You are on page 1of 4

NUEVA ADAPTACIÓN DE ANTÍGONA

Imagen abstracta de la guerra sostenida hasta lo insoportable, suena una alarma de


ataque aéreo. La retención se desarrolla hasta que la imagen comienza a colapsar en
los movimientos que inician una fiesta frenética, divina y diabólica, para celebrar el fin
de la guerra. En medio de la fiesta aparece Creonte y todo se suspende a su alrededor.

CREONTE
Querida ciudadanía: por fin, nos toca celebrar la tan ansiada paz. Como Reina de Tebas
juro orden, y estrictas normas para hacer la grandeza de esta tierra. Entre ellas, lo
dictado para con los hermanos caudillos de la guerra, enfrentados el uno al otro en
duelo. A Etéocles, que ha luchado en favor de la ciudad de Tebas, decreto que se le
entierre y propicien los sacrificios más ilustres; pero a Polinices, traidor, que quiso
derrocar nuestro gobierno; a éste, que yazca como castigo en una fosa común, junto a
los otros traidores de la guerra, y que en esta ciudad no se le honre ni con rituales, ni
con lágrimas. Ante la muerte que todo lo iguala, se impone la ley. Y aquel que
transgreda alguna de estas órdenes, por el bien y la justicia que ahora conmigo os
ampara, será reo de muerte, públicamente fusilado en la ciudad.

Se retoma la fiesta. Llega uno de los guardianes de la fosa común, quien trae consigo a
Antígona y la arroja ante Creonte como prisionera. Creonte ordena al guardián que se
retire.

CREONTE
Antígona, descendiente de mi hermana Yocasta y del desgraciado Edipo. ¿Tus manos
han arrojado ofrendas a la fosa de los traidores cuando estaba estipulado no hacerlo?
¿Cómo tuviste el valor de pasar por encima de mi ley?

ANTÍGONA
Sí, lo hice, y no lo niego ni lo temo. Porque no era Zeus quien me la había decretado.
Tus decretos no tienen tanta fuerza como para pasar por encima de las leyes divinas; y
los muertos, incluso muertos de la guerra, merecen honores sagrados. Aunque mi
castigo sea la muerte, yaceré culpable de un delito piadoso en contra del abuso y la
injusticia.

CREONTE
Qué gran arrogancia, transgredir lo dictaminado por la autoridad. ¡Polinices había
venido a arrasar la ciudad y Eteocles se opuso en su defensa!

ANTÍGONA
Hades requiere leyes igualitarias. El desprecio a todos esos muertos que se
descomponen junto al cuerpo de mi amado hermano no es más que una provocación y
una locura que ha de costar mucho más caro que mi muerte. No nací para compartir el
odio, sino el amor.

1
CREONTE
Pues vete al inframundo, y ama a quien ya murió que, a mí, mientras viva, no ha de
mandarme nadie. Mientras que el pueblo festeja el fin de la guerra, tú cumplirás mi
condena y caminarás al sepulcro muerta en vida. Te encerraré bajo un túmulo de
piedras y tú que tanto defiendes la muerte justa, no recibirás honor fúnebre ninguno.

Desaparece Antígona y aparece Hemón.

HEMON:
¡Madre! ¡Reina de Tebas!
Tú no has podido constatar lo que por Tebas se dice: que Antígona, que muere de mala
muerte bajo la más indigna de las condenas, por obras que ha cumplido bien gloriosas,
¿no amerita por ello, dorados honores? No te habitúes pues a pensar de una manera
única, absoluta. Te lo pido, admite el cambio.

CREONTE
¿He de gobernar esta tierra según otras opiniones o según mi parecer? Que no se te
vaya el conocimiento a causa del amor.

HEMÓN
A ti, lo que te iría bien es gobernar, sin nadie, una tierra desierta.

