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19-004723-0007-CO
Res. Nº 2019005841

 
SALA CONSTITUCIONAL DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San
José, a las nueve horas cuarenta y cinco minutos del veintinueve de marzo de dos
mil diecinueve .
              Recurso de amparo que se tramita en expediente número19-004723-0007-
CO, interpuesto por CARLOS MANUEL SOLÍS ALFARO, cédula de identidad
0201780665, contra la CAJA COSTARRICENSE DE SEGURO SOCIAL .-  
Resultando:
              1.- Por escrito recibido en la Secretaría de la Sala a las 14:59 horas del 19 de
marzo  de 2019, el recurrente interpone recurso de amparo contra la Caja
Costarricense de Seguro Social. Manifiesta, que es una persona de ochenta y tres años
de edad que requiere una intervención quirúrgica en sus ojos, debido a que su vista es
prácticamente nula, lo que le impide realizar sus actividades diarias, procedimiento
que según criterio del médico especialista que lo valoró, debe realizarse con urgencia.
Señala, que en su caso en particular, debe valerse por su propia cuenta, para realizar
labores de aprovisionamiento de alimentos, trámites como pago de servicios entre
otros. Agrega, que dada su condición de salud, ha sufrido caídas en varias ocasiones,
exponiendo su vida a un atropello, lo cual a su edad sería fatal, por lo que a falta de
esa operación, su vida corre peligro. Añade, que ha esperado por más de un año la
respuesta del nosocomio, y desconoce la  fecha de la intervención. Por lo expuesto,
acude a la Sala en protección de su derecho a la salud y solicita que se declare con
lugar el recurso, con las consecuencias legales que esto implique. 
              2.- Mediante resolución de las 11:00 horas del 21 de marzo de 2019, se diio
curso al presente recurso y se otorgó audiencia al Director médico, al Jefe del Servicio
de Oftalmología, así como al Jefe del Servicio de Cirugía General, todos del Hospital 
Dr.  Raúl  Blanco  Cervantes,  sobre  los  hechos  alegados  por     el recurrente.
              3.- Informan bajo juramento Milena Bolaños Sánchez, Gustavo Leandro
Astorga, y  Dr. Rolando Mora Retana, por su orden Directora General, Jefe de la
Sección de Medicina Geriátrica y medico tratante, todos funcionarios del Hospital
Nacional de Geriatría y Gerontología "Dr.  Raul Blanco Cervantes", que el recurrente
tiene ochenta y tres años de edad y desde el año 2015, registra varias atenciones en el
centro médico. En  atención brindada  el 21  de  marzo del  2017,   en el Servicio de
Valoración (urgencias), le fueron emitidas interconsultas para   los servicios de
Oftalmología, UVAGE, Trabajo Social, Terapia de lenguaje y Neumología y
Geriatría, en las cuales ya fue valorado. Precisamente, el 25 de  octubre del  2017, en
la consulta externa de Oftalmología, el  Dr.  Federico Ortiz, documentó catarata en ojo
derecho, e indicó tratamiento quirúrgico con facoemulsificación del  ojo derecho.
Asimismo, emitio solicitud para cirugía. En  dicha oportunidad no fue clasificado
como un caso urgente. El 1 de noviembre del 2017, le fue realizada una biometría
como requisito para cirugía. En la valoración social de fecha l de agosto de 2017, se
comunicó al usuario la necesidad de acompañamiento a las citas médicas y se
convocó a red filiar a consulta familiar. Sin embargo, los familiares del recurrente no
se presentaron a las dos citas asignadas. Tampoco se registra consulta posterior por
parte del amparado, en razón de su padecimiento o agravamiento de su condición.
Con el fin de actualizar la condición en salud del amparado, en relación con el
padecimiento que presenta; la jefatura de la Sección de Medicina Geriátrica procedió
a citarlo para valoración el lunes 25 de marzo a las 7 am, a una cita de recargo con el
Dr. Rolando Mora Retana, a efecto de que el especialista actualizara la condición en
salud-visual del tutelado. Según dicha valoración, se verificó que la disminución de la
agudeza visual secundaria a la catarata ha progresado. En esta oportunidad se cataloga
como urgente, por lo que se procede a programar cirugía ocular para el lunes 15 de
abril del 2019. Solicita que se desestime el recurso planteado.
              4.- En los procedimientos seguidos se ha observado las prescripciones
legales.
              Redacta el Magistrado Araya García; y,
Considerando:
              I.-  Objeto del recurso. El recurrente alega que tiene ochenta y tres años de
edad y requiere una intervención quirúrgica ocular, debido a que su vista es
prácticamente nula, procedimiento que debe realizarse con urgencia. Añade, que ha
esperado por más de un año la respuesta del nosocomio, y desconoce la  fecha de la
intervención. Considera lesionado su derecho a la salud.
              II.- Hechos probados. De importancia para la decisión de este asunto, se
estiman como debidamente demostrados los siguientes hechos, sea porque así han
sido acreditados o bien porque el recurrido haya omitido referirse a ellos según lo
prevenido en el auto inicial:
              a) El recurrente tiene ochenta y tres años de edad (ver informe de la autoridad
recurrida).
              b) Desde el año 2015, el amparado es paciente de varios servicios del centro
médico recurrido (ver informe de la autoridad recurrida).
              c) El 25 de octubre del  2017, en la consulta externa de Oftalmología, el
