en aquellos tiempos, me encontraba después del almuerzo colgado del cariñoso
brazo de mi padre, paseando por entre la maraña de mesitas y puestos de venta, y la
aglomeración de gente que dificultaba el paso.
La serenidad del ambiente, la tranquilidad de la atmósfera y un radiante sol
castigaba con furor las bronceadas mejillas de las coquetonas vendedoras, contribuían a
la mayor animación de la feria.
Había comprado multitud de chucherías, fatigado por tanto caminar, me
encontraba ya al anochecer, siempre sostenido por el cariñoso brazo de mi padre, delante
de un expendio de confituras. Deseoso de llevarme a la boca algunas de ellas, rogué a mi
padre que las comprase, respondiéndome él afirmativamente.
Sostenía en una de mis manos algunos de los juguetes adquiridos, y en la otra el
paquete de confites y me disponía a marchar con rumbo a mi casa, siguiendo los pasos
de mi padre que me precedía, cuando el rostro de un niño pálido, escuálido, harapiento,
se me ponía por delante pidiéndome en humilde tono, un confite. Horrorizado yo ante
semejante espectro, ahogué los sentimientos caritativos de mi corazón y traté duramente
al audaz rapazuelo que trataba de hacerse partícipe de mi festín.

305
Tres compañeros que lo rodeaban prorrumpieron en una sarcástica carcajada.
-Velay Antuco, lo que te has sacado- decía uno.
-No tiene vergüenza ché este Murillo- alega otro.
Volví la vista al oír semejantes frases, y vi al niño más pálido aún, que
permanecía inmóvil como una estatua, clavando en mí una mirada de rencor.
Arrepentido por mi actitud, titubeaba entre dar una satisfacción o proseguir
indiferente mi camino. La lucha moral que mantuve fue corta, y venció ese absurdo
amor propio que induce al hombre en muchas ocasiones a cometer los más criminosos
actos. Continué pues mi marcha, pero el aspecto de ese amenazador rostro y el nombre
de Antonio Murillo quedaron grabados con indelebles caracteres en mi impresionable
cerebro.
Pasaron los años, llegué a los diez y ocho, y con frecuencia la imagen infantil de
ese desgraciado, me asediaba como acusándome de mi falta.
Era una mañana de invierno; el sol se alzaba tras la colina de Jampaturi.
La ciudad aun que la hora era avanzada, parecía adormida por el penetrante frío
de la cordillera. Que atería al pacífico transeúnte.
De pronto, la chillona voz de un suplementero pregona un diario, añadiendo al
nombre de este, como para hacer reclamo una frase que resuena en mis oídos, al
principio incomprensible, pero que luego se hace terrible, horrorizante.
-“El Comercio”, con el asesinato de dos ancianos por Antonio Murillo!... grita el
vendedor.
Al oír ese nombre, se reprodujo en mi mente toda la escena de ese fatídico 24 de
enero. Aterrorizado por la noticia, apenas me atreví a desdoblar el periódico que acababa
de adquirir, pero esperanzado aún con la idea de que fuese otro Murillo el autor del
crimen, recorrí con nerviosidad las líneas que relataban el suceso. Pero no cabía duda,
era el mismo, las generales decían.
Mi estado moral se hizo insoportable, parecíame que aquel desdén insignificante
al parecer, era la causa de la pérdida de un hombre.

306
Deseoso de reparar el daño causado, concurrí á uno de los debates, y al momento
reconocí en el rostro de aquel acusado, los rasgos fisonómicos del niño del 24 de enero
de 188…
Cuando el abogado defensor agotó todos los recursos, el reo, de varonil aspecto y
que cifraba alrededor de los diez y ocho años se irguió en su asiento y con voz lastimera
dijo:
“No he sido malo, y si he robado ha sido porque á ello me he visto obligado”.
“Mis padres al morir, me dijeron que era cien veces preferible pedir que no
robar”
“Un día tuve hambre, pedí á un niño de comer, porque tenía vergüenza hacerlo á
un adulto y me lo negó despreciándome”.
“Mis compañeros á quienes repetía con frecuencia el consejo de mis padres, se
mofaron de mí”.
“Ellos sin pedir á nadie, con solo darse maña para hurtar, comían bien y yo no
podía. Me ví pues obligado á seguirles el ejemplo. Robé la primera vez un confite, pero
con tan mala suerte que la dueña me cogió, entregándome al paco que me condujo á la
policía”.
“Castigado allí, tuve miedo de volver á incurrir en esa falta. Pero el hambre hace
mucho y no pude resistir”.
“En el segundo robo tuve más éxito y continué hasta parar en los que ustedes
ven”.
Cuando el joven acusado llegó á estas palabras, no pude continuar escuchando y
precipitadamente me retiré de la tétrica sala, pensando en que por solo un mal además
había torcido los sentimientos generosos de un niño, precipitándolo, tal vez, en la
resbaladiza pendiente del vicio, que lo convirtió en un criminal.
(El Tiempo, 27 de enero de 1916)

307
Añejerias paceñas
Feria de Alacitas
Ismael Sotomayor

¡Las alacitas! Esta fiesta tan típicamente paceña que es esperada año tras por
jóvenes y viejos con un entusiasmo jamás desgastado y que dentro del folklore local
ocupa distinguidísimo puesto, tiene su origen esencialmente histórico en las célebres
guerrillas que entre chapetones contra mestizos e indios sostuviéronse por buen y luengo
tiempo a raíz del cerco de la ciudad de La Paz, hecho a la hoya del Choqueyapu a
instancias del insubordinado Tupac Amaru, quien queriendo proclamarse soberano novel
del extinguido imperio de los Incas, había logrado asediar con toda la indiada esta
comarca, allá por los años de 1781, cuando precisamente era aún, dueño y señor de vidas
y haciendas de esta Villa Su Majestad el Rey de las Españas Don Carlos III, por la
gracia de Dios.
En cuanto al mito característico de esta fiesta, el no menos legendario “ekeko”, el
eterno amuleto de la abundancia y e la felicidad de muchos hogares crédulos, forma
también parte del origen mismo del conjunto de tan tradicional feria de las múltiples
como minúsculas baratijas. Y la trama del asunto es como sigue, dos puntos a saber, de
la manera siguiente, acápite.

II

Con las expediciones que hizo el señor General Don Sebastián de Segurola y
Machain a Larecaja, Yungas y Río Abajo, quedó pacificada la ciudad y concluido el
cerco, porque a la larga, las fuerzas reales aniquilaron a los indios.
Los mestizos, no por esto quedaron tranquilos y su ojeriza por Segurola, los
suyos y por todas las cosas de la causa real estaban candentes, a tal punto que, se ideó
una manifestación caricaturesca para ridiculizar los fatídicos “chapetones”.
No bien se supo la próxima arribada de los defensores del cerco, se preparó, con
grande animación, vena y soltura la simulación de toda una feria, pero en la que todo,
absolutamente todo. Era de convencional ridiculización a las fuerzas de Segurola.

