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7. LAS FUNCIONES DE LAS CORTES SUPREMAS 1. INTRODUCCION De acuerdo con una tradicién que se remonta esencialmente a CALAMAN- pREI y a su imprescindible estudio sobre la casacién, una corte suprema de- sarrolla dos funciones fundamentales: en primer lugar, efecttia un control de legalidad sobre las decisiones pronunciadas por los jueces inferiores, y ade- mAs opera asegurando una relativa uniformidad de la jurisprudencia, tanto Ja propia como la de los érganos judiciales de nivel inferior. Como se sabe, CALAMANDREI se ocupé principalmente de la casacién, pero esta definicién de Jas funciones de una corte suprema puede extenderse no sélo a las demés cor- tes supremas que siguen el modelo de la casacién, sino también a todas las otras cortes supremas de los ordenamientos de civil law, e incluso a las de Jos ordenamientos de common law. En otros términos: todas las cortes supre- mas desempefian estas dos funciones. Sin embargo, las desarrollan con modalidades muy diferentes, con efectos que son distintos en cada caso, y en particular con un mayor o menor acento de la funcién de control de legali- dad con respecto a la funcién consistente en el aseguramiento de la unifor- midad de la jurisprudencia, o viceversa. Esto equivale a decir que no es sufi- Ciente identificar de manera general las dos funciones para agotar la descripcién de lo que hacen las cortes supremas, sino que es conveniente, sobre todo, profundizar el andlisis de las modalidades especificas con las cua les desarrollan sus tareas institucionales. Es claro, sin embargo, que no es posible afrontar aqui un examen com- parativo que incluya todos los aspectos relevantes de la actividad de todas las cortes supremas. De otro lado, a este respecto existe una amplia literatu- ra que describe el funcionamiento de tales cortes en los diferentes ordena- mientos. Se puede, empero, adoptar una perspectiva que permita contrastar Jos modelos principales de corte suprema, con referencia a las modalidades 93 MICHELE TARUFFO PAGINAS SOBRE JUSTICIA CIVIL. con las que las distintas cortes desempefian las dos funciones antes indica- das, sefialando los principales ordenamientos en los que se practican tales modelos. Con una fuerte dosis de simplificacién, se pueden identificar tres modelos principales: el modelo angloamericano, el modelo alemén y el modelo franco-italiano. Vale la pena delinear Jas caracteristicas fundamen- tales de estos modelos, identificando también las principales diferencias que conciernen al papel que las cortes supremas mas representativas de cada modelo desempeiian en el ambito de sus respectivos sistemas juridicos. 2. EL MODELO ANGLOAMERICANO Las dos principales cortes supremas de los ordenamientos de common law, es decir, la House of Lords inglesa y la Supreme Court de Estados Uni- dos, desempefian ciertamente la funcién relativa al control de legalidad sobre las sentencias pronunciadas por jueces inferiores y, en particular, por las Courts of Appeal de sus correspondientes sistemas. Se puede entonces decir que ésta es su principal funcién institucional, dado que se ocupan tini- camente de cuestiones de Derecho (incluidas, sobre todo en el caso de la corte estadounidense, las cuestiones de constitucionalidad), decidiendo incluso el mérito de los casos particulares en tiltima instancia. Estas cortes no se ocupan realmente de los hechos de la causa, asi que su tarea funda- mental consiste, precisamente, en lo que definiremos como una verificacién de la legalidad o de la legitimidad —incluso constitucional— de la decisién impugnada. El aspecto més relevante de las modalidades con las que se de- sempefian estas tareas est constituido, no obstante, por el hecho de que estas cortes, al formular sus decisiones, no se limitan a controlar si la deci- sin impugnada contiene errores de Derecho sustancial 0 procesal, sino que —aun decidiendo el caso concreto— se orientan hacia lo que podria definir- se como la legalidad futura, es decir, la definicion de la correcta interpreta- cién y aplicacién de las normas que serdn objeto de juicio en los casos pos- teriores en los que las mismas normas podrian ser relevantes para la decision '. En otros términos, estas cortes interpretan su funcién no sdlo en el sentido de que se trata de identificar la solucién jurfdicamente correcta del caso concreto, sino también —y sobre todo— en el sentido de proyectar tal solucién sobre los casos posteriores, estableciendo los criterios a los cua- les deberan atenerse los futuros jueces de casos iguales 0 andlogos. Desde este punto de vista, resulta evidente la funcién que llamaremos de unifor- mar la jurisprudencia: en efecto, si esta proyeccién hacia los casos futuros tiene éxito, la consecuencia es que se tendrd una jurisprudencia uniforme, aoe en la aplicacién relativamente constante de los mismos criterios de lecisién. " Esta orientaci6n hacia el futuro se ha hecho particularmente evidente en el llamado pros- pective overruling, esto es, en el pronunciamiento mediante el cual la corte afirma que un prece- dente se aplicaré en el caso concreto, porque las partes han actuado confiando razonablemente en su aplicacién, pero que tal precedente no sera seguido en los casos futuros, para los cuales la corte enuncia un precedente diferente. 