Professional Documents
Culture Documents
revistaest@fch.unicen edu.ar
(0249) 4385771 Int. 5107
Gabriela MERA
Resumen
Abstract
* Doctora en Ciencias Sociales. Instituto de Investigaciones Gino Germani, Universidad de Buenos Aires, CONICET. Pte J. E. Uriburu 950, 6to piso,
oficina 9 (CP1114) Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina, gabsmera@yahoo.com
un abordaje cualitativo, mediante la construc- con paisanos y coterráneos genera una dinámi-
ción de un estudio de caso —tomando al barrio ca cultural económica positiva, favoreciendo la
de La Boca, ubicado al sur de la ciudad—, y el organización política, educativa o religiosa de
desarrollo de entrevistas en profundidad, diri- los inmigrantes. Para estos autores, la posibili-
gidas a la comprensión de las perspectivas que dad de residir en determinadas zonas de la ciu-
los actores tienen respecto de sus experiencias e dad puede beneficiar a la población inmigrada
interacciones socioespaciales. facilitándole la apropiación y el uso del espacio
urbano, pudiendo propiciar el cultivo de sus re-
Entre la distribución residencial y la laciones y contactos sociales, y posibilitando la
segregación espacial
preservación de tradiciones y valores colectivos.
Por otro lado, numerosas investigaciones
La segregación espacial como “problema”: perspectivas y
(Mingione, 1996; Schill, 1994, entre otros) se
supuestos
han centrado en las consecuencias negativas de
El problema de la distribución espacial de los esta concentración o segregación espacial. Re-
inmigrantes en las ciudades ha tenido una larga forzando aquella idea de que existe una correla-
historia en las ciencias sociales del último siglo. ción entre diferenciación social y espacial, estos
Los primeros estudios que pusieron en evidencia enfoques consideran a la segregación residen-
esta cuestión como una preocupación científica cial como un factor que puede contribuir a la
provienen del campo académico norteamerica- perpetuación de la estratificación social, obsta-
no de principios del siglo, en los modelos lleva- culizando las posibilidades de movilidad. En tal
dos a cabo por la Escuela de Chicago y lo que sentido se entiende que la concentración de los
se denominó ecología urbana. Estos trabajos grupos minoritarios en entornos marcados por
inauguraron toda una serie de teorizaciones y características étnico-sociales puede convertir-
categorías en torno a la existencia de patrones se en un factor potenciador de la exclusión, li-
residenciales de los inmigrantes en las ciudades, mitando sus oportunidades de participación y
en el marco del problema de su asimilación a la contacto con el resto de la sociedad.
sociedad de recepción. Ambas perspectivas evidencian que la presen-
Desde estos primeros trabajos hasta la actua- cia espacial concentrada —visible, palpable— de
lidad se produjo una proliferación de investiga- determinados grupos migrantes en el espacio
ciones que han buscado identificar los factores urbano, tiende a percibirse como un fenómeno
que rodean el asentamiento y la distribución de “cargado” de connotaciones simbólicas, que el
estos grupos en las ciudades, así como las con- concepto mismo de segregación parece resu-
secuencias que podrían acarrear tanto para los mir. Pero, ¿qué implica hablar de “segregación
propios actores como para la sociedad de re- espacial”? ¿Remite a una distribución desigual,
cepción. Si desde la mirada más asimilacionista, a pautas de localización diferenciales? ¿O hay
heredera de la ecología urbana, la persistencia otros factores involucrados? ¿Puede pensarse
de concentración espacial entre los grupos mi- esta noción desde una perspectiva puramente
gratorios —que se resisten a fundirse (o disper- física? ¿O es un fenómeno atravesado por fac-
sarse) en el conjunto social—, era considerada tores sociales, culturales y simbólicos?
necesariamente como un “problema”, en las úl-
timas décadas esta cuestión ha sido abordada Definiendo la segregación espacial
desde puntos de vista muy diferentes. La noción de segregación espacial —también
Para algunos autores (Simon, 1998; Sassone llamada residencial, geográfica o urbana— es
y Mera, 2006, entre otros) la concentración te- una categoría utilizada con mucha frecuencia
rritorial puede tener efectos positivos para los por los estudios que analizan la distribución de
mismos grupos, en la medida que la cercanía la población extranjera en las ciudades. En la
mayoría de los trabajos académicos es definida lización de la distancia social entre los grupos,
como la existencia de una diferenciación o dis- en particular en términos de ajustes y conflictos
tribución desigual de los individuos al interior sociales. Desde la antropología, Segura (2012)
del espacio urbano. Brun (1994, p. 22) nos ofre- realiza un aporte cardinal, proponiendo incor-
ce una de las definiciones más habitualmente porar dos dimensiones esenciales: el territorio
utilizadas, refiriéndose a la “distinción espacial barrial —cómo simbolizan y otorgan sentido al
entre las áreas de residencia de grupos de po- entono los propios habitantes— y, la territoria-
blación que viven dentro de una misma aglo- lidad de las prácticas de los actores, lo que im-
meración”. Se trataría así de un concepto de plica reconstruir sus redes de relaciones, tanto
carácter espacial, que supone la posibilidad de dentro como fuera del espacio en cuestión.
identificar patrones territoriales de asentamien- Estos autores abren un campo de problema-
to asociados a alguna característica de los gru- tización —frecuentemente olvidado por muchos
pos de población, que pueden dar lugar a for- estudios especializados que aplican la categoría
mas de diferenciación del espacio urbano. de segregación espacial de modo acrítico—, que
Frente a esta definición más clásica (y exten- en este artículo se invita a profundizar. Se en-
dida) de la segregación espacial en términos de tiende aquí que, tanto el dirigir la mirada hacia
distribución desigual, en las últimas décadas al- la localización (y estudiar la existencia de for-
gunos autores han propuesto definiciones com- mas de distribución desigual), como el acercar
puestas del fenómeno, buscando incorporar la lupa a los sentidos y movilidades (y explorar
otras dimensiones que lo constituyen. Uno de las interrelaciones y la construcción social de
los aportes esenciales proviene de White (1983), las distancias y proximidades) aportan elemen-
quien propone distinguir entre la segregación tos muy interesantes para pensar la segregación
geográfica, que remite a la clásica definición de espacial, entendida como un proceso comple-
la segregación como una distribución desigual jo que abarca ambas dimensiones. A continua-
de los grupos en un espacio físico, y la segrega- ción, se ponen en diálogo algunos desarrollos
ción sociológica, que alude a la ausencia de in- teóricos de la sociología urbana que pueden
teracción y contacto entre los grupos sociales. contribuir a comprender qué elementos se con-
Esta distinción invita a incorporar una mirada jugan, por un lado, en la distribución desigual
crítica sobre la noción clásica de segregación, de la población y, por el otro, en lo que aquí se
considerando que puede haber tensiones entre entiende como segregación espacial.