308
Animales, casas, gente paisana y otra de la soldadesca era toda una caricatura, y
para que la cosa saliese bien hecha, la mercadería se podía adquirir a simple cambio de
víveres, pan u otros artículos de prima necesidad.
De aquí resultó que, jefes, oficiales y soldados satirizados no eran otros que los
celebérrimos ekekos, muñecos coloradotes, gordinflones y de una sonrisa muy sugestiva
y hasta maliciosa. Tal cual hasta hoy se los ve (repito que a los ekekos).
No sé si los chapetones se dieron cuenta cabal del doble y significativo sentido
que tuvo la feria, el chiste es que tuvieron que hacerse del otro viernes. Entre tanto, la
sátira estaba hecha de parte de la criollada. Más que seguro, que los hombres, se
morderían la punta del tresviento y murmurarían sandez y media por tan tamaña ofensa.

III

La primera feria de Alacitas se efectuó en la plaza de San Francisco y allí siguió


llevándose a cabo durante muchos años; advenida la independencia hubo que da la
mayor realce y se la trasladó a la Plaza de Armas. Aquí permaneció la predicha feria,
también durante largos años; después la fiesta pasó por la Alameda; luego a la Plaza de
San Pedro y agora de nuevo la vemos en lugar donde la conociéramos al abrir nuestros
castos ojos ¿y mañana, ¿dónde irá a dar? Esto tan solo el diablo lo sabe.
Si al principio la venta no era más que un cambalache, seguidamente las
adquisiciones se habían con unos botones dorados especiales que fuera de los días de la
algarabía, no se los cataba en ninguna casa de comercio. Más, las apremiantes
necesidades de “la vida moderna” impusieron la compra de cositas con dinero, contante
y sonante, pagadero a la vista el portados. Costumbre fea que como la de saber comer y
almorzar prevalece y prevalecerá hasta que el mundo sea mundo.
(El Diario, 29 de enero de 1930)

309
El advenimiento de Ekhekho al Khollasuyo
Carlos Oropeza

Es en la tierra de Tihuanaku y en tiempo del Imperio Kholla.


La raza, castigada por el Dios de los dioses, está amenazada de sufrir los
descarnantes fuetazos del Hambre, porque las lluvias aún no han desgranado las perlas
de sus aguas fecundantes.
El corazón del Cosmos, palpita en las tinieblas.
La Luna, derramando puñados de sal sobre la amarga desolación de la estepa
andina, muestra, sonriente y burlesca, su lívida faz de bruja; una bandada de lekhe-
lekhes, zahoríes, ríe, lúgubremente, y escribe, con las plumas de sus alas, extraños
pronósticos en el oráculo azul del cielo; vicuñas tímidas y huanacus ariscos, corren,
ágiles como el aura, sobre las ríspidas cumbres, donde el viento, vagabundo e inquieto,
ensaya las bárbaras tonadas de su khena.
De la ciudad eterna, labrada en eterna piedra, sale la procesión indígena
encabezada por Mallku, buen monarca de hábitos sencillos y vida austera. Todos lloran
llanto silencioso y llevan ramas de perfumada menta, fetos de llama negra, sapos
robados al Lago Sagrado y espinos de amenazante punta, que, un día ya lejano,
insinuaron su contorsión dolorosa entre las rocas de una isla misteriosamente
desaparecida, bajo las terribles maldiciones del dios Kjunu.
Los peregrinos, se encaminan al alcor más alto, para implorar el perdón del dios
enojado.
Instalados en la cumbre, encienden los yatiris varias hogueras votivas y entregan
a sus calcinante flamas los fetos y las ramas sagrado sahumerio de dioses; luego -sobre
terrenos fríos, de dura entraña, estiran a los sapos, atravesándoles los miembros con
espinos, a fin de que, obligados por la tortura la sed, pidan a Dios que llueva, para que
se fecunden las sementeras y germinen las semillas, sembradas, trabajosamente, por los
rudos labradores, que, sin sentir cansancio ni fatiga, viven curvados sobre los surcos,
escuchando las voces cálidas y promisorias de Pacha Tayka e Inti Auki.

310
Concluidas ya las misteriosas liturgias, caen de rodillas, y, con los ojos turbios ,
las caras cobrizas surcadas por agrias lagrimas y los brazos en alto, claman, con
cavernosos gritos:
“¡Agua, agua bendita, Pachacamac!”
¡Los labrantíos, abrasados por el calor, ya están quemados, Pachakhama!
¡Devorados por el Hambre, los hombres han de morir, Pachakhama!
¡Tórnate bueno, tórnate bueno, Pachakhama!
Los minutos, volanderos y mudos, vuelven del tiempo hacia el Tiempo.
Más tarde, quejas y ruegos son interrumpidos por la presencia de un hombrecillo
de estatura ridícula, débil contextura y torvo rostro, que les dice:
-Hijos del Kollasuyo, inútilmente lloráis, Vanas son vuestras ofrendas,
Pachakhama, mi buen progenitor, contra vosotros está, porque habéis permitido que de
hambre, sed y frio casi perezca yo… ¿No véis acaso, mi cuerpo desnudo, y los huesos
dibujándose bajo la piel?
Los pobres khollas, colmados de sorpres, le preguntan ingenuamente:
-Pero dinos, raro aparecido, ¿quién eres tú?
Él les responde:
Ekhekho soy, el dios de Fortuna, la Alegría y la Esperanza… Yo llevo el pan y la
risa a todos los hogares en los cuales me aman y me rinden culto, depositando su fe en
mí.
Y, tras corta pausa, en la que el Silencio deshoja sus negras adormideras, agrega,
reflexivamente:
-Si… Pero, escuchando estas mis palabras, quizás os diréis: - ¿Por qué, entonces,
siendo tal dios, anda sin alegría, sin pan y sin abrigo?
Para apagar el fuego de vuestra extrañeza, yo me adelantaría a deciros: - Ambulo
por la tierra con mi hambre, mi pena, mi sed y mi frío, nada más que por probar la
caridad de los hombres y saber si son dignos de un destino feliz… Y así, andurriando
por estas comarcas, he observado que despreciáis al peregrino, indiferentes a su martirio
y sordos a su clamor desesperado.