94 7, LAS FUNCIONES DE LAS CORTES SUPREMAS EstA claro que desde esta perspectiva el corazén del sistema, esto es, el instrumento fundamental del cual se sirven las cortes supremas de los siste- mas de common law para desempefiar su funcién, es el precedente judicial: la eficacia del precedente de las sentencias de estas cortes es el factor que «expande» el ambito futuro de aplicacién de la solucion que la corte ha dado en una cuestién de Derecho, indicando dicha solucién como criterio tenden- cialmente uniforme de interpretacién de la ley. No es inuiti] observar al mar- gen de todo, que esto no sucede —al contrario de lo que con frecuencia se cree— en raz6n de la eficacia vinculante del precedente en los sistemas inglés y norteamericano: el precedente no es formalmente vinculante ni siquiera en los sistemas de common law, asi que es conveniente hablar de la eficacia o la «fuerza» persuasiva de este precedente, en lugar de su obligatoriedad. Sin embargo, se destaca el hecho de que el precedente de la House of Lords (incluso sin ser formalmente vinculante ni siquiera para la misma corte, al menos después del Practice Statement de 1966), esta dotado de nota- ble eficacia persuasiva, y por tanto influye de hecho de manera determinan- te sobre las decisiones posteriores. También los precedentes de la Corte Suprema de Estados Unidos que, aun sin ser vinculantes, estan dotados de una relevante eficacia persuasiva e inciden en gran medida sobre las decisio- nes posteriores de los érganos judiciales inferiores. Parece justo decir, pues, que estas cortes son esencialmente cortes del precedente, puesto que su fun- cién principal consiste en «administrar los precedentes», determinando cu: les son las normas, y de acuerdo con qué interpretacién, que estan destina- das a operar como reglas de juicio predominantemente uniformes, en el Ambito de la jurisprudencia posterior. Que ésta sea la funcién esencial de las cortes que estamos examinando y que por Jo tanto la finalidad de asegurar la uniformidad de la jurisprudencia esté predominantemente en el control de legalidad de cada decisién impug- nada, se hace luego evidente, en virtud de dos elementos que vale la pena resaltar (y que representan en realidad dos caras de la misma moneda). El primero de estos elementos est4 constituido por el poder que tienen estas cortes para escoger los casos que la misma corte considere que debe decidir. La Corte Suprema de los Estados Unidos utiliza el llamado certiora- ri con plena e ilimitada discrecionalidad, estableciendo cuales son los casos que considera merecedores de estudio y decisién, y esta eleccién —positiva ©, como resulta en la mayor parte de los casos, negativa— no se motiva nunca. Sin embargo, si se analizan las situaciones en las que la corte nor- malmente «decide decidir», se ve que sigue criterios que tienen que ver jus- tamente con la «administracién del precedente». Se trata, en efecto, de casos en los que: a) la corte considera necesario establecer cuél es la solucién correcta de una cuestién de Derecho nueva (como, por ejemplo, la interpre- tacién de una norma recién entrada en vigor), evitando incertidumbres y divergencias de opinién; b) la corte considera necesario resolver un conflic~ to de jurisprudencia surgido entre tribunales inferiores, y c) la corte preten- de superar y arrinconar un viejo precedente, aunque se trate de uno estable- cido por la misma corte, y que por varias razones parece ya inadecuado, y Eel MICHELE TARUFFO PAGINAS SOBRE JUSTICIA CIVIL por tanto resulta overruled, y procede a formular una nueva solucién de la misma cuestién de Derecho. El certiorari es entonces el instrumento del cual se sirve la corte para confirmar, aclarar o modificar la interpretacién de las normas del ordenamiento: si se niega el reexamen de una cuesti6n, significa que la corte no quiere cambiar Ja orientacién interpretativa preexistente; si se admite, significa que la corte pretende «decir lo suyo», fijando un nuevo precedente. El segundo elemento que hay que tener en cuenta, y que est directamen- te conectade con el poder discrecional de elegir los casos que merecen deci- dirse, es el ntimero limitado de decisiones que profieren estas cortes. Actual- mente, la House of Lords pronuncia menos de cien sentencias al afio, y la Corte Suprema de los Estados Unidos pronuncia menos de doscientas, en una tendencia que se mueve hacia una reduccién progresiva del ntimero de casos que se deciden. La cantidad tan reducida de las decisiones que toman. estas cortes, tiene algunas implicaciones bastante relevantes. Ante todo, de alli se deriva la demostracién de que es posible, para una corte suprema, tener bajo control la legalidad de todo el sistema jurfdico, incluso pronunciando un numero reducidisimo de sentencias cada aiio. Naturalmente, esa posibilidad se funda en Ja premisa de que cuando una corte suprema ha establecido un precedente, éste sera seguido efectivamen- te por los jueces inferiores que deciden los casos siguientes, y —al menos en principio— por la misma corte suprema. Es decir: se funda en el hecho de que el precedente sea realmente capaz de condicionar las decisiones poste- riores, asegurando un grado elevado de uniformidad entre ellas. De este modo se evita que la misma cuesti6n se decida varias veces de manera dis- cordante por los jueces inferiores, y por tanto se reducen sustancialmente las ocasiones en las que la corte suprema tiene necesidad de intervenir. Ademés, sila misma corte suprema evita cambiar de idea muy a menudo, se concre- ta una continuidad en la interpretacién del Derecho que, por un lado, desa- nima a las partes de recurrir ante la corte si no hay serias posibilidades de inducirla a cambiar de orientacion, y por otro lado introduce un apreciable grado de continuidad y de