médico especialista le diagnosticó catarata en ojo derecho, indicó tratamiento
quirúrgico con facoemulsificación del ojo derecho y emitió solicitud para  cirugía, sin
clasificar el caso como urgente  (ver copia del expediente clínico e informe de la
autoridad recurrida).
              d) El 1 de noviembre del 2017, en el Hospital recurrido se le realizó al
tutelado una biometría, como requisito para cirugía  (ver copia del expediente clínico
e informe de la autoridad recurrida).
              e) Con ocasión de la interposición del presente recurso, el médico
oftalmólogo del nosocomio recurrido  valoró al recurrente el 25 de marzo de 2019, y
constató que la disminución de la agudeza visual secundaria a la catarata había
progresado, por lo que fue catalogado como urgente, y se programó cirugía ocular
para el lunes 15 de abril del 2019 (ver informe de la autoridad recurrida).
              III.- Hechos no probados. No se estiman demostrados los siguientes hechos
de relevancia para esta resolución:
              a) Que el recurrente, previo a la interposición del presente recurso de amparo,
tuviera conocimiento de la fecha en la que se realizará la cirugía prescrita.
              IV.- Sobre el derecho fundamental a la salud. El derecho a la vida,
reconocido en el numeral 21, de la Constitución Política, es la piedra angular sobre la
cual descansa el resto de los derechos fundamentales de los habitantes de la
República. De igual forma, en ese ordinal de la Carta Política encuentra asidero el
derecho a la salud, puesto que, la vida resulta inconcebible si no se le garantizan a la
persona humana condiciones mínimas para un adecuado y armónico equilibrio
psíquico, físico y ambiental. Evidentemente, cualquier retardo de los hospitales,
clínicas y demás unidades de atención sanitaria de la Caja Costarricense del Seguro
Social puede repercutir negativamente en la preservación de la salud y la vida de sus
usuarios. Los entes, órganos y funcionarios públicos se deben a los usuarios con una
clara e inequívoca vocación de servicio, puesto que, esa ha sido la razón de su
creación y existencia.              
              V.- Sobre el fondo.  En el caso bajo estudio, la Sala tiene por demostrado
que el 25 de octubre de 2017, el médico del Servicio de Oftalmología del  Hospital
recurrido le diagnosticó al recurrente una catarata en ojo derecho, le indicó
tratamiento quirúrgico con facoemulsificación del ojo derecho y emitió solicitud para
cirugía. Sin embargo, pese al tiempo transcurrido el paciente aun desconocía la fecha
en que la autoridad recurrida le realizará la operación quirúrgica, y lleva en esa
incertidumbre dieciséis meses, plazo que a todas luces es desproporcionado,
irrazonable y no garantiza el derecho a la atención médica oportuna que tienen los
pacientes. A su vez, el tutelado es una persona adulta mayor, y esta Sala ha sostenido,
que las autoridades públicas deben acatar lo dispuesto en los artículos 17 y 19, inciso
a) de la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de
las Personas Mayores, en el sentido, que toda persona mayor tiene derecho a la
seguridad social que la proteja para llevar una vida digna, a una atención preferencial
y el acceso universal, equitativo y oportuno en los servicios integrales de salud.
Además, el artículo 17, del Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre
Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales o
Protocolo de San Salvador, establece la protección Especial del Estado, como un
derecho humano para la población adulta mayor y el precepto 10, inciso b), entre
otros, de la Carta de San José sobre los Derechos de las Personas Mayores de América
Latina y el Caribe de mayo de 2012, se dispuso la obligación de propiciar que las
personas mayores vivan en un entorno seguro y saludable, por lo que se debe
garantizar la protección y la seguridad social (véase sentencia N° 2018-10326 de las
14:30 hrs. del 27 de junio de 2018). En esta misma vertiente, la Sala señaló, que: “En
este sentido, no consta que previo a la notificación de la interposición del presente
recurso, el recurrente tuviera conocimiento de la fecha exacta, en la que la autoridad
recurrida le realizará tal procedimiento, pese a que alega que se le cierra el
conducto de la orina, provocándole serias molestias y dolor. Precisamente, es el
desconocimiento de la fecha de la intervención médica que requiere, que deja al
tutelado en un estado de incertidumbre que provoca un detrimento en su calidad de
vida. Incluso, lo anterior se agrava con el hecho de que el paciente es una persona
adulta mayor, por lo que su atención debe ser prioritaria en virtud de su condición
de vulnerabilidad. En este sentido, es conveniente señalar que, de conformidad con la
reiterada jurisprudencia constitucional, en este tipo de casos, por tratarse de una
persona adulta mayor, el plazo apropiado para ordenar lo correspondiente a la
autoridad recurrida es de 1 MES, como reiteradamente ha dispuesto este Tribunal
Constitucional. Lo anterior se ha dado en virtud de que la propia Constitución
Política ordena brindar una especial protección a las poblaciones vulnerables,
incluidas –evidentemente- las personas adultas mayores” (Véase Sentencia N° 2018-
9846 de las 09:20 hrs. del 20 de junio de 2018).