311
Los mansos indios, angustiados, torturados, porque una pena más se suma a
todas las otras que les mascan el corazón, se apresura decirle, por boca de sus ancianos:
-Ekhekho, nosotros no te hemos conocido. Por tanto tu ira y tus cargos, no tienen
razón de ser.
Ekhekho cascabelea una fría risa y les responde:
-Ah, tal vez vosotros no me habéis conocido; pero vuestros hermanos, sí. Ellos,
inmisericordes y crueles, me arrojaron de sus cabañas. Y vosotros, seguramente
hubieseis hecho lo mismo, si no llego en esta hora en que la tribulación azota vuestras
almas y el dolor ablanda vuestros corazones.
Todos tiemblan y apenas atinan a musitar algunas palabras:
-No abrigues tal creencia, dios piadoso. Si a nuestra ciudad hubieras llegado
antes, nada te habría faltado. El pan, el calor, el agua, tuyos hubieran sido.
Ekhekho, muerde su silencia; ellos también.
Luego, vencidos por la superstición, le piden:
-En fin, buen Ekhekho, ya que ello no sucedió así -quién sabe porqué la suerte
nos era adversa-, perdónanos, y, en nosotros, a nuestros hermanos, que tiempo, tiempo
para hilar su arrepentimiento en la sangrienta rueca de su propia crueldad.
Piensa un instante el enanillo divino y accede, benigno y aliviador:
-Bien; perdonados seréis y serán. Mas dadme ropa y comida. Las lluvias abrirán,
oportunamente, su cofre proficuo, y todo os lo devolveré en la cosecha venidera, con tal
abundancia, que serán insuficientes vuestros graneros para encerrar tanto alimento. Los
ganados que poseéis, también se multiplicarán prodigiosamente, de suerte que mallkus y
gobernados cubrirán sus carnes con ropas igualmente cálidas y finas… Y así por obra de
la riqueza, morirán el Odio, la Envidia y la Injusticia, todos hijos bastardos de la
pobreza.
La multitud cobriza calla, asombrada; Ekhekho también.
En seguida, se adjunta a los peregrinos y vuelven a la ciudad imperial.
II

312
Bajo la mirada auspiciosa de los monolitos y las sacras portadas, todos vibran de
alegría. Y, radiantes de Fe, Esperanza y Caridad, invitan exquisitos yantares al
minúsculo dios y abrigan su cuerpo menguado con ricos trajes de vicuña y alpaca,
tejidos por las doncellas de dinástica estirpe, consagradas al culto del Sol.
Es más tarde
Y en la ciudad, se han encendido grandes fogatas; y la iluminación, que se
proyecta hasta la pampa y las más lejanas cumbres, semeja un crepúsculo gigantesco,
capaz de incendiar el Universo todo.
Ante espectáculo tan magnífico, Ekhekho, vuélvese gordo y tañe en su boca la
cristalina flauta de la risa.
Los buenos kollas hechizados por su alegría y contagiados de su buen humor,
liban a grandes sorbos rubia chicha de quinua, que embriagante y amorosa, salta en
bellas oráteras de arcilla roja.
En tanto, algunos, -los más alegres- tocan, entusiasmados, sus flautas y
zampoñas, y danzan, diabólicamente, brincando alrededor del misterioso huésped.
Entre libaciones y bailes, se anuncia el amanecer.
Tras las pardas serranías, erguidas a la distancia, Pfagsi-Tayka duerme
tranquilamente; en el cielo, alumbrado por la luz auroral, las últimas huara-huaras se
apagan, Inti, pintando las nubecillas orientales, vuelca el cáliz de su ígnea khantuta; y
Ekhekho, hecho hombre sólo por unos instantes, se vá, diciendo sus últimas palabras y
dejando la Fortuna, la Alegría y la Esperanza en el bravo Imperio Kholla, dominador de
las Indias Occidentales:
-Todos los años, por época idéntica, vendré lo mismo que hoy. Esta fecha,
anotadla bien en vuestras Khellkas. Entonces me rendiréis culto, ofrendándome vuestros
productos los más pequeños. Y, si os place haced de oro, piedra o yeso mi imagen, para
que me reconozcáis y me tengáis siempre presente, sin temores a las traiciones de
vuestra gentil memoria… Y antes de irme, yo prometo velar por vosotros y vuestra
prole.
El éxtasis y la gratitud, florecen, místicamente, en los espíritus indígenas.

313
Un cuidador semidios, -las alas maravillosamente abiertas, el armiñado cuello
erguido y las pupilas clavadas como flechas en el luminoso corazón del sol- rasga
brutalmente, el aire, colgando, estrangulando entre sus garras, un zorro amarillento,
símbolo del Hambre, la Tristeza y la Desilusión.
Y el enanillo ultrahumano desaparece, tragado por la Tierra.
De su venida al Khollasuyo, sólo quedan pocas noticias, que han servido para
tejer, con hilos de luna y rayos de sol, esta leyenda de alma kholla y corazón puneño.
Realmente, ya no quedan huellas de su presencia real; pero hoy, a pesar de los
siglos, que ya están viejos y canosos, Ekhekho merece culto y sigue viviendo en la
memoria y el corazón del pueblo boliviano, que lo considera como el diosecillo de la
Fortuna, la Alegría y la Esperanza; hoy, como en tiempos lueñes, se vé, en los hogares
del indio, el cholo, el blanco y hasta el gringo, colocada en sitio preferente, su imagen
panzuda y risueña, mirando, de continuo, radiante al Porvenir…
La Paz, Enero de 1924.
(El Diario, 26 de enero de 1930)

314
Las Alacitas y Don Ekeko
Del libro de Tradiciones del Dr. Nemecio Iturry Nuñez

Y por qué no puede ser merecedor de un capítulo este personaje mitológico, ser
típico de muchas leyendas y creencias, mudo testigo de frenéticas caricias, tipo
simbólico del amor.
El Ekeko, ¡Oh! ¡El Ekeko!
Causa de muchos sinsabores, ruina de bolsillos y fortuna de comerciantes, alegría
de mercachifles, mascota de chiquillas y esperanza de crédulos.
¡Cuántos no habrán negociado con él, por él y para él!
El Ekeko ya era conocido en siglo XVII, ya era persona de consideración, y hoy
es conocido en más de medio mundo, popular más que el microbio del amor; si dejando
su modestia lanzara su candidatura para diputado o munícipe, aspiración de muchos
politicastros, habría triunfado sin cohechos.
Se han revuelto los pergaminos y archivos para saber de sus antecesores, quiénes
fueron sus padres, dónde nació y de cómo vino a este hemisferio. Poco o nada se ha
podi- [sic] vulgar, no se puede decir que sus padres fueron los archiduques, que nació
mecido en la cuna de los Hohenzollern o los Ausburgos, ue se educó en la Universidad
de San Andrés, que muy luego se distinguió como sobresaliente en sus estudios, y la
edad de diez años ya fue general, o doctor, o ministro, o… lo mejor diputado.
Averiguando de cómo ha venido a parar en estos trigos el Ekeko, es creencia
cierta que ha cayó de algún planeta; se halla envuelto en un misterio la aparición de este
niño, como la de los Manco Capac y Mama Ojllo, son tres seres, según las teorías de
Flammarión, que han transmigrado de otros planetas en forma de incas y ekeko.
Muchos se han ocupado de don Ekeko – por qué no darle el título de don cuando
otros de menor valía lo llevan -, y así he conocido a don A…, a don E…, don S… y
otros de quienes tengo vergüenza decir; el padre Bertonio se ocupa de él en su