estabilidad en la jurisprudencia, de la misma corte y de los organos judiciales de nivel inferior. La experiencia de las cortes supremas del common law demuestra ade- més que la eficacia del precedente, y por tanto su efectiva capacidad de orientar de modo uniforme las decisiones posteriores, es inversamente pro- porcional al ntimero de precedentes establecidos por las mismas cortes supremas. Si se confronta con la jurisprudencia torrencial de muchos orde- namientos de civil law, los precedentes de los ordenamientos de common law son poquisimos. La razén es que las cortes supremas de estos ordenamien- tos deciden tinicamente cuando piensan que hay algo nuevo para decir, es decir, cuando consideran que hay necesidad de establecer un nuevo prece- dente y no estan obligadas a pronunciarse todas las veces que se interponga una impugnacién: de hecho, son las cortes y no las partes quienes «adminis- tran los precedentes». Las cortes pueden, obviamente, decidir si modifican sus propios precedentes, pero esto sucede muy raramente, y usualmente sélo 96 7, LAS FUNCIONES DE LAS CORTES SUPREMAS cuando hay razones efectivas y relevantes para dejar de lado las orientacio- nes previas. Entonces, si el precedente es realmente eficaz, no hay necesi- dad alguna de decidir la misma cuestién decenas 0 centenares de veces: en tanto él precedente «vincula», no es necesario volver continuamente sobre la misma cuesti6n; cuando el precedente es superado, para hacerlo basta una nica decisién, ya que una Unica decisién es suficiente para determinar el cambio de jurisprudencia. Las cortes que desarrollan su funcién con esta modalidad, y por lo tanto se pronuncian Gnicamente cuando lo consideran realmente necesario, no tie- nen necesidad de tener muchos jueces: los miembros de la Corte Suprema de los Estados Unidos, de hecho, sdlo son nueve, y pocos son también los miembros de la House of Lords. Esto tiene ventajas organizativas que se intu- yen facilmente. De alli se deriva, entre otras cosas, que es més facil para dichas cortes comportarse de manera coherente, evitando conflictos de sin- cronizacién en el interior de su propia jurisprudencia, y previendo efectuar las variaciones diacrénicas de sus orientaciones de manera meditada y solo cuando reconozcan razones particularmente relevantes para separarse de sus propios precedentes. En esencia: pocos jueces que decidan pocos casos estén en capacidad de producir una jurisprudencia coherente, susceptible de ser conocida y, sobre todo, con autoridad y capacidad de influenciar —en el sen- tido de una razonable uniformidad— la jurisprudencia posterior. En cuanto a la llamada nomofilaxis, la experiencia de las cortes anglo- americanas muestra muy claramente que para desempefiar un control efec- tivo de legitimidad y para hacer que la ley se aplique de modo correcto y segin la interpretacién que resulta preferible, no es necesario de ninguna manera decidir miles de casos, ni mucho menos verificar minuciosamente si Ia ley ha sido correctamente interpretada y aplicada en cada caso decidido por las cortes inferiores. Al contrario, estas cortes practican la que se podria definir como nomofilaxis por precedentes, es decir, realizan la correcta apli- cacién de la ley, fundandose en la eficacia intensa y generalizada que mani- fiestan sus precedentes en relacion con las decisiones posteriores. Se trata entonces, esencialmente, de una nomofilaxis enfocada al futuro, ya que la decisién del caso pasado, en esencia, es la oportunidad que estas cortes uti- lizan para decir cémo deberdn ser interpretadas y aplicadas las normas. 3. EL MODELO ALEMAN El modelo alemén, que se sigue esencialmente en otros paises europeos como Austria y Suiza, y en particular en los paises escandinavos® *, mues- 2 Una reforma muy interesante, inspirada en buena medida en el modelo alemén, se ha intro- ducido en Espafa con la Ley de Enjuiiciamiento Civil de 2000. En efecto, en el nuevo cédigo se han regulado varias restriccfones al acceso ante el Tribunal Supremo, excluyendo la posibilidad de recu- tira él por cuestiones procesales y por causa de valor inferior a una summa gravaminis bastante slevada, y concentrando la intervencién de la corte suprema a recursos que tengan interés casacio- nal, que 3e define sustancialmente en funcién de la conveniencia de que la corte reaccione ante la Vid * (N. del 7) en pagina siguiente ae MICHELE TARUFFO PAGINAS SOBRE JUSTICIA CIVIL tra con claridad la evolucién de un sistema de civil law, desde una concep- cién de la funcién de una corte suprema de tipo continental originariamen- te orientada a desempefiar esencialmente un control de legitimidad, con res- pecto a la cual se pudo configurar como secundaria la funcién de unificacién de la jurisprudencia, hacia una concepcién de una corte suprema orientada al precedente, es decir, orientada a desempefiar principalmente una funcién de unificacién de la jurisprudencia. El Revisionsgericht aleman era realmen- te —y as{ sigue siendo— una corte de tercera instancia, pero no hay duda de que Se trata de una corte que ejerce esencialmente un control de legitimidad, sustancial y procesal, sobre la sentencia impugnada de una manera que no se diferencia en lo esencial de lo que sucede en otras cortes supremas. La caracteristica principal del modelo aleman actual consiste en el hecho de que la corte de Revision dispone ahora de un amplio poder discrecional relativoa la seleccién de los recursos que considera debe decidir. Ya en el pasado el acceso al Revisionsgericht era limitado, tanto por la previsién