              VI.- Conclusión. En virtud de lo expuesto, se acredita la acusada violación
del derecho a la salud del amparado, ya que pese a la valoración del médico
especialista que prescribió la cirugía en el mes de octubre de 2017, al día de
presentación del este recurso de amparo, se encontraba a la espera dicho
procedimiento, siendo que no se le había establecido una fecha cierta para su
intervención, pese a que el padecimiento había aumentado, y que se trata de una
persona adulta mayor. Si bien, fue con ocasión a la medida cautelar dispuesta por la
Sala, que la autoridad recurrida valoró a la recurrente y dispuso operarlo el 15 de abril
de 2019, en carácter de urgente, el plazo que ya hatranscurrido resulta
desproporcionado, pues se trata de una persona adulta mayor, que ha estado
aguardando por dicha proceso más de un año.  Dado lo expuesto, lo procedente es
declarar con lugar el recurso.
              VII.- Sobre la condenatoria en costas, daños y perjuicios de conformidad
con el artículo 52 de la Ley de la Jurisdicción Constitucional. Bajo una mejor
ponderación, la mayoría de la Sala es del criterio que la estimatoria que opera ex lege,
de conformidad con lo dispuesto en el párrafo 1° del artículo 52 de la Ley de la
Jurisdicción Constitucional (LJC), el cual dispone: “Si, estando en curso el amparo,
se dictare resolución, administrativa o judicial, que revoque, detenga o suspenda la
actuación impugnada, se declarará con lugar el recurso (…)”, debe serlo sin especial
condenatoria en costas, daños y perjuicios, con base en las siguientes consideraciones.
Si bien hay un texto expreso en la ley que obliga a que la parte dispositiva del fallo
indique que se declara con lugar el recurso, también cierto es que el mismo párrafo
primero del artículo 52 de la ley de cita, refiere que la estimatoria se dicta
“únicamente para efectos de indemnización y de costas, si fueren procedentes”. Se
subraya que la Ley indica “si fueren procedentes”, lo cual quiere decir que la
procedencia o improcedencia de la indemnización y costas dependen de una
valoración, apreciación o ponderación del Tribunal. En casos como este en que opera
una terminación anormal del proceso, asimilable al desistimiento por satisfacción
extraprocesal, es criterio de mayoría que no cabe condenar en costas, como tampoco
en daños y perjuicios, porque las consecuencias económicas de la sentencia son
similares a las de un archivo del expediente. Además, el contenido de la pretensión de
la persona amparada y la conducta de la autoridad recurrida de reconocer aquella,
sugieren que tales menoscabos, lesiones o alteraciones patrimoniales, no han tenido
lugar; al menos en este amparo no hay elementos de juicio que sugieran otra cosa.
Nada obsta para que, en casos de excepción, la Sala pueda considerar la procedencia
de la indemnización. Cuando las leyes presentan omisiones o minusvalías,
corresponde a los jueces enderezar esas carencias; si las leyes carecen de inteligencia
en ciertos aspectos, no queda otro remedio que interpretarlas y aplicarlas conforme a
las exigencias de la lógica procesal. Para disipar cualquier duda al respecto, es
importante destacar lo dispuesto en el artículo 51 de la misma Ley de la Jurisdicción
Constitucional, cuando dispone que: “toda resolución que acoja el recurso condenará
en abstracto a la indemnización de los daños y perjuicios causados y al pago de las
costas del recurso, y se reservará su liquidación para la ejecución de sentencia”, se
refiere a una forma natural o normal de terminación del proceso, donde hay
pronunciamiento sobre el fondo del asunto y reconocimiento de hechos que han
vulnerado los derechos fundamentales de la parte actora en el proceso. Los principios
del Derecho Constitucional, los del Público y Procesal General o, en su caso, los del
Derecho Internacional o Comunitario y, además, por su orden, la Ley General de la
Administración Pública y el Código Procesal Contencioso Administrativo y los demás
Códigos procesales, son fuente supletoria para la aplicación e interpretación de las
normas de la Ley de la Jurisdicción Constitucional -cfr. artículo 14-. Para la
jurisdicción contencioso-administrativa, el legislador estableció un precepto
plenamente aplicable al caso por analogía, en el artículo 197 del Código Procesal
Contencioso Administrativo, que responde a la lógica procesal en cualquier materia.
A lo anterior se añaden razones de hecho, las cuales la Sala no puede soslayar, como
lo demuestran casi tres décadas de la Jurisdicción Constitucional creada en 1989, en
las cuales se ha generado un ejercicio abusivo de la acción vicaria en el recurso de
amparo, con fines de riqueza en la indemnización, en la medida que no participa
directamente las presuntas víctimas. Con base en lo anterior, es criterio de mayoría
resolver este recurso sin condenatoria en costas, daños o perjuicios.
              VIII.- NOTA DEL MAGISTRADO RUEDA LEAL, LA MAGISTRADA
ESQUIVEL RODRÍGUEZ Y EL MAGISTRADO CHACÓN JIMÉNEZ, CON
REDACCIÓN DE LA SEGUNDA. En el sub examine, en la parte dispositiva del
voto no se indica alguna condenatoria en costas, daños y perjuicios. Dentro de este
contexto, consignamos nuestro criterio ya vertido en otros asuntos de salud respecto
del problema de las listas de espera, como una nota, no como razones adicionales.