315
vocabulario aymara; y lo mismo don R. Paredes, quien le canta loas y lo describe con su
sal y pimienta.
Ekeko, en aymara es enano, hombre de pequeña estatura; y es posible que la
mitología india haya parodiado a ése, por eso lo describe como un hombre el más
pequeño, regordete, cabezón, panzudo, de piernas cortas y gruesas, fisonomía adusta,
pero amigo de ajustar cuentas en armonía y hacer bienes llevando toda clase de fortuna a
la casa donde se le tiene, cría, mantiene y sostiene.
En épocas del coloniaje, cuentan que el Ekeko andaba errante de casa en casa
dispensando favores, y le tenían ya de oro o plata, de piedra o barro cocido; mas hoy
sólo se le tiene de estuco pintado en colores, del tamaño de diez centímetros, y se
presenta solamente el 24 de enero en la fiesta de Alacitas, haciendo la regalía de todas
las clases sociales.
En aquellos tiempos era muy perseguido, como todo hombre célebre – por su
cabeza han ofrecido dinero -; y no pocos misioneros, frailes y la misma Inquisición, le
han abierto terrible campaña, considerándolo como a embustero, agente del demonio y
toda clase de maleficios; siendo creencia, más antes, entre los indios y toda clase de
gentes y aún entre los extranjeros que donde está el Ekeko está la buena suerte, la
abundancia, buen humor, salud y cuanto bien haya, siendo esta la causa de tantas
persecuciones, destierros, chismes, calabozos, y la ira de aquellos reyezuelos y curas de
aldea, que descargaron sobre él, temiendo siempre que con su poder revolucionara
contra sus poderes, el terror y el miedo veían de cerca…
A pesar de todo eso, las doctrinas filosóficas, religiosas, morales, políticas y
amorosas referentes a don Ekeko, se han abierto vasto campo y hoy mal que le pese a
muchos, es el ídolo deseado y esperado cada año, en la morada de todos.

II

Cuentan las crónicas que el año 1781, se sublevó en las regiones de


Taguantinsuyo y Collasuyo, la indiada bajo el mando de Tupac Amaru y Tupac Catari,
habiendo llegado a sitiar la ciudad de La Paz, estando de gobernador intendente don

316
Sebastián de Segurola, quién, mediante su pericia y dirección, ha llegado a conjurar el
mal dominando la sublevación.
Cuentan también que para conjurar la sublevación, había depositado sus insignias
gobernales a los pies de la Virgen de La Paz, como la protectora de españoles, y que,
debido a su protección, ha salvado, ileso del percance, por lo que, en gratitud, quiso
darle un realce a la fiesta de la Virgen de La paz, que se celebra el 24 de enero.
Entre los varios puntos del programa, se acordó que la feria de miniaturas que
tenía lugar en varios días del año, se reuniera en una sola que sería el 24 de enero, y
además, que hubieran luminarias, bailarines, música, comparsas, etc.
Y así fue. El 24 de enero de 1783 se inauguró la feria de miniaturas, celebrando
la fiesta de la Virgen de La Paz, la que hoy está en el templo de San Sebastián y se la
venera bajo la advocación de Nuestra Señora de la Asunción, por haberse colocado el 15
de agosto, y siendo obsequio del Rey de España Carlos V. La que se halla en la Catedral,
bajo la advocación de Nuestra Señora de La Paz, se la ha conocido con el de la Divina
Pastora.
Todos los gremios, los artesanos, obreros, concurrieron con sus artefactos,
mercaderías y cuanto cachivache hallarán, a la plaza mayor, pregonando ¡alacita!
¡alacita! (en aymara) cómprame, cómprame, de donde viene esta fiesta de Alacitas.
Entre las miniaturas se hallaba en gran profusión don Ekeko.
La parición de este tipo clásico, ha hecho los prodigios de la fiesta y desde
entonces no falta el Ekeko, y dejaría de ser fiesta de Alacitas si no hubiera don Ekeko.
A esto se añade que la Constitución del Estado lo ampara al declarar que todo
hombre goza en Bolivia de los derechos civiles, y, desde entonces, también parece que
han cesado las persecuciones contra él.
Munido de esta franquicia, pero que no le inmuniza, toma asiento en todas las
mesas de gran rango, exponiéndose ante las muchachas, jóvenes y tuti cuanti, para ser
adquirido y llevado en su compañía, por cierto siempre que sea el mejor postor.
Antes era perseguido, muy en especial por los frailes, para cortarle la cabeza,
mas hoy esos mismos lo quieren para tenerlo como signo de buen agüero.

317
El día de la feria, lo primero que se busca es un Ekeko.
¿Ha comprado Ud. un Ekeko? Pregunta el joven al viejo, la chiquilla también y
todo aquel que va a la fiesta.
Estoy yendo a comprar un Ekeko, porque tengo encargo de una amiga para
mandarle a Tokio; otro: yo tengo que mandar al Ministro de Bolivia en la Santa Sede,
que desea obsequiar al Cardenal Gasparri, que tiene mucho deseo en presentarlo a S.S. el
Papa y otorgarle toda clase de bendiciones para él y su familia y…
Así que, el día de Alcitas hay que adquirir un Ekeko. Luego regalarle con toda
clase de miniaturas que hubiere en venta el día de la feria; primera diligencia, vestirlo de
pies a cabeza para que soporte el invierno y el verano, luego llenarle o mejor dicho
cargarle de muebles, víveres, mercaderías, instrumentos de música, menajes de casa,
adornos, licores, bicotelas, herramientas, reloj y vamos… a tal extremo que al Ekeko
apenas se le vea la cara.
Con todo esto y en posesión de ello, el Ekeko es entronizado en el lugar más
preferente de la casa, donde la mano criminal no alcance ni la codicia de sus objetos lo
exponga a una tentación, como ídolo de buena suerte y abundancia, y seguro de que
durante el año tendrá en grande lo que el Ekeko tiene y carga en pequeño.
El mejor obsequio es un Ekeko y más si se remite a países extranjeros.
Los extranjeros y los paisanos del Ekeko, remiten por correo, bien embalado y
con un rótulo: “frágil”, “delicado”, hasta Europa, Asia, Norte América y demás países
americanos.
Se tiene creencia que el Ekeko lleva a la casa la buena suerte, así como todo
aquello que el día de Alacitas se compra.
Es por eso que en esa feria se hace derroche en comprar miniaturas.
El que compra una casita, una chacarilla, un mueble, víveres, etc., etc. tiene
seguro o por lo menos la esperanza de comprar otro en grande.
Los niños, los muchachos de escuela, los colegiales, comprar juguetes, pitos y
tiene derecho a meter bulla y aturdir a cualquier hijo e vecino, si fuman los cigarros de
Alacitas, les es permitido por los padres.