de una summa gravaminis bastante elevada como por el poder discrecional de la corte de no tomar en cuenta la impugnacién de algunos casos. Pero segufan siendo bastante numerosas las hipotesis en las que las partes tenfan el derecho de acceder a la corte suprema. Esta regulaci6n fue fuertemente racionalizada y simplificada en una reforma del afio 2001, con la cual se pre- vio que la impugnacién ante la corte de Revision fuera admitida tinicamen- te cuando ésta implicase una cuestién juridica de fundamental importancia (grundsdtzliche Bedetung), 0 cuando una decisién de la corte de Revision fuese necesaria para la evolucién del Derecho o para crear una jurispruden- cia uniforme. La existencia de estos requisitos se evaltia ante todo por el tri- bunal de apelacién que ha pronunciado la sentencia en cuestién. Si el resul- tado de esta evaluacién es positivo, sera vinculante para la corte suprema, que por lo tanto debe admitir la impugnacién y decidir sobre la misma. Si en cambio el tribunal de apelacién niega la autorizacién, porque considera que no concurren las condiciones para una decisién de la corte suprema, entonces las partes podran pedirle a la misma corte suprema la autorizaci6n para presentar la impugnacién. Este modelo presenta algunos aspectos de notable interés. En primer lugar, como se acaba de ver, la admisi6n del recurso en Revision depende de una evaluacién con amplios margenes de discrecionalidad que realizan el tri- bunal de apelacién y la corte suprema. Ya no hay ninguna situacién, pues, en la que las partes dispongan de un derecho incondicionado a recurrir ante el Revisionsgericht. Ademés, la configuracién de los motivos con base en los violacién de sus precedentes, resuelva conflictos de jurisprudencia y fife precedentes relativos a la interpretacién de normas nuevas (cfr. los arts. 469 y 477 de la LEC). Sin embargo, y ésta es la razén por la cual el sistema espafiol no se estudia acd de manera detallada, esta reforma no ha sido apli- cada en la préctica y actualmente esta en discusién una reforma adicional que revertira probable- mente también las modalidades de recurso ante el Tribunal Supremo. Serd necesario, entonces, esperar al resultado de esta reforma para discutir las caracteristicas del «modelo espaiiol». * N.del T: Al momento de la publicacién de la presente traduccién, ya han pasado varios aos desde la entrada en vigencia de la LEC de 2000, y el proyecto de reforma mencionado sigue en curso en el Parlamento espafiol. 98 7. LAS FUNCIONES DE LAS CORTES SUPREMAS cuales puede admitirse la impugnacién dirigida ante esta corte, hace eviden- te que la verificacién de la correcta aplicaci6n de la ley en el caso especifico representa ahora una funcién secundaria. La funcién primaria que ahora se atribuye a la corte suprema es la de «administrar la legalidad» del sistema juridico en su conjunto, por medio de sus sentencias. Por un lado, en efecto, est4 claro que la «fundamental importancia» de la cuestién de derecho sobre la que deberd decidir la corte, no se mide por el interés particular de las partes, sino que se valora en funcién de la perti- nencia de que la corte intervenga para resolver un problema que no puede quedar en estado de incertidumbre. El hecho de que no se trate de la impor- tancia de la cuestién para las partes, hace entender claramente que la corte interviene cuando sea necesario establecer un precedente, de modo que la cuestion de «fundamental importancia» se resuelva autoritativamente por el supremo érgano jurisdiccional. Es f4cil ver que se trata también de decisio- nes «de cara al futuro», es decir, dirigidas a hacer que la misma cuestién se resuelva por los jueces posteriores siguiendo las indicaciones dadas por la corte suprema. Un discurso andlogo puede hacerse también a propésito de la otra situacién en la que se admite el recurso ante el Revisionsgericht, es decir, el caso en el que una decisién de la corte es necesaria para la evolu- cién del Derecho. Esta claro, en efecto, que no se tiene una Fortbildung des Rechts por el solo hecho de que un caso sea decidido por la corte suprema y que —en cambio— hay evolucién del Derecho en la medida en que tal deci- sién esté en capacidad de condicionar la jurisprudencia posterior. Todavia més clara es la finalidad en la que se inspira la tercera hipétesis en la que se admite el recurso ante la corte suprema, es decir, el caso en el que la inter- vencién de la corte es necesaria para hacer uniforme la jurisprudencia. Tam- bién aqui, de hecho, es a través de la eficacia del precedente de las decisio- nes de la corte que se puede hacer uniforme una jurisprudencia que hasta el momento ha sido conflictiva y contradictoria. La naturaleza de la tarea desempefiada por la corte suprema alemana, pues, no ha cambiado sustancialmente, ya que en todo caso se trata de un control de legalidad. Este, sin embargo, esta orientado esencialmente a la creacién de precedentes capaces de hacer uniforme la jurisprudencia poste- rior, Encontramos también en este caso, nuevamente, la nomofilaxis por pre- cedentes de la que hemos hablado a propésito de las cortes de los sistemas de common law. En relacién con la experiencia de estas cortes, sin embargo, el modelo ale- mén muestra al menos dos peculiaridades que merecen destacarse. La pri- mera peculiaridad se deriva del hecho de que, como se ha visto, las cortes supremas de common law gozan de una discrecionalidad sustancialmente ili- mitada en la eleccién de los casos que consideran conveniente decidir. Es cierto que en la préctica —como se