 
              Cantidad de expedientes de salud ingresados a la Sala Constitucional:
  

AÑO CANTIDAD EN PORCENTAJE


SALUD

2012 1745 10,26%

2013 1891 12,39%

2014 2710 13,02%

2015 3725 20,07%

2016 4865 27,08%

2017 5682 28,38%

2018 6932 33,78%

 
              Del cuadro anterior se infiere un aumento constante, desde el año 2012 a la
fecha, en la cantidad de asuntos por violación al derecho a la salud que han ingresado
a la jurisdicción constitucional, tendencia que en estos momentos tiende al aumento.
De tales asuntos, buena cantidad corresponde a listas de espera. Esto denota una
constante y reiterada violación a los derechos de la salud de los ciudadanos. La Sala
Constitucional es el garante del respeto a los derechos humanos de nuestro país. El
artículo 21 de la Constitución Política es el que ampara el derecho a la salud ya que el
derecho a la vida tiene una clara dependencia con acceso a servicios de salud
adecuados y oportunos. Esto último ha sido establecido por la Sala Constitucional
mediante votos 5527-94, 2233-93 y 1755-90 entre otros. Nuestra Carta Magna,
adicionalmente, señala en el artículo 73 que corresponde a la Caja Costarricense de
Seguro Social la administración y gobierno de los seguros sociales. Por su parte, el
artículo 2º de la Ley de la Jurisdicción Constitucional dispone la competencia de la
Sala Constitucional y en su inciso b) señala que debe garantizar los derechos
consagrados por la Constitución Política y los derechos humanos reconocidos por el
derecho internacional. Por último, la norma 33 constitucional señala el derecho a la
igualdad de trato ante iguales. A la luz de esas normas, es incuestionable la condición
de derecho humano que tiene el derecho a la salud de todos los ciudadanos sin
discriminación. De los datos que se indican previamente es fácil concluir que, la Caja
Costarricense de Seguro Social realiza una violación sistemática del derecho a la salud
en perjuicio de la población costarricense. La Sala Constitucional ha venido a
solventar parcialmente la violación de ese derecho en una parte de la población pero,
esta intervención no promueve la obligación de la Caja Costarricense de disponer de
acciones que reduzcan la problemática y el obligar a los ciudadanos a acudir a la Sala
Constitucional para que se respete su derecho se torna ya en una práctica que no está
resolviendo el fondo del problema. De manera que, es nuestro criterio que, la Sala
Constitucional debe ordenar a la Caja Costarricense de Seguro Social ejercer las
competencias que le han sido encomendadas por la propia Constitución, como
administrador de los servicios de salud de Costa Rica, y se le debe dar un plazo
razonable para que establezca un plan remedial que evite que los ciudadanos se tengan
que apersonar a la Sala Constitucional para poder ver satisfecho su derecho a la salud.
De no ser así, la Sala Constitucional se estará convirtiendo en un coadministrador de
los servicios de salud con los riesgos que ello puede conllevar. Adicionalmente, el
costo que le genera al país que los atrasos en los sistemas de salud se tengan que
resolver en la Sala Constitucional le causa al país una duplicidad de costos que debe
ser cuantificada de modo que se promueva en la entidad de la seguridad social la
importancia de buscar una solución de fondo a la problemática que se ha
incrementado de forma desproporcionada en los últimos años. Un plazo de 6 meses
para presentar un plan remedial se estima como un plazo razonable.

