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COMENTARIO CRÍTICO Nº 1

Medios sociales, democracia y ciudadanía digital

Profesor: Luis Enrique Santana

Fecha de entrega: martes 29 de marzo


Nombre alumno: Martín Escobedo
Durante las últimas décadas el ser humano ha cambiado su forma de relacionarse y eso
todos lo sabemos, sin embargo, lo que no hacemos es asimilar los efectos que estos
cambios trajeron consigo. En esa línea, con la constante aparición de plataformas o
aplicaciones “amorosas” a la orden del usuario, los consumidores han aumentado y este
tipo de relaciones cada vez se vuelven más comunes. Sin embargo, estas relaciones
resultantes de plataformas digitales son un arma de doble filo que con certeza dañará al
usuario de algún lado.
En primer lugar, Zeyda y Tania Rodríguez dejan en claro que las relaciones amorosas de
por sí conllevan requerimientos de expectativa recíprocos idealizados por la sociedad (amar
a una persona única, sin condiciones ni limites, con alta tasa de unidad, presencia y
confianza) para alcanzar el “amor romántico”, sin embargo, esto tiende a aumentar en
relaciones online especialmente en jóvenes, puesto que la misma plataforma brinda
herramientas que en ciertas relaciones facilita las practicas coloquialmente denominadas
“tóxicas”, entre esas herramientas se encuentra, por ejemplo, los “likes” y comentarios, de
esta forma, se concluye que en las plataformas digitales se vieron reforzados estos
requerimientos que ya existían antes de estas plataformas, pero que con ellas se incrementó
en gran medida por el cambio del significado de presencia (antes era físico, ahora es la
última conexión) y del “tiempo para el otro”.
Con lo anterior en mente, es más fácil comprender el doble filo de estas relaciones online,
en primer lugar, está el grupo de personas que gracias a estas plataformas les es más
sencillo enlazar relaciones amorosas (de cualquier tipo) “ampliando el espectro de
parejas potenciales, diversificando y ampliando los encuentros y el emparejamiento”
(Rodríguez & Rodríguez, p.2) mientras que el otro sector (al usar estas redes sociales)
tiende a las restricciones y el control bajo el incremento de sospechas, supervisión y
vigilancia. En resumen, hay un dos grupos que utilizan las plataformas amorosas de formas
muy diferentes, unos que se sienten en su “zona de confort” mientras el otro está en estado
de alerta. Lo anterior, no quiere decir que el primer grupo no se vea influenciada sus
relaciones amorosas por las plataformas digitales, ya que los requerimientos previos
esperados (esto es lo que ha ido cambiando este último tiempo, dejando de normalizar estas
conductas) por una pareja aumentan. Por otro lado, esto no quiere decir que el primer grupo
no falle en su búsqueda amorosa (a pesar de ser del grupo en confianza), y dentro de la
palabra “fallo” viene incluido un posibles fraudes de identidad, perdida de privacidad y
mayor exposición de ser “monitoreado”.
En conclusión, podemos afirmar que hay dos posibles posturas de un usuario frente al uso
de las plataformas digitales con intenciones amorosas (o otras netamente creadas con ese
fin, como Tinder) el de seguridad o el de alerta y desconfianza. Sin embargo, a pesar de
pertenecer al primer grupo, estas plataformas terminan influyendo igual en las relaciones,
ya que al estar inmerso en ellas nos abrimos a un sinfín de posibilidades que condicionan el
conocer a una persona, primero de manera virtual y posteriormente en la realidad.
Bibliografía:

 Rodríguez, T. & Rodríguez, Z (2016). El amor y las nuevas tecnologías: experiencias de


comunicación y conflictos (1°ed). México.
Respecto al seminario de Ciudadanía digital, rescato esta cita dicha por la subsecretaria de
la niñez: “el mundo digital, que, si uno lo piensa, hoy día es básicamente una extensión
del espacio público al espacio digital”. Esta frase fue la que llamó mi atención ya que si
bien se refería a otro contexto (violencia escolar) es muy verdadero y consecuente a las
plataformas de carácter (o con herramientas) amorosas.

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