ha sefialado— esta discrecionalidad esta guiada por algunos criterios en cierta medida identificables, pero es un hecho que no encuentra ningun limite establecido en la ley. Viceversa, como se ha visto, el sistema alemadn es muy claro y preciso en la formulacién de crite- rios cuya aplicacién practica deja aan, —también a la corte suprema— un 99 MICHELE TARUFFO PAGINAS SOBRE JUSTICIA CIVIL espacio de discrecionalidad bastante amplio, pero que tiene una precisa determinacién normativa. Es esta determinacién lo que permite definir con claridad cul es la funcién fundamental que el sistema le confia a la corte suprema. No se trata tanto de un control, cuanto de una administracién de Ia legalidad, que la corte efecttia por medio de sus propios precedentes. La segunda peculiaridad del sistema alemén en relacién con los sistemas de common law es que la aplicacién de los criterios de seleccién de los casos indicados permite al Revisionsgericht (con la participacién de los tribunales de apelacién) mantener bajo control la cantidad de recursos que llegan a decidirse. Sin embargo, la seleccién que se efecttia en el sistema aleman resulta ser menos restrictiva que la que se hace en las cortes angloamerica- nas; en efecto, se trata no ya de pocos centenares de casos, sino de unos cuan- tos miles cada aio. Este dato parece més coherente, desde muchos puntos de vista, con la tradicién de los sistemas de civil Jaw, en los que la interven- cién de la corte suprema no es una rara avis destinada a hacer su aparicién s6lo en poquisimos y excepcionales casos, sino que es un evento, vistas todas Jas cosas, «normal» en la vida del ordenamiento. Se puede entonces decir que en los sistemas de tipo alemén, la participacion de las cortes supremas en la evolucién del ordenamiento es mucho més constante y continua, aunque la autoridad de estas cortes y la eficacia de sus precedentes no sean de menor grado en comparacién con la intensidad que estos mismos fenémenos tienen en los sistemas de common law. 4, EL MODELO FRANCO-ITALIANO El modelo francés, seguido en otros ordenamientos y en particular en Ita- lia, est basado en la corte de casacién. Como se sabe, se trata de una corte que ejerce tipicamente una funcién de control de legitimidad, que en prin- cipio no decide sobre el mérito de la causa ni toma nuevamente la decisién correspondiente —cuando anula la sentencia impugnada— a la de otro juez de nivel inferior. No es casualidad que la funcién de nomofilaxis se atribu- ya de manera particular a las cortes que estan estructuradas segtin el mode- lo inicialmente constituido por la Cour de cassation francesa, que fue preci- samente creada con la tarea de verificar la correcta interpretacién y aplicacién de las normas de Derecho. Dado que existe hace tiempo una vasta literatura sobre la historia, estructura y funcionamiento de las cortes de casacién, no es necesario profundizar aqui en el andlisis comparado de las diferentes aplicaciones que el modelo en cuestién ha tenido en muchos orde- namientos. Sin embargo, vale la pena sefialar algunas consideraciones que permiten trazar una comparaci6n con los modelos angloamericano y alemédn. Tales consideraciones tienen que ver en particular con el fendmeno de los prece- dentes producidos por estas cortes, su ntimero y eficacia, y las modalidades con las que desempefian su funcién fundamental de control de la legitimi- dad sustancial y procesal de las devisiones tomedas por tribunales de nivel inferior, 100 7. LAS FUNCIONES DE LAS CORTES SUPREMAS Una primera observacién que es necesario hacer es que tanto la Cour de cassation francesa como la Corte di cassazione italiana, se han enfrentado de tiempo atrds a una cantidad excesiva de recursos y, por lo tanto, a la neces dad de pronunciar un ndmero increiblemente elevado de sentencias. En Francia esto ha llevado, a lo largo del tiempo, a varios intentos dirigidos a introducir formas de seleccién de los recursos que se someten a decisién de a corte, pero todos han fracasado: actualmente no existe ningin «filtro» de Jos recursos que se someten al examen de la Cour de cassation. La consecuen- cia es que la corte termina decidiendo un numero muy elevado de casos: han sido aproximadamente 32.000 en 2006, de los cuales més de 22.000 eran de materia civil. La diferencia cuantitativa entre las situaciones francesa y ale- mana, pero sobre todo entre la situacién francesa y la de las cortes supremas de common law, es clamorosa y acarrea algunas consecuencias, entre las cua- les esté que los magistrados de la corte sean casi doscientos. El legislador francés ha intentado también recientemente afrontar este problema, sin reco- rrer, no obstante, el camino de la seleccién preventiva de los recursos. En una reforma del Code de Uorganisation judiciaire introducida en 2006 se ha pre- visto, en efecto, que todo recurso sea examinado antes por un colegio de tres jueces pertenecientes a la chambre a la que se ha asignado el caso: si la deci- sién a tomar es simple e inmediata (si la solution du pourvoi s’impose), se toma enseguida; si en cambio el caso es mas complejo, se somete a la cham- bre, que procederd de la manera ordinaria. Esta reforma es muy reciente como para evaluar sus efectos concretos: es probable que contribuya a agi- lizar el funcionamiento de la corte y a reducir los tiempos de la decision, al menos en los casos més simples. Pero no hay que olvidar que el ntimero total de las impugnaciones sometidas a decisién de la Cour de cassation esta des- tinado a seguir siendo muy elevado. Parece, de todas