distancias físicas y distancias sociales, y que la
proximidad geográfica no necesariamente invo- De la localización a la movilidad: algunos aportes teóricos
lucra interacción social. Focalizar la mirada en cómo se distribu-
Otros análisis recientes han buscado tomar yen los individuos en el espacio urbano permi-
mayor distancia de aquellos abordajes que te comprender elementos fundamentales que
entienden a la segregación espacial como dis- hacen a la estructura social de la ciudad, y el
tribución desigual, para incorporar aspectos lugar que en ella ocupan los diferentes acto-
del habitar urbano, como prácticas y formas res. Como sostiene Bourdieu, la apropiación de
de apropiación del espacio. Caprón y Gonzá- un hábitat determinado es producto de luchas
lez Arellano (2006) señalan otros dos sentidos donde se apuestan los diversos capitales con los
desde los que puede entenderse la segregación que cuentan los ocupantes, y en tal sentido las
espacial. Por un lado, como acceso desigual a estructuras espaciales resultantes constituyen
los servicios y equipamientos urbanos, es decir, expresión de las diferencias sociales. Pero los
como un fenómeno que remite a la movilidad; ‘efectos de lugar’ funcionan también en sentido
y, por otro lado, como una forma de espacia- inverso y contribuyen a crear (o reforzar) las je-
rarquías, pues las estructuras y oposiciones del ce, diferente para cada uno, “que instituye en la
espacio físico “tienden a reproducirse en los es- conciencia el espacio mediante el concepto de
píritus y en el lenguaje en formas de oposiciones límite” (1994, p. 18). Simmel, en su análisis de la
constitutivas de un principio de visión y división, dialéctica entre espacio y sociedad, plantea que
en tanto categorías de percepción y evaluación “el límite no es un hecho espacial con efectos
o de estructuras mentales” (Bourdieu, 1993, p. sociológicos, sino un hecho sociológico con una
121). El espacio es uno de los lugares donde se forma espacial”; pero “cuando se ha convertido
afirma el poder y la violencia simbólica. en un producto espacial y sensible, en algo que
Si el espacio urbano puede pensarse como dibujamos en la naturaleza con independencia
una expresión del espacio social, la distribución de su sentido sociológico y práctico, esto ejer-
espacial de la población adquiere una impor- ce una influencia retroactiva sobre la conciencia
tancia esencial, “convirtiéndose en un elemento de la relación entre las partes” (Simmel, 1977,
clave a través del cual se aprehenden y, even- p. 652). Si el espacio es producto de un cons-
tualmente, se solapan o reifican las relaciones tante proceso de construcción social, esto pare-
sociales” (De la Haba y Santamaría, 2004, p. ce adquirir particular claridad en el caso de las
126). En este proceso, el problema de la loca- fronteras y límites cuya existencia misma cobra
lización se vuelve una cuestión ineludible, en sentido en tanto producción social de las dife-
tanto se considera que la vivienda implica todo rencias en el territorio.
el conjunto de servicios proporcionados por En este marco resulta interesante la propuesta
una estructura urbana que conlleva la accesi- de Grimson (2002) de trasladar analógicamente
bilidad relativa a los beneficios de una serie de instrumentos de análisis de las fronteras nacio-
‘externalidades’ —servicios públicos, transpor- nales para pensar a las fronteras intraurbanas.
te, educación, trabajo— en función de su ubica- Parte para ello de la concepción de Van Gennep,
ción en el espacio (Oszlak, 1983). de frontera como ese “espacio liminal” o zona
Pero sobre esa estructura de distribución de indefinición cuyo cruce implica un acto de
residencial se tejen las prácticas urbanas coti- pasaje de un mundo a otro, donde los “nativos”
dianas; se produce ese cruzamiento de movili- devienen “extranjeros”, y que, en tanto tal, se
dades que De Certau (2000) denomina espacio. encuentra atravesado por una serie de prácticas
Y esta perspectiva abre la puerta a un univer- y ritos de pasaje (Van Gennep citado por Grim-
so de sentidos que hacen a la vinculación entre son, 2002, p. 56). Siguiendo a Grimson (2009, p.
espacio y sociedad, donde lo material y lo sim- 20), puede decirse que las fronteras devienen en
bólico definen toda una estructura de usos del parámetros cognitivos de la vida urbana; pues
espacio urbano, y agregan una nueva dimensión no solo la ciudad se encuentra llena de “adua-
a la noción de segregación espacial. Entender neros”, que solicitan documentos o detienen
a la ciudad a partir de las ‘prácticas urbanas’ pobres o migrantes, en particular cuando se en-
de quienes la habitan, exige pensar el problema cuentran en territorios ajenos, sino que los mis-
de la separación o concentración en el espacio mos habitantes tienden a recibir con extrañeza
como una cuestión vinculada a los intercambios o sorpresa a los cuerpos intrusos que se hacen
y la sociabilidad, pues es precisamente en ese presentes en zonas impensadas para ellos. Pero
proceso que las diferencias, distancias y límites esta construcción de territorios locales diversos
socio-espaciales se construyen. al interior de los espacios urbanos, aún en su ca-
En palabras de Bericat Alastuey, la supuesta rácter simbólico, como sostiene Filc (2002), no
estaticidad del espacio solo es concebible en puede entenderse por fuera de las condiciones
tanto campos de movilidad probable, donde el materiales que reproducen el aislamiento de los
ordenamiento espacial de la vida cotidiana pre- sectores de menores recursos que se encuentran
supone una determinada posibilidad de alcan- aislados en sus propios barrios. Desigualdades
escasamente estudiada y sumamente rica para Dado que no existe un consenso acerca de
el análisis social: la dimensión territorial. cuáles son los umbrales críticos de los indica-
dores de distribución —es decir, a partir de qué
Distribución espacial de los paraguayos en la valor puede concluirse que existe mucha o poca
Ciudad de Buenos Aires “segregación residencial” así entendida— en el
Para comenzar a explorar las formas que ad- Cuadro 1 se presentan los valores que alcanzan
quiere la distribución de los paraguayos en la los paraguayos en CABA, así como también de
Ciudad Autónoma de Buenos Aires[1] (en ade- otros migrantes regionales (bolivianos, brasile-
lante, CABA) resulta interesante comenzar con ros, chilenos, uruguayos y peruanos), con el fin
un único valor que permita dar cuenta de qué de obtener un panorama general que permita
tan desigualmente distribuidos se encuentran. Y una mirada comparativa.