318
III

La fiesta de Alacitas, hoy es más bien una feria que fiesta religiosa e la Virgen de
La Paz, donde todas las clases sociales concurren a lucir sus vestidos de moda y
elegancia, hacer lujo de derroche; los comerciantes a negociar con todo aquello que
puede, y la misma municipalidad, cata colosales patentes, sin que falten los cacos, que
siguiendo la tradición antigua, tratan de echarse al saco, esperando el toque de oración
en el campanario de la Catedral.
El Ekeko y las Alacitas con la alegría de muchos y pesadilla de… los papás y
mamás que les deja temblando los bolsillos…

319
Panorama Móvil
Por Sagitario
(Última Hora, 26 de enero de 1953)
La destrucción de Alacitas [sic.]

Alacitas se ha convertido en la feria de los choclos, del alcohol y los juegos de


azar. Alacitas es otro valor folklórico asesinado impunemente.
*
El “ekeko” es, ahora, cualquier monigote que decora el escenario de una plaza
pública donde la artesanía indígena fue reemplazada por productos manufacturados en el
extranjero o por una fabricación standarizada de artefactos vulgares.
*
Esta fiesta de la miniatura, surgida de una tradición aymara, acabó por se
destruida como en el otro campo folklórico -la música- el huayño, el kaluyo, el pasacalle
son mercaderías de un contrabando escandaloso y de una distorsión que espanta.
*
La Feria de Alacitas pierde su valor clásico desde que se permite que vayan a la
Plaza de San Pedro los que venden dentífrico, tocuyo, frutas, cremas para afeitar, maní
salado, cigarrillos, panecillos de Todos Santos; tramposos de los juegos de azar,
expendedores de alcohol y fabricantes de muñecos horrorosos.
*
Es ya inconfundible esa actitud de estrangulamiento de los aspectos más vivos el
folklore boliviano. La Feria de Alacitas es otra de las víctimas. Antiguamente era una
expresión de la riqueza artesanal nativa; su celebración era un rito que ponía un acento
agudo al espíritu de la tierra. Hoy es un mercado público y su tradición un pretexto para
el comercio de baratijas y tomates.
*
Esta derrota de los valores clásicos de Alacitas está unida a la inexistencia de una
atención a la artesanía indígena; ningún aliciente presta du apoyo a tan significativa

320
tarea. Al contrario, se le opone una competencia absurda como esa de permitir que en
Alacitas se exponga precisamente todo lo que no representa ni folklore ni cosa nacional.
*
El “ekeko” ha muerto sin auxilios. En lugar de su personalidad se levantan los
monigotes; al “aguayo” aymara artísticamente tejido substituyó el manto con hilos de
seda japonés; a la platería, unos artificios de cobre o platino; a la pequeña manufactura
nacional, una miserable imitación de lo que fuera. Esta es la “alacitas” actual donde su
auténtico exponente, el indígena, no tiene nada que ver.
*
Hay que condenar ese designio que hunde en la bancarrota a lo más típico de un
pueblo. Alacitas es una demostración de cómo se puede sepultar los valores folklóricos
de un país.

321
Panorama Móvil
Por Sagitario
(Última Hora, 26 de enero de 1953)
Carta al Ekeko

“Yo creo que vas a tener que presentarte desudo. O sobre el lomo de una vaquita
fiaca. Los tiempos están malos para tu vieja tradición de abundancia.
*
“Es difícil brindarte un ofertorio de choclos. Son muy caros y hasta la pequeña
quena del indio tiene avaro sonido mientras la queja es ancha. Sólo te queda venir con
un charango roto y con cuatro hojas de coca descoloridas.
*
“Eras el más antiguo rito en la feria de la esperanza y del pan a manos llenas.
Había en ti un augurio feliz: comprar la diminuta casa, el mazo de chancaca, el billetito,
el pequeño quintal de harina y la onza, de azúcar significaba que “todo el año” iba a
existir en el hogar pan, azúcar y dinero.
*
“Ahora no. La casita en miniatura no edificará la casa grande. La ilusión se ha
roto en el dorso de estos tiempos de angustia. El mazo de chancaca -uno de los símbolos
de la abundancia- lo devoran los niños destrozando tu mito.
*
“Venías -antes- como el Baco encendido por la ebriedad. Ahora pareces un
enfermo de “chaki”; indolente, cansado, sediento.
*
“Llegabas enjoyado. Con tu “chuspa” repleta de alimentos. El hombre de la
parcela de la quinua y la patata te llenó de sueños- eras la generosidad de la tierra. Hoy
colocan en tu “chuspa” caramelos extranjeros y estás como con traje de etiqueta
fingiendo una abundancia que no existe.
*

322
“Juegas al crap. Bebes coñag. Te han echado a perder, querido Ekeko y el indio
guarda su quena frente a su absoluta desfiguración, a tu pobreza, a tu desnudez de
porcelana, mientras que antes te construían con la masa de la tierra; con la arcilla
indígena de la tierra.
*
“Ya te veo venir desnudo. Destruyendo todo simbolismo. Aquel que obligaba a
comprarte la casita, la herramienta, el buril, el pan en miniatura, para tener el año alegría
en el hogar. La casita se rompe y el buril burila días de incertidumbre. Nadie construye
nada sobre tu rito y tu simbolismo.
*
“Otros ekekos te hacen la competencia, pero sin tu generosidad. Y para mal de
males hasta tus billetes son otra moneda depreciada como la nuestra, como la de todos
los días. Has llegado frío: tendrás que utilizar la chuspa como abrigo y sombrero”.
(Fdo.) HARAPO