maneras, que incluso con algunos problemas de funcionalidad la Cour de cassation ést4 en capa- cidad de desempefiar de manera bastante eficaz la funcién de control de legi- timidad que constituye su tarea fundamental. Y también que, a pesar de que os jueces de mérito tiendan con frecuencia a rebelarse contra las decisiones de ia corte suprema, los arréts que ella emite estan dotados de un grado ele- vado de autoridad, y por tanto representan precedentes con notable capaci- dad para incidir en la jurisprudencia posterior. Esto implica que también la funcin de unificacién de la jurisprudencia se desemperia de modo relativa- mente eficaz y que, por tanto, se realiza también en el sistema francés —a pesar del elevado numero de pronunciamientos de la corte— una nomofila- xis por precedentes. Ahora vale la pena dedicar algunas observaciones sumarias al sistema ita- liano de la Corte di cassazione. Esta, en efecto, tiene origen histérico en el modelo francés, pero ha venido desarrollando, sobre todo en las siltimas décadas, caracteristicas auténomas que deben subrayarse. De un lado, refor- mas recientes han introducido primero, y extendido después, las hipstesis en las cuales la corte puede pronunciarse sobre el mérito de la controversia. Se trata de un desplazamiento parcial pero decidido hacia una corte de tercera instancia y, por tanto, de un relevante alejamiento del modelo originario de una corte de casacién destinada a ejercer sdlo un control de legitimidad sobre 101 MICHELE TARUFFO, PAGINAS SOBRE JUSTICIA CIVIL la decisin impugnada. Esta tendencia evolutiva es muy relevante desde muchos puntos de vista, pero no implica por s{ misma un cambio radical en las funciones principales atribuidas a la corte: ella, de hecho, contintia sien- do un organo de nomofilaxis, que desempefia un control de legalidad sustan- cial y procesal sobre las sentencias que se someten a su examen. Del otro lado, siguen faltando en Italia filtros segtin los cuales seleccio- nar los casos que Ilegan a la corte, y la situacién presenta problemas todavia mas graves que aquellos que se acaban de ver respecto de la Cour de cassa- tion Francesa. En primer lugar, debe recordarse que el actual art. 111 parra- fo 7 de la Constitucion prevé la posibilidad de que toda sentencia sea impug- nada con el recurso de casacién. De alli se deriva una especie de derecho subjetivo individual, constitucionalmente garantizado, a obtener de la corte una decisién sobre cada impugnacién que se proponga debidamente ante ella. Dada la presencia de esta norma general, no se ha efectuado jams un intento real de introducir mecanismos de selecci6n de los recursos con la finalidad de reducir la carga de trabajo de la corte. El problema es gravisi- mo, sin embargo, puesto que la casacién italiana se constituye, desde este punto de vista, en una especie de monstrum que probablemente no tiene equivalente alguno en ningun otro sistema procesal. El hecho es que la corte pronuncia mas de 50.000 sentencias cada afio: en 2006, las sentencias pro- nunciadas en materia civil fueron mas de 30.000. Una situacién de este tipo tiene algo de increible, pero es desgraciada- mente real, y genera una cantidad de inconvenientes: tiempos largos para la decisién de los recursos, dificultades organizativas de distintos géneros, ade- mas de la necesidad de tener una corte suprema compuesta por aproxima- damente quinientos magistrados. Los problemas principales, sin embargo, se relacionan justamente con el desempefio de las funciones esenciales de la corte. De un lado, no cabe duda de que la Corte di cassazione desempefia una ftincién de control de legalidad. No obstante, la realidad es que dicho con- trol se desempefia tnicamente sobre cada caso concreto que ha sido obje- to de recurso y tinicamente sobre las cuestiones especificas que han surgi- do en ese caso. Como se ha destacado, de este modo la corte se reduce a desempefiar una funcién esencialmente privatista, en tanto responde a la exigencia de las partes privadas de cada controversia, de encontrar una solucién final a la cuestién que han planteado. En muchos casos, el recur- so de casacién no es més que la ultima ratio de una parte que no se resig- naa la derrota repentina ante el juez de mérito, y que va en busca de mejor fortuna ante la corte suprema. La corte, en cambio, no desempefia la fun- cién publicista que deberia consistir en la resoluci6n de las cuestiones de interpretacion y aplicacién del Derecho, que pueda tener una eficacia de cardcter general, més alla del interés individual de las partes, en el sentido de influenciar la evoluci6n del Derecho incidiendo sobre la decision de los casos sucesivos. En realidad, la Corte di cassazione (con base en el art. 65 de la ley sobre el ordenamiento judicial ain vigente) tiene el deber de ase- gurar no sélo «la estricta observancia» sino también «la uniforme interpre- 102 7. LAS FUNCIONES DE LAS CORTES SUPREMAS taci6n de la ley», es decir, la uniformidad de la jurisprudencia: resulta intui- tivo, empero, que es précticamente imposible cumplir este deber pronun- ciando decenas y decenas de miles de sentencias cada afio. Si en efecto es cierto, como se ha sefialado anteriormente a propésito de las cortes de common law, que la eficacia de los precedentes es inversamente proporcio- nal a su ntimero, y que la cantidad limitada de precedentes producidos por aquellas cortes es lo que permite a su jurisprudencia tener autoridad, ser estable y coherente, resulta claro que los términos de la situacion se invier- ten en la realidad italiana. Por