esta cuestión puede ser abordada a partir del De acuerdo al Índice de Segregación, los mi-
cálculo de alguno de los numerosos indicadores grantes paraguayos presentan patrones de dis-
estadísticos que han sido propuestos por la lite- tribución espacial bastante diferenciados: casi
ratura especializada. En el presente artículo se la mitad (48 %) debería cambiar de lugar de re-
aplicará uno de los más utilizados en este senti- sidencia para tener una representación equiva-
do: el denominado Índice de Segregación Espa- lente en todas las unidades espaciales de la ciu-
cial (IS). Esta medida busca cuantificar el grado dad (IS=0,48). No se trata del grupo migratorio
en que se produce una distribución desigual de más desigualmente distribuido —los oriundos
los grupos a nivel intraurbano, comparando la de Bolivia presentan niveles mucho mayores
composición social de las unidades espaciales (IS=0,65)—, pero en el “ranking” de la desigual-
que componen la ciudad[2] con la composición dad en la distribución espacial se encuentran
de la ciudad en su conjunto. Varía entre 0 y 1 — en segundo lugar entre los migrantes de países
cuanto mayor es el valor del indicador, mayor es limítrofes y el Perú.
la desigualdad en la distribución espacial—, y al Si los paraguayos no se encuentran distribui-
multiplicarlo por cien puede interpretarse como dos de manera homogénea, el interrogante que
la proporción del grupo en cuestión que debe- surge remite a qué características presentan las
ría ser redistribuida para que cada área tenga la pautas de asentamiento de este grupo, en qué
misma composición que el total de la ciudad. lugares tienden a residir. Las diferentes zonas de
la ciudad se encuentran cargadas de sentidos no
[1] La Ciudad de Buenos Aires puede denominarse también solo disímiles, sino eminentemente desiguales:
Ciudad Autónoma de Buenos Aires a partir del año 1996, mientras algunos sitios consagran simbólicamen-
cuando se sanciona la Constitución de la ciudad y establece un
régimen de gobierno autónomo para este distrito. te a sus habitantes, otros los estigmatizan, brin-
[2] Corresponden a los “radios censales”, las unidades espacia- dando posibilidades diferenciales de accesibili-
les más pequeñas para las que se publica información censal. dad (o exclusión) a los bienes y servicios urbanos.
Cuadro 1. Población en viviendas particulares nacidas en países limítrofes y Perú: Índice
de Segregación Residencial según país de nacimiento. CABA, 2010
País de nacimiento IS
Bolivianos 0,65
Paraguayos 0,48
Peruanos 0,47
Brasileros 0,43
Chilenos 0,36
Uruguay 0,23
Fuente: Elaboración en base a INDEC, Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010
El Mapa 1 presenta los resultados de un cál- guayos han logrado asentarse, son los lugares
culo porcentual, y manifiesta que los paraguayos históricamente más degradados de la ciudad,
en CABA presentan una distribución espacial signados por un ambiente predominantemente
signada por una marcada diferencia norte-sur: industrial, déficit de infraestructuras y servi-
los individuos nacidos en este país vecino se en- cios, y fuerte presencia de urbanizaciones in-
cuentran fundamentalmente localizados en tér- formales. Pues en el proceso de expansión de
minos residenciales en el sur y este de la ciudad CABA —que se desarrolló sobre los corredores
—donde, en algunas unidades espaciales, llegan norte y oeste— el uso del suelo, las pautas de
a constituir más de la mitad de la población del edificación resultantes de las condiciones del
área en cuestión—. En contraste, en el norte, terreno y el transporte, y las políticas urbanas,
centro y oeste de la ciudad, salvo algunas excep- fueron diferenciando profundamente el norte
ciones, el peso relativo de dichos migrantes es y el sur de la ciudad. Por un lado, toda la zona
bajo o prácticamente nulo. sudeste se fue convirtiendo en un ámbito vin-
culado con la actividad industrial y comercial
Mapa 1. Distribución espacial de la población para-
guaya censada en viviendas particulares. CABA, 2010 portuaria, y como un espacio de residencia cer-
cano a las fuentes de trabajo para numerosos
trabajadores, tanto nativos como inmigran-
tes. Por su parte, el sudoeste se urbanizó en
terrenos que conformaban grandes bañados y
que habían sido destinados a basurales, con-
solidándose como un área signada por altos
niveles de empobrecimiento y vulnerabilidad.
En contraste con esto, el crecimiento de los
barrios hacia el oeste fue protagonizado por
las nacientes clases medias, y el corredor norte
se consolidó como área de asentamiento de
sectores altos, con buenos servicios de infraes-
tructura y transporte (Pírez, 2009).
En este sentido, en una primera mirada
sobre el dónde se manifiesta una mayor pre-
sencia residencial de migrantes paraguayos,
surgen elementos para postular que la relativa
concentración de estos individuos y familias se
encuentra muy vinculada a cuestiones de índo-
le socioeconómica, donde las desigualdades
Fuente: Elaboración en base a INDEC, Censo Na- materiales y los factores étnico-nacionales se
cional de Población, Hogares y Viviendas 2010 conjugan y dejan sus huellas en el territorio ur-
bano. Pero esta cuestión, ¿supone un proceso
Es decir que, si bien los paraguayos son un de segregación espacial?
pequeño porcentaje del total de la población de La pregunta por la segregación implica in-
CABA, su distribución en ella los convierte en corporar interrogantes muy diferentes, que no
una presencia mucho más notoria —en términos pasan solo por dónde residen estos actores,
numéricos— en algunas zonas específicas del sur sino que exigen entrar en el terreno de las mo-
y este de la ciudad. vilidades, de las interacciones y accesibilidades,
Y lo que es importante señalar aquí es que de las distancias y fronteras sociales y simbóli-
esas zonas particulares donde muchos para- cas. Y tal abordaje requiere un cambio de escala
(ir de lo messo a lo micro) y de perspectiva (de la que, por su propia naturaleza, ubica sus conte-
vista “de arriba” a la mirada del caminante), que nidos y marca los límites” (Silva, 2000, p. 28).
será abordado en el apartado siguiente. Cuando se acerca la lupa al mundo del ha-
bitar —que es también circular y transitar—, el
De movilidades y fronteras urbanas: el caso de espacio cobra nuevas dimensiones, que resultan
L a Boca imperceptibles desde la mirada messo y desde
La perspectiva trabajada en la sección previa, una perspectiva cuantitativa. No se trata solo
al analizar la distribución espacial de los para- de trabajar a otro nivel de desagregación geo-
guayos a nivel messo —el de la ciudad en su con- gráfica, sino que se plantea una diferencia de
junto—, permitió identificar algunas tendencias perspectiva radical entre la mirada cartográfica
que caracterizan a las dinámicas residenciales de —el sobrevolar la ciudad, que se plasma en el
este colectivo, y construir una cartografía de la mapa— y la mirada del caminante, del habitante
presencia paraguaya en la urbe. A continuación, del espacio. Desde este abordaje que parte de
interesa ‘acercar la lupa’ al mundo del habitar, la experiencia de los actores, se dirigió el foco
trascender la mirada y categorías estadísticas, analítico hacia el mundo de las significaciones
para recuperar las relaciones e interacciones y prácticas cotidianas, indagando en cómo los
de los habitantes de este ámbito; los sentidos sujetos simbolizan, segmentan y otorgan senti-
y significados que construyen; las movilidades, do al territorio, así como también en las diná-
encuentros, accesibilidades y exclusiones que micas que asumen sus interacciones concretas.