              IX. VOTO SALVADO DE LA MAGISTRADA HERNÁNDEZ LÓPEZ,


SOBRE LAS CONSECUENCIAS ECONÓMICAS DERIVADAS DE
DECLARAR CON LUGAR ESTE RECURSO.Coincido con la mayoría de la Sala
en la decisión tomada respecto de la existencia de una lesión a los derechos
fundamentales en este caso, la cual ha sido corregida con ocasión de la intervención
de la Sala; no obstante, me separo de su decisión en relación con el tema de las
consecuencias económicas de dicha declaratoria.

La jurisdicción constitucional a cargo de este Tribunal en materia de amparo y hábeas


corpus -la jurisdicción de la libertad como se le denomina- es especial porque su
finalidad no es la del juez tradicional que dirime un conflicto entre dos partes,
enfrentadas por una disputa legal. Su materia es de orden público, y su objetivo es
brindar protección judicial a las personas en el ejercicio de sus derechos
fundamentales de manera tal que no se perturbe su disfrute por actos de quien, de
hecho o de derecho, realiza ejercicios concretos de autoridad, capaces de vulnerarlos.
              Esa vocación protectora de la jurisdicción constitucional se concreta en un
diseño procesal también peculiar, célere y gratuito en donde se impone a la autoridad
pública recurrida la simple rendición de “un informe” sobre lo actuado en el caso
denunciado (artículos 43, 44, 45 y 46 de la LJC). Así que no se trata técnicamente de
un litigio y acorde con ello, se entregan a la Sala Constitucional amplios poderes para
orientar el curso del proceso de amparo o de hábeas corpus, tanto respecto de la
posibilidad de requerir información a otras autoridades sobre lo sucedido, como
respecto del manejo amplio de la prueba que pueda servir para aclarar lo sucedido. Tal
marco procesal de la jurisdicción de la libertad, donde no existen dos partes
antagónicas enfrentadas de modo que lo que gane una lo pierda la otra, impone
alejarnos de las soluciones que para estas últimas cuestiones han sido previstos en
sistemas procesales como el civil, el contencioso o el laboral.

              En lo que ahora interesa, la Ley de la Jurisdicción Constitucional regula en


sus artículos 46 y siguientes, tres aspectos concretos del ejercicio de la función
jurisdiccional de protección de derechos fundamentales, a cargo de la Sala: a) el
primer aspecto es el atinente a la declaración que debe hacerse de la existencia o
inexistencia de la violación (artículos 46 y 47 LJC); b) el segundo, regula de forma
cuidadosa las potestades de las que goza el Tribunal para revertir los efectos jurídicos
de la infracción a los derechos fundamentales y restaurar, de la forma más efectiva, su
ejercicio (artículos 49 y 50 LJC); c) el tercer aspecto, (artículo 51 LJC) dispone reglas
sobre las consecuencias económicas de tales procesos de amparo y habeas corpus, de
manera tal que –ante la constatación de una lesión parte de la Sala-exista una
restauración del disfrute de tales derechos y, además, una efectiva indemnización de
los daños y gastos ocasionados, como parte del derecho a una justicia efectiva en
cuanto a la reparación de las consecuencias dañosas generadas por las autoridades que
resulten infractoras, las cuales no son sólo para efectos de la tutela judicial efectiva de
la parte accionante, sino también con un fin disuasorio para que  el Estado, no incurra
en el futuro en las acciones que dieron base a la estimatoria del recurso, tema regulado
en el artículo 50 de la ley de la Jurisdicción Constitucional.

              En este último aspecto, la Ley en su artículo 51 ordena a la Sala que “toda
resolución que acoja el recurso condenará en abstracto a la indemnización de los
daños y perjuicios causados y al pago de las costas del recurso…”.  Este es el sistema
general que regula los temas del ámbito indemnizatorio, para los casos que la mayoría
identifica como “forma natural o normal de terminación del proceso, donde hay
pronunciamiento sobre el fondo del asunto y reconocimiento de los hechos que han
vulnerados los derechos fundamentales…”;  en tales casos, dentro de los que se
cuenta el que ahora se decide,  la Sala ha tenido por comprobado el agravio y de allí la
necesidad de una condenatoria en costas daños y perjuicios, que se apoya en el
concepto antes citado de una tutela efectiva de los derechos de las personas y en la
noción de que la Administración debe hacerse responsable por los daños y gastos que
ocasione con su actuar inconstitucional. No cambia en nada esta conclusión por el
hecho de que al conocer y resolver el amparo, “hubieren cesado los efectos del acto
reclamado”   (artículo 50) pues tal caso forma parte integral del sistema general de
condenatoria automática en costas daños y perjuicios, por entenderse que el proceso
ha terminado de forma normal y se ha constatado la violación.