una parte, si hay decenas, 0 cientos, o miles de pronunciamientos que se suceden sobre la misma cuestién de Derecho, la eficacia de cada decision en concreto no puede sino ser reducidisima. Por otra parte, es inevitable que se trate de una jurisprudencia tumultuosa, de- sordenada, escasamente previsible y —sobre todo— de tendencia contradic- toria: desde hace tiempo, en efecto, se denuncia la frecuencia realmente excesiva de conflictos sincrénicos y diacrénicos en el Ambito de una juris- prudencia caética y fragmentaria. También la funcién racionalizadora y ordenadora que deberfa ser desarrollada por las Secciones Unidas de la Corte (que se pronuncian principalmente cuando se trata de resolver con- flictos surgidos en la jurisprudencia de las secciones individuales, 0 sobre recursos que presenten una cuestién de m4ximas de particular importan- cia, de conformidad con el art. 374 del Codice di Procedura Civile), termina siendo relativamente poco eficaz: también las Secciones Unidas estén Ila- madas a pronunciar un elevado ntimero de sentencias y, de todas maneras, estos pronunciamientos que teéricamente deberfan tener una fuerte efica- cia de precedentes, en realidad hunden atin ms el mare magnum de la juris- prudencia aluvional de la corte. En un contexto de este tipo, parece dificil hablar de eficacia del precedente en sentido estricto. Mas bien, se habla de «jurisprudencia» para aludir —precisamente— a un conjunto excesivo, de- sordenado y a menudo incoherente de sentencias, en el cual —como suce- de en los centros comerciales— cada uno, tarde 0 temprano, con un poco de paciencia, encuentra lo que le sirve (e incluso lo contrario). De cara al problema seiialado, el legislador ha intervenido en los afios 2005-2006 con una reforma que ha invertido varios aspectos del procedi- miento de casacién, con la intencién declarada de reforzar la funcién de nomofilaxis de la corte. Podria pensarse que una reforma dirigida a conse- guir este fin habria introducido algin mecanismo capaz de reducir de modo sustancial el ntimero de situaciones en las que la corte est obligada a pro- nunciarse, y por tanto, a incrementar la eficacia como precedente de sus decisiones. El legislador, por el contrario, ha ido en la direccién justamen- te contraria: no sdlo no introdujo ninguna modalidad de seleccién preven- tiva de los recursos, sino que ha multiplicado en una medida dificilmente calculable —pero ciertamente relevante— el nimero de pronunciamientos que la corte esta llamada a emnitir sobre cuestiones de Derecho. Se ha pre- visto, en efecto, que la corte formule especificamente «principios de Dere- cho» (es decir, resuelva explicitamente cuestiones de Derecho), no sobre cada recurso, sino sobre cada motivo de recurso. Debe entonces expresarse en la forma de «principio de Derecho» varias veces en la decisién de la 103 MICHELE TARUFFO PAGINAS SOBRE JUSTICIA CIVIL misma impugnaci6n, aun cuando rechace el recurso y también —a iniciati- va del procurador general ante la corte— sobre materias respecto de las cua- les las partes ni siquiera estuvieren legitimadas para proponer el recurso de casacién. Es evidente, entonces, que el legislador de 2005-2006 se ha inspirado en una concepcién muy peculiar de la nomofilaxis: no la que se hace por medio del precedente (en la que habfa pensado CaLAMANDREI desde 1920), sino su exacto opuesto, es decir, una nomofilaxis de la cuestion especifica planteada en cada motivo concreto de cada recurso propuesto ante la corte. El legisla- dor ha imaginado, pues, un control de legitimidad omnipresente, penetran- te, destinado a ser ejercido sobre cada cuesti6n de Derecho planteada por cualquiera de las partes: se trata de una vision extrema —casi de pesadilla— de la funcién nomofildctica que, por lo tanto, se hace absolutamente predo- minante sobre cualquier otra funcién institucional de la corte suprema. De alli se deriva que se haga marginal y practicamente imposible de ejercer la funcion consistente en asegurar la uniformidad de la jurisprudencia, es decir, la funci6n consistente en producir precedentes dotados de efectiva fuerza persuasiva y capaces de influenciar la decisién de los casos posteriores. Si es cierto, como se ha dicho antes, que la fuerza del precedente es inversamen- te proporcional al ntimero de precedentes, entonces es facil deducir que la eficacia persuasiva de cada «principio de Derecho» en particular, pronuncia- do entre no se sabe cudntas decenas de miles de otros principios de Derecho enunciados cada afio, no puede sino tender a cero. Naturalmente, una situa- cién de este tipo tiene costos: la jurisprudencia de la misma corte de casa- cién, y en mayor medida la de los jueces inferiores, no puede sino hacerse cada vez més pletérica, variable e incoherente. 