funcionan —y producen— en el mundo de la co- Los relatos de los actores (paraguayos y no
tidianeidad. Dado el interés por realizar un estu- paraguayos)[3] pusieron sobre la mesa y obli-
dio detallado de procesos sociales complejos, se garon a cuestionar algunos sentidos habitual-
parte de la construcción de un estudio de caso, mente asociados al concepto de segregación
es decir que la mirada se focaliza “en un núme- espacial: la idea de exclusión/separación del
ro limitado de hechos y situaciones para poder conjunto urbano y social, las implicancias (po-
abordarlos con la profundidad requerida para sitivas y negativas) que se suele asociar a la pre-
su comprensión holística y contextual” (Neiman sencia inmigrante en el barrio, y las tensiones
y Quaranta, 2007, p. 218). Para ello se decidió entre la proximidad espacial y la interacción,
trabajar con el barrio de La Boca: un entorno dando cuenta de la existencia de fronteras
urbano ubicado en el extremo sudeste de la sociales y simbólicas, que pasan inadvertidas
ciudad, con un peso relativo de paraguayos re- desde la mirada “de arriba”.
lativamente alto, y donde la presencia de este De cercanías y accesibilidades
grupo migratorio tiene cierta heterogeneidad en
Representar la distribución espacial de un
términos de distribución residencial.
grupo en un mapa temático produce efectos
Circulaciones, fronteras y distancias sociales/simbólicas concretos en los modos de percibir ese fenóme-
En su libro “Imaginarios Urbanos”, Silva (2000) no. Tanto la definición de la unidad de análisis
propone distinguir al “mapa”, que corresponde como la utilización de áreas espaciales predefini-
a la cartografía levantada por el Estado o perso- [3] Se realizaron entrevistas en profundidad tanto a para-
nas especializadas, y representa en el plano los guayos como a no-paraguayos residentes en el barrio de La
límites oficiales de un ámbito espacial, de lo que Boca (se llevaron a cabo 27 entrevistas: 15 a paraguayos y 12 a
no-paraguayos); pues si se parte de una perspectiva que entien-
denomina la cartografía simbólica, y que sinte- de las dinámicas espaciales y sociales en su carácter relacional,
tiza en el concepto de “croquis”. Este último es no puede comprenderse la situación de un grupo concreto sin
el que representa al territorio que “se nombra, considerar cómo ésta se construye en constante diálogo (o
disputa) con los restantes grupos con los que interactúa. Los
se muestra o se materializa en una imagen den- nombres mencionados en el análisis fueron cambiados para
tro de un juego de operaciones simbólicas en las resguardar el anonimato de los entrevistados.
das trae con ello sus propias fronteras —en el pri- Boca es que ese elemento aparecía con mucha
mer caso delimitando quién pertenece (y quién mayor intensidad (a diferencia de los argenti-
no) a este grupo; y, en el segundo, expresándose nos boquenses entrevistados); al punto de con-
en líneas concretas dividiendo el plano de la ciu- vertirse en la primera (y a veces única) virtud
dad— que el observador fácilmente puede con- que resaltaban del barrio. “Acá tenés todas las
fundir con diferencias taxativas, existentes en el conexiones con los otros barrios con un solo co-
mundo social. El colorear tales unidades espa- lectivo. Imaginate que yo con el tema del labu-
ciales en función de la (mayor o menor) presen- ro ando por todos lados, y acá me queda bien”
cia relativa de dichos individuos, con una rampa (Víctor, 45 años). “Acá tengo todo. Tengo el
de colores que le otorga un pigmento más oscu- hospital, tengo, qué sé yo, farmacia, colectivo;
ro a las áreas que “contienen” los puntajes más todo a mano tengo acá” (Patricia, 52 años). “Es
altos, termina de construir la representación. No una bendición porque tenemos todo acá: tenés
se trata de una imagen falsa (pues efectivamente panadería, carnicería y supermercado. Y los co-
en esas unidades hay mayor cantidad de para- lectivos; salimos sentados, yo salgo sentada y
guayos residiendo), pero no debe olvidarse que casi vuelvo sentada. Y en varios lugares ando
las divisiones construidas para representar este yo” (Norma, 57 años). Para los paraguayos, La
fenómeno son arbitrarias (en el sentido de fabri- Boca se configura como puerta de acceso tanto
cadas por quien nomina), y que las distancias y a las centralidades locales (como puede ser la
proximidades son parámetros relativos que se zona comercial del barrio, el hospital, la escue-
construyen en la circulación. la), así como también a otros barrios y centrali-
Como se mencionaba previamente, un plan- dades del conjunto urbano.
teo muy frecuente en ámbitos académicos y En este sentido puede verse que para los pa-
políticos es el que vincula la presencia de gru- raguayos entrevistados, la percepción misma del
pos concentrados en el espacio urbano con la espacio barrial (y su valoración) se vincula con
tendencia al aislamiento (espacial y social). Es las posibilidades de acceso a servicios y equipa-
decir, la idea de que la concentración residencial mientos urbanos, es decir, a las posibilidades de
de un grupo migratorio puede promover que so- movilidad dentro y fuera del barrio. Y entrar en
cialicen en espacios homogéneos, y que se vean tal terreno —en cómo se articulan el residir (los
excluidos de los bienes valorados, obstaculizan- lugares habitados) y el circular (los lugares prac-
do las posibilidades de movilidad, participación ticados)—, constituye un elemento esencial para
y contacto con el resto de la sociedad. pensar la segregación espacial. Pues si la noción
Pero si se aborda esta cuestión ya no desde la de segregación espacial parece vincularse con
mirada puesta en el plano (que permite identificar una idea de exclusión, separación o aislamiento
paraguayos concentrados en algunas zonas de la respecto del conjunto urbano (o social), los rela-
ciudad), sino focalizándose en el croquis, en el tos de los vecinos paraguayos hablan, por el con-
territorio practicado, surgen elementos para pro- trario, de un acceso a lo urbano muy palpable.
