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El Bullying es una forma de maltrato intencionado y perjudicial de un

estudiante hacia otro compañero. No se trata de una agresión cualquiera en


el ámbito escolar. Es el hostigamiento y la violencia sostenida en el tiempo y
requiere de una complejidad relacional entre un niño o adolescente que no
puede controlar sus niveles de agresividad y su capacidad de percibir al
otro como sujeto de derecho, y una víctima con cierto grado de
vulnerabilidad. El hostigamiento sucede en la escuela porque es el primer
ámbito exogámico de la familia. Es probable que quien es agresivo en la
escuela también lo sea en su hogar pero tal vez esas conductas no sean
visibilizadas o quizás se observan y no se evalúan como algo inadecuado. La
segregación de un chico por parte de sus pares en el colegio, facilita este tipo de
conducta porque instalan el foco en la posible víctima y además alientan al
agresor a traspasar barreras que otros no se animan. Las señales de alarma
que pueden indicar si alguien está siendo víctima del bullying, desde la
familia y la escuela, es importante que estén atentos si el niño presenta
lesiones físicas, si tiene cambios de humor, si está triste o tiene síntomas
de depresión. Otras alertas son la baja en sus calificaciones y si evita
hablar del colegio o no quiere ir.

Es fundamental propiciar y fomentar en las instituciones educativas junto a los


niños y adolescentes la escucha atenta y el encuentro entre pares y con sus
docentes. Poder hablar sobre lo que está pasando. Así mismo es prioritaria la
comunicación con las familias. Poder comunicar las sensaciones y el sentir de
aquellos que sufren y son víctimas de la situación y los profundamente. Pensar
en no minimizar los pedidos de ayuda de los alumnos, tanto el de la víctima como
el victimario, ya que ambos sufren de un modo u otro. Promover espacios de
diálogo y acompañamiento para todos los niños y adolescentes.

Nuestro País siete de cada diez niños y adolescentes sufren Bullying y otras
formas de violencia escolar.

Argentina se encuentra entre los primeros países con más casos de


Bullying y ciberbullying.
Como docente o padre, es importante conocer a los niños y reaccionar
frente a cambios en su personalidad. Observa a tu hijo o a tu alumno y
presta especial atención a su comportamiento: ¿se le nota cansado, caído,
triste, temeroso, irritable? Los cambios de humor suelen ser uno de los
indicativos de bullying, al igual que golpes, ropa rota, útiles escolares o
dinero desaparecido... Como adultos debemos tener los ojos bien abiertos
para detectar los primeros síntomas del bullying y actuar antes de que vaya
a más.

El daño psicológico que el victimario genera impide a la víctima


reaccionar en su propia defensa, siendo la actitud más habitual la
pasividad o la huida.

Presta atención a tu hijo y observa sus cambios de humor y


comportamiento.

Como docente, debes tener los ojos bien abiertos y no dejar pasar
ninguna situación, ni siquiera los comentarios que muchas veces son
considerados "como cosas del niños"

Realizar actividades para fomentar la empatía en los niños: si los peques


saben ponerse en el lugar del otro, será más improbable que hagan sufrir
a otra persona a propósito.

-Preparar actividades para promover la superación de estereotipos.

-Vigilar las situaciones que pueden producirse en el patio durante el


recreo.

-Informar sobre la situación de acoso a las autoridades del colegio para


preparar una respuesta simultánea y cohesionada entre todos los
responsables de la educación escolar.

-Solicitar una reunión con los padres del niño acosador y del niño
acosado.

- Buscar métodos de integración de aquellos niños que no tienen amigos


o a quienes les cuesta acercarse a otros niños.

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