              Dentro de este marco general sencillo y claro -y carente de minusvalías o


vacíos- la disposición del artículo 52 de la Ley encaja perfectamente como un caso de
excepción, aplicable únicamente en los casos en que la Sala no ha conocido, ni se ha
pronunciado sobre el fondo del reclamo, es decir -como lo dice la mayoría- en
aquellas situaciones de “terminación anormal del proceso”. Pero las condiciones y
alcances para decretar esa forma de conclusión están delimitados como suma
precisión por parte del legislador; en primer lugar, los presupuestos de hecho para la
aplicación de esta norma, están claramente descritos, de modo que la Sala debe
comprobar: 1) que el amparo está en curso;  2) que exista una resolución
administrativa o judicial (que debe entenderse en su sentido estrictamente formal); y
3) que en tal resolución se disponga incuestionablemente la revocación, la detención o
la suspensión de la actuación impugnada. Se trata de conceptos sumamente acotados,
cuyo ámbito de aplicación debe además ser interpretado restringidamente, no solo en
atención a la regla de que las excepciones en derecho deben interpretarse de forma
restrictiva, sino porque las consecuencias de aplicar tal excepción generan
indiscutiblemente una disminución en el derecho fundamental de las personas a lograr
una efectiva tutela judicial frente a los daños recibidos con la lesión a sus derechos
constitucionales. En conclusión, únicamente en tales limitados casos y luego de
confirmado por el Tribunal todo lo anterior, a la luz de una lectura restrictiva de sus
alcances, estaríamos ante la necesidad de dejar de lado el sistema general de
condenatoria automática en costas daños y perjuicios, y ejercitar -como jueces-
nuestra discreción jurídica para decidir si se ordena el pago de tales extremos o no.

              En este caso, el ejercicio anterior obliga a concluir la inaplicabilidad del


artículo 52 de LJC, pues, por una parte, el Tribunal se ha pronunciado sobre el fondo
del asunto, ha reconocido con su declaración una lesión a derechos fundamentales y
determinado quién ha sido su autor; en nada se asemeja lo anterior una “terminación
anormal del proceso”. Por otra parte, tampoco se verifican los requisitos del artículo
52 recién citado, ya que no existe una “resolución administrativa o
judicial” formalmente emitida y en la cual, de manera expresa se revoque, detenga o
suspenda el acto que origina la violación de derechos constitucionales; Por todo
ello,  es procedente aplicar lo dispuesto en los artículos 50 y 51 de la LJC  y disponer
-como consecuencia de haberse comprobado la violación- la condenatoria en daños,
perjuicios y costas causados, en calidad de consecuencias económicas del proceso.

              Pero incluso, aún si dejásemos de lado la condena automática en daños,


perjuicios y costas, despreciando los razonamientos anteriores, lo cierto es que los
hechos probados de este caso han llevado a la Sala a declarar la existencia de una
afectación en el ejercicio de los derechos fundamentales del amparado, que, como
acción dañosa que es, lleva aparejada una presunción de surgimiento de daños y
perjuicios económicos -cuya determinación concreta no le toca a la Sala-, y no se
aprecia en el expediente mérito alguno que convenza para exonerar a la autoridad
recurrida de cubrir la efectiva reparación de las consecuencias dañinas de sus actos,
según el principio general dispuesto expresamente en la ley.

              X.- VOTO SALVADO PARCIAL DEL MAGISTRADO SALAZAR


ALVARADO, ÚNICAMENTE EN RELACIÓN CON LA NO
CONDENATORIA EN COSTAS, DAÑOS Y PERJUICIOS A LA PARTE
RECURRIDA.
Si bien coincido con el resto de la Sala en declarar con lugar el recurso, me
separo del criteriode mayoría en cuanto exime de condenar a la parte recurrida al pago
de las costas, daños y perjuicios derivados de la lesión producida a los derechos
fundamentales de la parte tutelada.
La Ley de la Jurisdicción Constitucional, en el artículo 52, dispone que:
“Si, estando en curso el amparo, se dictare resolución,
administrativa o judicial, que revoque, detenga o suspenda la
actuación impugnada, se declarará con lugar el recurso únicamente
para efectos de indemnización y de costas, si fueren procedentes”.
Por otra parte, en el artículo 51 ibídem, se establece que:
“...toda resolución que acoja el recurso condenará en abstracto
a la indemnización de los daños y perjuicios causados y al pago de las
costas del recurso, y se reservará su liquidación para la ejecución de
sentencia”.