CREONTE
Todos, sobre todo las personas con responsabilidades públicas, tenemos el deber de
observar un comportamiento ejemplar. Vivimos bajo una legislación y cualquier
actuación censurable deberá ser juzgada y sancionada con arreglo a la ley. Así que
nunca te casarás con Antígona, al menos con vida. De hecho, tráiganme a aquella
insoportable desgracia para que aquí, ante los ojos de Hemón, muera.

HEMÓN
Eso sí que no. No en mi presencia. Ni se te ocurra pensarlo, que ni Antígona morirá a
mi lado ni tú podrás nunca más, con tus ojos, ver mi rostro ante ti. Su muerte ha de ser
la ruina de alguien. Tú haces tu ley pero no podrás decir que me cogiste cediendo a
infamias.

Sale Hemón, corriendo.

CREONTE
Que se vaya; lo cierto es que Antígona no evitará su destino.
Sale Creonte. Aparece Guardián con Antígona, con las manos atadas a la espalda.

ANTÍGONA
Miradme, ciudadanía de la tierra de Edipo, que mi último camino recorro, que el
esplendor del sol por última vez miro. Hades, que todo lo adormece, viva me recibe.

2
¡Ay, ciudadanía de mi patria! Os pido que recojáis testimonio de cómo muero. Ay de mí,
miserable desgracia mía, que no podré ni descansar entre los vivos,nii entre los
muertos. Y mi destino quedará sin llorar, sin cómplice amistoso que gima.

Salen Antígona y los que la llevan. Cargando su ceguera aparece Tiresias.

TlRESlAS
No hacen falta ojos para ver lo que el corazón ya sabe. Nuestra ciudad está enferma de
males por tu voluntad, porque o rio está manchado com o sangue das pessoas mortas
que tú no dejaste honrar. Frente a la desgracia anunciada, la rectificación es
demandada y el orgullo un castigo comporta: la necedad. Cede pues, entrega el
cadáver de Polinices para que tenha una tumba, así como o resto de víctimas que
jazem nas sepulturas para que, seus familiares, puedan honrarlos conforme a lo que las
leyes divinas dictan.

Sale Tiresias

CORIFEO
Se ha ido, dejándonos terribles vaticinios. Y nunca ha predicho a la ciudad nada que no
fuera cierto. Rectifiquemos como dice.

CREONTE
A duras penas, pero cambio de idea sobre lo que he de hacer; no hay forma de luchar
contra lo que es forzoso.

Aparece el Mensajero

MENSAJERO
People of Tebas, – Creonte que era una persona digna de envidia, se ha hecho con
todo el poder, ha salvado esta tierra de sus enemigos y sacado adelante la ciudad,
pero de todo eso ahora nada queda.

CORIFEO
¿Cuál es ese infortunio que vienes a traernos sobre el destino de Creonte?

MENSAJERO
Acompañé a Creonte hasta las fosas, donde rendimos honores a los fallecidos y luego a
la prisión de Antígona, donde vimos su cuerpo ahorcado, sin vida. Hemón estaba
desfalleciendo a su lado, llorando la pérdida de su amor. Creonte trató de convencer a
Hemón para evadirlo de su rabia, pero Hemón sacó su arma y terminó volviéndola
contra sí mismo. Se abrazó a Antígona; y con su rostro ensangrentado, marco la blanca
mejilla de quién era hasta entonces su prometida.

(Aparece Creonte con el cadáver de Hemón).

3
Quien sostienes en tus brazos es una pena que ya tienes, pero otra tendrás entrando en
tu casa. Tu cónyuge Eurídice, se ha quitado la vida tras llorar la suerte de Hemón.

CREONTE
¡Oh errores fatales! ¡Ay, ay! De todo, la culpa es mía. ¡Siento el peso de los dioses por
sobre mi cabeza! (Al guardián) Llevadme, sacadme de aquí: a mí, que ya no soy más
que quien es nada.

CORO
En lo debido a los dioses, no hay que cometer ni un desliz. Las palabras hinchadas por
el orgullo comportan, para las personas orgullosas, los mayores golpes; que, con la
vejez, enseñan a tener prudencia.

FIN

You might also like