323
Acuarela Nativa de una Feria
(Alasita en La Paz)
Pepa Peralta Soruco
(El Diario, segunda sección, 25 de enero de 1959)
Con su poncho de “kantutas” y sus mejillas de “aguayos”,
saluda el sol de La Paz a la Feria de Alasita.
La noche del veinticuatro y en la Plaza de San Pedro
con el abanico de luces,
el “ekeko”, rey de fiesta, musculatura de yeso,
llevando todo un enjambre de miniaturas nativas,
se asoma con las “wancaras”
de bailarines y ensueños, de “pinquillos” y alegría.
y mientras surge el piropo: -Esta morena que tiene
como un cordero sin agua-,
y ya la banda de músicos desgrana un “huayño” que canta
la coqueta fiesta aymara:
(“Cuando yo me vaya, negro, lejos de tu lado,
negrito lejos de tu lado”);
¡ay!, cómo rasgan el aire las zampoñas de las voces:
-¡Jueguen, señores, a la chica y a la grande!- Y éste:
-¡A bolivianos doscientos cincuenta, suertes sin blancas!-
Y más allá: -¡Caserita, servite “llauchas” con “api”!-
Y en la esquina: -¡Billetitos de Alasitas…!- Y aquel otro:
-¡Pasen señoritas, pasen caballeros, aquí esta
la mujer decapitada!-
¡Colorido y entusiasmo! ¡Cargamentos de ilusiones!
¡Todo aquí es un sortilegio
donde ofrendan los “yatiris” sus espirales de estaño…!
Los tres días se han vestido
Con siete lunas menguantes, donde ha pintado esta tierra
sus acuarelas que danzan, como imillas domingueras.
Y en su carne de aceituna,
mientras a duelo se retan los charangos callejeros
y las trenzas de una cueca se acuchillan inquietantes:
(“Soledad, soledad, en la soledad de mi alma
lloraré mi desventura”);
¡ay!, cómo rompen los gritos las espuelas de los cóndores:
-¡Aquí el señor da ochocientos por la “diablada” de Oruro!
-¿No hay quién de más por ahí?
-A la una: ¿no hay quién dé más? -A la una y media y a las dos.
-¡La señora dá dos mil!
-¿Quién da más? -A los dos y media, a las tres menos cinco.

324
-¡Se la llevó la cholita!-
¡Pinceladas de matices! ¡Lentejuelas de relámpagos!
Las rifas zumban y ríen. Las rifas gozan y claman.
¡Todo aquí es un torbellino
donde se cambia la Vida por un retazo de Amor
y donde enciente el Deseo, los leños de la Pasión…!
Y mientras sueñan las sombras con los besos de la aurora,
y gitanas parpadean las sensuales candilejas
de los ojos de la tierra:
¡ay!, cómo vibra este enero al despedirse en las notas
De esa “tarka” que deshoja su serenata de lluvia:
(“Desde el fondo vago y triste de mi espíritu una pena,
cantarte en la noche oíste con el dulzor de la quena…”)
Y ya solo,
como un ídolo sin templo
el “ekeko”, rey de fiesta, dios de la prosperidad,
en cuyo gesto han dejado los escultores indígenas
sus pinceladas de leyendas, va recortando el paisaje
de la una y media a las tres,
del quién da más y los fuegos de artificio y las pupilas
de los niños, como “alalás”
y el corazón de este pueblo que iluminaron las noches
de la Feria de Alasitas.

325
La noticia de perfil
Paulovich
(Presencia, 24 de enero de 1959)
Elogio de los petizos

La fiesta del ekeko, fetiche aymara de la abundancia, me da la oportunidad de


expresar unas cuatas cosas acerca de nosotros, los petizos.
Ser petizo tiene más ventajas que desventajas. Po ser petizo, uno no puede ser
militar, imposibilidad que siempre habrá que agradecer.
Algunos petizos tienen complejo de inferioridad. Otros, son inferiores. Y muy
pocos, nos reímos de todo quisque viviente.
Las mujeres nos miran a los petizos “de arriba”. Nosotros a la inversa.
Si una mujer se casa con un petizo que no tiene automóvil y que no es del MNR
es prueba de verdadero amor.
Algunas mujeres -tontas ellas- adoptan una actitud maternal con los petizos,
después se arrepienten.
Cuando una señora mayor se encuentra con un petizo más joven está fastidiada,
no puede comenzar el diálogo con la frase consabida: -Hijito, cómo has crecido! Lo que
no impide que le diga: -Señora, ¡cómo ha engordado!
Las petizas se achican más que los petizos. Hay una razón: Nosotros podemos
decir –“seré chico, pero soy inteligente”.
Los petizos nos vemos libres de las chicas tontas que se enamoran de Gregory
Peck.
No crezcas. Sé petizo. Persevera. Lucha. Llegarás a ser Embajador ante la Santa
Sede.
Los presidentes más altos que ha tenido Bolivia han sido militares. Los otros. De
regular inteligencia.
Está bien que uno sea petizo, pero está mal que lo arruine todo usando sombrero
embarquillado.
No crezcas. Sé petizo. Persevera. Lucha. Algún día serás Ministro de Educación.

326
No todos los petizos son inteligentes, ni todos los intelectuales son petizos.
Gracias a Dios, la masa encefálica no se halla distribuida a lo largo de los huesos.
A los petizos de la jailaf (en inglés, high life) los llaman “peti”, a los otros nos
llamas “moko” o “kolo”.
No crezcas. Sé petizo. Persevera. Lucha. Algún día serás Ministro de Hacienda, y
también de Economía.

327
En la fiesta del señor de las cosas pequeñas
Luis Ramiro Beltrán
(El Diario, segunda sección, 29 de enero de 1961)
I
Ha venido
de su reino de eterno Illimani,
aureolado de indio misterio,
ha bajado otra vez

A su conjuro, el rito del confite y hojalata va a empezar;


con banderas de holgorio, los gnomos despejan la ruta;
salmos en miniatura proclaman su llegar;
tambor de mazapán retumba en las baldosas
que los aguayos quisieran tapizar,
y, vestida de oro y caramelo, la luna se dispone a celebrar.

Perfumando las sendas de enero,


el enano tallado en leyenda
deposita su atado de luz en el alma del pueblo
y se sienta en la plaza a reinar.

Hay de todo en su cuerpo abundante,


si se sabe soñar.

Dado, pinquillo y pastel,


filigrana de amor,
ponche de ilusión.

Repollar de polleras polícromas;


campanas, baratijas, tentadores aromas;
hay de todo en San Pedro augural.

Y, aún a través de las rejas,


unas manos cautivas, impotentes de entrar a la fiesta,
ofrendan sus caballos de palo, sus sientes cepillos,
sus alfombras tejidas con tiempo y dolor.

II
Como víbora gris y doliente,
acude la gente a comprar esperanza,
diminuto espejismo de estuco pintado de mito.

328
Pituquillas de aéreos peinados,
ululantes mendigos
beatas de postrero mantón,
birlochas de chirriantes abrigos,
policías de torvo bastón;
señores atildados,
funcionarios indispuestos de impuestos,
ebrios y gualaychos,
tediboys, sangucheras y Alcalde,
pastilleros, matronas y caos,
perros flacos,
criaturas y curas,
y hasta gringos posesos de clic,
Todos, todos van a rendir pleitesía
al Señor de las Cosas Pequeñas,
al jerarca de pisco y cohetillo,
al artífice de mágicos cambios,
al padrino de suerte y de sino,
al que trae marido a la niña soltera,
al que cura y no cobra,
al que surte los magros bolsillos,
al que llena de plato paceño la mesa vacía,
al que cambia la angustia por fe.

III
Con tilines de argento y artilugios de fuego,
el fetiche mestizo agasaja a su grey.

A su gesto, a su toque encantado,


el camión pequeñito se vuelve camión,
la minúscula ojota se puede calzar,
el taleguillo de harina se trastoca en montaña de pan,
y la casa de yeso se torna verdad.