Esta última norma establece el sistema general que regula lo relativo al tema de
la indemnización y el pago de las costas, y que la mayoría denomina “forma natural o
normal de terminación del proceso, donde hay pronunciamiento sobre el fondo del
asunto y reconocimiento de los hechos que han vulnerado los derechos
fundamentales…”.
En criterio de la mayoría, el artículo 51, de cita, regula los supuestos en los que
la Sala ha tenido por comprobado el agravio; y, como consecuencia, surge la
necesidad de una condenatoria en costas, daños y perjuicios. Sin embargo, a juicio del
suscrito, de la interpretación sistemática de ambas normas, se concluye que, tanto en
los casos en que este Tribunal Constitucional constate una lesión a algún derecho
fundamental; y, por ende, declare con lugar el recurso, como en aquellos en los que la
Administración, por decisión propia, restituya a la persona agraviada en el goce de sus
derechos fundamentales, una vez que tenga conocimiento del amparo -supuesto
contemplado en el artículo 52, referido-, por imperio de los artículos 50 y 51, de la ley
citada, la consecuencia necesaria e ineludible es la condenatoria al infractor a la
indemnización de los daños y perjuicios causados y del pago de las costas del recurso.
Esta regla no es más que el reconocimiento, a la parte que ha sufrido una vulneración
en sus derechos fundamentales, del derecho a una tutela judicial efectiva en torno a la
reparación de las consecuencias dañosas derivadas de las actuaciones u omisiones de
las autoridades infractoras; y, como medio disuasivo, a fin de que el Estado no incurra
nuevamente en las acciones que dieron base a la estimatoria del recurso, tema
regulado en el artículo 50, de la ley que rige esta jurisdicción. De modo, que ya sea
que la Sala haya tenido por comprobado el agravio y haya entrado a conocer el fondo
del asunto, o que la violación haya cesado por decisión de la propia autoridad
recurrida, una vez que tuvo conocimiento de la tramitación del amparo, con
restitución en el goce de los derechos fundamentales a favor del agraviado (artículo
52), siempre, en cualesquiera de esos supuestos, surge la imperiosa necesidad de una
condenatoria en costas, daños y perjuicios al infractor, cuyo fundamento se encuentra
en los principios de tutela de los derechos de las personas y en el de que la
Administración debe hacerse responsable por los daños y perjuicios que ocasione con
su actuar inconstitucional.
Así, el hecho de que al momento de conocerse y resolverse con lugar el
amparo, los efectos del acto impugnado ya hubieren cesado, en los términos de lo
dispuesto en los artículos 50 y 52, de la ley de cita, no enerva la procedencia de la
condenatoria en costas, daños y perjuicios, pues tal caso forma parte integral del
sistema general de condenatoria necesaria en esos extremos, que contiene la Ley de la
Jurisdicción Constitucional.
Por otra parte, es claro que el artículo 52, mencionado, se aplica únicamente en
los casos en que la Sala, aun cuando no ha conocido, ni se ha pronunciado sobre el
fondo del reclamo, ha constatado la vulneración que en sus derechos fundamentales
ha sufrido la parte amparada, en virtud de la restitución, que, en el goce de esos
derechos, ha acordado a su favor la Administración; situación que, tal y como la
afirma la mayoría de la Sala, implica una“terminación anormal del proceso”.
El legislador estableció y delimitó, de forma precisa, las condiciones en las
cuales esta Sala puede decretar esa forma de conclusión anormal del proceso de
amparo, así como sus alcances, a saber: 1) que el amparo esté en curso, es decir, que
la Administración haya sido debidamente notificada de la resolución que dio curso al
amparo; y, 2) que exista una resolución administrativa o judicial que disponga, de
forma indubitable, la revocación, detención o suspensión de la actuación impugnada
violatoria de derechos fundamentales. Ciertamente, la norma en cuestión contempla
una excepción al sistema general de condenatoria en costas, daños y perjuicios, no
obstante la estimatoria del recurso, al disponer que, en los casos allí regulados, se
declarará con lugar el recurso “únicamente para efectos de indemnización y de costas,
si fueren procedentes”. Como excepción que es, debe ser interpretada
restrictivamente; es decir, que solo procede en los supuestos estrictamente
contemplados en la norma, no solo por la regla de que las excepciones en derecho