blematizar estos sentidos comúnmente asociados
al concepto de segregación espacial. En las entre- Implicancias de la presencia paraguaya en el barrio
vistas a los vecinos paraguayos de La Boca uno Así como suele haber un sentido común que
de los principales factores que destacan sobre su vincula la presencia de grupos concentrados en
vida en el barrio se resume en una frase, muy recu- el espacio urbano con la tendencia al aislamien-
rrente en los relatos: “está todo cerca”. to (espacial y social), otros sentidos que atravie-
Esta cuestión de la cercanía y la accesibili- san estos procesos son los que tienden a pen-
dad es una percepción que, sin duda, atraviesa sarlos a partir de sus consecuencias positivas (en
la dimensión de lo barrial en general. Pero lo tanto elemento constructor de pertenencia para
llamativo en el caso de los paraguayos en La los mismos grupos inmigrados), o negativas (vin-
culadas a situaciones de conflictividad social). hay muchos”, dice Federico, de 28 años, nacido
En este marco, ¿qué implicancias tiene la pre- y criado en La Boca), hasta la estigmatización y
sencia paraguaya en La Boca?, ¿constituye un el desprecio palpable (“ahora está lleno de para-
problema para la sociedad de recepción?, ¿se guayos, uruguayos, peruanos, bolivianos…. vino
convierte en un elemento positivo para los para- todo lo peor, toda la lacra de los países latinoa-
guayos, que favorece la ayuda mutua, la conser- mericanos [risas]”, dice Martha, de 62 años).
vación de costumbres y tradiciones? Estas sig- Las múltiples miradas de esta “sociedad recep-
nificaciones, esperables por un sentido común tora” local ponen en evidencia el peligro de las
nutrido por la literatura especializada, en el clasificaciones maniqueas y los supuestos ho-
caso en estudio se vieron puestas en cuestión. mogeneizadores, invitando a reconciliarse con
Dichos supuestos se encontraron frente a una la idea de un mundo social que tiende a rebasar
realidad social intensamente heterogénea, que todo encasillamiento conceptual.
se resiste a ser encasillada bajo dicotomías no- Por otro lado, entre los paraguayos, los sen-
sotros/ellos, inmigrantes/sociedad receptora. tidos atribuidos a la presencia de compatriotas
Por un lado, la “sociedad de recepción” se en el espacio barrial conforman un conglome-
compone de un universo de miradas que solo rado igualmente heterogéneo. La presencia de
resulta definible en su heterogeneidad. Si bien muchos paraguayos a nivel barrial, así perci-
los relatos dejan entrever la existencia de un bida por sus protagonistas, no parece gene-
núcleo duro de discriminación hacia los inmi- rar una vida social y cultural ligada al origen
grantes limítrofes en general (y los paraguayos común (o recreación de la “paraguayidad”),
en particular), las percepciones sobre estos ve- sino que ésta se encuentra atravesada por
cinos adquieren sentidos sumamente diversos. otras dinámicas, donde lo socioeconómico, lo
Para algunos vecinos, la presencia paraguaya es familiar, el género y lo migratorio se entrecru-
codificada en términos de distancias y lejanías, zan de formas diversas.
como una realidad remota que pertenece al pa- Muchas veces los lazos familiares primarios
sado (“la cosa histórica que venían todos los prevalecen sobre el vínculo nacional; y este pro-
italianos y los españoles”[4], en palabras de Leti- ceso aparece muy cruzado por el género. Para
cia, 40 años) o como algo que pertenece a otra las mujeres —en particular de sectores bajos—
zona distante del barrio, a un “allá” lejano y más el valor de tener por vecinos a parientes cerca-
o menos difuso (“no sé… acá no hay, están de nos supera las implicancias de la presencia de
[la calle] Necochea para allá, para el otro lado”, compatriotas en sentido amplio, en un marco
dice Marisa, de 71 años, refiriéndose a la calle de sentido donde lo doméstico (la casa-habita-
que separa la parte ‘fea’ del barrio). ción y lo familiar) deviene en el principal factor
Para otros vecinos, en cambio la inmigración de cohesión y pertenencia (“Yo más me muevo
es visualizada como un elemento cercano, parte por acá, en lo de mi hermana… que tengo un
integrante de los sentidos barriales. Pero aún sobrinito que tiene 4 años, y Marquitos quiere
en este último caso, la sensación de proximidad jugar con el primito, y me voy hasta allá”, dice
cobra implicancias diversas, que van desde su Patricia, 52 años; “Si yo salgo, voy a la casa de
valorización positiva (“es barrio de laburantes… mi hermano, así fin de semana, un sábado o
es un barrio de tanos, también de españoles, un domingo, sino yo no voy a otros lados”, se-
como todo el país en su porcentaje, sino que ñala Emilia, de 43 años). En contraposición, la
después están las otras olas inmigratorias, ha- figura del hombre se encuentra más asociada a
blamos de los países limítrofes que en La Boca lo público y (ahora sí) a relaciones de paisanaz-
go. En los relatos de las mujeres frecuentemen-
[4] Haciendo referencia a la inmigración europea masiva de
fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, de la cual el barrio te aparecen expresiones como “A él le gusta
de La Boca fue receptor privilegiado. juntarse”; “Él es más amiguero”; “Él es más
ESTUDIOS SOCIOTERRITORIALES. Revista de Geografía | Nº 22 julio-diciembre 2017 | p. 47-63 |
ISSN 1853-4392 [en linea] 57
Gabriela Mera
conocido” en contraste con la posición feme- Cercanías físicas, distancias sociales. Fronteras simbólicas a
nina reivindicada como más tranquila, callada nivel barrial
y ligada al hogar (“siempre digo que hay que Ahora bien, la proximidad espacial no nece-
mantener bien unida la familia y nadie más. sariamente implica cercanía e interacción coti-
Él [el esposo] es más abierto con los amigos. diana. Cuando se aborda al espacio ya no desde
A él le gusta juntarse con los paisanos”, dice la localización, sino como un entrecruzamiento
Norma, de 59 años). Los relatos de los hom- de movilidades, se evidencia que las distancias
bres retratan un universo de relaciones sociales y proximidades no son sino categorías relacio-
menos asociadas al marco de la familia, donde nales que se construyen en la interacción. El es-
los compatriotas sí ocupan un lugar más des- pacio vivido de los sujetos se encuentra profun-
tacado. Cuesta hablar de vínculos fuertes, pero damente atravesado por barreras de carácter
sí se tejen tramas de relaciones a nivel barrial, simbólico, que recortan “mundos” con sentidos
donde el paisanazgo constituye un elemento diferenciados. Y todo un conjunto de consensos
no menor: “Como hay muchos paraguayos, sociales en relación al territorio y sus habitan-
siempre nos encontramos y vamos al asadito tes, asigna roles y comportamientos esperados,
juntos; compartimos así siempre. Yo pongo 5 sanciona transgresiones y construye membre-
pesos, él 5 pesos y… hacemos el asado”, apunta cías y extranjeridades.