Rechoncho, generoso, dispensa bienestar,


brinda botín al pobre, presagia maravillas,
gira cheques de dicha al portador,
y, de sus mil paquetes la fortuna no cesa el manar.

Adiposo de siglos, bufonesco y sensual,


regidor del destino y borracho de azar,
se recuesta en su trono pagano,
para vernos gozoso rogar.

329
Pero dicen las viejas, las que saben del bien y del mal,
que, al anunciarse el alba, tras su poncho de estrellas,
el Ekeko parece rezar.

330
La noticia de perfil
Paulovich
(Presencia, 24 de enero de 1961)
Feria de Alasitas

Las alasitas son eso que decimos que ya no volveremos a ir y a la cual, sin
embargo, repetimos nuestra visita todos los años. Las Alasitas son en la plaza de San
Pedro y no hay cómo cambiarlas de sitio y todavía o me explico por qué. Si se quiere
decir que es por la tradición me parece una tontería porque en el siglo pasado también se
vendía alfalfa en la plaza Murillo y ya no se vende, pese a la protesta de algunos
diputados que no tiene dónde merendar.

En la feria de Alasitas se ofrecen algunas miniaturas y la gente se compra una


casita de yeso con la esperanza de que el dios Ekeko le regale una de verdad y se compra
billetitos con la esperanza de volverse rico y pequeñas chequeras que encierran el sueño
de una poderosa Cuenta Corriente en un Banco. Es una especie de feria de ilusiones,
tanto que hay algunas chicas que van a las alasitas con la esperanza de encontrar un
petiso soltero y sin hijos.

-Mira ¡aquél petiso me gusta! ¿Cuál es su precio?


-Ese petiso no se vende, señorita, ya lo reservó una gringa.

Todos van a la feria de alasitas con la idea de hallar la buena suerte y al menor
descuido, resulta que uno se halla cansadísimo, que le duelen los pies, que tiene sed, que
tiene hambre, que ha comprado una idiotez carísima y que no vale diez mil bolivianos y
por último: se da cuenta de que le han robado la billetera y que tiene que volver a pie
hasta Villa San Antonio.

Diálogo entre dos señoras rosqueras:


-¿Te has comprado un ekeko…?
-No hija. ¿Acaso no sabes que el ekeko es movimientista?
-¿Por qué…?
-Porque es el “dios de la abundancia” y en casa de ellos nomás está…

331
Dialogo en un ministerio:
-¿Puedo verlo al Ministro de Educación?
-Si tiene buena vista, sí señora…

Diálogo en un Banco:
-Podría pasar a hablar con el Presidente del Banco Central
-Hoy no ha venido señor, es su cumpleaños.

Diálogo entre chicas:


-Oye chicoca, ¿es verdad que los petisos son peligrosos…?
-Peligrosamente hija. Figúrate que yo tuve uno que, como era chiquito me gustaba tenerlo en mis
brazos y cuando me daba cuenta, yo resultaba en los brazos de él.

Para concluir, un abrazo cordial a todos mis colegas petisos que, puestos de pie sobre las
sillas, brindarán hoy por el triunfo indiscutible de los petisos sobre los largos del mundo.

332
La noticia de perfil
Paulovich
(Presencia, 28 de enero de 1962)
Memorias de un petiso

Ayer, 24 de enero, era mi santo. Llevado de mi entusiasmo quise bajar de la


cama, pero la mala de mi mujer había retirado la escalerilla por la que habitualmente
desciendo y no tuve más remedio que deslizarme por la pierna de ella, para lo cual tuve
que llamarla a grito herido.
Al descender, sentí la misma impresión de un paracaidista lanzado al espacio con
el paracaídas cerrado e interiormente me dije: -menos mal que tengo la pantorrilla de mi
mujer-. Lo grave fue que ella empezó a chillar porque me enmarañé en sus vellos y le
arranqué varias “champas” en mi vertiginosa caída. Cuando llegué al suelo, ella trató de
pisarme, pero me escurrí entre sus dedotes y le mordí el meñique del pie izquierdo.
Luego me pues a buscar mis pantuflas verdes que no aparecían por ninguna
parte. Llamamos a la imilla, que es tan opa como grande y tan idiota como gorda y le
preguntamos si las había visto. La muy bestia las había confundido con habas y las puso
a cocer con choclos para servirnos plato paceño.
Encaramado sobre mi silla empecé a dar órdenes. En eso vinieron mis hijos, los
pequeños y me dijeron: -Papá, ahora que estás sobre una silla te podemos abrazar por tu
santo- y agachándose, lo hicieron. Emocionado, quise darles las gracias, pero perdí el
equilibrio y caí de la silla.
Una de las cosas que más me conmovió fue el gesto generoso del menor de mis
hijos quien al ver que en i caída me había ensuciado el traje, se aproximó hasta mí, se
puso de cuchillas [sic.] y acariciándome la cabeza, me dijo: -No te preocupes, papi,
dentro de un mes podrás usar mis trajes y mis zapatos porque ya me quedarán chicos…
Hasta el gato se puso cariñoso por se mi santo y poniéndome sus patitas
delanteras en el hombro me lamía la cara y no me dejaba afeitarme. Quiero hacer notar
que para hacerlo pongo el espejo en el suelo y también la máquina eléctrica de afeitar;

333
este último trae sus inconvenientes porque el otro día, la cruda de la sirvienta creyó que
era una máquina aspiradora y le hizo varios caminos a una hermosa alfombra persa.
Una última broma me jugaron mis hijos pequeños cuando ya me disponía a salir
de casa para ir a mi trabajo. Para salir le di mi llavero uno de ellos para que me abriera la
puerta. El metió la llave en la cerradura y se escapó dejándome colgado en el aire porque
la cadena de mi llavero estaba prendida a mi pantalón. Finalmente, vino el hijo de la
sirvienta y me salvó.
Felizmente, todo lo anterior fue un sueño. Cuando desperté me hallaba en un
hotel en Punta del Este, donde me encuentro representando a un país subdesarrollado.