5. CONCLUSIONES A partir de la muy sintética descripcién de los tres modelos que hemos tenido en cuenta, es posible trazar algunas conclusions. En primer lugar, queda confirmado que todas las cortes supremas de- sempefian una funcién de control de legalidad, pero también que esta fun- cién se desempefia con modalidades y técnicas profundamente diferentes. Bajo este aspecto, parece muy dificil trazar un paralelo entre los dos orde- namientos que se ubican en los polos extremos del espectro: la House of Lords inglesa con sus menos de cien casos decididos por afio, y Ja Corte di cassazione italiana con sus m4s de cincuenta mil sentencias pronunciadas cada ao, sin contar el ntimero mucho mayor de «principios de Derecho» que ahora se le exigen a la Corte. Es cierto que estas dos cortes tienen tras de si una evolucién histérica completamente diferente que las hace dificil- mente comparables, pero es necesario de todas maneras tener en cuenta que Inglaterra e Italia forman parte de la misma Uni6n Europea. Aparte de estas diferencias notables, de todas formas, debe tenerse en cuenta que en los ordenamientos del civil law surge una tendencia bastante evidente a la cual son ajenos los ordenamientos francés e italiano, pero que estd presente en 104 7. LAS FUNCIONES DE LAS CORTES SUPREMAS otros muchos ordenamientos. Esta tendencia se expresa de manera muy interesante —como se ha dicho mas arriba—en el sistema alemén, en el que el Revisionsgericht desempefia una funci6n de nomofilaxis ciertamente com- parable a la que desempefian las otras cortes supremas continentales, pero se configura también, sin duda, como una verdadera «corte del precedente». Como ya se ha visto, este fenémeno no presupone una imitacion 0 una recep- cién pasiva de los modelos de common law, que siguen siendo dificilmente exportables por fuera de su contexto hist6rico e institucional originario, sino que es el resultado de una evolucién normativa inspirada en la idea funda- mental de que la legalidad sea perseguida de manera eficiente, racional y coherente, es decir, a través de una selecci6n razonable en cantidad, y bien regulada por normas, de casos que valga la pena someter a la decisién de la corte suprema. Debe entonces subrayarse que segtin cdmo se configure el funcionamien- to de las cortes supremas, se determinan diferentemente los objetivos y valo- res que se persiguen en el sistema de administracién de justicia. En la base del fenémeno anterior hay finalidades que consisten en la igualdad de trato para casos similares, en la relativa previsibilidad de la solucién de las con- troversias, y en la coherencia y estabilidad de la interpretacién y aplicacién del Derecho. Todo esto no impide, obviamente, que los precedentes sean ove- rruled, pero est claro que esta eventualidad debe ser relativamente rara, y puede tener lugar sdlo cuando haya claras y relevantes razones de orden juri- dico, econémico, histérico o cultural, que impongan cambios en la interpre- tacién del Derecho. En otros términos, la igualdad y la continuidad tienden a ser la regla, mientras la diferencia y la variacién tienden a configurarse como excepciones. Es en este sentido, ademés, que se puede hablar de cer- teza del Derecho en términos actuales y coherentes con la realidad dinami- ca de los ordenamientos juridicos. Las cosas son evidentemente diferentes en los ordenamientos en los que los pronunciamientos de las cortes supremas se cuentan por decenas de miles y —en consecuencia— la eficacia del precedente es mucho més reducida o no existe en absoluto. En estos casos se persiguen en realidad otros valores y otras finalidades: el valor que se entiende evidentemente predominante es el de la tutela del llamado ius litigatoris, que consiste en asegurar exclusiva- mente la legitimidad de la decisién de cada caso especifico Hevado a la aten- cién de la corte (y eventualmente, la legalidad de la solucién de cada cues- tidn planteada). En otros términos, se trata de satisfacer el interés privado e individual de cada parte a encontrar una decision final a sus controversias. Queda en el fondo, en cambio, o més alla de este horizonte, el Hamado ius constitutionis, es decir, el interés publico que es propio del ordenamiento en ‘su conjunto, y que mira al desarrollo ordenado y coherente del Derecho. En estos sistemas, por decirlo asi, cada controversia hace historia para si y habent sua sidera lites: lo Gnico que interesa es el caso individual. Cualquier otra implicacién o consecuencia es completamente irrelevante. En ellos, entonces, frente a una polvareda en buena medida castica y variable de deci- siones especificas, es dificil imaginar en qué puede consistir una razonable certeza y uniformidad del Derecho. 105 MICHELE TARUFFO PAGINAS SOBRE JUSTICIA CIVIL Se puede entonces decir que problemas como la seleccién de los recur- sos, el naimero de sentencias y la eficacia del precedente, no se ubican exclu- sivamente al nivel de la técnica procesal y de las alquimias relativamente complicadas de los procedimientos ante las cortes supremas. Lo que est en juego, en realidad, es la diferencia 0 el conflicto entre los distintos modos de ‘concebir la evolucién del Derecho y su aplicacién concreta en el ambito de la administraci6n de justicia: cortes supremas que desempefian funciones diferentes, 0 que desempefian las mismas funciones de manera diferente, administran una justicia diferente. Entonces, los términos de la elecci6n poli- tica que se encuentra en el fondo de los discursos que estamos haciendo sobre las cortes supremas, de cierta manera se invierten: si se quiere una jus- ticia eficiente, coherente, confiable y razonablemente orientada hacia el de- sarrollo ordenado del Derecho, entonces es necesario configurar un modelo de corte suprema capaz de tender hacia tales valores y de realizar dichas fina- lidades. Como se ha visto, algunos ordenamientos procesales incluyen cor- tes que ya desempefian eficazmente sus funciones en este sentido. En otros ordenamientos esto no sucede, y entonces —se trata en particular del caso de Italia— es necesaria una profunda y radical meditaci6n en torno de lo que se entiende por administracién de justicia, y en torno del papel que la corte suprema debe desempeiiar en el contexto de todo el ordenamiento. 106

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