Isidoro (61 años). “Nosotros habíamos hecho El barrio de La Boca se encuentra fuertemen-
un grupo que nos juntábamos, hacíamos fies- te marcado por fronteras simbólicas y espacios
tas… un grupo de carapegueños, y juntábamos “territorializados”, significados en términos de
fondos para mandar a construir algo allá en el diferencias y lejanías (sociales), a pesar de que el
barrio”, rememora Víctor, 45 años). mapa manifiesta una evidente contigüidad (físi-
Los relatos de los paraguayos sobre sus di- ca). Algunos de estos límites y barreras surgen
námicas barriales brindan nuevos elementos de manera reiterada en los relatos, dando cuen-
para comprender qué sucede al interior de las ta de sentidos compartidos y apropiados colec-
áreas coloreadas de los mapas, al mismo tiem- tivamente (“Ya se hizo un… claro, algo invisible
po que obliga a relativizar muchas de las pre- que nadie va para allá. Porque vos sabías que
nociones que se filtran cuando se los analizan. ibas a [la avenida] Almirante Brown[5], situación
Una de las primeras fronteras de las que se límite, y ahí te robaban. Entonces uno dejó de ir
parte para estudiar estos procesos (la frontera allá”, señala Gloria, de 50 años. “Es un mundo
que delimita al grupo en cuestión, esto es, el aparte cruzando Almirante Brown”, dice Víctor,
lugar de nacimiento) se vuelve porosa cuando 45 años). Pero estas fronteras no constituyen lí-
se la confronta con las prácticas concretas. La mites únicos ni absolutos; lo que se configura es
perspectiva de encontrar grupos nacionales un múltiple juego de distinciones relacionales,
portadores de un comportamiento específi- como ejes ordenadores del espacio vivido.
co ligado al origen común se desarma ante la Un elemento significativo en este marco es
evidencia de una diversidad manifiesta, en la que, en el caso de La Boca, el principal factor
que el componente migratorio (o “lo étnico”) de diferenciación que se condensa en torno a
es solo una de sus múltiples dimensiones. En las fronteras territoriales debe leerse en clave
La Boca, así, no parece haber una percepción socioeconómica, más que étnico-nacional. Así
o comportamiento asociado a los paraguayos como las zonas estigmatizadas se vinculan con
en su conjunto (como “colectividad” o “grupo la presencia barrial de la pobreza y los miedos
étnico”), sino una multiplicidad de percepcio-
nes y comportamientos etnicizados, influidos
[5] En referencia a la Av. Almirante Brown, antiguo eje comer-
por el género y la clase social, atravesando la cial del barrio, devenida en frontera simbólica del mundo que
experiencia vivida de los sujetos. se extiende entre ella y el río.
que genera su vinculación con historias de delin- las centralidades urbanas no parece afectado
cuencia y transgresión (“Esa zona es brava, por- por la presencia del límite simbólico (“Nosotros
que detrás, de aquel lado, está una villa. Y de salimos del pasillo donde vivimos y tomamos el
ahí se vuelcan, son los que salen a manotear”, colectivo, y de ahí venimos y bajamos ahí, al fren-
dice Marina, de 55 años. “De ese lado son gente te de la casa”, dice Lena de 41 años; “Ella [Noelia,
que se vienen a instalar y se enganchan de esto, la nieta] tiene acá todos los colectivos cerca, no
y hay de todo. Yo no me voy para allá, pero sé”, tiene que caminar mucho; tiene el hospital cerca,
apunta Saúl, un vecino histórico de La Boca, tiene el colegio cerca, tengo un lugar donde lle-
de 77 años. “Son casas tomadas, son casas, var a la nena, cerca; tiene teatro, está cerquita;
locales ocupados”, señala Marisa, de 71 años), tiene dibujo, está cerca”, comenta Cecilia). La
y el prestigio espacial recurrentemente retoma posibilidad de acceso a los bienes y servicios que
al poder adquisitivo como factor de distinción ofrece el barrio, así como el resto de la ciudad,
(“Esa zona de allá es palabra mayor. La parte no parece afectado por la presencia de la fronte-
más cara es ésa: Martín García… Yo estoy ahí a ra. Los vecinos sí trazan, como todos los actores
100 metros”, dice con orgullo Mario, que vivió sociales, sus propios itinerarios para movilizarse
sus 75 años en distintas zonas del barrio). por el barrio: su conocimiento sobre qué calles
La presencia territorial de fronteras, que re- son las más “difíciles” hace a la construcción de
cortan los imaginarios y prácticas de los actores ciertos senderos, que tienden a repetir
en movimiento —en particular cuando remiten a En el barrio de La Boca se producen (y repro-
zonas cargadas de atributos negativos— pone en ducen) una serie de mecanismos simbólicos de
el centro del debate la cuestión de la segregación marcación de límites y fronteras, que separan
espacial. Esas zonas estigmatizadas y separadas imaginarios y prácticas concretas: zonas (más o
del barrio por límites simbólicos, ¿constituyen menos) estigmatizadas y zonas (más o menos)
espacios segregados?, ¿qué “efectos de lugar” prestigiosas se definen de manera relacional,
producen en la vida cotidiana de sus habitantes? conformando un entramado dinámico de terri-
Los relatos de los paraguayos que viven “tras torios diferenciados. Pero como observa Segura
las fronteras” dan cuenta de algunas caracterís- (2009, p. 47), junto con estos procesos socia-
ticas que asumen estas barreras. Para algunos les que tienden a la separación y al aislamiento
vecinos, el estigma que pesa sobre su zona de aparece todo un “conjunto de operaciones que
residencia tiene efectos muy concretos, que ven se dirigen en sentido opuesto, estableciendo
condicionadas sus conexiones por la existencia puentes y pasajes entre tales ámbitos separados
de esa frontera que los ubica “del otro lado” y diferenciados”. Es en torno a estas oposiciones
(“Ahí en esa calle no quiere entrar, por ejemplo, y tensiones que la experiencia urbana de los su-
el teléfono. Vos pedís y no te entran; pedís cable jetos se va entretejiendo en su carácter diferen-
y no te entran. Te dicen: «no, ahí no entramos». cial (a veces, incluso, segregativo).