334
La noticia de perfil
Paulovich
(Presencia, 24 de enero de 1964)
Alasitas

Hoy es el día de Alasitas, la fiesta del “ekeko” el pequeño fetiche que simboliza
la abundancia. En la paceñísima feria, todos podremos adquirir miniaturas, buenos o
malos exponentes de la artesanía boliviana.
-¡Qué bonito ese monito! ¿Cuánto cuesta…?
Cuesta mucha plata, caserita.
-¿Y por qué…?
-Porque dura muchos años…
La fiesta de Alasitas es, popularmente, la fiesta de todos los petisos de esta tierra,
que somos muchos. Ayer, en la Convención del MNR, debió aprobarse un voto que
decía: “La Convención del MNR, puesta de cuchillas, rinde su más alto homenaje al
compañero Felhman Velarde quien, por encima de las bajas ambiciones personales, trató
-en alto nivel- de armonizar los criterios opuestos de los precandidatos
vicepresidenciales”.
Carta de una miga:
“Querido petiso: Mil felicitaciones por tu fiesta, Paulovich. Nunca olvidaré que
te conocí en Alasitas en brazos de una señora que resultó ser tu tía Encarna. Ahora que
estamos en el año de la reelección ¿es verdad que tu tía se cambió de nombre, en señar
de protesta, y que ahora se llamará Reencarna…? Esperando que llegues muy alto, te
saluda ti amiga, Nené”.
Del Diario de un Petiso:
“Soy un ser chiquito rodeado de rodillas por todas partes. Ignoro que habrá más
arriba. Lo sabré cuando sea grande”.
Del Diario de una chica breve:

335
“Soy un cachito de carne con ojos. Los hombres no me miran de arriba abajo,
sino de abajo a abajo y esto me da mucha rabia, caramba”.
Y concluyo esta crónica, porque como es Alasitas, ella debe ser pequeña.

336
La noticia de perfil
Paulovich
(Presencia, 24 de enero de 1963)
Acerca de los petisos

DEFINICIÓN: El petiso es un hombre sobresaliente.


ESTATURA: La estatura del petiso es variable. Depende del tamaño de su
mujer.
ENEMIGO: El petiso tiene un enemigo principal que es el “mocko”, el cual es
siempre un ciudadano más pequeño y que cuando está a su lado no hace otra cosa que
ponerse de puntillas para ver si le alcanza.
MALICIA: El petiso, por lo general, es muy malicioso. Es que el petiso sabe lo
que sucede “por lo bajo” y es muy difícil engañarle.
INGENIO: El petiso suele ser ingenioso. Así, cuando tiene que sacar a bailar a
una chica alta, unca le dirá: -Señorita, ¿quisiera usted darme de bailar…?
FORTUNA: El petiso es, corrientemente, un tipo afortunado. Las mujeres, como
le ven chiquito, le toman en sus brazos; al poco tiempo, ellas están en los brazos del
petiso.

LA PETISA

DEFINICIÓN: La petisa es una mujer chiquita que casi siempre se casa con un
gringo grande. O esta otra: Es un bicho chiquito que se sube a los hombros de los
hombres y que las esposas nunca creen que es un bicho.
ESTATURA: La estatura de la petisa es variable. Depende de cosas que los
hombres no tenemos… (tacos altos y peinados extravagantes).
ENEMIGOS: La petisa tiene una enemiga principal, la “mocka”, que es una
ciudadana más pequeña que cuando la ve, la dice: ¡Chica, pero qué gestión has dado!
MALICIA: La petisa tiene mucha malicia porque es el único cuerpo entero que
tiene tres cuartas.

337
INGENIO: La petisa es ingeniosa. Nunca dirá que tiene las piernas cortas y
siempre hablará de que prefiere llevar las faldas largas, aunque sean cortísimas.
FORTUNA: La petisa, por lo general, es afortunada. La suelen tomar como
juguete y resulta que dura toda la vida.

338
La noticia de perfil
Paulovich
(Presencia, 24 de enero de 1967)
Que vivan los petisos

Viejo, profundo y grande es el tema de los petisos.


No se sabe con exactitud quién fue el primer petiso en la historia de la
humanidad, pero parece que fue Sem, al que en un principio de llamaban Semi porque
no alcanzaba a ser un hombre entero.
Desde entonces, ha habido grandes petisos en la humanidad: Alejandro el Mango
[sic.], Pepino el Breve, Napoleón Bonaparte, Simón Bolívar, y Fernando Cinco de
Medina [sic.].
Mi tía Encarna solía decir: “No hay largo que no sea sonso, pecoso que no sea
bandido, fiero que no sea malo y mocko que no sea mujeriego”. Claro que en todo hay
excepciones y habrá que rendir homenaje a ellas.
Cuál será la estatura reglamentaria del hombre… Unos dicen que 1.70 metros,
otros que 1.80. A lo mejor, la verdad es otra: sólo unos centímetros que se miden de los
hombres para arriba.
Una gran ventaja para los petisos: “Los chicos aprenden más fácilmente
idiomas”.
Regalo para Oruro en Alasitas: El nombramiento de prefecto de ese
Departamento al Coronel Francisco Barrero.
Yo me casé muy viejo porque mi mamá me dijo que me casara cuando fuera
grande… y me cansé de esperar.
-Señorita, quiero casarme con usted.
-Pero usted es muy chiquito…
-Entonces, adópteme mamacita.
-Mira cómo baila aquel petiso con aquella señora alta…
-Calla, hombre, la señora le está dando de bailar.

339
En este día de los petisos, nos alegramos todos los petisos por no sentir el frio de
las alturas y se apenarán los largos por la buena suerte que tenemos los enanos en las
actividades más importantes.

340
Anexo 3: Declaratoria de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad

341
Fuentes de información

Hemeroteca
 La Época
1848 – 1849 – 1850 – 1851 – 1852 – 1853 – 1854 – 1855 – 1856 – 1857

 El Telégrafo
1859

 La Patria
1881

 El Comercio
1881 – 1880

 Diario del Comercio


1909

 El Comercio de Bolivia
1911 – 1912 – 1913 – 1914

 El Tiempo
1911 – 1912 – 1913 – 1914 – 1915 – 1916 – 1917 – 1918 – 1919 -1920

 El Diario
1908 – 1909 – 1910 – 1911 – 1912 – 1913 – 1914 – 1915 – 1918 – 1919 – 1923 – 1924
– 1925 – 1926 – 1927 – 1928 – 1929 – 1930 – 1931 – 1932 – 1933 – 1934 – 1935 –
1952 – 1953 -1954 – 1955 – 1956 – 1957 – 1958 – 1959 – 1960 – 1961 – 1962 – 1963 –

342
1964 – 1965 – 1966 – 1967 – 1972 – 1973 – 1974 – 1975 – 1976 – 1977 – 1978 – 1979
– 1980 – 1981 – 1982 –1985 – 1986 – 1987 – 1988 -1989 – 1990 – 1991 – 1992 – 1993
-1994 – 1995 – 1996 – 1997 – 1998 – 1999 – 2000 – 2001 – 2002 – 2003 – 2004 – 2005
– 2006 – 2010 – 2011 – 2012

 La Razón
1927 – 1928 – 1929 – 1930 – 1931 -1932 – 1933 – 1934 – 1935 – 1936 – 1937 – 1938 –
1945 – 1946 – 1947 – 1948 – 1949 – 1950 – 1951 – 1952 – 1953 – 1954

 La Razón
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– 1999 – 2000

 Página 7
2013 – 2014 – 2015 – 2016 – 2017 – 2018

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