deben interpretarse de forma restrictiva, sino también porque las consecuencias de
aplicar tal excepción implican, sin lugar a dudas, un menoscabo en el derecho
fundamental de las personas a obtener una efectiva tutela judicial frente a los daños y
perjuicios sufridos con la lesión a sus derechos constitucionales.
En mi criterio, tal excepción se debe interpretar en el sentido de que, de
conformidad con el sistema general de condenatoria automática en costas, daños y
perjuicios ante una violación a derechos fundamentales, esa condenatoria es siempre
procedente, aún en el caso de que la parte recurrida dicte una resolución,
administrativa o judicial, que revoque, detenga o suspenda la actuación impugnada, a
menos que conste de manera indubitable y clara que en el caso concreto no se causó
perjuicio alguno capaz de ser indemnizado. Solo y únicamente en tales supuestos
podría eximirse a la Administración recurrida del pago de dichos extremos. Como en
este caso, no existe elemento alguno que desvirtúe la presunción del surgimiento, para
la parte amparada, de daños y perjuicios económicos derivados de las actuaciones
impugnadas -cuya determinación concreta no le corresponde a esta jurisdicción-, la
estimatoria de este recurso debe implicar, necesariamente, la condenatoria en costas,
daños y perjuicios, y así lo declaro.
              XI.- DOCUMENTACIÓN APORTADA AL EXPEDIENTE. Se previene
a las partes que, de haber aportado algún documento en papel, así como objetos o
pruebas contenidas en algún dispositivo adicional de carácter electrónico, informático,
magnético, óptico, telemático o producido por nuevas tecnologías, estos deberán ser
retirados del despacho en un plazo máximo de treinta días hábiles, contados a partir de
la notificación de esta sentencia. De lo contrario, será destruido todo aquel material
que no sea retirado dentro de este plazo, según lo dispuesto en el "Reglamento sobre
Expediente Electrónico ante el Poder Judicial", aprobado por la Corte Plena en Sesión
N° 27-11, del 22 de agosto del 2011, artículo XXVI y publicado en el Boletín Judicial
N° 19, del 26 de enero del 2012, así como en el acuerdo aprobado por el Consejo
Superior del Poder Judicial, en la Sesión N° 43-12, celebrada el 3 de mayo del 2012,
artículo LXXXI.
Por tanto:
              Se declara con lugar el recurso. Se ordena a Milena Bolaños Sánchez y
a Gustavo Leandro Astorga por su orden, Directora Generaly Jefe de la Sección de
Medicina Geriátrica, todos funcionarios del Hospital Nacional de Geriatría y
Gerontología "Dr.  Raul Blanco Cervantes", o a quienes ocupen dichos cargos, que
giren las órdenes pertinentes y lleven a cabo todas las actuaciones, para que en el día
15 de abril de 2019, se le realice la cirugía prescrita al amparado. Lo anterior bajo
estricta responsabilidad y supervisión de su médico tratante, siempre que una
variación de las circunstancias médicas de la paciente no contraindique tal
intervención. Se advierte al recurrido, o a quien ocupe dicho cargo, que de
conformidad con lo establecido por el artículo 71, de la Ley de la Jurisdicción
Constitucional se impondrá prisión de tres meses a dos años o de veinte a sesenta días
multa, a quien recibiere una orden que deba cumplir o hacer cumplir, dictada dentro
de un recurso de amparo y no la cumpliere o no la hiciere cumplir, siempre que el
delito no esté más gravemente penado. Se condena a la Caja Costarricense de Seguro
Social al pago de las costas, daños y perjuicios causados con los hechos que sirven de
base a esta declaratoria, los que se liquidarán en ejecución de sentencia de lo
contencioso administrativo. Notifíquese la presente resolución a la parte recurrida, o a
quienes ocupen dichos cargos, en forma personal. El Magistrado Rueda Leal, la
Magistrada Esquivel Rodríguez y el Magistrado Chacón Jiménez ponen nota. La
Magistrada Hernández López y el Magistrado Salazar Alvarado salvan parcialmente
el voto y disponen la condenatoria en daños, perjuicios y costas. Notifíquese la
presente resolución a la parte recurrida, o a quienes ocupen dichos, en forma personal.

 
             
 
  Fernando Castillo V.  
Presidente
Paul Rueda L.   Nancy Hernández L.

Luis Fdo. Salazar A.   Jorge Araya G.

Marta Eugenia Esquivel R.   Mauricio Chacón J.

 
 
Documento Firmado Digitalmente

-- Código verificador --
*FDCQORQEUN861*

FDCQORQEUN861
EXPEDIENTE N° 19-004723-0007-CO

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