«No, esa zona, no»”, se lamenta Cecilia de 53
años, oriunda de Ciudad del Este), excluyéndo-
Reflexiones finales
los de un circuito de accesos que debería tener El presente artículo se propuso brindar ele-
garantizado por su pertenencia a la ciudad. Sin mentos para problematizar una categoría muy
embargo, la porosidad de estos límites (el hecho utilizada en el campo de los estudios urbanos:
de que no solo separan ámbitos y prácticas, sino la noción de segregación espacial. Tradicional-
que se tejen pasajes entre los territorios así de- mente trabajada como sinónimo de distribu-
finidos) parece funcionar en un solo sentido: si ción desigual, en las últimas décadas, algunos
bien “los de afuera” procuran no “entrar” a la autores han propuesto incorporar aspectos del
zona estigmatizada, “los de adentro” se mueven habitar urbano, como prácticas, movilidades,
y circulan con fluidez, al punto que su acceso a representaciones y dinámicas de apropiación
del territorio. La propuesta desarrollada aquí dan cuenta de jerarquías y distancias sociales.
pasa por partir de una definición de segregación La distribución de los paraguayos en la CABA
espacial que integre y ponga en diálogo ambas habla de un proceso de asentamiento que fue
cuestiones, en tanto dimensiones de un con- consolidando pautas diferenciales: algunas
cepto complejo que las engloba. Y, así, proble- zonas de la ciudad se han convertido en recep-
matizar la relación entre distancias físicas y dis- toras privilegiadas, mientras que en otras la
tancias sociales; entre la concentración de los presencia de estas personas es muy baja o casi
grupos en la ciudad y la construcción de fronte- nula. ¿Qué tan diferenciales son estos “patro-
ras sociales y simbólicas, en cuyo marco las di- nes” de distribución? Este interrogante constitu-
ferencias y distancias se construyen como tales. ye algo difícil de mesurar: más marcados que los
¿Cómo se puede definir, entonces, a la observados en otros grupos migratorios (como
segregación espacial? Por un lado, se entiende los uruguayos, brasileros o chilenos), pero no
aquí que la segregación espacial se relaciona con tanto como, por ejemplo, los oriundos de Bo-
la existencia de una distribución desigual en el livia. El caso paraguayo da cuenta de una diná-
espacio y la concentración en áreas específicas mica donde se manifiesta una concentración a
de la ciudad. Es decir que, por una parte, remi- la vez que una dispersión espacial.
te a la localización: a la existencia de patrones No interesa aquí solo la pregunta por la
de asentamiento asociados a los grupos que magnitud cuantitativa de la concentración es-
pueden dar lugar a una configuración residen- pacial (qué tan desiguales son esos patrones de
cial diferencial al interior de la ciudad. Y, en este asentamiento; el dato que puede brindar un in-
sentido, se trata de una cuestión asociada a dicador resumen) sino que los fenómenos más
las condiciones de acceso a la vivienda, que da interesantes surgen al analizar en qué lugares
cuenta de la estructura socio-urbana y el lugar de la ciudad han logrado asentarse estos indi-
que ocupan los diferentes actores. Pero, por viduos. Ya desde una primera mirada sobre el
otro lado, se considera que la noción de segre- dónde (en qué sitios) se manifiesta una mayor
gación incorpora un conjunto de dinámicas so- presencia residencial de estos individuos y fa-
cioespaciales que implica entrar en el terreno de milias, surgen elementos para postular que esa
la circulación y el intercambio. Y, en este marco, relativa concentración de los paraguayos se
se vincula con la existencia de distancias sociales encuentra muy vinculada a factores socioeco-
y simbólicas en las interacciones, que delimitan nómicos. Las áreas de mayor concentración de
territorios (y territorialidades) diferenciados. este grupo se ubican en el sur y este de la ciu-
Por un lado, la pregunta por la distribu- dad, la zona históricamente más degradada y
ción espacial de estos individuos que tienen en signada por un déficit de infraestructuras y ser-
común el haber nacido en Paraguay y decidido vicios públicos. Esta cuestión obliga a concluir
establecerse en CABA, permite echar luz sobre que, más que una dinámica de diferenciación
procesos complejos. La distribución espacial fí- espacial, el caso de estos paraguayos está ma-
sica —esa configuración de posiciones residen- nifestando situaciones de marcada (y preocu-
ciales que puede sintetizarse en un mapa—, da pante) desigualdad.
cuenta de la estructura urbana y las condiciones Pero este proceso, ¿supone el desarrollo de
de acceso al suelo y la vivienda que brinda el un proceso de segregación espacial? La noción
mercado y el Estado a los distintos sujetos, así de segregación espacial de un grupo migrato-
como de las estrategias (individuales, familiares rio es una categoría profundamente cargada de
y sociales) de asentamiento realizadas por ac- sentidos, que exigen ser interpelados antes que
tores desigualmente posicionados en el campo dados por supuesto. La idea de separación, de
social. En un territorio marcado por relaciones exclusión, de aislacionismo, de estigmatización;
de poder, localizaciones espaciales diferenciales la idea de “grupos étnicos” por un lado, y de
una “sociedad receptora” por el otro; la idea de la segregación espacial desde la mirada del
de comportamientos y prácticas esperables a mapa, éste exige tomar como base una estruc-
partir de un lugar de nacimiento común. Nocio- tura de polígonos que divida a la ciudad, y per-
nes todas que se filtran con gran facilidad en mita ubicar a los individuos (localizarlos) bajo
las interpretaciones (sociológicas y del sentido diferentes criterios. Pero la cercanía espacial
común) en torno a estos procesos. Y solo la mi- no siempre implica una cercanía social: lugares
rada cualitativa, la búsqueda por rescatar las próximos en el plano pueden encontrarse pro-
percepciones y experiencias de sus protagonis- fundamente separados por barreras de otro
tas, puede brindar elementos para (re)pensarlos tipo: fronteras simbólicas, más o menos poro-
y ponerlos en cuestión. sas, que recortan “mundos” con sentidos y valo-
Los relatos de los paraguayos en La Boca dan res diferenciados, y que solo pueden percibirse
cuenta, por un lado, de dinámicas de movilidad y con la mirada puesta en el croquis que trazan
circulación que los incluyen al conjunto urbano, los protagonistas en su andar por la ciudad.
donde el asentamiento en el barrio se configura En el barrio de La Boca abundan los territo-
como puerta de entrada tanto a centralidades rios diferenciado(re)s. Más allá de las divisiones
locales como a otros barrios y centralidades ur- en función del uso de los distintos espacios (la
banas, es decir, como posibilidad misma de ac- existencia de zonas comerciales, zonas de paseo
ceso a la ciudad. Por otro lado, pudo verse que y esparcimiento, zonas fabriles, zonas residen-
la presencia de paraguayos en el entorno barrial ciales), se erigen una serie de fronteras simbó-
genera formas de percepción entre la sociedad licas, fuertemente cargadas de sentido (en tér-
receptora que solo puede definirse en su mul- minos tanto de valor como de estigma), que
tiplicidad: desde la construcción de distancias fraccionan el espacio de vida de sus habitantes.
y lejanías, hasta la visualización de la inmigra- Y en este sentido hay dos elementos interesantes
ción como un elemento cercano, parte de los a destacar: por un lado, que las diferenciaciones
sentidos barriales. Y si la perspectiva de la “so- que se articulan en el imaginario de los vecinos
ciedad de recepción” constituye un heterogéneo remiten a cuestiones de tinte socioeconómi-
conglomerado de sentidos, las percepciones de co, más que étnico-nacional; y, por otro lado,
los propios paraguayos respecto a la presencia que aún en las zonas del barrio donde se erigen
de compatriotas cercanos en el espacio, con- fronteras sociales y simbólicas, el límite es su-
forman un entramado igualmente complejo. Lo mamente poroso, y si bien funciona y produce
que desde el sentido común (más o menos pu- efectos negativos en la experiencia vivida de los
lido por lecturas) se esperaría encontrar en este sujetos que habitan tras sus fronteras, ello no
tipo de situaciones —desde ventajas vinculadas impide que constantemente se tejan pasajes que
al cultivo de las redes sociales, hasta problemas garantizan a sus habitantes el acceso a los bie-
asociados con estigmatizaciones por parte de nes y servicios de la ciudad.
otros vecinos—, se ve trascendido por una diná- La pregunta empírica, concreta, en torno a
mica social que se resiste a ser encasillada en ló- la segregación espacial de los paraguayos en
gicas maniqueas del nosotros (nacional) frente la CABA solo puede responderse diciendo que
al otro (extranjero). Lejos de encontrar un relato no existe una, sino múltiples segregaciones,
(más o menos homogéneo) vinculado a “lo étni- microbianas y relacionales, atravesando el es-
co”, los sentidos atribuidos por los paraguayos pacio vivido de estos (así como de otros) suje-
a su presencia barrial constituyen construccio- tos. La incesante búsqueda de regularidades
nes diversas, donde lo socioeconómico, lo fami- muchas veces oculta el valor y la riqueza de la
liar, el género (y, por supuesto, lo migratorio) se heterogeneidad. Ése es un camino que merece
entrecruzan de diferentes maneras. seguir siendo explorado. Y ése es también el
Finalmente, cuando se aborda la cuestión desafío pendiente.
Referencias bibliográficas
Bericat Alastuey, E. (1994). Sociología de la movili- L amont, M. y Molnar, V. (2002). The study of
dad espacial. El sedentarismo nómada. Madrid: CIS. boundaries in the Social sciences. Annu. Rev.
Bourdieu, P. (1993). Efectos de lugar. En P. Bour- Sociol, (28), 167-195.
dieu (Ed.) La miseria del mundo (527-543). Bue- López, M. (2010). La democracia en Paraguay:
nos Aires: Fondo de Cultura Económica. un breve repaso sobre los partidos tradicio-
Brun, J. (1994). Essai critique sur la notion de nales, el sistema electoral y el triunfo de Fer-
ségrégation et sur son usage en géographie ur- nando Lugo Méndez. Revista Enfoques, III (13),
baine. En J. Brun y C. Rhein (Eds.) La Segrega- 89-106.
tion dans la ville (pp. 21-57). Paris: L’Harmattan. Mingione, E. (1996). Urban Poverty in the Advan-
Caprón, G. y González Arellano, S. (2006). Las ced Industrial World: Concepts, Analysis and
escalas de la segregación y de la fragmenta- Debates. En E. Mingione (Ed.) Urban Poverty
ción urbana. Revista Trace, (49), 65-75. and the Underclass (pp. 3-40). Oxford: Blackwell.
De Certau, M. (2000). La invención de lo cotidiano. Neiman, G. y Quaranta, G. (2007). Los estudios
México: Universidad Iberoamericana. de caso en la investigación sociológica. En
De L a Haba, J. y Santamaría, E. (2004). De la dis- Vasilachis de Gialdino (Coord.) Estrategias de
tancia y la hospitalidad: consideraciones so- investigación cualitativa (pp. 213-234). Barcelo-
bre la razón espacial. Athenea Digital, (5), 124- na. Gedisa.
134. Oszlak, O. (1983). Los sectores populares y el
Filc, J. (2002). Territorios, Itinerarios, Fronteras. derecho al espacio urbano. Revista Punto de Vis-
La cuestión cultural en el Área Metropolita- ta, (16), 1-7.
na de Buenos Aires, 1990-2000. Buenos Aires: Pírez, P. (2009). Introducción. En P. Pírez (Ed.)
Ediciones Al Margen. Buenos Aires, la formación del presente. Quito:
Grimson A. (2002). Ritos de pasaje en la terri- OLACCHI.
torialidad urbana. En J. Filc (Org.) Territorios, Sassone, S. y Mera, C. (2006). Barrios de migran-
Itinerarios, Fronteras. La cuestión cultural en el Área tes en Buenos Aires: Identidad, cultura y cohe-
Metropolitana de Buenos Aires, 1990-2000 (pp. sión socioterritorial. V Congreso Europeo CEISAL
55-67). Buenos Aires: Ediciones Al Margen. de latinoamericanistas. Bruselas, Bélgica.
Grimson, A. (2009). Introducción: clasificacio- Schill, M. (1994). Race, and the Underclass,
nes espaciales y territorialización de la política Public Policy. Law & Social Inquiry, 19 (2),
en Buenos Aires. En A. Grimson, C. Ferraudi 433–456.
Curto y R. Segura (Comps.) La vida política en los Segura, R. (2012). Elementos para una crítica
barrios populares de Buenos Aires. Buenos Aires: de la noción de segregación residencial socio-
Prometeo. económica: desigualdades, desplazamientos e
Halpern, G. (2009). Etnicidad, inmigración y política. interacciones en la periferia de La Plata. Quid
Representaciones y cultura política de exiliados pa- 16 (2), 106-132.
raguayos en Argentina. Buenos Aires: Prometeo Segura, R. (2009). Si vas a venir a una villa, loco,
Libros. entrá de otra forma. Distancias sociales, lími-
INDEC (1869). Primer Censo de la República Argen- tes espaciales y efectos de lugar en un barrio
tina. Buenos Aires: Instituto Nacional de Esta- segregado del Gran Buenos Aires. En A. Grim-
dística y Censos. son, C. Ferraudi Curto y R. Segura (Comps.)
INDEC (2010). Censo Nacional de Población, Hoga- La vida política en los barrios populares de Buenos
res y Viviendas 2010. Buenos Aires: Instituto Na- Aires. Buenos Aires: Prometeo.
cional de Estadística y Censos. Silva, A. (2000). Imaginarios urbanos. Bogotá: Ter-